Galera - ¡Intríngulis-Chíngulis!

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Augusto Munaro

*OtrasTintas



Augusto Munaro

*OtrasTintas


Munaro, Augusto ¡Intríngulis – Chíngulis! / Augusto Munaro 1a ed. - La Plata, Buenos Aires: *OtrasTintas, 2022. 40p. 9,5 x 13cm

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

Diseño integral: Gisela Mardon Editado y manufacturado por *OtrasTintas otrastintasedicionesdeartista@gmail.com Ig: otras_tintas


¡INTRÍNGULIS – CHÍNGULIS! Obra de títeres Comedia en un acto para dos personajes títeres



PERSONAJES


INTRÍNGULIS


CHÍNGULIS



E

n la penumbra de una habitación olvidada por el tiempo, acaso victoriana; nada parece vislumbrarse con claridad. Unos colores en la gama del amarillo primero, luego salpicados por un púrpura muy vivo, parecen centellear para luego apagarse, por unas luces muy tenues provenientes de una lámpara de pie. Todo indicaría que se trata de un matrimonio veinteañero, pero ningún gesto o palabra, jamás lo confirma. Las figuras son bastante uniformes. Tienen ojos de vidrio, melenas de lana y capas voladoras. Él está envuelto en un pijama marrón. Ella viste un pijama azul y pantuflas de igual color. Pareciera estar tejiendo, pero sólo sostiene las agujas para depositarlas sobre una mesita repleta de medicamentos. Jarabes, pastillas, frascos de vidrio, y tazas de té vacías. Un desorden doméstico como pocas veces visto. Ambos llevan acumulados un cansancio enorme, como si estuvieran días, meses sin dormir. Rodeados por almohadones, y decenas de viejos libros abiertos y desparramados en múltiples pilas. El caos se pierde en la oscuridad de la habitación.


No se oye nada, salvo el aullido del viento. Sus movimientos son lentos. Meticulosos, transmiten un letargo casi, contagioso. Los dos conversan cansinamente. Lo hacen en voz baja, a través de pausas irregulares. El cansancio parece colosal. Haciendo un esfuerzo sobrehumano en despertar, ella se incorpora y finalmente inclinándose sobre un lado, desperezándose, decide dirigirle la palabra.




INTRÍNGULIS (con un tono de profunda apatía). ¿Qué hora será? (La pregunta es en vano, puesto que en ningún lugar de la habitación se entrevé un reloj. Parece, más bien, una pregunta retórica cuya respuesta demora una eternidad en llegar)

CHÍNGULIS (bosteza abriendo mucho la boca, sin taparse). Ni idea…

INTRÍNGULIS

CHÍNGULIS ¿Me oís?, ¿oís lo que te acabo de decir?... Afuera no se oyen ni los perros ladrar. Hay un vacío absoluto. La nada nadando en su nada.


INTRÍNGULIS -Tal vez sea ya de día. CHÍNGULIS -Pero no oigo al gallo de cartulina cantar. INTRÍNGULIS -Nada de nada. Silencio en papel maché. (Intenta incorporarse inútilmente. Mira alrededor sin mucho entusiasmo. Cierra los ojos, dormita)

CHÍNGULIS -Ta…, tam…, tamp… (Se queda dormido a mitad de la palabra, dejando caer su cabeza lentamente sobre su pecho. Ella lo mira en silencio, resignada, y parece quedarse dormida, justo cuando le contesta)


INTRÍNGULIS -Tampoco pasó aún el sodero, Pepe. Ni el canillita Pipo, ni… CHÍNGULIS (saltando un poco, y refregándose los ojos, luego bostezando, y queriendo encontrar una posición más cómoda sobre el mullido sillón de tela). Tampoco, tampoco. Con tan poco a veces se llega tan lejos… (Permanece pensativo. No habla. Se muerde los labios de dormido y pega un salto hacia atrás y con su cabeza arrastra una pila de libros de una vieja enciclopedia. El estruendo la despierta del peor modo). INTRÍNGULIS

¡Ay! ¡¿terremoto?!, ¿qué sucede?, ¡Chíngulis!... ¿ya

me morí?

CHÍNGULIS Exagerada. Nomás me mordí la len… (Tras bostezar, se queda dormido. O al menos, parece haberse quedado. Ninguno de los actos de estos personajes parecen jamás definitivos. Actúan en esa zona indefinible entre la realidad y el sueño).


INTRÍNGULIS -¿Cómo?, ¿qué?, ¿qué dijiste? (Lo zamarrea con ambas manos, aún sin poder incorporarse del sofá repleto de libros y tazas de té vacías. Pero a medida que lo zamarrea se cansa hasta caer contra él, dormido. El leve movimiento lo despierta) CHÍNGULIS -Te dije que no me dormí, estoy tratando de descansar sólo que con los ojos cerrados. ¿Ves?, igual que vos ahora mismo. Ejercitando en silencio, / y en verso... / ¿Pero cómo?, / ¿ya estás otra vez dormida, Intríngulis?... / Intríngulis, ¿estás ahí? /... ¡Intríngulis!

INTRÍNGULIS -¡Sipi-dipi!, si digo que estoy despierta, es porque estoy despierta. Qué falta de respeto desconfiar de la palabra de una dama.


CHÍNGULIS (riéndose) -Damajuana. INTRÍNGULIS -Bruto… ¿Acaso debo firmar un certificado de validación, a toda hora, de que estoy despierta? A propósito, ¿qué hora es? CHÍNGULIS -¿La hora de ahorita?, ¡órale! a ver… ejém… (Observa su muñeca, pero no lleva reloj. Acto seguido dirige la vista a la pared, pero la luz mortecina no permite discernir nada. Prende un fósforo y estira el cuello)

INTRÍNGULIS -

¿Y?


-Adiviná, nena.

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS -Las tres de la tarde…

-No.

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS -Las seis de la mañana…

-No.

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS -Las once de la noche…

-Tampoco.

CHÍNGULIS


-Me aburrí. -¿Querés saber?

-Sí.

INTRÍNGULIS CHÍNGULIS INTRÍNGULIS

CHÍNGULIS

-No sé, porque no distingo la hora desde acá donde estoy sentado.

INTRÍNGULIS -Bruto. No sabés nunca nada, vos. ¡Ay! ¿Es de día, o es de noche? ¿Por qué no te parás y te fijás?; está ahí nomás… ¡Parate te digo! Es un segundo, nene. Menos, medio segundo en la otredad del mundo. ¡Una fracción de segundo y sabremos la hora!


CHÍNGULIS (suspirando, siempre sin ganas). -Estoy cansado, además, debe ser la misma hora de ayer a esta hora. ¡Qué importa! INTRÍNGULIS -Dale, no seas un marmota. Parate, andá. Dos pasitos nomás. Uno, dos. Uno, dos. Marche. Simple. Levantate. CHÍNGULIS -Diariamente, en algún momento del día se repite la misma hora de ayer. ¿A qué viene tanto lío? ¿No tenés imaginación, acaso? INTRÍNGULIS -Dormilón empedernido.

CHÍNGULIS -¿No te es suficiente saber eso? -¿Qué cosa, a ver?

INTRÍNGULIS


CHÍNGULIS -De que en algún momento del día, la hora de ayer será idéntica a la de hoy. Mañana ocurrirá lo mismo. Y pasado, y repasado también. Siempre fue así, y así será por los tiempos de los tiempos. ¡Amén!

INTRÍNGULIS -¿Y eso qué tiene que ver? Yo quiero saber la hora de este preciso instante. Momento único e irrepetible como cualquier otro. Además, andar viviendo a deshora, es un despropósito. Hay un orden para todo. Si uno desconoce la hora, los acontecimientos se amontonan, pierden su encanto. No sé si ponerme a freír chuletas, o ir a dormir. Si salir de compras al supermercado, o tejer otra media de lana. Si debo visitar al verdulero Pirulino, o aún no, porque todo permanece cerrado. ¡Son dos pasos!, ¡dale, Chíngulis!, ¡Es una pavada!


CHÍNGULIS. (semidormido y desconfiado) - Si es tan fácil como vos asegurás, ¿por qué no vas y lo corroborás vos misma? Sacate el gusto, andá. INTRÍNGULIS (decepcionada) - Chíngulis, Chíngulis… ¿sabés el tiempo que me llevaría decidir a dar el primer paso? -¿Cuánto?

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS

-No sé, no tengo reloj. Por eso mismo no puedo, bruto. Me falta saber la hora. Sonso.


CHÍNGULIS -Sos una viva bárbara vos. Dale, no te hagas la Garbo de misteriosa. ¿O querés padecer la incertidumbre por la eternidad? ¿Cuánto tiempo te llevaría?, ¡no seas tímida!

INTRÍNGULIS

-No sé, tiempo… Lleva tiempo, Chíngulis…

CHÍNGULIS -Vos y tu bendita fijación por el tiempo.


INTRÍNGULIS -Después, cuando me paro, es más fácil, claro que sí. La perspectiva de los hechos cambia; es otra. Pero antes, antes no. Tengo que encontrar el motivo por el que, aún sin saber el horario, debo ponerme de pie. El impulso preciso, eso necesito. Si debo moverme a la derecha y con el envión inclinarme hacia delante, o es más bien todo lo contrario. De izquierda a derecha. No puedo hacer ambas cosas a la vez. Lleva tiempo dar el primer paso.

-Insisto.

-¿Con qué?

-Con las cosas. -¿Qué cosas?

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS

CHÍNGULIS INTRÍNGULIS


CHÍNGULIS -Digo que hay que ponerse a hacer las cosas. Dejar de dar vueltas como las moscas y punto. Pensar en las glicinas insoladas que invaden el jardín, y que pronto debemos podar; en el sol de limón que lo enciende todo con sus poderosos rayos de lana amarilla, por ejemplo. Tan bello para contemplar, siempre tan digno y en las poderosas alturas. ¡Tantas cosas por hacer!

INTRÍNGULIS -¡Pero qué cosa! ¡Otra vez vos y tu metejón con las cosas! Escuchame, mirame a los ojos, no te duermas más, Chíngulis. ¿Querés más café?, te doy café (y del colombiano, si te portás bien). ¡Pero antes, por favor! ¿A qué cosas más te referís que hay por hacer?, terminá la oración por lo menos. ¡Despertate!, ¡ey!


CHÍNGULIS

-¿Eh?, ¡ah, sí!... Cosas… Cositas… Cosotas... Todo lo pendiente en la ciudad sin nombre. Cosas: mancharnos los labios de tanto placer; leer los paisajes anaranjados en tempera; escribir con tinta invisible; trabajar por ahí y por allá; comprar el auto a Pirulina. Cosotas: trabajar en Júpiter, por ejemplo, o en su defecto, en los anillos de Saturno, plantando semillas donde crecerán bosques que hagan silencio… (Con actitud desafiante, como arrastrando las palabras del sueño que siente y ya no puede más tolerar. Bosteza larga y reiterativamente.)

INTRÍNGULIS -Otra vez. ¡Chíngulis!, ¡despertate! Las cosas tienen sus bemoles. Su lado oscuro. Hay cientos de miles de cosas por hacer, obvio que sí. Pero no basta con enumerarlas. No podés meter todo en una misma canasta. Hay que jerarquizar. Hacer una lista. Priorizar. No es lo mismo blanco que negro. La una de la mañana, que la una de la tarde…


CHÍNGULIS (como queriendo prolongar su tono monocorde) -O que el agua y el aceite; el vino y la cerveza; Aira o Borges; Boca o River; el yin y el yang… INTRÍNGULIS -No es un chiste esto, sonso.

CHÍNGULIS -¡Quérecontraarchiinsoportable d e a b u r r i d o t o d o e s t o !

INTRÍNGULIS -Despertate si alguna vez querés abandonar este sillón. CHÍNGULIS -¿Yo abandonar el sillón?, ¿pero por qué?, además, se está muy cómodo en él. El color celeste, es mi favorito. Pienso que galopo entre nubes, sobre espíritus secos. Es bonico. ¿Queda algo de cafecico?, ¡ico ico, Intríngulis!


-Hablo en serico.

INTRÍNGULIS

CHÍNGULIS. -¡Yo también hablo en serio! También sé hablar en castellano, e inglés y un poco de francés. Hagámoslo mañana en la opacidad de la tarde. Podremos hacer cosas, claro. Muchas y de todos los tamaños y colores y gustos. Y vendrán formando una larga fila india conversando entre sí, y en varios idiomas. En serico, en castellano, en francés, tal como dije. Sí, hagámoslo mañana. Decididamente mañana y sin maña Ña Intríngulis. (Busca encender un cigarrillo, pero se le cae de las manos en reiteradas ocasiones; mientras bosteza, y se rasca la cabeza. Demasiado sueño, demasiada lentitud a la hora de intentar cualquier acción insignificante, como prender el encendedor) INTRÍNGULIS. Ocurre que probablemente ya sea la mañana. CHÍNGULIS Epa, Intríngulis. ¿Y vos cómo sabés eso? (Se le vuelve a caer el cigarrillo que intenta prender. Se inclina a recogerlo con suma lentitud. Vuelve a bostezar)


INTRÍNGULIS -Porque estamos hablando; ergo, estamos despiertos. CHÍNGULIS (bostezando) - ¿Desde cuando? INTRÍNGULIS -Desde la última vez que me di cuenta, bobo. CHÍNGULIS (abriendo los ojos de vidrio bien grandes asombrado de lo que acabó de oír). -¿Y cuando fue eso, bobita? INTRÍNGULIS -No lo sé. No me acuerdo bien. Pero se que debí de estar despierta porque algo recuerdo.

¡Chíngulis, despertate!

CHÍNGULIS -No me grites, Intríngulis. Que estoy acá, pegadito, bien a tu lado. ¿No me ves? INTRÍNGULIS

-¿Estás?, ¡Chíngulis!


CHÍNGULIS -Estoy, sí. Al menos hasta la última vez que lo verifiqué. A ver… (Mira para un lado, mira para el otro. Mira hacia delante, mira hacia atrás.)

INTRÍNGULIS -¿Y bien?, ¿cuál es tu veredicto? ¿Me podés confirmar, entonces, de que efectivamente estás?

CHÍNGULIS (durmiéndose). -¿Mmm?, ¿cómo?


INTRÍNGULIS -Si estás seguro de que estás, Chíngulis.

CHÍNGULIS -Ah, sipi dipi… Estoy, oui. Hoy, estoy.

-¿Estas?

INTRÍNGULIS


-Oiestoi.

CHÍNGULIS

INTRÍNGULIS -¿En verdad ehztház?

CHÍNGULIS (durmiéndose). - ¿Estoy?


-Ez oy, ¡oh, Toi!

-¡Oi! ¡oi!

INTRÍNGULIS

CHÍNGULIS


INTRÍNGULIS ¿Sipi?


CHÍNGULIS (bostezando). Dipi.


Gisela Mardon (La Plata 1977). Diseñadora en comunicación visual, docente y artista. Su experiencia y formación profesional gira en torno a la edición y publicación de libros y revistas. *OtrasTintas es una editorial de proyectos que se apropian de la edición y la publicación como formas de expresión artística y diseño. Con una tirada de 01 a 100 ejemplares y reedición por demanda, rompe el paradigma de edición tradicional y apuesta a desarrollar publicaciones que se perciben como objetos de arte-diseño.


Augusto Munaro (Buenos Aires, 1980). Narrador, poeta, traductor, editor, y periodista. Publicó más de treinta libros, entre ellos El cráneo de Miss Siddal (Pánico el Pánico, 2011), Cul-de-sac (Ediciones La Carta de Oliver, 2012), Gesta Cornú (Editorial Lisboa, 2013), Breve descripción de una |sepultura| (Tinta China, 2013), Noche soleada (Ediciones la yunta, 2014), Camino de las Damas (Expreso Nova Ediciones, 2014), Vida de Santiago Dabove (Ivan Rosado, 2015), Islandia (Voria Stefanovsky Editores, 2015), Agnès & Adrien (Colisión Libros, 2016), A la hora de la siesta (Borde Perdido Editora, 2016), La página infinita (Clara Beter ediciones, 2017), Celuloide (Minibus Ediciones, 2018), El busto de Chiara (Taller Perronautas, 2018), Las cartas secretas de Georges de Broca (Huesos de Jibia, 2019), Los soñantes (Paradiso, 2019), Incrustaciones dubaitíes (Editorial Lisboa, 2019), El rapto de Helmut Kelsen (Borde Perdido Editora, 2020), Ficciones supremas (Griselda García, 2021), La casa flotante (Editores Argentinos, 2021), La mansión púrpura (Nicaragua encuadernaciones, 2021), y Lucía en verano (Prebanda Ediciones, 2022).


*OtrasTintas

Primera edición de 50 ejemplares numerados manufacturados artesanalmente en abril de 2022 en el taller *OtrasTintas. Gracias a las manos amigas y generosas que colaboraron.


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