El Mollete Literario #29

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Director: Carlos Ramírez

Enero 15, 2016, Número 29, Tercera Época

Secretaría de Cultura En busca del Malraux mexicano o del vigilante de museos Por Carlos Ramírez pág.12


“Mi misión es matar el tiempo y la de éste matarme a su vez. Se está bien entre asesinos”. Emil Cioran

Editorial Sorprender al 2016, la meta de la Secretaría de Cultura

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legó el 2016 y con él la nueva Secretaría de Cultura, una apología al sector en México que por tantos años ha sido tratado como un mal negocio, contrastante con la economía del mexicano. Si bien se espera que proporcione el empuje que artistas mexicanos han esperado por décadas, su comienzo no es ave de buen augurio debido a las contradicciones en el decreto signado por el mandatario. Mientras que el actual secretario crea un programa de trabajo y lo presenta, queda cuestionarse si se trata de un primer intento por “evolucionar” o de prisas por ganar adeptos ante la grave crisis de inseguridad en el país, aunada a la financiera, que golpea a todos los sectores, entre ellos la cultura misma. Pese a ello, lo que se desea con la transformación Conaculta-Secretaría de Cultura es que no sea una institución que solamente gestione recursos o reparta ideologías, sino que desafié al futuro.

Secretaría del buen dormir Por Luy

Índice 3 5 6 8

Un buen-día, señor Zarco Por “Laargos” Letras Torcidas Por César Cañedo Cosmonautas Por Samuel Enciso Luy, 35 años de labor artística y contando Por José Luis Rojas

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Flora y fauna del abandono Por Luis Flores Romero

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¿Transición hacia dónde? La nueva Secretaría de Cultura Por Paul Martínez

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Stephen King. La caja de herramientas Por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

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Memoria de un personaje que no existe Por Ulises Casal

Secretaría de Cultura En busca del Malraux mexicano o del vigilante de museos Por Carlos Ramírez

Caer Por Luis Villalón Escuché voces Por Canuto Roldán Oltre l’oblio Por Ximena Cobos

El Mollete Literario Mtro. Carlos Ramírez Presidente y Director General carlosramirezh@hotmail.com Lic. José Luis Rojas Coordinador General Editorial joselrojasr@hotmail.com Monserrat Méndez Pérez Jefa de Edición aca.moonchis@gmail.com Consejo Editorial René Avilés Fabila Wendy Coss y León Coordinadora de Relaciones Públicas Mathieu Domínguez Pérez Diseño Raúl Urbina Asistente de la Dirección General El Mollete Literario es una publicación mensual editada por el Grupo de Editores del Estado de México, S. A. y el Centro de Estudios Políticos y de Seguridad Nacional, S. C. Editor responsable: Carlos Javier Ramírez Hernández. Todos los artículos son de responsabilidad de sus autores. Oficinas: Durango 223, Col. Roma, Delegación Cuauhtémoc, C. P. 06700, México D.F. Reserva 15670. Certificación en trámite por la Asociación Interactiva para el Desarrollo Productivo, A. C.


Un buen-día, señor Zarco Por “Laargos” A René Avilés

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arco, Pancho, ¿dónde está tu representación pétrea? Ya no queda nada más de ti en esa otrora Plaza de la Información, ahora despojada de ti y de ese otro muro que detrás te hacía sombra. ¿Acaso será que para evitar crear nuevos monumentos a recientes periodistas han optado por la desaparición forzosa? Pero, si tú eras sólo una estatua, ¿representabas, “Fortún”, algún peligro opositor todavía? Sí, sé que esa no es la única arcilla en tu honor. En parajes lejanos al centro del centralismo tienes otras tantas esculturas, plazuelas, todas en tu memoria, a las cuales gente que se cree colega tuya va de forma arbitraria a montarte venerantes guardias de cuerpo ausente. ¿Y?, poco importan las que están allá, en lo recóndito. Esta, derribada

ahora, era la que, entre otras tantas escenas capitales, vio hace no tanto encauzarse hacía Reforma —la pasarela de los inconformes— las consignas de hordas que, al sentirse en primavera, lanzaban flores con mesiánico aire hippie revival. Se ha de hallar tu paradero. *** La teoría de la abducción no cruzó mi mente aquella noche en la que descubrí con asombro que Plaza Zarco estaba deshabitada, no de los pernoctantes que han hecho de ella su hogar, uno tan oscuro que raya en lo tétrico, sino de la imagen del periodista y constituyente Francisco Zarco (1829-1869), cuyas espaldas eran resguardadas por un maloliente muro en recuerdo a Manuel Buendía (1926-1984), oficiante al que por pasarse de listo en su red privada le dieron cuello.

La explicación que al instante validé fue que, con eso que el cambio de nombre está en boga, simplemente alguien con un pulgar mucho más influyente que el de un likero cualquiera había resuelto retirar el inmobiliario y renombrar el lugar, o hacerlo conocer desde ahora como Antigua Plaza de… Magnifiqué, sin detener la marcha, el hecho de tu ausencia. Aplaudí en mis adentros coagulantes de bilis que por fin alguien hubiese decidido evidenciar tu falta, a ninguno de ellos les interesa realmente proteger los monumentos históricos ni mucho menos la libertad de expresión. También consideré que tal acto podría ser visto como una evidencia sutil del amordazamiento, e incluso lo aprecié como un desestabilizador, detonante necesario que sacudiría muchedumbres minoritarias. Por otra parte, la destrucción de canonizadas efigies

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ofrendadas a la secularización me sedujo y resultó, en sí sola, loable.

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tado” como le decían, al tiempo que escribía parábolas, estudios morales y artículos inspirados en refranes, alimentó la tensión que llevó al General Arista a dimitir en enero de 1853. Aunque las multas, censuras, recesos y persecuciones eran cotidianos en el quehacer editorialista del duranguense, éstas aumentaron una vez que Antonio López de Santa Anna fue requerido nuevamente para apaciguar los mares de la nación. El control de imprenta, amparado bajo la llamada Ley Lares, tuvo tal fuerza que Zarco, quien también era diputado suplente por el estado de Yucatán, se vio obligado a abandonar la prensa durante dos años. La transacción de La Mesilla calentó los ánimos, en Ayutla se fraguó por

Después su balanza se inclinó por el servidor público. Otra época de cataclismos patrios llegó, la Guerra de *** Reforma (1858-1861); la alianza triparNo hay más Franciscos Zarcos. En la actita internacional en contra a las deudas tualidad no se dan, ni en probeta, niños aplazadas por Juárez, de quien Francisque con escasos 14 entren como meritoco Zarco fue aliado jefe de Gabinete, y rios a la sección de traductores del Minisel colmo de colmos, la instauración del terio de Relaciones Exteriores y sean al Segundo Imperio (1864-1867). El avepoco tiempo nombrados oficiales mayojentado “Fortún”, quien había estado res. Esto de la especie extinta no lo digo siete meses encarcelado en Veracruz, no sólo porque ya no exista dicha depencabía en el mismo país que Maximiano, dencia, hecho que imposibilita de tajo Carlota y Miramón, por eso se exiló a la hazaña; sino porque encomendar en Nueva York, donde reportó sobre polínuestros días faenas similares a un púber tica a varios diarios de habla hispana. se consideraría una violación a los dereLa República Restaurada, esa que chos universales del mozalbete, cuyos inno era tan parecida a la República de las tereses han de ser otros, distintos, como Letras que él hubiera deseado triunfael óptimo funcionamiento de su Wi-Fi. ra, fue un hecho que le tocó vivir poco. Es cierto, la vida de Zarco Víctima de una complicación fue tan acelerada que ni tiempo respiratoria que caló hondo en No hay más Franciscos Zarcos. En la actualidad le dio para presenciar más de su exhausto organismo de 39 no se dan, ni en probeta, niños que con escasos 14 una nevada en su natal Duranaños, Francisco Zarco, quien entren como meritorios a la sección de traductores go, peregrinó. Hijo de un destaconcentró su concepción de licado coronel liberal de nombre teratura en el pronunciamiento del Ministerio de Relaciones Exteriores y sean al Joaquín, atestiguó de primer que dio al recibir la presidenpoco tiempo nombrados oficiales mayores. (...) orden las tribulaciones de un cia del Liceo Hidalgo y que se Encomendar en nuestros días faenas similares a un reproduciría en las páginas de país que en los tardíos años púber se consideraría una violación a los derechos de la década de los cuarenta revista La Ilustración Mexicana, del siglo antepasado, mientras calló para siempre. universales del mozalbete. acumulaba más y más Ejecutivos a la lista, perdió inmensas extensiones meses un Plan, una olvidada Revolu*** ción triunfante. Francisco Zarco volvió A nadie le interesa desaparecer símboterritoriales de árida resequedad. Su debut literario fue en El Álbum a la palestra con periódico en ristre y los de nada, el deber dicta preservarlos, Mexicano en 1849, tras haber rechazado desde El Siglo Diez y Nueve llamó a los lustrarlos, que no ilustrarlos, remodeun puesto en la legación de Washington capitalinos a firmar el acta de adhesión a larlos, hacerlos turísticos. Los bellos e e inclinarse por la vocación de escritor dicho plan en la Alameda, donde, el 13 inverosímiles sitios de la suave patria se público. No obstante, fue hasta el si- de agosto del 55, una enardecida con- han de admirar con propio ojo y jamás guiente año que concentró sus esfuerzos gregación destruyó la imprenta de El de habladas. en la prensa, dando a conocer al mordaz- Universal en repudio a Santa Anna, “Su La plácida plaza es y seguirá siendo satírico “Fortún”, que lo mismo fue un Alteza Serenísima”, quien abandonó la lo que es, Zarco nunca la abandonó, está entusiasta divulgador y defensor del libe- Silla Grande y el país tres días después. ahí, por el momento envuelto en plástico Sobrevino una racha de entusiasmo. transparente. La luz del sol me hace caer ralismo que un meditabundo apologista o un excepcional exponente del costum- “Fortún” no abandonó a su lector-oyen- en la cuenta que tanto el muro hecho añibrismo que plasmó en sus estampas los te, pero lo trasladó a cuadros alejados cos como la maquinaria de esos hombres actuares del connacional que a mediados del costumbrismo, localizados en el trabajando, dotan al paraje de un tono del XIX se esforzaba en ser parte de la Congreso Constituyente del que ha- cenizo aún más acentuado que el previo. bría de salir la jacobina Carta Magna de civilidad moderna. Al contemplarlo de cerca, cual ataúd Haya sido en El Demócrata, diario 1857. Ahí, Zarco jugó un doble papel: abierto, me imagino que Francisco Zarcreado para oponerse a la candidatura como diputado que era de Durango par- co decidió acostarse un rato, esperar el presidencial de Mariano Arista; en El ticipó en la configuración de los nuevos buen-día en que el ahuizote vuelva a Siglo Diez y Nueve, propiedad del gran artículos, en especial en el décimo terce- parir lo ha de haber cansado. Para qué impresor Ignacio Cumplido, o bien, en ro que abordaba la libre expresión de las tomarse el tiempo de susurrarle al oído el fugaz Las Cosquillas: Periódico Retozón, ideas; asimismo, fue el cronista que dio que nada pasa dos veces, que no volImpolítico y de Malas Costumbres, que él a conocer al pueblo los pormenores de verá a nacer. No reirá, no, es sólo una mismo fundó, Francisco Zarco, “el exal- tal evento político. estatua.


L et ra s To r c id a s Por César Cañedo

Fragmentos de una ausencia amorosa

Ejercicio de olvidar

Es en ese mensaje milenario que mira al cielo sin

Tantas treguas de paz hemos vertido y nada evitará el derrumbamiento. Jamás había perdido por acumulación de retiradas. La tarde huele a todo lo que olvido. Un hombre y su bastón dan un paseo y el parque los recibe indiferente mientras las barras se cargan de aspiradores de bíceps, barbados exhibientes de sus brazos que quieren en una tarde soñar la fuerza que resbala al empujar con brío los metales fijados y enmarcados al viejo sicomoro que en la banca sin ganas nos sombreaba. Huele a viril sutil como tu ausencia y el silencio ejercita las miradas de torsos vellocinos que no pueden penetrar el dolor que me has legado. Quiero abrazarme a sus músculos y recibir un golpe o un lamento, soñar que entienden mi lenguaje y no el callado repetir esfuerzo que los cautiva y los mantiene absortos. Hinchado el abandono y las espaldas sujeto a la rutina para entonces en seis repeticiones sin descanso olvidarte de lleno y ser uno con ellos que parece, en rituales masculinos, que entienden de mi luto y lo comparten cada vez que un dolor de tanto esfuerzo se asoma por su ojos en los míos.

Ahora llévate también estas palabras que fueron dichas en No será contigo Reclamo y páramo de verdes Memorias, sueños, prismas que Temblor en el silencio olfatigado Surcar agua cloral para cansarme de Desfragmento la noche en que te fuiste Reconstruyo Quiero romper aquello que tuvimos Saciarme de palabras y Ripios, tristezas, célibes infértiles cánticos que nunca Porque en este momento me desgarro y ya quema tanto tu ausencia en esta hoja Nunca tuve un poema vanidad en intentos fracasados limitado en el verso, que de tanto temor siente que Tú ya no.

Poesía

@chocorrols chocorrol_x@hotmail.com

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Cosmonautas Por Samuel Enciso

Cuento

A

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terrorizados, Roger y Samantha ven cómo su nave explota en medio de la negrura del espacio, por encima del cráter del satélite en el que hicieron tierra hace semanas. Las estrellas lejanas parecen un cuadro, en conjunto con el impresionante y enorme planeta que con la luz que refleja les ilumina los desencajados rostros a través de sus cascos ya un poco desgastados. Hay suficientes nubes ligeras por encima de ellos para que la nave haya dejado un rastro burlón de su último e inexplicable viaje kamikaze. —Debió elevarse al menos 500 unidades —dice Roger con un tono que parece tan surreal como lo que contemplan. Samantha asiente. Está temblando y rechina los dientes. Apenas puede entender por qué Roger parece tan tranquilo. Pero, por otra parte, es inútil hacer preguntas obvias. Es inútil preocuparse. Es inútil enojarse. O llorar. Ya están muertos. No hay diferencia alguna. Así que se miran a los ojos. El vidrio del casco bellamente iluminado por los destellos del planeta y los restos de la nave que caen como fuegos artificiales. La certeza se les transforma en un miedo que pasa por tres fases: una negación irracional, luego viene el miedo natural y al final el miedo resignado. Están entrenados para no sentirlo, pero lo sienten. Siguen siendo humanos, no importa cuánto haya avanzado la genética que les permite el viaje espacial con mayor facilidad y, de hecho, los hace más adaptables a la soledad. Pero es sólo para el caso de que la misión vaya conforme a lo previsto, no para cuando las naves cobran vida y se autodestruyen de forma espectacular. ¿Hay precedentes? No de la nave, pero sí de un accidente similar al suyo. Está el caso de la expedición a Limur-3, donde la flota fue engullida por una insospechada supernova. “Mal día para la ciencia”, había dicho el Director de la NASA, Meeraz

Thorn, dando vuelta a la hoja rápidamente. Tampoco era como si valiera la pena lamentarlo. De igual forma que Roger y Samantha, estaba acabado. El astronómico presupuesto fue superado por el astronómico fenómeno. “Todos los cálculos eran correctos”, constaba su veraz declaración, “La tripulación y el equipo estaban en perfectas condiciones. El viaje inmediato y la ubicación marcaron el final del proyecto. No fue un error humano. Fue un accidente imprevisto. Una muy desafortunada coincidencia”. Aquello bastó para los entendidos y para algunos cuantos que no lo eran tanto. La nación y el mundo lloraron. Los religiosos lo tomaron como augurio de que las deidades no querían que dejáramos nuestro hogar. El único efecto pragmático que el incidente produjo fue que la exploración interestelar tripulada sufriera un freno de casi cien años. —Prepare la bitácora, teniente —le dice Roger a Samantha—. Tal vez aún podamos transmitir alguna señal... Pero no esperemos nada de vuelta. Samantha no responde. En cambio comienza a sufrir espasmos violentos y su boca espumea. Roger la sacude, pero sabe también que se ha perdido. Es el efecto de su píldora letal. Inmediato. Horrible y efectivo. Roger siente algo que no ha sentido nunca. El miedo real vuelve. La soledad lo llena todo de pronto. El planeta rojizo se levanta en el horizonte como un ojo maldito que lo condenará al infierno. La base está a unos veinte metros de distancia de donde se han quedado para observar la tragedia. Fue mientras dormían que tuvieron que ponerse de nuevo sus trajes al escuchar el ruido de la nave. Primero se ubican, se desprenden del sueño alarmados y de inmediato, ya que han dormido juntos, se dan cuenta que algo va mal. —¿Qué fue eso? —Pregunta Roger con los ojos muy abiertos. Samantha ya se levanta y corre hacia

los páneles traslúcidos del corredor que lleva a los controles. —Es la nave, capitán. La han derribado. Roger se levanta como un resorte, imaginando enormes alienígenas hostiles y de color rojo que han volteado la nave como un montón de civiles desobedientes en plena revolución. Luego elimina esa imagen de la cabeza, sabiendo que es una tontería. —Tiene marcas en la base —dice Samantha— —¡¿Qué has dicho?! —Dice Roger mientras mete su cabeza en el casco—. ¡Deja de mirar y corre a ponerte tu traje! Roger recorre la base hacia la salida. Pasa por dos pasillos de paredes blancas, alargados y completamente cerrados. La luz rojiza del exterior se mantiene afuera por obra de la iluminación de leds plantados en el suelo y las gruesas capas del material que los aísla. Apenas sale, se encuentra con la nave que parece ser arrastrada lejos de él. Pero no alcanza a ver ninguna marca. En ese momento llega Samantha, ya enfundada en su traje y no se detiene a contemplar lo que pasa. Su instinto es más fuerte y corre hacia la nave sin pensar en los peligros. Pero avanza apenas unos pasos cuando los motores se encienden y los propulsores expulsan la incandescencia del combustible. Samantha sale despedida hacia atrás unos cuantos metros, pero nada le pasa y se levanta en cuanto puede. Roger la ayuda. La nave se eleva dejando en el suelo las marcas de su pesado trayecto, una considerable extensión de roca carbonizada y un par de astronautas absolutamente anonadados. *** Cuando Samantha cae a causa del veneno, se queda haciendo movimientos espasmódicos en el suelo, Roger la mira con cierto desprecio. “Cobarde”, piensa. Pero es que a él le gusta un tanto el planeta Steklov-9LZ y el satélite sin nombre al que han llegado. Y, de todos modos, ¿qué esperaba? ¿Una despedida romántica bajo el atardecer alienígeno? La misión, de alguna manera y a pesar de todo, ha sido un éxito. Después de esos casi cien años de oscurantismo en cuanto al espacio se refería, la humanidad volvió nuevamente sus ojos al cielo y la economía estaba en un buen momento, por lo que la tecnología que hacía posible el viaje interestelar inmediato recuperó el estatus


te inyectados en sangre. Casi duele verla. Está exactamente como la levantó. “No sabía”, piensa Roger, “que la locura se apoderara de uno tan rápido en el espacio”. Roger se quita el casco y hace una guardia silente de 15 minutos junto al cuerpo de la que hasta hacía poco había sido su copiloto y amiga. Luego se va a atender el informe. Lo enviará a través del más fino radio que se ha construido. Bitácora: Día 17 del aterrizaje en el Satélite Único de Steklov-9LZ. Teniente Samantha Wagner fallecida al ingerir su píldora letal. Nave Space-Bender IX destruida en accidente de causas todavía desconocidas. Envío este mensaje con toda la información recopilada en la misión inmediatamente después del accidente. El Viaje Interestelar Inmediato es posible y el que escribe recomienda que las generaciones subsecuentes se aventuren a distancias intergalácticas. —Piénsalo, Roger —es la voz de Samantha, justo detrás de él, un susurro que le eriza los cabellos. El miedo que siente es tan primario que orina dentro del traje. Ni siquiera se atreve a voltear la cabeza porque sabe lo que verá. Tiene las manos sobre el escritorio plegable frente al que está sentado. Dentro del traje están sudando. —¿Qué les vas a decir? —continúa la voz--. En mil 500 años el lugar de donde vienes estará tan muerto como yo. Ríe de manera escalofriante. —¿De verdad crees que esa masa informe y sin dios que llamas humanidad sobrevivirá a las jaulas que ha creado para sí misma? ¿Crees que las distancia abismal que has logrado sortear para llegar a este también muerto rincón de los espacios infinitos significa algo? Roger grita y golpea el escritorio. —¡Jódete! —le dice a la voz—. ¡No eres real! Entonces Roger se separa de la mesa y se levanta, completamente aterrorizado y así mismo se da vuelta. Samantha está a cinco pasos de él. Aún tiene el casco puesto y su mirada es aún más horrible de lo que había imaginado Roger. —¡¿Quién eres?! —Balbucea—. ¡¿Qué eres?! —¡Soy! —contesta Samantha, usando la fuerza de mil voces.

—Toma tu píldora, Roger —continúa Samantha—. Te sentirás mejor. Te lo prometo. Deja que allá abajo se ocupen de sus asuntos los que no han visto otra tierra que la que ilumina la estrella que te vio nacer. Tomará más tiempo, pero conoces su destino porque es igual al tuyo. Y los recuerdos de Roger que le hablan de los que lo enviaron a las estrellas le hablan al mismo tiempo del dolor y la demencial e inútil búsqueda de un fin. Sus recuerdos lo hacen un hombre que viene de un tiempo perdido. Con la Tierra tan lejana, la perspectiva de insignificancia es clara e ineludible. Espantosa. —Ven a mis brazos, Roger. Sabes quién soy. Has sabido desde el principio que los hombres y mujeres de tu mundo valen tanto como el polvo que pisas. Samantha, avanza lentamente hacia él y se quita el casco. Roger sabe que es imposible por el poco tiempo que ha pasado, pero puede percibir el fétido olor de la muerte y sabe que todo ha terminado al ver a la demencial criatura aproximándose. —Los muertos te esperan, Roger. Los de tu pasado y los que te siguen. No hay diferencia alguna. Samantha extiende su mano y pone el dedo índice en la frente de Roger, quien emite un grito de horror, pero se apaga de inmediato porque todo lo que siente es placer. Se ha transformado todo en nervios receptores del más absoluto deleite. Ya no es Roger. Ya no es nada. Tan sólo existe. Samantha se separa de Roger, pero él no se puede mover. Sus rodillas tiemblan y cae al suelo como si no tuviera huesos, toda su piel parece estar tan sensible que podría sentir el ala de una mosca cayendo sobre su mano y su mente es un remolino de todas las imágenes reconfortantes, felices, eróticas o graciosas que ha experimentado. Ni siquiera puede hablar. Samantha se aproxima a la computadora en la que Roger escribía y la apaga. —Tendrás una muerte envidiable —le dice—. Tu amiga la habría tenido, pero fue demasiado impaciente. Se acerca de nuevo a Roger. Éste comienza a recuperar fuerzas, y trata de escapar de la mano de Samantha. —¿Por qué te resistes? Todos se resisten. Qué desperdicio de energía. Cuando lo vuelve a tocar, Roger siente horror de todos modos. Morir es morir aunque te guste. Y por Dios... ¡cómo le gustó!

Cuento

de prodigio y se deshizo del que lo hacía una maldición para la especie. Roger y Samantha eran los primeros astronautas, después de la tripulación de Limur-3, en probar de nuevo el viaje interestelar. Les llamaron Space-Benders, que sonaba mucho mejor que solamente Voyagers, como sus antecesores. En las dos semanas varados en el Satélite recopilaron información, hicieron observaciones. Miraron en dirección al Sol e incluso a la Tierra y la fotografiaron allá a mil 500 años luz de distancia. Observaron también, y muy de cerca, el exoplaneta similar a la Tierra, en el que les había sido imposible aterrizar a causa de la trayectoria de su caprichosa nave, pero concluyeron que la vida allí era más que factible, aunque quizás la gravedad fuera un poco inadecuada para los humanos en su forma actual. Una nimiedad. La adaptación ya no dependía de los caprichos de la naturaleza. Toda esa información ya no regresaría al día siguiente. Roger estaba encargado de enviarla, pasara lo que pasara. Pero ahora tardaría precisamente mil 500 años en llegar a su destino a través de las ondas de radio y el Comando en la Tierra no sabría qué había pasado con ellos. Sería hasta después de múltiples generaciones que todos sabrían la verdad. Después de llevarla a la cama donde dormía, Roger observa a Samantha durante un segundo. No le ha quitado el traje espacial, pero no pretende hacerlo. Es una imagen tétrica, como un barco en el fondo del mar y, sin embargo, le recuerda que no ha estado solo y que aunque nadie entienda qué ha pasado, todo es real. “Qué pensamiento tan extraño”, se dice Roger. —Ni que lo digas —dice Samantha—. Aunque por alguna razón a mí no me parece correcto. Roger da un paso atrás. Samantha no se ha movido ni un milímetro, pero él la ha escuchado claramente. El susto lo paraliza un instante. ¿Acaso le está jugando una broma de mal gusto? Sólo hay una manera de comprobarlo. Así que avanza lentamente, como si moviéndose despacio le causara un retraso a la verdad, cualquiera que ésta fuese. Pero Samantha yace inmóvil, con la boca sucia y el cabello alborotado dentro de su casco. Tiene los ojos abiertos por mala fortuna, vacuos, ahora efectivamen-

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Luy, 35 años de labor artística y contando Por José Luis Rojas

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n 2015 el caricaturista Oscar Manuel Rodríguez Ochoa, mejor conocido como Luy, cumplió 35 años en su labor artístico-periodística y fue reconocido por un número importante de organismos a nivel internacional por haber ganado diversos certámenes, con lo que encumbró su trayectoria como profesional del trazo. En una entrevista de El Mollete Literario, Luy dio a conocer la lista de reconocimientos, premios y galardones obtenido por él en 2015: 1. Reconocimiento internacional por parte de “RNA PHK International News Agency” de Moscú, Rusia, por sus trabajos difundidos en dicha corporación mundial. 2. Premio especial en el festival internacional “Minhai Eminescu”, efectuado en Rumania. 3. Reconocimiento internacional por parte de la “Agencia Mundial de Prensa”, de Nueva York y Grupo Empresarial ABC, de Barcelona. 4. Cuarto lugar en el certamen in-

ternacional de cartón “Toros sí, toreros no”, en la categoría de “Premio del público”, organizado en México. 5. Premio en la Séptima bienal china Jiaxing International Cartoon 2015, celebrado en China. 6. Reconocimiento internacional por parte de Corporativo Mundial Business Group Corporate Word, de Miami, Florida. 7. Premio en la 6TH. Cartoonale de Geus, de Bélgica. 8. Finalista en la 8ª. International Biennal of Caricature “Masters of Caricature” Plovid, en Bulgaria. 9. Seleccionado en la Graphic humor exibition “Humoralia”, de Croacia. 10. Seleccionado en el International Cartoon Festival Ymittos, de Grecia. Al preguntarle a Óscar Rodríguez qué otros reconocimientos ha recibido, comentó que obtuvo el premio especial en la séptima Bienal Internacional del Humorismo, realizada en

la Habana, Cuba, en 1991. También fue premiado en el certamen internacional de caricatura “Encuentro de dos mundos”, realizado en México en 1992. El caricaturista de El Mollete Literario indicó que en 1995 fue galardonado en la segunda Exhibición Internacional de Caricatura realizada en Tehrán, Irán. Además, obtuvo el tercer premio en el Festival Internacional del Humor, realizado en Bulgaria, en 2005. También fue reconocido, dijo, en la bienal internacional Aydin Dogan Vakfi efectuada en Turquía, en el año 2000. En México ha obtenido cientos de premios y reconocimientos, y sus cartones se han publicado en 230 países de los cinco continentes, mediante tres mil quinientos medios informativos en los cuales ha colaborado tanto de manera particular como a través de 80 agencias internacionales. Entre otros cargos ha ocupado la dirección general de la Agencia Internacional Mundo de las Caricaturas de Nueva York y del “Círculo mundial de profesionales de la caricatura, el dibujo y la ilustración” de Miami, Florida. Además, ha sido director y conductor de los programas “Monos, moneros y monerías” y “A Corazon abierto”, transmitidos por Magnitud radio y el Punto Crítico Radio. Director y profesor titular de los cursos de caricatura y de dibujo artístico, impartidos en el Club de Periodistas de México, A.C.

A continuación, una selección de sus más relevantes caricaturas: Premiado el la “7TH. Jiaxing International Cartoon Biennale 2015” (China).

Finalista en “Humoralia, Graphic Humor Exhibition” (Ucrania), 2015.


Participante en el Certamen nacional e internacional de periodismo 2011 (México). Publicado en el diario “El Universal”, 1990.

Seleccionado en “Caneva Ride” premio “Toni Zampol” (Italia), 2015.

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Publicado en el diario “El Universal” 2008.

Premiado en el primer certamen internacional “Encuentro de dos mundos” (México).


Flora y fauna del abandono Por Luis Flores Romero La niña de los hospitales

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Ilustración: María Bazana Técnica: Mixta

Descalza, impredecible, silenciosa recorre los pasillos. Alguien la dejó ahí hace mucho, alguien la dejó en todos los lugares donde se congregan los enfermos, los que oscilan entre moribundos y revividos. Entra sigilosa y blandísima a las habitaciones de los convalecientes. El aire de ahí adentro es más aire; la niña lo respira, inmune al mal olor. No les dice nada, ellos no la miran, sólo sienten su presencia como se siente un hormigueo en la nuca. Los huéspedes casi siempre están cansados o dormidos, catatónicos o en coma. La niña de los hospitales

sabe escuchar una canción que brota de los órganos de los enfermos. Una música difícil brota de las células enfermas, del tanque de oxígeno, de la sutura reciente. La niña escucha atenta la melodía de los cuerpos descompuestos. Al final, se acerca al rostro del paciente y lo besa. Con ese beso ocasiona que él abra al fin los ojos o los cierre para siempre.

Cactáceas fotográficas Después de algunos años, un día decides ver de nuevo las fotos donde ella y tú sonríen. Ella y tú cabían en todas las imágenes, incluso en las que sólo

aparecía uno de los dos. Cuando en las fotos se ve una ventana, la ventana refleja el cielo y el cielo aparece retratado de forma indirecta. Así tú aparecías en las fotos de ella y ella en las tuyas. Así lo percibiste cuando ella y tú se reflejaban no sólo en los retratos, sino en todo los lugares, en todos sus silencios. El tiempo ha transcurrido, revisas esas fotos y encuentras que un cactus creció en cada una de ellas. En donde estaban sus rostros observas un color verde frío y duro; algo que tiene vida, una impensable vida en medio de la desolación. En el momento en que ustedes dejaron de


crecer juntos, comenzaron a crecer las cactáceas. Tienes las manos espinadas de tanto acariciar esas fotografías. Tienes los ojos espinados.

Roedores invisibles del temor El miedo se materializa en roedor, los roedores hacen del miedo su bandera. Las personas diagnosticadas con dicho mal afirman que los miedos se incrementan cuando fijan su atención en estas criaturas. Primero perciben un leve cosquilleo en la parte superior de la espalda: son los roedores que inspeccionan su hogar. El cosquilleo se expande por todos los órganos. Cuando llega al cerebro, los temores inundan la vida de los dolientes; la marcha de los roedores controla los ruidos mentales: anhelos, memorias, ideas. Roen la alegría, las ganas de vivir. Usted en este mismo instante puede percibir un levísimo movimiento en su espalda; son las patitas de un roedor. Concéntrese en esa sensación y, al cabo de algunas horas, una plaga de roedores invisibles crecerá dentro y fuera de su cuerpo.

El antiárbol En mi casa poníamos el antiárbol de navidad. No tenía patas, sus hojas artificiales estaban tristes o rotas, su tronco artificial jamás habría de enderezarse. Teníamos que improvisarle una base para mantenerlo de pie. Un diciembre lo enterramos en una maceta; el antiárbol no quiso echar raíces y nosotros tampoco quisimos que lo hiciera; nos daba temor pensar que, de haber enraizado, tendríamos que verlo durante todas las estaciones. Hubo navidades en que lo amarrábamos a un banquito o lo atorábamos entre un sillón y otro. Era un ser extraño, como un monstruo deprimido, un puercoespín viejo, sordo, ciego, que no molestaba salvo por su apariencia y su desánimo. Porque no había esferas, siempre lo adornábamos con lo que teníamos a mano: envolturas de comida chatarra, piezas de un ajedrez incompleto, pequeños juguetes inservibles, papeles doblados en forma de avión o de barquito. Cada año lo notaba menos verde, más torcido, más complejo. La felicidad en las casas muchas veces se acrecienta en temporada navideña, el

árbol es símbolo de alegría. En mi caso, en mi casa, quitar el árbol era el símbolo de alegría. Por eso lo conservábamos, por eso nos gustaba y lo queríamos. Nos hacía sonreír y nos daba paz al guardarlo en una caja que colocábamos en el anaquel de las cosas viejas. El siete de enero era para nosotros el verdadero día de navidad.

La aves del hubiera Entre las aves carentes de vuelo, destacan las aves del hubiera. A diferencia de las gallinas, los pingüinos o las avestruces, de las cuales se sabe que sus ancestros sí volaban, las aves del hubiera nunca han volado, ni ellas ni sus ancestros. Sus alas siempre han cumplido la función de revolotear, de extenderse como si un buen día pudieran emprender un viaje por las nubes. Son la falsa promesa del vuelo, la ilusión del paisaje visto desde arriba, la frustración de pertenecer a la tierra cuando se tiene la anatomía de aéreas criaturas. Con una cierta mirada de fracaso, las aves del hubiera trazan ficticias trayectorias de su ficticio vuelo. Aunque no se mueven nunca de su sitio, sus alas se saben el cuento de todos los lugares imposibles.

Yerbajos al final de la jornada El suelo de regreso tiene esa mala maña de entorpecer los pasos de los fastidiados. Fue un día difícil: hubo poco dinero, mucho trabajo, discusiones absurdas. Alguien que no está quisimos que estuviera, y otros que estuvieron no queríamos mirarlos. Es como si el día lunes

Esas hierbas nacen del fastidio, de nuestro día francamente malo. Esas hierbas dificultan nuestra caminata, no quieren que avancemos y quizás lo hacen por amor. Nos miran tan enfermos de lo cotidiano, tan efímeros (...). de un burócrata viudo se nos metiera hasta en los huesos. Como si los relojes estuvieran en nuestra contra. Como si los recuerdos malos formaran un insecto pegajoso que no nos deja en paz. Con estos síntomas emprendemos nuestro viaje para volver a casa. Las calles están llenas de yerbajos, del pavimento surge una cantidad angustiosa de vegetación indeseable. Nuestros pies ahí se enredan y nuestro camino se enmaraña. Siempre ocurre así en días como éstos: nuestros zapatos se cansan y bostezan; el suelo pantanoso les provoca náuseas, sueño, lentitud. Esas hierbas nacen del fastidio, de nuestro día francamente malo. Esas hierbas dificultan nuestra caminata, no quieren que avancemos y quizás lo hacen por amor. Nos miran tan enfermos de lo cotidiano, tan efímeros, que desean detenernos para saber si arborizamos como Dafne. Nuestras agujetas dicen sí, de pronto se desatan y parece que nosotros nos atáramos al piso. Nos inclinamos para anudarlas y encontramos dos raíces que luchan por anudarse a la tierra.

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Secretaría de Cultura

En busca del Malraux mexicano o del vigilante de museos Por Carlos Ramírez

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l mecanismo más eficaz del control social es el de la educación, y dentro de ella la cultura. Por eso hay que pasar por un tamiz histórico la reciente decisión del gobierno federal de crear la Secretaría de Cultura como un desprendimiento de la Secretaría de Educación Pública. El fondo de la decisión aparece, paradójicamente, en la superficie: reforzar uno de los mecanismos ideológicos del viejo régimen priísta: el control cultural. En 1976, al revisar su ensayo México: una democracia bárbara, el escritor comunista José Revueltas estableció la categoría del Estado mexicano: no un Estado totalitario como la URSS o Cuba, sino un “Estado ideológico, total y totalizador”, es decir, un Estado que dominaba por las ideas y no por la policía, aunque al final el autoritarismo no vacilaba en usar los recursos coercitivos de la represión. La cultura en México es el recuento y revalidación cotidiana de las tradiciones; sin embargo, el sistema político se construyó desde 1808 bajó el dominio de las ideas, de la ideología. A lo largo de más de dos siglos, el elemento cohesionador de la sociedad mexicana ha sido el pensamiento histórico o la historia oficial. En 1964 el politólogo Gabriel Almond realizó una encuesta en cinco países sobre los valores sociales y la cultura cívica, y

encontró que en México había dos instituciones que jugaban el papel articulador de realidades y deseos: el Presidente de la República y la Revolución Mexicana, ésta como el elemento cultural de fortalecimiento del poder central del sistema. El pensamiento histórico como referente inflexible en la construcción de México ha sido el alma no sólo de la política cultural sino de la ideología oficial. La izquierda socialista —de mediados del siglo XIX en su versión anarquista y socialista utópica hasta la fecha— ha sido incapaz de construir una ideología cultural diferente a la oficial. El pensamiento intelectual tampoco ha hecho algo para revertir ese proceso de dominación social: los principales intelectuales liberales del siglo XIX fueron funcionarios o legisladores, pocos en realidad reflexionaron sobre el porfirismo y la Revolución Mexicana se asentó como una ideología cultural: de valores. El primer posicionamiento intelectual independiente en el siglo XX comenzó en 1958 cuando un grupo de escritores apoyó a los líderes sindicales magisteriales y ferrocarrileros —que militaban en el Partido Comunista Mexicano— reprimidos por el gobierno para tumbarlos de los liderazgos de sindicatos de empresas públicas. Pero aún ahí los intelectuales no se atrevieron a romper con la ideología

de la Revolución Mexicana, que lo mismo justificaba los asesinatos en tiempos de Obregón y Calles, que los radicalismos estatista de Cárdenas, y después el desarrollismo con alto costo social y el populismo echeverrista. Como ruptura intelectual aunque no política hay que registrar el movimiento estudiantil de 1968: de agosto a noviembre se publicaron ocho desplegados de intelectuales en apoyo a los estudiantes, de crítica al autoritarismo del Estado y de exigencia de espacios democráticos en el sistema —el mismo sistema, no una transición—. La primera ruptura política y sistémica la hizo Octavio Paz en 1970 con su ensayo Posdata, en el que plantea el dilema entre democracia y dictadura y planteó la construcción de otro régimen diferente al PRI. Otros intelectuales plantearon la misma encrucijada, pero se colocaron dentro del sistema en 1969 en un documento de varios articulistas intelectuales que apoyaban la precandidatura presidencial de Emilio Martínez Manatou, secretario de la Presidencia. La de Paz significó la apertura de un carril político e ideológico diferente al priísta, e inclusive llegó a plantear en 1985 el fin histórico del PRI. Más que ruptura, de 1958 —por el efecto político de la Revolución Cubana en México— a la reforma política de 1978


que llevó al Partido Comunista Mexicano al parlamento, se estableció una disidencia tolerada y a veces hasta estimulada desde el poder como mecanismo de legitimación. Sin el apoyo de intelectuales, en 1988 inició ya la madurez política al plantearse la oposición un objetivo de alternancia partidista en la Presidencia de la República, abandonando su función de oposición leal o simbólica de contrapeso. La comunidad cultural se dividió en grupos, pero todavía hasta la fecha en función de posicionamientos del Estado y del gobierno y no como construcción de nuevas alternativas. El valor ideológico como cultura política dominante y de dominación y control sociales se agotó en 1979 con el arribo —casi simultáneamente con el del PCM al congreso— de una nueva élite dirigente tecnocrática educada en los Estados Unidos. Varios intelectuales progresistas —Héctor Aguilar Camín y Carlos Fuentes, sobre todo— avalaron el cambio cultural que trajo consigo el tratado de comercio libre. Y los intelectuales progresistas prefirieron regresar a sus musas que debatir la derrota del pensamiento histórico. El ciclo neoliberal ha necesitado de una lobotomía ideológica en la educación, la cultura y la historia. Y los intelectuales fueron sometidos ya no por la represión o los cargos públicos sino por las becas otorgadas por el Estado a la creación intelectual. EDUCACIÓN Y DOMINACIÓN IDEOLÓGICA La educación fue un factor de construcción de la conciencia nacional. Primero por las ideas dominantes y luego ya con la conquista de la estructura educativa. La Constitución de 1824 excluyó alguna particularidad para la educación y le dejó esa tarea al Congreso —artículo 50— para promover espacios educativos a autores y a las humanidades. La Constitución de 1857 sólo estableció —artículo 3— que “la educación es libre”. Y la Constitución de 1917 apenas amplió la educación a la exigencia de laicidad, gratuidad en instalaciones públicas y control gubernamental a contenido de programas de estudio. Los liberales de mediados del siglo XIX y los porfiristas de finales del mismo

Los gobiernos priístas operaron sobre la ideología como el marco de operación de la educación y la cultura; los intelectuales se movieron de la creación literaria y científica a la actividad política crítica y disidente, pero sin romper con la ideología oficial del régimen.

XIX entendieron en valor de la educación en la conformación de una ideología cohesionadora nacional; sin embargo, los liberales tuvieron poco tiempo y poca profundidad en la exploración de mecanismos más estrictos; en cambio, los porfiristas trabajaron el perfil de la educación en sus objetivos modernizadores en los espacios de la enseñanza, la ciencia y el pensamiento positivista. La revolución no la hicieron los maestros sino que éstos en realidad participaron como asesores de los revolucionarios. A diferencia de los liberales, los revolucionarios sí se percataron de que el único mecanismo de cohesión de legitimidad política era la ideología y ésta debiera de construirse desde la niñez a través de la educación. El primer concepto político que definió el papel ideológico de la educación fue el de la laicidad; vía constitucional, el Estado nacido de la Revolución Mexicana le cerró las puertas al conservadurismo y al papel activo de la iglesia católica contra el pensamiento libre, una muy modesta etapa de Ilustración. En el fondo, los revolucionarios tenían pocos cargos reales contra la iglesia y el pensamiento conservador religioso pero vieron en la ideología y en la educación el camino de consolidación de dominios culturales. Los liberales del siglo XIX votaron sin debates la Constitución de 1857 en la parte definitoria de “en el nombre de Dios”. En estructura burocrática de la Revolución Mexicana, el área educativa se movió en el espacio de la Instrucción Pública hasta el año de 1920 en que el presidente Obregón, estimulado por el filósofo José Vasconcelos, definió la Secretaría

de Educación Pública. Vasconcelos notó la potencialidad de la educación en la liberación de las conciencias y empujó un vasto programa educativo que se recuerda en uno de sus programas principales: la edición en tirajes de millones de los autores clásicos de la cultura universal. Y en función de un programa revolucionario, el presidente Cárdenas instauró la educación socialista en cuanto a valores humanos solidarios y populares, no en términos marxistas. El espacio de la cultura en la burocracia gubernamental apenas fue iniciado y mantenido por poco tiempo por Justo Sierra al darle a la Secretaría de Instrucción Pública el apellido de Bellas Artes: 1905-1917. En términos culturales, sólo Vasconcelos empujó proyectos especiales más allá de la educación, aunque su filosofía humanista e india en la propuesta de la raza cósmica impulsó de manera muy intensa la filosofía. En los años de los gobiernos de la Revolución Mexicana pocos presidentes le otorgaron atención a la cultura y muy pocos asignaron la cartera educativa a intelectuales de humanidades: el poeta Jaime Torres Bodet con Avila Camacho y López Mateos, el novelista Agustín Yáñez con Díaz Ordaz y el historiador Jesús Reyes Heroles con Miguel de la Madrid. Hubo casos más pragmáticos: Calles fue secretario de Educación al abandonar el poder en 1928, los políticos Porfirio Muñoz Ledo y Manuel Bartlett ocuparon esa cartera y el tecnócrata Ernesto Zedillo despachó desde el escritorio de Vasconcelos, y los demás fueron burócratas de paso por el edificio de la SEP. Los gobiernos priístas operaron sobre la ideología como el marco de operación de la educación y la cultura; los intelectuales se movieron de la creación literaria y científica a la actividad política crítica y disidente, pero sin romper con la ideología oficial del régimen. La capacidad de dominación del Estado y la concepción del Estado desde el marxismo como representante de la clase proletarias facilitó el discurso priísta: el debate final sobre la conciencia se daba en la cultura, no en las protestas como la del 68 exigiendo apenas espacios democráticos. Ante un sector privado ajeno a cualquier promoción cultural y un sector uni-

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versitario copado por mafias burocráticas ajenas a la cultura, la cultura en México quedó al garete. Y los intelectuales culturales no pudieron romper el cordón umbilical con el gobierno y con el Estado y ahora sobreviven más de las becas y promociones de la venta de sus servicios culturales.

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CULTURA: MUSEOS, FERIAS Y PIRÁMIDES La creación de la Secretaría de Cultura en 2015 fue sacada de la manga del tercer informe presidencial y se aprobó por todos los partidos en el Congreso sin debatir su realidad. A diferencia del fascismo español en el que la palabra cultura obligaba a los militares a sacar sus pistolas, en México la invocación de la cultura es una especie de expiación política: se obtienen perdones sin necesidad de armas ni represiones. Sin embargo, los espacios de la dependencia cultural estarán acotados por el hecho de que la cultura debe ser la administración de los instrumentos y no la fabricación de la ideología. Francia y España quisieron construir un Estado cultural con ministerios específicos para la cultura, pero su fracaso ha sido previsible: administran museos, vigilan leyes de protección de riqueza histórica y operan como ventanilla de entrega de vales en formas de becas y se meten en las luchas burocráticas por el poder. La Secretaría de Cultura de México será una estructura burocrática que no podrá absorber a las oficinas públicas respectivas ni tendrá la fuerza para construir un federalismo cultural. Las universidades públicas que manejan presupuestos para ferias y cultura nunca cederán el poder económico de esas tareas. El tema de cultura aparecía como un pasivo en el gobierno del presidente Peña Nieto después del incidente de su campaña en la feria del libro de Guadalajara donde no pudo citar a tres autores favoritos. Pero el problema no era de bibliografía; México ha tenido presidentes de amplia cultura y quizá sólo uno con maderas de escritor: José López Portillo, pero el saldo de su sexenio mostró que el escribir o leer libros no garantiza la pericia en el manejo del poder del Estado. El Consejo Nacional de Cultura y las Artes (Conaculta) fue fundado en el

gobierno de Salinas de Gortari como un espacio administrador de fondos de apoyo a la creación artística; pero su saldo es más bien deficiente: muchas becas, poca creación novedosa y destrucción del patrimonio artístico. El titular de esa oficina Rafael Tovar fue designado como primer secretario de Cultura del gobierno federal sin haber presentado públicamente un programa de trabajo integral y de largo plazo. Al final de cuentas, los fondos para el sector educativo han sido absorbidos por la burocracia magisterial. Nadie esperaba a un Malraux mexicano, a partir de la experiencia francesa también fracasada: André Malraux era uno de los intelectuales revolucionarios más reconocidos por su apoyo a los republicanos españoles y a los comunistas de China, pero a la hora de su trabajo político e ideológico no supo lidiar con la revolución juvenil de 1968 que atropelló el prestigio del general De Gaulle en la segunda guerra mundial y en la liberación de Francia, y lo llevó a la derrota en un plebiscito que lo obligó a renunciar. La Secretaría de Cultura de México nació en medio de un deterioro de la actividad intelectual, de la baja producción cultural y de la dispersión de artistas. La vida intelectual en México fue activa en la segunda mitad del siglo XX por la dinámica de las comunidades culturales en pugna contra el sistema priísta y luego entre los propios grupos culturales por su relación con el régimen. De 1951 a 1972 se dio un choque cultural de intelectuales con el autoritarismo oficial y de 1972 a la fecha los gobiernos priístas y panistas prefirieron sacar a los intelectuales de sus agendas políticas y de poder. La muerte de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis —de 1998, 2010 y 2012, respectivamente— terminó por liquidar el activismo intelectual como detonador de inquietudes sociales y las dos revistas

mensuales y los pocos suplementos semanales actuales han carecido de fuerza para regresarle el poder social a la cultura. Las universidades públicas han convertido las actividades culturales en negocios privados de grupos dominantes. En este contexto la creación de una Secretaría de Cultura ni siquiera ajusta cuentas del presidente Peña Nieto con los intelectuales por sus desencuentros, además de que los grupos intelectuales han perdido interés en la sociedad y en los medios. Ciertamente que la cultura puede reactivar el dinamismo social de los mexicanos, pero los intelectuales más prestigiados hasta la fecha se la pasan quejándose con pesimismo de la realidad sin producir textos que agiten las conciencias y atraigan el interés de los lectores. Y los críticos prefieren firmar desplegados de apoyo a Andrés Manuel López Obrador y no participar en el debate de las ideas. Si el Estado es la única institución con capacidad para financiar las actividades culturales, necesita como correspondencia que existan movimientos culturales capaces de detonar explosiones culturales. El problema ha sido la, polarización: ahora la cultura no es buscadora de ideas sino disidente y opositora, activista sin reflexión y hasta antisistémica rayando en lo anarquista, aún en aquellos creadores que reciben la beca con una mano y con la otra proclaman el Estado fallido. La nueva Secretaría de Cultura será, así, una oficina más grandota para la gestión de apoyos económicos, pero sin una conceptualización de lo que necesita la cultura mexicana para rescatar su pasado, afianzar su presente y cuando menos abrir caminos desafiantes del futuro. carlosramirezh@hotmail.com noticiastransicion.mx @carlosramirezh


¿Transición hacia dónde?

La nueva Secretaría de Cultura Por Paul Martínez @sparringloto sparring_loto@hotmail.com

L

as instituciones pretenden por principio regular, organizar, promover y reconfigurar los valores sobre los que se construyen. Esta característica, presente siempre, hace que la creación de las mismas se vea acompañada de una ineludible controversia. La creación de una secretaría de Estado no queda exenta de esto. Cuando se trata de una Secretaría de Cultura, parecería lógico pensar que la discusión giraría sobre las posibles políticas culturales que esta nueva institución vendría a detener o impulsar. Pero una vez revisando las opiniones más frecuentes, es fácil darse cuenta de que en realidad la discusión se ha zanjado en las posibles consecuencias administrativas y quizás políticas que el funcionamiento de la nueva secretaría desencadenará. Aunque en principio ha sido presentada como una propuesta que vendría a remover la vida cultural del país dadas sus atribuciones, también se ha dicho, oficialmente, que no afectará las políticas y los procesos culturales que actualmente se llevan a cabo. Se afirma, en la voz oficial, que la nueva secretaría tomará los presupuestos, bienes y funciones del Conaculta, agregando algunas que actualmente realizan tanto el INAH como el INBA, institutos que se han dejado sin modificar, y que según se dice sólo se adecuarán a la nueva secretaría

para no “duplicar” funciones. Esto da pie a la primera situación controversial, antes de su creación ya se contaba con instituciones que organizaban y dirigían las políticas, el recientemente desaparecido Conaculta y los todavía en funciones INAH e INBA. Entonces podríamos preguntarnos ¿era necesaria la creación de una secretaría de Estado que cumpla con estás funciones? ¿Qué implicaciones tendrá en las políticas culturales del país la creación de esta secretaría? La primera pregunta parece responderse a través de la historia. La propuesta de una Secretaría de Cultura no es nueva, el antecedente más cercano lo podemos situar a finales de los ochentas, sin que llegará a concretarse, pero que dio como resultado la creación del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), instituto que representa el mayor de los cambios, ya que con la creación de la Secretaría de Cultura desaparece al menos en el aspecto administrativo debido a que, según las propias declaraciones del Presidente de la República, las funciones y los funcionarios no tendrían una variación considerable, declaración que ha sido confirmada con el nombramiento de Rafael Tovar y de Teresa como el nuevo secretario de Cultura, mismo que ocupaba el cargo de director del Conaculta. Asimismo la infraestructura, los bienes

propios y bajo custodia, y el personal a cargo del Consejo, quedaron a cargo de esta nueva institución. ¿Si nada va a cambiar, para qué cambiar? Esto nos lleva directamente a la segunda pregunta que planteamos, ¿qué implicaciones puede tener la creación de la Secretaría de Cultura para las políticas culturales del país? Por principio, y así se ha declarado públicamente, no tiene ninguna implicación práctica, se trata simplemente de un proceso de transición mediante el cual se trasladan las funciones del Conaculta a la nueva secretaría. Es en el plano administrativo donde recaen los mayores cambios, de entrada, al convertir al Conaculta en una secretaría de Estado se estarían elevando las políticas culturales del país, al mismo nivel en importancia, que las de seguridad, las de salud, las de educación, y las otras 14 secretarías. En el papel la seguridad tendría la misma importancia que la cultura para el desempeño del gobierno federal. No hay que ser un experto para darnos cuenta de que si bien, la nueva Secretaría de Cultura podría acceder a tantos recursos como lo hace la Secretaría de Seguridad, en la práctica esta posibilidad es casi nula. Es incluso un hecho que la nueva dependencia comenzará sus funciones ejerciendo un presupuesto menor al que ejerció su antecesor, el Conaculta. Así pues, me pregunto nue-

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vamente, ¿para qué elevar con el discurso si en la práctica nada cambia? Ahora bien, tampoco sería justo establecer un juicio sin antes esperar a que la nueva secretaría entre en acción, aunque por los signos que se nos han dado, parece que no deberíamos esperar mucho de esta transición, hay que dar cuando menos el beneficio de la duda. Mientras tanto, sólo nos queda especular.

Especular

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El término nos viene dado del latín, speculari: reflexionar en un plano exclusivamente teórico, hacer conjeturas sobre algo sin el conocimiento suficiente. Con la información incompleta y a veces contradictoria que se puede conseguir acerca de la nueva Secretaría de Cultura, no podemos emitir una opinión sólida, sería ingenuo y poco inteligente afirmar que sucederá esto o aquello, sin embargo, esta no es razón suficiente para no emitir una opinión que puede o no ser acertada, pero que de cualquier manera ilumine el fenómeno al que nos acercamos. Así pues, especulemos. ¿Qué podría suceder una vez que entre completamente en operaciones la Secretaría de Cultura? a) Que la Secretaría de Cultura se convierta en un órgano reformador. Aunque se ha afirmado y reafirmado que no se trata de engrosar la burocracia ni de entorpecer los proyectos que actualmente se realizan, parece cuando menos una consecuencia lógica, que al pase de lista que tendrá que realizar la nueva secretaría se dé una suerte de reforma, en la que aquellos que anteriormente estaban regidos por los lineamientos del Conaculta tengan que pasar a revisión por parte de esta nueva institución para ser revalidados. Ahora bien, aunque se ha insistido en que la entrada en funciones de la secretaría no afectará los procesos actuales, resulta casi ingenuo pensar que así será, pues de qué serviría un cambio nominal si no se acompaña la transición con acciones que empoderen a la nueva institución. Así, aunque podemos asegurar que habrá afectaciones nos es imposible calcular el grado y la forma en que estás modificarán la vida cultural del país.

b) Que la nueva secretaría termine por centralizar las políticas culturales del país. De nueva cuenta podemos volver un poco hacia lo que se ha dicho de manera oficial, se nos ha presentado la Secretaría de Cultura como una institución que “democratizará” el acceso a la cultura y abrirá espacios para los artistas. Si bien es cierto que ya existe una sensible centralización en lo que a políticas culturales se refiere, en parte como consecuencia de que los centros culturales y neurálgicos del país coinciden con los centros políticos, la existencia de diversas instituciones podría verse como un contrapeso ante esta centralización, desaparecer el Conaculta para promover una Secretaría de Estado da la impresión de que en efecto se trata de reagrupar y reorganizar las políticas culturales, desde el centro mismo del poder, si bien es cierto que al convertirse en Secretario de Estado, el titular de la extinta Conaculta se ve liberado de tener que comparecer ante, precisamente otro secretario, el de Educación, ahora estaría justamente debajo de la Presidencia de la República, es decir, bajo el centro mismo del poder. Nuevamente pregunto ¿qué implicaciones tendrá esto en las políticas culturales del país? Todavía nos es imposible dar una respuesta afirmativa, sin embargo de entrada parece ser que se trata de nuevo de un movimiento con tinte reformista y centralizador, de carácter más político que efectivamente cultural. c) Que con la nueva secretaría se dupliquen las funciones y se engorde la burocracia. Es una conducta común en el país que los gobiernos en la administración promuevan cambios nominales para las instituciones existentes, o que incluso se promueva la creación de nuevas instituciones para solventar las necesidades que los mismos gobiernos generan, de pagar favores políticos y permitirse colocar a sus hombres de confianza al frente de estas “nuevas” institu-

La nueva dependencia comenzará sus funciones ejerciendo un presupuesto menor al que ejerció su antecesor, el Conaculta. Así pues, me pregunto nuevamente, ¿para qué elevar con el discurso si en la práctica nada cambia?. ciones. El caso de la Secretaría de Cultura parece no pertenecer a este tipo de instituciones, en principio porque no es evidente la necesidad del Ejecutivo de tener control sobre quienes estaban al frente del Conaculta, sencillamente porque de hecho ya eran sus hombres de confianza. Así pues, podríamos pensar que efectivamente no se engordará la burocracia y que la nueva secretaría funcionará sobre la misma infraestructura en que anteriormente funcionaba el Conaculta. También se ha dicho que una de las tareas de la nueva secretaría será la de detectar la duplicación de funciones, es decir, se encargará de verificar que lo que ya realiza el INAH o el INBA no se tenga que realizar también por parte de la Secretaría de Cultura. Sin embargo en el decreto oficial se puede ver que algunas de las tareas que realizará la nueva dependencia son evidentemente tareas que ya realizan tanto el INAH como el INBA, por ejemplo la facultad de emitir opiniones sobre el patrimonio histórico y la de planear y organizar los programas de educación artística que se imparten en los institutos que funcionan en el país. ¿Para qué crear una institución que duplique funciones, pensando que se debe evitar esta duplicidad? Así, a modo de conclusión en espera de que la secretaría entre en funciones, queda la impresión de que se trata más de un movimiento político y con carácter reformista. Queda, eso sí, el beneficio de la duda a la que sólo el tiempo y las acciones que la secretaría emprenda darán una respuesta objetiva.


Stephen King

La caja de herramientas Por Manu de Ordoñana, Ana Merino y Ane Mayoz

S

tephen Edwin King es uno de los escritores norteamericanos más prolíficos, autor de 50 novelas de terror y fantasía —30 de ellas adaptadas al cine y a la televisión— y 350 millones de ejemplares vendidos. Actualmente vive en Bangor, estado de Maine, con su esposa, la también escritora Tabhita Spruce, aunque posee otras propiedades, en las que reside temporalmente. Nacido en Portland en 1947, su infancia fue bastante dura. Su padre abandonó a la familia cuando King tenía dos años y su madre sufrió para criarlo, a él y a su hermano mayor. Trabajó para pagar sus estudios y cuando se licenció, obtuvo un certificado para enseñar lengua y literatura. Se casó en 1971 con su actual esposa y la pareja vivió en un remolque, hasta que en 1974 se publicó su primera novela Carrie. Por aquel tiempo, y durante una década, King tuvo problemas con el alcohol. Esta adicción le sirvió para perfilar el personaje principal, Jack Torrance, de su tercera novela, El resplandor, publicada en 1977. En 1999, King fue atropellado por un coche mientras caminaba por el arcén de una carretera y arrojado a una zanja. Le operaron cinco veces en diez días y, poco a poco, fue retomando su trabajo, a pesar de los fuertes dolores que padecía en la cadera. En aquel tiempo, estaba terminando un ensayo Mientras escribo, a modo de pequeña autobiografía,

en la que cuenta cómo fueron sus inicios y expresa sus recomendaciones para todos aquellos que quieran dedicarse a la literatura. La obra se publicó en el año 2000 bajo el título On writing. De su contenido se han escrito numerosos extractos en forma de manuales o decálogos para escritores, algunos de los cuales se pueden leer en los enlaces que figuran al final de este artículo. Aquí, nosotros, hemos resumido parte del capítulo Caja de herramientas, en la que el autor expone los requisitos básicos que él considera necesarios para todo aquél que pretenda escribir una novela. El primero de todos es la concreción: “Cuando escribas, quita todo lo que no sea la historia”.

sidades”, pero no “ejecutar un acto de excreción”. No se trata de fomentar las palabrotas, pero sí el lenguaje directo y cotidiano. Hay escritores con un léxico enorme; algunos se asemejan a esos personajes que no fallan una sola respuesta en los concursos de vocabulario de la tele y que serían capaz de escribir un párrafo como éste: “Las cualidades de correoso, indeteriorable y casi indestructible eran atributos inherentes a la forma de organización de la cosa, pertenecientes a algún ciclo paleógeno de la evolución de los invertebrados que se hallaba fuera del alcance de nuestras capacidades especulativas” (H.P. Lowecraft, En las montañas de la locura). ¿Qué te parece?

El vocabulario

La gramática

Es la herramienta más importante, tu pan de cada día. Y no te compliques la vida. Utiliza lo que tengas, el vocabulario de la calle, sin ningún sentimiento de culpa o inferioridad. Elige palabras sencillas y cortas, por ejemplo, “sueldo” en lugar de “retribución”. Buscar palabras complicadas por vergüenza de usar las normales es lo peor que le puede pasar a tu estilo. La escritura presenta cierta complejidad, pero el vocabulario no se aleja demasiado del de los libros infantiles. Si consideras que tus lectores se pueden ofender con el verbo “cagar”, di “hacer del vientre” o “hacer sus nece-

Es el segundo requisito que hay que conocer para ser escritor. Y no digas ahora que no tienes tiempo, que escribir es divertido, pero que la gramática es un coñazo. Los principios gramaticales de la lengua materna, o se asimilan oyendo hablar y leyendo, o no se asimilan. Si quieres recordar sus reglas, cómprate un buen manual. Cuando empieces a hojearlo, te darás cuenta de que lo sabes casi todo, sólo hace falta desoxidar la broca y afilar la hoja de la sierra. Los elementos indispensables de la escritura son dos: los sustantivos y los verbos. Con ellos, se construyen las fra-

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ses. Y éstas deben organizarse de acuerdo con las reglas de la gramática. Infringirlas sería romper o dificultar la comunicación, salvo si te sobra talento: “Según consta desde antiguo, a veces los mejores escritores se saltan la retórica”, dice William Strunk, autor de un excelente manual de estilo The elements of style. No obstante, añade a continuación: “A menos que estés seguro de actuar con acierto, harás bien en seguir las reglas”. Pero cómo estarlo sin una noción rudimentaria de cómo se transforman las partes de un discurso en frases coherentes. La respuesta es obvia: No se puede. Al menos, has de saber que los sustantivos son palabras que designan, y los verbos, palabras que actúan. Si los juntas, obtienes una frase: “Las piedras explotan”, “Jane transmite”, “Las montañas flotan”. Pues bien, a no ser que seas un genio, trata de construir frases cortas. La simplicidad de la construcción nombre-verbo es útil porque te dará seguridad y evitará que te pierdas en el laberinto de la retórica. ¿A que a Hemingway no le fue mal con las frases simples? A pesar de la brevedad de su manual de estilo, William Strunk encontró espacio para exponer sus manías en cuestión de gramática y usos lingüísticos. Odiaba las expresiones “el hecho de que” o “por el estilo de”. Prefería utilizar “alumnado” en lugar de “cuerpo de alumnos”. Su famosa regla 17 no ha perdido valor cien años después: “La escritura vigorosa ha de ser concisa. La frase no debe contener palabras superfluas ni el párrafo, frases innecesarias. Esto no significa que haya que utilizar siempre frases cortas, omitir los detalles o tratar los temas a la ligera, sino que cada palabra diga algo”.

La voz pasiva Stephen King también tiene sus fobias (“en aquel preciso instante”, “al final del día”), pero sobre todo arremete contra el uso de la voz pasiva. La voz pasiva es una afición propia de escritores tímidos, igual que los enamorados tímidos tienen predilección por las parejas pasivas. La voz pasiva no entraña peligro, no obliga a enfrentarse a una acción problemática. Y también, de los escritores

inseguros que creen que la voz pasiva confiere autoridad e incluso majestuosidad. Escribe el tímido o el inseguro: “La reunión ha sido programada para las siete”. Levanta la cabeza, yergue los hombros y toma las riendas: “La reunión es a las siete”. Y punto. ¿A qué suena mejor? El abuso de la voz pasiva le da ganas de gritar. Queda fofo, demasiado indirecto y a menudo enrevesado: “El primer beso siempre será recordado por mi memoria como el inicio de mi idilio con Shayna”. Este individuo, además de tímido e inseguro, es un cursi, seguro que Shayna no le aguanta mucho tiempo. “Mi idilio con Sayna empezó con el primer beso. No lo olvidaré”. Así está mucho mejor, a pesar de repetir la preposición “con”. Partida la frase en dos, la idea original es mucho más fácil de entender, y nos hemos librado de la maldita voz pasiva.

Los adverbios terminados en -mente Igual que la voz pasiva, los adverbios terminados en —mente parecen hechos a la medida del escritor tímido que tiene miedo de no expresarse con claridad, de no transmitir la imagen que tiene en la cabeza. Es como el diente de león, uno en el jardín hasta hace bonito, pero como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta y a partir de ahí, lo tendrás “completamente”, “avasalladoramente” cubierto de dientes de león. Entonces los verás como lo que verdaderamente son, malas hierbas que ya no podrás cortar. Examinemos la frase “cerró firmemente la puerta”. ¿Es necesario el “firmemente”? Aunque, en este caso, no está del todo mal, es preferible actuar sobre el texto precedente para informar al lector de cómo el personaje cerró la puerta que no acudir al adverbio para transmitir la sensación de “portazo”. En general, si el relato está bien construido, el contexto de la narración indicará el modo en que se produce la acción y lector sabrá entenderlo, sin necesidad de acudir a términos como “lentamente”, “alegremente”, “tristemente”, que en la mayoría de los casos son superfluos, si no redundantes.

Verbos de atribución Los verbos de atribución (que la RAE denomina “verbos declarativos” o “verba dicendi”) del diálogo sirven para asignar el discurso al personaje y van precedidos del guión largo. Los más usados son: decir, pensar, exclamar, replicar, aclarar, preguntar, responder, criticar, murmurar, etc. Sin embargo, Stephen King es partidario de utilizar solo uno: “decir”. Es un adepto del “dijo” hasta en los momentos de crisis emocional, pero sólo si hace falta. Si se sabe quién habla, el verbo de atribución sobra, otro ejemplo de la regla 17: “Omitir palabras innecesarias”. Hay autores que plantan el adverbio para modificar los verbos de atribución en el diálogo, quizá para que el lector entienda mejor lo que quieren expresar. Es una mala práctica que sólo debe usarse en ocasiones muy especiales. Veamos tres ejemplos: —¡Suéltalo! —exclamó amenazadoramente. —Devuélvemelo —suplicó lastimosamente. —No seas tonto, Jekyll —dijo despectivamente Utterson. En estas tres frases, “exclamó”, “suplicó” y “dijo” son verbos de atribución de diálogo (o declarativos). En los tres casos, el adverbio sobra, no aporta información, salvo quizá en el tercero. Si tu relato está bien narrado, es probable que el lector sepa cómo lo dijo, sin necesidad de acudir al adverbio. Ahí está el talento del escritor. También hay escritores que intentan esquivar la regla antiadverbial inyectando esteroides al verbo de atribución: —¡Suelta la pistola, Utterson!— graznó Jekyll. —¡No pares de besarme! —jadeó Shayna. —¡Qué puñetero! —le espetó Blil. No caigas en ello. La mejor manera de atribuir diálogos es “dijo” a secas. Por fácil que parezca un idioma, siempre está sembrado de trampas. Sólo te pido que te esfuerces al máximo. Ten presente que escribir adverbios es humano, pero escribir “dijo” es divino. Texto publicado en http://serescritor.com/ stephen-king-la-caja-de-herramientas/#sthash. QUdlUgTT.dpuf


Memoria de un personaje que no existe Por Ulises Casal @UlisesCasal ulises.castaneda.alvarez@gmail.com

Régimen Ruge el revolver cerca del rostro como rose de un rasguño recíproco, donde se registra el rastro de un recuerdo que retó al reloj resucitar.

La raíz de un roble no es como una red en un río donde se va a remar. Ningún refrán reemplaza una buena reflexión. Releva en la retaguardia de tu reino al romántico redentor que se refleja en tu ropero, rezar un rosario no resucita ni una rosa, no te recluyas en un ruego no te rasgues las rodillas, tu respuesta resplandece en el relámpago que te reclama respeto a lo que remedia la razón,

Corazón En la boca me cabe su corazón, el corazón es un grito, un cometa de sangre, el corazón es un enigma y se pinta en la pared para hablar de los recuerdos como una sobredosis de placer... En el pecho no cabe la boca porque tiene sangre de otro corazón.

Poesía

Raro en un rival revertir la rima como recurso para resignarse, es ridículo rendirse como rey, robar un ruido a la razón, recorrer tu reino como rehén de tu recuerdo, rodear con rabia un rango, recostarte a reconstruir un rompecabezas sin remedio. Tanto respeto con rigor ruboriza el rostro rojo como el rubí.

19 El Mollete Literario Enero 2016

tu recompensa es no rendirte, la receta es rechazar la rutina, regalarte una revolución bajo la ropa, retar a los relojes y reclamar tu resplandor con tanto regocijo que seas un rayo que se registre en los radares, que seas resplandor no sólo ruido.


Por Luis Villalón

L

El Mollete Literario Enero 2016

CAE moria, enclaustrado por mis desechos corporales y los hubiera de la adolescencia, soy un desperdicio, al igual que tú, es mejor aflorar un poco de orgullo a dejarse ir con el sabor de la incapacidad cubierta de miedo y ansiedad. Sólo me queda coleccionar el dolor, tan tangible, dolor físico, por supuesto, me resulta algo distante imaginar una emoción, ser presa de un sentimiento iracundo, estar a favor o en contra de cualquier opinión; ¡Qué fastidio!, tal vez entregarme a la vanidad de calcular bajo qué circunstancias hallarán mi cadáver, en qué grado de putrefacción se encontrarán mis órganos, qué tipografía utilizarán en el informe forense, un tipo de fuente Mistral dotaría de elegancia al texto, me parece. Creo que tengo hambre, no sé, no apetezco poder moverme, quiero ser un yonqui, practicar sexo anal con una monja, violarla, que me entierre un crucifijo en el área hepática, desperdicié mi vida. Si volviera a empezar lo haría igual otra vez, tengo miedo, estoy cerrado, moriré como viví, una mentira desabrida, nunca quise matar a nadie, no sé, debió ser gracioso verme caer por las escaleras, ¿dónde estás? El miedo no existe, tampoco la muerte, productos de mi mente estática, del insoportable ahora con su perpetuidad maciza, inmutable, ese buscar adjetivos para tratar de explicarme lo rotundo, ahora, no hay más, bocarriba, solo, la cadera rota, sin fuerzas, ahora, no sé, nadie quien pueda escucharme, hambriento, arrepentido, esperando, no sé, ahora, todo, ahora , la muerte no existe, son los papás. ¿Llevo mucho tiempo atrapado?

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levo mucho tiempo atrapado, no sé, esclavo de la ineptitud de mi cuerpo, encadenado por mi mente atrofiada, tirado sobre la espalda, con las ideas repitiéndose, cíclicas, incapaces de elevarse y alcanzar la majestuosidad de lo improbable, un divagar en círculos, círculos imperfectos, pero eternos al fin y al cabo. Tengo mucha flojera incluso para desesperarme, quizá es apatía, una apatía enlutada de comodidad, de una serenidad con tufo agrio, irritante como una úlcera péptica bañada en ácido muriático, en Kentucky Fried Chicken. No quiero esforzarme pese a verme enterrado en una agonía pasiva, un ensueño de fracasos y muertes milimétricas, las células pudriéndose una a una, con pereza, arrastrándose y bostezando en el limbo. Los relojes han sido sometidos y las funciones sinápticas se agazapan en los rincones más cálidos del brotar de la sangre, un fluir sereno, un nirvana doloroso. Extraño que me amarren y me peguen, extraño gritar y sufrir y la cara empapada de sus propias secreciones, me extraño y te extraño, y tener anécdotas e historias con orden cronológico, una línea horizontal, altibajos, un electrocardiógrafo, y los latidos a destiempo, una bella sinfonía rabiosa, un relato erótico, y esperar la muerte en una avenida de Polanco, junto a un charco de vómito color salmón…, ocre. Estoy harto de mi predictibilidad, enfermo y asmático, quiero una marcha fúnebre punk. Esperándote aquí, es curioso como el tiempo se dilata cuando la muerte está tan próxima, cada segundo se expande en un montón de pensamientos incoherentes, digo coherentes, un vergonzoso esfuerzo de la mente por justificar su inalterable existencia entregada al placer de la comodidad, un poema pretencioso e insípido fraguado por la torpe mente de un anciano ora ansioso, ora somnoliento. Soy el plagio de una novela de Simone de Beauvoir que nunca leí, que me empalagó con antelación, aquí, recostado en el suelo, siempre bocarriba y los huesos rotos, me burlo de mi propio reflejo aún persistente en la me-


Escuché voces 21 El Mollete Literario

Por Canuto Roldán poetwithoutlanguage@gmail.com

M

ás bien tus gemidos como frases breves de animal. Tus ojos, pude imaginar, eran dos charcos de ceniza y piedra. Volví a cerrar los míos para así poder ignorarte. Pero estabas igual en lo oscuro de mis párpados, en las manchas de luz roja y ambarina al interior de mis párpados. Escuché también voces mientras el humo escapaba por mis narices. Las posibilidades de que vinieran a tocar la puerta y me encontraran en ese estado eran inciertas. Escuché voces riéndose de mí. Voces que parecían más bien ruinas. Afuera los cedros hacían sonar el frío. Ladré para espantar al perro de la calle. Ladré para hacerles saber que sí, allí estaba yo gritando, rodeado de aguacates, borregos y humo. Ladré para hacerles saber cuánto me desagradaba ese silencio en la mirada, esa mancha de un fuego viejo al que no dejaron consumirse en pleno. Señor, noche, silencio, no eres sino una soledad que nos circunda. No eres sino una cicatriz entre mis

piernas, una marca erecta que busca encajarse en otros para disfrutar a ratos de esa sombra de poder, esas gotas de luz que se derraman en cada temblor de mi garganta. Serpiente que busca anidar entre mis fauces para hacerme sibilar sus rezos, sus súplicas de ambición que quieren sacudirme hasta el espasmo. Señor, noche, silencio, no eres sino un fantasma al que va zurcido mi apellido, mis recuerdos, mi propia voz que quiere deslizarse por tus oídos, tu cuello, tu pecho, tu ombligo. Eres la oscuridad del trino, esta voz de las entrañas, tu cuerpo cubierto de pelo, tu piel animal, tu piel adictiva. Eres la descarga eléctrica que me hace dormir en paz a ratos, la liquidez de mi frente, la marea de mis pensamientos que me ahogan y se alzan contra mí. Afuera las zorras aúllan como si tuvieran hondas heridas, y no hacen sino prevenir a sus pequeñas presas de que se vienen acercando. Recé para expulsar el miedo de mi lengua, recé para conjurar demonios y devorarlos poco a poco, a sabiendas que cada noche regresarían a atizar el frío de este cuerpo quebrado, blanquecino, terregoso.

Entonces abrí los ojos y vi también los tuyos, oscuros como si la noche fuera el humo de una incendiada vida. Abrí los ojos y cada pequeña cosa se repetía como un eco, ¿qué patrón guía a los recuerdos?, ¿qué ritmo hace que un sueño se presente otra vez como una canción de fondo? Entonces abrí la boca también y moví la lengua para dejar escapar un gemido lento, arrastrándose como si fuera un discreta lamidita de agua en las paredes. Mi ansiada playa vertical se desbordaba hasta inundar la casa. Mi lengua aferrándose a la conquista de esa fuerza penetrante. Tu lengua hurgando entre mis tierras, ¿hasta dónde llegarías para atarme a este ritmo estéril? Luego me vi en el espejo de tu espalda, en el espejo de tus muslos, en el espejo de tus nalgas, en el espejo de nada más que un oleaje que nos había empujado a estas orillas, sin historia concreta, sin plegarias ni gritos, sin respuestas. Señor, noche, silencio, tus palabras se han ido volviendo un dedicado cincelar que yo apretujo entre mis labios y mis piernas para darle la velocidad, el ritmo, la lubricidad deseada.

Enero 2016


Oltre l’oblio Por Ximena Cobos

S 22 El Mollete Literario Enero 2016

Ilustración: María Bazana Técnica: Mixta

Para Santa I.V.V

ofía e Isela eran dos ciudades al puro estilo de Calvino. Misteriosas mujeres de cuerpos delgados y edades diferentes. La primera, habitante de 30 ayeres, cansada de un pasado lleno de agitaciones se volvió pasiva y protectora. La segunda, ganadora reciente de un cuarto de siglo entre sus manos, llevaba una vida exitosa y un mundo de apariencias que la dotaban de bondades. Pedazos de tierra fértil localizados en el mismo meridiano, seres anhelantes de movimiento; ajenas a lo estático y la rutina, llenaban en su cabeza —retacada de autorreproches, tareas y demás compromisos— una lista de lugares por visitar donde habrían de encontrarse sin planearlo. Para Isela Nápoles ocupaba el primer sitio, para Sofía el segundo. Cómo y cuándo se conocieron en realidad es lo de menos, un detalle simple que se aclarará más adelante; su amistad tenía cerca de seis años y había iniciado en el final del caos que habitara Sofía durante largo tiempo. Isela, entonces, conoció los mejores momentos de su amiga, vio el aterrizaje forzoso de un viaje lleno de turbulencia y cómo su vida poco a poco cuadraba en tranquilidad resuelta y planes cumplidos pian pianito —no sin una que otra cagadera de por medio—. La de ella, en cambio, fulguraba en vilo y esto se descubría año con año para la mayor del combo disparejo. Nápoles, hoy Sofía viaja por fin a Nápoles, Lisboa tendrá que esperar, se dice desde adentro… Sin embargo, Isela no sabe que tomar ese avión para su amiga significa una dulce decepción en un sueño cumplido. Sofía, por su parte, ignora que para Isela vivir en Nápoles desde hace un año ha implicado una historia que

llenaría todos los huecos que lleva anotando meticulosamente en su memoria sobre la vida de su amiga. Pero alguien le había dicho en los últimos meses a Sofía, con una constancia desesperante, que ya no había más casualidades… ¿Isela la llamó?… no… tenía tres meses sin noticias y, actitud de señora preocupona, quizá comenzó a pensar lo peor en todas las posibilidad del silencio; así que tomó el teléfono y, como mejor pudo averiguar, marcó decididamente ese número guardado en el identificador de casa. Luego de cuatro intentos y sin saber qué hora era en aquel lado del mundo, por fin escuchó su voz de sinusítica. Casi le grita y se suelta en regaños, pero enseguida Isela le dijo que tomara un vuelo, que ella lo pagaría. Isela siempre fue una persona reservada con los detalles de su vida, su amiga jamás creyó que todo se debiera a la situación en que se habían conocido, pues ella era hermana del entonces bastante más entrado en años novio de Isela, tan pequeñita en ese entonces. Al contario, sospechaba que aquella chica guardaba más verdades importantes que la duda de si hablaba o no italiano o simplemente se conocía unas palabras necesarias, dónde estaba su padre y por qué ya no usaba ese auto que,


duda más o duda menos, se habría comprado ella misma. De aquellos primeros años a Sofía siempre le quedó la idea de haberla visto hacerse grande, en el uso más extenso de la palabra. Aunque Isela poco compartiera de sus labios cada logro, Sofía sabía que llegó a graduarse bastante a tiempo, obtuvo un empleo importante en CDH a donde iba a recogerá de vez en cuando para desayunar y platicar algunas boberías; conoció entre aquellas charlas que Isela asistía a congresos, donde se codeaba con la gente que en su medio gozaba de renombre; ganó uno que otro premio por sus trabajo sobre trata de personas, y obtuvo años y experiencias así como ocultó emociones y verdades. En suma, para Sofía, Isela estaba enmarcada en realidades numerables, pero buenas. Era una estudiante de calidad que gustaba de continuar preparándose, no bebía, drogas ni pensarlo y amores… vivía lo que su amiga consideraba hechos normales: san valentines celebrados, fechas de aniversario no olvidadas, peluche como obsequios, apodos cursis y envolturas rimbombantes con su detalle culto. No obstante, desde que la conoce, siempre ha creído en ella como una mujer admirable, profesionalmente admirable. No es que como persona no mereciera reconocimiento, sino que significaba diferente en la vida para Sofía, pues con cada charla, iba hallando piezas para reconstruir el ser de Isela, el rompecabezas de aquella mujer que siempre le pareció tan distinta a su persona de altibajos, resistencia vandálica a medias, espíritu hippie, decepciones maternas y apariencia de muchacho. Quizá fue la libertad y el desempacho con que siempre habló de su propia vida dolida de adicciones, sexo como si no hubiera mañana, bisexualidad entre bromas y detalles vergonzosos de sus amoríos; borracheras de fines de semana completos y visitas a la cárcel en domingo, lo que le dio la confianza a Isela para contar historias que su amiga escuchaba con una risa desbordada, pero que reunía con sorpresa y cierto miedo de que la vida fuese predecible, repetición de actos en cabeza ajena, espiral de actores diferentes… Sí, Isela era un caos; siempre fue un caos que se le revelaba a Sofía con llamadas ebrias a las 12 de la noche mientras manejaba y hablaba por teléfono para preguntar por un hotel decente. Un caos pequeñito de cuentos que hicieron que Sofía reconociera un par de drogas en común hasta que Isela habló de marihuana abiertamente. Pero lo más desconcertante que jamás le dijo es que, con la vida de su amiga, las entendió como mujeres que cometen

el mismo equívoco sufriente una y otra vez, determinadas absurdamente por los años y la madurez que se les atañe a las edades. Le sirvió de prueba de que su propio caos no fue simplemente una falla generacional, que los berridos de sus amigas a la par de la escritura de las peores líneas de su juventud drogada, musical y fanatista, eran hechos repetibles. Pinche arquetipo irrompible, pinche mal sabor de boca nada más de ir viendo una y otra vez que ni las mujeres más preparadas pueden saltarse los envistes humillantes de la vida, los destinos de sus madres sobajadas, mártires de una sociedad hibrida y contradictoria. Los embarazos, los abortos, las recaídas en relaciones terribles, los malos tratos, uno que otro golpe de la pareja guardado bien debajo de la vergüenza, la cruda moral, los besos a lo pendejo, los agarrones a lo más pendejo todavía, las historias de penes pequeños y “esto no me había pasado nunca”; todo lo revivía a la luz de las charlas desenfadadas que sostenía con Isela, con cierta incredulidad y sensación de absurdo, pero entregando una gran sonrisa para su amiga, guardando secretos como lo hiciera ella. En aquel vuelo Sofía tuvo tiempo suficiente para construirse una mínima certeza: Ver la ciudad desde arriba, ver el cielo a la altura del cielo y que aún quede un más arriba que no puedes mirar es como narrarle tu vida a alguien más pequeño y escuchar su turno en silencio, mirando de nuevo hacia abajo con el vértigo como si fuera la primera vez... Y si nada eran ya coincidencias, lo único que esperaba en aquel momento, cuando aterrizó el avión y su amiga estaba ahí, parada en un aeropuerto, flaca como la recordaba y no como se había ido, con su sonrisa cansada y su vaso de café; era que tuviera una historia quién sabe cuántos metros sobre el nivel del mar; una historia italiana como El Tigre y la nieve… sin detalles a la Argento pero sí a la Antonioni, una mezcla de Bertolucci y Benigni… que fuera en suma, el final de la montaña rusa que escuchó como recordando el olvido, es decir, sus propios errores, dolores, huesos rotos, tragos amargos y ganas de impedir que todo le pasara a Isela, aunque sin saberlo ya le iba pasado. Esperaba, descendiendo del avión, que en aquel año hubiera ocurrido lo que no le quedó más remedio que esperar con paciencia de madre, y entonces Isela estuviera tan en paz como para recorrer ese Nápoles tan parecido a la Ciudad de México, como al inicio de su amistad, cuando bajaba de su avión privado a la misma edad que hoy tenía Isela o quizá un año más, un año menos… Cómplices en el descanso de exabruptos.

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