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EDITORIAL H
acer gestión de gobierno implica compromisos. Lo que distingue a un gobernante de otro no es la ausencia de compromisos sino el carácter de los intereses que los condicionan. Las revoluciones socialistas se distinguen del capitalismo porque colocan al hombre en el centro de sus ocupaciones. De allí que la idea de “dignificar al hombre” haya pasado a formar parte fundamental de las premisas que orientan los procesos revolucionarios auténticos; sin embargo, es importante resaltar que cuando hablamos de dignificación no es suficiente con despachar el asunto, únicamente, desde la dimensión asistencialista que inventó el capitalismo al percatarse de que los intereses del capital estaban amenazados con el auge de los movimientos revolucionarios en el mundo después de la revolución rusa de 1917. Decir que la explotación capitalista no sólo permite la acumulación de riquezas en pocas manos sino también una enorme deuda social que condena a las masas populares a la indigencia es una verdad de perogrullo. No son pocos los dogmáticos que creen que basta con calcular matemáticamente la deuda social, armarse de un poco de sensibilidad, diseñar unos planes de atención a los desamparados y sentarse a esperar que la solución de los problemas inventariados produzcan automáticamente la sociedad de hombres libres e iguales. ¿Qué hacer entonces para combinar la dignificación social con la dignificación subjetiva? ¿Cómo logramos romperle el espinazo a los mecanismos de dominación? No hay fórmulas ni recetas para semejante propósito. Lo que sí
tenemos claro es que todo proyecto que se asuma como libertario debe apuntar a la creación de espacios sociales con sentido comunal. Dicho de otra forma: si queremos cambiar radicalmente estamos obligados cambiar los viejos paradigmas que nos obligan a doblar la cerviz y vivir en un permanente reacomodo de los mecanismos de dominación. Esta revista es una iniciativa que surgió en las asambleas preparatorias de los actos conmemorativos por los ciento cincuenta años de la elevación a distrito de Santa Cruz de Mora. Digamos que nació cimarrona porque la diversidad de temas y perspectivas denotan el espíritu democrático que prevaleció en el diálogo. No hubo libreto para los compañeros que manifestaron disposición de colaborar con este número especial; tampoco prejuicios por la ausencia de vacas sagradas en el convite a cielo abierto, y mucho menos complejo para debatir tanto de lo profano como de lo divino sobre la cronología relacionada con los ciento cincuenta años. Simplemente el compromiso de continuar impulsando el diálogo para desarmar los saberes consagrados. El gobernador Alexis Ramírez, en un gesto que dice mucho de su profundo espíritu revolucionario, no vaciló cuando se le pidió el apoyo para todas las actividades conmemorativas en general y para esta revista en particular. Por eso queremos, en estas notas de presentación, dejar constancia del reconocimiento que bien merecido tiene nuestro camarada, amigo y paisano.
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Santa Cruz de Mora Breve recuento de sus orígenes
(EXTRACTO)
• Luis Alberto Paparoni Bottaro
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Según investigaciones seriamente realizadas, y trayendo a la memoria narraciones oídas a familiares del ayer, puedo anotar que el hoy SANTA CRUZ DE MORA NACIÓ EL OCHO DE OCTUBRE DEL AÑO MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA Y TRES, BAJO LA DENOMINACIÓN DE SANTA CRUZ DEL CARMELO. En la fecha anotada fue asentado en la Registratura1 Subalterna del Cantón Villa de Tovar el Documento por medio del cual vecinos previamente acá residenciados, desde la cuarta década del siglo XIX, y capitaneados, entre otros, por Jacinto Mora Ramírez, Esteban José Pinto Vega y Ramón Mora Guerrero, adquirieron de José Ignacio Contreras –mediante Documento de compra– sendos lotes de terrenos, (mínimas porciones de sus extensas propiedades), para la construcción de una plaza y de una iglesia. Con el fin de testimoniar la decisión tomada, y emulando las tradiciones practicadas en las coloniales fundaciones, plantaron en medio del terreno, que supuestamente habría de ser destinado para la construcción de una plaza, una gran Cruz de madera. Esa actividad tuvo lugar, en medio del alborozo protagonizado por los pocos vecinos existentes, al caer la tarde del ya mencionado 8 de Octubre de 1853, una vez que de Villa de Tovar regresó José Ignacio Contreras con la escritura de compraventa ya protocolizada; y siendo el vendedor, fue también el único asistente, además de los indispen-
sables testigos, al Acto Protocolar de la firma del Documento en la Registratura Subalterna de Villa de Tovar. La inasistencia de los vecinos compradores se debió a que, una vez acordada la compraventa, medidos y demarcados que fueron los dos lotes, y cancelados los veinte pesos en moneda sonante, José Ignacio Contreras (interesado también en la fundación y formación del pueblo) se trasladó anticipadamente a la población de Villa de Tovar para gestionar el registro del Documento, y llevaba el propósito de enviar aviso a los compradores, para su traslado, una vez fijada la fecha y la hora del Acto Protocolar. De pronto, sin preámbulo, le fue anunciado que la firma sería realizada en la mañana del día 8 de Octubre de 1853; necesario es tomar en cuenta que en aquel entonces, no existiendo la carretera, Villa de Tovar distaba a más de tres leguas, y por tedioso camino de recuas, siendo necesario emplear más de tres horas para recorrerlo –tanto en uno, como en el otro sentido–. Ante tal aparente inconveniente, el Procurador Municipal presentó una alternativa, la cual consistió en que él, como Procurador Municipal y representante de los derechos del pueblo, podía ser garante por medio de su firma en el Documento; así fue realizado, aboliendo la movilización de los vecinos compradores. Protocolizado que fue el Documento, en la mañana del referido día, José Ignacio Contreras tomó camino hacia esta porción del entonces Distrito de Villa de Tovar, lugar al cual ya se le denominaba como de la Santa Cruz, por razones que serán explicadas más adelante. Para un cabal conocimiento, transcribiré de seguida, copia del referido Documento, el cual reposa, en forma original, en el Registro Principal del Estado Mérida, en la Ciudad homónima. Una copia certificada tengo conmigo. Creo necesario hacer previamente la siguiente observación: La transcripción va tal cual como la certificó el Registrador Principal, con sus pelos y señales,
sus faltas de ortografía, y con los modismos usados hace más de ciento cincuenta años. HELO AQUÍ: El Registrador Principal del Estado Mérida, CERTIFICA: Que en el PROTOCOLO DUPLICADO llevado por el REGISTRO SUBALTERNO DEL DISTRITO TOVAR, ESTADO MERIDA, durante el CUARTO TRIMESTRE DEL AÑO MIL OCHOCIENTOS CINCUENTA Y TRES, se encuentra un Documento que textualmente dice así: Conste por la presente escritura pública de venta, como yo JOSE IGNACIO CONTRERAS vecino de esta Villa Tovar he vendido y vendo perfectamente y pa. siempre jamás a los vecinos de la quebrada del Cilencio hasta la línea con estanques el puesto de una plaza constante de cien baras en cuadro, y de un Templo constante de veinticinco baras de frente y cincuenta de fondo, ambos lugares contiguos uno a otro y cituados al fondo del sementerio de Santa Cruz y casa que yo habito, y están demarcados bajo estos linderos; por el lado q’ mi pa. Mejías con tierras de mi propiedad; por el de abajo con tierras de la familia del finado Enrique Molina; por el lado que mira pa. el cumbe con Manuel Contreras; y por el lado de arriba q` mira pa Villa de Tovar, con tierra mía, este terreno lo hube de Manuel Contreras por compra, éste lo compró a Agustín Guerrero, y éste al finado Alejandro Chacón. Así deslindados y libres de todo gravamen vendí los expresados puestos de Yglesia y Plaza a los vecinos dichos, en la suma de veinte pesos que recibí en dinero sonante, haciendo yo gracia del mas
valor a favor de la fundación de la parroquia que se pretende fundar, quedando solemnemente sujeto y obligado con mis herederos y bienes en general al saneamiento de esta venta, y pudiendo ser efectuado por cualquier Autoridad, por lo que renuncio mi domicilio y vecindad.Desde hoi para adelante me desapodero, desisto, quito y aparto del dominio y propiedad que a los puestos de yglesia y plaza he tenido y todo lo traspaso a los vecinos para que les sirva pa. fundar el pueblo, como que de ellos tengo recibidos los veinte pesos y los compradores no pueden presenciar este otorgamiento, hago por su falta el señor Procurador Municipal representante de los derechos del pueblo que actualmente lo es el Señor PEDRO SOLANO VRICEÑO desde hoy quedan en pocesión pacífica los vecinos y espeditos los terrenos para que edifiquen el día que tengan a bien para su colidación firmo a mi ruego por ante dos testigos y el señor Registrador del Contorno .- Registratura Subna. Nº Tovar Octe. 8 de 1.853.El anterior documento público, ha sido asentado en esta oficina para su registro el cual fue leído en mi presencia. Otorgante y testigos que lo son los señores Emidio Quiñones y Juan de Dios Balza habiendo firmado por súplica del otorgante el señor Luis Antonio Ramírez a que doy fe como son vecinos.-Queda registrada en el Protocolo Nº 8, al folio 47 y a la fecha los otorgo que al margen se aprecia (Dooz de Registro y 2/oo trece reales) El Registrador(fdo) Andrés Omaña – Por súplica de José Ygnacio Contreras (fdo) Luis A. Ramírez.- Tgo (fdo)Juan de Dios Balza – Tgo (fdo)
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Emidio Quiñones – (fdo) firma ilegible.- Es copia fiel del original que certifico y expido en Mérida, a los once días del mes de Septiembre del año dos mil dos.Años 192º y 143º - D.R. Bs. 2.000 Planilla Nº 60247 S.A. Bs. 13. 988 Planilla Nº 61400 (fdo) LIC. EDY JOSEFINA LOBO DUGARTE – REGISTRADOR PRINCIPAL ACCIDENTAL DEL ESTADO MERIDA.Hasta aquí, el Documento de compra de terrenos para iglesia y plaza para fundar el pueblo que lleva por nombre: SANTA CRUZ DE MORA. Posteriormente fue erigido en Parroquia Eclesiástica de Nuestra Señora del Carmen de Santa Cruz de Mora, según Documento Diocesano con fecha veinte y cinco de Julio de mil ochocientos sesenta y ocho, por el entonces Obispo de la Diócesis de Mérida, que lo era el Ilustrísimo Señor Juan Hilario Bosset.2 El incipiente caserío fue nominado SANTA CRUZ DEL CARMELO porque, con la finalidad de proteger el borde del barranco donde a bien se ubicaron los pioneros, fue erigida una Gran Cruz de madera de Cedro, cuya especie era tenida como protectora de deslizamientos de tierra; al lado suyo fue construida una primera Capilla, embarecada y techada con palmas de lucateba; en dicha Capilla fue entronizado un cuadro de
la VIRGEN DEL CARMELO (o Carmen). La Cruz había sido erigida con alguna anticipación, quedando muy visible del Camino Real, razón por la cual, los viajantes, en uno u otro sentido, comenzaron a distinguir el nuevo punto como de la SANTA CRUZ. Lo anotado facilitó en gran manera hacer la combinación que dio por resultado SANTA CRUZ DEL CARMELO. SANTA CRUZ DEL CARMELO creció en forma un poco apresurada. La fama de la fertilidad de las vegas, ubicadas más abajo de la Quebrada de El Silencio, en la confluencia de dos ríos, El Mocotíes y La Quebrada de Mejías, hizo que llegara gente de Villa de Tovar, de Villa Bailadores, y de los llamados pueblos del sur. Pero la nominación de SANTA CRUZ DEL CARMELO le duró solamente once años. Finalmente, el 3 de Septiembre de 1864 SANTA CRUZ DEL CARMELO sería cambiado, según Decreto, por SANTA CRUZ de MORA, por la Asamblea Constituyente de Mérida. Y lo que celebramos hoy, en 2014, son los 150 años de haber
Está anotado Registratura, porque así figura en el Documento original. 2 Tomado de: Archivo Arquidiocesano de Mérida Sección 22 Curatos Caja 43. Documento Nº 10.887 folio 36 y vuelto. 1
SANTA CRUZ DE MORA
¿Un pueblo del café? Primeros censos de población
• Omar Andrade C. De 1840 a 1860, la aldea de Santa Cruz experimenta un notable crecimiento demográfico que no fue incluido en las cifras estadísticas de un Censo. Posteriormente en 1864, el recién creado Distrito Mora, estaba constituido por tres aldeas y ocho vecindarios. *** 21 de Diciembre de 1872, la Asamblea Constituyente modifica el nombre a la provincia de Mérida, por el de Estado Guzmán. Entonces el mencionado estado fue dividido en siete departamentos; quedando conformado el recién creado Machado por las parroquias Villas Tovar, Mora y Zea. Un año después (1873) se realiza el primer censo de Población en Venezuela, que empadrona 3970 habitantes en la Parroquia Mora. En el segundo Censo realizado en 1881, la parroquia Mora arroja la cifra de 4450 habitantes. Entre el Censo de 1873 y el de 1881, la población de la parroquia Mora crece en 438 habitantes. Diez años después en el Tercer Censo realizado en 1891, la Parroquia Mora muestra un total de 5445 habitantes. Cuatro décadas después el Censo de 1925 dice que el Municipio Mora tiene 10271 habitantes, mientras que el de 1936, la cifra llega a 13737, superando a Tovar que aparece con 12838. *** Debo subrayar que las cifras anteriores muestran
un crecimiento poblacional del Municipio Mora, que se ubica en un 2.6% anual, siendo uno de los más elevados del Estado Mérida (de 1925 a 1936). Además en ese tiempo las zonas de crecimiento y estabilidad demográfica, como lo señala Marco Aurelio Vila, se ubican alrededor de la carretera Trasandina. Entonces el Municipio Mora toma la dirección comercial del Estado Táchira y Departamento Norte de Santander-Colombia, a diferencia de la que tuvo muchos años antes con la zona sur del Lago de Maracaibo.1 *** En relación a lo descrito, el espacio geográfico de la zona del Mocotíes adquiere un carácter definido en cuanto a la consolidación cafetalera, específicamente en el Municipio Mora, así como en otros sitios. También se puede hablar de un fenómeno de amplitud por cuanto la producción y comercialización del café no solo se realizan en las áreas de cultivo creadas y organizadas, en el periodo post-colonial, sino que al requerir la siembra de café tierras ubicadas a una altura de 80 a 1500 metros sobre el nivel del mar, origina nuevas áreas de producción. Pero consiguiente las tierras del Municipio Mora y las de la Azulita resultan ser, desde el punto de vista ecológico, adecuadas a las plantaciones del cafeto. De esta manera estas zonas se convierten en el bastión cafetalero del Estado Mérida. También se convierten en zonas de elevado crecimiento poblacional.2
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*** Federico Benet dice que en 1864, el sitio SANTA CRUZ fue erigido en DISTRITO, pero lo cierto sería PARROQUIA, por cuanto para ese tiempo no existía tal denominación político– administrativa. Dice además que el Santa Cruz urbano aparece con 265 habitantes. Este dato es corroborado por el geógrafo Manuel Landaeta Rosales.3 Sobre Mesa Bolívar, Benet afirma que fue fundada el 5 de mayo de 1866 y elevado a Parroquia en 1882, cuando se desvinculó de Estanques. Ese mismo año aparece como grupo de la Parroquia Mora, con 24 viviendas y 164 habitantes. Federico Benet continúa afirmando que en las tierras del Mocotíes no solo se sembraba café, como rubro agrícola básico, sino que existía una producción múltiple que diversificó la economía por décadas. En esos años (1850-1880) el Municipio Mora produce un promedio de 2000 sacos de cacao (el café llega a la Provincia de Mérida de acuerdo a Don Tulio Febres Cordero en el año 1795). *** A Mesa Bolívar, Parroquia en principio de Tovar y luego de Santa Cruz de Mora, le augura Banet un futuro brillante, porque en su territorio se hallan asentadas varias concesiones petroleras, cuya explotación es realizada por una compañía anglo-americana.4 Existen registros sobre la actividad realizada en 1916 por la Petroleum Caribbean Company en 28 yacimientos ubicados en las tierras llanas de la Parroquia Mesa Bolívar.5 Ese mismo año, Rafael Max Valladares traspasa el contrato a la mencionada compañía anglo-americana para realizar la explotación de petróleo, nafta y brea.6 ***
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Se debe aclarar que cuando se hacen observaciones sobre productos de origen colonial, se debe enfatizar en los elaborados y comercializados por los españoles en un tiempo determinado, a nivel local y estadal. Entre estos productos se puede mencionar el cacao, caña de azúcar y artesanías. Estos productos fueron el soporte de muchos lugares que más tarde desarrollaron la caficultura. Además ocuparon sin duda puestos
secundarios para el desarrollo económico del valle del Mocotíes, debido a que es la producción y comercialización del rubro del café la que genera la actividad económica predominante. Debo anotar que no es la intención de este trabajo, analizar una parte de la estructura económica post-colonial, sino la de demostrar cómo los sitios aldeas, caseríos y pueblos, son influidos en su desarrollo por la expansión o involución de su economía. Entonces se podría hablar de poblados y áreas rurales que subsisten de la actividad económica que genera la producción del café, y cómo organizan el espacio o territorio, dando paso a la conformación de lo que muchos sociólogos definen como “los pueblos del café”. Sin duda que Santa Cruz de Mora, es uno de esos pueblos, quizás de los más representativos a nivel nacional.
Marco Aurelio Vila. “Una Geografía Humana-Económica de la Venezuela de 1873”. Ministerio de Fomento. Caracas, 1970. P.p. 40-41. 2 Moreno Pérez Amado. “Espacio y Sociedad en el Estado Mérida”. Mérida, Universidad de Los Andes, 1986, p.p. 173-174. 3 Federico Benet. “Guía General de Venezuela”. Caracas. 1929. P. 243. 4 Federico Benet. “Op. Cit. Pp. 241-248-250.. 5 Registro del Municipio Tovar, Protocolo 3, folio 3, Nº 1, 1916. 6 Registro del Municipio Tovar, Protocolo 3, folio 3, Nº 2, 1916. 1
CHIPÍA
Antonio Ramón Contreras Carrero
• Néstor Alí Quiñónez
En el Libro “Un día en la vida de los Artistas Tovareños” menciono a Antonio Contreras Carrero (“Chipía”), como una de las primeras referencias que animaron mi gusto por las artes plásticas. Yo era un niño cuando le conocí en un patio de tierra que antecedía la vieja casita de tejas donde vivían unos vecinos. Ese día quedé eclipsado, viéndole dibujar figuras femeninas, apenas ataviadas, suscitando picaronas risitas a las muchachas de la casa. Para entonces, mis capacidades interpretativas estaban exentas de suspicacias, limitándome al encanto y la sorpresa producidos en mí, al ver aparecer aquellas imágenes tras la huella del grafito. A todo esto, se sumaban las leyendas plenas de colorido levantadas en torno a la figura de Chipía que, aunque parecieran exageradas, representan el ingrediente usualmente atribuido por el amor del pueblo a sus cultores. Esta realidad nos conduce a reconocer una deuda permanente con nuestro prójimo: somos un débil reflejo de la auténtica vitalidad inmanente en todos los seres humanos. Nunca ocultó sus virtudes ni renegó de sus inofensivas malicias de trashumante trovador. Portaba en sus alforjas la sabiduría de los caminos y una forma particular de ver e interpretar el paisaje, al coterráneo, es decir, la vida misma. Sus huellas aún pueden sentirse en los senderos de incontables aldeas y caseríos donde permanecen tibios el eco el de su violín y la luminosidad de sus pinturas. Nació en la población del Molino el 20 de Agosto de 1926. Sus padres fueron Santiago Contreras Méndez y Eva Carrero Gómez, quienes tuvieron tres hijos: Francisca, Antonio Ramón y Jesús. La temprana muerte de Doña Eva fue determinante para que Don Santiago decidiera mudarse a Santa Cruz de Mora en el año 1945, dejando atrás la casa natal de Chipía que terminó siendo derribada para dar paso a la futura carretera de El Molino.
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Desde niño poseyó un excepcional oído músical teniendo al violín como instrumento inicial. Pero este violín era un extraño prototipo hecho con “tapara” obsequiado por su primer instructor, el músico popular Benito Ramírez. Una prueba de su creatividad se pone de manifiesto cuando años más tarde, Chipía elaboró violines similares incorporando envases de metal y otros materiales inverosímiles. Su talento le llevó a asimilar con rapidez el dominio de distintos instrumentos como la guitarra, el cuatro, el acordeón, la armónica, entre otros. Es tarea difícil reconstruir la historia de este genuino creador dado a su condición de bohemio, cuestión que se reflejó en su enorme desapego por las labores sedentarias. Sin embargo, logró iniciar la primaria con la maestra Doña Fermina Carrero y culminarla en la ciudad de Mérida bajo la tutela del maestro José Isaac Márquez. Ya en Santa Cruz de Mora, su padre lo envía al seminario de San Buenaventura. También se sabe que durante esa estancia estuvo en el Seminario Mayor Santo Tomás de Aquino de Pamplona- Colombia. Como es obvio, la personalidad de Chipía no resultó compatible con la vocación sacerdotal terminando por renunciar a los seis meses. Habría de volver a Santa Cruz de Mora y retornaría a las andanzas de juglar empedernido. Solía fungir como cura dando misas en distintos lugares. Se cuenta que una vez, siendo el día de las Ánimas, se presentó en el cementerio y ofició los respectivos responsos en latín, cosa que le hizo muchísima gracia al Presbítero Humberto Corredor Tancredi. A principio de 1948 fue reclutado por el ejército, siendo testigo de los veloces acontecimientos históricos ocurridos entre el breve gobierno de Rómulo Gallegos, el golpe de estado encabezado por Carlos Delgado Chalbauld, su posterior asesinato en noviembre de 1950, y el advenimiento del perezjimenismo. Don Jesús Contreras Carrero, su hermano menor, narra que al regreso del cuartel, Chipía se presentó con una pinta Gardeliana, vestido de casimir, corbata, elegante sombrero, una guitarra española y un extenso repertorio de tangos. La casa se llenó de gente durante varios días que vinieron para verlo tocar y cantar. Tiempo después, Don Ramón Fernández, jefe de la Seguridad Nacional de Tovar, lo recomienda ante el Coronel (GN) Lucio Cárdenas Ramírez para incorporarlo a la guardia nacional. Este, apegado al procedimiento, lo envía a la Es-
cuela de la Guardia Nacional de Venezuela en Ramo Verde. Apenas se hizo Guardia Nacional, Chipía es asignado al estado Monagas donde permaneció trabajando hasta que, producto de un cambio de personal, lo destacaron en la Cárcel de “El Dorado” del estado Bolívar. Allí no pudo soportar la hostilidad del lugar y terminó pidiendo la baja. En esa época ser cura o militar eran profesiones influyentes y de grandes prerrogativas, pero que exigían vocación, disciplina, obediencia, sumisión y otras cualidades muy adversas a la naturaleza de nuestro personaje. Finalmente, resuelve soltar las amarras que lo unían a estas deudas, emprendiendo un nuevo y un largo periplo de su vida que lo llevó a recorrer infinidad de pueblos, aldeas y caseríos, sobreviviendo con su música y sus pinturas, muchas de ellas elaboradas en los frisos de las casas que visitaba. Igualmente, era admirable su granítica fortaleza física que soportó, por más de dos décadas, la ebriedad y el desgaste de un intenso estilo de vida. Fue un periodo lleno de innumerables peripecias, alegrías y sinsabores imposibles de relatar en cortas líneas. Chipía acabó siendo abstemio, abriéndose a una vida más ponderada y fructífera. Se rodeó de excelentes músicos populares de la región creando su propia agrupación. Desde entonces se convirtió en asiduo participante en Festival del Violín de los Andes de Tovar, ganando premios y reconocimientos en sus diferentes ediciones en el renglón violín urbano. En el año 2008 gana el segundo premio en el exigente III Festival del Violín Popular de Sanare en la categoría Violín Popular Rural organizado por la Academia Latinoamericana del Violín. Toca en importante escenarios como el Teatro Teresa Carreño y el Centro de Arte la Estancia en la capital del país. En cuanto a su obra pictórica se ha dicho poco o nada; no obstante, en su conjunto, representa uno de los testimonios pictóricos más exuberantes de la región formando parte inestimable de la memoria visual colectiva. Sus óleos eran un solo plano pictórico-narrativo, inmediato y audaz, propio de un hombre que vivía el “ahora” intensamente, abandonando sin remordimiento las inaccesibles reglas del arte en el mismo lugar donde dejó sus antiguas deudas. Por otro lado, podríamos destacar que este pintor popular, a pesar de haber utilizado las
más elementales líneas para dibujar una casa, un paisaje, un objeto o cualquier animalito de esos que frecuentan nuestra cotidianidad, supo imponerle siempre, su inconfundible impronta a las pinturas. Concluyendo, sin temor a equivocarnos que, con un mínimo o ausencia absoluta de recursos académicos, “Chipía” fundamentaba con misterioso virtuosismo su razón de ser pintor. Dicho esto, resulta innecesario recurrir a
detalles curriculares. De hecho, toda la obra de este cultor popular es una exposición permanente a cielo abierto. Antonio Ramón Contreras “Chipía” muere en el 16 de Agosto de 2012 en el Hospital Universitario de la Ciudad de Merida, sus restos mortales se encuentran el cementerio de Santa Cruz de Mora.
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Antonio José Pinto Salinas • Ramón Ovidio Barrios
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Nació el 7 de Enero de 1915, en la aldea Cumbre de Pinto (hoy Hacienda La Argentina) a unos 25 minutos de Santa Cruz de Mora, sus padres: Leónidas Pinto Molina, quien fuera hijo de Don Esteban José Pinto, fundador del pueblo, y Doña Mery Salinas, quienes tuvieron 12 hijos. Inicia sus estudios en la Escuela Federal Fergunson, continúa en el Colegio San José de Mérida, donde se destaca por su inteligencia, aptitudes literarias y disciplina estudiantil. Formado en un hogar cristiano, prosigue sus estudios en el Seminario Menor de Mérida, de aquí va al Seminario Mayor de Caracas donde es seleccionado para terminar su carrera sacerdotal en Roma, pero sus inquietudes políticas y democráticas le hacen cambiar de rumbo, al retirarse del Seminario cursa estudios de economía en la UCV, forma parte del directorio del banco agrícola y pecuario; Fundador y militante del partido Acción Democrática, fue miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1.946; diputado principal al primer Congreso democrático, representando en dos oportunidades al Estado Mérida. En el año 1949 formó parte del directorio nacional de su partido en la clandestinidad, fue prisionero y expulsado del país en varias oportunidades por la dictadura, regresando igualmente en forma clandestina, con el cargo de secretario general. El 11 de junio de 1953 es hecho prisionero por la Seguridad Nacional en Camaguán. Llegando a San Juan de Los Morros es interceptado y el jefe al bajarlo del vehículo le dijo: -preparase a morir- contestándole Pinto Salinas con hidalguía: -estoy preparado desde hace tiempo. Iluminado con los faros de los automóviles y con las manos esposadas hacia atrás es vilmente asesinado. Sobre su muerte escribiría años después Rigoberto Henríquez Vera: “No hemos podido
concebir aún como la despiadada maldad de unos hombres pudo ensañarse contra la vida de un espíritu de selección profundamente humano, todo generosidad y ternura, incapaz por su formación y convicción de hacer mal alguno a sus semejantes, ser dotado de extraor-
dinaria capacidad
para la comprensión y mentalidad abierta hacia todas las inquietudes de noble superación espiritual y artística”. A nuestro coterráneo, siempre lo hemos recordado desde el espectro político, de gran calidad humana, entendía la política como una forma de servir y tenía un equilibrio dentro del debate ideológico que le permitía armonizar tendencias y diferencias que siempre surgían dentro de ese mundo nuevo en que se comenzaba a hablar de libertad y democracia; en este mundo se desenvolvió amplía y efectivamente, lo que ha hecho que siempre sea recordado por ello, obviando su aporte literario. Como cuentista escribió “Se nos murió Gumersindo” con el que ganó el concurso de cuentos promovido por el Semanario Fantoches en 1943. Como ensayista son importantes los ensayos críticos hechos a la obra de los escritores Manuel Felipe Rugeles; Tulio Gonzalo Salas y Emilio Menotti Esposito. Como Poeta, según el doctor Armando Alarcón Fernández (Alarcón F. 1977) “Sus poemas se caracterizan por la limpieza de las imágenes, por su unidad temática, por la perfección de su estructura métrica, por la sonoridad de sus elementos internos. Como toda la poesía de esa corriente literaria, es la suya de un suave romanticismo y de una elevación lírica que se inspira en el problema social de nuestro tiempo”, en casi todos sus versos se hace presente la idea de
la muerte, entendiéndola como un camino que estaba integrado a su poesía. “El fino poeta, (Luis Beltrán Prieto F. 1961) tierno y puro, que a pesar de la angustia militante daba rienda al ensueño, ha dejado dispersas muchas hermosas páginas. Su revueltos papeles son material para el estímulo de vocaciones”. Hoy, cuando nuestro Municipio se apresta a conmemorar los 150 años de vida municipal me permito dejar para ustedes, gracias al apoyo de la Alcaldía del Municipio Antonio Pinto Salinas, en la persona del alcalde Oscar Garrido, y de la gobernación del estado Mérida en la persona del geógrafo Alexis Ramírez, la averiguación sumarial recogida por José Agustín Catalá quien publicó en 1983 “Pedro Estrada y sus crímenes”. Uno de los casos reseñados en este libro es el del líder acciondemocratista Antonio Pinto Salinas. Hecho donde murió en mala hora Antonio José Pinto Salinas; quien naciera hace 99 años en una de nuestras aldeas, y quien durante su vida pusiera muy en alto el nombre del gentilicio Santacrucense, como intelectual, economista, periodista, político, cuentista, crítico literario, poeta, conocedor de las vicisitudes del campo, hijo de campesinos, quien desde muy joven mostró sus dotes literarias e inquietudes políticas, así mismo, ofrendó su vida en pro de una democracia que permitiera a todos los venezolanos por igual, disfrutar de la libertad vedada por la tiranía.
Para el recuerdo fiel de cada día
De esta tierra de fé y escapulario de cruz enhiesta y Virgen del Carmelo un tierno ruiseñor alzó su vuelo en las alas de frágil poemario.
Era poeta de peñasco y cielo de brasa incandescente de incensario de verso antiguo y fino relicario para ofrecer la joya de su anhelo.
Antonio Pinto, Poeta, en su escritura dejaba impresa su pulcra galanura en su letra de eterna poesía Santa Cruz se gloria de su altura.
• Armando Alarcón Fernández
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Aspectos Religiosos del Municipio Antonio Pinto Salinas • Ramón Ovidio Barrios
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Hablar del proceso histórico religioso de nuestro Municipio es remontarse al pasado, entender la necesidad que tiene el Santacrucense de apoyarse en la fe, en creer que hay un ser supremo que todo lo puede, que está por encima de todas las cosas, que hay que respetarle, amarle y rendirle culto, y es aquí precisamente donde nace la necesidad de construir un recinto donde profesar la religión cristiana, se comenzó por el primer centro poblado: Santa Cruz del Carmelo y luego a medida que las comunidades se fueron desarrollando y con ellas las satisfacción de necesidades, fueron construyéndose las capillas, unas comunitarias y otras en fincas y haciendas como pago a favores recibidos. Hoy nuestro Municipio cuenta con un número cercano a las cuarenta edificaciones religiosas, tres de ellas construidas en los centros de mayor población, Santa Cruz de Mora, Mesa Bolívar y Mesa Las Palmas, las demás diseminadas a lo largo y ancho de la geografía municipal. Es de resaltar y de suma importancia motivadora de estas construcciones, el notable número de sacerdotes nacidos en estas tierras, a los que se suman los venidos de otras latitudes, que en la
promoción de la fe cristiana fueron impulsando junto con los miembros de las comunidades y grupos apostólicos la construcción de las casas para honrar a Dios. Santa Cruz de Mora es sede la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, cuenta con un sacerdote (Párroco), y Mesa Bolívar es sede de la parroquia Nuestra Señora de La Candelaria, la cual cuenta con un sacerdote (Párroco), los cuales atienden todas las aldeas y comunidades de cada una de las Parroquias Eclesiásticas. En el Municipio Antonio Pinto Salinas predomina el catolicismo, siendo esta la religión en la cual se integran como hermanos cristianos más de un 90% de los habitantes. Desde hace más de un siglo el pueblo fue creciendo y con ello la fe cristiana, ya para 1860 había sido erigida en Parroquia Eclesiástica como Santa Cruz del Carmelo, siendo el primer sacerdote el Pbro. Ramón García Pérez, se cuenta que dicho nombre se debe a la unión de do hechos relevantes; el primero, la colocación de una Cruz de cedro al borde de un barranco cercano a lo que es hoy la Plaza Bolívar, (se tiene la creencia de que una cruz de cedro detiene los deslizamientos), en se-
gundo lugar, se construye después con la anuencia de José Ignacio Contreras, propietario de un terreno aledaño a una pequeña Capilla (hoy sitio donde está ubicada Comerciales Alfonso) y se instala en ella un cuadro de la Virgen del Carmen, la cual era también llamada Virgen del Carmelo, de aquí el nombre de Santa Cruz del Carmelo. En el terreno comprado por los vecinos se construye una nueva Capilla, que fue bendecida el 3 de marzo de 1896 por el Pbro. Rafael Zerpa, primera iglesia parroquial en honor a Nuestra Señora del Carmen. En 1922, (6 de Enero) el padre Luis Apolinar Granados empieza la construcción de un Templo moderno, orgullo de los Santacrucenses, a su muerte en 1941 lo sucede el padre Humberto Corredor Tancredi, quien lo culmina hacia 1949. Paralelo a esto, en diferentes comunidades se empieza la construcción de Capillas, entre ellas las de Mesas de San José, Romero, el Portón, la Santa Cruz de La Azulita, la del Barrio los Pepos, Mesa de Las Palmas, la Macana Alta y a finales de siglo XIX la de Mesa Bolívar; luego en la década del 60 se construyen, las de El Guayabal, San Isidro Alto, El Calvario, y de 20 años para acá, las de Santa Marta, la nueva de la Macana, la Montañuela, Campo Alegre, La Cascada, la de Padre Granados y la más reciente, la Iglesia de Puerto Rico. Santa Cruz de Mora vio nacer a tres jóvenes que se entregarían al Señor, llegando a ocupar cargos relevantes en la Iglesia, ellos fueron: Monseñor José Humberto Contreras Omaña, quién nació el 21 de diciembre de 1903 en la aldea El Tabacal, José Humberto Paparoni, nacido el 3 de septiembre de 1920 en la casa de su familia en la Calle Bolívar, al lado de la plaza Bolívar y quien fuera Primer Obispo de Barcelona en el Estado Anzoátegui; y Monseñor Rafael Monsalve Citrato. De las nuevas generaciones los Pbros. Humberto Mora y Florencio Velazco, (retirados del
sacerdocio), así como también Ramón Flores, Francisco Chacón, Nelson Briceño, Néstor J. Fernández Pacheco. En este pueblo se iniciaron como Tenientes Cura, quienes luego serían preclaros hombres de la Iglesia; Su Eminencia José Humberto Cardenal Quintero, Monseñor Pulido Méndez, Monseñor Antonio Ignacio Camargo, el Pbro. Vicente Alarcón, quien fuera presidente de la Junta Pro centenario, el padre Enrique Moreno, el padre Pepe, de grata recordación, el padre Alfredo Torres, quien fuera Canciller y actual Monseñor de la Arquidiócesis de Mérida, el padre Olivo León, el padre Javier Melán, el padre José Gregorio León, el padre Francisco Chacón, Javier Muñoz, Giovanni Escalona, Alexander Rivero y actualmente Oscar Contreras. Santa Cruz de Mora llamada también la tierra del café ha sido prolija en el sacerdocio, de recientes promociones egresados del Seminario Mayor de Mérida se destacan Jorge Eliecer Canadell, Hanníbal Berbesi, José de La Cruz Gómez, Jhon Abelardo Chacón y Luis Toro. Al trabajo realizado por los sacerdotes se suma el fervor religioso de nuestro pueblo, grandiosas han sido las festividades realizadas en los días de la Virgen del Carmen, San Isidro, Semana Santa, Navidad, procesiones, romerías, velaciones, misiones; sumándose como nueva tradición la procesión de San Cristóbal en homenaje a los desaparecidos y fallecidos en la trágica vaguada del 2005; la asistencia ha sido masiva en las ocasiones en que los misioneros han visitado las diferentes comunidades llevando la Palabra de Dios, hombres de nuestros campos con las manos encallecidas por el trabajo y la piel curtida por el sol se postran de rodillas, con gran humildad, para pedir al Señor y a nuestra Señora la Virgen del Carmen por sus familias, por sus siembras, porque se den sus cosechas, por su Iglesia, por sus sacerdotes, por la prosperidad de nuestro Pueblo y por la paz en el mundo.
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Inicios de la literatura y la pintura en el Municipio Pinto Salinas • José Gutiérrez Sánchez I Santa Cruz de Mora ha dado muchos escritores, poetas, cronistas, periodistas, ensayistas, historiadores, articulistas. En esta ocasión queremos resaltar algunos de los más representativos: El máximo representante que hemos tenido hasta hoy es el poeta Pedro María Patrizi, nacido en 1900, en la parroquia de Mesa Bolívar. Nació en Mesa Bolívar, edo. Mérida, 1900 y murió en 1949. Se le considera nuestro primer poeta erótico-humorístico-pornográfico. No publicó en vida un libro. Sus poemas los escribió en hojas sueltas, y algunos escandalizaron la moral de la época. Su obra fue recopilada bajo el título de Quevedo en mí, en 1991. También fue Concejal
Esdras Parra por el Departamento Libertador, Secretario de la Municipalidad de Mérida, Director de las revistas literarias Luz y Razón, y colaborador del diario El Vigilante. De su poema “Las nubes” tomo esta estrofa: Tenebrosas, negras unas, por los ámbitos eternos, al flotar en las alturas, más acá de las estrellas, caer dejan grandes lluvias, a torrentes los inviernos, y si chocan, brama el trueno, caen rayos y centellas. Mesa Bolívar también tiene otros representantes en la poesía: Armando Alarcón Fernández y Acasio Sabino Fernández. De Acasio son estos versos: Y entonces pienso en esta hora si amar no es sufrir y odiar. Despertar en el postigo de las tierras más hermosas. Estos poetas son los mensajeros de la montaña y de la neblina, ya maltratada por la tala y por la quema.
16 José del Rosario Márquez
En lo referente al cuento, su máximo representante es Esdras Parra. Poeta, ensayista, narradora, crítica cinematográfica, traductora transgénero venezolana. Nació en Santa Cruz de Mora, Estado Mérida, en 1939. Fue miembro fundador de la revista Imagen, en la cual trabajó como editora por varios años. Mantuvo una constante presencia en el mundo literario a través de publicaciones periódicas y como promotora cultural. Después de haber elegido el género femenino y, luego de un largo silencio editorial, publica poesía. Obtuvo el Premio de Poesía de la II Bienal Mariano Picón Salas Mérida, Venezuela, en 1993. Publicó En Narrativa, El insurgente (1967), Por el norte el mar de las Antillas (1968), Juego limpio (1968). En Poesía, publicó Este suelo secreto (1995), Antigüedad del frío (2001), Aún no (2004). Dejó poemas y textos inéditos, al igual que dibujos, actividad a la que se dedicó en sus últimos años. Falleció en Caracas el 18 de noviembre de 2004. En Santa Cruz de Mora hay también muchos escritores que merecen ser publicados pero mencionaré sólo a dos inéditos: José del Rosario Márquez, cuentista y novelista. Nació en Santa Cruz de Mora. Tiene inéditos varios libros, entre ellos Mientras la lluvia diluye las horas, donde se encuentra su maravilloso cuento “Benito Surús”, y Omar Andrade, finalista en el Concurso Internacional de Cuentos “Juan Rulfo”, con sede en París.
También pertenecen a Santa Cruz de Mora, aunque adoptivo uno, Antonio Ramón Contreras, “Chipía”, de carácter primitivo en su arte, y Gaspar Belandria, de la misma tendencia. Su presencia está en los murales pintados en las paredes de las avenidas. Finalmente hay un pintor que se “adueñó” amorosamente del paisaje y de los rostros del municipio. Me refiero a Néstor Alí Quiñones, Premio Nacional de Pintura “Arturo Michelena”, y promotor fundamental de la vida cultural de Santa Cruz de Mora.
II José Gutiérrez Sánchez Narrador, bibliotecólogo, periodista, Licenciado en Administración Educacional. Nació en Santa Cruz de Mora, Edo. Mérida, en 1932. Cofundador del Grupo Cultural “Puertas Abiertas” y de la revista “Panorama de un siglo”. Ha publicado sus libros de cuentos Manos extendidas y Cielo raso, y tiene una novela inédita. III Para 1929 existía en Santa Cruz un gran pintor de origen colombiano llamado Marco León Mariño, quien decoró el Altar Mayor y la cúpula de la imponente Iglesia de Santa Cruz de Mora. La pintura de Mariño proviene de ese clasicismo religioso de fines de la Colonia y recuerda al pintor caraqueño Antonio José Landaeta en su cuadro “La Inmaculada Concepción”.
17 Néstor Alí Quiñónez
Hacienda La Victoria Una joya para conocer • Bernardo Homero Corredor Ramírez
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Comenzaban a echar raíces en el siglo XIX los pioneros que fundaron a esta población, llamada inicialmente Aldea o Caserío Santa Cruz del Carmelo, que en esa época pertenecía a la jurisdicción de Tovar, hoy al Municipio Antonio Pinto Salinas, construyendo aquí y allá: calles, bodegas, carnicerías, cementerio, escuelas, casas de adobe, con tierra pisada, bahareque y techos de teja, y la infaltable iglesia, de la que uno de sus devotos marcaba la creencia que con una cruz de madera de cedro colocada en el borde de un barranco o sitio propenso a la erosión, paralizaba cualquier deslizamiento. Alrededor del año 1893, a escasas décadas de su fundación, comenzó a edificarse la casona La Victoria, que se divisa a la distancia, antes de pasar el puente sobre el río Mocotíes, viniendo de Mérida, a cinco kilómetros de Santa Cruz de Mora, símbolo visible de una huella colectiva que trascendió por su producción cafetalera exportadora y albergue de trabajadores, creando riquezas y forjando la disciplina laboral, que hizo de su modesto gentilicio ser conocido más allá de sus fronteras nacionales, tejiendo su primer sueño. Eran finales del siglo XIX, cuando la Hacienda
es comprada por Don Simón Consalvi, “en una época de profunda recesión económica, en que el precio del café fluctuaba entre 1,42 y 1,65 el kilogramo”.1 La Hacienda presuntamente se utilizó como cárcel, en la segunda década del siglo pasado; removiendo sus escombros se encontraron osamentas humanas, cuyas almas en pena, decían, produjeron muchos espantos. El 9 de agosto de 1922, el nuevo adquiriente es Don Calógero Paparoni, quien le imprime verdadero dinamismo a la propiedad, estableciendo un sistema de producción autárquico, que lo llevó a declararle al Doctor Alberto Adriani, que: “en la Hacienda trabajan cerca de 500 personas y todo lo que se consume es producido dentro del perímetro de sus tierras. Lo único que compramos es la sal”;2 reconociendo un proceso económico y social de distribución y consolidación de la propiedad de la tierra, más evidente hacia los años cincuenta del siglo pasado, con poca presencia latifundista en Santa Cruz de Mora, lo que impidió en ese tiempo, mayores daños a la economía local, no obstante, la explotación petrolera mejor remunerada, al ofrecer la Hacienda una oferta de trabajo estable para una peonada significativa de la población local, entre jornaleros y recolectores de café, previo a la crisis mundial de 1929.
La producción de café para el año 1922 en la Hacienda es de 200 sacos al año; ya para la siguiente década, se logra estabilizar una producción media interanual de 6000 sacos de café de calidad Super, digno de “codearse en el Mercado Internacional, con los famosos “Cafés Azules” que se producían en el Valle de Caracas”,3 que es limpiado y escogido por trabajadores del pueblo, cuyos ingresos posibilitaron la formación de nuevos hogares y mano de obra, que incrementarían la producción cafetalera. Grano que era comercializado por la propia Hacienda La Victoria, desde donde era sacado por recuas de mulas, descargándolo en el ferrocarril de El Vigía hasta Santa Bárbara del Zulia, en su tránsito en las piraguas que lo trasladan al muelle del principal puerto zuliano, para su despacho al consumidor final en Nueva York y Hamburgo, adonde llegó esa aroma, producida por manos santacrucenses. No podía estar ajeno a los avatares de esta atractiva Hacienda, el dictador Juan Vicente Gómez. Se cuenta que el referido Don Calógero Paparoni, urgido de una inversión para la Hacienda, se la requirió a Gómez, quien convocándole solícito para Maracay, le propuso socarronamente que tratándose de que el préstamo era por un millón de pesos, que él costearía de su propio “bolsillo”, y por cuanto la Hacienda valía dos millones, pasarían a ser socios en un 50% para cada parte. Don Calógero no menos sagaz, se salió con la suya, contrapunteándole a aquel acaparador terrófago, que habiéndosele muerto su esposa recientemente: “En la Hacienda ya tienen derechos mis hijos, tendré que ir a consultarlos…”.4 El Bagre tachirense esperaría la respuesta en la eternidad ardiente. El 6 de mayo de 1944, finalmente Don Calógero Paparoni vende ese emblemático recinto; es tiempo de post guerra y derrota hitleriana, que abre la década de los cincuenta, en que se conjugan diversos factores, como la crisis de los precios del café, con el consiguiente abandono de predios cafetaleros, el encumbramiento del país petrolero que trajo el derroche y la temprana acumulación capitalista, la aparición del emporio agro-
pecuario del Sur del Lago fortalecido por manos santacrucenses en su diáspora, con la apertura del Puente sobre el río Chama en 1954 y el contrabando del café colombiano barato, causaron en conjunto la decadencia del ciclo cafetalero de Santa Cruz de Mora, que hoy languidece y ese recuerdo próspero es una quimera, pero a la vez un reto aleccionador. Así, cabe preguntarse, cual hubiera sido la suerte de Santa Cruz de Mora, que apenas se restablecía como pueblo, diezmado por los cuantiosos daños humanos y materiales que produjo el terremoto de 1894, con unos precios internacionales del café deprimidos desde 1892 y en un tiempo de restricciones debido a las consecuencias de la primera guerra mundial de 1914, si la tenacidad de Don Calógero Paparoni y el pueblo que lo secundó, no se hubieran impuesto a las adversidades marcadas como punto final por la debacle mundial del crack del 1929. Quizás una prematura diáspora forzada, devastadora para un pueblo con crisis de ingresos, que ese esfuerzo conjuró, pero inevitable décadas después. Hoy, esa invalorable Casona rescatada enhorabuena, es asiento del Museo Internacional de la Inmigración y a la vez Museo del Café, y de promisorias jornadas de reflexión y de estudio, puesto que sirve también de sede a la Universidad Sur del Lago, como huella imborrable, de un gentilicio que contribuyó a forjar las raíces de un pueblo trabajador, que trascendió sus peñascos. Acogedor recinto mocotiense que deben conocer propios y visitantes, para admirar la obra de un gentilicio laborioso, que hoy ansioso reclama por conciencia histórica y vocación natural, el rescate y el posicionamiento como Municipio Cafetalero Bandera; con el reto inédito de industrializar a nuestro inigualable aromático grano, agregándole valor, que permitiría a Santa Cruz de Mora, vivir su segundo sueño. ¡Exijámoslo! Vivimos tiempo de Utopía. y 2 Tiempo y Existencia del Municipio Antonio Pinto Salinas, Alexi Rodríguez y Omar Andrade C., Mérida, 1999. 3 y 4 Hacienda La Victoria, Luis Alberto Paparoni Bottaro, Santa Cruz de Mora, febrero de 2002. Trabajo fotocopiado. 1
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Canto al Origen de Santa Cruz Las fechas no hacen historia, así quiero empezar mi canto la historia la hacen los pueblos con sus sueños con sus partos
Por la imagen de la Virgen y un cedro cruz centinelo el primer nombre del pueblo fue SANTA CRUZ DEL CARMELO
Puedo llenarme de enredos o alumbrarme con la luz para mí fue en San Isidro donde nació Santa Cruz
Si por año quieres parte y por mes también querés eso fue el 8 de Octubre de mil ochocientos cincuenta y tres (1853)
Tal vez un indio guerrero con la caza por oficio dejó grabado en la roca petroglifos por indicios
Jacinto Mora Ramírez, Esteban Pinto Vega, Ramón Mora Guerrero Forjadores de este sueño Fijaron el derrotero tienen un sitio en la Historia por la estirpe de guerreros
Igual pienso con justicia y soy de los soñadores que también aquí hay historia de nuestros libertadores Dicen los que hablan de historia a los cuales rindo honores que es justo reconocer los primeros forjadores Fue José Ignacio Contreras el que vendió muy sereno por veinte pesos sonantes se pagó por los terrenos Otros trajeron la imagen de la Virgen del Carmelo y en una humilde capilla la guardaron con recelo Y clavaron una cruz de cedro bien trabajao para proteger el pueblo de barrancos envientaos
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De la villa de Bailadores y de la villa de Tovar bajaban muchos baqueanos paso del camino real y en lo lejos divisaban aquel cedro hecho una cruz y por eso lo llamaron el pueblo de Santa Cruz
Y continuaron su lucha y se sumaba la gente y en la asamblea constituyente con afán solicitaron la elevación a distrito y eso también lo lograron y por SANTA CRUZ DE MORA a este pueblo bautizaron y más que decirle fecha les digo el significao 6 de Septiembre de 1864 allí quedó demostrao que cuando las ganas se juntan no hay buey que no empuje yuntas y no hay pueblo derrotao Camina santacrucense mete en tu pecho más aire que si se trata de lucha aquí, aquí, aquí no se rinde naide ¡¡CARAJO!!
• Leonardo García
Evolución política de
150 años
Santa Cruz de Mora en sus • Alcedo Zerpa Fernández
Para el estudio o comprensión de Santa Cruz de Mora se requiere un enfoque basado en la determinación de una microrregión histórico-funcional. Microrregión histórica pues su surgimiento obedece al resultado de la acción transformadora del poblador santacruecense sobre el espacio territorial, lo cual fue generando su evolución o desarrollo. Microrregión funcional en cuanto que es producto de la conformación de un área funcionalmente organizada por uno o varios puntos o caseríos conectados a un área central por redes de circulación, flujos de personas, bienes y comunicación que le permitió consolidarse. En Santa Cruz de Mora no existen elementos fundacionales bajo el procedimiento que se implementó en las principales ciudades del país a la usanza española con encomiendas, encomenderos y en nombre del Rey de España. El surgimiento del caserío, aldea, pueblo, obedeció a un proceso que tuvo distintas fases de desarrollo que ha originado discrepancias, confusiones y diferentes enfoques por parte de historiadores, cronistas y escritores. Hay que resaltar que la población y ocupación de lo que hoy es Santa Cruz de Mora y áreas de influencia, de forma estable, se hizo tardíamente por
cuanto en ellas había asentamientos indígenas, los denominados Mucutíes, que guerreaban con los Motilones, provenientes del sur del Lago de Maracaibo. Estos últimos belicosos que los invadían provocando enfrentamientos. Por tanto no había la consolidación de un núcleo poblado. Primera categoría sociopolítica. Ser Pueblo. El espacio geográfico o territorio del Municipio Antonio Pinto Salinas en su evolución geopolítica data de unos cuantos siglos. Hernández y Castillo, (1993) señala que Don Diego de Baños y Sotomayor en su visita a la Provincia de Mérida, concretamente la ciudad de la Grita, “...tramitó ante el Rey de España Felipe IV en 1657 la compra a nombre de los vecinos de Santa Cruz de unas tierras vacías que estaban sin composición ubicadas entre los ríos Onia y Curigría por la cantidad de 500 patacones cantidad esta que fue convenida entre el Cabildo de la Grita y el visitador español”. Es por ello que para el año 1657 habían vecinos – pobladores en estas tierras y que se les denominaba Santa Cruz. Esto se reafirma en otros documentos de los siglos XVI – XVII- XVIII. Se puede inferir que, antes de surgir un núcleo poblacional de Santa Cruz como para determinar su fundación, ya existían de forma dispersa en sus alrededores pobladores o dueños de tierras. Sin embargo, lo que se conforma como Santa Cruz no se puede estudiar como un hecho aislado y único porque como tal no surgió. Este proceso hay que estudiarlo como consecuencia del desarrollo territorial y poblacional que involucran a las jurisdicciones de La Grita y Mérida en el desarrollo colonial y a las propias necesidades e intereses de sus primeros pobladores. Hernández y Castillo, (1993) señala que “según el testimonio de Pedro Guerrero el sitio de Santa Cruz de Mora era un rastrojo, donde solo existían 8 casas dispersas en los lugares denominados Hoyo Caliente y Calle Real, habitadas algunas de ellas por las familias de José María Jaime, As-
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censión Martínez, José María Rangel y la Familia Pinto”(p. 26) Dado que existían incipientes núcleos de población entre ellos San Pedro, Las Palmas y la Aldea Cumbre de Pinto, alrededor de lo que es Santa Cruz de Mora, los vecinos motivados por sus líderes naturales impulsan la organización y fundación del pueblo. Y, es a partir del Acta del 28 de Octubre de 1853 donde se les vende a los Vecinos de la Quebrada El Silencio hasta la Línea con Estanques “El puesto de una Plaza constante de 100 varas en cuadro y para un templo constante de 25 varas de frente y 50 de fondo, para la formación de un pueblo que se pretende fundar.” Este es el acto y acta que asumen el rol fundacional de Santa Cruz de Mora. Se trazaron las calles, vías de acceso, acondicionamiento de terrenos para viviendas edificaciones públicas y el templo. Surge aquí la voluntad de organización sociopolítica, pasando de la simple agregación a la asociación. Este proceso abarca de 1853 a 1863. Segunda categoría sociopolítica. Parroquia Civil. A partir de 1863 se propone lograr que el pueblo de Santa Cruz del Carmelo fuese elevado a Parroquia Civil por lo que se gestiona ante el Concejo Municipal de Tovar dada la importancia socioeconómica (economía cafetalera y otros rubros) del pueblo en una clara vocación político administrativa. Es el 28 de Julio de 1864 cuando el Concejal Esteban Pinto, unido a los demás vecinos de Santa Cruz y apoyados por pobladores de Las Labranzas, San Antonio y San Pablo de Pueblo Nuevo impulsaron oficialmente que el pueblo junto con sus caseríos fuese elevado a la categoría de Parroquia Civil dirigiéndose a la Asamblea Constituyente del Estado Mérida. La Comisión de Política de la Asamblea Constituyente del Estado Mérida oficia al Concejo Municipal del Cantón de Tovar para obtener la buena pro de la solicitud. Esta última fue reforzada por la solicitud de los vecinos de Santa Cruz. El Concejo Municipal de Tovar da respuesta favorable el 16 de Agosto de 1864. Con esta aprobación se trasladan hasta la ciudad Mérida lo solicitantes para obtener respuesta y el 20 de Agosto de 1864 hace la Comisión de la Asamblea el pronunciamiento favorable. El 03 de Septiembre de 1864 el Presidente de la Asamblea Constituyente del Estado Mérida y el Presidente del Estado General decretaron la elevación de este pueblo a la categoría de Distrito generando el ejecútese y publíquese el 06 de Setiembre de 1864, fecha de la cual celebramos 150 años. Se pasa entonces, de la categoría de caserío o pueblo en fundación a la categoría de rango mu-
nicipal de Distrito, no obstante la Constitución Federal de 1864 declaró vigente la Ley de División Política Territorial del 28 de Abril de 1856, la cual establece provincias, cantones y parroquias para la división político administrativa. Esta ley, además, separó las provincias Táchira y Mérida y establece el Cantón Bailadores con las Parroquias Villa Tovar, Bailadores, Zea y Guaraque, siendo la capital Villa Tovar. Puesta en vigencia dicha Constitución el Distrito Mora, Capital Santa Cruz, forma parte del Cantón Bailadores con Villa Tovar como capital y por lo que pasa el Distrito Mora, Capital Santa Cruz, a constituirse en Parroquia Civil Mora y como tal se instala la primera Junta Comunal. Para 1872, la Asamblea Constituyente de Mérida le cambia el nombre a la Provincia de Mérida por el Estado Guzmán creando Departamentos, surgiendo el Departamento Machado con las Parroquia Villa Tovar, Zea y Mora, se ratifica la parroquia. En 1875 el Departamento Machado fue cambiado por el Departamento Tovar con las Parroquias Tovar como cabecera, Zea y Mora. La ley de división política territorial de 1904 divide el territorio del Estado en Distritos, Parroquias y aldeas, de esta manera el Departamento Tovar pasa ser Distrito siendo Santa Cruz de Mora una de sus parroquias con la denominación de Parroquia Mora. Tercera categoría político administrativa. Municipio. Para el 19 de Noviembre de 1909 se modifica la ley de 1904 cambiando la denominación de Parroquia por Municipio, a partir de esta fecha la Parroquia Mora pasa a denominarse Municipio Mora. En 1955 se crea el municipio Alberto Adriani agregándolo al Distrito Tovar con los municipios Mora, Mesa Bolívar y Zea. En 1965 se crea el Distrito Alberto Adriani, con capital El Vigía, separándolo del Distrito Tovar y anexándole la aldea Onia y Curigría del Municipio Mora quien disminuye su extensión territorial. Cuarta categoría político administrativa. Distrito: De nuevo se activan los pobladores de Santa Cruz de Mora, en esta oportunidad para solicitar la elevación a Distrito del Municipio Mora. El Cuerpo legislativo del Estado Mérida, mediante el decreto del 15 de Abril de 1977, con ejecútese para la fecha 26 de Abril, eleva el Municipio Mora a la categoría de Distrito con el Nombre Antonio Pinto Salinas, ilustre hijo de la población y descendiente de un fundador Don Esteban Pinto. El Distrito queda integrado por los municipios Mora y Mesa Bolívar sin incluir la aldea La Palmita, anexada al Distrito Alberto Adriani. De esta manera, el Municipio Mora se separa del Distrito Tovar con la capital Santa Cruz de Mora.
De nuevo a Municipio. Para 1986 una nueva Ley de División Político Territorial del Estado Mérida divide al Estado en Municipios Autónomos y dentro de los cuales pueden crearse Municipios Foráneos y las áreas urbanas de los Municipios Autónomos podían dividirse en Parroquias. En este sentido el Distrito Antonio Pinto Salinas pasa a denominarse Municipio Autónomo Antonio Pinto Salinas, capital Santa Cruz de Mora, y como Municipio Foráneo Mesa Bolívar. Para 1989 se reforma la Ley Orgánica de Régimen Municipal la cual establece que la rama ejecutiva del gobierno municipal se ejerce por órgano del Alcalde y la deliberante por órgano del Concejo Municipal. La denominación oficial del órgano ejecutivo del Municipio será la Alcaldía. El 3 de diciembre de 1989 el municipio Antonio Pinto Salinas elige su primer alcalde. En 1992 surge otra Ley de División Político Territorial que establece la división en Municipios y Parroquias, es decir los Municipios Autónomos pasan a ser Municipios y los Foráneos a Parroquias. El municipio en estudio pasa a denominarse Antonio Pinto Salinas con dos parroquias, Mesa Bolívar y Mesa de las Palmas; esta última creada por esta misma ley en 1992, luego de la gestión de sus habitantes. Esta división político administrativa se mantiene en la actualidad. No obstante que la vigente Ley Orgánica del Poder Publico Municipal dio un giro hacia la creación de las Juntas Parroquiales Comunales y se están constituyendo al respecto tras el impulso del poder popular, estableciendo una nueva estructuración política administrativa con base en los consejos comunales. Se concluye que Santa Cruz de Mora tiene una extensa trayectoria en su evolución política territorial de la cual cumple 150 años el 6 de Septiembre del 2014 y que en este transcurrir del tiempo hemos sido indiferentes con sus fundadores, y aunque queden ciertas apreciaciones respetables de
los que han narrado su historia escrita y viva, sea propicia esta oportunidad para retomar el ejemplo de Jacinto Mora Ramírez, Esteban José Pinto Vega y Ramón Mora Guerrero, quienes entre 1853 y 1864 le pusieron su corazón, como lo dice el Vals que enaltece a este pueblo, para llevar un caserío a la categoría de pueblo en un esfuerzo que abarcó 10 años y liderizar para obtener posteriormente la categoría de Parroquia Civil, con argumentaciones que las autoridades competentes no pudieron refutar para dicha elevación. En honor a su esfuerzo y tesón hay que consensuar que Santa Cruz de Mora debe precisar y oficializar su fecha de fundación el 8 de Octubre de 1853, cuando los habitantes de estas tierras se propusieron darle el carácter de pueblo y bajo su protagonismo, su propio protocolo y simbolismo lo hicieron posible, pasando a ser sus fundadores. Referencias - Hernández y Castillo, (1993). Santa Cruz del Carmelo de Mora. 1840–1993. Tesis de Grado ULA para optar al título de Licenciadas en Historia. Facultad de Humanidades y Educación. Mérida- Venezuela Junio de 1993. - Constitución de 1864. [Transcripción en línea]. Disponible http://www.fakemink.com/1874. html.[Consulta:2014, junio, 20 ] - Ley de de División Territorial de Venezuela de 1856. [Transcripción en línea]. Disponible http:// www.fakemink.com/1874.html.[Consulta:2014, junio, 20 ] - Constitución de 1909. [Transcripción en línea]. Disponible http://www.fakemink.com/1874. html.[Consulta:2014, junio, 20 ] - Zerpa, Alcedo. (1999) Discurso pronunciado con motivo de la inauguración del Banco SOFITASA el 09 de Abril de 1999 - Zerpa, Alcedo. (2003). Santa Cruz de Mora Microrregión Histórica Funcional. Trabajo monográfico manuscrito para la asignatura Historia en la UNA.
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Potencial Turístico
Santa Cruz de Mora
de
• Alcedo Zerpa Fernández
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En sus 150 años de vida municipal, Santa Cruz de Mora, emporio agrícola del Valle del Mocotíes, tiene para proyectar y difundir un patrimonio natural y cultural inagotable que se unen logrando una diversidad de fuentes para el turismo. Como capital de Municipio Antonio Pinto Salinas tiene un paisaje de la cordillera andina dominado por montañas, mesetas, colinas y valles que van desde los 450 msnm en la confluencia de los ríos Mocotíes y Chama hasta páramos que alcanzan los 1440 msnm. De esta manera se tienen paisajes con diferentes pisos climáticos, de Páramo, de Montaña y Tropical Cálido. Esta situación facilita el desarrollo de actividades como el disfrute de los paisajes con el colorido tropical, disfrute de su gran variedad de flora y fauna y el compartir la hospitalidad de su gente, tradiciones y costumbres. Es decir, Santa Cruz de Mora tiene una gran riqueza arquitectónico – cultural, bellezas escénicas y valores paisajísticos que proporcionan elementos para el desarrollo agroturístico. Su conformación geográfica permite determinar diferentes ejes, rutas turísticas o senderos tales como: Un Eje Central. De cual parten los demás ejes, constituido por su centro histórico, el cual presenta, (aunque se está extinguiendo), la mezcla de la arquitectura tradicional o colonial andina con elementos de la arquitectura italiana. Estas casas se construyeron siguiendo las pautas de un pueblo cafetalero. En su seno, destacan como obras de interés turístico el Puente El Arco, la Iglesia Nuestra Señora del Carmen, con su monumental torre y campanario, la casa tradicional donde está instalada la Casa de Ciencia, El Colegio Nuestra Señora del Carmen y algunas casas que fueron de familias cofundadoras de Santa Cruz y que sobrevivieron al terremoto de 1894. Su Plaza Bolívar, símbolo de ser pueblo desde los orígenes de Santa Cruz, centro para los actos cívicos y para el encuentro de sus moradores. Hoy día desde el gobierno regional y municipal se impulsa un proyecto de restauración o puesta en valor para la reconstrucción de las casas tradicionales. Un Eje Sur. Siguió la ruta indígena que comunicaba con los pueblos del sur del Estado Mérida, luego camino de recuas para el intercambio comercial de Santa Cruz con Canaguá y el Molino. Con esta ruta hay una gran deuda histórica la cual el ejecutivo regional está comprometido en saldarla, y consolidarse como enlace vial con los pueblos del sur que redimensionará este potencial turístico. Este eje comunica a Santa Cruz de Mora con el Páramo de San Isidro desde don-
de se pueden apreciar los diferentes pisos climáticos con diferentes paisajes de montaña con presencia de cafetales y neblina; así como se observa el Valle del Mocotíes. Predominan en este eje el valor histórico y turístico de los Petroglifos de San Isidro, rastros dejados en el tiempo por etnias indígenas que precedieron a la actual población, constituyendo un tesoro a cielo abierto para conocer, observar y preservar. La Cascada del Guayabal, elemento turístico en desarrollo, ubicado entre imponentes montañas que presentan al turista una fascinante caída de agua fresca y cristalina y espacios de recreación que invitan a permanecer en ella. Balnearios en la Vega de San Isidro que motivan a bañarse en aguas que permiten contactar la naturaleza y llenarse de la energía que parece brotar de la exuberante vegetación y lo irreverente de sus montañas. Páramo de San Isidro y de las Coloradas. Al estar allí, el visitante vive la sensación de la conquista de las alturas y poder apreciar hermosas vistas del paisaje de montaña, cultivos hortícolas, cafeteros y apreciar el difuminado de las tonalidades verdes de las diferentes vegetaciones que quedan impregnados en los ojos del observador acucioso. Un Eje Este. Bien puede denominarse el sendero del café por cuanto refleja la vocación cafetalera de Santa Cruz de Mora. En este eje el turista se encuentra con La Hacienda La Victoria donde puede impregnarse y fundirse con la cultura cafetera, sello de la relación hombre–tierra–café que posicionó al municipio como un emporio cafetalero de Venezuela. Casa colonial que data desde 1893 cuya arquitectura, mobiliario, maquinaria de la época, historia del café, libros de contabilidad cafetera, historia de los inmigrantes constituye el Museo del Café en el que se refleja el quehacer de las haciendas productoras de café de la zona. En sus espacios y posesiones se desarrolla hoy en día la Universidad Experimental Jesús María Semprum. En este mismo recorrido se puede llegar a la Parroquia Mesa de Las Palmas, elevada a
tal categoría en 1992, la cual presenta al turista la conformación de una población ubicada en una meseta andina cuyos habitantes giran en torno a la producción agrícola y como testimonio de tal actividad cuenta con el Museo Agrícola y Artesanal Mesa de Las Palmas en una antigua casona de hacienda cafetalera del siglo XIX, en la que se exhiben piezas de los quehaceres diarios de las labores agrícolas, utensilillos, artefactos y aperos que el productor utilizaba y que con su esfuerzo logró conquistar estas montañas. Además, en esta casona se le brindan servicios al turista. En esta parroquia se cuenta con el Salto de las Golondrinas, caída de agua a donde se llega por una ruta escarpada y que es del deleite de los moradores, así como vías de acceso hacia el Páramo de las Porqueras. En este eje también puede visitarse fincas y haciendas cafetaleras las cuales para las épocas de cosecha realizan el proceso de recolección, despulpado, fermentado, lavado y secado del café con maquinaria moderna o tradicional. Se aprecia en estas fincas un área para el procesamiento del café, tanques para el lavado y grandes patios para el secado. Una bifurcación de este eje, a partir de La Victoria, conduce al turista al encuentro con un pueblo escoltado por la neblina, que se ubica a una altura de 1095 m.s.n.m, en la antigua ruta hacia El Vigía. El Pueblo de Mesa Bolívar, cual guardián de las tradiciones ancestrales, conserva una estructura urbana propia de los pueblos andinos, y la manifestación folklórica los Vasallos de la Candelaria con más de un siglo de historia en homenaje a su patrona cuya celebración es el 2 de Febrero. Esta población presenta servicios al turista a través de posadas entre otros. Mesa Bolívar presenta a sus visitantes el Proyecto del Mirador de la Sierra, ya que en su parte más alta denominada La Loma se encuentra un lugar especial desde donde se puede disfrutar de una vista al pueblo, pero además las llanuras del Sur del Lago, el relámpago del Catatumbo y las nieves en la Sierra Nevada. Los ojos del turista pueden captar las dimensiones
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de las alturas, sus fenómenos naturales y las planicies produciendo una magia para estar allí. Este proyecto se encuentra en consolidación por el gobierno nacional, regional y municipal. Mesa Bolívar, también cuenta con lugares apropiados para los paseos de montaña y excursiones tales como: El Paramito donde se pueden efectuar caminatas para el disfrute el aire fresco y puro. La Laguna de Salinas hasta donde se hacen viacrucis y existe la Capilla de San Isidro. La Piedra de Agua en Los Algarrobos, a la cual los indios la perforaban para sacar el agua. El Pozo Azul denominado por el color azulado de las rocas donde está un pozo de agua natural que invita a bañarse con aguas de montaña, y Pozo Negro, lugar montañoso de la Hacienda El Quebradón, donde brotan aguas sulfurosas a las cuales se le atribuyen efectos medicinales. Un Eje Norte. Antiguo camino que comunicaba a los indígenas del Valle del Mocotíes con los del Sur del Lago de Maracaibo, tal como lo demuestra los elementos cerámicos encontrados en la Hacienda La Argentina, en la Aldea El Paramito, y los Petroglifos de las Vegas de la Asunción (La Mara). Luego, camino de recuas que se iniciaba en el sitio denominado Los Pepos que hoy comunica con las Aldeas Ubicadas en la Zona Norte encabezadas por El Portón, Esta zona con nueva vialidad ha logrado ir desarrollándose y presenta al turista hermosos paisajes donde las montañas van disminuyendo sus alturas para encontrarse con las planicies del Sur del Lago. Están diseminados en toda esta zona diversos caseríos y aldeas que reflejan el esfuer-
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zo del hombre andino por permanecer anclado a sus costumbres y tradiciones y se muestra la cultura del café dando paso a otras fuentes de producción. Puede visitarse en este eje las aguas termales de La Asunción, Las Mesas de San José, caserío tradicional cuya puesta en valor puede convertirse en un atractivo turístico fundamental. En los últimos años se puede constatar inversiones en posadas y servicios de recreación y atención al santacrucense y al turista, que van conformando una plataforma que hay que impulsar y desarrollar en los diferentes ejes que permitan un atractivo para que Santa Cruz de Mora sea un destino turístico. Esto también requiere de una población que se apropie de la importancia de esta actividad, de sectores privados dispuestos a la inversión y del impulso de la Corporación Merideña de Turismo. En la búsqueda de una diversificación de la economía, Santa Cruz de Mora puede dar un salto en esta materia. Santa Cruz de Mora presenta un potencial turístico al cual no se la ha dado la importancia que merece y que requiere, desde la creación de microempresas hasta altas inversiones con una direccionalidad que le permitirá a sus habitantes mejorar su calidad de vida, generar fuentes de empleo, crear un movimiento turístico constante y proyectar la tierra del café en el concierto del los circuitos turísticos de los Andes y de Venezuela. Que en estos 150 años de vida municipal se propicie este desarrollo.
Santacrucenses
Nuestras Bandas
• Bernardo Homero Corredor Ramírez
A Antonio Ramón Contreras, CHIPÍA, In memoriam
I Acercarse al arte en Santa Cruz de Mora equivale palmariamente a evocar a CHIPÍA, no a secas, como parece, sino admirando su manantial de pureza y compromiso de donde brotaba a borbotones espíritu y músculo, creadores que se multiplicaban con sus años, enriqueciendo su obra en sabiduría, sensibilidad y reciedumbre. De él recrearé, para mi gozo, su imagen afable y comprensiva, cuando me esperaba a las puertas de la Televisora Comunitaria de Santa Cruz de Mora, para acompañarme en el programa “Mocotíes en Movimiento” durante año y medio, regalándonos interpretaciones que, sin exagerar, llegaban al paroxismo; su mirada agradecida cuando le celebramos los 80 años, cierto, sin pergamino y oropeles, pero sí con mucha música de sus colegas y muestras de afecto y admiración. Fue maestro por antonomasia, elevando su magisterio a distancias siderales, en medio de un pueblo de tantos maestros de oficio. Cualidad indiscutible, al realizar su obra para ser vista, descubrimos la pintura a través de sus murales
públicos o accesibles, y en un taller de libre acceso, en el que cualquiera podía aprender. Los paisajes santacrucenses fueron inspiraciones y a ellos se integra como materia. ¡Ya renacerás en los nuevos cafetales emancipadores!. Quiera el Todopoderoso, que su espíritu nos ilumine para encontrar su inagotable impulso creador de ese hombre que, venido de lejos, quiso a Santa Cruz de Mora, y en él pervivirá para siempre. ¡Hasta luego, viejo amigo!. II Rastrear el origen de quienes quisieron deleitarnos a través de la música significa remontarnos mil quinientos años, por lo menos, y encontrar imaginariamente a aquella con la que nuestros primigenios Mocotíes celebraban sus ritos, regocijados entre altas montañas que optaron para habitarlas lejos del hoy epónimo río, dejando como testimonio a los petroglifos que, como huella imperecedera de nuestro gentilicio, se exhiben silvestremente en la aldea San Isidro. Hacia allá deberíamos invitar a los visitantes y coterráneos para que henchidos de orgullo y de dolor, también reclamen un mejor trato a ese patrimonio cultural invalorable, que manos crimi-
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nales lo deterioran. Y es que, el santacrucense ha llevado como parte de su propio ser a la música, valorando su inmenso contenido espiritual y mágico, y aún misterioso que la sustenta. Así lo reflexiona el escritor José del Rosario Márquez, en el artículo “Folklore” de la revista Panorama de un Siglo, Nro. 1, 1961, donde señala: “Las épocas de cosecha se transforman en un baile cotidiano, con el cuatro, el violín y las maracas, en la oportunidad de la afluencia de simpáticas mujeres, dispuestas a despertar la hacienda del letargo en la que le sume el duro trajinar de la cogida del café. Y el campesino ha especialmente hecho del cuatro su compañero inseparable, el amigo fiel a quien confía todas sus tristezas, fruto de una vida de miseria y necesidad, de la que ignoramos cuando se verá redimido”. El año 1922 es crucial para Santa Cruz de Mora, pues es cuando se inicia la construcción de la iglesia, se inaugura el Puente Libertador y se organiza la primera Banda, por preocupación de Don Galógero Paparoni, quién encargó los instrumentos musicales en Milán, apoyado por un aporte económico parcial del General Amador Uzcátegui, a la sazón Presidente del estado Mérida; amén de inaugurarse el Club Cultural Andrés Bello a iniciativa del intelectual y prolífico Juan Francisco Franco Quijano, que bastaría recordarlo por su poema Los Collares de Ofelia: “Y así, Ofelia, hacia el alba, regresamos del río...” El profesor Ruperto Moros, tachirense de origen, quién había sido invitado por el presbítero Luis Apolinar Granados, organizó una Banda integrada por: Lucindo Molina, Pompilio Molina, Ramón Altuve, Dionisio Herrera, Lesmes Puentes, Santiago Paredes, Juan Berbesí, Celestino Prieto, Ezio Márquez y otros espontáneos colaboradores, que asumieron con tanto entusiasmo su tarea, que ya para el 19 de marzo del año siguiente -según afirma Márquez- pudieron
amenizar la fiesta de San José. En el año 1928, al retiro del profesor Moros, aceptó la dirección de la Banda el señor Lesmes Puentes, quién le imprimió condición de orquesta, con la participación de Isidro Gutiérrez, Ventura Rendón, José de la Cruz Morales, Francisco Torres, Ramón Gutiérrez, Adelmo Gutiérrez, Celestino Prieto, Ezio Márquez, Ramón Altuve, Efraín Molina y Adelmo Rosales. En 1936 se fundó una segunda orquesta, con el nombre de Santa Cecilia, que para algunos era una escuela-banda, a instancias del profesor Miguel Zambrano, al parecer gran animador cultural de la comarca, bajo la dirección de Santiago Paredes, que a los veinticuatro años era un consumado fabricante de instrumentos de cuerdas, y en Santa Cruz de Mora aprendió teoría, solfeo e instrumentación; conocimientos que presumimos transmitió a sus dirigidos. La que estaba integrada por Celestino Prieto, Héctor Osuna, Antonio Monsalve, Loreto Monsalve, Reyes Monsalve, Ramón Gutiérrez, Plácido Rodríguez, Antonio Dávila, Antonio Parra, Isidro Gutiérrez y Adelmo Gutiérrez. Este conjunto musical sobrevivió hasta después de 1944. En el largo intervalo desde 1948 hasta 1963 sin Banda, la música no se apagó, gracias a que muchos intérpretes encabezados por Plácido Rodríguez, Emiliano Dávila y Pedro Araque, no cesaron en su empeño de organizar conjuntos, que animaron fiestas, retretas y reuniones sociales con gran dignidad y buen desempeño. En este último año se crea la escuela de música y la Banda con el nombre de Cardenal José Humberto Quintero, liderada por el maestro Macedonio Ramírez, quién la sostuvo con sus propios recursos por siete años, hasta su muerte. Recordamos ese tiempo con nostalgia, con mención especial al Profesor Ramón Avendaño, docente, compositor, guitarrista y exquisito bohemio de La Grita, adoptado santacrucense,
quién nos regaló nuestro himno musical, el vals Santa Cruz, llevado al acetato, con gran solvencia por el cantante Octavio Dugarte. De esta entrañable composición, José del Rosario Márquez escribió, en el referido artículo: “es el canto del hijo a la tierra, con la que se ha consubstanciado; es la exaltación de sus mujeres, sus ríos y sus montañas; es la historia hecha pentagrama, la remembranza de sus hijos ilustres, que, como don Jacinto Mora, agotaron sus vidas en colmar de sabiduría las mentes y templar las voluntades de sus coterráneos”. Con propósitos de agitación, propia de sus 45 jóvenes componentes, pero con igual entusiasmo y perseverancia, fue creada hace cerca de treinta años, la Banda Show del Liceo Bolivariano Eutimio Rivas por Alfonso González y conducida durante los últimos siete años por Franki Dávila, inclusive con repertorio bailable. Hoy Santa Cruz de Mora, tiene una Banda Municipal, estable y profesional, gracias a la Ordenanza del 4 de abril de 1995, que la crea, con el honroso nombre de Don Emiliano Dávila, quien procreó a su vez a numerosos músicos, hoy integrantes de esta prenda musical, entre otros, a un tataranieto. La Banda dio sus primeros pasos en el año 1990; en cuyo digno camino deja sembrados como legado a Yohnston Dávila y a los tovareños Martín Durán y Ciro Ortega. Sus integrantes que provienen en buena parte de un plantel fundacional formado en la Escuela José Humberto Paparoni, pero hay también quienes vienen del Sistema de Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil Núcleo Don Plácido Rodríguez del pueblo, dirigidos hoy por el profesor Eduardo Medina, conforman un fraterno y comprometido colectivo empeñado en brindar alegrías y recuerdos al gentilicio que sirven. Eduardo Medina, Eddi Márquez, Stefanía Medina, Carlos Zambrano, Gabriela Dávila, Alirio Molina, Kaddy Dávila, Alejandro Medina, Yohan Peñaloza, Wícter Dávila, José Luis Contreras e hijo, José Gregorio Duque, Ender Contreras, José Bravo, Alexi Quiñones, Darwin Dávila, José Gregorio Contreras “Goyo”, Albert Cañizares, Rigoberto Dávila, Elvio Dávila, Emiliano Dávila y Franki Dávila, suben al escenario para ofrecernos su amplio repertorio de 150 piezas que incluye, entre otros, valses, pasodobles, merengues, joropos, música tropical, cumbias, gaitas y aún música clásica, justamente, ¡Qué casualidad! en el centésimo quincuagésimo aniversario de la elevación a Distrito de nuestro querido terruño.
Vals Santa Cruz
Ramón Avendaño
Santa Cruz, extensión de esperanza, Mocotíes, tu fiel seguidor, Puerto Rico, cercano y sereno: tierra hermosa de fértil verdor. Ciudad gentil: tienes un poemario, Escrito con amor, Donde escribe el que añora, Donde Jacinto Mora puso su corazón Tus cafetales y tus mujeres De tu suelo son la riqueza; Santa Cruz, si te dejo, me voy con tristeza.
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Personajes,
costumbres y tradiciones • Audrey Canadell
Leonardo Sierra
Pedaleando por entre la montañosa geografía de este municipio se inició en este deporte difícil, pero con grandes sueños que logró consolidar. Ciclista nacido en Santa Cruz de Mora, profesional de 1989 a 1995, siempre en equipos italianos, destacó en las carreras italianas ganando el giro de Trentino, el giro de Friuli, el g.p. Industria y Comercio de Prato y una etapa en el giro de Italia en 1990, décimo de esa edición y séptimo en la clasificación general del giro de Italia 1991, ganó la vuelta al Táchira 1993, tres veces campeón de ruta 1991 a 1993. Hoy en día casado con hijos y próspero empresario, con orgullo aún es invitado a la gran fiesta del giro de Italia, donde asistió este año como invitado especial, con nostalgia y emoción narró como aún piden su autógrafo y lo reconocen, ese es Leonardo Sierra, hijo de este pueblo que ha parido grandes hombres y mujeres.
Luis Paparoni Bottaro
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Grandes puertas de madera, ventanales y balcones llenos de historia nos llevan a encontrarnos con un personaje que se ha preocupado por registrar sucesos y anécdotas locales, sus escritos son referencia para quienes solicitan datos históricos, el olor a café recién colado nos invita a visitar a don Luis, quien nació en Santa Cruz de Mora un 26 de marzo de 1924, de padre italiano y madre hija de padres italianos, bisnieta de Ramón Mora Guerrero, fundadores de esta población. Su niñez la vivió en su pueblo, luego cursó estudios en La Grita, luego se traslada a Mérida a continuar estu-
dios en ingeniería civil. Se casa con Alba Marina Baptista un 19 de abril de 1952, procrearon siete hijos. Además de distinguido caficultor, se ha esforzado por defender los derechos de este sector, su otra preocupación es mantener viva la historia de la población, co-fundador del Centro de Estudios Históricos Débora Márquez. Ha realizado escritos alusivos a personajes, fechas importantes, apología de don Calógero, Santa Cruz de Mora y sus orígenes, Hacienda La Victoria, recorrido del primer automóvil por nuestro pueblo, italianos en Santa Cruz de Mora entre otros, ha sido condecorado con la orden al mérito en el trabajo en 1era clase.
Benardina Castro
Nadie sabe de dónde vino, pero todos recuerdan que vivía en el sector Los Pepos. Era pequeña de tamaño pero grande de corazón, siempre dispuesta a hacer un mandado, planchaba en casas de familia, saludando a todos, presta a servirle a quien lo solicitaba diariamente, por las tardes y fines de semana enseñaba el catecismo a los jóvenes y niños del sector, se reconocía por su andar apurado y sus vestidos floreados, cuando el sol quemaba la acompañaba su sombrero de paja, su cama impecable de sábanas blancas y almidonadas, nadie se sentaba en ella, se dice que tuvo un hijo, pero siempre vivió sola, ya con los años acompañó a la señorita Olga en la casa de los Salas. Al morir el pueblo fue quien se encargó de su entierro y velorio.
Rigoberto Dávila
Al final de una empinada calle encontramos una hermosa y acogedora casona de balcón, allí vive una particular familia, en su mayoría músicos, dedicados y enamorados de este arte, escribir, componer, tocar un instrumento y corear un merengue de forma afinada o un vals; habilidad que disfruta en ejecutar, siempre guiados por el maestro Rigoberto Dávila, nativo de esta población, hijo de un gran músico don Emiliano Dávila. Rigoberto, con 6 grado, fue y es un gran profesional,
buscando la manera de llevar sus conocimientos a las escuelas, realizó cursos sobre educación musical, formación y difusión de la cultura, fue director de la escuela de música, director del Combo los Shewings, amenizando gran cantidad de fiestas, director de la coral de la iglesia, director del conjunto aguinaldero los Juveniles, director del Combo Impacto, arreglista del Gran Combo, compositor de la guaracha el Tongoneado y el porro Esperanza de Amor, autor de la música del himno del grupo escolar Monseñor Chacón, en Tovar.
Amenodoro Fernández
Al entrar del pueblo, se llena de afinadas melodías, es nuestra música autóctona de campo que nos recuerda las paraduras de Niño, como un gran baile en los grandes patios de secar café, encontramos un hombre creativo, un artista popular, pionero en conservar y atesorar nuestras costumbres y tradiciones: Amenodoro Fernández, nativo de Pueblo Nuevo del Sur, desde muy pequeño su familia lo trajo a este pueblo que lo vio crecer, realizó diferentes actividades desde cargar verduras como chofer de transporte público, 38 años de administrador y propietario de la bomba de gasolina El Calvario, comerciante próspero sin dejar a un lado su gusto y habilidad al tocar un instrumento como la flauta o lo que más le gusta: el violín, bajo la enseñanza del maestro Emiliano Dávila quien le colaboró para obtener su primer violín, es reconocido no por su empresa si no por su música, es maestro en el arte de tocar el violín, haciendo vibrar sus cuerdas brotan hermosas melodías que amenizan las festividades populares.
María Antonieta Rossi
Llegó de tierras lejanas, María Antonieta Rossi un 3 de octubre de 1957 junto a las Hermanas Pías de la Presentación, con la responsabilidad de fundar un colegio de primaria, unas venían de Chivacoa y de Génova, Italia, la madre Rossi y sor Rafaela quien fue su gran apoyo en la tarea que se trazaría como meta, iniciaron las clases el 7 de octubre de ese mismo año en la Casa Cural. De sus muchas anécdotas recordamos el 30 aniversario de fundado el Colegio cuyo orador de orden fue el doctor Rafael Caldera, la gran torre del templo vigila la vida religiosa y a esa pujante juventud que cada año egresa de esa obra inseparable de la historia, con sus triunfos y logros, siempre agradecidos aquellos que a pesar de no tener dinero pudieron cursar estudios y hoy son profesionales, se le recuerda como exigente de carácter fuerte pero justa, madre María Antonieta Rossi.
Freddy Fernández (Campesino)
Encontramos entre nuestra gente personajes que no son escritores, ni deportistas, tampoco artistas, son aquellos que contribuyen o han contribuido en forma positiva con su labor y esfuerzo en forma efectiva a través de su trabajo en mejorar la calidad de vida personal pero también la de la población, se le conoce como “Freddy Campesino”, hombre de campo, humilde de nacimiento pero lleno de sueños realizados, consolidando una gran empresa, UNA GRAN FAMILIA y metas aún por cumplir, bienhechor con su pueblo y preocupado por favorecer a quien lo necesita.
Costumbres y tradiciones
Como en todo el estado se celebran fiestas patronales o religiosas, además de Semana Santa y Navidad, entre ellas: 1 de diciembre misa del Gallo, bienvenida a la Navidad 5am con caravana por la población, misas de aguinaldo, gaitas y el 31 paseo del Toro y la Burra, paraduras del Niño, Virgen de la Candelaria y sus Vasallos de gran festividad en Mesa Bolívar, novenas a Santa Lourdes, misa y procesión Conmemoración de 11 de febrero 2005, Semana Santa, San José, San Isidro, Santa Cecilia, la Virgen de Coromoto, Ferias y Fiestas de la Virgen del Carmen, resaltando que en cada mes siempre hay una festividad en honor a un Santo. Existe diversidad de costumbres: desayunar con pastelitos, los domingos sancocheros o un buen mondongo, pero es de resaltar una costumbre por la que se caracteriza la población: llamar a las personas por apodos, tan arraigada y frecuente, que al preguntar por el nombre de alguien en particular es común no saber de esa persona, pero si es por el apodo de inmediato sabrán dar dirección y ubicarlo, algunos de ellos: Alexis Ramírez (palomo), Oscar Ferreira (guachon), Cesar Useche (San Benito), Luis Quintero (mariachi o Luis tripa), Oto Duran (motilón), José Gregorio Castellano (garrapata), Alejandro Márquez (hormiga), Benerando Hernández (nano burro), Andrés Zambrano (churria), Franklin Dávila (cacheradio), Leonardo Moreno (coyac), Alexis Canadell (pelón), entre otros. Juan parrillo, María Pola, Nano pollero, C a r a - bina, Ramón tripa, 50 bolos, Pajarito, Agua de arveja, Cara de chicle, Gallito, Media luna, Camuco, Pedro chiva, Surupa de chiva, Bullistos, Burros, Remate, Patilla, Pimpina, Tiestos, Mimosin, Cuartillo, Páramo, Camping, Chingo, Perro de agua, charanga y muchos más…
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Petroglifos • Hildemaro Plaza Rivera
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Entre los primeros antecedentes histórico–arqueológicos se encuentran los Petroglifos reseñados por el abogado colombiano Franco Quijano en el año de 1926. Posteriormente, en la hacienda “La Argentina”, el Dr. Juan Bottaro Camargo (1960) localiza fragmentos de cerámica indígena, datados junto a los Petroglifos en más de 1500 años de antigüedad. Además evidencia la existencia de remotos pobladores en la región, lo que hoy en día es el municipio Antonio Pinto Salinas del estado Mérida. De igual manera, en el escudo oficial del municipio Antonio Pinto Salinas, en el cuartel superior, se ilustra los Petroglifos, representados como un adelanto cultural de los indígenas Mocotíes en la sociedad precolombina. “Los Mocotíes eran Tetuyes, como Tetuyes eran los Mucubajunes, Mucutuyes, Mucuchachíes y los Mucupate de Santa Cruz de Mora”. (Jorge Cepeda), 2012. La presencia de diversas etnias en la Cordillera de Mérida demuestra que fue implementado un conjunto de estrategias socioculturales y productivas, las cuales tuvieron que ser superadas debido al medio geográfico donde habitaron, aun cuando se debería investigar en profundidad dichos asentamientos indígenas, específicamente en las cuencas de los ríos
Chama, Mocotíes y la quebrada de Mejías, para así formar parte de nuestra identidad local. Las representaciones rupestres halladas en el municipio deberían dar un nuevo significado a nuestra historia prehispánica, para documentarla, actualizarla y difundirla, siendo este un patrimonio que nos pertenece como legado ancestral, al cual no se le ha dado la importancia que permite merecer como patrimonio de la información cultural e histórica de nuestros ancestros. Andrés Puig y José Luis Quintero, (1986), realizan el primer levantamiento planimétrico, registro fotográfico y los calcos a dichas representaciones rupestres, tomando en cuenta la descripción geográfica del área de la meseta en la comunidad de San Isidro, tales como: clima, geología, metodología, y la descripción de cada una de las rocas contentivas de Petroglifos. Se hace evidente que la metodología a aplicar en el registro planimétrico y fotográfico de las figuras talladas en las rocas debería ser la misma que aplicaron los
autores anteriormente señalados. De igual manera, los calcos se harán sobre la roca con plástico transparente. Y se pueden remarcar con tiza los surcos existentes, con la finalidad de hacerlos visibles para los registros fotográficos. Así mismo, los petroglifos son grabados que se encuentran en las piedras, tallados con figuras geométricas, antropomorfas, zoomorfas, círculos y espirales, en diseños abstractos que imposibilitan su relación con objetos reales. En consecuencia, las figuras en las rocas con representaciones rupestres están sometidas a una intensa erosión, modificando y uniendo surcos que aparentemente estaban separados, y en casos extremos borrados por completo. En las comunidades donde hay petroglifos, los mismos se encuentran en aceptable estado de conservación, a pesar de que pertenecen a la época precolombina. Sin embargo, están expuestos a la acción de agentes naturales y humanos que atentan contra su conservación. El 29 de mayo de 1992, el Concejo
Municipal considera que es deber de la municipalidad, velar por la conservación del “Patrimonio Histórico y Artístico del Municipio”. En consideración, declara “Monumento Histórico” a los Petroglifos ubicados en la meseta de la comunidad de San Isidro. Así mismo, se dicta un acuerdo en el que contempla los siguientes aspectos: Art. 5º “Se prohíbe cualquier tipo de exca vación o exploración sin la autorización de la alcaldía”, Art. 7º “Crear el parque de los Petroglifos de San Isidro, como Lugar Histórico, Artístico y Turístico del municipio”. Jacqueline C. de Briceño, (2006), los ubica como Piedras Sagradas, con la capacidad de curar, proteger y de transformarse en cintas multicolores que dan destellos como el arco iris o en la cosmología andina: águilas, cóndores, culebras, ranas, venados, osos, pero también la de producir sueños y “sobresaltos” y de castigar a los que las irrespetan. Estas Piedras Sagradas tienen una estrecha relación con los Petroglifos, con la mitología, con la historia mitificada de los aborígenes americanos. En conclusión, se sugiere la creación de un “Museo Arqueológico Fotográfico de Petroglifos”, aplicando las nuevas técnicas en fotografía (pendones), para de esta manera acrecentar la identidad cultural que identifica al santacrucense. El valor histórico–cultural que se debería dar a los Petroglifos, a través del tiempo, es protegerlos como patrimonio (Monumento Histórico) que legaron nuestros antepasados.
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Iglesia en honor a
Nuestra Señora del Carmen
Patrimonio Cultural Santacrucense • Jesús Eduardo Otálvares
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La herencia histórica que han dejado nuestros antepasados corresponde a ese aprecio y apego por dejar sembrado la semilla de una nueva sociedad, capaz de cosechar cual sueño quisiera alcanzar. Uno de los grandes sueños de la sociedad Santacrucense de mediados del siglo XX fue la construcción del templo Nuestra Señora del Carmen, esta obra arquitectónica de belleza única y de estilo sin igual, hoy día es patrimonio monumental en Venezuela. Se distingue por su gran torre, considerada por su majestuosidad, estilo y altura, una de las tres más altas en Venezuela. A comienzos de los años veinte, las autoridades eclesiásticas motivan a los pobladores y las autoridades parroquiales en la construcción de un nuevo templo, éste se ubicaría en la parte alta de la Plaza Bolívar del poblado. Ya capitalizado este sueño, el 06 de enero de 1922, es colocada la primera piedra por el presbítero Luís Apolinar Granados, hecho que lo hizo meritorio por ser un luchador inalcanzable en beneficio de la sociedad santacrucense.
Esta imponente construcción, considerada símbolo y legado histórico patrimonial de la ciudad, contó con la ayuda y participación de técnicos de altura; lo mejor que pudo conseguir en la región y algunos venidos de extranjero, como lo fue el Ingeniero, diseñador y Arquitecto Luigi Bosetti de origen italiano, el maestro Encarnación Roa en la dirección de la mano de obra, ayudando en la carpintería y ebanistería, los maestros Don Pompilio Rujano, Don Vicente Ramírez y Don Pedro Morales. Los trabajos iniciaron en la parte posterior de la antigua y vieja iglesia, ya que se comenzó desde el presbiterio de atrás hacia adelante, en la que la intervención de los feligreses, como coayudantes, fue evidente y necesaria con la bendición de la Providencia Divina. En efecto, la parroquia Mora contaba con algunas haciendas en la que existían hornos para la elaboración de la cal y otros para la elaboración de ladrillos y tejas. De modo que, para la construcción de las estructuras del nuevo templo, solamente se usaron como materiales foráneos el cemento y
la cabilla, pues la cal, los ladrillos y las tejas aquí se producían y en su mayoría fueron aportados en forma gratuita. No es casual que este desarrollo económico y poblacional constituyó un factor predominante en su historia y parte de ello tiene su explicación y fundamento en la explotación del cultivo del café. La formación de “Grandes Unidades de Producción” y la atracción a ellas de oriundos e inmigrantes europeos, en especial italianos, favoreció en el incremento de siembra del cultivo del café, estableciéndolo como principal soporte económico durante tiempos significativos. Iniciado el año 1929, las construcciones estaban ya bastante adelantadas, ya se tenía gran parte de las sólidas bases de este templo de la “Virgen del Carmen”, aunque en ese mismo año la crisis económica a nivel mundial reduce la colaboración gubernamental, y para los años 30 fue difícil recaudar un aporte, y ese de la mano de ese pueblo generoso que hizo posible la continuación de majestuosa obra. Durante 27 años algunas familias se comprometieron a suministrar la alimentación al personal operante en la construcción, quienes se turnaban cada semana trabajando un día gratis. De 1932 a 1933 fueron periodos de preocupación: la crisis afectó en la economía del pueblo y a su vez trabajo, por ende la ayuda para continuar con la construcción del templo fue menguada. En 1937 subió el precio del café, lo que ocasionó la animación del Padre Granados y permitió que se concluyera el presbiterio. Además el pintor Marcos León Mariño, concibió y ejecutó el gran mural en el que plasmó “la entrega por parte de la virgen del Carmen, de su escapulario a San Simón Stock”. La vida continúa, el tiempo transcurre, y en el nuevo templo, la colocación de ladrillo sobre ladrillo ya va dando su impresión de majestuosidad. Durante esa misma década de los años 30, pasaron por Santa Cruz de Mora, Tenientes-Curas, Neo Sacerdotes: José Humberto Quintero; Rafael Pulido Méndez, Humberto Contreras, Antonio Ignacio Camargo; Rafael Chacin, actuaron como colaboradores del Padre Luís Apolinar Granados. Estando a la cabeza del arzobispado José Humberto Quintero quien fue para este pueblo de mucha honra por ser el Primer Cardenal de Venezuela. Entre 1935 y 1940, fue notable de la recuperación económica de los caficultores de Santa Cruz de Mora, la construcción del templo adquirió un nuevo impulso, lo propio sucedió con la dota-
ción de imágenes adquiridas por el Reverendo Padre Luís Apolinar Granados. El cultivo del café sentó las bases para la consolidación de esta parroquia, desarrollados alrededor de las “Grandes Haciendas”, aumentando la ocupación demográfica de la zona.1 Así que, el cultivo del café sirvió como elemento cohesionador para el establecimiento definitivo de la población en las áreas rurales, prueba de ello son las más de 20 aldeas existentes en el municipio que están ligadas a grandes haciendas. A principio de la década de los 40 se deteriora la salud del Padre Luís Apolinar Granados y fue trasladado a Maracaibo en busca de tratamiento médico más intenso, allá lo sorprendió la muerte el 12 de diciembre de 1941. Fueron paralizados los trabajos del templo, sólo faltaba el frontis, en la fachada provisional únicamente había una puerta de acceso, faltaba también la torre y la decoración interna, en cuanto a pintura excluido el presbiterio. En 1942 llega como sucesor del Padre Luís Apolinar Granados, el Presbítero Humberto Corredor Tancredi continuó los trabajos, en contacto con las fuerzas vivas de la población. Así fue madurando la idea de continuar con el frontis del templo, y más adelante la construcción de Pedro Cunill Grau: Geografía del Poblamiento venezolano en el siglo XIX. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1987, (tomo 1). p. 89. 1
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la ya famosa torre. Durante 7 años consecutivos, Corredor Tancredi logró terminar el frontis, colocándole puertas y elevar la torre con cimientos profundos, fueron cambiados los techos, construidos los pisos de granito en las 3 naves y los pisos de 6 capillas de las naves laterales fueron ejecutadas como resultado de la colecta pública. Para darle mejor aspecto visual se instalan 7 vitrales del presbiterio, importados de Europa donados por la familia Paparoni, quien lo entregó a nombre de cada uno de sus siete hijos. El vitral de la Coromoto instalado en el frontis fue adquirido mediante contribución colectiva. Ese mismo año llegó de Italia para instalar en ella el reloj donado por la familia Paparoni. Fue pintado por primera vez el templo. Concluida la pintura, el Padre Humberto Corredor Tancredi luego de 17 años fue cambiado. Posteriormente llegó el Padre Alarcón, quien en 1964 realizó el Coro, su estadía fue breve, igual el Padre Durán así como el Padre José (pepe). Durante su administración fue pintando el templo y logró instalar un muy buen sonido. Su sucesor el Padre Enrique Moreno tuvo 14 años de fructífera labor, en la cual fue pintado el templo dos veces y fue aumentando el número de escaños, adquirió el actual Sagrario dorado. Por su parte, Alfredo Torres tuvo 10 años en esta parroquia
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cumpliendo su labor sacerdotal junto con el Padre Olivo y la colaboración de la feligresía, reconstruyeron los altares principales, luego el Mayor, el altar que sirve de trono a la Patrona y el que sirve de sede al sagrario, fue pintado el templo en sus paredes internas y externas. La sucesión continuó, en esta oportunidad la parroquia contó con la asistencia del presbítero Javier Melán, este en su estadía realizó algunos trabajos y modificación en la nave central. Le siguieron los presbíteros Petronio Carrero, José Gregorio León, Francisco Chacón, Javier Muñoz, Jesús Quintero hasta la llegada del los sacerdotes Giovanni Escalona, Amilcar Lobo, Jhon Emir Dugarte Edicson Montilla y Alexander Rivera, jóvenes y entusiastas con grandes ambiciones, quien de la mano con el pueblo de manera organizada, lograron la readecuación de parte del templo.
Fuente para la Investigación:
- Luis Paparoni. “Iglesia del Carmen de Santa Cruz de Mora y su valiosa pintura mural del clásico artista Marcos León Mariño”. Santa Cruz de Mora. 1995. - Pedro Cunill Grau. Geografía del Poblamiento venezolano en el siglo XIX. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1987, (tomo 1).
Capilla Comunitaria
Aldea Mesa de San Isidro • Esther Chacón García Esta Capilla Comunitaria, en honor al Sagrado Corazón de Jesús, es el centro de actos religiosos, destacándose específicamente la festividad a San Isidro Labrador, Patrono de los Agricultores, la cual es celebrada año tras año por el mes de mayo, con la participación activa de la comunidad y habitantes de otras comunidades adyacentes, de igual manera se realiza actividades religiosas durante el transcurso del año en época de Semana Santa y Navidad, también se hace la celebración al Sagrado Corazón de Jesús. Estructura de 8 metros de frente, 16 metros de fondo y 4 metros de alto, paredes de bloque, pisos de cemento y techo de tejalit, inaugurada en 1970. Tiene 5 ventanales de 1 metro de alto por 80 cm, mientras que 4 columnas centrales sostienen el techo. El terreno fue donado por Albino Duarte y el padre Enrique Moreno, quienes colocan la primera piedra de lo que sería la capilla en Honor al Sagrado Corazón de Jesús. Juan Eugenio Dugarte donó las 30 láminas de tejalit que cubren el techo. Contiene en su interior imágenes del Sagrado Corazón de Jesús, San Isidro, La Dolorosa, La Virgen Purísima, José Gregorio Hernández, La Virgen del Carmen, El Nazareno y El Santo Sepulcro. Es preciso destacar que en el año 1960, durante la llegada de los primeros padres misioneros pararon la Santa Cruz (sitio actual de la capilla), siendo desarrolladas las misiones metros más abajo, en casa del Sr. Marcos Duarte. Desde ese preciso momento se inició la construcción de la misma, cabe resaltar la realización de Romerías para ese entonces, las cuales eran acompañadas por un tambor, música y quema de pólvora, llevando consigo imágenes como: La Virgen del Perpetuo Socorro, San Isidro Labrador del Páramo (Santo de madera, perteneciente a los Padres Márquez, nativos del Páramo de San Isidro, quienes luego de ordenarse se marcharon a San Cristóbal, quedando como custodia del San-
to, su hermano Ricardo Márquez), la mencionada Romería recorría comunidades adyacentes, tales como: Los Pozuelos, Quebrada Negra, San Isidro, entre otras, con la finalidad de recabar dinero para la construcción de la capilla. El Sr. Marcos Duarte, promotor social de esta comunidad fue quien encabezó la construcción de este Patrimonio Religioso, él se desempeñaba como albañil, haciendo mención de otros personajes de la comunidad como el Sr. Ricardo Contreras y el Sr. Francisco Dugarte, este último fue quien donó la madera de la capilla, aserrada por él mismo. Cargaron la arena y cemento en bestias y elaboraron el bloque en el mismo sitio de la construcción. Muchos habitantes de Quebrada Negra participaron activamente en su construcción (Sr. Martín Rivas, Sr. Camilo Contreras, Sr. Jesús Dugarte, Sr. Isidoro Dugarte, Sr. Esteban Chacón, entre otros); Quebrada Negra para ese momento no contaba con capilla. Ya para el año 1970 en la segunda visita de los padres misioneros, Mesa de San Isidro ya contaba con la capilla, por lo tanto, allí se efectuaron las actividades religiosas contando con la presencia de los habitantes de Quebrada Negra, San Isidro, El Páramo; ya que este era su sitio de oración.
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La gran tormenta del Mocotíes del año 2005 • Vladimir Márquez
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Había estado lloviendo desde hacía algunas semanas, dijeron los vecinos. Los pájaros de mal agüero, como búhos, goacoas y juangiles, ya entonaban las melodías tristes de desesperanza, y hasta los gallos cantaban a todas horas del día y de la noche. Las montañas del valle mugían como vacas en alerta. Y –según una persona entrevistada– hubo conatos de peleas entre los propios vecinos quienes se sentían enfermos de algo que desconocían. En el cielo se podía ver grandes nu bes negras que circulaban por el valle, en actitud amenazante, soltando sobre caseríos y poblaciones gotas finas de lluvia; y otras veces en forma de gotas espesas como si fuera granizo. Eran los acontecimientos previos al desastre. Para la semana en que Mérida celebraba los carnavales y las Ferias del Sol (9, 10, 11, 12, 13) de febrero de 2005, los cambios atmosféricos que se venían desarrollando se hicieron más intensos hasta que todo el H2O contenido en las nubes se esparramó con toda la furia de un valle y un río enojado al máximo, por la contaminación antrópica de basuras y herbicidas, además de la muy desdichada tala y quema de árboles, arbustos y demás sistemas ecobiológicos que mantienen la armonía del paisaje terrestre; y en un santiamén de luces y truenos en pocas horas, (aproximadamente 4 ó 5), los pueblos ubicados muy cerca o sobre el mismo río fueron devastados por un diluvio de aguas, barro, piedras, árboles, gente y animales; dejando la mayoría de carreteras destruidas y en estado de asombro, pues donde habían avenidas estaban las piedras o árboles atravesados, y donde habían casas estaba solo el cimiento o las arenas del desierto; además la carretera por donde todo el mundo transitaba para llegar a Santa Cruz de Mora, Tovar y Bailadores fue prácticamente declarada en pérdida total, en un trayecto aproximado a 40 kilómetros. Hubo por lo menos 300 muertos y 5000 damnificados el día 11 de febrero, y casi todos ubicados en la población de Santa Cruz de Mora, pues allí
se había construido el terminal de pasajeros, y el transporte urbano y extra urbano yacía a la expectativa en espera de poder salir del lugar o que pasara la lluvia. Hay que aclarar también que semánticamente se comete un error cuando se afirma que lo que sucedió fue una vaguada. Según los profesores Carlos Ferrer y Marbella Dugarte, de la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Los Andes, no fue VAGUADA sino TORMENTA. Para ellos, el evento hidrometeorológico era predecible porque ya había ocurrido en otra oportunidad, aunque con menos intensidad; y porque ya habían hecho trabajos de campo en la zona del Valle del Mocotíes que se nos presenta entubado entre montañas y con terrenos fáciles de ser afectados por sismos y las lluvias torrenciales. Además, no debemos olvidar que por allí pasa lo que produce sismos leves y algunas veces terremotos: la falla de Boconó. De las víctimas humanas no se tiene aún certeza del número, pero de las pérdidas materiales se podría decir que a lo largo y ancho del Valle del Mocotíes se perdió casi todo lo que el hombre pobre cultivó y arregló por más de cien años: los cafetales, los naranjales, las granjas… las mandarinas. Conciencia y más conciencia nuestra de cuidar lo próximo, lo cercano, el bosque, la montaña, el llano, si queremos ver esperanzas en un planeta más vivible y menos contaminado, porque la naturaleza nunca perdona el daño que le hacemos a ella.
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