Garciapedro modulo 1

fotografĂ­a digital trabajo del primer mĂłdulo diciembre de 2013

pedro garcĂ­a crespillo

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7 una mañana en castellar Anita tiene tres años y es menos inagotable de lo que ella cree. Acostumbrada a no alejarse de sus mayores en las calles de la ciudad, cuando llega a un espacio abierto sin más riesgo que el de los pequeños desajustes de su equilibrio, se lanza a la conquista de la libertad a lo que le dan las piernas.

No hay espacios de exclusión hasta las esquinas, no hay por qué correr más cerca de la pared que de la calzada, no suena el aviso ¡ Anita, stop!

Así es que da unas vueltas reclamando la atención sobre lo rápido que corre, yendo y viniendo, y en pocos minutos se confiesa cansada. Entonces se sienta.

Cuando se levanta, la mañana puede transcurrir con más calma; la suficiente para apreciar el arte de la calle y posar frente a él.

reflexiones en una esquina Un día de diciembre, sobre las 9:30 de la mañana, caminaba haciendo tiempo por la calle de Roselló en dirección a Rambla de Catalunya, acera de mar, entre Aribau y Balmes.

Esta zona es Eixample y las esquinas están achaflanadas, con lo que el giro de noventa grados si quieres bajar por Balmes se descompone en dos de cuarenta y cinco grados.

En el primero, ya se observan las sombras muy alargadas de los árboles, los postes y los transehúntes, con lo que supones que el sol la baña, bajo todavía en el horizonte.

Pero si haces el segundo giro para bajar por Balmes, el sol te golpea en la cara con tal intensidad, que tienes que cerrar los ojos o desviar la mirada en cualquier otra dirección que no sea mirar calle abajo.

A mí me cegó completamente. Me detuve y retrocedí a la protección del chaflán para recuperar la visión normal. De acuerdo: soy muy sensible a la luz en los ojos y, reconociéndolo, pensé que me gustaría saber si esa sensibilidad era común o rareza mía en esas circunstancias al parecer tan extremas.

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A esas horas el tráfico es intenso, pero tengo varias tomas sin ningún vehículo en el cruce, al margen de los aparcados, y eso me llamó la atención. También lo hizo que las motos bajasen claramente más rápidas que los cohes y pensé en reducir la velocidad de obturación para hacer con ellas algún paneo y alguna estela, pero entonces perdería la nitidez de los ojos de los transehúntes, objetivo principal del proyecto, así que no lo hice; suele ser difícil servir a dos propósitos a la vez y satisfacerlos ambos.

Pensé también en si era lícito apostarse en un paso obligado y fotografiar el rostro de los que transiten por ahí. En cuanto al propósito, no tengo duda de que sí: pretendía mostrar cómo reaccionan distintas personas ante el sol brillante de la mañana; y en cuanto a la intención, tampoco: aunque esas caras se hayan fotografiado de cerca y sean reconocibles, para el prospósito del ensayo son perfectamente anónimas, intercambiables con las de cualesquiera otras personas del mundo. Por otra parte, no me pareció factible pedir permiso de uso a todos los fotografiados, aunque me gustará discutir el tema con fotógrafos más expertos.

Como además tenía el encargo de permanecer veinte minutos en una esquina “hasta que apareciese una buena foto”, me refugié en la entrada de un comercio aún cerrado y desde ahí fotografié a muy escasa distancia a los transehúntes que hacían ese segundo giro. Sentía curiosidad por su reacción, por si cerrarían los ojos o mirarían a otro lado o se protejerían haciendo visera con la mano.

¿El resultado del mini ensayo, que es a lo que íbamos? La mayoría cerraban los ojos (la mayoría de las mujeres los cerraban), pero un hombre los mantuvo completamente abiertos, y otro (un joven de aspecto asiático) incluso me descubrió en mi puesto de observación. Varios, con sus gafas de sol negras, escaparon de mi curiosidad, bien ocultos los ojos, y si este fuese un estudio serio quedarían excluidos de la ene.

No pensé en qué pasaría a los que llevasen gafas de sol oscuras. Me coloqué y fui disparando a todo el que giraba hacia Balmes.

Presento una selección de las 135 fotos de esos 20 minutos.

8 siurana Siurana es un pequeño municipio de la Comarca del Priorat, situada sobre el valle del río homónimo, con el Montsant al oeste y las sierras de Prades al este. Según la web de Turisme del Priorat, tiene 21 habitantes.

Es conocida sobre todo por los aficionados a la escalada y, para los que no escalamos, yo la recomendaría por las vistas.

7 la pequeña fotógrafa Pero Anita no sólo es una niña muy fotografiada por sus padres: ella fotografía a su vez.

A los dos años le regalamos una de esas cámaras de juguete con pequeñas trasparencias en su interior y durante unos meses se echaba la camarita a la cara y apretaba el disparador.

Antes de cumplir los tres nos comentó que en su cámara no salía lo que ella pretendía y nos dijo que quería una cámara como la nuestra. Pensamos que no podría usarla, pero le dijimos que como la nuestra no, que era demasiado grande y pesada para ella, y rescatamos una Ixus 70. Desde entonces, cuando vamos de excusión se la colocamos sujeta a la muñeca y ella va haciendo las fotos que mejor le parece.

Cada vez que dispara, mira la pantalla y sacude la cámara hasta que aparece la imagen. Ella lo hizo la primera vez porque le pareció que tardaba en salir y desde entonces, dispara, sacude y mira. No ha servido explicarle que la imagen aparecería igual sin las sacudidas.

Conservamos todas sus fotos. Si alguna vez le gusta la fotografía, quizá le interese estudiar cómo es la composición cuando las funciones de ambos hemisferios no están aún del todo repartidas.