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Nº 2 – 2017 – QUINTA ÉPOCA
R EVISTA DE E STUDIOS H ISTÓRICOS DE LAS C IENCIAS DE LA S ALUD
Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931) Mònica Alcalá Lorente Accésit XLVII Premio Fundación Uriach de "Historia de la Medicina"
www.fu1838.org
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XLVIII
PREMIO FUNDACIÓN URIACH “HISTORIA DE LA MEDICINA”
En su deseo de impulsar los estudios sobre el pasado de las Ciencias de la Salud, la Fundación Uriach 1838 tiene instituido un premio anual de ámbito internacional, el cual será adjudicado al mejor trabajo que, a juicio de un jurado designado al efecto, trate de un tema sobre Historia y Ciencias de la Salud. Su concesión se adaptará a las siguientes BASES 1. El XLVIII Premio Fundación Uriach “Historia de la Medicina” correspondiente a 2017 está dotado con 3.000 euros y un accésit de1.000 euros, si el jurado lo considera oportuno. 2. Las monografías que opten al Premio deberán ser originales e inéditas, no siendo aceptadas aquellas que en el momento de la adjudicación hayan sido publicadas total o parcialmente, así como tampoco las presentadas a otros concursos. 3. Los trabajos deberán ser presentados en formato electrónico junto a una copia impresa con interlineado doble y una extensión recomendada de 80.000 caracteres, con espacios, incluyendo bibliografía o referencias documentales, además de iconografía complementaria. 4. Los originales redactados en lengua española, serán remitidos a la Fundación Uriach, siendo la fecha máxima de entrega el día 1 de noviembre de 2017 bajo el sistema de lema y plica, sin firma de autor o autores, cuya identificación deberá figurar en un sobre cerrado a su vez identificado con el mismo lema del trabajo original. 5. El XLVIII Premio Fundación Uriach “Historia de la Medicina” será otorgado por un Jurado cuyo fallo se hará público durante el mes de diciembre de 2017. 6. Tras la adjudicación del Premio, el secretario del Jurado procederá a la apertura de la plica correspondiente al ganador y, en su caso, a la del accésit. 7. En el supuesto de que el Jurado lo considere oportuno, la obra ganadora, así como otros trabajos presentados, podrá ser publicada en la revista Medicina e Historia, siempre de común acuerdo con los autores. 8. Las monografías premiadas quedarán propiedad de la Fundación Uriach 1838 y los trabajos no premiados ni seleccionados para su publicación serán destruidos sin la apertura de sus plicas. 9. La participación en el presente concurso implica la aceptación total de las bases de esta convocatoria. Palau-solità i Plegamans, enero de 2017 La correspondencia relacionada con esta Convocatoria deberá dirigirse a: Centro de Documentación de Historia de las Ciencias de la Salud Fundación Uriach 1838 Pol. Industrial Riera de Caldes. Av.Camí Reial, 51-57 08184 Palau-solità i Plegamans (Barcelona) fundación-historia@uriach.com - (34) 93 863 02 25
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REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD
MEDICINA e HISTORIA Nº 2 – 2017 – QUINtA ÉpocA REVISTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LAS CIENCIAS DE LA SALUD publicación trimestral FUNdAdA eN 1964 Fundación Uriach 1838 centro de documentación de Historia de las ciencias de la Salud polígono Industrial Riera de caldes Avda. camí Reial 51-57 08184 palau-Solità i plegamans (Barcelona-españa) www.fu1838.org fundación-historia@uriach.com Director de la publicación: Javier Uriach torelló
S4S Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931) Mònica Alcalá Lorente
Soporte Válido con la ref. SVR nº 479 dep. legal: B-27541-1963 ISSN: 0300-8169 © de la edición: Fundación Uriach 1838 Reservados todos los derechos. el contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por algún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. prohibida su venta.
Portada: Imagen publicitaria del medicamento Vitamina Lorenzini, 1945. Archivo Fundación Uriach 1838.
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Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931) Mònica Alcalá Lorente *
Resumen: La transición del médico-clínico al médico-investigador con el asentamiento de la teoría bacteriológica, en la película de John Ford Arrowsmith (1931), constituye un punto de partida para observar cómo se establecen y se mantienen las relaciones de poder y dominación entre diferentes grupos humanos dentro de un sistema imperial/colonial. por el lado del imperio, la exaltación de la modernidad, el progreso y la civilización a través del conocimiento científico-médico pro-
ducido en las universidades y los laboratorios legitiman la expansión y la dominación. Sin embargo, la otra cara se descubre en la colonia, interior y de ultramar, donde las mismas relaciones intrincan las geopolíticas de conocimiento que desacreditan los sistemas de sanación nativos, menosprecian a las cuidadoras, profesionales y no profesionales, instrumentalizan grupos humanos, y sitúan la generación de conocimiento válido en las metrópolis urbanas y patriarcales.
Discussions on coloniality in Arrowsmith (John Ford, 1931) Abstract: the transition from the physician-clinician to the physician-researcher with the establishment of the theory of bacteriology, in John Ford’s film Arrowsmith (1931), represents the starting point to observe how power and dominance relationships are established and maintained among different populations within an imperial/colonial system. on the side of the empire, the exaltation of modernity, progress and civilisation through medico-scientific knowledge produced in
universities and laboratories legitimise expansion and domination. However, the other side is uncovered in the colonies, domestic and overseas, where the same relationships complicate the geopolitics of knowledge that discredit native healing systems, denigrate healers, both professional and non-professional, exploit populations and place the generation of valid knowledge within the urban and patriarchal mother countries.
FICHA TÉCNICA título original: Arrowsmith producción: Samuel Goldwyn productions dirección: John Ford Guion: Sidney Howard Fotografía: Ray June Música: Alfred Newman Montaje: Hugh Bennett Intérpretes: Ronald colman, Helen Hayes, Richard Bennett, A.e. Anson, clarence Brooks país: estados Unidos Año: 1931 duración: 108 min. Blanco y negro
Fig. 1: el doctor Arrowsmith y su esposa Leora en el laboratorio del McGurk Institute. (Fuente: Fine Art America https://fineart america.com/featured/ronald-colman-helenhayes-arrowsmith-1931-sad-hill-bizarre-losangeles-archive.html).
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Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931)
Introducción n reconocido autor en busca de un personaje para su próxima novela y un bacteriólogo con una larga carrera literaria por delante se conocen en chicago a principios de los años 20. ellos son Sinclair Lewis y paul de Kruif, y de su colaboración nace, en 1925, la novela Arrowsmith. Lewis había contratado como asistente científico a de Kruif, joven promesa del mundo de la bacteriología en el Rockefeller Institute for Medical Research de Nueva York, y a quien la dimensión comercial y corporativista de la actividad científica en el instituto había tomado por sorpresa y terminado con su recién estrenada carrera investigadora. Sin embargo, su compromiso con el proyecto de Lewis no se limitó a asesorar acerca de las cuestiones técnicas vinculadas a las escenas científicas propiamente dichas. Su interés por la literatura y la popularización de la ciencia lo llevarían a involucrarse en la caracterización de los personajes, refiriendo a menudo sus vivencias personales (García Sánchez, 2005; Hutchisson, 2006). Así pues, el ficticio McGurk Institute, el doctor Arrowsmith y el doctor Max Gottlieb serían los respectivos trasuntos del Rockefeller Institute, del propio paul de Kruif, y de uno de sus maestros. La novela fue reconocida al año siguiente con un premio pulitzer pero Lewis, cuya intención al escribirla era precisamente denunciar “el carácter americano y sus valores”, rechazó un premio que, a su entender, venía a enaltecer los mismos valores que él repudiaba (Gallagher, 1986; Hutchisson, 1996).
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poco después, en 1931, Samuel Goldwyn, dueño de la Samuel Goldwyn Productions, una pequeña productora establecida en Hollywood, encomendaría al ya consagrado cineasta John Ford el encargo de llevar Arrowsmith a la gran pantalla. La versión cinematográfica repitió el éxito de público y crítica logrado por Lewis seis años atrás (Gallagher, 1986; García Sanchez, 2005). el guion, adaptado por el guionista y dramaturgo Sidney Howard (Lo que el viento se llevó, 1939), centra el grueso de la acción en la segunda parte de la novela, en la que el doctor Arrowsmith desarrolla su faceta investigadora en el McGurk Institute de Nueva York. Bajo las órdenes de su maestro en sus años de for-
Fig. 2: póster original del estreno en 1931 (Fuente: Internet Movie dataBase http://www.imdb. com/title/tt0021622/mediaviewer/rm3090625280).
mación y su inmediato superior en el instituto, el doctor Gottlieb, Martin Arrowsmith se embarcará en una expedición científica a las colonias británicas de las Antillas occidentales afectadas por una epidemia de peste bubónica, con el objetivo de probar un suero antipestoso en la población.
Justificación y marco teórico Además de estudios de cine que repasan detalladamente la vasta filmografía de John Ford (Gallagher,
1986) y filmografías transversales que abarcan la historia de la medicina y el cine (dans, 2000; elena, 2002; tabernero y perdiguero-Gil, 2011; tabernero, 2016a, 2016b), existen también artículos monográficos centrados en el personaje de Martin Arrowsmith, mediante el cual se analiza la representación de la medicina y sus prácticas en los primeros años del siglo XX en estados Unidos (García Sánchez y García Sánchez, 2005), las tensiones que aparecen en el ejercicio de cada una de las facetas de su doble condición como médico clínico e investigador (Gutiérrez, 2006), o el
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Mònica Alcalá Lorente
dilema entre la búsqueda de la cura de la enfermedad y el uso de seres humanos como medio para tal fin en contextos coloniales (Lynch, 2000), y su relación con las prácticas actuales (cañizo, 2007).
y colonialismo como dos categorías distintas, entendiendo la primera como la lógica cultural del colonialismo, y este último como la ocupación física de un territorio por parte de una potencia imperial extranjera.
este trabajo pretende recoger el testigo de los anteriores y utilizarlos como base para sugerir una mirada complementaria que enriquezca el debate sobre el papel de los medios de comunicación de masas, y en concreto, del cine, en relación con la historia de la ciencia y la medicina, partiendo de una concepción de estos medios de comunicación como procesos multidimensionales de generación de conocimiento, tanto simbólico como tecnológico, en circulación (Secord, 2004; tabernero, 2016a). en este sentido, el uso de una película de ficción como fuente primaria no tiene la intención de examinar los aciertos y errores en la representación cinematográfica de la medicina y la práctica médica de un determinado tiempo y espacio, ni tampoco evaluar eventuales transferencias de conocimiento desde entornos médico-sanitarios a la esfera social en el sentido del proyecto Public Understanding of Science (durant, 1989). en su lugar, entiende el cine como un acto comunicativo en constante diálogo con la comunidad que lo produce y lo consume. del mismo modo, la actividad científica en sí misma se entiende también como un acto comunicativo, y por tanto, dialógico. Se pretende, entonces, explorar las dinámicas de poder entre grupos humanos relacionadas con la generación, gestión y circulación de conocimiento, que operan implícita y explícitamente en los discursos y prácticas, teniendo en cuenta los contextos narrativos, de producción, y de consumo; particularmente aquellas dinámicas que oprimen, invisibilizan y degradan formas de conocimiento no hegemónicas.
desde la perspectiva de la colonialidad, se tiene en cuenta, por un lado, que “las estrategias colonizadoras se extienden y utilizan a los grupos sociales, definidos en función de la clase, el género y la etnia” (Jiménez-Lucena, 2006). para identificar y describir estas estrategias me valdré de conceptos elaborados y/o utilizados por Frantz Fanon (1959, 1961) y Alberto Memmi (1957) en sus textos en tanto que testimonios y actores de los movimientos (des)colonizadores en Argelia, desde el punto de vista del colonizado.
para analizar estas dinámicas, se utilizarán conceptos desarrollados en el seno de la crítica a la poscolonialidad a partir del Proyecto M/C (modernidad/colonialidad) (castro-Gómez et al., 1999; Mignolo, 2003). este proyecto se basa en dos premisas principales: por un lado, la definición de colonialidad y modernidad como dos caras de la misma moneda; por otro, la distinción entre colonialidad
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del mismo modo, y con el objetivo de mantener una coherencia con el discurso y el punto de partida del análisis desde la perspectiva del colonizado, las fuentes secundarias utilizadas para contextualizar el periodo histórico consisten en textos distanciados de las narrativas imperio-coloniales que se cuentan desde la óptica de los conquistadores y los líderes de la civilización occidental. en este sentido, los autores y autoras principalmente utilizados, además de Fanon y Memmi, previamente mencionados, son dee Brown (1970), eduardo Galeano (1971), Howard Zinn (1980), Angela davis (1981), Norbert elias (1987) y eric Hobsbawm (1991), todos ellos profundamente motivados por la necesidad de construir relatos alternativos al hegemónico. para facilitar la tarea analítica y la comprensión del texto, trataré de separar los distintos ejes, teniendo en cuenta que dicha distinción es arbitraria y responde a una necesidad metodológica y comunicativa pero que, al igual que en la realidad, dichos ejes aparecen en la película constantemente entretejidos.
Contexto histórico el expansionismo estadounidense hacia el sur del continente como objetivo principal de su política territorial cuaja a partir de 1890, con el genocidio lakota a manos del Go-
bierno Federal de los estados Unidos en el arroyo de Wounded Knee, dakota del Sur (Brown, 1970). A partir de ese momento, el proyecto de ocupación y desplazamiento de las comunidades nativas hacia el oeste, llevado a cabo paralelamente a la usurpación de territorios mexicanos (1864-1848), se da por concluido, y la frontera interna queda oficialmente cerrada (Zinn, 1980). para entonces, el próspero desarrollo de las primeras colonias británicas establecidas dos siglos atrás en lo que vino a llamarse Nueva Inglaterra, había dado lugar a un tejido industrial lo bastante potente como para generar tales cantidades de excedentes de producción que veían necesaria una apertura comercial al extranjero. No obstante, dicho desarrollo participó activamente, y se nutrió, de un negocio comercial generado por la colonización europea de lo que hoy conocemos como América Latina, y se basó, al igual que en el caso de europeo, en la esclavitud, el expolio de los recursos naturales y la extirpación de la capacidad manufacturera de los territorios colonizados (Galeano, 1971). La acumulación de capitales derivados de la producción industrial nutrida de la usurpación colonial, conllevó la aparición de una burguesía industrial que, al igual que la europea, basaba su modelo capitalista de organización de las sociedades en la necesaria proyección de una entidad nacional, esto es, en la creación de un estado-nación (Hobsbawm, 1991), y de ahí, y a partir de la segunda mitad del siglo XIX, con la creación de un imperio bajo la argumentación de una agenda comercial exterior necesaria para la economía del país. A raíz de los movimientos de liberación latinoamericanos del imperialismo español, los estados Unidos habían elaborado en 1823 la doctrina Monroe con la pretensión de defender estos movimientos independentistas en un contexto general de liberación americana. No obstante, esta declaración ya dejaba clara la intención de subyugar al resto de países americanos, especialmente aquellos localizados en la cuenca del caribe, enclave estratégico para sus intereses comerciales y expansionistas. La intención quedó demostrada a finales del siglo XIX cuando, en la guerra por la independencia de cuba y puerto Rico
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Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931)
contra españa, la intervención de los estados Unidos terminó con un simple cambio de manos en el poder, de tal manera que el control de estas islas caribeñas pasó de un imperio a otro, y las demandas de libertad de sus habitantes quedaron truncadas. La asunción de una superioridad racial está en la base de la justificación del imperialismo decimonónico europeo (Mignolo, 2013) y coexiste y se continúa con el imperialismo estadounidense del primer tercio del siglo XX. esta idea de superioridad racial se sustenta, a su vez, en un cuerpo teórico construido a partir de un conjunto de estudios desde distintas disciplinas científicas orientadas a la identificación, descripción y clasificación de diferencias raciales (Lewontin et al, 1996). por citar un ejemplo, en 1906, Robert Bennet Bean diseccionó el cuerpo calloso de los cerebros de varios individuos, arrojando datos que aparentemente explicaban las diferencias raciales y establecían escalas que legitimaban las jerarquías sociales a partir del reconocimiento de éstas. Las mismas pruebas servían también para describir diferencias entre hombres y mujeres que legitimaran las estructuras de género dominantes en la época (Fauto-Sterling, 2006). en los estados Unidos, el establecimiento de la escala racial se relaciona directamente con el origen geográfico-racial-cultural de la clase dirigente, que coincide con el pasado de los padres fundadores: la ascendencia europea protestante. de este modo se expresaba John W. Burgess, catedrático de ciencias políticas de la Universidad de columbia, en 1912: “especialmente dotadas con la capacidad para establecer estados nacionales, […] se les confió [a las razas teutonas y anglosajonas] la misión de liderar la civilización política del mundo moderno” (Zinn, 1980). Años después, Frantz Fanon, médico y activista por la liberación argelina, en sus textos acerca de la colonización francesa de Argelia, no pudo ser más claro al definir la medicina científica occidental como parte del sistema opresor. en su opinión, la actividad médica ligada al contexto colonial tiene para el colonizado un significado: “[el colonizador piensa:] este país nos debe algo a nosotros; dado que si no fuera por nosotros, no
habría país” (Fanon, 1959). de este modo, la causa del desarrollo de las razas consideradas inferiores se localiza en la esencia del colonizado, concepto utilizado por Alberto Memmi (1957) y que se define como la atribución, por parte del colonizador, de la incapacidad congénita del colonizado debida a su raza. Así, se justificaría, desde un punto de vista científico, la presencia, la ocupación y la colonización de sus territorios por razas superiores. el vínculo entre las ideas de superioridad racial, la función civilizadora y la mejora de la especie halla un particular impulso en el movimiento eugenésico de los estados Unidos a principios del siglo XX. dicha tarea o función civilizadora encontraría su medio legitimador a través del Rockefeller Institute (Hanson, 2000), el cual, a través de su fundación filantrópica financiaría los estudios eugenésicos que estaban en auge con el pretexto de llevar el conocimiento científico al beneficio del desarrollo humano. con el argumento eugenésico en la mano, los legisladores estadounidenses contaban con un corpus teórico que avalaba, a través de los datos arrojados por la comunidad científica, la consecución de medidas sociales que restringían la entrada de inmigrantes a suelo estadounidense o que permitían la catalogación de seres humanos como no adecuados, y su uso como sujetos en experimentos médicos. este último es el caso del desafortunadamente conocido experimento tuskegee (Jones, 1993), en el que la población negra afectada de sífilis de la ciudad de tuskegee, Alabama, fue privada de medicación y utilizada durante cuatro décadas (1932-1972) por el Servicio de Salud pública de los estados Unidos como sujetos experimentales para observar la historia natural de esta enfermedad.
Contexto del director John Ford (1894-1973) nació en una familia de inmigrantes irlandeses que se habían afincado en portland, Maine, huyendo de la hambruna, enfermedades y demás dificultades que estaba sufriendo la población irlandesa en el siglo XIX. Su madre, Abby,
no sabía leer ni escribir en inglés (aunque sí en gaélico), y su padre se ganaba la vida con una taberna y con el contrabando de alcohol en el puerto, mientras ayudaba a otros inmigrantes recién llegados a encontrar casa, trabajo y papeles. Formaban una familia trabajadora con seis hijos supervivientes, que, cuando las cosas iban bien, podían costearse una granja donde vivir y, cuando iban mal, tenían que contentarse con uno de los apartamentos de una casa compartida con dos familias más. entre los distintos vecinos se encontraban familias de diversas culturas: irlandeses, italianos, polacos y judíos, así como una minoría de familias negras, conviviendo con una tolerancia y una solidaridad que no encontraba, sin embargo, réplica entre las élites protestantes de la ciudad, más inclinadas a centrar la atención en las diferencias con los recién llegados (Gallagher, 1986).
Fig. 3: John Ford en 1946 (Fuente: Wikipedia. Fuente original: Los Angeles daily News https://commons.wikimedia.org/w/index.php ?curid=15275029).
Siguiendo los pasos de su hermano mayor, Francis Ford (18811953), John se trasladó en 1914 a california para empezar su carrera en el mundo del cine como “chico para todo”. tres años después ocupaba un puesto como operador de cámara, y en 1921, tras un periodo en la productora Universal Studios, firmó un contrato de larga duración con la Fox
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Film Corporation que al cabo del tiempo le permitía también trabajar ocasionalmente para otras productoras, entre ellas, la Samuel Goldwyn Production, la productora de Arrowsmith. el rodaje de Arrowsmith, a finales de la década de los años veinte, coincide con un periodo en la filmografía de Ford en el que sus personajes, inmersos en un retrato de los estados Unidos contemporáneos misántropo y opresivo, empiezan a adquirir una conciencia crítica (Gallagher, 1986). A pesar de que por entonces Ford disfrutaba de una posición socioeconómica acomodada, no es impermeable a la hambruna y la pobreza que siguieron a la Gran depresión, quizás por reflejo de su origen familiar. Aunque más bien famoso por su escasa locuacidad y su reticencia a analizar sus propias películas, entrevistas como las de peter Bogdanovich dejan entrever que, más allá de la imagen de tipo duro que se limitaba a cumplir con un guion encargado, Ford tenía otro tipo de motivaciones más personales a la hora de rodar una película: “despreciaba enormemente todo tipo de autoridad, de influencia paterna sobre él; a todos los productores, a todo el dinero; eran sus enemigos” (Bogdanovich, 1971). Si bien la novela se escribió años antes del
crack de 1929 y la subsecuente crisis, Sinclair Lewis y paul de Kruif ya recogen una visión desencantada de las promesas de emancipación derivadas del desarrollo científico-tecnológico de la revolución industrial iniciadas en el siglo anterior. John Ford se suma a esta lectura deprimente y alienada (tabernero, 2016b), pero a diferencia de los autores de la novela, muestra la salida a esta situación en la generosidad y el sacrificio individual sin cuestionar de raíz, no obstante, a juzgar por el final que nos propone, el sistema social, político, económico y cultural que ha llevado a esta explosión.
Análisis de la película en Arrowsmith, el argumento que liga las dinámicas de poder entre grupos humanos en los distintos ejes de clase, raza y género es el proceso medicalizador de la peste. A través de la práctica de una medicina científica que dirige su atención a la búsqueda del patógeno como responsable único de la epidemia, se invisibilizan los entornos sociopolíticos que han influido en la manifestación y extensión de la enfermedad. del mismo modo, centrando el tratamiento en la elabora-
ción de un suero antipestoso efectivo como la única solución “que la humanidad quiere oír” (63:16), se perpetúa un sistema erigido y mantenido a través de la construcción de unas relaciones sociales basadas en la maximización de las diferencias entre grupos humanos que legitimen la subordinación de unos con respecto a los otros. La película comienza con un flashback aparentemente desvinculado de la historia principal, un prefacio en el que una mujer, emmy, cabalga una diligencia hacia el oeste, donde “hay tantas cosas que aún tengo que ver” (01:28), a pesar de que su compañero insiste en cambiar de rumbo y dirigirse a cincinnati, territorio conocido donde vive un tío suyo. La abuela de Martin Arrowsmith es una de las escritoras de la historia de los emprendedores que, en su huída de la miseria, se aventuraron a adentrarse en el inhóspito lejano oeste americano en busca de oportunidades, desde la dignidad y el convencimiento de merecer un futuro mejor pero que, en esa búsqueda, a la vez contribuían a empujar los márgenes de las ya fatalmente diezmadas y perseguidas comunidades indígenas, y hacían de las expectativas expansionistas del gobierno estadounidense a lo largo de la franja oeste, una realidad en el día a día. Más tarde, la misma idea de la tierra prometida más allá de la frontera inhóspita reverbera de nuevo cuando Martin, recién casado, y su esposa Leora deciden el lugar donde empezarán a construir su nueva vida juntos: el espacio del “hombre rudo, del hombre de verdad” (12:37), en la tierra de las oportunidades. en South dakota, la tierra de la masacre lakota. es el relato, desde el punto de vista occidental, de la civilización y el progreso, y por tanto, en su otra cara indisoluble, del colonialismo y la colonialidad.
El eje de clase y la colonialidad interior
Fig. 4: Arrowsmith, satisfecho ante el rótulo de doctor en su nueva casa en South dakota, donde vive con Leora después de casarse. (Fuente: classic Movie Favorites http://www.clas sicmoviefavorites.com/julie-reviews-ronald-colman-in-arrowsmith-1931/).
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Arrowsmith, que desde su temprana vocación adolescente lleva consigo la ética, la cultura y el conocimiento (tabernero, 2016b), se encuentra, en su estreno como médico clínico, con un agente de policía
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Discursos en torno a la colonialidad en Arrowsmith (John Ford, 1931)
que espera su llegada bajo un portal. La práctica médica revela desde el primer momento una faceta del oficio hasta ahora desconocida: el orden social, la medicina como herramienta para ordenar grupos humanos. escaleras arriba, el policía argumenta su presencia porque “esta gente se alborota de vez en cuando” (04:55): estamos en un edificio de apartamentos para obreros, donde una familia de inmigrantes italianos espera al doctor para atender un parto. La puerta que abre Martin al entrar en la vivienda abre también la puerta a la colonialidad interior, la que opera en la definición de los mecanismos de poder entre clases sociales dentro de la metrópolis. detrás de ella aparece una familia amontonada, numerosa y chillona; una masa homogénea de hombres reunidos grita animadamente alrededor de una mesa, bebiendo y fumando. “¿Alguien habla inglés?”, pregunta Arrowsmith. “todos”, exclaman, como quien responde a una obviedad. pero no hay forma de comunicarse. Asistimos así al encuentro entre el americano por derecho propio, nacido en los estados Unidos, y la familia inmigrante. Se trata del encuentro entre el uno y la masa que establece la individualidad del lado de Martin y reduce a la familia a un grupo homogéneo. La homogeneización del colonizado, y por tanto, la negación de su identidad, es una constante en los procesos de colonialidad (Memmi, 1957) y posibilita su mistificación, esto es, la generación de un retrato mítico (Memmi, 1957; Fanon, 1959, 1961), esta vez en la forma de familia extensa, ruidosa, alborotada. La homogeneización y la mistificación a su vez allanan el camino a la criminalización del colonizado: la presencia del agente de policía nos habla de la presunción criminal por defecto del extranjero y pobre. Los códigos de conducta y el lenguaje que el inmigrante trae consigo no son los legítimos del territorio civilizado y civilizador (elias, 1987) de la metrópolis, y se utilizan como argumento para la represión o, cuando menos, la intimidación mediante la presencia del agente civilizador, aun dentro de la casa, el ámbito privado familiar. paralelamente, la presencia del médico, en tanto que brazo científico-médico de la acción civilizadora
Fig. 5: población nativa de la isla caribe detrás de los doctores Arrowsmith, Sondelius y Marchand, después de llegar a la colonia. (Fuente: classic Movie Favorites http://www.classic moviefavorites.com/julie-reviews-ronald-colman-in-arrowsmith-1931/).
de la metrópolis, reorganiza las agencias epistemológicas y crea una jerarquía mediante la relación médico-paciente por la cual el papel de la autoridad conocedora está ocupado por el médico-hombre-americano. como en la colonialidad de ultramar, se niega la capacidad de generación de conocimiento del colonizado, en este caso, la paciente-mujer, incluso cuando se trata del saber acumulado durante generaciones de mujeres dando a luz, aunque sea dentro de una familia manifiestamente patriarcal que relega a las mujeres a un subgrupo recluido en una habitación situada fuera del plano, y mantiene a los hombres en el espacio principal del apartamento. La colonialidad interna se manifiesta especialmente relacionada con la ruralidad en la familia Novak. Henry Novak, un granjero de origen sueco que habla inglés con dificultad, llama a Arrowsmith en mitad de la noche porque su hija se ha puesto enferma (16:49). Ya en casa de los Novak, la madre de la criatura enumera minuciosa y desesperadamente los cuidados con los que ha tratado de mejorar el estado de salud de su pequeña. como cuidadora - función que ejecuta previsiblemente en concordancia con el rol asignado en la fami-
lia – y, por tanto, conocedora a través del conocimiento práctico de los males que acechan a las criaturas, apunta al doctor un posible diagnóstico: “creo que es crup” (18:10). Sin embargo, la respuesta del doctor es la ausencia de diálogo. en su lugar, examina la garganta en busca de los síntomas objetivos. No es crup; es difteria, pero los Novak no saben qué es eso, puesto que ambas enfermedades son indistinguibles en sus síntomas, y su diferencia se explica sólo a través de la teoría bacteriológica (la bacteria responsable de la enfermedad fue descrita en 1884 por los bacteriólogos Klebs y Löffler). La medicina científica basada en la teoría bacteriológica determina el diagnóstico correcto y recrimina a los padres el no haber llamado antes. Su conducta se entiende como producto de un analfabetismo triple (de idioma, de conocimiento universitario y de acceso a los medios sanitarios) del que deben salvaguardarse, como si fuera también una enfermedad, mediante el empeño y la dedicación del médico del que dependen y deben depender, so pena de causar la muerte de la niña. el lugar de las oportunidades proclamado desde el lado civilizador, se traduce, desde el lado del colonizado, en el lugar de la muerte inexorable.
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El imperialismo científicomédico y el racismo el rechazo a los sistemas de sanación del otro y del conocimiento no universitario adquiere el matiz racial en la isla caribe, cuando el doctor Marchand lleva a sus colegas, el doctor Arrowsmith y el doctor Sondelius, a ver el lugar donde se llevará a cabo el experimento (70:34). La llegada a la isla se distingue por un cambio ostensible en la estética de la imagen, repetido en otras secuencias con la misma intención, e influido por el cineasta Friedrich Wilhelm Murnau (1888-1931), cuyo estilo expresionista cautivó a Ford desde el principio de su convivencia como trabajadores de la Fox (Gallagher, 1986). La trascendencia que otorga este estilo a los elementos del entorno contribuye a generar la noción de que los individuos están determinados por él. de este modo, el aspecto exótico, lejano, hostil y pernicioso elaborado con el uso de las antorchas, las sombras, y las percusiones y cantos tribales sugiere que los nativos de la colonia están atrapados por unas circunstancias que no pueden cambiar. precisamente, la isla caribe es una pequeña isla alejada del poder colonial, poblada básicamente por negros, y donde la peste ha afectado eficazmente; condiciones que hacen de ella el lugar ideal para llevar a cabo el experimento sin impedimentos. parece que esta esclavitud para con las condiciones de vida es un rasgo esencial del colonizado (Memmi, 1957; Fanon, 1959, 1961). La idea de esencia del colonizado forma parte del proceso de mistificación dentro de la colonialidad, y sitúa los rasgos, descritos por el colonizador, en el ser. Así, el retrato mítico que describe la incapacidad del colonizado de manejar sus circunstancias y controlar su propio destino, aleja la causa de la estructura opresora y la sitúa en su naturaleza, facilitando su adscripción a una categoría inferior de ser humano, y justificando su manejo y control por parte del agente civilizador. como hemos visto en la familia de italianos, esto mismo se ajusta también al eje de clase, con la colonialidad interior, y ocurrirá de nuevo en el eje de género, con el patriarcado.
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para la creación del mito de la incapacidad es necesario establecer también una lejanía en el plano temporal: el primitivismo como rasgo esencial del colonizado (Memmi, 1957; Fanon, 1959; 1961). La negación de la contemporaneidad aparece en la construcción del imaginario del sistema mundo moderno/colonial desde los inicios de la colonización en el siglo XVI (Mignolo, 2003). La visión del círculo de hombres en trance practicando vudú, siguiendo, además, las indicaciones de una sanadora de exagerados y extravagantes gestos coloca un sistema de sanación basado en el pensamiento mágico-religioso, y gestionado por mujeres, en el centro de la incapacidad de los nativos para hacer frente a la epidemia y, por tanto, del caos inherente a la colonia, del que sólo se puede escapar con la medicina racional traída por los hombres occidentales. el uso de estos elementos en la llegada de los médicos funciona para presentar la confrontación imperio-colonia, basada en la comparación de pares opuestos que enfatiza las diferencias entre los dos grupos: los forasteros individualizados procedentes del mundo moderno del orden y lo racional, y la población colonial aparentemente caótica y atrapada en el tiempo, y principalmente homogénea.
pero “el vudú es tan bueno como lo que nosotros hemos intentado hacer”, dice el doctor Marchand (70:34). oliver Marchand, - representado por el actor clarence Brooks, fundador de The Lincoln Motion Picture Company para combatir las distorsiones que se hacían de la comunidad afroamericana desde Hollywood (cripps, 1993) - es un negro nativo de la colonia y, por lo tanto, inevitablemente descendiente de esclavos. pese a eso, ha estudiado medicina en la Universidad de Howard, en Washington d.c., y ha vuelto a la isla. es, pues, el colonizado que adquiere el sistema médico occidental (Fanon, 1959) pero que, sin embargo, no puede detener la epidemia. La cuestión que subyace aquí ya no es si el tratamiento para la enfermedad procede de un pensamiento mágico-religioso o racional, sino quién es la autoridad que decide dicho tratamiento. A pesar de haber estudiado en la capital administrativa del imperio, Marchand no puede escapar de su esencia de colonizado incapaz (Memmi, 1957), y acaba acudiendo al colonizador, al blancoexperto en medicina científica de raíz positivista. A través de un proceso de inclusión excluyente (tabernero et al, 2017), la promesa de inclusión que figuraba ser el ejercicio de la me-
Fig. 6: Mrs. Lanyon en la cola para recibir el suero antipestoso del doctor Arrowsmith. en segundo plano, el doctor Marchand se encarga de administrar el placebo. (Fuente: classic Movie Favorites http://www.classicmoviefavorites.com/julie-reviews-ronald-colman-in-arrowsmith1931/).
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dicina, y así, la asimilación a la cultura occidental, termina por revelar a Marchand como ser instrumentalizado, como subalterno que mediará entre la medicina imperial estadounidense y los sujetos humanos utilizados durante el experimento: la comunidad de esclavos de la que él mismo procede y que pondrá de buena gana al servicio de Arrowsmith. La propia evolución del personaje refleja este proceso: Marchand es el único nativo con voz propia en toda la colonia; el resto de colonizados recibe el mismo tratamiento homogeneizado que hemos visto para la familia de italianos. No obstante, las condiciones de su muerte anulan su aparente individualidad, puesto que muere en mitad de una llamada telefónica de auxilio (85:46), sin tiempo para establecer una comunicación efectiva con Arrowsmith e informarle de su contagio. Muere sin voz, sin rostro, y no hay diferencia entre él y las carretadas de cuerpos devastados por la peste. No es ese el caso de Gustav Sondelius, el oficial de salud pública que ha viajado por el mundo, no como migrante, aunque él también es sueco, como los Novak, sino como autoridad sanitaria y miembro de la Real Academia de Medicina de Suecia. Sondelius muere, como Marchand, en la colonia, pero no sin antes haber transmitido a Arrowsmith su última voluntad: inyectar el suero antipestoso a toda la población. Muere con el honor de la despedida, rodeado de negros que le lloran y recordado por Arrowsmith como uno de los grandes: “solía recorrer el mundo hablando de los héroes de la salud. Ahora es uno de ellos” (82:19). La distribución de los diferentes grupos humanos en la casa del gobernador durante la visita del doctor Arrowsmith constituye otro ejemplo de cómo operan los mecanismos de inclusión excluyente en la colonia. La secuencia (61:45) comienza con un grupo de negros - entre los que se encuentra el doctor Marchand, en ese momento todavía desconocido para el espectador -, atentos a las explicaciones de Arrowsmith acerca del experimento. Se diría que pertenecen al grupo de autoridades citadas para la discusión del asunto, pero Ford abre rápidamente el plano y acaba mostrando un palco que mira hacia una
gran mesa situada debajo. en la mesa se encuentran Arrowsmith, el gobernador, y un grupo de dirigentes, todos ellos blancos y con voz propia. Lo que podría parecer una inclusión de la comunidad colonizada en los centros de poder es, de hecho, una exclusión puesto que, si bien están presentes en la toma de decisiones, no participan en ellas. No es hasta que el gobernador ha dado por terminada la sesión, y todos los asistentes se han ido, que Marchand se acerca a Arrowsmith para ofrecer a “su gente” como conejillos de Indias. Los colonos de la isla de Saint Hubert, sentencia el gobernador, morirán “como hombres”. A pesar de que comparten latitud y clima con los colonizados, ellos forman parte del poder administrativo de la colonia y sus condiciones de vida no son tan desesperadas como para aceptar ser utilizados como sujetos experimentales. La isla caribe, sin embargo, es la isla con más casos de peste en la colonia. Sus habitantes viven entre suciedad, ratas y escasez de alimentos y se asume que “será un honor” para ellos dejarse inocular por el suero antipestoso de Arrowsmith. Van a ser héroes sin ninguna otra salida que serlo, ni tan siquiera habrá lugar para el debate sobre si quieren serlo o no. en la isla caribe no hay reunión para consensuar nada, las condiciones de vida impuestas por la colonización hablan por todos sus habitantes. otros héroes aparentemente voluntarios son los soldados, doughboys, que se presentaron para las pruebas de contagio de la fiebre amarilla, y que Sondelius enaltece como salvadores de la humanidad. Al igual que en las trincheras, son los soldados y no los oficiales, ni mucho menos los oficiales generales, estrategas estos últimos, los que mueren en las batallas, ya sea la guerra contra un país o contra un microorganismo. La detección del microbio que provocaba la fiebre amarilla fruto de los estudios realizados con soldados, y también con inmigrantes españoles, después de la Guerra de la Independencia de cuba en 1898 (pierce, 2003), vino muy bien al gobierno de los estados Unidos para acelerar los trabajos de construcción del canal de panamá (1904-1914) y ganar terreno al gobierno francés, con quien competía por el dominio imperial en la
zona, y continuar así con su agenda expansionista hacia el sur (Aguas, 2016). Sondelius, haciendo uso de su lenguaje militar habitual, propone en un momento dado quemar el poblado y saquear el almacén. La secuencia de la irrupción de Arrowsmith, Marchand y Sondelius en la plantación de Mr. twyford en mitad de la noche, seguidos del resto del poblado antorchas en mano (72:00), recuerda a una rebelión pero, si bien consiguen hacerse con los terrenos de la plantación a pesar de las reticencias de su dueño, ello no conlleva una modificación de la estructura de poder de la isla. Más tarde, cuando el experimento ya ha comenzado, el terrateniente, su hija y Mrs. Lanyon, una amiga de la familia, deciden formar parte de él, y se colocan directamente en la fila donde Martin reparte su suero antipestoso. para ellos no hay selección previa; la estructura de la dominación colonial los ampara y los pone a salvo de caer enfermos por su posición de colonizadores, si bien insisten, en un tono que no puede escapar a la sátira, que son “como los demás” y que los han abandonado en la isla como al resto (75:17).
El imperialismo decimonónico y la diferencia imperial el monólogo de Sondelius en su primera aparición en la conferencia de Minneapolis (21:00) sugiere una conexión que será clave para la definición de las dinámicas de poder entre el imperio británico y el expansionismo de los estados Unidos en el caribe. A través de su experiencia, y con un lenguaje militar y paternalista descendiente de la policía sanitaria del siglo XVIII, relata sus gestas alrededor del mundo para frenar las diversas epidemias que se inician, invariablemente, en las colonias, y acechan a los centros de poder. el punto clave queda señalado al hablar de la debacle de Londres y, ligado a ello, el temor a que las epidemias tropicales alcancen las metrópolis. Más tarde (55:00), Sondelius detecta una epidemia de peste en el caribe y alerta a su colega dr. Gottlieb, del Instituto McGurk, para que se haga cargo. después del desastre de Londres hay que proteger a la nueva metrópolis, Nueva York. el estableci-
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miento de la teoría bacteriológica y del laboratorio como lugar principal de generación de conocimiento médico-sanitario (tabernero, 2016b) y su gestión, en la metrópolis y en ultramar, a través del trasunto del Instituto Rockefeller, sitúan, a principios del siglo XX, el nuevo imperio científicotecnológico en los estados Unidos. La discusión entre el gobernador de la colonia y Arrowsmith a su llegada a la isla de Saint Hubert es un pulso entre dos fuerzas dominantes (61:45) que retrata el problema de la diferencia imperial. Al igual que la diferencia colonial, la diferencia imperial jerarquiza también grupos humanos para legitimar el control de unos sobre otros pero, en el caso de la diferencia imperial, la jerarquía no se constituye entre el imperio y su colonia, sino entre dos imperios capitalistas, occidentales y cristianos (Mignolo, 2003) en competencia. en la película, el conflicto se establece entre el poder político de la colonia británica y el poder médico representante del potencial científico-tecnológico del expansionismo estadounidense. No es casualidad que un científico sea el interlocutor del máximo mando administrativo de la colonia, puesto que es del poderío científico-tecnológico de lo que se sirve y en lo que se basa la agenda expansionista de los estados Unidos. en el mismo sentido, los términos en los que se desarrolla la controversia giran alrededor de los conceptos de civilización y humanidad. Ambos representantes imperiales se consideran con la autoridad suficiente para establecer qué es lo necesario y lo bueno para la colonia y la humanidad: el gobernador rechaza el experimento “en nombre de la civilización”, pero Arrowsmith, convencido del lado de quién está la civilización, utiliza sus argumentos científicos como arma arrojadiza. La inoperancia manifiesta de la autoridad colonial para terminar con la epidemia refleja, de algún modo, lo caduco de un imperialismo decimonónico británico, y europeo por extensión. Que Arrowsmith amenace con no ofrecer la ayuda médica necesaria si no obtiene vía libre para llevar a cabo su experimento es una prueba del poder por el que se siente respaldado. el pulso por la hegemonía del caribe – y más allá – está sobre la mesa.
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La mujer como subalterna en los procesos de modernidad/colonialidad Aparte del eje social y el eje racial, a lo largo de la película encontramos entrecruzado el eje de género como el tercer eje a través del cual se definen y establecen las relaciones de poder y subordinación entre grupos humanos en los procesos de modernidad/colonialidad. Inmediatamente después de los negros nativos, Ford nos muestra otro grupo antes de bajar la cámara a la mesa de negociación: se trata de un grupo de tres mujeres rodeadas, naturalmente, por hombres (61:49). como ocurría anteriormente con los nativos de la colonia, la inclusión de las mujeres en los lugares de toma de decisiones es sólo aparente. en este caso, su resolución como meras espectadoras es aún más patente, puesto que no aparecen solas, o en un grupo únicamente femenino que pueda identificarse a sí mismo y externamente como colectivo, sino tuteladas por sus acompañantes. por otro lado, las tres mujeres son de raza blanca y, a juzgar por los atuendos, de clase alta. La ausencia de mujeres negras en la casa del gobernador, ni tan siquiera para simular una presencia vacía y aparente como en los dos casos anteriores, nos sirve como guía para describir más adelante las intersecciones entre los ejes de raza y género desde la colonialidad. el papel de la mujer como grupo humano tiene su representante principal a lo largo de toda la trama en el personaje de Leora. Leora tozer es una mujer joven nacida en plena efervescencia del movimiento New Woman (todd, 1993) de los estados Unidos en los inicios del siglo XX. Aunque se ha criado en el interior del país, procede de una familia acomodada del medio rural, podríamos decir que de la burguesía rural, que tiene menos que ver con la vida campesina descrita en la familia de Novak y más en común con los emprendedores de dos generaciones atrás. La situación económica familiar y la consecuente redefinición de los vínculos de ésta han contribuido a que las mujeres de su generación y su mismo entorno socioeconómico se muden a la ciudad para formarse y
trabajar, aunque no en cualquier trabajo. La elección de la enfermería como profesión puede funcionar de nuevo como un mecanismo de inclusión excluyente, en el sentido que mantiene el papel de cuidadora tradicionalmente desempeñado por la mujer en el seno de su comunidad, pero en lugar de emplazarla a ella y a su función comunitaria a una posición de poder como generadora y gestora de conocimiento médico -sanitario, se la sigue relegando a la función ejecutora, subalterna al doctor. el sometimiento de la gestión de los cuidados a la figura médica lo hemos visto también en las mujeres italianas, que acuden a un médico novato y sin ninguna experiencia personal en la gestación y el parto; en la madre Novak, de la que su conocimiento práctico no merece otra cosa que el desdén a través del silencio; en la sanadora de la isla, mujer empoderada dentro de su comunidad pero relegada a charlatana incapaz a ojos de la ciencia patriarcal occidental; y de nuevo de forma particularmente dramática en Leora, que muere como madre y como ser humano a la espera de que el conocimiento de su marido la salve. por otra parte, la evolución del personaje de Leora revela flujos contradictorios en el proceso de emancipación de la mujer blanca y de clase media-alta en el primer tercio del siglo XX en los estados Unidos. cuando conoce a Martin (06:36), Leora es una enfermera rebelde que fuma y no muestra el respeto presupuesto al hablar con un doctor. esta rebeldía le ha valido el castigo del director a fregar suelos “cosa que no debería hacer una enfermera”, pero toda la rebeldía, e incluso la independencia económica y emocional que su trabajo podía aportarle, se desvanecen en cuanto Martin y ella se casan. La riña con sus padres en defensa de su marido y los términos en los que se desarrolla son un buen ejemplo de ello: “Martin ha dejado una gran carrera como científico para ser un doctor de pueblo y poder mantener a su mujer” (14:13). Mientras que tomar la palabra en la discusión, junto con la exhibición sin pudor de nuevos hábitos vinculados a la imagen de mujer independiente de la época - “si madre, fumo” -, muestran una autonomía que se enfrenta a la estructura patriarcal, a la vez, su
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Fig. 7: Leora, enferma, en la isla Saint Hubert (Fuente: classic Movie Favorites http://www.classicmoviefavorites.com/julie-reviews-ronaldcolman-in-arrowsmith-1931/).
discurso deja entrever cuál será el destino de esta nueva generación de mujeres una vez casadas: abandonar su vida profesional para convertirse en esposas, amas de casa y madres. por un lado, la condición burguesa permite una cierta independencia económica y social, pero dicha independencia es únicamente legítima mientras la mujer es soltera, puesto que en cuanto se casa vuelve a ocupar el rol de proveedora de cuidados, manteniendo de este modo la estructura familiar. Sin embargo, la subalternidad de Leora se modifica en la colonia: ante la petición de Martin de preparar su maleta y la de Sondelius para la expedición a la isla caribe – a la que sólo irán los hombres porque “no es lugar para mujeres” (67:03) –, Leora delega esta tarea en Bella, la mujer negra del servicio de la casa en la que se hospedan, mientras ella se queda en el laboratorio empaquetando los instrumentos que su marido cree ne-
cesario llevarse para el experimento. en la colonia, los ejes de raza y clase definen las relaciones de poder entre las dos mujeres y redibujan la repartición de las tareas entre ellas. Si en la metrópolis Leora estaba confinada a una existencia doméstica y apartada del laboratorio, en la isla accede a él, aunque sea de forma testimonial y aún subalterna en relación con el hombre-blanco-doctor pero, eso sí, a cambio de relegar a Bella al mismo papel doméstico al que ella había sido desplazada al casarse. como viene ocurriendo desde un siglo atrás, la emancipación de la mujer blanca de clase media-alta ocurre a expensas de negar el espacio a sus congéneres de raza negra (davis, 1981). Leora muere desesperadamente sola, a pesar de las repetidas súplicas a Martin para no dejarla atrás, de las obstinadas persecuciones hasta el laboratorio en mitad de noches invernales, del apoyo abnegado a la determinación de él de no ser “un médico de pueblo”;
descorazonada por no poder cuidar, desamparada porque, si ella es quien debe cuidar, no hay nadie que cuide de ella. Maldice su condición de mujer en la despedida antes de la partida de su marido a la isla caribe, y en ella resuena la rebeldía de los primeros días de matrimonio, cuando se enfrentaba a su familia haciendo suyo el proyecto de Martin, y más allá, cuando siendo soltera la obligaban a agacharse por hablar con voz propia y fumar y, rabiosa, se lamentaba de no poder dejar de rebelarse. Leora se contagia de peste al fumarse un cigarrillo contaminado por unos tubos de ensayo derramados; se contagia por insistir en el hábito masculino de fumar, de estar en el laboratorio, a pesar de vivir en la contradicción del confinamiento a la domesticidad y la docilidad, como tantas otras mujeres de su época; se contagia igual que los negros de la isla, como todos los colonizados que, queriendo ser, no pueden.
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