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I. El psicoanálisis para Castoriadis
con la realidad, no un concepto lógico formal, susceptible de crítica, de
modificación, de enriquecimiento a partir del cual se pliegan las manifestaciones
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humanas en concordancia con su evolución cognitiva a partir de los procesos de
aprendizajes emprendidos.
Como se puede ver, a pesar de la crítica de Habermas al racionalismo
formal, en el sentido de ampliar los criterios de validez impuesto por éste para
incluir otros elementos, como la sociología y la psicología, para interpretar al
hombre y la sociedad en el terreno de lo mágico, del arte, del mito, de la religión,
de la imaginación, no escapa al criterio de validez universal. Es decir, postula la
necesidad de un criterio de validez universal que posibilite la comunicación, el
entendimiento, donde la razón tiene un papel preponderante.
En ese sentido, Javier Cristiano explica
“La idea de que hay algo permanente detrás de la variedad, una matriz constitutiva de lo social, como realidad lógica u ontológica, tiene curiosamente más predicamento en el siglo XX que en el XIX…El intento de Habermas…de reformular esta problemática “en términos de lenguaje” y ofrecer un concepto de racionalidad del habla y la acción anclado en una “pragmática universal” expresa una solitaria y por momentos titánica permanencia de este programa. Pero apunta sobre todo a una elucidación filosófica (el concepto de racionalidad y el destino de la razón en la modernidad), y no pretende ser el instrumento de intelección de lo social in toto. Antes bien, lo que correctamente ha sido rescatado como “teoría social” en Habermas es su pretensión de hacer interactuar el paradigma del “sistema” y el del “mundo de la vida”, propuesta deslindable, al menos formalmente, de la suposición de una pragmática universal. Que estos dos programas estén más unidos a la lógica y a la ontología “heredada” no quiere decir que sean deterministas, pero sí que suponen una regularidad y estabilidad de lo social que es parte de la progenie de la concepción del ser como “determinidad””183 .
La preocupación de Castoriadis no se centra en promover lo social como
una categoría de validez universal, como lo hace Habermas
184. Por el contrario, se
183Cristiano, Javier L. “Hacer social e imaginación: el proyecto de una sociología de la acción”. En Fragmentos del Caos. Filosofía, sujeto y sociedad en Cornelius Castoriadis. Ob cit., p. 209. 184 “En el caso de Habermas la “cultura” es el “mundo de la vida” de la tradición fenomenológica. Y, más concretamente, el mundo de la vida despojado de la filosofía de la conciencia y retraducido en términos de “lenguaje”. Un “lenguaje” que Habermas entiende de modo pragmático, es decir, no como código ni como “estructura” (sintaxis) sino como medio de acción e interacción social. De modo que el mundo de la vida es un sustrato “cuasitrascendental”…sus formas y sentidos cambian, no están dados de una vez y para siempre
esfuerza precisamente por demostrar que lo atinente a los hombres no obedece a
nociones universales de validez. Por ello, su tesis se centra en la praxis social
como institución imaginaria de la sociedad, como ya se explicó anteriormente. En
el fondo, Castoriadis, está proponiendo una nueva visión de la praxis social cuya
columna vertebral es la creación como alteridad alteración. En otras palabras,
propone un imaginario; y el corazón de este imaginario son los hombres de carne
y hueso en permanente actividad. La creación es resultado de la acción humana y,
por su naturaleza, esta dimensión es infinita en innovación, singular, particular,
única, propia de cada praxis social. En lo imaginario, como ya se explicó, tiene
cabida la razón, pero junto a ella, existe un terreno que no responde a tal criterio,
la imaginación, y ambas se encuentran en lo imaginario. Castoriadis demuestra
que la sociedad no responde a nociones de validez universal, sino a la praxis
social que por consistir en el hacer, en la acción, se nutre de lo espontáneo, del
azar, del hallazgo, de la alteridad alteración. Lo social es histórico, porque
contiene significaciones que la hacen única como institución y a la vez la
diferencia de las demás.
Por consiguiente, nos distinguimos de Habermas cuando dice que:
1) en la noción que presenta Castoriadis de sociedad no ocurre una praxis
intersubjetiva que derive de los individuos socializados.
En la sociedad que propone Castoriadis no se da la intersubjetividad que
postula Habermas, porque los hombres de carne y hueso no buscan criterios de
(por eso “cuasi”), y son condición de posibilidad del habla y de la acción. Detrás de este esquema hay intenciones teóricas que no se pueden perder de vista. Habermas quiere retomar la crítica de la Ilustración de la línea Weber-Luckács-Frankfurt, y postular un concepto de “razón” que permita analizar el proceso de la modernidad (la “dialéctica de la Ilustración”), y postular a la vez una salida “política”. Por eso su concepto de mundo de la vida, y por añadidura su concepto de “acción”, están diseñados para ser proyectados sobre el concepto de “racionalidad-razón” Ibíd., p. 215.
validez que les ayuden a comunicarse. Los hombres de carne y hueso emiten
respuestas inmediatas a la cotidianidad que les toca vivir; esas respuestas son
acciones, hechos cargados de pasión, afectos, intenciones. En Castoriadis, la
práctica de la intersubjetividad se desarrolla en el hacer haciendo y haciéndose: la
praxis social. Son las acciones las que nos llevan a crear un espacio de
comunicación, toda vez, que la cotidianidad nos embarga a cada uno y a todos y
somos capaces de innovar en ella. Tal como recuerda Castoriadis, lo nuevo puede
ser constructivo o destructivo. Un ejemplo claro de esta situación: Venezuela 10
de enero 2011. Cotidianidad: inseguridad. Ante la inseguridad (Pésimo
funcionamiento tanto del Estado como de los organismos policiales), los
individuos toman la justicia por su propia mano. No interesa discutir aquí si ese
hecho se justifica o no. Me interesa resaltar la respuesta de los individuos desde la
acción ante las situaciones del día a día. El tomar justicia por la propia mano se
encarnó en la acción y allí existe un tipo de intersubjetividad.
2) “la praxis social queda absorbida en el torbellino anónimo de una
institución de mundos siempre nuevos, nutrida por lo imaginario”
185 .
La praxis social no queda consumida en el torbellino anónimo de una
institución de mundos siempre nuevos. Como se explicó anteriormente, la
institución es la encarnación de la praxis social, y como tal, nutre la socialización
de los individuos así como del colectivo. Y lo más importante, ayuda a garantizar
el ejercicio de la autonomía, que consiste en nutrir la potencialidad creadora de los
hombres en el establecimiento de sus formas sociales. El dinamismo de la praxis
185Habermas, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y racionalización social. Ob cit, p. 104.
social garantiza el cuestionamiento permanente de lo establecido para cambiarlo,
y hallar nuevas formas de organización social.
Al respecto, Javier Cristiano señala:
“…en Habermas encontramos de inmediato un punto límite. Está, primero, en el tipo de modificación que puede introducir la acción, que se limita a la incorporación de racionalidad en un sentido que globalmente puede traducirse como conciencia + argumentación, pero sobre todo en su limitación para comprender el modo en que la racionalidad argumentativa puede producir ideas a ser argumentadas. Se puede perfectamente inteligir en Habermas el cambio cultural que implica, por ejemplo, proporcionar argumentos racionales a un criterio moral o político. Pero es menos claro el modo en que la racionalidad comunicativa puede producir criterios morales o políticos nuevos ”186 . Se puede notar que Cristiano coincide con la interpretación que se hizo de
Habermas precedentemente. Para Cristiano, en Habermas se trata de racionalidad
como argumentación de ideas y no como una práctica para producir criterios
políticos, morales nuevos. Como se explicó, Habermas se queda en el plano
teórico conceptual de la racionalidad. Contrariamente, a Castoriadis no le
interesan las nociones para ampliar o ajustar los criterios universales de validez.
Su tema es la praxis social como creación incesantemente novedosa para
transformar las prácticas de vida.
3) Según Habermas, para Castoriadis “…el “hacer” se reduce a un
intervenir de forma “racional con arreglo a fines” en el mundo de estados de cosas
existentes…”
187
Creo, por el contrario, que Castoriadis muestra precisamente, que lo social
no puede ser visto como causalidad o razón lógica. Lo histórico-social, el terreno
de la creación, de lo imaginario se conforma por otros componentes, los que el
186Cristiano, Javier L. “Hacer social e imaginación: el proyecto de una sociología de la acción”. En: Fragmentos del caos. Filosofía, sujeto y sociedad en Cornelius Castoriadis Ob cit, p. 216. 187Habermas, Jurgen. Teoría de la acción comunicativa. Racionalidad de la acción y racionalización social. Ob cit, p. 357.
pensamiento heredado ocultó y no desarrolló: la praxis social como creación,
acción.
El concepto del mundo objetivo que señala Habermas, es precisamente el
criticado por Castoriadis, el manejado por el pensamiento heredado como
determinación, lógico, formal, racional.
En cuanto a que el hacer se reduce a un intervenir de forma racional con
arreglo a fines en el mundo de estados de cosas existentes, tampoco coincidimos
con Habermas.
Como se expuso en el punto uno (¿Qué es lo imaginario?), para
Castoriadis el hacer humano no está predeterminado, ni responde a fines queridos
de antemano, sino, más bien, puede contradecir o no tener relación con los
objetivos que se le ha fijado anticipadamente. Repetimos aquí las palabras de
Castoriadis: “…los hombres tienen que dar a su vida individual y colectiva una
significación que no está preasignada, y que tienen que hacerlo frente a unas
condiciones reales que ni excluyen ni garantizan el cumplimiento de su
proyecto”
188
El hacer no responde a fines porque se desarrolla en la misma práctica,
tampoco únicamente de forma racional, pues como también se dijo anteriormente,
en el hacer humano, se conjuga lo racional y la imaginación, el sentido y el sin
sentido, la necesidad y la contingencia, lo posible y lo imposible, la claridad y el
abismo, lo determinado y lo indeterminado, el orden y el caos.
188Castoriadis Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. V. 1., Ob cit., p. 91.