un paĂs sobre el agua islas m a l d i va s e l b a r r a c a s r e s p i r a ta n g o m o v i m i e n t o s l o w, e l o g i o d e l a v i d a l e n ta isla norte, nueva zelanda s e c r e t o s e n l a i s l a c ata l i n a ENGLISH TRANSLATION Argentina $10 Chile $2000 Uruguay $80 USA U$S4
COMO TE DIGO UNA “CO” TE DIGO LA “O”
LA MIRADA EXTERIOR Cada tanto, si el calendario empecinado en remarcarnos las obligaciones cotidianas, y el bolsillo atormentado logra zafar de los puñetazos criollos de la inflación, es bueno, es necesario, tomar distancia en un intento por obtener una mirada exterior de nosotros mismos. A no confundirse, no estoy diciendo que nos miren o nos juzguen desde el exterior, así como tampoco, que nosotros, enfundados en lastimosos trajes de pobrecitos argentinos, miremos con deseo, codicia y anhelo a otros lares. Simplemente, estoy esbozando que algunas veces es saludable tener una mirada propia de nuestro país desde el exterior. Quizás para entender que queremos o pretendemos de nuestro país tenemos que apartarnos. Hay cosas que desde lejos se ven con mayor claridad. La distancia necesariamente alimenta la imaginación y la imaginación el pensamiento. Este es uno de esos casos, donde este circulo virtuoso se puede dar y puede ayudarnos a comprender que el mundo puede vivir sin nuestro dulce leche, que Maradona no es Dios, que a casi nadie le importa si la 9 de Julio es la avenida más ancha del mundo, que Venecia se las arregla de maravillas sin nuestros “bondis”. Que no patentamos la corrupción. Que hay mujeres tan lindas como las argentinas en Suecia, Colombia, Finlandia o Venezuela. Que imitar a otros no siempre ha sido lo mejor, que despreciar nuestra identidad puede haber resultado un error. Que, definitivamente no somos el ombligo del mundo, pero que tampoco somos su rabo. Que las crisis no se encaprichan únicamente contra nuestra geografía, y que hasta los Goliats de Wall Street pueden caer de un simple hondazo. Pero cuidado, nuestra propia mirada desde el exterior, no puede ser canchera, piadosa ni servir para que nos exima de todas nuestras barbaridades, sino simplemente para comprender que en nuestra forma de ser se vive la esencia de lo argentino, con lo bueno y con lo malo, con lo positivo y negativo, con virtudes y defectos, con un espíritu propio que a algunos nos les gusta, a otros seduce, pero que nosotros indefectiblemente debemos asumir definitivamente para entender hacia dónde queremos ir.
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Colaboraron en este número Christine Clark, Efraín Dávila, Ezequiel Scagnetti, Kiki Boccarelli, Martín Correa Urquiza, Helena Manoux, Carl Anselmo, Ezequiel Pérez Gaullón, Carlos Cañas y Marcelo Comoglio.
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SUMARIO
24 ISLAS MALDIVAS Inmersas entre atolones y arrecifes en el Océano Indico, estas islas son las elegidas por quienes buscan vivir del confort y el lujo entre atardeceres que se pierden en medio de la transparencia del mar.
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TANGO, EL BARRACAS
MOVIMIENTO SLOW
Un pequeño recodo de nostalgia y bandoneones, en donde el Tango vuelve a tener ese protagonismo perdido con el paso de los años. Un sentimiento triste que se baila en El Barracas.
Con cada paso, el tiempo permite ver facetas distintas de aquello que se había olvidado en el vertigo de la gran ciudad. Un nuevo concepto que poco a poco gana más seguidores. Los resultados resultan prometedores.
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08 16 20 22 62 64 68 70 74
46 ISLA NORTE, NZ Entre bosques vírgenes, piletones naturales de lodo, volcanes activos y playas de arena negra, los maoríes establecieron las bases de la cultura neozelandesa.
Como te digo una “co” te digo la “o” Hotel dulce hotel Maravillas de la naturaleza Contraste Extreme sports Marcando estilo Guía de servicios English translation Puntos de vista
travel & living
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Nº9 - SEPTIEMBRE OCTUBRE 2008
REPÚBLICA DOMINICANA Bastión de míticos personajes coloniales y de grandes secretos, esta pequeña isla en el Caribe, demuestra que las mejores cosas de la naturaleza se pueden disfrutar, así sea por unas horas.
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EL BARRACAS respira tango P O R N ATA LIA MONTALDO
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S
ensualidad y elegancia, tristeza y añoranza, son todas características del tango, que proyectadas en el lugar y momento preciso saben transportarnos a sus orígenes, en los barrios más modestos de Buenos Aires, a finales del siglo XIX. Los sentidos se presentan alertas desde el arribo mismo a la esquina de El Barracas, emplazado a dos cuadras del Riachuelo, guardado casi como un secreto para pocos. El oído se deleita con el compás del ferrocarril Roca que marca el ritmo y acompaña a la perfección los tres actos que propone este rincón porteño que aún conserva la calidez de las calles empedradas. Si compartir el mismo piso que los bailarines no conforma a los exigentes visitantes de todo el mundo, El Barracas propone además
una historia del tango original representada por una selección de los mejores músicos locales encabezados por Fernando Marzán, tres parejas de bailarines de trayectoria internaciona l y dos cantantes, con un vestuario ideado con rigor histórico, a cargo de Jorge Orlando. El Primer Acto del espectáculo introduce la historia del tango desde el 1900, la milonga, la aparición de Gardel y la aceptación del tango en el Gran Salón Argentino de los años´30. Las coreografías se suceden al lado de las mesas, siendo todos los comensales testigos privilegiados de los matices de la danza. La cena continúa una vez terminado el Primer Acto, con la degustación del plato principal, a elección, acompañado por la selecta cava de El Barracas.
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Avanza la noche y la interpretación de El Choclo instrumental nos enceguece a tal punto que perdemos de vista nuestro entorno, olvidando el hecho de que estamos en un lugar histórico. A fines del siglo XIX, El Barracas fue un almacén de ramos generales y desde la década del ’50 hasta 1978 el local se convirtió en bar y billar donde los trabajadores ferroviarios solían terminar sus jornadas. En 1987 Pino Solanas lo elige para filmar su película “SUR” en la cual el Polaco Goyeneche canta la inmortal pieza de Homero Manzi y Aníbal Troilo que dio, posteriormente, nombre al lugar. La expresividad de su fraseo o el particular modo de colocar la voz, son cualidades inconfundibles que “El Polaco” volvió a mostrar en esta esquina el 10 de diciembre de 1990, cuando se funda “Buenos Aires Sur”. Goyeneche, su padrino de honor, cantó junto a Rubén Juárez frente a la inmejorable presencia de Eladia Blázquez y Adriana Varela. Otros personajes que pasaron por allí fueron Amelita Baltar, Aurora y Jorge Firpo y Esteban Morgado, entre otros. Llega el momento del Segundo Acto que ofrece un recorrido por la época de oro del tango, desde 1940 hasta 1955, preámbulo ideal para el final de la comida, con un postre degustación tiramisú. El Tercer Acto y gran final de la noche, muestra la evolución contemporánea del tango, una nueva expresión en los movimientos, vanguardia y erotismo en el vestuario, y la gran influencia de Piazzolla y su legado. Elegido como escenario para la realización de otras películas como “Gatica” de Leonardo Favio, “Los Siete Locos”, “La Patota” y el documental norteamericano “Naked Tango” o “Tanguito”, hoy está abierto a un público reducido que cada noche se acerca en busca del tango verdadero, aquel que se deja degustar con un buen vino, y el inmejorable abrazo de esas paredes que en cada compás parecen declamar anécdotas, al ritmo del 2x4.
HOTEL DULCE HOTEL
clásico, moderno y natural El Loi Suites Recoleta es un lugar en donde la calidad de los pequeños detalles sorprende a quienes lo visitan. En él, la historia y la modernidad se reúnen, embriagados por una ciudad que nunca duerme.
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bicado en uno de los barrios más tradicionales y exclusivos de Buenos Aires, a una cuadra del Cementerio de la Recoleta, en donde descansan los restos de Julio Argentino Roca, Juan Manuel de Rosas, Domingo Faustino Sarmiento, José Hernández, el premio nobel Carlos Saavedra Lamas y Eva Perón, entre otros, y dentro del circuito cultural y gastronómico más importante de la ciudad, El Loi Suites Recoleta, más que un hotel 5 estrellas, es un espacio íntimo para los que lo visitan. Como su nombre lo indica, sus “suites” combinan un estilo fresco y agradable,
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utilizando el blanco y los colores crema como base y mínimos contrastes de colores oscuros. Así mismo cuentan con horno microondas, minibar, heladera y servicios exclusivos como telefonía celular y atención médica las 24 horas. Su “Jardín de Invierno” al finalizar el Lobby, demuestra que la modernidad y la naturaleza pueden ir de la mano. La premisa del lugar es poder brindar el mayor espacio de libertad y placer posible, combinando su Piscina, Gimnasio y Sauna, con un exclusivo Spa, en donde su Masaje Thai o “Nuad Boran”, lo llevará a un profundo relax.
MARAVILLAS DE LA NATURALEZA
El Gran Cañón
Majestuoso. Imponente. Único. Son pocas las palabras con las que se pueden describir al Gran Cañón, considerado la tercera maravilla natural del mundo. Con una longitud de 446 kilómetros, esta garganta de piedra se ubica al norte de Arizona en los Estados Unidos y alberga uno de los ríos más importantes de este país: el Colorado.
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Cada año, cerca de 2 millones de visitantes de todas partes del planeta -en su gran mayoría entusiastas y amantes del trekking y del rafting- llegan a este escenario natural para recorrer su geografía. Una de las alternativas que se ha logrado implementar en los últimos años, es navegar a través de las aguas del Río Colorado, en embarcaciones especiales
Foto: eliseomiciu. com
durante seis dĂas, dando al visitante la posibilidad de experimentar el silencio y la paz de uno de los mĂĄs espectaculares paisajes que conoce el hombre, combinado con el llamado constante de las ĂĄguilas, y las juguetonas ardillas, sus habitantes mĂĄs populares. Imposible describir este sitio sin vivirlo personalmente.
CONTRASTE Torres Gemelas Petronas en Kuala Lumpur, Malasia | Foto: Tourism Malasya
Las torres gemelas Petronas de Kuala Lumpur, fueron durante años las más altas del mundo. Esta megaestructura realizada por el arquitecto argentino Cesar Pelli, quien se inspiró para su diseño en los cinco pilares del Islam, es propiedad y alberga en su interior a la compañía de petróleo y gas de Malasia. El verdadero significado de la obra no es lo que contiene, sino lo que simboliza, el inmenso poderío económico de este país del sudeste asiático que más se ha desarrollado en los últimos 20 años. 22
Templo budista Shwedagon en Myanmar, ex Birmania | Foto: ezequiel-scagnetti.com
Para los ojos occidentales la Gran Pagoda de Shwedagon de Myanmar -ex Birmania-, puede resultar asombrosa no tan sólo p o r s u s 1 0 0 m e t ro s d e a l t u r a que están recubiertos con 8.000 planchas de oro, sino además porque su corona, esta poblada por 5.448 diamantes y 2.317 rubíes. Sin embargo, para los birmanos, el verdadero valor de este templo, esta en su interior, en lo que simboliza espiritualmente para un pueblo gobernado por una de las dictaduras más brutales y feroces del mundo. 23
ISLAS MALDIVAS
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UN PAÍS SOBRE EL
AGUA
A pesar de haber pasado las últimas 26 horas volando a través de América, Europa y Asia, y de experimentar sus tres diferentes usos horarios, el Capitán nos informa que nos encontramos descendiendo lentamente hacia el Aeropuerto Internacional de Malé. La hora local, 7:25 de la mañana. La temperatura, 27°C. “¡Damas y Caballeros, bienvenidos a Las Maldivas!”
POR CARLOS CAÑAS / FOTOS: SIX SENSES RESORTS & SPAS
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M
e doy unos segundos para sentir ese olor a mar que pronto renovaría mis pulmones y me acompañaría por el resto del viaje. Con mi pasaporte y pasaje en mano, me dirijo hacia el mostrador de migraciones. Realmente me siento tranquilo al saber que en Las Maldivas no es necesario pedir ningún tipo de visa antes de viajar. Lo único que pueden exigir al llegar, es el pasaje de regreso asegurado. Aquí, se sorprenden de grata manera que un latinoamericano los visite, porque son los turistas europeos, y últimamente los norteamericanos, los que más la frecuentan durante todo el año. Un dato interesante para el que llega por primera ve z a Las Ma ld ivas es que su aeropuerto en realidad es la isla de Hulhulé, una de las 1.196 islas que la conforman. Las carreteras, los autos y el bullicio de una ciudad moderna, solo se encuentran en Malé, la capital del país, en donde viven cerca de 77 mil habitantes. Por esta razón, el servicio de ferry, botes taxi y los hidroaviones son lo s ú n ico s me d io s pa r a trasladarse entre las islas. Pero nuevamente en el aire, me dirijo hacia la isla de Kunfunadhoo en el Atolón de Baa, al norte del país. Ubicada a tan solo 30 minutos del aeropuerto, Kunfunadhoo es una de esas islas que recuerdan perfectamente la fantástica historia de “Robinson Crusoe”. Parece increíble que en lo que parece ser un territorio virgen, se haya logrado construir el “Soneva Fushi”, un resort de lujo, en el cual pasaré los siguientes tres días. Para que se hagan una idea del lugar, la isla tiene un largo de 1.400 metros y tan solo 400 metros de ancho, en donde se reparten 65 villas, de acuerdo al lujo y comodidades deseadas. Pero tengo que decir que, camino
a la que sería “mi habitación”, el largo viaje queda automáticamente en un segundo plano. Ahsan, el encargado de llevar mi backpack, me explica que “ las villas se hicieron en esta parte de la isla pensando en poder ofrecerles a los huéspedes toda la privacidad necesaria para experimentar lo que es una isla inhabitada”. Y esto lo puedo ver, la playa está totalmente desierta. Después de agradecerle a Ashan (en Las Maldivas no está bien visto darle propinas a los empleados, pero sí, darle a lg una bonificación en señal de agradecimiento al final de la estadía), saco una cerveza del minibar y por unos minutos sigo mirando hacia la playa. Estoy a 19.300 kilómetros de Buenos Aires, en medio del Océano Indico. Un paseo por la Isla Debo decir que la paz y silencio que se sienten, me dan ánimo para disfrutar de otra cerveza y terminar de leer “Dune”, famoso best seller de Frank Herbert. A pesar de su carácter futurista, una frase sobre la relación que tiene el ser humano con la naturaleza llega en el momento justo. Y en Las Maldivas responde a su pr i nc ipa l ra z ón de vida y existencia. Podría traducirse de la siguiente m a ne ra : “…L a c ue st ión humana no es saber cuántas son las posibilidades de sobrevivir dentro de un sistema [ecosistema], sino qué clase de existencia es posible para aquellos que sobrevivirán en ella”. Pronto me encuentro listo para salir a conocer la isla. Con senderos especialmente diseñados para caminar y andar en bicicleta, mi atención se centra en que no hay vestigio alguno de basura. Ni siquiera una colilla de cigarrillo. Es como si alguien viviera exclusivamente inmerso en la
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Cada detalle busca fusionar lo mejor del arte maldivo con el modernismo occidental. El resultado es el confort total.
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vegetación esperando para recoger cualquier objeto anómalo a este ambiente. De árboles bajos, de blancas arenas y sin presentar elevaciones naturales, salvo el observatorio digital que sobresale en medio de la isla, la presencia de algún animal es casi nula. De regreso a “mi habitación”, veo como el sol tímidamente se va apagando en medio del azul profundo. Creo que a pesar de haber visto cientos de atardeceres diferentes en varias partes del mundo, éste es digno de brindarle total atención. Me siento en la playa y veo a lo lejos a una pareja que también se detiene a observar el exclusivo espectáculo. Aquí no
hay que pensar, simplemente ver el cambio de colores pasteles que se van alternando a medida que se acerca el ocaso. Un saludo a lo lejos, que respondo amablemente, y la pareja sigue su camino por la playa. No me había percatado pero es hora de comer. Camino a uno de los restaurantes, averiguo en recepción sobre las salidas de buceo para el día siguiente. Me atiende Suha, que con unos hermosos ojos color ámbar, me explica que las salidas se hacen temprano en la mañana, en la tarde, y también en la noche, según la experiencia del buceador. Gentilmente me comunica con Javier Sánchez, un español que
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forma parte del centro de buceo de la isla, el Solene Dive School. Le cuento un poco de mis escasas inmersiones en el Caribe y de mi interés por hacer una aquí, a lo que responde que no me voy a arrepentir. Me espera a las nueve de la mañana, en el muelle de la escuela. Ya con el día siguiente planeado y previendo que hasta dentro de tres días no volveré a montarme en un avión (se recomienda no hacer ninguna inmersión un día antes de viajar, por cuestiones relacionadas a la descompresión) me encamino directamente al bar principal de la isla, en donde por ser viernes, hay una degustación de Whisky
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con la debida explicación de un sommelier. Por solo USD 25, tuve la oportunidad de probar un classic malt “Lagavulin 16 years”, casi desconocido en la Argentina, un single malt, 1971 Longmorn-Glenlivet Scott’s Selection, único y exclusivo, y un Dalmore cigar malt, que como su nombre lo indica, es el perfecto acompañante para un buen puro. Para terminar la noche, unos langostinos a la parrilla, acompañados con mantequilla de ajo y limón. No hay mucho más que decir, mi nueva cama me espera. Un día de buceo y un poco de sol Puntua l a las nueve, me presento con Javier y saludo a l resto del g rupo que forma parte de la excursión. Tras una rápida explicación del equipo -las señales a utilizar bajo el agua y los peces que vamos a observarnos dirigimos hacia Daravandhoo Kuda Tila, a 30 minutos de la isla. C on s id e r a do u no d e lo s lu g a re s m á s tranquilos del Atolón para la práctica del buceo, este lugar es una formación de arrecifes en forma de “C” ubicados en la parte sur de la isla de Daravandhoo. Una vez en el lugar elegido, las marcas naranjas de inmersión aparecen a escasos metros del bote. El agua es realmente clara, y el fondo a solo 10 metros de profundidad, se ve coloreado y en constante movimiento por cientos de peces y moluscos que se deslizan sin parar. Es quizás uno de los únicos lugares en donde los peces no escapan al sentir nuestra presencia, cada uno sigue como si nada ni nadie los estuviera observando. Nudibranqueos de todos los colores, peces payaso, peces loro, lucios, tortugas carey, tiburones de coral, martillos y hasta bancos de barracudas desfilan para nosotros. Aquí
no importa ser un experto, sólo hay que disfrutar y agradecer la oportunidad de poder vivir esta experiencia personalmente. Podría haberme quedado allí por horas, sin cansarme. Finalmente, tras 30 minutos en el fondo, es hora de regresar. En el bote, la tripulación nos pide que nos lavemos con agua mineral los oídos para evitar cualquier tipo de infección, algo que e n L a s M a ld iva s pu e d e llegar a ser común. En ese momento un pequeño grupo de tor tugas carey pasan a nuestro lado. Javier nos informa que las autoridades del Atolón estipularon leyes de protecc ión pa ra e st a especie, debido al alto grado de de m a nd a que e st aba mermando su población. Un poco de fruta y nos encontramos nuevamente camino a Fushi. Al llegar al puerto me despido del grupo y le agradezco a Javier su atención. Me dirijo directamente al restaurante esperando poder comer algo. Una sopa de tomate, atún grillado y un poco de helado alegran mi tarde. Alguna preocupación o algo que haya olvidado: cero. Un nuevo libro, esta vez “Notas Periodísticas” de Gabriel García Márquez, un poco del álbum “Bitches Brew” de Miles Davis y una cerveza más dejan que llegue el final de la tarde. Otro de los aspectos que hace de Las Maldivas un lugar único en el mundo, es su restricción hacia la libre circulación de turistas por sus islas. Obviamente, el huésped puede disfrutar de todo lo que su resort le ofrece, pero no puede entrar en contacto con ninguna comunidad que habite sus islas. Solo con una invitación directa de un maldivo, o con permiso de las autoridades. Esta medida ha logrado que se mantengan intactas las costumbres e identidad de cada una de ellas. En recepción pregunto sobre la posibilidad de viajar a
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Un lugar perfecto para experimentar la armonĂa entre el hombre y la naturaleza, dejarse llevar por la paz que produce el sentirse libre.
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Eydhafushi, la capital del Atolón, ubicada al norte del resort. Tras algunas consultas, y unas cuantas llamadas a la isla, me informan que sólo puedo visitarla por algunas horas. Más que satisfecho con la respuesta, me voy a cenar. Hoy es noche de BBQ y Boda Beru, la música tradicional del país. El presentador nos explica que el Boda Beru es una fusión de las diversas corrientes musicales provenientes del este de África, del sur de la India y hasta de Malasia y Singapur. Lo que en el momento comienza con un ritmo suave, pronto llega a un clímax de euforia, en donde el aire se llena del retumbar de sus tambores y del baile descontrolado de sus bailarines. Es como una especie de murga
que se apodera del espíritu y da lugar al único momento de máximo bullicio que ocurre en la isla. Muchas parejas se unen al baile pero tras algunos minutos, la música vuelve a ser suave y con un dejo de melancolía. Una buena manera de terminar la velada. Un recuerdo del Atolón de Baa Embarcado en un Dhoni (balsa tradicional ma ld iva), m i g uía Ema n me av isa que Eydhafushi está a solo unos minutos de la isla y que con el viento que tenemos, de nada me tengo que preocupar. Casi a la mitad del trayecto, Eman me invita a que guíe por unos minutos su barca, a lo que accedo sin pensarlo dos veces. Solo un bote con una gran vela. El
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hombre y la naturaleza en perfecta armonía. Al llegar al puerto de la capital del Atolón, me encuentro con un típico pueblo pesquero, pero con una estructura digna de un país desarrollado. En dos horas debo encontrarme con Eman, tiempo suficiente para recorrer la pequeña costanera. Con 1.300 metros de largo y 330 metros de ancho, esta isla alberga 2.800 personas, y a diferencia de su isla vecina, se estableció como el referente gubernamental y cultural del Atolón de Baa. Famosa por el diseño de sus Sarongs (pareos, para los latinoamericanos), se ha consolidado a través del Océano Indico como uno de los referentes artísticos de Las Maldivas. Compro algunos souvenirs, pero creo que no hay mucho que ver y regreso un poco desilusionado a encontrarme con mi guía y volver a la isla. Es mi último día en el resort y quiero aprovecharlo al máximo. De regreso, me siento en la arena a observar este último atardecer. Nado un poco con la
esperanza de ver algún pez, pero ya se hace de noche. Nuevamente en “mi habitación” y sin muchas ganas de salir, llamo al “In Villa Dinner” para que me traigan algún plato típico del lugar. Entre los menúes especiales, elijo el Maldivo, sopa de atún como entrada, una deliciosa combinación de zapa l lo, ketchup dulce y semillas de mostaza, arroz, filet de pescado del día con tomate, atún seco acompañado de coco, y de postre, pedazos de coco, banana y canela. Aunque no lo parezca, las porciones son suficientes para una persona de buen apetito como yo. Con un poco de pena, acomodo mis cosas en mi backpack y dejo que Miles Davis y su trompeta recorran por última vez la isla. Quizás mañana ya no suene igual para mi, porque estaré en otro lugar, pero se que cada vez que lo escuche, en medio del tráfico o quizás en algún viaje en subte, recordaré aquel atardecer calmo y puro, que se iba perdiendo inocente, en aquel azul profundo.
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POR CHRISTINE CLARK FOTOS: EZEQUIEL-SCAGNETTI.COM
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MOVIMIENTO SLOW Elogio de la vida lenta
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a práctica cotidiana de hacer todo rápido contamina distintos órdenes de la vida. Los guisos de antaño que necesitaban horas de cocción para alcanzar una textura justa han sido reemplazados por yogures y comida chatarra. La consulta médica que era antes un ritual sacro, de encuentro, hoy apenas resulta en una media de diez minutos, varias recetas y pocas palabras. Los paquetes turísticos ofertan la vuelta al mundo en doce días y la siesta es una costumbre fisiológica en franco desuso. Hasta las palabras se abrevian en la comunicación escrita, los preliminares del romance son cada vez más breves y pocas las oportunidades de dedicar tiempo a lo que realmente importa.
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Y cuando parecía que las cosas eran así para quedarse, algo sucedió. Algo que empezó con una rabieta y acabó en revolución. Una mirada más detenida -para entrar en clima, ya que de pausas hablamos- podría considerarlo uno de los tantos movimientos pendulares que registra la historia; como sea, nació de una pequeña semilla sembrada en Italia allá por el año 1986. En aquel momento, los enormes arcos dorados de una eme famosa planeaban adueñarse de la Piazza Spagna, sitio emblemático de la bella Roma. Se trataba de una nueva franquicia de la cadena McDonald´s; el papelerío estaba en marcha y la inauguración se avecinaba. La mentada eme, cualquiera lo sabe, es
sinónimo de comida chatarra. O rápida, según el cristal con que se la mire. El caso es que varios ciudadanos se opusieron a la apertura del local y lo hicieron a su enérgico y empecinado modo, enarbolando la pasta italiana como bandera y manifestación furibunda mediante. Con un periodista especia lizado en gastronomía llamado Carlo Petrini a la cabeza, denunciaban a los cuatro vientos el inminente ocaso de la comida tradicional italiana frente al avance imparable de la comida estandarizada. La convocatoria sumó adeptos y el local, ya inaugurado, se vio obligado a cerrar sus puertas. Los manifestantes, para algunos f undamentalistas y para otros simples
románticos, habían logrado su propósito y fueron por más. Tres años más tarde, Slow Food ya era toda una organización que incluso contaba con un manifiesto firmado por un grupo de quince países. El extenso documento, de 55 páginas, en sus párrafos salientes declaraba que el mundo estaba esclavizado por la velocidad y que sólo dosis garantizadas de placer sensual, lento y duradero lograrían apartarlo del frenesí tantas veces confundido con eficacia. El propósito de este movimiento no sólo era rebeldía contra el avance mundial de la comida rápida. Lo suyo era, claramente, promover la producción local de alimentos, el rescate de las tradiciones locales y el respeto
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El agroturismo, los paseos rurales y el alojamiento en estancias son tendencias turísticas en alza. En general seducen el contacto pleno con la naturaleza y la paz de un contacto cercano con formas de vida más tradicionales y pausadas.
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a ultranza del medio ambiente. También aumentar la cultura gastronómica de todos, en especial de las generaciones más jóvenes. Vale la pena mencionar que durante el siglo XX, los Estados Unidos perdieron cerca del 95% de su diversidad culinaria. Para decirlo de otro modo, sus habitantes se acostumbraron a comer todos lo mismo y a velocidad pareja. Hoy la corriente Slow reúne a más de 80.000 miembros de 50 países, organizados en grupos locales o convivia. Curiosamente o no, j u s t a me nt e E s t a d o s Un id o s e s uno de los pa íses con mayor ad hesión actual al movimiento. Allí donde la estandarización gastronómica era moneda corriente se ha puesto el acento en recuperar algo de la trad ición perd ida, los alimentos frescos y el encanto del buen comer. Slowfoodnation es el nombre de algo así como la filial norteamericana de esta utopía nacida y criada al otro lado del Atlántico. Durante el año 2008 ha organizado un notable evento en San Francisco que, además de nuclear intereses parecidos y dar difusión a la filosofía lenta, ha inaugurado un jardín ornamental y comestible en pleno centro cívico de la ciudad en línea con su política de promoción de huertas urbanas. La oportunidad ha sido descripta como histórica, ya que un pabellón cuidadosamente montado log ró que el público, numeroso, conociera por primera vez la comida típica de cada estado, diferente una de otra y elaborada con productos cosechados en forma artesanal. No es ca sua l que el mov im iento Sl ow Food tenga por logo a un representante emblemático de la lentitud: el caracol. Tampoco que su lema se resuma en tres
palabras: bueno, bonito y justo. Porque según sus miembros los alimentos son buenos cuando generan placer; limpios si no dañan el entorno ecológico y justos si los trabajadores que los cultivan o producen reciben a cambio un retribución razonable. Y cuando hablamos de alimentos no quedan excluidas las bebidas, claro está. El té, la cerveza y el vino también forman parte de este universo a redescubrir, colocado más allá de las fronteras de la elaboración industrial. De manera coherente con todo lo anterior, Slow Food pronto se convierte en una estrategia de organización para muchos campesinos y artesanos, ayudándolos a comercializar sus productos y salvándolos del peligro de extinción que supone la competencia desigual con grandes firmas y monopolios internacionales. Un dato más, y bien interesante, es el la creación del Arca del Gusto, proyecto que remite a la historia de Noé. En una parábola que emparda el famoso diluvio con los efectos devastadores de la velocidad globalizada, son muchos los tesoros alimentarios que a duras penas sobreviven en un marco de producción familiar. Por esta razón, y para conservar las especies, se ha creado el sello Baluarte que un tribunal del sabor con sede en Italia otorga a productos de buena calidad que merecen ser preservados. Como ejemplo, cierto miembro del movimiento descubrió una verdadera gema casi por casualidad. Se trataba de tomates macerados en hierbas. El producto, expuesto en frascos en un pequeño mercado, era elaborado por dos hermanos ya añosos, según una receta que sólo ellos conocían. Los tomates eran exquisitos y las edades de los hermanos sumaban la friolera de 150. Entonces, lo que hacían fue rescatado
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del inminente olvido e incluido en el Arca del Gusto para regocijo de futuras generaciones. Algo similar ha ocurrido con variedades de cereal, quesos y algunos frutales. Y así se ha resguardado el azafrán del Jiloca, del que sólo sobrevivía una pequeña extensión sembrada. Ta m b i é n u n a v a r i e d a d d e m a n z a n a valenciana próxima a desaparecer, la uva moscatel de Sitges cuidada por monjas en unas pocas hectáreas, y productos de calidad excepcional como el cerdo vasco autóctono o las alubias del Ganxet. Y aunque todos sepamos que los tiempos que corren son como son, empezó a calar hondo esta preoc upac ión consta nte por la velocidad. Por eso, lo que comenzó centrado en la comida pronto se trasladó a un ámbito mayor: el urbano. Así nació Cittaslow (nombre italiano de lo que en inglés es “slow city” y en español “ciudad lenta”): una red internacional de ciudades agrupadas bajo una misma filosofía y un mismo origen: el movimiento Slow Food. Y a la noción de megaciudades donde el tiempo es tirano no sólo en la televisión, comenzó a oponerse la de municipios cuyo valor reside en reglas de juego bien diferentes. Lugares hospitalarios, libres de ruido y contaminación, donde los ciudadanos comen bien, disfrutan del silencio, respetan las tradiciones y el medio ambiente, privilegian el placer por sobre el lucro y la calma antes que la velocidad. Allí los negocios cierran sus puertas los jueves y los domingos, las instituciones públicas abren los sábados, las luces de neón brillan por su ausencia y
en lugar de supermercados hay pequeñas tiendas que venden productos típicos de la región. Ciudades que son un paraíso para los caminadores y los que gustan de andar en bicicleta. Como un desprendimiento del emblema anterior, un caracol anaranjado que lleva a cuestas una ciudad antigua es el sello de certificación Slow City otorgado a municipios donde se practica el buen vivir. Sello que no se consigue así nomás porque las reglas con claras y para pertenecer a la cofradía no hay que saltearse ninguna: sí o sí se debe contar con menos de 50 mil habitantes, preservar los espacios verdes e históricos, imponer zonas céntricas peatonales, garantizar una oferta gastronómica muy cuidada y velocidades máximas de tránsito no superiores a los 40 kilómetros por hora. Un nuevo ma nif iesto, aplicado en este caso a lo urbano, brega por ciudades donde las personas aún sientan curiosidad por los tiempos pasados, ciudades ricas en teatros y esquinas y cafeterías, ciudades donde reconocer el lento cambio de las estaciones y valorar el encanto de los productos y sabores que hunden sus raíces en la tradición gastronómica local. Y parece que hay varios ejemplares, porque el movimiento cuenta ya con más de cien ciudades distribuidas a lo largo de doce países y una lista muy larga de postulantes. Recientemente, el concepto ha trascendido las fronteras europeas para alcanzar la mismísima Asia. En el año 2006, diez municipios japoneses aplicaron para pertenecer a la red. Todos fallaron,
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sin embargo, ya que sus características y enclaves geográficos no participaban de los requerimientos básicos. Las que sí obtuvieron su membresía forman una red de trabajo conjunto y exhiben con orgullo lo que además es, ni más ni menos, un sello de calidad turística. Mar de las Pampas es hasta ahora la única ciudad argentina que postula para formar parte de este movimiento. La población de esta localidad recostada sobre la costa del Atlántico se ufana se haber evitado la instalación de una antena de telefonía celular dentro de la zona urbana. De esta manera, quien se encuentre en el lugar encontrará algunas dificultades para comunicarse en forma móvil. Cuentan los locales que el primer día se oyen quejas, el seg undo d istensión y el te rce ro u na fel ic id ad declamada. Pero hay más. Los tiempos que corren -y la expresión e s ju st a- t a mbié n ha n contaminado la forma de hacer turismo. Los paquetes turísticos para conocer el mundo en tiempo record son un clásico de lógica implacable: a mayor cantidad de países, más se amortiza el viaje. Un humorista argentino describe con gracia lo difícil que es para un viajero, ya de regreso, identificar los lugares que ha fotografiado durante sus vacaciones. Todo se le confunde: las plazas, los museos, las habitaciones de hotel y las grandes capitales. Doce países en una semana pueden parecer una fiesta promisoria pero el corolario nunca alcanza mayor entidad que la de un cóctel poco interesante. El reverso estricto de esta moneda es el propuesto por el Slow Travel: conocer a fondo los lugares, disfrutarlos, integrarse a ellos de alguna manera. Para
lograrlo hay que descartar de plano la noción de prisa y disfrutar a pleno cada estación del viaje. El alojamiento en medios rurales, el descubrimiento de los sabores de cada región, el contacto directo con sus habitantes y el uso de guías como meras referencias y no como instructivos del correcto viajar son buenos trucos para alcanzar la meta. Porque la idea del Slow Travel propone hacer pie en la improvisación, recuperar el placer del merodeo e incluso la posibilidad de perderse como vía regia de encuentro con lo inesperado. Algo que seguramente formará parte de la propia memoria, distinguible entre un millón de otras fotografías. L a re iv i nd ic a c ión de l a le nt it ud como modo de asumir la vida con placer, de tomarse las cosas sin tanta angustia, de detenerse y obser var, de resistirse a la prisa para disfrutar de la existencia, suena a buena utopía. En especial porque no significa apostar al declive de la productividad, sino a apurarse cuando es necesario y a volverse lento cuando la ocasión lo merece. Un concepto más que interesante, estallado en forma orgánica hace más de veinte años para crecer y crecer, que también puede ser aplicado de manera individual, abriendo paso al hedonismo y registrando que algunas veces las pausas hacen diferencia. Para preparar o compartir una buena comida, para dedicar tiempo a lo que más nos gusta, para olvidar de a ratos las agendas y la vida cuadriculada, para viajar con libertad. Y también, porqué no, para aminorar el ritmo cuando llega el turno de amar. La vertiente se llama Slow Sex, toda una apuesta que ya sobre el cierre valía la pena mencionar.
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Isla Norte, Nueva Zelanda
Queda lejos de todo. Incluso de su vecina más próxima, Australia. Dos mil kilómetros hay entre ambas, aunque muchos las imaginen cercanas o al menos semejantes. No es así. Como muestra vale afirmar que en Nueva Zelanda no hay canguros sino kiwis, que no sólo son frutos sino también aves. POR CHRISTINE CLARK FOTOS efraindavila.com 46
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ueva Zelanda, un poroto en las antípodas. Para formarse una primera idea de su ubicación geográfica, habrá que darle vueltas con empeño al globo terráqueo. Al cabo podremos distinguir allá perdido, entre el Pacífico sur y el mar de Tasmania, un pequeño archipiélago de superficie semejante a la de Japón o Gran Bretaña. Lo componen un par de islas mayores y una enorme cantidad de islotes. Es todo un país desparramado en el agua, sin fronteras terrestres. Semejante condición insular ha determinado varios detalles fascinantes. Aislado durante 80 millones de años, por ejemplo, este reducto logró
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mantener intacta por mucho tiempo una notable biodiversidad autóctona. Sin especies introducidas, ejemplares tan extraños como los kiwis -parientes enanos y neocelandeses del avestruz- o el kakapo –única cotorra no voladora y la más pesada de su género– reinaron en la zona sin amenazas. Pero no duró. Alrededor del siglo V de la era cristiana, y por el mismo océano que había mantenido al mundo exterior a raya, mamíferos de piel suave llegaron para quedarse. Lo hicieron a bordo de canoas, con ratas, perros y lanzas a cuestas. Eran grandotes, eran maoríes y también guerreros de pura cepa.
Tourism New Zealand
Colonos de origen europeo y nativos llegados desde Pacífico sur se han fusionado para dar carácter a la cultura neozelandesa. Ejemplo de este mestizaje es el rugby: deporte de origen británico, duro como pocos, que la isla baila y canta en clave maorí. Esta convivencia también es evidente en el lenguaje, ya que tanto el inglés como el maorí son idiomas oficiales del país.
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En lo alto de la Sky Tower hay un restaurant que es famoso con justicia. A su altura deslumbrante se suma el brillo de una rotación en de 360 grados que permite, desde cualquier ubicación, ver la ciudad entera. Y como si esto fuera poco, el ambiente y la comida acompañan a la perfección semejante propuesta.
Urbano y natural La Isla Norte exhibe rastros más preservados de la cultura ancestral indígena. También bosques subtropicales vírgenes, piletones naturales de lodo, volcanes activos y playas de arena negra o dorada. No en vano fue calificada por Rudyard Kipling como la octava maravilla del mundo ni elegida como deslumbrante set de filmación de El señor de los anillos. Pero semejante exhibición de naturaleza también es alternada por un puñado de ciudades que vibran en clave cosmopolita. Todas bajo la impronta de un pasado colonial que sobrevive en una fidelidad evidente a la reina británica y en la tradición de manejar por la mano izquierda. Una de ellas, Auckland, ubicada sobre el golfo de Hauraki y en plena zona cordillerana, se propone como inmejorable punto de partida para recorrer la isla. Su edificio más emblemático es la Sky
Tower, situada en el distrito financiero, torre de 328 metros de altura cuyos miradores ofrecen una vista panorámica de la ciudad entera. Los habitantes sienten predilección por los deportes náuticos y por eso Auckland es conocida como “ciudad de las velas”. Más abajo, ya sobre el estrecho de Cook que divide a las islas norte y sur, aparece emplazada Wellington, ciudad que es capital y donde la actividad sísmica es más elevada que en el resto de la isla. Una importante falla geológica que corre por su centro ha ocasionado dos terremotos devastadores durante en siglo XIX. Como estrategia de protección arquitectónica, muchas estructuras edilicias de esta ciudad tienen a la madera por sustento. La contraparte se encuentra a la vista con una actividad cultural constante en numerosos museos, teatros y compañías musicales.
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Un dios que se las trae Los maoríes creen que el dios Ruaumoko quedó atrapado por accidente bajo la superficie de la tierra. A él atribuyen las expresiones más violentas de la naturaleza -los terremotos y volcanes-, muestra de su enojo por estar encerrado en la oscuridad. La leyenda no es en vano, porque toda Nueva Zelanda está atravesada por un vulcanismo en plena ebullición. Los géiseres son una de sus manifestaciones más notables: columnas de vapor que emergen de la tierra para regocijo de los turistas. Muchos de estos fenómenos conviven con los habitantes bien de cerca, ya que irrumpen en sus jardines domésticos, plazas y cementerios. Otra ciudad de importancia, Rotorua, queda a apenas 76 kilómetros de Taupo, el lago más grande de la Isla Norte. Según la leyenda, se formó en el año 181 después de Cristo a consecuencia de una erupción volcánica que de tan violenta logró cambiar los colores del cielo en lugares tan distantes como Europa y la mismísima China. Muy cerca de este lugar, a media hora de distancia en automóvil, se encuentra el Parque Nacional Tongariro cuyo núcleo lo conforman los tres volcanes activos que dieron forma al paisaje de la famosa trilogía cinematográfica. En suma, una tierra tan efervescente como sus rudos habitantes originales. Cuentan que el año 1809, la tripulación entera de un barco –pasajeros incluidos– fue literalmente engullida por maoríes que habitaban la península de Whangaroa. El móvil fue la venganza, ya que un nativo había sido azotado por negarse a trabajar en un barco británico. El episodio, cruel, es registrado como la peor masacre ocurrida en la historia de Nueva Zelanda.
Magia y religión traducidas en arte El arte maorí está fuertemente ligado a la genealogía y tiene un origen divino. Cada producción forma parte del sistema general de creencias de un pueblo que se distingue con respeto de sus dioses y espíritus desde el propio nombre, ya que la palabra maorí significa “normal u ordinario”. Kapa haka es el nombre de las artes escénicas nativas. Su difusión es amplia y llega de la mano del rugby –deporte nacional de Nueva Zelanda– mediante la ceremonia ritual que realizan los All Blacks antes de cada encuentro deportivo internacional. Es que la música y el baile son rasgos centrales de la cultura maorí, con danzas representadas por hombres y mujeres tales como el poi, de extraños movimientos, o el haka, de corte guerrero y desafiante. También son relevantes las artesanías en madera y hueso, aplicadas en el pasado en la construcción de armas, viviendas y barcos. En general los dibujos y las tallas describen motivos curvos, espiralados, también presentes en la piel humana. Escrito en el cuerpo Para los maoríes, los dibujos que cubrían enteramente sus rostros no eran marcas decorativas sino algo así como el sello de la propia identidad. De hecho, en el encuentro con los colonizadores y puestos a firmar documentos, los jefes tribales reproducían en el papel y de manera cuidadosa el diseño impreso en sus propias caras. Estos tatuajes faciales, llamados moko, prevalecieron hasta fines del siglo XIX y a partir de entonces se extendieron a otras zonas del cuerpo. Desde hace algunas décadas, este arte primigenio ha experimentado un renacimiento que respeta las antiguas tradiciones y diseños de la cultura maorí.
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Son dos los puntos fuertes del arte clásico maorí: las tallas y la pintura abstracta. Muchos trabajos en madera están expuestos en museos y también pueden ser adquiridos en negocios especializados. El precio de mercado de estas piezas ha aumentado en los últimos años, en especial tras una exposición realizada en el MOMA de Nueva York, evento que puso acento en la innegable calidad de la muestra, más allá de su interés étnico.
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L a he rra m ie nt a d e t atu aj e m aorí e ra confeccionada a partir de distintos materiales, pero el más apreciado provenía de huesos de albatros. Ocurre que su porosidad hacía posible trazos largos: a mayor cantidad de pigmento absorbido por este cincel, más continuas y perfectas eran las líneas obtenidas. Cualidad apreciada, incluso en nuestros días, por profesionales del tatuaje
que hacen lo suyo en todas partes del planeta. Y porque esta idea de imprimir el cuerpo es hoy una práctica extendida, de moda, vale la pena observarla en su estado primigenio. Cuando era cultura del propio orgullo y tradición ajena al comercio. Algo de esto pervive aún en la Isla Norte, vestigios de otra gente y otras raíces, hundidos en lo remoto de la geografía y el tiempo.
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REPÚBLICA DOMINICANA
SECRETOS EN LA ISLA CATALINA Bajo el mar, el colorido arrecife expresa su inocencia ante una isla llena de historias de piratas y corsarios que vieron en ella, el perfecto lugar para escapar y poseer una parte del Caribe. Sus secretos develan que no es solo un lugar queriendo integrarse al llamado ecoturismo. El disfrutar de sus aguas y explorarlas permite que su nombre se recuerde por siempre. Porque su belleza no deja de sorprender a quién la visita, aunque sólo sea por algunas horas. POR CARL ANSELMO FOTOS www.efraindavila.com
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Inmaculada y virginal, Catalina sigue siendo un pequeño refugio en medio de las transparentes aguas del Caribe.
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15 metros de profundidad y en medio del agua más transparente, el mundo se ve totalmente distinto. El cielo de la mañana se fusiona con el azul del mar, y el silencio pacífico se ve acompañado por la danza sin fin de cientos de peces multicolores que recorren los corales. Es cierto todo lo que se habla de ella, y ahora es posible vivirlo personalmente. Isla Catalina revive en medio de su pasado histórico. Considerado por lo amantes del buceo como uno de los arrecifes que hay que visitar antes de morir, Catalina o Serena Key, como se le conoce en Europa, es una pequeña porción de tierra de 10 km², ubicada a 45 minutos del puerto de La Romana, en el sureste de República Dominicana.
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Rodeada por una franja coralina que se extiende hasta 500 metros de sus playas, la isla cuenta con dos espectaculares lugares para conocerla íntimamente. Uno de ellos es “El Muro”, considerado por muchos expertos como el mejor lugar de inmersión de la isla. Esta formación natural comienza su descenso a los 5 metros de profundidad y se extiende por otros 45 metros más, donde una nueva terraza se forma para seguir su camino. Aquí los intensos colores del coral se transforman en tonos grises a medida que se va descendiendo. Una experiencia que muestra como la intensidad de la naturaleza se pierde en el azul profundo. Cada inmersión resalta en quien la realiza una sonrisa. Y es aún más notoria en quienes visitan
“El Acuario”, que como su nombre lo indica, es un mundo lleno de vida que siempre está en movimiento. Morenas, peces payaso, gusanos de mar, erizos, estrellas de mar, esponjas y anémonas de todos los colores, manta rayas, y hasta barracudas, se mueven libremente. Sin muchas palabras, se entiende por qué este lugar forma parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del país y es considerada Monumento Natural desde el año 2000. Por esta razón, las leyes dominicanas prohíben habitar la isla y solo se puede estar en ella por algunas horas. Un secreto en medio del arrecife Bautizada por el navegante Cristóbal Colón en honor a una de las hijas de los reyes de España,
Catalina, también llamada “Toeya” por los indígenas locales, no solo es famosa por haber sido refugio de piratas y corsarios en la época colonial, sino también porque su arrecife guarda secretos que poco a poco se van revelando. En diciembre de 2007, un turista italiano que se encontraba realizando una inmersión a escasos tres metros de profundidad y a veinte metros de la playa, se percató de algo que parecía ser el cañón de un barco antiguo. Pronto se confirmó que se habían encontrado los restos del “Quedah Merchant”, navío que estuvo al mando de uno de los piratas británicos más reconocidos de los siete mares, William “Captain” Kidd. Hasta ese momento, no se sabía nada sobre el lugar de su naufragio, ocurrido hace 309 años.
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Tocando tierra por unas horas Tras unas horas en el arrecife, se puede acceder a un campamento especialmente armado en la isla, donde se puede disfrutar de un almuerzo tipo buffet con lo mejor de la comida caribeña, un bar con toda clase de bebidas y un living para aquellos que prefieran tener un poco de descanso. Algunos souvenirs hechos con pedazos de coral, y hasta particulares insectos disecados, pueden ser un buen recuerdo de la isla. Pero lo importante del estar aquí es el poder aprovechar al máximo el poco tiempo en ella. Una de las opciones que se ofrece, además de las ya conocidas actividades playeras, es una caminata por una zona especial, en donde se tiene la oportunidad de observar palomas, ruiseñores, conejos, mapaches y hasta cerdos
salvajes. Todos ellos, traídos ya hace varios años para poblar la solitaria isla. Pero sin duda, la esencia de Catalina es su playa y su arrecife. Con un equipo de snorkeling y sin necesidad de alejarse mucho de la orilla, el fondo totalmente tapizado de esponjas y corales a escasos tres metros, brindan un acercamiento diferente del arrecife. Cuentan algunos buzos que con mucha suerte es posible encontrarse con algún manatí en su viaje hasta la zona de manglar de la isla. Con el sol en medio de la tarde, la isla poco a poco comienza a quedarse vacía. El momento ideal para una última foto y para clavar la mirada fijamente en el mar, buscando en medio de la transparencia el punto exacto de las inmersiones, porque, a pesar del poco tiempo, Catalina seguirá igual.
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EXTREME SPOR TS
Adrenalina en la nieve Los mejores riders del mundo participaron de la LG Snowboard FIS World Cup 2008 que se desarrolló por primera vez en suelo argentino. En la primera competencia de una Copa del Mundo realizada en el centro de ski Chapelco de San Martín de los Andes, la Campeona Mundial de Estados Unidos Lindsey Jacobellis logró alcanzar la cabecera con una cómoda ventaja sobre Mellie Francon de Suiza. En la categoría masculina, Pierre Vaultier cruzó la línea de llegada antes que el noruego Stian Sivertzen. Los competidores de todas partes del mundo -34 mujeres y 49 hombres- lidiaron con una pista muy demandante que estuvo llena de obstáculos, rampas y saltos. La copa se llevó a cabo en las pistas del cerro Chapelco, con una organización por parte de los responsables del centro de Ski que fue realmente impecable en todo sentido.
Los inmejorables paisajes del cerro Chapelco brindaron la perfecta combinación de nieve, adrenalina y libertad a los snowborders.
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MARCANDO ESTILO
Belleza en el aeropuerto
Duty Free Shop Argentina brinda a los pasajeros internacionales la posibilidad de disfrutar de tratamientos de belleza en un ambiente lujoso y relajante, mediante el exclusivo “The Art of Beauty” de La Prairie, el programa de belleza más exclusivo y sofisticado del mundo. Los pasajeros del Aeropuerto de Ezeiza pueden elegir desde sesiones de masajes de 15 minutos, hasta un servicio de 3 horas y media llamado “The Extended Stay”, que provee una experiencia completa de belleza con masajes, manicura, facial y tratamiento de pies. Para los hombres hay, entre otras, opciones como “Cellular Hydrating Facial”. De esta forma, Ezeiza es el primer Aeropuerto del mundo que cuenta con un centro “The Art of Beauty”, en un ambiente diseñado por Carl d’Aquino & Francine Monaco de “d’Aquino Monaco”, la misma firma neoyorquina que diseñó “Silver Rain”, el spa de La Prairie en el Ritz-Carlton Grand Cayman Hotel.
Casa Sur de lujo
CasaSur Art, el hotel que fusiona lujo, confort y vanguardia de servicio, ubicado en avenida Callao entre Quintana y Alvear, Recoleta, ha sido incorporado a la prestigiosa organización inglesa Small Luxury Hotels of the World, seleccionado por su servicio innovador, distinguida arquitectura y ambientación, delicada gastronomía y por generar experiencias memorables para sus exclusivos huéspedes. Small Luxury Hotels es la marca líder en el segmento de hoteles boutique y de lujo en el mundo. Esta organización sin fines de lucro cuenta con más de 440 hoteles en 70 países. En Argentina, CasaSur es el único
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hotel en Buenos Aires que cuenta con esta importante certificación para el sector y una garantía para sus visitantes. El establecimiento fue evaluado por expertos internacionales y cumplió con cada uno de los exigentes estándares solicitados. En Casa Sur, el hotel que abriera sus puertas recientemente, cada detalle ha sido ideado para lograr una experiencia única e inolvidable para el visitante. Las habitaciones fueron decoradas por reconocidos diseñadores, con muebles de estilo clásico elaborados en materiales nobles. Para más información: www.casasurhotel.com
NACIDO PARA LA MONTAÑA
La experiencia en el agua
Este modelo fue diseñado como un vehículo todo terreno que permite transitar con la mayor comodidad tanto en caminos urbanos como en desafiantes rutas de montaña. Debido a la tracción en las cuatro ruedas, la estabilidad que brinda el sistema DSTC y la amplia elevación, el XC70 puede transitar por nieve, hielo y pavimento con la misma facilidad. El modelo incorpora además el sistema “Hill Descent Control” cuya función es la de ofrecer estabilidad y control cuando el vehículo se encuentra descendiendo por terrenos irregulares o resbalosos por el hielo. Por otro lado, el sistema “All Wheel Drive con Instant Traction TM” asegura el mejor ajuste al camino, una excelente tracción controlada en las cuatro ruedas y y modifica la fuerza del sector delantero al trasero o viceversa en caso de traspaso por un terreno peligroso en solo cuestión de milésimas de segundos.
Yamaha Motor Argentina anunció la llegada del nuevo WaveRunner FX Cruiser SHO al mercado. Una moto de agua diseñada para los que buscan una experiencia única en un producto con prestaciones y detalles sobresalientes. El FX Cruiser SHO cuenta con un motor 1812cc de última generación y alta potencia - 4
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cilindros en línea, 4 tiempos, refrigerado por agua (circuito abierto) y sistemas de control electrónicos con tecnología avanzada. Un modelo preparado para cubrir largas distancias con el confort de sus asientos ergonómicos y manillares elevados, con capacidad para 3 personas y un depósito de combustible de 70 litros.
MARCANDO ESTILO
Bien representados
Chiva – Som, Spa de lujo ubicado en Tailandia, y M/y Christina O, el famoso Yate que perteneciera al magnate griego Aristóteles Onassis, serán representados comercialmente por Karina Vilanova desde las oficinas de Kurtz Ahlers & Associates, L.L.C. para toda Latinoamérica. Chiva – Som, un refugio de la vida, está situado en la paradisíaca ciudad de Hua Hin, en el Golfo de Tailandia. La filosofía de este Spa se basa en la integración
LA ERA DE LA MOVILIDAD
del cuerpo, la mente y el espíritu, desarrollándola en el mayor lujo y confort. El Lujoso Yate M/y Christina O lleva este nombre en honor a la hija de Aristóteles Onassis. En su época de esplendor, pasaron personalidades del Jet Set como María Callas, Elizabeth Taylor, Frank Sinatra, Jackie Kennedy, Greta Garbo y Marilyn Monroe entre otros. De esta manera Karina Vilanova junto a Kurtz-Ahlers & Associates L.L.C. presentan estas dos lujosas y exclusivas opciones.
A un año del lanzamiento oficial de su línea de notebooks BanghóMov, la empresa incorpora nuevos modelos equipados con tecnología de última generación, diseños exclusivos y estándares de calidad internacionales. Uno de los puntos sobresalientes de la línea de notebooks de Banghó, lo constituye la recientemente lanzada Tablet PC. Por primera vez, un fabricante local introduce en el mercado este tipo de dispositivo, con un sofisticado diseño de pantalla touch screen giratoria. El modelo Tablet PC incluye Microprocesador Intel Core 2 Duo 7250, Disco Rígido SATA 160Gb, Memoria de 4 GB, Lectograbadora de DVD, Placa de red 10/100/1000, Wireless 802.11b/g, Bluetooth, Web Cam 1.3 Mp, Lector de Memorias: 7 en 1, Batería 4 celdas y Sistema Operativo Windows Vista Premium. El equipo posee un una pantalla de 12” y el precio sugerido al público es de 5.999 pesos.
Con estilo francés El nuevo Piaget Polo Tourbillón París, es un tributo a la capital de Francia. La obra representa una vista aérea desde el Arco del Triunfo donde se aprecian las 12 avenidas que irradian junto con sus nombres. Están simbolizados en la pieza el Louvre con su pirámide, la noria Ferris de la plaza de la Concordia, la torre Eiffel, las orillas del Sena, las Tullerías, el monumento de la Asamblea nacional, el Grand Palais, el Arco del Triunfo y el arco de la Défense. La corona de la cuerda, que ocupa el centro de la noria Ferris, está engastada con un diamante que simboliza la belleza de la capital francesa. Sólo Piaget podía lograr una pieza artística que resalte el espíritu y la exquisita estética de la ciudad de París. Quizás la similitud de París con Buenos Aires encuentra aquí otro punto en común, ya que la colección Polo tiene como embajador internacional al polista argentino Marcos Heguy. 66
SPAS EN CANCUN
Con tecnología de punta, tratamientos exclusivos, y los más especializados terapeutas, Cancún se ha convertido en uno de los mejores destinos de Spa en el mundo Las técnicas mayas son las más cotizadas al ser las únicas que utilizan elementos propios de los rituales. Un ejemplo es el tratamiento con Balche, bebida sagrada de los mayas que ayudaba a conectar al espíritu con el cosmos y la naturaleza, utilizado también como cura en ciertas enfermedades. Este tratamiento implica una limpieza corporal con exfoliación a base de azúcar morena y canela, seguido por un masaje relajante de hierbas mayas y Balche, ayudando al cuerpo a alcanzar la tranquilidad plena. El primer y único Spa de talasoterapia en todo Norteamérica se encuentra en el hotel Paraíso de la Bonita, a tan sólo 25 minutos de Cancún en la zona de Puerto Morelos. La palabra “Thalasso” significa océano en griego, y “therapy” significa “para curar”. Este tratamiento es uno de los más antiguos de la historia y está basado en el uso de múltiples elementos marinos, como el agua de mar, algas marinas, barro, plancton y otras substancias, además de organismos extraídos de las profundidades del océano, todos aplicados a través de diferentes técnicas utilizadas para prevenir y mejorar condiciones específicas, especialmente en el sistema locomotor, cardiovascular y nervioso, así como en la piel. La talasoterapia ofrece programas anticelulitis, antiestrés, cosméticos, para bajar de peso y mejorar la circulación, entre otros. Finalmente no se puede dejar atrás el autentico ritual prehispánico del Temascal o baño de vapor. Esta experiencia es conducida por un guía o chamán que va dirigiendo una serie de actividades con fines terapéuticos dentro de un sauna hecho de piedras volcánicas. 67
GUÍA DE SERVICIOS SAN MARTÍN DE LOS ANDES - NEUQUÉN - ARGENTINA
SAN MARTÍN DE LOS ANDES - NEUQUÉN - ARGENTINA
CABAÑAS ABA SALOMON
KU - PARRILLA Y RESTAURANTE
Paraje El Oasis - Teléfono: (02972) 428786 E-mail: info@abasalomon.com.ar Website: www.abasalomon.com.ar
Av. San Martín 1053 Teléfono: (02972) 427039 E-mail: ku@smandes.com.ar
Ubicadas a solo un kilómetro del centro de la San Martín de los Andes, estas cuatro cabañas se enmarcan en medio de un espectacular bosque, a orillas de un apasible arroyo, en donde la idea de tranquilidad es su principal objetivo. Cuentan con cocina completa, horno microondas, baño con bañeras e hidromasajes, TV con cable, DVD, así como reposeras y parrillas individuales. Todo pensado para brindar a sus visitantes el confort necesario para que puedan vivir inmejorables momentos. Sus alrededores ofrecen la posibilidad de realizar cabalgatas, trekking y avistaje de aves, entre otras actividades.
Desde hace 25 años, el restaurante y parrilla Ku acompaña el crecimiento de San Martín de los Andes, ofreciendo placeres gastronómicos que la hacen quedar muy bien ante sus visitantes. Clásicos regionales como el cordero, el ciervo y la trucha -preparados a la perfección-, se suman a una nueva atracción: el búfalo, carne exótica rica en hierro y baja en colesterol, de gran aceptación en países como Alemania, preparada a la parrilla, en embutidos o como relleno de ravioles negros que son toda una delicia. Otra novedad es la apertura de una sucursal en las afueras de la ciudad, donde antes funcionara el restaurante Caranegra, lugar que valdrá la pena visitar por tratarse de una de las casas más bellas y antiguas de San Martín de los Andes.
san martín de los andes - NEUQUÉN - ARGENTINA
SIETE LAGOS TURISMO
Con casi 16 años de trayectoria en la ciudad de San Martín de los Andes, esta agencia es la única especializada en rafting por el río Auminé. Las salidas son de día completo e incluyen un asado junto al río y de regreso una parada en el paraje Pilo Lil. También organiza excursiones a Villa la Angostura y al lago Huechulafquen, además de salidas de aventura con guías especializados. Todo por hacer: kayak, canopy, trekking, buceo en el lago Lácar, pesca con mosca, y en invierno, transfers al cerro Chapelco para disfrutar a fondo del esquí. Todo con la mejor atención personalizada.
Villegas 313 Teléfono: (02972) 427877 E-mail: sietelagostmo@smandes.com.ar
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SAN MARTÍN DE LOS ANDES - NEUQUÉN - ARGENTINA
SAN MARTÍN DE LOS ANDES - NEUQUÉN - ARGENTINA
ADRI-APART
MENDIETA - RESTAURANTE
Av. San Martín y Rohde - Teléfono: (02972) 420278 E-mail: info@adriapart.com.ar Website: www.adriapart.com.ar
Av. San Martín 713 - Teléfono: (02972) 420790 E-mail: eltata@smandes.com.ar Website: www.interpatagonia.com/mendieta/
Ubicado en el corazón de San Martín de los Andes, Adri Apart es el lugar ideal para disfrutar de la belleza y calidez de uno de los lugares más hermosos de la Patagonia Argentina. Cuenta con tres modernos y confortables departamentos, cada uno con capacidad para seis personas, y todo el equipamiento necesario para sentirse como en casa. A pocos metros del lago Lacar, estas modernas unidades forman parte del Paseo Rohde, un centro comercial estratégicamente ubicado dentro del circuito gastronómico y comercial, ofreciendo a los visitantes un abánico de posibilidades para pasar unas vacaciones inolvidables.
Con diez años de trayectoria, Mendieta es un clásico sanmartinense alojado en el corazón de la ciudad. Este restaurante internacional con sabores de la Patagonia de exquisita elaboración ofrece cordero patagónico, chivo y costillares de cerdo hechos en asador criollo giratorio, truchas acompañadas de deliciosas salsas, ciervo, jabalí y pastas caseras. También, una excelente carta de postres donde los frutos patagónicos prevalecen y vinos de las mejores bodegas de la región. Con nuevos dueños y un renovado servicio, pone énfasis en las mejores preparaciones y presentaciones de platos, para que el buen comer sea un ritual que se celebre en torno a la mesa.
san martín de los andes - NEUQUÉN - ARGENTINA
EL REFUGIO TURISMO
Tte. Cnel. Pérez 830, Piso 1 Oficina 1. Teléfono: (02972) 425140 E-mail: info@elrefugioturismo.com.ar Website: www.elrefugioturismo.com.ar
El Refugio Turismo es una empresa que desde 1997 viene liderando las excursiones del turismo convencional y de aventura de la región, desde San Martín de los Andes. Con un inigualable equipo de profesionales que anteponen responsabilidad y entusiasmo por la naturaleza para brindar las mejores ofertas, El Refugio atiende durante todos los días del año, siendo la mejor opción para comenzar su próxima aventura por la Patagonia.
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E N G L I S H T R A N S L AT I O N
The Maldives Islands
A country on the water Pages 24 to 35
In spite of having flown across America, Europe and Asia in the past few hours, and switching time zones three times, the Captain informs us that we are descending slowly towards Malé International Airport. The local time is 7:25 in the morning. The temperature is 27 C°. Ladies and Gentlemen, welcome to The Maldives! In seconds I begin to feel the scent of the sea, which renews my lungs and will accompany me on the rest of the trip. With my passport and ticket in hand, I walk towards the immigration counter. It makes calms me to know that in The Maldives it is unnecessary to have any kind of visa before traveling. The only thing they can demand is return ticket. Here they are pleased and surprised that a Latin American tourist is visiting them, because Europeans, and lately the Americans, are the ones that mostly frequent the island throughout the year. An interesting fact for somebody who arrives for the first time at The Maldives is that its airport is, in fact, the island of Hulhulé, one of the 1.196 islands that make up this country. The highways, the cars, and the noise of a modern city, are only to be found in the capital Malé, with a population of a mere 77 thousand people. The only way to move between islands is ferries, taxi boats and the hydroplanes. Once again airborne, I head towards the island of Kunfunadhoo, in the Baa Atoll region in the north of the country. Located only 30 minutes away from the international airport, Kunfunadhoo is one of those islands that perfectly remind tourists of the fantastic story of “Robinson Crusoe”. It seems incredible that in what seems to be a virgin territory, people have managed to build “Soneva Fushi:” a luxury resort, where I will be spending the following three days. To get a notion of the place, the island has a length of 1.400 meters and is only 400 meters wide, where 65 villas are spread out, according to the luxury and comfort desired. But I must say, during the short walk towards what would be “my room,” the background changes drastically. Ahsan is in charge of carrying my backpack, and he explains to me that “the villas located in this part of the island, were constructed keeping in mind the necessary privacy to
experimented in what is an uninhabited island”. I can see that, the beach is completely deserted. After thanking Ashan (in The Maldives tipping employees is not seen well, although it is customary to give them some monetary bonus as a token of appreciation at the end of the stay), I took a beer from the mini-bar and for a few minutes kept gazing towards the beach. I am 19.300 kilometers from Buenos Aires, in the middle of the Indian Ocean.
For only USD 25, I had the opportunity to taste a classic malt, “Lagavulin 16 years”, almost unknown in Argentina; a single malt, 1971 Longmorn-Glenlivet Scott’s Selection, unique and exclusive; and a Dalmore cigar malt which, as its name suggests, is the perfect companion for a good cigar. Towards the end the evening, I feast on grilled shrimp, accompanied with garlic butter and lemon. With nothing else to say, my new bed awaits me.
A walk around the island I must say that the peacefulness and quietness that I feel encourage me to enjoy another beer and finish reading “Dune,” a famous bestseller by Frank Herbert. In spite of its futuristic style, a sentence about the relationship between man and nature appears at the right time. For me, The Maldives responds to the main reason of life and existence. It could be translated in the following way: “…The human question is not how many can possibly survive within the system [ecosystem], but what kind of existence is possible for those who do survive”. Soon, I am ready to go out and get to know the island. With trails specially designed for hiking and bicycling, my attention focuses on the non-existence of any litter. Not even a cigarette butt. It is like somebody lived exclusively, immersed in the vegetation, to pick up any anomalous object to the scenery. With low trees, white sand and without any natural elevation, except for the digital observatory that protrudes in the middle of the island, the presence of any animal is almost nonexistent. Back in “my room” I see that the sun is timidly fading into the deep blue. I believed that in spite of having seen hundreds of sunsets, in several parts of the world, this one is worth giving my full attention. I sit on the beach and I see in the distance a couple who also stopped to watch the unique sight. There’s nothing to think about here, just watch the pastel colors of the sky alternate as dusk approaches. The couple greets me from far and I respond kindly. They continue on their way along the beach. I realize it’s time to eat. On my way to one of the restaurants, I decided to ask at the front desk about diving options for the next day. I was attended by Suha who, through beautiful amber eyes, explained to me that the trips typically leave early morning, in the afternoon and also at night, depending on the experience of the diver. Gently she hands me the phone and I speak to Javier Sanchez, a Spanish guide who is part of the island’s Solene Dive School. I tell him about my few dives in the Caribbean and my interest in diving here. He assures me I won’t regret it at all. He’ll be waiting for me at nine o’clock on the dive school wharf. With tomorrow already planned, and anticipating that at least for three days I won’t be setting foot on a plane (it is recommended that you don’t dive a day prior to traveling, due to hazards related to the decompression). It’s Friday, so I head directly to the main bar of the island where there’s a whiskey tasting paired with the adequate explanation of a sommelier.
A day of diving and a bit of sun Right on time, at nine o’clock I introduce myself to Javier and the rest of the group that will be part of the excursion. After a quick explanation of the equipment –the signs we’ll be under water and the kind of fish that we are going to observe- we head towards the Daravandhoo Kuda Tila, 30 minutes away from the island. Considered one of the most tranquil places for the practice of the diving, this is a reef formation in form of a “C” in the southern part of Daravandhoo Island. Once in the chosen location, the orange immersion marks appear a few meters from the boat. The water is really clear and the bottom, only 10 meters deep, seems colored and in constant motion by hundreds of fish and shellfish that glide without stopping. It is perhaps one of the only places where fish don’t escape when they feel our presence, each of them continuing as if nothing or no one is watching them. Nudibranchs of all colors, clown fish, parrot fish, pikes, hawksbill turtles, choral sharks, hammer sharks an even a school of barracuda parade before us. Here you don’t have to be an expert, your only concern is to enjoy and be thankful for the opportunity of living this experience. I could have been there for hours, without tiring out. Finally, after 30 minutes, at the bottom it is time to resurface. On the boat, the crew requests us to wash our ears with mineral water, in order to avoid any type of infection, something that is common in The Maldives. At that moment, a small group of hawksbill turtles pass by our side. Javier informs us that the authorities of the Atoll stipulated laws to protect this species because of the high demand that has been decreasing its population. A bit of fruit, and we are back again on our way to Fushi. When we arrive at port, I say goodbye to the group and thank Javier for his attention. I go directly to the restaurant expecting to eat something. A tomato soup, grilled tuna and a little ice cream cheer up my afternoon. Any concerns or something I might have forgotten? None. A new book, this time “Journalistic Notes” by Gabriel García Márquez, a bit of the “Bitches Brew” album by Miles Davis and one more beer allow me to reach the end of the afternoon. Another aspect that makes The Maldives a unique place in the world is its restrictions on tourists from travelling throughout the island. Obviously, guests can enjoy everything the resort has to offer, but cannot come in contact with any of the native communities that lives on the islands. The only way, however, is if you receive a direct invitation from a Maldivian, or with permission
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from the local authorities. This norm has succeeded in keeping the customs and identity of the communities intact. At the reception desk I ask about the possibility of traveling to Eydhafushi, the Atoll capital, located to the north of the resort. After some checking, and a few calls to the island, I was informed that I can only visit it for a few hours. More than satisfied with the answer I decide to go to dinner. Today is BBQ night and Boda Beru will be playing, the folk music of the country. The announcer explains that Boda Beru is a fusion of different musical styles from the east Africa, southern India and even Malaysia and Singapore. At the beginning, there’s a smooth rhythm that will soon reach peaks of euphoria. The air is filled with the beating of drums and the uncontrolled dancing of its performers. It is like a kind of murga that seizes the soul and gives rise to the only moment of maximum bustle that takes place on the island. Many couples join to dance, but after a couple of minutes, the music is again soft oddly melancholy. It was a good way to finish the evening. A souvenir of the Baa Atoll Embarked on a Dhoni (traditional Maldivian raft), my guide, Eman, tells me that Eydhafushi is just minutes away from the island and, with the wind we have, I won’t have any worries. Nearly half of the way there, Eman invites me to steer his boat for a few minutes, to which I accede without thinking twice. Only a boat and a large sail: men and nature in perfect harmony. When arriving at the port of the Atoll capital, I find myself in a typical fishing town, but with the structures of a developed country. In two hours I will be meeting back with Eman, which gives me enough time to walk around the small seaside town. 1.300 meters long and 330 meters wide, this island houses 2.800 people, and unlike its neighboring island, it was established as the government and cultural center of Baa Atoll. Famous for the design of their sarongs (“pareos,” for Latin Americans), it’s become well known across the Indian Ocean as one of the artistic haven. I bought a couple souvenirs, but I don’t think there’s much else to see, and I find myself a bit disappointed. I decide to go back and meet my guide. I return to the island. It’s my last day at the resort and I want to take make the most of it. On my way back, I sit in the sand to watch the last sunset. I swim a little hopping to see some fish, but night is already falling. Once again in “my room” and with no intention of going out, I call the “In Village Dinner” to bring me some local dish. Among the special menus, I choose the “Maldives”; tuna soup as appetizer, a delicious combination of pumpkin, sweet ketchup and mustard seeds, rice, a fillet of the day’s with tomatoes, dried tuna with coconut and, for dessert, pieces of coconut, banana and cinnamon. Although it doesn’t seem like much, the portions are enough for someone with a good appetite, like me. With a little grief, I accommodate my belongings into my backpack and let Miles Davis and his trumpet travel across the island one last time. Maybe tomorrow these sounds will no longer sound the same to me because I will be in another place. But I know that every time I hear it, in the middle of a traffic jam or perhaps on some trip on the subway, I will remember the pure and calm sunset which innocently looses itself in the deep blue.
slow cities
In praise of the slow life Pages 36 to 45
The habit of doing everything fast has permeated the different aspects of life. The stews from days past, which took hours of cooking just to obtain the right feel, have been substituted by yoghurt and fast food. The visit to the doctor’s was once a friendly and sacred ritual. Today it consists of a ten minute formality, a number of prescriptions and few words in between. It is possible to book a tour around the world lasting an impersonal 12 days. Napping has become an obsolete concept at best. The spelling of words is cut down in internet chat rooms. The preludes to a romantic encounter are almost nonexistent. The time to do what really matters is limited at best. And when things looked like they were going to stay this way, something happened. What began as a tantrum, ended in revolution. If we take a moment – to get in the mood, as taking our time is what we are talking about – it can be considered one of the many pendular movements that have been recorded in history. Regardless, it was the result of tiny seed that was planted in Italy in 1986. At that moment in time, the enormous golden arches, belonging to a famous “M”, planned to take over Piazza Spagna, an emblematic spot in charming Rome. A new McDonald´s franchise was intent on opening; the paperwork was in place and the big opening was nearing. As everyone knows, the “M” is synonymous with junk food or fast food, depending on the viewpoint. The fact is that many people were against the opening and took to the streets, expressing their dissatisfaction in a strong and obstinate way, incorporating Italian pasta as their emblem in the protest that followed. With Carlo Petrini, a gastronomical journalist leading, the protestors denounced in every direction the menacing decline of traditional Italian food against the unstoppable advance of the standardized meals. The calling added new followers and the, by now open, fast food establishment was forced to shut down soon afterwards. For some people those demonstrators were no more than fundamentalists, to others just simples romantics. Nevertheless, they had achieved their goals, and they were going for more. Three years later, Slow Food had become an organization with its own manifest signed by a group of fifteen countries. The extensive 55 page document, on its prominent paragraphs states that the world 71
is being subjugated to velocity. Only guaranteed doses of a sensual, slow and lasting pleasure would achieve breaking away from the mad pace often times confused with efficiency. The purpose of this movement was not only rebelling against the global invasion of fast food. They clearly sought to promote the growing of local produce, to rescue local traditions and to respect the environment at all costs. Increasing the gastronomic culture of people, especially the younger generations, was also paramount to the cause. It’s worth mentioning that during the 20th century, the United States lost close to 95 % of its culinary diversity. In other words, the American population got used to eating the same things. Today the Slow movement has more than 80,000 members from 50 countries, organized in local groups or convivias. Surprisingly, or not, the United States is one of the member countries with the highest number of participants. In the land where the standardization of gastronomy was commonplace, regaining some of the lost traditions, such as eating fresh ingredients and enjoying the ritual of a meal, have become truly important. Slowfoodnation is the name under which the North American chapter of this utopic notion, born and raised on the other side of the Atlantic, operates. In 2008 they organized a remarkable event in San Francisco joining like minded causes to spread the word on the slow philosophy. They also opened an ornamental and edible garden in the downtown area, which is in line with their politics to promote urban gardens. This opportunity has been describe as historical, since a carefully set up pavilion allowed the numerous members of the crowd to discover the typical meals of each State, different one from the other and made from products harvested the old fashioned way. It is not a coincidence that the Slow Food Movement has, in its logo, an emblematic representative of slowness: the snail. Neither that their motto is summed up in three words: good, clean and fair. The members insist that food is good when it generates pleasure; clean if it doesn’t hurt the environment and fair if the farmers who cultivated and produced the goods received fair compensation. When we make reference to food, we can’t exclude drinks and beverages, off course. Tea, beer and wine are also a part of this universe to rediscover, which is beyond the boundaries of industrial production. In coherence with the above mentioned, Slow Food soon turned into an organizational scheme for many farmers and craftsmen, helping them to sell their products and saving them from possible extinction, at the hands of unequal competition against large monopolies and multinationals. One additional and interesting detail is the creation of the Ark of Taste, a project modeled after the story of Noah. Drawing parallels between the famous downpour and the unstoppable effects of global speed, few are the gastronomic treasures that today survive in a family production scenario. For this reason, and to preserve the species, they have created the “Baluarte” label which a court of taste, with headquarters in Italy, grants to high quality products that deserve to be preserved. For example, a certain member of
the movement discovered a gem almost by chance. The treasure was tomatoes macerated in herbs. The product, sold in jars in a small market, was elaborated by two aged brothers, following a recipe that only they knew. The tomatoes were exquisite. The combined age of both brothers totaled 150. It then followed that what they were doing was rescued from inevitable oblivion and included at the Ark of Taste, for future generations to enjoy. Something similar has happened with different varieties of cereals, chesses and some fruit. And so it has been with safekeeping saffron from Jiloca, grown, on one small patch of land in the entire world. We could also mention a type of apple from Valencia, close to disappearing, the muscatel grape from Sitges, the few remaining acres which were cared for by nuns, and exceptional high quality products like the Basque native pork or the Ganxet French broad bean. Although we are all aware that time runs faster these days, this concern started to dig deeper and deeper. Hence, what started as a movement centered on food soon began moving to a broader category: urban life. This gave birth to Cittaslow (Italian name that in English means “slow city”): an international network of cities grouped under the same philosophy and the same source: the Slow Food movement. The notion of megacities, where time is not only tyrant on television, began to oppose the municipalities whose values lie in rules of an altogether different game. Hospitable, noise and pollution free places, where citizens can eat healthy, enjoy the quietness, respect traditions and the environment, give more importance to pleasure over profits, and a slow pace over rushing. In these places, stores close on Thursdays and Sundays, and the public institutions open on Saturdays. The neon lights are nowhere to be seen and instead of supermarkets, small shops sell local specialties. These are cities that prove to be a paradise for walkers and those whom enjoy biking. As a byproduct of the previous emblem, an a orange snail carrying an ancient city on its back is the emblem of the Slow City certification given to towns and districts where enjoying life is practiced and encouraged. This certification is not easy to obtain because the requirements are clear cut and no aspiring member can disregard any of them: yes or yes the population size must be below 50 thousand, the local authorities must make efforts to preserve green and historical areas, central pedestrian zones must be established, a carefully designed gastronomic variety has to offered, and speed limits should not exceed 40 kilometers per hour. A new manifesto, applied in this case to the urban landscape, strives for cities where people still feel curiosity about past, cities rich in theaters, cafés and street corners, cities where the slow change of season and the charm of the products and flavors that are rooted in the local gastronomic tradition are appreciated. And it seems that there are many examples to draw upon, given that the movement now boasts more than one hundred cities in twelve countries and a very extensive list of applicants. Recently, the concept crossed European borders and
reached Asia. In 2006, ten towns applied to be part the network. All of them failed, however, given that their characteristics and geographical enclaves don’t fulfill the basics requirements. The members makeup a network of towns which work together and proudly exhibit a seal of quality tourism. Mar de Las Pampas, is until now the only Argentinean city that is in the running to become a member in this movement. The people of this costal town on the Atlantic Ocean proclaim having avoided the installation of a mobile phone antenna inside their urban area. In light of this, those who visit Mar de Las Pampas will find it difficult to connect to their cell phones. The locals claim that they hear complaints on the first days, relaxation on the second, and finally happiness on the third day. But there is more. The speed with which the modern world works has also contaminated the way in which we practice tourism. Tour packages offering to visit the world in record time are a classic example of inexorable logic: the larger number of countries visited, the more affordable the trip. An Argentinean comedian gracefully described how hard it is for a traveler, upon returning home, to identify the places shown in his or her photographs. Everything is confusing, the squares, the museums, the hotel rooms and the major capitals. Twelve countries in one week would seem a promising feast but the corollary never achieves more entity that an uninteresting cocktail. The reverse of this strict currency is proposed by Slow Travel: getting to know a place in depth, enjoy it, and in some way becoming a part of it. To achieve this we must to put aside the notion of rushing and fully enjoy each leg of the trip. Accommodations in rural areas, the discovery of the flavors of each region, and the direct contact with its inhabitants and the use of guides as mere references (and not as instructive of the right way to travel) are a good tricks to achieve this goal. The idea of Slow Travel suggests improvising, regaining the pleasure of wandering, and even the chance of getting lost as a regal way to encounter the unexpected. This will surely become something that will become a part of the owner’s memories, distinguishable among a million other photographs. The recovery of slowness as a way to assume life with pleasure, of dealing with things without too much anguish, to stop and watch, to resist the rush in order to enjoy life, sounds like a good utopia. Especially because it doesn’t mean betting on the decline of productivity, but only to hurry when it’s necessary, and slow down when the occasion deserves it. A concept, more than interesting, that exploded in organic form over twenty years ago to grow and grow, which can also be applied individually, opening the doors to hedonism and noting that sometimes pauses make a difference. To prepare or share a good meal, to devote time to things that we enjoy most, to forget sometimes the schedules and the gridded life, to travel freely. And why not, to slow down when it comes to love. This is what Slow Sex is about, a new current worth mentioning in closing. 72
The North Island, NZ Pages 46 to 54
It is far from everything. Even from its closest neighbor, Australia. Although there are two thousand kilometers between them, many people think of them as close to each other or at least similar. It’s not like this. For example we can say that there are no kangaroos in New Zealand. Instead there are kiwis, which are not only fruit, but also birds. Coordinates New Zealand is a speck in the antipodes. To get an initial idea about its geographical location, you must be determined to flip the globe upside-down. Eventually, we can distinguish the island, lost somewhere between the South Pacific and the Tasmanian Sea, a small archipelago of a surface similar to Japan or Great Britain. It is composed by two major islands and a large number of islets. The North Island, although smaller is the most populated and warmest of the two. One of them offers the intense beauty of its beaches, the other one –in the south- its snowy peaks. It is an entire country spread over the water, without land borders. Such condition of insularity, has determined a large number of fascinating details. Isolated for about 80 million years, for example, this space succeeded in keeping intact for long time an outstanding native biodiversity. Without any foreign species, weird specimens like the kiwis –New Zealand’s dwarfs relatives of the ostrich- or the kakapo – the only no flying cockatoo and the heaviest of its kind- ruled the area without any threats. But it didn’t last long. Around the V century of the Christian era, and by the same ocean that had kept the outsider world at bay, soft skin mammals came to stay. They made it aboard canoes, with rats, dogs, and spears on their backs. They were huge; they were Maoris and also pristine warriors. Urban and natural The North Island displays more preserved vestiges of native ancestral culture. It also contains untouched subtropical forests, natural huge mud pools, active volcanoes and black and golden sand beaches. Not in vain was it described by Rudyard Kipling as the eighth wonder of the world and chosen as the dazzling set for “The Lord of the Rings” movies. But such natural wonders also alternates with a handful of cities that vibrate on a cosmopolitan pulse. All of them under the imprint of a colonial past that survives with clear fidelity to the British Queen and the tradition of driving on the left side of the road. One of them, Auckland, is located over the Hauraki Gulf in full mountain range area, and it offers itself as the perfect starting point to explore the island. It’s most emblematic building is the Sky Tower, located in the financial district towering at 328 meters
in height, which offers a panoramic view of the entire city. The residents have a predilection for water sports, that’s why Auckland is known as the “city of sails.” Below it, and over the Cook Strait that divides the northern and southern island, we can find Wellington, the capital city, where the seismic activity is higher than on the rest of the island. A major geological fault that runs through its center has resulted in two devastating earthquakes during the XIX century. As a strategy to enforce architectonical integrity of the city, many civil structures use timber and hardwood as support. The counterpart is visible through a constant cultural activity made up by numerous museums, theatres and music companies. A God who’s up to it The Maoris believed that the god Ruaumoko was caught by accident under the surface of the earth. They attributed to him the most violent expressions of nature – earthquakes and volcanoes –due to his anger for being locked in the darkness. His legend is not in vain given that the whole of New Zealand is crisscrossed by a series of active volcanoes. The geysers are one of its most notable manifestations: columns of steam that emerge from the earth, to the amazement and joy of many tourists. Many of these phenomenons coexist with the inhabitants up close, as they burst into their lawns, public squares and cemeteries. Another major city, Rotorua, is located just 76 kilometers from Taupo, the biggest lake on the North Island. According to the legend it was formed in the year 181 AD, as a result of a volcanic eruption, so violent that it changed the color of the skies in distant places such as Europe and China. Near this place, half an hour away by car, is the Tongarino National Park, whose core is made up by three active volcanoes that shaped the landscape of the famous movie trilogy. In sum, this is a land as effervescent, as its native inhabitants are tough. History tells that in 1809, the entire crew of a ship –passengers included- was literally gulped down by Maoris who lived on the Whangaroa Peninsula. The motive was revenge, since a native had been flogged for refusing to work on a British boat. The cruel episode has been recorded as the worst slaughter that took place in New Zealand History. Native art Maori art is strongly linked to genealogy and has a divine origin. Each production is part of a general system of beliefs from people who differentiate their own gods and spirits, starting with the name of their people. The word ‘Maori’ means ordinary or normal. Kapa Haka is the name given to the native performing arts. It is spreading far and wide, especially thanks to Rugby –national sport of New Zealand- through the ritual ceremony performed by the All Blacks before every international match. Music and dancing are central features of the Maori culture, with different dances produced by men and women such as the “poi,” of strange movements, or the “haka,” a challenging and warrior ritual. It is also worth mentioning the wood and bone handcrafts, applied in the past to the construction of weapons, dwellings and boats. In general the drawings and carvings show curves and spirals designs, also present on the human skin. Written on the body For the Maori, permanent drawings covering their faces were not only decorative marks, but something
like a stamp of their own identity. In fact, when they first encountered the colonizers and were asked to sign documents, the tribal chief ’s signature was a careful print of his facial marks. These facial tattoos, called “moko,” remained popular until the end of XIX century and thereafter, spread to other parts of the body. For some decades, this primitive art has experienced a rebirth respecting the ancient traditions and designs of the Maori culture. The tools with which the Maori drew their tattoos were made from different materials, the most valuable of which were albatross bones. The reason for this was that the bones’ porosity allows for drawing long traces and loading a large quantity of pigment, which allowed for continuous and perfect the lines. This esteemed characteristic is appreciated even nowadays by professional tattoo artists, with their own styles throughout the world. Because the idea of tattooing the body is today fashionable and widespread practice, it’s worth seeing it, in its primitive state, when it was still a culture of its own, a proud tradition that seemed strange to the commercial trade. Some of this is still alive in the North Island, where we still find traces of past peoples and ancient roots once submerged in the remoteness of the geography and time.
DOMINICAN REPUBLIC
secrets in catalina island Pages 56 to 61
Under the sea, the colorful reef expresses it’s innocence. Ahead lays an island full of stories of pirates and corsairs who saw in it, the perfect place to escape and have a little slice of the Caribbean to rule and call their own. Its intense beauty doesn’t escape even those who visit it for only a few hours. From 15 meters below the surface, and through the clearest sea water, the world looks completely different. The fusion of the morning sky, coupled with the blue ocean and the peaceful silence, is accompanied by the endless dance of hundreds of multicolor fish exploring the reef. Everything about this place is truthful and sincere. Now it is possible for one to enjoy it personally. Catalina Island revives in the midst of its historical past. Catalina or Serena Key, as it’s known in Europe, is a 10 kms.² portion of land, located 45 minutes away from the port of La Romana, in southeastern Dominican Republic. It is considered by many diving enthusiasts as a “must see before you die reef ”. Surrounded by a coral that runs 500 meters from the shore, the island boasts a number of attractive diving spots, two of which stand out. “The Wall” is considered by many experts as the best diving spot on the island. The descent begins at a 73
depth of 5 meters and continues for another 45, where divers encounter a new terrace formation for the diver to continue exploring. Here the intensity of the coral’s colors start fading away into a shadowy gray tonality as the diver descends. The vehemence of nature is lost in the deepest blue of the sea. Every dive ends with a smile. This is even more evident in those who visit “The Aquarium” which, as its name suggests, is replete with constant life perpetually moving. Moray eels, clown fish, worm fish, sea urchins, globefishes, starfishes, multicolor sea anemones, manta rays and even barracuda glide freely back and forth. It becomes clear, here perhaps better than anywhere else on the island, why it belongs to the National Protecting Landscape Areas program and is also considered a Natural Monument since 2000. In light of this, Dominican authorities forbid people from living on the island, instead limiting visits to only a few hours at a time. A well-kept secret in the middle of the reef Even though Catalina is famous for having been baptized by Christopher Columbus in honor of one of the daughters of the Spanish King, and being a favorite among pirates and corsairs during colonial times, the reef also guards secrets that it gradually reveals as time goes by. In December 2007, an Italian tourist diving a mere three meters deep and 20 meters from the shore spotted an object resembling a barrel of an old ship. It was quickly confirmed that the discovery was part of the wreck of the “Quedah Merchant”, a vessel commanded by the British pirate William Kidd, 309 years ago. Until then, nobody had any information as to the location of the shipwreck site. Landing for a few hours After a few hours diving on the reef, you can access special makeshift tents on the beach, and enjoy a buffet lunch with the best of what Caribbean cuisine has to offer, a well stocked bar and a living area for those who prefer a little rest. Souvenirs made from coral pieces, and even peculiar dissected insects can make a good keepsake. It is vital, however, to maximize the limited time on the island. The island also offers a series of options for those wanting to get away from the beach for a while. Trekking throughout the terrain enables the visitor to spot the diverse wildlife of the region, including pigeons, nightingales, rabbits, raccoons and even wild pigs. All of these animals were introduced several years ago to populate the lonely island. Nevertheless, the beach and coral reef steal the show at Catalina Island. With appropriate snorkeling equipment, without need to stray far from the shore, and venturing a mere three meters beneath the surface, sea sponges and a coral seafloor offer a very different, yet equally beautiful, view of the reef. Old diver stories tell that if you are lucky, you might even spot a manatee on its way to the mangrove area of Catalina Island. With the afternoon sun setting, the island gradually becomes empty. This proves to be the perfect time to take one last picture and gaze over the surface of the ocean, looking for that dreamed of diving sport to return to; because even if your time there is limited, Catalina will stand the test of time and continue to be as beautiful as it ever was.
PUNTOS DE VISTA
Bailarín “sufi” actúa en el Nile Maxim, barco-restaurant en el Cairo - Foto: ezequiel-scagnetti.com
Ando rodando por mi camino buscando Puertas abiertas señas que me hagan ver Parques, bares, camas, trenes y lugares Cielos, infiernos, todo me da igual si no sé Si no sé para qué vivo, si en el mar se muere el río De la tierra prometida sólo me quedan heridas Pero de ésta voy a sacar la respuesta Voy a interrogar a cada ser viviente a ver si sale quién es el que nos miente
Ando rodando, Gustavo Santaolalla.