Educa
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a tu cachorro
Educa
a tu cachorro
Doctora Colette Arpaillange
Paso a paso, mes a mes La autora, doctora veterinaria y especialista en comportamiento animal, proporciona las claves para comprender a tu cachorro y educarlo de modo que se convierta en un compañero alegre y desenvuelto, con el que sea agradable convivir.
Al final del libro encontrarás 14 lecciones que te ayudarán a enseñarle a responder por su nombre, a pasear con correa sin tirar, a recibir a las visitas sin saltar… Te presentamos una guía al alcance de todos para educar correctamente a tu cachorro.
www.servet.es
Colette Arpaillange Colette Arpaillange es doctora veterinaria especialista en etología y dirige el servicio de consultas sobre patología del comportamiento de la Escuela Nacional Veterinaria de Nantes. Le apasiona su trabajo y está muy interesada en la divulgación de sus conocimientos. También ha participado en la realización del Tratado Rustica del perro.
Los distintos capítulos especifican las particularidades del cachorro en función de su edad, desde el nacimiento al umbral de la edad adulta, y los aprendizajes adecuados para cada etapa. Mes a mes, descubrirás cómo realzar sus aptitudes y animarlo a desarrollar sus capacidades para convivir en armonía con la familia.
para ayuda a crecer
Paso a paso, mes a mes
Educa a tu cachorro
Colección dirigida por Laetitia Barlerin, doctora veterinaria, diplomada en la Escuela Nacional Veterinaria de Alfort. Además de ejercer como veterinaria, participa en un programa de radio dedicado a los animales y en un programa de televisión. Colabora con diversas publicaciones tanto profesionales como dirigidas al público en general y con revistas especializadas en animales.
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CAPÍTULO 1 • Conocer al cachorro para educarlo
Oportunidades que no podemos dejar pasar A lo largo del desarrollo, el cachorro supera una serie de fases durante las cuales es especialmente receptivo a ciertas experiencias. Se trata de periodos en los que el aprendizaje y la memorización se dan con facilidad; son momentos clave para el desarrollo cerebral. El comportamiento del perro se construye progresivamente desde el nacimiento hasta la edad adulta y algunas etapas, como la socialización o la adquisición de autocontrol, son pasos obligados para que el cachorro evolucione de forma adecuada. La presencia de la madre hasta el final de la séptima semana de vida o la necesidad de exponer al animal joven a estímulos variados, son requisitos indispensables para que el desarrollo del cachorro sea óptimo. La presencia de la madre junto a los cachorros es indispensable durante las siete primeras semanas de vida.
Un sistema nervioso en construcción Los circuitos neuronales que se estimulen durante los primeros meses de vida permanecerán activados indefinidamente, mientras que otros, inoperantes, se destruirán de forma automática al final del desarrollo. Este proceso de selección recalca la importancia de la biografía precoz del individuo y del impacto de la experiencia.
Oportunidades que no podemos dejar pasar
La socialización con la especie humana comienza en la tercera semana de vida y se completa, aproximadamente, durante el tercer mes.
Por ejemplo, la capacidad de autocontrol aparece alrededor de la 5ª semana, gracias a la intervención de la madre, que enseña a los pequeños a regular sus movimientos. Los circuitos nerviosos que permiten la inhibición se activan si el animal aprende a dominarse. Por eso, un cachorro abandonado a su suerte, que no reciba esta educación temprana, se convertirá en un perro hiperactivo difícil de controlar. Si bien el cerebro conserva cierta plasticidad durante toda la vida, que facilita los nuevos aprendizajes, el cableado de base es esencial.
Enfrentar al cachorro a diversas situaciones Durante la última etapa del desarrollo comportamental o periodo de socialización, que tiene lugar entre la 3ª y la 12ª semana de vida, el cachorro establece una serie de referencias propias, de acuerdo a los estímulos recibidos del entorno. Para que un estímulo se incorpore en esta “base de datos” es necesario que se presente con regularidad y en baja intensidad. Por ejemplo, la circulación de vehículos por una carretera cercana permite que el animal se acostumbre a los coches, pero sufrir un accidente con el automóvil de su criador le produciría una fobia permanente. Cuanto más completa es la base de datos inicial, mayor capacidad tiene el cachorro para adaptarse a un entorno nuevo, diferente al del lugar en que nació. Si el pequeño ha visto coches pasar, es probable que se sienta relativamente cómodo en la calle. Cuando se cruce con un autobús, quizás se sorprenda al principio, pero después se fijará probablemente, en que tiene puntos en común con los automóviles y considerará, por tanto, que ese objeto desconocido no debe provocarle ningún temor. Durante este mismo periodo tiene lugar la socialización con el hombre. Un perro que no haya mantenido contacto con humanos entre la 3ª y 12ª semana de vida será, en adelante, un animal incapaz de comportarse normalmente entre ellos.
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CAPÍTULO 1 • Conocer al cachorro para educarlo
Oportunidades que no podemos dejar pasar A lo largo del desarrollo, el cachorro supera una serie de fases durante las cuales es especialmente receptivo a ciertas experiencias. Se trata de periodos en los que el aprendizaje y la memorización se dan con facilidad; son momentos clave para el desarrollo cerebral. El comportamiento del perro se construye progresivamente desde el nacimiento hasta la edad adulta y algunas etapas, como la socialización o la adquisición de autocontrol, son pasos obligados para que el cachorro evolucione de forma adecuada. La presencia de la madre hasta el final de la séptima semana de vida o la necesidad de exponer al animal joven a estímulos variados, son requisitos indispensables para que el desarrollo del cachorro sea óptimo. La presencia de la madre junto a los cachorros es indispensable durante las siete primeras semanas de vida.
Un sistema nervioso en construcción Los circuitos neuronales que se estimulen durante los primeros meses de vida permanecerán activados indefinidamente, mientras que otros, inoperantes, se destruirán de forma automática al final del desarrollo. Este proceso de selección recalca la importancia de la biografía precoz del individuo y del impacto de la experiencia.
Oportunidades que no podemos dejar pasar
La socialización con la especie humana comienza en la tercera semana de vida y se completa, aproximadamente, durante el tercer mes.
Por ejemplo, la capacidad de autocontrol aparece alrededor de la 5ª semana, gracias a la intervención de la madre, que enseña a los pequeños a regular sus movimientos. Los circuitos nerviosos que permiten la inhibición se activan si el animal aprende a dominarse. Por eso, un cachorro abandonado a su suerte, que no reciba esta educación temprana, se convertirá en un perro hiperactivo difícil de controlar. Si bien el cerebro conserva cierta plasticidad durante toda la vida, que facilita los nuevos aprendizajes, el cableado de base es esencial.
Enfrentar al cachorro a diversas situaciones Durante la última etapa del desarrollo comportamental o periodo de socialización, que tiene lugar entre la 3ª y la 12ª semana de vida, el cachorro establece una serie de referencias propias, de acuerdo a los estímulos recibidos del entorno. Para que un estímulo se incorpore en esta “base de datos” es necesario que se presente con regularidad y en baja intensidad. Por ejemplo, la circulación de vehículos por una carretera cercana permite que el animal se acostumbre a los coches, pero sufrir un accidente con el automóvil de su criador le produciría una fobia permanente. Cuanto más completa es la base de datos inicial, mayor capacidad tiene el cachorro para adaptarse a un entorno nuevo, diferente al del lugar en que nació. Si el pequeño ha visto coches pasar, es probable que se sienta relativamente cómodo en la calle. Cuando se cruce con un autobús, quizás se sorprenda al principio, pero después se fijará probablemente, en que tiene puntos en común con los automóviles y considerará, por tanto, que ese objeto desconocido no debe provocarle ningún temor. Durante este mismo periodo tiene lugar la socialización con el hombre. Un perro que no haya mantenido contacto con humanos entre la 3ª y 12ª semana de vida será, en adelante, un animal incapaz de comportarse normalmente entre ellos.
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CAPÍTULO 2 • El cachorro recién nacido
El vínculo afectivo, una relación fundamental Entre la segunda y la tercera semana de vida, se establece un vínculo extraordinario entre el cachorro y su madre, que será la única capaz de consolarlo de forma persistente. Esta relación especial es indispensable para el correcto desarrollo del comportamiento del perro.
El vínculo afectivo entre el cachorro y su madre se desarrolla a partir de la 3ª semana de vida.
El vínculo materno posibilita la identificación con la especie Podríamos pensar que los animales son conscientes de su pertenencia a una especie de manera innata o automática, pero no es así. La identificación con la especie surge gracias al fenómeno llamado de impronta, en aquellos animales de rápido desarrollo como es el caso de las aves; o al de impregnación, en el caso de animales de crecimiento más lento, como el perro.
El vínculo afectivo, una relación fundamental
La noción de impronta se desprende de los trabajos del etólogo Konrad Lorenz, quien puso de manifiesto este proceso de identificación con la especie en los gansos cenicientos. Su experimento es muy famoso: Konrad Lorenz se introdujo en el campo de visión de unas crías de ganso justo en el momento de romper el cascarón, lo que provocó en adelante un determinado comportamiento: una vez alcanzada la madurez, los gansos intentaban acoplarse… ¡con el hombre! Y es que, unas horas después del nacimiento, los pequeños se apegan al primer objeto en movimiento que encuentran, generalmente la madre, y demuestran esa unión siguiendo paso a paso cada uno de sus desplazamientos. Este vínculo se mantiene durante mucho tiempo y atestigua la aparición de ciertas relaciones especiales y exclusivas.
Reconocer a su semejante El cachorro encuentra un referente en el individuo al que se siente unido, quien a su vez le prodiga caricias, cuidados y el consuelo de reconocer a un semejante. El pequeño se identifica con la especie a la que pertenece el animal objeto del vínculo y en el futuro, elegirá a parejas sociales y sexuales que clasifíquele como congéneres. La ausencia absoluta de perros en el entorno del cachorro, durante el periodo receptivo, conlleva un defecto de impregnación y provoca que éste no se reconozca como tal. Sin embargo, la recuperación es posible, gracias a la extraordinaria plasticidad del comportamiento del cachorro. Si el perro entra en contacto con sus semejantes antes de las 16 semanas de edad, podrá recuperar la impregnación a su especie y reconocer a los suyos.
Convertirse en un perro entre perros, gracias al vínculo afectivo La cercanía que proporciona esta unión especial, favorece el aprendizaje. El cachorro puede observar a su madre y el modo en que se relaciona con el resto de miembros del grupo. Este aprendizaje por imitación facilita la adquisición de las posturas de comunicación y el conocimiento de las normas sociales en vigor en la manada.
El vínculo afectivo facilita el descubrimiento del mundo Una de las funciones más importantes del vínculo afectivo es permitir la exploración del mundo, pues ofrece un punto de apoyo tranquilizador. La seguridad afectiva que procura el objeto de apego, propicia los primeros descubrimientos y las experiencias tempranas.
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Ha perdido a su madre Un cachorro huérfano se apegará, de forma natural, a la persona que lo críe. Debemos respetar este vínculo tan importante, no obstante, para que llegue a convertirse en un adulto equilibrado, llévalo a menudo a jugar con otros perros durante el periodo de socialización.
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CAPÍTULO 2 • El cachorro recién nacido
El vínculo afectivo, una relación fundamental Entre la segunda y la tercera semana de vida, se establece un vínculo extraordinario entre el cachorro y su madre, que será la única capaz de consolarlo de forma persistente. Esta relación especial es indispensable para el correcto desarrollo del comportamiento del perro.
El vínculo afectivo entre el cachorro y su madre se desarrolla a partir de la 3ª semana de vida.
El vínculo materno posibilita la identificación con la especie Podríamos pensar que los animales son conscientes de su pertenencia a una especie de manera innata o automática, pero no es así. La identificación con la especie surge gracias al fenómeno llamado de impronta, en aquellos animales de rápido desarrollo como es el caso de las aves; o al de impregnación, en el caso de animales de crecimiento más lento, como el perro.
El vínculo afectivo, una relación fundamental
La noción de impronta se desprende de los trabajos del etólogo Konrad Lorenz, quien puso de manifiesto este proceso de identificación con la especie en los gansos cenicientos. Su experimento es muy famoso: Konrad Lorenz se introdujo en el campo de visión de unas crías de ganso justo en el momento de romper el cascarón, lo que provocó en adelante un determinado comportamiento: una vez alcanzada la madurez, los gansos intentaban acoplarse… ¡con el hombre! Y es que, unas horas después del nacimiento, los pequeños se apegan al primer objeto en movimiento que encuentran, generalmente la madre, y demuestran esa unión siguiendo paso a paso cada uno de sus desplazamientos. Este vínculo se mantiene durante mucho tiempo y atestigua la aparición de ciertas relaciones especiales y exclusivas.
Reconocer a su semejante El cachorro encuentra un referente en el individuo al que se siente unido, quien a su vez le prodiga caricias, cuidados y el consuelo de reconocer a un semejante. El pequeño se identifica con la especie a la que pertenece el animal objeto del vínculo y en el futuro, elegirá a parejas sociales y sexuales que clasifíquele como congéneres. La ausencia absoluta de perros en el entorno del cachorro, durante el periodo receptivo, conlleva un defecto de impregnación y provoca que éste no se reconozca como tal. Sin embargo, la recuperación es posible, gracias a la extraordinaria plasticidad del comportamiento del cachorro. Si el perro entra en contacto con sus semejantes antes de las 16 semanas de edad, podrá recuperar la impregnación a su especie y reconocer a los suyos.
Convertirse en un perro entre perros, gracias al vínculo afectivo La cercanía que proporciona esta unión especial, favorece el aprendizaje. El cachorro puede observar a su madre y el modo en que se relaciona con el resto de miembros del grupo. Este aprendizaje por imitación facilita la adquisición de las posturas de comunicación y el conocimiento de las normas sociales en vigor en la manada.
El vínculo afectivo facilita el descubrimiento del mundo Una de las funciones más importantes del vínculo afectivo es permitir la exploración del mundo, pues ofrece un punto de apoyo tranquilizador. La seguridad afectiva que procura el objeto de apego, propicia los primeros descubrimientos y las experiencias tempranas.
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Ha perdido a su madre Un cachorro huérfano se apegará, de forma natural, a la persona que lo críe. Debemos respetar este vínculo tan importante, no obstante, para que llegue a convertirse en un adulto equilibrado, llévalo a menudo a jugar con otros perros durante el periodo de socialización.
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CAPÍTULO 4 • Entre 8 y 12 semanas, el primer mes en familia
Pequeñas preocupaciones, grandes problemas Si el comportamiento de tu cachorro te inquieta, es importante reaccionar con rapidez en lugar de esperar con la excusa de que “ya se le pasará con la edad”. De este modo, evitaremos que las pequeñas preocupaciones se conviertan en grandes problemas y arruinen la hermosa aventura que es convivir con un perro. “Todo le da miedo” Tu cachorro es anormalmente tímido… Odia salir a la calle e ir a sitios bulliciosos y se sobresalta con el menor ruido. Cuando se cruza con un coche, se asusta, trata de huir o se queda inmóvil y visiblemente aterrorizado. Es poco sociable y rehúye el contacto con desconocidos; si un extraño se acerca, desvía la mirada, intenta escaparse y gruñe o muestra los dientes como último intento de expulsar al enemigo…
Un cachorro miedoso y tímido puede que no esté suficientemente socializado con la especie humana.
Pequeñas preocupaciones, grandes problemas
Cualquier cambio, como un nuevo elemento en la decoración habitual, provoca que se retraiga y trate de escabullirse. Si hay cartones, una bolsa de basura o un contenedor de plástico delante del portal, el cachorro se resiste a salir e incluso, durante varios días, vacila en el vestíbulo antes de asomarse a la calle. En casa, es sorprendentemente bueno, se mueve poco y cuando alguien se le acerca, se aparta y evita las caricias. A veces sólo come por la noche, cuando todo está tranquilo y el resto del tiempo, se refugia debajo de un mueble.
¿Por qué hace todo eso?
¿Lo sabías? Su actitud es el reflejo de su miedo. Camina pegado al suelo, con las orejas gachas y hacia atrás y el rabo bajo entre las patas. Un cachorro presa del miedo tiembla, jadea, emite algunas gotas de orina, saliva…
Es miedoso porque le pegaron Esta es una idea muy extendida, porque la actitud de un perro que tiene miedo de los humanos se parece mucho a la de un exceso de sumisión. Sin embargo, no es necesario que sea víctima de la violencia para que un perro tenga miedo del hombre. La falta de encuentros con éste durante el periodo de socialización, es decir, antes de las 12 semanas de edad, produce que el perro evite el contacto con desconocidos o incluso que sufra ataques de pánico o de agresividad.
Probablemente, tu cachorro ha crecido en un ambiente demasiado apacible y su madre, también muy miedosa, le enseñó que el mundo era un lugar hostil. El desajuste en relación a su nuevo hogar es demasiado grande y es incapaz de adaptarse a la novedad. Presenta lo que se llama síndrome de privación sensorial que, como su propio nombre indica, es resultado de la falta de estímulos tempranos durante las primeras semanas de vida.
¿Cuándo tengo que preocuparme? Es normal que un cachorro de entre 8 y 12 semanas de edad sea reticente a los cambios, pero tras una fase de indecisión, se atreverá a explorar los nuevos elementos. Si al cabo de unos días, el cachorro sigue sin acostumbrarse a una situación recurrente, debemos preocuparnos.
Si el cachorro se esconde cuando hay alboroto en casa, probablemente sufre el síndrome de privación sensorial.
Un perro joven que se queda acurrucado en su rincón, que se retira en cuanto el ambiente en casa se anima y sólo come por la noche, sufre un grave síndrome de privación del que es necesario ocuparse correctamente. Consulta rápidamente a tu veterinario, cuanto antes reacciones, más posibilidades hay de que el cachorro se recupere sin secuelas.
Tus esfuerzos son en vano Si tus intentos de familiarizar al cachorro con lo desconocido son complicados y parece que no funcionan, debes saber que
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CAPÍTULO 4 • Entre 8 y 12 semanas, el primer mes en familia
Pequeñas preocupaciones, grandes problemas Si el comportamiento de tu cachorro te inquieta, es importante reaccionar con rapidez en lugar de esperar con la excusa de que “ya se le pasará con la edad”. De este modo, evitaremos que las pequeñas preocupaciones se conviertan en grandes problemas y arruinen la hermosa aventura que es convivir con un perro. “Todo le da miedo” Tu cachorro es anormalmente tímido… Odia salir a la calle e ir a sitios bulliciosos y se sobresalta con el menor ruido. Cuando se cruza con un coche, se asusta, trata de huir o se queda inmóvil y visiblemente aterrorizado. Es poco sociable y rehúye el contacto con desconocidos; si un extraño se acerca, desvía la mirada, intenta escaparse y gruñe o muestra los dientes como último intento de expulsar al enemigo…
Un cachorro miedoso y tímido puede que no esté suficientemente socializado con la especie humana.
Pequeñas preocupaciones, grandes problemas
Cualquier cambio, como un nuevo elemento en la decoración habitual, provoca que se retraiga y trate de escabullirse. Si hay cartones, una bolsa de basura o un contenedor de plástico delante del portal, el cachorro se resiste a salir e incluso, durante varios días, vacila en el vestíbulo antes de asomarse a la calle. En casa, es sorprendentemente bueno, se mueve poco y cuando alguien se le acerca, se aparta y evita las caricias. A veces sólo come por la noche, cuando todo está tranquilo y el resto del tiempo, se refugia debajo de un mueble.
¿Por qué hace todo eso?
¿Lo sabías? Su actitud es el reflejo de su miedo. Camina pegado al suelo, con las orejas gachas y hacia atrás y el rabo bajo entre las patas. Un cachorro presa del miedo tiembla, jadea, emite algunas gotas de orina, saliva…
Es miedoso porque le pegaron Esta es una idea muy extendida, porque la actitud de un perro que tiene miedo de los humanos se parece mucho a la de un exceso de sumisión. Sin embargo, no es necesario que sea víctima de la violencia para que un perro tenga miedo del hombre. La falta de encuentros con éste durante el periodo de socialización, es decir, antes de las 12 semanas de edad, produce que el perro evite el contacto con desconocidos o incluso que sufra ataques de pánico o de agresividad.
Probablemente, tu cachorro ha crecido en un ambiente demasiado apacible y su madre, también muy miedosa, le enseñó que el mundo era un lugar hostil. El desajuste en relación a su nuevo hogar es demasiado grande y es incapaz de adaptarse a la novedad. Presenta lo que se llama síndrome de privación sensorial que, como su propio nombre indica, es resultado de la falta de estímulos tempranos durante las primeras semanas de vida.
¿Cuándo tengo que preocuparme? Es normal que un cachorro de entre 8 y 12 semanas de edad sea reticente a los cambios, pero tras una fase de indecisión, se atreverá a explorar los nuevos elementos. Si al cabo de unos días, el cachorro sigue sin acostumbrarse a una situación recurrente, debemos preocuparnos.
Si el cachorro se esconde cuando hay alboroto en casa, probablemente sufre el síndrome de privación sensorial.
Un perro joven que se queda acurrucado en su rincón, que se retira en cuanto el ambiente en casa se anima y sólo come por la noche, sufre un grave síndrome de privación del que es necesario ocuparse correctamente. Consulta rápidamente a tu veterinario, cuanto antes reacciones, más posibilidades hay de que el cachorro se recupere sin secuelas.
Tus esfuerzos son en vano Si tus intentos de familiarizar al cachorro con lo desconocido son complicados y parece que no funcionan, debes saber que
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CAPÍTULO 6 • EDUCA A TU CACHORRO EN 14 LECCIONES
Lección
4 Prohibiciones
Lección
5 Introducción al paseo con correa (1)
Objetivo Mi cachorro aprende el significado de “no”
Objetivo Mi cachorro pasea con collar y correa
Cuando
Cuando
Entre los 3 y 4 meses
Precauciones Acostúmbrate a usar una sola palabra y siempre la misma, para referirte a una prohibición. Si es necesario, haced una reunión en familia para elegir un término que os venga bien a todos. De cualquier forma, aunque sea natural precipitarse para interrumpir un comportamiento indeseable, ¡intenta no utilizar frases!
Entre los 3 y 4 meses
Enseñar al cachorro a respetar las prohibiciones es uno de los fundamentos de su educación. Te será de gran utilidad que aprenda a interrumpir su conducta al oír “¡stop!” o “¡no!”.
Trataremos de familiarizar al cachorro con el uso de la correa durante el paseo, actividad que perfeccionaremos más adelante. Enseñar a tu cachorro a caminar con una correa ligera te ayudará a evitar que se convierta, ya en el comienzo, en una prueba de fuerza que desencadene el aborrecimiento del ejercicio.
Procedimiento
Procedimiento
Simplemente, asocia el término elegido a una señal susceptible de interrumpir por sí misma una actuación, como una palmada. A continuación, llama al cachorro y felicítalo.
El objetivo es evitar que la correa esté tensa; la presión excesiva sobre el collar ¡incita al cachorro a tirar aún más!
Adopta un tono de voz severo y una postura acorde: mantente recto, con las manos en las caderas, el gesto firme y el ceño fruncido… Plantéate el uso de “¡no!” seguido de alguna otra orden para que tu cachorro no reanude espontáneamente la actividad.
Posibles fracasos… La palabra “¡no!” pertenece a lo que llamamos estímulos disruptivos, es decir, que tiende a interrumpir una conducta que está en proceso. Sin embargo, el cachorro necesita que le propongan a continuación una ocupación alternativa, a riesgo de que retome sus actividades. Si no le das a tu perro una instrucción concreta después de decir “¡no!”, probablemente esta enseñanza fracase.
El perro aprende a suspender una actividad con un sólo apercibimiento.
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¿Por CACHORROS qué educar ENTRE a mi cachorro? 3 Y 4 MESES
Por tanto, tienes que procurar que la correa siempre esté floja. Párate en cuanto notes cierta tirantez, llama al cachorro y felicítalo mientras se acerca. Comienza a caminar otra vez. Realiza estos ejercicios en algún lugar tranquilo y conocido para el cachorro: en casa o en el jardín.
Posibles fracasos… Recuerda que este ejercicio es sólo una iniciación que será de gran utilidad para la vida diaria, ya que tendrás que pasear a tu cachorro con collar y correa. Si se acostumbra a tirar, el aprendizaje posterior resultará más complicado. De todas formas, no se trata de realizar un paseo con correa perfecto, como el que se pretende en un cachorro de más edad. Así pues, no esperes que al principio tu mascota camine perfectamente a tu lado.
A los 3 meses de edad, el paseo con correa es sólo una iniciación y por eso es imperfecto.
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CAPÍTULO 6 • EDUCA A TU CACHORRO EN 14 LECCIONES
Lección
4 Prohibiciones
Lección
5 Introducción al paseo con correa (1)
Objetivo Mi cachorro aprende el significado de “no”
Objetivo Mi cachorro pasea con collar y correa
Cuando
Cuando
Entre los 3 y 4 meses
Precauciones Acostúmbrate a usar una sola palabra y siempre la misma, para referirte a una prohibición. Si es necesario, haced una reunión en familia para elegir un término que os venga bien a todos. De cualquier forma, aunque sea natural precipitarse para interrumpir un comportamiento indeseable, ¡intenta no utilizar frases!
Entre los 3 y 4 meses
Enseñar al cachorro a respetar las prohibiciones es uno de los fundamentos de su educación. Te será de gran utilidad que aprenda a interrumpir su conducta al oír “¡stop!” o “¡no!”.
Trataremos de familiarizar al cachorro con el uso de la correa durante el paseo, actividad que perfeccionaremos más adelante. Enseñar a tu cachorro a caminar con una correa ligera te ayudará a evitar que se convierta, ya en el comienzo, en una prueba de fuerza que desencadene el aborrecimiento del ejercicio.
Procedimiento
Procedimiento
Simplemente, asocia el término elegido a una señal susceptible de interrumpir por sí misma una actuación, como una palmada. A continuación, llama al cachorro y felicítalo.
El objetivo es evitar que la correa esté tensa; la presión excesiva sobre el collar ¡incita al cachorro a tirar aún más!
Adopta un tono de voz severo y una postura acorde: mantente recto, con las manos en las caderas, el gesto firme y el ceño fruncido… Plantéate el uso de “¡no!” seguido de alguna otra orden para que tu cachorro no reanude espontáneamente la actividad.
Posibles fracasos… La palabra “¡no!” pertenece a lo que llamamos estímulos disruptivos, es decir, que tiende a interrumpir una conducta que está en proceso. Sin embargo, el cachorro necesita que le propongan a continuación una ocupación alternativa, a riesgo de que retome sus actividades. Si no le das a tu perro una instrucción concreta después de decir “¡no!”, probablemente esta enseñanza fracase.
El perro aprende a suspender una actividad con un sólo apercibimiento.
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¿Por CACHORROS qué educar ENTRE a mi cachorro? 3 Y 4 MESES
Por tanto, tienes que procurar que la correa siempre esté floja. Párate en cuanto notes cierta tirantez, llama al cachorro y felicítalo mientras se acerca. Comienza a caminar otra vez. Realiza estos ejercicios en algún lugar tranquilo y conocido para el cachorro: en casa o en el jardín.
Posibles fracasos… Recuerda que este ejercicio es sólo una iniciación que será de gran utilidad para la vida diaria, ya que tendrás que pasear a tu cachorro con collar y correa. Si se acostumbra a tirar, el aprendizaje posterior resultará más complicado. De todas formas, no se trata de realizar un paseo con correa perfecto, como el que se pretende en un cachorro de más edad. Así pues, no esperes que al principio tu mascota camine perfectamente a tu lado.
A los 3 meses de edad, el paseo con correa es sólo una iniciación y por eso es imperfecto.
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