Hace cuatro años de una boda que me sacó canas verdes, pues yo era una novia rara, diferente, extraña, atípica -o por lo menos así me etiquetaban-, simplemente era una novia con expectativas distintas a las masas nupciales.
No fue fácil ni encontrar vestido, un salón, una persona que decorara en base a mis ideas anti-florales, insisto ¡no fue fácil!, pero tenía lo más difícil de encontrar, a un novio que me amaba -y me ama- tal cual soy.
Si lo que se estila es el vestido largo, yo lo quería corto; si la gente lo quería blanco, yo lo quería beige; si las novias querían flores, yo quería mecate; si la gente pedía whisky, yo ponía cerveza; en fin mi plan fue hacer una boda feliz sin seguir más parametros que los míos y es por eso que hoy quise dedicar esta edición a esos hombres y mujeres que no se parecen a nadie y que yo de pie ¡los aplaudo por ser valientes y fieles a sus ideales!