SINTESIS FINAL BIOÉTICA

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Fuente: Documentos del Curso en Ética, de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. https://upaep.blackboard.com/webapps/portal/frameset.jsp?tab_tab_group_id=_10_1&url=%2F webapps%2Fblackboard%2Fexecute%2Flauncher%3Ftype%3DCourse%26id%3D_46317794_1 %26url%3D

BIOÉTICA

Historia y Definición Fue el científico y humanista norteamericano Van Rensselaer Potter quien en 1970 utilizó el término bioética (bioethics) por vez primera en un artículo titulado The science of survival. La bioética constituye una etapa nueva en la relación milenaria entre la ciencia médica y la ética. La novedad está dada por las posibilidades que hoy ofrecen la tecnología en el conocimiento y el dominio de la vida humana desde sus niveles más básicos. En este contexto la Bioética se interroga por la moralidad de las acciones que el hombre realiza, ayudado por la tecnología, sobre la vida, con el fin de orientar los objetivos de la biotecnología y de evitar cualquier tipo de arbitrariedad. Se trata de una rama de la filosofía moral (ética) interesada de modo particular en la determinación del carácter moral de los actos humanos relativos a la generación, desarrollo, cuidado de la vida y la salud de la persona humana. Principios de La Bioética 

El Principio de Totalidad o Principio Terapéutico

Este es uno de los principios básicos de la ética médica. Se funda en el hecho de que la corporeidad humana es ante todo una unidad estructurada orgánica y jerárquicamente por el ser personal. En tal sentido, el cirujano que extirpa un apéndice está justificado moralmente, e incluso obligado, en la medida que este acto es necesario para salvar al paciente. Por esta razón al principio de totalidad también se le llama “principio terapéutico”.


El mismo principio puede tener aplicaciones más relevantes cuando se confronta la integridad física y la vida de una persona. En efecto, en determinados casos salvar la vida de alguien implica extirpar o amputar algún miembro de su cuerpo. Este acto será considerado ético siempre y cuando 1. se intervenga sobre la parte enferma y se busque salvar el organismo sano; 2. no existan otras maneras para enfrentar la enfermedad 3. haya una buena posibilidad, proporcionalmente alta, de éxito 4. exista el consentimiento del paciente. Realizar intervenciones desproporcionadas en relación a las posibilidades de éxito es inmoral. Sea cual sea el motivo (beneficiarse económicamente, querer dar la impresión de eficiencia, complacer la solicitud del paciente o los familiares “de hacer todo lo posible” sin resultados previsibles, experimentar nuevas terapias con el paciente), resulta en cada caso una demostración de agresividad o ensañamiento terapéutico. 

El Principio del Mal Menor

Cuando nos enfrentamos a una situación donde se tiene que escoger entre dos males, es preciso conocer un principio de jerarquía que nos permita optar por el mal menor. Por ello, hay que distinguir entre el mal físico y el mal moral. En la medida que el mal moral pone en riesgo el bien superior y más importante de la persona (el valor más alto de naturaleza espiritual-personal que es causa de nuestra felicidad: Dios), debe ser siempre rechazado. Pongamos tres situaciones: 1. Cuando se da una situación en donde se confronta un mal físico y un mal moral, entre un daño físico o material y un daño espiritual, es un deber moral rechazar el bien físico y salvaguardar el bien moral. 2. Cuando uno está ante dos males morales es un deber rechazar ambos. El mal moral nunca puede ser objeto de elección, incluso si su rechazo desemboca en un mal físico mayor. En este caso uno no se hace responsable moralmente de los males que puedan derivarse de este rechazo. Por ejemplo, una paciente que pide al médico general o al ginecólogo que le prescriba anticonceptivos bajo amenaza de abortar si es que no lo hace (mal mayor respecto a la anticoncepción). Si el médico considera que ambas opciones son


inmorales, y las rechaza no se hace culpable del aborto que la paciente realice posteriormente, sobre todo si éste le instruyó adecuadamente de la perversidad de ambas posibilidades, y de que existen otros caminos para evitar tales situaciones. 3. Cuando se tiene que elegir entre dos males físicos, uno mayor y uno menor, se puede y se debe preferir el mal físico menor tanto si el que sufre soy yo como si es otra persona. De modo extraordinario puede justificarse la elección del mal físico mayor por un motivo razonable y proporcionado de orden superior. Por ejemplo, un enfermo de cáncer terminal puede rechazar el uso de analgésicos porque desea mantener la lucidez mental para conversar con sus familiares o dar un sentido religioso a su sufrimiento. Este caso no pone en cuestión el uso de analgésicos en los pacientes que así lo desean. 

La Acción de Doble Efecto

Una intervención directa y lícita sobre el paciente puede tener como resultado un efecto positivo y otro negativo. Por ejemplo, si se quiere aliviar a un enfermo con cáncer a través de morfina, se obtendrá un efecto positivo ligado a la atenuación del dolor y un efecto negativo ligado al acortamiento de la vida y la disminución de la resistencia física. Esta intervención polivalente ha recibido el nombre de “la acción de doble efecto”. La bioética señala que es moralmente lícito llevar a cabo una acción incluso si implica un efecto malo cuando existen estas condiciones: 1. que la acción buscada sea buena en sí o por lo menos moralmente indiferente 2. que el efecto bueno sea directamente buscado por la persona que actúa tanto en relación a los efecto como a la intención 3. que el efecto bueno tenga un peso proporcionado para justificar la aceptación, aunque sea indirecta, del efecto malo. En estas tres condiciones queda establecido que el mal no puede ser nunca objeto de una opción directa y que el fin bueno no puede alcanzarse a través de acciones malas. Que una paciente quede estéril indirectamente a causa de una extirpación de un tumor que implicaba sus órganos reproductores, no quiere decir que se buscaba la esterilidad. Siempre hay que buscar el efecto positivo y evitar en lo posible el efecto negativo. Si éste se presenta el acto realizado no puede ser cuestionado moralmente.


La Naturaleza del Organismo y Estatus Personal del Embrión Una tendencia que se ha suscitado a raíz del avance de la biología es la fragmentación de lo viviente a lo celular o a las estructuras subcelulares, y últimamente, a componentes moleculares (ácidos nucleicos, proteínas, carbohidratos, lípidos, iones, etc.) A partir de este fenómeno nociones como “organismo” o “individuo biológico” han entrado en seria crisis. En algunas universidades de Estados Unidos se ha querido responder a esta tendencia fragmentadora con la creación de “Departamentos de biología integrativa” que, sin embargo, resultan aún insuficientes para contrarrestarla. Esta situación es grave porque la disolución teórica de la unidad biológica es la antesala para justificar actos que atentan contra la vida humana individual tales como la manipulación genética y el aborto. Si se desconoce la unidad y la individualidad del organismo se comprende que el embrión humano quede definido como «”conglomerado de células genéticamente humanas” o «un cúmulo de células individuales e indistintas», negando de este modo el estatus del embrión como “objeto biológico” y como “sujeto antropológico”. Se le niega como “objeto biológico” porque se desconoce tanto su unidad sincrónica o morfofuncional (aquella que hay entre su forma y sus funciones) y su unidad diacrónica o epigenética (aquella que hay entre el contenido genético y el desarrollo del embrión); y se le niega como “sujeto antropológico”, es decir, como principio que permite el paso «del estado unicelular al multicelular adulto a través de un continuum de divisiones celulares integradas y coordinadas causalmente y espaciotemporalmente». . No es la célula sino el organismo la forma de existencia propia de un ser vivo individual. Desde el punto de vista estrictamente biológico cada ser humano es un organismo distinto al de los padres. Esta separación del nuevo organismo respecto de sus padres se da en el momento de la fecundación. Scott F. Gilbert, una autoridad en esta materia, afirma en su famoso libro Developmental Biology: «la fecundación es el proceso mediante el cual dos células sexuales (los gametos) se funden al mismo tiempo para crear un nuevo individuo con un bagaje genético derivado de ambos progenitores». Los datos de la reciente investigación científica confirman que el organismo aparece en el momento de la fecundación. En ese momento se dota al nuevo individuo viviente de todas las informaciones genéticas necesarias que le permitirán recorrer todo el camino de su desarrollo biológico. En este camino «no hay ningún estado que sea más importante que otro; todos forman parte de un proceso continuo, y si cada paso no se realiza regularmente, en el tiempo justo y en la secuencia correcta, el desarrollo ulterior cesa».


En relación al embrión humano podemos distinguir varias etapas en su evolución que pasa por las siguientes formaciones: cigoto, mórula, blastocito, separación de la línea celular de la masa interna, formación de la estría primitiva, génesis del sistema nervioso central, organogénesis. Debemos señalar que esta distinción es de naturaleza formal. En la realidad lo que hay en el embrión es una continuidad sin interrupción natural ni saltos cualitativos (filogenéticos u ontogenéticos), un despliegue según un plan pre-constituido que hace imposible el paso de una especie a otra o el surgimiento de propiedades que no estén ya implicados en su estructura genética. Por eso resulta carente de significado distinguir, como lo intentan algunas investigaciones, el “preembrión” del embrión, como si el primero formase parte de una fase donde no habría organismo (del séptimo al catorceavo día) y el segundo donde sí lo habría (de la segunda o la tercera semana) Sería tan errado afirmar la existencia del pre-embrión, como afirmar que el feto es un pre-neonato, o que el neonato es un pre-niño. Cuando hablamos del propiedades principales:

embrión

debemos

reconocer

en

él

tres

1. la totalidad: El todo es más que la suma de las partes y, hasta cierto punto, el todo está contenido en la parte. En sus fases primeras el embrión es un “sistema equipotencial armónico” (Driesch), y el destino posible de cada célula de la blástula está en función de su posición en el todo. Gracias a la totalidad se comprende que cada elemento particular de un organismo, incluso el más pequeño e insignificante, está en relación con los elementos más nobles y complejos, y que todos los elementos del organismo están formados previamente con referencia a la estructura del conjunto. El embrión humano no es un racimo de células unido de modo casual sino un individuo real. 2. la continuidad: Es posible puede reconocer que las diversas fases recorridas por un embrión (óvulo fecundado, división de los cromosomas, desarrollo a lo largo de nueve meses en el útero de la madre) están ordenadas hacia el conjunto de la sucesión evolutiva, hacia la realización del organismo. ¿Cuál es este principio que ordena los pasos del desarrollo del embrión? Hans Driesch llamó a este principio “entelequia”. Se trata de un principio rector y configurador que preside los cambios de un individuo biológico. No es una sustancia misteriosamente añadida a los procesos materiales y fisicoquímicos que en él se producen, ni tampoco una forma especial de energía sino un factor natural que individualiza, ordena o suspende los procesos materiales de los cuerpos en que existe y actúa.


3. la finalidad: el embrión se desarrolla siguiendo una intrínseca ley epigenética permanente que va de la fase del cigoto hasta su forma final. El desarrollo de una de sus partes puede ser causalmente explicado de un modo mecánico, pero los cambios del todo se hallan sometidos a otro modo de causalidad, de carácter final Estas tres propiedades nos permiten intuir la presencia de un núcleo espiritual que unifica, orienta y dirige la individualidad de todo organismo. A modo de síntesis podemos decir lo siguiente: un organismo es una totalidad que apunta a una finalidad gracias a un principio rector de naturaleza espiritual (entelequia) que preside su actividad. Tales propiedades se presentan como co-pertenecientes, es decir, son parte del mismo organismo. La primera está referida al espacio, la segunda y la tercera, al tiempo. Forman una unidad que no se puede dividir, porque cada estructura depende de la otra. Gracias a esta unidad yo puedo percibir que un árbol es una unidad formada por raíz, tronco, rama y hoja (totalidad); pero también, es una realidad configurada, es decir, ordenada según una estructura interna y específica que permite distinguir a un ciprés de un roble (continuidad) y orientada hacia su desarrollo a través de distintas fases: semilla, germen, planta joven y árbol adulto (finalidad) Esto también se aplica a los seres humanos. El ser humano es persona desde el momento de la concepción donde estas tres propiedades se hacen ya manifiestas. Problemas Bioéticos 

Manipulación al Inicio de La Vida

Fecundación artificial in vitro (FIVET) Se llama FIVET (fecundación in vitro y transferencia del embrión) a la fecundación de uno o varios óvulos por uno o varios espermatozoides hecha en laboratorio, in Vitro, con posterior transferencia del embrión ya fecundado al útero de la mujer. El primer nacimiento de un ser humanoprobeta tuvo lugar en 1978, en Inglaterra. Se suele utilizar embriones de más de quince días de vida. Por una convención legalista, en algunos países al embrión con menos de quince días se le llama pre-embrión. La FIVET puede ser también, como la inseminación, homologa o heteróloga. Y se dan casos en que la transferencia no se hace al útero de la madre, de aquella a la que pertenece el óvulo, sino al de otra


mujer que se presta a ello por diversos motivos, también de contraprestación económica: las llamadas madres de alquiler. En la FIVET la obtención del gameto femenino, del óvulo se suele proceder a una estimulación artificial del ciclo para obtener varios óvulos. Cuando se fecundan varios, algunos son congelados, para una posterior utilización. Transcurrido un tiempo y no utilizados, esos embriones congelados son eliminados. La transferencia al útero suele hacerse con dos o tres embriones; y como sólo interesa el desarrollo de uno, los demás son eliminados. La obtención del gameto masculino se hace generalmente por masturbación. 

El problema ético

Fecundación significa e implica “activar” un nuevo ser, un nuevo individuo; cuando se trata del hombre, la fecundación es sinónimo de procreación,. Ahora bien, este tipo de intervención biomédica y técnica no puede ser valorado lo mismo que otro acto fisiológico y técnico, como podría ser por ejemplo la diálisis renal, que al no poder efectuarse dentro del organismo de manera orgánica, se práctica desde fuera artificialmente, sin que este hecho comporte de suyo problemas éticos. La fecundación o procreación humana es de suyo un acto personal de la pareja y da como resultado un individuo humano. Este hecho involucra la responsabilidad de los cónyuges, a la estructura misma de la vida conyugal, así como al destino de la persona que es llamada a la existencia. El tema entra en el ámbito médico por una razón: la curación de la infertilidad, femenina o masculina. El problema ético que hay que aclarar es el siguiente: ¿hasta qué punto el acto médico tiene un carácter terapéutico, y hasta qué punto se convierte en un acto sustitutivo y de manipulación? Curar significa eliminar obstáculos, ayudar a los procesos, no quiere decir sustituir la responsabilidad de las personas, en este caso de la pareja, en lo que es propio de ella, exclusivo e inalienable. Por esta razón, y a partir del conocimiento de las posibilidades que la ciencia y la técnica ofrecen, debemos preguntarnos hasta qué punto la fecundación artificial in útero o in Vitro entra en la actividad lícita del biólogo o del médico. Esto implica una referencia central a los valores humanos en cuestión. La solución ética iluminará también el problema social y jurídico planteado por este tipo de intervención médicobiológica.


Hay que añadir que los valores humanos implicados en el problema tienen un alcance cultural mucho mayor de lo que pudiera parecer a primera vista. Están en juego las relaciones de armonía y de equilibrio entre “amor” y “vida” en el matrimonio, entre libertad y responsabilidad en la profesión médica, entre naturaleza y persona al interior de la vida humana, entre la técnica y la moral en la medicina y la bioingeniería. Son problemas que marcan a toda la crisis cultural de nuestro tiempo y caracterizan el difícil encuentro entre el homo sapiens y el homo faber. 

Juicio ético sobre la inseminación artificial

La inseminación artificial —tanto homologa como heteróloga— es ilícita. La razón es: el matrimonio es una institución natural para la procreación, y, por naturaleza, la única forma lícita de unión sexual. El matrimonio no es un derecho a tener hijos, de cualquier forma que sea, sino a poner los actos naturales que puedan traer como resultado la procreación. Sí no fuese así resultaría antinatural, lo que no es cierto, el matrimonio en el que uno o los dos cónyuges fuesen estériles. La inseminación artificial fuera del matrimonio o dentro del matrimonio pero con semen de un tercero atenta a la misma institución matrimonial. Es un concubinato o un adulterio artificial. La inseminación artificial dentro del matrimonio y con semen del marido es menos grave, pero también ilícita, porque el fin de la procreación sólo puede intentarse con el acto conyugal. No es inseminación artificial, y, por tanto, es licito el uso de medios artificiales encaminados únicamente a facilitar la realización natural del acto sexual o a que éste, normalmente cumplido, consiga su fin. 

Juicio ético sobre la FIVET

La doctrina moral sobre este tema ha de tener en cuenta los siguientes principios: - no todo lo que es físicamente posible es éticamente lícito; - no hay justificación alguna para procurar directamente un aborto, es decir, la supresión de un óvulo fecundado, de un embrión; - no es lícito separar, en la sexualidad, el aspecto procreativo del unitivo. La FIVET, tal como se conoce hoy, implica la destrucción de embriones


humanos. De este modo, la vida de un ser humano se convierte en un simple medio para la satisfacción de las pretensiones de otros. El amor humano es una realidad única en la que se conjugan, sin separarse, el momento unitivo y el procreativo. La FIVET supone una desvirtuación de la sexualidad, que se agrava en los casos heterólogos. La FIVET, aunque ya ha superado el motivo justificativo inicial —el remedio de la esterilidad—, no es el único ni el más apropiado sistema para eso. Por ejemplo, la cirugía reparadora y la micro-cirugía cuentan con importantes resultados en su haber. Finalmente sorprende la paradoja de que en una sociedad en la que se legaliza ampliamente el aborto, se defiende un control de la natalidad a ultranza y se admite de hecho la eutanasia, se presenta la FIVET como una técnica para obtener vidas humanas a cualquier precio. Alguien decide que existan hombres o mujeres a los que se les prepara un hogar incompleto o anómalo. Clonación Consiste en la reproducción de dos o más individuos genéticamente idénticos sin la unión sexual y sin fecundación o unión de los gametos femenino-masculino (óvulo y espermatozoide). Se trata de una reproducción asexual y agámica. El conjunto de individuos obtenidos por clonación se denomina clon, expresión que indica que todos y cada uno de estos individuos tienen la misma información genética. Impropiamente la fisión gemelar ha recibido el nombre de clonación. La fisión gemelar es el proceso por el que un solo óvulo fecundado, durante los diez primeros días de su desarrollo, se subdivide para generar dos embriones idénticos que darán origen a dos individuos idénticos. Esta forma de clonación puede ser natural o artificial. La fisión natural, como en el caso de los gemelos humanos monovulares, no plantea problemas éticos. Para ello, mediante un láser o una solución enzimática, se hace un pequeño orificio en la cubierta del embrión (zona pelúcida) para facilitar su salida (eclosión: en inglés, assisted hatching) antes de que se implante en el endometrio. El problema bioético se plantea en la fisión artificial debido al valor utilitario que se le da al embrión. Ello se aprecia claramente en la suerte que corren en muchos casos los gemelos “sobrantes”, aquellos que no se insertan en el útero de la madre y que son sacrificados o congelados para ser utilizados como reserva de tejidos y órganos para fines “terapéuticos”.


La forma más propia de clonación es la denominada “transferencia nuclear” que consiste en la inserción del núcleo de la célula somática que se quiere clonar o de la célula somática misma dentro de un óvulo privado de su núcleo. Dado que el núcleo de la célula somática contiene todo el patrimonio genético, el individuo que se obtiene posee -salvo posibles alteraciones- la misma identidad genética del donante del núcleo. Por ello el nuevo individuo será réplica somática del donante". El Problema Ético de La Clonación Humana La problemática de la clonación de embriones humanos se puede apreciar desde sus dos posibles versiones: la clonación reproductiva y la clonación terapéutica. La clonación reproductiva busca la procreación asistida de un embrión para implantarlo posteriormente en el útero. La clonación reproductiva plantea dos problemas: uno científico y el otro ético. El problema científico se vincula a la carencia de pruebas respecto al éxito de la intervención. Los únicos resultados obtenidos de la transferencia nuclear son un gran número de embriones que no logran desarrollarse adecuadamente y mueren prematuramente. Dada la situación actual de la técnica en materia de clonación sería una irresponsabilidad practicarla a riesgo de producir embriones con enfermedades, defectos genéticos e incluso monstruosidades. Sin embargo, el problema decisivo sobre la clonación reproductiva de seres humanos no se da a nivel científico sino ético. Aquí podemos señalar dos problemas: a) Resulta un acto de violencia crear a un ser humano que tenga como parte de su identidad el ser copia de otro ser humano. El original será siempre para el individuo clonado la sombra omnipresente con el que tendrá que confrontarse para no repetir sus pasos. De este modo, se atenta contra el derecho de la persona a descubrirse como un ser único e irrepetible capaz de escribir su propia historia a través de la novedad de su existencia. El filósofo Hans Jonas señala en su famosa obra El principio de responsabilidad que la clonación atentaría contra el “derecho a la ignorancia”, es decir, el derecho subjetivo a saber que no soy copia de otro y el derecho a ignorar cómo me desarrollaré (por ejemplo, qué enfermedades padeceré, qué tipo de muerte me espera, etc.)


b) Por otro lado, hay que tener en cuenta que el proceso mismo de la clonación supone el sacrificio de muchísimos embriones. Para la clonación de la oveja Dolly, realizada por los científicos escoceses Jan Vilmut y K.H.S. Campbell en Edimburgo, se utilizaron 277 embriones de los cuales sólo 8 iniciaron el desarrollo embrional. De estos 8 sólo 1 llegó a nacer. Estas cifras muestran claramente la violencia del proceso, que de llevarse en los seres humanos supondría una violencia contra la mujer donante de los óvulos a fecundar. La clonación reproductiva podría también estar vinculada a una ideología eugenésica que busca eliminar los embriones “defectuosos” para quedarse con el mejor ejemplar. De este modo se introducirían categorías arbitrarias para discriminar la superioridad de un individuo sobre otro, de una raza sobre otra, etc. La clonación terapéutica busca crear embriones con el fin de extraerles, en la fase pre-implantatoria, las células madre embrionarias que permitiría curar enfermedades que la medicina actual es incapaz de curar. Las células madre –también conocidas como células estaminales, troncales o germinales-, son células maestras que pueden encontrase no sólo en el embrión sino también en el cordón umbilical, en la placenta y en la médula espinal, y tienen la capacidad de transformarse en otros tipos de células, incluidas las del cerebro, el corazón, los huesos, los músculos y la piel. Por esta capacidad de asumir distintas formas de tejido se les llama también células totipotenciales o pluripotenciales. Así como en la clonación reproductiva, la clonación terapéutica plantea problemas en dos niveles: científico y ético. a) Aún no se demuestra científicamente la total eficacia de las células madre para fines terapéuticos. Por la precaria condición del embrión clonado existe una alta probabilidad de las células-madre generen neoplasias (cánceres y tumores) en el paciente que las recibe. En tal sentido, algunos especialistas afirman que sobre las células madre embrionarias se están creando falsas promesas. Por otro lado, hay estudios que coinciden en que mayores esperanzas nos proporcionan las células estaminales de adultos cabe esperar mayores éxitos. b) En el plano ético se plantea el problema de la instrumentalización y cosificación del embrión humano. La clonación terapéutica no sólo implica la producción de embriones sino también su manipulación y su destrucción una vez que se les


extraen las células madre. Es desde todo punto de vista inaceptable considerar a un ser humano, presente ya a nivel embrionario, como un material para curar tejidos y órganos. Se cae en la paradoja de querer curar a seres humanos matando a otros. Otras objeciones contra la Clonación Humana 1. En relación a la clonación de individuos biológicos no humanos, no hay objeciones éticas especiales siempre que se realice de modo responsable. La utilización de la clonación en el ámbito vegetal y animal puede producir grandes beneficios al ser humano, sea para mejorar la producción, salvar especies en vías de extinción y progresar en la investigación farmacológica. Sin embargo, se debe prever también las consecuencias negativas que podrían derivarse de experimentos genéticos desconocidos que podrían alterar y amenazar la ecología humana. 2. La clonación humana se opone a la dignidad de la persona. En efecto, la intención de copiar aunque sea sólo biológicamente a una persona es un hecho inmoral. Una persona es un ser único e irrepetible en alma y en cuerpo. La posibilidad de clonar a un ser humano sería un atentado contra el clonado puesto que se pondría en cuestión su identidad psíquica por la presencia real de su “otro”, es decir, de su “original”. Un pacto de silencio sería imposible dado que «el clonado fue engendrado para que se asemejara a alguien que “valía la pena” clonar y, por tanto, recaerán sobre él atenciones y expectativas no menos nefastas, que constituirán un verdadero atentado contra su subjetividad personal». El proyecto eugenésico que está detrás de la clonación humana es otro aspecto inmoral que atenta contra la dignidad de la persona. 3. La clonación de embriones humanos se opone a la dignidad de la procreación y de la familia. Además de la instrumentalización radical de la mujer ya apuntada anteriormente, la clonación humana pervierte la naturaleza de la procreación en la medida que cancela radicalmente la relacionalidad y complementariedad del hombre y de la mujer tanto en el plano biológico como personal. La diferencia sexual se comprende aquí como un mero “residuo funcional” en la medida que sólo se necesita para procrear un embrión-clon, la presencia del óvulo privado de su núcleo y, por ahora, un útero femenino donde pueda desarrollarse. La procreación se despersonaliza, es expulsada de su contexto esponsal y familiar, y adopta la lógica de la producción industrial.


También se pervierten las relaciones fundamentales de la persona: la filiación, la consanguinidad, el parentesco y la paternidad o maternidad. Un hombre puede ser hermano gemelo de su padre, una mujer puede ser hermana gemela de su madre, puede no tener padre biológico y ser hija de su abuelo. Problemas Bioéticos al Inicio de La Vida: El Aborto El aborto es la muerte de un niño o niña en el vientre de su madre producida durante cualquier momento de la etapa que va desde la fecundación (unión del óvulo con el espermatozoide) hasta el momento previo al nacimiento. Se habla de aborto espontáneo cuando la muerte es producto de alguna anomalía o disfunción no prevista ni deseada por la madre; y de aborto provocado (que es lo que suele entenderse cuando se habla simplemente de aborto) cuando la muerte del bebé es procurada de cualquier manera: doméstica, química o quirúrgica. En el aborto espontáneo, al no haber una intervención voluntaria de la madre ni del médico en la muerte del niño no plantea ningún problema ético. El problema ético se planteará con el aborto provocado. Modos del aborto provocado A. Aborto directo: cuando se busca la muerte del feto, su expulsión del seno materno. B. Aborto indirecto: cuando la muerte del feto se produce como efecto secundario e inevitable —previsto, pero no querido, sólo permitido— de una acción que en si es buena. Por ejemplo, para curar a la madre de enfermedades graves, se suministran fármacos que pueden tener como efecto secundario la muerte del feto. Es decir, no se interviene directamente contra el feto; simplemente, en un caso de necesidad, se emplean remedios que pueden tener un efecto abortivo. El problema ético del aborto provocado. 1.

El estatus personal del embrión hace del aborto directo un acto grave de inmoralidad porque es atentar contra la vida de una persona. La persona es un ser digno y, por tanto, sujeto de derechos desde el momento mismo de la concepción. Actuar sobre ella con la intención de quitarle la vida es un acto intrínsecamente


perverso que no puede justificarse. 2.

Distinto es el caso del aborto indirecto. El aborto indirecto no es un aborto en el sentido propio del término. Se realiza en aquella situación en la que la madre embarazada corre un peligro inminente si es que espera a que su bebé se desarrolle hasta el momento en que pueda vivir fuera de su útero. Si se llegara a esa situación madre e hijo correrían el riesgo de morir. El deber del médico es intentar salvar a los dos. Si en ese intento de salvar a los dos el bebé muere, no como un efecto causado ni querido por el médico sino como un efecto indirecto de la terapia utilizada, entonces esa muerte no es imputable moralmente a nadie. Este “aborto indirecto” que ciertamente es un hecho lamentable no hace culpable ni al médico ni a la madre. Aquí conviene aplicar el principio del doble efecto que vimos al inicio de nuestro tema.

3.

Hay que distinguir, por otro lado, el “aborto terapéutico” del aborto indirecto. El mal llamado aborto terapéutico lejos de ceñirse a su etimología griega “terapeuein” que significa “servir”, “curar”, tiene como fin matar directamente al bebé no nacido con la presunta intención de salvar a la madre. A diferencia del aborto indirecto, el aborto terapéutico es un acto intrínseca y gravemente inmoral porque destruye de modo directo a un ser humano indefenso e inocente.

Argumentos falaces sobre el aborto. 1. El feto, en algunas circunstancias, puede ser considerado un injusto agresor a la vida de la madre y, por tanto, sería lícita la legítima defensa. Esta posición no se sostiene. El nuevo ser ha sido llamado a la vida por otros. Es inocente en el más completo sentido de la expresión. Y lo es también en el caso de que el embarazo se haya producido como consecuencia de una violación. El inocente no puede ser injusto. Y el ser humano, en sus primeros días o meses de vida, no tiene siquiera recursos para ser agresor. 2. La mujer es dueña de su propio cuerpo y de todo lo que hay en él. Esta afirmación olvida que el ser humano concebido es ya otra persona; no es un apéndice de la madre. La mujer lleva en su seno a otro ser humano —su hijo—, para el que tiene ya una serie de deberes; es más,


durante nueve meses, de ella sola depende la vida del hijo. El hecho de que el feto dependa absolutamente de su madre —aunque, por otro lado, esté dotado ya de su propia organización— no justifica que sea lícito desprenderse de él. Exagerando esa afirmación podría también justificarse el infanticidio; el niño recién nacido sigue dependiente de su madre, de una forma radical. 3. “El aborto se da, clandestinamente y son miles de mujeres que mueren por esto. Por tanto, para evitar males mayores, el aborto ha de legalizarse, y de este modo regular de alguna forma lo inevitable.” Este razonamiento olvida que no se puede hacer un mal para evitar otro. Por otro lado, en muchos casos las cifras que se dan están manipuladas. Por ejemplo, el 13 de junio del 2005 el diario argentino el Clarín, publicó un artículo donde se comprueba que en el 2004 no hubo “miles de muertes” por causa de abortos clandestinos en Argentina como lo proclamaban los grupos pro-abortistas sino sólo cuatro. Este artículo mereció la felicitación de la Sociedad Argentina de Ética Médica y Biológica (SAEMB) Para evitar muertes de personas mayores no se puede dar muerte a inocentes. Lo moral y legal es luchar, con todos los medios, contra los abortos clandestinos, mediante sistemas perfeccionados de asistencia prenatal. 4. “Es justo el aborto en casos de bebés malformados o discapacitados física y mentalmente. Permitir su nacimiento en tales condiciones sería someter a esos bebés, a sus familiares y a la sociedad, a una situación de sufrimiento innecesario” (aborto eugenésico) Esta argumentación es típica del aborto eugenésico. La eugenesia es la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana. Ese “perfeccionamiento” puede tener distintos significados. Para la ideología racista, por ejemplo la de los nazis, significaba purificación: el aborto eugenésico era justificable porque purificaba la raza. De ese modo se eliminaban las razas inferiores para que permanezcan las superiores. En la actualidad, ese perfeccionamiento significa “mayor calidad de vida”, término con fuertes connotaciones socio-económica e incluso hedonistas. Dentro del lenguaje de uso común en el presente “la llamada ‘calidad de vida’ se interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las


dimensiones más profundas – relacionales, espirituales y religiosas – de la existencia. De este modo se ha llegado a identificar el sufrimiento con algo insoportable e incluso con algo inmoral (“vida que no vale la pena ser vivida”), al punto de justificar la eliminación de la vida de un ser que puede padecer sufrimientos físico-psíquicos. Hay que distinguir entre “calidad de vida” y “sacralidad de vida”. La “sacralidad de vida” habla de la dignidad de la persona, de aquella condición que la hace sujeto de derechos y portadora de un valor intransferible. Como ya lo hemos visto, la persona no se reduce a la esfera biológica ni psíquica, sino que está fundada sobre su espíritu. En tal sentido, puede plantearse sin ninguna contradicción una contemporaneidad entre el sufrimiento físico-psíquico y la felicidad de una persona. Una madre con cáncer terminal y muy cercana a la muerte puede ser feliz al ver que sus hijos están encaminados en la vida gracias a la formación que les pudo dar. 5. “Es necesario promover el control anticonceptivos abortistas) porque el genera pobreza”

de natalidad (métodos crecimiento demográfico

Esta argumentación, que los hechos desmienten con claridad, proviene sobre todo de los países desarrollados que quieren aplicar políticas antinatalistas a los países en vías de desarrollo. Detrás de esta idea se esconden intereses eugenésicos que no pueden justificarse moralmente. Un ejemplo: el 16 de marzo de 1994, el departamento de Estado norteamericano ordenó a sus embajadas que insistieran a sus gobiernos anfitriones en que los Estados Unidos consideraban el acceso al aborto voluntario un derecho fundamental de todas las mujeres, y, a comienzos del segundo mandato de Clinton, en febrero de 1997, el Congreso de los Estados Unidos aprobó una ley presupuestaria de 385 millones de dólares (53.900 millones de pesetas) destinados a la planificación familiar y al aborto en el Tercer Mundo. Desde esta perspectiva eugenésica la pobreza y el subdesarrollo estarían ligados a algunas culturas y razas que deberían desaparecer o, al menos, detener su crecimiento. Problemas Bioéticos: Durante La Vida El transplante de órganos La intervención de la medicina en transplantes de órganos es uno de los campos en que más se ha progresado a nivel científico. En los últimos 30 años se ha perfeccionado la técnica para el transplante de riñón,


corazón, hígado y páncreas. Es evidente que la técnica del transplante de órganos, en la medida que salva vidas y las alarga, es un bien para toda la humanidad. Sin embargo, en este ámbito surgen algunos problemas éticos que conviene distinguir. Problemas éticos Podemos distinguir básicamente tres puntos problemáticos: la defensa de la vida, la protección de la identidad personal y el consentimiento informado A. La defensa de la vida El transplante de órganos puede darse bajo estas condiciones. -

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que el donante (si está vivo) no tenga que sufrir daño sustancial e irreparable para su propia vida y su propia operatividad (principio de totalidad). Este caso se comprueba en la donación de órganos dobles (por ejemplo, riñones) en los que el donante puede continuar viviendo y trabajando normalmente si le queda un riñón sano. También se observa en la donación de tejidos, como es el caso de la médula ósea. En este caso el donante no disminuye su integridad física en cuanto la médula ósea se restituye con cierta rapidez. Se deberá asegurar una alta posibilidad de éxito en el paciente receptor: el sacrificio del donante debe ser proporcional a las posibilidades de beneficio real en el paciente. Además la sacralidad de vida del paciente exige tener esperanzas fundadas si es que va a ser sometida a una operación arriesgada e invasiva. Por ello debe condenarse todo transplante que tenga fines experimentales. El transplante deberá presentarse como la última y única alternativa para prolongar la vida del paciente. Por ejemplo, en el caso del transplante de riñón deberá realizarse cuando se compruebe que la diálisis renal ya no da resultados duraderos. Deberá comprobarse fehacientemente la muerte del donante cuando se trata de un órgano extraído de cadáver.

B. La defensa de la identidad personal del receptor y sus Se plantea un problema en los transplantes de órganos vinculados con la identidad biológico-procreativa del sujeto. Tal es el caso de los órganos genitales (ovarios, testículos) y de glándulas de gran relevancia para el equilibrio hormonal y bio-psicológico del sujeto, como


la hipófisis. En estos casos se ve amenazada y comprometida la calidad de la vida y la identidad personal del sujeto. Como dijimos anteriormente, el transplante es lícito siempre y cuando sea el último y único recurso para salvar la vida del paciente. En el transplante de gónadas y de órganos ligados ala procreación el caso es muy distinto. Aquí queda amenazada la identidad biológica y psicológica del receptor y de sus descendientes. El problema moral también se plantea cuando el fin sea reemplazar el órgano reproductivo enfermo (ovarios o testículos) por otro sano y así garantizar la fertilidad. En este caso tampoco se justifica el transplante porque el fin no es salvar la vida del paciente. Además con este reemplazo se perturbaría la identidad biológica de los descendientes. C. El consentimiento informado En relación al paciente, la obligación del consentimiento informado hace referencia al deber de comunicar exacta y completamente sobre los riesgos, las consecuencias y las dificultades del transplante sea de un órgano sea de un tejido. Puesto que la posibilidad de un rechazo o de una complicación post operatoria es grande esta información debe ser proporcionada al paciente para que pueda dar su consentimiento. En relación al donante la obligación del consentimiento informado debe considerarse en los dos casos existentes: cuando el donante está vivo y cuando ya ha fallecido. -

Al donante vivo se le debe informar de todas las consecuencias sobre su salud y sobre su futura capacidad laboral. En el caso de los menores de edad (pensemos en los niños donantes de médula ósea) algunas legislaciones, como las de Suiza, Alemania e Inglaterra, reconocen como consentimiento informado el realizado por los padres o por quien posee la patria potestad.

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En el caso del donante fallecido, deben considerarse los siguientes elementos:  El respeto a la persona que obliga a no anticipar su muerte para obtener algún órgano.  El consentimiento de la persona previo a su muerte a donar sus órganos.  El respeto que merece el cuerpo del cadáver que si bien ha perdido su condición de persona no ha perdido su sacralidad. Ello impide que se le trate como una cosa entre otras y que sea


fragmentado indiscriminadamente. El vínculo de pertenencia afectiva del fallecido por parte de los sobrevivientes. En tal sentido, la consideración de la voluntad de los familiares y seres queridos tienen y conservan un peso de orden ético. Ello se registra en la legislación de algunos países (por ejemplo, la ley sobre transplantes en Alemania aprobada en 1997) en donde los parientes más cercanos deciden por el fallecido si éste no ha dejado expresamente su voluntad sobre la donación de sus órganos. Las condiciones que permiten hablar de la muerte del paciente. En otro tiempo se consideraba muerta a la persona que no respiraba y no emitía latidos del corazón

Finalmente, debemos mencionar el problema de la comprobación de la muerte. ¿Cuándo se puede considerar muerta a una persona? En otro tiempo, se consideraba muerta a la persona cuya respiración y latidos de corazón habían desaparecido. En la actualidad, con el desarrollo de las técnicas de reanimación se habla de “muerte clínica” cuando se comprueba el cese de la actividad circulatoria, respiratoria y nerviosa de modo no momentáneo sino irreversible. Puede considerarse también la “muerte cerebral” cuando gracias a las técnicas de reanimación se logra mantener por cierto tiempo de modo forzado la respiración y la circulación de la sangre pero no se logra impedir la degeneración de los centros superiores que se evidencia con el cese de los impulsos electroencefalográficos y de los demás signos de la actividad cerebral. Si se comprueba el estado de “muerte clínica” o “muerte cerebral” se considera lícita la extracción de órganos que siguen siendo vitales gracias a la irrigación recibida artificialmente. Al final de la Vida: La Eutanasia La palabra "eutanasia" a lo largo de los tiempos ha significado realidades muy diferentes. Etimológicamente, eutanasia viene del griego "eu", bien y "thánatos", muerte, que quiere decir “buena muerte”. Originalmente la palabra significaba una muerte dulce sin sufrimientos atroces, un “bien morir” sin más. Con el paso del tiempo, sin embargo, su significado primigenio fue cediendo lugar a otro referido a la intervención de la medicina orientada a atenuar los dolores del enfermo o del agonizante a veces incluso con el riesgo de suprimir prematuramente su vida. La posibilidad de suprimir la vida del enfermo había recibido en la antigüedad condenas explícitas. Entre los griegos, Pitágoras y sobre


todo Hipócrates y Galeno condenaron dicha práctica. En el famoso “juramento” de Hipócrates se dice sobre el particular: «No daré a nadie ningún fármaco mortal, aunque me lo pida, ni jamás propondré tal consejo». Cicerón escribe en el Somnium Scipionis (III, 7): «Tú, ¡Oh Publio!, y todas las personas rectas, deberéis conservar vuestra vida y no deberéis alejaros de ella sin el mandato de aquel que os la dio, a fin de que no parezcáis sustraeros a la tarea humana que Dios os ha confiado». En la actualidad se usa este término para señalar directamente la muerte provocada a un ser humano con el fin de eliminar sus sufrimientos. En este sentido, se afirma que la eutanasia es la muerte dada a alguien por compasión o por piedad para no prolongar su vida desdichada que impone cargas demasiado pesadas a las familias y a la sociedad. Es el caso de la eutanasia realizada a enfermos terminales (eutanasia agónica); a afectados de lesiones cerebrales irreversibles (eutanasia psíquica) o a pacientes que consideren que su vida “ya no vale la pena ser vivida” sea por el motivo que fuera. Como se puede apreciar históricamente, el término “eutanasia” pasó de señalar la muerte dulce y serena de una persona a la muerte provocada de ésta con el fin de aplacar su sufrimiento. El contenido del término “eutanasia”, por tanto, se ha vaciado de su significado original llenándose de otro muy distinto. De este modo se presenta un término que no parece nocivo (eutanasia como “bien morir” o “buena muerte”) ocultando su nuevo significado claramente violento (eutanasia = “provocar la muerte” o “dar la muerte a alguien”) Dada la tergiversación de este término debemos ser muy cuidadosos para evitar caer en equívocos lingüísticos. Para ello propondremos la distinción entre “eutanasia” y “ortotanasia”. La violencia ligada a la eutanasia se ve con más nitidez en la eutanasia eugenésica que busca perfeccionar la especie humana o purificarla a través de la eliminación de los individuos considerados inferiores. En ese sentido, se busca dar muerte a los recién nacidos deformes o deficientes (eutanasia perinatal); a ancianos u otras personas tenidas por socialmente improductivas o gravosas, enfermos mentales, etc. (eutanasia social). ¿Por qué el tema de la eutanasia ha cobrado un lugar relevante en la actualidad? 1. Vivimos en una sociedad secularizada cuya mentalidad está cada vez


menos inclinada a reconocer la vida como valor en sí misma. El hombre de hoy quiere erigirse en el dueño de la vida y de la muerte, ser autónomo y no depender de ninguna exigencia moral. En ese sentido afirma Campanini: «La eutanasia se vincula con el proceso de secularización que inunda nuestra sociedad y que se expresa, sobre todo, como forma suprema de reivindicación de la independencia del hombre incluso (más bien, sobre todo) frente a Dios y, consecuentemente, como trivialización del sufrimiento y como rechazo del simbolismo religioso de la muerte». Detrás del fenómeno de la eutanasia está la ruptura del hombre con Dios, consigo mismo y con los demás seres humanos. 2. Se extiende una concepción de calidad de vida en términos de eficiencia y de placer psicofísica que impide dar significado positivo al sufrimiento y en consecuencia lo busca eliminar con cualquier medio, incluso si éste es inmoral. 3, Se ve a la muerte como fin absurdo de una vida hecha para el goce y la diversión. Si el sentido de la existencia lo da el placer sensible entonces la muerte sería la solución cuando ese placer desaparece o ya no puede gozarse. En una sociedad centrada en el placer psico-físico «puede aparecer lógico y «humano» poner fin «dulcemente» a la propia vida o a la de los otros, cuando esa depara únicamente sufrimientos y disminuciones graves». Tipos de Eutanasia Según el criterio que se emplee, hay principalmente dos clasificaciones de la eutanasia: 1.

Desde el punto de vista del consentimiento de la víctima la eutanasia puede ser:  

2.

Eutanasia voluntaria: si es solicitada por el paciente Eutanasia involuntaria: si no es solicitada por el paciente Desde el punto de vista de quien la practica, se distingue entre

 

eutanasia activa: si se ejerce un acto para matar a la persona (darle una inyección letal) eutanasia pasiva: si se provoca la muerte a otro por omisión (si voluntariamente se le niega la alimentación un niño recién nacido)


La ortotanasia Con esta palabra (del griego "orthos", recto, y "thánatos", muerte), se designa la actuación correcta ante la muerte por parte de quienes atienden al enfermo en fase terminal. La ortotanasia se distingue de la eutanasia. No provoca la muerte sino busca hacer más fácil (menos dolorosa) la muerte de una persona. Este era el sentido original de la palabra “eutanasia” que en la actualidad se ha perdido y que la “ortotanasia” busca recuperar. Juicio ético sobre la eutanasia 1. Nadie puede atribuirse el derecho de autorizar la muerte de un ser humano inocente. Ni siquiera puede pedirlo para sí mismo o para otros confiados a su responsabilidad ni puede consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad tiene el derecho de imponerlo ni permitirlo legítimamente. En la medida que la vida humana posee un carácter sacro, que es fundamento de toda actividad humana y de toda convivencia social, atentar contra ella es cometer un crimen de extrema gravedad. 2. En cualquiera de los casos la eutanasia es un acto por el que se provoca la muerte de un ser humano. El único caso en donde el paciente no se hace responsable moralmente es en la eutanasia involuntaria. Puesto que no hay una decisión de quitarse la vida el paciente no se hace responsable de ese acto. La responsabilidad en este caso es asumida por el que provoca su muerte. Todos los demás casos comportan una responsabilidad moral, sea en el paciente, sea en el médico o en cualquiera que interviene en la muerte de aquél. 3.

La eutanasia tiene particular gravedad cuando se atenta contra la vida de seres humanos indefensos, contra aquellos que no tienen la posibilidad de expresarse por sí mismos: personas con daños cerebrales parciales, hemipléjicos, ancianos, agonizantes, etc. Recordemos el caso de Terry Schiavo o de los pacientes terminales muertos en el hospital de Leganés en Madrid.

4.

Son dos los argumentos que utilizan los defensores de la eutanasia para justificarla: el principio de autonomía del sujeto y la insoportabilidad e inutilidad del dolor del paciente.

a. Sobre el principio de la autonomía del sujeto podemos responder lo siguiente:


 

b.

la autonomía tiene como primer presupuesto la vida de la persona. La vida personal a diferencia de la de los animales la persona está abierta a la verdad y al bien. Este vínculo con la verdad y el bien es el fundamento de nuestra libertad. Somos libres porque somos capaces de descubrir con nuestra inteligencia la verdad y somos capaces con nuestra voluntad de decidir por ella. La primera verdad que se presenta a la inteligencia es la propia existencia. Cada ser humano es capaz de descubrir que la existencia personal es un bien, un don recibido, una realidad de la que no se es dueño sino de la que se participa. Suprimirla significaría ir contra las raíces mismas de la libertad y de la autonomía personal. Cuando la sociedad legitima la supresión del individuo reniega de su finalidad y del fundamento mismo de su existencia dando pie a perversidades mayores.

Sobre la insoportabilidad del dolor podemos decir lo siguiente: 

la ciencia médica en los últimos años ha atenuado considerablemente el dolor del enfermo gracias a la analgesia y a los cuidados paliativos. A pesar de ello, se debe señalar que el dolor físico es inevitable en el hombre. Quererlo evitar a toda costa es negar la condición humana. La eutanasia más que la solución al dolor físico es muchas veces la solución a la soledad y el abandono psicológico y espiritual que experimenta el enfermo, es manifestación de un deseo irrealizado de más atención y cercanía. Estudios formados por encuestas y testimonios del personal clínico permiten señalar que cuando un paciente recibe una adecuada asistencia humana y espiritual, cercanía de familiares y seres queridos, difícilmente cae en la depresión y en la angustia, y difícilmente solicita la eutanasia. Carta de los agentes sanitarios: "El enfermo que se siente rodeado por la presencia amorosa, humana y cristiana, no cae en la depresión y en la angustia de quien, por el contrario, se siente abandonado a su destino de sufrimiento y muerte y pide que acaben con su vida. Por eso la eutanasia es una derrota de quien la teoriza, la decide y la práctica" (n. 149).

5. Es lícito el uso de medicinas orientadas a aliviar y a suprimir el dolor, aunque de ello se deriven, como efectos secundarios, entorpecimiento o menor lucidez. Aquí se aplica el principio del doble


efecto. Un caso especial merecen los analgésicos que producen pérdida de la conciencia en los enfermos. No es lícito privar a un moribundo de la conciencia propia sin un motivo grave. Ello porque es fundamental que el ser humano, incluso en una situación terminal, esté en capacidad de asumir conscientemente su responsabilidad ante los suyos y ante Dios. 6. Ante la cercanía de una muerte inminente «es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a tratamientos que sólo producirían una prolongación precaria y penosa de la vida» y esperar la muerte. El uso de medios extraordinarios y desproporcionados para prolongar artificial e inútilmente la vida de un ser humano se denomina “ensañamiento terapéutico” o “distanasia”. Esta acción médica se ha extendido en la actualidad gracias a los avances tecnológicos. La renuncia por parte del paciente a la distanasia no es un suicidio. Existe una gran diferencia ética entre "provocar la muerte" y "permitir la muerte": la primera actitud rechaza y niega la vida; la segunda, en cambio, acepta su fin natural. En esta decisión de renunciar a los tratamientos es fundamental tomar en cuenta el consentimiento del enfermo, el deseo de los familiares y la opinión de médicos competentes. 7. Si la medicina tradicional no puede curar la enfermedad, es lícito recurrir, con el consentimiento del enfermo, a la medicina más avanzada que todavía esté en fase experimental con los riesgos que ello implica. 8. No es lícito imponer al enfermo un tipo de cura que, aunque sea de uso público, no tenga todas las garantías de curación o sea demasiado costosa. Actitudes ante el enfermo La línea de comportamiento con el enfermo grave y el moribundo deberá inspirarse en las siguientes consideraciones:    

respetar a la vida y a la dignidad de la persona; hacer disponibles las terapias proporcionadas, sin utilizar ninguna forma de "ensañamiento terapéutico" (distanasia) acatar la voluntad del paciente cuando se trate de terapias extraordinarias o peligrosas que no se tiene obligación moral de utilizar asegurar siempre los cuidados ordinarios (alimentación y


hidratación, aunque sea artificiales) comprometerse en los cuidados paliativos, sobre todo en la adecuada terapia del dolor, favoreciendo siempre el diálogo y la información del paciente mismo.


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