La Múcura Nº 10

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F Apoyan acultad de Ciencias Humanas Programa Gestión de Proyectos División de Acompañamiento Integral Dirección de Bienestar Sede Bogotá

Semestre II / 2021 En Línea 2745 - 1542 Nº10

la múcura revista

Número 10 // ISSN 2357-6464 ISSN en Línea 2745 - 1542

Universidad Nacional de Colombia Facultad Ciencias Humanas Sede Bogotá

la múcura revista, es una publicación semestral en la que los estudiantes de antropología de pregrado y posgrado tienen la posibilidad de publicar sus artículos de investigación y todo su quehacer académico y cultural. Los objetivos de la revista son: crear un canal de comunicación entre todos los estudiantes del departamento, promover las investigaciones y creaciones culturales de los grupos estudiantiles, y proporcionar un espacio en el que se ponga en discusión la labor ética, académica y política del antropólogo.

la múcura es una revista sobre el quehacer antropológico estudiantil de la Universidad Nacional de Colombia y de los estudiantes vinculados al Comité de Estudiantes de Antropología. Los textos presentados en la siguiente publicación expresan la opinión de sus respectivos autores y la Universidad Nacional no se compromete directamente con la opinión que estos pueden suscitar.

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vicerrector de sede / José Ismael Peña Reyes director bienestar sede bogotá / Oscar Oliveros jefe de acompañamiento integral / Zulma Edith Camargo Cantor coordinador programa de gestión de proyectos pgp / William Gutierréz Moreno

decano facultad ciencias humanas / Carlos Guillermo Páramo Bonilla directora bienestar facultad ciencias humanas / Eucaris Olaya

comité editorial dirección / Prof. Laura de La Rosa Solano coordinadora / Vielka Valentina Rodríguez Jaimes edición / Vielka Valentina Rodríguez Jaimes / Luna Sacbé Valencia Rodríguez / Mateo Torregrosa Simbaqueva / Neil López Bernal / Laura Ximena Castañeda González / Gabriela Bravo Vargas / Laura Natalia Gómez Guzmán

autores y autoras

/ María José Zuluaga / Sören Daniela Molano Cajamarca / Andrés Felipe Castro Morales / Sara Gabriela Torres Benítez / Cesar Nicolas Rojas Escamilla / Juanita Agudelo Triana / Daniel Felipe Echeverry Cano / Diego Fernando Puerto Torres / María José Peláez Sierra / Jairo Ferney Angarita Ortiz / Diego Corredor Castillo / Neil López Bernal

comité de imagen difusión y contenido

/ Gabriela Bravo Vargas / Dariana Margarita Villamil Castañeda / Julian Santiago Mora Soler / Laura Natalia Gómez Guzmán / Laura Ximena Castañeda González

corrección de estilo / pgp / Diana Luque Villegas

diseño, diagramación e ilustración / pgp / Alejandro Sepúlveda (CVT) @algavoraz

fotografía de carátula Cálida solidaridad (2021) Rivera-Huila, Bogotá, Andrés Mejía

LA MÚCURA

Número 10 / 2021

EDITORIAL AGRADECIMIENTOS

Comite editorial La Múcura Revista

MAGIA HERIDA

Sören Daniela Molano Cajamarca

María José Zuluaga

EL VIRUS CORONADO AL RÍO CAUCA

Sören Daniela Molano Cajamarca

Y QUE ASÍ SEA: NARRATIVA LGBTIQ+ EN TORNO AL PARO NACIONAL

Andrés Felipe Castro Morales

LOS GOBIERNOS ETNONACIONALISTAS: ¿LA PANDEMIA FUNCIONA PARA FORTALECER ESTRATEGIAS EN CONTRA DE LA POBLACIÓN MIGRANTE?

Cesar Nicolas Rojas Escamilla, Juanita Agudelo Triana y Daniel Felipe Echeverry Cano

¿QUÉ PASÓ CON EL SUJETO EN LA CUARENTENA? LA EMERGENCIA DE UN NUEVO OTRO Y LA UNIVERSALIZACIÓN DEL DESEO, PISTAS DE ESTUDIO DESDE EL PSICOANÁLISIS LACANIANO

Diego Fernando Puerto Torres

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SUMARIO 8 10 11
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Daniela Molano
María José Peláez Sierra EL CAÑADUZAL 86
Daniela Molano Cajamarca LO ONÍRICO 82 Diego Corredor Castillo PESADILLA 83 Neil López Bernal PARA LA POSTERIDAD DESDE LA ACTUALIDAD 87
HOY SENTÍ QUE TODO ERA POSIBLE PORQUE USTED YA ENTERRÓ A SU MUERTO 70
Ferney Angarita Ortiz LOS ESTUDIOS CULTURALES COMO LENTE PARA LEER EL PARO NACIONAL 2021
Sören
Cajamarca
Sören
Sören Daniela Molano Cajamarca
Jairo

EDITORIAL

Hitos de vida: marcos de realidad que en su interior albergan tejidos con entra mados de sentires; marcos que hoy se rompen desbordando ira, indignación y cansancio. No solo era la pandemia la que nos estaba ence rrando y quitando la respiración, sino también era el dolor de vivir en un país en el cual la desigualdad se hacía más notable y las banderas rojas ondeando en las ventanas lo gritaban con fuerza. Las calles estaban repletas de indigna ción, resistencia y alegría; se bailaba, se cantaba, se pintaba y se luchaba con arte. Las avenidas tomaron nuevos nombres y se resignificaron luchas ancestrales tumbando tiranos de acero. Recordamos a nuestros muertos y lloramos a muchos nuevos. No importó que un virus nos acechara a cada paso que dábamos, que la fuerza

estatal sacará ojos como trofeos de su bruta lidad, que las madres colombianas encerraran a sus hijos en sus casas por temor; no importó el miedo, valía más salir defender lo que nos corres ponde desde siempre: una vida digna y justa.

Es por esto que, como revista estudiantil, decidimos dedicar este décimo número a las voces que relatan cómo vivimos la pandemia y cómo decidimos alzar la voz en medio de ella. Asimismo, pretendemos hacer un ejercicio de memoria, en donde se consignan no solo escritos sino también sentires, emociones, actuares y pensares. Estas páginas serán la materialidad a la cual volveremos para recargar de resistencia y lucha nuestro espíritu.

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Comité Editorial La Múcura Revista

Ilustración: La muerte tras el virus , 2020, Bogotá maría josé zuluaga

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos la resistencia de cada ser que hoy lee estas páginas y a quienes levantaron su voz desde las calles y sus casas para romper con la cruda realidad, en busca de un porvenir lleno de dignidad alcanzado a partir de la lucha conjunta.

Debemos la realización de este número a nuestra directora, la profesora Laura de La Rosa, siempre incondicional, siempre dispuesta a colaborar y a nutrir desde su labor y desde el amor evidente en su entrega.

Especialmente damos gracias a la profesora María Elisa Balen Urrutia, quien nos leyó y nos otorgó su confianza para aprobar esta compilación.

Comité Editorial La Múcura Revista

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La muerte tras el virus , 2020, Bogotá maría josé zuluaga

EL VIRUS CORONADO

María José Zuluaga

trabajo social universidad nacional de colombia mazuluagaf@unal.edu.co

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¿Estamos acaso en el fin del mundo? ¿O es solo la manifestación de la naturaleza indomable, aquella a la que hemos pretendido someter y tender ante nuestros pies?

¿Es acaso una respuesta de fuerzas sobrenaturales a nuestra bestial, desaforada e inconsciente forma de proceder? ¿O será tan solo una etapa por la que tendremos que pasar, cuya real causa no es producto de la ficción y no sobrepasa la imaginación humana, sino que colinda más con la tosca y la burda realidad en la que habitamos?

¿No es más que una contestación al propio ser humano, en su condición intranscendental a la que pretende aferrarse con el fin de satisfacer la carne, mientras el alma perece? Sea lo uno o lo otro, o ninguna de las anteriores, la realidad es solo una. La muerte deambula y se extiende con mayor rapidez al paso de los días, y tras ella corre el hambre golpeando a la puerta de los menos afortunados para recordarles que su desdicha siempre puede aumentar.

Así los pobres, ya marginados, vierten sus esperanzas huecas en la imagen de un santo, retrato del abandono del Estado y la desesperación de quienes mendigan vida, cuando por derecho divino ya se les fue concedida.

La ausencia del padre Estado y la presencia de la madre Muerte, que cubierta con ropajes verde esmeralda, pies descalzos y cabeza gacha, acude a las frías camas y a los cuerpos escuálidos sin gran muestra de carne cubriendo los huesos.

Ambos cuales padres quejumbrosos y atolondrados al filo del hastío y la toxicidad, confabulan perversas conspiraciones contra sus hijos desamparados, que hoy bajo las fuertes lluvias y tormentas que todos los malos tiempos traen consigo, pretenden continuar con el acto teatral que llamamos vida, una farsa disfrazada de certeza, la mentira que deambula con los ropajes de la verdad.

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Las condiciones precarias no son dignas de llamarse vida ni tampoco muerte, por la ausencia sepulcral constante y permanente del frío eterno, ya que su término medio, casi cual temple tibio, con fugaces luces mortecinas que iluminan aquello que se hace llamar vida y brinda, aun con desasosiego, la llama ardiente de la esperanza que, ante la impaciente, espera de aquella dama de pies descalzos y vestiduras esmeraldas, surge como la vela llameante del primer natalicio.

La vida como la conocíamos dejó de ser y ahora un valle de lágrimas como consecuencia hemos de tener. Las lágrimas de los que han partido, de quienes aún permanecen y de quienes la muerte les ha perdonado esta vez, pero se ha ido con la promesa de volver, colman las aguas refulgentes de la rabia viva de la gente.

El lienzo blanco azulado, la capa celestial del hogar que llamamos tierra, desde las alturas observa con alborozo y júbilo, el suelo que antes maltrecho durante años, ahora luce más verde, limpio y vivo, ante la huida a su guarida del más pérfido y vil de los depredadores, que auto coronado y erguido ante la vida que pretendía escamotear, hoy se encuentra

espabilado y cede su corona a un intruso invisible, imperceptible, sin trono ni patria, que ha domado al impasible y ha devuelto a los animales lo que les fue arrebatado. Hoy, sobre todo y todos, el gallardo y vil invasor es coronado.

Derrocarlo será todo un reto que hemos de afrontar ¿bastarán los ungüentos, la moringa y las hierbas medicinales que en un ayer desdeñamos y que hoy, con premura, recurrimos a su ayuda? ¿Destronaremos al usurpador de la vida, al sometedor de los impetuosos, al devorador de esperanzas y al asesino de sueños? ¿Destruiremos la injusticia, la avaricia, la pobreza, perturbaremos los sueños de los tiranos y crearemos un mundo con oportunidades para los olvidados?

Abramos pues los ojos, los oídos y el corazón, para ver, escuchar y comprender que el vil invasor llegó y se topó con el caos; la tragedia ya anunciada estaba. Despidamos al principal avaro que en la corte habita, despachemos a los soberanos, arropemos al desdichado, respetemos la vida, lo verde, lo que palpita, y tal vez y solo tal vez Logremos asolar al vil intruso que se ha coronado.

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AL RÍO CAUCA

Fluyen en las aguas del río, el río embalsama el cuerpo herido que nada. Nada en el abismo que representa la majestuosidad de la corriente y el agua, el cuerpo se haya disminuido a la inmediatez del silencio y del olvido. Vuelve arrancado de la vida para naufragar en la madre. Vaciando poco a poco los pulmones que llevan algún rastro de oxígeno de los últimos instantes en los que se encarnó el trauma, y todo fue miedo, todo fue violento, todo fue terror y todo fue llanto. Se le quitó al cuerpo su nombre, su humanidad, su singularidad y su rostro, pues en la carne donde habitó el aire y el aliento ahora recorren caudalosas corrientes del río Cauca, inflan el cadáver y deforman el gesto de aquel que albergó experiencias, risas, enojos, personas, momentos, palabras y amor. El río inunda de agua lo que fue individuo, invade por las cavidades al difunto abandonado. ¿A dónde irán? ¿a dónde los llevará el río? ¿dónde cobijará el río a aquellos asesinados que arrojaron allí para hacerse uno solo con él? El río Cauca es testigo de tanto dolor. Yo solo espero que el raudal susurre al muerto cuando entre por sus oídos una canción de cuna que dé la bienvenida a la madre, la muerte nos retorna a la madre. Río, susurra a los difuntos una canción de cuna que les haga sentir menos solos, llévalos donde ya no exista el grito.

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Sören Daniela Molano Cajamarca antropología universidad de los andes sd.molano@uniandes.edu.co

Y QUE ASÍ SEA: NARRATIVA LGBTIQ+ EN TORNO AL PARO NACIONAL

Caminemos juntxs por los caminos de la empatía y la tolerancia. Resigni fiquemos nuestras formas de ser.

Así la policía o nuestros mismos compañeros alejen nuestra esencia.

Somos las florecitas de este gran campo que van a ver. Y que así sea.

La vulnerabilidad nos ha hecho humanxs, hemos cultivado formas de (re)narrarnos, ampliamos un mundo de sueños y diálogos, siendo resistencia en este mundo, (r)mandonos, y que así sea.

Así el Gobierno nos quiera lo más heterosexuales, el universo está lleno de diversidad, jamás olvidemos que somos universales, seremos la magia de la colectividad, y que así sea.

Que en las calles no se pierdan más vidas, exigimos que no nos maten, somos una minoría llena de mayorías, tejiendo comunidades diversxs por todos lados ¿Saben?

Y que así sea.

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Andrés Felipe Castro Morales egresado de estadística universidad nacional de colombia anfcastromo@unal.edu.co Contramarcha , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal

LOS GOBIERNOS ETNONACIONALISTAS: ¿LA PANDEMIA FUNCIONA PARA FORTALECER ESTRATEGIAS EN CONTRA DE LA POBLACIÓN MIGRANTE?

Cesar Nicolas Rojas Escamilla sociología universidad nacional de colombia crojases@unal.edu.co

Juanita Agudelo

Triana

sociología universidad nacional de colombia juagudelot@unal.edu.co

Daniel

Felipe

Echeverry Cano

sociología universidad nacional de colombia dfecheverryc@unal.edu.co

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Resumen

En el presente trabajo se busca analizar la migración y el etnonacio nalismo a partir de la información que generan los Estados y las ONG sobre estos fenómenos en el marco de la crisis de la COVID-19, con el objetivo de constatar el uso que se le ha dado a la situación de pandemia en los gobiernos de carácter etnonacionalista. La tesis que se sostiene es que la situación de pandemia constituye una herramienta para el fortalecimiento de los discursos etnonacionalistas, lo que implica el reforzamiento de la idea de frontera, una reivindicación de la exclusividad racial dentro de la categoría de nacionalismo, la limitación de la circulación de personas entre países y la privación de los derechos de la población migrante; además de que agrava muchos de los problemas que los y las migrantes deben afrontar en los países de recepción que tienen gobiernos con características etnonacionalistas.

palabras clave: etnonacionalismo, migración, nacionalismo, pandemia, covid-19

Contexto Histórico

En 1951 la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptó el Reglamento Sani tario Internacional con el fin de evitar la propa gación de las enfermedades infecciosas, pero intentando no afectar en lo posible el comercio ni la comunicación financiera y turística entre países. Este reglamento se centró en el control de cuatro enfermedades –el cólera, la fiebre amarilla, la peste y la viruela– y tomó como base la afirmación acerca de que solo unas pocas enfermedades se podían expandir por tras lados y comercios internacionales y. así mismo, constituir una amenaza para los demás países. Además, se trabajaba bajo el supuesto de que

la migración era unidireccional y que las enfer medades se podrían detener en las fronteras internacionales.

Los países y sus gobiernos recurren a proto colos como el aislamiento, las restricciones de viaje o el cierre de fronteras en un intento de evitar que las infecciones entren en su territorio, como se puede observar durante la epidemia del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS) del año 2003, donde la frontera entre Kazajistán y China fue cerrada; de igual forma sucedió durante la pandemia del H1N1 que tuvo lugar en 2009, China adoptó medidas de restricción y seguridad en la movilidad internacional, realizó

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controles en los vuelos que ingresaban al terri torio, recurrió a acciones escalonadas e, incluso, más de una vez puso en cuarentena a todos los

Referentes teóricos

A lo largo del siglo XXI, ciertos estados han vivido un auge del nacionalismo, en ellos se ha obser vado un creciente rechazo a las minorías a través del menosprecio social y la violencia simbólica y física, además de la construcción de perfiles que convierten a estas minorías en población constantemente monitoreada y estigmatizada. La situación es paradójica si se tiene en cuenta que países como España presentan un déficit de población en edad productiva, debido a la baja tasa de natalidad que se viene registrando desde hace algunas décadas.

En los últimos años muchos países del norte global han sufrido cambios demográficos que no solo se explican por el acceso efectivo a métodos anticonceptivos, interrupción volun taria del embarazo, educación sexual, apla zamiento de la nupcialidad, entre otros; sino también por los cambios en la reproducción de la fuerza de trabajo, ya que esta se modifica de acuerdo con los cambios cualitativos y cuantita tivos de su demanda.

Es de este modo que las macroestructuras económicas y el panorama laboral, tanto nacional-local como el internacional, tienen incidencia en diversos factores propiamente demográficos, transformando dinámicas y forzando acciones por parte de las poblaciones de manera implícita, pero con efectos notables en la realidad social.

viajeros del vuelo si se descubría que uno de los pasajeros tenía una temperatura corporal supe rior a 37 ºC (Edelstein, 2014).

Podemos entonces conceptualizar las migra ciones como

Transiciones espaciales y sociales a la vez, y de contornos imprecisos; sobre los que no existe consenso generalizado: se trata de despla zamientos o cambios de residencia a cierta distancia –que debe ser «significativa»– y con carácter “relativamente permanente” o con cierta voluntad de permanencia (Arango, 1985, p. 9)

Además, autores como Ravenstein señalan que el fenómeno de migración, en su mayoría, se ha caracterizado por ser escalonado, es decir, las distancias y aspiraciones de la migración encuentran una relación directa con las condi ciones materiales y sociales de quien lo realiza, por ejemplo, las familias suelen realizarlo a corta distancia y aquellos que, por el contrario, realizan largos desplazamientos, suelen ser hombres y tener como destino grandes centros comerciales o industriales. Asimismo, la principal causa de las migraciones son las disparidades econó micas y son las personas de las zonas rurales las que tienen mayor propensión a migrar. Es por esto que la migración, la inequidad social y la disparidad económica, tienden a aumentar con el desarrollo capitalista. El progreso de la tecno logía y el transporte facilitan la migración desde zonas empobrecidas hacia grandes centros

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de capital, hasta el punto en que las grandes ciudades crecen más por inmigración que por la tasa de natalidad en las mismas –es decir, tienen un crecimiento vegetativo– (Arango, 1985).

De este análisis es importante destacar el marco analítico “atracción-repulsión” también conocido como “Push-pull”, el cual trata acerca de los diferentes factores que pueden llevar a la población a migrar. El término atracción (pull factors) se refiere a los factores de carácter “positivo” que, en cierta manera, logran en el migrante un interés por cierto espacio en espe cífico, mientras que el término repulsión (push factors) alude a aquellos motivos “negativos” acerca del lugar de residencia que obligan o incitan a migrar (Arango, 1985).

En los diferentes esquemas de migración conceptualizados desde las teorías económicas, se asevera que las y los individuos toman la decisión de migrar teniendo en cuenta un cálculo de costo y beneficio, en el cual, después de realizado el proceso de traslado y su consecuente instalación en el país de destino, esperan una ganancia en las labores que puedan desarrollar. Todo esto ligado a la concepción de que, en los países receptores, generalmente mejor posicionados económica mente que los emisores, hay un mejor aprovecha miento del denominado capital humano, ya que, desde la perspectiva del migrante, la actividad económica que desempeñarán será más produc tiva y mejor retribuida, a pesar de su situación de ciudadano de segunda categoría, la vulneración de los derechos laborales, la explotación por parte del capital y la estigmatización social.

En este sentido, vale la pena analizar «[…] el concepto de diáspora, que incluye por obliga

ción la suspensión de la identidad, que es una experiencia [generalizada en] la globalización pero que asume significados particulares en las condiciones de los migrantes» (Mezzadra, 2005, p. 103). En la actualidad el papel del migrante ha constituido un acercamiento conceptual entre la noción de frontera y la noción de diáspora, fenó menos complejos a los cuales se les debe realizar una aproximación desde las líneas de identidad étnica, de género y de clase para dar cuenta de las mismas en una visión más amplia y comple mentaria de la migración.

Una de las consecuencias de este fenómeno es una unión entre la experiencia fronteriza y la de diáspora, este efecto consiste en el distan ciamiento de los migrantes del país y la cultura de origen, lo que no implica que el migrante busque una adhesión incondicional hacia el país y la cultura de asentamiento (Mezzadra, 2005). Una de las causas de este distancia miento es el hecho de que las y los migrantes no solo son privados de sus derechos, sino que también son vistos como causa de los problemas preexistentes a la migración en el lugar de destino. En muchas ocasiones esta población es utilizada como chivo expiatorio de la falta de políticas públicas en materia social. Es en estas narrativas en donde se observa una reivindicación del nacionalismo, pues este fenó meno permite disgregar la ciudadanía y cons truir fronteras dentro de los espacios sociales y políticos, donde los migrantes se deben acoger a una regulación administrativa y penal que limita su derecho a tener derechos.

En este contexto el fenómeno del naciona lismo ha sido desarrollado conceptualmente por

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autores como Eric Hobsbawm, Antoine Roger o Anthony Smith. El primero, hizo una clasificación según la evolución cronológica; el segundo, una de acuerdo con las teorías del nacionalismo a partir de dos variables: sus causas y su función; y el tercero, con base en las teorías que funda mentan el fenómeno.

Para Hobsbawm existen tres momentos del nacionalismo: 1. El del siglo XVIII con el fortale cimiento de los Estados. 2. El del siglo XIX con la autodeterminación de las naciones. 3. El de la primera mitad del siglo XX que fortaleció la descolonización de Asia y África (1992).

Para Roger existen dos variables fundamen tales para su clasificación: el origen y la finalidad del nacionalismo. De acuerdo con la primera, hay teorías que explican el fenómeno desde lo estructural y otras que lo hacen desde la acción de actores individuales y colectivos. Mientras que, en la segunda, encontramos teorías que consideran al nacionalismo como dominación y otras como cohesión social (2001).

Para Smith existen cuatro teorías sobre el nacionalismo: 1. Modernistas, para quienes la nación es un producto de los cambios asociados a la llegada de la industrialización, época marcada por el naciente capitalismo. 2. Peren nialistas, para quienes la nación se construye a través de vínculos de carácter permanente, por lo que no es un fenómeno de la modernidad. 3. Primordialistas, para quienes las naciones se originan en los vínculos fundamentales como lo son la raza, la sangre y la familia. 4. Visiones posmodernas (2000) que construyen un diálogo entre algunas de las teorías señaladas con ante rioridad. Tal es el caso de Walker Connor, quien

sostiene que la nación o la etnicidad son un vínculo permanente que adquiere una forma particular en nuestro tiempo, debido a diná micas como la publicitación de lo nacional en forma de nacionalismo. Este autor también dife rencia el patriotismo, lealtad cívica, del naciona lismo, lealtad por la nación. Además, estudia la situación de los estados multiétnicos, conclu yendo que ninguno de ellos ha sido inmune a los efectos disgregadores de la etnicidad. Smith tiene una posición crítica frente autores como Giddens y Tilly, pues en su opinión las posturas de estos responden a modelos eurocén tricos donde las naciones surgieron en contextos particulares, además de que excluyen categorías como la lengua y la raza, aspectos que reducen el nacionalismo a nacionalismo político enmar cado en el desarrollo estatal. Para Smith «[…] cada sociedad y población [forja] una comunidad viable a gran escala y “[construyen] una nación” donde no había existido, porque consideran que la nación es el marco contrastado para el desa rrollo económico y social» (Smith, 2020, p. 7).

El “nacionalismo étnico” es un concepto primordial de la llamada derecha radical, en la cual sus seguidores desean construir una nación-estado homogénea y buscan funda mentar el concepto de la nación haciendo un uso generoso de elementos del pasado étnico, en los supuestos en que parecen responder a necesidades y preocupaciones presentes. Se trata de un presente que crea el pasado a su propia imagen. Aunque para Smith ninguno de estos razonamientos parece suficiente, «La historia no es una confitería en la que los niños pueden tomar y mezclar; pero tampoco es una

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esencia inmutable o una sucesión de estratos superpuestos» (2000, pp. 205-206).

En un contexto de alta migración se vuelven evidentes los vínculos entre los defensores del ideal de nación y el racismo. Factores lingüísticos y étnicos frecuentemente son confundidos, por lo que el racismo trasciende las barreras de la raza y se provee de argumentos para la insis tencia de la “pureza social” que ahora se extiende a la búsqueda de purificar la lengua nacional de elementos extranjeros. Es por esto que Smith apuesta por un enfoque que analice y contraste las modernas unidades nacionales, las unidades culturales y sus sentimientos sobre el pasado, lo que luego identificará como etnosimbolismo (Smith, 2009).

Por otro lado, Hobsbawm argumenta que existen 3 fenómenos que pueden incidir en la creación de “comunidades imaginadas”: 1. La resistencia de grupos tradicionales que se ven amenazados, 2. el crecimiento de clases y estratos nuevos, 3. las migraciones, que intro duce las percepciones de forastero entre los nativos, puesto que no comparten la totalidad de su cultura, hábitos y convenciones.

La concepción de peligro atribuida a la migra ción puede responder a las tendencias funda mentalistas que Hobsbawm reconoce dentro de la creación de movimientos y tendencias nacionalistas donde «Alguna fuerza, tendencia o enemigo debe percibirse como algo que potencia o realmente erosiona, corroe o pone en peligro el movimiento al que uno perte nece y lo que él mismo estima» (1992, p.185), dicha argumentación tiende a fundamen tarse en experiencias de etapas anteriores, las

cuales son percibidas como “mejores”, discurso empleado de modo que fije un marco referen cial común y atraiga a personas provenientes del mismo origen y contexto social.

Por esto, diversos autores indican que los individuos sienten que no pertenecen a otro lugar y por ello buscan al menos otra comu nidad imaginada en la cual puedan identifi carse. Esta comunidad se caracteriza por ser «[…] permanente, indestructible y cuya perte nencia es cierta […] ¿Y cómo saben los hombres y mujeres que pertenecen a esta comunidad? Porque pueden definir a los otros señalando quiénes no pertenecen y quiénes no deberían pertenecer» (Smith, 2000, p. 183).

Es en este contexto que se puede entender el resurgimiento de la xenofobia con relación al miedo a lo ajeno y desconocido, miedo a perder una identidad que, refuerza las bases electorales de tendencias políticas con características etno nacionalistas, reflejadas en políticas migratorias, laborales, o de inclusión social.

De este modo, las minorías como grupos poblacionales percibidos bajo los preceptos de otredad por una mayoría “hegemónica”, se conforman en procesos migratorios propios de la actualidad, generando incertidumbre y debate frente a su posición dentro de los sistemas socioeconómicos y su condición de sujetos de derechos. Ello fomenta acciones por parte de las organizaciones estatales y la atención de enti dades político-administrativas.

Para comprender los procesos de xenofobia y nacionalismo se debe tener en cuenta que existe una división global que, a pesar de permitir el libre flujo del capital, impone barreras a los

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y las trabajadoras. «[…] cada sociedad [forja un ideal de comunidad] viable a gran escala y “[construye] una nación” que no había exis

Análisis de casos

Hungría

El 1 de marzo de 2020 Hungría suspendió las solicitudes de asilo por el supuesto “riesgo” de propagación del COVID-19. El país cerró el acceso a sus “campos de tránsito” fronterizos a los solici tantes de asilo, en una situación en la que miles de migrantes intentan llegar a la Unión Europea (UE) desde Turquía.

Gyorgy Bakondi, consejero del primer ministro Viktor Orban, declaró en una conferencia de prensa que suspenden “indefinidamente las admisiones en las zonas de tránsito”, argumen tando “un cierto vínculo entre el coronavirus y los migrantes ilegales”. “Hungría no abrirá ni dejará pasar a nadie”, declaró Bakondi y añadió que se enviarán refuerzos policiales y militares a las fronteras del país. En ese sentido, Hungría ha habilitado dos campamentos en la frontera formados por contenedores y rodeados por una alambrada de púas, llamados “zonas de trán sito” donde se examinan las solicitudes de asilo. Esta representa la única forma que tienen los migrantes para entrar a Hungría. Estos centros han sido considerados por diferentes ONG como centros de “retención”, y la Comisión Europea ha denunciado además “denegación de alimentos” por parte de las autoridades húngaras. Lo cual se suma a una estrategia xenófoba que viene legis lando en contra de las y los migrantes.

tido, [gracias a que considera] que la nación es el marco contrastado para el desarrollo econó mico y social» (Smith, 2020, p. 7).

En la situación de emergencia sanitaria se ha observado cómo el Gobierno, con ciertas carac terísticas etnonacionalistas, ha fortalecido las narrativas en contra de las y los migrantes. Por ejemplo, el 13 de marzo del 2020 el presidente Orban culpó a los migrantes por la propagación del coronavirus y las autoridades anunciaron que expulsaron dos iraníes infectados. Estas son algunas de esas declaraciones:

Nuestra experiencia es que los extranjeros trajeron la enfermedad, y que se está extendiendo entre ellos […]No es casualidad que el virus apareciera por primera vez entre los iraníes […] No podemos separar a las decenas de miles de estudiantes extranjeros de los estudiantes húngaros, por eso pensamos que es mejor suspender los visados para estudiantes. (News Wires, 2020, párr. 3, 5 y 6)

En diferentes publicaciones realizadas en la página oficial del ministerio del Interior, el Gobierno advirtió a los inmigrantes sobre la posible deten ción y deportación por no cooperar con las auto ridades de control de enfermedades. Además, presentó la expulsión de los dos estudiantes iraníes infectados como una sanción ejemplarizante para que los migrantes “cooperen” con las medidas que se les impusieron y unos días después el Gobierno

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suspendió la emisión de visas a ciudadanos iraníes. Por otra parte, a principios de marzo, Hungría cerró indefinidamente las puertas de sus “zonas de tránsito” para solicitantes de asilo, ya que dijo que los refugiados y los migrantes que llegaron allí podrían haber estado en el punto crítico de virus en Irán. Los funcionarios del Gobierno y los medios afines al partido en el poder establecieron, en dife rentes declaraciones, un vínculo entre el brote del virus y la migración. «Estamos librando una guerra de dos frentes, uno se llama migración y el otro pertenece al coronavirus, hay una conexión lógica entre los dos, ya que ambos se propagan con el movimiento» (News Wires, 2020, párr. 13), declaró el presidente de este país.

Posteriormente, el 21 de mayo del 2020 el Gobierno indicó que cerraría las zonas de trán sito en su frontera sur con Serbia. El jefe de gabinete, Gergely Gulyas, dijo que se trasladará a unos 280 solicitantes a centros de recepción en el país, y «[…] añadió que, en lo sucesivo, los que soliciten asilo en Hungría deberán hacerlo en las misiones diplomáticas húngaras» (Asso ciated Press, 2020, párr. 3).

El 11 de junio del 2020 el señor Zoltán Kovács, Secretario de Estado de Comunicación y Rela ciones Internacionales, rechazó los comentarios de la Comisión Europea de Derechos Humanos sobre una de las preguntas del próximo cues tionario de “Consulta nacional”, Kovács dijo que

Bruselas está haciendo preparativos para atacar las disposiciones de la constitución húngara sobre inmigración y quiere obligarnos a cambiar esas reglas […] la Comisión Europea atacó sistemá ticamente todas las medidas que el gobierno húngaro implementó para fortalecer las fronteras de Europa y mejorar la protección de las mismas.

(About Hungary, 2020, párr. 2)

Además, denunció que la Comisión Europea había realizado “un ataque político” contra Hungría por la cerca que erigió a lo largo de su frontera sur. La denuncia realizada por el secretario Zoltán también incluye una coopera

ción entre la Comisión y ONGs que “organizan y apoyan abiertamente la migración ilegal”. Estas declaraciones se dan en el marco del procedimiento de infracción contra Hungría, que adelanta el sistema europeo de derechos

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ETNONACIONALISTAS: ¿LA PANDEMIA FUNCIONA PARA FORTALECER ESTRATEGIAS EN CONTRA DE LA POBLACIÓN MIGRANTE?

humanos en contra de este Estado (About Hungary, 2020). De la misma forma,

El Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 31 de octubre de 2019 celebró un juicio contra Hungría […] por su negativa a reubicar a los 160.000 solicitantes de asilo con un sistema de cuotas obligatorias23. El Parlamento húngaro, bajo el primer ministro Viktor Orbán, y su partido FIDESZ, habían aprobado una ley para crimina lizar la ayuda a los migrantes (“Ley Stop Soros”) y una reforma de la Constitución para prohibir la reubicación de refugiados. (Imaz, 2020, p. 9)

El 19 de junio de 2020 el ministro de Asuntos Exteriores subrayó la importancia de evitar que más oleadas de migrantes se dirijan hacia Europa, debido a la nueva pandemia de COVID-

Estados Unidos

El etnonacionalismo en este país ha consis tido en una estrategia en la que se delimita y segrega a grupos y poblaciones étnicas a favor de intereses políticos que, a su vez, fomentan discursos de odio y exclusión, por ejemplo, algunas investigaciones evidencian el cambio demográfico influenciado por la migración dentro de los Estados Unidos. Debido a esta supuesta amenaza existencial actúan como un grupo desfavorecido. Se trata de “fantasías de pureza, autenticidad, fronteras y seguridad”, es decir, el tema étnico como espacio de control (Martínez, pág 15, 2016).

En más de una ocasión el expresidente Trump ha hecho referencia a “el muro” como respuesta

19. A su vez, declaró que los inmigrantes de Libia eran prácticamente libres de llegar a los puertos de Europa con la ayuda de “redes de tráfico de personas apoyadas por ONGs”. Por lo que expuso la necesidad de fortalecer la guardia costera de este lugar.

El gobierno del primer ministro húngaro Viktor Orbán y su partido FIDESZ se ha aprovechado de la pandemia para promulgar una serie de decretos de emergencia que fomentan la violencia y la discriminación contra la población migrante. Algunos de esos decretos le han permitido tener una mayor coerción a los medios de comunicación independientes, el control parcial del sistema judi cial, negar alimentos a los migrantes confinados por la fuerza en una zona fronteriza y una legisla ción que criminaliza a los solicitantes de asilo e incluso a quienes abogan por ellos.

institucional a la pandemia, reforzando su narrativa del “enemigo” invisible proveniente del exterior. Esta narrativa ha generado un aumento de los crímenes de odio, no solo contra personas mexicanas o latinoamericanas, sino ahora también contra asiáticas. La xenofobia contra la población asiática se ha visto fortale cida por las declaraciones de altos funcionarios del Gobierno, quienes insisten en

[…] bautizar al Covid-19 como “el virus Wuhan” y “virus chino”, a pesar de instrucciones explícitas de la Organización Mundial de Salud y del propio Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) de no aplicar etiquetas geográficas

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o de etnias a los virus (Brooks, 2020, párr. 4).

La retórica etnonacionalista por políticos está generando incidentes de odio por todo el país. «Por ejemplo, en el metro de Nueva York, [una persona] le gritó a una mujer asiática “¡Regrésate a China!”, y en otro “¡Ustedes son los culpables, que chequen tu temperatura!”. Estas narrativas han construido la idea de que los extranjeros están atacando a Estados Unidos y que necesitan poner a «América primero» (Brooks, 2020, párr. 5).

A todo esto, se suma las teorías de conspiración sobre el virus, entre las que se encuentran que el COVID-19 es un arma biológica creada por el Gobierno chino (BBC Monitoring, 2020), teorías que hacen uso del proceso etnonacionalista desa rrollado en los últimos años en Estados Unidos, bajo la lógica del enemigo externo. Por ejemplo, un análisis de Twitter encontró que hay un número de bots que están fortaleciendo intencionalmente la desinformación sobre la causa y los efectos de la actual pandemia (Glenza, J, 2020).

La campaña de desinformación va entretejida con las medidas del Gobierno, quien «[…] ha “expul sado” a casi 10 mil inmigrantes desde el 21 de marzo del 2020, empleando medidas de emergencia de salud. Con ello, [logró] deportar de inmediato, sin ninguna evaluación, a casi todo inmigrante indocu mentado que cruzase la frontera (The Washington Post, en Brooks, 2020, párr. 8). Además, de las más de 20.000 devoluciones, solo

[…] se realizaron pruebas de coronavirus a quienes presentaron síntomas graves como fiebre. Lo mismo sucede para los cerca de 15.000 migrantes

que permanecían aprehendidos en centros de detención estadounidenses y fueron deportados con el argumento de que resultaba imposible proteger su salud (Sáez, 2020, párr. 12).

Por su parte

El comisionado del servicio de Aduanas y Patrulla Fronteriza Mark Morgan informó […] que Estados Unidos ha cerrado casi por completo sus fron teras a solicitantes de asilo, incluyendo a los que intentan ingresar de manera legal en un cruce oficial. Pero insistió en que todo esto no tiene que ver con la política de inmigración, sino que la causa es “la crisis de salud pública” […]

A la vez, Amnistía Internacional acusa al gobierno de Trump por no ofrecer protección “adecuada” a los casi 40 mil inmigrantes que están detenidos […]. (Brooks, 2020, párr. 9-10).

Situación que se ha agravado teniendo en cuenta, que en muchos de estos centros hay graves brotes de coronavirus.

La situación también ha empeorado en la frontera donde «[…] se ha normalizado el haci namiento, la insalubridad y la falta de servicios básicos» (Sáez, 2020, p. 6). Del lado mexicano, las autoridades municipales cercaron el campa mento de migrantes con una valla de púas para restringir la movilidad de los migrantes (Sáez, 2020). Para el mes de junio se sumaban 25.000 migrantes estancados a lo largo de esa frontera norte (DeCook, 2020). La mayoría de los alber gues en la frontera han sido cerrados debido a la contingencia. Valerio Granello, coordinador de Médicos Sin Fronteras, informa que:

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La Administración estadounidense está utilizando la pandemia para recrudecer sus medidas migratorias que ya eran muy restric tivas […] Los migrantes sufren una doble estigmatización y ahora se ven en estas ciudades como posibles portadores del virus. Eso provoca que estas personas, al presentar síntomas, se escondan y no accedan al sistema de salud (Sáez, 2020, párr. 21)

El nivel de contagio que ha tenido Estados

Síntesis

El debilitamiento del Estado Nacional como base de la democracia responde a diferentes factores, entre ellos, la falta del sentimiento de perte nencia de la ciudadanía frente a este, debido al manejo de las fronteras y su espacio político-jurí dico, así como también a las carencias en el reco nocimiento de los derechos de los migrantes o la incesante posibilidad de la expulsión del terri torio; sin dar respuesta a la situación precarizada, en la que es posible, se encuentren.

La población migrante se ubica en un lugar intermedio entre la ciudadanía y la extranjería. Este estatus potencia el riesgo de construir normas que restringen seriamente los dere chos de esta población sin incurrir en violaciones palpables de los compromisos internacionales de los Estados en materia de derechos humanos. A esto se suma la emergencia sanitaria que, como estado de excepción, se utiliza para avanzar en los programas etnonacionalistas de los gobiernos con estas características, tal y como se observó en los dos casos de estudio (Hungría y Estados Unidos), países en los que se viene fortaleciendo el fenó

Unidos no solo está afectando especialmente a los inmigrantes que realizan labores “esen ciales”, sino que también ha sido aprovechada por el gobierno de Donald Trump para impulsar medidas etnonacionalistas, muchas de las cuales ya se venían dando previo a la emergencia sani taria. A su vez, diferentes ONG denuncian que han aumentado las redadas por parte de agen cias migratorias como ICE (Brooks, 2020).

meno de ciudadanías de segunda categoría.

Los migrantes no solo son privados de sus derechos, sino que también son vistos como causa de los problemas preexistentes a la migra ción en el lugar de destino. Así se evidencia en la relación de causalidad que el Gobierno esta dounidense realiza con la frontera mexicana y el aumento de casos en el sur del país, pues, si bien México presenta una tasa de contagio alta, no supera la de su vecino del norte. Esto va ligado a la crisis económica que se profun diza por las medidas tomadas para hacer frente a la pandemia. La población migrante es utili zada como chivo expiatorio de la falta de políticas públicas en materia social, sanitaria y económica. En el trasfondo de la política antiinmigrante se observa una reivindicación del nacionalismo, disgregando a la ciudadanía y construyendo fronteras dentro de los espacios sociales y polí ticos, donde los migrantes se deben acoger a una regulación administrativa y penal que limita su derecho a tener derechos.

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bibliografía recomendada

Antes amaba la noche, era ese momento en donde mi mente volaba y mi imaginación salía a flote, en la noche, surgían las mejores ideas y soñaba con que se hicieran realidad algún día…

(“Le temo a la noche” párr. 1, Sara Gabriela Torres Benitez*)

*Antropología – Universidad Nacional de Colombia – storresb@unal.edu.co

No cesó la horrible noche , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal

Cálida solidaridad , 2021, Rivera-Huila. andrés mejía

Desde hace una semana, esto cambió de manera casi que total… Ya no me gusta la noche, temo que sean las 6 de la tarde y mis redes se inunden de malas noticias, temo que una de esas veces no sea alguien lejano, sino alguien cercano. Me duele el corazón día tras día y noche tras noche…

(“Le temo a la noche” párr. 2, Sara Gabriela Torres Benitez)

MAGIA HERIDA

Existir es magia viva, cada vez que se respira, se parpadea, se palpita, se come, se besa, se piensa, se canta, hay un montón de corresponden cias que se articulan y generan el milagro de la vida. Los tejidos, las células, los órganos, el sistema cooperan para que exista este milagro, cada segundo somos magia andando. Es magnánimo este entramado al que llamamos existencia, ¿cuánto tiene que encajar perfectamente para tener la satisfacción de degustar un chocolate? ¿Cuánto tiene que encajar perfectamente para experimentar la meticulosidad de un beso? ¿Cuánto tiene que ocurrir para embriagar la vista con euforia? ¿Cuánto tiene que ocurrir para que en el enamoramiento se acelere el corazón? ¿Qué coincidencias son gestoras de un suspiro? Somos magia viva silenciada, asesinada, herida. Somos el milagro fragmentado en diversos procesos que acallan las balas. Este milagro florecido se ve irrumpido por la violencia, esta magia se ve frustrada por la carencia. Me aterra pensar en el abandono de la magia en mi cuerpo, en el arrebatamiento de estas diminutas correspondencias que me componen. Hoy el país está atravesado por magia herida, aquellos nadie que valen menos que las balas que les disparan, como diría Eduardo Galeano.

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Sören Daniela Molano Cajamarca antropología universidad de los andes sd.molano@uniandes.edu.co
DEL
DESDE
¿QUÉ PASÓ CON EL SUJETO EN LA CUARENTENA? LA EMERGENCIA DE UN NUEVO OTRO Y LA UNIVERSALIZACIÓN
DESEO, PISTAS DE ESTUDIO
EL PSICOANÁLISIS LACANIANO
Diego Fernando Puerto Torres psicología y filosofía universidad nacional de colombia dfpuertot@unal.edu.co

Resumen

La cuarentena instaurada en marzo de 2020 en Colombia abrió una amplísima cantidad de cuestionamientos y temas que, en términos sociales, merecen ser analizados. En este orden de ideas, el psicoanálisis lacaniano se presenta como uno de los marcos teóricos mejor dotados para interpretar los acontecimientos a más de un año desde la declaración de la pandemia. El virus con todo su poder se establece en el lugar del Otro y desde allí, actualizando significantes, organiza la vida social a su manera. El sujeto perplejo, recibe la demanda por la entrega de su libertad y tras la pretensión de una universalización debe entregar su deseo. Sin embargo, el psicoanálisis es claro, el deseo es siempre y en todos los casos cuestión de sujeto, la universalización del deseo aun cuando se procure salvar la vida, no es sino una ficción.

palabras clave: cuarentena, psicoanálisis, otro, deseo

Introducción

Muchas cosas se han escrito y se continuarán escribiendo sobre lo que va dejando la pandemia del Covid-19 que acaece entre 2020 y 2021 (y contando) en el mundo. Desde el campo del psicoanálisis son varios los temas sobre los que vale la pena reflexionar: la segregación del otro semejante que ahora está emparentado, en su cercanía, con un potencial riesgo mortal para el sujeto; la falta de palabras para nombrar y comprender la situación, aún frente a una cata rata de información (escenario que daría para pensar en la articulación de este acontecimiento en el registro de lo “Real” de Lacan) o bien el análisis de cada uno de los momentos de la

pandemia bajo la estructura de los discursos. Incluso ha sido, y seguirá siendo, tema de discu sión las propias posibilidades y retos que se le presentan al psicoanálisis para sostener su prác tica en encuadres, donde continúa circulando la palabra, pero falta el cuerpo.

Al respecto de lo que corresponde realizar se dice: «Poner palabras, aplicar un nombre, buscar razones, elaborar conjeturas, efectuar compara ciones, atribuir causas, configuran un paquete de maniobras discursivas imprescindibles a la hora de la urgencia que amenaza con sacudir la estabi lidad del aparato psíquico» (Zabalza, 2020, párr. 7). En últimas, lo que le corresponde al psicoa

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nálisis es seguir trabajando para dar soporte al sujeto durante y después de la pandemia, es eso precisamente lo que pretendo hacer aquí (Roudi nesco, 2012).

El psicoanálisis ha sido, desde su origen con Sigmund Freud, una prolífica plataforma concep tual para analizar tanto la vida psíquica como los matices de la sociedad. Al respecto se menciona:

[…] esta disciplina no es una ciencia sino más bien un enunciado racional que tiene por telón de fondo un pensamiento de los grandes mitos reinterpretados incesantemente en función de la historia del mundo: es una antropología filosó fica de la condición humana (Roudinesco, 2012, p.108).

Dicho esto, particularmente el psicoanálisis laca niano es una de las bases teóricas mejor equipadas para analizar en detalle los vericuetos de la cultura y las transformaciones sociales del siglo XXI.

El psicoanálisis lacaniano es por definición rico en matemas, conceptos y neologismos que el autor francés ponía a disposición de sus audi torios para dar cuenta parcialmente de las idas y venidas del psiquismo y la sociedad. Este es un aspecto clave si se tiene en cuenta la impor tancia del lenguaje en todo su aparataje teórico. Al respecto Lacan expresa:

¡Cuidado! Se trata de apoyos para el pensamiento que no dejan de ser artificiosos, pero toda topo logía se apoya en algún artificio, esto se debe justamente al hecho de que el sujeto depende del significante, en otras palabras, a cierta impotencia del pensamiento. (Lacan,1964, p. 217)

En esta coyuntura angustiante de la pandemia y la cuarentena conviene pensar el malestar en nuestra cultura, el malestar hoy. Desde la confirmación del esparcimiento global del virus muchas cosas dignas de análisis han ocurrido: la cuarentena obligatoria en gran parte del mundo, la creciente y preocupante cifra de personas falle cidas, el recrudecimiento del control estatal y político, la multimillonaria carrera contrarreloj para encontrar una vacuna y los complejos efectos psicológicos que, si bien se difuminan también de manera global, en última instancia, acaecen de manera particular para cada sujeto. La pandemia ha puesto el vínculo social en una ruleta en tanto plantea interrogantes inéditos sobre variados temas que se superponen y avanzan a toda velocidad.

Entonces, analizar la cultura desde el campo del psicoanálisis plantea como parada obliga toria la reflexión sobre el Otro, su demanda y el lugar que de allí resulta para el sujeto y su deseo: ¿quién ocupa el lugar de Otro en esta época y cuál es su demanda? Adicionalmente ¿qué está ocurriendo con el deseo del sujeto en el esce nario actual de pandemia y, particularmente, en la época de cuarentena?

Para plantear una posible respuesta a estos interrogantes, propongo un recorrido por textos y conceptos lacanianos a la luz de la situación actual y en el marco particular de la cuaren tena instaurada, para el caso de Colombia, a mediados de marzo de 2020. Es claro que, como ensayo, las líneas que aquí se trazan son apenas una interpretación posible que bien valdría la pena contrastar con otros análisis al respecto de la situación por la que atraviesa el mundo en

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la actualidad. Desde todos los saberes, orillas teóricas y escenarios sociales se han “medio dicho” cosas sobre el virus. La etiqueta médica ha estandarizado una manera de nombrarlo: Covid19. No obstante, es claro que su comprensión y los alcances de su poder exceden la pura deno minación. En este texto propongo pensar el virus pandémico como nuevo ocupante del lugar del Otro y su demanda ilusoria de pretender univer salizar el deseo. A continuación, una serie de arti culaciones para sustentar estas afirmaciones.

En primer lugar, vale la pena dar algunas pautas sobre lo que significa el Otro (con mayús cula) en Lacan. Este es un concepto propio del psicoanalista que sitúa como propio de su prác tica y que lo emparenta en juego con la función de la palabra (Lacan,1954-1955). El Otro debe entenderse como un lugar, un campo que no tiene que ver con el otro semejante (con minús cula) y que designa un orden que es exterior al sujeto. Lacan usará, entre otras etiquetas para definir al Otro, definiciones sucintas como: “lugar del código”, “tesoro del significante”. Para el análisis que nos compete, puede tomarse la siguiente definición: «Se trataría de cierto “gran sujeto”, conocido, pero no reconocido, más allá del semejante […], que sería garante de la verdad pero del cual es imposible saber si no nos engaña» (Sauret, 2018, p. 166).

Respecto del virus se puede pensar que sabemos mucho, conocemos su perfil, la manera en la que interactúa con el organismo si logra colarse y los síntomas físicos (y psicológicos) que ocasiona. Sin embargo, a “ciencia cierta” no sabemos más que de su propia omnipre sencia, no podemos verlo, no podemos antici

parlo, pero sabemos que está ahí actuando y que ha llegado para organizar a su manera. El virus ocupa todos los lugares, está propagado no solo en la realidad como agente patógeno cuasi invisible, sino que está insertado también en el lenguaje y desde allí penetra en todas las esferas de la vida social y del propio sujeto: inte racciones, escenarios de encuentro, el campo de la economía, la cultura, la política, la educación, etc. Puede decirse con propiedad: ¡el virus ha llegado a ocupar el lugar del Otro!

Como tal, desde el lugar del Otro, el virus se instala con todo su poder, no pretende satisfacer la demanda del sujeto sino instaurar su propia demanda. Desde el lugar del Otro, es el nuevo tesoro de los significantes, el nuevo parangón de organización social e incluso el nuevo campo fundante del sujeto. Sea que se crea en su poder más o menos, el virus ha llegado (que no le quepa la duda a nadie) a organizar la vida y la sociedad a su manera. Este nuevo Otro actua liza significantes, ideales y síntomas en todos los niveles y órdenes de la sociedad.

El primer escenario en el que este nuevo Otro manifiesta su poder es el del lenguaje, puesto que instaura nuevos significantes, más por el hecho de haber cobrado inusitada fuerza que por presentarse como radicalmente nuevos: “pandemia”, “aislamiento”, “distanciamiento social”, “nueva normalidad”, “bioseguridad”, etc. Al respecto, vale mencionar: «El significante marca al sujeto con una huella lingüística dando una significación al sueño, al chiste, al lapsus ya los actos fallidos. Pero también regula las formas del deseo y de la alteridad» (Roudinesco, 2012). Además de la larga lista de significantes que

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podría desplegarse, contamos también con el nuevo ideal imaginario de la persona casi abso lutamente cubierta por una cantidad de artilu gios (tapabocas, careta, traje, etc.) que puede decirse, están representando a un sujeto para

otros significantes. Si tenemos como cierto que el sujeto depende y es producto de nuevos signi ficantes, debemos también recordar que estos significantes se encuentran en primera instancia en el campo del Otro. Dice Lacan:

El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que del sujeto podrá hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer […]. Lo que tiene que hacer el ser humano, lo tiene que aprender por entero del Otro (1964, p. 212).

Es decir, el sujeto solo es tal en tanto aprende significantes, etiquetas, hábitos y maneras que le provee el Otro. Dicho en otras palabras, para que el sujeto pueda seguir existiendo, tiene que adaptarse, tiene que pasar por el campo del nuevo Otro. Está sustentado entonces pensar al virus como un nuevo Otro en tanto provee un actualizado campo de significantes que producen sujetos, como ya se dijo, en todos los niveles y órdenes de la sociedad.

La medida de la cuarentena planteaba una situación inusitada en el mundo, al menos para la gran mayoría de generaciones que lo habitan, pero ofrecía la posibilidad de intentar mitigar el impacto del virus. Al respecto, de manera premo nitoria se lee en La Peste:

Lo que había que hacer era reconocer claramente lo que debía ser reconocido, espantar al fin las sombras inútiles y tomar las medidas conve nientes. En seguida la peste se detendría, porque la peste, o no se la imagina o se la imagina falsamente. (Camus, 2020, p.40)

Sin embargo, el matiz de la organización que instaura este Otro implica comprender que todos los otros semejantes son riesgo mortal para el sujeto y el sujeto es riesgo mortal para todos los otros semejantes. Dicho esto, conviene preguntar: particularmente en la época de cuarentena: ¿cuál es la demanda de este nuevo Otro?

La demanda que el Otro hace al sujeto nos sitúa en la relación fundamental de la madre con el niño y la exigencia de entregar las heces, lo que

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se ha denominado el estadio, la fase o la rela ción anal. De allí se extrapola una dinámica que bien puede ser útil para pensar la situación que aquí se pretende analizar. Fundamentalmente, el Otro espera que el sujeto satisfaga su propia función de Otro entregando algo que sea suscep tible de aprobación general. Este es entonces el terreno de lo oblativo, de la ofrenda, del don. Es en esta relación anal en la que el Otro adquiere total dominancia. Es decir, en la demanda anal, no es de la satisfacción del sujeto de lo que se trata, como sí podría ocurrir en un primer tiempo durante la demanda oral. Aquí, es el Otro el que demanda al sujeto que, a su vez, no puede saber nada más respecto del deseo de aquel, más allá de la demanda. Al respecto dice Lacan:

El Otro está ya instalado en el lugar, el Otro con mayúscula como aquel en quien se basa el signo.

¿Y basta con el signo para instaurar la pregunta Che vuoi? A la que de entrada el sujeto no puede responder nada. (1960-1961, p. 249)

En últimas, el sujeto no tiene más camino que satisfacer la demanda a expensas de no saber qué desea el Otro, para el caso: qué desea el virus ubicado en dicho lugar.

Esta dinámica tiene siempre consecuencias para el sujeto. En primer lugar, su deseo está bajo la depen dencia de la demanda del Otro, es decir, ahora más que nunca, el deseo es deseo del Otro. No obstante, es necesario que el sujeto entregue este don para que pueda articularse en la vida social.

A partir de lo dicho, propongo pensar que la ofrenda anal que el sujeto hace a este nuevo Otro en la época de cuarentena es su propia libertad:

la libertad de circular, la libertad de establecer lazos y al final de cuentas, y lo más importante para el caso, la libertad de desear como sujeto. Lacan lo expresa claramente al decir:

Observen las consecuencias que esto tiene (la demanda anal), el margen del lugar que sigue siendo del sujeto, dicho de otra manera el deseo, será simbolizado en esta situación por lo que es arrebatado en la operación. El deseo literalmente se va a la mierda (1960-1961, p. 235).

La posición anal del deseo implica que el sujeto esté a disposición de entregar lo que se le pide, inclusive su propio deseo, en pro de la demanda y la supuesta satisfacción del Otro. Pensar la libertad como un don que el sujeto entrega al Otro permite avanzar en el análisis de la cuarentena en la que nos enfrentamos, a una forclusión del deseo del sujeto instituida legal y socialmente. Es decir, durante la cuarentena se ha instaurado un paréntesis deseante, una demanda de entrega de libertad que el sujeto debe acatar. Puede nombrarse incluso como una destitución del deseo, el efecto directo de esta demanda del Otro es que el sujeto se designa a sí mismo en el objeto evacuado. Así, resuenan además los elementos que caracterizan estruc turalmente a la demanda anal de la madre al niño: la disciplina y la limpieza. Inclusive, conviene tener presente que esta dinámica anal sustenta la fantasía del obsesivo que se desvalo riza totalmente, acata su propia eliminación para obedecer la demanda del Otro. Como se ha visto, la situación de la pandemia en general, y de la cuarentena en particular, ha estado especial

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mente marcada por el extremado de la disciplina y la limpieza, además de una entrada masiva en una dinámica obsesiva.

Si se admite como válido este análisis, puede pensarse que en la época de la cuarentena el sujeto admite entregar su libertad de circular, de relacionarse y de desear a cambio de conservar la vida al refugiarse. El sujeto es exhortado a entregar lo más fundamental que le corres ponde: el reconocimiento de ser deseante. El deseo de sujeto se suspende para poner en la palestra un deseo unificado: ¡el deseo de vivir! Que, bien podría pensarse, se emparenta con su opuesto dialéctico: el miedo a morir. Este paréntesis deseante podrá tener entonces un tinte positivo en términos sociales, puesto que, en últimas se trata de conservar la vida propia y la del otro semejante, de todos los otros seme jantes a escala mundial. Lo que esta unificación deseante, instaurada por el nuevo Otro, no consi deró es que el sujeto siempre reciente los diques que se le imponen a su deseo.

Dicho todo lo anterior, conviene abordar el segundo cuestionamiento planteado al inicio de este texto: ¿qué está ocurriendo con el deseo del sujeto en el escenario actual de pandemia y particularmente en la época de cuarentena? A partir del análisis precedente, está sustentado que haya una sensación de detención letár gica de la que vamos espabilando poco a poco, pero que no deja de implicar un efecto de extra ñeza y desaceleración. En el marco de la cuaren tena, época en la que se han detenido todas las búsquedas de sujeto por una ilusión de univer salización deseante, sobreviene la angustia con inusitada fuerza porque si de algo está seguro

el psicoanálisis es de la imposibilidad de univer salizar el deseo, este siempre será asunto de sujeto, asunto de cada quien.

Si seguimos la pauta del discurso lacaniano comprendemos por qué ha sido ciertamente difícil que las personas en general aceptaran sin chistar la medida de la cuarentena y todo lo que de allí se derivó. De manera opuesta a la pretensión de una total articulación del deseo con el mundo y la realidad, la experiencia analí tica muestra que no es así como se dan las cosas para el sujeto, no hay lugar para una organiza ción armónica entre las cuestiones de la realidad y el deseo.

Al respecto de la imposibilidad de articular el deseo del sujeto con el mundo, Lacan precisa:

Decir que el deseo se inscribe en un orden del mismo género que el de la realidad, que es del mismo orden que la realidad, que es por entero arti culable y asumible en términos de realidad –forma lizaciones todas estas que hoy día se encuentran en la teorización analítica más cotidiana–, implica la siguiente paradoja, a saber que la maduración del deseo es lo que permite al mundo culminar su objetividad. (1958-1959, p. 402)

El pasaje es claro, es un error considerar que eventualmente el deseo pueda alinearse de manera tal con el mundo de la realidad de manera que confirme la objetividad de esta. A su vez, la objetividad del mundo solo es tal si se reconoce que el deseo es cuestión de sujeto y que no se articula con la realidad. Puesto en situación, es errado considerar que los sujetos se articulen al unísono con el cumplimiento

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de las reglas instauradas en la cuarentena, se acoplen enteramente a la realidad y supriman su esencia deseante.

Con lo anterior, resulta claro que la entrada al mundo de la realidad implica un grado de pérdida de deseo. No obstante, como ya se abordó, en la cuarentena, el Otro demanda una supresión total del deseo del sujeto. Lo que se desprende de todo esto es que el sujeto no encuentra lugar en el discurso de este nuevo

Otro. No en vano, en la medida en que este es discurso de Otro, el propio discurso del incons ciente, el sujeto desaparece en él.

Vale la pena pensar que este sujeto pandémico y encuarentenado, si se me permite llamarlo así, en la medida en que se ha instaurado un nuevo discurso de Otro y trata de hallar lugar en él, debe volver a pasar, volver a “pagar la castra ción.” Dice Lacan:

E l sujeto, al pagar el precio necesario para esa localización de sí mismo en calidad de desfa lleciente, es introducido así en la dimensión siempre presente cada vez que está en juego el deseo: tener que pagar la castración. […] Dicho de otro modo, algo real sobre lo cual él tiene influjo en una relación imaginaria, (el deseo) es elevado a la pura y simple función de significante. Este es el sentido último, el sentido más profundo de la castración como tal. (1958-1959, p. 406)

Es decir, la participación para el sujeto en la realidad del mundo tan drásticamente trans formada en la cuarentena (además atravesada por la supresión de su deseo) enfrenta al sujeto con su impotencia, con la imposibilidad de

saber algo respecto de su propio ser en cuanto hablante. Lo paradójico que revela este análisis es que aun en la pretensión de conservar la vida, en tanto nuevo paso por la castración, la vida está perdida.

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¿QUÉ PASÓ CON EL SUJETO EN LA CUARENTENA? LA EMERGENCIA DE UN NUEVO OTRO Y LA UNIVERSALIZACIÓN DEL DESEO, PISTAS DE ESTUDIO DESDE EL PSICOANÁLISIS LACANIANO

Para concluir este asunto, vale la pena resaltar que, si bien el imperativo social de resguardarse (la demanda del Otro) se sitúa como el deseo universal por salvar la vida, el deseo, así enten dido, solo puede ser ilusorio. No sobra tener en cuenta que para la historia reciente del mundo hay varios ejemplos de lo paradójico y problemá tico que resulta universalizar el deseo, aunque este sea (reitero) el de salvar la vida. Sobre ello se menciona en un texto al respecto:

Así es el consumismo para el capitalismo o la lealtad a la causa para el comunismo; imponen ilusorios deseos universales, cuando el genuino deseo sólo puede ser singular (para cada cual) y no pretende colmar la falta sino servirse de ella para su despliegue y bienestar. Esa aten ción por lo singular es el terreno del psicoaná lisis y lo que sostiene su vigencia, en paralelo y sin confundirse con los designios de la cultura y su malestar. (Loschi, 2020, párr. 31).

Este es un llamado absolutamente actual al psicoanálisis que sabe ya desde hace tiempo (contrario a la demanda y contrario a la cultura) que el deseo solo puede ser deseo de sujeto. Luego de asentar el argumento según el cual el virus mismo ocupa el lugar del Otro, vale la pena plantear un aspecto más que la cuarentena posibilitó y cuyo análisis puede ser la pauta de un próximo trabajo. Una vez instituida la cuaren tena, explotó (en términos sociales) una catarata de necesidades, exigencias, quejas y reivindica ciones sistemáticas que la sociedad estructu ralmente carenciada comenzó a realizar a los gobiernos. Teniendo en cuenta esto, propongo

pensar que la instauración de la cuarentena provocó una histerización del discurso de la sociedad, es decir, una introducción estructural del discurso histérico. Para plantear esta afirma ción como una hipótesis, basta con decir que los discursos son tipos fundamentales de relaciones que no requieren de la palabra para operar. Los discursos de Lacan exceden la palabra y, en tanto estructuras, describen formas de lazo ya instauradas y son útiles para pensar la sociedad contemporánea (Jacques, 1969-1970).

Evidentemente, tal instauración no sucedió de manera premeditada, sino de manera también coyuntural e inesperada, al igual que la pandemia misma. Una vez los sujetos se ven compelidos a retornar indefinidamente a sus casas o lugares de residencia, los cuestiona mientos, las demandas y las quejas afloraron no exclusivamente respecto del virus.

Se puede decir con propiedad que, a partir del trabajo de Freud con sus pacientes histéricas y la búsqueda de las trazas de su deseo, se funda el psicoanálisis mismo. De lo que se trataba era de dilucidar por qué las técnicas médicas de aquel tiempo no lograban salir y dar respuesta a la queja y el malestar de aquellas mujeres. Este es el lugar desde donde Lacan se planta para llevar más allá lo ya dicho sobre la histeria.

Al respecto de la transición de Freud a Lacan se dice:

[…] la herida de la privación se mantiene siempre abierta, la falta sigue haciéndose sentir, la falta la privación, vuelve siempre a hacerse sentir, cualesquiera que sean las satisfacciones obte nidas. La relación con el falo, la relación con la

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felicidad del falo se halla marcada desde un prin cipio para las mujeres por la falta. Esto lo extrajo Freud del discurso de la histérica, de ahí que Lacan diga que la histérica simboliza la insatis facción primera, originaria, es decir que el sujeto histérico nos revela la insatisfacción propia del deseo. El sujeto histérico revela que el deseo, por definición, no puede sino quedar insatis fecho porque el deseo nace de la falta, el deseo brota de la carencia. (Pascual-Maza et al., 2007, pp. 82-83)

En síntesis, lo que revela el discurso de la histérica, en la lectura lacaniana que nos ocupa, es un hecho de estructura, el deseo es radicalmente insatisfacción y se exacerba en la carencia.

Dicho todo lo anterior, conviene ahora sí, abordar la hipótesis de trabajo planteada: la instauración de la cuarentena provocó una histerización del discurso de la sociedad, es decir, una introducción estructural del discurso histérico. Una vez instaurada la cuarentena, afloraron, entre otras, preguntas sobre: ¿qué voy a comer? ¿cómo voy a pagar las cuentas? ¿qué va a pasar con mi salario? ¿me voy a quedar sin trabajo? ¿a dónde voy a ir si en mi casa no me siento bien? ¿cuándo va a terminarse esto? ¿qué va a pasar después? Mi propuesta es que la sociedad toda tomó el lugar de hablar de su

carencia, de su necesidad y de exigir el deseo de saber del Otro. Sin embargo, lo que la sociedad no podía prever es que los gobiernos no podrían responder a todos los cuestionamientos plan teados, no solo por su propia incapacidad, sino porque ya no ocupaban el lugar del Otro, los gobiernos mismos quedaron a expensas del virus ocupando aquel lugar.

Como se mencionó al principio de este escrito, múltiples son los aspectos que pueden analizarse bajo la pauta del psicoanálisis lacaniano y múlti ples pueden ser también las reinterpretaciones o cuestionamientos que se hagan a dichos análisis, lo dicho en los últimos párrafos es apenas la intro ducción de uno más de ellos

Un concepto es un instrumento forjado a mano para “atrapar” lo real, al cual se adapta solo en cierto modo. De ahí que por una parte, como dice Lacan, el concepto se use y por otra, estemos siempre obligados a hacerle una torsión para atrapar ese real que se escapa de la estructura (Sauret, 2018, p. 164)

El fragmento es tanto una advertencia sobre la imposibilidad de atrapar la totalidad de la verdad, como una invitación a seguir reflexio nando, es eso lo que nos corresponde.

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¿QUÉ PASÓ CON EL SUJETO EN LA CUARENTENA? LA EMERGENCIA DE UN NUEVO OTRO Y LA UNIVERSALIZACIÓN DEL DESEO, PISTAS DE ESTUDIO DESDE EL PSICOANÁLISIS LACANIANO

referencias

Camus, A. (2020). La Peste. (R. Chacel, Trad.). Quad Colombia S.A.S.

Lacan, J. (1954-1955). El seminario de Jacques Lacan Libro 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica 1954-1955. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Paidós.

Lacan, J. (1958-1959). El seminario de Jacques Lacan. Libro 6: El deseo y su interpretación 1958-1959. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Paidós.

Lacan, J. (1960-1961). El seminario de Jacques Lacan. Libro 8: La Transferencia 1960-1961. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Paidós.

Lacan, J. (1964). El seminario de Jacques Lacan Libro 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis 1964. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Paidós.

Lacan, J. (1969-1970). El seminario de Jacques Lacan Libro 17. El reverso del Psicoanálisis 1969-1970. Texto establecido por Jacques-Alain Miller. Paidós.

Loschi, A. (septiembre de 2020). La peste y el psicoanálisis. El tabú - La conciencia moral - El malestar en la cultura. Obtenido de Comunidad Virtual Russell: https://bit.ly/3ksPmSE

Pascual-Maza, C., Cevasco, R., Aparicio, S., Nominé, B., Bonifasi, J. M., & Soler, C. (2007). Los discursos de Lacan. Seminario del Colegio de Psicoanálisis de Madrid. Campillo Nevado S.A. Roudinesco, É. (2012). Lacan, frente y contra todo. Fondo de Cultura Económica.

Sauret, M.-J. (2018). ¿Existe el Otro? Pedagogía y Saberes, 48, 163-178.

Zabalza, S. (27 de marzo de 2020). La urgencia subjetiva en los tiempos de pandemia. Obtenido de Comunidad Virtual Russell: https://bit.ly/30lTuwN

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Ahora conciliar el sueño es un reto, qué irónico. Antes dormir me resultaba placentero, ahora solo es una obligación casi que corpórea; no quiero seguir durmiendo con incertidumbre, no quiero dormir sabiendo que la última cosa que leí fue la muerte de alguien que salía a luchar por mí, por ti y por todo un pueblo…

No cesó la horrible noche , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal

(“Le temo a la noche” párr. 3, Sara Gabriela Torres Benitez)
Desconexión
un
. luz
existencial de
cuerpo situado , 2021, Arauca
ángela alvarado estrada
Nos están matando , 2021, Bogotá. mateo torregosa

inmediato

Ya mis pensamientos nocturnos se han metido tanto en mí que solo tengo pesadillas, pesadillas en las que mis familiares son protagonistas, inmediatamente me despierto ipso facto rogando que simplemente sea eso, una pesadilla y nada más… (“Le temo a la noche” párr. 4, Sara Gabriela Torres Benitez)

PORQUE

María José Peláez Sierra maestría en estudios literarios universidad nacional de colombia mpelaezs@unal.edu.co

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USTED YA ENTERRÓ A SU MUERTO

Resumen

Fui en busca de una mujer que iba a hablar de la muerte de su mamá y me encontré, en cambio, con un mundo kafkiano. En el que el derecho al grito está prohibido y en el que no hay tiempo para el luto. Un mundo en el que el papel se traga a los muertos. Esta es la historia de Elsa Maldonado, la mujer de los dos cadáveres. Una Antígona.

palabras clave:

COVID-19, literatura testimonial, lenguaje, muerte, cadáver.

AElsa la conocí por los titulares de la prensa ecuatoriana e internacional: “unas cenizas y un cadáver, ¿cuál es su mamá?”, “10 meses con las cenizas de un desconocido en su garaje”, “Los dos lutos de Elsa Maldonado”, etcétera… Entonces tenía de ella eso, la versión de su tragedia, la carga de los huesos y el polvo, nada más. Por un tiempo reposé su historia con otras que, como la de ella, parecían sacadas de Comala. También Elsa hablaba como los perso najes de Rulfo: con la resignación del tiempo, con la sequedad casi inocente de la espera, con la levedad y la contradicción pegadas a la piel y a la

garganta. Hablaba sin ninguna sorpresa.

Dicen que es la realidad la que quiere pare cerse a la literatura.

Así, cuando aceptó vernos, ella en Guaya quil, yo en cualquier parte, había creado ya una imagen en mi cabeza que se parecía más a las llanuras desérticas del México rulfiano, que a las del Guayaquil de ríos y tempestades en el que en verdad Elsa vivía. También a ella la había hecho como una figura lánguida y fantasmal que hasta el día de hoy se mantiene cuando la escribo… Seguro Elsa tendría mucho que agregar sobre esa comparación, azarosa y poco fiel, diría1

1 Es inquietante la cantidad de veces que la academia “utiliza” los testimonios que necesita para sus investigaciones. Lo hace sin pensar en que esas voces desean saber qué hicieron con sus palabras, en qué contexto las publicaron y cuál fue el resultado de esa conversación. Al final, el dador del testimonio termina por sentirse abandonado por un investigador que parece interesarse, pero que solo ve en él un medio para un fin. Por eso no me sorprendió que las mujeres con las que hablé –sin excepción– me exigieran mostrarles este trabajo cuando estuviera terminado, incluirlas en el proceso y dejarles saber de mí. Muchas veces volvieron sus palabras a mi cabeza cuando me decían: “esperamos que no te desaparezcas” … Ellas, las ya acostumbradas a la desaparición, guardaban todavía algo de esperanza de que se sabrían escritas, no por alguien más sino por ellas mismas, por lo que ellas me dijeron. No esperaban de mí una transformación, sino una transcripción de su testimonio. Como mínimo me pedían tener la valentía de mostrarles lo que sí era capaz de visibilizar a otros... de mostrarles las huellas que marqué en sus palabras.

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Entre vestiditos de tul –amarillos, verdes, de todos los colores–, colgados, rechonchos y apretujados, uno tras otro, me saludó mien tras al tiempo iba de un lado al otro del stand: “15 dólares por el de flores”, “lleve el morado, le resaltará los ojos a la niña” y así…

Ahh, sé que tendría razón al cuestionarme por asemejarla a ella –todo menos una “paliducha”–con uno de los personajes de “ese tal Rulfo”. Elsa es más bien una ráfaga.

En algún momento, los clientes dejaron de entrar, o eso me pareció desde la ventana ínfima que ha sido la pantalla de mi computador este año, y Elsa al fin se sentó un momento. Esperó paciente a que terminara el ritual, al que ella tan acostum brada y cansada está, de presentarme y contarle por qué me interesó su testimonio para, después de mi punto, empezar. En adelante no hubo más preguntas, al menos no con palabras. Su testimonio tomó el camino que mejor le pareció, el que pudo2.

Entonces, entrelazó las manos y dijo: “primero, quisiera contarle que todo esto que usted ve acá me lo heredó mi mamá. De este negocio vivimos las dos todos estos años. Ella era una mujer echada para adelante, fuerte. A mi mamita no la mató el Covid, la mató el hospital”. Con ese “primero” entendí que no era yo la que iba a definir el comienzo de la historia. No, no era desde la muerte de su mamá, desde la negligencia con los cadáveres, desde los abogados, forenses, periodistas y administrativos que la historia empezaba. Era desde ese primero en el que su mamá aparecía todavía como una mujer rebosante que esto se escribiría.

Creo que con eso también quería decirme que la quiso, todos los días la quiso, pero que no era conmigo, con nadie, con quien se detendría a hablar de eso. El Estado le arrebató el tiempo y el privilegio de hablar del amor el día en que enredó a su mamá en la pila de esternones, clavículas y rodillas que vio en el hospital. Con ese “primero”, Elsa me estaba

2 Usualmente se parte de que el proceso de escritura y de testimonio es un proceso de recordación. Yo propongo que toda nar ración sea un proceso de olvido. Pues, inevitablemente, narrar es seleccionar, recortar, resaltar lo que parece conveniente para el relato, lo que creemos pertinente para el desarrollo de la historia y, en el caso del testimonio, lo que consideramos que podría tener más efecto sobre quien pregunta. Entonces, considero que en ese ejercicio de construirse, de presentarse y de contarse se va olvidando, archivando y deshaciendo todo aquello que no conviene a tales efectos. Eso para el caso del olvido voluntario. Ahora, la escritura y el testimonio son todavía más interesantes, a mi modo de ver, en los episodios de olvido involuntario, pues ahí́ sucede todo lo contrario. En ese construirse, presentarse y contarse quedan vacíos, inconsistencias, nubosidades que quisiéramos evitar, pero que permanecen por la incapacidad de recordar imágenes que le den más sentido a la narración. Escribir es olvidar citas que quisiéramos mencionar, es olvidar libros que quisiéramos recordar, es archivar autores que quisiéra mos analizar, es dejar cosas por fuera, incluso cuando así́ no lo quisiéramos. La escritura se sale con toda frecuencia de nuestra contención y al no poder retenerla en su totalidad se nos presenta como el olvido: en el azar y en la involuntariedad. Por eso, Beatriz Sarlo en Tiempo pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo. Una discusión (2005) cuestiona el género autobiográfi co (testimonial) desde las teorías de Paul de Man, pues ese Yo que se presenta en la escritura o en la voz de la entrevista termina por ser solo una representación, artificial como cualquier otra, de un Yo ausente, de un alguien que no está unificado ni con su texto ni con su experiencia ni con el tiempo en que intenta reproducirla. Su narración solo puede aparecer como una ilusión y de ahí́ que lo autobiográfico, para mí, deba incluirse en la ficción. De hecho, Sarlo escribe que «[…] no hay verdad, sino una máscara que dice decir su verdad» (p. 38), afirmación a la que me adhiero.

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dando también un “último”. Un disculpe si no soy lo que esperaba: “no tuve tiempo para despedirme”, “no es esto una elegía a una vida de honores”3. Es el desgarro de la hija que bebe todavía de la matriz y que reclama al cuerpo muerto. Ese reclamo no tiene tiempo para homenajes, para un “mi mamá fue”.

Luego, no pude dejar de pensar en Horacio, Horacio Benavides, ese poeta al que siempre vuelvo cuando me faltan las palabras. Pero esta vez, como nunca me había sucedido, pensé en Horacio por oposición a Elsa. En La Serena Hierba (2011) hay un poema, el 39, bellísimo, que dice:

Escuché tu llamado, madre y cogí fuerzas para levantarme Era de noche y me fui adivinando el camino Quise guiarme por el sonido de la quebrada pero el agua no se oía, solo los perros ladraban a mi paso Esta es la casa de Juan Chilito me decía pues eran tres los perros que ladraban Cómo no iban a ladrar si me faltaba la cabeza Voy para donde Pedro Daza pues ladran como cuatro o como seis volvía y me decía Cómo no iban a ladrar si me faltaban las piernas Al fin di con tu casa, madre Tu casa como una nube blanca entre tanta negrura Pensé que dormías agotada por la pena y no quise despertarte y me fui yendo por donde había llegado. (Benavides, 2011, p.120).

3 Lo que existe, en cambio, es lo que María Paz Díez Taboada llama el moderno subgénero de la Elegía (1997), es decir, la Despedida. Que, aunque ella no lo diga en estos términos, agrego yo, es un género consciente de que su escritura no tiene la capacidad de revivir a los muertos, tal vez ni siquiera de aprehenderlos. La Despedida es menos rimbombante que la Elegía, menos elocuente y estructurada. En la Despedida se vale el tartamudeo, el eterno silencio, el gesto que reemplaza la palabra, la pequeñez, la frugalidad y la paradoja, la nada, la irrelevancia. La Despedida también se revela contra el mito de que “no

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Y si pensé en él, al reverso de Elsa, es porque, aunque ambas figuras parecen desgarradas, faltas ya de toda corporeidad, mutiladas por el horror y la paradoja, Elsa y todas las mujeres que llenan estas páginas no se permitirían el “y me fui yendo por donde había llegado”. Ellas son unas Antígonas a las que ni el agotamiento de la pena ni el amedren tamiento del Estado, de la muerte, deja sin grito. Elsa habría despertado a su mamá.

Aun así, no me jacto de ser una persona cohe rente y mucho menos consistente, de ahí que,

como con Rulfo, recurra también a Horacio, para entender un poco el fantasma 4 , para entender no lo que Elsa me decía, sino, precisamente, lo que creo que se negaba a decirme, que estaba cansada y desmembrada, que quisiera haber tenido un “mi mama fue” y que quisiera, sobre todo, parar el grito, haberse devuelto, recoger los pasos que la llevaron al hospital…

Ahh, pero las Antígonas no recogen pasos5

El 25 de marzo de 2020 Elsa se llevó a su mamá –a la que hasta el final se refirió así, sin nombre–

hay muerto malo” y se permite ella hablarle con toda franqueza al moribundo, desde el develamiento. Tal vez La Despedida, justamente, es esa nueva expresión que reclama Norbert Elías para asumir la muerte.

4 El muerto se sabe muerto y no aparece en el mundo de los vivos por un motivo: no es la venganza, clásico leitmotiv de los fantasmas en la literatura, no es la rendición de cuentas la que lo mueve, es el simple estar. Este fantasma no tiene poder hechi zador ni transformador, descarnado en vida y en muerte. Es la nada. Es el divagar por divagar. Es el cansancio, el agotamiento, el espejo grotesco y barroco, en el que no se pueden ver los vivos, pero que existe, existe para mostrar la frugalidad, la impotencia. Existe, quizá, solo como posibilidad de nombre: el vivo despalabrado, el vivo incorpóreo, al vivo como Elsa se le dice fantasma, ante la falta de otra palabra para tanta paradoja, para la poca piel que le dejó la tragedia.

5 Dice Antígona:

¡Oh sepulcro, cámara nupcial, eterna morada subterránea que siempre ha de guardarme! ¡Voy a juntarme con casi todos los míos, a quienes Perséfone ya ha recibido entre las sombras! ¡Desciendo la última y la más desgraciada, antes de haber vivido la parte de vida que me había sido asignada! ¡Allí́ al menos iré nutriendo la certera esperanza de que mi lle gada será́ grata a mi padre (mi querido padre); grata a ti, madre mía, y grata a ti también, hermano mío, bienamado! Mis propias manos, después de vuestra muerte, os han lavado, os han vestido y han derramado sobre vosotros las libaciones funerarias; y hoy, Polinice, por haber sepultado tus restos, ¡he aquí mi recompensa! No he hecho, sin embargo, a juicio de las personas sensatas, más que rendirte los honores que te debía. (Es verdad que si hubiese sido madre con hijos por quienes mirar, si mi esposo hubiese estado consumiéndose por la muerte, nunca me hubiera impuesto tal tarea en contra del pensar de los ciudadanos. Pero ¿qué razón justifica lo que acabo de decir? Después de la muerte de un esposo me hubiera sido permitido tomar otro esposo; y por el hijo que hubiese perdido me hubiera podido nacer otro. Pero puesto que tengo a mi padre y a mi madre encerrados en el Hades, ya no me puede nacer otro hermano.) Por esta razón, ¡oh hermano mío!, te he honrado más que a nadie, aunque a los ojos de Creonte haya cometido un crimen y realizado una acción inaudita. (Sófocles, 2011, p. 22).

Y si traigo este fragmento es porque en Elsa también se repite constantemente esta imagen de “la madre es una”, como en Antígona “hermano es uno” y en esa realidad de a pecho no se contempla, siquiera, la posibilidad de no luchar por el muerto, de no cargar con el cadáver, de no darle sepultura. Ahora, esa lucha carga también con su tragedia, ambas, Antígona y Elsa, se lamentan de lo que Beatriz Sarlo, en el mismo texto, llamó la “paradoja del testigo”. El hecho de que quienes sobreviven a la muerte violenta, sobreviven para testificar y apropiarse del pronombre personal que no es suyo, pero que les es impuesto por el hecho de que los muertos no pueden hablar. De ahí́ se desprende también una discusión más profunda y es que esos “salvados” cargan con la condena de la lengua y de la memoria. La sensación de culpa, que les impone el deber moral hacia los muertos de ser siempre testigos, los hace repetirse interminablemente, aunque sepan la insuficiencia de lo que dicen. Ellos, “los salvados”, pagan su “libertad” con su voz.

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al hospital por una infección en las vías urinarias. Estuvo toda la noche con ella, su hijo Kevin y su hermana recorriendo cada uno de los hospitales de Guayaquil para que la internaran. En todos le dijeron que ya no aceptaban a más pacientes con Covid, a pesar de que ella no paró de insistir en que su mamá no tenía “el bicho”. Con algo de vergüenza y uniendo las palabras unas tras otras, dejando salir un silbido entre cada una, me dice:

“Me fui al hospital pagado de Guayaquil, que es el Luis Vernaza. Me le arrodillé al portero, me le arrodillé y le dije: toma, te regalo 100 dólares, consígueme una cama, por favor. Me le arro dillé y le supliqué: dame una cama, por favor, mi madre no tiene Covid”.

“Es que no hay, simplemente no hay, no sé cómo está la cosa allá adentro, pero esta es la indica ción que yo tengo”, le dijo.

En ese punto, Ecuador ya era el segundo país con más muertos del continente, solo por debajo de Brasil, a pesar de ser 30 veces más pequeño.

Para Elsa, el “bicho” era una cosa que rondaba por ahí, matando a todos sus conocidos, revolo teando y espantando6 . Pero su “mami no estaba contagiada”, de eso estaba segura. Otras veces se había enfermado. Ella había dormido a su lado toda la noche y al otro día estaban de nuevo entre los zapaticos de charol y las enaguas dimi nutas en altura, pero voluminosas como algo dones. “Para que bailen”, me dice.

Pero de esa puerta kafkiana que fue el Luis Vernaza, llegaron otras, estas más embrolladas y laberínticas. No, no era como las veces en que volvieron al local. No. Cuando la aceptaron en el Hospital los Ceibos entendió, al fin, que traspasar la puerta nada implicaba: no había personal sufi ciente. Nadie se haría cargo. Sin embargo, le dio un beso en la frente a su mamá y le prometió que todo saldría bien, al tiempo que le señaló que se sentara por ahí, “en la esquinita, no más”, mien tras ella iba por una silla de ruedas.

Los pasillos se ensanchaban y encogían con cada paso. Elsa dice no recordar muy bien ese camino7. Las salas pasaban una, dos, otra, aquella, y el “bump, pump; bump, pump” de

6 Es interesante pensar la manera en que Elsa se refiere al virus a la luz de Edmundo Paz, en su novela Los días de la peste (2017). Pues, allí, los presos viven en medio de dos contagios: el de un virus, “la peste”, y el de una religión vengativa y abrasadora en la que los dioses no responden a los dolores humanos. Ahí, el personaje de la doctora, la única en la Casona, que es una cárcel paradójica, pero muy latinoamericana, se pregunta todo el tiempo por el significado de los virus, de los parásitos, de los hués pedes y recurre, con frecuencia, a la palabra “revolotean”, “bichos”, “monstruos”, “cosas”, “esos”, entre otros. En un punto, cuando cree que ya no hay ninguna esperanza en esa casa de muerte y miseria, de hombres corrompidos, marginados y excluidos, de enfermedad, recuerda a su profesor de la universidad cuando les preguntaba:

[…] ¿qué son los virus sino seres fantasmales, fantasmas puros que flotan en el mundo esperando poseer una célula humana para corporizarse y hacerse vida? Ahí los ve y no los ve. Todos los días. Monstruos perfectos. Ese monstruo perfecto provenía de un insecto o un animal, era un parásito que allá había vivido en paz, y el animal también, en sincronía, sin siqui era darse cuenta de que alguien se alimentaba de su sangre y de sus células (Paz, 2017, p. 212). Y ante ese parásito que habita y al que habitamos, se siente avergonzada al pensar que el mundo se ensañó contra la Casona. Este virus no era más que uno entre los que ya habían sido y entre los que vendrían. No se vive enfermo. Se vive con la enfermedad.

7 En Chile vi reacciones de vergüenza como la de Elsa cuando me dijo no recordar exactamente el orden o el camino de las cosas. Esa

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los ventiladores la asfixiaba. De repente, una habitación. Otra. Todas llenas de cuerpos y una enfermera que embalaba un cadáver para amon tonarlo entre los demás. “Sin suero, sin nada, el bump, pump, eso era todo”. Elsa no se detuvo en los cadáveres plastificados, ni en su relato y, al parecer, tampoco en ese momento. Su mamá la esperaba del otro lado. Al fin encontró la silla. “Madrecita ya te van a atender, tranquilita, ya te atienden y nos vamos a la casa”, le dijo. “Pero había cualquier cantidad de personas espe rando, yo sabía que no la iban a atender pronto. Además, en ese momento daban un brazalete y según el color era la atención. A mi madre le dieron el amarillo, el último que porque no estaba de apuro…, le dieron el último… y… pasaron las horas… Ahí en el hospital se me contagió mi mami, ahí se me contagió mi mami y ahí se me murió”.

Elsa se disculpa por llorar y yo quiero discul parme por hacerla recordar, contar. Pero, guardo silencio. Se me aprieta la garganta y entiendo que soy también un manojo, que no puedo decirle nada. He tenido cientos de entrevistas, conversaciones y todavía no aprendo. La mudez,

el tartamudeo, la incomodidad, la fragilidad, son una constante, son también “mi bicho”, “mi fantasma”. Me quedo entonces ingrávida ante la pantalla. Ella sigue. Las Antígonas no necesitan la réplica.

El cuerpo no aparece.

Manda a su hijo Kevin a la morgue a preguntar qué pasó con el cadáver. “murió por neumonía”, le dice el forense, al tiempo que le entrega el certificado de defunción. Kevin intenta debatir un poco, sabe que su abuela no murió por complicaciones derivadas del Covid, pero “no es un joven muy abierto, es más de la casa”, añade Elsa. Entonces se devuelve con la indicación del forense de ir a la Junta de Beneficencia con ese papel para que la puedan cremar. Hasta ahí nadie ha visto el cuerpo.

Las instituciones, antes del Covid inexis tentes o al menos solapadamente inexistentes, empiezan a aparecer y a multiplicarse de repente: la sede de no sé qué, la junta, el comi sionado de tal, la corte de pascual, la entidad, la, la, la, la y al infinito… Ante los cuerpos boyando sobre la tierra y la negligencia estatal, la buro cracia. El cementerio es de hueso, pero también

paradoja del testigo, de la que hablo arriba, viene además con una profunda sensación de angustia, de frustración y fracaso cuando se olvidan cosas. El testigo sabe que la “Justicia” aprovechará esos baches, esas lagunas, las inconsistencias para no dejarle reclamar al muerto, reclamar su dolor. Por eso, en estos años he venido trabajando tanto en la categoría del “olvido involuntario”, en su defensa, porque se nos ha impuesto la memoria como única manera de resistencia, de palabra. Ahora, quiero insistir en que el carácter involun tario del que hablo nada tiene que ver con la utilización política del olvido y la memoria o con el uso discursivo que los colectivos hacen de él. Es más, acojo La crítica de la memoria de Nelly Richard como un mismo espectro de esta discusión, pues cuando dice: […] a la crítica intelectual, no le basta con luchar contra las tecnologías del olvido con las que la globalización mediática fabrica la borradura de la memoria; debe, además, ser vigilante para desmontar los promiscuos artefactos del recuerdo que hacen circular la violencia por las redes –turbias– del éxito del mercado (documental o testimonial) (Richard, 2002, p. 192) Recalca justamente que la manipulación de la memoria o del olvido es la que debe ser combatida. Y, de nuevo ahí́, quisiera insistir en que solo el olvido involuntario, azaroso y arbitrario debe ser elogiado, reconocido como un lenguaje, y como una forma de estar y de sobrellevar el duelo. Así́ que entre esa clase de olvido y memoria no hay dicotomía. Por lo menos no en mi interpretación de ambas experiencias.

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de papel 8 . Y, cómo no mencionar de nuevo a Kafka, la referencia más obvia pero también más precisa, si fui buscando la historia de una mujer que había perdido a su mamá y me encontré, en cambio, con un mundo kafkiano en el que no hubo ni siquiera tiempo para el luto. El Leviatán infinito, en el que todas las piezas están desconectadas unas de otras, se había robado los afectos y el llanto como posibilidad de manifiesto.

Dice Kafka en El proceso (2014):

El orden jerárquico y los distintos grados de la justicia eran infinitos, por lo que ni siquiera los miembros de ella los conocían con precisión. Los procedimientos que se llevaban a cabo eran secretos por lo general, incluso para los funcio narios de jerarquía inferior, quienes apenas podían comprender el lejano curso ulterior que tomarían los asuntos en los que estaban traba jando, de modo que entraban en la órbita de su jurisdicción, casi siempre, sin que supieran ellos mismos de dónde procedían ni a dónde iban (Kafka, 2014, p.127).

Dice Elsa, sin saberlo, al eco de esas palabras:

Nadie sabía nada. Todos me decían que estaban dando de su parte, que hasta ahí llegaban sus funciones y que tenía que escalar la petición. Ya había pasado casi una semana desde que mi mamita se murió. Nadie se compadeció.

Sí, esos funcionarios quizá también habían perdido a sus hijas, a sus madres, pero lo habían olvidado, o así lo sintió Elsa. De la Beneficencia 9, paradójico nombre, la historia va y viene, entre una semana y otra, en la que faltó un sello, un papel, un certificado, un visto bueno, un. Cuando al fin no pareció faltar nada, la llaman y le dicen: “vamos a incinerar ya a su madre”. Elsa envía de nuevo a Kevin a la Bene ficencia. “No dejes que la incineren sin antes tú haber visto el cuerpo”, le dijo.

Pero mi hijo regresó a la media hora con una urna de marmetón, pesada y sin funda, y me dice: me dijeron que esta es la nana… Yo saqué una funda, la limpié, la puse con cuidado en el garaje, pero con la certeza de que no era mi mami…

8 Pensé́ muchas veces, arrebatada y azarosamente, en Kafka, mientras escribía estas páginas, tal vez él habría comprendido mejor por lo que pasó Elsa, pues no la tenían que acusar de nada directamente para que sea evidente su revictimización durante y después de la muerte de su mamá, a través de un sistema en el que las instituciones se multiplican como crispetas y la ley es incomprensible. Un libro secreto al que nadie tiene acceso. Pero recordé también, tal vez sin mucho sentido, el libro de Jean Descola La historia de España (1963) en el que habla de cómo Felipe II perdió́ su Imperio por el papeleo, por la incapacidad del pueblo de comprender el sistema jurídico que él había implementado. Porque, aunque Kafka no nos deja mucho margen a la esperanza, Descola, y algunos casos en la historia universal, sí: ante la incomprensión, la rebelión. Ante la ley injusta, la desobediencia.

9 Dice el diccionario de Oxford en la web: “Beneficencia: Ayuda social o económica desinteresada que se presta a las personas que carecen de recursos”. Las negrillas son mías.

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Elsa decidió no llorar a esas cenizas. No eran. Ella sabía.

Mientras tanto pasaba los días sintiendo a su mamá recorrer la casa, como sombra, por cada espacio, cada esquina. Durante meses no durmió en la habitación de las dos, le daba impresión, dice. A veces, sin embargo, se encontraba de repente hablando con ella, sin ningún miedo, contándole “no más” cosas del negocio, de Kevin, del papeleo que seguiría haciendo hasta encon trar su cuerpo. Luego, se le erizaban los pelos y se preguntaba si se estaba enloqueciendo10 No podía saberlo. La realidad tiene sus fugas.

A los días la llama la Beneficencia y le dice que puede anotar la ubicación en la que está enterrada su mamá. “Pero, cómo, si yo ya tengo las cenizas de mi mami, porque hice el trámite personalmente”, responde. Del otro lado de la línea, alguien vuelve a dar la ubicación, casi como un conmutador, y solo agrega:

“Señora Elsa, también la llamamos para recor darle su pago por 1.300 dólares por los servicios mortuorios, de lo contrario se le empezará a cobrar por la mora. Porque usted, –me acuerdo

de las palabras textuales–, PORQUE USTED YA ENTERRÓ A SU MUERTO”.

“Porque usted ya enterró a su muerto”, le dice. Y la violencia con la que esas palabras se me devuelven y retumban entre las dos, mientras ella calla y luego repite, para que yo, esa que la escribe, entienda, de verdad entienda, lo que esa frase significa, me hacen pensar por un instante en Formas comunes: animalidad, cultura, biopo lítica (2014), ese textico teórico-literario en el que Gabriel Giorgi nos invita a no olvidar lo que significa el cadáver, y su diferencia política y yo quisiera agregar, afectiva, frente al cuerpo, el cuerpo que muere.

Es el anonimato del cadáver el que le da su carácter de espanto, de rebelión. Dice Giorgi:

Persona no refiere solamente a las vidas a proteger, sino también –y quizá, sobre todo– a las vidas a recordar, a narrar, a memorializar; la no-persona, la vida no personal, en cambio, es aquella cuya muerte es insignificante para una comunidad, y que no cuenta para la memoria compartida (2014, p. 201).

10 En Death is but a dream: Finding Hope and Meaning at Life’s End (2020) el doctor de cuidados paliativos Christopher Kerr le reclama a los médicos no reconocer en experiencias como la de Elsa y otras una respuesta posible ante la incomprensibilidad de la muerte. Así como Elsa habla con su madre todavía, inventa conversaciones y escenarios, la llama para tomar decisiones, dice Kerr, también muchos pacientes horas o días antes de morir tienen sueños, viajes, alucinaciones e ilusiones, a veces unos, a veces todos al mismo tiempo, sin que eso signifique la locura o requiera de la explicación cientificista. Dice Kerr: This book is therefore a plea: we need to bring doctors back to bedside, to their roots as comforters of the dying rather than as mere technicians trying to extend life at all costs. This includes examining end-of-life experiences in a caregiving framework and accepting them as medically important. Studies have shown that despite the value and positive significance of these expe riences, patients are reluctant to discuss them due to a fear of ridicule and questions regarding their medical legitimacy. And because many physicians simply avoid addressing them, this widespread inattention further isolates the dying. Patients’ inner experiences matter to them; therefore, they should matter to doctors. An awareness of their clinical significance and universality will close the gap that currently exists between the care given and the care needed (2020, p.8).

Y aunque Kerr, por supuesto, se centra en la experiencia de los moribundos, entiendo que Elsa me diga esto con vergüenza, siglos de tradición le han negado el fantasma. En esa estrechez, locura es antónimo de cordura.

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Y a esto agrega: «Quizá el sueño más persistente de estos poderes sea el de producir cadáveres sin comunidad, cuerpos con los que la comu nidad no pueda establecer ningún lazo» (Giorgi, 2014, p. 200).

La pandemia y los Estados ni siquiera produ jeron cadáveres, sino ilusiones de cadáver, de hueso. Pero, la paradoja es que, ante el pedazo, la gente, las mujeres se han resistido al anoni mato de sus muertos. Incluso desde la ficción les han dado nombres, los han decorado y despe dido y, a pesar de que a muchos, como es el caso de las cenizas en el garaje de Elsa, no los han siquiera identificado en la realidad, los identifi caron en la dignificación de su muerte. Elsa, solo estaba pidiendo eso: despegarse del cuerpo, decirle adiós, llorarlo, no en el genérico de cual quier muerto, sino en el suyo 11 . “Yo no voy a pagarle, yo no voy a pagar. Quién me garantiza que el muerto que tengo en la caja

no es mi mami o que el del cementerio es”, le dice, “quién me garantiza. A mí nadie me va a garantizar, ¿usted me garantiza que es mi mami la que está en la urna? noo. Porque, que yo sepa, no se hacen el ADN por estos días”, insiste. “La única solución que tengo es ir al Parque la Paz a hacerle el ADN yo misma”.

“No sé, pero tiene que acercarse a cancelar”, responde “la señorita”, como le dice Elsa.

“Ustedes me están hostigando”, insiste. “Tengo el problema de mi mami que falleció en menos de ocho días. Usted no sabe cómo yo me siento. Estoy destruida por dentro, es un dolor irreparable lo que yo siento. Porque por esto que yo he pasado, a nadie se lo deseo. Mire señorita, usted me vuelve a llamar y yo esto lo voy a sacar en la televisión, en los canales de televisión voy a sacar esto. Le dije inconsciente mente, porque no lo iba a hacer, no tenía cómo hacerlo y me puse a llorar”.

11 Con el tiempo me he aficionado profundamente a la literatura bíblica, a la que reescribe las escrituras y les permite a sus personajes hablar en primera persona, una primera desahuciada, una primera contra mitológica, una primera descarnada, sin hálito, sin reverencia. Acá, de nuevo, me disculpo con Elsa si asocio estos temas con su testimonio. Es una intromisión, sin duda. Sobre todo, teniendo en cuenta que recurrió a Dios constantemente para guardar la esperanza ante el despellejo de los hombres, para encontrar sentido, para mantener el orden en el caos, para quitarle fuerza a los vivos. Pero, este no es más que un pensamiento suelto, que nada tiene que ver con ella. Siguiendo, entonces, en esa literatura, como la de Pär Lagerkvist, Nikos Kazantzakis o Umberto Eco, me he encontrado de nuevo con Marguerite Yourcenar, ya no a la luz de sus Memorias de Adriano, sino de Fuegos (1992), ese librito modesto, frente al proyecto que supuso Adriano, pero muy bello. En él, Magdalena, al con trario de las fantasías de los creativos cristianos, no es amante de Cristo, sino de Juan, ese Juan que sucumbe a la creencia y a Dios y la deja sola y le quita todo y no se atreve a la vida y no. Y en un momento de maravilloso monólogo, arremete ella contra ese Dios, ese Dios que le ha quitado todo:

Por fin conozco toda la atrocidad de Dios. Dios me ha robado no solo el amor de una criatura, a la edad en que uno se figura que son insustituibles, Dios me había robado además mis náuseas de embarazada, mis sueños de recién parida, mis siestas de anciana en la plaza del pueblo, la tumba cavada al fondo del cercado en donde mis hijos me hubieran enterrado. Después de robarme mi inocencia, Dios me robaba mis culpas: cuando apenas empezaba a medrar en mi oficio de cortesana, me quitaba la posibilidad de seducir al César o de subir a las tablas. Después de su cadáver, me quitaba su fantasma: ni siquiera quiso que yo me embriagara con un sueño. Como el peor de los celosos, ha destruido esa belleza que me exponía a recaer en las camas del deseo: me cuelgan los pechos, me parezco a la Muerte, a esa vieja amante de Dios. Como el peor de los maniacos, solo amó mis lágrimas. Pero ese día que todo me lo quitó me lo ha dado todo. No he recibido más que una migaja de su amor infinito: compartí su corazón con las criaturas como cualquier otra (Yourcenar, 1992, pp. 109-110).

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Pero sí lo sacó en televisión. Esa es la parte en la que vienen los abogados, los forenses, los periodistas y funcionarios… Para qué dete nerse… El hecho es que, después de aparecer en Ecuavisa, la Junta retiró el cargo por mil tres cientos dólares. Pero, tenía todavía dos cuerpos: uno en su casa, otro en el Cementerio de la paz.

Elsa no se preocupa mucho por hacerme saber cuánto tiempo pasó entre una cosa y otra, en la “justicia” todo es tan lento que los días se empiezan a parecer a las semanas y las semanas a los meses. En ese enrarecimiento, el ritual siguió siendo el mismo: abogados, forenses, periodistas y funcionarios; abogados, forenses, periodistas y funcionarios; abogados… y nada. Cuando ella dejó de insistir en “su proceso”, el fiscal aceptó, al fin, unos siete meses después, en octubre, hablar con ella. Después de una hora de estar sentada frente a la pantalla, Elsa se levanta de la sillita metálica para imitar al fiscal. Las pala bras, que han sido un derroche hasta ese punto de la conversación, se acaban para buscar otras maneras de representar al sujeto, al parecer detestable, para el que Elsa no tiene ni siquiera descripción posible.

Con toda suerte de mímicas me hace saber que el fiscal es un hombre viejo, alto y esquelético, que tiene la capacidad de pasar de la languidez, al vigor en un instante cuando comienza su sermón eterno de funcionario irreprochable, de condescendencia y de cómo en el Estado las cosas no pasan tan rápido, aunque los funciona rios así lo quisieran.

“No podemos hacer ahorita el ADN, porque yo tengo que ir allá personalmente, pero, míreme, yo soy una persona mayor. No puedo expo

nerme. Pero si ya le dieron la ubicación en el Hospital, esa es su madre, eso es todo. Tiene que quedarse con las dos. O sea, fácil”, me dice Elsa imitando la voz del fiscal.

Ella, a quien le enseñaron a hablarle con respeto a personas en esos cargos, por el solo hecho del cargo, por primera vez en más de cincuenta años le vio el rostro a la máquina estatal y ya no le merecía nada. Su asfixia, su angustia histórica y su sensación de ser nada, para nadie y para eso, le permitían, le debían el grito. De nuevo, se paró de la sillita de metal, imitó la pose del fiscal, que ya aparecía como un tipo casi anémico y diminuto, y exclamó:

“Con todo el respeto que usted se merece señor fiscal, usted está viendo todo muy fácil, póngase en mi caso cinco minutos. Tiene que mandar a otro. Si usted no está apto, no está para estas funciones, delegue a alguien o deje su puesto, delegue a alguien para que vaya a hacer el ADN. Porque es mi madre. Yo no dejé en el Hospital a un cuerpo, yo dejé a mi mamá, le digo, no dejé a un perro. Y ustedes, como Estado, tienen que devolver a mi madre, la tienen que devolver”.

Elsa me dice que cree que siguió hablando por minutos sin parar, hasta que, al fin, por interme diación del abogado, el fiscal aceptó darle un oficio, lo que sea que eso signifique, para que un forense hiciera la identificación del cuerpo en el cementerio, mientras Elsa podría seguir el proceso por videollamada. Un mes después, así sucedió. Por la pijamita, la frazada, el lunar abultado en el hombro derecho, y la falta de un diente en la parte inferior, Elsa supo que esa era su mamá. De todas formas, su descon

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fianza hacia el Estado ya era tanta que le pidió al forense enviarle un video. No le tenía miedo a la piel despellejada de su mamá, la habría cargado ella misma como la Pietá de Miguel Ángel si se lo hubieran permitido. Le tenía miedo a la mentira, a la ficción en la que la habían hecho vivir todo ese tiempo. Le tenía miedo a la incerteza. Esa era su mamá.

El día en que ella se murió se estima que falle cieron al menos 700 personas más en Guayaquil. Para tantos no había cajas mortuorias. En un país en el que una de cada tres personas es pobre, pagar cientos de dólares por un ataúd no era una opción. La gente empezó a hacer sus ritua litos en la casa y cuando ya no pudieron más, los cuerpos aparecieron aquí y allá. A los que tuvieron suerte alguien los despidió, otros, en cambio, se unieron a los pedazos regados por el pavimento, contagiados y que contagian, que solo desaparecían cuando el camión de basura pasaba a recogerlos. En un punto la alcaldía de Guayaquil entregó algunas cajas mortuorias de cartón para evitar la exposición del cuerpo y de la ineptitud a la prensa internacional. Elsa quería saber en cuál estaba su mamá.

“No, con nada, solamente está embalada”, le dice él.

“Y yo pienso: qué hijos de su madre…, que hijos de su madre. Se vienen a robar a la gente aquí, gente de mierda, y no hacen lo que tienen que hacer”, susurra Elsa. “Bueno, le digo, y ahora qué puedo hacer para darle una buena sepul tura, al menos para comprarle una caja, como

ella se lo merece, porque fue buena madre, fue buena hermana, buena hija, buena amiga, fue mi mami… fue muy querida, mi mami, fue…”.

“Bueno, espérate”, responde él con tedio, “que el fiscal te va a llamar para darte un certificado que conste que ella es tu mamá y ahí puedas hacer lo de la caja”.

Hasta abril de este año Elsa no había recibido la llamada con la que al fin enterraría a su mamá en condiciones, para ella, dignas, ni tampoco a la “justicia” que, supuestamente, recogería las cenizas de esa persona que otros hijos, otros padres, otros amigos, otras, estarán buscando en algún lado de Ecuador. Sin embargo, todos los días saca la cajita de marmetón y, con la misma incredulidad del día en que su hijo llegó con ella en brazos, le limpia el polvo, la brilla un poco y la vuelve a poner en la vitrinita del garaje.

Ya me ha contado lo que quiere Elsa y me deja saber que debe seguir trabajando. “Ha estado duro y escaso”, me dice. “Sin la Marina las cosas no son lo mismo”. Entonces veo a la mamita, por primera vez nombrada, recorrer los vestidos rechonchos y apretujados y moverse de un lado a otro con su hija mientras entran alegres las niñitas de pestañas enormes y medias de cachemir sin saber que el mundo se acabó de pronto. Y que también las muertas quisieran bailar eternas entre enaguas de algodón.

Pero no todas pueden. También se fracasa en la muerte.

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referencias

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EL CAÑADUZAL

Sören Daniela Molano Cajamarca

antropología universidad de los andes sd.molano@uniandes.edu.co

La muerte está endulzada, está hastiada de la carroña que reposa, que se humedece y se carameliza en la caña. El cañaduzal ha sido testigo de pasos aterrorizados que corren para alcanzar la vida, tras de estos yacen armas que les persiguen para silenciar sus palabras. El caña duzal está ebrio de sangre, aún se escuchan los llantos de aquellas que fueron abusadas, aún están las huellas de quiénes fueron torturados, aún retumba el último grito del que fue fusilado, aún se esperan a los que no volvieron. Y me pregunto si la muerte está endulzada, si no, estará hastiada de tanta pena, la muerte que recorre la caña y a su vez es caramelizada con su esencia. Le pregunto al cañaduzal con tallo de Caña en la boca: ¿qué trauma descargan estas tierras? Han sido testigos de tanto sufrimiento. Le pido al cañaduzal que devuelva a los difuntos, que abra caminos para encontrar sus cuerpos, que susurre dónde están los otros. El azúcar de la caña invade la memoria de la muerte. Entonces sí, la muerte está endulzada, está hastiada de tanta caña en la que reposa el dolor, el terror y la agonía de tantos aquellos perdidos, heridos, desva necidos en el cañaduzal, que también se funde con la noche.

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Al no poder dormir, pienso en que muchas personas en mi país no tienen estas pesadillas, sino que son su realidad, una realidad que nos inunda diariamente, una realidad que trastoca nuestros sentires…

Y me pregunto, ¿aun así hay gente tan indolente? Que es apática a lo que sucede, que su comodidad le impide ver más allá, más allá de su propia realidad, nublada y llena de egoísmo puro…

(“Le temo a la noche” párr. 4 y 5, Sara Gabriela Torres Benitez)

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Guerreras ancestrales , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal ImpuNNidad , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal

Jairo Ferney Angarita Ortiz

lingüística y filología e idiomas: francés universidad nacional de colombia jfangaritao@unal.edu.co

Resumen

El Paro Nacional 2021 ha sido objeto de múltiples interpretaciones. En este ensayo, se presenta una nueva lectura desde la perspectiva de los Estudios Culturales, donde se defiende que estos últimos contribuyen al análisis, diagnóstico y propuesta de inclusión de sujetos políticos no reconocidos en la actual coyuntura, esto como un primer paso en la construcción de soluciones. Por tanto, se desarrollan algunas consideraciones en torno a las partes involucradas, la relación arte-política durante las movilizaciones, el replanteamiento de lo político y la representación de los manifestantes frente al gobierno de turno. Así, se concluye que el profesional en esta materia, quien a su vez asume una postura crítica al respecto, debe hacer mover el establecimiento para, entre otras cosas, (re)(d)escribir las formas de movilización hoy excluidas de la política desde lo afectivo.

palabras clave:

Paro Nacional 2021, Estudios culturales, Protesta social, Lo político.

Durante aproximadamente tres meses el pueblo colombiano se ha tomado las calles a modo de protesta y en defensa de los Derechos Humanos (DD.HH.). Distintos sectores se han sumado a la movilización y están abanderando causas como el derecho a la educación, el derecho a la salud, el derecho a la vida y, aunque parezca descabellado, el mismo derecho a la protesta social. En lo que concierne a los logros del Paro Nacional 2021, puede mencionarse el retiro o reconsideración de las reformas tributaria y de salud, además,

las renuncias de Alberto Carrasquilla, exmi nistro de Hacienda y de Claudia Blum, excanci ller. Ahora bien, independientemente de lo que se ha obtenido, hay que señalar que la respuesta del Estado, en cabeza del presidente Iván Duque, y de la Fuerza Pública se ha caracterizado por la represión violenta, la falta de voluntad respecto al diálogo y la aparente desconexión con la realidad del país en sus comunicaciones. Lo ante rior se ha traducido, de acuerdo con el informe de Temblores ONG, Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social e Instituto de Estu

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dios para el Desarrollo y la Paz (2021), en «[…] el uso indiscriminado, desmedido y despropor cionado de armas de fuego […] por parte de la Fuerza Pública; el uso de armamentos de leta lidad reducida […]para dispersar protestas pací ficas, entre otras acciones coercitivas en contra de las personas manifestantes» (párr. 4).

Bajo este marco, surgen al menos dos inte rrogantes: ¿qué habrá que hacer para superar esta crisis? y ¿la posible “solución” incluirá todas las voces? Dicho esto, el presente ensayo, con más incertidumbres que respuestas, defiende el aporte que los Estudios Culturales hacen al diagnóstico de estos hechos que han tenido lugar desde el 28 de abril, puesto que permiten el reconocimiento de esencialismos que crimina lizan la protesta pacífica, de exclusiones contra poblaciones denominadas “subalternas” y de perspectivas modernas que se imponen en lo político, lo nacional y lo social. En este orden de ideas, inicialmente, se hablará del carácter estig matizador de la protesta social a partir de esen cialismos. Después, se reflexionará acerca de si esta multitudinaria movilización podría encasi llarse como populismo. Luego, se pondrán las marchas en el foco del análisis, específicamente la relación que proponen entre arte y política, sus participantes y su representación. Por último, a modo de cierre, se abordará el rol del profesional en Estudios Culturales y de sus herramientas para el análisis de esta crisis.

En este sentido, en primer lugar, hay que traer a la discusión la visión reduccionista sobre quiénes son los manifestantes, lo cual, sin duda,

nos lleva a la actual disputa entre “vándalos” y “gente de bien”, etiquetas estigmatizadoras desde su concepción. La Revista Semana (2021), medio afín a la derecha política colombiana, afirma que la categoría “gente de bien” repre senta «actuar bajo los parámetros de la ley, defender la institucionalidad, la fuerza legí tima del Estado y que la democracia funcione correctamente» (párr. 2). Así, esta “élite” crea un antagonismo, pero no uno que pretenda el diálogo, sino uno que lleva al enfrentamiento de un nosotros con un otros en tanto enemigos¸ donde estos otros, los “vándalos”, no solo actúan erróneamente, sino en detrimento del bienestar de quienes se autodenominan “gente de bien”. Por ejemplo, circuló un video en la cuenta de Twitter @AndresFelipe (2021), en donde la sena dora María Fernanda Cabal se dirige a sus segui dores, luego de los problemas de orden público en Cali, Valle del Cauca, diciendo: “los buenos somos más” y “[no podemos] permitir que nos secuestren ni los vándalos ni los terroristas ni los indígenas ni nadie”, lo cual es muestra de la dualidad entre ambos bandos.

Sin embargo, ¿qué convierte a los manifes tantes en “vándalos”? Con base en grabaciones donde “encapuchados” destruyen lo que se considera propiedad privada1, hechos en los que, en su mayoría, se ha comprobado la parti cipación de infiltrados de la Fuerza Pública, se generaliza que todo aquel que esté inconforme con la desigualdad social, incluida la falta de acceso a educación, a trabajo digno, etc., es un vándalo. En otras palabras, todo marchante es un

1 Entidades bancarias, líneas del sistema de transporte, Centros de Atención Inmediata (CAI), entre otros.

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LOS ESTUDIOS CULTURALES COMO LENTE PARA LEER EL PARO NACIONAL 2021

vándalo. Frente a esta concepción es útil pensar en una de las máximas de los Estudios Cultu rales, esto es comprender «las imprevisibles articulaciones y correspondencias de las forma ciones identitarias y las moradas afectivas, de la singularidad y la contingencia» (Aparicio, 2021, p. 4). Siguiendo esta línea, podría afirmarse que llamar “vándalos” a quienes se movilizan por sus derechos, incluso por los derechos de quienes no pueden o no quieren salir a las calles, desconoce las subjetividades, multiplicidades y contextos históricos y sociales de la construcción identi taria de un manifestante, además, deslegitima sus motivaciones y peticiones.

Ahora, en segundo lugar, conviene pregun tarse por qué los esencialismos son útiles en este escenario. Señalar a un manifestante como “vándalo” no se hace de forma inconsciente, ya que al hacerlo también se da vía libre para verlo como un objetivo, como alguien que ya no debería gozar de derechos, que merece un castigo, ya lo habrían justificado el expresidente Álvaro Uribe y el ministro de Defensa, Diego Molano, frente a otras masacres, al decir que «no fueron a recoger café» (Noticias Uno Colombia, 2017) o «no había alguien aprendiendo para el ICFES» (Focus CO, 2021). Son estos mismos mensajes, junto a aquellos relacionados con “la defensa de la democracia” y el “dinero que se pierde” por un día de paro, los que hoy están costando la vida de estudiantes, líderes sociales, sindicalistas y demás ciudadanos de a pie que manifiestan su descontento. Lo anterior, eviden temente, ha traído consigo muchas críticas, entre ellas que la democracia colombiana está en trán sito hacia una dictadura.

Consecuentemente, podría compararse –guar dando las proporciones– el discurso del actual Gobierno con el de la dictadura de Augusto Pinochet. Richard (2007) afirma respecto a esta última que «[…] una primera base axiomática del discurso del poder autoritario-totalitario consiste en la absolutización del Orden como principio clasificatorio de discursos e identidades» (p. 31). En tal sentido, las alocuciones y entrevistas del presidente Iván Duque hacen énfasis en “recu perar el control del orden público” o en que hay políticos que “capitalizan el caos”, sin mencionar las intervenciones de su gabinete y su partido de gobierno. Esta instauración –imposición–del orden ha implicado también que civiles que simpatizan con el gobierno de turno se alcen en armas y, a la luz del día o en aparente –por no utilizar descarada– complicidad con la Policía, disparen en contra de los “vándalos”. Un ejemplo claro es la muerte de Lucas Villa, estu diante pereirano, o las imágenes bastante explí citas, donde aparece Andrés Escobar, a quien no se judicializó, sino se justificó en medios del establecimiento.

En tercer lugar, con este panorama, vale la pena hablar de populismo, en la medida en que, de nuevo, la derecha colombiana comparte esa visión de que únicamente lo populista es aquello que guarda una relación estrecha con la “izquierda”. A modo de ilustración, Marta Lucía Ramírez, actual vicepresidenta y canciller de Colombia, ha afirmado que hay que alejar al país del riesgo del populismo. No obstante, ¿qué es verdaderamente el WW ? Para Laclau (1986) este «consiste en la presentación de las interpelaciones popular-democráticas como

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figura 1. El cuerpo y la ciudad como lienzo en el Paro Nacional 2021 1 Fuente: Elaboración propia con base en las fotografías del autor, las cuales también están publicadas en las cuentas de Twitter @France24_es, @PrimeraLineaCol, @claurrt y @cerosetenta. 1 La figura muestra algunas de las expresiones artístico-políticas que han tenido lugar en el marco del Paro Nacional 2021.
LOS ESTUDIOS CULTURALES COMO LENTE PARA LEER EL PARO NACIONAL 2021

conjunto sintético-antagónico respecto a la ideología dominante» (p. 201). En este orden de ideas, es necesario analizar el Paro Nacional 2021. Es cierto que las voces de los marchantes (re)presentan interpelaciones popular-democrá ticas contra el gobierno de turno en tanto ideo logía dominante; sin embargo, a pesar de los intentos del Centro Democrático, muchos lide rados por la senadora María Fernanda Cabal, en los cuales ha culpabilizado, responsabilizado y puesto en riesgo al senador Gustavo Petro o al expresidente Juan Manuel Santos tildándolos como “jefes” de la protesta, los mismos mani festantes han desmentido estas versiones. Entonces, podría afirmarse que, al menos en lo inmediato –sin perder de vista que Colombia también se encuentra en periodo preelectoral–, no hay una fracción específica que se disputa la hegemonía con el apoyo de las masas. En todo caso, no hay que obviar que la movilización tiene intereses políticos. Ciertamente, ha habido opor tunistas que pretenden pasar como suyas las victorias de los marchantes; aun así, más allá de esos intereses, la movilización es intrínseca mente política porque lo cotidiano es político, porque la protesta social es un derecho y porque, a su vez, cada marcha, cada lucha, dan cuenta de la agencia y del devenir de los individuos en sujetos políticos.

En cuarto lugar y guardando la misma línea, resulta importante examinar la movilización: su apuesta por la relación arte-política, sus partici pantes, junto con sus acciones, y su representa ción. En lo que concierne al vínculo arte-política, los marchantes han recurrido a diversas expre siones artísticas que, de igual forma, deben

considerarse expresiones políticas. Estas se han extendido más allá de las arengas y de las inter venciones musicales, al punto de que, como se muestra en la Figura 1, están tomando como lienzo los cuerpos y la ciudad.

Dichas prácticas pueden compararse, con mucha prudencia, al movimiento artístico de la Escena de Avanzada en Chile, donde «[…] la elec ción del cuerpo y de la ciudad como materiales artísticos desobedientes pretendió asignarles un valor de automodelaje crítico a zonas de la coti dianidad social que la dictadura había querido convertir en escenarios de autocensura y micro represión» (Richard, 2007, p. 21). A la luz de esta perspectiva, en el caso colombiano, parece estar la misma intención: combatir ideas represivas y censuradoras que se sustentan en el argumento de que la propiedad privada no puede resultar afectada en contraposición a las vidas de los marchantes. Por eso, en su cuenta de Twitter, @claurrt (2021) afirma que su proyecto (foto grafía ubicada en el centro inferior del collage de la Figura 1) es un “homenaje a las víctimas de la violencia contra la protesta social, quienes se vuelven invisibles ante un vidrio roto o una pared rayada”. Para mencionar solo un caso de esta invisibilización, podría traerse a colación la poca atención o preocupación brindadas a las personas que, por el actuar del ESMAD fuera de los principios de legalidad, proporcionalidad y absoluta necesidad, han perdido uno de sus ojos.

En quinto lugar, tal como se anticipó, es menester revisar quiénes participan en la movilización. Es bien sabido que ha habido campesinos, transportadores, personas con discapacidad, feministas, estudiantes, docentes,

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sindicalistas; no obstante, es digno de señalar que, en su gran mayoría, las marchas han sido lideradas por los jóvenes –algunos no estu diantes– y por las comunidades indígenas que han tenido un rol activo y crítico. A estos dos últimos grupos, se les ha cuestionado por su falta de experiencia o por “entrometerse” en asuntos que, según algunos, no parecen suyos. Independientemente de cuál sea el caso, el clamor es el mismo: inclusión, igualdad, justicia y paz. Sin embargo, ¿por qué no son escuchados? ¿por qué se incumplen los acuerdos? ¿por qué se deslegitima su pliego de peticiones? Así como se caracterizó a quiénes participan en el Paro Nacional 2021, habrá que caracterizar lo polí tico, qué y quiénes pueden formar parte de esta conceptualización. Espinosa (2020) defiende lo político «[…] como una forma de comprometerse con historias y experiencias políticas complejas y enmarañadas de democratización» (p. 6).

Ahora bien, la lectura de Espinosa (2020) no parece corresponder con la que tiene y defiende el gobierno de turno colombiano. Una clara muestra es lo ocurrido el 9 de junio en Bogotá con el pueblo Misak, que tenía la intención de derribar la estatua de Cristóbal Colón en un llamado a repensar la historia de y en Colombia (El País, 2021). Aquí, las autoridades distritales ven como medidas de diálogo impedir el derecho a la libre circulación a los indígenas, así como recu rrir a la fuerza disponible de la Policía, con el fin de defender a los “héroes” de la historia, crimi nales de guerra y genocidas que se tomaron terri torios y exterminaron pueblos. Esto responde a que, desde una visión moderna de la política, actos –o intentos– como el del pueblo Misak, no

tienen cabida; la invitación que hizo la alcaldesa Claudia López (2021), desde su cuenta de Twitter, fue a un “debate pacífico y democrático sobre la transformación cultural y de símbolos de nuestra historia”. A riesgo de caer en especulaciones ¿por qué Claudia López encamina la discusión hacia lo cultural? ¿Será que, desde su visión occidental, la ontología indígena solo puede traducirse en cultura y no en política? Claramente, la política moderna aún debe expandir sus límites.

En sexto y último lugar, es indispensable reflexionar sobre quiénes representan a los manifestantes. En cuanto a las mesas de diálogo que ha adelantado el Gobierno colombiano, se ha afirmado que hubo participación de estu diantes –cuarenta, seleccionados “cuidadosa mente”, estratégicamente–, de algunos políticos y del Comité Nacional de Paro. Ahora bien, ¿estas voces representan realmente a quienes están en las calles? Algunos de los marchantes han dicho abiertamente que no, incluso se han declarado como autorrepresentados y, en sus colectivos o barrios, se organizan para las movilizaciones. Tal como se dijo más arriba, no se trata de una única figura política y, aunque suene paradó jico, tampoco de poner el liderazgo en manos del Comité Nacional de Paro. Esto último tiene razón de ser porque, si vemos con detenimiento quiénes conforman dicho comité, podríamos formular algunas preguntas, ¿cuántos son jóvenes? ¿Cuántos son indígenas? ¿Cuántos son negros? ¿Cuántas son mujeres? A este respecto, Stengers, citada por De la Cadena (2009), diría que «la arena política está poblada de sombras de aquello que no tiene una voz política, que no la puede tener o no quiere tenerla» (p. 139).

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Entonces, sobre esta base y para acercarse a una “solución” que incluyan la diversidad de las marchas, lo político, en palabras de Espinosa (2020), debe mantenerse como un horizonte completo, donde no se pretenda la homoge neidad ni el consenso, tampoco un “plural sincrético” que dé paso a soluciones “efectivas” desconociendo las luchas y discursos de las sombras que sostienen el movimiento.

Finalmente, después de estas líneas y a la fecha, el Paro Nacional 2021 ha sido firme, vendrán nuevas disputas, nuevos diálogos, nuevas exclusiones, nuevas pérdidas, nuevos triunfos, todos y cada uno susceptibles de ser leídos y analizados. De ahí, nacen dos incerti dumbres, dos inquietudes: cómo hacerlo y qué buscar. Derrida (1995) hace una invitación en respuesta a la primera cuestión:

Creo que, en nombre de la crítica emancipa dora, debemos hacer todo lo posible para no volvernos intelectuales de Estado, intelectuales orgánicos o funcionarios, ni tampoco “agentes culturales”. Pero de hecho participamos inevi tablemente en todo lo que rechazamos: no se trata de negar esa condición, sino de realizar un trabajo que incomode o perturbe el orden dominante de la cultura (párr. 19).

En otros términos, el profesional en Estudios Culturales no puede quedarse en lo obvio, en las interpretaciones ligeras, debe visibilizar y hacer mover el establecimiento. Por consiguiente, debe centrarse en la búsqueda de lo que hay y de sus relaciones. Esto podrá lograrlo gracias a la apertura y experimentación con lo afectivo, porque como diría Besley-Murray, citado por Moraña (2012): «Analizar los aparatos de captura

que confinan el afecto y las líneas de fuga que los atraviesan, a lo largo de los cuales el afecto huye, permite una redescripción de las luchas sociales y de los procesos históricos» (p. 326). Así, el afecto se presenta como la oportunidad de (re)(d)escribir las formas de movilización de jóvenes y comunidades indígenas, hoy excluidos de la política.

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referencias

070 [@cerosetenta]. (2 de junio de 2021). Fotografía del monument a los Héroes por Arturo Salazar [fotografía] [tuit]. Twitter. https://twitter. com/cerosetenta/status/1400208802562166790?s=20” \h

Andrés Felipe Arcos [@AndresFelipe]. (10 de mayo de 2021). Adherencia al discurso de los buenos versus los vándalos [video] [tuit]. Twitter. https:// twitter.com/AndresFelipe/status/1391828243347656708?s=20

Aparicio, J. R. (2021). Subjectivities and the right-wing in Latin America: mapping out what’s out there. Cultural Studies, 35. doi: 10.1080/09502386.2021.1902543

Artclau [@Claurrt)]. (2 de junio de 2021). Proyecto artístico: ¿Valen más las fachadas que las vidas? [fotografía] [tuit]. Twitter. https://twitter.com/claurrt/status/1400232076696240130?s=20

Claudia López [@ClaudiaLopez]. (9 de junio de 2021). Comunicado al pueblo Misak [tuit]. Twitter. https://twitter.com/ClaudiaLopez/status/1402612555462365185?s=20

De la Cadena, M. (2009). Política indígena: un análisis más allá de la “política”. Red de Antropologías del Mundo (4), 139-171.

Derrida, J. (1995). Una filosofía deconstructiva. https://bit.ly/3qwl7Od

El País. (2021, 9 de junio). Indígenas Misak intentaron derribar estatua de Cristóbal Colón en Bogotá. El País. https://bit.ly/31Vr7Ge

Espinosa, M. (2020). Missing the political: A southern critique of political ontology. Anthropological Theory 0(0), 1-26. doi: 10.1177/1463499620974797.

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Laclau, E. (1986). Hacia una teoría del populismo. En Política e ideología en la teoría marxista: capitalismo, fascismo, populismo (pp. 165-233). Siglo XXI Editores.

Moraña, M. (2012). Postscríptum: el afecto en la caja de herramientas. En M. Moraña e I. Sánchez (Eds.). El lenguaje de las emociones. Afecto y cultura en América Latina (pp. 313-337). Universidad de los Andes.

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LOS ESTUDIOS CULTURALES COMO LENTE PARA LEER EL PARO NACIONAL 2021

NoticiasUnoColombia. (21 de mayo de 2017). Uribe se negó a aceptar que los falsos positivos hicieron parte de la seguridad democrática [Archivo de Video]. YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=9cWqWsQDhIg

Revista Primera Línea Colombia [@PrimeraLineacol]. (29 de mayo de 2021). Muestra artístico-política en el Centro de Bogotá [fotografía] [tuit]. Twitter. https://twitter.com/PrimeraLineacol/status/1398817264787509260?s=20

Revista Semana. (10 de junio de 2021). ¿Qué significa ser “gente de bien”? Revista Semana. https://bit.ly/3CeuwMG

Richard, N. (2007). Lo crítico y lo político en el arte. En Las fracturas de la memoria. Arte y pensamiento crítico (pp. 13-53). Siglo Veintiuno Editores.

Temblores ONG, Programa de Acción por la Igualdad y la Inclusión Social e Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz. (2021). Informe de Temblores ONG, Indepaz y País a la CIDH sobre la violación sistemática de la Convención Americana y los alcances jurisprudenciales de la Corte IDH con respecto al uso de la fuerza pública contra la sociedad civil en Colombia, en el marco de las protestas acontecidas entre el 28 de abril y el 31 de mayo de 2021. https://bit.ly/3DdgtYW

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Los héroes de los marginados , 2021, Rivera-Huila, Bogotá. andrés mejía

PESADILLA

Soñé que nacía iguana marina. Lo primero que vi tras romper el cascarón fue a otra cría trenzada por serpientes corredoras. Cientos de ellas se apostaban a lo largo del camino que conducía a la costa y que las iguanitas teníamos que atravesar para encontrar el amparo de los adultos, los cuales, abúlicos, sesteaban sobre las rocas. Corrí tanto como pude, pero las sierpes eran terriblemente veloces. Cuando desperté, todavía estaban allí y me apaleaban con sus bolillos.

Cali. Junio, 2021

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Diego Corredor Castillo antropología universidad nacional de colombia dcorredorc@unal.edu.co

PARA LA POSTERIDAD DESDE LA ACTUALIDAD

El paro avanza y no para, se moviliza y no descansa. Así llevamos meses en esta situación y día tras día, algo nuevo sucede. Noticias de un Gobierno, corrupto hasta los pies, no engañan más al pueblo que los quiere ver caer. Son los mismos de siempre, pero son nuevos esta vez, víctimas de los vicios, del dinero y su desfachatez. Víctimas de sí mismos, son victimarios y juez, quieren dictadura para quedarse en el poder. Colonizan al estado, monopolizan instituciones, se creen dueños del saber. Secretismo es su lema, torcidos negocios son, sin embargo, el país unido no cree en sus mentiras hoy.

Las regiones se comunican al calor humanitario, se reúnen con debate y en asambleas proponen. Hoy la nueva lucha, segunda independencia, recordemos a Policarpa, Garzón, Galán y Gaitán, también a Dylan Cruz Lucas Villa y Dubán y 80 y más acompañan aguantar. Todo Cauca y Medellín, Bucaramanga hasta Pasto, el eje Cafetero, la costa y los llanos, la Amazonía y San Andrés, desde la Loma hasta el Valle, del portal al parque, desde Buenaventura al Puerto Resistencia con resiliencia. Somos Pueblo diverso entre climas, paisajes y dialectos, colores, orígenes y esfuerzos, Minga, obreros y labriegos. Alcemos nuestra voz buscando futuro mejor, sin olvidar el pasado estamos presentes hoy.

Neil López Bernal

diseño industrial universidad nacional de colombia nflopezb@unal.edu.co

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El futuro será incluyente o no será , 2021, Bogotá. jonathan steven villarraga romero

LO ONÍRICO

Anoche soñé que tenía la boca llena de tierra y escupía y escupía, pero no lograba sacarme toda la tierra de la boca. Me desperté desesperada y mi mamá estaba a mi lado con los ojos empapados diciéndome que por favor no saliera marchar.

Ella había soñado que mientras me abrazaba, apretando fuerte, notaba que, de sus manos que temblaban, se posaban moscas que salían de mí, de mi estómago y de mi boca. En estos días no duerme nadie, el ruido y el silencio atraviesan el país, los muertos y los vivos se cuelan en el aire, es el aire que se respira e invade cada palabra, conversación, mirada, pensamiento y afecto en Colombia. En estos días no vive nadie fuera de los gritos, las noti cias, los cuerpos heridos o sin vida que yacen a lo largo del país. Estos días terribles asesinos del mundo.

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Sören Daniela Molano Cajamarca antropología universidad de los andes dcorredorc@unal.edu.co

HOY SENTÍ QUE

TODO ERA POSIBLE

Hoy salí a las calles y en las multipli cidades de rostros de los manifes tantes sentí que todo era posible. Sentí posible el amor en estos tiempos tan convulsos, hostiles y de amnesia obligatoria. Sentí que era posible la esperanza y la rabia, ambas tan mágicamente transformadoras. Sentí la euforia de muchos, la reunión que fue convocada a partir del dolor, pero, sobre todo, la resiliencia al salir a cantar, a gritar, a correr, a danzar, a escuchar, a marchar. Hoy, mientras todos pasábamos por el espacio público en medio de saltos, sentí que el suelo palpitaba, y vi cómo todos palpitábamos al unísono; la tierra impulsaba nuestros pasos, que a su vez serán impulsados por la voz de las arengas. Este “somos” tan plácidamente percep tible en las movilizaciones, donde todas y todos nos correspondemos, me hizo sentir en el pecho, en la mirada, en el corazón, en el cuerpo un estado de enamoramiento que se desbordó en el llanto y se manifestó en la piel que se estremecía acorde con la lluvia y la tenacidad de todo un

pueblo. Me gusta creer que el amor es posible, hoy sentí que todo era posible cuando salimos y vi los ojos de mi madre inundados en llanto. Sé que el amor es posible cuando Diego compró pan y nos entregó para los manifestantes. Sé que el amor es posible cuando veo la impaciencia de mi abuelo por cambiar el mundo. Sé que el amor es posible cuando comparto el alimento en la movilización con gente que no conozco, pero incidimos en el dolor y en la lucha. Sé que el amor es posible cuando se baila alrededor del fuego de una caneca que encendían. Sé que el amor es posible en la constante necesidad de reunirnos nuevamente como centro y cordón humanitario, allí se crea palabra, movimiento y encuentro. Sé que el amor es posible al ritualizar el vernos en las calles, más aún cuando se lleva la bandera, la cacerola o algún letrero, el saludo es mediado por la empatía y el lugar común que implica la resistencia.

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Sören Daniela Molano Cajamarca antropología universidad de los andes
dcorredorc@unal.edu.co
Don Raúl , 2021, Bogotá. neil fray lópez bernal

La revista La Múcura 10 se terminó de diseñar en las intalaciones del Cuerpo Voluntario de Tramado en la ciudad de Bogotá, Colombia en el mes de enero de 2022 mientras el conflicto armado se recrudece dejando como mayor víctima a la población civil que se resiste a perder sus derechos fundamentales.

Las familias tipográficas usadas fueron: Garamond Premier Pro Avenir Next Condensed ConduitITCStd

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