ALGDGADU
PROEMIO De todas las tareas que se deben asumir en la Francmasonería, sin duda, el cargo de Venerable Maestro de un Taller es determinante para tener una institucionalidad masónica y para hacer posible el proceso iniciático que caracteriza la existencia misma de la Orden. No basta solo considerar su importancia en la gestión de la Logia, de suyo una responsabilidad que puede marcar de un modo preciso la bonanza o la decadencia de aquella, merced a la dedicación en torno a las cuestiones administrativas y a la prudencia en las decisiones económicas y la oportuna labor de la secretaría, o, contrariamente, como resultado del descuido que pueda advertirse en este aspecto determinante. Así, la dedicación y efectividad de quien preside la Logia es la base de toda gestión logial, y la desaprensión respecto de tales obligaciones pueden ser causa de muchos problemas y consecuencias para la comunidad iniciática bajo su dirección. El Venerable Maestro, adicionalmente, debe cumplir con el otro deber de primera importancia para la Orden: conferir la calidad de Iniciado y los grados que dan cuenta del progreso masónico. Allí entonces tenemos una tarea de primer orden para el hecho masónico propiamente tal: conferir la luz de la Iniciación, dar el salario al trabajo del Aprendiz, y exaltar hacia el Sublime Grado de Maestros, facultad iniciática que solo puede ser ejercida por el Venerable Maestro o quien lo reemplace transitoriamente en tal cargo, de modo excepcional y en cumplimiento de la norma reglamentaria, es decir, solo puede ser ejercida por quien preside la Logia. Sin embargo, nuestra reglamentación precisa que quien lo haga – conferir Grados masónicos -, en ausencia del Venerable Maestro, debe ser necesariamente un Ex Venerable Maestro.
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