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Espacios privados
UN RECORRIDO POR LOS SECRETOS DE UN GENTLEMAN, PARA DESCUBRIR CÓMO SE VISTE CUANDO JUEGA, VIAJA Y SE RELAJA.
POR STEFANO SPINETTA - FOTOGRAFÍA H20 STUDIO - TEXTO GIOIA CAROZZI
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CADA COSA TIENE SU MOMENTO y cada gentleman tiene su tiempo. Hay un tiempo para jugar, ya sea que se trate de un partido de backgammon, de ajedrez o de billar. Porque, como escribe Johan Huizinga en su ensayo Homo ludens, a los seres humanos: “Lo serio se puede negar; el juego, no”. Lo mismo vale cuando se habla de ropa y accesorios. Donde la idea es la de combinar colores y materiales, desde jugar utilizando un saco de cashmere color blanco con unos zapatos con agujetas color marrón muy serios o, quizás unos gemelos con acabado de platino con un reloj con caja de oro rosado y correa de piel de caimán. Porque hoy se pueden y se deben mezclar metales de colores diferentes: el verdadero gentleman del estilo es también aquel que se atreve.
Y, ya que ahora por fin es nuevamente posible viajar, ¿por qué no subirse a un convertible y manejar sin un destino preciso, simplemente por el gusto de sentir el viento en la cara? Finalmente, ¿quién no ha soñado, aun por un solo instante, ser el irreverente mentiroso de Vittorio Gassman en la película La escapada, mientras maneja su icónico Lancia Aurelia B24? Basta con tomar ejemplo de los accesorios seleccionados por Gentleman en estas páginas: un par de guantes y zapatos de manejo en piel, un reloj de buceo (en el caso que uno quiera, ¿por qué no?, pararse para una inmersión o dejar estacionado el coche para subirse a un barco).
Y, como toque final extravagante, meter en la cajuela un globo terráqueo. Quizás consultarlo no sea tan práctico como una app para viajes de nueva generación, pero sí seguramente menos banal e impersonal. En el peor de los escenarios se podría transformar en una talking piece, un término robado a un género de pintura de los Países Bajos del siglo XVII y XVIII, hoy usado para indicar aquellos accesorios u objetos tan inesperados que dejan nacer una conversación al respecto, por ejemplo: ¿Por qué lleva consigo un globo terráqueo?
Finalmente, para el gentleman hay también un tiempo para desestrezarse y relajarse, quizás después de una larga noche en compañía. Nada es más indicado que hacerlo escuchando música desde uno de los viejos discos de vinil que, sabiamente, uno ha seguido comprando y coleccionando. Solo o en compañía, poco importa. Lo importante es prestar atención a cómo se guardan el esmoquin, el corbatín y todos los accesorios que se han elegido lucir por la noche. Porque el carácter de un gentleman se revela no solo por como habla, come, viaja y piensa, sino también por como guarda u ordena sus prendas. Que sea de manera compulsiva como Richard Gere en American gigolo o de manera aparentemente casual, caótica e imprevisible. “En todo caos hay un cosmos; en todo desorden, un secreto orden”, escribió el psicologo y ensayista Carl Gustav Jung.
Saco de cashmere, Brunello Cucinelli; estuche, Fiorio; zapatos con agujetas de piel, Doucal’s; pisapapeles y backgammon, Hermès; mancuernillas StarWalker, Montblanc; cartera, Orciani; tarjetero, Larusmiani; gafas, Tom Ford; Eau de Parfum Fulgor, Calé; reloj Calatrava 5196R-001, Patek Philippe; licor de gengibre Mr Three & Bros.
Saco smoking, Tagliatore; zapatos con agujetas de piel y lentes, Tod’s; audífonos Beoplay, H95 Bang & Olufsen; tarjetero, Gavazzeni; cartera, Pineider; Eau de Parfum Legend, Montblanc; pajarita de seda, Brunello Cucinelli; mancuernillas de oro amarillo, Tiffany & Co.; encendedor, S.T. Dupont; reloj Oyster Perpetual Datejust 36, Rolex.
Sahariana de lana y cashmere Canali; mocasines, Moreschi; lentes de sol, Persol; charola, Hermès; bolígrafo StarWalker Blue Planet Doué, Montblanc; tarjetero para tarjetas de crédito, Louis Vuitton; reloj Seamaster 300M 007 Edition, Omega; colonia de frutos de oro, Acqua di Parma; bolso de piel, Custom Business; guantes para manejar, Larusmiani; globo terráqueo de madera, Brunello Cucinelli.