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Paulina Villalba

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Ofelia Pereyra

Ofelia Pereyra

El hombre de madera

Pinocho, fue tan deseado por su creador, que el hada de los hombres de madera le inyectó un corazón independiente que latía como humano.

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En la primera revisión gubernamental, se le implantó un chip que lo haría servil a los beneficios y fueros de los opulentos de turno. El chip y el corazón pensaban diferentes, generando cortocircuito.

El médico que ensambla a los hombres de maderas, no se explica ¿el por qué? Los nuevos microchip, tienen unas bombas de tecnologías, amparadas por los medios de comunicaciones, propagando noticias quiméricas.

Captando una total alineación de la conciencia de los sujetos para doblegarlos sutilmente, en desmedro de sus derechos y libertades, con tolerancia cero a los librepensadores, que en el pasado obstaculizaron, el intervencionismo de los amos del mundo, con la consiguiente pérdida de sus ganancias.

Con esta nueva metodología, serían segregados los libertarios, creando ciudadanos de madera extremistas, congruentes a las necesidades del Estado

Universal. Sin embargo Pinocho tenía sus propias opiniones, críticas y sueños, por lo que asiduamente se lo enviaba a reeducación, conectándolo a baterías de información ilusorias.

El psiquiatra Franz, no logró vencer su tenacidad, le diagnosticó Mitomanía compulsiva, la cura, si es que tal cosa existe para su mal, es confinarlo, hasta que acepte como propio lo infiltrado a todos los subordinados.

No lo destruyeron, les era necesario para estudiar la falla que poseía e investigar si existían otros hombres de palos

como él, peligroso, si se esparciera la brizna del descontento y discrepancia.

Podría contagiar paradigmas a los pobres dúctiles, resignados por siglos a su papel de manos de obra explotadas, aniquilando el mundo consabido por los ricos omnipotentes para su exclusivo disfrute.

Nada podrían hacer los pocos dueños del mundo, si todos los Pinochos del universo se sublevaran, harían tambalear su delicado y precario poder, basado en la podredumbre de la corrupción. ¿Quiénes cosecharán sus alimentos? que consumen a manos llenas y lanzan sus migajas a los hambrientos ¿quiénes construirían las naves? con la que se trasladan de un punto al otro del universo para controlar sus propiedades. ¿Quiénes fabricarían sus atavíos y limpiarían sus desechos? Lo más temerario, sería que los soldados pinochos, no toleraran órdenes de generales de papel, necesarios para mantener el statu quo.

No podrían elucubrar, violentas rivalidades de raza, religión y/o cualquier otra excusa, a los fines de apropiarse de bienes de los aldeanos, mientras ellos en sus cómodos sillones observan vía satélites, la matanza de pueblos enteros y las riquezas de ese suelo que ambicionan.

Los soberanos de los planetas, concordaron en una mesa de negociaciones, similar a los mafiosos, que compartirían las riquezas de los mundos, se apoyarían mutuamente, eliminarían a los sediciosos idealistas y continuarían la domesticación de las masas. De esta manera perpetuarían sus privilegios y poderío.

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