Alegres Provincias
CONTRAPORTADA
“Y me esperan allí todos sus ríos, todas sus piedras, todos sus halcones” Ramón Palomares
SUPLEMENTO CULTURAL DE CIUDAD MÉRIDA / 4 DE DICIEMBRE 2014 / NRO. 1
Anecdotario... Carlos Augusto León
Recuerdo y Respeto para JM Briceño Guerrero Recuerdo que JM Briceño Guerrero me preguntó un día por un gran amigo común. Sigue en Caracas, le respondí escuetamente. En voz queda dijo: Caracas, sí, se fue a Caracas porque aquí en Mérida no tiene todo lo que necesita para sus investigaciones, Caracas es centro de poder y también atrae mucho eso, es un riesgo, un peligro. Guardé silencio pensando lo que creí que él pensaba. Lo pensaba sobre la certeza harto firme de que JM Briceño Guerrero rechazaba de mil modos los podercitos intelectuales que se generan en el bullicio. Entre los susurros y los gritos, prefería los susurros, los murmullos del pensamiento, si posible con poca gente. Le gustaba el verdadero silencio esencial que se da aun entre las palabras. Habitó siempre los espacios del silencio con la palabra adecuada, los espacios académicos con el silencio que dice o con la palabra verdadera. Pensando en la ausencia de JM Briceño Guerrero, volví a un texto que me hizo conocer aquel querido amigo común. Un texto de Heidegger. Allí, ese gran filósofo da respuesta pública a un tentador ofrecimiento. Lo hace de modo inusual al común a quien llama la fama y el poder. Era el ofrecimiento insistente de que se mudara a la Universidad de Berlín. Heidegger pasaba largas temporadas en un lar campesino muy apartado del mundo urbano. Decía: “Mi trabajo filosófico pertenece a la misma especie” del trabajo de los campesinos, “todo mi trabajo está guiado por el mundo de esas montañas y de sus campesinos”. Su respuesta al ofrecimiento de nominación como profesor en Berlín es una defensa sin par del campo, de los campesinos, de la sabiduría esencial que hay en la vida campesina. Es un elogio al saber del pueblo. Escribió Heidegger: “Los hombres de la ciudad se asombran a menudo de mi largo y monótono aislamiento entre los campesinos y las montañas. Sin embargo, esto no es ningún aislamiento ni un mero quedarse solo; sí es más bien soledad. En verdad en las grandes ciudades el hombre puede en efecto fácilmente estar más aislado que en cualquier otra parte. Pero allí nunca puede estar en soledad. Pues la auténtica soledad tiene el poder absolutamente primigenio de no aislarnos, sino que por el contrario arroja [lanza, eyecta, proyecta, libera] la existencia humana total en la extensa vecindad o proximidad de la presencia esencial de todas las cosas”. Heidegger pensaba en y desde la soledad de la Selva Negra. JM Briceño Guerrero vivió en La Pedregosa de Mérida. Cuando allí se instaló con su familia no era propiamente la selva. Sí era un lar en el que la atmósfera campesina gobernaba las realidades esenciales de la vida cotidiana. Pocos sospechaban que Mérida sería destrozada tan pronto por las fuerzas grespanizadas y manfredistructoras -como
le habría gustado decir a Domingo Miliani oyendo a Carlos César Rodríguez. Se inició en la Mérida de fines de la década de los 60 el creciente caos urbanístico. Son tantas las manfredisgracias acumuladas hasta hoy, tantas las desgracias urbanísticas, que la vieja Pedregosa, la guardada por unos pocos en memoria, a lo lejos nos parece un bucólico bosque pintado en letras por Virgilio o hasta por Pausanias. JM Briceño Guerrero no sólo se arraigó en La Pedregosa sino en Mérida. Caracas, de lejitos... , lo oigo decir. Sobre todo de los podercitos que allí abundan, atraen, embelesan y atontan. Heidegger, por los años de aquel escrito suyo, tuvo su resbalón frente al poder, un poder que no fue nada podercito. JM Briceño Guerrero fue firme y constante en repeler podercitos y poder. Testarudo y terco, habrán pensado en los círculos intelectuales e intelectualoides de la capital venezolana. Mientras, y así, lejitos de Caracas, se fue engendrando ese maravilloso decir, pensar y escribir mágico, poético, filosófico y sabio que navegó en todas las llanuras del entendimiento, por muy temblorosas que parecieran. Y crecía y crecía en Caracas, o sea en los núcleos de poder -y también, cómo no, en el mismo centro de podercitos merideños y universitarios ulandinos-, crecía, digo, el silencio ocultador del desprecio que pretende aislar a los buenos (a esos que mueren de cara al sol, como dice Martí), o cuando no, entonces con esos griticos de torpes, con la bullita del lisonjeo amañado para fulgurar ellos, los enquistados en los podercitos, como estrellas de opaco brillo en el mismo juego perverso de los círculos viciosos recirculadores de las arrogancias, petulancias y soberbias. Por eso me parece que JM Briceño Guerrero quiso decir muchas cosas con el discurso ante las academias en junio de 1983. Quiso decir, tal vez por encima de todo, que por sobre esos podercitos se alzaba dignamente la sabiduría y la potencia del pueblo o el poder popular. Habrá que entender un día cómo es que para JM Briceño Guerrero siempre hubo una presencia, problemática, sí, de la dignidad del pueblo. Es el pueblo al que se refirió en la clase magistral titulada “Latinoamérica” e incluida en el libro “El alma común de las Américas”. Decía el maestro en relación con las posibilidades que ofrece el Discurso salvaje y sobre nuestra insulsa pretensión de negar su realidad: “¿Cómo es posible que ese discurso salvaje, de donde podría salir de parte de los vencidos y de los oprimidos una actividad de cambio, esté reducido por vía oficial y con la complicidad de los que se dicen de izquierda? Esto, debo decirlo, está reduciendo lo que pueden hacer o a una violencia caótica y criminal o a la más oscura superstición. O sea que se está fomentando entre la gente más miserable, más perseguida y más sufrida estas dos cosas: o la
violencia inútil, cruel, o la superstición religiosa más obscura y obscurantista”. Era 1995. Los oprimidos, los vencidos, la gente más miserable, más perseguida y más sufrida, ¿qué constituye si no el corazón del pueblo, como lo había dicho en el Palacio de las Academias en el bicentenario del natalicio del Libertador? Sabía el maestro Jonuel Brigue que el largo camino que había emprendido hacia nosotros mismos, tenía que llegar a ese corazón del pueblo, no con mirada externa y extrañable, sino con visión entrañable, mirando hacía sí mismo. Así supo poner en su puesto a los discursos excluyentes, arrogantes y soberbios que hablan en nuestra tierra en nombre de la Razón y de la Europa Segunda. Supo contar de sí mismo JM Briceño Guerrero “Me di cuenta de que había potencias en mí más fuertes que el intelecto, porque éste propicia una coherencia ilusoria. Preferí las otras potencias, buscando una coherencia más profunda, más incluyente, más auténtica”. Con sencillo y breve discurrir lo explicó en 1998 en otra conferencia magistral incluida también en ese libro. Se refería a una coherencia no sólo en las realidades en que estamos inmersos, sino también una coherencia consigo mismo, con su palabra, con su acción, con su pensamiento. Así podía JM Briceño Guerrero sacudirnos con vigor tantas pasiones, prejuicios, dejos, ignorancias que abundan entre nosotros. El viaje al corazón del pueblo es, sencillamente dicho, la radical aceptación de “una coherencia incluyente, que no deja por fuera, como pata-en-elsuelo, como sinvergüenza, como analfabetas, como inferiores, a la gente que tiene otros contenidos y que son gente, son humanos y están en nosotros, son parte de nosotros mismos”. Desde el corazón del pueblo, así como con orgullo hablaba Martin Heidegger desde el corazón del campesino, se habla filosóficamente. Desde allí se puede decir, con palabra honda, verdadera, sincera, directa y llana que hay que “tener un respeto especial por la creación artística del pueblo y, particularmente, del pueblo analfabeta, porque”, decía JM Briceño Guerrero, “yo creo que allí se está produciendo un movimiento hacia la síntesis de tantos elementos heterogéneos que componen a Latinoamérica”. Y algunos siguieron oyendo, igual que como les ocurrió con el discurso en respeto y memoria por el héroe nacional, un discurrir de JM Briceño Guerrero que de filosófico no tenía casi nada. Parece que esos i-lustrados, vale decir: sin lustre en el ejercicio de la razón, nunca serán capaces de dejar resonar en su pensamiento y en su corazón (por vacíos) el ejercicio de ascesis de JM Briceño Guerrero, el ejercicio de encontrarse consigo mismo. Tantas veces lo aclaró: “Comencé a pensar que todos mis estudios de filosofía eran una especie de entrenamiento
Jorge Dávila
para pensar... y que, lo que me tocaba a mí no era repasar y enseñar las construcciones filosóficas hechas en Europa sino utilizar el entrenamiento obtenido mediante esa disciplina para ponerme yo mismo a pensar... pensarme a mí mismo, pensar mi situación en el mundo, y pensar a mi gente y a mi pueblo…” Menos entenderán esos i-lustrados, y hasta será objeto de burla, que les espetemos esta afirmación: Se cumplió en JM Briceño Guerrero algo que se lee en el Libro de la sabiduría, atribuido a Salomón, sobre la sabiduría, la sofía, aquello que ama y pretende el filósofo: “La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con sonriente rostro en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos”.
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Alegres Provincias
EDITORIAL
Suplemento Cultural / Mérida 4 de diciembre 2014
“Alegres Provincias” es un homenaje a nuestro querido poeta Ramón Palomares para dar nombre, desde nuestra provincia, a un suplemento que saldrá encartado, semanalmente, como parte esencial del periódico “Ciudad Mérida”. En el poemario “Alegres Provincias”, el poeta Palomares va a decir: “Y me esperan allí todos sus ríos, todas sus piedras, todos sus halcones”. El Suplemento “Alegres Provincias” será un lugar para el encuentro, para el debate, para la formación y la información. Partiendo desde lo regional, hacia lo nacional, lo latinoamericano y lo universal. Aquí confluirán todos los ríos, las piedras y los halcones. En este primer número daremos cuenta del Encuentro Nacional de Literatura, realizado por FUNDECEM,
del 17 al 22 de noviembre, en los espacios del Centro Cultural Tulio Febres Cordero. Alrededor de cien escritores venezolanos, nacionales y regionales, se reunieron en Mérida para conversar sobre los grupos literarios venezolanos del siglo XX, para homenajear a nuestros escritores, para leer sus versos y para presentar sus libros. Entre ellos destacan Juan Calzadilla, Ramón Palomares, Carlos César Rodríguez, Ángel Eduardo Acevedo y Lubio Cardozo, entre otros. En el Encuentro de Literatura se realizaron dos foros: uno sobre Tulio Febres Cordero y otro sobre Gonzalo Picón Febres, donde se retomó el tema de la repatriación de los restos mortales del escritor merideño, que
se encuentran en Curazao. La propuesta contempla, para el año 2018, cuando se cumple el primer centenario de la muerte de Picón Febres, llevar sus restos al Panteón Nacional y la publicación de la obra selecta. El Encuentro contó con recitales poéticos, la presentación de nuevos títulos, homenajes a los escritores JM Briceño Guerrero, Trino Borges, Domingo Miliani, y Carlos Augusto León, (el pasado 20 de octubre se cumplió el primer centenario de su nacimiento), concursos de cuento y poesía, y dos exposiciones, una de pintura infantil del Taller de Artes Plásticas Armando Reverón, y otra de fotografía, titulada “Poesografías”, del artista plástico Oswaldo Durán, “Tolele”, en las salas del Mu-
seo de Arte Moderno Juan Astorga Anta El Encuentro de Literatura culminó con la presentación del libro “Benito Surús”, en Santa Cruz de Mora, del escritor inédito José del Rosario Márquez Carrero, y con un recital poético y homenaje a Carlos Contramaestre en el Ateneo de Tovar. Finalmente, “Alegres Provincias” trae un abreboca de lo que será nuestro Coloquio Internacional sobre Michel Foucault, donde invitados nacionales e internacionales debaten sobre lo que consideramos es una de las premisas fundamentales de nuestro tiempo: “Una ética para la actual política”.
Pausides Reyes
FUNDECEM PRESENTÓ NUEVOS LIBROS DE RECIENTE PUBLICACIÓN Finalmente una plaquette de la “Gacela Polar”, edición especial dedicada al poeta Le Comte Bleu, y dos libros de autores inéditos: “Yoama, la doncella de Jamuén”, de Isaura Peña, de Lagunillas, y “Benito Surús”, de José del Rosario Márquez Carrero, de Santa Cruz de Mora.
Carlos Danez y José Gregorio Parada Ganan Concursos Literarios de Fundecem
Fotografía: Nestor Tarazona.
FUNDECEM presentó 15 libros de escritores venezolanos en el I Encuentro Nacional de Literatura “Tulio Febres Cordero”, realizado en Mérida. En la Colección Homenajes se presentaron tres libros: “El alma común de las Américas”, de JM Briceño Guerrero, “Pensar la Cultura”, de Domingo Miliani, y “Perspectivas”, de Trino Borges. En la Colección Anubizajes cuatro poemarios: “25 haikus”, de Carlos
César Rodríguez, “Haz de luz/Algo”, de Stalin Gamarra, “Láudano”, de Xiomara Rojas, y “Bagatelas”, de Ángel Eduardo Acevedo. En la Colección Campaña Admirable, cuatro libros. “Grupos literarios venezolanos del siglo XX” de Ernesto Pineda, “Centenario de Carlos Augusto León”, “Nueva Antología de El Techo de la Ballena”, de Edmundo Aray, y “Antología de narradores merideños”.
Para estimular la creatividad de los escritores venezolanos, el Encuentro de Literatura promovió dos Concurso literarios, uno de cuentos, con el nombre del escritor Oswaldo Trejo, y otro de poesía, con el nombre de Carlos César Rodríguez. Para estimular la creatividad de los escritores venezolanos, el Encuentro de Literatura promovió dos Concurso literarios, uno de cuentos, con el nombre del escritor Oswaldo Trejo, y otro de poesía, con el nombre de Carlos César Rodríguez. Los escritores merideños Carlos Danez y José Gregorio Parada resultaron ganadores de los concursos literarios organizados por FUNDECEM, en el marco del I Encuentro Nacional de Literatura “Tulio Febres Cordero”, realizado en Mérida,
del 17 al 22 de noviembre de este año. El poeta Carlos Danez, cuyo verdadero nombre es Karl Bertelsen Lillo, ganó el premio de poesía “Carlos César Rodríguez”, con el poemario “Al vértice del éter”, bajo el seudónimo “Plutón de la hiedra”. Carlos Danez es un escritor chileno venezolano, residenciado desde hace muchos años en Mérida, donde ha tenido una destacada labor como poeta, como actor y como director de teatro. El escritor José Gregorio Parada resultó ganador del Concurso de Cuentos “Oswaldo Trejo”, con el libro titulado “Encuentros con la muerte”, firmado con el seudónimo de “Josefo”. José Gregorio Parada es natural de Bailadores, licenciado en letras y profesor de Francés en la Universidad de Los Andes. Los ganadores recibirán un premio en metálico de 20.000 bs y la publicación de las obras ganadoras por parte de FUNDECEM. “Al vértice del éter” será publicado en la colección “Anubizajes”, y “Encuentros con la muerte” en la Colección “Biblioteca de Autores y Temas Merideños”.
Gobernador del Estado Bolivariano de Mérida ALEGRES PROVINCIAS Alexis Ramírez Director Presidente de FUNDECEM Pausides Reyes Pausides Reyes Consejo Editorial Ramón Palomares, Alberto Rodríguez Carucci, Pausides Reyes, Lubio Cardozo, Jorge Dávila, José Gregorio Vásquez, Ever Delgado, Gonzalo Fragui, Hermes Vargas. Diseño y Diagramación Ana Isabel Rojas R.
Suplemento Cultural / Mérida 4 de diciembre 2014
Alegres Provincias
EL PRIMER ENCUENTRO NACIONAL DE LITERATURA HOMENAJEÓ A LOS GRUPOS LITERARIOS VENEZOLANOS DEL SIGLO XX La poesía del siglo XX venezolano nació con un gran río, la Silva Criolla, de Lazo Martí, publicada en 1901, y finalizó con un delta de poetas de grandes turbulencias. Un siglo de importantes agrupaciones. Nombres como Alborada, Generación del 18, válvula, Viernes, Sardio, Techo de la Ballena, Tabla Redonda, La pandilla de Lautremont, La república del Este, Tráfico y Guaire, entre otros, en Caracas, o Apocalipsis, Cuarenta grados a la sombra, Trópico Uno, Zaranda, La oruga luminosa, la revista Poesía, Laurel, Mucuglifo, etc, en la provincia, fueron grupos, como mares internos, que produjeron manifiestos, revistas, editoriales, con propuestas estéticas, o estético-políticas. Pero también hubo grandes ríos solitarios. Poetas que murieron fuera de nuestras fronteras como Ramos Sucre, Blanco Fombona, Andrés Eloy o Bolívar Coronado. Los que no les dio tiempo de regresar, como Salustio González Rincones, quien adquiere la sífilis en Europa y en 1933 quiere morir en su tierra,
se embarca en el vapor Caribia y fallece en alta mar. Sus amigos que lo despidieron en el puerto francés lo vieron tan mal que embarcaron también una urna. O poetas como el padre Borges, de tormentosa vida, atendiendo a veces al llamado del amor carnal y a veces al amor divino, entre la lujuria y la santidad, entre el lecho y el altar, lo que lo lleva a la cárcel o al alcohol, para finalizar sus días cuidando un asilo de enajenados y un cementerio. O Miguel Ramón Utrera, enfermo y pobre, pero rechazando el Premio Nacional de Literatura. O el Chino Valera Mora, bolchevique solitario. O tantos otros. Suicidas algunos. Para la crítica venezolana nuestra literatura ha sido exclusivamente la literatura de Caracas. Se olvida o se ignora que en provincia también hubo y hay escritores. Ya lo decía Domingo Miliani, cuando se vaya a estudiar la literatura venezolana habrá que mirar al interior del país. En todas partes ha habido grupos, revistas, páginas literarias, fondos editoriales, que dan cuenta de la
otra cara olvidada. Muchas ciudades del interior del país han sido centros permanentes de grupos literarios, de movimientos culturales, y de escritores solitarios que a veces no tienen cabida en el canon nacional. El Encuentro de Literatura analizó todos estos grupos literarios. Ahora nos planteamos publicar las “Memo-
rias” del evento y hacer un video documental con el testimonio de los integrantes de estos grupos y de diversos críticos literarios que participaron en el homenaje, entre ellos, el poeta Juan Calzadilla, miembro fundamental del grupo El Techo de la Ballena, y candidato al premio Nacional de Literatura 2014.
Anecdotario
CARLOS AUGUSTO LEÓN Gonzalo Fragui
Carlos Augusto León fue un poeta venezolano que nació en Caracas el 20 de octubre de 1914. Hoy, cuando se cumplen cien años de su nacimiento, queremos recordarlo con esta anécdota. * A finales de los años cincuenta se encontraron en un sanatorio de Moscú el poeta turco Nâzim Hikmet y el poeta venezolano Carlos Augusto León. Inmediatamente ambos poetas se hicieron muy amigos. Mientras mejoraban en salud, los poetas pasaban días enteros conversando sobre poesía y política en aquel tranquilo lugar. Pero, un día, la habitual paz se vio perturbada por la intempestiva presencia de militares que ocuparon todas las instalaciones y causaron una conmoción general. Minutos más tarde llegó un viejito con dificultades para caminar que se apoyaba en unos jóvenes soldados. Carlos Augusto y Nâzim se miraron. Sin decir nada se preguntaron quién sería aquel amable e indefenso anciano que era escoltado por militares del más alto rango. Después de varios días, los poetas vencieron la curiosidad y decidieron visitar al nuevo huésped. Llegaron a la habitación y
encontraron al viejecillo que estaba siendo atendido en ese momento por una enfermera. Los poetas saludaron y preguntaron si podían pasar. Hablaban en francés. El anciano, en perfecto francés, respondió que sí y los invitó a sentarse. Inmediatamente preguntó quiénes eran. Primero habló Nâzim. -¡Nâzim Hikmet!- exclamó el anciano- es un placer conocerlo, yo he leído su poesía. Yo amo la poesía, incluso tengo escritos algunos versos. Después habló Carlos Augusto, quien dijo que era poeta venezolano. -¡Venezolano!- volvió a exclamar el anciano, y ahora habló largamente de su admiración por Simón Bolívar. Nâzim no lo podía creer. Carlos Augusto tampoco. Quién podía ser aquel anciano a quien reverenciaban militares soviéticos y que, además de ser poeta, conocía de poesía universal y amaba a Simón Bolívar. Ante la ansiedad, ambos poetas preguntaron al mismo tiempo: - Disculpe la molestia, pero ¿quién es usted?. El anciano respondió con sencillez: - Me llamo Ho Chi Minh.
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Suplemento Cultural / Mérida 4 de diciembre 2014
MICHEL FOUCAULT, 30 años después: ¿Una ética para la actual política? Del 3 al 5 de Diciembre de 2014 se realiza en Mérida, Venezuela, el Coloquio internacional sobre la obra de Michel Foucault, organizado por FUNDECEM, con la cooperación de la Embajada de Francia en Venezuela, como espacio para el debate sobre el tema de la ética necesaria para la política transformadora que en estos inicios del siglo XXI caracteriza al continente latinoamericano. En junio de 2014 se cumplieron 30 años de la muerte de Michel Foucault. En los últimos cursos en el Colegio de Francia (1980-1984) Michel Foucault abordó, de manera completamente original, el tema de la ética en sus propias raíces históricas: su aparición en el debate filosófico de la Grecia antigua y el debate que planteó la crisis de la democracia y que, al mismo tiempo, hace nacer la filosofía política. Así, desde su origen, el tema de la ética está en la base de la reflexión sobre la política. A su vez, los cursos de Foucault mostraron en qué medida la respuesta a la crisis planteada por la transformación política daba origen
a la propia definición de las variadas posturas éticas que, posteriormente, se consolidan en las distintas ‘escuelas’ filosóficas de la antigüedad; v.gr. epicureísmo, estoicismo, escepticismo, cinismo. Así, la ética, la reflexión sobre el modo de ser que se moldea el hombre en la sociedad política, aparece ocupando un lugar privilegiado para entender tanto la reflexión política como la reflexión filosófica en la que consiste la ética misma. Rescatar ese lugar de la ética para el debate contemporáneo fue el propósito de Michel Foucault en sus últimos años. La crisis de los intentos de transformación democrática en Latinoamérica desde el último cuarto del siglo XX ha tomado un giro totalmente diferente en los inicios del siglo XXI. Ese giro, esa revolución, podría aspirar a superar el único ideal de establecer una democracia alentada por la determinación de una representatividad de los electores y por la pretensión de establecer un Estado de Bienestar, siguiendo el modelo construido por los países europeos occidentales desde el
siglo XIX. Es precisamente ese modelo el que planteó un gran problema ético para la política que ese modelo mismo constituye e instituye. Y es ese problema ético el que parece no tener respuesta en el mismo modelo sino en la transformación de las prácticas sociales alentadas por él. La obra de Foucault más conocida, a saber, la crítica de la modernidad disciplinaria y la crítica de los saberes constituidos en la sociedad moderna, da cuenta del problema de fondo que aparece con el modelo político de la democracia moderna. La obra de Foucault en sus últimos años, menos conocida, es un legado de intensa profundidad para el debate del problema ético que plantea ese modelo de democracia pero que suele escapar de su propio ámbito. Por esa razón, esa obra de Foucault representa una importante contribución para el debate necesario sobre la transformación actual en Latinoamérica donde podría estar en juego una nueva constitución éticopolítica.
FOUCAULT EN EL DISCURSO DE CHÁVEZ (Conversación en la Comunidad Penitenciaria de Coro, Estado Falcón, 12 de julio de 2008) “Aquí traje algunas notas de Michel Foucault, el gran filósofo, que, en “Vigilar y castigar” desarrolló algunas interesantes ideas sobre las comunidades penitenciarias o los sistemas de justicia. Dice Foucault lo siguiente, fíjate: La burguesía se burla completamente de los delincuentes, de sus castigos o de su reinserción, que económicamente no tienen mucha importancia, pero se interesa por el conjunto de mecanismos mediante los cuales el delincuente es controlado, seguido, castigado, reformado, que eso sí da dinero. ………… Fíjense esto que dice el filósofo francés al que me he referido, Michel Foucault, (consíganme este libro completo, le ruego a mi equipo allí del Despacho, quiero leer un poco más. Este trabajo se llama “Vigilar y castigar”, y lo escribió Foucault en 1975), fíjate lo que dice: al capitalismo le importa que la delincuencia parezca algo continuo que está presente en todo momento, con el fin de legitimar un control permanente, para supuestamente proteger a los ciudadanos de los delincuentes. Esto es cierto, ustedes lo ven en los medios de comunicación venezolanos del capitalismo hoy, que están todos los días sobredimensionando el problema. Esa es una vieja táctica del capitalismo para exigirle luego, para po-
ner contra la pared, al gobierno, sea cual sea el signo del gobierno, sea progresista o no, para obligar prácticamente al gobierno a la represión. ¿Represión contra quién? Contra los pobres, es la lucha de clases para proteger a los ricos; vean ustedes, por eso es que es tan buena la filosofía porque busca el fondo. ……………. El mismo Foucault en este trabajo critica a quienes -oigan, esta es una crítica bien buena para nosotros- a quienes quieren cambiar el sistema ideológico sin tocar a la institución carcelaria. Por eso yo decía hace unos minutos que esto para nosotros es una maravillosa oportunidad, que ojalá no la tuviéramos pero está aquí, porque desde aquí, si nosotros no transformamos el sistema carcelario, menos, nunca, jamás, ni lo soñemos, vamos a transformar el sistema social venezolano. Es un desafío, comencemos, pues, ya, sin descanso, empeñémonos porque yo creo que es cierto esto que dice el filósofo francés, aquellos que quieren cambiar el sistema ideológico sin tocar la institución carcelaria. Todos los vicios de un sistema caen aquí, así como un meteorito cae con fuerza sobre la superficie de la Tierra o de la Luna o de un cuerpo, se condensa, se concentra aquí. Aquí están todos los vicios concentrados del sistema que degenera al
ser humano. Entonces dice Foucault, eh, aquellos que quieren cambiar un sistema ideológico sin tocar la institución carcelaria, y él critica también a quienes querían cambiar o quieren cambiar la institución carcelaria sin tocar su sistema ideológico. Aquí hay un sistema ideológico vivo, aquí, dentro de la institución, y en todo el contexto que la rodea, en todos los elementos que
la impactan, hay un sistema ideológico, hay unos códigos, esos códigos hay que demolerlos y crear unos nuevos códigos humanos socialistas. Nosotros tenemos que transformar todos estos centros en centros de producción, como decía el Che Guevara, de producción de conocimientos, de cultura, de producción de bienes de consumo, y de producción de hombres nuevos.