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El vuelo de la reinita
Momentos de la estadía migratoria en el campus de la UIS de la Reinita castaña, ya menos inquieta y dispuesta a posar que en los momentos iniciales de su llegada.
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Con un peso que no supera los 11 gramos y un tamaño cercano a los 13 cm, la Setophaga castanea, una de las llamadas ¨Reinitas¨, esta pequeña ave que por estas épocas vemos en sus últimos revoloteos entre los árboles del campus de la UIS, antes de partir en el viaje de retorno a su Canadá natal, oferta una de las más interesantes condiciones de vida como especie migratoria. Por César Mauricio Olaya
Las reinitas, que en el mundo de la ornitología se distinguen por sus colores llamativos y en especial por ser literalmente unas brinconas, reto total para los fotógrafos que desean registrarla, inician su largo viaje migratorio entre el norte de los Estados Unidos y Canadá, hasta los países del trópico, hacia el mes de octubre, cuando el otoño bien entrado les anuncia el comienzo de la temporada fría y con ella, la reducción de alimentos.
Calor y comida le brindan todas las oportunidades para compensar el tremendo esfuerzo de su vuelo, que para el caso de nuestra protagonista tiene una condición particular, pues como lo han evidenciado los estudios sobre la
migración; un pequeño grupo de ellas realiza un vuelo particularmente exhaustivo, con mínimas escalas y a diferencia de la mayoría, tomando la ruta más exigente, volando sobre el mar y no sobre territorio continental, en un recorrido que bien puede superar los cinco mil kilómetros.
Para tener una idea de lo que traduce en el organismo de estas pequeñas el reto de este vuelo, mediciones realizadas tras capturas hechas al momento de entrada al territorio colombiano, su peso se ha reducido en mas de 5 gramos, lo que representa la pérdida de casi el 40% de su peso.
Al contrario, a su regreso por estos días, se les puede ver más lentas en sus movimientos y por supuesto, de mejor semblante, como dirían las abuelas. Un registro de su peso en el periodo de retorno, registra promedios cercanos a los 18 gramos, una ganancia en grasa que les permite vencer un viaje ascendente mucho más exigente que el mismo regreso.
La migración un fenómeno que mueve masas
Colombia es hoy el país con mayor número de especies de aves registradas, con 1940 especies que corresponden a la quinta parte de las existentes en el planeta. De este número, se estima que cerca de 549 se clasifican como migratorias.
Se entiende por migración el fenómeno de respuesta a un estímulo ambiental, ajustado a unos tiempos, unas poblaciones y con condiciones extendida en generaciones, entre las especies del reino animal. Un estímulo que puede tener relación con la alimentación, la reproducción o la vigilia ante la presencia de enemigos naturales que pone en riesgo la vida de la especie que se mueve.
Mapa de la migración de las reinitas
Piranga rubra hembra
En Colombia las migraciones se pueden clasificar en tres tipos; la migración del norte que ocurre a partir del mes de octubre y tiene como fin la búsqueda de un ambiente calórico y alimenticio más favorable. La llamada migración boreal que se aplica a las especies que habitan el sur del continente y ascienden por las mismas razones que mueven a las especies del norte y por último, las migraciones domésticas mucho menos extensas, pero igualmente periódicas y recurrentes, generalmente relacionadas con los procesos de cortejo y reproducción.
Volviendo a nuestra protagonista, la reinita castaña, en la pasada Colombia Birdfair, el biólogo británico Nick Bayly, una de las autoridades mundiales en el estudio de las aves migratorias, ponía la lupa en esta especie y su familiar la Reinita canadiense (Wilsonia canadensis), cuyas poblaciones se han visto reducidas en virtud a las afectaciones ambientales como la pérdida de las zonas donde tradicionalmente llegaban a cumplir su ciclo de migración.
La responsabilidad para nosotros como huéspedes de estas especies es grande. Colombia y nosotros como región, no podemos continuar permitiendo el sacrificio de nuestras tierras en procura de proyectos mineros, intervenciones viales, proyectos urbanísticos que solo engordan bolsillos de los inversionistas. Cada árbol que se tala, es un espacio vital que le estamos robando a la vida.