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AUTRALIAN ROCK ART RESEARCH ASSOCIATION (AURA and IFRAO ROCK ART RESEARCH Vol. 22 Number 2 November 2005 -----------------------------------------------------------------RAR DEBATE –pags 198-206 The debate between GIPRI and the state agency ICANH By GUILLERMO MUÑOZ Preamble Antes de exponer los detalles de la discusión, es pertinente tener algunos elementos de contexto, para aclarar la perspectiva en la que este debate se encuentra. La situación del arte rupestre en Colombia corresponde sin duda a la historia del país, a su tradición colonial (española) que durante más de quinientos años dejó en el abandono diversas manifestaciones de los pueblos conquistados. A pesar del proceso republicano el país continúa mirando con cierto desprecio el pensamiento, el lenguaje y los sistemas de representación precolombinos, simulando su estudio y conservación. Existe tal cantidad de zonas y de sitios, que eventualmente, algunas expediciones, con otro propósito, han encontrado pinturas y grabados y son reseñados simplemente como una curiosidad. A pesar de la organización de las universidades, y con ellas de los departamentos de antropología y arqueología, el desarrollo de la investigación en arte rupestre es mínimo. Dicho desarrollo se ha dado en Colombia, en la mayoría de los casos, por personas desvinculadas a las instituciones oficiales e históricamente en abierta oposición a las políticas culturales institucionales. En los últimos 5 años el ICANH (Instituto colombiano de antropología e historia) ha venido realizando algunos trabajos con real precariedad, tanto en las labores de registro como en la perspectiva de estudio del tema. En el mejor de los casos, sin estudios serios, esta institución ha vinculado el arte rupestre al patrimonio, y con ello al proyecto gubernamental de hacer turismo en los sitios rupestres, sin que al tiempo y paralelamente se hagan trabajos científicos serios. Lo usual es que los trabajos que presentan no sólo son superficiales, sino que realizan una documentación invasiva y no registran rigurosamente ninguno de los yacimientos, presentado como complemento una justificación burocrática, que pone en peligro los sitios, al publicar el fácil acceso a estos y dejar el manejo de las zonas rupestres en manos de personas aún mas ignorantes e inexpertas que ellos en el tema (Alcaldes y autoridades de provincia), sin presupuestos financieros adecuados. Basados en una legislación que creen resuelve todos los problemas, han venido impulsando el tema sin tener en cuenta la complejidad en la administración de los sitios. Ahora es una tendencia impulsar desprevenidamente la visita a los sitios, promover el turismo y dejar en manos de los municipios el manejo del patrimonio (autofinanciación) Estos temas que aquí se presentan han sido discutidos en diferentes medios y publicados por GIPRI en su revista Rupestre (tema expuesto por GIPRI (1981-2005) en diversas ponencias nacionales e internacionales relativas a la historia de la investigación)

-La investigación de arte rupestre ha estado en la historia del país en manos de diversos viajeros, profesionales europeos y colombianos que han denunciado la presencia de los sitios (desde la época colonial) como un asunto marginal de la historia del poblamiento indígena. Son muy escasos los trabajos del estado en esta materia y de las instituciones universitarias.


-Aun hoy con los desarrollos nacionales y la divulgación del tema realizado por GIPRI, no existe una educación universitaria que se ocupe del tema y mucho menos una atención de las escuelas de arqueología, aunque han habido algunos avances. -El ICANH como entidad estatal eventualmente ha publicado materiales, incluso de defensa patrimonial, incluyendo fotos con petroglifos tizados. (Pág. 10 del texto de Preservación de Patrimonio Nacional). Proceso de la disputa en relación a los petroglifos tizados (cronología) Aclaración inicial:

El siglo XIX y algunos años del siglo XX no consideraron destructivo el uso de materiales diversos para resaltar los motivos rupestres. Un número importante de investigadores usaron procedimientos invasivos y mostraron sus registros en diversas publicaciones. Colombia no fue ajena a esta costumbre y hasta la década de los 80 se usaron sin prevención ninguna medios invasivos para el registro rupestre, tanto de pinturas como de grabados. GIPRI inició su trabajo en 1970 y utilizó en los primeros años algunos de los procedimientos aludidos (tiza, látex), pero poco a poco, con el trabajo íntimo del equipo y la influencia internacional, abandonó estos procedimientos y creo en 1996-1998 (Modelo Metodológico- Beca del ministerio de Cultura) los argumentos y los temas teóricos con los cuales podría establecer una relación menos precaria, además de las fichas cartesianas de descripción, tanto de los motivos, de los lugares de estos en la composición de los yacimientos, como una evaluación del estado de alteración (fichas de registro y conservación de yacimientos). 1- En el siglo XX más de una publicación oficial (ICANH, Colcultura y Ministerio de Cultura) ha incluido fotografías de petroglifos tizados y los organismos oficiales les publicaron. (Revista Colombiana de antropología, Preservación del patrimonio Cultural nacional-ICANH, Ministerio de cultura, entre otros) 2- En el año 2000 el ICANH publica un mapa de Colombia ubicando algunos sitios de arte rupestre, fundamentalmente como reseña de trabajos anteriores, donde incluye 7 fotogramas de petroglifos tizados.(Arte rupestre en Colombia-mapa documentación y composición Alvaro Botiva Contreras – ICANH, marzo, 2000) 3- GIPRI denuncia este manejo y envía diversos correos nacionales e internacionales y a las autoridades gubernamentales en Colombia El Colega Mathias Strecker se pronuncia en este sentido sobre la vulnerabilidad de los sitios y el uso inapropiado de la tiza. El ICANH responde que no es cierto del todo que esté demostrado que la tiza necesariamente daña los sitios. Pero no se pronuncia sobre la inadvertencia de la vulnerabilidad de los sitios frente al turismo.” La utilización controlada de algunos materiales encaminada al registro fiel y completo de los bienes arqueológicos no amenaza con la destrucción de esos bienes, sino que está diseñada para preservar la información haciendo el menor efecto posible. Aunque hay arqueólogos que opinan que la tiza puede dañar la superficie de ciertas rocas, no se ha logrado comprobar que el efecto de aplicar tiza para tomar fotografías resulte en daños graves. 4- En 1999 el ICANH firma un acuerdo de trabajo para la gobernación de Cundinamarca, Colombia para realizar un trabajo de registro del arte rupestre, actividad que se efectuó según ellos en 120 días. En el año 2000 El equipo de GIPRI denuncia en relación a esta publicación el uso de la tiza y recomienda suspender de la versión final la fotografía que fue hecha a petroglifos tizados para la publicación Arte rupestre de Cundinamarca. El ICANH responde 2000- que GIPRI no tiene personería jurídica ni ninguna autoridad para dirigir una demanda de ésta naturaleza. El arqueólogo Álvaro Botiva dirige una extensa carta al director de GIPRI, donde presenta el debate como un asunto personal, cuando nunca lo ha sido. El resultado es que afortunadamente los materiales tizados son sacados de la edición final (libro de Cundinamarca-Noviembre 2000) y aunque el daño sobre los sitios es ya una realidad, por lo menos se obliga a esta institución a publicar materiales que no presenten fotografías de petroglifos con tiza. (Publicación Arte rupestre


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en Cundinamarca, con excepción de la roca de Nilo, Pág. 156 piedra No 4 las matemáticas del municipio de Nilo-Cundinamarca- tizada) El equipo de GIPRI publica en su revista (Rupestre: arte rupestre en Colombia No. 4, pp. 94) una denuncia sobre el tema de la publicación (Arte rupestre en Cundinamarca), mostrando que el instituto es una autoridad nacional y no puede divulgar sistemas de vandalismo ni debe promover el turismo del tema, sin resolver un numero importante de problemas y situaciones con la comunidad, con presupuestos adecuados y una administración estable en el tiempo. En diciembre 2004 el equipo de GIPRI es invitado a la reunión nacional de arqueólogos (Congreso Nacional de arqueología de Colombia Popayán, Cauca) y allí entabla una conversación con el jefe de arqueología (Víctor González) con el propósito de establecer algunos vínculos y mejorar las relaciones entre las dos instituciones: ICANH y GIPRI hacia el futuro. Sin embargo, se acuerda en reunión con el director de arqueología, enero 2005, que si alguna información fuera enviada por ellos a los medios masivos de comunicación, en la cual volvieran a incluir petroglifos tizados o se realizara un trabajo que deteriore los sitios, el equipo de GIPRI tendría que denunciarlos nuevamente. Desde esta fecha hasta hoy el instituto, sus autoridades y sus miembros han venido promoviendo los materiales que muestran documentaciones invasivas. Este material por miles se ha venido repartiendo en un número amplio de municipios, en las escuelas y en las casas de la cultura y administraciones municipales, donde después de hacer una exposición sobre los aspectos jurídicos del cuidado del patrimonio, entregan un material inadecuado que promueve la destrucción de los sitios rupestres. En el año 2004 el arqueólogo Alvaro Botiva, arqueólogo del ICANH y encargado de las investigaciones en arte rupestre, en una conferencia (Museo Nacional) presentó un número amplio de murales de distintos departamentos del país con tiza. Según este arqueólogo, ¡¡ el llegó al sitio y ya estaban tizados¡¡¡. Sin embargo, en algunas zonas tenemos datos de campesinos que dicen que él mismo realizó el tizado de los petroglifos (Sasaima, Viota, Nilo, Dolores). En el año 2005 La revista Semana, publicación de carácter nacional y de alta divulgación, presentó un material que incluye la fotografía de un petroglifo tizado que acompaña un articulo sobre el vandalismos arqueológico (La plaga de los guaqueros). Lo cierto es que el autor cree que no se cumple con la legislación a pesar de que ésta existe. Lo real es que no parece comprender la complejidad del tema y la complejidad en el trabajo social que requiere la administración de los sitios arqueológicos. Ver: http://semana2.terra.com.co/opencms/opencms/Semana/articulo2.html?id=88195 Desde esta época hasta hoy el instituto ha venido realizando trabajos de defensa del patrimonio y después de exponer el aspecto jurídico normativo reparte folletos en donde los petroglifos se muestran tizados. Así que una contradicción implícita hace que esta institución termine por promover la técnica de tizar.

Conclusiones: -

La discusión no es nueva pues se inicia con la denuncia que hace GIPRI en 1999 y hasta el día de hoy las autoridades no han cambiado su tendencia. Ellas se preguntan aun por la situación legal de GIPRI, pero no discuten el mal manejo de sus miembros y la divulgación de los materiales inapropiados a la comunidad.

No existe, hasta donde se sabe, un programa serio de registro y estudio y mucho menos de un programa de administración de los sitios rupestres, a excepción del caso de Facatativá, donde se están restaurando algunos murales (después de haber sido abandonado dicho sitio -Parque de las piedras de Tunja-, convertido en parque de diversiones, donde cualquier persona tiene acceso a los murales y donde hasta hace algunos años eventualmente, se hacían hogueras frente a los motivos rupestres. Es importante aclarar que el ICANH cedió por años el manejo a la CAR para que esta institución realizara allí un parque de diversiones) Este no es el único sitio que se encuentra en el abandono¡¡ Tambien Bojaca, Sutatausa, Aipe, Sachica, Gameza, Suacha, Bosa, Sibate, Suesca, son ejemplos de lugares severamente afectados, que entre otros, muestran que poco o nada se hace para el control de estos objetos patrimoniales.


Finalmente, es indispensable informar que el centro del problema no corresponde a ninguna disputa personal, sino más bien a la manera como las instituciones nacionales encargadas del patrimonio y la cultura ha venido exponiendo el tema del arte rupestre. Lo que se critica y se pone a discusión es que una documentación incompleta e inadecuada no tiene valor arqueológico, no es fuente de datos para estudios culturales ni fundamento para el manejo y administración de los sitios. Hacer conciencia de este tema, estudiar rigurosamente y proteger los sitios, es el único aspecto que anima a GIPRI dada su experiencia de más de 35 años en el registro e investigación del arte rupestre colombiano. Nota: Todos y cada uno de los temas aquí presentados se amplían con documentos de apoyo. Hemos tenido la previsión de guardar juiciosamente todos y cada uno de los correos (tanto los enviados como los recibidos), publicaciones y materiales diversos para mostrar el manejo inadecuado, la historia del debate y la irracionalidad de las instituciones colombianas que en vez de llevar la discusión sobre el centro fundamental, a saber sobre los manejos destructivos, preguntan por las habilidades jurídicas que tiene o no GIPRI para poder hacer un denuncio sobre su mal manejo de los sitios rupestres. Guillermo Muñoz Director GIPRI- Colombia Miembro Ifrao

Acerca del Arte Rupestre colombiano Por Matthias Strecker Lo descrito por Guillermo para Colombia constituye una experiencia común en la mayoría de los demás países latinoamericanos: Todavía no se toma en serio la investigación del arte rupestre, la mayoría de los arqueólogos e instituciones de herencia nacional tienden a favorecer proyectos que tienen que ver con otros aspectos, tales como la arquitectura monumental. Aún no han sido incluidos los estudios de arte rupestre en los curriculos de las universidades y éstas son dejadas a las iniciativas privadas (se dejan a la iniciativa privada). Los miembros de las sociedades de investigación de arte rupestre, tales como GIPRI, CIARU (Uruguay) y SIARB, (al ser considerados) como ‘extraños (externos)’ a las principales corrientes arquelógicas, rara vez reciben apoyo de las instituciones gubernamentales. Tenemos la tendencia de evaluar las acciones tomadas por estas instituciones estatales en forma crítica, al tener conciencia de que ellas reciben una excesiva influencia de la política, los cambios de personal, etc. Antes de hacer comentario acerca del conflicto que existe entre GIPRI y el Instituto Colombiano de Antropolgía e Historia (ICANH), deseo mencionar brevemente cual es la posición de nuestra sociedad SIARB, con respecto a las instituciones estatales en Bolivia. Aún cuando nosotros no encontramos ninguna cooperación por parte del insituto nacional (DINAR, anteriormente INAR) durante muchos años, nuestra relación ha mejorado, posiblemente debido a una posición más débil de ese instituto que, durante los últimos años, ha sufrido importantes reducciones en su presupuesto. Este ahora le da la bienvenida a las iniciativas privadas que estén a favor de registrar, documentar, y conservar sitios patrimoniales, tales como el arte rupestre. Hemos firmado un acuerdo con DINAR, que garantiza que ambas instituciones se apoyarán una a la otra. Damos fe de la posición importante de DINAR como una agencia responsable y ---aun cuando estamos concientes de muchas deficiencias en la política estatal con respecto a nuestro patrimonio cultural--- tratamos de evitar conflictos abiertos. No es mucho lo que ganamos a raíz de esta cercana relación, mientras continuamente informamos a DINAR acerca de nuestros proyectos y los resultados de la investigación. Sin embargo, consideramos que es importante tener el soporte de DINAR, que ocasionalmente nos asiste con cartas de apoyo a nuestro trabajo, dirigidas a las organizaciones regionales, nacionales o internacionales. También nos brinda la necesaria autorización oficial en aquellos casos en los cuales la SIARB lleva a cabo medidas de conservación, que afectan el estado de un sitio (tales como: cerrar el acceso al arte rupestre o efectuando trabajo de conservación directa por parte de un conservacionista entrenado).


Está claro que la situación en Colombia la situación es diferente. Existe un clonflicto serio entre GIPRI e ICANH, particularmente entre GIPRI y un excolaborador quien actualmente está asociado con la institución oficial. En los dos servidores de internet que se entienden con el arte rupestre (arteyrupestre, mantenido por GIPRI, y Rupestreweb, dirigido por Diego Martínez) ambos grupos se atacan el uno al otro frecuentemente en un tono muy agresivo. GIPRI afirma que ICANH ha estado haciendo trabajos muy precarios en el área del registro del arte rupestre y en el área general de la investigación de arte rupestre. No deseo contradecir esta afirmación ya que Guillermo Muñoz sabe mucho mejor lo que está sucediendo. Los logros a largo plazo de GIPRI, durante mas de 30 años, de investigaciones de arte rupestre en Colombia siguen sin rival, pero existen algunas contribuciones importantes que han sido emprendidas por el ICANH relativamente recientes. La publicación de Alvaro Botiva acerca del arte rupestre en Cundinamarca (2000) constituye un hito en lo referente a la investigación del arte rupestre regional. Consiste de una introdcción, mapa y catálogo de sitios de arte rupestre, muy bien ilustrado con dibujos y fotografías. Entre sus diversas ilustraciones únicamente encuentro dos fotos de petroglifos tizados, así como una serie de frotagges, otra técnica de registro potencialmente dañida. En la bibliografía se refiere al autor a varias publicaciones de Guillermo Muñoz. En 2002 ICANH preparó una versión digital como un CD. En su revisión de este libro, Guillermo Muñoz (2001) señala que el registro de los sitios fue logrado en apenas 120 días de trabajo de campo y por consiguiente es limitado. El denuncia la práctica del tizado y también exige un registro mas detallado (¿pero qué acerca de la espléndida ‘transcripción digital’ de una superficie rocosa en las páginas 210-211, que aparentemente presenta todos los petroglifos?) Yo si desearía que en Bolivia las instituciones estatales mostraran el mismo interés en la investigación del arte rupestre como lo hace el instituto colombiano. En cuanto al tizado ---que también ha sido ampliamente practicado en otros países latinoamericanos, como Venezuela--- tomará mucho mas tiempo para ser abandonado. Debemos recordar este asunto siempre que sea posible pero también debemos considerar otros aspectos importantes de la investigación del arte rupestre desde un amplio punto de vista. ICANH inició una campaña educacional del arte rupestre, al publicar un mapa y texto sobre el arte rupestre de Colombia (Botiva C. y España A. 2000). Desafortunadamente ésta incluye seis fotografías de petroglifos tizados, por lo demás indudablemente constituye un paso muy positivo en la información y educación del público, expandida en un excelente libro-guía educacional sobre el arte rupestre en general y en Cundinamarca (Martínez C. y Botiva . 2002). Tiene que ver específicamente con el vandalismo y la conservación del arte rupestre, utiliza símbolos didácticos muy claros para enseñarles a los visitantes básicos la etiqueta a practicarse en los sitios rupestres e icnluye un magnífico afiche que es una ayuda efectiva para los colegios y que no tiene fotografías de petroglifos tizados. Una falla desafortunada es que GIPRI ha sido excluída a propósito al no ser mencionada, por ejemplo, en la bibliografía del libro guía. Diego Martínez y el ICANH deben dar fe que métodos sistemáticos de registro del arte rupestre en Colombia fueron introducidos por GIPRI (Muñoz, 1999) y que estos métodos fueron admirados por muchos investigadores a nivel mundial. Aparentemente, el ICANH ha aprendido algo acerca del efecto negativo del tizado. Yo mismo les he informado al respecto (yo les suministré publicaciones de SIARB) y también lo hizo Diego Martínez C. quien incluyó un artículo por Robert G. Bednarik sobre el tema en su página de web Rupestreweb. Es desafortunado que a pesar de esto, Alvaro Botiva presentó fotografías de petroglifos tizados durante una conferencia pública en 2004, según informa Guillermo. Guillermo afirma que el ICANH desea hacer disponibles todos los sitios para el turismo. Por lo menos el tiene razón en cuanto a que las políticas por parte de la institución estatal de publicar las ubicaciones exactas de los sitios (tales como en Botiva 2000) es peligroso y puede llevar a un incremento del vandalismo. El también afirma que el ICANH no está teniendo en cuenta la complejidad del manejo de los sitios. El se está refiriendo a un proceso extremadamente difícil que tendría que involucrar a arqueólogos profesionales,


investigadores de arte rupestre, instituciones nacionales o estatales, municipalidades y gente de la localidad, y finalmente, vigilantes entrenados en la administración del arte rupestre, con un plan de manejo que defina las directrices y políticas durante cierto número de años. Hasta ahora, muy pocos sitios de arte rupestre en Suramérica han sido planeados para el turismo en forma sistemática. En la mayoría de los casos no existe administración en los sitios. Se pueden encontrar notables excepciones, por ejemplo, en Argentina y Bolivia (Strecker y Pilles 2005). Probablemente tomará algún tiempo hasta que pueda Colombia lograr un parque arqueológico con arte rupestre bien manejado. Un tratamiento de conservación de las pinturas rupestres en el Parque Arqueológico de Facatativá por parte del ICANH (Botiva C. et al. 2003) debe formar parte de un plan coherente para manejarlo en forma apropiada. Resumiendo mis comentarios, yo planteo que tanto GIPRI como ICANH están parcializados y tienden a no dar fe de los logros considerables en la investigación del arte rupestre y/o educación que la contraparte ha llevado a cabo. Si trabajaran juntos en lugar de ser rivales u oponentes, ellos podrían lograr muchísimo más en la investigación, registro, conservación y programas de educación pública del arte rupestre. Mathias Strecker Secretario y Editor Sociedad de Investigación del Arte Rupestre de Bolivia Miembro de IFRAO Casilla 3091 LA PAZ Bolivia E-mail: siarb @acelerate.com RAR 22-000 ---------------------------------------------------------------------------------

Comentario acerca de la afirmación de Muñoz Por B. K. Swartz, Jr. La afirmación de Guillermo Muñoz acerca del estado del arte rupestre en la nación de Colombia revela los conflictos e intereses en competencia ( en conflicto) de aquellos que están involucrados en el arte rupestre, no solo en la nación de Colombia, pero con certeza en otros lugares a través de todo el mundo. ¿Cómo pueden resolverse estos conflictos? ¿Quién decide quien tiene la razón? Para cualquier persona que valora al arte rupestre como un recurso, yo sostengo que el tema crítico debe ser la conservación. Debe recordarse que el arte rupestre es un recurso expuesto, vulnerable y no renovable. Un panel que ha sobrevivido durante miles de años puede, en un breve momento, ser arrasado. Grandes cantidades de murales pueden ser localizados y mutilados con poco esfuerzo. Uno puede entonces, hacerse la pregunta: ¿Por qué debe ser valorado el arte rupestres como recurso? ¿Si desapareciera, habría una pérdida significativa? Los remanentes de materiales naturales y culturales pueden ser muy significativos. Charles Darwin probablemente nunca hubiera concebido el concepto de la evolución si el no hubiera observado y recolectado fósiles durante su viaje en el Beagle. La recolección e interpretación de datos hace posible entender mejor el mundo. En cuanto al tema del tizado de las superficies de arte rupestre, el American Committee to Advance the Study of Petroglyphs and Pictographs Inc. ( Comité de los Estados Unidos para el avance del estudio de los petroglifos y las pinturas incorporado), conformado en 1979 (miembro fundador de IFRAO), propuso un conjunto de normas mínimas para el registro del arte rupestre. Dicho conjunto ha aparecido en diversas publicaciones en diversas lenguas, incluidos inglés, francés, español, italiano y afrikans a partir de 1980 en adelante. La versión mas ampliamente diseminada, aún cuando poco copi-editado del despacho oficial, está publicado en Current Anthropology, Vol 22, No. 1, pp 94-95 (1981). La sección que tiene que ver con el tizado (y pro cedimientos invasivos relacionados, aparece como sigue: Al decidir cuales de las técnicas que deben aplicarse en cualquier caso particular, el objetivo debe consistir en el registro óptimo de datos y en la mínima destrucción del recurso. Los métodos que requieran presión superficial, aplicación o inserción tales como la pintura (polvo de aluminio, tempera, etc), calcado, frotado,


moldeado, o fijado de cuadrículas, no pueden ser universalmente condonados ni deben intentarse sobre los trazos superficiables friables. Estos enfoques descomponen la estructura básica de la roca, y algunos también contaminan y alteran las superficies de tal manera como para distorsionar los estudios potenciales de los motivos rupestres. Los registros de transferencia directa requieren espacio de almacenaje que podrían no ser disponibles. Nunca debe tizarse [énfasis mío], y el rociado de agua, particularmente de las pinturas, nunca debe hacerse salvo cuando no existe duda que la destrucción es inminente. Se enfatizan diversas técnicas fotográficas, ya que documentan y no requieren contacto físico. Para el registro, probablemente basta con un trabajo cuidadoso en fotografía y dibujo, pero se incluyen los datos métricos puesto que son fáciles de tomar y pueden proveer una información comparatiga útil. Professor B. K. Swartz, Jr. IFRAO Representative American Committee to Advance the Study of Petroglyphs and Pictographs (ACASPP) Departamento de Antropolgía Ball State University Muncie, In 47306 U.S.A. E-mail: 01bkswartz@bsu.edu RAR 22-000 -----------------------------------------------------------------------------------El debate acerca del arte rupestre en Colombia Por Roy Querejazu Lewis He recibido información escrita por Guillermo Muñoz (Director de GIPRI), quien es un buén amigo mío, y a quien he llegado a conocer en varios congresos de arte rupestre. Basado en esta evidencia, tengo la absoluta seguridad de que sus intenciones son para (están dirigidas hacia) la conservación del arte rupestre en Colombia. Por otra parte, se me informa que se va a publicar la versión de un representante superior del ICANH como parte de este Debate RAR. Será interesante tener conocimiento acerca de su posición. Considerando la naturaleza de este debate (que no es nuevo en América del Sur) estoy convencido que la esencia del problema no tiene que ver con Página 6 quién tiene (tenga) la razón acerca de la situación sino, más bién, cómo encontrar una solución apropiada para el problema. Al revisar el informe escrito por Guillermo Muñoz, varias veces he leído frases como: ‘GIPRI denunció’, o ‘GIPRI denunciará de nuevo’. (Esto) me hacía sentir como si estuviera leyendo un informe de la policía, y no la preocupación de una institución Sur Americana de arte rupestre. Las organizaciones de arte rupestre no son organizaciones de policía, y sus empeños hacia la conservación del arte rupestre deben implicar estrategias dirigidas hacia la creación de conscientización acerca de la naturaleza frágil del arte rupestre o acerca de ciertas prácticas no – recomendables de investigación y de turismo. Por ejemplo, no menciona el informe de Muñoz el hecho que el tizado de los petroglifos daña su potencial para (poderles efectuar) futuros análisis de fechado. Esto hubiera sido suficiente, como argumento, contra el tizado. Es en este sentido (con todo respeto por Guillermo) que considero que GIPRI debiera cambiar su estrategia y debiera adoptar una política educativa, tanto con respecto a los empleados gubernamentales de arqueología y arte rupestre, como con el público en general. Lo que falta es: la aproximación (el acercamiento) hacia las personas que tienen algo qué ver con el arte rupestre; la apropiación por parte de estas personas del problema (el problema les pertenece también); y en consecuencia, la educación. Deben organizarse cursos educacionales (educativos) en los cuales participen las autoridades y personas dedicadas a la investigación del arte rupestre y al turismo. ¿Porqué no organizar seminarios con expertos en arte rupestre provenientes del extranjero? Estoy seguro que brindaría mejores resultados un enfoque amistoso y educativo que una política de denuncia. Lo que se necesita en nuestros paises es la creación de proyectos que contengan valor agregado y cuenten con la participación de las comunidades a fin de lograr mejores resultados en cuanto a la conservación, ingresos económicos, el turismo y la investigación.


Estoy seguro que las instituciones (privadas y gubernamentales) en Colombia tendrán la madurez y sabiduria para adoptar soluciones adecuadas a los problemas planteados por Muñoz. Professor Roy Querejazu Lewis Presidente de AEARC Miembro de IFRAO Casilla 4243 COCHABAMBA Bolivia E-mail: aearc@hotmail.com RAR 22-000

Respuesta a Muñoz Por Diego Martínez Celis La destrucción inminente de varios sitios de arte rupestre en Colombia ha evidenciado enormes vacios en la utilización de este patrimonio por parte de su factor de alteración potencialmente más agresivo: los investigadores de la comunidad de arte rupestre (Bednarik 1990/1992). Nunca ha existido una tradición continua de investigación en Colombia. El arte rupestre como tópico no es estudiado en los programas académicos universitarios y solo ha sido manejado de vez en cuando durante los últimos cincuenta años por menos de una doce de investigadores (Perez de Barradas, Cabrera, Silva Celis, Becerra, Urbina, Muñoz-GIPRI, Botiva-ICANH, Marriner, Arguello, Martínez, etc.). Por consiguiente el trasfondo de estos investigadores en arte rupestre está basado en su propia experiencia empírica, y solo han empezado a tener conexión con la tradición académica internacional a partir de los últimos diez años. Las técnicas de registro de arte rupestre invasivas tales como el tizado fueron utilizados a partir de la mitad del siglo XX (Martínez 1997), siendo comúnmente mencionado en todo el continte suramericano, aún hasta finales de los noventa. Este es el motivo por el cual la mayor parte del material bibliográfico y documental de estos investigadores contienen registros de petroglifos tizados. Desde esta perspectiva en adelante, la acusación expresada por GIPRI contra ICANH constituye nada mas que una declaración tardía de que hubo técnicas inadecuadas de registro que ya han sido ampliamente reconocidas y mejoradas por la generación mas reciente de investigadores y, por consiguiente, no han sido utilizadas en las investigaciones llevadas a cabo por el ICANH en la actualidad. Yo pertenecí al grupo GIPRI desde 1994 hasta 2000 y desde 2001 he trabajado como un investigador independiente y consultor para el ICANH. Mi experiencia en la investigación del arte rupestre es empírica (Martínez 1993, 1996), pero he participado en algunas conferencias internacionales manteniendo una comunicación dinámica con la comunidad internacional a través de la especialización en la promulgación de investigaciones en la región (Rupestreweb). En vista de mi conocimiento cercano de las pràcticas de documentación de GIPRI y de ICANH, puedo afirmar que las acusaciones hechas por GIPRI son claramente sesgadas puesto que ha sido GIPRI mismo liderada por Guillermo Muñoz, que por mas de treinta años ha estado ejerciendo técnicas de registro de arte rupestre invasivas que de hecho han causado daño permanente a cientos de sitios de arte rupestre en la región central de Colombia (entre estas técnicas se encuentra la utilización del tizado de petroglifos, el argumento principal de su desaprobación). Una de las razones principales que me animó para irme de GIPRI fue la reiteración de políticas y procedimientos de investigación enfocadas simplemente hacia recoger datos de registro, ignorando las consecuencias de estas prácticas sobre la preservación de estos sitios. Las acusaciones de GIPRI son inexactas y solamente están enfocadas en desacreditar al ICANH, una institución que actualmente está ejerciendo un papel importante en la investigación y manejo del arte rupestre colombiano. A partir de 2000 ICANH empezó un proyecto pionero con el objetivo (propósito) de


promocionar la valoración y preservación del arte rupestre. Bajo el título ‘Arte rupestre en Cundinamarca, el patrimonio cultural de la nación’, se encuentra en desarrollo una campaña que incluye material didáctico (un libro [Botiva 2000], un folleto y un mapa plegable [Martínez y Botiva 2001], así como un CD-ROM), y algunos talleres pedagógicos en todo el departamento y otras regiones del país. Esta campaña es enfática en prohibir lo máximo posible todo contacto con las rocas y los motivos rupestres, y ha recibido excelentes comentarios de la comunidad investigativa de Latinoamérica. Copn la ayuda de algunos investigadores independientes el ICANH está produciendo registro de nuevas estaciones rupestres (Sáchica, Sutatausa, Agua de Dios, etc., etc.) y también está restaurando las pinturas rupestres del Parque Arqueológico de Facatativá, entre muchas otras actividades que omite Muñoz en su comunicación. La preservación del patrimonio arqueológico y cultural del país constituye una responsabilidad constitucionalmente obligatoria, no sólo para las entidades gubernamentales, sino para cada ciudadano colombiano. Una acusación como la enunciada por GIPRI no puede acusar a ICANH como único responsable del estado actual del abandono del arte rupestre. Los investigadores y grupos tales como GIPRI han contribuido a la destrucción de sitios y de una actitud ingeniosa y constructiva, así como una revisión crítica constante y saludable de nuestros procedimientos que resultarían finalmente en la preservación del arte rupestre para las futuras generaciones. (Nota del traductor: Esta última oración parecería querer decir: “Los grupos e investigadores tales como GIPRI han contribuido a la destrucción de los sitios y [han menospreciado] la[s] actitud[es] constructiva[s] e ingeniosa[s], así como [el ejercicio] una revisión crítica constante y saludable a nuestros procedimientos que finalmente [podrían] resultar en la preservación del arte rupestre para las generaciones futuras”.) Diego Martínez Celis E-mail: rupestreweb@yahoo.com -----------------------------------------------------------------------------------------------------Respuesta del Director de ICANH Por Emiro José Diaz Leal El objetivo de la comunicación arriba mencionada es para aclarar una afirmación de Guillermo Muñoz, representante de GIPRI. En términos generales el Instituto Colombiano de Antropología e Historia considera precario el supuesto debate que Muñoz está promoviendo, ya que el texto en referencia insiste en su esfuerzo largo e irresponsable para desprestigiar a los investigadores del ICANH y su trabajo. El ICANH es una entidad pública cientíca y técnica con autonomía administrativa, que lleva a cabo investigaciones antropológicas, arqueológicas e históricas, con una visión [enfoque] hacia el desarrollo, protección, preservación, conservación y difusión del patrimonio cultural y las memorias de nuestro país. Su experiencia sobrepasa los setenta años de existencia. El instituto está comprometido con cuatro funciones principales: la investigación rigurosa y multidisciplinaria; la difusión de los resultados de las investigaciones, las suyas propias, así como las investigaciones externas; la preservación del patrimonio arqueológico y de la memoria cultural del país; y la asistencia permanente a las instituciones públicas respecto a tópicos relacionados a sus áreas de interés. Actualmente el ICANH constituye una referencia obligatoria en temas tales como la antropología social, la arqueología y la historia colonial. En conjunto con el Ministerio de Cultura y el Archivo General de la Nación, constituye el sector cultural colombiano. El primer asunto al cual quisiera referirme es lo relacionado con la divulgación – a un público en general – (acerca) de la importancia y de la (necesidad de una debida) protección del patrimonio arqueológico de la nación, (y) específicamente del arte rupestre. Las tareas asumidas (emprendidas) por ICANH, conjuntamente con la Gobernación de Cundinamarca, no están enfocadas hacia la promoción del turismo masivo para nada. Por otro lado el propósito del libro, el CD – ROM, el folleto o manual (sus dos ediciones), los mapas plegables, así como los treinta – y – cinco talleres acerca del ‘Arte Rupestre en Cundinamara, patrimonio cultural de la nación’ ha sido el de informar a la gente acerca de la importancia del patrimonio arqueológico, su identidad, su historia y (, acerca de) la responsabilidad por parte de las nuevas generaciones de preservarla, así como también, hacerles saber acerca de esta herencia (este


patrimonio), con base en información de primera mano. Se ha distribuido este material libremente a adultos, pero especialmente, a los adolescentes y niños. Se encuentra en peligro el arte rupestre en muchos sitios de nuestro territorio. A este respecto, difiere la estrategia del ICANH con respecto al plan peculiar de GIPRI, que supone que el ocultamiento de la información acerca de la localización de los sitios arqueológicos (aquellos que contienen muestras de arte rupestre, en este caso) ayuda a preservarlos. La historia y la experiencia confirman lo contrario. En la mayoría de los casos las personas que viven en áreas rurales han llevado a los arqueólogos, ellos mismos, a estos sitios, animados por una curiosidad acerca del contenido de estos sitios. La estrategia ICANH tiene objetivos a mas largo plazo, aun cuando requieren un camino mas largo y difícil. Nosotros no podemos hacer mucho para un sitio arqueológico si la población local no tiene conciencia de su importancia actual en la historia. Este es el punto en donde la socialización de las nociones y conocimiento asociados a estos trazos entre las generaciones antigua y nueva es relevante, y considerado por el ICANH como la mejor inversión que debe hacerse. También ese significativo mencionar las experiencias satisfactorias obtenidas de los talleres organizados en las diferentes municipalidades de Cundinamarca. Estos han demostrado, como resultado, un cambio de actitud trascendental por parte de la comunidad y las autoridades para proteger un patrimonio que ellos consideran como suyo propio, lejos de ser una abstracción de algunos investigadores y entusiastas ninguno de los talleres llevados a cabo ha promovido la utilización de técnicas invasivas, ni han actuado contra las reglas establecidas de los reglamentos actuales acerca del patrimonio arqueólogico, (los cuales) regulan todo tipo de intervención directa sobre aquellos sitios que exigen una licencia arqueológica (Decreto 833, 2002). No solo es falsa la acusación de que ICANH distribuye literatura que promueve la destrucción de sitios de arte rupesttre, sino que también ignora el reconocimiento internacional que ha adquirido el proyecto. Con respecto a la utilización circunstancial, en el pasado, de material fotográfico en el cual se evidencia el uso del tizado en los petroglifos (así como otras técnicas destructivas), a Muñoz se le olvida mencionar --probablemente porque el no está iformado acerca de ello--- que los participantes de los talleres reciben una explicación acerca de las consecuencias de este tipo de intervención a los cuales el grafiti, entre otras, pertenece. Su utilización, obviamente, podría haber expresado un mensaje equivocado, pero no contrario al recibido por la audiencia general de los artículos de Muñoz publicados a cerca de la restauración (propagandizadas en las lecciones que él enseña en los diferentes centros universitarios), y fotos donde él está sentado en forma satisfactoria, sobre una roca con petroglifos, anteriormente delimitado utilizando una técnica actualmente bajo revisión (Revista Cambio 16, #57, 11-18 de Julio de 1994). Las afirmaciones de Muñoz contra el trabajo del ICANH, sus investigadores y sus tareas en proceso ---pese a las dificultades presupuestales para manejar la alta incidencia de sitios arqueológicos en el país--- son incosteables. Al ICANH no le preocupa el estatus profesional de Muñoz ni el estatus institucional de GIPRI. Como institución gubernamental, estamos preocupados acerca de la distorsión producida por afirmaciones sensacionalistas, parciales y subjetivas, haciendo juicio público del arduo trabajo de funcionarios comprometidos ética y profesionalmente a la preservación del patrimonio arqueológico de Colombia. Esta actitud exhibicionista obstruye y demora cualquier posibilidad de llevar a cabo proyectos de forma colectiva para preservar el patrimonio arqueológico colombiano. Emiro José Díaz Leal Director del ICANH Instituto Colombiano de Antropología e Historia Colombia


Los roles de GIPRI e ICANH Por Robert G. Bednarik Los asuntos planteados por Muñoz tienen importancia, especialmente el malestar subyacente expuesto por la disputa de GIPRI con la agencia pública de la arqueología en Colombia. Ciertamente ese país no es el único en donde una organización de arte rupestre competente se haya en confrontación con una agencia estatal. Las instrumentalidades estatales de cualquier tipo, a nivel mundial, encuentran que la ‘interferencia’ proveniente de organizaciones no gubernamentales (ONGs) les fastidia y preferirían que su trabajo no fuera fiscalizado por nadie que no tenga compromiso con ellos. Hasta cierto punto su habilidad de silenciar el disentimiento depende de cuan robusta sea esa democracia en particular. Portugal nos da un ejemplo interesante a manera de comparación. Cuando se puso a prueba la habilidad de la arqueología pública de ese país en cuanto a su capacidad de rechazar el disentimiento sobre su abismal desempeño en la protección del arte rupestre durante la última década, dió como resultado la reprimenda de una estructura de arqueología pública intelectualmente, moralmente y financieramente corrupta (Bednarik, 2004). Aparentemente, Portugal tiene una democracia saludable, en donde las agencias públicas están sujetas al escrutinio público efectivo. Aquí, la ONG de arte rupestre de Colombia informa acerca de su progreso en exigirle cuentas a la arqueología pública de ese país. La arqueología pública constituye el brazo político de una entidad que es en si misma una disciplina política inherente (Trigger 1984). Ya sea por decidir como encontraron su muerte las víctimas en algún cementerio masivo, o si un templo o mezquita ocupó algún sitio primero, o como manejar un sitio que en realidad pertenece a una minoria étnica que percibe al estado como su opresor, la dimensión política siempre aparece en forma amplia en la arqueología. La arqueología, obviamente, es una herramienta del estado, y la mayor parte de la arqueología tiende a manejar (el tema) de los derrotados, los colonizados, los dominados ---las víctimas de un estado que, (siendo) inevitable, representa a los ganadores de la historia. Así que la arqueología, en la mayoría de los casos, está comprometida con la apropiación estatal de la propiedad cultural de los perdedores de la historia. Esto, según lo percibo, es a lo que se refiere Muñoz cuando él escribe acerca de la disminución de los valores indígenas a través del ‘estudio y conservación’. En Colombia los descendientes de los dueños del arte rupestre, presumiblemente aún existen. Quizás los arqueólogos estatales se ven así mismos como los ungidos (consagrados) para estudiar el arte rupestre del país. Cuando los especialistas de arte rupestre del país señalan sus deficiencias, ellos responden en forma defensiva. Como en todos los casos de este tipo que han despertado mi atención a nivel mundial, la tecnocracia en cuestión desea un control ilimitado sobre un recurso patrimonial del cual no tiene ni siquiera una soberania moral, en muchas partes del mundo. En lugar de manejar este patrimonio a nombre de sus dueños primarios (los indígenas) el dueño secundario (la humanidad como un todo), anhela el control de forma vehemente, y podría aún llegar a utilizar el recurso mas bien como un rehén. Alrededor del globo hemos visto ejemplos en donde las agencias de patrimonio estatal han utilizado su control sobre los sitios patrimoniales para facilitar su destrucción (considérese el ejemplo actual de Dampier, Australia; Bednarik 2002; Vinnicombe 2002), o a exhortar a las disciplina académicas, a los indígenas o al público para que acepten su poder a través de la interpretación y autenticación. Como ilustración, en el ejemplo portugués (anteriormente) citado, los arqueólogos estatales intentaron presentar la supervivencia de un cuerpo de petroglifos a compromiso de la aceptación de su edad pleistocénica (Gonçalves 1998). Finalmente el hàbito del estado portugués de (efectuar) la destrucción clandestina de los sitios de arte rupestre fue resuelto cuando el establecimiento arqueológico fue llamado al orden por IFRAO, lo cual condujo a reformas. Para poder entender el malestar subyacente, es necesario considerar cómo operan las tecnocracias de un estado. Ellos consideran a las ONGs independientes como intrusos (o traficantes sin licencia), cuya interferencia desafia su poder y, en aquellos casos en donde las ONGs poseen competencia superior pudieran erosionar una oligarquía tecnocrática con éxito. A los consultores pagados por el estado no se les permite expresar críticas públicas, siendo (ellos) en esencia servidores públicos pagados. Ahí dentro descansa tanto el problema como la solución. Los servidores públicos deben responder al pueblo, y el papel de las ONGs el de juzgar su trabajo a nombre (como voceros de) del público, así facilitando su rendición de cuentas. Aquí es donde los matices de la democracia entran en juego, los cuales se determinan en gran parte por la efectividad de los medios. En Portugal encontramos que los medios fueron muy expeditos, mientras


que en algunas otras democracias, tales como Australia, los monopolios de los medios son mas serviles políticamente hablando y el potencial de las ONGs tiende a ser correspondientemente opacados (sofocados). GIPRI ha desarrollado uno de los mejores modelos de registro en el arte rupestre, y tiene el mandato y deber innegable de llamar al orden a los arqueólogos estatales de Colombia si esto fuera necesario para proteger el arte rupestre. La comunidad mundial de investigadores de arte rupestre depende de esta organización para la preservación en condiciones pristinas del arte rupestre de la región, sin la contaminación química de ningún tipo. En la época y tiempo actuales no existe justificación para defender a los arqueólogos públicos que utilicen, condonen o publiciten los métodos de resalte físico. El código de ética de IFRAO (cláusula 4[1]) es perfectamente claro acerca del tema de la interferencia física con el arte rupestre con el propósito de un trabajo de registro inferior (teniendo en cuenta que todo trabajo de registro es inferior con respecto a tales estándares como los establecidos en las Cuevas Chauvet o Cussac, Francia). Si los métodos de los arqueólogos de ICANH son demasiados anticuados para (poder) incluir técnicas de registro modernas apropiadas (ver, v.g., artículos de Chandler et al. y Trinks et al., este ejemplar), ellos deben dejar este trabajo para otros que estén mejor equipados para esta tarea. La publicación de las localizaciones de los sitios, la publicación de las imágenes físicamente resaltadas (v.g. tizadas) y el desarrollo del turismo precipitado causan detrimento al arte rupestre, y yo encuentro difícil aceptar que los arqueólogos estatales de Colombia pudieran oponerse a estos principios. Debido al alto grado de destrucción del arte rupestre a nivel mundial no nos damos el lujo de tener restricciones o paciencia con los servidores públicos que faciliten la destrucción del arte rupestre. GIPRI tiene dos estrategias principales como recurso disponible: exponer el asunto al público a través de los medios, y hacer un llamado para el apoyo de la comunidad internacional de los investigadores del arte rupestre. Así mismo recomiendo que los dos lados opuestos suspendan la forma poco constructiva de diálogo que hemos atestiguado por algún tiempo. ICANH tiene que aceptar, como cuestión de principio, que una ONG competente como GIPRI tenga el papel de monitorear el trabajo de los arqueólogos estatales, un rol que solo sería rechazado en un estado totalitario ---que confío que no sea el caso de Colombia. GIPRI tiene el derecho y el deber de ejercer la crítica con respecto al desempeño del ICANH. Robert G. Bednarik Convocador de IFRAO P.O. Box 216 Caulfield South, VIC 3162 Australia E-mail: auraweb@hotmail.com RAR 22-000

Respuesta Final Responsabilidades en el estudio y la conservación del arte de la roca en Colombia By GUILLERMO MUÑOZ

El debate que aquí se expone quizás permita entender algunas dificultades para el estudio científico y la conservación de las zonas rupestres en Colombia, pero eventualmente es posible que ayude a pensar las situaciones teórico prácticas, que muestran diversas contradicciones entre los equipos de investigación y sus proyectos, frente a las políticas estatales y los organismos culturales oficiales. Dos perspectivas distintas de patrimonio, de cultura, de investigación, de manejo y conservación de los sitios están involucradas en este debate con distintos conocimientos e intereses sobre el arte rupestre.


En lo relativo al tema en Colombia es necesario hacer algunas precisiones. Algunos de los yacimientos rupestres que posee el territorio colombiano fueron descritos en el inicio del período republicano en el siglo XIX como tema de interés del estado, para la construcción de la nacionalidad (1850), después de la independencia. No se trata entonces de un conjunto de yacimientos desconocidos (Mongua, Gámeza, Pandi, Facatativa y Aipe) que hubieran sido denunciados hace pocos años, sino muy al contrario, de objetos culturales reseñados 150 años atrás por la Comisión Corográfica (Acuarelas y texto y mapas de Manuel Ancizar y Agustín Codazzi), que incluía por primera vez, los monumentos indígenas, como crítica a las políticas coloniales. Es lamentable que aún hoy no existan registros rigurosos sobre estos primeros denuncios y tampoco puede entenderse cómo estos sitios se encuentren actualmente abandonados o alterados, a pesar de la información oficial que quisiera desconocer estas circunstancias reales. Esta etapa excepcional de la mitad del siglo XIX fue olvidada por los gobiernos siguientes. ¡Cuando se pregunta ahora al Estado sobre el manejo de las viejas y nuevas zonas rupestres y de los hallazgos en aumento en todos y cada uno de los departamentos del país (Parque de Facatativá,-Cundinamarca, Parque Nacional de Chiribiquete – departamento del Caqueta, este dice tener una legislación y con ella el control jurídico de todos los sitios, y dice haber desarrollado algunas estrategias de divulgación! No es suficiente con realizar trabajos de divulgación en algunos meses, donde se exponga la norma que dice cuidar el patrimonio y se impulse la iniciativa de que la comunidad es responsable, sin que se pueda entender, cuál sería la responsabilidad del gobierno, del estado y de sus organismos culturales? Las reglas de juego están invertidas. No es posible imaginar que se encargue a la sociedad civil y a las municipalidades (sin presupuesto) de la responsabilidad de manejar los sitios, esquivando de esta manera las diversas etapas de organización y de inversión que deberían ser implementadas y coordinadas por las autoridades de la cultura. Pero lo más grave de toda esta situación, es no realizar investigación rigurosa en las diversas zonas que visitan, promover la presencia masiva de los habitantes y de los turistas, publicar su acceso, y considerar sin reflexión ninguna que todos los sitios están abiertos al público. Lo razonable sería que los organismos del estado consideraran pertinente determinar explícitamente políticas coherentes, acciones explicitas y financiación planificada para la protección de las zonas rupestres y la organización de actividades para su administración en coordinación con la comunidad. Lo fundamental sería que entendieran que sus acciones y responsabilidades esencialmente deben limitarse al cuidado y administración de las zonas rupestres como espacios culturales, que ayudaran a los investigadores actuales y futuros para poder interpretar las peculiaridades de los procesos culturales e intelectuales que allí se presentan. Las descripciones rigurosas, los levantamientos sistemáticos, la organización exhaustiva de bases de datos, la ubicación en cartografías, la selección y organización de materiales de registro gráfico y fotográfico de alta calidad, la organización y la búsqueda de explicaciones diversas, acompañadas por las disciplinas, permiten que los yacimientos rupestres sean acogidos en una perspectiva científica. ¡La divulgación sin estos antecedentes resulta inapropiada¡ El ICANH parece estar más interesado en su prestigio como institución que en asumir seriamente lo que implica organizar el cuidado de las zonas rupestres. No percibe la urgencia de impulsar y


respaldar grupos serios de trabajo que investiguen el tema. Al parecer está más interesado en convencer al auditorio de este debate, sobre su legitimidad en una interpretación de la constitución nacional, que en evitar que los sitios sean destruidos para siempre, o deteriorados a veces sin remedio. Esta aún más interesado en divulgar apresuradamente y en esquivar sus obligaciones que en determinar las posibilidades de reconocer sus ausencias y entender la complejidad de cada uno de los aspectos que circulan internacionalmente en los grupos de investigación. Es indispensable informar que las instituciones del estado y con ellas sus organismos culturales han iniciado sus actividades en el registro y estudio de las manifestaciones rupestres hace tan sólo algunos años, lo cual muestra una dificultad que debe ser disimulada. Simular y disimular es el problema, el centro de esta discusión. El proyecto parece ser: hacer creer que se está protegiendo el patrimonio rupestre. Pero realmente lo que está en juego son los sitios y con ello el estudio riguroso del arte rupestre y no el prestigio de una institución. Se simula la existencia de trabajos, al igual que su continuidad, y se expone el tema con tal amplitud que no es posible discriminar lo objetivo de lo disfrazado. Los trabajos aludidos por el ICANH realizados para sus diversos procesos de divulgación fueron concretándose con muy pocas semanas de trabajo y una muy buena parte de los materiales corresponden a registros ya publicados o como resultado de visitas apresuradas en tan solo 120 días (1999), tal y como ellos mismos lo expresan en sus publicaciones (arte rupestre en Cundinamarca 2000), como apoyo político a una administración que debería mostrar algo de su gestión (Gobernación de Cundinamarca año 2000). Ha sido muy difícil persuadir al ICANH en la necesidad de refinar los procesos de registro y en realizar una discusión amplia sobre sus actividades y sobre el modo como realizan su trabajo. A esta institución estatal le interesa simplemente saber la existencia de los sitios, realizar fotografías de expedición, y nunca se detienen a registrar las particularidades del yacimiento. Por ultimo, es indispensable aclarar algunas afirmaciones frente al registro del arte rupestre en Colombia. Realmente han sido muy pocos los investigadores que se han dedicado a hacer trabajos de documentación y son aún menos los que han tenido algún interés por realizar estudios científicos sobre este objeto. Cuando se citan todos los autores que se han referido al arte rupestre de manera indiscriminada, el lector pensaría que se trata de expediciones intensas y trabajos de campo rigurosos y de muchos años de estudio, donde el estado y los organismos culturales han venido acompañando intensamente su iniciativa. No es cierto. Pero al presentar de esta manera el panorama se impide ver el proceso y comprender que el equipo de GIPRI desde 1970 se ha ocupado del tema, y con sus diversas fases y etapas de registro ha generado una tradición en el documentación-conservación, al igual que ha venido realizando diversos aportes en los estudios sobre su sentido y función.. Así que precisamente desde esta experiencia acumulada de GIPRI resulta sorprendente que los organismos del estado no consideren interesante contemplar diversas posibilidades y acoger con respeto a un grupo especializado que podría asesorar sus actividades y mejorar sus nociones. No es difícil reconocer que los organismos del estado tienen autoridad, experiencia y conocimiento científico en otros campos, en estudios arqueológicos diversos, pero no es exactamente lo mismo, en los estudios de arte rupestre. References BEDNARIK, R. G. 1990/92. Introducción a una deontologia para el estudio del arte rupestre. Paleoetnología. Centro argentino de etnología Americana, Buenos Aires. [DMC] BEDNARIK, R. G. 2002. The survival of the Murujuga (Burrup) petroglyphs. Rock Art Research 19: 29–40. [RGB] BEDNARIK, R. G. 2004. Public archaeology and political dynamics in Portugal. Public Archaeology 3(3): 162–6. [RGB] BOTIVA CONTRERAS, Á. 2000. Arte rupestre en Cundinamarca. Patrimonio cultural de la nación.


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