Este documento es un extracto de la obra
La tribu de Camelot
Carlota y el misterio de la extra単a vampira Gemma Lienas
Destino
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CAPÍTULO 1
Un cuerno de unicornio
Aquella tarde, mi vecina y cangura Rosa, que
es fantástica, nos había pasado a buscar a la salida del colegio, a mí y a mi hermano Marcos, que no es tan fantástico. El microbio, o sea, Marcos, estaba empeñado en ser más trasto que nunca. De entrada, iba dos pasos por delante de nosotras, por lo que la calavera gigante con las dos tibias cruzadas que había pegado en su mochila a modo de bandera pirata parecía hacernos muecas.
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Cuando Rosa le llamó la atención para que no anduviese tan alejado, Marcos se pasó el resto del trayecto corriendo arriba y abajo, contándonos y representándonos la película de piratas que había visto el día anterior. Él, por supuesto, hacía todos los papeles. —Ahora soy el pirata Barbazul, ¿vale? Pues Barbazul va y salta al barco de Pinafore, y entonces el capitán, ahora soy el capitán Jenkins, saca su espada. Y va Barbazul, ahora soy Barbazul otra vez, y... No se entendía nada, claro. Yo estaba muy ocupada pensando en las ganas que tenía de que se acabara el invierno de una vez, mientras Rosa, con su paciencia habitual, cuidaba del gran pirata: —De acuerdo, Barbazul, pero cuidado con ese charco. Vista al frente, Barbazul, no choques contra esa farola. Barbazul, deja de atacar a ese buzón, que ya se ha rendido. Me daba en la nariz que, estando tan excitado el pirata, de un momento a otro iba a suceder algún desastre. Al llegar a la calle donde vivimos, nos en8
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contramos con que habían empezado unas obras y un tramo de acera se encontraba cerrado con vallas. El suelo estaba levantado justo delante de la entrada de casa. Sólo se podía pasar a través de un tablón de madera bastante precario suspendido sobre la zanja. Rosa se detuvo un momento y resopló. —Como si no hubiera suficiente con los bordillos, ahora, encima, lo más difícil todavía. Tenía razón: si pasar por ahí ya era incómodo para todo el mundo, resultaba una proeza para personas mayores, y no digamos para Rosa, que iba en silla de ruedas. Empecé a pasar el puente. El tablón crujía más que si estuviera pisando una bolsa de patatas fritas, lo que no inspiraba confianza precisamente. A menos que seas un gran pirata, me dije ya junto al portal de casa, al darme la vuelta y ver a Marcos sobre el tablón. Estaba claro que a él le resultaba el escenario ideal para el duelo de espadas; seguro que imaginaba que era la quilla del barco. 9
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—... y entonces Barbazul dice: «¡No me atraparás con vida!». Y el capitán: «¡Eso lo veremos, sucio pirata!». Y entonces sacan las espadas... Todavía en el lado de la calle, Rosa estaba claramente alterada por lo que veía. —¡Marcos, te puedes caer! ¡Sal de ese tablón ahora mismo, que...! No pudo ni acabar la frase: había sucedido el desastre. El lumbrera había resbalado y, con un gran estrépito, había ido a parar a la zanja de debajo, que, por suerte, era muy poco profunda. Rosa se quedó muda por un momento. La miré y pude imaginarme lo que le pasaba por la cabeza: mi hermano había ido a parar justo a donde ella no tenía manera de ayudarlo. Abandoné el portal para dirigirme al tablón. Lo único que me llegaba desde el interior de la zanja era: —¡Oooh! Por un segundo me preocupé. Pero en seguida oí: —¡Ooostras! ¿Qué es esto? Al llegar al tablón, me incliné sobre la 10
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zanja y vi que el tontaina de mi hermano estaba tan tranquilo recogiendo algo del suelo. —¡Serás cafre! ¿Te has hecho daño? —Ayúdame a subir y
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verás lo que he encontrado para las arcas de mi tesoro pirata —dijo. Eso me confirmó que la caída no lo había afectado: su capacidad de hacer el ganso seguía intacta. Extendí un brazo hacia él y lo ayudé a subir hasta la superficie. Sin perder un segundo, me enseñó lo que había encontrado. Era, claramente, un cuerno de animal, pero de ninguno que yo hubiera visto antes. Muy fino y recto, acabado en punta y con una muesca que lo recorría de arriba abajo en espiral. Parecía un clavo sin cabeza, de unos veinte centímetros, aunque, desde luego, no era de metal, sino de hueso. Rosa, aliviada al ver a Marcos entero, nos hizo ir hasta el portal y, luego, pasó ella por el tablón hasta alcanzarnos.
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—¿Lo ves? ¡Es un auténtico cuerno de... caballo con cuernos! —explicó Marcos, muy excitado. —Anda ya —contesté—. Qué tontería, un caballo con cuernos. Rosa, que también observaba el objeto con curiosidad, mientras se lo cogía y lo examinaba, dijo:
—Unicornio. Así se llama ese animal. Su nombre significa «un cuerno», y sale en muchas pinturas de la Edad Media e, incluso, en algunas anteriores. 13
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—¡Ah! —Marcos se rascó la cabeza—. Debe de valer mucho, ¿no? Porque es de verdad, supongo. —Bueno, de verdad de verdad... No hay pruebas de que los unicornios hayan existido nunca. El enano pareció decepcionado por un momento, pero entonces Rosa siguió: —Aunque, quién sabe. Hay tantos animales extintos... animales extintos La extinción es la desaparición de todos los miembros de una especie animal (o vegetal) por causas naturales o debido a la acción humana. Una especie se considera en peligro de extinción cuando su existencia se encuentra amenazada. El tigre de Tasmania es un animal extinto, mientras que el lince ibérico es una especie en peligro de extinción.
Marcos no necesitó nada más para convencerse de que era totalmente real. En cuanto Rosa se lo devolvió, se adelantó hasta el portal de casa. —¿Y un unicornio de ésos iba a estar paseándose por el centro de esta ciudad? —pregunté a Rosa. —No, claro. Pero, imagínate que encuentras 14
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un colmillo de tigre. No pensarías que el animal vivía aquí, ¿verdad? Imaginarías que alguien lo llevaba y se le había caído —dijo. Y terminó, encogiéndose de hombros—: Desde luego, no conozco a ningún otro animal que tenga un cuerno así... Justo entonces oímos detrás de nosotros un chillido muy agudo. Nos dimos la vuelta y quedamos cara a cara con una figura terrorífica que nos miraba fijamente. —¡Dadme el cuerno ahora mismo!
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