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PROEMIO

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BIBLIOGRAFÍA

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De todas las tareas que se deben asumir en la Francmasonería, sin duda, el cargo de Venerable Maestro de un Taller es determinante para tener una institucionalidad masónica y para hacer posible el proceso iniciático que caracteriza la existencia misma de la Orden.

No basta solo considerar su importancia en la gestión de la Logia, de suyo una responsabilidad que puede marcar de un modo preciso la bonanza o la decadencia de aquella, merced a la dedicación en torno a las cuestiones administrativas y a la prudencia en las decisiones económicas y la oportuna labor de la secretaría, o, contrariamente, como resultado del descuido que pueda advertirse en este aspecto determinante. Así, la dedicación y efectividad de quien preside la Logia es la base de toda gestión logial, y la desaprensión respecto de tales obligaciones pueden ser causa de muchos problemas y consecuencias para la comunidad iniciática bajo su dirección.

El Venerable Maestro, adicionalmente, debe cumplir con el otro deber de primera importancia para la Orden: conferir la calidad de Iniciado y los grados que dan cuenta del progreso masónico. Allí entonces tenemos una tarea de primer orden para el hecho masónico propiamente tal: conferir la luz de la Iniciación, dar el salario al trabajo del Aprendiz, y exaltar hacia el Sublime Grado de Maestros, facultad iniciática que solo puede ser ejercida por el Venerable Maestro o quien lo reemplace transitoriamente en tal cargo, de modo excepcional y en cumplimiento de la norma reglamentaria, es decir, solo puede ser ejercida por quien preside la Logia. Sin embargo, nuestra reglamentación precisa que quien lo haga – conferir Grados masónicos -, en ausencia del Venerable Maestro, debe ser necesariamente un Ex Venerable Maestro.

Completa la triada de las funciones y responsabilidades del Venerable Maestro, la labor de paterfamilias, que deviene de la tradición y la doctrina expresada en los rituales. Es decir, es la cabeza de un grupo de hombres que se reconocen con el dulce nombre Hermanos. Es decir, una comunidad fraternal que se une a través de afectos, de comunes ideales, y que obra con caridad y tolerancia en la realización de sus altos fines. El ritual es preciso para señalar que, para el Venerable Maestro, dentro del Taller no puede haber amigos ni enemigos, y que a cada Hermano se le debe solicitud sin preferencias.

Así, la triada formada por una buena gestión, la ejecución iniciática y el rol de paterfamilias es lo que permite al Taller de los Obreros de Paz, cumplir con eficiencia y obtener los resultados esperados, para Bien de la Francmasonería y de los miembros de la Logia, que reconocerán en quien detenta el Mallete Rector la capacidad de poner en movimiento las capacidades, las virtudes y las voluntades de cada uno de los Hermanos, para hacer realidad la misión que la Orden asigna a las Logias: el trabajo de perfeccionamiento y de construcción virtuosa de cada Hermano, bajo la doctrina, principios y tradiciones de la Francmasonería Universal.

El Venerable Maestro es inviolable en su autoridad y, para ello, el Reglamento General le confiere 27 obligaciones, que, a la vez, son prerrogativas que nadie puede soslayar o poner en discusión.

Reconocida la función, responsabilidad y doctrina de este cargo y su importancia en la institucionalidad masónica, el conocer la labor de quienes han cumplido el cargo de Venerable Maestro, en gran medida es conocer y reconocer la historia de una Logia masónica. Como en muchas organizaciones humanas, donde el rol de quien dirige su marcha y la conduce en su misión y tras sus objetivos, señala de modo inobjetable el propio curso de ellas, así ocurre con la Logia. El curso del Taller se hace

inseparable de quien lo diseña y lo conduce en cada momento de su transcurrir.

El esfuerzo realizado en estas páginas es evidenciarnos el carácter, la historia y la aportación de los Venerables Maestros de la Respetable Logia “Orden y Libertad” N°3, quienes, con sus obras, han escrito uno de los grandes capítulos que dan prestigio y envergadura a la Masonería chilena toda, y a su poder regulador, la Gran Logia de Chile. A través de las biografías presentadas se muestra la alcurnia masónica de aquellos líderes masónicos de la Logia histórica, quienes, como artífices del Arte Real, diseñaron los planos y los ejecutaron con perseverancia, para Bien de la Masonería copiapina, de la Masonería atacameña y la Masonería chilena toda.

Esta obra será parte del relato que los actuales y futuros iniciados de “Orden y Libertad” deberán mantener vivo, para hacer docencia en la virtud y en los altos principios de la Orden, que aquellos Maestros que empuñaron el Mallete Rector, legaron con su abnegación y recia personalidad masónica.

Sebastián Jans Pérez Gran Maestro de la Gran Logia de Chile

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