Ediciones FUNDECEM / Palomares

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Palomares Carlos Pérez Ramón Palomares Gonzalo Fragui


© Palomares © FUNDECEM Fundación para el Desarrollo Cultural del Estado Mérida FUNDECEM Presidente Pausides Reyes Unidad de Literatura y Diseño de FUNDECEM Ever Delgado / Angela Márquez / Juan Jorge Inglessis Editor Gonzalo Fragui Ilustraciones Rosalba Ulloa Quintero HECHO EL DEPÓSITO DE LEY Depósito Legal:

Repçublica Bolivariana de Venezuela Mérida - Mayo 2014 ●


Palomares Carlos Pérez Ramón Palomares Gonzalo Fragui



Palomares Carlos Pérez

Nos recibió un gato beige entre angora y gastado

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Ronroneó algunas cosas difíciles de entender por su fuerte acento gatuno mientras estuvo a mi lado exigiéndole a mi mano que rozara suavemente su cabeza desaliñada. Extraño fue el crujir de articulaciones y de huesos descoyuntados al contacto felino y la sensación de glacial que recorrió mi espalda y se aposentó en mi pecho, se disipó de inmediato cuando el gato saltó al piso y emprendió viaje hacia el pasillo en penumbra.


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Apareció entonces el poeta precedido por el gato que le anunció con un maullido intenso casi estridente. Caminaba con ritmo paceño, ese que otorgan los años y los recuerdos o la escasez de oxígeno del altiplano.



Se sentó en su poltrona como Keops en su trono y amablemente como emperador benevolente habló… Platicó de amigos y de textos de Sócrates, de Rimbaud de Ungaretti, de Cervantes. Habló de Escuque y su contexto de El Reino y su Paisano, de sus Alegres provincias y de otras obras. Habló de afectos, habló de otras épocas De copas, de farras del hígado impertinente jugador empedernido de gallos y de dados, actor de lances heroicos desenfadado.

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Yo, le recordé un opúsculo no sé qué tan divulgado titulado Vuelta a casa y él gentil, me obsequió un ejemplar autografiado de Mérida, elogio de sus ríos.

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Y ante un frente silencioso que amenazó cubrir la estancia la conversación en un giro nos trajo de vuelta al gato.


El poeta nos contĂł del pedigree callejero que desde Egipto o Abisinia fue mermando en cada noche de parrandas inauditas hasta llegar a esa esfinge miniatura idealizada remembranza del rugir destemplado y temible de sus ancestros salvajes. Los amaneceres de juerga y de misterio con que rodea su existencia un minino respetable dejaron un pentagrama atravesado en su cara.

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Nos narró como el anónimo animal terco a responder ante cualquier apelativo un día de instintos cazadores exacerbados posó su mirada certera concentrada en el vuelo de una mariposa de alas azules que revoloteaba por la casa.

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Se agazapó tras el sofá pegó al piso su panza agitó débilmente su cola movió con lentitud sus zarpas puso en tensión todo su cuerpo y no hubo nada ni nadie que distrajera su atención de aquel insecto en desgracia. La mariposa surcó zigzagueante el aposento y el gato en ágil maniobra después de una corta carrera se elevó, se estiró se aferró muy fuerte al vuelo de aquella primavera alada mientras caía nueve pisos desprendiéndose una a una de sus vidas sin maullar para contarlo pero satisfecho con el trofeo que obtuvo en su última caza. ● 15


Asomados al balcón contemplamos sobre el negro de la calle los demás, una oscura mancha yo, juro que vi al gato sentado lamiéndose una pata, luego levantó la mirada y gesticuló algo inaudible a la distancia. Los otros nada sintieron y al voltear hacia el recinto el poeta ya no estaba.

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El sietecito está de buenas Ramón Palomares A Félix y Mireya

Grandes ojos esas ventanas Viendo al cielo oscuro Viendo a todos los muchachos [y gentes que pasan calladas o pateando una lata o llevando [de cabestro una bestia, o Flores, o Noches… Miran ellas, Ventanas, Qué grandes ojos! Y a lo lejos: Puertas abiertas [Hombres escupiendo [Hombres bebiendo Oyes decir muy quedamente: “Siete, de verdad, cómo estás de [buenas…” ● 18


Y entonces ves la yerbecita, ves los [aleros, ves los grifos donde salta el invierno Y echa a cantar… “Esta es la Casa Grande Casa Grande / Vive la niña Delia Delia Margarita / Delia del Gran [Sombrero Cabellera en el Agua / Delia de las [muchachas nadando Se llama Olor / Granadas Rojas se [llama Delia de todas las Nostalgias Perfumes Idos” Y ya el invierno se hace corriente por las piedras Ai lo escuchás quedito “Vení Este es tu enlozado [húmedo” Y vas hasta el portón Ay En este portón se detuvo el Siete [Miró largamente ● 19


Muertes ajenas lo habían inaugurado pero ninguna de las suyas se había [inscrito en los huecos de cigarrón Veta de madera / Tablita de adorno [y Cerradura Y allí pegó el oído para oír: Se oyeron corrales de chivos que [venían detrás de una mujer Vieja de las chivas Sí Marías de los [Ángeles dormida sobre restos [y cagarrutas Refunfuñona Venía – Al lado [de los cabritos / Desgreñada con un palo en la diestra Hay cerca de allí un sitio donde [oscuras ruinas se levantan Muros derruidos los vería con ojos nostálgicos Mañanas soleadas / Tardes soleadas / Y Tardes de color de golondrinas “– Siete que estás parado en el [portón ● 20


Dentrá!” dicen del zaguancito, de las [piedritas del corazón de esos nombres [enlazados –Doña y Él– grabados en la arena. Y en el silencio Y otra vez “Dentrá Siete” ¡Qué me vas a decir Calle de todos los corazones!

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El sietecito Gonzalo Fragui

El padre de Ramón Palomares murió cuando el poeta apenas tenía 17 años. Palomares lo inmortalizaría más tarde en su poema Elegía a la muerte de mi padre: “Esto dijéronme: / Tu padre ha muerto, más nunca habrás de verlo”. Pasados algunos días el poeta encontró, entre las cosas que había dejado el padre, un Diario. Había allí facturas, diligencias que hacer, deudas que cumplir, pero también referencias a la familia. El poeta revisó todas las páginas para ver si el padre lo mencionaba en alguna parte. Buscó minuciosamente, una y otra vez, pero no encontró nada. Eso lo deprimió un poco. No lo podía creer. El ● 22


poeta guardó el Diario y lo tuvo sin abrir por mucho tiempo. Un día que estaba de cumpleaños, (Ramón cumple el siete de mayo), el poeta miró por curiosidad el Diario para ver qué habría escrito su padre ese día. Sorpresa. Decía allí: “El sietecito está hoy de cumpleaños. Voy a ir a Valera a comprarle un regalo”. ¡El padre lo llamaba “el sietecito”!. Desesperadamente el poeta buscó ahora en el Diario si había alguna otra referencia al “sietecito”. Efectivamente, el sietecito estaba por todas partes. “El sietecito llega hoy de la ciudad”, “El sietecito está contento”, “El sietecito sacó buenas calificaciones”. ¡Que sietecito tan de buenas!

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Este libro

Palomares

se imprimió en la Unidad de Literatura y Diseño de

en Mayo de 2014. en su elaboración se utilizó papel bond gramaje 20 y la Book Antigua en 11 y 15 puntos.

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Y ha vuelto a llover y dime qué sol ha venido y qué canción has oído y que mariposa [baja hasta la flor del patio y duerme y dame ese perfume que todo es un perfume y una esencia y una vaga brisa que llega [y se mueve anda y desanda y dime si adentro de ti no oyes tu corazón [partir y si de ti todo se ha ido y todo está por llegar y todo está en viaje y todo es nuevo [y vuelve. Adiós Salud Adiós.

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