Gerald espinoza

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El Máster en Libros y Literatura para niños y jóvenes tiene el honor de contar con Gerald Espinoza como autor e ilustrador invitado de este mes.

Ilustrador profesional y artista plástico de tiempo completo. Vive en Caracas cerca del Ávila. Es Licenciado en Artes Plásticas por el Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón (1999). Un buen día se topó con una historia no muy típica que necesitaba ser ilustrada (Perro Picado). De ahí en adelante surgieron nuevos proyectos y descubrió que el libro era un formato formidable para la creación. Luego tuvo la necesidad de contar el proceso de hacer un libro y desde entonces ha hecho talleres para adultos y niños. En paralelo, desarrolla una obra plástica destacándose en la pintura. Ha participado en diversas exposiciones dentro y fuera del país y colabora con varias revistas y publicaciones especializadas, entre las cuales cabe mencionar Explora y juega con la ilustración, de la colección Formemos lectores del Banco del libro. Por su libro-álbum Gallo Gali Galo recibió mención ilustración en los mejores libros para niños y jóvenes 2005, del Banco del libro, y ese mismo año fue postulado a la Exposición Internacional de Ilustración Bratislava. Estuvo en la lista de Honor IBBY 2005 y fue seleccionado en la lista internacional The White Ravens, de ese año. En septiembre de 2011 celebra, junto a Reyva Franco, los diez años de su libro Perro Picado con la exposición colectiva e itinerante Perro Picado Suite, donde participaron ilustradores, escritores y artistas plásticos de varios países de Hispanoamérica.


Texto de Gerald Espinoza para GRETEL El juego serio

Es curioso que, ahora que me dedico a la ilustración de manera profesional, a veces tengo la sensación de que nunca he dibujado tanto como cuando era niño. Recuerdo las ansiadas vacaciones de cuando tenía once años y me quedaba la mayor parte del tiempo en casa, desarrollando páginas de cómics en mis cuadernos escolares. No se trataba de preparar una hoja de personaje o hacer un storyboard, sino de arremeter enseguida con la historia. Luego de dividir la hoja en cuadros, me disponía a llenarlos, disfrutando cada escena. Ahora que lo pienso, todo venía de una necesidad de contar en una secuencia de imágenes. Salía a la calle con la esperanza de que me pasaran cosas interesantes (no pedía que fueran una gran aventura, porque salía con mis padres) para incorporarlas a mi historia o que se me ocurriera algo muy divertido. Cuando terminaba un cuadernillo, (recuerdo que era muy duro conmigo) si no me gustaba tanto, cambiaba el año de realización, para que los lectores (vecinos y parientes que frecuentaban la casa) pensaran que lo había hecho un niño más pequeño y perdonaran sus errores. Desde entonces me gustaba el cine y hacer estos cómics. Era la forma más barata de ser un director: con personajes, escenografías, efectos especiales y todo lo demás. Lo mejor era dejar el cuaderno y los creyones cerca de la cama y despertarme al día siguiente con ganas de continuar. Mamá me pedía siempre que descansara un poco los ojos, y yo seguía y seguía, con la meta de terminarlo y comenzar otro. Creo que lo magnífico de esta actividad consistía en que el trabajo era un juego y, viéndome ahora como ilustrador, entiendo aquello que dicen acerca de que cuando somos adultos seguimos jugando los mismos juegos, solo que se vuelven algo más complejos. Claro que, en cierto momento, resulta más divertido y excitante combinar este juego de narrar en


imágenes con lo que significa ser adulto, tener profesión y todo eso. A veces me regaño por no dibujar más, dibujar en todos lados, dibujar a cualquier hora, dibujar por dibujar. Lo mejor es llevar un cuaderno a todos lados, ser ese bicho raro que se detiene en el tiempo para hacer un bosquejo o copiar una idea. A medida que uno se hace más profesional, a veces piensa que el trabajo de creación está allí en la mesa, esperándolo y que publicar un libro ya es algo serio y completo. Creo que debe ser más bien como un modo de relacionarse con todo. Muchas veces llegamos a las cosas, a los oficios, por caminos indirectos. En mi caso, conocí primero las artes plásticas. Cuando terminé la escuela secundaria, que había sido espantosa y llena de cosas que consideraba inútiles, mi papá me hizo una caja de madera para meter pinceles, pinturas y pensó que sería buena idea que yo estudiara artes plásticas. Ese primer contacto con los materiales, aprender a usar las herramientas fue lo mejor, pasar del rígido pupitre al libre suelo del taller. Una de las primeras cosas que aprendí estudiando artes y que me acompaña ahora en el trabajo de los libros y la ilustración es la posibilidad de la expresión, lo abstracta, lo gestual, que ronda todas las cosas pensadas, vividas, soñadas. Esa certeza de que la fuerza del dibujo o de una imagen no tenía que estar siempre en su representación realista o en entender directamente el objeto dibujado sino que había todo un discurso contenido en un trazo, en una mancha. Esa es una de las cosas que ahora trato de defender mucho en mi trabajo con libro álbum, la gestualidad pictórica, la fuerza de trazo. Y la defiendo porque quisiera que todos los proyectos que hago involucren cada vez más estas técnicas artísticas en el proceso conceptual. Perro Picado, el primer libro que ilustré, es así: líneas fuertes, colores, que son unas grandes manchas accidentales, y personajes que pueden parecer algo feos. Cada doble página la vi como una pintura casi expresionista. De hecho, por su formato muy alargado, recuerda un lienzo. Cuando iba a comenzar mi segundo libro, Gallo Gali Galo, vi que podía ir más allá de la acuarela y el gouache en las ilustraciones. Usé mucho de mi estilo de pintura para hacerlo, en este libro todo se rige por una tonalidad medio fauvista. Pude explorar la pincelada y la superposición del color. Pienso que las doble páginas de este libro podrían convertirse en pinturas de gran formato. Ahora intento en mi trabajo que las ilustraciones de un libro no tengan concesiones, al contrario, que sean hechas como haría mis pinturas, y que mis pinturas, a su vez, sean ilustraciones de gran formato. ABCirco viene a ser un hermano de estos dos libros anteriores pues, en él, se da esta búsqueda del tratamiento plástico en la ilustración del libro álbum. Se trata de una serie de grabados que componen un abecedario. Recuerdo que cuando los hice estuve bastante cerca de esta cosa febril que de niño me llenaba con la creación de cómics. Pasé una buena cantidad de tiempo devastando el linóleo, probando las tintas, haciendo este juego de la imagen inversa que se da en el grabado. Grabar me parece un ejercicio de concentración bastante interesante, es como cavar un hueco, es un trabajo que puede hacerse pesado, pero es grato el resultado final. En estos momentos de gran dedicación me gusta acompañarme de buenas películas.


Creo que llegó la ocasión de hablar de algo que me parece muy importante para mi trabajo, que es cómo llegar a la imagen. No solo la idea de qué va a ocupar la página, sino cómo llego a una especie de conclusiones plásticas o composiciones especiales. Me refiero al proceso latente por el que llegamos al libro. Pudiéramos, por ejemplo, hacer un grabado digital o hacerlo a mano, los dos pudieran estar bien, estéticamente adecuados, pero depende de lo que quiere expresar el autor con su lenguaje plástico. Con el desarrollo del libro ilustrado me ha pasado que, a veces, he comenzado con un dibujo sin mucho sentido que luego ha encontrado una historia. Otras veces es una idea o un juego de palabras que tengo en la cabeza que me detona otras cosas y, entonces, empiezo un camino muy divertido hacia el libro. Me gusta cuando pasa de la segunda forma. Así ocurrió con el Gallo Gali Galo, este libro partió de la anécdota de un programa amarillista, donde se contaba de un gallo que había nacido con dos cabezas, eso enseguida me puso a volar, pensando cómo se relacionarían esas dos cabezas y qué pasaría si pudiéramos ver en una misma imagen las dos formas de pensar del gallo. Al plantearse uno este concepto de dos visiones paralelas, empiezas a indagar cómo sería la imagen y, por supuesto, cómo podría lucir un gallo de dos cabezas. Al dueño fue al siguiente que dibujé, pensé que tenía que ser bien particular, algo melancólico, no sé por qué, pero un pelirrojo me pareció el indicado. Después que tengo el concepto agarrado por la barba y las imágenes van surgiendo, lo que hago es comenzar a escribir lo que vaya saliendo de forma espontánea, rápida, sin limpiar, si sale poético, perfecto; si se convierte en relato, perfecto también, la idea es no parar, luego se pule. Cuando tengo el texto más o menos trabajado me gusta verlo en secuencia, así que hago una especie de storyboard, buscando la forma de dividir las escenas y de darle un sentido gráfico a lo que voy a contar. Otros de mis textos los he hecho jugando con el diccionario. Por ejemplo, tengo un relato contado únicamente con palabras que empiezan por la p. Este juego lo hago como un collage o un rompecabezas y lo más divertido es todo lo que arrastra una palabra. En ABCirco fue así, salir y buscar personajes con cada letra y todo lo que se podía asociar con ella. De esta manera, salieron imágenes como la Acróbata Alada, que va en automóvil por la autopista, acompañada de un asno que toca la armónica y un avestruz que usa anteojos. Mientras lo hacía, recordé esas cartillas de ABC, que en algunas letras difíciles se volvían muy rebuscadas, así que me pareció que estas combinaciones podían ser muy divertidas. Después de conseguir estas primeras palabras, comienzo a crear mi personaje, que para mí es una de las cosas más importantes de este proceso. En este caso aquí si hay una gran diferencia con la pintura o la plástica. Que en muchos casos el libro álbum se alimenta de los personajes. Ellos le dan sentido al relato, son los protagonistas. En mi trabajo, la confección empieza con una especie de Frankenstein hecho con muchas partes, de muchos referentes que hago interactuar. Veo fotos de los años 50, afiches de cine, recuerdo la cara de un tío, o una pintura de Modigliani. Cuando estaba haciendo al Mago Musical, me vino a la mente un mago estilo Kalimán, más místico e


hindú que el mago clásico. Y pensé, también, en músicos muertos y en el jazz y en Louis Armstrong. Es buenísimo que el personaje tenga mucho de referencias personales, puede parecer sacado de una pintura. A veces hago un ejercicio en el que involucro una imagen sacada de un libro, una revista, un álbum familiar y lo relaciono a una pieza musical, un estilo de diseño, una marca comercial y los pongo a girar en mi cabeza para que el personaje sea rico, pues cuando el lector pesque cosas de esas referencias, va a tener bastante que decir. En lo personal, no me es fácil hacer que el personaje se mantenga a través de las diversas doble páginas, a veces engorda, enflaca, se vuelve cabezón o deja de ser cabezón. En esto trato de hacer primero muchas, muchas, veces al personajes, dentro de una línea expresiva que me permita incluirlo siempre como un gesto, una mancha y que no sea una cosa pegada al fondo. El personaje es todo un tema, a veces puede pasar como el Perro Picado, que su propia condición de personaje imposible deja ver como puede ser exteriormente. Lo cierto es que un personaje debe partir de algo interesante, o si no el personaje se puede llenar de lugares comunes y pierde ese carácter entrañable y atractivo. La elección de la técnica a emplear es siempre curioso, algunas veces hay técnicas plásticas que quiero utilizar o están cercanas a mí, por curiosidad o sintonía, otras veces quiero que el proyecto refleje alguna estética en particular, como un libro en el que trabajo actualmente que me ha llevado, por el tema del viaje, a usar referencias de mapas antiguos y sus personajes, posiblemente tendrán algún parecido con representaciones de monstruos del Nuevo Mundo. En el caso del ABCirco, tenía en mente esos carteles viejos de circo impreso de manera económica, con una o dos tintas y también el grabado popular. El personaje es todo un tema, a veces puede pasar como el Perro Picado, que su propia condición de personaje imposible deja ver como puede ser exteriormente. Lo cierto es que un personaje debe partir de algo interesante, pues sino el personaje se puede llenar de lugares comunes y pierde ese carácter entrañable, atractivo. Todos estos procesos indudablemente llevan al tema del momento, o los momentos, de inspiración. Esto también me lleva a los cómics que hacía los 11 años y lo que sucede cuando, realmente, algo te llama a hacer una imagen o un libro. Casi siempre me inspira una película, no necesariamente buena, sino una que me mueva y me sorprenda, que me lleve al punto, como dicen, de estar viéndola al filo del asiento. Ahí me inquieto y quiero ir a anotar rápidamente la idea o a dibujar (como llenarse de pulgas de creatividad). Otra cosa que me inspira son los autores o artistas que hacen muchas cosas, crean cómics, libros para niños, animaciones. Y, por supuesto, aquellos artistas que hacen trabajos de grandes dimensiones o crean personajes que son conocidos en todas partes. Entonces, creo que mi experiencia como lector, espectador, es una de las cosas que me inspira, así como ese trabajo que se da por una naturaleza más grande que el artista, una necesidad suprema, en cualquier momento de la vida del hombre. Puede


ser un señor en una montaña apartada, que quiere hacer un humilde santuario y genera una gran obra o un hombre de ciudad que hace pequeños juguetes en sus ratos perdidos. Siempre disfruto dar talleres a personas interesadas en el libro álbum, y es que, aunque parezca una lección aprendida, lo que uno va a dar en clases es, en realidad, todo lo contrario. Se convierte en un diálogo con lo que uno hace y por qué lo hace, lo que piensa cada vez que va a hacer un libro y la locura cotidiana que involucra esa actividad. Para terminar, debo decir que lo mejor es volver al trabajo después de escribir este texto y de haber recorrido un poco los procesos. Entre todas las cosas, es muy rico poder elegir: un estilo, una referencia, empezar con una idea que no sabes exactamente a donde va a llegar, pasar la página de los bocetos y empezar un libro nuevo. Aportar algo en cada libro, en cada imagen. Creo que es una gran oportunidad y algo vital en qué pensar, quedarse el tiempo suficiente y ver qué se construyó.

BIBLIOGRAFIA DE GERALD ESPINOZA EN EL CENTRO DE DOCUMENTACION DEL BANCO DEL LIBRO Perro Picado. Autor: Reyva Franco. Ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Camelia, 2001. Postulado en Los Mejores de 2002

Con expresivas y coloridas ilustraciones se presenta la historia de un perro que por estar dividido puede hacer cosas inusitadas. Este libro-álbum muestra la fantasía de estar en dos lugares al mismo tiempo. A.P. Gallo Galí Galo. Autor e ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Camelia, 2004. Postulado en Los Mejores de 2005 Mención Ilustración en Los mejores libros para niños y jóvenes 2005 Una propuesta de ilustración definitivamente novedosa. Gallo Gali Galo es un gallo con dos cabezas que a cada paso se encuentra con una situación ¿o con otra? Las imágenes de Gerald Espinoza acompañan, de manera muy hábil, este divertido juego con la ambigüedad. A la expresividad que se observa en la intensidad de los colores y la fuerza de la línea, se suman los guiños: el sol ¿o será la luna? nos recuerda Van Gogh; el granjero y su señora tienen rasgos de aquella pareja de Grant Word. Y la mesa del desayuno ¿no se parece al cuarto rojo de Matisse? En las guardas, con sus dibujos en tiza blanca sobre pizarra gris, encontramos un ejercicio en positivo y negativo: Galo y Gali, Lucas feliz y Lucas triste. La propuesta se extiende a la portada y la contraportada, donde aparecen Gali y Galo, respectivamente ¿o será al revés? A.T.

Un perro es...

Autor e ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Playco, 2005.

Postulado en los Mejores de 2007.


Un perro es... un gran motivo para recorrer una historia a través de sus ilustraciones. Llenas de trazos y expresión vigorosa, transmiten la plasticidad que alcanzan el ritmo de una pintura. C.B.

Letras minúsculas: un poema de Rafael Pombo. Autor: Rafael Pombo. Ilust: Gerald Espinoza. Caracas: Ediciones B, 2006. Serie: Iguana. Postulado en los Mejores de 2008 El humor y la picardía de la poesía infantil de Rafael Pombo se despliegan a lo largo de este poema. Aunque fue publicado por vez primera en 1916, las ingeniosas ilustraciones de Gerald Espinoza acercan el texto a nuestros días y recrean el ingenio de sus versos. C.P.F. Los pollitos dicen. Ilust.: Gerald Espinoza. Caracas: Ekaré, 2007. Serie: Pikinini Ganador en los Mejores 2008 Esta tradicional canción infantil acompañada por las coloridas y juguetonas ilustraciones de Gerald Espinoza y el pequeño formato de cartón, hacen de este un libro ideal para los más pequeños. O.G.L. La manzana se pasea. Ilust.: Gerald Espinoza. Caracas: Ekaré, 2007. Serie: Pikinini Postulado en los Mejores de 2008

Las juguetonas y coloridas ilustraciones que hace Gerald Espinoza para esta tradicional canción infantil y el pequeño formato de cartón, hacen de éste un óptimo libro para los más pequeños. O.G.L.

Cuando no ando, estoy. Autor Atilio Pujol. Ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Playco, 2005.

Ciro se va de casa. Autor e ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Alfaguara, 2009.

Yo tenía diez amigos. Autor e ilustrador: Gerald Espinoza. Caracas: Alfaguara, 2010. Postulado en Los mejores 2011

Mi burro enfermo. Ilust: Gerald Espinoza. Caracas: Ekaré, 2007. Serie: Clave de sol.


Postulado en Los mejores 2011

ABCirco. Ilust: Gerald Espinoza. Caracas: Camelia, 2010.


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