Ediciones FUNDECEM / Soledades del ocaso

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— Stalin Gamarra Durán —

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David Rodríguez Rojas

Soledades del ocaso

República Bolivariana de Venezuela Agosto 2017

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Soledades la del ocaso © David Rodríguez Rojas © FUNDECEM Gobierno Socialista de Mérida Gobernador Alexis Ramírez Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM Editor: Gonzalo Fragui HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito legal: ME2017000125 República Bolivariana de Venezuela Agosto - 2017


Cineasta por oficio, poeta por esencia Edmundo Aray

Cineasta por oficio, por escuela en el set, por experiencia en las aulas, por disposición de una existencia en busca permanente de trasformación de sí como de la entidad social. A través de la filosofía intentó ir más allá de la vida cotidiana. Perturbador, perturbado en toda ocasión, empeñado en tocar la llaga de la verdad. Provocador que no daba cuartel a la mentira. Era un poeta. Es un poeta. Una y otra vez acudió a la palabra en un intento por descubrirle esencia a sus vivencias, a sus encontronazos con el amor, a los hálitos desconocidos, fulgurantes, inquietantes, a las convulsiones dramáticas, inaprehensibles. Prefiero a Heráclito, antes que a Sócrates, claro que mucho más a Platón que a Aristóteles. Marx, antes que Hegel. El alma navega en medio de un sin número de contradicciones. La vida merece ser vivida para confrontarla incesantemente. Nos exige encontrar la imagen, la metáfora que permita identificar las oscuridades del corazón, sus misterios, sus oquedades. Aun así, el poeta respiraba impregnado por la emoción de la experiencia, mientras más cotidiana más lacerante. Claro que espantaba sin cesar las debilidades sentimentales. El corazón es un endeble animal; como las olas, insaciable. He aquí, pues, a un poeta que asumió la existencia con denuedo, en medio de interrogantes, presto a acometer cuanto la creación le requiriera. Cuando decía tú, estaba reconociendo al yo, y en el yo encontraba al otro, mucho más cuando navegaba por las aguas de la identidad. Nada permanece, a no ser la • •


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necesidad del amor en medio de las tempestades y los naufragios. Plenitud de la conciencia, de saber ser, como si quisiera saber del ser de los demás. Todos llevamos nuestro propio dios que siempre nos reprende y a quien siempre recurrimos ante la incertidumbre. No nos acostumbremos a vivir con él, trátalo como a la mujer amada, aunque no siempre te escuche. Entiende que la vida es actividad del espíritu, con la compañía inseparable de los sentidos. A éstos disfrútalo, al otro ponlo siempre en remojo para que surja espléndido con los primeros rayos del sol. Tal su palabra refulgente. ¡Ay! De los tropezones y arrebatos de la calle nada quiso saber aquel mediodía, porque un amor de madrugada entró a las sábanas. Luego la margarita en el jardín, y pregunta a la manera de William Carlos William: ¿qué queremos? ¿Adónde vamos? Le avergüenzan las palabras cuando no dan respuesta, palabras que la tarde oscurece a sus espaldas. ¿Llegará el alumbramiento del día como si parto fuera?¿Acaso descubrirá en el umbral a la muchacha que tomó los caramelos en sus manos? Bella, perfecta. Recordará los días de la infancia, a la madre que identificaba la voz de los sapitos con el retintín de: davi…davi… davi. También él descubrirá una flor en el jardín convertida en ángel. Tiempo de silencio, correr de vida apresurada, tiempo esparcido en la memoria, golpeadas por las olas, que no son sino uno y otro acontecimiento, una y otra manera de descubrirle algún sentido a los sueños. También éstos pasan como el viento, y como el viento penetran sus huesos. Entonces pregunta por su casa, la casa de la infancia, del candor seguro. Pareciera que todo lo que anda por el cielo le acompaña. El no sé qué de siempre le recuerda su partida: sustancia que fluye incandescente por los vericuetos de la memoria. Pesadumbre del amor. ¿Acaso el padre murió ebrio cuando partió el hijo a buscar su historia? La intemperie detrás de una ventana. • •


Llegará el olvido de mano bondadosa para ocultar amigos, encuentros del pasado, secretos que solo conservan las estrellas del insondable mar. Su vastedad tendrá la razón de llegar o no. Un grito infla los pulmones, revienta el espacio para anunciar al corsario que aún no sabe cuándo ni dónde soltar las amarras. La soledad oculta otras vidas. Pregunta en qué lugar del laberinto se encuentra. Confía en la mañana de muchas otras. Por allí anda el poema oculto, la tela de araña, la escalera del caracol. En alguna estación topará el azar, en algún lugar se despojarán los tormentos, el olor de la fogata, el atareo de madre, de casa, de calles pedregosas, de patria ya lejanas. Guardará sus anhelos en los bolsillos, pues tienen el olor de los recuerdos. No hay poemas, dice, sólo palabras escritas. No merezco la alegría si el llanto no es sincero. ¡Ay! El infinito no acierta encontrar el horizonte. Desgarraduras del alma. ¿Dónde estás Cajahuaringa? Juntos podríamos caminar por las calles del destierro. Se acerca la hora de cerrar las puertas. El portón de casa ya no existe. Amante, corsario, aventurero. Soy un niño, dirá, que intentaba jugar disimuladamente con los años. Reconoce al otro que por dentro lleva, Vicente, Davi…Davi…Davi… Son los sapitos de la lluvia. Es él quien regresa empapado de noches. Pudo ser mucho más larga la vigilia. El espejo decidió encaramarlo en los recuerdos. Tal dicen los compañeros que cada día lo ven partir como si con el amanecer regresara. Viaje interminable. A través de tus palabras, hermano David, encontré la fortaleza del abrazo, como ayer a través de tu oficio de cineasta una buena razón para limpiar de cascajos el camino. Tarea que juntos asumimos una y otra vez. Ahora las oquedades hacen de las suyas. Soledad profunda. Solo pretendo decirte que nunca fue más entrañable la fe de la amistad. Navegación interminable, poeta, camarada. Mérida, abril de 2006 • •


— Stalin Gamarra Durán —

Si del cielo cayera un teléfono Si del cielo cayera un teléfono Un teléfono para hablar con él Para escuchar su voz Su grave y dulce voz Quisiera volver a ver esos ojos azules Azules como el brillante mar Caribe. Quisiera volver a decirle lo mucho que le amo Te amo, papá! Fuiste y eres importante, papá. Si del cielo cayera un teléfono, llenaría de música sus oídos Música que embelesarán su espíritu Te extraño!

Ángeles Rodríguez Parodi

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Danzamos pues Danzamos en más de cuatro estaciones Danzamos entre crisoles de estados civiles Volvimos, nos dejamos Danzamos diferentes caprichos geográficos Danzamos Madre, Padre, Bendecidos por Dios, por nuestra Ángeles Danzamos en el amar, en el odiar, en la rabia, la tristeza Solos, acompañados, lejos, cerca Sin saber y sabiendo Buscando y encontrando Danzamos hasta el final, acompañándonos, apoyándonos, riendo, confesando Danzamos en esas fuerzas de sacar fuerzas, digno ante terrible mal Danzamos hasta la serena despedida, renuente a querer zarpar Te fuiste entre sueños, esperanzas y certezas Convenio de almas, almas que danzan Danzamos pues Florangel Parodi

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Soledades del ocaso


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Tengo ganas enormes de escribir... tiempo, ausente, mañana, ayer, hoy, Escribir vida, viviente, presente. Escribir alegre la tristeza colmada a llantos desvanecidas al alba de ese papel... amarillo... . No hay nadie mañana... habrá reposo escribiendo por las huellas cicatrices de no estar presente vivido sin el recuerdo de lo escrito en ese papel amarillo de lo intransigente sin deseo, sin pasión, las ganas llegaron a la mitad del todo. Hoy, tengo enormes ganas de escribir. Caraballeda, 4 de febrero de 1996

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Ese reloj fue puesto ahí para contar... ...segundos, regalo preciso hora, día, lugar y momento. Padre amado revivido recuerdo con ansias de desierto. En el terminal ¡alguien llama! ¿Qué hora es? nueve y cuarenta y cinco miro rostros y me miran mirada congelada de la noche Tiempo de pulsera que juegas con el alma, ciudad errante de tropezones y arrebato son las diez, el último. ¿Dónde estás? -Desesperado en un hotel el 20 de diciembre habitación 57 son las once escribiendo sin sentido... En la ciudad se olvidaron ya del tiempo son las doce otro día un amor de madrugada entró a las sabanas. • 14 •


Aprehender el amor hoy necesito aprehender de ĂŠl recorrer pedazo palpitante, perversiones. Junto al cielo de otras lluvias de otros mares de otros vientos se esparcen las estrellas hoy quiero aprehender el amor.

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En el camino a casa al filo de la tarde la garganta sofocada desoja entre alaridos húmedas palabras del recuerdo el grito silencioso de las calles en la noche la mirada apagada palabras sobre aquél árbol caído la margarita del jardín Palabras sobre aquella mujer de la calle niños jugando en el parque el retraso del amigo palabras sobre la tristeza de aquel hombre el silencio de mi amada palabras sobre culpas cometidas tardanzas pasiones no son más que un descuido palabras de un juego inconcluso el corazón palpitante, la mano, busca temblorosa ¿palabras sobre quiénes somos? ¿qué queremos? ¿ Adónde vamos? palabras que el momento se las lleva presumen poesía palabras que avergüenzan se atragantan y no salen lloran conversando la noticia de la tarde palabras que la tarde oscurece a mis espaldas en el silencio bullicioso de una caminata • 16 •


¿Adónde irán? palabras de la vida y la muerte ella está, ahí, a mi lado, morir para descubrirla escribiéndola, palabras de amor sed de amor él siempre va en busca del oasis ¡Gracias a Dios!

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Triste asiento de pasajeros siempre esperando la despedida, en la neblina calles conocidas, hoy me voy de ellas al azul del cielo al color de mis ojos. Hoy me voy de la ciudad lluviosa enigmática de enormes dinosaurios verdes, altos, hoy me voy de la ciudad lluviosa su corazón viaja conmigo sus barbas blancas colgadas de los árboles dibujan mi memoria. Pasó el tiempo y nos perdimos perdió sentido el sentido de lo bello, un minuto vale tanto como la existencia, hoy por ellos doy mi vida. Vuelve el hombre al polvo de la tierra en el impenetrable soplo de la nada regreso la mirada atrás y no veo la ciudad lluviosa me sorprende lo que fui, alguna vez. Quizás fueron las noches, los silencios, la mirada diaria • 18 •


la tristeza de los grandes ojos las montañas siempre eternas que van quedando atrás sucumbidas por el cielo de sol a sol en cada noche en todo lo que haga en todo lo que da nuevo el día.

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¡Teléfono! distante una vez sonaste, entrecortado, sin embargo alguien calló, !si! alguien llamó y cayó su silencio

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¡Si miento, que me castigue Dios! Viernes Santo. Hay días que descubro cosas, son buenos hay días que descubro cosas buenas, son mejores también hay días que descubro cosas bellas, son hermosos SIN EMBARGO, hay días, como hoy, cuando te descubrí a ti, son únicos, como lo que vi, sin querer, dentro de ti cuando al bajar, detrás del umbral, tomaste los caramelos en tus manos, y los vi, perfectos entonces, me avergoncé de mí, y traté de sonreírte, al mismo tiempo, ¡SÍ!, al mismo tiempo en que te vi sutil, bella, perfecta Si miento que me castigue Dios Viernes Santo - Caracas, 14 de abril de 1995

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Ese día no amanecí la noche anterior me acompañaron las estrellas el cielo en silencio abrazaba el infinito oculto, callado, misterioso.

Barinas, 20 de marzo de 1994

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Cuéntame lo que viste en mis ojos, quizás una sombra lejos, muy lejos.

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Una vez mamá me dijo que en las noches de lluvia los sapitos cantaban porque alborotados me llamaban davi...., davi..., davi..., desde ese día me siento menos solo esperando la noche de lluvia davi...., davi..., davi....

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A mi Florangel I En ese transitar de miedos, esa luna que no sale ni ahora, ni más ahora

y al fin, cuando aparece es media luna. Es mi vida que va que viene sólo el ruido que revienta cerca, muy cerca lejos, muy pronto jamás. Que tus besos me destrocen, inesperadamente sonido de tiempo lejano alguien recoge la piedra es un momento una ola un reloj de pulsera una flor convertida en ángel.

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Que inmensa flojera me embarga pareciera que la luna nunca será llena, A lo lejos, la risa de un loco feliz por un encuentro que no existía el porqué de los porqueses y nunca porque Qué inmensa flojera me embarga es que acaso mi trasnocho es más fuerte que el sol. Después, la noche con una mujer vestida de negro como el horizonte de aquel loco que mira y ve la luna de noche oscura

La tristeza la sumerjo en el mar el mar no se da cuenta él se pinta de verde de inmensidad. Alguien ha preguntado que piensa un perro

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cuándo mira, será como el mar que también sabe de tristeza de belleza El perro también tiene una flojera inmensa, por encima de él están las nubes, a su lado, el mar se pinta de gris hoy me siento mar, mañana no sé. Alguien lloraba acaso el mar o el perro. La mujer miró sus pechos el perro su cola oliente, sudorosa, amorosa.

Caraballeda, febrero 1996

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II Tiempo de silencio correr de vida apresurada, detenidamente, tiempo esparcido en la memoria en la mirada pasajera del grito de una sonrisa inabarcable Tiempo que corre sin espacios en la vía de un túnel de la autopista 22 Espacios andados sin él al infinito por la tarde juntos en el orgasmo en el perdón en el ocaso Temporalidad de vidas agitadas en las olas golpeando la memoria ayer, anteayer pasado, infinito presente del amor, de la tristeza, de los oídos, de la lágrima esparcidas en el papel gastado hasta el alba • 28 •


Tiempo hasta donde me alcance la penumbra bellas mujeres pasaron detrás de mí todas vestidas de rojo. Hoy, como una cabellera amarilla, añejada se pasea por el viento, la memoria, Diosa indescifrable del ayer de la viscosa sensación abierta, de surcos que se cierran en segundos. Hora andante detenida en ella por la que sudas, hueles, amamantas en un tiempo misterioso inmensurable al infinito que la muerte sea el más hondo llanto de la vida.

Caraballeda, 13-02-1996

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— Stalin Gamarra Durán —

En el silencio en el aullido despavorido del vacío pájaros suavemente rozaban la brisa, apenas audible susurros al cristal. Alguien huyó estrepitosamente estela de un ruido, su compás precipitado estremece la piel, -¿Dónde estará mi casa? no logro ver su luz Con que temor me descubro en tu mirada cuando callas el eterno ayer que no llegó sólo gritan las estrellas testigos del silencio. Baja tu voz que escucharán tu agonía no maldigas, que el viento penetre tus huesos y los pájaros rompan el cristal suuuhhhh..... arrúllalo silencio. -¿Dónde estará mi casa? Que no veo el mar hermano matutino enrojecido es la ida y el regreso dentro de mí en el silencio. Caracas, marzo 1996

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¡Qué soledades la del ocaso! no vienen más, hasta mañana, quizás volveré a ti, amigo, solitario del movimiento, para verte desde lejos como guiño de mujer velándome en la sombra, que tu ruido me apacigüe me recuerde me aleje.

Macuto, 15 de marzo 1997

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— Stalin Gamarra Durán —

En lento movimiento te acercas cuidadoso largo como el silencio, tu sombra roba de las estrellas un poco de su luz, junto al gato que camina sin más nada que la nada que la oscuridad del mar en la noche de un 15 de Marzo de esa luz que ilumina, eras tu, él y yo llegando siempre en estruendo, no eres más que las piedras juntas acariciadas por el agua de la lágrima de un sonreído caminante, que todo lo que está en el cielo me acompañe.

Macuto, 15 de marzo 1997

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Era la historia de una princesa que no sabía cuán linda era de cabello negro lleno de estrellas. Vivía de sueños fingiendo historias de días largos, largas tormentas, amores pálidos como la tarde. Era la historia de una princesa mirando lejos por la ventana contemplando triste al horizonte, de donde un día oyó trompetas y clarinetes, vio serpentinas, gente saltando y sonriendo con los payasos y trapecistas - ¡De Moscú! dijo un señor - ¡Es un circo! gritó el niño. ¡Era el circo de Moscú! La princesa sonrió cuando el mago apareció -¡Da Vinci! -¡No!, - ¡Tarkovski!

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— Stalin Gamarra Durán —

-¡SÍ!, en el público se escuchó y el mago en ritual muy serio varita en mano a todos convirtió en bellos pájaros del cielo azul con imágenes de ángeles y reflejos de manantial de recuerdos y de tiempos de colores contemplados a través de una luz blanca que proyectaba la memoria. ¡De pronto! todo se esfumó, la princesa con lágrimas de alegría mirándose al espejo comprendió que ella era una linda niña que no sabía que era princesa.

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-¿En qué momento agitabas tus manos efusiva? Sobre ti un sol tranquilo te miraba. Aquel aire apacible cobijaba el resplandor brillante de tu piel cuando una sombra reflejada desde Europa en contraste fotográfico silueteaba en la arena las huellas de tus penas de esa alma pasajera de un horizonte azul. En el mar un marinero tuvo miedo al ver tu sombra como su sombra, en las aguas, en la arena. Tu sonreíste al verlo asustado a tu orilla compañera de la luz caminas con ella luz y sombra el horizonte las encuentra en el pasaje de los siglos. ¿En qué momento agitabas tus manos efusiva?

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— Stalin Gamarra Durán —

Ayer nuevamente me encontré contigo india de mi vida cuando el Ávila levantó su sombra extensa, qué amargura, quizá no volveré a ver tu sonrisa misteriosa de sangre y fuego que solo la luz maquilla iluminando tus sombras del ayer por donde corrió un día la sustancia que fluye incandescente sin mas que tu mirada triste Y tu luz resplandeciente, india de mi vida.

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Tan de mañana se abrió el bar, de par en par, apacible, más temprano que en el Antartic Raket Club. En él podré recordar la ventana de la calle por donde mi padre un día vio a escondidas mi partida, llorando ebrio sus adentros se murió. Otra más, dije al mesero para abrir mi rostro en la penumbra de una noche callejera, en ella, el azul se desvanece, gélido, mirándome al espejo metal de la ilusión que hace de la luz el tiempo invertido de una historia. Recordando el recuerdo creo que todos moriremos Otra más, dije al mesero para abrirme paso al horizonte del papel que con su recuerdo va subiendo por las olas en el vaivén de las horas de los días de los siglos • 37 •


— Stalin Gamarra Durán —

Con furia de Corsario quiero conquistar las naves que oscurecen las estrellas, adentrar en los secretos y no olvidar a las mujeres, a los amigos ni los encuentros. Tan de mañana abrió el bar.

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Linda flor flor de ángel ángel del cielo que miras la flor que aroma la casa, ángel de la guarda cuida la flor que llaman Florangel

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— Stalin Gamarra Durán —

Ayer estuve tentado a gritar me acompañaba mi portafolio viejo Ambos mirábamos el mar. Al momento, mi mirada se detuvo junto al centro esférico del viento persistente que marcaba mi compás en el instante de lo inerte, del paso inmediato, del barco que a duras penas navegaba sintiendo desvanecer su vastedad agua, cielo, piedra, tierra en ese compás vehemente donde el perro negro siempre está a mi lado.

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Con los labios rojos me miraste tu gloria estaba en el altavoz y tu hijo caminaba torpemente en el acto sorprendente de la vida de una flor que aparece a mis espaldas repitiendo cada momento hasta la muerte límite insondable de esa persistencia intranquila de lo mismo de tu hijo que pregunta para después callar el viejo silencio: -¿Tendrá la vastedad marina la razón de llegar y no llegar?, indómitamente, no pongo en duda tu existencia ni la mía el agua está helada y el sol me quema ¿Cómo dudar de ti? cuando lloras y ríes conmigo en la elevación divina del amor Con los labios rojos me miraste.

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— Stalin Gamarra Durán —

!Bendito seas amigo! de mirada dulce, de lejanía de tiempo, de historias que son recuerdos de mares tristes, azules, a veces grises, casi siempre agitados por Eolo, por Odín acaso Zeus Dioses que ríen, llueven lloran, sonríen, huracanan, en los que la calma existe para contemplar la exuberante belleza disolviéndose en la pasajera mirada de la retina sorprendida por la luz de los brillos táctiles tangibilidad espacial donde lo insólito moldea lo cotidiano con el reflejo en tus ojos regalo de Dioses de la esencia corsaria. De pensar, habrás pensado en ti en tu mujer, en la sirena en la locura en el grito inflando los pulmones reventando al espacio el sonido embrujecedor del cuerno corsario. Trémula, tu mirada • 42 •


acompasa la tristeza, la alegría, destellos, sólo fragmentos inconmensurables. !Bendito seas amigo! bendecido por los dioses por no soltar la locura ni las amarras al viento rebelándote demoniacamente a caprichos divinos encantadoras melodías que silban los vientos, tremolinas, soplos ilusos de la brújula silenciosamente en el timón, embriagado casi llorando dirigiste tu canción a las estrellas por los que quieres y te quieren por los que te quisieron y quisiste Él que fue ayer ha de ser siempre aunque no te dijo todo, injusticia de Dioses, sólo tu lo sabes combatiendo contra Eolo inmisericorde ! por los dioses ! ! ...JODER! claro que tenías miedo !gracias a Ellos! cuando angustiadamente amarrabas los cabos, no era por ti era por todos era la vida • 43 •


— Stalin Gamarra Durán —

era lo bello hundiéndonos revelándose en ti en tu sonrisa ingenua de corsario en la contemplación del más allá ¡Qué los Dioses te bendigan! amigo y sí los Dioses no existen !maldición! porque los sueños no existen entonces te bendigan los corsarios porque ellos son la realidad de tus sueños Ellos te bendigan el resto de los siglos, Amen

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Sol de magia que iluminas la sol-edad de vida mujer que extiendes tributos de otras vidas alborotada vas gritando el silencio en las palabras para entonces en las noches taciturna y divina detenerte frente a él oprimir el botón para iniciar el vuelo y él te lleva no tan arriba como quieres ni tan abajo como esperas, gritas pero no te das cuenta que estuviste sólo en el ascensor

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— Stalin Gamarra Durán —

Hoy tengo sed del lugar común abiertamente tengo que retomar la idea errante con miedo de lo eterno busco comediantemente la sonrisa... -¿Cómo sabes que es Jesús? no le pegues menos en la mejilla de al lado. - Era un chino. El viento suavemente soplaba en lo cálido, soplo de un lugar común suavemente, creías comedia absurda de las miradas ardientes en un halo narcótico maravilladamente pero su mirada se fue el se fue debería tener acento en la é mi capital suena a recuerdo y mi gorra a lugar común parece un juego... en CD ROM se puede desnudar Señorita quitándose la gorra mostrándole el trasero al resto y la chaqueta explotarla en mi cara y al lado, debo correr. • 46 •


Un día alguien llegó con gloria y gorra de poeta, mirada perdida la misma de mis sueños, todos los días, -¿Quién distrajo mi mirada? Acaso la pantalla del televisor o acaso ella. Anoche tuve otra vez el mismo sueño en el que agotaba todos mis ahorros. Ella cantando se esfumaba en el instante dejándome un ruido musical el sonido tiene semblante de mujer, sólo el poeta contempla pareciera que todo es un misterio la habitación la música mi gorra ella el baile el viento cálido soplando suavemente por la ventana el chino de la mejilla golpeada !Jesús! el sentido no tienen sentido sólo es el lugar de siempre estoy cansado de fingirlos me río de ellos no insistas no tengo los ojos verdes ni azules los tengo negros sin luz como la pantalla del televisor • 47 •


— Stalin Gamarra Durán —

Que el sentido de lo extraño me invada maravilla de luz abierta a tus ojos serio en la penumbra del parpadeo sorpresa de lo repentino en la suave mirada la llamarada de la noche la oscuridad en tus ojos no sigue siendo más que mi gorra mis luces mi traje mis mujeres maldita sea mi muerte es el lugar común que intenta separarme de la vida. El espejo proyecta la luz y la luz me proyecta a mí en el ruido descubro que estoy solo con ella conmigo a lo largo de la pista de baile y ella baila y baila con la aguja pegada al mismo surco y baila y baila el mismo disco y la misma canción sorprendentemente abiertamente suavemente errantemente maravilladamente.

Caracas, 15-11-1996 • 48 •


La distancia me desprende a ratos el recorrido verbal que inspiraron los sentimientos del pasado ayer parecía insólita la telaraña aferrada al laberinto cavernoso por donde rápidamente la araña zurcía con hilo extremadamente largo la tela transparente del aliento formando razones, objetos que emergían plásticamente a la vida. La penumbra de su cuerpo en la noche se desvanecía al contacto cálido de la luz abriendo paso al paisaje lunar donde el color irradiaba la tela de rojo y el pincel humedecido transgredía la moral. La dureza del marco se disolvía con las imágenes de la rutina cotidiana. Montañas que parecían eternas se mezclaban amorfas en los recuerdos, y el altivo pensamiento bajaba su mirada sintiéndose petrificado al tacto de la araña. La fina costura no era más que un oficio del tiempo Tierra donde todos solemos perdernos para ser errantes al viento buscadores de fuego sumergidos en lo viscoso en la inspiración del aliento huyendo de los sueños para vivir en ellos huyendo del placer y nacer en él en donde las emociones son instantes petrificados en el verbo palabras zurcidas por la araña hirientes, agudas. • 49 •


— Stalin Gamarra Durán —

- ¿En qué lugar del laberinto te encuentras? La palabra repetida pierde sentido a lo largo de la vida. Tengo miedo de alargar el instante. No ha de repetirse el momento ni has de tomar el regreso a casa. El lecho donde reposas tu cabeza es transitorio aunque no el calor que cobija tu cuerpo. Levanto mi cabeza al calor de la mañana. El sol no respetó mi trasnocho filtró sus rayos amarillos a través de la tela solidificada de la araña irradiando el calor que genera mi cuerpo en tu cuerpo con nuestras cabelleras entrelazadas esparcidas en la plaza ondulantes en el verdor de la vida en la inmensidad de surcos caminados por ella -¿Quién pudiera imprimir las huellas del rostro caminando por la calle? Pudiera conocer a cada quien, pudiera, entonces, entender las palabras dibujadas por la araña en lo hondo inconsciente de una noche palabras que no son nada ante lo explosivo de tus nalgas ondulando también en la plaza contradiciéndolo todo colmando fragmentos desarmados junto a las tejedoras que también suelen cantar a la calle y como todos evocar los amores pasados que el instante convirtió en palabras en recuerdos en olvidos vomitados en la borrachera al viento contrastando al igual que la fotografía moderna el edificio de cristal • 50 •


con la huella envejecida de la catedral, seguro que las palabras de cristal estarán en los poemas del mañana en la arquitectura de hoy aburrida como el ser de los eleatas. Para mi dicha es agua que corre y apaga el nacimiento del fuego luego se eleva al aire de lo cósmico cuando el fuego acrecienta lo eterno. Yo voy tras ella y poso mi mirada en el instante que el sentido pierde su sentido. Felizmente alcanzo a soñar mi deseo cuando la estrella repentina aparece en el cielo en el preciso momento en que el escupitajo choca contra el suelo. No es un gusano, ni Maiakovski en la ventana, es una enorme araña subiendo una escalera de caracol obstruyendo las entrañas del mismísimo creador. Un segundo y te verás a ti mismo esparcido en el espacio lloviendo a cántaros del cielo regando la tierra por donde tus hijos correrán mañana, entrelazado a la raíz de un árbol sintiendo cómo por tu tallo sube un pensamiento que se oculta en la oscuridad de la noche. Entonces el silencio calla las palabras.

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— Stalin Gamarra Durán —

Del recuerdo apareció en el infinito un fulgor rojizo en estruendo de erupción tus brazos miraban detenidos la lanza larga con que combatías la maldad el pueblo en sombrío secreto silenciaba su temor aparentando valentía se abría paso a la enorme proeza tragedia azarosa del destino, no era la libertad ni la paciencia. Desde hace días apareció la llamarada del dragón la fortuna se escondía detrás de la mirada elocuente del pasajero de la tarde, en el pueblo, antes del estruendo todo recuerdo recordaba a misterios dorados, tranquilidad durmiente del dragón, las veredas pedregosas confirmaban sonoramente el pacata...pacata ...pacata... del paso de los caballos, recuerdos de cabelleras largas de caballos en la sombra, sombra del gran samán flojera asolada de las risas que despiertan las bellezas virginales de las niñas a su andar por las veredas pedregosas en el pueblo, pueblo de conquistas al caminar conquistando el azar. El fulgor rojizo con temblores estruendosos que irrumpía el silencio de la virginidad pueblerina • 52 •


rompiéndose mi cama al paso del alarido equino, caballo desenfrenado, su mirada ocultaba el temor por la lejana tierra - qué lejanía de tierras lejanas - no tengo a nadie ilusiones doradas que buscan sólo despejar el tormento y retomar el camino a casa, hace tiempo que perdí el olor de la fogata de madre, de patria, el mar inagotable de mi vida separaba la tristeza afanada, resquebrajo de ilusas piedras encomiendas de una reina. La tranquilidad del pueblo sobresalta, hoy me atrevo con el temblor de mi alma mirar a las estrellas fuego, ruido, ladridos viento detenido rubor del firmamento en mi alma en el alma de ese pueblo, de esas pueriles niñas con ansias aromáticas y deseo del camino dejadas en las piedras del destino. La valentía se escondía detrás de la mirada de mi prójimo, de la mía, el cerdo de mi amante despavorido corrió por el centro pedregoso de la calle, mi caballo gimió, el dragón oscureció el día • 53 •


— Stalin Gamarra Durán —

silbido diabólico que estremeció el sueño dorado - Agarrad las aves... - Agarrad al cerdo... agarra tu vida ante la muerte - Huyamos de este pueblo al aparecer otra vez el fulgor rojizo con estruendo de erupción del dragón del valle de Caracas La larga lanza yacía impávida debajo de la cama del más viejo de los viejos dormido en la vida en la borrachera en el vomitante soplo de la vida, Lancelot miró estañado su larga blanca barba flojera de siglos siglos ocultos en su barba borracho del bar de la esquina bar que atormenta la mirada que alumbra la sombra plegada de luz, la vieja flojera de ayer, las ganas de soñar el espacio. Lancelot pensó que lo suyo era del recuerdo mas no había recuerdo en la piedra ni en las calles pedregosas del pueblo colonial, lo que teje la vileza de los hombres en la historia lo destejes tu que no buscas el oro de la tierra. El viejo sentía frío en sus huesos, miedos de años silencios perturbados. • 54 •


Su corazón reventaba las poleas de su alma, en comparación a otros, era sólo un niño que intentaba jugar disimuladamente con los años. En las mañanas, al afeitarse sentía que el espejo se reía, entonces, aferraba la navaja, sus ojos enturbiaban el espejo, y la espuma blanca se mezclaba sólo con el salitre soluble de la gota. Día a día pasaba la mañana soplando las hojas hasta repetir la noche con su sonrisa de silencio -¿Cuánto silencio Vicente? Con ganas de abrirse al mundo, de ahí, que la noche guarde tus anhelos, anhelando el sueño. La brisa da apenas pasó al rayo de sol, el reloj sonando, otra vez, sólo Tu sabes que no dejó de sonar -¿No te preguntaste ayer si era mejor no levantarse? Pero te levantaste siempre porque era hora de afeitarse. Día a día pasaba la mañana soplando las hojas • 55 •


— Stalin Gamarra Durán —

-¿Por qué Vicente? -¿Por tu flojera?; a lo mejor porque con tus años sigues siendo un niño vivo de esperanza con ganas de correr. Ayer qué sorpresa, te vi bajo la lluvia con tu sonrisa de ángel mojabas el amor muy ligero, casi volando -¿Por qué Vicente? Quizá porque anhelabas, Vicente el recuerdo de la lluvia.

Caracas, 21/11/1996

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Ocúltame en el baúl para darle paso a la lluvia de recuerdos que se esfuman en la risa de los transeúntes, amiga de las brumas que devuelves al alma el recuerdo del amigo con quien recobro añicos de mí dispersos en el tiempo Al fin las flores del campo aparecieron en el cielo.

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— Stalin Gamarra Durán —

Gata preciosa con ojos de gato fulgurante ónice lamiendo tu piel de terciopelo dispuesta a frotar tu cuerpo maullando placer y dolor que entrevé la mirada de tu alma pintada de rojo, saltando techos por el mundo travesti de niña de gata de eros de animal libre sin miedo al vacío ni a la noche !OJALÁ! No se marchite tu sueño entre las piernas de la gente !OJALÁ! Tu maullido no baje la voz ante el abismo del nuevo día.

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-¿Cuántos versos debo escribir para escribir un poema? escribir noches, días escribir el recuerdo instantes perpetuos. Escribir el presente la angustia de la duda en la qué la línea no se jacta del verso ni los versos del poema. -¿Por dónde he de comenzar un poema? derramando sangre para después correr lentamente las palabras. Caminar el mismo camino que siempre camino cerrando mis ojos trasnochando la boca en las miradas soleadas del oficio de vida, en lo vagabundo sin tiempo de las hojas de lluvia . Inocencia de ficción perturbada, agonía agotada en el horario de vida, del suspiro . -¿Qué debo sentir para escribir un poema? gritar desaforadamente la tristeza callar la boca. Pareciera que el sueño no me deja, sus destellos fenecen simultáneamente en la memoria, en la tragedia no inventada de sueños • 59 •


— Stalin Gamarra Durán —

ni de sangre ni de recuerdos ni de lluvias ocultas. La sequedad lame la madera en una disciplina ansiosa, no hay poemas, sólo palabras escritas, no hay recuerdos, sólo hechos transcurridos, no merezco la vida si en ella no brilla la mañana no merezco la alegría si el llanto no es sincero. -¿Qué miedos debo tener para escribir un poema? No se escribe apenas asoman metálicos monstruos alados cubiertos de horizontes desolados. Quiero detenerme a contemplar el horizonte, ayer la luna llena pasó emergiendo espacios de pasado -¿Cuántas lunas hay en ti? iluminadas de alegría en los que los miedos dejan de ser miedo, con ellas descubro la vida en el instante vivido.

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El sentimiento en DO sostenido con un SOL transportado a SI bemol, mi vida en MI en tiempo de blanca marca el compás en silencio fugaz SI .......................................... MI ................................ SOL ...................... DO ......

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— Stalin Gamarra Durán —

Esa tarde de lluvia tu sonrisa mojó mis sentimientos presentimiento que regresó ayer cuando convertida en gacela volaste para mí sin darte cuenta con la fugacidad en tus ojos de aquella tarde de lluvia

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Desgarrando mi alma necesito alumbrar el día hasta que el cansancio confunda la noche con el candor que asoma el alba cuando va por el camino al encuentro que respira la vida en el batir de las olas. Ver más allá de mí, lejos, donde el infinito no acierta encontrar el horizonte !Válgame Dios! pareciera ir fuera de la mitad del día al desencuentro del sol de las alas derretidas a cada paso entre el cielo y la tierra entre la vida y la muerte. Arrullo de cuna donde duerme mi hijo por voces de ángeles dormitando sus penas para no ver al tirano apagar el fuego y dejar apenas, casi perceptible, un halo de llama púrpura en el alma por la que el recuerdo iluminó el fuego desbordante de la vida

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— Stalin Gamarra Durán —

Luz de luna luna de mucho tiempo brillabas ayer en las columnas a la pata de los colosos mirándote a ti misma en las aguas del torrente, misterio del beso entre Eros y Apolo. Luz de luna luna distanciada de la noche americana me parece que una vez te vi escondida en un baúl perdida entre escombros, candelabros, cascos de soldados, barcos de piratas, pieles de serpientes, mazamorra y llamas. Luz de luna luna que te repites sigilosa ayer, anteayer ahora recuerdo que te vi hace años entonces aún no había nacido, era apenas un silencio del recuerdo recordándome siglos, iluminando sobre las montañas tranquilas del Cuzco. Contigo - ¿Será la melancolía que me embarga? Cuando brillas resplandeciendo ensueños de soledad y destino, • 64 •


mirándome con reflejos de aguas en los que las sirenas no se esconden sino que desvanecen su figura en la pantalla. - Insisto, no iluminas una noche americana. Me irradias piel bronceada dulzura cándida sudor del altiplano. Festejando a la media noche la primavera escondías tu alegría en la mirada ocultando tu amor en el cuerpo - ¿En el mismo, acaso, que emana Tu luz? Quizá en la entraña lejana caminando sobre aquellos edificios viejos, volando por las calles solitarias después de abandonar el mar donde a lo lejos estabas nuevamente llena de alegría en un jueves 22 y yo sabiéndote a mi lado sin poder mirarte apenas el marco de tu luz bordeado por sombras sabiéndote además que no eres una noche americana sino un ficticio de luna asomado en el umbral de las pupilas de los ojos de mi querida Cajahuaringa poetiza de la luna.

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— Stalin Gamarra Durán —

Hoy me escribo a mí abominable ser ser... sobre quien siempre me he preguntado la misma pregunta abominable pregunta ¿qué pregunta? sobre mi ¿Quién soy? Es la pregunta, en este instante apenas una Y griega, apenas una inspiración en I que voltea la Y Y no es griega ni tampoco latina Y... o ... I Déjame escribir Y es entonación I... o ... Y sonido extraño grecolatina maravilla de adjetivo ley abominable entonación

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Que la noche derrame su trago novelado negando el rumor acuoso de la somnolencia !Que sorbo amiga! envestido de rojo púrpura con él me pierdo en juego de ases por la calle del destierro a la hora de la sombra esculpida, la jugada locuaz invierte el destino y la espada afligida penetra la comisura de los labios quebrando las copas de vino al esplendor de la noche Paladéame en tus labios con aroma tinto de tu trago degústame para que el sol convierta la melancolía en sosiego anaranjado

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— Stalin Gamarra Durán —

Tanto amor hay en ese mar esparciendo mundos alargados en siluetas matutinas donde cada quien levantó el alba frente a la ola que revienta a su orilla, desnuda el alma, su atención al silencio silencio que calla un canto de amor y espuma mezclado de orín y arena silbando contra la orilla.

Caraballeda, marzo 1998

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Con aquel sonido abrumador que convirtió a mi mismo en silencio sordo agitador del día al que bien le hace la brisa cuando sobre él sopla en la tarde, no sólo tardé a mi mismo, también a él. Aunque el sueño revierte la vigilia, solo pienso no sólo en mi mismo también en la brisa que inquietó el agua, en el caballo corriendo sobre el pasto Y su imagen desvaneciéndose.

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— Stalin Gamarra Durán —

Soplando las hojas Su corazón reventaba las poleas de su alma, en comparación a otros, era sólo un niño que intentaba jugar disimuladamente con los años. En las mañanas, al afeitarse sentía que el espejo se reía, entonces, aferraba la navaja, sus ojos enturbiaban el espejo, y la espuma blanca se mezclaba sólo con el salitre soluble de la gota. Día a día pasaba la mañana soplando las hojas hasta repetir la noche con su sonrisa de silencio - ¿cuánto silencio Vicente? Con ganas de abrirse al mundo, de ahí, que la noche guarde tus anhelos, anhelando el sueño. La brisa da apenas paso al rayo de sol, el reloj sonando, otra vez, solo Tu sabes que no dejó de sonar -¿No te preguntaste ayer si era mejor no levantarse? Pero te levantaste siempre porque era hora de afeitarse. • 70 •


Día a día pasaba la mañana soplando las hojas -¿Por qué Vicente? -¿Por tu flojera?, a lo mejor porque con tus años sigues siendo un niño vivo de esperanza con ganas de correr. Ayer qué sorpresa, te vi bajo la lluvia con tu sonrisa de ángel mojabas el amor muy ligero, casi volando -¿por qué Vicente? Quizá porque anhelabas, Vicente, el recuerdo de la lluvia.

Caracas, 21/11/1996

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índice Cineasta por oficio, poeta por esencia Edmundo Aray

Págs.

5

Si del cielo cayera un teléfono Ángeles Rodríguez Parodi

8

Danzamos pues Florangel Parodi

9

Soledades del ocaso Tengo ganas enormes de escribir... Ese reloj Aprehender el amor En el camino a casa Triste asiento de pasajeros ¡Teléfono! ¡Si miento, que me castigue Dios! Ese día no amanecí Cuéntame lo que viste en mis ojos Una vez I En ese transitar de miedos Que inmensa flojera me embarga II Tiempo de silencio En el silencio ¡Qué soledades la del ocaso! En lento movimiento Era la historia SÍ -¿En qué momento Ayer nuevamente me encontré contigo Tan de mañana se abrió el bar Linda flor Ayer estuve tentado a gritar Con los labios rojos me miraste

13 14 15 16 17 18 19 20 21 24 25 26 28 30 31 32 33 34 35 36 37 39 40 41


!Bendito seas amigo! Sol de magia Hoy tengo sed del lugar común La distancia me desprende a ratos Del recuerdo apareció en el infinito Su corazón Ocúltame en el baúl Gata preciosa -¿Cuántos versos debo escribir El sentimiento Esa tarde de lluvia Desgarrando mi alma Luz de luna Hoy me escribo a mí Que la noche derrame su trago novelado Tanto amor hay en ese mar Con aquel sonido abrumador Soplando las hojas

42 45 46 49 52 55 57 58 59 61 62 63 64 66 67 68 69 70



Este libro

¡Qué soledades la del ocaso!

de David Rodríguez Rojas se imprimió en la Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM en Agosto de 2017. En su elaboración se utilizó papel bond, gramaje 20, y la fuente Book Antigua en 11 y 14 puntos.




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