Hunt, Peter (1999) “El conocimiento: ¿Qué hace falta saber para conocer la literatura infantil?”En Understanding Children's Literature. Routledge, NY Traducción para el máster realizada por Cybele Peña. Yo creo, entonces, que en cuanto al asunto de ser Profundo, sucede lo mismo con los Autores que con los Pozos: una persona con buen Ojo puede ver lo más profundo en el fondo para saber si hay Agua allí. A menudo no hay nada en el Fondo del Mundo, a parte de Sequedad y Tierra; sin embargo, aunque esté a una yarda y media bajo Suelo, algo debe pasar, pues lo extraordinariamente Profundo no depende de la razón pues es precisamente extraordinariamente Oscuro. (Swift citado en Harwood, 1995: 160)
Durante los últimos treinta años, la ‘Literatura Infantil’1 se ha venido estableciendo como una materia de estudio en las universidades de todo el mundo, lo cual ha generado un gran número de debates sobre lo que este tema de estudio puede o debe constituir. Uno podría objetar que este empeño no tiene sentido, pues otras disciplinas como ‘la literatura’ sobreviven sin estar delimitadas del todo (Hunt 2002). Sin embargo, creo que la sensación incómoda persiste porque los textos (de ficción, poesía, etc.) que constituyen la ‘literatura infantil’ no son casi consultados ni utilizados por los expertos de otras disciplinas –teóricos, educadores o bibliógrafos- que probablemente visitan otros cuerpos de conocimiento. El problema no es si estos discursos, peripatéticos y marginales (y marginados), constituyen o no una disciplina, pues el constituir una disciplina no debería ser un fin en sí mismo; sino que los textos y su situación parecen exigir una respuesta coherente que responda a sus diferencias. El cuerpo de textos que conforma la literatura infantil tiene dos características indiscutibles (independientemente de lo poco tomados en cuenta que son): el lector implícito de estos textos eran y son ‘los niños’ y los usuarios actuales de estos textos eran y son ‘los niños’. A mi parecer, esta es la esencia -ineludible e irreducible- de los textos que conforman la literatura infantil –y todo debe alimentar esta idea, más que restarle importancia. La naturaleza de este tipo de literatura se centra en una negociación (o lucha) entre el autor, el texto y la audiencia; una negociación mucho más compleja, delicada y extrema que las negociaciones (casi siempre desapercibidas) en las que los autores y los lectores son (supuestamente) cómplices. Todos los lectores, como lo expresa Valentine Cunningham, son portadores de: conocimientos previos…El leer no es nunca una acción inocente. Simplemente no puede existir sin la escolarización Primero, nos enseñan a leer para que comprendamos la mecánica pura de este acto; luego, nos enseñan a leer para que elaboremos sentidos a partir de lo leído. Nos enseñan a elaborar significados y a darle este sentido al acto de leer. (2002:5)
La literatura infantil opera en el punto en que se aprende la mecánica de la lectura y en el que se aprende a elaborar significados; casi siempre opera simultáneamente. El impacto que causa en los lectores ya adiestrados es, necesaria y lógicamente, más intenso. Por consiguiente, el foco de la Literatura Infantil tiene que ser el conocimiento y comprensión
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El autor distingue la Literatura Infantil de la literatura infantil. Utiliza las mayúsculas para hablar de la disciplina que estudia los libros para niños y las minúsculas para referirse al cuerpo de textos que constituyen esta literatura; los libros para niños propiamente.