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2. La Imaginación radical como mónada psíquica
meramente contemplativo que se dedica a la producción de sistemas teóricos del
conocimiento, sino que el hombre es un individuo imaginativo, creador, efectivo, una ficción vivida213, que cuestiona e interroga su existencia, que practica una
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manera de vivir, un estilo de vida que le proporcione bienestar.
El hombre es social y todo lo que se deriva de él se explaya en lo social.
Así, el hombre es imaginación (potencia creadora) pero también es imaginario
(potencia creadora práctica que cambia lo instituido con hechos). Dicho de otro
modo, el hombre es
“psyche, alma, psique profunda, inconsciente; y el hombre es sociedad, es en y por la sociedad, su institución y las significaciones imaginarias sociales que hacen apta la psique para la vida…el hombre es un ser psíquico y un ser histórico-social. Y es en esos dos niveles donde encontramos la capacidad de creación, que denominé imaginación e imaginario”.214
El hombre es un ser de imaginación, pero para que esta capacidad se
desarrolle a su máxima expresión requiere del plano social. En otras palabras, las
imágenes aparecen, se presentan en el ámbito social. Es en lo social que las
imágenes indeterminadas o sin nombre adquieren sentido. Es la relación con el
otro lo que permite nombrarla, simbolizarla, darle un significado. Por
consiguiente, la combinación de la imaginación con lo imaginario se hace
necesaria para la autocreación del ser de la singularidad del individuo. ¿Cómo se
da ésta vinculación?:
“Hay imaginación radical de la psique, es decir un surgimiento perpetuo de un flujo de representaciones, de afectos y de deseos indisociables, y si no comprendemos esto no comprendemos nada del hombre. Pero no es la psique, en el sentido que aquí le doy a este término, la que puede crear instituciones; no es el inconsciente el que crea la ley o incluso la idea de la ley,
213“…contrariamente al viejo lugar común, lo que hace del hombre un hombre no es que sea razonable o racional -cosa que, evidentemente, es una aberración-. No hay ser más loco que el hombre, ya sea que se lo considere en los lugares más recónditos de su psiquismo, o en sus actividades diurnas…no es a partir de la <<racionalidad>>, de la <<lógica>> -las que caracterizan en general a todo lo viviente, en tanto lógica operante- como podemos caracterizar al hombre. La capacidad de creación nos hace ver precisamente por qué la esencia del hombre no podría ser la lógica ni la racionalidad…ni la lógica ni la racionalidad nos permitirán nunca imaginar un nuevo axioma. La matemática, la forma más elevada de nuestra lógica, no puede ser continuamente reformulada si no se imagina, si no se inventa…” Ibíd., pp. 138 y 139. 214Ibíd., p. 139.
sino que la recibe, y la recibe como ajena, hostil, opresiva. No es la psique la que puede crear el lenguaje, al contrario debe recibirlo, y con el lenguaje recibe la totalidad de significaciones imaginarias sociales que el lenguaje contiene y que hace posibles…”215
Las anteriores palabras se pueden interpretar de la siguiente manera: En el
ámbito de lo psíquico se encuentra la imaginación radical como fuente de
circulación de representaciones. Ahora bien, esta imaginación radical se encuentra
con lo social, lo heterónomo, lo que le es ajeno. La imaginación percibe este
encuentro de manera ajena, hostil y opresiva. Lo imaginario social “la capacidad
creadora del colectivo anónimo que se realiza cada vez que se juntan los humanos, y que cada vez se da en una figura singular, instituida, para existir”216. Lo que
recibe la imaginación radical es lo imaginario social instituido por un colectivo
anónimo de hombres. En otras palabras, recibe la forma particular establecida en
ese momento único por un conjunto de hombres que conforman esa sociedad. Lo
psíquico y lo social histórico están indisolublemente unidos porque el individuo
particular actúa en lo social, en correspondencia con la institución que encarna tal
sociedad en específico. Dicho de otro modo, la imaginación del individuo se
desarrolla en la relación con otro que le da consistencia al ser del sujeto y que le
permite formarse como sujeto; esta relación permitirá en un segundo tiempo el
vínculo social.
La capacidad imaginativa consiste en la potencialidad que tiene el
individuo de autocrearse, es decir, su capacidad de tomar consciencia de que es un
ser finito, mortal, que le toca vivir un espacio y un tiempo limitado, y le
215Ibíd., p. 140. 216Ídem.
corresponde la decisión de gestionar por sí mismo la manera como quiere explayar su existencia en ese tiempo.217 .
Esta creación comienza cuando el individuo se permite ese instante en el
que el entorno y la cotidianidad ya no le son indiferentes y, entonces reflexiona,
delibera y cuestiona lo que recibe de lo establecido. Se atreve a discutir
colectivamente la validez sobre la cual se edifica lo dado y se opone “a aquello
que proviene de la humanidad <<anterior>>, esto es: a los individuos conformes, socialmente fabricados…”218. La imaginación desde su origen es activa.
Es la imaginación radical como potencia creadora la que posibilita que el
hombre se transforme a sí mismo. Este proceso por ser particular a cada individuo se encuentra siempre en una infinita posibilidad de construirse219. “Un individuo
de tales características es, en sí mismo, una creación histórico social. Es a la vez el
resultado y la condición del cuestionamiento de las instituciones establecidas…”220. “El hombre no es, primeramente y para comenzar, un
zoonlogonechon, un viviente que posee el logos, sino un viviente cuyo logos fue despedazado, habiendo sido puestos los restos al servicio de amos opuestos”221 .
217“el ser, el ser en general, es tal que hay seres que se alteran a sí mismo y crean, sin saberlo, las determinaciones de su ser particular…el ser es tal que hay seres que pueden crear la reflexión y la deliberación por medio de las cuales alteran en forma reflexiva y deliberada las leyes y las determinaciones de su ser…” Ibíd., p. 144. 218Ibíd., p. 148. 219“…la imaginación radical de la psique…Esta imaginación es la que permite la creación de lo nuevo, es decir, el surgimiento de formas, de figuras, de esquemas originales del pensamiento y de lo pensable. Y también es porque hay imaginación radical, no solamente reproducción o recombinación de lo ya dado, imaginación no estereotipada, no fijada, no limitada a las formas ya dadas y conocidas, por lo que el ser humano es capaz de recibir, de acoger, de aceptar la creación original de otro, sin lo cual ésta sería delirio o pasatiempo individual…En los dos casos, el de la imaginación que es capaz de recogerlo, un nuevo tipo de individuo está implicado: la subjetividad reflexiva y deliberante, crítica y lúcidamente abierta a lo nuevo, que no rechaza las obras de la imaginación -propia o de los otros- sino que es capaz de recibirlas críticamente, de aceptarlas o rechazarlas”. Ídem. 220Ibíd., p. 149. 221Castoriadis, Cornelius. “El estado del sujeto hoy”. Ob. cit., p. 131.
Como se puede ver, la imaginación radical es una categoría fundamental
en la noción de hombre que plantea Castoriadis, pues es por esta potencia que el
hombre se altera a sí mismo y encamina su acción a la práctica de un estilo de
vida que él mismo crea. De allí que surja la necesidad de investigar qué es la
imaginación radical para el filósofo greco-francés. Esto será lo que se abordará en
el próximo punto.
III.- Imaginación radical
Como se señaló al principio de este capítulo, Castoriadis se basa en
nociones de Freud y Lacan para desarrollar su tesis sobre la imaginación radical.
Para la comprensión de este concepto, en primer lugar, se desarrollará la idea de
inconsciente que planteó Freud, cuyo conocimiento permite comprender la
categoría de imaginación radical; en segundo lugar, se expondrá la propuesta de
Castoriadis sobre la imaginación radical, desarrollada bajo dos acepciones: 1)
mónada psíquica; y, 2) inconsciente.
1. Lo Inconsciente para Freud
Con este trabajo no se intenta hacer una exhaustiva investigación de la
noción del inconsciente de Freud ni de su obra. Tampoco de averiguar las diferencias y coincidencias entre Castoriadis y Lacan 222. Lo que se busca es
examinar cómo Castoriadis vincula el individuo con la sociedad desde lo
imaginario y cómo desarrolla la concepción de imaginación radical y de individuo
a partir de esta.
222Sobre las diferencias y coincidencias entre Castoriadis y Lacan ver: Castoriadis Cornelius. El psicoanálisis, proyecto y elucidación. Ob. cit.; Stavrakakis, Yannis. La izquierda lacaniana. Psicoanálisis, teoría, política. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, Primera Edición, 2010.
Se desarrollará a continuación las nociones de lo inconsciente propuestas
por Freud que usa el filósofo para elaborar su tesis de la imaginación radical. Por
consiguiente, aquí se expondrá, en breve, algunas de las ideas desarrolladas por
Freud sobre lo inconsciente que son necesarias para luego comprender la
concepción de individuo a partir de la imaginación radical que presenta Castoriadis223 .
Freud224 afirma que existe un psiquismo inconsciente, explica que lo
reprimido forma parte de lo inconsciente y su contenido se conoce cuando éste
aparece en el consciente. Observa de su práctica con pacientes que los datos que
aporta lo consciente son incompletos:
“…Tanto en los sanos como en los enfermos, surgen con frecuencia actos psíquicos, cuya explicación presupone otros de los que la conciencia no nos ofrece testimonio alguno. Actos de este género son, no sólo los fallos y los sueños de los individuos sanos, sino todo aquello que calificamos de síntomas y de fenómenos obsesivos de los enfermos”225 .
Tomando en cuenta su experiencia con pacientes, Freud afirma que existen
manifestaciones de procesos mentales cuya elaboración se ignora, porque tales
apariciones no pueden ser accedidas por el sistema consciente sino que se originan
en otra instancia, en el inconsciente. Estas manifestaciones indican la existencia
de una actividad psíquica inconsciente, en las que incluye los actos fallidos y los
sueños e influyen sobre el curso de los procesos conscientes y son solo conocidas
una vez que son traducidas a lo consciente a través del psicoanálisis, de acuerdo a
lo que propone Freud.
“El psicoanálisis nos obliga, pues, a afirmar que los procesos psíquicos son inconscientes y a comparar su percepción por la conciencia con la del mundo exterior por los órganos
223Para desarrollar los aspectos que refieren al psicoanálisis, lo inconsciente a partir de Freud conté con la ayuda de la Dra. Susana Urbani (Psiquiatra). 224Freud, Sigmund. “Lo inconsciente”. En Obras completas. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1948. Esto lo escribe Freud en 1915. 225Ibíd., p. 1063.
sensoriales…nos invita el psicoanálisis a no confundir la percepción de la conciencia con el proceso psíquico inconsciente objeto de la misma…”226 .
El neurólogo explica que el psicoanálisis demuestra que un acto psíquico pasa por dos fases y en el medio de éstas existe una barrera227. En la primera fase
está el inconsciente: los actos psíquicos reprimidos; dependerá de la barrera que
estos actos pasen a la segunda fase, a lo consciente. Si la barrera no deja que el
acto psíquico pase a la segunda fase, entonces lo rechaza y quedará en el
inconsciente, es lo que se llama reprimido. Si sucede lo contrario, y el acto
psíquico pasa la barrera, entonces es susceptible de hacerse consciente; es decir,
puede ser consciente sin una particular resistencia. Un acto psíquico es la
representación en el inconsciente de los impulsos instintivos, lo que después
llamará Freud pulsión.
Para Freud, la manera de poder conocer los impulsos instintivos es en su
representación, es decir los afectos, de lo contrario no tendríamos conocimiento de ello228. De esta forma, el contenido de lo inconsciente son las representaciones
de los impulsos instintivos, en su mayoría reprimidos; lo que examina la barrera
son las representaciones, y las que pasan ese tamiz, pueden llegar a ser
conscientes con el auxilio del psicoanálisis. Al respecto, dice Freud que “El
nódulo del sistema inconsciente está constituido por representaciones de instintos,
226Ibíd., p. 1066. 227“…Una gran parte de lo preconsciente procede de lo inconsciente constituye una ramificación de tal sistema y sucumbe a una censura ante de poder hacerse consciente. En cambio otra parte de dicho sistema preconsciente es capaz de conciencia sin previo examen por la censura. Queda aquí contradicha una de nuestras hipótesis anteriores…la práctica psicoanalítica nos ofrece la prueba irrebatible de la existencia de la segunda censura, o sea de la situada entre los sistemas preconsciente y consciente…” Ibíd., p. 1075 y 1076. 228“…Un instinto no puede devenir nunca objeto de la conciencia. Únicamente puede serlo la idea que lo representa. Pero tampoco en lo consciente puede hallarse representado más que por una idea. Si el instinto no se enlazara a una idea ni se manifestase como un estado afectivo, nada podríamos saber de él…impulsos instintivos, cuya representación ideológica es inconsciente” Ibíd., p. 1068.
que aspiran a derivar su carga…Estos impulsos instintivos se hallan coordinados entre sí y coexisten sin influir unos sobre otros ni tampoco contradecirse”229 .
De acuerdo a Freud, lo que se encuentra en lo inconsciente son
representaciones de los impulsos que también llama “contenidos energéticamente cargados”230, porque tiene presente los afectos, los sentimientos que intervienen en el “proceso psíquico primario”231. Estas representaciones de lo inconsciente no
tienen relación con el tiempo ni con la realidad tal como se acostumbra a
conocerla, es decir, las representaciones de lo inconsciente no están ordenadas de
acuerdo al tiempo cronológico, sino es un tiempo particular del inconsciente;
tampoco tienen relación con la realidad, tal como se conoce sino más bien con la
realidad psíquica, en cómo cada individuo vivencia su realidad. Las
representaciones obedecen, a lo que Freud llamó, principio de placer, sometidas a requisitos de una regulación placer-displacer232 .
En resumen las características de las representaciones que se encuentran en
lo inconsciente son las siguientes: son atemporales porque no se modifican por el
transcurso del tiempo; no tienen relación con la realidad, porque sustituyen la
realidad exterior con la psíquica; consisten en un proceso primario que se
manifiesta por la movilidad de las cargas energéticas caracterizado por procesos
de condensación y desplazamiento.
229Ibid, p. 1073. 230Idem. 231Idem. 232Las representaciones “Se hallan sometidas al principio del placer y su destino depende exclusivamente de la fuerza…en que satisfacen las aspiraciones de la regulación del placer y el displacer” Idem.
En el Diccionario de Psicoanálisis233, se encuentra lo siguiente sobre la
noción de lo inconsciente para Freud:
“A) El adjetivo inconsciente se utiliza en ocasiones para connotar el conjunto de los contenidos no presentes en el campo actual de la conciencia, y esto en un sentido <<descriptivo>> y no <<tópico>>, es decir, sin efectuar una discriminación entre los contenidos de los sistemas preconsciente e inconsciente. B) En sentido tópico, la palabra inconsciente designa uno de los sistemas definidos por Freud dentro del marco de su primera teoría del aparato psíquico; está constituido por contenidos reprimidos, a los que ha sido rehusado el acceso al sistema preconsciente-consciente por la acción de la represión (represión originaria y represión con posterioridad)”234 .
En este sentido Freud se refirió al funcionamiento de la psiquis, en dos tópicas235. En la primera establece la distinción entre inconsciente, preconsciente
y consciente. En este esquema, lo inconsciente, que es la categoría que nos
interesa, ocupa una dimensión en el aparato psíquico que posee sus propias leyes
de funcionamiento ya descritas. Freud describe que de acuerdo a su primera tópica
del aparato psíquico, el sujeto en su contacto con el mundo intenta rechazar o
mantener en lo inconsciente ciertas representaciones (pensamientos, imágenes,
afectos, recuerdos) ligados a una pulsión que se produce cuando la satisfacción de
esta pulsión equivale a manifestar placer o displacer debido a la exigencia de otras
instancias del aparato psíquico. Se forma la represión originaria que tiene como
efecto la formación de ciertas representaciones inconscientes. A la largo de la vida
del sujeto, esta serie de contenidos inconscientes se manifiestan a través de lo que
denominamos formaciones del inconsciente evidenciadas en los sueños, los
lapsus, los actos fallidos, los olvidos, los síntomas.
233Laplanche, Jean y Pontalis, Jean-Bertrand. Diccionario de psicoanálisis. Madrid, Paidos, 1º Edición, 1996, p. 193. 234Ídem 235“Teoría o punto de vista que supone una diferenciación del aparato psíquico en cierto número de sistemas dotados de características o funciones diferentes y dispuestos en un determinado orden entre sí, lo que permite considerarlos metafóricamente como lugares psíquicos de los que es posible dar una representación espacial figurada. Corrientemente se habla de dos tópicas freudianas, la primera en la que se establece una distinción fundamental entre inconsciente, preconsciente y consciente, y la segunda que distingue tres instancias: el ello, el yo, el superyó” Ibíd., pp. 430 y 431.
En la segunda tópica, Freud habla de tres instancias “el ello, polo pulsional
de la personalidad; el yo, instancia que se erige en representante de los intereses
de la totalidad de la persona…el superyó, instancia que juzga y critica, constituida por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales”236. En la
segunda tópica, el inconsciente ocupa la dimensión del ello, así como una parte
del yo y del superyó.
Para Freud, el funcionamiento psíquico se puede explicar mediante estos
sistemas o tópicas que permiten ordenarlos o sistematizarlos para su comprensión.
Freud observa que la psique no es reductible solo a lo consciente sino que existen
ciertos contenidos que solo se vuelven accesibles a la conciencia cuando se han
superado ciertas resistencias o mediante las formaciones del inconsciente ya
descritas. Así, lo inconsciente ocupa una dimensión, en sentido figurado, en el
funcionamiento de la psique; es un sistema conformado por sus propios
contenidos, mecanismos y energía. Como ya se explicó, Freud en su artículo “Lo
inconsciente”, describe que el contenido de lo inconsciente refiere a
representaciones, que llamó representante-representativo o representante de la
pulsión, las cuales se entienden como una sucesión causal de fantasías e imágenes
a las cuales se fija la pulsión y por lo tanto pueden concebirse como
escenificaciones del deseo, que responden al principio del placer.
Finalmente, sobre la noción de lo inconsciente explorada por Freud, valga
destacar que Alicia Rodríguez Serón en El inconsciente: una confrontación entre
236Ibíd., p. 434.
Bergson y Freud237, explica que Freud define lo inconsciente como “un conjunto
de fuerzas-instintos o más rigurosamente <<pulsiones>> que trabajan fuera de la
escena de la conciencia y que, aunque de naturaleza psíquica, son descifrables en términos mecánicos”238, puesto que el psicoanálisis es la herramienta adecuada
para conocerlos una vez que los lleva a la consciencia. De ser esto así, para Serón
lo que está haciendo Freud es aplicar el método científico, la causalidad, a la
interpretación del espíritu humano. En este sentido, Serón dice que “la
inteligencia analítica y conceptual es la que toma posesión del territorio de la
nueva psicología, la de las <<profundidades>>. En consecuencia, es el modelo fisicalista el referente al que ésta intenta seguir”239. En el fondo, para esta autora,
para Freud los procesos psíquicos responden a leyes rigurosas que establecen un
orden en el proceso; lo que excluye la posibilidad que algún estado interior del
hombre obedezca al azar, a lo fortuito, a lo espontáneo, porque todo se deriva de
los mecanismos inconscientes ordenados por leyes. Esto es, los comportamientos
actuales del individuo son consecuencia de situaciones anteriores ocurridas en su
historia personal, lo que arroja un determinismo psicológico a semejanza del
determinismo de las ciencias naturales. Por consiguiente “El científico del
inconsciente presupone la existencia de leyes según las cuales se combinan o
contraponen las pulsiones de las cuales los fenómenos conscientes no son más que la expresión oculta y encubierta”240. Castoriadis coincide con la critica que le hace
Alicia Rodríguez Serón a Freud, y por ello, propondrá una imaginación radical
237Rodríguez Serón, Alicia. “El inconsciente: una confrontación entre Bergson y Freud”. En Contrastes. Revista Interdisciplinar de Filosofía. Málaga, Sección de Filosofía de la Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras, Vol. I, 1996, pp. 265-283. 238Ibíd., p. 270. 239Ibíd., p. 271. 240Ibíd., p. 272.
cuyo contenido son las representaciones que no responden a leyes rigurosas que
ordenan los procesos psíquicos.
Podríamos resumir que para Freud lo inconsciente refiere a
representaciones, las cuales se entienden como una sucesión de imágenes en las
cuales se fija la pulsión y, por lo tanto, pueden concebirse como escenificaciones
del deseo, que responden al principio del placer y realidad, que obedecen a leyes
propias y a la causalidad. Confrontado a la tesis de Freud, Castoriadis sostuvo que
en la “imaginación radical” como inconsciente, las representaciones no responden
a un proceso causal de imágenes y fantasías sino que, por el contrario, obedecen a lo espontáneo, al azar y a lo fortuito241 .
Desde esta perspectiva, Castoriadis desarrolla la categoría de la
imaginación radical en dos vertientes: 1) como mónada psíquica; y, 2) como lo
inconsciente. Como mónada psíquica, la imaginación radical viene con el ser
viviente, así como lo inconsciente es una manifestación de la psique instaurada
desde los primeros contactos del individuo con el mundo. Y, como inconsciente, la
imaginación radical es una mezcla de representaciones, afectos e intenciones
indiferenciados.
241“La necesidad y la imposibilidad de una conceptualización científica del psicoanálisis no son accidentales ni provisorias; son esenciales. La conceptualización freudiana puede ser enmendada, mejorada, modificada de cabo a rabo. Guardará para siempre su núcleo de atopía. Puesto que tal es su objeto, con sus dos caras inseparables realmente e inintegrables teóricamente. Por una de sus caras, nos intima a captarlo bajo la lógica de los conjuntos y nos permite captarlo de este modo. Aquí se presenta como colección de elementos distintos y definidos, el sistema nervioso es claramente una multiplicidad espacio-temporal, una molécula no está nunca en dos lugares al mismo tiempo, una carga eléctrica no puede desplazarse sin atravesar todos los puntos intermedios, todo está determinado categóricamente (con una probabilidad asignable). Pero allí, es una “multiplicidad inconsistente”, la lógica de los conjuntos no tiene influencia en él, la representación es a la vez una y varias y estas determinaciones no son para él ni decisivas ni indiferentes, las relaciones de vecindad no son definidas o son constantemente redefinidas, lo imposible y lo obligatorio, lejos de agotar el campo, dejan lo esencial fuera de su influencia”. Castoriadis, Cornelius. Epilegómenos a una teoría del alma que pudo presentarse como ciencia. En: El psicoanálisis, proyecto y elucidación. Ob. cit., pp. 105 y 106.