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AGOSTO ’10

GRANITE & RAINBOW

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23 .VIII.2010 #5

Granite & Rainbow

Editorial

Kiss, de Alfred Eisenstaedt

por Ainize Salaberri Doy por hecho que todo el mundo conoce la foto de arriba, y estoy segura de que no es mucho suponer. Quizás haya quien no conozca la historia de detrás, o quien no sepa quién la tomó, o quien sólo vea un beso. Pero en esta fotografía está contenido el futuro, una nueva vida, una ilusión, y la dificultad con la que se comienza, siempre, un nuevo camino. Con ese beso se simbolizaba la libertad, la posibilidad de volver a pavimentar el presente. Este nuevo número de Granite & Rainbow habla de la posguerra, del después, de la continuación de una vida que se creyó obsoleta 2

durante años. En este número se cuentan las vidas de aquéllos que sobrevivieron a bombas y campos de concentración. Contamos las historias de los refugiados, de los que tuvieron que emigrar, y también de los que se quedaron en el camino. Primo Levi e Imre Kertész sobrevivieron al Lager, al campo de concentración de Auschwitz; Cesare Pavese luchó contra el fascismo; George Orwell combatió contra la posguerra con sus palabras; Manuel Rivas rinde un homenaje; Curzio Malaparte nos cuenta su vida, nos abre su corazón, y nos deja helados con sus

confidencias; Wolfgang Borchert se siente traicionado y nos lo cuenta, y entonces nos sentimos traicionados por la vida por llevárselo tan pronto. Y muchas historias más que nos sobrecogerán el corazón. Me interesaba el después de la guerra, cómo sobrevivir, cómo es posible vencer a la guerra de una vez por todas y olvidar el término posguerra; conocer historias, entender, comenzar el proceso de desintoxicación bélica. Creo que hemos conseguido aliviar el dolor un poquito. Sed bienvenidos al quinto número de la revista Granite & Rainbow.


Poema ganador del Primer Certamen de poesía G&R “En diez palabras”

El 21 de este mes de agosto se conoció el fallo del primer concurso de poesía organizado por la revista. En nuestra página web www.graniteandrainbow.com puede leerse la entrada en la que verificamos y damos a conocer el poema ganador. Sin embargo, uno de los premios del certamen era publicar el poema ganador en el quinto número. Aquí lo tenéis, y espero que lo disfrutéis tanto como lo hemos disfrutado nosotros. El motivo principal por el que hemos considerado que debe ser éste y no otro el poema ganador ha sido el siguiente: Por la simpleza con la que la autora ha expuesto el dolor y el alivio de un triste silencio. Y porque, entendemos, cada uno podemos sacar nuestras propias conclusiones de la poesía. La autora de la poesía es Ana Carracedo, y desde aquí le mandamos nuestra más sincera enhorabuena y nuestras felicitaciones. ¡Disfrutad!

Nula voz Es triste el silencio impuesto, mas alegra el momento interrumpido.

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Los últimos días de... un sueño por Pedro Larrañaga

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El 17 de julio de 1936, en Madrid, una larga lista de nombres, con lo más ilustre del galleguismo, se preparaba para presentar ante las cortes el estatuto de autonomía de Galicia. En medio de aquel ambiente de euforia, alentado por la victoria en el referéndum autonómico, todos tenían la sensación de estar ante un momento clave en la historia del país. Y así fue, pero no por lo que todos ellos soñaban. El 17 de julio de 1936, el ejército de África se sublevaba contra el gobierno legítimo español. En los dos días siguientes, la insurrección triunfaba en las guarniciones militares de toda la península ibérica, poniendo al país en pie de guerra. Todos aquellos nombres ilustres, entre los que figuraban Castelao, Carballo Calero o Rafael Dieste, vieron cómo, en apenas un par de semanas, Galicia se convertía en uno de los lugares donde triunfó el alzamiento fascista. Así, el 17 de julio de 1936, se puso fin al sueño de toda aquella generación. A los sueños de todo un país, con el comienzo de una cruenta guerra civil. Sí, sin duda, una guerra es una tragedia, pero no es literatura, así ¿qué tiene que ver con la literatura gallega de posguerra? La verdad es que mucho, porque ese mismo día, en el que comenzaba una guerra, moría el sueño de un grupo de personas que habían unido sus intenciones literarias a sus actividades políticas. Dentro del movimiento galleguista, ya fuera en sus ramas izquierdista o derechista, se incluían todos los grandes personajes de las letras gallegas del momento. Castelao, Alexandre Bóveda, Otero Pedrayo, Rafael Dieste, Vicente Risco y otros muchos. El macabro ajuste de cuentas que iniciaron los fascistas se llevó muy pronto por delante a varios de estos ilustres. Ánxel Casal fue asesinado. Alexandre Bóveda murió fusilado en el arcén de una carretera y si esta lista no creció más, fue porque, al estar en Madrid negociando el estatuto, quedaron bajo la protección del gobierno republicano todos los que se encontraban en la capital. Sin embargo, la única vía de salida fue el exilio, condenando a la literatura gallega a una división de la que, tal vez, todavía no se haya recuperado. El exilio gallego trató, a través de muy diversas iniciativas culturales, de mantener con vida el sueño de una literatura fuerte, de alimentarla, a pesar de que era un océano el que la distanciaba de su tierra. Diversos proyectos editoriales, como Ediciones Galicia, del Centro Gallego, o Editorial Nós, trataron de llenar ese vacío, con varias publicaciones, entre las que había libros y revistas. La situación, en la propia Galicia, en cambio, sufrió un proceso histórico bastante distinto. De hecho, casi toda la iniciativa política quedó reducida a la “estrategia culturalista” de la Editorial Galaxia. A partir de la figura de un Ramón Piñeiro, pieza clave, para bien y para mal, de todo el devenir histórico de la literatura gallega de posguerra.

“El trabajo de Galaxia permitió a la literatura gallega encontrar un pequeño terreno en el que germinar”. Hasta la salida de la cárcel de Piñeiro, a finales de la década de los cuarenta, se recorrió una travesía del desierto, en la que nada pudo florecer. El nacimiento, de 1950, de esta editorial, permitió establecer las bases para el trabajo cultural, y político, de las actividades galleguistas. De hecho, el consejo de administración original, del 25 de julio de 1950, incluía a Otero Pedrayo, Fernández del Riego y otros, que ya habían desempeñado un importante papel en los años previos a la guerra civil. El trabajo de Galaxia permitió a la literatura gallega encontrar un pequeño terreno en el que germinar. Con la publicación de obras, tanto en poesía como en prosa, así como de textos de ensayo, se demostraba que el gallego, denigrado durante toda la dictadura, era un vehículo tan válido como cualquier otro, para la expresión y publicación de contenidos cultos y complejos. La lucha de Galaxia fue difícil, teniendo que superar, con ingenio y sutileza, todas las trabas de la censura y las reticencias de distribuidores y libreros, ante libros que podían acarrearles ciertos problemas. La labor, sorda, de subscriptores en Galicia y algunos otros en América, ayudó a salir con vida de los tiempos más complicados. Sin embargo, para sobrevivir, la Editorial Galaxia y sus miembros optaron, siempre, por mantener una actividad disfrazada de apoliticismo, para esquivar problemas todavía mayores de los que ya afrontaban. Ese decisión fue, poco a poco, criticada, con fuerza, desde las posiciones galleguistas en el exilio. Todos reconocían que la situación dentro de la dictadura no era fácil, pero se le pedía a Piñeiro y sus compañeros que mostraran una mayor beligerancia en su actitud de oposición al régimen. Las discrepancias fueron creciendo y las posiciones haciéndose cada vez más irreconciliables. Fue así como la literatura gallega continuó creciendo, con una escisión interna. La tragedia adquiría tintes dramáticos, ya que, los mejores elementos no trabajaban en una misma línea. Poco a poco, se convirtieron en dos moribundos en una isla desierta, asustados el uno del otro, cuando su objetivo era común. Aún hoy, más de setenta años después de que aquel sueño muriera, el 17 de julio de 1936, la literatura gallega no ha encontrado el camino para salir de esa enorme travesía del desierto.


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por Yanina Rosenberg “Abril es el mes más cruel, criando Lilas de la tierra muerta, mezclando memoria y deseo, removiendo

aclarar mucho más: la muerte,

"No dejaremos de explorar y al final de nuestra búsqueda llegaremos a donde empezamos y conoceremos por primera vez el lugar."

opuesta al mes de la primavera,

T.S. Eliot

turbias raíces con lluvia de primavera.”

Así comienza el famoso poema de T.S. Eliot La tierra Baldía, publicado en 1922. Y no resta

plantea irónicamente los logros de la guerra, que no son más que turbias raíces que borran la belleza de tiempo atrás. Belleza que ya no es posible sino en recuerdos. Mediante la inauguración de un lenguaje (y una técnica) nuevo asociado a la vanguardia, entonces

De estos pétreos desechos? Hijo de hombre, porque sólo conoces Un montón de imágenes rotas,

este tipo de literatura cuyo espíritu

donde golpea el sol.”

crítico surge del contexto desolado En

El poema se lee a través de el

poema,

l a citas sustanciales (aunque no del

degradación es el paisaje principal: todo explicativas) que, en su las imágenes evocan el pánico de f r a g m e n t a c i ó n d a n i d e a d e una tierra estéril, una Londres de totalidad; la destrucción es tal que posguerra devastada por la muerte l o g r a p e n e t r a r h a s t a l a s y el horror, la urbe irreconocible y profundidades del lenguaje. El fragmentada. Dicha degradación rebajamiento también alcanza al también se percibe en lo formal. La m i s m í s i m o d e s t i n o : d e l a s constante mixtura de registros, divinidades ha pasado a manos como el tono confesional burgués que barajan cartas de Tarot. Y lo con fragmentos bíblicos, por profético (“Tema la muerte por ejemplo, plantea una distinción en agua”) se mezcla con lo bajo del cuanto a la unidad.

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h u m o r ( re s u l t a q u e M a d a m e

“Leo, casi toda la noche, y en

Sosostris puede predecir desastres

invierno me voy al Sur.”

pero no su propio resfriado). De

Y enseguida: “Qué raíces se aferran,

igual forma, el pasado canónico se

qué ramas crecen

ritmo de un Rag de cabaret. Y esto

Tú no puedes decirlo, o adivinarlo, no hace más que incrementar la

en plena expansión, se configura

por la guerra.

en donde Shakespeare baila al

mezcla irreverente con el presente,

desesperación del lector. Pues, La tierra baldía tiene un ritmo disonante y alterno, colmado de c i t a s , l o q u e p ro f u n d i z a s u ambigüedad. Las referencias tan dispares (a Tristán e Isolda, a Baudelaire, al zen, entre otras) colocan al poema al borde de la incoherencia, tiñéndolo de oscuridad y tragedia. El poema reúne lo sórdido con lo hermoso y la melancolía con lo profético, haciendo resonar la memoria, entre los estruendos del pasado, descuajada por la guerra. Pero la caída de la lluvia al final del poema sugiere limpieza y reconciliación.

Apunta a la

combinación de los fragmentos en u n a m ú s i c a u n i fi c a d o r a , condensando belleza del dolor y afirmación de la desesperación.

S


La mina de la fantasía: El lápiz de Rosalía, Antón Cortizas. — Iraide Talavera

Uno de los mejores regalos Lo que el buen hombre no profesora no daba crédito: ponía, y de tanto escribir para una niña de seis años es sabía era que este alargado ¿ C ó m o p o d í a R o s a l í a tuvieron que sacarle punta un lápiz. Con él puede objeto tenía vida propia y portarse tan mal? ¿Por qué muchas veces, hasta que dibujar, trazar las líneas de su

quedó muy pequeñito.

mundo fantástico, y también

Rosalía lo cogió un poco

empezar a esbozar esas

triste y enfadada, porque lo

grafías que formarán su

habían gastado casi del todo.

nombre, para después unirse

En realidad, a ella no le

en frases, párrafos de

importaba que se inventara

pensamientos, ilusiones e

las palabras, le parecía muy

historias. El padre de Rosalía mucha imaginación. Cuando desobedecía siempre? lo sabía cuando se lo regaló. la pequeña iba al colegio y le

divertido y así se lo intentó escribir en un recreo; lo que

Un lápiz en apariencia normal tocaba escribir un dictado, el Hasta que un día, la maestra se reflejó en el papel, sin y corriente, adecuado para lápiz ponía lo que quería. descubrió que la culpa no era embargo, fue que el lápiz se niñas cuya destreza aún no Cuando le tocaba apuntar de Rosalía, sino del lapicero. sentía muy feliz de estar en la merece la condecoración del una palabra difícil, su amigo Al escuchar esto, los demás mano de una niña de seis bolígrafo. b u s c a b a u n a a ú n m á s niños no dudaron en usarlo años. rebuscada. Al principio, la para ver qué maravillas 6


NADA, de Carmen Laforet por Rosa Rodríguez Aibar Aunque hacía tiempo que tenía

No obstante, la soledad aparece

constancia de la enfermedad que aquejaba a asimismo en la obra bajo un prisma mucho más Carmen Laforet, el día que leí en la prensa la agradable, que se desliga, a mi parecer, de la noticia de su muerte (28 de febrero del 2004) no propia personalidad de la escritora. La soledad pude evitar que me visitara una emoción de constituye un concepto íntimamente relacionado tristeza. A la autora de Nada nunca le había con el ansia de libertad que Carmen Laforet lleva gustado la vida de la fama, por lo que, bien es dentro y que expande por toda su obra. Es esa cierto, no se dejaba ver demasiado, y apenas misma libertad que Andrea exalta, como si de un conocíamos nada sobre su trayectoria vital que no canto se tratase, al inicio del relato: “"Era la estuviese relacionado con su obra. Sin embargo, primera noche que viajaba sola, pero no estaba desde la primera vez que me adentré en la lectura asusta asustada; por el contrario, me parecía una de esta novela -debo reconocer que la he releído aventura agradable y excitante aquella profunda e n d i v e r s a s o c a s i o n e s - s e p ro d u j o u n a libertad en la noche", y que va a buscar espontánea sintonía entre la escritora, su novela y persistentemente a lo largo del mismo. mi joven espíritu lector que jamás me ha abandonado.

Pero, para conseguir su libertad, Andrea no tiene más remedio que huir de los que la

Carmen Laforet nace en Barcelona en avasallan, y en su huida se refugia en sí misma, en 1921, pero va a vivir en Canarias -escenario de su su soledad. ¿Se trata de una respuesta, por parte segunda novela, La isla y los demonios- hasta el de Carmen Laforet, a la influencia de la censura en final de la guerra civil, momento en que decide la época? Me parece a mí que tratándose de una regresar a la gran ciudad para estudiar Filosofía y censura como la que llegaron a vivir por aquellos Letras. En su obra –no demasiado extensa– ha deleznables tiempos, que prohibía y marcaba de i n fl u i d o d e f o r m a re v e l a d o r a s u p ro p i a forma tajante el camino a seguir, es posible personalidad, decididamente sellada por los establecer concomitancias entre la realidad y la conceptos de soledad y de libertad, sensaciones ficción: tanto para la escritora como para la éstas que se convierten en el eje temático de su protagonista de su novela, la libertad forma parte primera novela, Nada. ¡Cuánto existencialismo en de una naturaleza que admiran por encima de este título!

todas las cosas, esa misma naturaleza que se nos

Empecemos por esa soledad –tal vez p l a s m a e n N a d a m e d i a n t e m a g n í fi c a s identificada en esta desalentadora “Nada”–

que descripciones de las casas, de las calles, de la

aparece ya en el inicio de la novela para no música... supuesto, durante su estancia –un año– d e s v a n e c e r s e h a s t a e l fi n a l . A n d re a , l a en la calle de Aribau, Andrea sólo se siente feliz protagonista, llega sola a Barcelona, y nadie la cuando los miembros de su familia la dejan en paz espera; pero lo más significativo es que sola se va y puede disfrutar, en solitario, de sus sueños, ya a sentir durante el año que dura su estancia en la que esto equivale a ser libre. calle de Aribau. Y solitarios son también los

La protagonista de Laforet inicia su

habitantes de la casa, sus familiares; todos ellos primera aventura con su llegada a Barcelona, una son seres inmersos en una profunda depresión ciudad coronada, para ella, con una apasionante generada por los vestigios de la guerra y la dura aureola misteriosa bajo la tenue luz de la luna y el posguerra.

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acompañamiento de los faroles callejeros.


Impulsada por el firme deseo de estudiar de hacer los correspondientes reproches a la Letras en la Universidad, se instala en casa de joven intrusa en todo momento; y su tío Román, unos parientes maternos, que le abren las puertas un músico que intenta ocultar sus propias de su casa y le cierran, al mismo tiempo, las de la frustraciones, personales e intelectuales, mediante libertad, la alegría, la esperanza... No pasemos un manifiesto espíritu de superioridad frente a los desapercibido un detalle importante: nuestra demás miembros de su familia, sirviéndose, en protagonista, así como su creadora, Carmen muchas ocasiones, de un atractivo que le hace Laforet, son mujeres; y el régimen que se impone, aparentar un hombre interesante. política y socialmente hablando, en la inmediata

A partir de los personajes y del espacio

posguerra, no tiene en demasiada consideración podemos hacer referencia a dos tendencias la formación intelectual femenina. Dadas las narrativas de los años cuarenta: el existencialismo circunstancias, y el espíritu rebelde y ávido de y el tremendismo. Si el segundo se identifica con cultura de ambas mujeres, podemos observar en la crueldad y brutalidad de la vida humana,

la

Andrea un perfecto trasunto de Carmen. inquietud y la angustia existencial se hacen Indiscutiblemente, debió ser el premio Nadal, patentes en la novela española de la inmediata otorgado en 1944 a la joven y desconocida posguerra mediante un tono pesimista, amargo y escritora en los ambientes literarios de la época, fatalista, con temas que se podrían resumir en la lo que ayudó a vencer los problemas de censura muerte, el dolor, la desesperación. Hago rápida presentados a su primera novela.

mención a otras dos novelas de la época: La

Siguiendo con nuestra protagonista, familia de Pascual Duarte, de Cela, y La sombra Andrea se encuentra con un clima familiar que del ciprés es alargada, de Delibes, que junto a rebasa los límites del desencanto, por lo Nada marcan el camino de la narrativa de la mezquinamente humano que resulta ser. Son sus inmediata posguerra, y que van a imprimir parientes unos seres desequilibrados, que también en sus novelas estos tonos tremendistas arrastran con suma pesadez los vestigios que en y existencialistas a través de la enajenación y la ellos ha imprimido la guerra. La protagonista búsqueda de la autenticidad. penetra en el tenebroso microcosmos de la casa

No obstante, la violencia o el

de la calle de Aribau, donde viven sus familiares, tremendismo que se observa en las novelas de haciéndose eco, desde su primer momento, no posguerra viene producida por la hostilidad de las sólo de la hostil idiosincrasia de los habitantes, situaciones más que por el temperamento de los sino también de lo nefasto y poco acogedor que personajes. Las circunstancias generadas por los resulta el habitáculo.

desastres de la contienda son aprovechadas por

Nada más llegar a la casa, Andrea se los escritores para dar forma a la acción de sus encuentra con la triste figura de una viejecita, su personajes. abuela, que apenas la reconoce, y tras ésta va apareciendo toda la galería de personajes con los

En el caso concreto de Nada, podemos

que va a compartir su vida durante un año: la decir que el espacio que se habita ya es tremendo criada, de aspecto desagradable, vestida de de por sí: la desgastada escalera por la que sube negro y seguida de un perro, negro también; su tío atónita la protagonista la primera vez, las paredes Juan, hombre frustrado en su profesión de pintor desconchadas de la casa, los grifos macilentos, la y arrebatado por una especie de violencia pobreza de los muebles... Y todo esto sirve de patológica; la mujer de Juan, Gloria, que brilla en apoyo a las situaciones hostiles generadas por los el entorno familiar por su vulgaridad, simpleza y desastres de los tiempos que corren tras el final desaliño; la tía Angustias, aureolada de una del conflicto bélico. beatitud y moralismo insufrible, que se encargará 8


S o n s i t u a c i o n e s q u e a f e c t a n sensibilidad personal y musical de Román-, sobremanera a los personajes, convirtiéndoles en Andrea percibe la distancia de su amiga como un seres alienados que sufren en su misma locura, profundo hundimiento vital, y deambula por las pues ellos, que antaño habían disfrutado del calles guiada por un espíritu autómata y bienestar y comodidad que su condición burguesa sonámbulo. Es el momento en que la joven les ofrecía, ahora sufren hambre, frío, inseguridad, universitaria se va a sentir más sola que nunca suciedad... Y no siendo capaces de asimilar la hasta que se produce el feliz desenlace: Ena se pérdida de su posición social, se encierran en un disculpa por su actitud y decide sacarla de la callejón sin salida: la soledad; porque, ante todo, amarga parálisis afectiva de la casa de la calle de son seres solitarios, necesitados de cariño, pero Aribau, llevándola con su familia a Madrid, donde incapaces de buscarlo y ofrecerlo a los demás. Andrea trabajará para el padre de Ena y pasará a Esto les lleva a reacciones frenéticas, violentas formar parte de su familia. Las puertas de la que surgen tras las muchas e insufribles ilusión se vuelven a abrir para Andrea, como al discusiones en las que casi todos pierden el principio de la obra, pero ahora será una ilusión control de su razón y se dicen cosas tremendas, mucho más madura que la que tenía a su llegada crueles, en medio de risas neuróticas, de llantos a Barcelona, pues en ella pesa demasiado la desoladores, de gritos... La angustia que se sensación de la nada que le había abrumado genera de todo esto hace que la protagonista se durante un largo año. Pero, ¡cuántas historias encierre en lo más recóndito de su personalidad dentro de esta “nada”!: para, en soledad, intentar comprender ese mundo fantasmal de las personas mayores, para poder

"Sentía una viva emoción. Recordaba la

entender todo lo que sucede a su alrededor. Sin

terrible esperanza, el anhelo de vida con

lugar a dudas, estas reflexiones generan en

que las había subido [las escaleras] por

Andrea una aflicción irremediable que refleja la

primera vez. Me marchaba ahora sin haber

mencionada tendencia existencialista llevada a

conocido nada de lo que confusamente

cabo por la narrativa de la época.

esperaba: la vida en su plenitud, la

Andrea se convierte en una

alegría, el interés profundo, el amor. De la

espectadora -con la mirada atónita- de los seres y

casa de la calle de Aribau no me llevaba

circunstancias que le rodean en la casa de la calle

nada. Al menos, así creía yo entonces".

de Aribau, y sin saber por qué, intenta comprender su pobreza, el espíritu ruin y mezquino, la infidelidad y la frialdad que en la mayoría de las ocasiones alberga en ellos. Sólo cuando conoce a Ena, su amiga de la Facultad, Andrea vivirá momentos plenos de vida, de entusiasmo y de juventud. Ena le va a ofrecer esa felicidad que ella está tan lejos de conseguir en su casa. Y cuando la figura de Román, tío de Andrea, se interpone entre la amistad de ambas -Ena se siente terriblemente atraída por lo que ella considera una encantadora

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Los libros, la memoria, permanece Pueden tirar todas las bombas que quieran, pueden quemar los libros, intentarán borrar los recuerdos y resucitar al Gran Hermano del siglo XXI, pero la memoria del escritor jamás puede ser borrada. Aquí, la mejor prueba. Mr. Rosenblum sueña en inglés

La vida de los paseantes

La noche de los girondinos

Los enanos

Necrópolis

Jack dedica gran parte de su tiempo libre a recopilar una lista de normas, una guía exhaustiva de modos, costumbres y hábitos ingleses. Además, exceptuando alguna que otra palabrota, jamás se expresa en alemán. Desde su desembarco en Harwich en 1937 comprendió que la clave del éxito pasaba por la integración. Pero ocho años después de la segunda guerra mundial, y a pesar de todos sus esfuerzos, su apuesta por pasar desapercibido todavía tropieza con dificultades inesperadas, entre ellas las que le plantea su propia esposa.

La vida de los paseantes reúne treinta y nueve artículos de Sabastian Haffner un auténtico ario que en 1938 se exilió a Inglaterra, escritos entre 1933 y 1938, en los primeros años de la época nazi, un período caracterizado «porque de puertas afuera la vida apenas sufrió alteraciones: los cines, los teatros y los cafés estaban llenos, los paseantes deambulaban ingenuos por las calles». Una época en que los «aullidos de guerra amenazadores tratan de privar [a los paseantes] de su única defensa: de su entendimiento».Esta obra es un muestrario de la mejor prosa periodística de la época.

En Westerbork cada lunes, semana tras semana, se preparan las listasde los judíos que a la mañana siguiente serán arrojados a un tren de mercancías en un viaje sin retorno hacia la muerte: Auschwitz, Sobibór son algunos de esos destinos. Mujeres encinta, huérfanos, padres, enfermos, locos forman las grandes hileras hacia un tren que nunca se detiene. Nadie está a salvo. Ni los del Servicio de Orden, constituido por judíos que colaboran con los nazis. La noche de los girondinos es una novela conmovedora y amarga sobre el Holocausto.

Los enanos es la única novela de Harold Pinter y el embrión de su literatura. Una combinación perfecta de ironía y tribulación en lo que ya es, por méritos propios, un clásico inmarcesible de la literatura.Esta novela describe las complicadas vidas y preocupaciones de cuatro jóvenes ingleses tras la Segunda Guerra Mundial. En este grupo, la oscura rivalidad masculina se enturbia cuando uno de los protagonistas se enamora y se acuesta con la novia de uno de sus amigos. Amistad, amor y traición son los tres elementos sobre los que gira esta obra maestra de Pinter.

Campo de concentración de Natzweiler-Struthof sobre los Vosgos. El hombre que acaba de llegar junto a un grupo de turistas una tarde de verano no es un visitante cualquiera: es un ex deportado que con la distancia de los años ha regresado al lugar donde fue encerrado. De pronto, frente al barracón y el alambre de espino transformados ahora en museo, el flujo de la memoria comienza a discurrir y los recuerdos afloran cargados de dolor y de emoción. Escrito con un lenguaje crudo que no cede a la autocompasión, Necrópolis es un libro autobiográfico intenso y escalofriante.

FUENTE: La Casa del Libro 10


Las bombas de Candel

Todo aquel que se anima a leer

Cuando decidió escribir “Donde

esta novela (que en sí no lo es) se encuentra

la ciudad cambia su nombre”, Francisco

con un Candel protagonista, en una ciudad

debería haber concretado que todo lo que

por Iván Mourin

y en proceso de recuperación, que expone Desgraciadamente, se suele decir que los

aún adolecida por los estragos de la guerra aparece en las páginas es pura ficción.

la historia de cada personaje con la jerga escritores nos caracterizamos por nuestro local de la época, mostrando las rivalidades,

egocentrismo y soberbia, aunque a veces es

cotilleos, costumbres, infidelidades… que

cierto, y ahí va una muestra. Exprimiendo a

Existe un distrito de Barcelona conocido por ocurren en el pequeño vecindario como si su «musa inspiratoria», el sacerdote de la dos nombres: La Marina, para aquellos que fuese un fantasma que espera pegado a la

zona, el escritor tomó nota de todos los

desesperadamente desean lavarle la cara, y

puerta de cada vivienda,

secretos de confesión que éste dejó

Zona Franca, para los que somos de allí.

escuchando.

Gracias a multitud de programas que ansían

a g r a d a b l e p o d e r Candel, por aquellas fechas, se

torpemente por adentrarse en el «corazón

visualizar escenarios

autoproclamaba un ilustrado entre incultos,

de la calle», han popularizado este lugar

que han existido, como

y que creó la historia pensando que jamás

únicamente como zulo de toxicómanos. La

el cine del Port y el de llegaría a manos de aquellas gentes. Pero

realidad es bien diferente: Zona Franca es

Casas Baratas, y que

un barrio de clase obrera que ha ido

han desaparecido con que no saben leer, escuchan mejor que

E s escapar por su lengua afilada. Se dice que

ignoró un detalle importante: que aquellos

ascendido en la escala social con paso un golpe de grúa y cemento de bajo coste.

nadie. Los personajes pudieron identificarse

cauto, pero certero, y que, ante todo,

a sí mismos y a sus compañeros por sus

defiende y conserva con orgullo sus raíces. Que hay problema de drogas, es cierto, ¿pero no lo es también que incluso los mejores barrios esconden ratas bajo sus fachadas de oro?

Y, hablando de escenarios, me hace gracia leer nada más abrir la cubierta verde de cartón, en la edición de 1957, la primera, que tengo el placer de guardar en mi biblioteca personal, la frase «Él, el Candel, vive en Port, un barrio más

H u b o u n e s c r i t o r, l l a m a d o distinguido, si se quiere, a un tiro de honda

motes, ya que el escritor cometió el error de dejarse llevar por el aguijón de la estilográfica, cargado con el mortífero veneno de la tinta, y bautizarlos con sus apodos reales, aunque creyó que omitiendo los nombres no sucedería nada.

Francisco (Francesc, Paco) Candel, que de las Casas Baratas». Rio y rio hasta que la

El resultado fue una

quiso reflejar una parte concreta de éste, un cara me duele. ¿Por qué? Porque el Port no

auténtica cacería por

gueto compuesto por emigrantes andaluces es ni fue nunca un barrio, sino la calle

parte de los afectados

y gitanos, el Grupo de Viviendas Eduardo Nostra Senyora del Port, parte de este

contra el escritor y el

Aunós, más conocido como Casas Baratas. sector obrero y que está tan cerca como

sacerdote, que tuvieron

Francisco Candel Tortajada, nacido en Francisco Candel explica: a unos cincuenta

que abandonar el

Valencia en 1925, es un exponente clave metros.

b

para conocer este punto de Barcelona tan temido por aquellos que se dejan llevar más por la leyenda que por la realidad. Siendo aún pequeño, se trasladó con su familia allí, un conjunto de barracas construidas a los pies de la montaña de Montjuïc. La obra que trataría el modo de vivir de estas gentes se titularía “Donde la ciudad cambia su nombre”.

Pero esto en sí, carece de gran importancia.

r

r

i

o

,

independientemente de las causas jurídicas que hubo contra él (especialmente la de Juan de Dios, uno de los personajes que Candel decidió añadir

Hasta aquí, quien no mientras era títere de un crimen real). lo sepa, pensará que puede ser un libro extraño, un sucedáneo barcelonés del “Ulysses” de Joyce, pero no. Gracias a esta obra, Francisco Candel ganó fama; gracias a la polémica, si matizamos. El escándalo es el mejor marketing que puede haber.

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a

Pero, como suele decirse, no hay mal que por bien no venga, y como ha sucedido con otras y autores, el ardor de las bofetadas le reportó la gloria que buscaba.


EL DÍA QUE SE TERMINA

LA TRASTIENDA P

orque una guerra,

exactamente, ¿cuándo es que termina? Podría tomarse como final de una guerra la última explosión, el último disparo, el último sobresalto del último niño en la última casa donde queda el último eco. Pero una guerra, exactamente, cuándo se puede decir que una guerra comienza: ¿cuando empezamos a temerla o cuando se dispara la primera bala? Una guerra podría acabar cuando uno vence y otro pierde, o también cuando se deja de tener miedo. ¿Entramos, pues, en la posguerra, en cuanto se deja de disparar, o todavía es guerra pero resacosa? Si somos fieles, si tuviéramos claro cuándo es que una guerra termina y da paso a la época de posguerra, a la liberación o no, a volver a salir a la calle sin el miedo o con él, entonces no podríamos hablar de la trilogía de Josefina R. Aldecoa compuesta por Historia de una maestra, Mujeres de negro y La fuerza del destino. Si nos ceñimos a la verdad, este artículo jamás se debería haber escrito en el número que habla de la 12

posguerra. En Historia de una maestra se gesta la República y después la guerra civil española, en Mujeres de negro la guerra ya está siendo -pero, ¿cuándo se puede decir que una guerra empieza, en qué momento, con qué balazo y no antes, con qué muerte y no después?-, en La fuerza del destino ya Franco ha muerto y quizá el término posguerra queda ya sobado y lejano. Entonces, ¿qué es lo que me empuja hablar de ellos? Si una guerra empieza cuando truena el primer rifle y no cuando una madre pela las patatas en la cocina frente a una ventana pequeña que da a un patio que da a la casa de otra mujer que a su vez pela sus patatas y comentan por entre las rejas que sus maridos han escuchado que pronto va a llegar una guerra, si empieza cuando acuden los militares y no cuando un niño se mea en la cama porque escucha a sus padres en el salón como hablan del miedo que tienen, si una guerra empieza en el mismo momento que muere un inocente por una causa de antemano perdida y no cuando a la criada le tiembla la ropa y no atina,

UNA GUERRA por Fusa Díaz

mientras la señora la observa desde atrás y siente por primera vez lástima de ella, si una guerra termina en cuanto acude un vencedor y pisa al vencido y no cuando, después de muchos años, una mujer canosa escucha un estruendo terrible que podría recordar a una bomba y no se asusta, si una guerra termina cuando un avión lanza pan duro y no cuando el niño de la guerra crece y comprende por qué una vez tuvo un padre injusto que lo abandonó seducido por completo por la libertad, si una guerra se termina cuando el soldado vuelve a su casa y duerme en su cama y no cuando la madre, la hermana, la cuñada, de hija, la esposa, todas ellas, no cuando todas ellas aprenden a vivir sin el temor de perder a sus hombres, entonces este artículo jamás tuvo que haber visto la luz, o no por lo menos para este número de Granite & Rainbow que trata sobre la posguerra. Porque esta trilogía de Josefina Aldecoa no puede estar dentro ni del principio de una guerra ni del final. Y mucho menos quedar sepultado bajo el título de posguerra.


Sin embargo es justo hablar de Gabriela -la protagonista, quizá la propia escritora- sobre estas líneas porque había algo de posguerra en su vida antes incluso de que estallara la primera bomba. Y siguió habiendo algo de posguerra en su discurso después, mucho después de que muriera Franco y ella, en su vejez, empezara una retahíla interminable de recuerdos, ensoñaciones del terror.

“Hay una posguerra infinita en sus entrelíneas”.

Es confuso buscar las razones por las cuales me veo obligada a hablar de estas mujeres de negro en este “¿Cuándo es que termina una guerra? artículo, también es pura necesidad la que me dice que Pero una guerra, exactamente, cuándo se le debe a este pedazo de obra casi autobiográfica un lugar en la posguerra, es justo porque hay mujeres se puede decir que una guerra que padecen una suerte de animal peligroso en el comienza: ¿cuando empezamos a interior que les obliga a sufrir incluso antes de que temerla o cuando se dispara la primera ocurra la catástrofe, intuyen con un instinto terrible y es bala? por eso, porque Josefina R. Aldecoa habla de la posguerra incluso cuando habla de la República, es por eso, porque aparece la interminable resaca de una dictadura y porque décadas más tarde todo queda lejano pero todavía latente, por eso que decido que debo hablar de estas tres piezas que encajan entre los demás textos de posguerra: aunque no se hable de ello, aunque no haya datos que puedan confirmar que no es una estupidez este artículo. No existe la posguerra como tal, el momento en el que el silencio de los disparos da paso al vitoreo de los ganadores, no hay posguerra, si se busca, en estos tres libros de Josefina R. Aldecoa, pero hay una posguerra infinita en sus entrelíneas, en el pesar de la maestra que narra, de la hija que resucita, de la vieja que recuerda. Hay algo de posguerra verdadera antes, durante y mucho después, un ambiente austero y de pesar que mantiene a los protagonistas en vilo, pendientes siempre de lo que pueda venir, acechantes a esa posguerra que se eterniza incluso en este artículo. Es necesario que se hable de posguerra no justo cuando el último balazo atraviesa una familia y la descompone, sino muchos años después cuando, de forma contradictoria, la guerra todavía no se ha terminado. Cuando quizá nunca acabó por empezar del todo.

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Aleksandr Solzhenitsyn Una voz desde el abismo por Mikel Uranga

Siempre he creído que deben separarse obra y autor, juzgar uno de los factores en función del otro es injusto y, por qué no decirlo, inútil. Aleksandr Solzhenitsyn fue utilizado toda su vida como arma política arrojadiza, para justificar o denunciar actos propios o ajenos. ¿Quién era Aleksandr Solzhenitsyn? Siempre he tenido clara la

respuesta. Fue, es y siempre será la perfecta encarnación del alma rusa del siglo XX, c o m e n z a n d o p o r l o s z a re s d e S a n Petersburgo hasta la Duma Estatal del Kremlin, pasando por la Unión Soviética de los bolcheviques. Heredero de la tradición de Tolstoi, Dostoievski y Gogol, espejo en el que pudieron verse reflejadas las trágicas contradicciones de todo un país. Dejaremos de lado, de forma totalmente deliberada, al icono político para centrarnos, exclusivamente, en el escritor. De su pluma surgieron obras maestras e imperecederas como “Pabellón de Cancerosos” y “Un día en la vida de Iván Denisovich”. Pero éste premio Nobel alcanzaría la fama inmortal por otro libro, que no novela, de testimonios y biografías o, como acertó a llamarlo él mismo, ensayo de investigación literaria: “Archipiélago Gulag”. Después hablaremos de las dos últimas. Nacido de la unión de una mujer ucraniana y un oficial del ejército zarista en el año 1918, vivió en sus car nes el proceso de sovietización de su tierra. En la universidad de Rostov se decantó por el estudio de las

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matemáticas mientras cultivaba su afición por la filosofía y la literatura gracias a los cursos por correspondencia. Ferviente defensor del ideal bolchevique nunca cuestionó las decisiones tomadas por el estado. Al menos hasta ser encerrado en una de las islas del archipiélago que más tarde describiría. Durante la Segunda Guerra

Mundial, y gracias a su titulación universitaria, fue alistado como oficial de artillería en el Ejército Rojo. Involucrado en los frentes más importantes fue condecorado dos veces por mostrar gran valor y astucia en el combate, curiosamente fue en esos momentos cuando la inquebrantable fe que había tenido siempre depositada en su gobierno empezó a resquebrajarse. ¡El arresto! ¿Hará falta decir que parte nuestra vida en dos?, ¿que se abate sobre nosotros como un rayo?, ¿que representa un duro trauma espiritual que no todos son capaces de asimilar y que a menudo conduce a la locura? El universo tiene tantos centros como seres vivos hay en él. Cada uno de nosotros es un centro del universo. Y el cosmos se desmorona cuando le dicen a uno entre dientes: «¡Queda usted detenido!». Si alguien como usted está detenido, ¿no será que ha habido un cataclismo?, ¿habrá quedado algo en pie? Con el cerebro en blanco, incapaces de abarcar tales evoluciones del cosmos, a todos, del más simple al más despierto, no se nos ocurre en ese instante, pese a nuestra experiencia de la vida, más que balbucear: -¿Yo? ¿Por qué?

Pregunta repetida millones y millones de veces antes de que la hagamos nosotros, y que nunca ha obtenido respuesta. Una detención es un tránsito impresionante, un cambio que nos transpone de un estado a otro.

Detenido por poner en duda la estrategia del Ejército Rojo y bromear sobre Stalin en varias cartas enviadas a uno de sus amigos, Solzhenitsyn fue condenado a 8 años de trabajos forzados (de los cuales pasó varios en un centro científico para presos políticos gracias a sus conocimientos matemáticos, cosa que, según él mismo, le salvó la vida) y después al destierro perpetuo. Fue en esa época de su vida cuando escribió Un día en la vida de Iván Denísovich, una de sus obras más notables. Con la intención de refrescar mi memoria, volví a leer éste libro hace un par de días en un viaje de tren desde Madrid a Bilbao. No aparté mi mirada de sus páginas hasta terminarlo. Al cerrarlo, levanté la mirada y miré alrededor, tratando de cruzar mi mirada con la de algún otro ser vivo, sin éxito. Como la primera vez que devoré la historia, un sentimiento de soledad, angustia y muerte se apoderó de mí. Es imposible no ponerse en la piel de Shujov, su protagonista, y experimentar esas inabarcables y, al mismo tiempo, sencillas y simples sensaciones e ideas que discurren por su mente. El libro describe un día en la vida de Iván, encerrado en un gulag. Un preso ordinario, un día cualquiera en el que las pequeñeces de la vida libre cobran tal importancia que eclipsan cualquier otro concepto abstracto y complejo. Cómo


guardias. Un día, que es una vida entera, un todo tuvo lugar tal y como se describe aquí. instante de la condena, un instante que es Dedico este libro a todos los que no vivieron una eternidad. para contarlo, y que por favor me perdonen por no haberlo visto todo, por no recordar Alioshka ha oído que Shujov loaba a Dios en todo, y por no poder decirlo todo. voz alta, y se vuelve: -¿Lo ves, Ivan Denisovich? Tu alma aspira a Incluso advertido por tan estremecedora rezarle a Dios. ¿Por qué no dar libre curso a introducción, el lector no está preparado ese deseo? para asimilar lo que está a punto de leer. Shujov mira de reojo a Alioshka. Un fuego Solzhenitsyn fue muy consciente del brilla en sus ojos: diríase dos bujías. Suspira: terremoto que podría desatar si su trabajo -Porque las oraciones, Alioshka, son como fuese expuesto a la opinión pública y, las instancias: o no llegan a destino o se sobretodo, a la estatal. Poco tiempo antes resuelven con un “no ha lugar”. de darle los últimos retoques, el autor había sido amonestado por la novela El Primer La publicación del libro sólo fue posible Círculo, que había sido filtrada a Occidente y gracias a la insistencia del editor de Novi por la cual, toda su obra literaria fue Myr, el intento de Jruschov de distanciarse prohibida. Justo en ese momento fue del estalinismo y la fina ironía y humor negro galardonado con el, ya mencionado, Premio con el que Solzhenitsyn abordó el tema de la Nobel que no se atrevió a recoger por miedo vida en los gulags. Nunca antes el lector a que le denegasen el derecho a volver a soviético había tenido la oportunidad de leer casa. algo así, el impacto fue indescriptible, i n c l u s o f u e n e c e s a r i o e s c r i b i r u n a De nuevo, con una prosa abierta, sencilla y introducción para preparar al lector sobre lo salpicada por el característico humor que iba a leer. Más tarde, cuando le fue fatalista ruso, Solzhenitsyn fue capaz de concedido el premio Nobel, el jurado transmitir el apabullante sentimiento de subrayó especialmente la importancia de a l i e n a c i ó n , s o l e d a d , h u m i l l a c i ó n y éste libro a la hora de tomar tal decisión. deshumanización del recluso político. Más preocupado en sintetizar la complejidad de la historia de aquellos hombres y mujeres, prescindió de todo adorno literario. Tal vez fuera eso lo que me cautivó desde el primer momento, la indiscutible supremacía del qué sobre el cómo. Me avergüenza insinuar la posibilidad de haber comprendido, aunque sea de forma muy tangencial, los sentimientos de todas esas personas arrojadas al abismo. Pero no siento ni una pizca de remordimiento cuando esbozo una Llega el momento de dar el salto, pasar de medio sonrisa al leer fragmentos como: la ficción a la realidad, pero siguiendo de forma paralela ese eje, respecto al cual la Todos ponen cara seria, pero todos saben figura es simétrica y, por lo tanto, continúa que aquello es una caseta de feria, sobre expresando la misma idea, pero desde el todo los muchachos de la escolta que tienen otro lado del espejo. Archipiélago Gulag fue mucha menos picardía. En 1945, en la escrito en la clandestinidad, sin archivos ni prisión de tránsito de Novosibirsk, la escolta grabaciones, frutó del incasable trabajo de ordenaba a los presos que llegaban Solzhenitsyn quien entrevistó a 227 llamándolos por sus respectivos artículos: supervivientes de los campos de trabajo «¡Fulano de Tal!, 58-1a, veinticinco años». El soviéticos para, después, hilvanar sus jefe de la escolta estaba intrigado: «¿Y a ti historias con su propia vivencia personal. por qué te han echado veinticinco años?». Con el corazón renuente, durante años había detenido la publicación de este libro, ya terminado: mi obligación con aquellos que seguían vivos sobrepasaba mi obligación con los muertos. Pero ahora la Seguridad del Estado se ha apoderado de él, no tengo más alternativa que publicarlo inmediatamente. En este libro no hay personajes ni eventos ficticios. La gente y los lugares son llamados con sus propios nombres. Si son identificados por sus iniciales en vez de sus nombres, es por consideraciones personales. Si no son nombrados en absoluto, es sólo porque la memoria humana ha fallado al preservar sus nombres. Pero 15

de todas sus miserias y virtudes más extremas. Una máquina devoradora de hombres que consiguió que 50 millones de personas fuesen incapaces de plantar cara a los verdaderos culpables de su aniquilación y, en lugar de ello, se enfrentasen los unos a los otros, despiadadamente, viendo en sus compañeros de penurias a su único enemigo. La mitad de ellos nunca consiguió salir del “archipiélago”.

No quiero alargarme en lo que concierne a la vida del autor después de Archipiélago Gulag. Diré, para resumir, que fue expulsado de su país y acogido al otro lado del Telón de Acero, donde fue recibido con los brazos abiertos creyendo que encontrarían en él a un paladín de su causa. Pronto se dieron cuenta de su error, lo primero en salir de su boca fue una violenta reprimenda hacia Occidente y todos los valores en los que se asentaba. Siguió escribiendo y se recluyó cual monje hasta que, en 1994, se le permitió regresar a su hogar donde, a pesar de ser recibido como un héroe por el nuevo gobierno, las nuevas generaciones de rusos vieron en él a un autor anacrónico y poco accesible. Murió el 3 de agosto de 2008 en Moscú.

Tened cuidado al aproximaros a la obra de Aleksandr Solzhenitsyn. En ella flota, en todo momento, la depresión post-bélica de una sociedad que, aun ganando una guerra, no consiguió victoria alguna. En ella está escrita, como si de las losas de Moisés se tratará, la verdadera naturaleza humana. La descripción descarnada de todas las miserias que han acompañado al hombre «Pues, por nada.» «¡Mentira. Por nada, lo desde las cavernas hasta nuestros días, y que te cae son diez!» que tendrá que seguir arrastrando cuando se colonicen las estrellas. ¿Cómo analizar en esta breve reseña las vidas de esas 227 personas expuestas en carne viva en un solo libro? No me veo capaz y, más importante aún, no creo tener derecho a hacerlo. Prefiero sobrevolar las páginas del libro, desde una distancia prudencial. Si tuviera que resumirle a alguien el contenido, me decantaría por describirle como pone de manifiesto un sistema, de lo más kafkiano, capaz de vaciar a los seres humanos y de volver a rellenarlos con una pasta que únicamente contiene una mezcla


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“Ronda nocturna”, de Sarah Waters. La novela de la incapacidad y el secreto por Ainize Salaberri

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Antes de escribir Ronda Nocturna, Sarah Waters se había dedicado a escribir tres novelas maravillosas contextualizadas en la época victoriana. Para ésta, su cuarta novela, deja el siglo XIX para encararse al período de posguerra, a la década de los cuarenta, y sacar a la luz los verdaderos sentimientos, los más dolorosos y tristes de toda una generación: la de aquellos que lucharon y padecieron la segunda guerra mundial. Y sus personajes lo hacen sin resquicio de rencor u odio. Waters nos lo presenta como son: seres tristes, incapaces de encontrar –ni de buscar– la felicidad. “Me interesaba el período de después de la guerra, esa época oscura, tenebrosa y agotadora del cambio social y el reajustamiento moral”, dice Waters en una entrevista. Y añade que cuando comenzó a escribir la novela, sus propios personajes eran reticentes a hablar de guerra: “Los personajes parecían susurrarse unos a otros ‘no hablemos de guerra’, pero lo cierto es que no tenían nada más de que hablar.” Para escribir este libro, Waters realizó un basto trabajo de

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investigación. Para sus primeras novelas sólo disponía de los libros, pero en esta ocasión las fuentes de información eran muchas y muy variadas: libros, películas, documentos reales, periódicos, y en especial, y lo más valioso, diarios, los supervivientes, los recuerdos. Quizás por lo real de su investigación le haya salido a Waters una novela tan buena y esté tan bien narrada. No deja ningún cabo suelto, ningún dolor o pena sin explicar. Lo crea y lo deshace todo, desde el fin hasta el principio, porque ésa es precisamente la estructura del libro, y lo que le otorga un sentido único. Comienza la novela en 1947, pasa por 1944 y finaliza en 1941. De esta manera consigue explicar, a pequeños sorbos de incertidumbre, la desazón de los personajes en las primeras páginas, su infelicidad de ver algo positivo en las cosas que hacen. Waters nos presenta a Kay, Viv, Helen, Julia y a Duncan, el hermano de Viv. Todos ellos comparten un pasado en común, más allá de la guerra, o a pesar de ésta, y una relación en el presente del todo insatisfactoria. La huella de


la guerra, del temor, del polvo de los edificios destruidos, de las esperanzas marchitas, de la capacidad de imaginar, se ha quedado demasiado impreso en ellos, demolido junto con los cadáveres de las casas de Londres. Comparten, además, algo mucho más turbio: un secreto. Un secreto que les reprime de vivir, que les sostiene en el aire rozando el suelo sin poder asentarse en él. Ese secreto, ese tácito silencio, es el eslabón de la cadena que les mantiene aún en la guerra. Y da la sensación de que la guerra no fue su lucha, sino que el enemigo real es la posguerra. Como si la guerra hubiese sido un accidente y tardasen años, hasta el 1947, en morir.

que se muerde la cola. Pero los personajes de Waters están abocados a eso, al estado insatisfactorio pleno ocasionado por la guerra. Están marcados para siempre con ésta. O como diría el filósofo Nietzsche, “El eterno retorno”. Es el pasado la llaga eterna y supurante que siempre vuelve.

“Introdujo a Mundy en la penumbra de la casa torcida. Pensó que la casa era más alarmante que nunca cuando se presentaba delante de aquel modo. Era el último edificio que quedaba de lo que en otro tiempo, antes de la guerra, había sido una larga hilera de viviendas; conservaba las marcas en los dos extremos por donde había estado adosada a sus vecinas, el zigzag de La historia gira, sobre todo y pese a escaleras fantasmas y los contornos ser una novela coral, alrededor de de hogares ausentes. Duncan no Kay, Julia y Helen. Es aquí donde se entendía cómo se tenía en pie; entremezclan los amores del pasado nunca había podido ahuyentar la y del presente y de los que nacen los sensación cuando entraba con mayores temores, las incapacidades. Mundy en el recibidor, de que algún Cuando el amor tendría que curar, la día cerraría la puerta una pizca más guerra y la posguerra, y ayudar, sólo fuerte que de costumbre y toda la arremete contra el mismo dolor, casa se vendría abajo.” aliándose, alienándose, y sacrifica toda posibilidad de felicidad, aunque Puede parecer ésta una descripción ésta tan sólo dure unos segundos en brillante de la casa después de la boca del amante. Es la pescadilla contienda, pero yo veo algo más.

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Veo un paralelismo brillante: la casa parece que está a punto de quebrarse, de la misma manera que todos los protagonistas de la novela están, a un paso, a una puntada más de que se termine el hilo que les une a la vida.

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del sonido de las bombas y las sirenas? Sarah Waters ha vuelto a escribir una novela memorable. Ése es su dón, y esta novela nuestro regalo. Porque Waters analiza la guerra como si ella misma la hubiese vivido, siente el mismo dolor, comparte el mismo “Helen abrió los ojos y contempló el pesar, respira de la misma nube de luminoso azul del cielo. ¿Era una polvo que sus protagonistas, que el locura, se preguntó, agradecer, como Londres de hace sesenta años, y hacía, momentos como aquéllos en escribe una historia de dureza y un mundo donde había bombas crueldad puras, pero desde el atómicas... y campos de máximo respeto y honrando a las concentración y cámaras de gas? La víctimas y también a los gente seguía despedazándose entre supervivientes. Nos acerca lo que es sí. Seguía habiendo asesinatos, dormir todas las noches con la hambre, disturbios, en Polonia, muerte y con la pena, con la soledad Palestina, India... Dios sabía dónde y con la sensación constante, más. La propia Gran Bretaña imperecedera, de no poder ser caminaba hacia la bancarrota y la ayudado, porque la guerra, la decadencia. ¿Era una forma de posguerra, el después, no tiene cura estupidez o de egoísmo el deseo de alguna. poder entregarse a naderías: el chunchún de la banda de Regent’s Park, el sol en la cara, el picor de la hierba bajo los talones, la circulación de la cerveza turbia por las venas, la proximidad secreta de tu amante? ¿O eran esas nimiedades lo único que poseía? ¿No debería, justamente, conservarlas? ¿Convertirlas en lágrimas de cristal que se pudiesen guardar como amuletos en una pulsera y a los que invocar contra el próximo peligro que se presentara?” ¿Vosotros qué creéis? ¿Es una estupidez o un acto egoísta intentar sobrevivir aunque se sepa de la imposibilidad de otras personas en hacerlo? ¿No es, acaso, la única forma de supervivencia posible, sin que tintinee la sombra de la guerra,

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Se estremecía con cada explosión. Toda su confianza pareció abandonarla. Empezó a temblar, como si hubiera perdido el hábito, el tranquillo de vivir en guerra; como si de pronto sólo conociera la amenaza, la certeza del peligro, lo inevitable de dolor. Pág. 482

En el primer bombardeo había intentado ayudar a todo el mundo; en ocasiones, incluso había dado dinero de su propio bolsillo. Pero la guerra te volvía indiferente. Pensó con tristeza que empezabas creyendo que serías una especie de heroína. Y acababas pensando sólo en ti misma. Pág. 322

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“La guerra es la guerra. El único ser humano bueno es el que ha muerto." George Orwell

Rebelión en la granja por J. Álvaro Gómez Ya, en el número 3 de nuestra revista, escribí algo sobre la vida del escritor George Orwell con aquel maravilloso libro de 1984. Ahora toca Rebelión en la granja, una fábula - no nos olvidemos de esto-, que va directa a criticar a la revolución rusa y a sus consecuencias. No me deja de sorprender varios elementos que he ido descubriendo según me iba adentrando más y más en esta obra. Uno, es el año en el que está escrito, entre noviembre de 1943 y febrero de 1944, concebida como una sátira sobre la revolución rusa, puede servir para cualquier revolución o guerra que hubo en el siglo pasado o en el presente. Es por eso qué, aun siendo de 1944, su lectura es actual. Ya hablamos de lo contemporáneo que es la escritura de Orwell. Dos, es la trayectoria que siguió la obra hasta su definitiva publicación. Fue rechazada por cuatro editores, uno de ellos incluso bajo aviso del Ministerios 19

de Información. Les dejo con un extracto de una carta del editor, en relación a la posible publicación del libro y que Orwell trascribe en el epílogo: "Me refiero a la reacción que he observado en un importante funcionario del Ministerio de Información con respecto a Rebelión en la granja. Tengo que confesar que su opinión me ha dado mucho que pensar... Ahora me doy cuenta de cuán peligroso puede ser el publicarlo en estos momentos porque, si la fábula estuviera dedicada a todos los dictadores y a todas las dictaduras en general, su publicación no estaría mal vista, pero la trama sigue tan fielmente el curso histórico de la Rusia de los Soviets y de sus dos dictadores que sólo puede aplicarse a aquel país, con exclusión de cualquier otro régimen dictatorial. Y otra cosa: sería menos ofensiva si la casta dominante que aparece en la fábula no fuera la de los cerdos. (*) Creo que la elección de estos animales puede ser ofensiva y de modo especial para quienes sean un poco susceptibles, como es el caso de los rusos. "


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(*) No está claro quién ha sugerido esta modificación, si es idea propia del Sr. X... o si proviene del propio Ministerio. Pero parece tener marchamo oficial. (Nota de G. Orwell.) Orwell se permite el lujo de ofrecernos un epílogo sobre la libertad de prensa y sobre sus consecuencias estupendo. Se puede notar como, después de haber publicado el libro, se siente liberado y respaldado -fue un éxito de ventas- para protestar contra todos aquellos que seguían los dictados de los poderes fatuos. El servilismo con que se trataba a Rusia y la falta de opinión contra ella, hace que, ese epílogo, sea un ejercicio a tener en cuenta para muchos medios de comunicación de hoy en día, que bajan la cabeza ante los que manejan los hilos del poder. Y tercero, y como bien indica la carta que arriba he trascrito, es ejercicio entretenido de traspolar los personajes ficticios del libro a los que en ese momento eran la realidad. Es ameno ver como, con la historia de la revolución rusa en la mano, se pueden encontrar las posibles similitudes –aun cayendo en posibles errores- con la vida real. Como por ejemplo, el papel principal del señor Jones que es muy similar al papel que representó el Zar de Rusia, o intentar ver a Trotsky como Snowball (un personaje de los que más interés me crea), o a Hitler como el Señor Frederick o a Stalin como Napoleón. Les resultará muy divertido descubrirlos. El libro- fábula es todo un clásico y, por lo tanto, de sobra conocido por los lectores, quizás no por haberlo leído sino por las versiones cinematográficas que de él se han realizado –algunas de ellas de desagradable resultado-. La historia se centra en una granja propiedad del señor Jones, un borrachín que descuida el mantenimiento de la misma y de sus habitantes. Pronto, el viejo cerdo Mayor, intenta convencer a los demás sobre lo bueno que sería hacerse con el control por los propios animales. Se prepara un plan para asaltar el poder del señor Jones, se crea un himno con una música entre “La cucaracha” y “La Clementina”, y comienzan las primeras promesas de futuro. Una vez ha triunfado la revolución, se dan cuenta que hay que administrar la granja. Se organizan de tal manera que, en un principio, da más beneficios que cuando la dirigía el señor Jones. A la par, también se crean unos mandamientos para el mantenimiento moral de la granja, un ejército para salvaguardar los límites de la finca y se mandan palomas mensajeras para mezclarse con otros animales y contarles lo beneficioso de levantarse contra el opresor

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campesino. De este modo nace un estado casi independiente de las demás granjas. Pero poco a poco el ansia de poder y las contra-revoluciones comienzan a nacer. Snowball y Napoleón son los cabecillas de la organización y, entre ellos, empiezan las muestras de desconfianza. Snowball se marcha y todo comienza a cambiar, el poder ya no es dirigido para el mantenimiento y bienestar de los animales y la granja, sino para el beneficio de unos pocos elegidos, aquellos que tienen el mando. Lo que continúa es de sobra conocido por la historia. El final, más concretamente las últimas líneas, me parecen geniales. El giño que hace a qué, con el paso del tiempo y después del sacrificio de los animales, todo es lo mismo, me parece de una lucidez extraordinaria, sin perder de vista como lo hace. El libro apenas llega a las cien hojas, por lo que, si no lo tienen o aún no lo han leído, es el momento en estas vacaciones, entre esperas de aviones o trenes, o mejor, entre chapuzón y chapuzón, este relato “no tan” fantástico le enganchará, le divertirá y, algo que ocurre pocas veces, le enseñará algo de historia sin que usted se dé cuenta. D e re g a l o l e s d e j o c o n l o s s i e t e p r i m e ro s mandamientos de esta Animal Farm, la persona que termine la lectura de este libro, se dará cuenta que, de estos siete primeros mandamientos, al final apenas queda nada: 1. Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo. 2. Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es un amigo. 3. Ningún animal usará ropa. 4. Ningún animal dormirá en una cama. 5. Ningún animal beberá alcohol. 6. Ningún animal matará a otro animal. 7. Todos los animales son iguales.


Idas y venidas de una ourensana — Verónica Lorenzo

En Ourense hay una calle, cerca de la del Progreso, llamada Dora y Pura Vázquez. Hermanas, son las particulares hermanas Brontë gallegas, ambas mujeres de letras (una escritora, la otra poeta) y poco convencionales, especialmente Pura. Ella fue la primera mujer que se atrevió a publicar en gallego tras la Guerra Civil y en plena dictadura franquista. En 1943 comenzó su osadía con la publicación de su primer poemario, Peregrino de amor, publicado en Marruecos, pero su verdadera incursión en la literatura gallega se produjo con la publicación de Íntimas en el año 1952. A partir de esta obra se puede ver una poesía más definida, con las líneas que caracterizarían en adelante a Pura. Su poesía nos muestra un abanico de emociones que ella exploró y trata de mostrarlos hasta el punto de lograr la identificación del público con aquellos sentimientos fruto

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de una extrema sensibilidad y exaltación de aspectos propios de la cultura gallega. Habla en sus versos de aquel dolor íntimo, de la tristeza, de la angustia, de la soledad, pero también de la pasión, del amor, de la felicidad. Cada uno de sus poemas es un paseo por diferentes estados que se hacen propios, se meten dentro y experimentas en cada verso con mayor o menor intensidad. Nacendo estou na flor da mar. Nacendo criatura do amor que doe e crea. Resucitei nas marexadas. Subo entre escadas descuma e verdes ondas, doces sosegos. Brisas relentadas. Fronte a este infindo pulo este latexo ilimitado devorando rochas, clamando por espacios, movedío. Ollo a terra ardentíza. A matria austera soñando cunhas agras serenísimas, con inmóviles barcos e ronseles. Con celmosas mareas e maliaxes. Cambeante eternidade que me tunde, doime o misterio. Os mundos me limitan. Pero amo estas salgadas, duras ondas. Este deserto azul. A area pálida... A dor do amor. Do mar. Todo a conterme.

Pero sus poesías reflejan también a una mujer que nació en 1918, la cuarta de cinco hermanos, hija de un trabajador de Correos y de una ama de casa. En su adolescencia accede al mundo escrito, descubriendo su pasión por la literatura y con el apoyo de sus padres, quienes le regalaron su primera máquina de escribir y en el instituto Ramón Otero Pedrayo se encarga de orientar sus publicaciones, que verían la luz en la revista La Zarpa. Cuando estalla la Guerra Civil, Pura tiene tan sólo 18 años y ve cómo a su padre lo trasladan para A Guarda y allí es detenido y llevado a prisión, donde pasará tres años. Al poco tiempo, Pura se dedicará, como su hermana Dora, a la docencia, primero en Galicia y después en un pueblo de Segovia. En estos años es cuando dan a luz sus primeras obras. Por problemas de salud es trasladada a Madrid, donde entra en contacto con las élites culturales y


conoce, entre otros, a Carmen Conde, Pío Baroja, Camilo José Cela, etc., y publica en las revistas españolas a la vez que hace su propia incursión en la literatura infantil. Pero Pura era una mujer curiosa y aventurera. En 1955 realizará el primero de sus viajes a Venezuela, en busca de un futuro mejor. En Caracas entra a trabajar en un parvulario y luego será la secretaria de la Escuela de Humanidades. Su actividad literaria continúa, colaborando con publicaciones españolas, pero también venezolanas. En 1960 regresa a Madrid por dos años, con la novedad que en aquella época comienza a crear canciones, llegando a presentarse una de ellas al VI Festival de la Canción Mediterránea. En 1962 regresa a Venezuela y trabaja como secretaria en la Reaseguradora Nacional. Pero regresará a Galicia y a Madrid dos años más tarde por un corto periodo de tiempo. Cuando realiza su tercer viaje a Caracas, trabaja de archivera de fotografía en el Instituto de Cooperación Educativa. Sin embargo, el tiempo venezolano se rompe cuando Pura sufre un asalto en la calle que la mantiene atemorizada durante un tiempo considerable y le obliga a tomar la decisión de volver definitivamente a España en el año 1969. Se gana el puesto de maestra en Marchena (Sevilla), y un año más tarde se traslada a Madrid. La publicación, sobre todo destinada al público infantil, en colaboración con su hermana Dora es constante. Publicará su única novela larga, Os Aldán foron a América. En 1975 se casa con un maestro del mismo colegio en el que trabaja, pero enviudará diez años más tarde. Es entonces cuando regresa

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a Galicia y por un período de seis años su actividad literaria cesa. Pero a partir de 1992 vuelve a escribir y a publicar. Sufrirá y superará en los noventa la misma enfermedad que se llevó a su marido, cáncer, y aprovechará su convalecencia para escribir sus memorias que verán la luz en 1999, Terra matria dos soños. Tras recibir algunos homenajes, con una obra que se fue revalorizando en sus últimos años de vida, Pura Vázquez falleció en Ourense el 25 de julio de 2006.


¿De verdad es tan grave? ¿Hasta dónde importa el pasado de los escritores? por María Zaragoza Hidalgo ¿Y de verdad importa que Günter

eso si sirvió a Hitler con diecisiete

Hemos olvidado, gracias a su

Grass sirviese a los nazis?

años. Hablando de eso,

confesión, la crítica mordaz y brutal

La tendencia común del ser

retrotraigámonos a la adolescencia

que Günter Grass ha hecho de la

humano a juzgar a un hombre por un

de Grass: tiene diecisiete años en la

sociedad de su época adolescente,

solo acto nos ha llevado en muchas

segunda guerra mundial, es alemán,

de esa sociedad que vio nacer al

ocasiones a la tensión y al

está en la edad de servir a su país,

nazismo y lo apoyó. Hemos olvidado,

desequilibrio. Desde que Günter

¿es extraño entonces que lo hiciera,

ya que participó en su momento de

Grass confesase que sirvió en las

que se alistase? Ha pedido

ella, el retrato que nos ha regalado

Waffen-SS, muchos han sido los

disculpas, se ha excusado, ha

de todo lo que hubo, de lo que de

detractores que le han salido bajo las

llegado a decir que fue reclutado en

verdad hubo, escrito desde dentro,

piedras acusando y juzgando a un

contra de su voluntad; puede que

desde el corazón de una sociedad

hombre que, tan sólo, vivió en la

fuera cierto, y si no, ¿qué? Tenía

que ha eliminado la verdad de sus

época que le tocó vivir sin más. A

diecisiete años, y es bastante posible

libros de texto. Es cierto que hay que

nosotros, los humanos, estos seres

que, como la mayor parte de los

condenar el nazismo, es cierto que

raquíticos de cerebro pesado, nos

jóvenes de esa edad, no supiese de

no hay que olvidar el holocausto, es

resulta sorprendentemente fácil

política ni de guerras ni de

cierto que fue una barbaridad, pero

olvidar todo lo posterior, todo lo que

enfrentamientos. El nazismo ha sido

no es menos cierto que miles de

Grass nos ha enseñado y aportado,

un monstruo con carácter

p e r s o n a s i n o c e n t e s s e v i e ro n

no sólo en el terreno de la literatura,

retroactivo. En el momento en el que

implicadas en ese barco sin comerlo

que ya sería bastante, sino en todos

los hechos ocurrieron era difícil saber

ni beberlo, que se vieron arrastradas

los sentidos humanitarios y

desde dentro qué estaba

por un país que se estaba

filosóficos. Günter Grass es un

sucediendo. Por no decir imposible.

convirtiendo en una bestia sin que

hombre lúcido, brillante y

¿Qué iba a saber un joven Günter

ellos deseasen ser parte integrante

comprometido, pero poco importa

Grass de diecisiete años?

de nada, sin que tuvieran idea de lo

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que sucedía en realidad.

huye de los lugares comunes, que hombre necesita algo a lo que

En su novela A paso de cangrejo no se deja arrastrar por lo que de a g a r r a r s e

cuando

está

nos regala una verdad como un esa sociedad alemana y polaca de desesperado, no se puede dejar a templo, nos retrata la tragedia antes de la guerra, durante la la gente sin nada que perder o se desde el punto de vista de las guerra y tras la guerra, se ha volverán peligrosos. Hitler y toda su víctimas y de los verdugos, que a llegado casi a institucionalizar. Y es parafernalia eran una promesa de su modo fueron también víctimas q u e n o p u e d e , h u b i e r a s i d o redención hecha carne, eran la de su ignorancia.

imposible que llegase a una posibilidad de renacer. Si alguien se conclusión manida o sensiblera cree libre de caer en apoyar un porque Oscar Matzerath no es un t o t a l i t a r i s m o r e c o m i e n d o niño cualquiera. Oscar Matzerath es encarecidamente el visionado de la Alemania llena de ignorancia y Die Welle (La ola, Dennis Gansel, resentimiento que decidió tener tres 2008), película mal resuelta pero años para siempre, que decidió muy gráfica en cuanto a lo que trato dejarse llevar por la musicalidad y el de decir.

Aunque yo estoy aquí en realidad para hablar de otro ser, de un pequeño niño que decide dejar de crecer a los tres años, un ser monstruoso que representa como nadie había representado antes a la sociedad alemana de la época, un niño que sólo tiene una fijación en

ritmo de los tambores y de los uniformes, que cerró los ojos y avanzó hasta verse atrapada por ella misma en un psiquiátrico con el aspecto deforme de un hombre que q u i s o c re c e r c u a n d o y a e r a demasiado tarde. Aquí he de hacer un apunte que no es ni mucho menos gratuito: cuando hablo de

La Alemania de Hitler ignorancia hablo del “no saber” y necesitaba creer como quien se con cuerpo de niño: tocar su no de la estulticia. Hace no agarra a Dios o al diablo porque no tambor de hojalata. Estoy hablando, demasiado, comiendo con un tenían nada, no eran nadie, tenían la cómo no, del brillante y terrible amigo historiador, hablamos de la s e n s a c i ó n d e e s t a r s i e n d o Oscar Matzerath, protagonista de la época que precedió al nacimiento castigados de forma injusta y eso novela más notable del Nobel del nazismo y me dijo, entre sorbo y hace que una promesa se convierta alemán. Desde el psiquiátrico sorbo de una caña bien fría que, en una esperanza. De lo que en donde se ve internado antes de desde luego, en aquel contexto, en realidad ocurría, del holocausto, de cumplir la treintena, Oscar narra a ese momento, él también hubiese los afanes expansionistas de Hitler, su manera particular, cruel y votado a Hitler. Aquello me hizo de todo lo que conllevó aquella aniñada, los hechos más relevantes re fl e x i o n a r. E s c i e r t o q u e l a guerra en la que se vieron inmersos, de su vida, partiendo de un Alemania de después de la primera se enteraron después. No sabían, nacimiento que recuerda como si guerra mundial hay que verla en su ignoraban. Y como siempre, el hubiese sido el día antes, la luz, su contexto: habían quedado complejo de dios de los madre diciendo que a los tres años d e s t r o z a d o s , d e s o r i e n t a d o s , gobernantes lo pagó el pueblo, lo le regalará un tambor de hojalata. pasaban hambre, estaban pagando cual es muy triste. Comenté con mi Es ese precisamente, El tambor de una multa desmedida; el hombre amigo historiador el caso de Günter hojalata, el título del libro y también necesita algo en qué creer, el el protagonista de una historia que la vida, incluso cuando es un adulto

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Grass.

Él

me

dijo

q u e obligado a ver la tumba, cuando es increíblemente perfecta. El padre

probablemente en su momento obligado a enfrentarse a lo que le polaco es débil y los soldados fuese casi un honor servir con ha hecho a su padre polaco, decide alemanes le pasan por encima casi diecisiete a su patria, que a saber, crecer, demasiado tarde, y queda sin prestarle atención. Al principio que las cosas son malas o buenas deforme y fragmentado, como Oscar no siente nada, o quizá siempre vistas desde el futuro, pero quedó Alemania tras la guerra. El pretende ocultarse a sí mismo que que en el momento todos creemos segundo padre, el que representa a siente algo por la muerte de su estar haciendo lo correcto. Pues Alemania, es asesinado por el p a d r e p o l a c o . D e s p u é s l o s eso.

propio Oscar, casi sin querer, soldados americanos entran en la El tambor de hojalata, que c u a n d o e n p a r t e q u e r i e n d o bodega del padre alemán y este

me he desviado del tema central, es protegerlo, en parte movido por la muere atragantado por el broche. una de esas maravillosas novelas rabia, le mete en la boca el pin con En realidad para hablar de la que no pueden contarse, que están la esvástica que llevaba en la posguerra este es el primer dato e s c r i t a s p a r a s e r l e í d a s y solapa ante la llegada de los i m p o r t a n t e : p a r e c e c o m o s i disfrutadas, que están llenas de soldados americanos. Carambola Alemania, al descubrir la verdad, al detalles que enriquecen su lectura y perfecta: el padre alemán muere saber qué ocurría en realidad, al no sólo eso, sino que recrean con atragantado con el símbolo nazi por conocer lo que había hecho el fidelidad y recurriendo a la fantasía, antonomasia. Alemania muere nazismo al que se había afiliado por una realidad que no podría narrarse atragantada por una cruz gamada.

necesidad sin hacer preguntas,

con más lucidez y justicia. En

tuviese que tragarse el orgullo,

ocasiones creo que la segunda

tuviese que enfrentarse a la

guerra mundial existió para que

realidad. Aquello que pretendía ser

Oscar Matzerath existiera y no al

su salvación fue su perdición

contrario, y son esos detalles de los

absoluta, el símbolo de la cruz

que hablaba los que me hacen

gamada se agarra a la garganta y

pensarlo. Para probarlo sólo daré

mata a esa antigua Alemania que

unas pinceladas: El cinismo de

necesitaba renacer. Sin embargo

Oscar burlando a los nazis cuando

Alemania tras la guerra: los creo que el dato más importante

él mismo es una metáfora del país padres de Oscar y el mismo Oscar viene del mismo Oscar. El niño que lo creó, representado por el representan la posguerra alemana eterno que tanto trabajo se había desfile con tambores y uniformes c o m o n a d a a n t e s l o h a b í a tomado en salvar de todas las que cegaba al pueblo, dominado representado. Por lo general no me batallas reales o cotidianas su por un sonido rítmico y nuevo que gusta juzgar si mis reflexiones precioso tambor de hojalata, que se no es otro que el mismo Oscar sobre un texto fueron las originales había decidido a no crecer para tocando una marcha diferente del autor cuando lo redactó, así que tener derecho a tocarlo, representa desde su escondite bajo el atrio; y aclararé que todo este artículo es a esa Alemania que no se afilió a cómo pasar por alto las muertes de mi parecer al respecto. Pero, nada, a esa parte que estaba tan los dos padres de Oscar, el primero q u i s i e r a G ü n t e r G r a s s o n o sólo allí sin hacer nada, ni a favor ni representando a Polonia, asesinado representar a la Alemania de en contra, y que no por ello son ni por el abandono de aquel que sólo p o s g u e r r a m e d i a n t e s u s más inocentes ni más culpables, parece un inocente niño con un personajes, sin querer quizá pero sí se vieron arrastrados tambor. Cuando Oscar se ve c o n s i g u i ó u n a m e t á f o r a igualmente. 25


Ese Oscar se ve obligado a enfrentarse al cadáver de su padre polaco y su cuerpo no lo resiste, decide crecer en contra de su voluntad. El rito termina con el hombre deformado que resulta de esa metamorfosis lanzando a la fosa común abierta el tambor de hojalata. El cuerpo de Oscar que se había mantenido en los tres durante tantos años, se convierte en un monstruo. Aquel niño mimado está deformado, partido como quedó la Alemania resultante, partida como si de una tarta se tratase, y aquel al que todos reían las gracias por ser al mismo tiempo amenazante y delicado, de aspecto dulce y consentido hasta la saciedad, es despreciado y mirado con aversión. El verano pasado estuve visitando Postdam, donde se llegó al acuerdo sobre la nueva Alemania (Oscar deformado por enfrentarse a su realidad) y se decidió lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki. El guía, alemán, nos comentó que entre las propuestas presentadas para el futuro del país que en ese momento estaba en sus manos, se llegó a proponer esterilizar a todos los alemanes. No sé si sería cierto o si sólo trató de hacer un chiste. Lo cierto y seguro es que Alemania quedó dividida por un muro de vergüenza y de cemento, recluida en Europa como una demente. Oscar cuenta su vida desde un sanatorio mental, deformado, lisiado y rechazado. Quizás Günter Grass no quiso hacer paralelismos, pero los consiguió pese a todo. 26

Y aunque todo esto represente una crítica feroz y un retrato fiel, hay quien todavía pone en duda que Günter Grass mereciese el Nobel, hay quien todavía habla de nazismo y se le llena la boca y el dedo acusador se le levanta solo. Y yo me pregunto, ¿es tan grave? Cuando se ha pasado toda su vida criticando su propia ignorancia y la de su pueblo, criticando la inocencia brutal que los llevó a la catástrofe y al asesinato, ¿es tan grave que fuera un hijo de su tiempo? Nadie sabía nada en realidad. No podemos juzgar lo que se sabía entonces por lo que sabemos ahora con tantos medios de comunicación, la primera guerra mediática fue Vietnam, y con eso y con todo nunca podemos estar seguros de la objetividad de lo que nos están contando. Alemania entera apoyó a Hitler porque creían que era lo mejor para ellos, su salvación. Günter Grass, alistado por motu propio o por la fuerza, sólo fue uno más, y además un adolescente. Alemania se asesinó a sí misma y sin embargo los alemanes tienen tan buen humor que venden postales de parejas de enamorados


dándose besos mirando el puente de Colonia hundido tras los bombardeos bajo la oración: “Contentos de estar vivos”. Sin Grass no hubiésemos podido desear mejor cronista ni testimonio más justo. Porque la ignorancia, el no saber, el no conocer, el tener miedo y no tener nada que perder son más peligrosos que la maldad. Porque para poder avanzar hay que saber retroceder como los cangrejos, que diría el propio Grass. Porque si hay algo para lo que sirve equivocarse es para poder aprender y ser un poco menos vulnerable al brillo de los desfiles y los uniformes. Alemania aprende de sus errores y volvió a levantarse por segunda vez en cien años para convertirse en la que es sin duda la primera potencia económica europea. Me pregunto si Günter Grass sueña con Oscar Matzerath saliendo de su encierro en el sanatorio siendo un hombre normal. Si las nuevas tecnologías y la cirugía le darían un nuevo aspecto y lo convertirían en un hombre normal, incluso un hombre de éxito. Y lo sueñe o no, ese sería un Oscar probable. Todos tenemos derecho a redimirnos incluso cuando el pecado cometido no es nuestro. Si después de leer El tambor de hojalata alguien se siente libre de pecado, que tire la primera piedra. Si no, chitón.

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“Yo recorrí estos campos [los de Auschwitz] como un ser a la deriva, como una persona desesperada y perdida, en busca de un baricentro, de cualquiera que fuera capaz de acogerme. Era verdaderamente la desolación hecha paisaje.”

Primo Levi

Cómo es posible o cuando la muerte es más vida que muerte por Ainize Salaberri

No tiene remordimientos, o al menos eso dice. No hecha la culpa a nadie, no odia, ni tan siquiera guarda rencor. Y una lectora de su obra se pregunta cómo es posible. porque no se entiende cómo después de haber sobrevivido al holocausto, a varios campos de concentración, a varias enfermedades, se puede vivir sin odiar, sin blasfemar. “Porque estoy vivo”, podría decir. Sí, pero, ¿y todo lo anterior? ¿Qué pasa con el dolor, con el sufrimiento, con la pérdida, con todo lo perdido? ¿Cómo sobrevivir a Auschwitz y poder, aún sonreír, y escribir, y charlar, y vivir? Primo Levi lo hizo a través de las letras. Una batalla, la de la literatura, que comenzó en los laboratorios del campo de concentración en el que trabajaba como químico y que continuó, de manera extensa, tras su liberación en 1945 y su vuelta a Italia en 1947. Escribió sobre sus vivencias, escribió su memoria. Recreó cada momento de sufrimiento para hacérnoslo llegar, para saber, para no repetir la situación de ignorancia que Alemania, y el mundo, vivieron a lo largo de todo el 28

holocausto. Recordó a sus amigos y volvió a darles vida, ésa de la que muchos de ellos ya no disfrutan, y revivió situaciones trágicas, para nosotros, para él, para aliviar su memoria, sus recuerdos, y darles aires renovados, nuevos olores. Volvió a mascullar alemán, yiddish, polaco, húngaro, lo que hiciera falta, con tal de que su palabra se oyera, tras muchos años de silencio. Se acercó de nuevo a la muerte para que apreciáramos la vida, nuestra vida de ahora, tan lejana y utópica a aquellos tiempos. Volvió a tatuarse la piel, su número de preso, el 174517, su nuevo y único nombre entre los alambres y el hambre. Su única identidad, su nuevo yo. Un yo que no terminaría de borrarse del todo, como la tinta del número en su brazo izquierdo. Escuchó de nuevo los gritos de los guardias, el sonido de la violencia en su cuerpo, el rugido del hambre en el estómago vecino y en el suyo propio, las trampas, porque el que conoce la regla conoce la trampa, la supervivencia, al fin y al cabo, y la oscuridad. Porque un campo de concentración es algo que nunca se


Y no por el número en la piel, o los recuerdos, o por la piel erizada al pensar en tu familia muerta en el campo o a cientos de miles de quilómetros, sino por la pérdida de identidad, la aberración de que borren todo tu ser a base de palos y actos denigrantes. También por el olor a carbón y a vida destrozada. Yo me pregunto, no lo puedo evitar, cómo se consigue vivir el después. En su novela, primera de la trilogía Auschwitz, “Si esto es un hombre”, Primo Levi me da la respuesta que busco: “A borrar con una esponja el pasado, el futuro se aprende pronto si os obliga la necesidad”. Primo Levi no sucumbe al recuerdo y nos acerca su memoria para trabajar el presente. Su experiencia ha de servirnos para no cometer los mismos errores y para predicar con la vida. Levi es un ejemplo majestuoso de supervivencia, un gran ser humano. Levi sólo dijo sentir rabia, no un odio profundo sino rabia. Y hasta en la rabia trabajó para dejar de sentirla. No buscaba culpables, no buscaba un juicio justo. Buscaba el tiempo necesario para escribir e ir, así, olvidando. Mientras imprimía sentido a palabras y frases desordenadas en su cabeza, su memoria iba labrando el olvido, buscándolo a través de las ramas de los verdes árboles detrás de las alambradas del campo de concentración, y encontrándolo finalmente en sus amigos, los del campo, los de antes de él, los de siempre. ¿Lo mejor y más sorprendente? Sigue teniendo confianza en el ser humano. Grotesco, ¿verdad?

esto, el significado del ser humano? ¿Dónde quedan las personas, los sentimientos, la bondad que a todos y sin excepción, supuestamente, dios nos otorgó? En esa frase sólo existe el puro conocimiento de la maldad humana, de la bajeza más absoluta, del lodo más espeso. Y Levi continúa, pese a todo, con su objetivo de supervivencia. No se deja vencer, no se convierte en una persona triste. Sale a la gravilla y lucha, trabaja, aprende a comprender. Todos los supervivientes de los campos de concentración dicen lo mismo: “En los campos, en los Lager, hay que saber comprender. Sólo a través de la comprensión, de la adaptación al medio, se puede sobrevivir. Los que no supieron aprender a condicionarse, no sobrevivieron.” Algo terrible, ¿no? Tener que aprender a vivir en la maldad y luchar con ella desde dentro. Porque incluso Levi aprende a valorar más el yo que el tú, y vive escenas dramáticas: robarle el pan a un muerto, callarse la muerte del vecino por conseguir una ración más de comida, robar, callar. Él mismo, el propio Levi, busca una especie de justificación que nosotros, testigos mudos de su salvación, sólo podemos aceptar y, hasta cierto punto, aplaudir: “cuánto de nuestro mundo moral normal podría subsistir más allá de la alambrada de púas.” ¿No haríamos todos lo mismo?

Si esto es un hombre Una de las primeras afirmaciones de Levi al comienzo del libro y tras su llegada a Auschwitz es la siguiente: “Si estamos desnudos en una sala de duchas quiere decir que vamos a ducharnos. Si vamos a ducharnos es porque no nos van a matar todavía”. Creo que es una de las afirmaciones más contundentemente dolorosas e impactantes que he leído en toda mi vida. Al leerla me quedé fría, demasiado impresionada, si os digo la verdad. Es una afirmación demasiado sincera, que sin embargo resume perfectamente el sentimiento de Levi en sus primeros momentos en el Lager. Una vez duchado, es afeitado por todo el cuerpo, sin dejarle ni un mínimo resquicio de pelo o identidad, tatuado y vestido. Se ve entonces frente al resto, como un fantasma más. Dice que no tienen espejos pero que no les hacen falta. Uno es el reflejo del otro, son calcos, sin diferencia. Y entonces asegura: “por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre.” Y es que no hay nada peor que te roben tu identidad, lo único que te distancia de un nazi y marca la diferencia. Levi nos cuenta todas y cada una de sus sensaciones en el Lager, sin importarle, o precisamente con la firma intención, de hacernos sentir como él se sentía. Para ello utiliza, quizás arbitrariamente, quizás no, expresiones lapidarias. Expresiones del tipo: “De aquí sólo se sale por la chimenea”. ¿Dónde queda, tras leer 29

Cuando Levi, en un momento de la narración, se pregunta a sí mismo y nos pregunta a todos, si merece la pena, “y si está bien, que de esta excepcional condición humana quede alguna clase de recuerdo”, del Lager, de la gente, de los causantes del mal, de los SS, los alemanes, todo, el antes, el después, el durante, se responde a sí mismo de la siguiente manera: “A esta pregunta estoy inclinado a responder afirmativamente. En efecto, estoy persuadido de que ninguna experiencia humana carece de sentido ni es indigna de análisis, y de que, por el contrario, hay valores fundamentales, aunque no siempre positivos, que se pueden deducir de este mundo particular del que estamos hablando.” Demuestra así que lejos del rencor y el odio, de la rabia y la ira, puede hallarse un pequeño estadio en el que recordar sirva como lección de aprendizaje y no como piedra sobre el propio tejado. Quizás porque para él, hasta la más mínima


brizna de pensamiento es un lujo que hay que saber valorar. Porque para él, la imagen que encierra más maldad, “a todo el mal de nuestro tiempo”, es la siguiente: “un hombre demacrado, con la cabeza inclinada y las espaldas encorvadas, en cuya cara y en cuyos ojos no se puede leer ni una huella de pensamiento.” Y Levi recuerda y recuerda éstas viejas imágenes familiares para no perderse en el camino. El Lager no lo perdió, él no puede perderse ahora en su horrendo recuerdo.

Auschwitz, y el después La trilogía Auschwitz, y el libro del que os estoy hablando “Si esto es un hombre”, no habla del después de la guerra o el holocausto o los campos de concentración. No habla específicamente de las consecuencias, pero sí pueden entreverse a través de las páginas y las múltiples palabras empleadas en las descripciones del campo y de sí mismo. Se considera un libro de posguerra por haber sido escrito en 1947, justo después de su liberación como preso. Pero no sólo por eso. “Si esto es un hombre” es un documento de cómo sobrevivir al Lager, porque se puede, aunque parezca imposible, y puede sobrevivirse bien. Levi encontró el consuelo que necesitaba en sus propios sentimientos, en su propia cautela a la hora de emitir juicios que ya carecen de valor, y en sus propias palabras. Para qué odiar, mejor recordar y aprender de esos recuerdos. Por las generaciones que vienen. Desde el odio no se puede progresar, no se puede enseñar. Y eso es lo que Levi hizo: escribir y enseñar, charlar con alumnos, dejar que le preguntaran, que sintieran curiosidad de algo que entraña de todo menos eso, pero todo sin dejarse ser avasallado por el dolor y el tremendismo, sintiéndose humano porque lo era, derrotado, quizás, pero muy humano. Y lo consiguió. Buena prueba es su trilogía y todas sus novelas, vivencias, palabras. Él mismo dijo, en una entrevista: “escribo aquello que no sabría decir a nadie”, porque el Lager le robó hasta la voz. Y también dice que escribía porque los recuerdos le quemaban por dentro. Su voz escrita, la recién estrenada, no encontró consuelo nada más ser publicada. Como él mismo dice: “en esos tiempos de áspera posguerra la gente no tenía muchas ganas de regresar con la memoria a los dolorosos años que acababan de pasar.” Menos mal que el tiempo cura hasta el dolor más invisible, y su voz pudo por fin encontrar aliento años más tarde.

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Termino el artículo con la propia voz, bien elaborada, ronca, tal y como me la imagino, del propio Primo Levi. Sus afirmaciones me han dejado hecha polvo en más de una ocasión. Quizás me entendáis un poco tras leer lo siguiente. Sin embargo, hay algo claro, que no aguarda réplica: Primo Levi era más que un escritor y un superviviente. Era un ejemplo a seguir. Porque a mí no me apetecería vivir el después. Él lo hizo y cuando no pudo más, aquella mañana tras recibir sus cartas, se suicidó. Una mañana cualquiera, tras beber la sopa del Lager y antes de ir a trabajar. No os olvidéis de Levi. Jamás. La historia, así, seguro que nunca se repetirá.

“Por lo demás, en los meses en que este libro fue escrito, en 1946, el nazismo y el fascismo parecían realmente carecer de rostro: parecían haber vuelto a la nada, desvanecidos como un sueño monstruoso, según justicia y mérito, tal como desaparecen los fantasmas al cantar del gallo. ¿Cómo podría haber cultivado el rencor, querer la venganza contra un conjunto de fantasmas?” “Debo confesar que ante ciertos rostros no nuevos, ante ciertas viejas mentiras, ante ciertas figuras en busca de respetabilidad, ciertas complicidades, la tentación de odiar nace en mí, y hasta con alguna violencia: pero yo no soy fascista, creo en la razón y en la discusión como supremos instrumentos de progreso, y por ello antepongo la justicia al odio. Por esta misma razón, para escribir este libro he usado el lenguaje mesurado y sobrio del testigo, no el lamentoso lenguaje de la víctima ni el iracundo lenguaje del vengador: pensé que mi palabra resultaría tanto más creíble cuanto más objetiva y menos apasionada fuese; sólo así el testigo en un juicio cumple su función, que es la de preparar el terreno para el juez. Los jueces sois vosotros. No querría empero que el abstenerme de juzgar explícitamente se confundiese con un perdón indiscriminado. No, no he perdonado a ninguno de los culpables, ni estoy dispuesto ahora ni nunca a perdonar a ninguno, a menos que haya demostrado (en los hechos: no de palabra, y no demasiado tarde) haber cobrado conciencia de las culpas y los errores des fascismo nuestro y extranjero, y que está decidido a condenarlos, a erradicarlos de su conciencia y de la conciencia de los demás.” “Para comprender por qué calculada razón los alemanes habían creado este mito monstruoso y por qué, todavía hoy, cuando la memoria nos restituye alguna de aquellas inocentes canciones, se nos hiela la sangre en las venas y nos damos cuenta de que haber vuelto de Auschwitz no ha sido suerte pequeña.”


«Mi novela La Colmena, no es otra cosa que un pálido reflejo, que una humilde sombra de la cotidiana, áspera, entrañable y dolorosa realidad.» Camilo José Cela. Nota a la primera edición. Texto Noemí Camblor. En el documental Convergentes, el laberinto creativo, el pintor y escritor Jaime Herrero dice «(…) el primer lienzo en blanco fue una genialidad, pero el segundo es una porquería.» No quiero decir con esta cita que las obras anteriores o posteriores a La Colmena (terminada en 1948 y publicada tras sortear la censura Española en Buenos Aires, en 1951) redactadas con un estilo de narración realista sean desechables, ¡válgame Dios!, ni mucho menos quiero decir semejante barbaridad, pero indudablemente hay que darle «al César lo que es del César» y en este sentido, Don Camilo José Cela, Premio Nobel de Literatura (1989), fue quien consiguió hacer popular una nueva forma de narrar hasta entonces escasamente utilizada por los literatos de nuestro país: el realismo.

"Seguimos en las mismas inútiles resignaciones... Es grave confundir la anestesia con la esperanza..." -Nota a la cuarta edición de La Colmena.

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Sin embargo, La Colmena no es sólo una novela incómoda, con evidentes influencias de las corrientes literarias europeas, de la generación modernista y de planteamientos filosóficos como el existencialismo; esta obra es una loca mezcla entre la narrativa realista decimonómica, el lirismo, el estilo cinematográfico, el narrador testigo, el narrador omniscente, el protagonismo coral, el humor sardónico… Y así podríamos seguir un largo rato. El autor en los años que duró la gestación de la obra, consiguió aunar tantos ingredientes estructurales que ni siquiera los expertos críticos y estudiosos han sido capaces de ponerse totalmente de acuerdo sobre la catalogación de la ilustre y con todo, sencillísima y directa, novela. Una vez más declaro: no por casualidad es una obra maestra. Pero, ¿qué es lo que caracteriza a esta novela por encima de todo? Yo diría que la perfecta unión de un original estilo narrativo utilizado no sólo una herramienta o técnica novedosa sino como un acompañante irremplazable de la temática. Una vez el lector disfruta de la narración no se le ocurre a uno cómo podría haber sido contada de otra manera si no es tal y como la enfocó su progenitor. Desde ese punto de vista, La Colmena es para mí, el Gran Hermano de la España de posguerra: Sitúese en Madrid.


Ponga un equipo de cámaras en un par de bares y unas pocas calles de la ciudad. Tenga cinta para 72 horas de rodaje y… ¡Acción! La excelente realización en directo del narrador nos mostrará sólo los momentos interesantes de cada actor involuntario (más de 200, nada que envidiar a una súper producción) y, finalmente, añada un resumen de esos momentos que “nos perdimos” en favor del directo. ¿Qué veremos? Cómo la vida vive. Exactamente doscientos trece fragmentos de la muestra de la vida en la España de posguerra. Doscientos trece momentos de alguien insignificante, porque a Cela le da igual de qué clase sea su personaje, Cela sólo pone las cámaras y un elocuente comentarista: será un hombre o una mujer, un niño o una niña, superando, sobreviviendo, forjando, o sencillamente, observando su vida y la de sus vecinos. Personas cualquiera. Perico de los Palotes. Podría aparecer usted, y podría haber sido yo. Seguro que alguna vez han jugado a adivinar quiénes son, el pasado y el presente de la gente que tiene alrededor, ya sea en un bar o en su edificio (díganme que lo han hecho, de otra manera yo quedo en un lugar un poco comprometido. Diré en mi descargo que fue un ejercicio bastante interesante, divertido e inocente en la cafetería cercana a mi facultad). Apuesto, esto sí sin lugar a dudas, a que alguna vez han mirado un edificio, un bonito chalé en la playa o una casa medio derruida y habrán pensado quiénes viven dentro, a qué se dedican, cuál es su historia. Si lo han hecho, han realizado el mismo ejercicio que seguramente realizó el señor Cela para escribir su novela pero, para desgracia de nuestra Historia, lo que el escritor encontró fue tristeza, humildad, dureza…La dolorosa realidad de un país destrozado y de unos habitantes que, aunque luchadores, son meros supervivientes abatidos y vagamente esperanzados de cierta prosperidad económica y espiritual. El famoso escritor gallego siempre tuvo fama de persona agria, de mal carácter, déspota, arrogante… Como se dice en mi tierra, era “un auténticu faltosu”. Nunca pude distinguir hasta qué punto el genio tiende a tener esas características personales, hasta qué punto deberíamos de dejar correr la provocación del artista, y si eso forma parte de la persona o sólo es fachada de un marketing estudiado…No lo sé.

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Lo que sí sé es que Don Camilo José Cela tuvo el interés, la paciencia y sobre todo, la sensibilidad de mirar a su país y a sus vecinos, de investigar y

"La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, es cucaña, es colmena... ¡Que Dios nos coja confesados!"

Camilo José Cela

reflexionar sobre la vida de los demás, la de los comunes mortales, para finalmente dedicar cinco años de su tiempo a plasmar con su arte lo que nadie quiere ver: la dureza y monotonía de la vida. La de él, la de usted y la mía. Ojalá todo el mundo fuera tan distante y arrogante como Don Camilo José Cela y pudiera tener siempre presente que todos sin excepción, somos miembros de La Colmena y así, de una vez por todas, actuar en consecuencia…


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Volver a empezar desde una perspectiva juvenil Mecanoscrito del segundo origen, de Manuel de Pedrolo — Pedro Larrañaga

En más de una ocasión he escuchado utilizar una expresión, por gentes muy diversas, a la que no termino de encontrarle todo el sentido. Más fácil es empezar de nuevo, que reconstruir lo ya hecho. Sin duda, no soy muy preciso en mi recuerdo, pero el sentido o la intención es la misma. Sea como sea, yo sigo sin verlo con claridad. Lo que sí consigo visualizar es la duda, la dificultad, enorme, inmensa, que se plantea al intentar rehacer la realidad tras una tragedia. Una guerra es una tragedia, una de dimensiones descomunales. Sólo de tratar de concebir la enorme envergadura de una misión como esa, me entra un vértigo atroz. No sé cómo Nullam arcu leo, facilisis ut 33

reaccionaría en una situación como esa, pero sí sé cómo me gustaría que creyeran que reaccionaría. Estando en lo que ahora es

Pedrolo, en 1974, publicó “Mecanoscrito del segundo origen” (título del original, “Mecanoscrit del segon origen”), sin saber que sería

de sus planteamientos no son especialmente sólidos, pero, aún así, la novela, en su conjunto funciona. No evita que termines con una de esas plácidas sonrisas que consigues al leer algo que agrada. No ríes como al haber superado una gran obra, pero sonríes. Y eso es un piropo que no se puede decir de todos los libros que he leído. “Consigo visualizar esa duda, la dificultad, enorme, inmensa, que se “Mecanoscrito del segundo plantea al intentar rehacer la realidad tras una tragedia.” origen” narra la posguerra de dos personajes, Alba, de 14 años, y Dídac, de 9. Su secundaria, aunque en mis una de las obras en lengua posguerra se inició tras el tiempos era el BUP, el catalana más publicada de casi total aniquilamiento de programa de lengua y todos los tiempos. toda la especie humana por literatura gallega incluía la ¿A qué fue debido tanto un ataque alienígena, al que lectura de un libro. Una éxito? han sobrevivido por novela que había sido escrita Desenfundando la espada en catalán, pero traducida a del crítico severo, frío en sus casualidad. A partir de ahí, se inicia su diversos idiomas, entre los movimientos y poco dado al aventura por la que está el gallego, lengua sentimentalismo, la obra en la que yo la leí. Manuel de tiene ciertas carencias. Varios supervivencia, por la suya


propia. Sin embargo, los dos protagonistas no caen en la desesperanza. El mundo no ha sido aniquilado. Han desaparecido los seres humanos, pero sigue habiendo un mañana, y a ellos les tocará luchar por él, para que sea mejor que el que han vivido. Esa, y lo digo desde la modestia del que ha escrito esa frase, es la mejor definición de una posguerra. Una posguerra es un proceso de recuperación, un nuevo inicio en el que hay que tomar decisiones e iniciar un nuevo camino. De esa elección dependerá el mañana que llegue a construirse. Manuel de Pedrolo, en esta obra, dedicada a un público infantil y juvenil, opta por no caer en el fatalismo. De hecho, sus

Poema

protagonistas jamás caen en el remordimiento o la autocompasión. Ha habido una tragedia inmensa, pero no hay tiempo para lamentarse. Alba y Dídac se embarcan en una cruzada por salvar el mayor número posible de libros, con la idea de mantener con vida el saber de nuestra especie. Son conscientes de que a ambos les corresponde la tarea de dar a luz de nuevo a la humanidad, como unos nuevos Adán y Eva. Por eso mismo, en todo momento, a lo largo del libro, se recuerda la condición sexual de la protagonista. Al comienzo de la obra, es Alba, de catorce años y virgen. Cuando termina, es Alba, de dieciocho y madre de Mar. Gracias a una lectura fácil y sencilla, en la que no se

huye de los momentos de gran belleza en la narración, se va armando el relato de los cuatro años de aventura de Alba y Dídac. Ambos van conociendo cosas de sí mismos, del mundo que ha desaparecido y del planeta que intentan construir. Dos personajes, que resultan muy fácilmente identificables con el público juvenil. Esa es una de las virtudes de este libro, jamás olvida ese objetivo, ni en la propia narrativa utilizada, en la que se encadenan párrafos numerados y se utiliza, repetidamente, la fórmula “Y…” para el comienzo de los mismos. La intención, reforzada por el apéndice final, en el que se afirma que esta obra es fruto de unos manuscritos hallados en el año 7138, es permitir

¡Oye! Cierra esa puerta... quiero dormir... y despertar, tal vez, muerto. Quiero soñar que el final del verano

por Pedro Larrañaga

es otro triste sueño. ¡Oye! Escucha esa herida... recuerdo de fantasmas. Fantasmas en los silencios, en el portal, en las despedidas. Tiembla, ¡oye! Tiembla... el frío perdió la partida. Las hojas secas saludan, distraídas, al viejo pescador. Calla, ¡oye! Calla... y susúrrame al oído que te quedas a mi lado, que me retorcerás las entrañas antes de recogerme allí... allí donde me he perdido.

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que el lector intuya que es la propia Alba quien ha recogido, a modo de diario, los tiempos del segundo origen. Aún sonrío, con mucho cariño, cada vez que me tropiezo con este libro en mis estanterías. Sin duda, es una obra ideal para un lector joven, que aún no es presa del formalismo literario, y necesita encontrar en un libro un vehículo para viajar más allá de su realidad. Hace poco, me enteré de que, en varios centros de mi entorno, ésta sigue siendo una obra de lectura obligada en secundaria. Me alegré, y mucho. Si alguna vez hay un segundo origen, tal vez podamos hacerlo mejor que en el primer intento.


Wolfgang Borchert

El testimonio de una generación traicionada por Iraide Talavera Wolfgang Borchert murió con 26 años. Corría el año 1947, y sólo hacía dos años que había terminado la Segunda Guerra Mundial. Desde principios del año 1942, había combatido en el conflicto bélico y fue testigo del gran número de víctimas que las batallas, el frío y el hambre arrastraron consigo. Primero luchó en el frente oriental, pero pocos meses después de su ingreso en el ejército fue herido en la mano izquierda y tuvo que ser trasladado al hospital militar de Schwabach, cerca de Nürnberg. Allí cundió la sospecha de que había sido él mismo quien se había causado la herida, por lo que fue arrestado y obligado a tres meses de aislamiento. Esta condena se alargó seis semanas más, ya que descubrieron en sus cartas ciertas afirmaciones que podían “poner en peligro al país”. A finales de 1942 volvió al frente ruso, pero pronto tuvo que volver a ser hospitalizado por causa de una congelación. En el hospital enfermó de tifus e ictericia, y su hígado empezó a dar muestras de estar gravemente afectado. En el 1943 fue enviado de permiso a Hamburgo, su ciudad natal, pero pronto tuvo que regresar al frente, donde fue de nuevo encarcelado por haber parodiado al ministro propagandista Joseph Göbbels. Esta acusación lo obligó a tener que seguir sirviendo al ejército a pesar de su afección hepática. En cuanto salió de la cárcel, fue mandado a luchar al frente occidental hasta que su unidad se rindió ante los franceses en

Y sentimos el vacío que el escritor desea expresar. Tras la guerra, tras la masacre, el vacío.

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“Su objetivo era transmitir sus sentimientos hacia los horrores de la guerra y el vacío de la generación que participó en ella, a la que definía como ‘generación traicionada’ o ‘generación sin despedida’”.

1945 cerca de Frankfurt am Main. Mientras lo trasladaban a un campo de prisioneros, Borchert logró escapar y recorrió a pie los 600 kilómetros que los separaban de Hamburgo. Había terminado la guerra. Cuando llegó a la casa de sus padres decidió arrancar de nuevo su carrera como escritor y actor de teatro. Sin embargo, su salud empeoraba y finalmente tuvo que pasar sus dos últimos años de vida en cama. Desde allí escribía sin cesar drama, poesía e historias cortas. Él admitía que su estilo no era muy elaborado, pero que su objetivo principal era transmitir sus sentimientos hacia los horrores de la guerra y el vacío de la generación que participó en ella, a la que definía como “generación traicionada” o “generación sin despedida”. Por ello, el relato corto fue su forma narrativa predilecta, ya que era la manera más condensada de resumir en pocas palabras la tristeza de cientos de miles de personas afectadas por la tragedia.


Un ejemplo de relato corto: Die Küchenuhr (El reloj de cocina) El protagonista de “El reloj de cocina” es un joven de unos 20 años cuyo hogar ha sido destruido por las bombas. Sus padres también han sido alcanzados por los proyectiles, y lo único que ha quedado a salvo es un reloj de cocina, blanco y con los números azules marcando la hora. El muchacho se dirige con el objeto al banco de un parque. No conocemos su identidad, ni dónde vive. Borchert ha reducido al mínimo los detalles. Sólo sabemos que se sienta en el banco y que junto a él hay varias personas. Una mujer con un carrito de bebé, un hombre que mira al suelo. Él les cuenta la historia del reloj. Admite que ni siquiera es muy bonito, pero que en él hay algo curioso. Se ha quedado parado marcando las dos y media. Alguien le replica que eso no es raro. Los relojes pueden pararse a consecuencia del estallido de las bombas. No entienden lo que quiere decir. El reloj se ha quedado quieto justo a la hora en que él solía llegar a casa todas las noches. A las dos y media de la madrugada entraba por la puerta y se dirigía a la cocina a oscuras, buscando en la nevera algo para cenar. Entonces, sin fallar nunca, se encendía la luz y su madre aparecía allí, con los pies descalzos, para prepararle algo. Siempre le decía lo mismo, que por qué llegaba tan tarde, y después nada más. Se quedaba allí mientras él masticaba la cena, y cuando terminaba le deseaba buenas noches y se quedaba guardando los platos. A las dos y media. Ahora que sólo queda el reloj como testigo de esa hora, el chico se da cuenta de que aquello era el paraíso, sin saberlo. Es la última palabra que pronuncia, paraíso. Pero nadie le contesta, sólo evitan su mirada, como antes. Es un joven con un reloj de cocina en un banco del parque. Nada más. “El reloj de cocina” es un relato de muy pocas palabras en el que Borchert describe una escena cotidiana con unos personajes anónimos. No conocemos sus nombres, ni su apariencia, ni siquiera lo que cada uno de ellos piensa. Sólo asistimos mudos a la historia del reloj, un objeto salvado del estallido de las bombas, y lo único que le queda al muchacho como recuerdo de lo que fue su familia, su contexto, su vida. Pero sus circunstancias no parecen importar a nadie. No quieren hablar de la guerra, no quieren escuchar. Seguramente ellos mismos hayan sido víctimas, o verdugos, que ahora asisten a un episodio más entre tantos otros. ¿Por qué molestarse en oír lo que el chico dice?

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Mientras tanto, el joven mira su reloj. No sabemos si es consciente de que a su alrededor no hay interlocutores reales, de que sus palabras rebotan en la nada. Y sentimos el vacío que el escritor desea expresar. Tras la guerra, tras la masacre, el vacío. En la vida de miles, millones de personas, pero también en la conciencia de tantas otras.

La influencia de Borchert Borchert no destacó como uno de los mejores escritores de posguerra. Murió joven, y fue poco el tiempo que tuvo para depurar su estilo. Sin embargo, durante sus dos últimos años de vida sus relatos, poemas y dramas comenzaron a publicarse. Por ejemplo, su obra Drauβen vor der Tür (Fuera, ante la puerta), estrenada el 21 de noviembre de 1947, un día después de su muerte, fue un éxito del que no pudo ser partícipe y que se repitió décadas más tarde en un reestreno de la obra. Con todo, el mayor indicio de su repercusión fue la actividad del “Grupo del ‘47”, una generación de escritores y críticos de posguerra (entre ellos Günter Grass, Paul Celan o Heinrich Böll) que se reunía con el fin de apoyar a jóvenes autores. Éstos, al igual que Borchert, escribían sobre la época que les había tocado vivir, y criticaban la literatura que, mediante la idealización del pasado o la huída a tiempos remotos, olvidaban la actualidad del conflicto bélico y sus palpables consecuencias. En conclusión, la literatura de Borchert es especial porque escribe sobre una realidad de la que es partícipe, y esto hace que sus personajes resulten auténticos. Cuando leemos la historia del joven que habla de su reloj de cocina, sentimos que el vacío es real, que la guerra no es sólo un apunte histórico, sino también el dolor de una civilización entera. Por eso, y a pesar de su corta trayectoria literaria, os invito a leer su obra, y me uno a la triste pregunta de qué pudo haber sido si hubiera sobrevivido, si hubiera podido ver cómo cambiaba Alemania, Hamburgo, su hogar.


“La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey” Una visión particular por Begoña Martínez

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Bloqueo. De letras y de vida. Un infinito blanco. Sin movimiento durante años. Estáticos. Sin voz. Rodeados de agua, y a secas. Con sed, muertos de rabia y hambre. Con la piel agrietada, sin jabón, sin la luz de una vela... Solos. Cuando no se puede vivir, no hay que soltar la mano de la superviviencia, y es que para volver, en algún momento, a vivir, hay que vestirla de forma que las telas se tejan con los sueños que no queremos olvidar. Y querer es poder. ¿Terminan las guerras? Sí, puede: en los libros de historia, pero en la vida real, tan cerca o lejos del papel como queramos, todo suma o resta; quien haya vivido una, la llevará siempre consigo; algunos, como una medalla, otros, como una herida. Si me quedo quieta y pienso, creo en que no se viven las guerras, se sobreviven, o no. Guerra y vida son tan antagónicas como guerra y paz. Pero, ¿Cómo hacerlo, cómo sobrevivir? ¿De qué nos valemos para vencerla? ¿De la sonrisa, la mirada, la voz, la palabra...?, ¿Dónde guardas la guerra para que no vuelva a alzar su voz y acallar de un bofetón la de los demás?, ¿Es mejor ahogarla en palabras o secarla al

sol? y... ¿Cómo revivir? No hay fórmulas, aunque sí posibilidades; una de ellas, más o menos probable, es la que Mary Ann y Annie nos cuentan. Sea como sea, después de una guerra, la quiebra tiene que enderezarse y beber de la sabia de la vida para reverdecer. La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey es un libro sobre el amor a los libros, sobre cómo sobrevivió un pueblo a la segunda guerra mundial en una pequeña isla del Canal de la Mancha y de cómo una vez que termina, poco a poco, la vida sigue y el futuro, de nombre Kit, se hace camino. La lectura del libro es muy ágil; el buen humor de la mayoría de los personajes, sobre todo de Juliet, hace que tengamos la sonrisa alerta y, aunque en algunos momentos se relaten escenas dramáticas (como por ejemplo, cuando se llevan a los niños, por su seguridad, a Inglaterra) el que las autoras lo cuenten como algo que ya ha pasado, y a través de las cartas que le envían a Juliet (que siempre recibe con emoción), desde mi punto de vista, las dulcifica y hace que nos lleguen envueltas en ternura, con la


distancia del mar, y la cercanía de un papel tiznado en tinta y magia. Las referencias a la guerra son múltiples: toques de queda, campos de concentración, los problemas de convivencia y el trato entre los alemanes y los habitantes del pueblo, juegos infantiles teñidos de muerte, abandono de animales, latas de sardinas, racionamiento... Una época dura, que hay que saber afrontar; el cómo, se va destilando letra a letra, en zurcidos de recuerdos y miradas abiertas al futuro de un grupo de personas que un día decidieron formar una sociedad literaria, conscientes de un pasado que no quisieran repetir y que necesitan de un tiempo para volver a ser vida e ir, más allá de la supervivencia, llegar a la placidez de la rutina y a ver la belleza de los detalles de una vida alejada de las ciudades, en armonía con la naturaleza. Si este libro tuviese un olor, sería el verde de la hierba, teñido por el olor a lluvia fina y tierra húmeda. Si el sol tuviese un aroma, lo respiraríamos, dorado, avanzando entre las páginas, entre las hojas, frescas, del libro. El gris de la soledad y el bloqueo de una guerra como la de los años 40

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en Europa se diluyen, y casi desaparecen entre la niebla, con las sociedades y vínculos que se van hilvanando en el libro, a dos tiempos, entre varias personas... Olvido, por un instante, que son personajes, y es que los recuerdo como personas, que viven en quien se adentre en la espesura de las trescientas páginas del libro. Las cartas vuelan, veloces, y unen diferentes espacios y tiempos: Londres, Guernsey o Melbourne y, como en un parto prematuro, durante casi nueve meses, desde el 8 de enero del 46 al 17 de septiembre del mismo año, vamos conociendo, a través de las pinceladas de las letras y las cartas, a personas como Sidney, Dawsey, Isola, Mark, Elisabeth... a quienes las circunstancias de la vida y la supervivencia primero, y la afinidad después, han unido con vínculos inquebrantables. Las autoras establecen dos partes en el libro: antes de que Juliet llegase a Guernsey y después. No es pues Guernsey sólo un escenario, sino el recipiente que da forma a la novela, el perfil de su costa recortada es el que contiene la historia.


Para Juliet la isla es un descubrimento, le fascinan las personas que ha conocido a través de las cartas y se van tejiendo, cada vez más, lazos de cariño y amistad entre todos. Es hermoso ver crecer la amistad y cómo los personajes van adquiriendo más libertad de movimientos y en cierta forma, y sin entrar en grandes discusiones, vuelven a ser dueños de su destino. En algún momento, el libro parece una reflexión sobre el propio texto; principalmente, cuando Juliet dejando atrás su bloqueo literario se plantea cuál puede ser el motor de su nuevo libro. Será uno de los personajes que, como la guerra, ya no está, aunque sigue presente en el recuerdo de todos. A lo largo del libro hay muchos guiños al lector sobre la literatura o el desarrollo de la propia historia; en concreto, a mí me encantó la similitud entre Isola y Miss Marple, la disfruté muchísimo y sentí al leerlo la alegría de saborear el primer helado del verano. Un misterio literario y un misterioso amor son también dos de los detalles que vamos descubriendo casi sin querer, como con un ojo cerrado. Son muchas las referencias a otros libros y es que, como dice Juliet: “Esto es lo que me encanta de la lectura; en un libro encuentras un detalle diminuto que te interesa, y ese detalle te lleva a otro libro, y algo en ese te lleva a un tercer libro. Es matemáticamente progresivo; sin final a la vista, y sin ninguna otra razón que no sea por puro placer”. Se pasean por Guernsey Oscar Wilde, Catulo, Wilkie Collins, Anne Bronte, Séneca, Jane Austen, Víctor

Hugo, Rilke... y es que puede que la literatura no nos salve de una bomba, pero... ¿Cuántas son las realidades en las que nos vemos inmersos? Avanzamos por caminos que van cambiando con el tiempo, unos nos gustan más que otros, y en el libro, el camino en el que se mueven está teñido por la guerra, como le dice Juliet a Sophie: “Todo está tan destrozado, Sophie: las calles, los edificios, la gente. Sobre todo, la gente.” Descubrir cómo ese árido panorama reverdece, es sencillo: el primer paso, abrir el libro...

Cuando no se puede vivir, no hay que soltar la mano de la supervivencia, y es que para volver, en algún momento, hay que vestirla de forma que las telas se tejan con los sueños que no queremos olvidar.

... la cercanía de un papel tiznado en tinta y magia...

¿Dónde guardas la guerra para que no vuelva a alzar su voz y acallar de un bofetón la de los demás?

Quien haya vivido una [guerra] la llevará siempre consigo.

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Sin destino, de Imre Kertész por Ainize Salaberri Fotograma de la película “Sin destino”, basada en la obra homónima de Kertész

Cuando pisas un campo de concentración crees que sabes lo que vas a encontrarte. Barracones abandonados, un gran patio, celdas de castigo, las duchas, y quizás, con suerte, una cámara de gas o un crematorio. Pero una vez lo has pisado, una vez has andado sobre el olor a muerte y desgarro, te das cuenta de que no tenías ni idea, de nada. Porque nadie, ni tan siquiera nosotros que lo vemos con cierta distancia, está preparado para permanecer durante algunas horas en un campo de concentración. Este verano, y porque yo quise, visité el campo de Dachau, el primer Lager de la historia de Alemania. Dio la casualidad de que lo visité el día de mi cumpleaños, y puedo asegurar que no fue ninguna celebración. Me daba la sensación de estar en un funeral constante del que estaba formando parte, de alguna manera. Desde el principio la visita fue impactante. Nuestro guía era un hombretón británico, experto en Dachau y con más de 250 visitas al campo. Estaba muy bien informado, mantenía la tensión, un gran orador. Una de las primeras cosas que nos dijo, y que nos clavó a todos en el mismo suelo, fue que si durante la visita 40

veíamos que algún señor se enfadaba al vernos sacar muchas fotos, que dejásemos de hacerlo. Lo miramos todos un poco atónitos. ¿El motivo? Supervivientes de Dachau iban todos los días al campo, a visitarlo, a pasear por él. Creo que de la impresión que me causó me quedé blanca. No me lo podía creer. Cómo demonios era posible que reviviesen una y otra vez el sufrimiento, los horrores y, sobre todo, el silencio del campo, porque salvo cuando los guías hablaban, aquello era un silencio sepulcral constante. No podía dejar de preguntarme por qué no se habían ido bien lejos, a cualquier otra parte de Alemania o por qué esas personas necesitaban volver. Pensé entonces en el síndrome de Estocolmo, era posible, y pese a todo no podía creérmelo. Simplemente, no daba crédito. En aquellas mismas fechas estaba leyendo “Sin destino”, de Imre Kertész, un superviviente de Auschwitz y premio Nobel de Literatura en 2002. Fue entonces cuando intenté buscar respuestas a mis interrogantes en su libro. Pero no los había, porque no hay nada que pueda explicar el dolor y dejarlo intacto. De la misma manera que no hay nada, absolutamente nada, que borre el paso por un campo de

concentración. Dice el mismo Kertész en una entrevista que “es un deber vivir después de Auschwitz”. Y lo dice el mismo que una vez liberado, le dijo a un periodista que sólo podía sentir odio tras todo lo vivido. ¿Quién no sentiría lo mismo?


Fuente: http://john.curtin.edu.au/railway/index.html

Lo más duro de la visita a Dachau fue, sin duda, caminar por la cámara de gas. Era una habitación pequeña en la que entraban alrededor de doscientas personas. Antes de visitarlas, el guía nos explicó cómo fueron montadas, cuándo, nos enseñó uno de los crematorios y cuando íbamos a adentrarnos al edificio que contenía la cámara de gas, nos dijo: “Sólo he podido hacer una vez ese recorrido [por la habitación donde los desnudaban, la sala de espera, la cámara de gas, los crematorios y la última sala donde amontonaban los cadáveres y les quitaban mandíbulas, dientes de oro y tatuajes] y me vais a perdonar pero yo os espero a la salida del edificio.” Cuando entré por la puerta me invadió la muerte. Me imaginé a los cientos de miles de prisioneros inocentes que hicieron lo mismo que estaba haciendo yo entonces y sólo sentía escalofríos.

El Holocausto no debe reducirse a que fue un enfrentamiento entre dos pueblos, es una gran tragedia europea, una experiencia de nuestro continente.” ¿Cuál era el objetivo de escribir Sin destino? Kertész nos lo dice, en la misma entrevista: “En Sin destino, el héroe nos enseña el horror de su experiencia y quiere sacar conclusiones positivas de todo aquello”. La necesidad de escribir el después. La imperante necesidad de reducir el dolor a través de las palabras y así, haciéndolo más tangible, hacerlo volar y desaparecer. Pero nunca se vive del todo después de Auschwitz, siempre se quedan un poco presos, aunque sea del recuerdo.

Sin destino es el resumen del horror. El acto de escribir con la memoria más o menos intacta, el arte de resucitar demonios y darnos una lección. Porque del horror se debe aprender. Una vez Me vino a la mente la frase de Primo liberado, el héroe de su novela, como a Levi: “De aquí [refiriéndose al campo de él les gusta llamarlos, dice: “allí estaba concentración] sólo se sale por la yo, aceptando cualquier argumento con chimenea.” Qué horror. Cómo podía tal de poder seguir viviendo. Miré llegar el ser humano hasta esto, cómo. alrededor en aquella plaza pacífica, ya Kertész, en su libro “Sin destino” intenta crepuscular, por las calles atormentadas buscar el sentido. Nos explica cómo pero llenas de promesas, y sentí cómo poder sobrevivir ante la barbarie, qué crecían en mí las ganas de continuar hacer. Sólo sabe cómo lo hizo él, y es con mi vida, aunque pareciera algo en lo que coincide con Primo Levi, imposible.” Qué tajante y qué valiente, y supongo que con más supervivientes: desear vivir después de Auschwitz, ¿no “Adaptándome”, dice. “Sólo el que sabe os parece? adaptarse y comprender el por qué es capaz de sobrevivir”. Él lo hizo, y ahí está su prueba más fehaciente: su obra, su legado, él. Rescato este extracto de una de las entrevistas que le hicieron a Kertész en El País: “Sin embargo, Kertész no demoniza a nadie. Afirma que su obsesión era sacar conclusiones positivas de aquel sufrimiento y que ése es el mensaje de “Sin destino”. No reparte culpas ni maldice a ningún pueblo. ‘Poner las cosas en perspectiva es difícil, pero no debemos radicalizar. 41

Extracto de entrevista a Imre Kertész realizada por El País

Fuente: http://www.elpais.com/articulo/reportajes/ deber/vivir/despues/Auschwitz/elpepusocdmg/ 20071223elpdmgrep_2/Tes

P. Usted ha dicho que el Holocausto dejó la literatura en suspenso. “De hecho, qué escritor de hoy en día no es un escritor del Holocausto... Tras Auschwitz nos hemos quedado solos”. ¿Qué huella deja en el alma semejante experiencia? R. Indudablemente, ha dejado una huella profunda en el alma, y no hay día que pasa sin que piense en ello. Quizá suena a cínico, pero ése es el tema central de mi trabajo, de mi arte. Por eso tengo que pensar en ello. Mis novelas son las formas que encontré para tratar con esta experiencia. Este hecho, el de haber encontrado una manera de enfrentarme a ello, es decisivo en mi vida.

Plato roto, 1929. André Kertész


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Curzio Malaparte

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En la piel de un admirable bellaco por Marisol González Nazábal

Tiempo atrás, en una conversación sobre temas políticos, escuché a alguien decir que nadie necesita haber estado en una guerra para saber las penas que se sufren en ella. Estuve de acuerdo. Todos hemos oído crudos relatos al respecto, visto fotos terribles o al menos conocemos escuetamente los detalles de alguna batalla. Además, el cine nos ha bombardeado con inagotables escenas de combates, donde la vida de una persona vale lo mismo que la de un insecto y la crueldad toma formas abominables. Sin embargo, haber leído un libro que llegó a mis manos hace poco me ha hecho cambiar de parecer de un solo golpe. Porque eso es lo que es. La Piel de Curzio Malaparte es lorem ipsum dolor met set una especie de golpe de efecto que quam nunc parum hace a quien lo lee darse cuenta hasta dónde2007 puede llegar el salvajismo y ensañamiento de los seres humanos.

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Esta obra autobiográfica del escritor nacido en Prato, Italia, en 1898, relata lo vivido por el pueblo napolitano de 1943 a 1945, años en que fue invadido, no ya por los alemanes, sino por las fuerzas armadas norteamericanas. Los soldados de éstas últimas aparecen a lo largo de éstas páginas pintados como un hato de jóvenes inocentes y bondadosos que convive con los habitantes de Nápoles, acostumbrados a la destrucción y el hambre: “Si bien jamás ha sido un honor perder una guerra, era ciertamente un gran honor para los napolitanos y para todos los demás pueblos vencidos de Europa, haber perdido la guerra frente a soldados tan corteses, apuestos, buenos y generosos”, escribe Malaparte. La paradoja que plantea es que, no obstante, “cuanto aquellos magníficos soldados tocaban, en el acto se corrompía”. Así, por La Piel, desfilan enanas feas y viejas, pedófilos, prostitutas, enfermos, moribundos, muertos y, quizás la más terrible de todas las atrocidades, madres que venden a

sus hijos “por hambre o por miedo”. Si bien en un claro acceso de ironía, Malaparte explica: “La culpa es de los chiquillos. Ustedes no saben la raza terrible que es la de los chiquillos en Italia […] Si las madres no vendiesen a sus hijos, ¿sabe usted lo que pasaría? Que los chiquillos, para hacer dinero, venderían a sus madres”. Frases controvertidas, fruto de la mente brillante, sarcástica y por momentos retorcida del autor, inundan esta obra que llegó a formar parte del Índice de Libros Prohibidos de la Iglesia Católica. Lo más interesante de este libro es que Malaparte (cuyo seudónimo fue tomado en contraposición con Bonaparte) es a la vez autor, narrador y personaje principal de esta historia. Y es que el escritor combatió en la Primera Guerra Mundial, trabajó como corresponsal en Rusia y formó parte del cuerpo diplomático italiano, lo que le permitió adquirir un admirable conocimiento sobre el Viejo continente y sus líderes.


A través de las páginas, el autor se mancha las manos con sangre, soporta el olor del sirocco, hace imitaciones para evitar que un soldado agonizante piense en el dolor, se sienta a la mesa de todo tipo de personajes nefastos y mantiene discusiones imperdibles, en las que temas como el hambre, la piedad y la misericordia son omnipresentes. El título de La Piel -sobre el cual se filmó la película homónima en 1981 protagonizada por Burt Lancaster, Claudia Cardinale, Marcello Mastroiani y dirigida por la italiana Liliana Cavani - es explicado en el nudo de la historia, cuando el Capitán Malaparte mantiene una encendida discusión con el general Guillaume sobre las desgracias que vive el pueblo napolitano y Europa en ese momento y el primero dice que todo –“el hambre, los bombardeos, los fusilamientos, las matanzas, la angustia, el terror”- por lo que les ha tocado pasar son “cosas de risa, cosas a las que ya estamos acostumbrados” y afirma que la que los ha reducido a eso es la piel. Ante la sorpresa de su interlocutor, le explica que por la “maldita piel” el hombre es capaz de lo impensable. “Esta, esta asquerosa piel, ¿la ve usted? (Y al decir esto agarraba con dos dedos la piel del dorso de la mano y tiraba de ella.) Un día se sufría hambre, tortura, sufrimientos, los dolores más terribles, se mataba y se moría, se sufría y se hacía sufrir, para salvar 43

el alma, para salvar el alma propia y la de los demás. Para salvar el alma se era capaz de todas las grandezas y de todas las infamias”. Inmediatamente luego de ese discurso, Malaparte continúa afirmado que “hoy se sufre y se hace sufrir, se mata y se muere, se realizan cosas maravillosas y horrendas, no ya para salvar la propia alma, sino para la propia piel. Se cree luchar y sufrir por la propia alma, pero, en realidad, se lucha y se sufre por la piel, por la propia piel tan sólo. Todo lo demás no cuenta. Hoy se es héroe por una cosa bien pequeña. Por una cosa asquerosa. La piel humana es una cosa asquerosa. ¡Fíjese! Es una cosa repulsiva. ¡Y pensar que el mundo está lleno de héroes dispuestos a sacrificar la propia vida por una cosa semejante!”. El autor expresa de esta forma que la piel esta “sobrevalorada”, pero que al mismo tiempo es lo que único que poseemos, “que es nuestro, la cosa más mortal del mundo. No hay más que el alma que sea inmortal”. En parte, los habitantes de Nápoles han vendido su alma por un pedazo de pan. Al final de este revelador capítulo, el general Guillaume exclama muy seguro “¡Usted no vendería a sus hijos!”, a lo que Malaparte contesta con toda calma: “¿Quién sabe?. Si tuviese un hijo quizá me lo vendería para poder comprar cigarrillos americanos. Hay que ser hombre al mismo tiempo. Cuando se es un bellaco, hay que ser bellaco hasta el fondo”.

Sin duda uno de los momentos más álgidos y crudos de esta obra descarnada y valiente, escrita por una de las plumas más controvertidas del siglo pasado. Con este dantesco trabajo, que no escatima en descripciones de las más diversas degradaciones y deja al desnudo los dramas y miserias que debió vivir Italia a pesar de haber sido liberada, Malaparte reporta las vivencias de la sociedad europea de posguerra, trabajo que ya había comenzado en su primera obra cumbre, Kaputt. Así mismo, el autor cobra venganza y arremete con todas sus fuerzas contra el drama moral y la abyección que representa aquello que no sólo fue su hilo conductor sino también su trabajo: la guerra.


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MAUS Art Spiegelman por David García Ávila ¿“Escribir poesía después de Auschwitz es un acto de barbarie”, como dejó escrito el filósofo alemán Theodor W. Adorno? No, escribir poesía sigue siendo un acto liberador, que nos devuelve a los orígenes, a ponernos en la piel de las personas que nos rodean, de las que comparten nuestros sentimientos más profundos, de las que amamos. Por desgracia Auschwitz, y el holocausto judío en particular, no son ni serán las últimas ocasiones en las que un ser humano demuestre lo lejos que puede llegar a estar de otro ser humano. Otros ejemplos del pasado lejano o no tan lejano: Las conquistas del Imperio Romano, los genocidios de las invasiones mongolas de Gengis Khan y de las hordas de los Hunos, las Cruzadas, la conquista de las Américas y las matanzas de indígenas y de 44

esclavos africanos, el colonialismo europeo en Asia y África, la Guerra Civil española, las dos grandes guerras mundiales, la barbarie asesina de los Jemeres Rojos de Pol Pot en Camboya, las miles de víctimas entre hutus y tutsis en Ruanda, las guerras de Irak – Afganistán, la ocupación China del Tibet… La literatura dedicada al exterminio judío es extensísima, así como la filmografía, los museos, las esculturas conmemorativas… todo ello nos hace recordar o, al menos, no olvidarnos de lo ocurrido. Así, llegamos a la aportación a este noolvido de Art Spiegelman, con su comic MAUS. Una aportación que no acumula polvo en las estanterías, que no deja indiferente a nadie, que personas de muy distintas edades, condición social,

cultural, etc., se ven atrapadas entre sus páginas mientras un escalofrío en forma de témpano de escarcha surca nuestras espaldas. MAUS representó en 1992, al serle otorgado el primer y único premio Pulitzer para un comic, un hito para el arte de la historieta gráfica. Las memorias de Vladek y Anja, padres del autor de la obra, son la excusa perfecta para conocer en primera persona las vivencias de la familia Spiegelman a lo largo de la invasión nazi de Polonia, y las vejaciones, torturas, asesinatos y aniquilación del pueblo judío durante el estallido y desarrollo de segunda gran guerra mundial, y especialmente, en el campo de concentración de Auschwitz. Spiegelman (Estocolmo, 1948) elige a los animales, curiosamente, para representar a los seres humanos.


Los judíos son ratones y los alemanes gatos, los polacos cerdos y los estadounidenses perros. Las interpretaciones sobre esta elección pueden ser infinitas. Los gatos se comen a los ratones y estos viven escondidos y pasando penurias para que los gatos no acaben con ellos, entre otras muchas posibilidades. Esta caracterización es una peculiaridad que nos podría llevar a equívocos al introducirnos en las primeras páginas. Un tema tan dramático y doloroso en el que se representan a verdugos y víctimas caricaturizados como animales nos aleja de rostros humanos que nos ayuden a comprender que nosotros mismos podríamos haber sido asesinos o ajusticiados. Sin embargo, Art Spiegelman consigue algo mucho más intenso y permeable. Sumergirnos en una psicología humana funesta, en el que los nazis despojaron tanto a judíos como a alemanes de todo rasgo de humanidad para acabar con más de un millón de personas como si fueran ratas y dejar a toda una generación de personas destrozadas por los horrores que sufrieron o que llevaron a cabo. Las palabras recogidas en MAUS de un artículo de un periódico alemán de mediados de la década de 1930 nos pueden ayudar a vislumbrar la animalización y deshumanización nazi:

100.000 judíos húngaros murieron en las cámaras de gas de Auschwitz… En septiembre de 1986, tras ocho años de trabajo, se publicó la primera parte de MAUS. Fue un éxito de crítica y ventas. (Art Spiegelman, aparece en esta viñeta en su mesa de trabajo, con una careta de ratón y decenas de cadáveres de ratones apilados a sus pies y moscas revoloteando por toda la habitación) Se traducirá al menos a quince idiomas. He recibido cuatro ofertas serias para adaptar el libro al cine o a la televisión. (No quiero hacerlo.) En mayo de 1968 mi madre se suicidó. (Sin dejar ninguna nota.) Últimamente estoy deprimido.

propio. Lo que parece algo más usual en el resto de variantes de las artes como el cine, la pintura o la novela, en el mundo de las viñetas ha representado toda una innovación. Así, páginas dedicadas a la propia recopilación que realizó el autor de la historia de su familia a través de entrevistas realizadas con su padre: la cotidianidad, las anécdotas aparentemente intrascendentes, las confesiones más personales, los diálogos en los que Art Spiegelman explica cómo compondrá esta gran obra en un presente-pasado…; se mezclan con la recreación de la vida de su padre, Vladek, logrando cerrar un círculo vital de distintas dimensiones temporales que se hacen una (somos lo que fuimos, lo que vivimos y lo que nos gustaría ser):

“Mickey Mouse es el ideal más lamentable que jamás haya visto la luz… Un sentimiento sano indica a cualquier joven independiente y a toda juventud honorable que esa alimaña sucia e inmunda, el mayor portador de bacterias del mundo animal, no puede ser el tipo ideal de […] El tiempo vuela… animal… ¡Fuera la animalización Art Spiegelman: Vladek murió de judía del pueblo! ¡Abajo Mickey insuficiencia coronaria el 18 de Mouse! ¡Lucid la cruz gamada!” agosto de 1982… Françoise y yo nos quedamos en los castskills con Otra de las aportaciones más él el agosto de 1979. aplaudidas y pioneras de MAUS a Vladek empezó a trabajar de la historia del cómic y la novela gráfica es la familiaridad y cercanía hojalatero en Auschwitz la primavera de 1944… Yo empecé a de su lenguaje junto a su contenido, con el uso de la técnica trabajar en esta página a finales de febrero de 1987. literaria de la autobiografía. Art En mayo de 1987 Françoise y yo Spiegelman realiza una auténtica esperábamos un bebé… Entre el 16 inmersión en el mundo más íntimo y el 24 de mayo de 1944, más de de su madre y padre, y en el suyo 45

Periodista: Muy bien, Sr. Spiegelman… ¡Listos para rodar…! Cuéntele a los espectadores cuál es el mensaje de su libro. Extracto del capítulo dos “Auschwitz (el tiempo vuelo)” de MAUS. Paso a paso, con sencillez y ligereza, leemos y observamos las páginas de esta novela. Y uno queda ligado a las emociones que emanan de las viñetas. Sentimos la tensión, la duda, el miedo… las noticias que como gotas de agua llenan un vaso que, al derramarse por estar tan lleno, dejan formarse en el suelo las palabras guerra y muerte, tan unido, desgraciadamente, a nuestra vida en la tierra. Pero, sin moralejas, sin demagogias y maniqueos de buenos y malos, sin dobleces del lenguaje, sin buscar sentirnos culpables. Somos seres humanos y animales, pero somos capaces de dejar de serlo y convertirnos en otra cosa. Gatos que persiguen a ratones o ratones que huyen de los gatos.


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Relato

Daños colaterales por Noemí Camblor

-Ay… Magdalena, hija ¿pero qué te has hecho esta vez? -No he sido yo, han sido ellos. ¡Han vuelto! ¿Los has visto? ¡Acaban de estar aquí! -¡No! ¿Acaban de estar aquí? Pero, ¿cómo han entrado Magda, si sólo yo tengo las llaves? ¿Cómo se las apañan para llegar hasta aquí? -Han estado aquí Doña Asunción, han vuelto. Mire cómo me dejan. Han estado aquí otra vez. Han vuelto a por mí. No paran. No paran. A veces los oigo antes de que entren en mi habitación. Ahí están, preparándose para entrar. Entonces siento el terror escalando por mi nuca, la rigidez del pánico agarrotándome cuello, siento cómo la tensión me presiona la cabeza, cómo se me hinchan los globos de los ojos y mis manos se convierten en garras temblorosas sabedoras de que tampoco esta vez podrán defenderme de ellos. -Deja que te limpie esa sangre de la cara Magda. Quieta, anda. Tranquilízate. Quieta que si no, no voy a ver qué te ha pasado. -Han vuelto a por mí. No van a irse nunca, Doña Asunción. Es inútil, no van a irse. -Anda, ven acá. Todo va a pasar, todo va a pasar… Tranquila… Todo va a pasar. Entonces entran. Atraviesan las paredes, yo los he visto, por eso no necesitan las llaves. Atraviesan las paredes como si nada. Entran gritándome. No los entiendo. Gritan en su idioma, en el idioma de los demonios, de los espíritus portadores de lo más oscuro de la maldad, del terror con una forma: son altos, muy altos y fuertes, fuertes con la fuerza de los endemoniados, de los poseídos. Me miran con sus gatunos ojos, fríos, amarillos, amenazantes, grandes, despiadados. Hay uno que arrastra por el suelo una brillante melena, ése es el peor, si, es el peor… Entran y empiezan a azotarme con sus gigantescas alas de horrendas gárgolas inimaginables. -A ver, niña…Deja que te limpie…Dios mío, ¿has vuelto a pegarte contra las paredes?¿contra la cama?¿contra el lavabo? -Me lanzaron contra el espejo, Doña Asunción, no puedo con ellos. Me tiraron contra el espejo y me dolió mucho. -Madre mía… Si te faltan otros dos dientes…Pero, ¿qué está pasando, ya no te funciona la medicación? -No me funciona, no, dame más. Me duele aquí también, mira, sangro otra vez. -¡Pero qué bestialidad!… Pero si no te dejo nada a mano. Magdalena voy a llevarme el cepillo ¿vale? Creo que te estás haciendo daño con el mango. Te vendré a cepillar yo el pelo todas las mañanas. Ven que lo hago ahora, ya verás: limpia y peinada vas a estar mucho mejor. Doña Asunción es mi enfermera, es grandota y bastante mayor. Es como mi mamá, me abraza y me tranquiliza. Ella me cuida, me limpia, me da de comer lo poco que hay en este hospital. Yo sé por qué vine. Fue hace mucho tiempo, yo ya no recuerdo cuánto, ¿seis meses? ¿un año? ¿dos? Me trajeron aquí mis padres cuando me volví loca, cuando empecé a imaginar cosas que no podía controlar. Cosas terroríficas. Ellos tenían miedo de que les hiciera daño o lo que es peor, que hiciera daño a mi pequeño hermano. El mismo daño que me hago a mí.

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-¿Ves qué guapa así, peinada? -Si, estoy más guapa. Doña Asunción déme más pastillas, no mejoro. Me dijo que mejoraría con ellas pero no mejoro. -Te voy a dar dos, informo al médico pero ya te doy dos, a ver si así... Anda, quítate el vestido ensangrentado que te traigo ahora una camiseta limpia, niña, no tardo nada. -Asunción… -Dime hija… -¿Me da un beso? -Claro… Espera, en el otro lado de la cara…Vengo ahora con tu camiseta, ¿eh? No tardo, no tardo. -Sí, ¿la espero cantando! -Canta que lo haces muy bien. Yo te escucho desde afuera. -¡Mario! Ven inmediatamente. -Sí, dígame Doña Asunción. -¿Dónde coño está el sargento? ¿Eh? -Creo que ya se fue con toda la cuadrilla pero me dijo que volvería esta noche con más. -Pues esta puta ya no va a aguantar mucho más traqueteo. Nos han jodido la mercancía, dos meses de nada nos ha durado. ¿Qué te he dicho mil veces que digas si vienen los soldados y no estoy yo para atenderles? ¿Qué tienes que decirles? Que no las pueden pegar mucho…Que follar sí, pero pegar mucho no… ¿Y qué pasa si sangran? ¿Qué pasa, Mario? Que tienen que pagar más ¡Inútil! ¡Hombres! Vete a por el coche. Tenemos que deshacernos de esta zorrita en algún sitio, no la soporto más. A ver cómo nos hacemos con otra en el camino de vuelta. Aunque no será fácil. Desde que esta ciudad se convirtió en el campo de batalla, los padres han aprendido a esconder bien a sus hijas. Sé donde encontrarlas: cerca del campamento de ayuda humanitaria siempre hay alguna putita despistada esperando su barril de agua.

1Relato

perteneciente a la novela de relatos Vivir a medias. Mundos noéticos. Noemí Camblor (2009). Editorial

e-Kolab. Disponible en Amazon: http://www.amazon.com/medias-no%C3%A9ticos-Cuentos-Relatos-ebook/ dp/B00378LINA

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Guerra, posguerra y literatura Un paseo por la historia y su literatura por Ana Feito González

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A lo largo de la historia el ser humano ha dedicado tiempo e ilimitados recursos en luchar contra sí mismo. Siglo tras siglo las guerras se repiten siendo sus protagonistas diferentes civilizaciones y culturas en todo el mundo. Existen muchos motivos para que surja una guerra pero sus consecuencias en la humanidad son generalmente las mismas. Independientemente del contexto histórico en el que tenga lugar se da un periodo de “oscuridad” que se refleja, entre otros aspectos, en la actividad intelectual de las sociedades que la sufren.

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la historia para siempre y cuyas consecuencias sociales, políticas e ideológicas se sufren hoy en día. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) enfrenta a medio mundo, desde Europa a Japón y el extremo oriente, EEUU y África pocos territorios se mantienen al margen. Su final, con la pérdida de vidas humanas de alrededor de un 2% de la población mundial, marca el comienzo de una división política y social que perdurará décadas. El mundo occidental se caracterizará desde entonces por la presencia de dos frentes opuestos: capitalismo y socialismo que crean un espacio político orquestado por las dos Desde la antigüedad hasta nuestros superpotencias: EEUU y la URSS.. días hay incontables ejemplos de cómo la guerra y la posguerra han En 1945 se empieza de cero y el dejado su huella en la producción m u n d o c o m i e n z a u n a l e n t a literaria universal. Los escritores han recuperación. Desde la sensación de narrado el conflicto y los años angustia que permanece en las posteriores desde experiencias conciencias se medita y se narra lo propias, cercanas o siendo los vivido. En las nuevas producciones transmisores de testimonios que l i t e r a r i a s d e l o s p a í s e s q u e describen el horror, la incertidumbre, participaron en la II Guerra Mundial la lucha, la derrota o la victoria. ésta tendencia se hace presente, si bien en toda guerra hay diferentes Así, y teniendo presente la influencia bandos y eso se refleja en lo que se de la ideología, las obras literarias escribe y en cómo se escribe. pueden retratar la realidad de la Ganadores, como Gran Bretaña y guerra en toda su dureza, pueden perdedores, como Alemania, dan su hacer propaganda y exaltar la propia visión de los acontecimientos. victoria o pueden servir como vía de escape a los difíciles años de la En el caso de Alemania surge la posguerra ayudando a la sociedad a “generación del 47”, grupo de olvidar las miserias vividas. Lo que escritores y poetas que sufre las q u e d a d e m a n i fi e s t o e s q u e consecuencias del nazismo y en el cualquier conflicto bélico y sus que se incluyen nombres como c o n s e c u e n c i a s n o p a s a n Gunther Grass o Heinrich Böll. desapercibidas en la vida cultural de G r a s s , e n “ E l t a m b o r d e los países implicados. Se puede hojalata”(1959) describe Alemania ejemplificar la influencia de la guerra desde la Gran Depresión hasta los y la posguerra en la literatura años siguientes al final de la II Guerra c e n t r á n d o n o s e n l a h i s t o r i a Mundial. Heinrich Böll, protagonista contemporánea y en concreto en el de lo que se ha llamado “literatura de S. XX, tristemente reconocido como los escombros” vuelve la vista atrás uno de los más sangrientos de la al pasado inmediato, a las herencias historia. de la guerra, retratando la difícil situación de Alemania y el pueblo En sus primeras décadas el mundo alemán tras la derrota en obras se ve sacudido por dos guerras como “El tren llegó puntual” (1949) o mundiales que cambian el rumbo de “Casa sin amo” (1954).


En Gran Bretaña, donde la II Guerra Mundial sigue estando muy presente, Graham Greene relata los bombardeos de Londres en “El fin de la aventura” (1951) , alude al fin del colonialismo en “El revés de la trama” (1948), y en “El americano impasible” (1955) escribe sobre la Guerra Fría, el enfrentamiento i d e o l ó g i c o e n t re l o s b l o q u e s occidental-capitalista, liderado por Estados Unidos, y orientalcomunista (las potencias del telón de a c e ro ) l i d e r a d o p o r l a U n i ó n Soviética como resultado de la división política de occidente tras la II Guerra Mundial. En lo que respecta a España el s. XX no es menos interesante. El país no participa en los grandes conflictos mundiales del siglo siguiendo un camino diferente al resto de Europa. Aún así los cambios políticos de la centuria son vertiginosos, monarquía, II república, guerra civil, dictadura fascista y finalmente democracia en la forma de una monarquía constitucional se suceden en 100 años. De todos los acontecimientos de nuestra historia más reciente el más importante por su envergadura y consecuencias es la Guerra Civil (1936-1939). La victoria de los nacionales supone, con el comienzo de la dictadura Franquista, una ruptura cultural en el país. Miles de personas se ven obligadas al exilio. Perseguidos y castigados por sus ideas, políticos, artistas, escritores e intelectuales de muy distintas ramas huyen del país, en algunos casos salvando sus vidas. A Ramón J. Sender, Max Aub o Francisco Ayala su apoyo a la II República les condena al exilio. La obra de estos autores se hace al margen de lo que se escribe en España, y tratan con insistencia el tema de la guerra. Ramon J Sender en “Réquiem por un campesino español” (1960) pone de manifiesto la miseria y la división en la que estaba sumida España con una historia q muestra la realidad de la España de dos ideologías opuestas.

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Mientras tanto en el país los años cuarenta comienzan haciendo propaganda y exaltando al bando vencedor, en una línea radicalmente opuesta a lo que se hacía en la década de los 30 que no se puede continuar al ir en contra de los presupuestos franquistas. Serán Camilo José Cela con “La familia de Pascual Duarte” (1942) y Carmen Laforet con “Nada” (1944) quienes inauguren una nueva etapa en las letras españolas. La obra de Cela tiene un tono sombrío, lleno de situaciones violentas, personajes marginados y un lenguaje desgarrado y duro. Inaugura la corriente conocida como “tremendismo” que se basa en los aspectos más brutales de la realidad para reflexionar sobre la condición humana. A estos autores se unen poco después Ana María Matute, en cuyas obras se habla de violencia, alienación, miseria y especialmente de la pérdida de la inocencia en los años posteriores a la guerra, y Miguel Delibes, “El camino” (1950), entre muchos otros que siguen en la línea de influencia de la guerra, y sus consecuencias en la sociedad española de la época. Esta temática perdurará de forma continuada en las letras españolas hasta los años sesenta. Como constante, en los países mencionados, el recuerdo de lo vivido durante el conflicto y en los años posteriores, es el protagonista de la producción literaria nacional (escrita en el país o en el exilio) alargándose más o menos en el tiempo, pero siempre presente. Mantengamos la esperanza de que la humanidad entre en razón y que la literatura que se escriba en el futuro no se pueda inspirar en conflictos por llegar, sino en guerras y en posguerras ya pasadas.


Todas las palabras son importantes Manuel Rivas


El fuego no siempre puede llevárselo todo Los libros arden mal, de Manuel Rivas por Pedro Larrañaga La posguerra, como proceso histórico y social, se inicia en el preciso instante en el que se da por finalizada la contienda. Con los cadáveres aún tirados entre las calles y los edificios rugiendo tras los últimos cañonazos, sale a la luz la población, escondida en bajos y sótanos, para iniciar, en silencio y limpiándose las lágrimas, la reconstrucción. Eso es una posguerra, una inmensa obra de reconstrucción, una gigantesca tarea de limpieza y desescombro. Un funeral inmenso, en el que no hay tiempo para el lamento por los muertos, sobre todo si son del bando de los vencidos. Una faena en la que habrá que rehacer la realidad. La posguerra en la literatura, en cambio, no es una reconstrucción, si no una interpretación. Alguien debe poner en palabras, en metáforas, verbos y adjetivos, el dolor, los tiros, la sangre saliendo a borbotones o el llanto de los niños. Esa es la misión literaria. Sin embargo, no es un proceso rápido. Antes de poder hablar sobre algo, es preciso poder digerirlo. Y todos sabemos que el plomo no es de fácil digestión. En Galicia, para la literatura gallega, la posguerra se inició tiempo después del fin de la dictadura. Tuvieron que pasar más de 60 años desde aquel trienio

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miserable, de 1936 a 1939, para que autores gallegos fueran capaces de llevar al papel la vida de aquellos años posteriores a la dramática contienda. El papel, gracias a Ray Bradbury, sabemos que arde a 451 grados Farenheit. Pero, en “Los libros arden mal”, de Manuel Rivas, descubrimos que el humo de todos esos libros quemados, por herejes, por revolucionarios o por no recomendables, permanece, se mete en nuestras entrañas y ese olor a quemado se queda con nosotros. Siguiendo el desarrollo histórico de la ciudad de A Coruña, desde finales del siglo XIX, hasta la muerte de Franco y el fin de la dictadura, Manuel Rivas construye su obra. Esa gran novela, por contenido y extensión, que se le reclamaba a uno de los grandes autores gallegos de la actualidad. Resulta muy curioso, de hecho, que la Guerra Civil y la posguerra hayan sido tratadas, en profundidad, solamente por escritores de nuestro tiempo, como el propio Rivas o Suso de Toro. Un reflejo más de cómo, la literatura gallega ha tenido que caminar casi de puntillas, bajo una mirada amenazante, sin atreverse a hacer demasiado ruido, ni, mucho menos, a tocar temas espinosos. Por suerte, ese periodo comienza a dejarse atrás. “Os libros

arden mal”, en su título original, no sólo es una gran novela, como se la ha reconocido con diversos premios, si no que es una obra que bebe de la realidad gallega de todo ese periodo histórico. En cada uno de sus párrafos se respira un aire muy cercano al de la tradición oral, único medio en el que la lengua gallega encontró su medio de expresión durante muchos años. De ese modo, la narración fluye dentro de un marco muy intimista, como si fuera un secreto contado al oído, como un cuento que una abuela relata junto al fuego de una cocina. Así, asistimos a cada escena, como si fuéramos una parte más de ella, sentados junto a esos personajes que se enfrentan a sí mismos. En “Los libros arden mal”, debido a ese planteamiento, la trama avanza mediante situaciones o diálogos cara a cara. Dos amigos de la infancia se hacen confidencias; una madre le explica a su hijo por qué su padre está lejos; una prostituta habla entre susurros a un fugitivo escondido en su burdel. Así era la vida en aquellos tiempos, una sucesión de conversaciones en voz baja, con miedo a que alguien pudiera estar escuchando. Los únicos que gritan, que hacen aspavientos, son los otros, los que se creen en posesión de la verdad, porque consiguieron la victoria de las armas.


cabeza de las gentes. El recuerdo de aquellos días previos al conflicto, en los que se intentaba llevar la cultura a ciertas capas de la sociedad a las que nunca había llegado. Seguía habiendo bailes y fiestas de pueblo, seguía habiendo pasiones y gusto por verle las piernas a las chicas, seguía habiendo sueños de La victoria de la razón, de la gloria y disputas entre cultura, del pensamiento y la verdad, amigos. Pero queríamos esa no fue suya. Ni siquiera intentaron que hubiera algo más. que lo fuera. Por eso formaron Queríamos saber. Pero hogueras enormes en las calles, junto a saber no es bueno. Más, incluso, saber las bibliotecas, los ateneos o las casas puede ser doloroso. de aquellos que pensaban, y lo decían Manuel Rivas, uno de los en voz alta, distinto. No hubo batalla en referentes de la literatura gallega, ese campo, sólo puro aniquilamiento. conocido como poeta, escritor y Para qué luchar, si se podía barrer todo periodista, consigue con “Los libros con el apetito voraz de las llamas. arden mal” una obra de posguerra en Pero, los libros arden mal. Algo Galicia. En ella aparecen, uno por uno, tiene el papel, la tinta y las ideas, que, a todos los referentes de la historia del pesar de ser pasto del fuego, siglo XX en la comunidad. El atraso permanece. Queda la memoria en la

económico con respecto al resto del país, el peso de la agricultura y la pesca en su producción, la escasa alfabetización, los caciques, la mitología y el catolicismo, la climatología y la costa, la tradición en las relaciones sociales y un largo etcétera que la llegada del régimen franquista se encargó de perpetuar. Significó, incluso, el arrinconamiento de toda expresión literaria en su idioma. Una condena de la que no empieza a librarse hasta hace muy pocos años. Y aún hoy, viendo los desvaríos de algunos de los gobiernos de la Xunta de Galicia, parece que no va a ser fácil salir. Sin embargo, los libros, y sobre todo los reales, los verdaderos, son muy difíciles de quemar. Y menuda suerte para nosotros.

Extracto de entrevista a Manuel Rivas en el DIARIO SIGLO XXI Fuente: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/21378

espacios de felicidad clandestina, sus conversaciones, ver las cosas. El libro creo que tiene una simetría entre la pulsión de la muerte y la del deseo.

¿Cómo fue el proceso creativo de ‘Los libros arden mal’?

Para finalizar, ¿en Galicia hubo Guerra Civil o "Posguerra Civil"?

Primero yo tuve el libro dentro y después él me tuvo a mí. Empecé con mucho ímpetu, pero luego, digamos que fue el mismo libro quien me empujó. En la actividad de escribir, que no es una actividad racional, aunque tampoco irracional, actúan al mismo tiempo el sentir y el pensar. En ese sentido, escribir sería un proceso sentipensante, como diría Couto. En la novela hay dos hemisferios: uno, el dramático, del que formarían parte el repartidor de Biblias (qué curioso que en un país católico como España, el difusor de la Biblia sea un protestante), los maquis y los campos de concentración; el otro hemisferio sería el del deseo, el deseo de los personajes por sobrevivir, su capacidad para crear

En Galicia lo que hubo fue una carnicería, una guerra sin trincheras. Había ganado las elecciones el Frente Popular, existían sindicatos fuertes con una gran tradición; las cigarreras de Coruña fueron las primeras en organizar una huelga, como lo cuenta la Pardo Bazán en ‘La Tribuna’; la República había puesto en marcha un mundo alternativo de bibliotecas y centros culturales, cuando sobrevino el golpe. La gente salió a la calle, una auténtica marea humana, a pedir armas. Pero los gobernadores consideraron que no era necesario, que tenían garantías suficientes de que no habría guerra. Y luego vino una cacería humana.

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Tiene su gracia

Relato

por Fusa Díaz Están todos sentados en la mesa, en silencio, sin levantar la mirada del plato que está casi vacío aunque todavía no han empezado a comer. Martín empieza a sonreír mirando a los demás, a su hermana, a la que le da un codazo para que pueda ver su sonrisa, a su madre, que lloraría si no le diera tanta vergüenza -porque yo, qué quieres que te diga, antes que llorar delante de mis hijos y que me vean así, me levanto y me voy con la pena a otra parte, no soy como tú, una floja, que eres una floja y vas a criar a una panda de flojos, llorar en público, acabáramos...-, a su padre que, después de algunos días, por fin tiene la mente en blanco y se siente tan feliz por ello. Martín sigue sonriendo con toda su bocaza llena de pan y cada vez exagera más, muestra sus dientes blanquísimos de leche, mira a los demás, los busca con los ojos. De pronto, la sonrisa mediana, la sonrisa creciente, de pronto restalla una carcajada en el salón. La madre se asusta y se enfada: siempre que ocurre algo que no se espera, se enoja, no puede soportarlo, no quiere nunca distanciarse del papel de madre permisiva pero dura, tierna pero cortante, una madre muerta pero servil, así que cuando Martín se ríe fuertemente, la primera reacción de su madre es levantarle la mano como para darle una buena torta. Y la deja ahí, suspendida en el aire, amenazante. La hermana cierra un poco los ojos por instinto, pero la bofetada no llega y Martín vuelve a reírse con fuerza. Lo miran ya extrañados, incómodos, como pidiéndole una explicación. Dice, entre risas: -Es que me estoy acordando de una cosa. El padre sigue comiendo de su plato y mastica despacio para que la comida no se le acabe todavía. Piensa que es tan terrible no sentir siquiera curiosidad por lo que le hace reír de esa manera a su hijo, no le importa lo más mínimo si va a acabar contando o no. Es terrible, por eso dice: -Pues va, cuenta que nos riamos todos. Martín hace el intento de ponerse a contar, pero cada vez se ríe más y mejor, como recordando, como reconociendo cada vez más, en todos los intentos por contarlo, que es tan gracioso. Su madre empieza a ponerse nerviosa y, cuando la hermana mete de nuevo la cuchara en su plato, la madre le coge del brazo para frenarla bruscamente: -Hasta que tu hermano no cuente eso tan gracioso aquí no va a comer nadie. Espero que valga la pena y no nos esté haciendo perder el tiempo como de costumbre. Martín, di, cuenta. Martín no intuye la gravedad del ambiente, no tiene miedo, hace días que ya no tiene miedo, sabe que el miedo es otra cosa que lo que siente en ese momento al ver a su madre molesta con él. No le importa, se siente tan feliz, liberado de algo. Se oye cómo las cucharas de todos chocan contra el plato y esperan pacientes en el borde perfilado de azul. El padre encuentra el pretexto perfecto para dejar de comer y que pase el tiempo, así no se sentirá ridículo al terminarse la comida en cinco minutos. -Que me estoy acordando... -toma aire antes de seguir, Martín sigue ajeno al desastre- de cuando sonó aquello, el ruido tan fuerte de la bomba, que María se asustó y el temblor de la tierra la levantó de la silla y, antes de caer al suelo, se dio con el respaldo de mi silla en la cabeza y después rebotó hasta que se quedó en el suelo... y vosotros no os levantasteis y se tuvo que sentar de nuevo ella sola... que me estaba acordando de eso... María era la criada y se quedó con ellos durante la guerra porque no tenía adónde irse. Desde que se acabó está en su pueblo, de donde se fue (huyó), porque poner un plato más en la mesa era todavía más doloroso que dejarla irse a su suerte. Martín por las noches cogía la bata que se ponía la criada para trabajar y se quedaba dormido con ella. Por las mañanas María se la arrancaba de los brazos y sonreía muy a su pesar. Martín desde que no está con ellos necesita decir María, María, María, en alto, que a nadie en la casa se le olvide que una vez vivió ahí, María, María, dice, se ríe de cuando se cayó al suelo, se muere de risa y se le saltan un poco las lágrimas. En la mesa nadie lo acompaña. Su padre dice, muy serio, casi solemne: -La verdad es que tiene su gracia. 53


Balas de juguete La guerra en los videojuegos por Andrei Vázquez La guerra, si bien se traduce por montañas de muertos y décadas de desolación, también es un buen terreno para practicar estrategias, estrategias que se pueden utilizar después (más o menos metafóricamente) en otros momentos de la vida. Se podría decir que éste es el planteamiento que siguen los videojuegos que se centran en la guerra. Por lo general, estos juegos son un subgénero de los juegos de estrategia. Los videojuegos, apoyados en la tecnología, simulan campos de batalla, soldados y hasta edificios, llevando la estrategia a niveles más complejos y en cierta medida más sofisticados que juegos de mesa como el ajedrez, el go u otros como el Risk.

componente histórico que permite que los ejércitos o civilizaciones evolucionen o maduren a medida que lidian contra sus rivales. Éste es el caso de los famosos Age of Empires (que incluso se atrevió a Hay muchas formas de medir mezclar ese estilo con criaturas estrategias bélicas o de combate, pero los videojuegos cada vez llegan mitológicas en Age of Mythology), Starcraft y Warcraft. También los hay más lejos y abarcan más. Ya es posible ver simuladores de juegos de que se han atrevido con un sistema más complejo, ya que añaden a la mesa, pero además hay juegos que exploración, la evolución y la batalla ponen al jugador en medio de un el componente de la diplomacia. Ésa campo de batalla y, lo que es más, es la propuesta de Civilization, que pocos son los videojuegos que no sigue al pie de la letra la famosa incluyen un modo multijugador que sitúa a los participantes en un recito frase si vis pacem, para bellum. Otros, como Emperador o Zeus, para hacer la guerra por grupos o señor del Olimpo, se centran en la todos contra todos, sin contar otros construcción de una ciudad y el modos como el famoso “atrapa la crecimiento de su economía, bandera” o “rey de la colina”. dejando las guerras en un segundo plano aunque estén presentes. Estos En los videojuegos, la guerra se ha simuladores de construcción inciden extendido por dos vías principales: en problemas como el desempleo, primero, la que bebe del espíritu estratégico de la guerra. Segundo, la las plagas o las crisis económicas. que recrea los escenarios de un Por otro lado, los simuladores de conflicto bélico. El grupo de los guerra concentran sus esfuerzos por primeros ha evolucionado de forma recrear el ambiente de diversos increíble. Los juegos más “básicos” conflictos, reales o imaginarios. Es recrean un mapeado en que fácil que los que dirigen sus diferentes unidades de combate se esfuerzos a la pura acción se despliegan intentando vencer a sus jueguen en primera persona, dejando rivales, como Advance Wars, pero ver poco más que las manos y las hay más. Algunos juegos aprovechan la tecnología para añadir armas del personaje controlado, para intentar transmitir las sensaciones mundos fantásticos, basados o no con más fuerza, como es el caso de en franquicias, como Final Fantasy Medal of Honor o Call of Duty. El otro Tactics, mientras que otros caso es el de los juegos de incorporan a la estrategia un infiltración, que también tienen 54

momentos de acción y disparos. En estos lo importante es saber aprovechar la poca información de que se dispone, además de saber utilizar el terreno en provecho y, obviamente, explorar y conocer todos los recovecos mientras se tratan de llevar a cabo varias misiones, entre las que hay de mayor y menor importancia. Un claro ejemplo de este tipo de juegos son los que vienen de películas de espías, como Goldeneye, aunque también hay creaciones propias como la franquicia Metal Gear. Las posibilidades de estos dos casos son múltiples, y se pueden ver variaciones en armas, perspectiva (primera o tercera persona, por ejemplo) y tipo (los hay más enfocados a la acción, más a la exploración e incluso los hay que mezclan los disparos y la infiltración con las plataformas, como es el caso de los últimos juegos de la franquicia Metroid). Finalmente, los modos multijugador en que varios participantes se enfrentan a robar las banderas, a matarse unos a otros o a coronar una zona concreta del mapa y mantenerse en ella defendiéndola son los modos más dinámicos y populares de los simuladores de guerra. Se podría listar una infinidad de títulos que recurren a este recurso para enriquecer y expandir su historia principal, se trate o no de un juego de guerra.


Punto de vista por Verónica Lorenzo

¡¡No vaya usted a ver a la Compañía de Arte Nuevo!! Si su carácter de usted es demasiado viejo. Si no le interesa un teatro totalmente inédito en España. Si no le atrae la originalidad hecha arte. Si es usted reacio a la juventud que trabaja completamente sola sin ‘pan ni sal’. Entonces, respetado señor… ¡¡No vaya usted a ver a la Compañía de Arte Nuevo!! Del teatro español de posguerra lo menos conocido es el grupo Arte Nuevo, creado un 16 de septiembre de 1945 en el Café Arizona, situado en la calle Alberto Aguilera de Madrid. Entre sus miembros destacan nombre como José Gordón, Alfonso Paso, Alfonso Sastre o Medardo Fraile. Arte Nuevo tenía como único propósito hacer un teatro acorde con las ideas de sus miembros, muy alejadas de las habituales en la estructura comercial. Querían hacer un teatro de vanguardia, un teatro de ensayo y de combate con la pretensión de traer una renovación completa del teatro. La primera aparición tiene lugar en noviembrediciembre de 1945, como organizador de un ciclo de conferencias sobre el tema del teatro como preocupación universal. Y aunque este tipo de actuación académica no era lo que buscaban, impartieron varios ciclos más cuyos temas trataban más que sobre el teatro en sí. 55

Pero su verdadera primera incursión en la escena teatral española se hace en el Teatro Infanta Beatriz el día 31 de enero de 1946, sin a y u d a s o fi c i a l e s . E l programa se componía de tres piezas en un acto: la comedia Un tic-tac de reloj, de José Gordón y Alfonso Paso; la farsa Armando y Julieta, de José María Palacio; y el “reportaje” Ha sonado la muerte, de Alfonso Sastre y Medardo Fraile. En el programa de mano daban a conocer muy bien sus deseos en un breve texto titulado Un punto de vista que decía:

Pero nosotros no confundimos los billetes de banco con el Arte, ni la sensibilidad de una generación nueva con una antigua. ¡Qué quieren…! ¡Es un punto de vista!

Quizá antes de que hayáis leído estas líneas se habrá levantado el telón. Un teatro nuevo para nosotros los españoles va a hacer su presentación y se somete a vuestro juicio. Sabemos de sobra los inconvenientes. Lentitud y profundidad. Hemos querido haceos pensar en vez de divertíos. Mientras este teatro triunfa en el mundo entero, España lo conoce a través de sus traducciones, escasas y de buena voluntad. Nuestro propósito es ambicioso. Dar a España un puesto en ese nuevo arte mundial. Pero ya está la batería encendida, y tras ese telón se mueve nervioso un puñado de gente joven. Autores y actores. Entusiasmo, ilusión y…, para qué negarlo, un poquito de miedo. ¡Ah!, nada de trucos teatrales, resortes de habilidad, personajes que esperan, o “tía Mercedes” en el jardín, ni madres injuriadas. Eso probablemente nos daría dinero y popularidad.

Y ¡menudo punto de vista!, pues las críticas fueron buenas y aquello animó al grupo a celebrar nuevas sesiones en el Infanta Beatriz, con nuevas piezas y cierto éxito. Sin embargo, no pudo evitarse una primera desaparición del grupo a causa de d i fi c u l t a d e s principalmente del tipo económico, pero reanudaron sus actividades con el firme propósito de crear en España el teatro experimental. Su reaparición inició las actuaciones mensuales e n e l Te a t r o M a r í a Cristina, que se trasladaría luego a los teatros de los Institutos de Enseñanza Media como el Instituto Lope de Ve g a o R a m i ro d e Moeztu. En 1949, con la publicación del libro Teatro de Vanguardia. 15 obras de Arte Nuevo, el grupo desaparece definitivamente el grupo. Después José Gordón crearía con José María de Quinto La Carátula, a la que se debe el estreno en España de La casa de Bernarda Alba; Paso y Sastre se incorporan en la Universisas a un grupo formado por entonces, el TUDE ( Te a t r o Universitario de Ensayo).

Intentan “resucitar” Arte Nuevo como un Teatro Universitario de carácter independiente, pero en la revista del S.E.U. Juventud se les responde que en la Universidad española no había teatros independientes. Fundan entonces La Vaca Flaca, donde montan tres dramas breves de Tennessee Williams: Auto de fe, La dama del insecticida Larkspur y 27 vagones de algodón. Y tratan también de montar La casa de Bernarda Alba sin éxito. A pesar de que Arte Nuevo no cumplió con sus propósitos por culpa de las dificultades que sufrieron, sí se puede decir que ellos iniciaron los primeros pasos en la renovación del teatro, con otro modo de trabajo, con entusiasmo y confianza en las nuevas generaciones y, lo más importante, con la firme creencia de que otro teatro es posible en España.


“Vivíamos rodeados de muertos” Alberto Méndez

Los girasoles ciegos de Alberto Méndez por J. Álvaro Gómez Me encontré con este libro de relatos como por arte de magia. Hay libros que tú los buscas pero, éste en concreto, fue él quién me buscó y encontró. Durante varias mañanas hablaron de él en la radio, lo ponían como un descubrimiento dentro de los últimos bestseller bastante aburridos. En esos mismos días, un amigo me habló de Los girasoles ciegos y de cómo, sin dudarlo y conociéndome, me iba a fascinar y a no dejarme impasible. Lo apunté en la hoja donde escribo todos los títulos que me van recomendando y ahí quedó. Después de varias semanas, en una mega librería del centro de Madrid y en busca de un libro de poemas, lo descubrí perdido en una sección que no era la suya. Su título me sonaba y lo comprobé mirando la vieja hoja de papel de recomendaciones. Me fui a casa con él, me había descubierto. En el metro lo empecé a ojear, sus cambios de letra normal a cursiva me anunciaba que, entre los relatos, algunos me iban a ofrecer algo medio verídico y en primera persona. 56

A las dos semanas ya me lo había leído y ya ocupaba un rinconcito en mi corazón librero. Alberto Méndez (Madrid 1941- 2004) no pudo saborear el triunfo del trabajo bien hecho con esta obra, a los ocho meses de publicarla Alberto nos dejó con 63 años. Él sólo pudo recoger el Premio Setenil de relatos, después, y una vez fallecido, le cayeron a esta obra más premios y reconocimientos como el Premio Internacional de cuentos Max Aub. Alberto Méndez siempre mantuvo una relación particular con el mundo editorial. Su padre, traductor y poeta, le inculcó su amor por la literatura y cierta pasión política. Como anécdota, Alberto, hombre de izquierdas, creó la editorial política “Ciencia Nueva” que, Manuel Fraga Iribarne, en aquel momento ministro de Franco, censuró. Más adelante fue guionista y traductor. El libro es una maravilla de cómo interactúan entre sí cuatro historias por separadas, cuatro derrotas como el autor va anunciando.


La primera derrota: 1939 o Si el corazón pensara dejar de latir, es un relato anómalo, trata de cómo el capitán Alegría, oficial del bando fascista, y ante la inminente derrota del ejército republicano, se rinde ante ellos justo cuando los nacionales van a entrar en Madrid. El pasaje es, en ese momento, un enfrentamiento del ser humano ante lo que considera una desgracia. Delante de los combatientes republicanos dice lo siguiente: “…Tendremos que elegir entre ganar una guerra o conquistar un cementerio.” Y en esa frase, para mí, se resume cualquier guerra, una brillante forma de decirlo y, en gran parte, una gran verdad. El capitán Alegría emprende el camino hacia su muerte, él nada va a hacer para no encontrársela, el sentimiento de culpa y de miseria le llena en todo momento. La nota que encuentran en su bolsillo es de lo más brillante que he leído sobre la guerra civil e, inmediatamente posterior, de la posguerra española. La segunda derrota: 1940 o Manuscrito encontrado en el olvido, es una joya, así de claro. Para mí es el relato más sobrecogedor y brutal de todo el libro. Reconozco que me conmovió muchísimo. Es la historia de un poeta adolescente que huye del nuevo régimen hacia Francia desde Asturias. En ese viaje, le acompaña su novia adolescente embarazada. Elena da a luz a un niño pero ella fallece en el parto. Todo lo que continúa es en primera persona, en forma de diario. La soledad, el frío y el miedo enloquecen al joven que, dentro de una cueva, va sobreviviendo a su propia derrota. Hay momentos agónicos en los que nuestro protagonista sabe de su muerte, pero también hay otros momentos que el valor y la templanza le animan a seguir adelante. Poco a poco su final lo escribe en forma de lápiz: “…Mi lápiz también debió de perder la guerra y probablemente la última palabra que escriba sea melancolía.” Este relato fue el ganador del premio Internacional Max Aub Tercera derrota: 1941 o El idioma de los muertos, nos adentra en la vida de un presidiario, Juan Serna, funcionario de prisiones del bando republicano, que ha sido apresado y mantenido con vida por la información que tiene sobre el hijo del presidente del tribunal que le enjuicia. Juan Serna conoció y vio morir al hijo del presidente. Esta historia es la de un superviviente, que convierte a un traidor en el héroe que quieren sus padres. Poco a poco el presidiario se da cuenta que, por mucho que continúe, su hora llegará, por lo que comienza a decir la verdad de aquél hijo traidor. Para

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mí es el relato más flojo de todos sin que, por ello, no deje de ser muy bueno.

“Tendremos que elegir entre ganar una guerra o conquistar un cementerio”. Alberto Méndez Cuarta derrota: 1942 o Los girasoles ciegos. Aquí tratan la vida cotidiana de Ricardo, el padre de una familia que debe vivir escondido en su propia casa y dentro de un armario. Elena y su hijo encubren al padre ante situaciones corrientes. Es entonces cuando los hábitos y las reglas son necesarios para el mantenimiento con vida del oculto. Todo ello transcurre con calma hasta que un profesor religioso del niño se obsesiona con Elena. En este relato se puede ver el poder que, durante la posguerra, también tuvo la iglesia católica. Podemos ver, además, el miedo y los silencios de unos vencidos intentando sobrevivir en medio de la cotidiana vida. Esta historia pudo haber pasado en Madrid, Asturias o Barcelona. Fue la historia que muchos, llegada la democracia, contaron a sus nietos o familiares. En conjunto son historias que pudieron pasar y que, en algunos casos, se asemejan tanto a la realidad que cualquiera de las cuatro podía haber sucedido. Ha sido un placer que, gracias a la revista, haya podido sacar algo de tiempo para releer con calma ciertos pasajes de esta obra y poder disfrutar con su lectura. No sé qué opinan ustedes de aquella oscura época que vivieron muchos familiares de nosotros. Quizás a algunos no les interesará, a otros les resultará muy lejano pero ninguno puede no reconocer que, en aquel tiempo, todo se inundó de historias como las que este libro brinda. Una preciosa obra que no deben dejarla de lado y que, ya me dirán, en algunos momentos se les encogerá el alma.


La dicha de la paz en la Tierra Media

Relato

por Marta Gómez Garrido

Se alejaron de Mordor, a lomos de sus cansados corceles, mientras el humo y un calor asfixiante se aferraban a sus secas gargantas. Pero, para Aragorn, aquel tórrido ambiente no era lo único que le privaba de oxígeno. Tras el júbilo y los gritos que siguieron a la destrucción de Sauron, del mal, un manto de miedo y preocupaciones fueron surgiendo de su fatigada mente. Ahora miraba al horizonte y el paisaje no cambiaba como antaño. Todo el territorio que sus ojos atisbaban parecía haberse convertido en Mordor. El fuego de la guerra había calcinado, prácticamente, cada rincón de la Tierra Media. No sólo eso, las vidas de cientos, puede que de miles de seres, se habían consumido también en el fragor de la batalla, de un conflicto no buscado ni deseado. Aún sentía el calor de la sangre ajena arder sobre su piel y su conciencia, con el estómago revuelto por los nervios de la contienda y la cercanía de la muerte en cada estocada. La sed de poder y la intolerancia habían llevado al mundo hasta este punto y, ahora que el responsable había desaparecido, ¿habría acabado todo?, ¿hasta dónde llegarían las heridas de los supervivientes?, ¿se podría curar a la tierra, a la vida? -

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¿Ocurre algo Aragorn? –le preguntó Legolas al ahora Rey de Gondor al verle mirar el horizonte con gesto perdido. En realidad no. Sólo pensaba en las huellas de la batalla, en si realmente hemos pasado lo peor. El horizonte se ve tan oscuro… El cielo aún llora cenizas, los gritos de dolor de los árboles aún se escuchan por las noches y las familias entierran a sus seres queridos. Pero ahora vienen nuevos tiempos. La amargura de la guerra ya ha terminado y, aunque no se sabe por cuánto tiempo, el mal ha sido desterrado de la Tierra Media. Volveremos a sembrar los bosques y a construir las ciudades. Retomaremos nuestras vidas y nuestras labores, dejando que la muerte y la desolación sean sólo parte de las historias que cuentan los ancianos. Pero eso llevará mucho tiempo. Además el poder corrompe con facilidad, tarde o temprano llegará otro conquistador que querrá para sí todo ser, vivo o muerto, animado o inanimado. Ésta es una nueva época Aragorn, y tú, como Rey de Gondor, vas a escribir buena parte de su historia. No podemos controlar el futuro y es cierto que el poder tienta con facilidad, pero ahora es momento de reconstruir y disfrutar.

Legolas sonrió y miró a Aragorn, que aún parecía pesaroso. Su cuerpo, cargado aún con la armadura de la batalla, se mecía con el sonido de los cascos de su montura. Gimli, que iba detrás de Legolas en su caballo, se percató de su ánimo. -

Ahora que la batalla ha terminado, pienso disfrutar de la mejor cerveza de Gondor, al menos mientras estemos allí ¿y vosotros? –preguntó Gimli. Yo iré a caminar por los bosques de esta tierra hermosa y, si el señor de los elfos lo permite, vendré a morar aquí con algunos de nosotros, durante un mes, una vida o un siglo de los hombres. El Anduin está cerca, y conduce al mar. –Entonces Legolas comenzó a cantar:

¡Al mar, al mar! Claman las gaviotas blancas. El viento sopla y la espuma blanca vuela. Lejos del oeste se pone el sol redondo. Navío gris, navío gris ¿no escuchas la llamada, las voces de los míos que antes que yo partieron? -

¿Y tú Trancos, qué harás ahora? –le preguntó Gimli cuando Legolas hubo terminado su canción. Yo… ¿Qué pregunta es ésa? –le interrumpió Legolas. Aragorn reinará Gondor y se casará con Arwen, Estrella de la tarde, hija de Elrond. Es un futuro envidiable, ¿no? –le preguntó Legolas a Gimli, mientras miraba a Aragorn, que le dirigió una sonrisa velada. Espero que os quedéis un tiempo en Gondor, seríais de gran ayuda para volver a levantar la ciudad y, después de tanto tiempo juntos, creo que os voy a extrañar cuando partáis. Yo me mantendré bajo tu techo mientras haya cerveza y comida que degustar –bromeó el enano.

Aragorn rió más animado. Sus amigos llevaban razón. El camino había sido duro, pero por fin la Tierra Media se había ganado su merecido reposo. Ahora era momento de disfrutarlo, pero también de preservarlo, de enseñar a las generaciones futuras el valor de la paz y el peligro que supone el poder excesivo. Aquella historia perviviría en la memoria de muchas generaciones y era labor suya darle la importancia que había tenido y mostrarles la dicha de la paz. 58


Cesare Pavese y el fascismo por Sandra Escobar Ginés

Quien conmovedoramente formó parte de la resistencia, de la resistencia a algo tenebroso como el fascismo, de manera consecutiva puede subir hasta lo más hondo de sí mismo, tan que caer-se profundo. Y sin retorno. Y la sombra de lo efímero, del dolor que honra la búsqueda imbatible de la propia identidad, esa sombra recurrente se sienta a descansar sobre cada palabra que Pavese entrama en su obra. Efímera como la guitarra de Pablo o la sangre de Amelio en el cemento de El camarada. O efímeras y recurrentes como las borracheras de Lubrani, igual a su cansancio por la vida y el agobio se asoman con constancia a su escritura. Un contrapunto a los saltos. Tan casi impensado ese asomarse se hace breve. Breve pero agobiante. El mismo agobio que terminará ganando la lucha con el suicidio en 1945.

su letra nunca dejaba de trasuntar la angustia y la melancolía que, si bien lo acompañaban desde pequeño por su historia personal, terminaron siendo una impronta del fascismo en su escritura. El fascismo, ese régimen que supo– a través de su mayor exponente, El Duce, Benito Mussolini– sostener un sistema de dominación totalitario, que llevado a la cultura en todas sus expresiones, terminó por exacerbar el desprecio por el individualismo como contraposición a la exaltación de la colectividad nacional y el monopolio de la representación socio política. Es ese totalitarismo el que impedirá a la literatura alzar su voz, pero por otra parte, la misma literatura encontrará cómo hacerse escuchar. Según el filósofo italiano, también víctima del fascismo, Norberto Bobbio, los intelectuales italianos ante el Régimen podían tener tres posiciones: Su amor por esa mujer de ‘voz ronca’, de adhesión, apolítica y, finalmente, de militante ella en el partido comunista lo antagonista. En esta última inscribió dejaron a Pavese no sólo en manos de Bobbio al propio Pavese. los caribinieri en 1935, sino además expuesto a la manifestación más total En su nouvelle El camarada, Pavese de una tristeza en la que, como según propicia un acercamiento al momento él mismo escribió en su diario, se acota histórico y social del advenimiento del a ‘cómo romper la propia soledad’. Fascismo, y su descripción de los Pavese lo hizo escribiendo, aun cuando personajes permite una situación desde su arte, con un estilo de tipo 59

fragmentario y un discurso de corte popular, a través de pasajes entre Turín y Roma, de la vida obrera inmersa en el totalitarismo. Es, sin duda, el nacimiento de una estética literaria de posguerra a la que Pavese no sólo supo ser adscrito sino además, renovar y crear desde nuevas instancias en el género. No puede olvidarse que Pavese era traductor de la literatura estadounidense contemporánea, en la que encontramos a, entre otros, Melville o Sinclair Lewis. Y es ésta la que le imprime nuevos aires a una estética inscrita como la del miedo al porvenir, y que se ajusta al malestar de la cultura italiana posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pavese articula este capítulo de la literatura italiana, siendo una indiscutible bisagra para quienes lo siguieron, y retomaron desde lo que se ha inscrito en el realismo italiano, una estética de la opresión y del angustioso silencio.


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Joseph Roth Un café vienés y un crítico en la posguerra por Ainize Salaberri

Joseph Roth fue testigo del cambio que sufrió Austria tras la Gran Guerra. Y lejos de ser un testigo mudo, aprovechó su profesión de periodista para concienciar a la gente, ser cruelmente crítico, pero certero, mientras mostraba la realidad que el gobierno intentaba por todos los medios esconder. Así, mostraba cómo los cafés vieneses subían los precios de los desayunos, las bebidas y el café, cómo a los que pedían ya no se les daban ni tan siquiera mendrugos de pan duros, cómo toda una institución es un manicomio, o cómo la gente pasaba por los escaparates sin poder mirar porque no podían permitirse comprar nada. Y las críticas, aunque ácidas, son verdaderamente poéticas. Los textos que se publicaban estaban llenos de lirismo, enmarcados en un acento literario que poseía a Joseph, pese a su juventud. Joseph Roth nos dejó este legado, recopilado ahora en “Primavera de café: un libro de lecturas vienesas”. Él paseaba y escribía con su polémica pluma, y componía la verdad de una Austria desahuciada y pobre de la posguerra. Quizás para entender el por qué de las críticas de Roth, haya que entender la situación de Austria tras la guerra. Con el final de ésta, Austria había empezado una nueva era política. Concretamente, el 12 de noviembre de 1918 se proclama la primera República Austriaca. Pero ésta no resulta ser lo esperado y a las dificultades económicas hay que unirle las nuevas tensiones políticas. Para entonces, los habitantes del país necesitaban saber y, sobre todo, necesitaban soluciones. Soluciones que no llegaban, ni tenían intención de hacerlo. Además de sobrevivir a la guerra, tenían ahora también que sobrevivir a la posguerra. “Esas mesas puestas patas arriba, con los sillones de mimbre encima, llorando de humedad, se parecen 60

desesperadamente a un mundo trastornado en el que todo estaría de cabeza tan sólo con que algo tuviera cabeza.” No sólo realizaba afirmaciones de este tipo, sino que Roth siempre iba un paso más allá: “Los vieneses tienen un saco de dinero en lugar del corazón, antes tenían un corazón en el saco”, y resume así de categórico, la situación a la que la Gran Guerra ha llevado al país y a sus habitantes, sin remedio. “Ahí está, la ciudad ajardinada de los locos, refugio de los que fracasan ante la locura del mundo, albergue de los locos y los profetas.” Pero, ¿la guerra no era en sí una locura? ¿No eran fracasados, acaso, por culpa de la guerra? En el prefacio al libro, Helmut Peschina, dice: “Desde el principio, su tarea fue describir la vida cotidiana en la Viena de la posguerra. (...) Joseph Roth se asoma a esa pequeña cotidianidad de las personas, se asoma por encima de su hombro: de los marginados, de los que están en la periferia de la sociedad, de los aislados, de los débiles. (...) Cuenta la miseria social de la calle, toma partido por los más pobres de entre los pobres y los pone bajo una luz estridente.” Resulta ser, Joseph Roth, la conciencia de los que no estaban haciendo las cosas bien y la voz, bien alta y clara, de aquellos que no tenían recursos para sobrevivir en la eterna supervivencia de la posguerra. Y Roth no pierde nunca la esperanza de que la miseria se termine algún día, como “una muchacha en la esquina que espera una ocasión para un vestido nuevo. Es primavera”. Y tajante, dice, “aún es primavera”, como diciendo, “aun es posible”. Y yo me pregunto, sin poder evitarlo, ¿aún lo es?


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Hans Magnus Enzensberger — Sabrina Pérez

Fuente: http://www.comune.brugherio.mb.it/tuttobrugherio/culturaetempolibero/biblioteca/galleria/galleria2008/body.html

“Creo que la continuidad de un escritor no radica en sus opiniones, sino en las experiencias que determinan cómo se sitúa en el mundo”

momento que puede durar días, meses y años. Tal es el caso de Alemania donde el nazismo llegó al poder mediante elecciones. - Enzensberger Éste momento trae como consecuencia el nacimiento de una variedad de artistas en protesta de este nuevo Me pregunto qué haría el hombre si no sistema político que llevaba adelante al tuviera ese instinto natural de país. supervivencia, queriendo derrotar las Escritores, pintores, artesanos, entre barreras que va encontrando al transitar otros, sienten la necesidad de expresar su camino. su angustia, frente a la situación de ¿Pero en qué momento esas barreras guerra gritando sus sentimientos a se transformaron en personas? través de su arte. Estamos en el siglo XXI y aún vemos los Una de las figuras más importantes del pañuelos manchados de dolor que se pensamiento alemán de posguerra, es desplazan por todo el mundo, aún está el escritor, ensayista y poeta Hans la esperanza colgada en cada lágrima Magnus Enzensberger nacido el 11 de que forma un lago de guerra noviembre en 1929. indeseable. Forma parte de un conjunto de Las guerras, que nacen de ese deseo intelectuales que después del de obtener la victoria plena, tienen Holocausto se esforzaron para lograr como consecuencia una depresión que su país fuera readmitido como una económica, política y cultural en los gran nación civilizada. Mientras que países que sufren ese violento otra parte de ellos, pertenecientes a 61

una sociedad considerada como culta, aclamaron a Hitler dejándose guiar fácilmente por una utopía demencial. A los 16 años de edad lo abraza el mundo literario y al terminar el bachillerato en el año 1949, estudia ciencias literarias, lingüística y filosofía en diversas universidades. La primera fase de su vida intelectual comprende desde los años cincuenta hasta la década del sesenta, que se caracteriza por la orientación hacia la problemática de los medios y su lírica, que ha sido calificada de “iracunda”, donde expresa el enfado ante el vértigo del consumo, las indiferencias e hipocresías sociales, la “mortífera y suicida alianza entre lobos y ovejas”. Sus versos son de ritmo libre y tiene una musicalidad áspera que revela el conocimiento de la poesía vanguardista del siglo XX jugando con las palabras y paradojas, utilizando un refinado e inteligente lenguaje trivial empobrecido.


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En 1957 publica su primer poemario titulado “Defensas de los lobos” que es escrito por un joven que protesta contra la herencia histórica y las consecuencias que dio origen la Segunda Guerra Mundial. El paso del tiempo, el amor, el erotismo, son los temas que se pasean por las hojas de este libro tratando de ver el mundo con una mirada joven e inocente, lo que resulta difícil después de haber sido testigo de la crueldad que vivió su país. Enzensberger considera que la poesía tiene como misión transmitir los pensamientos y sentimientos tanto de las personas como de la naturaleza. En mi opinión, la poesía es la voz del alma que grita los acontecimientos que nos rodean tanto en el mundo externo como en el mundo interno. Es soltar en el papel las palabras que se acomodan entre ellas para expresar una realidad que es la que cada uno lleva dentro. La vida camina por las calles, una vida que no es sólo la nuestra, sino también de todas las personas que habitan en este planeta humano, mientras ocurren diferentes acontecimientos que solo aquellos que tienen una sensibilidad especial pueden percibir. Enzensberger formó parte del grupo del 47 entre el año 1965 y 1975, integrado por un grupo informal de autores que buscaban la revitalización de la lengua y la literatura alemana luego del paréntesis nazi, pero se retiro cuando éste grupo se convirtió en representación oficial de la escena literaria del país.

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o fragmentado en otras, está esperando todavía que suene su hora. Donde digo “movilizar”, quiero decir “movilizar”. En un país que ha sufrido en su propio cuerpo el fascismo (y el estalinismo), quizá sea necesario explicar todavía (o de nuevo) lo que esto significa: hacer que la gente sea más móvil de lo que es. Que posea la libertad de un bailarín, la presencia de ánimo de un futbolista, el factor sorpresa de un guerrillero. Quien considera a las masas como objeto de la política, no logrará movilizarlas, sino que sólo quiere darle órdenes. Un paquete, por ejemplo, no posee movilidad, tan sólo se le envía de un lugar a otro. Las concentraciones multitudinarias, las columnas y los desfiles inmovilizan a la gente. La propaganda que no da rienda suelta a la autonomía, sino que la paraliza, sigue el mismo esquema. Conduce hacia una despolitización. Por vez primera en la historia, los medios posibilitan la participación masiva en un proceso productivo social y socializado, cuyos medios prácticos se encuentran en manos de las propias masas. (…)”

El escritor afirma que los medios de comunicación tradicionales son una extensión de la industria y un instrumento de manipulación político y cultural. En este libro expresa que las tecnologías electrónicas permiten romper el monopolio precedente permitiendo la participación cívica. Hay que encontrar en los medios de En el año 1965 fundó la revista “Kursbuch”, la cual era una medida para comunicación una utilización social y cultural liberadora aumentando la dar a conocer los textos políticos, capacidad de intervención de la literarios y filosóficos no sólo de audiencia. Alemania sino de todo el mundo. De esta manera, trató de construir una conciencia crítica buscando alternativas En el año 1974 publica un nuevo libro de poesía titulado “Mausoleo. Baladas ideológicas y estéticas. de la historia del progreso” que trata Siguió de cerca la cultura española y latinoamericana ya que creía ver ahí un sobre la imperante amnesia del olvido. proceso de cambio que llevaría adelante El género de ésta obra es el reportaje lírico, una forma literaria que crea el un mundo más justo. autor y sustenta como una “herramienta “Elementos para una teoría de los medios de comunicación” es escrito por cultural, científica y política de los tiempos modernos”. él en el año 1970:

“El poder movilizador de los medios electrónicos es, precisamente, su secreto evidente, el factor político decisivo que, suprimido unas veces 62

En el año 1978 escribió “El hundimiento del Titanic” integrada por treinta y tres cantos líricos, épicos y documentales. El término “Titanic” es una metáfora

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premonitoria que utiliza el autor sin ilusiones ,es decir, aquélla que se encuentra mas allá del optimismo y del pesimismo, hace referencia al escenario mundial de las décadas posteriores a La Segunda Guerra. “La metáfora – expresa el autor- no tiene un sentido unilateral, cada metáfora es ambigua, polisémica”. Hans Magnus Enzensberger además de ser un excelente escritor, era una persona que se preocupaba verdaderamente por los acontecimientos que ocurrían en su país, buscando la forma de poder hacer algo al respecto e invitando a las personas a través de sus textos a reflexionar y no perder la esperanza. El día que todos seamos consciente de que las guerras no solucionan las diferencias sino que las acentúa aún más produciendo daños que no tienen recuperación, los pañuelos manchados de dolor no seguirán volando frente a nuestros ojos sin sentir que no tenemos el suficiente poder para hacer algo al respecto.


CRÍTICA LITERARIA

Dos cuentos maravillosos, de Carmen Martín Gaite

por Iraide Talavera

La maravilla, el milagro, la sorpresa. Eso es lo que nos trae esta autora de forma magistral. La capacidad de ensartar en nuestra cotidianidad un soplo de imaginación, unas gotas de cuento. Dos cuentos maravillosos refleja a través de dos historias los elementos principales de las obras de la Gaite: La fantasía, la rebeldía, el afán de introspección y la libertad.

para su inventario, dejando a la madre sola sin el consuelo que la hija le podría proporcionar. Altalé, mientras tanto, crece como una joven indomable. Por mucho que su padre intente ganarse su cariño con caros adornos, o decida enderezarla mediante el castigo, la niña defiende a su madre y reclama su derecho a estar con ella. Nunca entenderá ese apego por lo material, ni por qué han de vivir encerradas, El primer cuento se llama El castillo de las ni por qué los habitantes del pueblo deben tres murallas, un título de por sí sugerente, considerarse enemigos. que nos transporta a un mundo de reyes y princesas de nombres imposibles situado Mientras tanto, en una aldea llamada dentro de Belfondo, una aldea donde lo Trimonte, nace una niña llamada Sorpresa, maravilloso logra rasgar el tedio de la rutina. la protagonista de nuestro segundo cuento, El dueño del castillo es el rey Lucandro, un El pastel del diablo. Llega al mundo cuando hombre angustiado por la creencia de que sus padres ya son mayores, y la alegría de todo el pueblo codicia su fortuna. Por ello, ambos al tenerla es tal que invitan a todo el se pasea día y noche sus habitaciones pueblo a una fiesta que excede con mucho haciendo inventario de todo lo que hay en sus posibilidades. A ella también acude una ellas. Mientras tanto, Serena, su mujer, mira vieja curandera con ciertas dotes de adivina, por una de las ventanas del palacio, que predice que la pequeña será siempre soñando poder escapar. Su marido no le tan inquieta que nunca se sentirá conforme permite salir de sus inmediaciones y trata de las respuestas que se le proporcionen. comprar su libertad llenando su habitación de joyas y adornos. Pero a ella nada de lo Y así es. Sorpresa cumple años y acumula que hay en la estancia le importa. Sólo mira preguntas. No entiende por qué hay que lo que hay fuera, y derrama lágrimas ordeñar a las vacas, ni por qué sus padres la pensando que nunca podrá salir de esa mandan callar y no le permiten escuchar sus prisión. conversaciones, ni por qué el sol sale por donde sale, ni por qué todo el mundo se Al cabo de un tiempo, Serena queda queda en el pueblo y nadie se va de viaje. embarazada de una niña a la que llama Cuando cumple diez años, su profesor Altalé. Su padre en seguida se apodera de habla con su padre y le dice que la niña es ella como si fuese una pieza de valor más demasiado lista para seguir acudiendo a ese 63

colegio, y que debería continuar sus estudios en otra parte. Sin embargo, la madre no quiere saber nada del asunto, y sólo desea que la muchacha encuentre pronto un novio “que le quite la fantasía y los pájaros de la cabeza”. La niña, sintiéndose incomprendida, busca consuelo en sus historias y en la ilusión de acudir a la mansión del señor de la Casa Grande. Es un lugar en el que su madre trabaja de sirvienta de vez en cuando, y del que sus padres siempre hablan en voz baja. Por eso, Sorpresa está segura de que tiene que ser maravilloso y albergar más de una sorpresa. Lo que no sabe es que el tipo de descubrimientos que la aguardan allí no son los que espera. Ambas historias son una apología de la libertad del individuo frente a la estrechez de miras del resto de la sociedad, que trata de coartarlo e impedirle crecer. Tanto en El castillo de las tres murallas como en El pastel del diablo, el palacio de Belfondo y Trimonte representan lugares que estrechan las miras de las protagonistas. Altalé y Sorpresa quieren crecer para ser libres y decidir por sí mismas qué hacer con su destino, pero parece que ese momento no llega nunca y que los personajes que las rodean no desean que esto suceda. Por suerte, a través de episodios clave logran comprender que dentro de ellas llevan la fuerza para luchar contra una realidad que se les opone, y que la llave para escapar de ella no está tan lejos como piensan.


Recomendaciones Para disfrutar del verano entre los cientos de miles de páginas que nos ofrecen estos libros maravillosos que os recomendamos este mes. Susanna, de Gertrud Kolmar No esperéis una verdadera historia de amor. Yo compré el libro por ése motivo y aún me he quedado a la espera de sentirlo entre sus páginas. Pero si lo recomiendo es por algo. Lo hago porque de su historia puedes imaginarte otra. Porque la autora te da una libertad que otros autores jamás se permiten en sus novelas: la capacidad de crear por parte del lector. Los silencios de la protagonista, la habladuría de la niña a la que cuida, son el centro de la novela. Lo importante es lo que callan, no lo que dicen, y ahí está lo grandioso de la historia. Eres tú el que la termina, el que decide, el que reescribe y recrea.

El maestro de la inocencia, de Tracy Chevalier A mí me gusta la literatura inglesa. Me gusta que los libros mezclen realidad y ficción, que introduzcan a escritores de siglos pasados y les den vida como por arte de magia. Eso es lo que hace Chevalier en este libro. Coge a William Blake, uno de los poetas más importantes de la historia de la literatura anglosajona, y le regala una casa en medio de Londres, en plena revolución industrial, y le hace amigo de un puñado de niños, algunos delincuentes, otros recién llegados a la gran urbe. Todo ello con una historia secreta como telón de fondo, y una historia, de la Inglaterra, como fianza en las relaciones interpersonales de los personajes. Una lectura obligada.

La mecánica del corazón, de Mathias Malzieu Justo cuando creía que ya ningún libro podía sorprenderme gratamente, apareció este libro entre las estanterías de una conocida librería. Impresionante historia de amor y desgarradora a un tiempo, entre Jack y Miss Acacia. Nunca antes un libro me había sobrecogido de esta manera tan tierna el alma. Sientes el amor de los personajes, pero también sientes el frío de las barreras que los separan una y otra vez. Jack tiene un corazón de reloj, y tiene que seguir tres reglas para manter(lo)se con vida: 1. No toques las agujas. 2. Domina tu cólera. 3. No te enamores nunca. Una historia muy tierna, muy dulce, y muy triste.

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Recomendaciones Vive la vida que deseas (Diez sencillos pasos para alcanzar tus sueños) – Barbara Sher

No me gustan los libros de autoayuda. Creo que todo mensaje que te impulsa a cambiar tu carácter, dando por hecho que éste no es válido para que seas feliz, es erróneo. Por eso, en parte, me engancharon los libros de esta autora. Barbara Sher no te obliga a ser más positivo, o a lanzar afirmaciones asertivas frente al espejo convenciéndote que a partir de ahora serás más organizado. Ella busca, a través de sencillos y prácticos ejercicios, darte las claves para lograr los objetivos que te propones sin que haga falta que te reinventes. A lo largo de los diez capítulos de este libro, nos vamos dando cuenta de que cumplir nuestros sueños es factible y totalmente legítimo. Si tenemos ilusiones es porque sabemos que al hacerlas realidad seremos más felices y nos sentiremos más satisfechos con nosotros mismos. Sin embargo, hay muchos factores que nos llevan a no hacer e incluso evitar aquello que deseamos. Barbara Sher los explora uno a uno y propone estrategias para superar cada obstáculo. Uno de los impedimentos más frecuentes para la consecución de nuestras metas es pensar que sólo existe un método para realizarlas. Dicho método suele consistir en la planificación, la disciplina y la creencia de que la carencia de estos elementos es un síntoma de flaqueza. La autora desmiente esta suposición, y subraya que cada cual tiene una manera distinta de motivarse. Por ejemplo, algunas personas funcionan muy bien con la presión de agentes externos –la aproximación de una fecha tope-, otras son muy susceptibles a la opinión ajena si no hacen las cosas bien y otras encuentran la motivación en la recompensa final, ya sea económica o emocional. Por lo tanto, es incorrecto asumir que una misma técnica sea válida para todo el mundo. Otra piedra en el camino hacia un logro suele ser la resistencia, que a menudo confundimos con la pereza. Barbara Sher nos explica cómo esa sensación de ser vago es en el fondo un síntoma de que nuestra resistencia se está poniendo en marcha como mecanismo de defensa para protegernos frente el peligro de hacer cualquier cosa que suponga un mínimo de acción o riesgo. Por ejemplo, podemos estar deseando ir a nadar todos los días porque sabemos lo beneficioso que será para nuestra salud y lo bien que nos vamos a sentir al salir de la piscina, pero cada vez que se nos pasa por la cabeza la idea de ir algo nos bloquea y nos hunde en el letargo. Nuestra reacción habitual suele ser postergar la acción o luchar contra ella. Sin embargo, ésta suele ser una lucha frustrante, ya que la resistencia es un instinto muy fuerte y difícil de abolir. Por ello, lo mejor es engañarla a través de técnicas que reducen el riesgo de que se active. Finalmente, la autora explica paso a paso lo que hay que hacer para que nuestros sueños vayan cobrando forma y se conviertan en responsabilidades tangibles. No se trata de un camino fácil, porque toda ilusión comporta cierta dosis de miedo -¿qué pasará si fracasamos?-, y además nos obliga a enfrentarnos a situaciones nuevas, pero a lo largo del libro veremos que somos más que capaces de hacer frente a ellas y que, además, no estamos solos. En una sociedad en la que se nos inculca cada vez más el pensamiento individualista, nos hemos olvidado de que siempre habrá gente dispuesta a lanzarnos una cuerda cuando sea necesario, o por lo menos a proporcionarnos el apoyo emocional que nos hace falta, tal y como nosotros haríamos si fueran ellos los que luchan por hacer realidad sus deseos. En resumen, se trata de una lectura fácil, ágil y recomendable para todos aquellos dispuestos a emprender aquellos proyectos que siempre han amado y que, por unas causas o por otras, siguen llamando a su puerta en busca de atención. 65


Así es la vida, Carlota (Gemma Lienas) Los padres de Carlota se han separado, y dicen que será así por un tiempo. La joven no lo entiende, y la casa se queda triste cuando su madre se va y sólo quedan ella, su hermano Marcos y su padre. Además, éste no es su único problema. El chico que le gusta, Ramón, ha tenido un accidente de moto y ha perdido la memoria, por lo que tiene que permanecer en el hospital hasta que la vaya recuperando poco a poco. A sus 14 años, Carlota siente que son muchas las preocupaciones que la han atacado de pronto. Sin embargo, su manera de enfrentarse a las circunstancias, resumida en la frase “así es la vida”, hace que con el paso de los días vaya encajando la nueva situación y encontrando motivos para sentirse feliz. Por ejemplo, empieza a sentirse cada vez más a gusto con Jorge, uno de sus amigos de clase, y empieza a percibir que se está convirtiendo en una chica adulta. Lo que más me gusto cuando leí Así es la vida, Carlota es la forma en que su vida, que parecía rota tras la separación provisional de sus padres y el accidente de Ramón, vuelve a hacerla sonreír e ilusionarse. Por

fortuna, los seres humanos tenemos la capacidad de adaptarnos a las situaciones que el día a día nos impone, aunque al principio podamos pensar que nunca superaremos nuestra tristeza, o que nunca volveremos a sentirnos felices.

Moll Fanders, de Daniel Defoe Cómo sobrevivir en el Londres del siglo XVIII

Defoe hizo un gran trabajo a la hora de describir a la mujer-tipo londinense del siglo XVIII. Moll Flanders es la historia de la supervivencia, de las trabas, del Con todo, Carlota es una joven con pecado, de la adopción, del robo, de la una fuerza particular, ya que pronto picaresca. Si en España tienen al decide no luchar contra las circunstancias de su día a día y tratar Lazarillo de Tormes, en Inglaterra tienen de extraer lo mejor de cada momento. a Moll Flanders. Así, va dándose cuenta de que, a pesar de que sus padres se Daniel Defoe creó a una mujer que bien encuentren en un bache, siguen podría ser cualquier mujer de la época. queriéndola de la misma forma, y de Y la describió aviesa, audaz, rápida, que sus amigos son una fuente de inteligente pese a no tener estudios. Le apoyo de la que, en ocasiones, otorgó la maldad justa y la astucia también puede aflorar el amor. necesaria para buscar y encontrar, para En resumen, aunque seamos dueños de las decisiones que tomamos en nuestra vida, siempre habrá situaciones que se escapen a nuestro control y que parezcan capaces de derrumbarnos por completo. Sin embargo, siempre contamos con un fantástico instinto de supervivencia que hace que nos podamos adaptar a los cambios y apreciar todo lo bueno que éstos traen consigo. ¡Así es la vida!

comer y dormir, para sobrevivir sin malvivir. Es un personaje ingenioso, que consigue mezclarse con todo tipo de estratos sociales sin que ninguna de las personas con las que se relaciona sospeche su verdadero origen. Una novela clásica que nos enseña que robar para dar de comer a tu hijo no es del todo un delito. Menos aún cuando es la propia sociedad la que pone trabas a la mujer para que no pueda valerse por sí misma, obligándolas a hacer cosas que, moral y éticamente, no son están bien vistas en la sociedad.

Han colaborado en las recomendaciones... Iraide Talavera, con “Así es la vida, Carlota” y “Vive la vida que deseas”. Ainize Salaberri, con “Susanna”, “El maestro de la inocencia”, “La mecánica del corazón”, y “Moll Flanders”.

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Granite & Rainbow .................... 23.VIII.2010 ............................ #5


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