Medicina e Historia nº 4 2013

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Nº 4 – 2013 – QUINTA ÉPOCA

R EVISTA DE E STUDIOS H ISTÓRICOS DE LAS C IENCIAS DE LA S ALUD

Una nueva vida Argumentos y emociones para la aceptación social de los trasplantes de órganos en la prensa española (1960- 1975) Alina Danet

Oler el cuerpo cuerp Diagnóstico y curación a partir de los sentidos. El olor de la enfermedad en la medicina bajomedieval y temprano moderna europea Andrea M. Bau Gabriela F. Canavese

Biblioteca Fundación Uriach Judit Entrena Ariza

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REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD

MEDICINA e HISTORIA Nº 4 – 2013 – QuiNta Época REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD publicación trimestral FuNdada eN 1964 Fundación uriach 1838 centro de documentación de Historia de la Medicina polígono industrial Riera de caldes avda. camí Reial 51-57 08184 palau-Solitá i plegamans (Barcelona-españa) www.fu1838.org fundación-historia@uriach.com

S4S Una nueva vida Argumentos y emociones para la aceptación social de los trasplantes de órganos en la prensa española (1960- 1975) Alina Danet

Director de la publicación: dr. Juan uriach Marsal Soporte Válido con la ref. SVR nº 479 dep. legal: B-27541-1963 iSSN: 0300-8169 © de la edición: Fundación uriach 1838 Reservados todos los derechos. el contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por algún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. prohibida su venta.

S 19 S Oler el cuerpo Diagnóstico y curación a partir de los sentidos. El olor de la enfermedad en la medicina bajomedieval y temprano moderna europea Andrea M. Bau y Gabriela F. Canavese

S 31 S Biblioteca Fundación Uriach Judit Entrena Ariza

Portada: imagen publicitaria del medicamento pacium (enric Huguet, 1971). archivo Fundación uriach 1838

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Alina Danet

“Una nueva vida”: Argumentos y emociones para la aceptación social de los trasplantes de órganos en la prensa española (1960- 1975)

l trasplante de órganos fue una quimera científica que despertó mucho interés popular en la prensa española, desde los primeros trasplantes de córnea realizados en los años treinta y, sobre todo, comenzada la segunda mitad del siglo XX, con la consolidación de los trasplantes de órganos sólidos. Los medios de información desempeñaron un papel fundamental en crear la imagen simbólica de los trasplantes, representar los actores y eventos en el terreno público y enmarcar esta tecnología médica en el marco ético y socioeconómico.1 en nuestro país, en el contexto democrático, la implementación de la Ley de trasplantes de 1979 y la puesta en marcha de la organización Nacional de trasplantes en 1989, así como la mayor tasa de donaciones de cadáver a nivel mundial, situaron las bases de lo que, actualmente, conocemos como modelo español de trasplantes. Sin embargo, durante la dictadura franquista, los debates mediáticos sobre donaciones y trasplantes, fueron un instrumento propagandístico2 que convirtió las tecnologías médicas en uno de los pilares de su proyecto de modernización segura,3 en unas décadas marcadas por el desarrollismo.4

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en españa, las primeras operaciones de trasplante renal realizadas por los doctores Gil Vernet y antoni caralps,5 inauguraron la década de los sesenta como “la época del trasplante de órganos vitales y de los viajes a otros planetas”, tal y como la definía el procurador Rogelio Gil Martí en una carta al director de La Vanguardia Española.6 en nuestro país, al igual que en otros contextos, la prensa contribuyó de forma decisiva a favorecer la aceptación social de los trasplantes como herramienta para “la salvación de gran número de vidas”, que, al mismo tiempo, planteaba numerosas inquietudes humanas (“una nueva preocupación para la Humanidad entera”).

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en este trabajo, partiendo de la función de la prensa en generar, orientar o vigilar las opiniones y creencias de la población,7 me propongo identificar las estrategias discursivas y emocionales reflejadas, transmitidas o interpretadas en torno a los trasplantes, en los medios impresos en españa de 1960 a 1975. Las publicaciones analizadas son ABC y Blanco y Negro, La Vanguardia Española y las revistas Destino y Triunfo, seleccionadas con el propósito de respetar la heterogeneidad socio-cultural e ideológica de los medios y de los públicos a los que se dirigían.

La confianza en los trasplantes de órganos: entusiasmo tecnológico, admiración por las figuras médicas y manipulación de la esperanza al finalizar la década de los sesenta, la prensa informaba sobre la celebración del Simposio internacional sobre trasplantes de Órganos, en un Madrid convertido en “capital mundial de la medicina”.8 Los debates organizados en tres secciones −”los trasplantes de corazón, medicina legal y deontología”− concluían con entusiasmo que el trasplante de riñón era ya un “método eficaz para combatir la insuficiencia renal”, el trasplante de corazón “una técnica paliativa aceptada universalmente”, el trasplante de pulmón “una realidad posible”9 y se proclamaba con expectación que “la hora del páncreas se acerca”.10 Los medios difundían así, basándose en información proporcionada desde el ámbito médico, la incorporación y consolidación de distintos tipos de implantes y técnicas de sustitución de órganos disponibles en el arsenal científico- médico internacional. presentados como “auténtica maravilla (…) que ha permitido

prolongar la vida a enfermos en trance de muerte inminente”,11 “uno de los éxitos más espectaculares de la investigación biológica aplicada a enfermos”, los trasplantes se convertían, en manos de la prensa española, en un indicador clave del progreso científico, cuya utilidad y conveniencia se consideraban obvias e indiscutibles. Las estrategias que dinamizaron la construcción mediática de los trasplantes como un hito científico incuestionable, emergieron desde comienzos de los años sesenta y se organizaron en torno a los beneficios enaltecidos del componente tecnológico, las cualidades técnicas y humanas de los cirujanos y la integración desproblematizada de las implicaciones del trasplante en el sistema de valores ético-moral nacional.

Entusiasmo y confianza en la supremacía de la medicina tecnológica al igual que en décadas anteriores, las noticias más destacadas sobre investigaciones y experimentos en el campo de los trasplantes, provenieron durante los años sesenta, del ámbito internacional. en españa, los trasplantes renales despegaron con diez años de atraso respecto a los pioneros norteamericanos y franceses, que en 1954 habían inaugurado el trasplante de riñón entre hermanos homocigóticos.12 por otra parte, la cirugía cardiovascular española no priorizó la adopción inmediata de los corazones artificiales −campo principal de batalla de la ciencia norteamericana−, pero sí ensayó con rapidez el trasplante de corazón, realizado por cristóbal Martínez Bordiú en septiembre de 1968, a menos de un año del primer trasplante mundial realizado por christian Barnard en ciudad del cabo. Las decisiones médicopolíticas que guiaron el curso de la in-


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vestigación científica en españa se reflejaron también en los medios periodísticos, que seleccionaron aquellas noticias que fomentaban una imagen siempre positiva de los trasplantes. Las referencias a las tecnologías asociadas a trasplantes realizados en el extranjero, fueron estratégicas para la prensa más abierta a europa o con perfil menos conservador. La revista Triunfo fue el espacio informativo con una mayor apuesta divulgativa por la medicina tecnologizada, la experimentación con órganos artificiales o la realización de diversos prototipos de corazones artificiales, como los realizados por los médicos norteamericanos adrian Kantrowitz o Michael deBakey. La revista familiarizaba a sus lectores con el “pacemaker, inventado por el doctor Lillebei en la universidad de Minnesota”13 o con la “máquina corazón- pulmón (...) que parece una mezcla de caja fuerte y submarino experimental”. centrado en la divulgación de aspectos tecnológicos, el artículo también transmitía la confianza entusiasta de Kantrowitz, en los órganos artificiales que “nos permitirán acabar con la terrible plaga de las enfermedades cardíacas y de los vasos sanguíneos”. pese a ser “una técnica completamente nueva” que podría “entrañar riesgos que aún desconocemos”, la prensa declaraba la plena confianza en el progreso técnico por la constancia de las “gigantescas inversiones realizadas en los últimos veinte años en investigaciones puras y aplicadas” en ee.uu. también en relación al trasplante renal, Triunfo calculaba que “los primeros casos han costado en los ee.uu. cerca de dos millones de pesetas cada uno”.14 Los lectores de esta revista eran aleccionados sobre lo “sumamente útil” que era la “asignación de fondos de contribuciones financieras” para la investigación estadounidense, que priorizaba las investigaciones quirúrgicas en enfermedades del corazón y del sistema circulatorio. La especial atención a la tecnología y posicionamiento médicos extranjeros en relación a los trasplantes, inaugurada en la revista Triunfo, se hizo visible también en otras publicaciones de perfil más conservador, a medida que avanzó la década de los sesenta. así, en 1967, el periódico ABC informaba, sin profun-

dizar en detalles, sobre “las esperanzas que se tienen por ahora en los corazones artificiales”15 y, en 1968, anunciaba la construcción en Sao paolo de “un hospital de nueve pisos, especialmente dotado para realizar trasplantes, con los equipos de trasplantes más modernos que se fabrican y laboratorios destinados a la producción de válvulas cardíacas y corazones artificiales”.16 por su parte, La Vanguardia Española informó sobre los trasplantes renales y las investigaciones del “doctor Kaufman (…), según el cual el embarazo puede aumentar la tolerancia a los injertos en la mujer”, ya que “disminuyen las reacciones inmunitarias y por tanto, se hace más difícil el rechazo del órgano trasplantado”.17 con estas noticias, ABC y La Vanguardia Española hacían llegar al público español la constancia de la actividad investigadora llevada a cabo en el extranjero y la asignación de recursos en esta línea. Más allá de ser puramente informativa, durante estos años la prensa ejercía también su función de consejera,18 situando socialmente los trasplantes de órganos como técnicas benéficas, probadas experimentalmente y en contínua evolución, gracias al apoyo económico de la investigación. a partir de los años setenta comenzaron a aparecer noticias sobre la expansión de la medicina de trasplantes en españa. inicialmente, se centraron en el campo nefrológico y protagonizaron las páginas de los periódicos de trayectoria más conservadora y popular. aBc fue el medio que, en 1972 difundía un amplio conocimiento de las distintas terapias existentes para pacientes con fracaso renal. Los métodos de depuración extrarrenal −diálisis peritoneal y hemodiálisis con un riñón artificial−, constituían, según la prensa, dos tratamientos seguros y sencillos, signos del progreso médico alcanzado, pues garantizaban “unas posibilidades de vida superiores [en comparación con] el paciente de los años cincuenta” y, sin los cuales, “estos enfermos tienen muy pocas probabilidades de seguir vivos”.19 Los beneficios clínicos del aparato empleado para la hemodiálisis, denominado “riñón artificial”, eran detalladamente expuestos en el reportaje de ABC. (27 enero 1972, p. 99) aunque descrito en términos de

máxima virtuosidad, los altos costes del uso y mantenimiento del hemodializador decantaban el balance a favor del trasplante renal, cuya técnica se describía como “operación verdaderamente eficaz, que libera al paciente de la atadura del aparato y que le proporciona la posibilidad de olvidarse de su padecimiento cambiando su riñón enfermo, dañado, inútil, por otro en perfectas condiciones”. La presentación mediática del trasplante como tratamiento ideal, superior a la aplicación de máquinas de diálisis y mera sustitución de una pieza deteriorada por otra en perfecto estado, representó un primer signo de la transición paulatina que los discursos médicos canalizaron, a partir de los años los setenta, desde la excelencia en la aplicación de terapias de base tecnológica, al supremo valor curativo que aportaba el trasplante de riñón. “el fin de la hemodiálisis es el trasplante”, declaraba en 1975 el doctor José Luis Rodicio, jefe del Servicio de Nefrología de la ciudad Sanitaria 1 de octubre. “Éste evita las molestias de las sesiones periódicas y prolonga en años la vida del enfermo. (…) al año, el 80% de los riñones trasplantados funcionan adecuadamente”,20 añadía el cirujano, justificando así, en base a datos estadísticos, la necesidad de expandir la realización de estas intervenciones.

El papel estelar de las figuras médicas Junto a la familiarización de los lectores con los beneficios detallados de las tecnologías aplicadas a los trasplantes, la prensa proyectó una imagen consistentemente positiva sobre los cirujanos que los realizaban. La revista Triunfo presentaba al público lector diversas personalidades médicas internacionales, mientras que los diarios ABC y La Vanguardia Española, se centraron sobre todo en las figuras destacadas de la medicina española o catalana. en 1969, un extenso reportaje fotográfico publicado en Triunfo, resumía la historia de las investigaciones con corazones artificiales y presentaba la biografía de los ciruja-

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nos más destacados, detallando la trayectoria de denton cooley, “el tejano que ha batido el record de trasplantes”. Los periodistas describían con un estilo muy escénico la gesta, después de “utilizar por primera vez un corazón de plástico (...) para injertarlo en el pecho de Haskell Karp, protagonista pasivo de esta experiencia intentada en el hospital San Lucas, de Houston”.21 en la fotografía del quirófano donde operaba el doctor cooley (Figura 1), el instrumentario quirúrgico situado en primer plano se convertía en el protagonista de la intervención. el factor humano retratado con mascarilla y de espaldas al objetivo, ofrecía la imagen simbólica del médico anónimo siempre disponible, que, a las seis de la tarde, tal y como indicaba el reloj estratégicamente situado, ponía su valía y esfuerzo al servicio de la humanidad. por contraste, fuera del quirófano, el doctor cooley era representado como la imagen del hombre corriente de texas, familiar y humano, padre de familia, completamente integrado en la idiosincrasia cultural tejana (Figura 2). en 1970, la misma revista publicaba un reportaje centrado en la actividad científica y experimental de los doctores cooley, de Bakey y Bücherl, representantes de una élite médica norteamericana y alemana abnegada que, tras muchos años de investigaciones y sacrificios personales, habían hecho posible que, en el pecho de muchas personas, “laten en estos momentos diferentes modelos de corazones”.22 La dedicación de los científicos a la causa, incluyendo la inversión económica realizada por el

Figura 1: Quirófano del hospital de Houston donde opera el dr. cooley. Triunfo 359 (1969), p. 33.

médico alemán que “sus primeras investigaciones las pagó de su propio bolsillo”, parecía dar sus frutos, posibilitando la creación de una “estructura reticular de plástico y goma que debe sustituir al corazón humano”. el reportaje incluía detalles tecno-científicos sobre el proceso de funciona-

Figura 2: el dr cooley y su familia en el rancho de texas. triunfo, 359 (1969), p. 36.

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miento de los corazones artificiales e ilustraba los artilugios, así como a sus inventores (Figura 3). aunque presentados en la prensa en base a su valía como expertos técnicos, las figuras de los médicos eran intencionalmente humanizadas. Los detalles biográficos sobre su vida


“Una nueva vida”. Argumentos y emociones para la aceptación social de los trasplantes de órganos en la prensa española (1960-1975)

profesional tanto como personal, consolidaban la configuración mediática de personalidades médicas notables, cuya celebridad se construía también en torno a su carácter afable, generosidad, disponibilidad y filantropía. “es hermoso, estimulante pensar que mientras en este mundo nuestro se proclaman injusticias, hambres, guerras y destrucciones, hay un ejército que trabaja y se arriesga, se aventura hasta el límite para ayudar a los hombres”,23 decía Julio Manegat24 en un artículo de ABC. La dedicación y esfuerzo de los médicos enfatizaba en la prensa la dimensión humana de los cirujanos, suscitando la admiración social en torno a su labor, puesta al servicio de “trabajadores, empleados, profesionales y amas de casa [que puedan] llevar una vida normal”.25 Los medios hicieron muy patentes las cualidades humanas de los cirujanos, especialmente en la descripción de su relación con los enfermos y, con frecuencia, los propios médicos declaraban que, en el caso de los trasplantes, la asistencia médica trascendía la atención estrictamente clínica. Los cirujanos mostraban su implicación y sensibilidad con los familiares del paciente, ofreciendo apoyo moral y grandes dosis de aparente empatía. Sin embargo, la interacción con el entorno del enfermo era también una ocasión idónea para garantizar la aceptación por parte de los familiares, de una técnica sin base empírica para su puesta en marcha. en este contexto experimental, era crucial persuadir y animar a pacientes y familiares a someterse a la intervención, transmitiendo esperanza en los resultados y manejando con habilidad los detalles sobre las probabilidades de éxito, tal y como muestra el episodio de 1969, narrado en la revista Triunfo. el doctor Fritz deron, cirujano belga que realizó un trasplante de pulmón a un enfermo “desahuciado”,26 comentaba: “Hablé con toda franqueza con sus padres. Les dije que los anteriores trasplantes de pulmón intentados en todo el mundo habían fracasado. existían sin embargo una

Figura 3: el corazón artificial insertado “con éxito” a un perro, por el equipo alemán del doctor Bücherl. Triunfo, 408 (1970), p.35.

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o dos posibilidades sobre cien de que sobreviviera. ellos se mostraron de acuerdo. Su hijo estaba condenado a morir a corto plazo”. en la difusión mediática del primer trasplante cardíaco realizado por Martínez Bordiú al paciente Juan Rodríguez Grillé, la implicación emocional del cirujano era aún mayor. así se deduce de los términos empleados por el periodista que difundió la noticia en el periódico ABC, informando que, ante el fracaso del trasplante y la muerte del paciente, el marqués de Villaverde se mostraba “desolado”.27 No sorprende que el encuentro con los familiares fuera público, tal y como muestra la fotografía que acompañaba la noticia, en la que el cirujano ofrecía sus condolencias tocando afectuosamente al padre del paciente.28 “Lo siento muchísimo, pero se ha hecho todo lo que podía hacerse”, afirmaba Martínez Bordiú en la rueda de prensa, tal y como recogía la prensa. Sin embargo, el triste final de la intervención, que conmocionaba al mismo cirujano, no aparecía en la noticia relacionado con la operación en sí, que había transcurrido adecuadamente desde el punto de vista técnico: “todo ha ido bien en la operación”. pese a la muerte del paciente, el público que leía la noticia percibía principalmente el compromiso del médico con su caso, su alta capacitación profesional y su inmensa humanidad. estas estrategias argumentativas intentaban fortalacer la confianza de la población en los actos y decisiones médicas, cuya validez y rectitud fueron ensalzadas sin complejos en la prensa más conservadora. La obtención de pacientes voluntarios para poner en marcha una técnica de carácter tan experimental, según transmitieron los propios cirujanos, requería la estrategia de intervenir a pacientes con un riesgo prácticamente nulo de empeorar su estado de salud. en los primeros intentos experimentales de trasplantes en humanos, la elección del paciente se realizaba precisamente en base a compatibilizar “un caso desesperado, lo bastante grave como para permitirnos asumir el riesgo de colocarle un corazón artificial” con un estado “lo suficientemente sano como para resistir todas las complicaciones que

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suelen acompañar a estas difíciles intervenciones quirúrgicas”,29 tal y como declaraba sin tapujos el doctor Kantrowitz. aunque en nuestro contexto moral contemporáneo estos criterios de elección pueden parecernos criticables, en su momento, la práctica fue efectiva para el avance en el desarrollo de la técnica. La imagen transmitida asociaba responsabilidad y precaución del cirujano, cuya experiencia y habilidad parecían garantizar la sensación de amparo y protección de los pacientes en manos de los especialistas, disminuyendo la sensación de vulnerabilidad y fortaleciendo el clima social de confianza y fe en la práctica médica. La misma idea fue percibible en las noticias sobre el primer trasplante de corazón realizado en españa por Martínez Bordiú. el cirujano exponía en la prensa que “el paciente era un caso perdido. días antes de operarle estaba en coma”.30 por tanto, durante los últimos quince años de dictadura franquista, los criterios médicos confluyeron en la construcción de la imagen positiva de los trasplantes en españa. apostando en mayor medida por los aspectos tecno-científicos del ámbito extranjero o nacional, pero coincidiendo en el uso de estrategias persuasivas de tipo emocional, los medios periodísticos españoles contribuyeron a crear una percepción social uniforme y generalizada sobre donaciones y trasplantes.

Del cuerpo mutilado al cuerpo útil. Temor, moral y funcionalidad en los debates públicos. pese a la frecuente aparición en la prensa de las opiniones de científicos, médicos y cirujanos, reforzados por la representación periodística, estos agentes hegemónicos no tuvieron el monopolio exclusivo del debate sobre donaciones y trasplantes. La prensa recogió también consideraciones muy diversas, formuladas por juristas, escritores, periodistas y público general. Las implicaciones de los trasplantes, basadas en creencias profundamente arraigadas, no parecían dejar indiferente a nadie. el escritor Julio Manegat ya advertía del flujo emocional positivo de esta temática

en la opinión pública, percibido como un “leve aleteo” o “rumor de esperanza” en un “porvenir perturbador, maravillosamente inquietante”, que hacía pensar al periodista que “nada, en principio, se opone a este futuro de la medicina”, aunque también le hacía dudar de la capacidad de percibir el alcance de esta tecnología “¿Nos percatamos de la importancia real de lo que esto significa?”.31 La respuesta a esta pregunta se fue produciendo a lo largo de los años sesenta y, a partir del 3 de diciembre de 1967, generó nuevas problemáticas relacionadas con el primer trasplante de corazón efectuado por christiaan Barnard. antes de esta fecha, la posibilidad de injertar corazones humanos era todavía una quimera, un sueño cuyo cumplimiento dependía de la labor del científico, profesional capaz de hacer realidad “todo que la mente puede imaginar”,32 según se describía en un reportaje importado del londinense The Observer y adaptado para la La Vanguardia Española. La cita era un homenaje a la perseverancia y tenacidad de los cirujanos, pero, al mismo tiempo, dejaba entrever cierta sombra de incertidumbre asociada a las posibles consecuencias de los cambios científicos. a continuación veremos cómo los inminentes injertos de corazón y los posibles trasplantes cerebrales, sumados a los ya realizables injertos renales o de tejidos, alimentaron la preocupación social por estas intervenciones y avivaron la polémica en torno a los trasplantes. No es difícil comprender que el principal interrogante que se generó sobre trasplantes, atañía a la percepción y vivencia del cuerpo humano. “en ee.uu. el hombre artificial se ha convertido ya en realidad” anunciaba la revista Triunfo en 196633 (Figura 4) y, un año más tarde, La Vanguardia Española advertía que la realización de trasplantes conllevaba la creación de “hombres hechos de piezas de repuestos”.34 pese a que el tono no era valorativo y la narrativa de los reportajes se limitaba a describir datos científicos, los artículos insinuaban las implicaciones que podía tener para el cuerpo humano, la inserción de elementos externos, tanto de naturaleza sintética como orgánica, pues parecían transformar la materia


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humana en una artificialidad próxima a la máquina. en contraste con esta percepción, con anterioridad al primer trasplante de corazón, la principal preocupación se centró en la visión del cuerpo vaciado de órganos de los donantes. Mientras que los mensajes científicos reiteraban los beneficios para el paciente, tratando de contrarrestar la preocupación social por el receptor, la inquietud por el cuerpo de la persona donante tomaba, con frecuencia, un cariz angustioso. Los medios que recalcaron, en mayor medida, la visión del cuerpo mutilado y desmembrado de los donantes cadáveres, fueron la revista Destino y el diario La Vanguardia Española, que difundieron opiniones vertidas por pensadores catalanes del mundo literario y jurídico. una de las principales declaraciones la realizaba angel Zúñiga en 1966, reflexionando sobre las consecuencias de la “beatificación científica”35 de los trasplantes o de la congelación del cuerpo humano. Según el periodista, los científicos habían creado “una especie de acéptalo todo” que presionaba a la población a aceptar los cambios y a adaptarse con máxima rapidez a las exigencias médicas. esta sensación de obligación social a “admitir toda idea por peregrina que sea” y a participar en el curso de los avances científicos, por miedo a “ser tildado como retrógrado” no fue sólo una característica de la españa de los sesenta. también en Holanda, para la aceptación de los trasplantes, fue decisiva la creación del vínculo con el progreso y la modernidad. así, la actitud positiva hacia donaciones y trasplantes pudo verse favorecida por el proyecto de crear la sociedad más tolerante del mundo, en la que nadie quería ni debía mostrarse conservador.36 en el ámbito nacional español, el temor a “ser señalado con [el] dedo intolerante” conllevaba, según Zúñiga, un importante “complejo de culpabilidad”, ya que entraba en contradicción con las costumbres y rituales de la sociedad española, que “guardaba un respeto último a la muerte”. una preocupación similar, refería en 1968, el abogado especializado en temas médicos, Joaquín Hospital Rodés37 en las páginas de La Vanguardia Española. en un ciclo de cuatro artículos de opinión, el letrado

Figura 4: “el hombre artificial”, Triunfo, 207 (1966), pp. 58-59.

subrrayaba el “sentido reverencial”, la “veneración que sentimos en este país por nuestros muertos”38 y la integridad de sus cuerpos. “Sucede que la idea del troceamiento, de su disección, suele dañar el recuerdo de sus familiares”.39 el periodista relacionaba el miedo a la mutilación con el respeto por la persona muerta y con las dificultades de los familiares en diferenciar entre el cuerpo muerto y el recuerdo de la persona viva, cuestión analizada por estudios antropológicos más recientes.40 también en 1969, en La Vanguardia Española, el médico, periodista y escritor pombo angulo describía los ritos funerales tradicionales como una “defensa de la integridad anatómica de los fallecidos”41 que, para sus familiares, constituye “un último tributo de fidelidad”. añadía el autor la idiosincrática sensibilidad con la que el pueblo español vivía la muerte de un ser querido: “el que pierde un ser querido no se encuentra en estado normal y esta acepción en su psiquismo se acentúa entre nosotros, los meridionales”, llegando a afirmar que el momento de la defunción era vivida por la familia como una “psicosis sentimental”. a pesar de las heridas de la guerra y la inmensa cantidad de cuerpos mutilados desaparecidos, los periodistas no ha-

cían ninguna referencia a estas heridas grabadas en la memoria colectiva y atribuían la intranquilidad y desasosiego social en torno a las donaciones de partes del cuerpo, al carácter nacional de las costumbres y rituales fúnebres del sistema normocultural tradicional. en paralelo a la proyección de estos temores sociales, como en una especie de diálogo dinámico, indirecto y fragmentado, la prensa difundió también, respuestas y argumentos que parecían orientados a calmar este tipo de preocupaciones sociales. Sectores de la iglesia, periodistas y escritores contribuyeron a esta contra-argumentación. en algunos casos, como si quisieran ahuyentar los temores a no cumplir con los requerimientos de la modernidad que refería angel Zúñiga en la revista Destino, los mismos autores que lanzaban sus dudas sobre donaciones, también contestaban sus reflexiones iniciales. en La Vanguardia Española, pombo angulo, posiblemente anteponiendo su estatus médico a su criterio de escritor, explicaba: “Se ha venido al final a la conclusión ya antigua de que la fuente de la vida está en otra vida. Sólo que, en este caso, está en otra muerte”.42 La posibilidad abierta

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por la cirugía tecnologizada de trasladar partes de un cuerpo a otro, cerraba, según este autor, una época en la que “la muerte era la entrega final y después de la vida sólo quedaba la fe” e inauguraba una etapa en la que “había surgido un nuevo factor, un estremecedor, un tremendo factor; para intentar salvar la vida de un posible operado de trasplante, es preciso que antes muera un hombre o una mujer”. Sin embargo, para el autor del artículo, “el dramatismo, el misterio” asociado a la muerte se convertía, a través de la donación, en “claridad, en esperanza”. en la misma línea utilitarista argumentaba Julio Manegat, en 1966, que la extracción de “órganos, huesos, riñones, arterias, corazones” representaba una forma de dotar de funcionalidad las partes del cuerpo. Las piezas corporales, con autonomía simbólica, se convertían metafóricamente en “realidades físicas, mínimos fantasmas de seres que fueron” capaces de transferir “el camino biológico de otro ser (…), dando vida a una parte del cuerpo que ya no latía. (…) el hombre muerto no es inútil en sus restos físicos, sino que todavía puede rendir un último acto vital al procurar vida a otro ser humano”.43 el énfasis en la utilidad del cuerpo humano muerto, ennoblecido y dignificado a través de las donaciones, era un llamamiento a la sensibilidad del lector que debía asumir su responsabilidad y hacer posible que la muerte se conviertiera en fuente de vida para otros seres: “deben favorecerse las cesiones de órganos cuando alguien muere, porque este ser humano que cruza la inmensa frontera, puede donar vida, en su muerte, a otro hombre”, defendía Manegat. Más aún, ante la vivencia del difícil momento de defunción, agravada por la sensibilidad meridional a la que se refería pombo angulo en 1969, la donación aportaba también “a nivel puramente humano (…) otra dimensión mucho más consoladora”,44 “una nueva forma de caridad universal” con especial resonancia para “el cristiano, que espera la otra vida y no teme a la muerte”. La llamada a la inmortalidad del alma que, como algunos autores han destacado está muy arraigada en el modelo de pensamiento moderno en diversas culturas45 y de forma parti-

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cular en las creencias y valores promovidos por el catolicismo, constituyó una importante fuente de aliento para frenar la resistencia a la donación y las preocupaciones surgidas en torno a esta práctica. La utilidad del cuerpo difunto se asoció, en los discursos con contenido religioso, al amor, empatía, compasión y caridad, que todo cristiano debía mostrar hacia los demás. “el amor de todo cristiano le obliga a ofrecer sus órganos, a quienes, sin ellos, carecen de oportunidad de ver, oír o vivir”, defendía el cura Manuel cuyas, sacerdote jesuita de San cugat del Vallés, en un artículo de opinión publicado en La Vanguardia Española.46 el compromiso social de todo cristiano de donar órganos tras la muerte, llevaba al dominico José todolí incluso a reclamar en el periódico ABC, que “el cadáver puede ser considerado como un bien social”.47 todolí era además de representante de la iglesia, “catedrático de ética y autor del libro Filosofía de la Religión”, con lo que su estatus académico reforzaba la autoridad que el propio régimen concedía a la moral católica.48 Frente a las preocupaciones sobre las implicaciones corporales de las donaciones y trasplantes, los periódicos ABC y La Vanguardia Española coincidían en priorizar los intereses del prójimo, dejando en un lugar secundario el deseo de preservar la integridad del cuerpo del donante, cuyo valor, físico y material, quedaba desvalorizado frente al bien común. en un sentido amplio, estos discursos tendían a desproblematizar y dinamizar la aceptación social de las donaciones en nuestro país. el primer trasplante de corazón – realizado por christiaan Barnard en ciudad del cabo y generalizado con rapidez en eeuu y europa durante el año 1968, incluida españa–, abrió un nuevo campo de debate sobre el cuerpo, la individualidad, los límites entre vida y muerte o las limitaciones legales de las intervenciones. el primer trasplante de corazón se podría considerar, por tanto, un punto de inflexión en la representación periodística de los trasplantes de órganos en españa. cargado de simbolismos específicos,49 la visión del corazón extraído de un cuerpo y reimplantado en otro, generó reacciones públicas tanto entre la clase médica, como en

otros actores sociales y la sociedad española del momento, de manera que, por primera vez, la prensa visibilizó inquietudes sociales profundas. entre los aspectos destacados en la prensa se situaron la sorpresa y fascinación social, reflejadas en la intensidad divulgativa y propagandística de la noticia a nivel internacional.50 así describía Joaquín Hospital los efectos en La Vanguardia Española: “La ciencia-ficción es bastante ya cienciarealidad. pero este progreso biológico y científico ha sido tan fabuloso y repentino que sus problemáticas cogieron de sorpresa a los juristas y a los moralistas”.51 el impacto y desconcierto social afectó también, según reflejaba la prensa, a médicos y científicos, que difundieron opiniones divergentes en cuanto a los trasplantes de corazón, en un posicionamiento gradual que iba del rechazo a la aceptación indiscutible. en el extremo más crítico, se situó el doctor alfonso de la peña, que consideraba el trasplante como “una farsa”52 y totalmente a favor se mostró cristóbal Martínez Bordiú, que depositaba su admiración y confianza en la “conquista más importante (…) de los últimos tiempos”, que cambió “completamente el signo de la cirugía, que pasa a ser de una técnica reparadora a técnica sustitutiva, que como objeto de la cirugía es lo ideal”.53 un tema sobre el que existió consenso entre los médicos y periodistas españoles, fue el excesivo eco mediático del caso, que se evaluó como un factor de confusión para el público general y recibió férreas críticas que rezumaban cierto antiamericanismo: “Los trasplantes de corazón son espectaculares, y, además, se les ha llevado a cabo con una técnica, muy americana, de propaganda a ultranza. el público sabe de ellos bastante, pero no suficiente. Bastante, para imaginar muchas cosas; insuficiente para poder sacar consecuencias exactas de sus conocimientos”.54 Néstor Luján Fernández, director de la revista Destino, subrayaba el riesgo de “sufrir deformaciones que llevan a la confusión”. el doctor espriú, conocido por sus publicaciones de la revista Destino donde firmaba como “cianófilo”, recomendaba “evitar los sensacionalismos”55 y pombo angulo destacaba que “no es desea-


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ble un clima de desorbitado interés público que, después, caiga en el desaliento”.56 esta excesiva difusión mediática se atribuía al modus operandi de las agencias de información extranjeras, lo que soterraba una crítica más general a los modelos propagandísticos foráneos. Sin embargo, el impacto público de los trasplantes de corazón en la prensa española, se asumía como un hecho normal, justificado por ser el corazón “la víscera más llamativa”,57 “un órgano propagandístico, (…) un órgano espectacular que como tal, reclama espectáculo”,58 “un órgano extremadamente confidencial y noticioso”.59 Las resonancias emocionales asociadas al órgano cardíaco, su asunción como “víscera romántica por excelencia” y como “centro motor de la vida metafísica”60 eran atribuidas en la revista Triunfo, a la tendencia de “los poetas y autores de canciones [de darle] al corazón funciones que no le corresponden”.61 en el periódico ABC, el abogado y político alberto Villanueva, confirmaba los efectos sociales de asociar el corazón con la “formación plena de nuestros sentimientos que se manifiestan en el lenguaje vulgar por (…): no tiene corazón, corazón de perro, corazón de oro, puñalada en el corazón (…) o como el santuario del amor y de la lealtad: corazón-amor, corazón-amistad, corazón místico, llevarse la mano al corazón”.62 también desde la Real academia española, José María pemán describía en el periódico ABC, la “utilización poética, retórica y social” del corazón, “víscera rodeada de literatura”, que “viene a ser como el encargado de relaciones públicas de la fisiología”.63 tal y como reflejó la prensa, el uso sociocultural del corazón como sede de sentimientos y emociones, desencadenaba una mayor “conmoción y dudas tremendas en las conciencias”.64 pero a finales de los años sesenta, emergieron en los medios informativos nacionales otros dos tipos de preocupaciones sociales: la dualidad cuerpo/espíritu y la determinación de la muerte del donante. el primer problema del imaginario socio-cultural sobre el cuerpo como habitat del alma y el temor a la desestructuración de este sistema, tanto al donar como al implantarse un corazón, preocupaba sobre todo a ac-

tores sociales del mundo de las letras, periodistas y escritores, pero también al público general, cuyas opiniones quedaban visibles a través de cartas al director. como en años anteriores, las dudas y temores expresadas en la prensa, fueron combatidas por las intervenciones de médicos, periodistas, iglesia y letrados. Veamos cómo transcurrió esta nueva vertiente de la polémica. en 1967, a los pocos días del primer trasplante de corazón, se publicaba en ABC una carta firmada por Franco alfaro, que tenía como destinatario simbólico a su “gran amigo”, agustín de Foxá, poeta y escritor franquista muerto en 1959. escrita en clave poética, la carta trasladaba el temor cristiano a que los donantes de corazón no pudieran acceder al juicio final, ni gozar en plenitud de la bendición divina: “¿Los que quedamos cogidos en esta red de técnica y ciencia y expuestos a que nos arranquen el corazón cuando más lo necesitamos? ¿podremos presentarnos ahí sin corazón? Si lo dejamos aquí, sufriendo, gozando, agradeciendo, aborreciendo, definitivamente odiando o definitivamente amando, ¿qué podremos presentar al llegar?”.65 para el autor, la extracción del corazón podía significar una trágica separación entre cuerpo y espíritu, la migración del alma a otro cuerpo y la pérdida de control del individuo sobre su propio destino espiritual. también refiriéndose a los cuerpos sin corazones de los donantes, pero sin la dosis de dramatismo de la carta publicada en ABC, la revista Triunfo se refería al “reverso triste de la moneda de los trasplantes del que, naturalmente, no resulta poético hablar”, la existencia de “(…) 127 personas [que] yacen en su lecho final sin corazón”.66 para el periodista que firmaba el artículo, “el asunto [podía] parecer macabro, propio de una horripilante historia de aquel drácula que tanto nos asustaba cuando éramos niños”. Sin embargo, lejos de inspirar pena o tristeza, los donantes de corazones debían ser vistos socialmente como “héroes anónimos de los que apenas nadie se acuerda”, “estoicos soldados de un nuevo tipo de ejército”, autores de una “obra buena”, dignos de admiración y agradecimiento. además de construir una imagen social positiva de los donan-

tes, el artículo dejaba entrever que, pese a dejar el cuerpo sin corazón, la donación era un acto benéfico de un alto valor humano, sin consecuencias negativas para la vida eterna y por tanto, no había razón para temerle. La asociación entre la extracción del corazón de un cadáver y su mutilación espiritual, se transfirió también a la reflexión sobre la individualidad específica y el alma del receptor. “¿un corazón nuevo puede alterar los afectos, los sentimientos, las emociones y otros rasgos de la personalidad del receptor? a la salida del hospital ¿no será «otro» en su comportamiento?”, se preguntaba el periodista Rafael López Jordan, corresponsal en Roma de La Vanguardia Española.67 pese a que estos interrogantes podrían haber incitado un revuelo de dudas y temores, el propio periodista parecía formularlas como mera retórica, pues, en el mismo artículo, respondía que un trasplante de corazón conllevaba sólo “depresión inmunitaria” y “bombeo de nuevo de otra sangre, nada más”, mientras que “la individualidad no cambia esencialmente sus caracteres”. así lo corroboraron las intervenciones mediáticas de médicos y juristas, con argumentos contundentes, clínicos y morales, que limitaban la función del corázon al bombeo de sangre y trasladaban todas las cuestiones transcedentales y anímicas a la actividad cerebral. parecía evidente que la modernidad española promovida desde las élites sociales, proponía un cambio en la especificidad del individuo, de sujeto centrado en las propiedades humanas albergadas en el corazón, al llamado “sujeto cerebral” caracterizado por la inteligencia localizada en el cerebro. así por ejemplo, el médico Miguel Masriera en La Vanguardia Española,68 combinaba ética y biología en sus enseñanzas –contrarias a la percepción social– sobre la “falsa localización (…) del mundo afectivo” en el corazón que “es simplemente la bomba impulsora del torrente sanguíneo, pero nada que ver con el mundo emocional”. el punto de vista del doctor Masriera era en realidad una respuesta por encargo, solicitada por Santiago aldea, el autor de una carta al director de La Vanguardia Española y que necesitaba saber “¿cómo reaccionaria un individuo a quien se

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le ha trasplantado el cerebro de otro B con circunstancias similares al actual trasplante de corazón? ¿Seguiría a siendo a o sería B?”69 Los interrogantes del desconocido señor aldea sobre las consecuencias de un supuesto trasplante cerebral, mostraban en cierto grado la tranquilidad con respecto a los trasplantes de corazón, que no parecían angustiar al autor de la carta y quedaban como una técnica sin riesgos para la pérdida de identidad y “alma”. así lo confirmaba la respuesta del médico: “parece difícil no admitir que el cerebro es el órgano de nuestro cuerpo más íntimamente relacionado con los fenómenos anímicos”. el criterio médico añadía además cientifismo, al mostrar su preferencia por “la palabra espíritu (…) que me gusta más que la palabra alma, más ligada a lo fisiológico, a la neurofenomenologia”. La supremacía de los componentes biológicos sobre los espirituales, el énfasis en los elementos puramente científicos y anatómicos, fue la táctica principal con la que también se respondió en la prensa a la segunda preocupación expresada en los medios de información sobre el establecimiento de la muerte del donante. en torno a esta preocupación, se generaron diversos argumentos dirigidos, de nuevo, a transmitir tranquilidad y confianza en los criterios científicos empleados para establecer la muerte definitiva de los donantes. La prensa reflejó puntos de vista que pueden calificarse de verdaderamente estremecedores. en marzo de 1968, el relato de La Vanguardia Española sobre un individuo mejicano que “le arrancó la víscera [a su primo], se sentó tranquilamente y se la merendó”,70 llevaba al autor del artículo −el escritor y periodista Álvaro Ruibal71− a considerar la posibilidad de conceder un atenuante al asesino, siempre que, en vez de “zamparse el corazón de su primo”, lo hubiese donado para un trasplante de corazón. aunque en clave sarcástica, el comentario inducía al lector a reflexionar sobre el parecido que podía guardar la extracción del corazón del cuerpo humano, en diferentes circunstancias y escenarios, fuesen estos socio-culturales o clínicos. curiosamente, la analogía entre la extracción cardíaca efectuada por cirujanos con la visión de un asesi-

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nato y del canibalismo, preocupaba también a los mismos médicos, que podían sentirse expuestos a un posible juicio, alimentado por el miedo y la desconfianza social. en agosto de 1968, en relación al fallecimiento de una niña americana trasplantada, el presidente de la asociación Médica Mundial manifestaba su incomodidad con el hecho de que los médicos puedan “llegar a ser acusados de asesinato al obtener una víscera para su trasplante”.72 de hecho, tal y como informaba el diario ABC, algunos familiares de donantes concretaban sus recelos, poniendo denuncias a los médicos encargados de extraer el corazón. un ejemplo de este tipo era el caso de Guadalupe Móntez, esposa del donante en el primer trasplante cardíaco efectuado en chicago, que acusó al equipo médico de “actos de negligencia y falta de cuidados”.73 La existencia de estos casos auspiciaba la preocupación social por una posible relajación de las autoridades médicas al establecer la muerte certera de un paciente, interesados más en maximizar el número de donantes y aumentar los trasplantes de corazón que en garantizar la defunción. el miedo por un diagnóstico precipitado o la extracción cardíaca del cuerpo aún vivo, puede leerse como una señal sobre el escaso poder y control percibidos sobre la situación vivida.74

tecnológicos empleados para establecer la muerte de los individuos: “el estudio electroencefalográfico marca la pauta del momento de la muerte, que viene registrada por un aplanamiento de las ondas eléctricas procedentes de la actividad neuronal, hasta llegar a un voltaje inferior a 0'5 microvoltios o a confundirse con la línea isoeléctrica. tal situación es incompatible con la vida”.76

para apaciguar estos temores y reducir la sensación social de falta de control, distintos médicos, representantes de la iglesia y de la justicia, apelaron a la validez y evidencia de los criterios médicos, así como al control legal y jurídico, garante del cumplimiento estricto e indiscutible de las exigencias tecno-científicas. en primer lugar, las intervenciones de los médicos en la prensa llamaban a “confiar en la conciencia del médico”, asegurando que “la medicina no amenaza la sociedad” y defendiendo que “el médico posee evidentemente el derecho de constatar la muerte del individuo”.75 La supremacía de la ciencia se justificaba por su visión amplia “que tiene en cuenta todo: la solidez de las tradiciones, el coste del tratamiento, la medida en que pueden ser modificadas por la educación…”. por otra parte, la autoridad médica apoyaba su competencia y seguridad en los elementos

el mismo tipo de idea encaminada a serenar las posibles preocupaciones sociales, la expresaba también el letrado Joaquín Hospital Rodés, que detallaba las condiciones que habían sido legisladas unos años antes, en el intento de uniformizar y limitar las decisiones médicas: “La orden Ministerial de la Gobernación de 30 de abril de 1951, exigió para la obtención de tejidos y órganos de cadáveres un severo diagnóstico basado en los signos que allí especifica: paralización de los centros nerviosos vitales, pérdida de la movilidad voluntaria, parálisis e inmovilidad de la respiración, paralización cardiaca, impasibilidad electrocardiográfica, deformación ovalar de la pupila, expresión de la muerte por palidez y otros síntomas”.78 como garantía adicional, el autor del artículo aseguraba al público lector del cumplimiento total de la legislación: “No vemos manera de que la ciencia jurídica pueda

desde una perspectiva moral, aunque completamente acorde con los criterios médicos, la iglesia también apoyó en la prensa la definición de la muerte cerebral como el momento real en el cual el individuo dejaba de existir. el sacerdote catalán Manuel cuyas explicaba en La Vanguardia Española que “el axioma según el cual el corazón sería primum vivens et ultimum moriens, ha claudicado”77 y que el criterio vigente para establecer la muerte, refrendado por la iglesia, era “una lesión irreversible del cerebro, que incapacite definitivamente para las funciones propias de la persona humana”. Sin embargo, el criterio eclesiástico ofrecía también su argumento más tranquilizador de cara a la sociedad: “mientras sea probable que exista aún vida humana, no será lícito a ningún hombre, ni siquiera en aras del progreso científico, poner fin directamente a esta vida, mediante la ablación de un órgano vital”.


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hacer ninguna concesión a la ciencia médica”. con la difusión social de las normas legales vigentes, la prensa no sólo familiarizaba a la población con los preceptos normativos, sino que transmitía la confianza en las leyes como mecanismos de vigilancia del proceso extracción/ implante, situando además al estado como agente que vela por la salud, bienestar y seguridad de sus protegidos. en realidad, la presencia fantasmal del régimen en los debates sobre donaciones y trasplantes se filtró de forma constante en todas las fuentes periodísticas referidas. aunque aparentemente la prensa facilitó la expresión de todas las preocupaciones sociales que podían surgir, no hay que olvidar el contexto de censura en el cual se desarrolló el proceso mediático.79 el análisis de las preocupaciones, dudas y temores vertidas en la prensa, confirma cierta selección de temáticas que no dañasen la imagen del régimen y que, además, contribuyeran a insertar las intervenciones médicas dentro de las normas éticomorales del régimen. así, el temor por la migración del alma o por la alteración de la prácticas rituales funerarias tradicionales, indicaba la percepción del trasplante como amenaza a la solidez y autenticidad de los valores cristianos y nacionales. Los intentos aleccionadores de calmar estas preocupaciones a través de la prensa, visibilizaron actores sociales con autoridad dentro del régimen, miembros de instituciones públicas respaldadas políticamente, que apelaron a sentimientos y valores morales propios del registro validado por el nacional catolicismo. La movilización de argumentos qe manejaban emociones tales como la esperanza, compasión, solidaridad, amor al prójimo, empatía, sacrificio, caridad −valores habituales en el sistema normo-ético tradicional−, ayudaron a inducir en la población una aceptación desproblematizada, serena y comprometida con los trasplantes de órganos. en paralelo a la movilización emocional, la preponderancia de argumentos de orden científico y legal encaminados a neutralizar la posible preocupación social en torno a donaciones y trasplantes, confirmó el interés del régimen en hacer de los trasplantes uno de los baluartes de su particular cruzada hacia el progreso

y la modernidad. el papel activo que la prensa desempeñó en este proceso, consistió en la transmisión social de la necesidad de mantener la alianza entre el impulso científico y “los valores éticos [que] no constituyen una superposición caprichosa en la vida, sino que deben forzosamente ir del brazo del progreso para iluminarlo”.80 en este sentido, en su función de representar públicamente tanto la preocupaciones como sus posibles soluciones apaciguadoras, la prensa consolidó los trasplantes de órganos como símbolo de una perfecta combinación entre la moral tradicional y el ideal científico modernizador. así mismo, al mantener muy viva la información sobre donaciones y trasplantes, la prensa contribuyó a avivar los debates públicos y a insertar los trasplantes como un problema social de interés general, naturalizado dentro de la sociedad española. este proceso se solidificó, a partir de finales de los años sesenta, en una verdadera campaña pro-donaciones, que la prensa proyectó en paralelo con los inicios del proceso de institucionalización legal y organizativa de los trasplantes en españa.

La campaña social e institucional para recabar donaciones a finales de los años sesenta, la prensa reflejaba el interés y aceptación crecientes por los trasplantes y las mejoras en el manejo de los procedimientos técnicos. como muestra de la aceptación socio-cultural de los trasplantes, el periódico ABC informaba sobre las fiestas de la localidad toledana de Yepes, donde en julio de 1968, “la parodia de un trasplante de corazón” era la temática de la “cabalgata conmemorativa de la Hermandad de San cristóbal”.81 Junto a estas noticias de carácter popular y festivo, la prensa también publicitaba vertientes más científicas de estos procedimientos de reemplazo de órganos, como reflejaba la información sobre el documental dedicado a los trasplantes renales del doctor Gil Vernet, premiado en las Jornadas internacionales de cine Médico de San Sebastián.82 La noticia

destacaba tanto la importancia de los trasplantes a nivel social, como la alta capacitación del cirujano español en el contexto de la comunidad científica internacional. Sin embargo, en la transición de los años sesenta a los setenta, la prensa prestó también atención a los factores que obstaculizaban “que el resultado de los trasplantes sea de brillantez comparable a la de otros logros de la cirugía moderna”.83 Fueron los médicos los actores sociales encargados de hacer un diágnostico exacto de los factores que frenaban la realización de trasplantes en españa. en 1972, en el primer congreso internacional de Socorrismo, primeros auxilios y transporte de accidentados, organizado por la cruz Roja de Barcelona, el médico Miravitlles torras abogaba por “que la sociedad acepte como un bien positivo los trasplantes, contemplando fundamentalmente los aspectos humanos” y “la conveniencia de agilizar y adaptar los trámites legales y administrativos de forma que los procedimientos tengan mayor flexibilidad”.84 estas dos líneas de intervención (voluntad popular hacia la donación y flexibilidad del marco legal) eran corroboradas por cristóbal Martínez Bordiú, máxima celebridad en el ámbito de los trasplantes cardíacos en españa y portador de una autoridad respaldada por su familiaridad con el régimen. el cirujano –como es bien sabido, yerno de Franco– planteaba en una conferencia, impedimentos similares a los sugeridos por Miravitlles torras para la promoción de los trasplantes. de una parte, “los obstáculos médico-legales que tuvo que vencer para realizar su primer trasplante de corazón”. por otra, recalcaba que “nunca se hubiera podido realizar este avance en la medicina si no se hubiese contado con el sentido humano de los familiares de los donantes” y hacía el llamamiento a intensificar el “sentido de ayuda a un semejante, imprescindible para obtener los donantes necesarios”.85 La idea de responsabilidad social, en su versión católica de “ayuda a un semejante”, como un elemento esencial para el éxito de los trasplantes, estaba presente también en las noticias aparecidas en La Vanguardia Española, donde el primer freno de “tan audaz como problemática intervención” era

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“la dificultad de conseguir donantes” y se denunciaba que, “poquísima gente hace hoy explícita donación de su corazón”.86 el artículo añadía que “este hecho viene muy complicado por las dificultades legales que lo acompañan”. una vez definidas las dos limitaciones existentes −el escaso número de donaciones y la limitación jurídico-organizativa−, desde finales de los años sesenta, en la prensa se promovieron también dos tipos de argumentos encaminados a responder a estos problemas. por un parte, se generó una verdadera campaña social para incrementar las donaciones y, en segundo lugar, se pusieron en marcha medidas de tipo organizativo y legal, que asentaron las bases de un proceso de institucionalización de los trasplantes en nuestro país. La campaña pro-trasplantes insistía en concienciar a la población sobre su compromiso y participación en las donaciones, usando estrategias de movilización social basadas en avivar sentimientos populares. especialmente a partir de 1968, las noticias sobre trasplantes transmitieron a los lectores compasión y pena, además de vergüenza y culpabilidad ante la muerte de enfermos que no habían recibido un trasplante por la escasez de órganos y, por otra parte, el orgullo, alivio y satisfacción por la salvación de aquellos que habían sido trasplantados. La primera línea de argumentación emocional se movía casi en el terreno del chantaje emocional. Se basó, sobre todo, en informar sobre intervenciones, previamente planeadas y preparadas por las autoridades médicas, pero abortadas ante la falta de órganos para trasplante. “La negativa de los familiares de un presunto donante frustró un trasplante en Madrid”, anunciaba el titular de ABC en noviembre de 1968.87 “aún no se ha realizado un nuevo trasplante en La paz”, informaba dos meses después el mismo periódico,88 subrayando que “el equipo del doctor Martínez Bordiú continúa a la espera de un donante” y se culpabilizaba a unos familiares porque “la familia de un joven muerto de un disparo no quiso ceder su corazón”.89 Junto con estas estrategias emocionales, las noticias detallaban los esfuerzos médicos por preparar la

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operación, el análisis de histocompatibilidad de los tejidos que “fueron enviados ayer tarde en avión a parís” y se insistía en la frustración y desilusión ante “la decisión de los parientes del posible donante”.90 La negación a donar órganos no sólo imposibilitaba los trasplantes, sino que la prensa la contemplaba como una condena indirecta a muerte para los pacientes que esperaban un órgano. el grave estado de salud de los enfermos, requería la “urgente necesidad de efectuar un trasplante para salvar la vida”,91 pero si los familiares del posible donante no otorgaban su consentimiento para la extracción de los órganos, “quedaban pocas esperanzas de vida” para las personas enfermas. el argumento era expresado de forma notablemente culpabilizadora por el padre charles damian Boulogne, sacerdote francés, “decano de los trasplantados europeos”, quien en mayo de 1968 afirmaba en el periódico ABC: “Negar un órgano de un cadáver puede considerarse un crimen por omisión”.92 este tipo de mensajes incriminatorios cuyos destinatarios eran las personas reticentes a la donación, movilizaban culpabilidad y vergüenza, sentimientos que socialmente tienen la función de rearmonizar las actitudes personales, atrayendo al público hacia las expectativas sociales generadas por ciertos grupos de poder.93 en segundo lugar, los testimonios de receptores de trasplantes fueron, sin duda, uno de los mecanismos con mayor impacto emocional y persuasivo empleado en la prensa. el segundo paciente trasplantado por christiaan Barnard en enero de 1968, el dentista philip Blaiberg, representó un pilar destacado de esta estrategia emocional. Su supervivencia de 18 meses, descrita en el periódico ABC como tiempo “arrancado a la muerte”,94 el seguimiento periodístico diario y exhaustivo de su evolución después del trasplante y la celebridad de sus memorias, le configuraron como agente de presión con autoridad y carisma dentro de los debates sobre trasplantes. así, sus declaraciones simplificando las dificultades del procedimiento (“un proceso quirúrgico apenas sin dolor”, declaraba)95 y la naturalidad y normalidad con la que describía su experiencia corporal del trasplante (“He

aceptado simplemente el hecho de que mi corazón enfermo fue retirado, como si fuera un apéndice inflamado”), adquirieron en la prensa un alto valor demostrativo de las ventajas y bondades del trasplante de corazón que trataban de sofocar las dudas sobre la viabilidad de la técnica y, por tanto, sobre la utilidad de las donaciones. en la misma línea, el caso de padre Boulogne, presentado en una foto-noticia de La Vanguardia Española, ocho meses después de haber recibido el implante, celebrando misa “con un nuevo corazón (…) en la iglesia Saint Laurent de parís” (Figura 5), guardaba una intensidad emocional especial, al mostrar no sólo el resultado irrefutable del trasplante, sino también la dedicación del paciente con el nuevo órgano cardíaco trasplantado, al servicio del bienestar espiritual de la humanidad. en el ámbito nacional, el implante cardíaco realizado en Francia al paciente español José Forés tuvo una resonancia emocional particular. un extenso foto-reportaje en la revista Triunfo retrataba al paciente a los tres meses de la intervención, como “casi un ciudadano normal, que aprende ahora su nueva vida, al dejar su cámara estéril por otra de atmósfera semiestéril”.96 entre los íntimos visitantes del paciente, el también trasplantado padre Boulogne, brindaba su amistad al español que había “permutado su cansado y enfermo corazón por el de un joven aduanero fallecido muy poco antes” (Figura 6). La imagen, exclusiva de la revista Triunfo, situaba el corazón trasplantado como núcleo y símbolo de la relación entre los dos pacientes. el órgano en sí aparecía como un agente con alta capacidad vinculante, alrededor del cual se cohesionaba una incipiente comunidad de pacientes que compartían la experiencia común del trasplante. Los dos hombres se mostraban también satisfechos y agradecidos − tanto a los médicos como a los donantes de sus corazones− y celebraban con felicidad “la nueva vida, segura ya para el padre Boulogne y esperanzada para el español”. Más allá del éxito de la experiencia individual, los dos pacientes se mostraban conscientes del significado y función social de su figura como “pacientes símbolos”, destinados a “mantener


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Figura 5: charles damian Boulogne celebrando misa, ochos meses después de su trasplante de corazón. La Vanguardia Española, 8 enero 1969, p.1.

las esperanzas y la fe de muy numerosas colectividades”.97 a la construcción mediática de la figura del paciente trasplantado, célebre por haber tenido la suerte de ser el elegido, también contribuían cirujanos como el notorio christiaan Barnard, quién también aupó a los pacientes como muestra innegable del éxito de los trasplantes. tal y como recordaba Blaiberg en sus memorias, Barnard le había transmitido la conciencia de ser especial: “llegó una noche llevando una caja de plástico transparente en cuyo interior aparecía mi viejo corazón y me dijo: ¿se da usted cuenta de que es el primer hombre en la historia de la humanidad que puede sentarse tranquilamente y contemplar su propio corazón muerto?”98 La imagen visual del órgano muerto, extraído del cuerpo del paciente, transmitía socialmente la función salvadora del corazón donado y trasplantado, sano y vivo, que el público podía proyectar, en un ejercicio de imaginación, latiendo en el pecho del paciente. en los casos de trasplantes sin supervivencia del paciente, el mérito de los donantes de órganos tampoco era infravalorado. La prensa transmitía el agradecimiento social a los familiares del donante y el intenso orgullo por el acto de altruismo y solidaridad, además de contribución patria. en el primer trasplante cardíaco realizado en españa, pese a la rápida defunción del paciente, el director de la Residencia Sanitaria La paz “confiaba a los familiares del donante: Han hecho ustedes por españa más de lo que

piensan”.99 el gesto de generosidad merecía reconocimiento tanto a nivel individual, como también por haber posibilitado el hito científico a nivel nacional. así, el orgullo por la realización del primer trasplante, vertebrado alrededor del agradecimiento personal y la satisfacción colectiva, movilizaba la conciencia social por el valor −anatómico y comunitario− de la donación del órgano y, al mismo tiempo era un refuerzo de la identidad nacional.100 en españa los medios de comunicación tuvieron un papel activo en estimular las donaciones de órganos, a través de una auténtica campaña social que movilizó con destreza emo-

ciones colectivas y que estuvo integrada en un proceso más amplio de construcción de la identidad nacional, cohesionada en torno a la modernización simbólica suministrada por los procesos tecno-científicos.101 aunque el discurso médico utilizó argumentos persuasivos emotivos, la prensa también hizo protagonistas a los propios pacientes trasplantados. La difusión de estas historias reales con alta carga emocional y la celebridad de estos pacientes no sólo dotó de mayor credibilidad a la tecnología, sino que también facilitó la identificación de los lectores con las personas trasplantadas. por otra parte, el acento mediático en el infortunio y condena de los enfermos que no recibían a tiempo un trasplante, transmitía en la población sentimientos de compasión, culpa y vergüenza, considerados por diversos autores como las emociones más eficaces para producir cambios de actitudes, puestas al servico del control social.102 todos estos elementos que movilizaron el compromiso y responsabilización de la población con la donación de órganos, se difundieron en la prensa en paralelo con la demanda de adecuación legislativa y organizativa, que acabó plasmándose, en la década de los setenta, en un proceso de institucionalización de los trasplantes a nivel nacional, tal y como mostraré a continuación.

Figura 6: el padre Boulogne brindando con José Forés en el hospital Broussais de parís. Triunfo, 351 (1969), p.17.

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Hacia 1975, la prensa transmitía con entusiasmo a sus lectores el buen curso de los trasplantes en españa y evaluaba como óptima la respuesta social ante las donaciones de órganos y tejidos. este optimismo se enfatizaba con la selección de noticas procedentes del campo de la oftalmología, especialidad aventajada en cuanto a número de donaciones. La Vanguardia Española notificaba el promedio mensual de treinta donaciones efectivas al Banco de ojos de Barcelona103 y difundía la campaña promovida por la misma organización, con el objetivo de conseguir en una semana dos mil donaciones.104 el entusiasmo gravitaba también sobre las noticias referentes a la estructura organizativa. en 1975, el público podía leer sobre la inserción de nuestro país en la red organizativa eurotrasplante, lo que aseguraba “la inmediata relación con todos los centros que en europa realizan trasplantes de riñón”.105 Basado en “la recopilación de datos [para] encontrar el receptor más idóneo para cada riñón trasplantable”,106 esta asociación, según la noticia, había ya posibilitado que “los riñones de un niño fallecido en Barcelona [fuesen] trasplantados a un enfermo de Ginebra”.107 intermediada especialmente por el doctor Gil Vernet, la inclusión de Barcelona en una trama organizativa europea, situaba nuestro país en igualdad de oportunidades con el resto de europa y representaba, tal y como lo reflejaba la prensa, el reconocimiento internacional de la medicina española en su conjunto. Junto a las mejoras organizativas, la prensa añadía noticias sobre la actualización tecnológica de los trasplantes. así, se informaba sobre el funcionamiento de un riñón artificial en el hospital de la cruz Roja de Barcelona108 o la incorporación de la ciudad Sanitaria Francisco Franco entre los centros hospitalarios autorizados para extracción e implante de órganos.109 a pesar del optimismo de los mensajes periodísticos en relación a la superioridad técnica y el desarrollo de la infraestructura hospitalaria, aún a finales de los sesenta, seguía vigente el marco legal establecido para las donaciones en 1950. en 1968, el procurador alfonso de la Fuente chaos

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formuló la demanda de actualizar la Ley de trasplantes de 1950, ante el gobierno. La Vanguardia Española publicó el texto literal, donde se pedía “un proyecto de ley que autorice el trasplante de órganos con las garantías legales”.110 en la misma noticia, se recogía la respuesta del parlamento español, que rechazaba la petición, alegando que “las innovaciones técnicas en materia de injertos de órganos vitales, especialmente del corazón, pueden encontrar su debido ordenamiento (…) en las disposiciones en vigor”. también en 1969, desde el campo de la oftalmología, una carta anónima firmada por un “insigne oftalmólogo” pedía que se “allanasen las dificultades” y proponía la solución de crear un organismo con jurisprudencia nacional y avalado por una legislación “sin impedimentos”.111 era evidente que en los últimos años de la dictadura franquista se estaban perfilando, según se filtraba en la prensa, las bases incipientes de lo que, en la actualidad, conocemos como modelo español de trasplantes. el componente que aún faltaba poner en marcha era un marco legislativo propicio, que acabó concretándose en la Ley 30/1979 sobre trasplantes de órganos. esta ley se producía en un contexto diferente al que hemos analizado en este trabajo, en la etapa de transición democrática, en la que adquirió mayor relevancia pública la presión social ejercida por asociaciones de pacientes visibilizados cada vez más en la prensa. diez años después, en 1989, la Organización Nacional de Trasplantes se constituía en órgano central de la estructura organizativa de los trasplantes. en las décadas posteriores, las donaciones de órganos se incrementaron hasta tal punto que situaron a españa como el país con mayor tasa de donación a nivel mundial.

Conclusión La prensa española y catalana de las décadas finales del franquismo no fue un transmisor pasivo de opiniones diversas sobre los trasplantes, sino que adoptó un papel activo en la aceptación social de donaciones y trasplantes de órganos. confirmando su

función de consejera,112 la prensa difundió una imagen de los trasplantes como símbolo de progreso y modernidad, asentó la aceptación desproblematizada y naturalizada de las donaciones de órganos y, finalmente, realizó una verdadera campaña social pro-donaciones y pro-trasplantes que respaldó la institucionalización de esta tecnología médica en españa. Las estrategias discursivas desplegadas en la prensa recurrían tanto a argumentos científicos y alabanzas tecnológicas, como a argumentos morales −defendidos por sectores de la iglesia católica− tanto como jurídicos, con el objetivo de convencer sobre las ventajas de los trasplantes en salvar la vida de los enfermos y dotar, así, de utilidad al cuerpo muerto. La prensa contextualizó estratégicamente los discursos de los actores sociales seleccionados para construir normas y convenciones de interpretación de la realidad,113 haciendo uso de argumentos y manipulaciones emocionales con elevada capacidad persuasiva. apelando a los sentimientos de los lectores y a mandatos morales acordes con la moral católica, las noticias contribuyeron a impulsar las donaciones de órganos, invocando la compasión, el amor y la solidaridad y difundieron, a veces mediante la culpabilización, la necesidad de asumir un alto compromiso y responsabilidad social en el proceso de donación/ trasplante. La intermediación de la prensa en la aceptación social positiva de trasplantes y donaciones, se efectuó combinando razón y emoción, contribuyendo, así, a camuflar los posibles intereses políticos del propio régimen en la puesta en marcha de una tecnología que parecía situar a España en primera línea de la modernidad.114 en estos años previos a la democracia, apenas aparecieron en la prensa voces disidentes a la puesta en marcha de esta intervención tecno- científica. de manera que, como hemos analizado en este trabajo, entre 1960 y 1975, el discurso periodístico fue construyendo una visión homogénea de la bondad del trasplante de órganos, lo que, sin duda, tuvo sus efectos y probablemente favoreció una amplia aceptación, progresiva y socialmente casi imperceptible de esta tecnología.


“Una nueva vida”. Argumentos y emociones para la aceptación social de los trasplantes de órganos en la prensa española (1960-1975)

Notas: 1). NatHoo, ayesha. Hearts Exposed: Transplants and the Media in 1960s Britain, Basingstoke, palgrave Macmillan, 2009. 2). BoRdeRÍa oRtiZ, enrique. La prensa durante el franquismo: represión, censura y negocio, Valencia, Fundación universitaria San pablo, 2010. 3). GRaHaM, Helen y LaBaNYi, Jo. Spanish cultural studies. An introduction, oxford, oxford university press, 1995. 4). LoNGHuRSt, alex. culture and development: the impact of 1960s “desarrollismo.” en JoRdaN, Barry y MoRGaN- taMoSuNaS, Rikki (eds.), Contemporary Spanish Cultural Studies. London, arnold, 2000. 5). pÉReZ aLBacete, Mariano. evolución cronológica del trasplante renal en españa, Actas Urol Esp 30 (2006), pp. 735-48. 6). MiR MaRtÍ, Rogelio. cartas a La Vanguardia. Rifas abusivas. La Vanguardia Española, 13 abril 1968. 7). HaLL, Stuart. Representation: cultural representations and signifying practices, London, Sage, 1997. 8). Simposio internacional sobre trasplantes de órganos, ABC, 16 julio 1969. 9). Simposio internacional sobre trasplantes de órganos, ABC, 18 julio 1969. 10). Los primeros en trasplantar un páncreas humano, Blanco y negro, 26 octubre 1968. 11). poRceL, Baltasar. Josep alsina y Bofill contra el envejecimiento. Destino, 1727 (1970), p. 24. 12). toLedo- peReYRa, Luis y toLedo, alexander, 1954, J Invest Surg, 18 (2005), pp. 285-90. 13). caLaMaNdRei, Mario. el hombre artificial. Triunfo, 207 (1966), pp. 58-63. 14). di aicHeLBuRG. el trasplante de riñón. Triunfo, 137 (1965), p. 9. 15). desde 1975 100 mil enfermos..., ABC, 17 diciembre 1967. 16). un hospital para trasplantes en Sao paolo, ABC, 27 diciembre 1968. 17). embarazo y trasplante renal, La Vanguardia Española, 18 febrero 1968. 18). cHuLiÁ, elisa. El poder y la palabra. Prensa y poder político en las dictaduras. El régimen de Franco ante la prensa y el periodismo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2001. 19). coeLLo, José Manuel. el «riñon artificial», ABC, 27 enero 1972. 20). daViLa, carlos. La lucha contra la insuficiencia renal. ABC, 7 junio 1975. 21). GYGLi, Manfred y ScHiLLeR, Werner. un trasplante cooley, Triunfo, 359 (1969), pp. 32-39. 22). el corazón artificial, ¿es la única salida?, Triunfo, 408 (1970), pp. 34-5. 23). MaNeGat, Julio. Hacia el inmenso prodigio. ABC, 4 junio 1966. 24). periodista y escritor, finalista del premio planeta en 1958 y 1965, por las obras La ciudad amarilla y Spanish Show. 25). Op. cit. nota 13. 26). aYacHe, alain. el trasplante de pulmón. Triunfo, 346 (1969), p. 20-21. 27). Fallece el primer español sometido a un trasplante cardiaco. ABC, 20 septiembre 1968. 28). Resignación en La paz, ABC, 20 septiembre 1968. 29). Op. cit. nota 13. 30). Op. cit. nota 27. 31). Op. cit. nota 23. 32). doYLe, christine. Hombres hechos de piezas de repuesto. La Vanguardia Española, 12 diciembre 1967. 33). Op. cit. nota 13. 34). Op. cit. nota 32. 35). ZÚÑiGa, angel. el arte de no morirse. Destino, 1519 (1966), p. 21. 36). SWieRStRa, tsjalling, VaN de BoVeNKaMp, Hester y tRappeNBuRG, Margot. Forging a fit between technology and morality: the dutch debate on organ transplants, Technology in Society, 32 (2010), pp. 55–64. 37). abogado especializado en temas médicos, autor del libro Cien crónicas forenses, Bosch casa editorial, Barcelona, 1956. 38). HoSpitaL RodÉS, Joaquín. tal vez ciencia ficción iii, La Vanguardia Española, 18 abril 1968. 39). HoSpitaL RodÉS, Joaquín. tal vez ciencia ficción ii ¿Hacia un derecho corporal?, La Vanguardia Española, 7 abril 1968. 40). SaNNeR, Margareta. attitudes toward organ elevation and transplantation: a model for understanding reactions to medical procedures after death. Social Science & Medicine, 38 (1994), pp. 1142–52. 41). poMBo aNGuLo, Manuel. otra vez los trasplantes. La Vanguardia Española, 11 enero 1969. 42). poMBo aNGuLo, Manuel. La muerte. La Vanguardia Española, 24 mayo 1969. 43). Op. cit. nota 23. 44). Bancos renales. La Vanguardia Española, 21 abril 1972. 45). SteaRS, peter y KNapp, Mark. Historical perspectives on grief. The Emotions: social, cultural and biological dimensions. London, SaGe, 1996. 46). cuYaS, Manuel. La moral de los trasplantes orgánicos. La Vanguardia Española, 14 diciembre 1967. 47). FeRNÁNdeZ de La MoRa, Gonzalo. «Ética de los trasplantes». ABC, 30 mayo 1968.

48). Op. cit. nota 3. 49). BuNZeL, Brigitta et al. does changing the heart mean changing personality? a retrospective inquiry on 47 heart transplant patients. Qual Life Res, 1 (1992), pp. 251-6. 50). Op. cit. nota 1. 51). HoSpitaL RodÉS, Joaquín. en torno a las leyes. tal vez ciencia ficción..., La Vanguardia Española, 6 abril 1968. 52). tres opiniones sobre trasplantes de corazón, ABC, 10 enero 1968. 53). “cualquier descubrimiento relacionado con el rechazo sería trascendental”, dice Martínez Bordiú. ABC, 5 diciembre 1968. 54). Op. cit. nota 41. 55). tarrasa: un coloquio sobre los trasplantes de corazón. La Vanguardia Española, 23 febrero 1968. 56). Op. cit. nota 41. 57). Op. cit. nota 42. 58). Op. cit. nota 54. 59). peMÁN, José María. el corazón, ABC, 13 enero 1968. 60). MaRtÍNeZ, antonio. 127 hombres sin corazón, Triunfo, 372 (1969), p. 40. 61). problemas de corazón. Triunfo, 307 (1968), p. 11. 62). ViLLaNueVa Y LaBaYeN, alberto. trasplante de almas. ABC, 12 noviembre 1968. 63). Op. cit. nota 59. 64). Op. cit. nota 51. 65). FRaNco aLFaRo, José. (1967, december 10). carta sin destino. ABC, 10 diciembre 1967. 66). Op. cit. nota 60. 67). LÓpeZ JoRdaN, Rafael. Biología y cirugía: los confines. psique, conciencia, voluntad, La Vanguardia Española, 18 abril 1969. 68). MaSRieRa, Miguel (1969, May 6). Si pudiesen trasplantar cerebros. espíritu y alma. La Vanguardia Española, 6 mayo 1969. 69). aLdea RodRÍGueZ, Santiago. cartas a La Vanguardia: trasplante de cerebros. La Vanguardia Española, 20 abril 1969. 70). eRo, comerse el corazón, La Vanguardia Española, 17 marzo 1968. 71). autor de la columna La calle y su mundo, publicada diariamente en La Vanguardia Española entre 1962 y 1999 y firmada con el pseudónimo eRo (escribir y cada día, El País, 19 enero 1999). 72). Fallece la niña norteamericana a la que fue trasplantado el hígado. ABC, 8 agosto 1968. 73). La esposa de un donante cardíaco presenta una demanda por un millón de dólares. ABC, 9 febrero 1969. 74). KeMpeR, theodore. A social interactional theory of emotions. New York, John Wiley, 1978. 75). Sí a Barnard. Triunfo, 320 (1968), pp. 46-54. 76). La duda de un forense. La Vanguardia Española, 26 mayo, 1968. 77). Op. cit. nota 46. 78). Op. cit. nota 38. 79). FeRNÁNdeZ aReaL, Manuel. La Libertad de prensa en España (19381971), Madrid, edicusa, 1971. 80). Op. cit. nota 67. 81). trasplante de corazón “en broma”, ABC, 21 julio 1968. 82). una película sobre trasplantes de riñón, premiada en San Sebastián, La Vanguardia Española, 18 junio 1968. 83). dauLFi, Luis. trasplantes de corazón. La Vanguardia Española, 8 abril 1973. 84). problemática y aspectos humanos de los trasplantes. La Vanguardia Española, 31 octubre 1972. 85). SeLBY, William. Martínez Bordiú habla del trasplante cardíaco. ABC, 16 enero 1969. 86). op. cit. nota 83. 87). La negativa de los familiares de un presunto donante frustró un trasplante en Madrid. ABC, 28 noviembre 1968. 88). aún no se ha realizado un nuevo trasplante en La paz. ABC, 11 enero 1969. 89). La familia de un joven muerto de un disparo no quiso ceder su corazón. ABC, 10 enero 1969. 90). Se frustró la posibilidad de realizar otro trasplante en Madrid. ABC, 10 enero 1969. 91). op. cit. nota 75. 92). VaSSaL GaMa, Hughes. La nueva vida de José Forés. Triunfo, 351 (1969), pp. 17-19. 93). ScHeFF, thomas J. Emotions, the social bond and human reality, New York, cambridge university press, 1997. 94). cReSpo, pedro. Blaiberg, primer aniversario. ABC, 2 enero 1969. 95). el operado de trasplante de corazón con mayor supervivencia escribe sus recuerdos, La Vanguardia Española, 26 septiembre 1968. 96). Op. cit. nota 92.

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Alina Danet

97). La aventura y sus protagonistas. La Vanguardia Española, 19 agosto 1969. 98). Op. cit. nota 95. 99). Op. cit. nota 27. 100). BiLLiG, Michael. Banal nationalism, London, Sage, 1995. 101). MediNa-doMÉNecH, Rosa María y MeNÉNdeZ-NaVaRRo, alfredo. cinematic representations of medical technologies in the Spanish official newsreel, 1943 – 1970, Public Understand Sci, 14 (2004), pp. 393-408. 102). paRRott, Gerrod y HaRRÉ, Rom. Embarrassment and the Threat to Character. The Emotions: social, cultural and biological dimensions, London, SaGe, 1996. 103). doMiNGo, oriel. el Banco de ojos de Barcelona recibe un promedio mensual de treinta donaciones efectivas. La Vanguardia Española, 22 mayo 1974. 104). taRÍN iGLeSiaS, José. el banco de ojos quiere conseguir en una semana dos mil donaciones. ABC, 23 mayo 1975. 105). españa integrada en el eurotrasplante. ABC, 5 febrero 1975. 106). Barcelona quedó integrada en los servicios del “euro-trasplant.” La Van-

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guardia Española, 4 febrero 1975. 107). Los riñones de un niño fallecido en Barcelona, trasplantados a un enfermo de Ginebra. La Vanguardia Española, 9 mayo 1975. 108). el hospital de la cruz Roja dispone del único riñón artificial de la provincia. La Vanguardia Española, 30 julio 1974. 109). Nueva mejora en la ciudad Sanitaria “Francisco Franco”. La Vanguardia Española, 9 agosto 1975. 110). el trasplante de órganos puede encontrar cauce en la legislación española vigente. La Vanguardia Española, 5 junio 1968. 111). Banco de ojos. ABC, 22 febrero 1969. 112). Op. cit. nota 18. 113). eRicSoN, Richard, BaRaNeK, patricia y cHaN, Janet. Visualizing Deviance: a study of news prganization, toronto, university of toronto press, 1987. 114). GouLd, deborah B. passionate political processes: bringing emotions back into the study of social movements. en J. Goodwin y J. M. Jasper (eds.), Rethinking social movements. Structure, meaning and emotion, Lanham, Rowman and Littlefield publishers, 2004.


Andrea M. Bau y Gabriela F. Canavese

“Oler el cuerpo”: Diagnóstico y curación a partir de los sentidos. El olor de la enfermedad en la medicina bajomedieval y temprano moderna europea

Introducción dentrarse en los tratados médicos que conforman nuestro corpus documental plantea la posibilidad de descubrir cómo pensaban los científicos y los médicos de la Baja edad Media y la temprana modernidad. el discurso por ellos utilizado nos permite conocer el abordaje que elegían al momento de tratar las dolencias de sus enfermos. La teoría médica no desdeña el acercamiento sensible de los males conocidos, muy por el contrario, lo utiliza como brazo esencial e irremplazable al momento de diagnosticar, de prevenir y de curar. Falto de la tecnología con la

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que cuenta en la actualidad la ciencia médica, el galeno de la antigüedad reconstruye el panorama de la enfermedad con los elementos, a veces muy precarios, con los que cuenta. Herederos del legado hipocrático y galénico, nada omiten nuestros médicos y enfermeros al momento de reconstruir el panorama físico y sensible de las patologías y las dolencias con las que se topan en el ejercicio de su profesión. Ya en la Grecia antigua la práctica diagnóstica de los médicos hipocráticos conllevaba varios pasos: primero, conocer con certeza si el sujeto estaba o no realmente enfermo y si el mal era de tipo mortal o incurable –en cuyo

caso el médico debía abstenerse de intervenir–, o si la enfermedad había sobrevenido por azar y si era susceptible de ser curada. Resuelto este dilema comenzaba la etapa diagnóstica que los hipocráticos denominaban “katástasis”, el aspecto particular de la enfermedad junto con el entorno físico (estación del año, lugar, estado del cielo, etc.). conocedor ya del modo en que el mal se manifiesta, el médico debe llegar a conocer lo que la enfermedad es. el método utilizado apelaba a la exploración sensorial, la comunicación verbal y el razonamiento conclusivo. el criterio de los juicios médicos se apoya siempre en la “sensación del cuerpo”, es decir, en

Figura 1: transporte y traslado de enfermos de peste en carros y en los propios lechos de los dolientes, son llevados por familiares y amigos, miniatura de las cantigas. Seleccionada de: Franco Sánchez, Francisco y cabello, María Sol, Muhammad As-Safra, el médico y su época, alicante, universidad de alicante, 1990.

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la exploración sensorial. con la vista explorará el aspecto de la piel, las mucosas, los diversos movimientos, las secreciones y las excreciones; con el oído evaluará la voz, la respiración, la tos; mediante el tacto explorará la temperatura y el pulso, la posición de los huesos, palpará el vientre y hará tacto vaginal; gracias al olfato evaluará el olor de la piel, de los esputos y de las úlceras, etc. y merced al gusto hará una exploración gustativa de la piel, de las lágrimas, del cerumen, del sudor. este análisis sensorial se completaba con el coloquio con el enfermo. en tanto el primer examen era un “saber cierto”, la información proporcionada por el doliente era un “saber conjetural”, menos seguro pero imprescindible para ganar la confianza del enfermo con palabras persuasivas. en todos los casos el pronóstico se basaba en la observación y en la experiencia ya que el diagnóstico acertado era uno de los principales objetivos del médico hipocrático. Según Laín entralgo, esta avidez explorativa de los hipocráticos tiende a decaer, salvo algunas excepciones como “el ruido del corazón” del que habla areteo de capadocia (siglo ii), o en el caso de celio aureliano (siglo V) de un “eco o silbido en el interior” al referirse a la pleuritis, hasta que es Galeno, en su particular contexto histórico, quien la rescata y revaloriza parcialmente.1 durante la Baja edad Media el diagnóstico médico se apoya en dos aspectos: el examen de la orina y del pulso. esta inicial exploración clínica se completa con la inspección corporal, la palpación y la percusión.2 este trabajo, inscripto en la historia sociocultural de la Medicina, se enmarcará en el estimulante y llamativo campo de la antropología de los sentidos, disciplina que se apoya en la idea de que las percepciones sensoriales no surgen sólo de la fisiología y de la naturaleza, sino ante todo de una orientación y una lectura de proyección socio-cultural. La antropología de los sentidos es una de las tantas vías de la antropología y evoca las relaciones que los hombres de distintas sociedades, escenarios y tiempos mantienen con el hecho de ver, de oler, de tocar, de escuchar o de gustar. porque, definitivamente, “el hombre ve, escucha, huele, gusta, toca, experimenta la temperatura am-

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biente, percibe el rumor interior de su cuerpo, y al hacerlo hace del mundo una medida de su experiencia, lo vuelve comunicable para los demás, inmersos en él, en el seno del mismo sistema de referencias sociales y culturales”.3

El atrapante mundo de los sentidos: el arte de “oler” “… el hedor es tan grande…que non es maravilla ser causa de haber pestilencia e mortandad”.4 Hacia el año 634, en sus etimologías, isidoro de Sevilla5 describe ampliamente muchas dolencias atendiendo a aspectos sensitivos. así hablará del “olor fétido” propio de la hidropesía6; del “color de fuego” característico de la erisipela7; o del “color de la hiel”; o del “color de oro” que presenta la ictericia.8 asimismo le dedica un capítulo entero a los perfumes y ungüentos9 y otras partes de su obra al tema del olor y los aromas, por ejemplo cuando se refiere a los árboles aromáticos sostiene que entre los árabes se considera que el humo proveniente de la quema de los sarmientos de la Myrrha (mirra) provoca enfermedades incurables que sólo se contrarrestan con el olor del estoraque.10 comprobamos pues que, dentro del espectro sensorial de la praxis médica, ya desde los orígenes de la Medicina, lo sensorial y la temática odorífera que nos ocupa (olores, hedores y aromas) guardan un lugar destacado. Hacia la Baja edad Media encontramos en nuestro corpus testimonial múltiples registros documentados sobre la conciencia de la época que liga los malos olores y el aire infectado como generador de ciertas enfermedades. así, los teóricos vinculan ciertos males a la falta de higiene y el subsecuente mal olor derivado de ésta. La hediondez aparece ligada a las dolencias ya que proviene de la podredumbre, mal olor-putrefacción es una dupla causa-efecto presente en la rama de la Higiene del pensamiento médico y patente en variedad y multiplicidad de fuentes. Las enfermedades se explican, en primera instancia, por la corrupción del aire. Los

hedores infectan el aire el cual es el transmisor del mal. el aire infectado penetra los poros abiertos de los cuerpos vulnerables. Vemos cómo se concatenan en un tríptico singular, aire infectado, mal olor, enfermedad. tal como el aliento del leproso contagia, el aire contaminado también es portador de la enfermedad. este pensamiento comienza a cundir a partir de mediados del siglo XiV con la llegada de la peste, tal como multiplicidad de crónicas y tratados así lo manifiestan,11 por ejemplo a través de la voz de los funcionarios y vecinos de distintas urbes y poblados de la época: “y por consiguiente, de lo tal se ha recrecido y recrecen enfermedades por el olor pestifero que dello nace”.12 advierte el Licenciado Fores sobre la conveniencia de cuidarse de los malos olores, portadores de la peste: “La morada sea la mas limpia que ser pueda en ella se deuen excusar todos los lugares en que se reciben cosas de mal olor”.13 pocas décadas antes, en 1555, Miguel Juan pascual en la Medica disputatio. An cannabis et aqua in qua mollitur possint aerem inficere sentenciaba “Si se considera desagradable el olor del cáñamo, mucho más lo es el de las bestias y gusanos de que está llena Valencia; si es ingrato el olor del cáñamo, peor es el de los excrementos humanos de cuya evacuación no podemos prescindir y que es más abundante por las innumerables cloacas que exhalan un pésimo olor y siempre están abiertas”.14 Hay que tener en cuenta que la presencia invasiva, dominante y determinante del olor no deja indiferente a nadie: siempre es recibido de buen o mal grado. de manera general los aromas que surgen del cuerpo humano (sudor, aliento, flatulencias, orina, excrementos, esperma, entre otros) son percibidos con desagrado y repugnancia por la mayoría de las culturas. el discurso dominante estigmatiza, repudia y “tacha” los olores, ya que en más de una oportunidad el poder del olfato se convierte en uno de los sentidos que está más afectado por la sospecha y el rechazo comunitario y social. Simbólicamente el olor recuerda la presencia material y física del cuerpo o lo que en él se manifiesta como tal. el cuerpo suele ser objeto de desconfianza y recelo: si bien uno mismo no


“Oler el cuerpo”: diagnóstico y curación a partir de los sentidos

los huele, los otros suelen percibir los malos olores que se desprenden de uno sin que lo sepamos (olor a transpiración, a aliento, a orina, a suciedad). por eso solemos perfumar y corregir el cuerpo para neutralizar los olores y volverlo aceptable y agradable a la apreciación sensible de los otros. Si atendemos ahora al enfoque semántico que encontramos en los textos médicos analizados que conforman nuestro reservorio documental las lenguas occidentales poseen un vocabulario olfativo específico, acotado y bastante limitado. ello se percibe en los tratados médicos, los cuales al momento de referirse al sentido del olfato aludirán a la siguiente tipología descriptiva y clasificatoria15: • como un juicio de valor: algo huele “bien o mal”. Bernardo de Gordonio se refiere al “hedor de cadaueras muertas”16 y en el compendio anónimo de Recetas se hablará de “orina negra e hedionda”.17 • como una resonancia verbal con connotación y valoración de tinte ético-moral: un olor que hechiza, perturba, da pena, genera repugnancia, promueve bienestar o malestar, como reza el texto de Cirugía de tedrico cuando se refiere al “mal olor por apostemas podridas”.18 • un olor que se ve alterado por la presencia influyente, penetrante e invasiva de otro sentido: un olor dulce, suave, acariciador, embriagador, ácido, picante, grasiento, frutado, especiado, almibarado, edulcorado, etc.: el “zumo de peros olorosos”.19 • una evocación sensible a la memoria emotiva o un recuerdo de algo o de alguien, con connotaciones “positivas o negativas”: un olor a trigo, a rosas, a lavandas, o un olor nauseabundo y pútrido.20 • una comparación equivalente a la expresión “esto huele como si…”. Bernardo de Gordonio habla de “vn olor fidiondo corrompido a manera de pescado podrido fidiondo”.21 el discurso médico discierne claramente entre los olores, los cuales tienen una connotación neutra, los

Figura 2: enfermos en sus lechos acompañados por médicos y familiares. Seleccionada de: carmona, Juan ignacio, Enfermedad y sociedad en los primeros tiempos modernos, Sevilla, universidad de Sevilla, 2005.

aromas y los perfumes, una connotación positiva y los hedores, una connotación negativa. Ya desde la edad Media hay sustancias que trasmiten, con capacidad sensible, su pureza preservadora o curativa a través del gusto y el olfato. Ya sea por su sabor o por su olor hay gustos, perfumes y aromas que imponen su omnipresencia agradable como placebo terapéutico o preservativo y como bálsamo. es el caso puntual de las especias en la edad Media, las cuales presentan un triple valor: airean los humores, permiten su evacuación y hasta actúan como purgantes.22 en el siglo XVii las plantas aromáticas siguen manteniendo su función activa con la diferencia que los efluvios que emanan son menos agresivos, penetrantes e invasivos, ya que se multiplican los aromas más suaves, sutiles y con riqueza de matices.23 por ejemplo, el efecto del humo del tabaco que se inhala como una práctica terapéutica, a modo de placebo o remedio, suscita reservas, resistencias y genera muchas contradicciones todavía entre los siglos XVi y XViii.24

por último, es posible encontrar en muchos aspectos descriptivos de nuestros tratados médicos lo que se da en llamar el “doble filo” del olor25 ya que el mismo olor, dotado a veces de un poder de penetración muy intenso posee la facultad de alejar y remediar la enfermedad y no solo de exteriorizarla y hacerla explícita en su faceta negativa. Los perfumes, las fumigaciones, los olores a hierbas y a especias aromáticas o los olores específicos de distintos preparados medicamentosos y recetas simples y compuestas participan hace rato en la farmacopea corriente de las sociedades y las culturas. desde tiempos inmemoriales, las plantas aromáticas, a partir de su calidad sensible, son opuestas a los fenómenos de putrefacción o de hedor nauseabundo que emanan de los cuerpos enfermos. Ya se empleaban desde la antigüedad cercano-oriental en distintos tipos de rituales ceremoniales y de prácticas religiosas para evitar la corrupción de los cadáveres o para conjurar las afecciones y las dolencias de los vivos. Si la enfermedad se expandía a partir de los malos

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olores un medio para combatirlos era utilizar “otros olores” que los neutralizaran por eso muchos médicos utilizaban ciertos olores a modo de “contravenenos” o “barreras de choque” doblemente eficaces y repelentes. Los olores catalogados como agradables purifican la atmósfera y protegen la labor del médico (ya sea en las habitaciones en las que hubo fumigaciones, cuencos aromáticos con metales preciosos o el uso de braceros con distintas hierbas, pétalos de flores, ramas, maderas y especias). en especial durante la época de los brotes y rebrotes pestilenciales, la purificación olfativa de las casas era imprescindible y altamente recomendada por los teóricos en cualquier tratado contra la peste que circulaba a modo de manual prescriptivo de prevención. este aspecto está trabajado tanto en la Dietética “para sanos” como en la Dietética “para enfermos”.26 La lucha odorífera contra la peste empleaba las mismas armas y estrategias de rechazo, la preocupación pasaba por atraer y neutralizar los olores peligrosos al hacerlos “caer” en una trampa olfativa muy singular: en muchos espacios abiertos y públicos se realizaban hogueras y fumigaciones con azufre, salitre, excrementos, carcasas de animales y hasta calzado viejo. Las pestes eran combatidas, a modo de cruzada, con otros olores que incomodaban a la población pero que poseían virtudes protectoras: estos productos fuertes y violentos se empleaban para matar los hedores que viciaban la atmósfera. es el caso del vinagre, siempre presente por su efecto contrarrestador del mal olor.27 Los frutos del árbol del bálsamo, en forma de sahumerio, son aconsejados por Monardes para los dolores de cabeza y los catarros.28

El diagnóstico y el olfato Más allá de los beneficios o perjuicios provenientes de hedores, olores y aromas, todo es útil al facultativo, en búsqueda de un preciado y preciso diagnóstico. Herederos de los dictados hipocráticos, los médicos de la modernidad temprana buscarán entre las tinieblas elementos que los ayuden a esclarecer el cuadro de la

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enfermedad o el mal que se oculta tras ese cuerpo que sufre, el del paciente. el sentido del olor lo ayuda a reconstruir el panorama de la dolencia a la que se enfrenta: “Mas si el testiculo fuesse corrompidolo que se sabe por el fedor y mal coloramiento cerca del consejo de albucasis sea atado desuso el dindimo y sea cortado y sacado aquel y por mayor seguridad sea cauterizado assi como dize el Rogerio. Y el lugar como las otras llagas sea curado”.29 damián carbón da un método rápido para verificar la muerte del feto valiéndose del sentido del olor: “Tambien significa la dicha muerte del feto el vaziar de los pechos con vn hedor que sube dela matriz a la boca”.30 el buen médico no debe rehusar el contacto con los malos olores, por el contrario, debe valerse del olor y del sentido olfativo como útil herramienta de diagnóstico. Gordonio amonesta y critica a aquellos físicos que rehúsan la cercanía con los hedores y las fealdades, actitud que dificulta una acertada diagnosis: “la setenta causa puede ser porque pocos son los fisicos que sepan bien distinguir por el aborrecimiento e la hediondez del esputo que no lo quieren mirar con los ojos”.31 La teoría médica reconoce que ciertas enfermedades huelen de forma característica y singular, emanan un olor casi personalizado que permite distinguirlas, o sea que son olores diagnosticadores a partir de los cuales el facultativo se vale para medicar y recetar. el médico debe distinguir las enfermedades en función del aroma que emana del propio paciente o de sus secreciones y fluidos corporales. Los tratados identifican ciertas enfermedades con su olor específico: el cáncer, la tiña, la cancrena, entre otras tantas patologías: “Ca el cancer tiene proprio hedor el qual non puede ser denotado por letras mas por los omnes que vieron muchas veces canceres muy bien se departe de los otros fedores”.32 “Mas la senal de aquesta enfermedad es destruymjento del mjembro y conrroymjento con quemamjento y con negror de las partes circunstantes y con fedor orrible. assi commo el fedor que viene de los cuerpos muertos de muchos dias y ante que el cuero non sea vlcerado

non fiede”.33 “Altera y corrompe y avn priua el oler estar opilado su propio instrumento en menos y mas es su diferecer pero el buen olor por horrible teneres que ay dentro cancer o algun podrimiento”.34 La gangrena “es el mortificamiento general del miembro por enfriarse su calor natural huele mal olor federiento”.35 “El fedor del resuello y del esputo y del sudor y de las cosas que salen del cuerpo mortales son en el ydropico”.36 cada olor es particular y único: las infecciones de la piel despiden un olor a podredumbre de los tejidos, el aliento azucarado de una persona en estado de coma sugiere diabetes. cada afección posee su aroma propio que se mezcla íntimamente con el del enfermo. cuando uno “no se siente bien”, está enfermo. en francés sentir tiene un doble significado, el de sentir y oler. asimismo, las diversas secreciones, líquidos y fluidos corporales del enfermo serán objeto de un exhaustivo y pormenorizado análisis olfativo por parte del médico el cual no puede soslayar este aspecto ya que ello le sirve otra vez para diagnosticar y saber orientarse para prescribir el tratamiento dietario adecuado y la curación del mal. el olor es pues un aliado particular del médico respecto a la lectura atenta y rigurosa de las secreciones y señales que emanan del enfermo. el buen médico sabrá adentrarse en el universo sensible del doliente al oler la orina37, el aliento, el esputo, los humores de las úlceras, la transpiración (de pies, manos, cabellos, cuellos, pliegues de las articulaciones, genitales, axilas o sobacos), el esperma, la leche materna, la sangre, los fluidos vaginales, los excrementos, para vincular su hedor y deducir que dolencia aqueja al paciente.38 Muchos y variados son los ejemplos que se explicitan en nuestro corpus documental acerca de esta práctica sensible del médico vinculada con la “lectura” interpretativa de los líquidos, emanaciones y fluidos corporales: “la urina del color de azafran que esta espessa media negra e hiede con alguna spumosidad significa ictericia”39; “las señales generales que demuestran pujamiento de sangre son diez & seys. La primera la orina bermeja y espessa. Y la segunda el fedor de las


“Oler el cuerpo”: diagnóstico y curación a partir de los sentidos

camaras. Y la tercera el fedor de la orina”40; “herida y buena digestion de materia, los labios firmes y gruessos, la materia de buen olor, es buena señal, y que naturaleza no tiene falta, ni que preparar ni socorrer interiormente, pues gouierna exteriormente tan perfectamente, como haze en purificar las cosas dichas”41;“De la opilación cachesial que es humoral e carnosa e del hedor del aliento”42; “Luego le hiede la vrina y lo que echa por baxo y la suor y el aliento e quanto del cuerpo le sale”43; “Sy fuere con sudor y el sudor sera mucho y caliente auera fuerte olor”44; “la materia del estiercol sea semejante a la natural que fazja quando era sano y egual en la quantidat de la vianda que tomo y' que salga en aquel tienpo que auja acostunbrado de sallir y el su licor sea tenprado entre sotil y grueso y que non aya njngunt olor”45;“Quando la apostema de la madre se trasmuda a venino: estonces mas se acrecienta la fiebre y el dolor: y siente en el lugar pulsamiento. E sy lo que saliere es blanco junto ygual y sin olor aborrecible: señal es de escapamiento. E sy lo que sale es virulento fidiondo y de diuersas colores es muy mucho malo”46; Otrosi conuiene a sauer que enla sangre puede ser tomada la color y la sustancia y la espuma y la grosedad: & la olor segun se demuestra en laorina”.47 en cuanto a la calidad intrínseca del buen esperma, damián carbón asegura que “conocese por su color y mas por su odor si fuere agudo fetido: como se echa sobre algun lugar”.48

en cuanto a la calidad de la misma. advierte damián carbón: “Sea su odor bueno suave, no malo, ni fetido porque significaria putrefacción”.52 algunos textos dedicados a la fertilidad nos revelan métodos novedosos y prácticos, fáciles de ejecutar, utilizados por los especialistas en base a fumigaciones desde la vulva, desde donde ascienden estos vapores hasta la boca o la nariz y puede el médico comprobar el grado de fecundidad de la paciente: “Toma cosas aromaticas/ como galia muscata/lignum aloes: y cosas semejantes: y puestas sobre las brasas tome el humo por baxo: sus haldas bien apretadas que no salga nada del humo: y si el olor viniere a las narizes conoceras que no es esteril: y al contrario sino lo sintiere. Y delos buenos aromaticos para esto son encienso/ mastix/ mirra/ estorax: y esto no se haze sino por conocer si ay opilaciones: porque qualquiera humo aromatico que por dentro allegare a la matrix y retenido en la matrix no ascendiere alas narizes ni a su boca: es señaal de fuertes opilaciones que son causa dela esterilidad como suso

que dicho. Y mas puede ser dicho impedimento de no sentir los olores algunos humores malos: los quales con su mala qualidad corrompen y alteran los tales olores”.53 Y agrega el mismo médico: “Mas adelante tienen esperimentado: que puesto vn grano de ajo en la vulua dela muger que este por buen espacio: si sintiere el olor en la nariz y el sabor en la boca no es por su parte la esterilidad. La razon fue dicha suso. Y mas porque la mucha frialdad es que haze impedimento y proybe los vapores ascender y penetrar por todo el cuerpo a las partes superiores: porque dizen: que si el olor no sube: significa la esterilidad: y si ascendieren significan fecundidad”.54 también se puede comprobar el estado de preñez mediante el sentido del olfato gracias a un procedimiento muy sencillo que damián carbón explica de esta forma: “Despues ay otro esperimento y es: que estando ayuna tapese las narizes y que no sienta olor alguno: y pongan le baxo de sus haldas vn poco de fuego en el qual pornan vnos granos del simiente que ha en el ginebro o ellignun aloes po-

algunos textos no dudan incluso en pronosticar un pronto deceso de acuerdo al hedor que emana la saliva o la orina del enfermo: “Toma el escopetinna del enfermo (el esputo) e metela en la brasa e si fediere morra”49; “mas sy fuere el escopir mucho venjnoso y que huela y la virtud sea desfallescida muestra que la muerte es vezina del enfermo”.50 “E [respecto a la orina] si fuere negra e fedionda y poca y gruesa a los que han fiebre significamuerte o postema.”51 Notemos asimismo que en torno al tema de la lactancia y de las condiciones ideales del ama de leche -que tanto preocupan a la puericultura de la época medieval y bajomedieval. el olor de la leche marcará la distinción

Figura 3: Médicos inspeccionando y observando un preparado medicamentoso. La imagen pertenece al Compendio de la humana salud de Johannes de Ketham, 1494. Seleccionada de: Sánchez Granjel, Luis, La medicina española renacentista, Salamanca, ediciones de la universidad de Salamanca, 1980.

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Figura 4: Galenos observando y analizando la orina del paciente que reposa en su lecho mientras es reconfortado y asistido espiritualmente con palabras de aliento. La imagen pertenece al Vanquete de nobles cavalleros de Luis Lobera de Ávila, 1530. Seleccionada de: López piñero, José María, El Vanquete de nobles cavalleros (1530) de Luis Lobera de Ávila y la higiene individual del siglo XVi, Valencia, artes Gráficas, 1991.

luorizado de forma que tome el humo por baxo: y si sentiere no es preñaada”.55 así como huelen las secreciones, los diversos orificios del cuerpo conservan aromas que el facultativo rescata y examina: la nariz, la boca, las orejas, los ojos y hasta las “partes íntimas, pudendas y prohibitivas” del paciente. todos ellos son materia expuesta para el recorrido exploratorio por parte del galeno.56 Los hedores que emanan los diversos orificios advierten al médico sobre las dolencias que pueden estar aquejando al paciente. asimismo los teóricos denotan preocupación, esfuerzo y empeño por desterrar esos hedores que suele emanar del cuerpo enfermo. Vemos algunos ejemplos, muy elocuentes y explícitos, identificados al respecto en el corpus documental relevado: “… y las corrupciones de muelas y de dientes, y todas las llagas y malos olores de la boca, tienen gran

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parentesco y amistad con la fluxion corrupta que cae de la cabeza”.57 “Es iuzgado que el fedor del aliento es vituperable& mayormente al medico dañoso”.58 “E sy la enfermedad fuere dentro de guysa que sale algund mal olor por las narizes toma myra y acasya E cinamomyn onc'a vna E muelelo encorporalo con myel bollyda Eponlo a las narices”.59 “que si luego no se limpian, no bastan despues a limpiarlos de rayz quantas aguas se aplicaren para ello. De donde gastados ellos, se sigue el mal olor de la boca”.60 “E con estas cosas anade. Iamerius que el aliento que sale por la boca y por la llaga fiede insoportablemente y los trapos que se ponen de sangre cuajada y podrescida son sacados ensuziados y fedientes juzgase de estas llagas que aquellas que penetran: o passan de la parte de lespinazo son mas peligrosas”.61

“… quando la fistola viene al uerujo estonc'e sale la podredura sotil y de mucho fedor y tira a negregura”.62 “del escalentamiento e fedimento en la verga por causa de la copula con muger feda o suzia”.63 “Contra la comezon y el hedor de la nariz y contra el dolor del rostro”.64 “sy la enfermedad fuere dentro de guysa que sale algun mal olor por las narices toma mirta e acacia e cinamomyn”.65 “… tira el dolor e saca los malos vmores e por esta mala ocasyon de las enzias o alguna vez finchase el mal olor en la boca e en las enzias e en las naryzes e para esto sanar toma las cortezas del idro e la canela fina moljda e mata la vva E sea todo moljdo e andalese fryege con estos polvos a menudo las enzias e la boca e eche dellos por las narices”.66 ciertos autores disciernen olores ligados a la época del año y habrá asi


“Oler el cuerpo”: diagnóstico y curación a partir de los sentidos

olores del estío y olores invernales. Zamudio de alfaro señala para los enfermos con calentura: “Y si la calentura fuere poca, y el habito del cuerpo fuere bueno, contentese con buen orden de vida, y estar en aposento grande, alegre, y limpio, en el qual aya buenos olores y perfumes de rosas, de agua y vinagre, de jazmines, arrayan: y esto que digo, se entiende en tiempo de calor, porque en tiempo de frio han de ser estos perfumes y olores de estoraque, menjuy, clauos, madre de clauos, romero, saluia, y mosquetas, y de sus semejantes: y sea regla general, para curar, y preseruar sanos y enfermos, la limpieza, y buenos olores”.67 de igual forma, el Licenciado Fores en su tratado contra la peste aconseja: “Las cosas que valen para los perfumes son. En el tiempo del frio almastiga mirra goma ruda estoraque linaloes trementina goma de pino de bedelio costo dulce sauina rayz de espadaña que nasce en el agua que es dentro colorada y llamanla acoro rayz de gamones azaro laudano clauos miel cozida canela almisque y semejantes. En el tiempo caliente son estas sandalos cortezas de granadas granos de arrayhan atarahe azederas cortezas de manzanas y membrillos rosas menufar que son higos de escudetes y cosas frias de buenos olores y cosas semejantes”.68 Mientras que Velasco de taranto asevera “No vaya por la villa: mas occupese en algo dentro de casa con las puertas cerradas: y las ventanas con vidrio: o con paño encerado: por que entre la luz y no el aire podrido. Por consiguiente esquiuese qualquier hedor: y acreciéntese tempradamente buenos olores. Empero en el estio siempre con cosas frias. Esi en el jnuierno se olieren algunas cosas calientes o se perfuma la casa con ellas como es almisque/ ambar/ no hay yerro alguno: como dize el auicenna: que nos enseña alterar el aire con ambar/ encienso/ lignun aloe/ y cosas semajanes. Segundo yo prueuo/ que estas cosas odoriferas no dañan: porque los malos olores y fedores nuezen mucho: segun h-uemos visto: por consiguiente las cosas aromaticas/ y buenos olores ayudan por la regla: que dize que de los contrarios vna misma es la doctrina: y lo que obra el vno/ en el vno: esso mismo el contrario en el contrario.”69

El olor del entorno del paciente el olor del mal se transmite al sitio donde el enfermo reposa y vela, impregnándolo de ese aroma negativo casi tan característico, por lo cual debe el médico atender a ese aspecto puntual del entorno habitacional en donde descansa el doliente. uno de nuestros tratadistas, el doctor Nicolás Bocangelino relata la forma en la que un cura le brinda asistencia espiritual a un enfermo internado en un hospital y las precauciones que debe tomar para no inhalar los vapores que emanan del infectado y de la habitación: “… para que los religiosos que se ejercitaban en esta obra de adminis-

trar sacramentos en los hospitales, estuviesen más seguros, se hazían una sillas de tablas, o nogal, forradas de tela engomada, con tres vidrieras, que correspondia la una adelante y las otras dos a los lados, y alli entraba el confesor, llevando en la mano alguna cosa para oler, conforme al tiempo que era: y llegandole la silla a la cama del enfermo le confesaba, y participaba menos del vapor, o exhalación del paciente”.70 en su minucioso relato sobre la peste de Londres acaecida en 1665, William defoe describe una práctica que conduce casi al extremo el ejercicio del control del entorno habitacional de los infectados: la “marcación de las casas y habitaciones infectadas por la peste” colocando visitadores y guardianes para no dejar salir a nadie durante la forzada cuarentena impuesta por la peste.71 el encierro y la clausura de lo catalogado como nocivo parecen estar presentes como rasgos y señales de todos los tiempos y de todas las geografías: “Tanto los asilos como los hospitales vivían en el hacinamiento. En salas inmensas, imposibles de calentar, se alineaban y se superponían las camas, que en caso de necesidad, ocupaban también los pasillos y llegaban a compartir entre tres o cuatro pacientes”.72 Visitantes y enfermos a veces deambulan y transitan por espacios indistintos, donde comían y orinaban sin sentirse violentos, en donde los hedores conviven, casi en forma natural, sin molestarse ni oponerse.

Figura 5: Boticario medieval elaborando un compuesto medicinal con distintas hierbas que se mezclan y muelen gracias al uso de un mortero. Seleccionada de: porter, Roy (editor), Medicine, a history of healing. Ancient traditions to modern practices, New York, Marlowe & company, 1997.

Respecto de la habitación del enfermo era en un principio considerada el lugar en el que descansaba el inválido, el tullido, el impedido, el afligido. La cama debía estar separada de las paredes por ambos lados y situada cerca de la ventana para que el enfermo pueda ver el exterior y recrear la vista con el paisaje. cuanto más sol y luz entre en la habitación mejor: con una leve cortina blanca en la cabecera de la cama y una persiana verde en la ventana era suficiente. el color verde está considerado el más favorable para el descanso del cuerpo y del espíritu y se convirtió en el color identificatorio de los dormitorios o salas de dormir. antes que el dormitorio o la alcoba se usaba la expresión “sala o cámara de dormir” (kamara viene del griego y está aso-

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ciado a todo espacio consagrado al descanso es decir al tiempo concreto dedicado solo para el acto de dormir).73 Los preceptos de la Dietética, para sanos y para enfermos, están siempre presentes de la mano del médico ya que el escenario donde se ejercita la labor del galeno está “reglado” con normas y prescripciones estrictas para favorecer la labor profesional.74 Nuestros médicos olfatean y huelen en este escenario cargado de representaciones, materiales y simbólicas, visibles e invisibles. “La habitación responde a las representaciones que nos hacemos del cuerpo y sus actividades… Curas, moralistas, médicos, higienistas y psicólogos la situaron literalmente, definiendo su disposición y sus horarios, su aire, sus diversos tipos de ocupación y hasta las maneras de dormir en ellas… Intemporal por la generalidad de las necesidades que asume, es asimismo, profundamente histórica en sus formas y en sus usos… La infancia y la vejez, edades del sueño, de la enfermedad y de la muerte, se acurrucan en ella más que las otras edades”.75 al hablar de la habitación del enfermo, se describe la obsesión por el cuidado minucioso del aire no solo en tiempos de brotes y rebrotes pestilenciales. “Renovarlo”, “restaurarlo” y “modificarlo” era obligatoriamente imperativo incluso era aconsejable que el propio enfermo abriera y cerrara las ventanas por si mismo y a voluntad las veces que quisiese o pudiese. para luchar contra la descomposición del ambiente se aconsejaba disponer de chimeneas abiertas, ventiladores, además de no tener jamás cortinas cerradas alrededor de la cama (sólo se aconsejan cortinajes de cama que no deben ser tupidos para que no se “estanque” el aire del espacio que delimitaban) y mucho menos postigos y cortinajes pesados y gruesos en las ventanas. Se distinguen los términos “resfrescar” y “airear” ya que no son lo mismo por eso hay que evitar las corrientes de aire, no poner a secar la lencería ni la ropa blanca y de cama húmeda en la habitación, también hay que prohibir la entrada de cubos o baldes que despidan olores malsanos, hay que cuidar todos los pequeños detalles, por ejemplo nadie debe sentarse en la cama del

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enfermo al irlo a visitar, sólo debe hacerlo enfrente. en definitiva es muy importante que los ambientes estén bien aromatizados, que no huelan mal, por eso en distintas ocasiones los físicos distinguen aromas de invierno y aromas de verano.76 esto es especialmente válido en tiempos de peste, pero en general, el lugar de sanación debe siempre tener buen olor y estar bien aireado. el médico debe oler el lugar de reposo del enfermo, ello lo ayuda a diagnosticar y a conectarlo con el universo omnipresente del olor de la enfermedad. debemos tener presente que “… son muchos los caminos que conducen a una habitación: el reposo, el sueño, el deseo, el amor, la meditación, la lectura, la escritura, la búsqueda de uno mismo o de dios, la reclusión voluntaria o forzada, la enfermedad, la muerte… Desde el parto hasta la agonía, es el escenario de la existencia, o al menos de sus mecanismos… Pasamos en ellas casi la mitad de nuestra vida… La habitación cristaliza las relaciones entre espacio y tiempo…, es el testigo, la guarida, el refugio, el envoltorio de los cuerpos durmientes, amantes, reclusos, lisiados, enfermos o moribundos”.77 este es el escenario y el ecosistema, natural y cultural, en el que se desenvuelve el quehacer del médico. La cama y las sábanas donde reposa el enfermo son un “íntimo receptáculo del cuerpo, el lecho guarda sus secretos…”78 el sitio donde reposa el enfermo guarda olores que la medicina, hábilmente, rescata y desempolva. Los pliegues, casi secretos, de las sábanas y los lienzos también son interpretados por los médicos desde el espectro sensorial.79 Las manchas que se ven y se huelen revelan muchas cosas, son testigos mudos de las poluciones nocturnas y de la práctica solitaria de la autocomplacencia, de la sangre de las primeras reglas femeninas o de su ausencia, de laceraciones y heridas conocidas o desconocidas, todas ellas señales que espían las madres ansiosas, las criadas curiosas, las lavanderas chismosas pero que, en materia de salud, descifran los médicos a partir de su olor, su color, su sabor y su textura.80 entrado el siglo XVii el afán por dispersar y disimular la transpiración y evacuar los humores etéreos lleva el

uso generalizado de elixires, brebajes y pociones así como de ropa blanca.81 de esta forma la cata de los olores se dificulta tras este maquillaje de “saneamiento interior” para alcanzar la limpieza exterior. un nuevo mal permite objetivar, también en el siglo XVii, el malestar asociado con el olor: los vapores (término que se complejiza y amplia su significado: los aires y alientos del cuerpo, las brumas provocadas por las fermentaciones internas y las podredumbres, hacen referencia a algo impalpable pero que se huele).82 “Resfriemos la casa con buen olor de algunas cosas asy de fojas commo de flores”.83 “Y el segundo, que no es menor, pues purgando tan a menudo, andan los cuerpos mal acostumbrados, y los estomagos desbaratados, rellenos de xaraues y confecciones hediendos del mal olor, como redomas de boticas”.84 el aroma, los vahos y las fumigaciones son herramientas útiles al momento de curar. así lo muestra damián carbón en su terapia sugerida para la infertilidad femenina, “… perfumes de cosas fetidas: como assefetida/ paño de lana quemado y semejantes: y si no acordare hagan le vn humo con algodon soplando que le entre mucho dentro la nariz que cierto la haran retornar”85 y Jerónimo Soriano al momento de aliviar las sofocaciones de la mujer menopáusica: “Quando caen en tierra suffocadas por causa de la madre, las tristes mugeres, deseles sahumerio por las narizes, con betun Iudayco, y rocuren a menudo huelan el olor y suffito del mismo betun, que luego bolueran en si. De aqui es, que algunas mugeres lo lleuan colgado al cuello, embuelto en vn poco de lana: para que oliendole continuamente, euiten la suffocacion, y paroxismo”.86 por otra parte, insisten los tratadistas en la importancia de los aromas agradables y placenteros en relación a la eficacia curativa de los ingredientes: “el primero, que el medicamento purgante necessariamente le ha de malear. Y el segundo, que no es menor, pues purgando tan amenudo, andan los cuerpos mal acostumbrados, y los estomagos desbaratados, rellenos de xaraues y confecciones hediondos del mal olor, como redomas de boticas”.87


“Oler el cuerpo”: diagnóstico y curación a partir de los sentidos

Figura 6: Farmacéutico en plena tarea de venta de un preparado medicinal. La imagen pertenece a un fresco italiano del siglo XV que se encuentra en el castillo de issogne en Val d`aosta. Seleccionada de: porter, Roy (editor), Medicine, a history of healing. Ancient traditions to modern practices, New York, Marlowe & company, 1997.

“Mas ha de ententer que el buen gouierno y regimiento haze buena criatura y buen parto: si por malignidad dela sangre mestrual no es impedido. El vino que ha de beuer ha deser tinto sotil y viejo y de buen olor”.88 “La primera es muy familiar, que es vna agua y licor claro sin mal sabor, ni mal olor, porque es gustoso y tan agradable, como el agua que es comun, y sirue de beuida ordinaria a todas horas, recrea los apetitos de los estomagos, y aumenta las ganas del comer, y ablanda y molifica los manjares…”.89 “… no se pueden bien purgar: y por resto se deue tener grande dili-

gencia en dar las cosas aromaticas y estipticas en todos sus manjares cortezas amargas aromaticas”.90 “… y para esto son señaladamente buenas las frutas de buen olor. Assi como son las mnazanas y membrillos y peras bien olientes: y las otras frutas tales”.91 “Lentisco entre sus particulares cozimientos se hazen tres licores, o beuidas. La primera es muy familiar, que es vna agua y licor claro sin mal sabor, ni mal olor, porque es gustoso y tan agradable, como el agua que es comun, y sirue de beuida ordinaria a todas horas, recrea los apetitos de los estomagos, y aumenta las ganas del comer”.92

“Antes que se levanten faga fazer fuego con leña que no faga fumo assi como con leña de nebro o de cipres de laurel de sauina de romero de almendros y de auellanos de arrahian de tarahe y de roble de sarmientos devid y semejantes especialmente aprouechan leñas aromaticas de buen olor los que las pudieren auer porque la tal llama alimpia mucho el ayre impide a la ynprision celestial”.93 ciertos tratadistas, como el Licenciado Fores en su Tratado útil contra la Peste, distinguen y aconsejan separadamente sahumerios o preparaciones olorosas distintivas para pobres y para “… los de mas facultad

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y noble gente… Los pobres vsaran de lo susodicho trayendo en la mano yeruas de buen olor calientes o frias segun el tiempo en el caliente frias en el frio calientes”, en tanto los sectores sociales más pudientes se valdrán de preparaciones aromáticas “fecho pomo por mano de boticario segun arte”.94 de igual forma, Velasco de taranta en su Tratado de la epidemia y pestilencia apunta “Fagase pues el perfumar de manana: & mayormente para los ricos en el tiempo frio: con ambar, incienso: & aloes, storaques, laudazo, ac'afran, master, clauos de girofle, & canela. loqual quando arde, echa buen olor”.95

Conclusiones Los textos y los tratados médicos bajo medievales y temprano modernos que constituyen el corpus documental analizado nos muestran la figura de un galeno atento, observador, curioso, protagonista unívoco en el escenario del dolor, por momentos hasta inquisidor, que interroga y aborda al enfermo de manera integral y omnicomprensiva. “No hay muchos médicos que sepan diagnosticar bien; ello no se debe a que carezcan de conocimientos, sino a que son in-

capaces de comprender todos los datos posiblemente relevantes, no sólo los físicos, sino también los emocionales, históricos y medioambientales”,96 sin lugar a dudas y afortunadamente no es este el caso de nuestros físicos. dentro del ámbito no verbal de la comunicación médico-paciente se torna fundamental el ejercicio, casi exploratorio, de los actos de tocar, ver y oler. “El cuerpo siempre habla”, por lo tanto el despliegue de la mirada, el tacto, el olfato, la audición y hasta el silencio cobra una dimensión que va moldeando y construyendo la comunicación cada vez más sutil y profunda entre el médico y el doliente. Los dichos explícitos y las sensaciones íntimas que experimenta el paciente adquieren, en este marco, un valor único que potencia la capacidad de atención y escucha del galeno. todo el proceso, que incluye al médico y al paciente, es un proceso dialéctico. desde lo físico, el profesional se vale de los cinco sentidos para reconstruir el mapa completo de la enfermedad del paciente: lo toca, lo oye, lo mira, lo siente, lo huele. completarán el diagnóstico y el futuro pronóstico, la interrogación y el diálogo, medios para reconstruir el paisaje completo de la

memoria emotiva y de la psiquis del doliente. Nos hemos focalizado en el ejercicio profesional puntual del “arte de oler”. el atrapante mundo de la invocación teórica y la praxis de los “métodos sensuales” aplicados al oficio de curar nos permite aseverar que el buen olor acompaña culturalmente, siempre, a la vitalidad, la creación, la plenitud, el bienestar, la procreación, la regeneración y a la salud mientras que el mal olor conlleva a la progresiva destrucción, podredumbre y corrupción de los elementos y a los nocivos efectos de la enfermedad en el cuerpo del doliente. Habrá pues un espectro amplio de olores y aromas agradables, beneficiosos y bienvenidos para el imperio de la salud y habrá hedores pestilentes provenientes de la degeneración, la infección, la decrepitud, la corrupción del cuerpo y la degradación del alma. La medicina tendrá que lidiar permanentemente con ello, tomando lo beneficioso y lo positivo de los aromas y utilizando los hedores de las secreciones y las excreciones para armar un diagnóstico preciso y para proyectar un tratamiento terapéutico apropiado que le permita recetar y sanear la salud perdida de los sujetos que sufren distintos males y patologías.

Notas:

1). LaÍN eNtRaLGo, pedro. Historia de la medicina, Barcelona, Salvat editores, 1978, p. 114-119. Sin embargo, hace notar Laín entralgo que para Galeno, el juicio diagnóstico depende más del juicio racional que de la percepción sensorial y se esmerará en ir más allá de lo que los sentidos muestran y, mediante el entendimiento, el pensamiento lógico y gracias a un método inductivo, trascender lo particular y llegar con precisión a definir la especie morbosa. 2). ibídem, p. 229. 3). Le BRetoN, david. El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos, Buenos aires, ediciones Nueva Visión, 2007, p. 14. 4). caRMoNa, Juan ignacio. Crónica urbana del malvivir (siglos XIV al XVII), Sevilla, universidad de Sevilla, 2000, p. 47. 5). iSidoRo de SeViLLa. Etimologías, Biblioteca de autores cristianos, Madrid, La editorial católica, 1951. 6). Ibídem, Libro iV, cap. Vii. 7). Ibídem, Libro iV, cap. Viii. 8). Ibídem, Libro iV, cap. Viii. 9). Ibídem, Libro iV, cap. Xii. 10). Ibídem, Libro 17, cap. Viii.

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11). Véase ViGaReLLo, Georges. Lo sano y lo malsano. Historia de las prácticas de la salud desde la Edad Media hasta nuestros días, Madrid, abada editores, 2006, p. 62 y ss. 12). caRMoNa, Juan ignacio. op. cit., p. 47. 13). LiceNciado FoReS, Tratado útil, toledo, catedral R/1010-4, ZaBÍa, María purificación (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 2v. 14). citado por su traductor en LÓpeZ piÑeRo, José María. Clásicos valencianos del siglo XVI, Valencia, Generalitat Valenciana, 1990, p. 104-405. 15). Véase Le BRetoN, david. El sabor del mundo. Una antropología de los sentidos, Buenos aires, ediciones Nueva Visión, 2007 y KiLLiNGeR LaRRea, cristina. La cultura de los olores. Una aproximación a la antropología de los sentidos, Quito, ediciones abya-Yala, 1997. 16). de GoRdoNio, Bernardo. Lilio de Medicina, Madrid, Biblioteca Nacional 1315, cuLL, John y WaSicK, cynthia (eds.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 40v.


“Oler el cuerpo”: diagnóstico y curación a partir de los sentidos

17). Recetas. Salamanca, Biblioteca universitaria 2262, de La caL, María del carmen (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 14v. 18). tedRico. Cirugía, escorial h.iii.17, HeRReRa, María teresa (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 97r. 19). MeRcado, Luis. Instituciones para el aprovechamiento y examen de algebristas (1599), Madrid, Biblioteca Nacional R 14133, ciappaReLLi, Lidia (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 4v. 20). peRRot, Michelle. Historia de las alcobas, México, Fondo de cultura económica, ediciones Siruela, 2009, p. 327. La autora explica cómo al morir una persona se queman sus pertenencias, sábanas, ropa de cama y hasta el colchón en la que moraba para borrar las huellas de la muerte de las habitaciones y ejemplifica la acción con un pasaje de el jardin de los cerezos, clásico de chejov, en el que se evidencia la aflicción de Violette Leduc al ver destruído el colchón de su abuela: “lo quemaron en nuestro jardín después de su entierro. desprendía un olor implacable a guata quemada. para mi, aquél sería el verdadero olor de la muerte… Mi abuela, desaparecida por segunda vez… Se había ido con el humo.”. La memoria emotiva asociada a un olor está presente, sin lugar a dudas, en este emotivo fragmento de chejov. 21). de GoRdoNio, Bernardo. op. cit., fol. 85v. 22). ViGaReLLo, Georges. op. cit., p. 31-34. 23). Ibídem, p. 159-161. 24). Ibídem, p. 166-169. 25). Véase Le BRetoN, david. op. cit., p. 249 y ss. 26). para profundizar sobre el tema del saneamiento y la limpieza de las casas señaladas por la peste y los hospitales con infectados internados, se recomienda ver el trabajo de Bau, andrea y caNaVeSe, Gabriela. “Sepultureros y enterradores. La manipulación de cuerpos y objetos en época de peste durante la Baja edad Media y la temprana modernidad europea”, Cuadernos de Historia de España, LXXXiV, 2010, p. 112-113. 27). en los regímenes preservativos contra la peste se aconsejaba lavar el rostro y las manos con agua rosada y vinagre tanto como los vestidos y las ropas del que quiere protegerse, aplicar una mezcla de vinagre fuerte y agua rosada en la nariz y las manos y tener al alcance una esponja empapada en vinagre de ruda para olerla a menudo. 28). está citado en pueRto, Javier. La leyenda verde, Junta de castilla y León, 2003, p. 289. 29). de cauLiaco, Guido. Tratado de cirugía, Madrid, Biblioteca Nacional i-196, HeRReRa, María teresa (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 54v. 30). caRBÓN, damián. op. cit., fol. 21v. 31). de GoRdoNio, Bernardo. op. cit., fol. 101v. 32). LaNFRaNco de MiLaN, Guido. Cirugía mayor, Madrid, Biblioteca Nacional 2147, aRdeMaGNi, enrica J. (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 23v. 33). Ibídem, fol. 59r. 34). LÓpeZ de ViLLaLoBoS, Francisco. Sumario de la Medicina con un compendio sobre las pestíferas bubas, Madrid, Biblioteca Nacional i-1169, SÁNcHeZ, María Nieves (ed.) Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 6v. 35). de coVo, diego. Cirugía rimada, Madrid, Biblioteca Nacional 2153, GaRcÍa SeRRaNo, Victoria y SoLoMoN, Michael R (ed.) Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 42v. 36). de GoRdoNio, Bernardo. op. cit., fol. 152r. 37). La historia de la observación de la orina como método diagnóstico y posteriormente pronóstico parece comenzar en el siglo Vii d.c. con el bizantino teófilo. La orina se examinaba observando la mátula y se determinaban el color, la sustancia (substantia), la cantidad (quantitas), contenido (contentum), y se clasificaba basado en su calidez (caliditas), frialdad (frigiditas), acidez (siccitas) y humedad (humiditas). el color se comparaba con 12 tonalidades propuestas por albicus Sigismundus (fines del siglo XiV) o con 21 tonalidades con la explicación correspondiente al libro Fasciculus medicinae de Johannes de Ketham (siglo XV). de acuerdo al color tendremos un diagnóstico diferencial de la enfermedad que aqueja al paciente. La orina no sólo se inspecciona, se huele e incluso se prueba. esta inspección urinaria durará hasta nuestros días. es tal la importancia de la inspección de la orina que todavía en el siglo XiX se decía: “la orina es el elemento más importante del diagnostico clínico, para averiguar la constitución de la sangre y los procesos químicos corporales” (von Hufeland). el uroscopista o médico de la orina era una figura destacada en el bajo medioevo, tanto que eran obligados a permanecer en su casa por las ma-

ñanas para recibir a los pobres y a las muestras de orina. pasó posteriormente de la observación semiológica a la fase de pronóstico (uromancia). en muchos casos la ubicación del mal venía determinada por el nivel alcanzado por el sedimento urinario que enturbiaba la muestra. Véase poteNZiaNi, Julio. Historia de la urología, academia biomédica digital, Facultad de Medicina, universidad central de Venezuela, enero-marzo, 2006, Vitae Medicina en el tiempo. 38). uno de los pilares de la conservación de la salud es la evacuación y para practicarla hay medios que involucran líquidos y fluidos corporales que los médicos huelen al momento de diagnosticar y recetar. para profundizar sobre esta cuestión se recomienda ver la obra de peÑa, carmen y GiRÓN, Fernando. La prevención de enfermedades en la España bajomedieval, Granada, universidad de Granada, 2006, p. 377-379. 39). de KetHaM, Johannes. Compendio de la humana salud, Madrid, Biblioteca Nacional i-51, HeRReRa, María teresa (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 5r. 40). de aViÑoN, Juan. Sevillana medicina, Madrid, Biblioteca Nacional R30652, NaYLoR, eric W. (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 93v. 41). aRiaS de BeNaVideS, pedro. Secretos de chirurgia, especial de las enfermedades de Morbo Galico y lamparones y mirrarchia (Valladolid, 1567), Madrid, Biblioteca Nacional R-4277, aRiSMeNdi, andrea L. (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 118v. 42). de cauLiaco, Guido. op. cit., fol. 6r. 43). VeLaSco de taRaNto. Tratado de la epidemia y pestilencia, Madrid, Biblioteca Nacional i-5, ZaBÍa, María purificación (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 47v. 44). iSRaeLi, isaac. Tratado de las fiebres, escorial, M.i.28, RicHaRdS, Ruth M. (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 68v. 45). Ibídem, fol. 55v. 46). de GoRdoNio, Bernardo. op. cit., fol. 173v. 47). de aViÑoN; Juan. op. cit., fol. 95v 48). caRBÓN, damián. op. cit., fol. 107v. 49). RecetaS. op. cit., fol. 37r. 50). iSRaeLi, isaac. op. cit., 69v. 51). RecetaS. op. cit., fol. 14r. 52). caRBÓN, damián. op.cit., fol. 52v. 53). Ibídem, fol. 109r. 54). Ibídem, fol. 109v. 55). Ibídem, fol. 14v. 56). peÑa, carmen y GiRÓN, Fernando. op. cit., p. 379. 57). coRNeJo, Juan. Discurso y despertador preservativo de enfermedades (1594), Madrid, Biblioteca Nacional R-482, Bau, andrea María (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 21v. 58). de cauLiaco, Guido. op. cit., fol. 144v. 59). iSaac iSRaeLi. op. cit., fol. 154v. 60). GoMeZ MiedeS, Bernardino. Enchiridion o manual contra la gota (1589), Madrid, Biblioteca Nacional R-27991, iNcaRNato, cecilia estela (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 60v. 61). de cauLiaco, Guido. op. cit., fol. 81v. 62). tedRico. op. cit., fol. 97v. 63). de cauLiaco, Guido. op. cit., fol. 159v81. 64). de KetHaM, Johannes. op. cit., fol. 8r40. 65). de coRdoBa, Fernando. Suma de la flor de la cirugía, Madrid, Biblioteca Nacional 3383, ViLLaR, María carmen (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 154v. 66). Ibídem, fol. 156r. 67). ZaMudio de aLFaRo, andrés. Orden para la cura y preservación de las secas y carbuncos, 1599, Madrid, Biblioteca Nacional R 1879, GoNZÁLeZ de FauVe, María estela (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 19v. 68). LiceNciado FoReS. op. cit., fol. 3r. 69). VeLaSco de taRaNto. op. cit., fol. 44v. 70). BocaNGeLiNo, Nicolás. Libro de las enfermedades malignas y pestilentes, causas, pronósticos, curación y preservación, Madrid, editado por Luis

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Andrea M. Bau y Gabriela F. Canavese

Sánchez, 1600, p. 248. 71). Véase Bau, andrea y caNaVeSe, Gabriela. op. cit., p. 104-105. 72). peRRot, Michelle. op. cit., p. 255. 73). Véase peRRot, Michelle. op. cit., p. 262. en SaRti, Rafaella. op. cit., p. 168, se recomienda ver como con el correr del tiempo será común que para aislar el dormitorio se pensara en la antecámara o en más de una según la condición social de los moradores de la vivienda. 74). La Dietética es la base y el fundamento de toda norma primaria de salud constituyendo, a la vez, un procedimiento preventivo de la enfermedad o un medio eficaz para la curación de una dolencia. 75). peRRot, Michelle. op. cit., p. 339-340. 76). La preocupación por el aire que circunda al paciente y por modificar la condición del aire doméstico por medio de sahumerios, calientes y fríos, se ve también en peÑa, carmen y GiRÓN, Fernando. op. cit., p. 131-134. 77). peRRot, Michelle. op. cit., p. 13-15. 78). Ibídem, p. 81. 79). Sin lugar a dudas, la cama “para dormir”, de uso íntimo y privado, es el eje dominante del espacio doméstico. en las residencias de las familias poderosas y acomodadas existe la “cama para recibir” llamada de “aparato” o “apariencia”, mucho más concurrida, pública, social y a veces hasta promiscua. Se recomienda ver SaRti, Rafaella. Vivir en familia. Casa, comida y vestido en al Europa moderna, Barcelona, crítica, 2003, p. 161-162. 80). Véase peRRot, Michelle. op. cit., p. 81. 81). Véase SaRti, Rafaella. op. cit., p. 250 y ViGaReLLo, Georges. Lo limpio y lo sucio. La higiene del cuerpo desde la Edad Media, Madrid, alianza editorial, 1991. Se recomienda leer el segunda parte de esta obra “La ropa que lava” ya que en ella se describen las pautas y las costumbres higiénicas de la moder-

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nidad vinculadas con el uso de la ropa blanca y la práctica del aseo seco. 82). Véase ViGaReLLo, Georges. Lo sano y lo malsano..., op. cit., p. 142144. 83). iSRaeLi, isaac. op. cit., fol.79r. 84). coRNeJo, Juan. op. cit., fol. 8r. 85). caRBÓN, damián. op. cit., fol. 103v. 86). SoRiaNo, JeRoNiMo. Libro de experimentos médicos, fáciles y verdaderos, recopilados de grauissimos autores (Zaragoza, 1598), Madrid, Facultad de Medicina, universidad complutense 616-08 (86-8-20). de FoRteZa, patricia (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 78v. 87). coRNeJo, Juan. op. cit., fol. 8r. 88). caRBÓN, damián. op. cit., fol. 15r. 89). coRNeJo, Juan. op. cit., fol. 30v. 90). caRBÓN, damián. op. cit., fol. 17r. 91). MaeStRe GiL. Libro de medicina llamado macer (Granada, 1519), Bethesda, Maryland, National Library of Medicine, capuaNo, thomas (ed.). Textos y Concordancias electrónicas del Corpus Médico español, preparado bajo la dirección de HeRReRa, María teresa y GoNZÁLeZ de FauVe, María estela, Madison, 1997, fol. 10r 92). coRNeJo, Juan. Discurso y despertador..., op. cit., fol 30v. 93). LiceNciado FoReS. op. cit., fol. 3r. 94). Ibídem, fol. 4r. 95). VeLaSco de taRaNto. op. cit., fol. 44v. 96). BeRGeR, John. “el verdadero arte de curar”, Diario La Nación, Suplemento adN cultura, Buenos aires, 2008.


Judit Entrena Ariza

Biblioteca Fundación Uriach

os inicios de la Biblioteca de Historia de las ciencias de la Salud se remontan al año 1969, cuando los Laboratorios uriach ante la inexistencia de bibliotecas especializadas en Historia de la Medicina, decidieron crear un centro de documentación que pudiera satisfacer las necesidades de los investigadores de esta incipiente disciplina.

L

una joven carme Mayol, posterior decana del colegio de Bibliotecarias de Barcelona, responsable entonces de la biblioteca de investigación de los Laboratorios, inició el proceso de creación de lo que pretendía ser un seminario y que finalmente pasó a denominarse centro de documentación de Historia de la Medicina de J. uriach & cia. creó un fondo básico, escogió las herramientas de trabajo y buscó la persona que se convertiría durante más de 40 años en el respon-

sable y creador de la biblioteca, el dr. Josep danon Bretos. Licenciado en Medicina y cirugía por la universidad de Barcelona, Josep danon o el “profesor” como lo conocen popularmente sus colegas de profesión, obtuvo el grado de doctor con calificación de excelente cum laude el año 1967 y fue docente en la universidad autónoma de Barcelona en el área de Historia de la ciencia. Su dedicación a esta biblioteca, iniciada por los Laboratorios y posteriormente traspasada a la Fundación uriach, durante casi medio siglo, convirtió este centro en una de las bibliotecas especializadas de referencia de nuestro país. en palabras de José María López piñero del prólogo del catálogo impreso de la biblioteca, “la deuda de gratitud que los estudiosos de cues-

tiones histórico-médicas o los simplemente interesados por ellas tenemos con él, es un hecho generalmente conocido, pero que aquí resulta obligado mencionar”, gratitud a la que se suma nuestra entidad. Los conocimientos del dr. danon y el decidido apoyo del dr. Juan uriach Marsal y su padre don Juan uriach tey iniciaron este servicio histórico-médico que partía de la nada. durante los dos primeros años se solicitó el asesoramiento y ayuda de las cátedras de Historia de la Medicina dirigidas por Laín entralgo, Sánchez Granjel y López piñero además de los profesores agustín albarracín, Luis García Ballester, Juan antonio paniagua y Juan Riera palmero entre otros. Los primeros documentos que se incorporaron al fondo fueron colec-

Figura 1: dr. Josep danon Bretos en la Biblioteca de la Fundación, 2008.

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Judit Entrena Ariza

Figura 2: Biblioteca de Historia de las ciencias de la Salud, 2013.

ciones de revistas recibidas en régimen de intercambio como los Cuadernos de Historia de la Medicina Española, unas pocas adquisiciones, alguna donación y fotocopias que con el tiempo fueron sustituidas por obras originales.

ciones de difícil localización como folletos, opúsculos, tesis antiguas, topografías, actas académicas, boletines, actas de congresos y principalmente

revistas anteriores a la guerra civil. de manera puntual, también se incorporan anualmente obras clásicas de autores de referencia.

en la actualidad esta biblioteca es el centro privado de acceso público especializado en Historia de las ciencias de la Salud más importante del estado español. disponemos de más de 11.800 volúmenes entre los que cabe diferenciar por un lado el fondo documental antiguo o fuentes documentales primarias sobre medicina, farmacia, veterinaria y botánica, testimonio directo de la evolución de estas ciencias y por otro lado, el fondo bibliográfico actual que se compone de estudios, manuales, guías, biografías… La política de desarrollo de la colección está orientada mayoritariamente a la selección y adquisición de patrimonio histórico documental español en materia de ciencias de la Salud, sobre todo, pequeñas publica-

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Figura 3: Concordia Pharmacopolarum Barchinonensium, 1535 y Opera Nuperrime de arnau de Vilanova, 1532.


Biblioteca Fundación Uriach

el documento más antiguo de nuestro fondo es el incunable Articella impreso en Venecia el año 1493. Se trata de una colección de tratados médicos de Hipócrates y Galeno entre otros autores, incluidos en un solo volumen que se utilizó principalmente como libro de texto y manual de referencia durante la Baja edad Media. el fondo de anticuaria se compone de unas 2.500 obras, impresas des de el siglo XVi al XiX, entre las que se encuentra una edición de 1725 de la famosa obra de andreas Vesalius Opera Omnia Anatomica et Chirurgica, la Cirugía de pere de argilata impresa por Johan Rosembach en 1503 y Opera Nuperrime de arnau de Vilanova de 1532. La colección de manuscritos suma unos 100 documentos entre los que destacan algunos apuntes de alumnos de medicina, como los tomados en una clase del dr. augusto pi Sunyer, un libro de actas del Sindicato de Médicos de cataluña, un conjunto de cartas autógrafas francesas de médicos célebres, libros de cuentas de boticarios y un recetario datado a principios del siglo XV, que recoge 70 fórmulas de bálsamos, aceites, píldoras, jarabes... La “joya de la corona” de la biblioteca la encontramos en la sección de farmacopeas, y se trata de la segunda edición de la Concordia Pharmacopolarum Barchinonensium impresa el año 1535. La concordia de Barcelona es la segunda editada en todo el mundo después de la de Florencia, y de la cual existen tres ediciones. de la primera impresa en 1511 solo se conserva un ejemplar en la Facultad de Farmacia de la universidad de Barcelona y de la segunda solo se conocen dos ejemplares, uno en la Wellcome Library de Londres y otro en nuestras instalaciones. La sección más destacada del fondo bibliográfico es la Hemeroteca que recoge más de 200 títulos de publicaciones en serie de finales del siglo XViii a principios del XX. La dificultad de completar colecciones de revistas antiguas que se editaron a lo largo de años supone un esfuerzo añadido y hacen de este apartado el más apreciado por nuestros usuarios. algunos de los títulos más relevantes son: Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, El Genio Médico Quirúr-

Figura 4: Articella, 1493.

gico, la Gaceta Médica Catalana y el Siglo Médico que fue publicada durante más de 80 años. Nuestros fondos bibliográficos son nuestra mayor prioridad y determinan la misión de la biblioteca centrada básicamente en su gestión, conservación y difusión. aunque no es el único objetivo, ya que ofrecer servicios de calidad a investigadores, historiadores, estudiantes y a todo aquel interesado en la historia de las ciencias de la Salud, ha sido siempre nuestro principal leitmotiv. en el afán de continuar ofreciendo herramientas a nuestros usua-

rios, durante el próximo año 2014 iniciamos un nuevo proyecto que pretende digitalizar todo el fondo hemerográfico de la biblioteca y que se desarrollará en diversas fases que se ejecutarán en años venideros. con esta nueva empresa queremos aportar nuestro pequeño grano de arena y renovar nuestra apuesta por una disciplina que, como esta biblioteca, ha crecido a lo largo de estos últimos 50 años. Judit Entrena Ariza Bibliotecaria de Fundación Uriach 1838

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Fe de erratas Referencia portada Medicina e Historia Nº3/2013, donde pone “agustí centelles, 1961” debe poner “agustí centelles,

ca.1963”

NORMAS PARA LA ADMISIÓN DE ORIGINALES Se considerarán para su evaluación trabajos originales que no hayan sido publicados en otros lugares. tras la revisión realizada por el comité de redacción, la Fundación uriach dará cuenta del resultado de la misma y comunicará la fecha de publicación de los que resulten aceptados. asimismo, una vez publicados, se entregarán a los autores 20 ejemplares de la revista y una remuneración de 200 €. Los trabajos deben estar centrados en Historia de las ciencias de la Salud y han de ser presentados en lengua española, en formato electrónico, con una extensión no superior a los 80.000 caracteres con espacios incluyendo notas bibliográficas, además de iconografía complementaria.

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