Enseñar lengua. Daniel Cassany, Martha Luna, Gloria Sanz. La lengua y la escuela. Nuestra realidad actual es pluriracial, pluricultural y plurilinguistica. Las causas que han llevado a esta situación son numerosas, las más habituales: guerras, arbitrariedad en las fronteras, invasiones, colonizaciones, viajes, migraciones, etc. Otro fenómeno remarcable de nuestro tiempo es el hecho de declarar, no explícitamente pero si por fuerza de los hechos, el ingles como lengua de comunicación internacional. Ya no es extraño que nuestra clase esta formada, además de niños autóctonos, con su lengua materna, por una innumerable clase de cultura, gitanos, árabes, alemanes, etc. La escuela debe ser el reflejo de la sociedad en la que vive y debe preparar a los chicos para moverse cómodamente en esta sociedad plural, así como alejarlos de los estereotipos o las intransigencias que dificultan la natural convivencia entre culturas, entre razas, entre lenguas. Aprender más lenguas, además de la materna, y aprender a respetarlas a todas, pasa a ser una necesidad básica para el desarrollo del individuo y para fomentar la convivencia social. La lengua y el proyecto del centro. La postura de la escuela respecto a la lengua tendrá que partir del análisis de las necesidades del entorno para situarse en un objetivo tendencia (objetivos lejanos, difíciles de hacerse realidad, pero que se deben hacer explícitos para poder enmarcar y situar las conquistas de cada día) y marcarse unas líneas progresivas de actuación. Los maestros a menudo experimentamos un sentimiento de frustración cuando no podemos ver los resultados de nuestro esfuerzo. La lengua y su dominio instrumental son aprendizajes lentos y progresivos, difíciles de medir y de observar. A veces los alumnos no se dan cuenta de lo que aprenden y los maestros solo podemos ver los resultados a largo plazo. En cambio, cuando somos capaces de analizar la evolución del mundo educativo con una cierta perspectiva histórica, nos damos cuenta de que la escuela a cambiado mucho y que realmente posee una capacidad de modificación. Un claro ejemplo es de la escuela de antaño “la letra con sangre entra” a la de hoy. El proyecto lingüístico de centro tiene que servir para que cada escuela elabore la propia estrategia a partir de sus características específicas (nivel sociocultural de los alumnos, dominio de la lengua o lenguas por pate de los profesores, etc.) y de este modo poder plantearse una verdadera acción normalizadora.
A partir de las respuestas se derivaran las decisiones que marcaran la definiciĂłn de la escuela en el terreno lingĂźĂstico y su propuesta de progreso teniendo en cuenta la responsabilidad compartida.