Imapla

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IMAPLA En esta oportunidad la autora-ilustradora Imapla nos comenta sobre cómo se inició en el arte de contar con imágenes en su cálida nota biográfica. En el texto que ha preparado para GRETEL, “Libros Rara Avis”, comparte qué libros le inquietan leer y hacer extendiéndonos una invitación a explorar temas como la relación entre la música y la ilustración a partir de la reflexión de su trabajo. En 1985 acabé los estudios de diseño gráfico en la escuela Elisava de Barcelona, cuando entonces no habían llegado los ordenadores a la ciudad, pero cuando te preguntaban ¿Estudias o diseñas? Tuve suerte, aprendí un oficio que desconocía y éste me enseñó a trabajar con la imagen y entender la gráfica independientemente del dibujo. Pero yo siempre quise ilustrar. El premio Apel.les Mestres en 1992, en plena Olimpiada de Barcelona y boom del diseño, me dio alas para pensar que podía trabajar con el libro. Iba intercalando diferentes opciones de trabajo cómo colaboraciones en diferentes revistas y diarios y medios publicitarios. Esto me obligó a compaginar diferentes disciplinas y coger seguridad en la utilización de la imagen. Hace un par de años, después de un largo recorrido en diferentes trabajos decidí cambiar mi nombre. Imma Pla se convertía en Imapla. Estaba cansada de corregir mi nombre. 2m, pla con acento, acento abierto…He de confesar que no sé si conseguí mi objetivo. Alfabéticamente acostumbrada a buscarme en la P de Pla descubro ahora que estoy en la I de Imapla.Pero personalmente cambiar de identidad me sirvió para saber que iba a dedicar mi tiempo profesional al libro y todo lo que se encontrara a su alrededor. Me atreví a abordar el libro de una forma completa, cómo autora de texto y imagen. Toda una aventura. En el 2007 conseguí el Premio Internacional de Ilustración de La Fundación SM con un libro que habla con imágenes Los pájaros aprenden idiomas. Un libro, una propuesta gráfica, una cortinilla en forma de libro, un libro para aprender sonidos y colores en formato de álbum ilustrado. Narrar con imágenes. Y en marcha…

“Libros Rara Avis” Yo no hago conciertos. Cuando canto desafino un montón. Pero la música me gusta, escucho música siempre que puedo. Me gusta apretar ese botón que automáticamente te repite siempre la misma canción en el iTunes y mientras trabajo en mi ordenador oir continuamente una misma melodía. Un verano entré en el mundo de la música cubana a través del CD producido por Ry Cooder en 1997, Buena Vista Social Club, y descubrí entre otros músicos cubanos a Ibrahim Ferrer, Omara Portuondo… Me invadió la letra de Eusebio Delfin versionada por Ibrahim. Esta canción ya forma parte de mí y de algunos de mis mejores y más dulces momentos: en la Alhambra de Granada, en el coche, sola y con kilómetros por delante, abro ventanas, me desmeleno y grito mi último descubrimiento musical a todo volúmen. Pero confieso que lo de cantar no es lo mío.


Yo hago libros. Mi último libro está basado en la letra de esta canción cubana escrita por Eusebio Delfín y versionada por Ibrahim que se titula “Y tú, ¿qué has hecho?”. El libro, editado por Ekaré, no lleva CD, no es un libro musical, tampoco lleva la partitura, no se escucha… aunque yo siempre lo cante cuando lo lea (y despliegue el libro en forma de acordeón que me remite a la música). Pero su letra es exactamente la letra que fue escrita para ser musicada. Narré con imágenes la música que conocía, pensando que no podía desprenderme de su melodía y le dí una interpretación personal con la imagen que lo acompaña. Ése es el libro. Terminado el libro, podría decir que aprendí a cantar pero continuo sin afinar y el libro está ahí. Preparado para volar. Lulú, una amiga, fue una de las primeras personas que leyó el libro una vez editado. Ella desconocía totalmente su vinculación con la música. El libro había perdido todo su rastro musical. Lulú debe estar escuchando ahora a Ibrahim Ferrer y la música cubana. Eso es un libro… y de esas “no fronteras” del libro es de lo que me gustaría hablar. “La canción es cómo un pájaro. Una vez que echa a volar ya no hay quien lo pare. Y así debe ser.” Arnaldo Antunes dijo eso de la música. Yo lo creo de los libros. “El libro es cómo un pájaro. Una vez que echa a volar ya no hay quien lo pare. Y así debe ser.” Los autores también tendrían que ser libres… para poder hacer volar su libro, sin tener que pensar en qué catálogo editorial podrá encajar. Muchas veces el libro se pierde en esa búsqueda. Alguna cosa cierta ha de haber en esta afirmación porque por fortuna los propios editores a veces ahogados en su propia clasificación necesitan abrir una linea “no editorial” o “out editorial” o “libros fuera de catálogo”… Los libros ilustrados permiten narrar con un montón de recursos nuevos que se suman al objeto físico del libro. Me gusta hacer libros que se dejen llevar por la intuición, por el sentimiento… Me gusta trabajar en formatos nuevos. Abrir campos dónde desconoces lo que te vas a encontrar. Después de conseguir romper el blanco de una página o pantalla de ordenador y te pierdes en un agujero negro sabes que encontrarás una historia o sensación nueva que contar. Me gustan los agujeros negros; meterme en ellos. Por eso estoy probando últimamente nuevos recursos cómo la fotografia o la ilustración a secas para narrar historias. Uno de esos procesos de trabajo fue el libro Los pájaros aprenden idiomas editado por SM y afortunadamente ganador del Premio Internacional de Ilustración de la Fundación SM en el 2007. Allí intenté narrar una historia con imágenes. Convencida de que me estaba metiendo en uno de esos agujeros negros que retan a salir, creé una historia simple y llena de emoción a partir de una gráfica muy sintética y muy cercana a los más pequeños para narrar una historia compleja. Narrar sin intermedios. En una línea corta y precisa… a través de imágenes. Volví a releer y remirar libros cómo Sara o Zoom o Pequeño azul y Pequeño amarillo o Snowman o sorprendentemente Emigrantes… Había descubierto una nueva manera de narrar cómo muchos otros y muchos no otros.


Me gusta hacer libros, de arriba a abajo. Pensar en un formato, un objeto físico que se lee y se mira. Leer mirando, leer de izquierda a derecha o de derecha a izquierda y porque no de arriba a abajo o sin parar o agujereando el papel. El texto no lo permite tanto cómo las imágenes. Los dos juntos, texto y ilustración, hacen volar los libros con fin desconocido. Esos son los libros que a mí me gustan y emocionan… y si suenan a música, fantástico. Me siento “rara avis” sin saber ni entender qué quiere decir.


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