Prima Exagia nro. 1

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ISSN 2256-2117

CURSOS NIVELATORIOS DE LECTO-ESCRITURA 2009-2010

AUTORES LUZ DARY MORA LADY KATHERINE PARRADO KEVIN ANDRÉS RODRÍGUEZ LAURA BOHÓRQUEZ JOSÉ JULIÁN CARRASCO NAIRO ÁVILA HOLGER RICARDO MORENO NATALIA JIMÉNEZ DARÍO GIRAL DIEGO RODRÍGUEZ CAROLINA MARÍA LUQUE LINA REINA REINA

COORDINADORA GLORIA ESPERANZA MORA


U N I V E R SI DA D NAC IONA L DE COL OM BI A

PR I M A E X AGI A

Rector

Directora y Editora 2009-2010

Vicerrector de sede

Comité editorial

Moisés Wasserman Lerner Julio Esteban Colmenares Montañez

Gloria Esperanza Mora Monroy

Directora de Bienestar

Juan Carlos Molano Carrillo Hernán V. Puerto Gloria Esperanza Mora

Lucy Barrera Ortiz

Corrección de estilo

Universitario sede Bogotá

Coordinadora Programa Gestión de Proyectos

Elizabeth Moreno Domínguez Decano de la Facultad de Ciencias Humanas

Sergio Bolaños Cuéllar

Directora de Bienestar Universitario Facultad de Ciencias Humanas

María Elvia Domínguez Blanco

Juan Carlos Molano Carrillo Hernán V. Puerto Gloria Esperanza Mora Diseño y diagramación

Cristian León B. / PGP Impresión

Gracom Gráficas Comerciales ISSN 2256-2117

Dirección Académica sede Bogotá

Juan Manuel Tejeiro

C U R S O S N I V E L AT OR IO S DE L EC T O E S C R I T U R A SE DE B O G O TÁ Directora

Gloria Esperanza Mora Monroy Grupo de apoyo a los cursos

nivelatorios de lecto-escritura Coordinador

Juan Carlos Molano Carrillo Hernán V. Puerto Dafne Moncada Santamaría

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECC IÓN DE BIENEST AR DIRECCIÓN DE BIENEST AR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMI ENTO INTEGRA L PROGRA MA GESTIÓN DE PROYECTOS


PRIMA EXAGIA - 2009 -2010 Grupo de Apoyo a Cursos Nivelatorios Lecto Escritura



TABLA DE CONTENIDO ESTUDIANTES, DOCENTES Y EDUCACIÓN

La ansiedad: el primer problema que deben enfrentar los estudiantes en un examen De la in-vocación a la no-vocación: el docente invisible Un producto más en los centros comerciales

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ÉTICA, TECNOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

Los malos hijos Agroecología, producción sostenible Ventajas de desventajas de las fuentes hidroeléctricas ¿Por qué Colombia se encuentra atrasada en tecnología pecuaria con respecto a los países desarrollados?

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IDENTIDAD Y CULTURA

Identidades efímeras Formación de la identidad cultural colombiana Barimetría de la cultura

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OTRAS TEMÁTICAS

Comentario sobre la actual vigencia de la teoría de los afectos en escenarios en donde la expresión musical opera como producto de consumo masivo Los juegos del azar y el origen del cálculo de probabilidades La viuda El duente enamorado

P R E S E N TA C I Ó N

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PRESENTACIÓN

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esde el primer semestre de 2009, la Universidad Nacional de Colombia comenzó a implementar cursos nivelatorios de Lectoescritura para algunos estudiantes que requirieran un apoyo adicional en esta área. Esto teniendo en cuenta la indiscutible importancia que en el contexto contemporáneo tiene el desarrollo de las competencias en este campo, para el desempeño tanto académico como profesional. Uno de los principios que ha guiado la implementación de estos cursos es brindar espacios para que los estudiantes puedan compartir los escritos, producto de su trabajo, en espacios “reales” de socialización de modo que éstos no se queden como un simple ejercicio para presentar a sus profesores. En consonancia con ello, al final de cada semestre en la sede de Bogotá hemos realizado un evento denominado Encuentro de Estudiantes de Lecto-escritura, en el que se exponen públicamente los mejores trabajos de cada uno de los once grupos ofrecidos en ese período. Estos trabajos han sido seleccionados por los profesores de los grupos, y en algunos casos, incluso por los mismos grupos de estudiantes. P R E S E N TA C I Ó N

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Presentamos aquí un total de trece de los mejores textos que se han presentado en estos eventos durante el 2009 y 2010. Estos han sido sometidos a revisión por unos y otros profesores, y a una revisión y edición final por parte del Grupo de Apoyo a los Cursos Nivelatorios de Lecto-escritura para su publicación. Es posible que algunos buenos textos se nos hayan quedado sin incluir, pero por razones de espacio hemos debido hacer esta selección. Cada uno de los Encuentros, a excepción del primero, ha girado en torno a algunas temáticas contemporáneas, cuya selección se hizo por consenso entre los profesores, teniendo en cuenta, por lo menos en parte, las motivaciones y características de los grupos de estudiantes. En la mayoría de los casos se trata de ensayos que han elaborado los estudiantes desde la perspectiva de las carreras a las cuales se están acercando, pues en la mayoría de los casos se trata de estudiantes de primer semestre. Hemos agrupado estos escritos en cuatro grandes temáticas, a saber: 1) Estudiantes, docentes y educación; 2) Ética, tecnología y medio ambiente; 3) Identidad y cultura; y 4) Otras temáticas. En la primera sección, Estudiantes, docentes y educación, se presentan tres ensayos, el primero de los cuales plantea algunos aportes desde la psicología ante una situación más bien común entre muchos estudiantes: la tensión ante la presentación de exámenes. El segundo ensayo aborda la temática de la educación desde el punto de vista del papel del educador 8

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y la formación de educadores en la sociedad contemporánea, caracterizada por las contradicciones. El tercer ensayo muestra algunas oposiciones entre la educación pública y privada en tiempos de neoliberalismo y globalización. En la sección Ética, tecnología y medio ambiente, cuatro escritos reflejan otra de las preocupaciones que hemos percibido en nuestros estudiantes: el cuidado del planeta y de los recursos naturales. El primero de ellos, plantea tal preocupación desde el campo de la biología, mientras que otros dos lo hacen desde la perspectiva de la agronomía y de la ingeniería, uno para defender la alternativa agroecológica y otro para examinar las ventajas y desventajas de las hidroeléctricas. El último texto explora las causas de lo que el estudiante llama el atraso en la tecnología pecuaria de Colombia. En el apartado Identidad y cultura se estudia este tema en conexión con el contexto de la globalización, el capitalismo y el consumo. Se presentaron tres ensayos. El primero examina el papel que las redes sociales y el consumismo están ejerciendo sobre las identidades. El segundo rastrea la construcción de la identidad nacional colombiana desde una perspectiva histórica. El último indaga también sobre la construcción de identidad en relación con el contexto de la modernidad y con conceptos como homogeneidad y diversidad. Finalmente, la última sección, Otras temáticas, presenta dos ensayos


y dos narraciones. Los dos primeros son de estudiantes que tomaron este curso en el primer semestre de 2009, cuando cada estudiante tuvo la opción de escribir sobre un tema libre, hecho que tiene en cuenta los intereses particulares de los estudiantes, pero que genera dificultades en la revisión por parte de los profesores dadas las limitaciones en el manejo de temáticas diversas. El primero de estos ensayos trata sobre la influencia de la música en la cognición humana y en las emociones, y el segundo, sobre la historia del cálculo de probabilidades. Los dos textos de carácter narrativo fueron producidos por una estudiante del programa PAES (Programa de Admisión Especial), específicamente de la modalidad Municipios Pobres. Si bien el énfasis en estos cursos ha estado orientado hacia el texto de carácter académico argumentativo, desde el segundo semestre de 2009 uno de los grupos ha estado orientado a trabajar con estudiantes de este programa, quienes vienen de diferentes regiones del país y con quienes el trabajo ha incluido la posibilidad de explorar otros géneros discursivos que permitan poner en evidencia sus saberes culturales. Aclaramos que las ideas expresadas en cada uno de estos textos son

responsabilidad de sus autores. Esperamos que esta selección de textos contribuya a mostrar la pertinencia de estos cursos en la Universidad, incluso no solamente para aquellos estudiantes que deben recibirlos, sino también para aquellos que han ido como asistentes a los mismos y para quienes quisieran tomarlos como cursos electivos. Agradecemos la colaboración en la selección y revisión de estos textos al grupo de asistentes docentes Silvana Pellegrino, Camilo Moncada, Juan Manuel Serrano, John Freddy Ramírez, Nelson Zorro y Sara Lucía Monroy, así como a los estudiantes de la carrera de Lingüística Juan Carlos Molano y Hernán V. Puerto. Estos estudiantes hacen parte del Grupo de Apoyo a los Cursos Nivelatorios de Lecto-escritura, el cual se ha consolidado en el segundo semestre de 2011 con el ánimo de apoyar los procesos escriturales de estudiantes que se inician en este campo, y así poner en práctica los conocimientos que se van adquiriendo a lo largo de la carrera. Agradecemos igualmente a la Dirección Académica de la Universidad y a la Dirección de Bienestar de la Facultad de Ciencias Humanas por su apoyo para que el proyecto de este grupo pueda rendir los frutos esperados.

GLORIA ESPERANZA MORA MONROY DEPARTAMENTO DE LINGÜÍS TIC A COORDINADOR A DE LOS CURSOS NIV EL ATORIOS DE LEC TO-ESCRITUR A gemoram@unal .edu.co

P R E S E N TA C I Ó N

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ESTUDIANTES, DOCENTES Y EDUCACIÓN



LA ANSIEDAD: EL PRIMER PROBLEMA QUE DEBEN ENFRENTAR LOS ESTUDIANTES EN UN EXAMEN LUZ DARY MORA MORA ldmoram@unal .edu.co C ARRER A: PSICOLOGÍA CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 01-09 PROFESOR: C AMILO MONC ADA MOR ALES

“Ningún gran inquisidor tiene a su disposición formas tan terribles como la ansiedad. Ningún

espía sabe cómo atacar más diestramente el hombre

del que sospecha, escogiendo su momento más débil, ni sabe como tender una trampa en la que se verá

atrapado, como sabe hacerlo la ansiedad. Ningún juez intuitivo sabe cómo interrogar y examinar al acusado como sabe hacerlo la ansiedad, que nunca le deja

escapar, ni por distracción ni por ruido, ni en el trabajo ni en el tiempo libre, ni de día ni de noche”.

Sören Kierkegaard, The Concept of Dream . (Citado por Goodwin, M.D. Donald, 1992)

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esde Hipócrates ya se tenía noticia de casos atípicos de manifestaciones fóbicas. Hoy, en el alba del siglo XXI, a la par de un desarrollo científico esperanzador, del crecimiento económico de las potencias, del establecimiento de los diversos regímenes políticos, de la fricción político-militar entre países beligerantes, de las condiciones de desplazamiento, hambre y desempleo, el hombre moderno se ve enfrentado a un panaroma complejo y poco alentador. En general, las sociedades individualistas focalizan su atención en la competividad y el éxito. La competividad inicia con los hermanos, se extiende en el colegio y alcanza su máximo despliegue en la vida profesional y comercial. En ámbitos sociales menos favorecidos, más que competencia sería mejor hablar de supervivencia por mantener lo poco que se tiene (por ejemplo, un empleo mal remunerado), o por alcanzar aquello que sólo parece darse en la agitación de un sueño intranquilo (por ejemplo un cupo en una universidad pública, una casa propia, el dinero para el desayuno del día siguiente, etc.). Una dinámica paradójica que raya en lo absurdo, pero que se convierte en el germen perfecto a partir del cual el estrés y la ansiedad toman dimensiones a una escala exponencial. “El estrés”1 parece ser uno de los males de moda de esta nueva era. “La 1 En términos generales, el estrés es experimentar sucesos que se perciben como amenazadores para el propio bienestar físico o psicológico. Estos sucesos se denominan estresores. (Smith, E.E, 2003, p 455).

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respuesta más habitual a un estresor es la ansiedad” (p.457). Ejemplos, muchos, entre los que vale la pena destacar la vida en la academia y particularmente los exámenes escritos. ¿Quién no ha experimentado alguna vez en una noche previa a dicho reto una zozobra inexplicable y tal vez el loco deseo por tener ya en las manos al culpable de interminables horas de estudio, al bombardero de mil preguntas que exige mil y un respuestas? La literatura sobre métodos de estudio ha reconocido algunos síntomas comunes en los estudiantes ante la idea de enfrentar un examen: temblores, taquicardias, problemas gastrointestinales, sudoración, pérdida del apetito, incremento en el consumo de cigarrillos, aumento de la fatiga, dificultades para concentrarse y conciliar el sueño. Sin embargo, puede que la situación no pare ahí, ya que llegada la hora cero, el estudiante puede encontrarse con su mente en blanco ante la inteligible primer pregunta; al persistir en hallar solución a ésta haciendo un esfuerzo por recordar, aumenta su pánico sin conseguir resultados positivos; el enfado y la desesperación no se hacen esperar ante el vaticinio de un fracaso sin un aparente fundamento. Tras haber pasado algún tiempo de finalizado el examen y haber recuperado gradualmente la calma, comprueba que a su conciencia vienen todas y cada una de las respuestas que le hubieran puesto en capacidad de realizar un buen trabajo. La pregunta obligada en este momento es: ¿En qué parte del camino perdió el control?, ¿podría


decirse que fue el resultado del estrés de la situación? o ¿acaso fue la ansiedad?, ¿hubiera podido hacer algo? Otro tipo de situación no menos curiosa son las citas amorosas; ¿por qué la idea de ver al ser amado puede producir cambios fisiológicos como: taquicardia, respiración entrecortada, distorsión en el tono de voz, temblor en el cuerpo, etc., si el susodicho no tiene nada de “extraterrestre”, fantasmagórico o demoniaco, ni representa una amenaza? Entonces, ¿cuál es el problema?, ¿dónde se podría encontrar la génesis de estas y otras tantas situaciones?, ¿son la ansiedad y el estrés el resultado de una actividad visceral?, ¿existen determinantes psicológicos y cognitivos en este proceso? Los costos físicos, emocionales, laborales y sociales que hay que pagar por causa de la ansiedad deterioran la calidad de vida del individuo. De ahí que sea relevante echar un vistazo sobre el problema y, tal vez, tratar de vislumbrar una posible solución. El descubrimiento de la ansiedad se atribuye a Sören Kierkegaard padre del existencialismo, quien tenía una concepción muy similar a la ya expuesta. No obstante, el dogma del existencialismo radica en que “es la libertad de elegir, no el mundo sin Dios, la que produce miedo y ansiedad. […]” La gente común tiende a rehuir la toma de decisiones. Cuando se les confronta a decisiones difíciles dicen: “es imposible no hay nada que hacer” (Goodwin, 1992, p. 9). Parece un tanto paradójico el hecho de que la libertad sea fuente de ansiedad. Si

transponemos esta afirmación a un hecho conocido por todos, un ejemplo es la segunda Guerra Mundial y particularmente aquella situación en que aquel personaje X recibió la orden de liberar la bomba atómica sobre Hiroshima; “una decisión que no se toma todos los días”. En este caso, él tomó la decisión de obedecer. ¿Qué tipo de valoración pudo haber hecho en aquél instante, alcanzó a dimensionar la magnitud de la tragedia, imaginó por un instante las n vidas que perecerían bajo su acción, visualizó en un futuro las huellas que le alcanzarían? Ahora parece un poco más claro por qué la toma de una decisión genera ansiedad. Según se observa, una decisión por simple que parezca desencadena una serie de consecuencias y sucesos que toman cuerpo en un nuevo hecho. A veces no basta con decir: soy de izquierda o de derecha; optar por el celibato o por un sí hasta que la muerte nos separe; intervenir quirúrgicamente un paciente que se encuentra más allá que acá o juzgar con todo el rigor de la ley a un “representante de Dios en la Tierra” por la violación de un niño. La toma de una decisión no es unívoca o dialéctica; parafraseando un poco los términos de Michel Serres y su modelo en red de la comunicación se podría llegar a aplicar estas nociones del sentido Kierkegiano (si es que eso existe), haciendo uso del carácter plurívoco de la situación; el servir de origen y centro de cruce de n cantidad de contextos entretejidos los unos con los otros en una telaraña de nunca acabar. El punto es que tomada o no

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la decisión, algún trozo del universo se verá afectado. Sin embargo, aunque cause cierta desestabilidad emocional, es más sano decidir por sí mismo que atenerse o permitir que otros lo hagan subyugándose finalmente a las consecuencias de su razón. En la frase la mujer sufre de ansiedad cuando está en la calle y tiene miedo de que un indigente le haga daño, se ve que las palabras ansiedad y miedo suelen usarse indiscriminadamente en el diario vivir sin que haya una diferencia radical entre los dos. De ahí que haya que remontarse en la historia y escudriñar entre las concepciones etiológicas de ambos términos. En la etiología de la ansiedad se suele hacer una distinción entre ésta y lo que se podría considerar como miedo. La primera es catalogada como una emoción que surge ante un peligro que no puede ser identificado, no hay una causa real que justifique el malestar percibido. Por tanto se convierte en algo indeseable e inútil evolutivamente hablando; caso contrario se da en el miedo en el cual se valora la intensidad en una relación directamente proporcional al grado de la amenaza. En este caso se pueden presentar tres posibles situaciones: 1) Huir, si la amenaza es inminente y la adecuación fisiológica que proporciona el sistema autónomo garantiza la acción. 2) Pelear, si el peligro es inferior y las condiciones del momento se prestan para afrontarlo. 3) Parálisis. Nótese la importancia de las reacciones fisiológicas del organismo ante un estresor. Aunque incómo16

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das, dichas manifestaciones preparan al individuo de manera física, mental y conductual automatizando su hipervigilancia de manera que la atención se centre en la amenaza. El maestro director de estos cambios es el hipotálamo, estructura di-encefálica involucrada en la mayoría de las actividades neurológicas. Por ahora, dos funciones especiales hay que resaltar: 1) “activación de la rama simpática del sistema autónomo” (Smith, 2003, p. 464) que en acción combinada con las hormonas noradrenalina y adrenalina liberadas en este proceso, permiten la adecuación de músculos y órganos ante el caso de exaltación. 2) La estimulación del sistema adreno-cortical que facilita la liberación de la hormona adrenocorticotrópica (ACTH) y la consecuente liberación del cortisol, el principal indicador de los niveles de estrés. En el descubrimiento de estas evidencias tuvo lugar la teoría de James-Lange. William James propuso que las reacciones fisiológicas antecedían a las emociones y que la actividad excitatoria del sistema autónomo podía ser tomada como un patrón de diferenciación. Esta teoría fue blanco de acérrimas críticas como las planteadas por Walter Canon, quien manifestaba “que el patrón de activación autónomo no parece divergir mucho de un estado a otro. Por ejemplo, el enfado acelera el corazón, al igual la visión del ser amado” (Smith, 2003, p. 372). Sin embargo, también hubo investigaciones que apoyaron a James, en cuyos resultados se reconocía que


el ritmo cardíaco era mayor ante las emociones negativas (miedo, ira, tristeza) y que estas podían diferenciarse entre sí porque el enfado presentaba niveles más elevados de temperatura que el miedo y la tristeza. Así, aunque el enfado y la visión del ser amado provoquen la aceleración del corazón, sólo en el enfado se tendrá un grado de excitación mayor. Otros argumentos a favor se encontraron con las investigaciones de Hohman con personas parapléjicas. Este investigador (citado por Carlson, 1999, p. 411), descubrió que las personas con lesión en la médula espinal experimentaban emociones con mayor o menor intensidad, lo cual dependía de lo cerca que estuviera la lesión al encéfalo, en cuyo caso generaba una sensibilidad menor, esto debido a que dicha lesión producía una irradiación más extensa sobre el cuerpo. Un sujeto con parálisis de la cintura hacia abajo podía experimentar en mayor medida sentimientos como ira y miedo, pero en un grado menor al de un sujeto normal. Finalmente, “Hans Selye describió los cambios fisiológicos explicados como parte de un Síndrome de adaptación general, una serie de respuestas que desencadenaban todos los organismos en respuesta al estrés.” (Smith, 2003, p. 464). Selye subdivide este proceso en tres etapas: alarma, resistencia y agotamiento. Este último es el que en realidad preocupa. Cuando el organismo no puede luchar y tampoco huir del estresor, el agotamiento de los recursos fisiológicos puede generar en el sujeto las llamadas enfermedades

de adaptación. “La ansiedad y el estrés crónicos generalmente contribuyen a varios problemas de salud entre los que se encuentran: alteraciones en el ritmo cardiaco, hipertensión arterial, síndrome de intestino irritable, asma, úlceras, molestias estomacales, flujo gastroesofágico, temblor, dolor de espalda o espasmos musculares y crónicos, dolores de cabeza por tensión y debilitamiento del sistema inmunológico” (Elliot y Smith, 2004, p. 49), una buena explicación de por qué se contraen con mayor facilidad resfriados en épocas de tensión. Además de esto, se tiene que el estrés y la ansiedad extienden sus efectos sobre los procesos cognitivos. El hecho de enfrentarse a estresores graves tiene una notable incidencia sobre la concentración y el pensamiento lógico, la distracción es más recurrente y en consecuencia el desempeño en tareas complejas es improductivo. En este punto, vale la pena volver sobre nuestro problema inicial, es decir, sobre los estudiantes que a menudo han experimentado el llamado bloqueo mental y la posible explicación neurobiológica que se puede sumar a lo ya expuesto. Se sabe que la transmisión de la información se da a través de los impulsos nerviosos entre neuronas presinápticas y postsinápticas en un proceso conocido como sinapsis. Numerosos neurotransmisores, entre los que se encuentra la acetilcolina, actúan como mensajeros químicos que llevan la información de una neurona a otra. No obstante, cuando los niveles de ansiedad son muy altos

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inhiben la acción del neurotransmisor, impidiendo la recuperación de la información en la memoria a largo plazo. El estudiante, sin lugar a dudas, tiene la información almacenada, el problema es que no logra establecer las conexiones que le permitan acceder a ella. Por tanto, cuando la ansiedad baja, la información viene a la conciencia permitiendo el fácil acceso a la memoria a largo plazo y de ahí a la memoria de trabajo. Sin embargo, sería errado asumir que el grado de ansiedad es el mismo para todos los individuos y en todos los momentos, ya que existen ciertos factores que inciden en el control y descenso o en el aumento de tales niveles. De acuerdo con lo que plantea Salas (2005, p. 250): 1) Hay sujetos más o menos influenciables, están los que pierden los estribos ante una situación tensa e inmanejable para ellos y los que logran mantener la calma y evitan convertirse en parte del problema. 2) De acuerdo con el grado de importancia, ya sean estos exámenes parciales o finales, máxime cuando se han tenido anteriormente malos resultados y la idea del fracaso toma fuerza, uniéndose a la necesidad de aprobar el curso como boleto de avance hacia un siguiente nivel. 3) El medio ambiente, por factores como el ruido o el calor; la presión del tiempo, la comprensión inadecuada de las instrucciones de quien está evaluando, etc. Retomando el factor 1, cabría preguntarse el porqué de esa subdivisión implícita que hace que algunas personas ante un mínimo estresor lo 18

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adopten como un desafío a sus capacidades y como un reto que busca en últimas fortalecer su auto-concepto. Para llegar a una posible respuesta hay que poner en claro otras características especiales dadas tanto en situaciones de estrés como de ansiedad: a) Controlabilidad, es decir, el grado en que un suceso puede ser evitado o provocado. Dentro de los que se escapan al control altamente significativo para el individuo se podrían mencionar la muerte de un ser querido o sufrir un accidente. Lo que genera tensión en situaciones más cotidianas es la ausencia de percepción del control. La distinción clave aquí es que el fenómeno de la ansiedad se da antes de enfrentar el hecho o la tarea como tal, mientras que el estrés se da durante la ejecución de ésta, en nuestro caso, en el desarrollo del examen; “creer que es posible controlar los sucesos reduce el impacto de los mismos aunque no se ejerza el control en ningún momento” (Smith, 2003, p. 457); b) Resistencia, capacidad de los que pertenecen el grupo selecto de personas “que no [se] ven afectadas ni física ni emocionalmente, ni siquiera frente a los sucesos más estresantes” (Smith, 2003, p. 473). Son sujetos privilegiados, tal vez, pero el núcleo del asunto es que han logrado forjar una personalidad ante una situación de tensión, basada en el compromiso activo del hecho, el control del mismo y la disposición de enfrentarse a desafíos. Nada más agradable que asumir cada minuto de la vida como un reto en donde es más lo que se gana que lo que se pierde.


Los elementos ya descritos, permiten tomar partido diferente al que postula que las emociones y particularmente la ansiedad obedecen única y exclusivamente a la actividad excitatoria del sistema autónomo. La base que se tomará de aquí en adelante será la valoración cognitiva, vista como una relación persona-ambiente, es decir, una interacción entre el sujeto y las circunstancias que acaecen a su alrededor. Sólo cuando estas toman relevancia para sus objetivos o bienestar se produce una interpretación objetiva de las mismas, determinando el tipo y la intensidad de la emoción que se ha de experimentar, cual si fuera una decisión consciente de hasta dónde se está dispuesto a permitir que la emoción domine el modo de proceder ante una situación. De esta manera se podría entender por qué la noción de desafío se enmarca dentro de la valoración cognitiva, dado el necesario replanteamiento, complemento y construcción de nuevos esquemas o estrategias que permitan estar a la altura de los cambios, tomándolos como sucesos normales que en ningún momento tienen por qué tender a la amenaza de lo que se es y de lo que se tiene, sino como una oportunidad de tomar más abiertamente la vida, comprendiendo que la mayor parte de las veces la complejidad de las cosas la otorga cada quien y hace que ésta sea controlable y provechosa o sea vista simplemente como un catalizador de conflictos que sólo arroja un desgaste integral. Cabe aclarar que no se trata de caer en un positivismo sin funda-

mento o en las recetas sobre superación personal. De hecho, existen numerosas investigaciones que apoyan la noción de que las personas optimistas, lo mismo que las resistentes al estrés están en mayor capacidad de reconocer los beneficios que traen consigo los cambios adversos y/o traumáticos, enfocándolos a un crecimiento integral. Dentro de las teorías psicológicas focalizadas en esta vertiente encontramos al psicólogo Mihaly Csikszentmihalyi y su renombrada teoría de flujo, ampliamente descrito en su libro Fluir (Flow), Una psicología de la felicidad. Ésta nos podría permitir tomar los argumentos necesarios que sustenten la posibilidad de encontrar un antídoto contra el estrés. La interpretación de la felicidad para Csikszentmihalyi toma también como base una valoración cognitiva del sujeto, una interpretación objetiva de las circunstancias, un proceso que no es ajeno ni externo a éste y que ocurre en relación al control que se puede ejercer en un momento determinado, lo cual garantiza en parte una mejor calidad de vida. La felicidad y mucho menos la experiencia óptima2, giran en torno a situaciones 2 Partiendo de la pregunta: ¿cómo se sienten las personas cuando disfrutan de sí mismos y por qué?, Csikszentmihalyi se dio cuenta que ellas dedicaban todo su tiempo a la realización de actividades que preferían, de ahí que surgiera su teoría de la experiencia óptima basada en el concepto de flujo, el estado en el cual las personas se encuentran tan involucradas en la actividad que nada más parece importarles; la experiencia por sí misma es tan placentera que las personas la realizarán incluso aunque tenga un gran coste, por el puro motivo de hacerla”. CSIKSZENTMIHALYI, Mihaly. (2000). Fluir (flow), Una psicología de la felicidad. Extraído el

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ideales, a estados de parsimonia y relajación, en un mundo color de rosa. Lo real e interesante del asunto radica en que los instantes más placenteros del hombre tienen lugar cuando la integridad del cuerpo y la mente han alcanzado su tope máximo en aras de conquistar un gran reto. Aquí, lo más factible es que el disfrute del logro no se dé de inmediato ya que la exigencia y el costo son considerables; no obstante, a largo plazo el fortalecimiento reflejado en las múltiples capacidades que se entrelazan, brindan una automatización precedida por el perfeccionamiento. A simples luces, parece una teoría salida de la nada que entrega el secreto de la felicidad, contenido en otro más denso y cuasi indescifrable. En defensa de estas dudas incisivas aparece la segunda parte de la teoría. Un elemento central del estado óptimo de experiencia es el orden de la conciencia, que funciona bajo dos condiciones: la primera es que la atención debe estar dirigida a metas alcanzables; la segunda es que las habilidades deben encajar como piezas de un rompecabezas con las oportunidades para actuar. Sólo de esta manera es que el individuo consigue estar absorto en sí mismo dirigiendo todas las herramientas con las que cuenta a la tarea a la que se está enfrentando. Por tanto, son los objetivos concretos y reales los que hacen que haya una disposición total y placentera del sujeto para alcanzarlos en un trabajo gradual y constante. De acuerdo con 20 de mayo de 2009 desde la fuente: http://www. scribd.com/doc/6689456/Fluir-Flow-Una-Psicologiade-La-Felicidad-Mihaly-Csikszentmihalyi

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Csikszentmihalyi no se puede pensar que exista una seguridad total, ya que siempre habrá sucesos que se escapen al control, pero si se logra encausar una concentración absoluta materializada en las habilidades necesarias que exijan la ejecución de la actividad, la situación debe salir a flote y la sumatoria de experiencias vestidas de pequeñas victorias deben conllevar a la conquista de aquella batalla que cada quien libra con su manera de interpretar el mundo. Esto reafirma el cómo una situación puede ser tensionante no tanto por lo compleja que ésta resulte, sino por un método errado y cerrado que conlleva a una percepción de inferioridad ante cosas superfluas. Reiterando lo ya dicho, no se trata de ser partidarios de una solución que converja en las teorías de superación y motivación comercial, entregando la salvación a los conflictos que ensombrecen al siglo XXI. No se debe perder de vista que es un proceso paulatino y constante que se fortalece dependiendo de la claridad de los objetivos que se quieran perseguir. Lo idóneo es que uno de ellos esté dirigido a cultivar el flujo de una conciencia continua que busque en la medida de lo posible la combinación integral entre sus condiciones externas y la homeostasis de su interior como principio básico para lograr una mejor calidad de vida.


Referencias CARLSON, Neil R. (1999). Fisiología de la conducta. Barcelona: Ariel. CSIKSZENTMIHALYI, Mihaly. (2000) Fluir (flow), Una psicología de la felicidad. España:

Kairós. En: http://www.scribd.com/doc/6689456/Fluir-Flow-Una-Psicologia-de-La-Felicidad-Mihaly-Csikszentmihalyi Extraído el 20 de mayo de 2009.

ELLIOTT, Charles H y SMITH, Laura L. (2004). Ansiedad para Dummies. Bogotá: Norma. GONZÁLEZ Villarreal Fidel. (1996). Estudiantes triunfadores. México: Limusa. GOODWIN, M.D. Donald W. ANSIEDAD Etiología y manifestaciones clínicas. Barcelona: Temis S.A.

SALAS PARILLA, Miguel. (2007). Cómo preparar exámenes con eficacia. Madrid: Alianza. SMITH, y otros. (2003). Introducción a la psicología. España: Thomson Editores. Pág.455.

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DE LA IN-VOCACIÓN A LA NO-VOCACIÓN: EL DOCENTE INVISIBLE L ADY K ATHERINE PARR ADO lkparradom@unal .edu.co CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 02-09 PROFESOR: C AMILO MONC ADA

“Necesitábamos un complejo conocimiento capaz de contestarnos a

nuestras propias dudas…necesitábamos un negociante de las letras y el saber… apareció para llevarnos a nuestro areté…”

“Necesitábamos un hombre que fundara a partir de los conceptos un futuro promisorio, necesitábamos un hombre con las expectativas del

mundo y del pueblo… aquellos hombres no serían nuestros gobernantes, claro que no… serían nuestros invisibles educadores.”

C

omo seres de progreso, nuestra historia ha sido llevada por el avance y el itinerante veloz de un futuro prometedor, pero ese avance y ese correr hacia un incierto de posibilidades nos delimita en un actuar ético que parece construirse en la perspectiva utilitarista. Vivimos de las justificaciones morales que nos llevan a pensar en una ética de las determinaciones, en una ética del individuo autónomo consciente de una individualidad pretenciosa y autoritaria. Entonces, el carácter individual del hombre parece confundirse entre uno y otro compromiso social, lo que se nos debe a todos se convierte en lo que se le debe a cada uno. La ética del común aparece difuminada en una ética de la “responsabilidad social”, responsabilidad que recae en la afirmación de una no-sociedad: la defensa de todos es la negación del colectivo y simultáneamente la lucha por los ESTUDIANTES, DOCENTES Y EDUC ACIÓN

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derechos particulares de unos pocos (Badiou, 2004, p. 129); este es nuestro sentido de comunidad, esta es nuestra ética de lo actual… ¿En dónde queda la construcción de la sociedad si cada cual parece militante de un propósito individual que no corresponde a un otro y que parece utilizarlo para obtener lo que aparentemente nos corresponde como individuos? ¿En dónde está lo que conviene a todos y se pierde por la miseria de la democracia? Resulta demasiado conmovedor que para una época como la nuestra el lienzo de la cultura tenga que verse manchado por las pinceladas de la mercantilización; nadie obliga a nadie a buscar un estilo de vida decente, cómodo y benéfico. Nadie obliga a los demás a vivir en las democratizaciones que abogan por una “igualdad dentro de la diferencia”. Sin embargo, parece que el contenido esencial de la vida humana fortalece lo intrascendente de las políticas económicas y del mercado, parece que la responsabilidad de los profesionales está sugerida hacia la maximización de las metas individuales. Para nuestro tiempo, la consecución de un proyecto de vida tiene como fin último el cumplimiento de los deseos individuales sin importar sus implicaciones en el bien común. Es en este tiempo donde lo moral se pone en juego: ¿Quién debe a quién? ¿Quién actúa como debe ser? Es más, ¿existe un actuar correcto? Las reglas éticas no existen, lo que parece reivindicar lo moral es la educación. Toda identidad generada en torno al mundo laboral o al ámbito político-económi24

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co se construye en una ambigüedad en tanto que se actúa para tener un status y con el único propósito de obtener dinero. El sistema económico no impide que esto suceda; quizá, de hecho, su valor social sea la acumulación de bienes. La educación cumple un papel fundamental en la construcción de un carácter social. Es ella la que permite que exista un punto de encuentro entre todos, pues se consolida en un intercambio simbólico de saberes. Cumple una función social y cultural que permite mediar entre aquellos que poseen el conocimiento y los que han de empaparse de él. Como proceso de culturización, la educación es un campo de juego en donde la negociación es importante pues existe una oferta y una demanda -es pura tarea de la cultura- la negociación más que un intercambio es una posibilidad de reformar lo que la sociedad necesita modificar. Desde el sentido comunitario es posibilidad de crecimiento y progreso, de experiencia formativa que transforma y afirma los sistemas éticos y con ellos un periodo histórico y social: la educación es pura revolución (Vásquez Rodríguez, 2005, p. 220). Siendo así, la educación cumple con un papel histórico, progresivo y cultural. Es una herramienta capaz de contestar a un sistema ético que debilita o confirma un espíritu social. Sin embargo la educación no se hace autónoma ni es independiente en su realización. Consigue extenderse y expresarse a través del educador. Como cualquier otra labor, la educación


necesita de un vocero que permita el conocimiento, que lo divulgue y lo perpetúe. La educación y su importancia no son efectivas si el educador no lo permite. La pregunta es: ¿cómo lo permite? Parece que el sentido de la educación y su importancia histórica nos detienen en la visión de insignificancia actual de una labor que ni en el sentido más utilitario sustrae de ella un quehacer sumamente necesario. Parece que el docente con el tiempo se ha profesionalizado y el carácter vocacional de su labor se queda en los libros sobre el carácter axiológico del pedagogo, y parece que lo necesario para considerar a un profesional educador como docente es su adaptación a las condiciones requeridas por el sistema educativo. Sabiendo lo que significa la educación y el carácter del docente para permitir que se dé ese intercambio simbólico de saberes, ¿qué estamos esperando de un educador y su labor? ¿Cuál es el sentido de una educación fundamentada en las exigencias del mercado laboral? ¿Podría dirigirse la labor del docente a cuestiones morales que prescindan de una motivación económica para su realización? Más allá de las querencias humanistas que puedan vislumbrarse de esta querella entre lo esencial y lo normativo, la motivación nace en el reconocimiento social de la educación como factor esencial para el desarrollo de una sociedad crítica, autónoma y responsable de su historia particular; quizá es importante cuestionar una profesión que ha perdido parte de su implicación social.

¿En dónde queda la valoración de la educación y de su papel social y reformador? Claramente esta no es la época de las totalidades ni de las éticas nicomaqueas, y tampoco es la época del compromiso griego que velaba por el areté y la integralidad del ser. Esta es nuestra época de la revolución indeterminada, de los discursos redentores, de los falsos lineamientos, del bien negativo. Esta es la época del perfil contaminado y la ética de las acciones… La época de lo inmediato… La época de lo invisible. Época en que la enseñanza ha sido violada en el determinismo y las conjunciones político-económicas. No estamos abogando por nada ni nadie, estamos declarando que lo justo se ha ido. Lo justo no se considera en términos de lo que se merece y lo que no se merece, sino en lo que es necesario e imprescindible, pues hasta lo merecido se nos va de las manos, y lo que es necesario ahora hay que reclamarlo. Muchas de las disposiciones generales hacia una ética profesional del maestro definen un perfil comprometido y consagrado al papel social del mismo (Polo, 1997, p. 64). La disposición a los esquemas sociales debe entregar al mundo un docente integral, responsable, dedicado, y representativamente educado. En otras palabras, el pedagogo es un ser seudo-perfecto que debe guiar la descarrilada turba social. La ética del docente inaugura una presunción del perfil profesional que aboga por unas características superiores del individuo. Muy lejos de las consideraciones sociales que deli-

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mitan el ser del maestro a un conjunto de características estáticas y básicas, la memoria y el liderazgo bastan. El perfil del maestro corresponde con los estándares clásicos donde más que un acompañamiento y una guía académica, el maestro era parte del desarrollo integral del educando, el maestro era patrón moral y concepción más alta del buen vivir, pues el que educa a la sociedad es el filósofo. La educación era modo de filosofía, y no una simple emulación de las cargas conceptuales; el reconocimiento de lo propio en el quehacer del ser social estaba inmerso en el ejercicio amplio y profundo de la filosofía; punto divergente frente a las concepciones actuales que se tienen de la educación y del educador. Aunque no quisiéramos degradar el aprendizaje con términos como recolección, repetición y automatismo, en representaciones actuales éste encierra más un dogmatismo en la academia que una libertad de formarse integralmente, y aunque demasiadas escuelas de investigación en enseñanza han develado una conceptualización de la educación como esencialidad de la construcción social y del desarrollo de una consciencia común y crítica, cualquier consideración intelectual respecto al tema automáticamente adquiere un aura de libertad de conciencias y apertura del entendimiento, mecanismo siniestro y antagónico de la burocracia. Es nuestra responsabilidad como estudiantes vislumbrar el conocimiento como fractura en el ser y la universidad como encuentro entre fronteras y 26

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construcción de objetividades a partir de subjetividades. Hemos de generar en nosotros como futuros licenciados una identidad profesional que nos califique y nos encuentre con nuestras propias posibilidades de ejercer una profesión que si bien es subvalorada también es irónicamente indispensable a la hora de permitir la apertura del mundo al entendimiento de los conflictos y las soluciones a esas disposiciones culturales; esto no quiere decir que el docente salva al mundo y como un alquimista del conocimiento juega con él hasta engendrar el saber completo. Parte de nuestro compromiso parece ser ese, sin embargo, las veces de liberador y redentor no sólo lo hace el que educa sino también el que es educado. La garantía de una enseñanza comprometida y liberadora llega cuando “el papel del educador deja de ser carga y obligatoriedad social, la responsabilidad del conocimiento es tarea investigativa que tiene sus realizaciones en el quehacer del maestro, el alumno y la sociedad: guía, fuente y totalidad” (Polo, 1997). Pero de algo se debe estar seguro, la educación en un ochenta y cinco por ciento es tarea reservada a la creatividad del docente. Quien decida proyectar su vida y sus años al ejercicio de la docencia, deberá encontrarse con un talento que requiere dedicación; en este término puede ubicarse los conceptos de la vocación, la profesión y la ética en un mismo plano: la dimensión subjetiva del docente se enfrenta a las pulsiones del mundo -simultáneamente indiferente y exi-


gente- en una paradoja entre el no dejar hacer y el intermitente dejar pasar1. No puede verse requerimiento más egoísta que el de la sociedad que en su indiferencia frente al papel del educador demanda todo potencial de él, no para que forme hombres integrales sino para que cumpla con unos estándares congruentes con el fagocitar del sistema económico -las leyes del mercado reemplazan el ideal humano de la educación, todo sistema fundado en la jerarquización de las labores y del rendimiento óptimo de la clase trabajadora no demanda de la sociedad misma un consciente colectivo autónomo, autocrítico y políticamente maduro. El sistema en su deliberado progreso demanda hombres capacitados para laborar, personas que mecanicen sus procesos técnicos y generen rentabilidad económica. La educación queda relegada a un suministro de información práctica en función del progreso, de la avanzada mercantil del monopolio. Todo carácter humanista de la educación se disipa en la mano negra del mercado. Quien participe de un ideal de la educación, será un especulador de las funciones socio - económicas que cumple un 1 El criterio laboral del sistema educativo persiste en la optimización de los estándares de calidad en la educación, formulando unos lineamientos pedagógicos, sin embargo, tales lineamientos se ven delimitados por unas estructuras que no permiten el libre desarrollo del conocimiento en el aula, además de la valoración de la cobertura educativa por encima de la propia calidad en la enseñanza. Es así como decretos legislativos colombianos (Decreto 230) incentivan a la educación pobremente calificada y fundamentada en criterios de optimización.

profesional de la pedagogía; públicamente, aquellos benévolos gobernantes enfrentan sus consideraciones individuales a una “defensa” de los derechos humanos, para después en el marco de lo privado permitirse en el libre-engaño: “quien obliga a que se garantice toda libertad pretende por encima de todo invalidar tales libertades” (Badiou, 2004). Avanzando hacia el ejercicio de esas libertades, la pulsión inicial del que estudia para ser maestro se encuentra en la dualidad del cumplir con una ética profesional que le exige ser de una forma u otra y estar en un sistema que verifica en él cierta no-ética de su profesión. Evalúese el caso de pertenecer a una institución donde los objetivos del pensum sean conceptualizar cierta información con el fin de evaluar la aprehensión de tal conocimiento en un examen final sin ningún tipo de retroalimentación. Es esto la finalidad contraria del quehacer pedagógico, existen teorías cognitivas y modelos pedagógicos que aseguran que el aprendizaje completo y efectivo no se da en la acumulación de datos, sino en la aprehensión crítica y dialogal del conocimiento; quien debe intervenir en esta lógica del rendimiento sin calidad es el maestro pues es quien objetiva la abstracción del conocimiento en la actitud crítica de los estudiantes. Es quien gestiona el conocimiento para que este desempeñe en los esquemas sociales una especie de “iluminación” social, los grandes desarrollos conceptuales sin educación que los simplifique se

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convierten en herramientas estatales para controlar a la opinión pública. Cuestionablemente, cualquier tipo de representación política en su ejercicio estatal manifiesta un proteccionismo de lo público, un sentido tierno de lo que nos pertenece, pero hemos dicho que la ética de lo actual no pretende realizar semejantes esfuerzos políticos. En realidad, el compromiso del estado es un cinismo deliberado y disfrazado de “gran hermano”, y la opinión que no sepa leer la realidad, que haga invisible las verdades detrás de las ficciones, es una opinión que ha dejado enajenar toda razón de la educación, ha permitido profanar su cultura y con ella toda posibilidad de realización social. A partir de esta pugna política entre el bien del pueblo educado y la ignorancia ignominiosa del mismo pueblo, se ve parodiado el educador que pasea entre el enseñar y el informar, invariablemente no es nada fácil ejercer una profesión a cabalidad cuando no se tiene claro que se está haciendo. La profesionalización de una actividad laboral ejerció compromiso específicamente en la docencia cuando le entregó el carácter profesional, facultativo y decisivo a los procesos económicos del sistema, aun arrojando a la pedagogía en el mercado competitivo profesional, la profesionalización posibilitó a la categoría de la vocación cumplir un papel lejos de toda ficcionalidad subjetiva. La vocación quedó materializada en un fin propositivo, real, activo y sobretodo aplicativo: la educación deja de ser 28

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ideal de ser y se convierte en herramienta de culturización, la vocación es elección por el ejercicio ilustrativo de un grupo social para reafirmar un saber cultural. Sin embargo y sabiendo que la educación es requisito fundamental para construir una sociedad abierta y autónoma, tenemos que advertir que no todo docente sigue las perspectivas éticas de su carrera y no todo docente participa de un proyecto pedagógico social porque en sus subjetividades se encuentra la degradación del concepto de educación como un proceso global, abierto y cultural —la ley es la del canibalismo darwinista social—. En la mayoría de los casos y debido a esto, es el docente quien se atreve a fortalecer el papel vago de la docencia diseminando el conocimiento sin aportar nada a la sociedad. Varias cosas hasta el momento han surgido, en primer lugar, es el rol de la educación principio básico a la hora de expandir el conocimiento del mundo para ser personas críticas y conscientes de una historia particular; en segundo lugar, ha de ser el educador quien materialice la educación en los procesos formativos de la comunidad para que la enseñanza sea material pleno de realización cultural, social y político de una comunidad. Es él quien facilita el proceso de intercambio de conocimientos en busca de una revolución de los valores; y en tercer lugar, el eje conector entre la educación y el educador ha de ser la vocación entendida como la expresión voluntaria de la profesionalización de la educación, alejándola de las subjetividades para


aterrizarla en un proyecto de culturización y desarrollo social basado en la educación política comprometida. Estos tres planteamientos en simultáneo nos llevan a la consideración principal de esta inquietud académica. A partir de las pulsiones dadas entre el proyecto de docente (por la exigencia social, la situación de la docencia como profesión devaluada y la vocación del individuo) podemos sugerir que aún en la congruencia de estas tres situaciones, el proyecto educativo requiere de profesionales comprometidos, pues siendo una labor arduamente demandante y sin ningún reconocimiento social, el docente debe estar consciente de la responsabilidad al educar y al ser bandera de una actividad básica y global. La docencia puede considerarse como una profesión paradójicamente arbitraria, pues

en el momento en que el estudiante se embarque en la suma decisión de ser licenciado, la inevitable absorción le hará optar por la consagración sólo si su criterio personal ha idealizado la docencia como camino a la producción de conocimiento liberador necesario para todos los pueblos; más allá de la moralidad y la ética profesional, el Atlas retórico que aligera las cargas particulares en su propia carga y ejemplifica el esfuerzo colectivo en su voluntad personal es el profesor, y aunque socialmente sea un individuo más en la pérdida de la identidad laboral que sufren todos, es el profesional que no teme decir la verdad, pues en ella sabe que se justifica su humanidad… pues en un principio todo era filosofía.

Referencias BADIOU, Alain. (2004). La ética: ensayo sobre la conciencia del mal. México: Herder. VASQUEZ RODRIGUEZ, Fernando. (2005) Oficio de maestro. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

POLO, Leonardo. (1997). El profesor universitario. Bogotá D.C: Universidad de la Sabana.

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Un producto más en los centros comerciales K e v in A ndrés R odríguez F onseca karodriguezf@unal .edu.co C ARRER A: SOCIOLOGÍA CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 01-09 PROFESOR: JUAN M. SERR ANO P.

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l proceso sistemático de adaptación que se da en la sociedad contemporánea, cada vez más homogenizada y regida por un patrón en común, se dirige hacia una profunda reestructuración de los diversos aspectos de la vida cotidiana de las personas Uno de estos es la educación, uno de los bienes básicos de todos. Sin embargo, este bien básico que se supone debe ser garantizado por el Estado, viene siendo cada vez más restringido por el proceso de adaptación a las nuevas corrientes políticas, económicas, sociales y culturales, estando en grave riesgo su acceso por parte de los sectores más vulnerables de la sociedad. Es por todo esto que debemos preguntarnos qué implicaciones trae, tanto para la sociedad como para el individuo, la mercantilización del sistema educativo, dado que es una realidad que la educación atraviesa por un proceso de renovación en el que el sector público ya no tiene mayor relevancia. Para empezar, la educación ha pasado de ser un bien común a ser un bien de consumo, mas en esta sociedad neoliberal y globalizada, llevada al mercado para que sea privilegio de algunos y no de las mayorías. Se pretende que con esta dinámica la educación llegue a ser un producto competitivo y de altos estándares de calidad, que genere conocimiento provechoso para los intereses de la comunidad en general, aunque se demuestre lo contrario. Como lo afirma Jurjo Torres en su libro Educación en tiempos de neoliberalismo: “la educación y las creaciones culturales, en general, se reducen a mercancías, pero ESTUDIANTES, DOCENTES Y EDUC ACIÓN

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disimulando las redes económicas y los intereses políticos que se esconden detrás de esta posición mercantilista” (Torres, 2001). Con este proceso, la educación se convierte en un sector económico provechoso en el que los flujos de dinero y las ganancias que se producen son altos, similares a los de una corporación, por ello este proceso pasa desapercibido, pues a muy pocos les importa la situación de la educación. Pero el hecho de que el proceso de mercantilización del sistema educativo pase desapercibido tiene su causa también en la sociedad misma, pues a los sectores populares se les brinda educación pública de muy baja calidad y estos sectores se conforman con dicho servicio e ignoran que esta preparación es en extremo débil a comparación de la formación que brinda el sector privado. Por dicho conformismo la sociedad no exige una reivindicación de la educación pública, por el contrario, deja que la situación siga igual. Ahora bien, como la sociedad no hace nada para que la situación cambie, las personas que están llevando a cabo este proceso mercantil con la educación se aprovechan de esto y hacen que la sociedad se ciegue aún más, como lo explica Torres: «Este ocultamiento de lo que en realidad significa convertir el sistema educativo en un gran centro comercial se acompaña de abundante publicidad y discursos demagógicos acerca de la defensa de libertades, de las bondades del “apoliticismo” y neutralidad, cuando, al mismo tiempo los sectores más con32

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servadores y ultraliberales, aun antes de acabar de realizar pronunciamientos semejantes, ya están exigiendo fondos públicos para sus propuestas privadas de educación y demás negocios establecidos bajo rótulos culturales» (Torres, 2001). Es entonces cuando el problema toma mayor relevancia, cuando los sectores privados exigen contribuciones del sector público, una de las causas de que la educación pública se vea tan debilitada; aunque dichas contribuciones no sean demasiado extensas, el Estado prioriza el sector privado, pues éste ha mostrado mejores resultados que el público. Con todo esto, el Estado pasa de ser el proveedor de la educación, como se supone debe ser, a ser un posibilitador de la privatización de la educación. Esto se debe a las nuevas políticas de descentralización que pretenden debilitar el Estado y ponerlo al servicio del mercado para que este último sea el regulador social. Dichas políticas, además, buscan que la sociedad se introduzca más en la dinámica del mercado, siendo ahora consumidores en potencia. Estos hechos obligan al sector educativo a acomodarse a las nuevas corrientes socioeconómicas para poder responder a las demandas del público consumista. Sin embargo, el Estado deliberadamente permite esta situación. Se involucra en las políticas neoliberales, se hace partidario de estas, lo que produce en él una nueva perspectiva sobre el gasto público, que se transforma simplemente en un recorte al mismo.


Así, el Estado pasa sus responsabilidades a la sociedad misma: “La pretensión es que sea la propia ciudadanía o, hablando en mayor propiedad, el mercado, quienes se hagan cargo de las empresas, instituciones y servicios que hasta ese momento dependían directa y principalmente del gobierno” (Torres, 2001). A esta situación se le puede llamar delegación de poderes y funciones. Cuando la delegación de poderes y funciones se pone en práctica en los centros educativos, es el momento en que la intervención gubernamental pasa a un segundo plano y las nuevas decisiones son tomadas por un grupo que ahora servirá de administrador de la institución. Esta política de descentralización se basa en tres pilares fundamentales: económico, curricular y organizativo. Desde el punto de vista económico, las instituciones pueden obtener y destinar los fondos de la manera que consideren más pertinente, inclinándose al final más por la adaptación de los fondos a las necesidades que estos centros de enseñanza posean. Esto les brinda una independencia del Estado, aunque muchas veces, como ya se ha señalado, estas instituciones sigan pidiendo recursos públicos para continuar su desarrollo. No obstante, la autonomía para las instituciones no es total, pues en el caso del sector privado, éstas permanecen vigiladas por las familias y en el caso del sector público por el Gobierno y otras entidades estatales; aunque no quiere esto decir que el Estado no vigile el sector privado,

pues lo hace, pero en menor grado. Asimismo, esta descentralización obedece a una ideología neoliberal la cual se basa en lograr la mayor eficacia con el mayor ahorro que se pueda generar. En este contexto, el currículo se convierte en una problemática ampliamente debatible. La cuestión que entra a decidirse es el contenido que los alumnos aprenderán en su vida estudiantil, característica de gran importancia, pues de esta depende la formación de cada uno de los individuos y, si esta llega a ser manipulada, también lo serán las personas que se cobijan bajo su influencia. El control del contenido curricular se da tanto en el sector privado como en el sector público, cada uno con ciertos intereses que pretenden lograr a futuro por medio de los alumnos que forman, o simplemente para mantener la sociedad controlada. Para citar un ejemplo, Michael W. Apple explica este fenómeno en el sector público: «Esta obsesión por el control de los contenidos curriculares se deja ver con claridad en el afán de quienes tienen el control del Gobierno por aprobar y controlar los libros de texto que están permitidos, o lo que es lo mismo, en su gran interés por imponer un conocimiento oficial que legitime las estructuras de poder existentes en la sociedad.» (Apple, 1996). Y el último pilar de la política de descentralización es el aspecto organizativo, el cual se refiere al contexto de la toma de decisiones, a quienes hacen parte de ella. Es aquí donde el Estado de nuevo entra a

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jugar un papel trascendental, aunque presenta una gran contradicción. Si bien sabemos que en las instituciones educativas quienes toman las decisiones son altos consejos integrados por representantes de toda la comunidad educativa, de nuevo el Estado se involucra en estos, dejando así en entredicho su relación con las instituciones, pues éste pretende reducir su gasto en ellas y dejar ese ámbito en manos de quienes puedan contribuir, o dicho de otra forma, de quienes puedan pagar, y sin embargo, a la vez las quiere controlar por medio de herramientas altamente dominantes, como lo son los institutos de evaluación (en el caso colombiano el ICFES), que elaboran estándares de calidad que toda institución desea alcanzar, lo cual inicia el proceso de “colegialidad competitiva” del cual hablaré más adelante, además de la inspección constante a los planteles, ratificaciones de calidad, permisos de funcionamiento, entre otras. Estas contradicciones nos llevan a cuestionarnos si realmente se está dando una descentralización o por el contrario, un proceso de recentralización. En consecuencia, todo lo anterior genera diversos efectos en la sociedad y en el individuo. Algunos de los efectos son: altas tasas de matrícula, pues las instituciones educativas, como ya se planteó, se acomodan al mercado y esto hace que algunos sectores no puedan costear estos nuevos precios; manipulación, como ya se estableció, debido al control curricular, los contenidos de formación guiarán al alumno a ideologías polarizadas sin que él 34

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se dé cuenta; poca participación del estudiante en las decisiones transcendentales de su institución educativa; jerarquización del conocimiento del estudiante mediante evaluaciones que el Estado realiza; igualmente se jerarquiza el nivel de las instituciones, dependiendo de los resultados que sus alumnos hayan obtenido en las evaluaciones realizadas por el Estado, así, esto les permitirá aumentar o mantener sus tarifas de matrícula, principalmente en las instituciones del sector privado, y en las del sector público, les permitirá exigir beneficios estatales para el mantenimiento del nivel obtenido. Al final, todo esto se convierte en un círculo vicioso de causas y consecuencias. A pesar de todo, se debe evidenciar que el sector privado en la actualidad ha demostrado excelentes resultados, tanto así que en ciertos niveles parece haber superado a la educación pública, como en los niveles de primaria, básica y media. Como podemos observar, los colegios oficiales no brindan la misma calidad y resultados que los colegios privados, por el contrario, son de baja calidad y hasta algunos muestran rasgos de inseguridad y violencia. En este sentido, parece que la educación privada ganó la partida, se apoderó de la calidad y el prestigio en lo que a colegios respecta. Sin embargo, esto se debe a que el sector privado, con los dineros de que dispone, posee las herramientas que garanticen una buena formación, algo que no sucede en el sector público, debido a que este depende del Estado y, como ya se ha


mencionado, él pretende recortar sus gastos cada vez más. Sin embargo, en ciertos lugares el Gobierno brinda las garantías para que la educación pública crezca y se dé el acceso a los sectores desfavorecidos, como es el caso de Bogotá, donde cada vez se crean más megacolegios de amplia cobertura, con excelentes condiciones físicas y de bienestar. Pero esto no lo es todo, el problema continúa; en este caso específico el problema no es de falta de acceso sino de calidad. El Distrito considera que cantidad y cobertura es calidad, pero es todo lo contrario. Sólo se empeña en incluir en el sistema educativo cuanto menor de edad esté a su alcance, pero no se preocupa por los contenidos que sus educandos recibirán, o por la seguridad que ellos necesitan, ni mucho menos de quiénes ingresan al sistema educativo. En cierto modo, esto puede sonar algo excluyente, pero este es un factor que en alguna medida atenta contra la calidad de la educación escolar pública. Al extenderse tan ampliamente y no tener ciertos criterios de admisión, el sector público termina por incluir en su sistema individuos que al final atentan contra la salud, seguridad y bienestar de sus compañeros. Factor vital en el que el sector privado de nuevo muestra utilidad y mejora, pues este posee estrictos mecanismos de control de admisión. Aunque la gran mayoría de las veces basta con tener una gran suma de dinero, esto no es todo para poder acceder a la educación escolar privada, además, se ne-

cesita comprobar un nivel mínimo de comportamiento y valores en el futuro estudiante, que se potenciarán en su futura vida escolar. Ahora, estos niveles de comportamiento y valores se evidencian en el cuidado que los estudiantes brindan a sus entornos educativos, es decir, a toda la planta física que les sirve de estadía para su vida escolar. En este sentido vemos de nuevo una amplia diferencia entre colegios públicos y privados. Las siguientes frases pueden estar cargadas emotivamente, no obstante, reflejan de algún modo la realidad. Esta diferencia se marca de nuevo por el dinero, debido a que en el sector privado las cosas cuestan, este rasgo hace que los estudiantes aprecien su entorno y procuren en la mayor medida cuidarlo, contrario a lo que sucede en el sector público, donde se evidencia el mayor daño y descuido del entorno, pues esto al estudiante no le cuesta, la gran mayoría es costeado con recursos públicos. Con esto se puede aplicar el popular refrán “Lo que cuesta poco, se estima menos”. Entonces, la hegemonía del sector privado frente al sector público en materia de educación escolar parece permanecer por un buen tiempo. En contraste, en el nivel de educación superior, es decir, universitario, la situación toma un giro diferente. Nos encontramos en la actualidad con una lucha entre el sector público y privado por cuál posee la mayor calidad de educación superior, lucha que hasta el momento ha estado muy

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pareja. Esta situación se conoce como colegialidad competitiva. Este aspecto permite replantear todo lo que hemos evaluado hasta el momento. Si bien es cierto que las universidades privadas ofrecen grandes beneficios y formaciones de alta calidad, en este ámbito las universidades públicas no quedan del todo relegadas. Es claro que en muchos lugares del mundo la universidad pública tiene gran fuerza. El caso más evidente para nosotros es Colombia, cuya universidad pública más grande: la Universidad Nacional de Colombia, ocupa el primer puesto en calidad de educación y es considerada la mejor institución de educación superior del país. Este no es el único caso: la Universidad Autónoma de México se considera la mejor de la nación mexicana y de toda América Latina; en Inglaterra, dos casos más extraordinarios de universidad pública son Oxford y Cambridge, dos universidades que se sitúan entre las 10 mejores del mundo y el caso más extremo es la Universidad de California, Berkeley, institución pública considerada la segunda mejor de todo el mundo. Todo esto evidencia que la universidad pública puede garantizar grandes resultados, educación de excelente calidad, algunas veces superior a lo que ofrece el sector privado; sin embargo, en la actualidad esta fortaleza se ha venido desmoronando. Dejando a un lado los casos del exterior y centrándonos en los casos nacionales, es evidente que la fortaleza de la universidad pública ha ido en descenso. Este fenómeno se debe a diversos factores, 36

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varios de ellos similares a los de la educación en nivel básico y medio. Sin entrar a comparar con la universidad privada, la universidad pública en estos tiempos se enfrenta a una gran crisis de desacreditación mediática, que la pone como enemiga de la nación. Como se ha venido dando en nuestro país, los medios de comunicación se encargan cada vez más de rezagar toda la educación pública, desde los colegios hasta las universidades. En lugar de dignificar la gran cantidad de logros y beneficios que ofrece la universidad pública para la nación, se encarga de que toda la sociedad la odie y vea con repudio, como un centro de formación criminal. Son más las cosas buenas que la universidad pública logra y aporta, en comparación con las pocas cosas que salen mal, que al fin y al cabo, no son culpa de la universidad sino de la propia comunidad estudiantil, y es mucho generalizar, de muy pequeños sectores de dicha comunidad. Todo esto al final contribuye a un fin específico: que la sociedad apruebe las políticas neoliberales como ya habíamos establecido al principio. De nuevo, Torres especifica de manera más exacta la situación: «Las continuas denuncias de quienes apoyan estas políticas (neoliberales) acerca de la mala calidad de los centros de enseñanza pública, son lanzadas, una y otra vez, a través de sus medios de comunicación, tratando de asustar a la población para que reaccione y apruebe sus propuestas políticas como remedio. La publicidad muy amplificada de toda clase de males en los centros de


enseñanza públicos opera así como una técnica de pánico moral destinada a crear el consentimiento de la población a las políticas que proponen y legislan estos grupos.» (Torres, 2001) Además, otro factor que se suma es el poco control que se hace en la admisión de nuevos estudiantes. Aunque la gran mayoría de las universidades públicas aplican diversos exámenes de admisión, y de nuevo puede sonar marginal, cierta cantidad de individuos logra ingresar a la universidad para hacer de ella su lugar de distracción y diversión, no se comprometen por mantener el nivel de calidad de la universidad. Sumado a esto, dichos individuos muchas veces son los que dan las bases para que los medios desprestigien la universidad, añadido a que estos, dañan el entorno de la universidad, atentan contra su majestuoso campus, mostrándolo como un campo de ambiente perturbador y no de enseñanza como debe ser. Empero, sin duda alguna, el factor más influyente, el que desencadena todo el descenso en la calidad de la universidad pública, es el recorte presupuestal que el Estado ha venido estableciendo mediante leyes y decretos, y que ha dejado sin recursos suficientes a la universidad para enfrentar los retos de la actualidad. Esto ha llevado a que la universidad busque los recursos por su propia cuenta. La alternativa más viable es la venta de servicios a terceros, como lo son empresas y al mismo gobierno, lo que crea una gran contradicción. Aunque suene fuerte, me atrevo a decir que

lastimosamente por esta situación, la universidad ha tenido que prostituirse para poder subsistir, mantener su calidad y prestigio. A pesar de esto, el problema aumenta, pues los recursos obtenidos de esta venta de servicios no le son suficientes para todos los programas que ofrece una universidad pública, lo cual luego la obliga a priorizar o jerarquizar, y varios de sus programas terminan en la cola de la lista, causa de que estos sean los que menos recursos reciban o en su peor caso, sean cerrados. Incluso, el mismo bienestar estudiantil, fundamento de la universidad y primordialmente del estudiante, se ve afectado por estas medidas. Todo esto sumado hace que la universidad pública, en el caso colombiano, inicie un proceso de declive y poco a poco sea alcanzada por la universidad privada. De esta manera, las políticas neoliberales con el paso del tiempo han logrado varios de sus objetivos. Uno más para la lista, es la prédica de libertad para todos los individuos, libertad para que puedan elegir y ser elegidos. Esta prédica de libertad también ha impregnado el sistema educativo. Ahora, se plantea que la sociedad, en especial las familias, tenga la libertad de elegir los centros educativos que ellos deseen y conforme a sus intereses. Los defensores de estas políticas consideran esto viable, lo ven como un potenciador de las instituciones, pues estas se esforzarán más por atraer el alumnado, pero no se fijan en que esta práctica es excluyente, pues las familias de bajos recursos no tienen esta oportu-

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nidad y se tienen que conformar con la educación pública ya descrita, todo esto en el nivel de educación primaria, básica y media, aunque con el pasar del tiempo, ha tomado gran fuerza en el nivel de educación superior. Tampoco se dan cuenta de que éste es un potenciador del egoísmo por parte de los sectores sociales que poseen los recursos para acceder a dichos centros educativos. Esta actitud es la que logra afianzar al sistema educativo, al modelo de la Escuela Empresa: «En estas circunstancias la escuela empresa se piensa como una institución llamada a desenvolverse con los valores del neoliberalismo: eficiencia, competitividad, flexibilidad, productividad y rentabilidad. El aparato escolar se define como una marca privada funcionando con criterios de exigencias de máximo rendimiento y menor costo.» (Acosta y Molano, 2004) Así podemos concluir que el sistema educativo de colegios ya fue dominado por el neoliberalismo, convirtiendo a la educación, más que en un bien de consumo, en una empresa, en una gran corporación, como lo indican los autores citados. Estas nuevas empresas han dominado la calidad lo cual hace que vendan sus productos, es decir, vendan el conocimiento a un precio justo, dependiendo del nivel que poseen. Además, el sector público aún tiene protagonismo en los sectores marginales de la sociedad, pues estos no tienen otra alternativa que seguir en el dinamismo de la educación planificada para formar mano de obra barata. 38

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Sin embargo, en el nivel de educación superior, aún se libra la batalla por la calidad y el prestigio entre el sector público y privado, la cual parece irse inclinando a favor del sector privado, no por méritos propios de éste, sino por la ayuda que el Estado ha brindado, debido a que ha desquebrajado la universidad pública de manera tal que no tiene ya la misma fuerza de competitividad de antes. Esto hace que la sociedad y el individuo en un ámbito más de su vida, se vean dominados por el sector privado y no tengan más remedio que vincularse a él, pues en las nuevas dinámicas económicas, tanto nacionales como internacionales, se necesita de mano de obra altamente calificada, y esta característica en algunos años, sólo se conseguirá con el sector privado. De cualquier modo, la universidad y colegios públicos, es decir, todo el sector público, poco o mucho ganan en un aspecto moral bastante necesario para la integridad y convivencia de toda la comunidad educativa, es en el trato que se da internamente. Las relaciones que se establecen en el sector público son de fraternidad, al individuo se le trata como debe ser, como estudiante, y no se pierde la misión con la que se estableció la educación: la de formar personas que sirvan a la comunidad con conocimientos prácticos, caso contrario al sector privado, en que al individuo se le trata como a un cliente, al que únicamente se le está brindando una mercancía, que puede pagar cuando quiera por más beneficios y al que no se le brinda


ninguna perspectiva más que la que él desee. Por eso, el sector privado, aunque cuenta con grandes logros, sin

duda deshumaniza el arte de la educación.

Referencias ACOSTA, Wilson, y MOLANO, Frank. (2004). Nuevo orden educativo global y mercantilización de la escuela pública en Bogotá 1990-2004.Disponible en : http://bibliotecavirtual. clacso.org.ar/ar/libros/colombia/dcsupn/acostaj_molanoc.pdf

APPLE, Michael W. (1996). El conocimiento oficial. La educación democrática en una era concervadora. Barcelona: Paidós.

BOURDIEU, Pierre. (1988). La distinción. Criterio y bases sociales del gusto. Madrid: Taurus.

TORRES, Jurjo. (2001). “Educación en tiempor de neoliberalismo”. Disponible en: http://

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ichael+W.+El+conocimiento+oficial.+La+educaci%C3%B3n+democratica+en+ina+era

+concervadora.+Barcelona:+Paid%C3%B3s,+1996.&source=bl&ots=p_1aeXQvS8&sig= jng0_hsfjJKNdLwoE9VU2ni4Kgo&hl=es&ei=dqdJTqOrG8-DtgfkzKS2Cg&sa=X&oi=book_ result&ct=result&resnum=8&ved=0CE8Q6AEwBw#v=onepage&q&f=false

ESTUDIANTES, DOCENTES Y EDUC ACIÓN

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Los malos hijos L aura B ohór q uez B . lmbohorquezb@unal .edu.co carrera : B iología CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 01-09 PROFESOR: GLORIA E. MOR A M.

“Una crítica y un llamado de atención a todos los seres humanos para salvar lo poco que queda de nuestro hogar.”

A

sí como los otros seres vivos que habitan el planeta, los seres humanos desde sus inicios han ocupado el espacio y han hecho uso de los distintos recursos provenientes del ambiente. Tal como los otros animales han tenido un recorrido evolutivo que les ha permitido adaptarse a diferentes condiciones en varios tipos de hábitat, el hombre lo ha hecho también. El desarrollo del cerebro humano no sólo le ayudó a alcanzar un buen nivel de aprendizaje, sino también a resolver problemas. Tan pronto iba completando dichos procesos generaba algo que los distinguía totalmente de los otros animales: la cultura. Teniendo muchas herramientas a su favor, entre ellas la de sobrevivir como grupo, los seres humanos llegaron a colonizar muchos lugares del planeta. Si se acude a la historia del ser humano se hará un recorrido sobre su dispersión y la manera como cada uno de los grupos humanos pudo sobrevivir en un lugar. Este proceso fue tan efectivo que no sólo los organismos se adaptaron al sitio, sino que poco a poco su mente llevó a adaptar los sitios a sus formas de vida. Una vez tuvieron las condiciones favorables para su supervivencia, los pueblos humanos comenzaron a crecer, pues con sus múltiples habilidades tenían asegurado el alimento y un lugar donde resguardarse. Aunque el hecho de estar en grupo les representaba algunos inconvenientes, como una convivencia no del todo tranquila debido a la ocupación de roles diferentes y al hecho de que el alimento ÉTIC A , TECNOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

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debía ser repartido entre todos, esa permanencia en grupo fue lo que les permitió protegerse de una forma más efectiva contra los depredadores, así como la crianza compartida de los infantes. Teniendo estos aspectos a su favor, el hombre logró reproducirse en cantidad suficiente, tanto así, que hoy en día puede decirse que el planeta no da abasto para mantener las demandas de todas las personas existentes. Lo anterior lleva a la pregunta ¿el verdadero problema para el mantenimiento del ambiente es la cantidad de seres humanos existentes o la demanda de recursos que se generan a partir de las culturas de las diferentes poblaciones? Las demandas culturales de la población humana exceden los recursos biológicos existentes, por ende, se presentan grandes explotaciones de suelos, aguas, fauna y flora; la razón es muy sencilla: simplemente el ser humano tiene necesidades que se deben satisfacer. Así ha sido siempre y, como fue en sus inicios, lo único que ha hecho es aprovechar lo que ha tenido a mano, en palabras menos toscas, “lo que puede extraer del ambiente” (Wilson, E.; y Perlam, D. ,1992). Sin embargo, si se analiza el panorama, prácticamente eso lo hacen todos los otros seres: aprovechan los recursos que tengan a su alcance, incluso se sabe que en varias especies existe el canibalismo como una vía que se toma cuando no hay otra. Por lo tanto, hasta este punto el ser humano hace lo mismo que otros organismos existentes en el planeta: aprovechar 44

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los recursos. De esta manera, y por lo menos en sus inicios y hasta cierta época, el hombre no tiene la culpa por llenar el mundo con su especie, la culpa frente al daño ambiental no existía debido a que no se pensaba que se estuviera haciendo algo malo, solo se estaba viviendo y se extraía del ambiente lo necesario para hacerlo. Además, se debe recordar que las culturas que se regían por la religión cristiana transmitían el pensamiento de que Dios creó la naturaleza para que estuviera al servicio del hombre, ya que este se considera el centro de la creación divina. Por mucho tiempo se pensaba al hombre como el centro de todo, por lo que estaba lejos imaginar al humano como otro animal más y por ende había que hacer lo necesario para su supervivencia, incluso a costa del daño de otros animales. Como resultado de esto, las razones para acabar con animales y vegetación quedaban totalmente justificadas, no era algo malo. Por eso no se comprendían las fatales consecuencias para la naturaleza. Hay que pensar en qué momento el ser humano excede los límites y empieza a extraer recursos no sólo para sus necesidades básicas, sino también para suplir sus innumerables demandas que no son del todo necesarias para la subsistencia, aunque esto es algo que no se puede determinar fácilmente ya que el auge de diferentes poblaciones con sus culturas en distintas épocas hace que la utilización de los recursos haya tenido diferentes facetas a través de toda la historia.


«Efectivamente los hábitos, las costumbres, en general todo lo que engloba la cultura de los diferentes pueblos, generaron una visión utilitarista de la naturaleza: organismos animales y vegetales para la alimentación humana y la fabricación de distintos artículos como medicinas, ropa, muebles, y muchas otras sustancias y elementos que se utilizan a diario; su uso se ha dado por tantas generaciones que es casi imposible imaginar la vida sin dichos productos» (Wilson, E.; y Perlman, D. 1992). Poco a poco, el ser humano se dio cuenta de que la interacción con su ambiente no sólo le permitía cubrir sus necesidades más urgentes, sino que vio en la naturaleza todo un inventario de materia prima para hacer su vida más cómoda. Lo más importante, descubrió que podía emplear su inteligencia para transformar los materiales de modo que generara productos. Además, se dio cuenta de que podía cambiarlos por otros que no tuviera y, aún mejor, venderlos. Claro está que la idea no es que esta actitud haya nacido de un momento a otro y al mismo tiempo en muchas personas, sólo que gracias a la exploración del ambiente y la elaboración de materiales, el comercio de los mismos se fue abriendo paso entre los distintos grupos humanos; de hecho, el transporte tuvo su fuerte desarrollo a partir de la compra-venta de mercancías así como de la construcción de muchas ciudades. Lo anterior fue un factor importante para la ocupación humana de distintos lugares de

la tierra, pues a medida que se iba amplificando el comercio nuevas poblaciones se asentaban en varios lugares dando paso a nuevas generaciones. Por lo tanto, la situación es sencilla: las personas necesitan ciertos productos para su vida cotidiana, así que acuden a los almacenes y estos a su vez a los proveedores, quienes obtienen sus productos de las fábricas, las cuales extraen los materiales de la naturaleza y aplican su conocimiento para la transformación de los mismos; el asunto es que cada vez hay una mayor demanda de los productos por el incremento de la población y, aparte de esto, cada día se crean nuevos productos que logran ser vendidos gracias a la idea de tener una vida más confortable y ajustada al ritmo de las sociedades actuales. Entonces, volviendo a la pregunta, pienso que el problema del ambiente es tanto la cantidad de seres humanos como la demanda de recursos, ya que tan sólo con pensar en la alimentación de todas las personas es posible imaginar el costo que tiene para el planeta, así se hayan modificado técnicas en la agricultura y la ganadería; además, recursos como suelo y agua se agotan cada vez más sin poder acudir a otros. Ahora, eso sólo en lo que respecta a la alimentación, pero la demanda va mucho más allá. Se debe reconocer que muchos productos se han vuelto necesarios en nuestras vidas; por lo tanto, no sólo los utilizamos sino que cuando se terminan lo único que hacemos con los restos es acumularlos en algún lugar lejos de nuestras viviendas sin pensar siquiera en cómo

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podemos tratarlos, por lo menos así sucede en Colombia. El aspecto central de este asunto es la mentalidad, la visión que se tenga del ambiente. Las personas que estudian biología y ecología alcanzan a tener un pensamiento sistémico, sabiendo que una variable interfiere con muchas otras, que la extinción de una especie puede afectar a otras, que la perturbación de ciertas condiciones puede modificar los niveles tróficos de un ecosistema, entre muchos otros ejemplos, y aun así muchos de estos estudiantes no aplican esos conocimientos para tener un mejor cuidado del ambiente, aún menos lo harán la personas que no estén en contacto con estas disciplinas. La denominación Los malos hijos no se refiere exclusivamente a la utilización de los recursos por parte de los humanos, porque como mencioné anteriormente hacemos lo mismo que otros organismos. Se refiere también al uso indiscriminado que hacemos de la fauna y flora sin importar el destino de las mismas. Incluso, luego de haber avanzado en el conocimiento biológico (después del trabajo de Darwin) muchas personas siguen pensando al ser humano como el centro de la creación y le restan valor a los otros seres vivos que hacen parte del planeta; ni siquiera con toda nuestra gran inteligencia y capacidad de razonar que nos separa de los animales (como piensan muchas personas) somos capaces de lograr una buena convivencia entre nosotros mismos. El ser humano es el colmo de la evolución, tantas 46

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capacidades físicas e intelectuales para terminar dejándose llevar por la violencia y dañar a otros seres humanos, es decir, aparte de perjudicar a otras especies nos matamos entre nosotros por razones de territorio, recursos, poder y aunque esto se presente en otros organismos, nosotros somos expertos en llevar la situación a escalas más grandes, perjudicando todo lo que esté alrededor. Por lo tanto, el problema en sí es la mentalidad de las personas con respecto al ambiente y cómo éste es visualizado, acaso es concebido como fuente de materiales para el mantenimiento de la especie humana, situación en la que no importan las demás. Mientras esto no cambie La Tierra tiene pocas posibilidades de salvarse, y aunque se estén llevando a cabo varios proyectos de conservación, estos no resultan suficientes para recuperar la biodiversidad que se tenía en un principio. Lo peor del panorama no sólo es que los seres humanos monopolicen los recursos afectando a otras especies, sino que el egoísmo característico de nuestra especie no permite pensar en los semejantes, evidencia de eso son los altos índices de pobreza y los reportes de miles de muertes de personas a causa de otras. Por el momento no tengo una propuesta clara para cambiar esa forma de pensar, pues para tenerla todavía tengo mucho camino que recorrer para plantear algo realmente aplicable a la población humana. Sin embargo, pienso que la educación ambiental es un paso clave para que las futu-


ras generaciones tengan en cuenta la importancia del ambiente y valoren la vida en todos los sentidos. Desde esta educación y varias disciplinas se pueden formular muchos proyectos que no sólo busquen recuperar lo que ya está dañado, sino también prevenir el perjuicio en zonas aún no intervenidas. Pienso que crear y transmitir hábitos de cuidado del ambiente,

como por ejemplo el reciclaje, es clave en la solución de muchos problemas ambientales, es decir, si fomentamos en adultos pero especialmente en niños lo indispensable que es proteger el planeta y el cuidado de la fauna y flora será un trabajo de todos independientemente de la profesión que cada uno tenga.

Referencias Bermúdez, (2003). Olga. Cultura y Ambiente: La educación ambiental, contexto y pers-

pectivas. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. IDEA.

Wilson, E.O., y Perelman L., Dan. (1992). Conserving Earth’s Biodiversity: With E.O. Wilson. Washington, D.C.

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Agroecología, producción sostenible JOSÉ J. C ARR A SCO jjcarrascob@unal .edu.co C ARRER A: INGENIERÍA AGRONÓMIC A CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 02-09 PROFESOR: JOHN F. R AMIREZ

“Un pueblo que no consigue producir sus propios alimentos, será siempre esclavo de alguien”.

José Martí

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esde la aparición de la revolución verde, la actividad agrícola, a la cual nos referiremos como agroindustria, se ha encaminado por sendas de insostenibilidad ambiental, social y económica. El presente texto expone algunas de las falencias de la agroindustria en diferentes aspectos. Una vez se demuestra su inviabilidad, se expone un sistema agrícola reconocido formalmente desde hace pocos años como agroecología, el cual en sus postulados pretende reconducir la actividad agrícola por los caminos de la seguridad alimentaria, la sostenibilidad ambiental y el alto rendimiento en los productos cultivados. Desde la aparición del capitalismo como el principal sistema económico en nuestra sociedad occidental, hemos podido notar una de las tantas particularidades que presenta este sistema económico en su implantación, rasgo sobre el que muchos otros escritos ya han hecho énfasis, pero al

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cual poco interés se le ha prestado. Según el escritor y filósofo francés Félix Guattari, uno de los problemas más significativos que presenta este sistema económico es su alta tendencia a la alienación mental dentro de la sociedad sobre la que se instaura, el cual provoca una modificación en el actuar y pensar de los individuos, quienes lejos de formar un pensamiento crítico se conforman con una inmadurez mental, hecho que finalmente deriva en la fácil manipulación de los afectados por parte del mercado (Guattari, 1996). Sin lugar a dudas, actualmente este fenómeno afecta a un sinfín de personas a lo largo y ancho del planeta, dejando a nuestra sociedad en una difícil posición, pues si se tiene en cuenta la avaricia del mercado, se puede imaginar que nos encontramos marchando por una senda que, lejos de conducirnos a la autosostenibilidad e igualdad social, nos conduce rápidamente al abismo de la desigualdad, junto con la catástrofe ambiental. En el libro Las tres ecologías, el autor ya citado llama la atención ampliamente sobre este problema. En este libro el escritor alerta a la comunidad de lectores en general a adoptar un nuevo tipo de pensamiento, uno innovador capaz de rescatar a nuestra sociedad de la sumisión actual y reconducirla por un nuevo camino que debe ser sostenible en los ámbitos social, económico y, por supuesto, ambiental. Para cumplir el propósito de reencaminar a la sociedad, el escritor 50

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menciona que es necesaria la unión de varios de los individuos de nuestra comunidad; además, dice que esta unión puede darse teniendo en cuenta las necesidades que son comunes a los individuos. Sin lugar a dudas, una de estas necesidades comunes a miles de personas en todo el mundo es el hambre y la mala distribución alimentaria, especialmente en países del tercer mundo, donde día a día mueren personas totalmente inocentes como consecuencia de la avaricia del capitalismo mundial integrado. Así pues, me propongo en el siguiente texto, concientizar y probar al lector que el actual sistema de producción alimentaria, el sistema agroindustrial, presenta un sinfín de falencias, demostrando esto en tres aspectos importantes. Una vez se haya realizado este análisis me propongo exponer un nuevo tipo de pensamiento para la producción alimentaria, un sistema mucho más acorde con el llamado que hace Guattari en Las tres ecologías. A continuación expongo los argumentos a partir de los cuales pretendo demostrar que el sistema alimentario actual presenta fuertes problemas que requieren pronta atención y una profunda reforma. Como es bien sabido, la unidad fundamental de producción para el sistema agroindustrial es el monocultivo, entendiendo este término como la siembra masiva de un solo tipo de cultivo durante ciclos consecutivos y en una región determinada, la cual suele ser sumamente amplia, ocupando por ejemplo en nuestro país


departamentos y regiones geográficas completas, como el café en el Quindío o el banano en el Urabá y el Magdalena. Una vez se establece cierto tipo de monocultivo en una determinada región, este provoca la desaparición masiva de la biodiversidad dentro del agro-ecosistema (Altieri y Nicholls, 2000), entendiendo este último como el conjunto de relaciones entre las diferentes poblaciones e individuos pertenecientes a la región en la cual se establece el cultivo. La desaparición de la biodiversidad se comprende fácilmente cuando se tiene en cuenta que el establecimiento del monocultivo viene acompañado del uso de agroquímicos para el control de insectos y malezas. Lo que no tiene en cuenta el sistema agroindustrial es que la aplicación extensiva de plaguicidas destruye completamente las diferentes relaciones entre las poblaciones de organismos, eliminando el control natural de las plagas. Esto desata un incremento masivo de los organismos perjudiciales, lo que requiere un mayor control químico, originando un círculo caracterizado por el uso indiscriminado de plaguicidas con las generaciones de plagas en constante tasa de aumento (Altieri y Nicholls, 2000). Por otro lado, debe tenerse en cuenta que la constante aplicación de químicos en la tierra desestabiliza y desgasta su composición natural, haciéndola finalmente estéril, lo cual deja al monocultivo dos posibilidades: aplicar aún más agroquímicos para fertilización o mudar el cultivo a otro

punto espacial (Altieri y Nicholls, 2000). Una vez se han analizado las implicaciones del monocultivo a nivel ambiental nos referiremos ahora al ámbito socio-económico que supone. En cuanto a este, es necesario hablar acerca de la violación de la soberanía alimentaria en los países en donde se constituye el monocultivo. En estas regiones el monocultivo de exportación desplaza los cultivos tradicionales, lo que implica que los países productores dependen de la importación para la consecución de los alimentos propios. Visto de esta manera, es claro que los países productores no están cultivando sus propios alimentos y lo que producen no lo hacen para ellos. Es así como actualmente estos países dependen del dictamen del mercado internacional para que este disponga qué alimentos se consumen. Si se toma en cuenta la avaricia e inconveniencia de este sistema, las perspectivas no pueden ser buenas. Además de la violación a la soberanía alimenticia, se debe señalar que se han presentado problemas de explotación por parte de las corporaciones a los campesinos, quienes se ven obligados a trabajar en dichas empresas o a desplazarse. Por otra parte, en el ámbito económico, el juego de producción de un solo cultivo para el mercado internacional ha presentado históricamente consecuencias negativas. Los países que presentan este sistema de cultivo se han convertido en dependientes de

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un solo producto y en muchos casos de un solo comprador, lo que deja la economía nacional en una engañosa estabilidad, pues las fluctuaciones del mercado podrían arruinarla en cualquier momento. Una vez se han expuesto todas las problemáticas anteriores, debe haber quedado claro al lector que realmente existe un problema en torno a la actual producción de alimentos; es necesario también desmentir uno de los argumentos que se han esgrimido en los últimos años con el fin de sostener el sistema de producción agroindustrial. La última herramienta que se ha desarrollado para la producción de alimentos es la biotecnología, tomada como aquella solución que por fin acabará con el hambre en el mundo; no obstante, es pertinente que se hagan algunas consideraciones en torno a esta. El caballo de batalla que ha expuesto la biotecnología ha sido la idea de que ella es la única capaz de dar fin al problema del hambre en el mundo, sin embargo se debe desmentir esta idea, así como investigaciones previas ya lo han hecho: «Existen datos pormenorizados que demuestran que la característica que mejor describe la producción actual de alimentos no es la escasez, sino la abundancia. Las causas del hambre en el mundo no tienen nada que ver con la producción de alimentos, sino con su distribución y con la pobreza que impide su adquisición, carencia de educación adecuada, desigualdades, falta de acceso a los alimentos y a la tierra. En síntesis, el problema 52

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del hambre en el mundo no es técnico sino político.» (Altieri et al, 1993) En lo que respecta a la biotecnología, se debe hacer la anotación de que esta ciencia todavía no está preparada para asumir la responsabilidad de producir los alimentos a las millones de personas en todo el mundo que los necesitan. Para esto se necesita una conciencia que respete la vida y pretenda aprender de esta y no que, por el contrario, se proponga manipularla y controlarla sin prevenir riesgos posteriores. Comprendido esto, ahora me propongo presentar un nuevo tipo de pensamiento de producción alimentaria, un sistema que por sus diferentes características puede resolver las problemáticas generadas con el modelo agroindustrial. Desde hace unos pocos años, ha nacido dentro del pensamiento de algunos ingenieros agrónomos la necesidad de postular un nuevo sistema agrícola capaz de corregir los defectos presentados por el agroindustrial. Un sistema que en contraste con el actual sea sostenible tanto en los aspectos productivos y económicos, como en los sociales y ambientales. Así pues, nace la agroecología, una ciencia agrícola innovadora e integral, cuya característica es el conocimiento e integración de las relaciones que se dan en el proceso agrícola y que son de carácter tanto social como económico y biológico; una ciencia que, además, procura el rechazo del uso indiscriminado de los agroquímicos. Desde la aparición de esta nueva


ciencia han sido muchas las críticas que le ha impuesto la agroindustria, se le ha catalogado de retrógrada por su rechazo a las fatales consecuencias de los agroquímicos. Sin embargo, a continuación pretendo demostrar porqué la agroecología es una buena alternativa frente a la agroindustria. Una de las críticas que se ha expuesto frente al modelo agroecológico es su bajo nivel de productividad. En contraste con el modelo agroindustrial, la agroecología no busca lograr un alto rendimiento por medio del uso de químicos, sino que pretende reconocer ampliamente las relaciones y flujos de energía que se dan en el suelo, y reconoce que un suelo con alto nivel de biodiversidad es un suelo con un buen nivel energético, el cual puede ser aprovechado por las plantas. Para demostrar este rendimiento a nivel práctico podemos retomar una de las tantas investigaciones realizadas sobre este punto. En el año 1993 se realizó en el valle de Aconcagua (Chile) un trabajo impulsado por el grupo de investigación CIPMA (http://www.cipma.cl/), cuyo propósito fue el de comprobar la factibilidad de la incorporación de la agroecología a viñedos de exportación, los cuales por su mercado requieren de una alta calidad y un gran rendimiento. Los resultados de esta investigación rechazaron los comentarios que mencionaban la baja productividad de la agroecología, pues quedó demostrado que los viñedos, luego de la conversión, mantuvieron su rendimiento e incluso algunos lo mejoraron, esto sin hacer

uso de agroquímicos. Esta investigación ratifica muchas otras realizadas en California (EE.UU.) con conclusiones similares (Altieri y Nicholls, 1993). Otro punto a partir del cual podríamos demostrar el mayor desempeño en la producción agroecológica es el gran nivel de comprensión de los cultivos que tienen los agroecólogos con respecto a los productores convencionales. Estudios recientes realizados en Costa Rica (al norte de Cartago) han demostrado que los productores orgánicos tienen una mayor comprensión de sus sistemas de cultivos, destacándose en puntos como conocimiento en suelos, plagas, organismos benéficos y malezas. De igual manera el estudio demostró, según su realizadora Neidy Clavijo, que los productores que presentaron una menor comprensión del cultivo, los convencionales, lamentablemente se limitan tan solo al uso periódico de agroquímicos, incluso cuando estos no son necesarios. Visto lo anterior, se debe destacar que un productor que desconoce su cultivo es un productor más propenso al uso indiscriminado de químicos, uno que provocará mayor impacto en el suelo y finalmente dependerá totalmente de las corporaciones productoras de agroquímicos. Para finalizar, es necesario clarificar los principios que defiende la agroecología respecto al impacto ambiental y al mercado, esto según uno de sus mayores expositores, el profesor Miguel Altieri. Como ya hemos mencionado anteriormente, uno de los objetivos de la agroecología es reducir

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al mínimo el uso de agroquímicos en el cultivo. Esta visión, en conjunto con las estrategias empleadas para el rendimiento, es completamente sostenible en este aspecto, pues los suelos no se desgastan y la calidad del producto es mucho mayor al no preservar residuos cancerígenos como los presenta el producto de la agroindustria. En lo que respecta al mercado, según Altieri, la agroecología está diseñada para apoyar la producción desde los minifundios, por lo cual incentiva mayoritariamente el mercado local y nacional, asegurando que el país productor tenga una completa soberanía alimentaria, y no por el contrario dependa del mercado para su alimentación. Además este tipo de comercio, libre del mercado internacional, podría ayudar a la mala distribución alimenticia en el tercer mundo. Ahora, una vez se han expuesto tanto las falencias del sistema agroindustrial, como las fortalezas de la agroecología, creo pertinente resaltar algunas observaciones que a mi juicio deben quedar claras. Actualmente es necesaria una reforma en el pensamiento de nuestra sociedad. Propongo que este cambio se dé en principio con respecto a un

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problema que nos atañe a todos: el de la alimentación a nivel mundial. Luego, este pensamiento innovador debe ser traspasado a otros aspectos de la vida humana. El actual sistema de producción alimentaria ha demostrado en los últimos cincuenta años que su intención no es la de distribuir equitativamente los alimentos, por el contrario se ha mostrado como un fuerte aliado del mercado en el sometimiento de los países productores. Si los ciudadanos de nuestra sociedad (por lo menos del tercer mundo), no toman conciencia del grave problema que afrontamos a nivel alimenticio, continuaremos nuestra rápida marcha hacia la dependencia alimenticia, golpe que sería fatal a nuestra sociedad. La agroecología es, sin duda, un sistema de producción alimentaria capaz de suplir las falencias generadas por el modelo agroindustrial. Lamentablemente no se le ha dado la relevancia que merece, y de seguro, si se realiza mayor investigación sobre esta ciencia se harían evidentes sus cualidades.


Referencias Altieri, Miguel et al., (1993). «Experiencias en el Valle de Aconcagua: Conversión de vi-

ñedos de exportación a un manejo agroecológico.» Revista ambiente y desarrollo. X 85-92. Disponible en: http://www.agro.unc.edu.ar/~biblio/AGROECOLOGIA2%5B1%5D.pdf

Altieri, Miguel, y NICHOLLS, Clara (2000). Agroecología, teoría y práctica para una

agricultura sustentable. 1ª. Vol. 1. México: Red de formación ambiental para América Latina y el Caribe., 2000. Disponible en: http://www.agro.unc.edu.ar/~biblio/ AGROECOLOGIA2%5B1%5D.pdf

Clavijo, Neidy Lorena, (2007). «Evaluación de conocimiento agroecológico en horticultores orgánicos y convencionales de la zona norte de Cartago, Costa Rica.» Cuadernos de

desarrollo rural, nº 58 (Enero-junio 2007). Disponible también en: http://cdr.javeriana. edu.co/index.php?idcategoria=1155

Guattari, Felix, (1996). Las tres ecologías. Valencia, España: Pre-textos. Disponible

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bio.pdf

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Ventajas de desventajas de las fuentes hidroeléctricas N airo Áv ila Rodríguez

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navil ar@unal .edu.co C A R R E R A : I ngeniería C ivil CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 02-09 PROFESOR: NEL SON ZORRO

l ingenio colombiano con asociaciones latinoamericanas en el área de la hidroelectricidad es una alternativa para garantizar un futuro promisorio al país en la crisis energética que se avecina. En la actualidad no es un secreto que estamos viviendo una fuerte oleada de consumo y utilización masiva de energía a nivel mundial. Algunas de las causas que pueden explicar estos fenómenos son el desequilibrado crecimiento poblacional que se ha vivido desde el siglo XX y la desaforada acción humana sobre los medios o recursos naturales (selvas, bosques, nevados, océanos etc.) para crear energías, con un alto déficit de equilibrio ecológico y un índice elevado de contaminación. Por ello, son más las estrategias que los gobiernos de todos los países intentan crear para contrarrestar los percances a los cuales estamos todos sometidos, percances que se pudieron haber evitado si se hubiese instaurado un correcto control sobre el uso de los bienes naturales y sociales que cada persona utiliza en sus respectivos lugares de vivienda. Frente al irracional uso del medio ambiente, considero que Colombia debe empezar a expandir y fortalecer la utilización de tipos de energías que traigan mayores beneficios y usos controlados, para que se pueda garantizar el desarrollo energético y buen vivir de las futuras generaciones, brindarle a la naturaleza el trato que siempre se ha merecido y, por qué no, traer a nuestro país, una importante ventaja a nivel ÉTIC A , TECNOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

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internacional en la crisis energética y un desarrollo socio-económico más organizado. Pienso que el ideal de la búsqueda de nuevas energías es que a medida que se utilicen no se vuelva una solución contraproducente al problema, sino que por el contrario lo contrarreste, porque eliminarlo plenamente es imposible. Existen distintas formas de producir nuevas energías, muchas de ellas contaminantes y otras no, pero es necesario realizar un estudio detallado que confronte las ventajas y desventajas que se deben asumir. De esta manera podría mencionar las energías alternativas como una solución relativamente efectiva. Estas energías se definen como aquellas que se aprovechan directamente de recursos considerados inagotables como el sol, el viento, los cuerpos de agua, la vegetación o el calor interior de la tierra (Nacional s.f.). En el caso de Colombia, por su posición geográfica, abundante flora y fauna, pronunciadas y escarpadas montañas, agraciados y longitudinales ríos, entre otras riquezas naturales, es un escenario ideal para que todos los ejemplos de tecnologías renovables nombrados con anterioridad se puedan desarrollar y dar fructíferos resultados que sean beneficiosos para la población. Las principales energías alternativas que se podrían generar en Colombia mediante los recursos naturales considerados inagotables son la energía hidroeléctrica, solar, eólica, de biomasa y geotérmica. 58

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Una alta proporción de nuestra riqueza natural se ha proyectado con mayor auge a la fuente de la energía hidroeléctrica, dado que la experiencia ha sido elevada para lograr un alto desarrollo en esta área. Por otro lado también, podemos optar por la idea de empezar a utilizar las otras energías alternativas de una forma cabal. Un caso es la energía solar, aquella que la Tierra con la rotación obtiene de los rayos del Sol. Esta se puede implementar a través de tecnologías como casas, paneles solares entre otras, ahorrando así energía eléctrica que puede destinarse a otros objetivos benéficos para la sociedad. Considero que esta vía energética se puede generar con efectividad en lugares donde las temperaturas son altas, se pueden mencionar a manera de ejemplo zonas como la Guajira, Magdalena, Chocó, San Andrés, etc. Otra propuesta favorable es la energía eólica, la cual usa como medio la velocidad del viento para hacer girar las aspas de un molino. Al realizar este movimiento el molino hace funcionar un generador que produce posteriormente energía eléctrica. En Colombia se pueden construir parques eólicos en zonas donde la velocidad del viento sea considerable, haciendo que los índices de contaminación se reduzcan, debido a la poca utilización de combustibles. Sin embargo los tipos de energía nombrados con anterioridad (solar y eólica) no se han usado con la misma fuerza que la energía hidroeléctrica, tal vez porque estas exigen gastos


más elevados, los cuales no se pueden suplir o no se tienen a la vista en el país. Igualmente, hablar de construcciones relativamente modernas como parques eólicos y la ejecución de plataformas para captar la radiación solar se vuelve utópico en un país en vía de desarrollo como Colombia. Ahora bien, lo anterior no demerita la labor energética que Colombia pueda realizar. Por el contrario, considero que aunque nuestro país se estanca de una u otra forma en el progreso del uso de gran parte de las energías alternativas, somos favorecidos al tener la hidroelectricidad como aliada, dado que ésta es una de las formas más importantes de energía limpia. Esta se utiliza en otros lugares del planeta, tiene alta disponibilidad, es renovable, es decir funciona con la energía cinética producida por el agua y de esta manera no se van a tener que suplir altos gastos de combustible, por ello y muchas otras razones, la hidroelectricidad puede generar energía eléctrica de calidad y a precios bastante económicos. Sin embargo, considero que es prudente de mi parte dar a conocer que por cualquier medio que extraigamos energía, siempre nos vamos a encontrar con un daño ecológico que va a ser irreversible para el medio ambiente. La hidroelectricidad no es la excepción. Para instituir este tipo de proyectos, hay organismos acuáticos que quedan atrapados entre turbinas y mueren, en algunos lugares hay desplazamiento forzado de personas y hundimiento de tierras fértiles para las cosechas. A pesar de estas penosas

situaciones que no son un secreto para los dirigentes de estos planes, tenemos un ejemplo representativo de lo que a mi modo de ver tiene que considerarse en los proyectos, a cambio de la utilización de los recursos naturales. La Central Hidroeléctrica de Chivor, ubicada en Boyacá (Colombia), es una central que desde su construcción ha realizado una gestión ambiental integral y con responsabilidad social, ha aportado a centros de salud dineros importantes para sus respectivos desarrollos. Además ha garantizado el transporte fluvial y terrestre de las personas que viven cerca de este lugar (Medellín s.f.). Vemos aquí que si existe un compromiso verdadero, y es válido decir que estos proyectos se deben mirar como una importante ayuda y como un conjunto de oportunidades. Mirando estos dos puntos, se puede deducir que la energía hidroeléctrica es de todas las formas de energía, la solución más justa y acertada, la que nuestro país debe tomar para así lidiar contra la crisis energética que sin duda alguna estamos próximos a abordar. Aunque Colombia cuenta con tantos beneficios y recursos naturales, estos beneficios también corren el riesgo de agotarse con gran prontitud y la salida no es seguir edificando más y más centrales hidroeléctricas, ya que de nada serviría cambiar el ciclo ecológico que lleva la naturaleza por numerosas megaestructuras que al paso del tiempo se volverían infructuosas. Por el contrario, se podrían considerar como suficientes y estratégicos

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la cantidad de proyectos ya establecidos a nivel nacional. Una opción válida que se podría proponer sería la de crear uniones latinoamericanas organizadas que traen la probabilidad de aumentar las capacidades que dichos proyectos presentan y de esta manera lograr que mediante correctos mantenimientos se pueda acrecentar la cantidad de producción de energía hidroeléctrica que el país necesita, y así alcanzar una suficiencia energética necesaria para poder garantizar el abastecimiento que el país necesitará en los próximos años. Pero estos tipos de proyectos y soluciones necesitan una sustentación económica bastante alta y constante, y por lo visto el país no cuenta con ese respaldo económico necesario para adelantar las alternativas de solución anteriormente nombradas. Actualmente en Colombia existen pérdidas de dinero bastante notables como la deuda externa, que es una dificultad económica la cual tiene salidas nulas; las malas administraciones que sin duda alguna mediante ilegalidades y malas obras han hecho perder una importante parte del capital colombiano, la poca inversión nacional, entre otras actividades que inhiben un desarrollo próximo en este tipo de proyectos. Por esto, se presentan inconvenientes que no ayudan a propiciar un desarrollo que sin duda alguna traería grandes beneficios al país. Para finalizar, y siendo consistentes de la afirmación de Guattari: «la

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verdadera respuesta a la crisis ecológica sólo podrá hacerse a escala planetaria y a condición de que se realice una auténtica revolución política, social y cultural que reoriente los objetivos de la producción de los bienes materiales e inmateriales» (Guattari, 1996). La propuesta es qué nuestro país Colombia, opte por la alternativa de reorganizarse y convertirse en aliada de países latinoamericanos, puesto que nuestros países vecinos cuentan con una capacidad bastante alta de producción de energías limpias y renovables. Estas naciones tienen también grandes riquezas naturales para instaurar estas energías alternativas. De esta manera se lograría una unificación intensa que traería grandes beneficios y desarrollos que harían que Latinoamérica tome partido en el área ambiental, y con fuertes inversiones privadas (que es lo que necesitamos) empezaríamos a expandir nuestras líneas de producción y consolidarnos a nivel mundial, quedaríamos relativamente protegidos ante la futura crisis de energía y, de igual manera, estaríamos presentándole al mundo un ejemplo de la unión y trabajo conjunto de los seres humanos por objetivos realmente trascendentales. Esta es la única opción para llevar a cabo la conservación de la vida y los recursos naturales en el planeta Tierra.


Referencias Guattari, Felix, (1996). Las tres ecologías. Valencia, España: Pre-textos. Medellín, Empresas Públicas de. Biblioteca EPM. s.f. http://biblio.eeppm.com/documentos_en_linea/Plegables/p232.pdf (último acceso: 20 de noviembre de 2009).

Nacional, Ministerio de Educación. CVN. s.f. http://www.mineducacion.gov.co/ cvn/1665/article-117028.html (último acceso: 19 de noviembre de 2009).

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¿Por qué Colombia se encuentra atrasada en tecnología pecuaria con respecto a los países desarrollados? H olger R icardo M oreno R incón

S

hrmorenor@unal .edu.co C A R R E R A : Z ootecnia CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 01-10 PROFESOR: JUAN M. SERR ANO P.

i comparamos la tasa de productividad de los países desarrollados con respecto a la del tercer mundo, incluido en este último Colombia, nos damos cuenta de que existe una gran diferencia: mientras que en los primeros hay exceso de alimentos, en los segundos, los de América Latina, hay serios problemas para satisfacer las necesidades alimenticias de sus habitantes, a pesar de que la localización geoastronómica de estos países los sitúa como unos de los más variados y abundantes en especies vegetales y animales del mundo. Existen varias causas por las que Colombia no se haya convertido en una potencia mundial en tecnología pecuaria, entre las que tenemos los problemas de productividad y costos de ésta; no se están utilizando de manera adecuada los recursos del medio para minimizar costos de modo que se presenta la necesidad de importar los insumos desde otros países (Reginald, 1987). La falta de capacitación de muchos de los productores en el campo afecta seriamente el desarrollo. El país no ha logrado convertirse completamente de la producción artesanal a la tecnificada, debido a que en muchas regiones los productores son campesinos que cultivan lo que su familia consume y lo de la venta en la región. ÉTIC A , TECNOLOGÍA Y MEDIO AMBIENTE

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No es conveniente la producción con animales de razas puras extranjeras, ya que estas no se encuentran bien adaptadas al medio y para su alimentación es necesaria la utilización de insumos importados, lo que aumenta el costo de producción. Es mejor el manejo de animales nativos o mestizos con una productividad mediana y bajo costo de producción (Reginald, 1987). Los problemas energéticos también afectan el desarrollo pecuario del país, por ejemplo, la diferencia de consumo de alimentos entre países desarrollados y los del tercer mundo es muy poca, mientras que el consumo de energía es enorme (Ramirez, 2005); debido al gran aumento de los precios de los combustibles fósiles, el país ha tenido que exportar cada vez más sus productos para lograr suplir los precios de éstos. De este modo provoca una gran demanda de fuentes renovables de combustible, lo que implica una deforestación de los campos que, a su vez, conlleva a una baja producción de alimento para el sector pecuario. Otro problema son los altos intereses en los créditos (Reginald, 1987), lo que hace que los productores no puedan desarrollar sus técnicas de cultivo por los altos costos que esto comprende, haciendo que pasen de una producción extensiva1 a una intensiva2 (ganaderia, laganaderia.org, 2007), 1 La ganadería extensiva es aquel sistema de crianza de ganado, el cual se lleva a cabo en grandes extensiones de terreno, donde la carga va hasta dos animales por hectárea ¿Qué se entiende por ganadería extensiva? (ganaderia, laganaderia. org 2007) 2 La ganadería intensiva es aquel sistema de

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aunque esto provoca que utilicen de una forma adecuada los recursos del medio para poder minimizar los costos en la producción sin disminuirla. Una cuestión muy compleja que ha afectado el sector agropecuario en las últimas décadas ha sido el conflicto armado que se presenta en el país, el cual ha provocado que los productores y campesinos tengan que abandonar sus tierras y desplazarse a las grandes ciudades en busca de un mejor futuro, con lo cual ha aumentado la población en éstas, mientras que los campos están quedando prácticamente solos, de modo que no se alcanza a producir el alimento necesario para suplir las necesidades del país. Las políticas erróneas del Gobierno, como por ejemplo la del Tratado de Libre Comercio con países desarrollados, afectan debido a que Colombia no logra competir en algunos aspectos con estos países (Ventajas y desventajas del TLC, s.f.). Se prefieren los alimentos y productos importados por su precio y calidad, disminuyendo la demanda de los producidos en el país y no alcanzando a cubrir los gastos de producción de los mismos, lo que provoca un estancamiento del desarrollo de tecnologías agropecuarias. La inversión que realiza el gobierno en el campo no es suficiente, faltan vías para la comunicación de las diferentes regiones y para el fácil transporte de los productos y los insumos que se crianza de ganado, el cual se lleva a cabo en pequeñas extensiones de terreno, desde cuatro hasta treinta animales por hectárea. ¿Qué se entiende por ganadería intensiva? (ganaderia, laganaderia.org 2007)


necesitan. Aunque se debe mantener la seguridad, que es a lo que más le apunta el Gobierno actualmente, el campo no debe ser descuidado. La calidad de vida de los campesinos es muy baja por lo que no se logra que se conviertan en productores. La contaminación del medio, la deforestación, etc., provocan un retroceso en el sector agropecuario, no hay buen material para la alimentación de los animales, el agua que se les proporciona está contaminada, no hay la

suficiente infraestructura para darles un buen manejo, los insumos que se necesitan son demasiado costosos y los campesinos no los logran cubrir. En fin, si no se supera la mayoría de estos problemas, Colombia nunca logrará competir con los países desarrollados y convertirse en una potencia mundial.

Referencias GANADERÍA, La. 13 de abril de 2007. “laganadería.org”. Último acceso: 14 de mayo de 2010. http://www.laganaderia.org/15/index.php?option=com_content&view=article&id=36: que-entiende-por-ganaderextensiva&catid=7:ejemplos&itemid=28

—. «laganaderia.org».Último acceso: 14 de mayo de 2010 http://www.laganaderia.

org/15/index.php?option=com_content&view=article&id=37:que-entiende-por-ganade rintensiva&catid=7:ejemplos&Itemid=28

Ramirez, Pablo. (2005). «La crisis energética del mundo, debemos mirar los biocombustible.» Atinachile. http://www.atinachile.cl/content/view/2992/LA-CRISISENERGETICA-DEL-MUNDO-DEBEMOS-MIRAR-LOS-BIOCOMBUSTIBLES.html.

Reginald, T. (1987). Nuevas bases para la producción animal en el trópico. Palmira,

Colombia: Universidad Nacional de Colombia y CIPAV

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IDENTIDAD Y CULTURA



Identidades efímeras N atalia J iménez R. najimenezra@unal .edu.co C ARRER A: MÚSIC A INS TRUMENTAL CURSO NIV EL ATORIO DE LEC TO-ESCRITUR A 01-10 PROFESOR: SAR A L . MONROY

“Los más desposeídos, los más cadenciados,

son quizás quienes han perdido la lucha simbólica por ser reconocidos,

por ser aceptados como parte de una entidad social reconocible, en una palabra, como parte de la humanidad”.

Pierre Bourdieu, Meditaciones pascalianas.

U

no de los males que nos persigue constantemente en la generación del Internet y las redes sociales es la incapacidad de mantener una sola identidad dentro y fuera de la red. Hablamos de identidad como nos lo plantea Stuart Hall en su texto titulado Identidad cultural y diáspora (Hall, 1990) como una “producción” que nunca está completa, sino que siempre está en proceso y se constituye dentro de la representación, y no fuera de ella. Aclaro que Hall utilizó el término identidad para referirse a la identidad cultural, pero en este momento utilizaremos este concepto específicamente para referirnos a la identidad individual. Estamos en la era de la visibilidad y conectividad. De hecho, lo que más deseamos es: ser reconocidos. Si no es ante millones de personas en un reality show, entonces es ante cientos de ellas en Facebook, Twitter o Messenger. Es esta la característica que nos define y la manera como nos volvemos reales ante nosotros mismos: siendo vistos por otros. Es conveniente aclarar que vivimos en una sociedad de consumo, que como bien la define Zigmunt Bauman en su libro titulado Vida de consumo (Bauman, 2007) es un tipo de sociedad que interpela a sus miembros (vale decir que se dirige a ellos, los llama, los convoca, apela a ellos, los I D E N T I D A D Y C U LT U R A

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cuestiona, pero también los interrumpe e irrumpe en ellos) fundamentalmente en cuanto a su capacidad como consumidores. Al hacerlo de este modo, la sociedad espera ser escuchada, atendida y obedecida. En otras palabras, la “sociedad de consumidores” implica un tipo de sociedad que promueve, alienta o refuerza la elección de un estilo y una estrategia de vida consumista y que desaprueba toda opción cultural alternativa. Lo que es necesario aclarar es que estamos en una sociedad que intenta a toda costa homogenizar a todas las personas en cuanto a su forma de ser, vestir, sentir y pensar. Sin embargo, hay que tener en cuenta que para que ésta sea más eficaz, también se tiene que estar destruyendo y reconstruyendo constantemente. No se puede ser estático. Si así fuera, no sería “rentable”. Como bien lo afirma Bauman: «Los mercados de consumo se concentran en la rápida devaluación de sus ofertas pasadas, para hacer un lugar en la demanda del público para las nuevas ofertas. Generan insatisfacción hacia los productos que los consumidores usan para satisfacer sus necesidades, y también cultivan un constante desafecto hacia la identidad adquirida y el conjunto de necesidades que esa identidad define. Cambiar de identidad, descartar el pasado y buscar nuevos principios, esforzarse por volver a nacer: son todas las conductas que esa cultura promueve como obligaciones disfrazadas de privilegios» (Bauman, 2007).

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Como lo vimos anteriormente, en ese juego de destrucción y reconstrucción de las cosas se ve afectada también nuestra identidad, ya que la cultura consumista se caracteriza por la presión constante de que cada quien sea alguien más. No importa si la identidad que tuviera fuese la más auténtica o con la que alguien estaba satisfecho. En un momento seguramente llegará ese deseo, esa inconformidad y ese aburrimiento de ser siempre el mismo sujeto que está tras el espejo. Joseph Brodsky —filósofo y poeta ruso— describió la clase de vida generada y alentada por la búsqueda compulsiva y obsesiva de una identidad siempre renovada y reformada, con sus nuevos nacimientos y sus nuevos inicios: «Uno se aburrirá de su trabajo, de su esposa, de sus amantes, de la vista desde su ventana, de los muebles o la decoración de su casa, de sus pensamientos, de uno mismo. Uno intentará en consecuencia encontrar vías de escape. Además de los artilugios de autogratificación antes mencionados, uno también puede probar cambiar de trabajo, de residencia, de empresa, de país, de clima, puede darse al alcohol, a la promiscuidad, a los viajes, las clases de cocina, las drogas, el psicoanálisis […] De hecho, uno puede hacer todas esas cosas, y tal vez el asunto funcione por un tiempo. Hasta ese día, claro, en que uno se despierta en su habitación, rodeado de una nueva familia y de una decoración diferente, en otra región y otro clima, en medio de una montaña de cuentas del agente de viajes y del psicoanalista, pero con la misma


vieja y conocida sensación al mirar a la luz del día que se cuela por la ventana» (Brodsky, 1995). Si bien es cierto, como nos muestra Brodsky, que desde hace un tiempo esa necesidad de renovar la identidad ha sido saciada por modificaciones tales como cambiar de trabajo, darse al alcohol, la promiscuidad —sin mencionar las modificaciones corporales (que hoy en día son tan solicitadas)— y hasta los cambios de sexo, éstos no se comparan con las grandes ventajas que nos ofrece Internet. Bauman afirma que Internet abre posibilidades que la vida real negaba. La fabulosa ventaja del espacio de vida virtual sobre los espacios de vida off line consiste en la posibilidad de lograr reconocimiento para una identidad sin necesidad siquiera de adoptarla realmente. Los internautas buscan, encuentran y disfrutan de atajos que conducen directamente del plano de la fantasía a la aceptación social (aunque también solo virtual) del hacer creer. Y es esa misma posibilidad de lograr reconocimiento para una identidad —sin necesidad siquiera de adoptarla realmente—de la que habla Bauman, la clave del éxito y gran acogida que ha tenido en todo el mundo. La meta ahora es simplemente ser reconocido, convertirse en una celebridad en miniatura: cuántas fans tengo, cuántas personas han visto mi video, en cuántas fotos aparezco, cuántos amigos tengo en Facebook. Esas son las clases de preguntas más frecuentes e importantes que se formulan hoy en día las personas, y eso que ni siquiera hemos

entrado a mirar la absoluta eliminación y extinción de valores como la amistad, el respeto y la honestidad. Esto está relacionado con qué significa el respeto cuando se crean grupos en Facebook que convocan a la gente a matar o qué representa la amistad cuando se tienen 645 amigos en Myspace y no se conocen ni la mitad. Es más, en el juego identitario de Internet, el otro —bien sea el amigo, el conocido o el contrincante de juego— no es más que un instrumento de la propia autoconfirmación, ya que si ese otro no existiera, nosotros (digo nosotros pensándolo como nosotros los internautas) no existiríamos tampoco. Como se ha dicho hasta aquí, entonces vivimos en la era de la visibilidad. Siendo reconocidos nos volvemos reales ante nosotros mismos. Sin esos 645 amigos, sin las 550 personas que nos vieron en el video en Youtube, no somos absolutamente nadie, ni para el mundo ni para nosotros mismos. Lo anterior se puede ilustrar específicamente en un caso que lleva hasta su punto máximo la batalla por el reconocimiento. En el año 2005, al sur de Corea, un hombre murió —aparentemente— por un fallo en el corazón luego de jugar 50 horas seguidas frente a su computador. Lo hizo durante casi tres días sin parar, levantándose apenas para ir al servicio sanitario y tomar unas pequeñas siestas. Esta persona de 28 años de edad fue identificada únicamente como “Lee” y se dice que había dejado su trabajo habitual para tener más tiempo para jugar (BBC, 2005). I D E N T I D A D Y C U LT U R A

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Seguramente el joven Lee era una de esas personas de quienes hemos estado hablando todo este tiempo. A diferencia del resto, él sí perdió absolutamente su juicio, pero empezó, como todos, utilizando Internet y demás redes sociales; empezó siendo un consumidor más, accediendo a la posibilidad de tener millones de identificaciones y de ser alguien totalmente diferente a lo que era (en su caso, en el juego). Bauman afirma que los intentos por lograr una o mil identificaciones en la red y no poder socializar ni una sola en la vida off line muestra lo que realmente es el mundo los consumidores: una carga pesada y nada agradable, tolerada y padecida solo por inevitable, pues el reconocimiento de la identidad elegida debe lograrse solo a costa de interminables esfuerzos y todos éstos valdrán la pena si se logra el tan aclamado y glorioso reconocimiento. Para Lee –evidentementevalió la pena ese esfuerzo ya que llegó a ser el mejor jugador. Nadie lo superó. El problema de Lee superó las fronteras del consumismo: pasó de ser un simple consumidor a ser un adicto que fracasó en su búsqueda de identidad en la vida real y optó por obtener una o algunas en el mundo virtual. Es interesante mirar que los países en donde más situaciones de guerra y conflicto ha habido, son aquellos donde la gente tiende a refugiarse en el ciberespacio hasta el punto de morir como sucedió con Lee. Esto ya nos empieza a decir que algo está pa-

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sando en el mundo, que de repente se vuelve incontrolable, hombre versus máquina, o mejor, hombre entregado a la máquina, enfermo por el deseo de ganar, ser reconocido, no parar. Aunque le cueste hasta su propia vida, no hay límites, no hay fronteras y definitivamente no hay realidad fuera de la pantalla, solo adentro. Ya para concluir podríamos decir que la identidad tal como la plantea Bauman es una condena a realizar trabajos forzados de por vida. «Para los fabricantes de ávidos e infatigables consumidores y los vendedores de bienes de consumo es también una fuente inagotable de ganancias, mas copiosa cuanto más utilizada. El armado y desmantelamiento de la identidad puestos en movimiento en la más tierna infancia se convierte en actividades que se retroalimentan automáticamente cuando son ejercidas» (Bauman, 2007). De acuerdo con lo anterior, se podría decir que evidentemente existe una problemática respecto a la incapacidad de mantener una sola identidad dentro y fuera de la red. Y esa problemática se ve reflejada precisamente en casos como el de Lee, en la existencia de centros de rehabilitación para personas adictas a Internet y en los miles de casos de usuarios de la red que —aparentemente— logran tener el reconocimiento y ser mini celebridades con identidades que, realmente, nunca podrían socializar en la vida off line.


Referencias Bauman, Z. (2007). Vida de consumo. Buenos Aires: Fondo de cultura económica. BBC. “S Korean dies after games session”. Último acceso el 10 de agosto de 2005. http://

news.bbc.co.uk/2/hi/technology/4137782.stm

Brodsky, J. (1995). On grief and reason: essays. New York: Straus and Giroux. Hall, S. (1990). Identidad cultural y la diáspora. Londres: Lawrence & Wishart.

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Formación de la identidad cultural colombiana D arío G iral R . dariogiralr@yahoo.es C A R R E R A : A ntropología C urso nivelatorio lecto - escritura 01-10 P rofesora : S ilvana V alentina P ellegrino

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os proyectos de construcción de identidad nacional de un estado plantean la recuperación de experiencias históricas comunes y el descubrimiento de los códigos culturales que proveen a un pueblo, como marcos de referencia que se transforman constantemente (Stuart, 1968, p. 134); el pasado común de una colectividad proporciona un punto de origen a una sociedad para que determine las líneas que debe seguir, y para alcanzar el desarrollo educativo, económico y social. En ese orden de ideas, la combinación y evolución histórica de criterios tales como lengua, territorio común, historia común, vida económica, religión y rasgos culturales, le permite definir a un grupo humano su identidad cultural y trazar su plan de construcción de nación. Para el caso colombiano, cada vez que se formula un proyecto de construcción de identidad cultural, es normal que se exprese el interés económico de algunas élites criollas, así como que esté acompañado de discursos raciales y étnicos, generando tensiones regionales y marginación de comunidades afro-colombianas e indígenas; por ejemplo, campañas publicitarias como Colombia es pasión y Café Juan Valdés que emplean símbolos de identidad cultural tales como el carriel, el arriero o el poncho, no son más que la exaltación de los valores convocantes de la sociedad paisa y niegan la diversidad cultural del territorio colombiano —pareciera ser que todos los colombianos somos harina del mismo costal—. Es en este contexto donde se hace relevante inI D E N T I D A D Y C U LT U R A

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miscuirse en el campo de la historia y la sociología para responder algunas preguntas como: ¿La búsqueda de identidad cultural significa necesariamente la desaparición de las culturas propias de cada región del territorio colombiano? ¿Podemos hablar de una “homogeneización de la cultura” en Colombia? Mi procedimiento para responder a los anteriores interrogantes será tomar algunos fundamentos teóricos del concepto de identidad nacional y el contexto histórico de la conformación de la identidad cultural colombiana. Esta forma de proceder me indicará los actores que están implicados en la construcción de la identidad nacional, los motivos económicos y sociales que han influido en la conformación de la identidad cultural, y, por último, vislumbrará una mirada a la historia colombiana, que tal vez se convierta en apoyo teórico y metodológico para quienes pretendemos encontrar en el pasado explicaciones para nuestro conflictivo presente. En primer lugar, me adentraré en el concepto de identidad nacional mediante la mirada de algunos autores de la línea de los Estudios Culturales como Stuart Hall, quien le da relevancia a la relación entre globalización e identidad cultural, y Jesús Martín Barbero, quien desarrolla el concepto de hibridación y mestizaje. Estos autores cuestionan el proceso de “homogeneización de la cultura” y asumen que el concepto de identidad cultural está muy ligado tanto a los “nuevos modos de habitar la ciudad y el campo” como al proceso de 76

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construcción de “nuevas identidades”. Por lo visto, las implicaciones de la construcción de la identidad nacional van más allá de la apropiación de un territorio. También se hacen relevantes las formas arbitrarias para escoger una lengua, religión y forma de gobernar. En la medida en que las sociedades se identifican con determinada organización política, pueden cruzar las barreras étnicas y lingüísticas que hay dentro de ellas y definir las instituciones sociales relevantes para cada conglomerado humano. Continuando con la linealidad propuesta, ahora mencionaré el proceso de construcción de identidad nacional que Colombia vivió durante el siglo XlX. Para ello he de apelar a la historia y tomaré como punto de partida la independencia de Colombia, momento en el que la sociedad granadina empieza a divergir explícitamente de la metrópoli española; los granadinos recurren al modelo europeo inglés y francés de estado-nación, tanto para justificar su discurso político como para organizar sus instituciones. En mi opinión, para comprender el proceso de creación de identidad nacional en Colombia es preciso saber que en nuestro país a mediados de este siglo se presentan dos tipos de discurso nacionalista, uno referido a la identidad alrededor del republicanismo defendido por los Radicales, que creen en las doctrinas liberales imperantes de la época, y otro sustentado en la religión y el orden, expuesto por la Regeneración; ambos tomarán el ejemplo europeo para buscar los elementos que


permitan afirmar las características identitarias de la población colombiana. Cabe mencionar que la construcción discursiva de la identidad nacional, no solo dependió de la independencia de Colombia y del debate que se generó en torno a la administración del territorio y del poder, sino que también jugó un papel relevante el ámbito geográfico de nuestra nación. Se trata del discurso de nacionalidad de la época gira en torno a la posición geográfica en la que habitan las élites colombianas y que estas emplean para imponerse a todas las comunidades del territorio nacional mediante el gravamen de las imágenes de superioridad territorial de los altiplanos frente a las tierras llanas, las selvas y las costas. De paso, estas élites también pretenden dejar claro en su discurso la superioridad racial de los habitantes de aquellos territorios sobre los indios, negros, mulatos, mestizos e incluso, sobre los blancos de las costas y zonas de frontera. Estas imágenes se pueden encontrar en textos de autores como Francisco José de Caldas y José Ignacio de Pombo, dos ilustres payaneses, uno exiliado en Santafé y otro en Cartagena, quienes trataron de construir una imagen geográfica acerca de la nación que ellos imaginaban desde antes de la independencia. El argumento a destacar de estos intelectuales criollos es que ellos buscaban darle sentido a territorios fragmentados y ocupados por razas diversas como las de la Nueva Granada, en los cuales el dominio geográfico estaba en los altiplanos

andinos y la superioridad social en la raza blanca, argumentos que después fueron detalladamente ampliados por José María Samper a mediados del Siglo XIX (Múnera, 1960, p. 32). En este contexto, la fragmentada geografía llevó aparejada la diversidad social que creó grupos culturalmente distintos y económicamente autónomos que se relacionaban entre sí, a veces en forma conflictiva, obedeciendo a los intereses de las élites regionales que permanentemente buscaron expandir su dominio. Parece ser claro que la visión de la geografía humana fue construida por la élite, que apelaba a pensadores europeos quienes explicaban las diferencias raciales por los factores climáticos. Este trasfondo ideológico buscaría plantear las diferencias raciales en términos de la superioridad de los habitantes de tierras frías frente a los de tierras cálidas. Lo anterior conduce a responder los interrogantes planteados al inicio del escrito: ¿La búsqueda de identidad cultural significa necesariamente la desaparición de las culturas propias de cada región del territorio colombiano? ¿Podemos hablar de una “homogeneización de la cultura” en Colombia? Al parecer, la ambición de controlar a los individuos y las comunidades por parte de las élites subyace en la idea de las formas de explotación y administración del poder. En este orden de ideas los proyectos culturales planteados por las élites destruyen cualquier modelo de pensamiento que vaya en contra de sus intereses económicos; para ello apelan al discurso de orientación racial. I D E N T I D A D Y C U LT U R A

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En resumen, entrar en el campo de la identidad cultural equivale a tropezar con la polémica de la homogeneidad frente a la diversidad. La necesidad de repensar la identidad como un fenómeno social, resultado de las relaciones culturales de las colectividades consigo mismas y con otras, implica no negar y segregar al otro porque puede generar relaciones conflictivas en la nación y, de paso, perder el potencial que puede brindar determinado conglomerado humano. Así pues, con un espíritu antropológico

propongo la definición siguiente de la identidad nacional: “una comunidad, independientemente de la desigualdad y la explotación, libre del racismo y la segregación, donde cada miembro de la nación sienta compañerismo y solidaridad por el otro, que cada cultura particular sea partícipe de la formación de la patria”.

Referencias Hall, Stuart. (2003). Identidad cultural y diáspora. En: Cuestiones de Identidad. 131-139.

Buenos Aires: Amorrortu Editores.

Munera, Alfonso. (2005). Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y de la geografía en el Siglo XIX. 29, 225.Bogotá: editorial Planeta.

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Barimetría1 de la cultura D iego F. R odríguez C . dfrodriguezc@unal .edu.co C arrera : S ociología C urso nivelatorio lecto - escritura 02-10 P rofesor : N elson Z orro

“Así como se ahorra sin duda la angustia, se distribuye mágicamente la ambivalencia en un amor por lo propio y un odio por lo extraño

y se produce la más grande simplificación de la vida, la más espantosa facilidad”

Estanislao Zuleta, El elogio de la dificultad.

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os escenarios, como llama Erving Goffman2 a las instancias de la vida, sostienen una rica cantidad de manifestaciones colectivas. En torno a ellas podremos encontrar diversas aproximaciones que pretenden explicar la naturaleza de estas actuaciones humanas. Por lo general, las personas no entienden la lógica que está contenida en ellas. Con el deseo de aproximarme a una interpretación de esa lógica, enfocaré este ensayo hacia el papel que juega la rutina en la naturalización de las prácticas culturales. Por ello, igual que la función que tienen los sondadores3 1 La batimetría es la ciencia que mide las profundidades marinas para determinar la topografía del fondo del mar. 2 Goffman es uno de los más importantes sociólogos del siglo XX, como Max Weber, Durkheim y Mead, sobre cuyos pasos trató de profundizar en una sociología más interesada en los procesos micro-sociales de interacción. Su interés central como teórico del interaccionismo simbólico era estudiar la influencia de los significados y los símbolos sobre la acción y la interacción humana. 3 Los sondadores usan las ondas sonoras para representar la forma del océano y sus corrientes de aguas. Actualmente, las mediciones son realizadas por

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durante la navegación de los barcos en el mar, nuestro ejercicio consistirá en explorar el interior de una porción de nuestra realidad. Primero definiré los siguientes tres aspectos: Imaginemos que ese mar es la cultura en la estamos inmersos inevitablemente. En él, existen dos corrientes de agua que conforman esa espesa masa líquida, una sobre la otra. Por una parte, encontramos las acciones de las personas, con las que estamos en contacto a diario, y que son la corriente superior. Por otra, la concentración compuesta por las dimensiones del hombre y sus construcciones subjetivas de la realidad. Esta es la corriente más profunda que a su vez le está dando forma a la superficie. Ambas en constante movimiento transportan gran parte de lo que somos. La acción es una conducta humana en la que el individuo o individuos que la realizan le dan un sentido personal y significativo. Ella se materializa inicialmente en el fondo cuando hay un consenso de símbolos y significados que son comprendidos mutuamente. Entonces, emergen a la superficie a modo de representaciones gráficas de esa actividad interna que las produce. Aprender la cultura, durante el transcurso de la crianza, le da a los sujetos la sensación de actuar lógicamente, es decir, que las personas deben comprender la realidad para poder sentir que sus acciones son legítimas y lógicas. GPS diferencial para una posición exacta, y con sondadores hidrográficos mono o multihaz para determinar la profundidad exacta. Todo ello se va procesando en un ordenador a bordo, para confeccionar la carta batimétrica.

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Una observación al interior de este mar, que representa nuestra cultura, nos puede dar una idea más clara acerca de su forma. Un ejemplo de que la comprensión de la realidad determina el comportamiento, y que este es visible como grafía de la cultura por las acciones humanas, está dado en el capitalismo. Su influencia sobre la percepción colectiva, del cómo es un modelo ideal de vida, indudablemente ha dotado a los individuos de un modo particular para entenderse dentro de la sociedad. Esta masa de la vida moderna se nos presenta como un enorme caudal de agua, y aunque sea complejo explicar el capitalismo como pilar de la modernidad, de él sí podemos decir, por ahora, que plasma sobre el consenso colectivo imágenes de lo que se considera absoluto. El consumo en sí no es exótico, lo que es exótico es el comportamiento de las personas por el consumo. Parece que esta práctica habitual del mundo moderno pusiera a los individuos la necesidad de reproducir los estereotipos ideales que promueve. Las acciones están supeditadas a la construcción de la realidad y lo que estoy diciendo no es nada nuevo; estas interpretaciones ya han sido socavadas en intentos anteriores más completos. Andrei Tarkovski, director de cine, actor y escritor ruso, dice sobre la modernidad: “una de las características más tristes de nuestro tiempo es, en mi opinión, el hecho de que hoy en día una persona corriente queda definitivamente separada de todo aquello que hace referencia a una reflexión sobre lo bello y eterno.


La moderna cultura de masas —una civilización de prótesis—, pensada para el consumidor, mutila las almas, cierra al hombre cada vez más el camino hacia las cuestiones fundamentales de su existencia…” (Tarkovski, 2010, p. 85). La cultura tiene el poder de imprimir su fuerza en los maleables humanos haciendo de las construcciones colectivas acciones legítimas, lógicas y únicas. Talcott Parsons4 señala: “los valores morales que se interiorizan, durante el curso de la socialización, pueden ejercer una poderosa influencia tanto en los fines de la acción, como en los medios con que dichos fines se persiguen. La institucionalización de ellos en una sociedad produce la cohesión social como participación en los objetivos y expectativas comunes que construyen pautas de actividad coordinada”(Heritage, 2007, p. 290-350). Esto en Bauman, y transportándolo al consumismo, es un tipo de acuerdo social que resulta de la reconversión de los deseos, ganas o anhelos humanos [...] es la principal fuerza de impulso y de operaciones de la sociedad, una fuerza que coordina la reproducción sistémica, la integración social, la estratificación social y la formación del individuo humano, así como también desempeña un papel preponderante en los procesos individuales y grupales de auto - identificación (Bauman, 4 Sociólogo estadounidense. Es uno de los mayores exponentes del funcionalismo estructuralista en esta disciplina. Dicha teoría social sostiene que las sociedades tienden hacia la autorregulación, así como a la interconexión de sus diversos elementos (valores, metas, funciones, etc.).

2007, p. 47). Como cultura, la modernidad ha introducido el “marquismo”5, que a partir de la exclusividad, traduce la señal de distinción al portador de la marca. Llevar un artículo, consumir un producto o frecuentar un lugar reconocido por “todos”, le confiere al actor el acceso a círculos sociales específicos y posibilita la construcción de su estatus en un ambiente determinista del que no es consciente. Así pues, vemos que nuestras voluntades pueden estar profundamente determinadas en tanto, lo transmitido durante el transcurso de la vida (Braudel, 1986) se afirma en nosotros con rigor. La cultura se viste de naturaleza, dice Bauman6, refiriéndose a la sensación que tenemos sobre lo inmodificable que parece la cultura. Continúo con Bauman a propósito de la distinción naturaleza y cultura: “cultura es lo que está dentro del 5 La marca comercial de las cosas ha superado la barrera ideológica del producto, de la idea de vender se pasa al reducto cultural nuevo. Las marcas también confieren estatus y se genera una “mimética de poder”, según diría Desmond Morris y, de esta forma, vestimos como los modelos de nuestra sociedad: ricos, poderosos, jóvenes, de éxito, en la esperanza de que esa similitud haga volatilizarse nuestras inseguridades. De esas inseguridades se nutren las publicidades para desarrollar nuestras necesidades hasta convertirse en dependencias psicológicas. 6 Sociólogo polaco. El interés de la investigación de Zygmunt Bauman se enfoca en la estratificación social y en el movimiento obrero, antes de interesarse en temas más globales tales como la naturaleza de la modernidad. El período más prolífico de su carrera comenzó después de abandonar la enseñanza en Leeds, cuando se acrecentó su importancia más allá de los círculos de sociólogos profesionales con un libro que publicó acerca de la supuesta conexión entre la ideología de la modernidad y el Holocausto.

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poder humano; aquello que podemos manipular y modificar, que no está dado, en contraste con la naturaleza (cuando algo es “sencillamente así” y no podemos hacer nada para cambiarlo)”. La cultura es “la imposición a cierta sección de la realidad de una forma específica que de otro modo no tendría sentido”. Pero, además, “consiste en introducir y mantener un orden y en combatir todo lo que se aparte de él”. “Cultura significa preferencia. La cultura exalta a un orden como el mejor […] y denigra todas las alternativas como inferiores, o desordenadas” (Bauman, 2007, p. 47). Pero la cultura se naturaliza cuando las personas interiorizan de manera repetitiva y familiar todas sus prácticas. Goffman dice sobre la rutina: “los actuantes tienden a fomentar la impresión de que la actuación corriente de su tradición y su relación con su auditorio habitual tiene algo especial y único. Se oculta el carácter rutinario de la actuación y se acentúan los aspectos espontáneos de la situación” (Goffman, 2010, p. 13-86 y 117-151). El actuante mismo no entiende, por lo general, la dimensión de la rutina y considera su vida total e irrefutable. Esto, además, como señala Bauman una vez más, lleva a un desconocimiento de la artificialidad de los hábitos y costumbres. Si bien la cultura está soportada por el consenso colectivo también la rutina se introduce como el elemento que soporta lo habitual.

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En este punto, la interpretación de estas ondas nos debería suscitar indicios acerca del poder que tenemos sobre lo que se cree, sobre el papel que juega la rutina en lo que hemos asumido como cierto, y sobre la fuerza de la cultura como hecho natural. A la vista, resulta que los cánones de lo bello y lo legítimo se institucionalizan por un lado, a través de prácticas aceptadas, y por otro, cuando el consumo nos aleja de una verdadera reflexión. Para la interpretación nos queda traducir el consenso que la sociedad desarrolla, cuando lucha por mantenerse adherida a estos cánones, como el efecto de influencia y control del capitalismo. Como estamos inmersos en esto, lograr fines que sean valorados normativamente, requiere de nosotros, la iniciativa de superar los obstáculos que hay entre normatividad social y expectativas propias. Durante la navegación tal vez se deba alterar el curso varias veces, pues transformar las acciones tradicionales y reemplazarlas por otras prácticas pone en conflicto nuestra participación en colectivo. Naturalmente la reacción será corregir, pues la sociedad advierte que alguien no se ajusta a la norma, debe ir ponderándose sobre las acciones aisladas para mantener el orden, no permitiendo que otros asienten la incertidumbre sobre la perspectiva general y sus identidades. Este isograma corto, sencillo y general, producto del ejercicio barimétrico, pone en tela de juicio un trasegar afanoso de la vida tal como la conducimos, creyendo que ella solo es


posible en ciertos sentidos, explicable desde una sola perspectiva, aislada de la iniciativa y atomizada por la necesidad de satisfacción. Dibuja el mapa de una sociedad que condiciona la felicidad para sí misma, mientras la modernidad constriñe a los individuos para que satisfagan deseos que nunca terminan pero sí se prolongan. Puede que en el fondo solo estemos en medio de una inmensidad que no comprendemos, siendo personas conducidas por

corrientes del presente, que se pasan, artificiales, alienadas a un modelo que condiciona y nos autoconsume en la ceguera. Como dice Michel Foucault: “ser moderno no es aceptarse a sí mismo tal como se es en el fluir de los momentos que pasan; es tomarse así mismo como objeto de una elaboración compleja y dura (...). No es aquél que parte del descubrimiento de sus secretos y de su verdad escondida; es aquel que busca inventarse”.

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Estanislao Zuleta.

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OTRAS TEMÁTICAS



Comentario sobre la actual vigencia de la teoría de los afectos en escenarios en donde la expresión musical opera como producto de consumo masivo J airo A rmando P alome q ue japalomequem@unal .edu.co C arrera : M úsica C urso nivelatorio lecto - escritura 01-09 P rofesora : S ilvana P ellegrino

E

n el escenario de la escucha musical, aunque cierto tipo de sonoridades no tenga necesariamente un significado de carácter afectivo similar para un mismo grupo de oyentes, se puede afirmar que el conjunto de las cualidades acústicas de una composición provoca un impacto emocional con el cual el oyente establece relaciones de sentido. Para este fin se considera entonces la actuación o puesta en escena de un producto musical como un acto necesariamente provisto de la influencia creativa del oyente tanto como del intérprete y el compositor para la construcción de significado. La teoría de los affetti o afectos humanos que nace, según coinciden varios autores, en Florencia (Italia) en el O T R A S T E M ÁT I C A S

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siglo XVIII, sustenta que la música puede transmitir sentimientos y afectar al oyente a modo de estímulo, sugiriendo estados de alegría, quietud, tristeza, entre otros, y la vía más efectiva para lograr este fin expresivo es la aplicación de la “ley del contraste” a través del uso intencional de los diversos elementos musicales: velocidad (tempo), altura (manejo de la línea melódica), armonía (organización lógica de una sucesión de acordes subyacente a la melodía), timbre, instrumentación utilizada y forma (la estructura del discurso musical). Los compositores de este periodo en particular utilizaron cada uno de estos elementos del lenguaje musical para describir sentimientos y emociones. Posteriormente, sin entenderse como efecto de la teoría de los afectos, las obras musicales de la tradición occidental tenían una intención orientada hacia la descripción de situaciones, a la evocación de condiciones del espíritu, incluso al señalamiento de un conjunto de atributos morales, psicológicos del compositor o de un personaje en particular. El resultado consistiría, entonces, en que los creadores de una obra musical en la época señalada se inclinarían a experimentar con acordes, instrumentación, dinámica agógica y de intensidad sonora, con el fin de impactar emocionalmente al auditorio, sea para ratificar la aceptación de su obra o con fines comunicativos específicos. En la época del Barroco musical incluso, se estructuró una tabla en la que se determinaba la situación emocional de la pieza musical de acuerdo con la 90

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tonalidad escogida. Por ejemplo, una pieza en Re mayor, según esta organización, sugería una intención marcada y definida por parte del compositor, o sencillamente serviría para ilustrar un carácter guerrero o alegre. Se podría decir que este fenómeno en música es en parte análogo al que sucede cuando hay distintas tonalidades de un mismo color en una pintura. También sucedía que la audición insistente de un tema musical asociado a una condición anímica reforzaba la relación entre dicha sonoridad y la condición emocional que evocaba. La naturaleza propia de los sonidos ordenados según el deseo del compositor y la provocación o adición de un significado práctico por parte del intérprete de una composición musical, los hace dramáticos, con capacidades expresivas inherentes a su ejecución. «Los sonidos crean en las mentes de los oyentes tensiones y relajaciones, conflictos y resoluciones, sorpresas y paradojas. Asimismo, podemos pensar en las relaciones entre los sonidos como metáforas de relaciones humanas, y podemos pensar también en la obra en su totalidad como drama mítico del progreso de un alma humana por oposición, lucha y triunfo» (Small, 1999). La carga expresiva del texto apoyado con música refuerza las relaciones sugeridas intencionalmente por los compositores entre emociones, sentimientos y estados de ánimo que experimentan las personas, con atmósferas sonoras familiares y pertinentes al significado global del mensaje escrito de una obra musical. “La música puede asociar,


conectar el texto con ideas, estados, emociones, hechos, personas u objetos” (Evensen, 2002). Una pieza catalogada como infantil, para ilustrar lo anterior, no solamente se caracteriza por tener un texto escrito con una temática pertinente al significado de la pieza, sino también por una sonoridad asociada a las cualidades psicológicas de un infante: alegría, sencillez, ternura, brillo, entre otras. Con cierta dificultad, se podrá determinar que una obra en tempo lento, tono menor — con una atmósfera acústica que provoca la sensación de oscuridad —compuesta para un grupo instrumental numeroso o denso, y con un título sugerido por su compositor como “Ase’s Death” (Edward Grieg, Suite Peer Gynt) pueda implicar un carácter o una situación infantil. Aunque este es un ejemplo en el que no interviene un mensaje textual de considerable extensión, ni siquiera participa la voz humana, debemos tomar como parte lingüística su título, el cual sin duda sugiere un sentido claramente definido para la obra musical. La música añade la profundidad, el color y la forma a la intención comunicativa del texto. Esta “puede ser soporte y fortalecer las palabras o divergirlas y conducir la atención hacia otra dirección más o menos diferente de las palabras. O incluso puede contradecir, negar o repudiar al texto” (Evansen, 2002). No es muy común que una pieza cuyo texto sea intencionalmente romántico y melancólico tenga como

trasfondo musical una sonoridad brillante, ágil o divertida. La connotación que adquiere la pieza musical, teniendo en cuenta la idea central del texto, requiere un refuerzo musical meditativo, fluido, sugestivo, retórico y lánguido para este caso. La sonoridad de la obra musical en sí misma permite experimentar la velocidad del tiempo de ejecución al introducir diferentes esquemas de movimiento (aceleración, retardo, matices agógicos contrastantes: lento, rápido) y de esta manera, provoca sensaciones particularmente asociadas a un temperamento particular. Una pieza lenta, casi siempre resulta ser meditativa, reflexiva. Su tempo pausado permite una observación más detenida de sus cualidades acústicas. Una composición musical cuyo tempo es rápido y desprovisto de una atmósfera emocionalmente calmada, sugiere dinamismo, inquietud. De ahí que las obras ejecutadas a velocidades rápidas sean señaladas para evocar escenas donde se involucra movimiento corporal, sea baile individual o colectivo, formal o ceremonial. Frente al tema de la relación entre el texto y la música, se puede decir que las letras de canciones finamente organizadas en donde se generan varias redundancias y repeticiones, usualmente no sólo atraen la atención del oyente sino que también lo orientan a través del texto de la canción. Al respecto, se puede afirmar que “la repetición de frases en estrofas sucesivas con pequeñas modificaciones es un recurso mnemotécnico común” (Booth, 1984, p. 59). Y a su vez, provoca la neutralización de O T R A S T E M ÁT I C A S

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toda referencia a significado semántico alguno y solo retiene su sentido musical pragmático (Booth, 1984, p. 39). Esta tendencia refuerza el valor de uso de este objeto artístico. Así, existen piezas que aunque tienen texto, son empleadas para acompañar situaciones donde el movimiento corporal ocupa el primer plano, entonces esa cualidad comunicativa del texto queda sometida al todo compuesto por la sonoridad de la pieza y el sentido práctico de componente verbal que lo caracterice. Sin embargo, si este grupo de consideraciones determinaran la elección de las obras musicales propias del repertorio favorito de un grupo de personas en particular, podríamos afirmar que dicho ramillete de piezas musicales tendría en nuestro tiempo, un carácter más diverso, plural, heterogéneo. Notamos particularmente en nuestro medio una evidente “polarización del gusto”, tendiente a la búsqueda de un tipo de música especial, una que no tenga sólo sonidos, una música que contenga texto, una música “que hable”, cuyo mensaje sea más “comprensible”, cercano y capaz de evocar situaciones de una manera más contundente a través de un lenguaje con propiedades narrativas, descriptivas y quizás poéticas; con la contundencia de un mensaje en un idioma común a todos: los oyentes, el compositor, el intérprete y los mass media, encargados del proceso de difusión, elaboración comercial y casi siempre los responsables de condicionar el gusto por los productos musicales, porque “ellos sí 92

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tienen claro lo que debe consumir la sociedad”. El nivel de apreciación y aceptación de una obra musical por parte del público, no sólo está sujeto a las relaciones entre sonoridad y texto, sino que también obedece de igual forma al sentido estético que el auditorio posea. «Al hablar del sentido estético nos referimos a los conjuntos de códigos y significaciones que dotan al objeto artístico de la apariencia de ser un todo coherente. Llega a ser un conector del fenómeno sonoro con los sistemas de orientación de los sujetos, asociando el sonido con una serie de significados que median la elaboración del gusto por la música, aún cuando el reconocimiento estético de la música no sea uniforme» (Ponce De León, 2005, p. 1). Pero este sentido estético se puede moldear, se puede provocar e incluso manipular desde las nociones de arte y gusto que predominen en una sociedad. Entra en juego la labor de los medios de difusión, los mass media, aquellos que se autoproclaman dueños y señores absolutos de los derechos de comunicación entre los miembros de una sociedad, la cual se ve en muchos casos, sometida a los criterios de gusto más sobresalientes, los que a su vez no son necesariamente decididos por sus miembros. Sólo una inmensa minoría revolucionaria alcanza a entender el valor de la expresión musical desde un todo que involucra, en primer lugar, una comprensión más profunda de los procesos creativos, seguida del conocimiento de


su lugar en un contexto determinado, su significado, pero también, su alcance emocional mediado por el lugar de aporte que el mismo oyente puede dar luego de interactuar personalmente con la obra musical. Este último factor es decisivo, pues independientemente de las características del constructo musical, la interacción profunda entre el oyente y la obra, es capaz de provocar intimidad, un mayor sentido y un nivel de aceptación que impide descalificar los atributos propios de la música. Determinar entonces el perfil de la apreciación musical y la manera en que se construye significado relevante de un objeto artístico para un público en particular, depende fundamentalmente de acciones: «La naturaleza básica de la música no reside en objetos, obras musicales, sino en la acción, en lo que hace la gente. Sólo entiendo lo que hace la gente cuando toma parte en un acto musical. Tomar parte en actos musicales es central para nuestra humanidad misma, tan importante como tomar parte en actos del habla» (Small, 1999, p. 4). La anterior cita implica que existen entre la música y el público un conjunto de relaciones que deben surgir en la interacción con la obra, las cuales también condicionan el nivel de apego y aceptación del producto musical, el nivel de identificación con la intencionalidad de la composición y el valor de sentido que adquiere. Muchos de nosotros asociamos una escena de nuestra vida al escuchar una pieza musical que por azar hizo parte de una situa-

ción que nos marcó profundamente, o al contrario, recordar una pieza que describe con un nivel de precisión casi profético, un acontecimiento o situación relevante de nuestra existencia. Así se provoca sentido y calidad de evocación en muchas de las piezas del repertorio favorito del público. Cada vez que escuchamos esa pieza en particular, tendemos a sentir familiaridad e incluso a evocar la condición anímica que caracterizó aquella escena que recordamos al oír esa música. Los compositores de música incidental en cine y televisión han desarrollado una comprensión de las relaciones existentes entre una sonoridad característica y un tipo de escena en particular. ¿Quién no recuerda la escena de suspenso en una película de moda, gracias al afecto provocado por la música de fondo o la impresión de acción y emoción al recordar los acordes y las ejecuciones de una masa instrumental grande y densa, por ejemplo de una película de aventura muy conocida? Pero el valor de sentido que se le atribuye a esa banda sonora dependerá siempre del desenvolvimiento de la película. Escuchar esa misma obra, sin la existencia de un marco tan familiar como la escena que acompaña, podría redundar en una desestimación de la obra compuesta por sonidos, que si bien generan un impacto a nivel auditivo y evocan un carácter en particular, estarán lejos de crear identificación con el oyente.

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Quizá allí también se encuentre la clave que permite vislumbrar el aparente rechazo que media entre muchos consumidores de música con las obras del repertorio instrumental, sinfónico o llamado universal, que no son tan conocidas, además de la migración de las mayorías hacia otro tipo de expresiones musicales, más digeribles, menos complejas y que inundan los mercados en la actualidad. Esta distancia se justifica en la mayoría de los casos en la ausencia de sentido de un producto musical desprovisto, para muchos, de la claridad y riqueza semántica del texto. Este rechazo resulta perjudicial. Con relación a la tradición occidental, cuna del formalismo musical característico del repertorio erudito o mal llamado en nuestro círculo social como clásico, surge un criterio que acentúa la distancia entre el público y obras de esta tradición en la cual aún opera la consideración de la obra musical como independiente y autónoma, que “existe sin relación a ningún acontecimiento, ni conjunto de creencias religiosas, sociales o políticas. Está por encima de todos estos asuntos, y existe sólo para lo que Emmanuel Kant llamó la “contemplación desinteresada” de sus calidades intrínsecas.” (Small, 1999, p. 4). Esta inclinación, aparta sin duda al oyente de un interés en obras de este género, pues como se dijo anteriormente, cada acto musical es en sí mismo un escenario de interacción social, dependiente del proceso creativo y de la actuación de quien escucha, pues es este el camino 94

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para provocar una relación de sentido con la obra, el compositor y su intérprete. Por otra parte, es de un desconocimiento evidente que la música es innata en el ser humano y se cae en hacer distinciones arbitrarias basadas en el gusto y el valor de uso, que como ya vimos es de calidad subjetiva. La música se vincula estrechamente a cada uno de nuestros estados de ánimo y por demás tiene influencia también en la química natural humana. Estudios recientes concluyen que: «la música condiciona y modifica nuestros niveles de excitación, nuestra animosidad e incluso, nuestra capacidad de concentración, puede provocar cambios en las pulsaciones del corazón, nuestro ritmo de respiración, la presión sanguínea, el pulso, las ondas cerebrales, las respuestas de la piel y los niveles de sustancias neuroquímicas. Crear una “Banda Sonora” para nuestra vida cotidiana nos permitiría reforzar aquellos estados de ánimo que nos interese acentuar, de la misma forma que la banda sonora de cualquier película mejora el efecto de sus imágenes en nosotros» (Levitin, 2003). Es común que para sus labores de tipo académico, a muchas personas les resulte útil ambientar la escena con música instrumental, pues genera una atmósfera apropiada para la concentración y el desarrollo de la atención. Muchos de nosotros alguna vez experimentamos con música erudita —o llamada clásica— para hacer nuestros quehaceres académi-


cos. En otros casos, se opta por un tipo de música con un valor afectivo y semántico más cercano a nuestra experiencia, pero debido a la familiaridad producida por su redundante audición no hay temor a distraer la atención de las labores intelectuales que implican enfoque y reflexión. Otros estudios han revelado que los sonidos que escuchamos están relacionados con la amígdala cerebral, situada en el lóbulo frontal del cerebro, y que sería el núcleo del procesamiento emocional en los seres humanos. Con estas conclusiones nos aproximamos a un estado de aprovechamiento y apreciación más objetivo de las obras musicales, cualquiera sea su género, estilo y raíz filogénica. Podemos cerrar los ojos con los párpados, mantener la boca cerrada, no comunicar nada y mantenernos en quietud, pero ¿de manera natural, cómo cerramos nuestros oídos? Aun en los tiempos de sueño estamos escuchando y, en consecuencia, teniendo contacto con el exterior. Existe una relación estrecha entre las emociones, los afectos y la música porque los seres humanos somos experiencia y conducta antes que cognición. Toda experiencia musical es más profunda de lo que pensamos. Ésta puede condicionar no sólo nuestra actividad cerebral, sino también nuestra biología y nuestro estado de ánimo. La comprensión de la música podría ser innata, como la del lenguaje y el

cerebro humano podría diferenciar las cualidades musicales aunque no sepamos nada de música conceptualmente, es decir, aunque un tipo de música no sea de nuestro gusto, podría definitivamente generar una condición de la cual podemos sacar provecho para nuestro desempeño en escenarios diversos. Así, aunque no se tenga un conocimiento muy cercano a las obras maestras de la tradición musical occidental, podremos acercarnos a través de la audición de obras, por ejemplo de Mozart, Beethoven, Bach —íconos de la expresión musical erudita—, a los beneficios de esta música y su efecto en nuestras vivencias. La audición de todo tipo de música tiene una capacidad asociativa y sugestiva con la que se pueden potenciar nuestras actividades cotidianas. Estamos promoviendo una especie de promiscuidad auditiva crítica y consciente de los diferentes géneros musicales existentes en nuestro medio, una actitud analítica de escucha y más responsable como público y consumidores de productos musicales de diversa procedencia. Es de vital importancia ampliar los horizontes del valor de uso de la música hacia su valor de sentido, mediando en esta dirección, una comprensión más racional de las cualidades propias de cada acto musical, sea componer, interpretar o escuchar.

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Levitin, Daniel. (2003). Life Soundtrack. Teoría del conocimiento musical innato.

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Los juegos de azar y el ORIGEN del cálculo de probabilidades C arolina M aría L u q ue

T

cmluquez@unal .edu.co C arrera : E stadística C urso de L ecto - E scritura 01- 09 P rofesor : J ohn F reddy R amírez

radicionalmente, la mayoría de los autores que se ha interesado por el origen del cálculo de probabilidades tiende a iniciar sus estudios con las contribuciones de Pascal y Fermat, obviando los aportes de otras figuras como: Luca Pacioli, Girolamo Cardano, Juan Caramuel, entre otros, paralelos al surgimiento de la Teoría de la Probabilidad. Es más, algunos investigadores opinan que Pascal y Fermat no solo crean dicho cálculo sino, también, que originan un concepto nuevo de probabilidad. Para validar las afirmaciones de estos autores no solo es necesario tomar como referente la historia de la probabilidad. También es preciso atender a aspectos filosóficos y morales con el fin de esclarecer cuáles son las primeras contribuciones a la idea de lo probable, qué es lo que realmente se origina con los trabajos de Pascal y Fermat, y qué papel desempeñan los juegos de azar en el origen de lo que hoy se conoce como la Teoría de la Probabilidad. Con el propósito de dar respuesta a las cuestiones anteriores, en este documento se hace un recorrido histórico sobre el origen del cálculo de probabilidades, específicamente, se aborda la historia del problema de la división de las apuestas y se hace mención al probabilismo moral y su relación con los juegos de azar. El problema del reparto de la apuesta Hablar de los juegos de azar es remontarse a la historia de la humanidad. Según Vega (2002), hay pruebas de excavacioO T R A S T E M ÁT I C A S

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nes arqueológicas que permiten afirmar que los juegos de azar tienen una antigüedad de más de 40.000 años. Dichos descubrimientos arqueológicos han contribuido a identificar las primeras nociones probabilísticas del hombre y la presencia de los juegos de azar en las civilizaciones antiguas. Pueblos como los sumerios, asirios y egipcios usaron el azar para representar lo impredecible, lo incalculable, lo que es producto de la voluntad divina. Un ejemplo de ello son las pirámides egipcias, en las cuales existen pinturas del año 3500 a.C. que muestran la popularidad de los juegos con dados y tabas1 en ceremonias religiosas. En dichas ceremonias, sacerdotes y pitonisas se basaban en las combinaciones numéricas que resultan al lanzar cuatro dados para manifestar la voluntad de los dioses. En las civilizaciones antiguas, los juegos de azar se constituyeron en mecanismos que permitían revelar la voluntad de un dios. En la actualidad, estos juegos se han dejado de asociar con lo divino y se han convertido en actividades de entretenimiento que no son exclusivas de sacerdotes y que no necesariamente están ligadas a la predicción de fenómenos sobrenaturales. La práctica ininterrumpida de los juegos de azar desde tiempos remotos hasta nuestros días y la necesidad de minimizar el grado de incertidumbre que subyace en este tipo de juegos, ha llevado al planteamiento de cuestiones como las siguientes: ¿es posible predecir el resultado que se obtendrá 1 Las tabas son sólidos de cuatro caras.

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al lanzar un dado? ¿Cómo deben distribuirse las ganancias entre jugadores cuando un juego termina antes de que finalice? Las cuestiones mencionadas en el párrafo anterior son consideradas como los dos problemas centrales que motivaron y dieron origen a la Teoría de la Probabilidad. Este apartado está dedicado a responder la segunda cuestión, la cual está asociada al famoso problema del reparto o la división de las apuestas. Con el propósito de responder a dicha pregunta, en los párrafos que siguen se hace un recorrido histórico sobre la solución del problema del reparto de la apuesta, haciendo referencia a los matemáticos que han abordado el problema y el método de solución que han propuesto. El primer matemático conocido que abordó el problema de la división de las apuestas fue Luca Pacioli (1445-1517), quien en su obra Summa de Arithmetica, geometría, proportioni et proportionalita (1494) presenta la siguiente versión del problema: «Un grupo juega a la pelota de modo tal que se necesita un total de 60 puntos para ganar el juego. La apuesta es de 22 ducados. Por algún incidente no pueden terminar el juego y un bando queda con 50 puntos y el otro con 30. Se quiere saber qué participación del dinero del premio le corresponde a cada uno» (García, 2000, p. 2). La solución que propone Pacioli al problema presentado en el fragmento anterior se basa en el número máximo de partidas que puede alcanzar el


juego y las partidas ganadas por cada uno de los bandos. Según Pacioli, en el juego de la pelota el número máximo de partidas que puede alcanzarse es 11. De acuerdo con ello, procede a plantear la solución de la siguiente manera: el jugador A ha ganado 5 partidas de 11 y el jugador B ha ganado 3 de 11. Teniendo en cuenta que entre los dos han ganado 8 partidas de 11 y que el total de partidas ganadas corresponde con el monto total de la apuesta, reduce la solución del problema al planteamiento de una regla de tres, para saber cuánto le corresponde a cada jugador, es decir, reduce el problema a la siguiente situación: si ganar 8 partidas de 11 corresponde a ganar 22 ducados, entonces ¿cuántos ducados equivalen a ganar 5 partidas de 11?

5 11

x

8 11

22

X = 22

5 11

= 13

3 4

ducados

8 11 Figura 1. Ecuación 1. Planteamiento matemático de la regla de tres propuesta por Pacioli. Cuadro ilustrativo de autoría propia.

La solución de Pacioli no es correcta, ya que aborda el problema como una simple situación de reparto que

se sustenta en la certeza absoluta de lo que ha sucedido en el juego, es decir, como una situación en la que no interviene el azar. El primero en manifestar que dicha solución no era correcta fue Tartaglia, quien retomó el problema en su obra Trattado generale di numeri et misure (1556). En su obra, Tartaglia hace la siguiente objeción a la solución de Pacioli: “Supongamos que en un juego, un bando ha ganado 10 puntos y el otro bando 0 puntos. En esta situación el bando que tiene 10 puntos debería recibir toda la apuesta, lo cual no tiene sentido” (García, 2000, p. 3) porque la apuesta se pactó a término fijo y no hubo acuerdo previo sobre lo que sucedería si el juego no se finalizaba. Hecha la objeción anterior, Tartaglia procede a presentar su método, planteando el problema como sigue: en una partida a 60 puntos, A ha ganado 50 puntos y B ha ganado 30. ¿Cómo debería dividirse la apuesta si cada jugador ha colocado 22 ducados? (García, 2000, p. 3). El método de Tartaglia consiste en dar al jugador que va ganando su apuesta más la parte proporcional correspondiente a la ventaja que lleva sobre el otro jugador, es decir, al jugador que va ganando se le dan los 22 ducados más un tercio (la ventaja sobre el otro jugador es 20 puntos de 60, es decir, un tercio del total de puntos que debían haber alcanzado) de los 22 ducados del otro jugador. La diferencia entre estos dos métodos radica en los aspectos del juego que cada uno tiene en cuenta para O T R A S T E M ÁT I C A S

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plantear su solución, mientras Pacioli atiende al número de puntos ganados por cada jugador, Tartaglia se basa en la ventaja de un jugador con respecto al otro. Aunque estas son dos maneras distintas de abordar el mismo problema, ninguna de ellas conduce a una solución correcta. Es evidente que la contribución de Pacioli y Tartaglia al problema de la división de las apuestas no es su solución, el verdadero aporte de estos dos matemáticos fue el motivar a otros para que se interesaran en el tema. A Pacioli se le reconoce por ser el primero en formular el problema de manera escrita y, por tanto, de divulgarlo, y a Tartaglia se le atribuye ser el primero en dar argumentos sólidos que refutan el método de Pacioli y ponen en evidencia la necesidad de proponer una solución que atienda a otros aspectos y contemple las diferentes maneras en las que puede interrumpirse el juego. Otro de los matemáticos que se interesó en el problema del reparto de la apuesta fue Girolamo Cardano, quien retoma el problema en su obra Practica Arithmeticae Generaus (1539) y señala el camino hacia la solución correcta A diferencia de las soluciones ya descritas, Cardano propone un método basado en el número de juegos que a cada jugador le queda por ganar, es decir, una solución basada en lo que podría suceder si el juego continuara. Aunque este modo de abordar el problema es correcto, Cardano no logra establecer una solución general. Solo hasta el siglo XVII se logra solucionar el problema definitivamen102

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te. La primera solución al problema la ofrece Pascal en una carta dedicada a Fermat, en la que expone su método de solución. Dicho método se expone a continuación: «Para conocer el valor del reparto cuando participan dos jugadores en tres tiradas y cada uno pone 32 monedas en la apuesta: supongamos que el primero de ambos tiene 2 puntos y el otro 1 punto. Si, ahora, vuelven a lanzar el dado las posibilidades son tales que si el primero gana, ganará el total de monedas en la apuesta, es decir 64. Pero si es el otro es el que gana, estarán 2 a 2 y en consecuencia, si desean acabar o se interrumpe el juego, cada uno tomará su apuesta, es decir 32 monedas. Por lo tanto se ha de considerar que, si el primero gana, 64 monedas le pertenecerán, y si pierde, entonces solo le pertenecerán 32 monedas. Si no desearan jugar este punto y desearan separarse, el primero podría argumentar: “Tengo seguras 32 monedas, pues incluso si pierdo las recibiré. Las 32 restantes, quizá las gane o quizás no, el riesgo es el mismo. Por lo tanto, dividamos esas 32 restantes por la mitad, y dadme además de las 32 que tengo seguras”. El primero tendrá 48 monedas y el segundo tendrá 16» (García, 2000, p. 5). Al leer el fragmento anterior, Fermat reconoce la validez de la solución presentada por Pascal, pero manifiesta que esta no es generalizable, por ello propone un nuevo método basado en las diferentes combinaciones que pueden presentarse al suponer todos los posibles resultados que se podrían obtener si el juego continuara, es decir, al tener


en cuenta el número de lances que le falta a cada jugador para concluir el juego y las diferentes maneras como pueden darse dichos lances. La solución de Fermat se consolidó gracias a los aportes de su compatriota Pascal y se constituyó en la primera solución correcta al problema del reparto de la apuesta. A este nuevo cálculo Pascal lo denominó geometría del azar o cálculo de azares. El probabilismo moral y los juegos de azar En este apartado se hará referencia a la relación entre los juegos de azar y el probabilismo moral, específicamente, se mostrará el tránsito entre la geometría de azar propuesta por Pascal y el Cálculo de Probabilidades. El concepto de probabilidad no surge con los criterios analíticos que elaboraron Pascal y Fermat para medir la mayor o menor facilidad de ocurrencia de los distintos resultados que pueden obtenerse al suponer la terminación de un juego interrumpido, realmente la génesis de este concepto se encuentra en el pensamiento griego. El primer autor que aborda el concepto de probabilidad es Aristóteles. Este autor señala que “existen ciertos hechos y proposiciones en los que el entendimiento humano no alcanza certeza absoluta en cuanto a su verdad o falsedad” (Santos, 2000, p. 433), es decir, existen hechos que están sujetos a la incertidumbre, que son producto del azar.

Reconocer la existencia de fenómenos no determinísticos conduce a Aristóteles a hacer referencia al concepto de probabilidad como algo que le permite determinar la posibilidad de ocurrencia de dichos fenómenos. Específicamente, Aristóteles manifiesta que estos hechos son probables —plausibles — cuando “parecen bien a todos, o a la mayoría, o a los más conocidos y respetados” (Santos, 2000, p. 433), en otras palabras, son probables cuando personas que tienen autoridad ya sea por su conocimiento o estatus social aprueban su ocurrencia. Desde esta postura, el concepto de probabilidad se fundamenta en el entendimiento humano y se ocupa específicamente de la no certeza absoluta que tiene el hombre de ciertos fenómenos. En el siglo XVI, algunos autores escolásticos, sustentándose en los planteamientos de Aristóteles en relación con la probabilidad, elaboran una doctrina denominada probabilismo moral con la finalidad de establecer un conjunto de criterios que sirvan de guías prácticas para vivir cristianamente. La diferencia entre esta nueva doctrina y los planteamientos de Aristóteles está en el tipo de fenómenos o hechos a los que se hace referencia en cada caso. Mientras que Aristóteles hace mención a hechos o proposiciones en general, los escolásticos solamente contemplan hechos morales. Un ejemplo del tipo de situaciones que ocupa a los escolásticos, es el siguiente: “si la iglesia establece un periodo de ayuno a sus miembros ¿es

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lícito que una persona enferma deje de cumplir lo que manda la iglesia?” (Santos, 2000, p. 435). La respuesta a preguntas como la anterior no es trivial ya que el entendimiento humano no alcanza certeza absoluta en cuanto a la licitud o ilicitud de la aplicación de algunos principios morales a este tipo de cuestiones, por tanto, la probabilidad de aplicar una ley particular en el caso de la persona enferma depende de la aprobación de las autoridades eclesiásticas. Dentro de los partidarios de esta nueva doctrina se encuentra Juan Caramuel, quien también se interesó por la solución del problema del reparto de la apuesta. Caramuel, atendiendo a sus principios morales, es el primero que intenta establecer un vínculo entre la probabilidad y las matemáticas. El argumento que le permite establecer dicha relación está en que los juegos de azar al igual que las situaciones de las que se ocupa la teología moral están rodeados por la incertidumbre, es decir, en ambos casos es imposible tener certeza absoluta acerca de lo que sucederá. Desde el punto de vista de Caramuel, el problema de la división de las apuestas se considera como una cuestión moral que surge en la vida de los cristianos, por tanto, su solución no solo debe depender de las matemáticas sino que también debe sustentarse en los fundamentos de la doctrina moral para poder determinar si es justa o no.

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La relación que intenta establecer Caramuel entre las matemáticas y el probabilismo moral también la propone Jacques Bernolulli en su obra Ars Conjectandi. Bernoulli, a diferencia de Caramuel, es más explicito y formal al establecer la conexión entre la probabilidad estudiada por la filosofía y la teología y el cálculo de azares propuesto por Pascal y Fermat. La contribución de Bernoulli da lugar a una nueva ciencia que integra los conceptos y la estructura analítica del probabilismo moral y las herramientas matemáticas de la geometría del azar. Esta nueva ciencia es la que se conoce con el nombre de Cálculo de Probabilidades. Como puede evidenciarse, a Pascal y Fermat no puede atribuírseles la invención de un nuevo concepto de probabilidad, así como tampoco el origen del Cálculo de Probabilidades ya que estos dos autores no se ocuparon de ninguno de estos dos aspectos. Sus trabajos simplemente se centraron en la creación de un conjunto de reglas matemáticas que permitían resolver algunos problemas relativos a los juegos de azar. Vale la pena recordar que a la solución propuesta por Pascal y Fermat le anteceden las soluciones de Pacioli, Tartaglia y Cardano; soluciones que no son correctas, pero se consideran las primeras contribuciones formales a lo probable y los primeros intentos de matematización de los juegos de azar.


Referencias García, J. (2000). Historia de un problema: El reparto de la apuesta. Revista SUMA, 33,

1-17.

Martin, F., y Santos, J. (2000). “Luca Pacioli: En el origen del Cálculo de Probabilidades”. Revista Española de Estadística. 150: 161-173 (44). Madrid.

Santos, J. (2000). “Una teoría sobre la creación del concepto moderno de probabilidad:

aportaciones españolas”. Revista LLULL: Revista de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas. 47: 431-450 (23).

VEGA, O. (2002). “Una teoría sobre la creación del concepto moderno de probabilidad: aportaciones españolas”. Apuntes de historia de las matemáticas. 1: 54-62 (1). España.

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La viuda1 L ina R eina R eina Román lifreinaro@unal .edu.co C A R R E R A : M edicina C urso nivelatorio lecto - escritura 01-10 P rofesora : G loria E . M ora M .

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uenta mi tío, que cuando él era joven tenía un trío musical con unos amigos y él tocaba la guitarra. Eran muy buenos y muy cotizados en el pueblo de Guachucal. Por tal razón los contrataban para amenizar fiestas y dar serenatas en todas las veredas aledañas al pueblo. Una noche, después de dar una serenata en una vereda cercana y de regreso a sus casas, cada cual cogió su camino. Mi tío, cerca de llegar a la casa, miró a lo lejos a su novia muy sorprendido que a esa hora, siendo la media noche, ella estuviera por esos lugares. Él había tomado un poco y fumaba un cigarrillo “Piel roja”. Decidió alcanzarla para comprobar si en realidad era ella, pero a medida que se acercaba se acentuaba un aroma a flores y tenía la sensación de que ella caminaba en el aire. Él la llamaba por su nombre, pero la muchacha seguía su camino. Cuando por fin logró alcanzarla, quiso abrazarla y cuando miró su cara, era una calavera. Muy asustado quiso correr pero sus piernas no le respondieron y perdió la conciencia. Al despertar, casi a la madrugada, se encontró en la entrada del cementerio. Según cuenta el tío, lo que lo libró de la viuda fue que llevaba con él el escapulario de la virgen del Carmen y que había tomado aguardiente y fumado un cigarrillo, siendo esto la contra para evitar que la viuda se lo llevara. Contando esta vez con suerte, decidió evitar salir a esa hora conocida como “la mala hora” y siempre andar acompañado. 1 Imagen tomada de: http://www4.biblioredes.cl/BiblioRed/ Nosotros+en+Internet/narracion/El+Toro+Del+Agua.htm O T R A S T E M ÁT I C A S

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El duende enamorado L ina R eina R eina Román lifreinaro@unal .edu.co C A R R E R A : M edicina C urso nivelatorio lecto - escritura 01-10 P rofesora : G loria M ora

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uenta mi abuelita que cuando era niña, más o menos de 11 años de edad, Guachucal, “su tierra natal”, era un caserío con viviendas de paja, los caminos destapados llenos de piedras, no había luz, ni alcantarillado. Entonces la gente tenía que ir a traer el agua a los chorros para las necesidades de la casa; la traían en puros1 y la colocaban en ollas hechas de barro. Dice ella —nos levantaban bien de mañana, entre oscuro y claro a mis dos hermanas y a mí. El chorro al que íbamos a traer el agua quedaba bien retirado, era un camino sólido y lleno de muchas ramas—. Un día, llegando al chorro, se encontraron a un joven de estatura pequeña, un sombrero grande, botas, de cabellos claros y bien alhajo, que tocaba una flauta y entonaba melodías que las enajenaba produciéndoles mucho sueño. Ellas, solo lo miraban. Desde ese día la mayor de las tres actuaba de forma rara, se la pasaba durmiendo y se la notaba siempre cansada y en eso de las seis de la tarde quería salir corriendo al chorro como si alguien la llamara. Todos en la casa se asustaron al ver que Clemencia llegó feliz con las manos llenas de majada2 de vaca. Sus padres empezaron a sospechar que la niña estaba enduendada. Entonces mi abuelita contó lo que habían visto. Ese mismo día se fueron a donde un curandero, quien confirmó que la niña había sido encantada por un duende que se enamoró de ella y trató de llevársela con él, con re1 Utensilio para almacenar líquidos, producto de la fruta llamada calabazo, que se da en los climas cálidos y templados. 2 Estiércol de ganado seco que se utilizaba como combustible. O T R A S T E M ÁT I C A S

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galos que a los ojos de ella eran muy hermosos (flores, dulces, vestidos) pero que realmente eran suciedades. A mi abuelita y a mi otra tía les hicieron un barrido con hierbas como ruda, marco, gallinazo, el humo del cigarrillo y agua bendita, y a Clemencia el curandero le mandó estar cubierta por tres días con un cuero fresco de oveja negra y hacer una oración a las seis de la tarde. Oración Ya viene la vaca negra De los coros celestiales Antes de que el día amanezca Para curar estos males Que salga de cuerpo puro El espíritu burlón y que el Canto de la vaca Traiga dicha al corazón Gloria al padre, gloria al hijo Y gloria al espíritu santo Quienes por amor al hombre Nos han dado este canto Ángel desventurado Sin alivio y sin consuelo Porque no cantas ahora Cual cantabas en el cielo La vaca negra es contenta Para curar enduendados Y por eso hoy cantando Protestamos a malvados. Pasaron los días y Clemencia fue recuperándose. Después de lo sucedido sus 110

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padres se dieron cuenta que no debían mandar solas a las niñas a esos lugares retirados. Reflexión En el pasado y en nuestros días ha existido el peligro sobre todo para los niños, seres frágiles e inocentes; ahora vemos adultos que explotan a los niños y no respetan sus derechos. Incluso hay situaciones de violación que traen consecuencias de por vida. Antes, el peligro consistía en la presencia de espíritus fantásticos como el duende, la viuda, el padre sin cabeza, el guagua llorón, relatos que han dejado huella en la cultura de nuestra región3. Descripción del duende Es un ser bajito de cabellos ondulados y rizados, su, rostro se asemeja al de un niño, sus ojos son totalmente verdes, de piel blanca, tiene los pies hacia atrás, lleva un sombrero grande en paja color blanco. Debajo de su brazo una soga o guasca y está acompañado generalmente de instrumentos musicales como rondadores, flautas, guitarras, bombos o tambores. EnduENdamiento Consiste en producir trastornos de tipo emocional y a veces físico. Estar enduendado es estar bautizado con el agua de la chorrera. La persona se extravía y confunde la realidad, entrando a un mundo fantástico donde 3 La región de Nariño.


miran lo que el duende desea, así como mirar lodo y estiércol de animales como si fueran unos provocativos panes. La quebrada es la representación del arriba y el abajo y estar mojado es estar seco. Cura contra el duende Existen diferentes contras para liberarse del encantamiento del duende: se conoce como contra importante y principal el canto y la oración de la vaca negra, pero además existen otras oraciones y cantos. Por ejemplo: ¡Toro pinto... toro blanco! ¡Toro de mil colores...! ¡Decide señor del cielo! ¿Cuántas leguas hay del cielo a la tierra? Y surjan estos males Y vengan estos bienes Y surjan estos males Y vengan estos bienes. Otros tipos de curación se consiguen con diferentes plantas. Estos rituales reúnen hierbas como: altamiza, hierba de gallinazo combinado con aguardiente.

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L a presente publicación se terminó de imprimir en l as ins tal aciones Gracom Gráf icas Comerciales, ubicada en l a ciudad de Bogotá D. C . en l a Carrera 69K No. 70-76, a los 3 días del mes de febrero de 2012. El tiraje corresponde a 30 0 ejempl ares impresos en papel propalcote de 90 gramos. L as fuentes empleadas son Charis SIL a 8 puntos y P T Sans a 6 puntos.


Prima Exagia es una publicación del Grupo Estudiantil de Trabajo de Apoyo a los Cursos nivelatorios de lectoescritura de la sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia. Tiene periodicidad semestral y en ella se divulgan tex tos escritos producidos por estudiantes de primeros semestres en el marco de los cursos referidos. Nuestro objetivo es promover y reconocer el ejercicio de la escritura de estudiantes mediante la publicación y divulgación de los resultados de dicho ejercicio: ensayos, reseñas, tex tos comentario y tex tos creativos. Para este primer número presentamos tex tos escritos durante los años 2009 y 2010.

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECC IÓN DE BIENEST AR DIRECCIÓN DE BIENEST AR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMI ENTO INTEGRA L PROGRA MA GESTIÓN DE PROYECTOS


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