Vivir en época de Pandemia
EPILOGO Gabriel Ghigliazza | 38 años. Y llegó el día que todos entendimos que era necesario mirarnos hacia adentro y preguntarnos qué estábamos haciendo mal, de aceptar que todo aquello que teníamos como rutinario e imposible de modificar se dejó de hacer y fue posible, vos y yo lo hicimos.
ENTENDIMOS QUE EL MUNDO NO ES UNA SUMA DE INDIVIDUOS, SINO UN GRAN EQUIPO –ASÍ COMO FUNCIONAN LOS EQUIPOS QUE LOGRAN SUS OBJETIVOS-, Y QUE NADIE ES MÁS GRANDE QUE EL OTRO SINO LA SUMA DE TODOS, Y FUE CLAVE Entre todos nos ayudamos a entender que era necesario que cada uno cumpliera su rol. Necesitamos del desconocido, de un vecino, un amigo, un padre, de un mensaje de WhatsApp, de una reunión virtual con las amistades de toda la vida. Algunos con mayores dificultades que otros, pero fuimos comprendiendo el camino al “éxito”, el autocontrol. Entendimos que no es por el bien propio sino por el bien común; por el desconocido y por el conocido; todos trabajamos codo a codo. En este caso, tal vez fue el miedo el que nos hizo más inteligentes, más sabios, más solidario con el prójimo. Pero finalmente, ese momento que deseamos con tanta fuerza llegará. Caminaremos libres por la calle y nos asombremos por la mirada de un desconocido, el canto de un pájaro, una ráfaga de viento, y así, quizá, valoremos la compañía, mucha o poca, pero presente. La lluvia quizá ya no moleste más, que sea a cántaros o en pequeñas gotas de llovizna, y que moje nuestra ropa yendo a trabajar, tal vez, ya no sea un problema sino un agradecimiento a la vida que una vez más triunfo por sobre la desesperanza, y disfrutemos de la primavera. Allí estará ella, esperándonos, la madre naturaleza, sabía cómo nunca, fuerte y renovada, con su anhelo de que hayamos aprendido a extrañarla lo suficiente durante todo este tiempo para valorarla lo que sea necesario. Ese día, nos va a mirar a los ojos, y nos hará un guiño… una vez más, como tantas otras veces, y nos dejará elegir nuevamente el camino… ese que nos lleve indefectiblemente hacia nuestro futuro, el de nuestros hijos y próximas generaciones,
esperando que todo lo que pensamos y prometimos en nuestro aislamiento sea suficiente. Todo lo que anhelamos por fotos y esos aromas en sueños, para despertarnos una y otra vez deseando que el aislamiento se haya terminado de una vez.
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