GRUPOS DE DISCUSIÓN ESTRATEGIA DISCURSIVA PARA EL ARTE Consideraciones teóricas
Un día venía un ciempiés caminando por mitad del camino sin pensar en nada. Por el mismo camino pero en sentido contrario venia una araña. La araña al ver al ciempiés se hizo a un lado y le preguntó: - ¿Cómo haces para caminar con tantas patas? ¿Cómo coordinas? ¿Mueves primero los pies de la izquierda y después los de la derecha? ¿O mueves un pie derecho después uno izquierdo? ¿O levantas el cuerpo para mover un par de tus pies? El ciempiés entonces se puso a pensar para responderle a la araña y ya no se movió nunca más. Juan Gelman1
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Juan Gelman, poeta contemporáneo, ganador de varios de los galardones literarios de mayor prestigio en el mundo como el Premio Cervantes 2007 y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Jesús Ibáñez, escribe en el prefacio de su libro “Más allá de la Sociología - El Grupo de Discusión: Teoría y Crítica” acerca de la incertidumbre de un candidato a doctor cuando se pregunta qué es lo que comienza al escribir su tesis doctoral; el candidato a doctor - afirma- , vive la situación del ciempiés “cuyo ámbito de duda supera ampliamente el problema del orden de movimiento de las patas ya que ignora cuántas patas tiene y si en realidad tiene patas; no sabe si con las patas se puede andar y si el andar sirve para algo”2.
En este proyecto, el problema no radica en la necesaria descripción de las prácticas o en la búsqueda de reconocimiento de las mismas mediante la implementación de un discurso. Más bien se busca desde la experiencia3, asumir la investigación como proceso de presencia en el que los actuantes encuentren aquello distinto a lo que proyectan; para que su experiencia sea lo que los invade y les haga decir alguna cosa4, para que conocer no sea capturar, aprehender o explicar, sino experimentar a partir de la (sobre) vivencia.
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Ibáñez, Jesús. Más allá de la Sociología - El Grupo de Discusión: Teoría y Crítica. Siglo XXI de España Editores, S.A. Quinta Edición. Noviembre de 2003. 3 Bourdieu refiere las posibilidades -e imposibilidades- de aprehender la lógica que ponen en marcha los agentes sociales que producen sus prácticas, que actúan en un tiempo y en un contexto determinado, y que el investigador quiere aprehender. La práctica social [5] se desarrolla en el tiempo y tiene por ello, una serie de características: es irreversible, tiene una estructura temporal - tiene un ritmo, tiene un tempo-, tiene una orientación. Todas estas características son constitutivas de su sentido: se juega en el tiempo y se juega estratégicamente con el tiempo. Quien está inmerso en el juego, se ajusta a lo que puede prever, a lo que anticipa, toma decisiones en función de las probabilidades objetivas que aprecia global e instantáneamente, y lo hace en la urgencia de la práctica, "en un abrir y cerrar de ojos, en el calor de la acción". (BOURDIEU, P., Ob. cit.) 4 Larrosa, Jorge. Deseo de realidad. Tomado de internet. http://www.youtube.com/watch?v=HpOJ3Kpb7RU. 17 de febrero de 2013. 7 p.m.
Para que la investigación no describa la realidad ni tenga como objeto representarla, es decir, para que la produzca5, se propone la realización de grupos de discusión que interactúen conformando escenarios discursivos; más allá de generar una expresión artística, un devenir de sucesos que decanten en experiencia estética, el grupo de discusión sobre las prácticas artísticas contemporáneas ha de ser una experiencia estética en sí misma.
¿Qué sentido tiene hacer un grupo de discusión? ¿Para qué hacerlo si lo que nace, se integra al sistema? En realidad, más allá de un simple documento escrito o un audiovisual que recoja las actuaciones del discurso, la experiencia en sí, es una práctica artística que produce rupturas frente a la manera como se investiga pues integra los saberes espontáneos, los gestos, los textos y cada uno de los elementos que rodean los discursos.
La actividad propuesta se caracteriza por su deseo de extender la metodología hacia escenarios diversos, interpelando estamentos e invitando a la reflexión 5
“Una investigación no describe ni representa la realidad: la produce. Esa producción se genera en el lenguaje, pues la forma de la realidad producida depende del sistema de palabras que se elijan para ese hablar. Hablando producimos una realidad, y esa producción depende de la elección del sistema de palabras y de las maneras como ellas se pongan en relación”. Mauricio Pérez-Abril, docente e investigador de la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Licenciado en Filología, con estudios de posgrado en desarrollo curricular. Candidato a Doctor en educación de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Director del grupo de investigación Pedagogías de la Lectura y la Escritura. Editor de Magis.
directa, reformulando, insistiendo y provocando discursos. En suma, de lo que se trata es considerar a las artes como expresión viva, en todo su despliegue, asumiendo que estas no representan un valor inamovible.
El grupo de discusión ha de ser una experiencia estética que se da en un momento preciso; actúa para reconocerse y quebrantar los esquemas, para sacudir y agitar la existencia, con el fin de que la acción sea generadora de otras de la misma naturaleza, que cada vez puedan mirar más allá de lo impuesto; el grupo de discusión es visiblemente una confesión colectiva. Ibáñez señala que el grupo de discusión exige un diseño abierto, que sus participantes son seres concretos o sujetos en proceso, que intervienen, digieren, procesan y se transforman. Añade que el contexto existencial del discurso de un grupo de discusión (es decir, la situación de discurso) es un proceso de producción, y el discurso de todo el grupo, es el producto de la investigación6.
El diseño del grupo de discusión, comporta los siguientes elementos: Selección de actuantes (participantes), esquema de actuación (un repertorio de cuestiones o preguntas), interpretación (del contenido captado inmediatamente). Así, “el
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Ibañez, Jesús. Más allá de la Sociología: El grupo de discusión, técnica y crítica. Siglo XXI Editores. Madrid. 2003 p. 261
diseño se abre al azar al menos por tres puertas: en la selección de los actuantes, en el esquema de actuación y en la interpretación que hace el investigador”7 .
En la selección de actuantes, el investigador tiene en cuenta los criterios del muestreo estadístico (heterogeneidad y representatividad): el número de participantes, las relaciones que se van a producir en el grupo, la pertinencia (incluye en el grupo a quienes reproduzcan mediante su discurso relaciones relevantes y la competencia lingüística de los actuantes (que garantiza discursos diferentes). En la selección de los actuantes es preferible observar que cuanto más enfocada sea ésta, más definida será la información que salga; quizás convenga entonces, enfocar la selección aun teniendo en cuenta que una selección desenfocada también arrojaría información. Ibáñez advierte como el proceso de selección deja muchas puertas abiertas: nunca se sabe quién llega y siempre puede venir alguien que sorprenda.
El esquema de actuación parte de la necesaria provocación del discurso. Hay una pro-vocación (dice Ibáñez) explícita por el preceptor (que pro-pone el tema), y todos los elementos de la situación que tienden a provocar los discursos (espacio/tiempo de reunión, composición del grupo). 7
Ibíd. p. 264
Una vez presentado el tema, éste es abordado por el grupo. El preceptor (quien orienta y anima al grupo) no construye el espacio de las respuestas ni el orden de la discusión: el grupo determina qué se va a hablar y se da el orden; aunque se reconoce de antemano que el preceptor elabora el cuestionario o las preguntas provocadoras y por ello, su deseo se pone en discurso, lo que prevalece es el deseo de quienes contestan.
De allí que Ibáñez diga que el grupo de discusión puede ser útil también como fase previa en la elaboración de las preguntas de investigación para que en su redacción quede plasmado el deseo de quienes van a construir las respuestas8.
En la interpretación del contexto situacional y el contexto lingüístico, no hay ningún plan previo; a lo largo de la discusión hay operaciones de interpretación no solo por parte del preceptor sino a cargo de los participantes (actuantes). Todas las interpretaciones se van diseminando gradualmente durante la producción del discurso; cada momento interpretativo implica una relación abierta, un proceso que se ubica entre la empírea y la teoría.
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Ibañez, Jesús. Más allá de la Sociología: El grupo de discusión, técnica y crítica. Siglo XXI Editores. Madrid. 2003 p. 267
El investigador - es decir, el preceptor que orienta el grupo – es también un sujeto en proceso que experimenta modificaciones en la discusión y en la recopilación de los productos. Se supone pues, que el proceso de investigación así propuesto, capta los deseos, los intereses, las pulsiones, los gestos y cada una de las actuaciones durante el espacio/tiempo del grupo, mientras la discusión se mantenga.
Las fronteras del grupo se determinan por su tamaño, su duración, la composición y las relaciones entre el preceptor y el mismo grupo. Conviene que los actuantes puedan hablar unos con otros y ello se garantiza en la adecuada escogencia del espacio; los actuantes no deben quedar ni muy juntos ni muy lejos, ni ser muchos o ser pocos. Ibáñez pone de manifiesto a Bion cuando dice – respecto de los grupos terapéuticos - que “sólo si los individuos se acercan suficientemente unos a otros es posible dar una interpretación sin necesidad de gritar; de la misma manera es necesario que todos los miembros del grupo puedan comprobar elementos en los que se fundamentan las interpretaciones”9. El grupo mínimo, estaría conformado por cuatro participantes pero lo recomendable es que el grupo no tenga más de doce actuantes o diez, según Ibáñez.
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Una vez seleccionados y reunidos los actuantes, el grupo comienza a discutir desde el momento en que el preceptor lo señale, es el preceptor quien empieza y es el quien termina. Dicen Ibáñez que el grupo de discusión “se empotra en la realidad como un paréntesis – puesta entre paréntesis de la realidad - ; las urgencias reales exigen a los actuantes el conocimiento de la extensión de ese paréntesis (obligaciones laborales, familiares, etc.), y como en los cuentos medievales, es preciso que el deseo sepa el plazo que se le asigna para su realización”.10 El grupo de discusión puede reunirse durante dos o tres horas aunque también la reunión puede durar dos o tres días. En general, la duración de la discusión del grupo depende de los intereses de la investigación.
En la interpretación, una vez finalizada la discusión, el preceptor recoge la información, descodifica e interpreta los discursos. En esta fase, el preceptor se enfrenta a la gran cantidad de información emanada de los discursos y ejerce su capacidad de interpretación que para Ibañez es altamente intuitiva. Al respecto este autor señala: “para poner orden en la masa de datos (seleccionar los pertinentes e integrarlos en un espacio teórico unitario debe ponerse en marcha su intuición (la del preceptor): la captación intuitiva, es decir, uno intuito de la unidad inmediatamente perceptible de una situación, de un estilo de vida o de una
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Ibíd. p.274.
manera de ser, conduce a indagar, en sus relaciones significantes, propiedades y relaciones que no se presentan sino sucesivamente en el trabajo analítico, constituye una protección contra la atomización del objeto que resulta, por ejemplo, de recurrir a indicadores impotentes de objetivar las manifestaciones de una actitud o de un ethos sin fragmentarlos. Esta capacidad de intuición es un precipitado de toda la experiencia y de todo el saber del investigador”.11
Agrega Ibañez que la intuición, además de ser un proceso intelectual, es una actitud que implica las pulsiones del investigador, sus fantasmas, la situación que engloba la discusión; al punto que, en el proceso de interpretación se enfrentan las emociones, la incidencia del grupo de discusión en el preceptor y viceversa, el espacio empírico (los discursos y otras manifestaciones prosódicas, kinésicas, proxémicas, etc., el espacio teórico y la aplicabilidad de los datos a la teoría, etc.).
En síntesis, señala Ibañez que el grupo de discusión es una fábrica de discursos, en la que el preceptor tiene los hilos y dirige el proceso de producción del discurso. El preceptor no puede manifestar su autoridad en la producción de los discursos a no ser que se trate de una provocación que pretenda incentivar la palabra,
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dinamizando el proceso; los actuantes adoptan una postura crítica (son conscientes de la discusión) y poética (se saben y reconocen como sujetos en proceso).
Por último, habría que decir que quizás no buscamos hacer discurso sino ante todo, vida.
Tal vez nuestra propuesta es “hagamos grupo para no hacerlo”,
valgámonos de su estructura para deshacerla, reconociendo las experiencias previas que nos han traído a hablar de esto, de querer hacer lo que haremos y pensar dónde lo haremos. Los grupos de discusión que proponemos buscan las grietas la experiencia de quienes y especulan qué debemos ser como grupo u como individuos.
En todo caso, y para retomar uno de los párrafos del comienzo12, frente a la dificultad de caracterizar las prácticas artísticas y sus discursos, es preciso recordar a Hegel cuando dice que la filosofía llega siempre demasiado tarde (…) Cuando la filosofía pinta su grisalla en la grisalla –señala - una manifestación de la vida acaba de envejecer. No podemos rejuvenecerla poniendo gris sobre gris, sino sólo conocerla. La lechuza de Minerva solo emprende su vuelo al comienzo del crepúsculo”13.
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El problema no radica en la necesaria descripción de las prácticas o en la búsqueda de reconocimiento de las mismas mediante la implementación de un discurso (…) 13 Maffesoli. Elogio de la razón sensible. Paidós. Barcelona. 1997. Citado por Maffesoli. pp. 44-45.