17/2/2015
Mexicar / El Médico Aréchiga - vLex Global
Mexicar / El Médico Aréchiga ID vLex: 82058541 http://reforma.vlex.com.mx/vid/mexicar-medico-arechiga-82058541
Autor: Enrique Canales Soy afortunado; tuve y tengo maestros nobles, capaces y motivadores. Honor a todos los maestros que sin soltar las riendas de su responsabilidad se entregan a sus alumnos, que facilitan las tareas sin sacrificar el rigor y que provocan al alumno para que se convierta en su principal maestro. En especial, dedico esta columna al maestro el ingeniero Juan Antonio González Aréchiga, quien nos impartió la clase de "Turbinas y Calderas de Vapor" allá por 1957 a los estudiantes de ingeniería mecánica en el Tec de Monterrey. Le decíamos y le decimos "El Médico Aréchiga", pues como un buen médico, es preciso, justo, firme y muy confiable. Los que no éramos confiables éramos sus alumnos; sin embargo, él nos azuzaba para que cada quien encontrara su valor. Parecía decirnos: "ojalá ustedes comprendan a profundidad el funcionamiento y la potencia de las calderas de vapor, y espero que ustedes comprendan la potencia que podrían desarrollar en ustedes mismos". Con emoción nos llenaba el pizarrón y la cabeza de cálculos térmicos. Nos entretejía la historia, la lógica y la aventura de cada tipo de caldera; y si las calderas eran importantes, entonces los hombres que sabían diseñar, operar y mantener las calderas eran mucho más. Como buen profesor, también era asesor y en aquel tiempo el Médico Aréchiga fue asesor de la empresa Combustion Engineering, fabricante de calderas en Monterrey. En dichas instalaciones nos llenaba de orgullo comprender las tripas y sus expresiones matemáticas que hacían funcionar a esos fantásticos monstruos. El Médico Aréchiga nos mantiene un reto indeleble pues con su buen humor de burla ontológica, nos indica que todos, incluyendo él mismo, podemos valer sorbete o podemos valer mucho. Siempre anduvo y anda de buen humor, con un gesto cándido, mal peinado, con dientes de conejo, sus ojos girando de arriba abajo, bien trajeado pero desaliñado, dedos llenos de gis y su cuerpo un poco desvencijado. Para mí la esencia de su mensaje es: "tú no te hiciste pero a ti te dieron y te dejaron la vida bajo un compromiso serio contigo; rétate, desarróllate y lógrate". Pero esas lecciones de vida no le quitaban importancia a las lecciones sobre los cálculos térmicos y los http://app.vlex.com/#WW/search/*/%22Universidad+Mexicana+del+Noreste%22/p2/vid/82058541
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balances de energía de las turbinas y las calderas. Al contrario, para el Médico Aréchiga "la forma" como entendemos y tratamos a nuestros semejantes y "la forma" como tratamos al mundo material es igual a "la forma" de nuestro espíritu. Años después, Juan Antonio González Aréchiga consolidó un proyecto del Instituto Tecnológico para establecer la Universidad Mexicana del Noreste en un barrio de gente trabajadora, para que los jóvenes y adultos con escasos recursos pudieran tener una buena educación profesional. El Médico Aréchiga alcanzó su plenitud siendo el rector de esta honrosa universidad por más de 30 años, enseñando a miles de jóvenes a bien vivir y a bien trabajar. Con gusto lo acompañé en algunos cursos sobre creatividad e innovación, pues tratar a alumnos siempre es tonificante. Luego colaboró en la formación y el funcionamiento de la primera Comisión Estatal Electoral y su actuación honrosa como consejero ayudó a amansar a la bestia antidemocrática que todos los mexicanos hemos heredado. En mi libro El cultivo de la Fregonería; filosofía de la acción, del año 1997, plasmé un recuerdo del maestro. Lo transcribo: "Creo que la verdadera vocación consiste en llegar a ser el mejor yo posible". Nos dice González Aréchiga que a su vez así se lo hizo entender un maestro muy querido de él cuando en preparatoria le dijo "Tu verdadera misión es llegar a ser el mejor Juan Antonio González Aréchiga que te sea posible". Juan Antonio cumplió su verdadera misión y la seguirá cumpliendo. Por eso, pienso que los mejores maestros no son líderes que buscan convocar a seguidores y formar una escuela, más bien los buenos maestros son los que provocan que cada alumno sea un líder de sí mismo. El gran maestro forma líderes de sí mismos para que a su vez sean maestros que formen líderes de sí mismos y lograr por fin, que las cadenas se nos vayan cayendo. Le agradezco al maestro Juan Antonio el gusto con el cual escuchaba nuestras dudas y el esmero para indicarnos el camino de la buena ingeniería, cosa que siempre aprovechaba para que sin querer queriendo, nos ayudara a vigilar el otro camino; el camino que cada uno de nosotros tiene la obligación de construirse. Correo electrónico: enriquecs@infosel.net.mx
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