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Isabel Barros Dellamea

El mar

Tan viejo y siempre joven. Nunca cansa mirarlo e imaginar historias de piratas valientes y princesas hermosas, navegantes osados transportando sueños de épocas remotas o amoríos recientes entre verdes palmeras en doradas arenas. Los días y las noches lo observan incansables en un juego perfecto de subir y bajar, de encresparse y de humillarse para besar la orilla que lo espera rendida y encendida porque sufre de celos de los besos nocturnos que él acepta callado de su luna fiel.

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