Este documento es un extracto de la obra
Quiero ser puta Contra la regulaci贸n del comercio sexual Gemma Lienas
Ediciones Pen铆nsula
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GEMMA LIENAS
Quiero ser puta Contra la regulación del comercio sexual
EDICIONES PENÍNSULA barcelona
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© Gemma Lienas, 2006. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del «copyright», bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.
Primera edición: mayo de 2006. © de esta edición: Grup Editorial 62, S.L.U., Ediciones Península Peu de la Creu 4, 08001-Barcelona. correu@grup62.com grup62.com composición: Víctor Igual impresión: Novagràfik depósito legal: b. 24.862-2006. isbn: 84-8307-709-4.
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A menudo las mujeres parecen más interesadas en sacar brillo a sus cadenas que en tratar de sacudírselas. mary wollstonecraft 1759-1797
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a enric b., a david l., a albert r., a julià r., a bernat e., a manel b., a josep maria f., a domènec r., a daniel n., a fernando c. y a todos los hombres a quienes os interesa la sexualidad libre y que lucháis por los derechos de las mujeres y por una sociedad más justa
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CONTENIDO
1. declaración de principios, 13 2. ¿o es que todo vale?, 23 3. la relación entre estructura social y prostitución, 47 4. quién es quién en la prostitución, 71 5. distintos planteamientos para una misma cuestión, 95 6. apuntes para desarrollar acciones positivas, 111 7. consideraciones finales y decálogo, 115 Artículos publicados en la prensa, 127 Webs informativas y bibliografía, 135 Anexo. Firmas del manifiesto abolicionista, 139 Agradecimientos, 143
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1 DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS
Este libro empieza por el final. Si en un futuro prevalecieran los argumentos de quienes opinan que se debe legalizar la prostitución, tal vez yo misma acabaría por pensar que sí, que la prostitución es un trabajo y que mis ideales están obsoletos (me temo que también la declaración de los derechos humanos lo estará) y me vería obligada a replantearme los libros que escribo, sobre todo los que dirijo a un público joven. Tal vez entonces debería pensar en una novela juvenil cuyo título bien pudiera ser Quiero ser puta. El argumento en su parte inicial lo imagino como sigue: Familia de clase media alta. Padre y madre con formación universitaria y trabajos estresantes aunque bien pagados. Una hija, Rosana, de 15 o 16 años. Fin de curso. Papá y mamá salen a cenar con la chica para celebrar sus buenas notas. Tratan una vez más de saber qué carrera universitaria querrá estudiar. Rosana juguetea con las migas del pan, incómoda, quizás aburrida. Por fin, harta de soportar la presión de papá y mamá, les cuenta sus planes... —De mayor quiero ser puta. Papá y mamá se contemplan desconcertados. A veces la niña lleva las bromas hasta unos extremos… 13
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gemma lienas • quiero ser puta —A los 18, dejo de estudiar y me meto en el negocio del sexo. ¿Para qué va a matarse estudiando una carrera universitaria si luego lo va a tener crudo para acceder al mercado de trabajo? Incluso con un expediente académico mejor que el de sus compañeros varones, ella y sus compañeras de clase soportarán el paro tres veces más que ellos. Y aún si consiguen un puesto de trabajo a base de revalidar diariamente su valía, aceptar salarios más bajos y cumplir con la doble jornada a la que, por lo visto, su anatomía y biología por un lado y su empecinamiento profesional por el otro, las obligan, difícilmente podrán romper el techo de cristal que las empresas o la administración reservan para las ciudadanas. Así que, mejor no estrellarse contra muros de hormigón ni contra techos de cristal. Rosana lo tiene claro: quiere ser prostituta. —Pero, hija, eso no es una profesión—dice papá. —¿Por qué no? —Pues…—el padre rebusca argumentos en su cabeza—. Pues, porque no existe una formación profesional para ejercerla. —Tienes razón. Creo que va siendo hora de que todas las personas que en el pasado aprobasteis la legalización del comercio sexual reclaméis ahora una formación específica para este trabajo. —Pero…—interviene mamá visiblemente nerviosa—cuando nos posicionamos a favor de considerar el comercio sexual como un trabajo, no pensábamos en ti, nena. Rosana observa a su madre con una mirada dura. —Entonces, ¿en quién pensabais? ¿En las mujeres 14
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declaración de principios pobres, en las inmigrantes, en las que tienen características raciales distintas…? ¡Mamá! Eso se llama cinismo. Mamá hace una mueca. —Cinismo o ingenuidad, como prefieras. Mira, te voy a enseñar una noticia aparecida en un periódico español gratuito en febrero de 2005—dice Rosana. Mamá lee la noticia: «una alemana perderá su derecho al paro si no trabaja en un burdel. la prostitución se considera una actividad laboral. Una joven camarera alemana de 25 años que se negó a ofrecer sus “servicios sexuales” en un burdel de Berlín podría ver recortados seriamente sus derechos laborales en virtud de la nueva legislación sobre Beneficios sociales aprobada el pasado año en Alemania, según informó ayer el diario británico Daily Telegraph. »La joven, una técnica informática en el paro, explicó que se había ofrecido para trabajar en bares nocturnos y que en su currículum figuraba que ya había trabajado en una cafetería como camarera. Poco después, recibió una contestación del propietario de un bar nocturno en la que éste le indicaba que le interesaba su perfil y le pedía que contactara con él. »Sólo cuando ya había comenzado a trabajar en el bar, la mujer descubrió que se trataba de un burdel. La prostitución fue legalizada en Alemania hace dos años, y los propietarios de los burdeles tienen derecho a acceder a las bases de datos de personas que buscan trabajo. »La nueva legislación establece que cualquier mujer menor de 55 años que lleve más de un año en el paro está obligada a aceptar cualquier trabajo, incluida la prostitución, si no quiere perder derechos en las prestaciones por desempleo. 15
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gemma lienas • quiero ser puta »Cuando la joven descubrió la verdadera naturaleza del trabajo, comprobó que el propietario del burdel no había violado la ley y que incluso estaba obligado a denunciarla».
Mamá levanta la cabeza y murmura que sólo espera que eso no llegue a ocurrir nunca en España, un país menos rígido que Alemania. —Quién sabe—dice Rosana, que sí tiene claro que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera. A fin de cuentas, lleva años en una sociedad que comprende perfectamente que, no teniendo muchas mujeres otra opción profesional, ésta puede ser una buena solución o, al fin y al cabo, la solución menos mala. —La verdad, yo nunca lo pensé desde el lado de las mujeres—confiesa papá—. Sólo lo imaginaba desde el lado de los hombres. Como un… —¿Cómo un derecho adquirido por los siglos de los siglos, amén?—le ayuda Rosana. —Bueno. Ya se sabe los hombres somos así... —Claro, claro. Se comprende. Pero tal vez, como dice la periodista Carme Freixa: «La liberación de la mujer no pasa porque a una le pongan una polla—cualquier polla—en la boca». —¡Eh!—dice papá con cara de angustia. ¡A saber qué polla y qué boca está imaginando! —Y, sin embargo, querido papá, ya es tarde para esa reflexión. Eso debiste pensarlo antes de pulsar el «sí» en la encuesta de alguno de tus periódicos favoritos.
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declaración de principios Soy feminista, atea, anticlerical, socialista y partidaria de la libertad sexual, y me declaro contraria a regular o legalizar la prostitución. La compra de un cuerpo para uso sexual es una conducta que atenta contra los derechos humanos y que no se puede considerar práctica de sexo sino abuso de poder, mediante el cual una persona con dinero somete a otra que no lo tiene, lo que, en definitiva, tal como lo considera la ONU en el «Convenio para la represión de la trata de personas con fines de explotación sexual de 1949», es una forma de esclavitud. Hoy, con frecuencia, a las personas que se manifiestan contra la legalización de la prostitución se las tilda de conservadoras y puritanas. En mi caso, nada más lejos de mis principios, ni de lo que ha sido mi trayectoria vital, ni de lo que reflejan mis libros. Entonces ¿qué está ocurriendo para que muchas personas que hasta ahora eran compañeros/compañeras de viaje se hayan convertido en adversarios/as ideológicos/as en lo que respecta a esta cuestión?
Antes de seguir adelante, quisiera contar una experiencia que viví recientemente durante un viaje a Suiza porque ilustra bien de qué modo se imprimen en nuestra mente ideas de las que apenas somos conscientes y que en el fondo configuran nuestra manera de ver el mundo. Tuve la oportunidad de visitar el museo etnográfico de Neuchâtel, en el que se exhibía una exposición titulada «Remise en boîtes», que yo traduzco libremente como «Enlatado». La exposición giraba alrededor de la memoria. Para resumir, diré que el recorrido por las salas pretendía contar el proceso por el que pasan aconte17
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gemma lienas • quiero ser puta cimientos, personas o ideas antes de convertirse en memoria colectiva. En definitiva, la exposición pretendía poner de relieve que nuestra memoria y, por ello, nuestra ideología, no es ajena al poder y a quienes han decidido qué debemos guardar y qué no o qué debemos pensar y qué no. Por ello, el comisario de la exposición, que nos hizo de cicerone, terminó diciendo que se sentiría satisfecho si al final del recorrido nos preguntábamos: «¿Por qué pienso lo que pienso? ¿Por qué digo lo que digo?». En otras palabras: «¿quién ha decidido qué debe guardarse en nuestra memoria colectiva y de qué manera esta memoria condiciona nuestra forma de ver el mundo y de estar en él?». Para mi ejemplo, servirá el comentario de tan sólo dos de las salas. Una representaba el lugar de culto, es decir, el lugar en el que los fans de la memoria colocan lo que quieren que se recuerde. (Una apostilla mía: el papel de fans en nuestros días es llevado a cabo por los medios de comunicación, la publicidad e Internet.) Esta sala era algo parecido a una cámara de las reliquias: adornada con flores secas y velas encendidas, sus paredes estaban tapizadas de fotos. Fotos de personajes de la política, la cultura, el deporte, la industria… Fotos de acontecimientos bélicos, políticos, económicos… No hace falta decir que casi la totalidad de las fotos correspondía a hombres o a acontecimientos protagonizados por ellos. En la última sala, había estanterías llenas de latas. Muchas, muchísimas latas, parecidas a las de salsa de tomate o de fabada asturiana, todas identificadas con una etiqueta. La mayoría correspondían, claro está, a nombres de varones o a hechos relacionados con ellos. Me sentí como si estuviera en el interior de una enciclopedia. 18
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declaración de principios Hasta aquí se resume lo que la exposición quería poner de relieve: almacenamos las ideas que otros han decidido insuflarnos, ideas que condicionan nuestro pensamiento; y lo que el comisario pretendía con su advertencia final: que para librarnos de automatismos debemos tomar conciencia de «esa memoria». Terminado el recorrido, me acerqué al comisario para agradecerle sus explicaciones y para decirle que confiaba en que todas las personas que pasaran por la exposición se viesen obligadas a preguntarse cómo era posible que la memoria de nuestro planeta representara sólo la memoria de la mitad de la población, es decir, de los varones. Y que se preguntaran también de qué manera influía esta visión tan sesgada en lo que cada cual de nosotros/as piensa y dice. Lo más notable—lo más increíble—fue la cara de sorpresa del comisario. Ni por un segundo había caído en la cuenta de que éste era un aspecto sustancial—tal vez el más destacable—de la exposición. Cuestiones de género aparte, sí es importante saber cómo las ideas se filtran en nuestra mente sin que seamos conscientes de ello. Cómo, por poner un ejemplo, las imágenes de la televisión pueden llegar a configurar un discurso ideológico respecto a algo sobre lo que no hayamos reflexionado a nivel consciente. Y, cuando lo hacemos, ya estamos impregnados por lo que nos han querido inculcar, de modo que respondemos según esos modelos, esas enseñanzas. En este sentido, sin unas campañas previas de sensibilización hacia los peligros del tabaquismo, no se podría entender la falta de reacción de las personas fumadoras ante la ley antitabaco que entró en vigor en enero 19
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gemma lienas • quiero ser puta de 2006. Del mismo modo, llevamos tiempo—desde 1995, año de la reforma del Código Penal, por la cual se despenalizaron conductas que favorecían la prostitución y que hasta entonces eran perseguibles—recibiendo mensajes implícitos que equiparan la prostitución a una forma más de entretenimiento, a una forma más de consumo. ¿Hay alguna razón para ese nuevo enfoque de la cuestión? Tal vez sí, tal vez poderosas razones económicas. El volumen de negocio del sexo en el mundo se calcula entre 5 y 7 billones de dólares anuales, una suma superior a la cifra conjunta de todos los presupuestos militares (Fuente: Parlamento Europeo. Comisión de Derechos de la Mujer e Igualdad de Oportunidades). En algunos países, representa entre el 2 y el 14 % del PIB (Fuente: Organización Internacional del Trabajo, 1998). Es un negocio mundial casi de la misma magnitud que el del tráfico de armas y del tráfico de drogas (Fuente: APRAMP). En España se supone que la cifra se sitúa en una horquilla entre los 12.000 millones de euros (Fuente: Médicos del mundo) y los 18.000 millones de euros (Fuente: ANELA, asociación de empresarios de locales de alterne). Teniendo en cuenta los datos aportados ¿a nadie se le ocurre pensar quién puede hallarse tras los mensajes que cada vez con mayor frecuencia nos lanzan los medios de comunicación? ¿No es cierto que tanto dinero en juego sería un argumento para que muchas personas estuvieran dispuestas a banalizar la prostitución? ¿No se mostrarían deseosos quienes se lucran con ese negocio 20
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declaración de principios de explicarnos lo maravilloso de ser «una trabajadora sexual»? Como denuncia CATW (Coalición contra el Tráfico de Mujeres): «Existe una increíble ingenuidad por parte de algunos medios gubernamentales y no gubernamentales sobre el verdadero papel de la industria del sexo y sobre las actuales campañas de legitimación de la prostitución como trabajo. Desconocen completamente que existe un grupo de presión organizado […] a quienes se les paga para promover la idea de que la prostitución es un trabajo digno que debe ser reconocido y regulado como tal» (Fuente: La prostitución. Claves básicas para reflexionar sobre un problema). Después de tantos mensajes subliminales sobre las «bondades» de la industria del sexo, no resulta tan extraño que casi el 82 % de las 10.000 personas que contestaron la encuesta sobre prostitución llevada a cabo en febrero de 2006 por La Vanguardia respondieron que sí, que la prostitución es un empleo que debería ser legalizado. Los resultados de la encuesta fueron los siguientes: un 81,8 % de personas a favor de legalizar, un 16,7 % en contra y un 1,5 % no supo qué responder. La encuesta fue respondida por 10.006 personas. Regular la prostitución como un trabajo es también la voluntad de algunas autoridades, de modo que no me sorprendería mucho que dentro de un tiempo en nuestro país se convirtiera en una actividad laboral como otra cualquiera, a la que, claro está, podría optar cualquier ciudadana (en femenino), cuyos servicios podrían ser adquiridos también por cualquier ciudadano (en masculino). Porque no olvidemos que la prostitución es, hasta el momento, un problema de género: el 90 % de 21
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gemma lienas • quiero ser puta quienes ejercen la prostitución son mujeres, el 3 % son hombres y el 7 % transexuales; mientras que un porcentaje abrumador de proxenetas y clientes son hombres (Fuente: Médicos del Mundo).
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