La modernidad, un enfoque guillermo tepanécatl gonzález
El pensamiento de hombre moderno sigue buscando explicaciones a su transición por esta vida, a encontrar sentido de sus acciones y comprender su verdadera naturaleza como hombre y como persona. ¿El dirección antropológica actual es natural al hombre?, ¿le hace justicia a su ser? La evolución del pensamiento humano sobre las definiciones de sí mismo es los siglos XVII, XVIII y XIX es un proceso que genera un rompimiento epistemológico propuesto inicialmente por Descartes en el que la razón es el medio para alcanzar la sabiduría convirtiéndose ésta
en
la forma atractiva para comprender la
realidad. El racionalismo cartesiano dio paso a la modernidad. Hablar de modernidad es hablar de una transformación social, económica, política y cultural
que se
caracteriza por su dimensión global. Nace en el centro de Europa y se teje como una red que vincula naciones y continentes. El racionalismo crea un terreno fértil para para la modernidad. La modernidad concibe al hombre como un ser que se admira y reconoce el valor de la vida. Argumenta un destino venturoso para cada uno y para el grupo social. El hombre que es bueno y está dispuesto a servir a los demás. El modernismo ve en el cambio social una oportunidad para el beneficio común, modificar las dictaduras y las tiranías existentes. El crecimiento económico generado en las naciones involucradas también genera un crecimiento desigual, en la que muchas naciones se quedan en desventaja porque no pueden crecer al mismo ritmo que las otras.
Ante los acontecimientos anteriores, en los años treinta surge en Alemania una escuela de pensamiento que enfrenta la realidad del hombre, la Escuela de Frankfort, que construye una serie de planteamientos alrededor del hombre y del mundo para reclamar una verdadera humanidad desde las dinámicas económicas y sociales que parecía que iban vulnerando lo que con tanto esfuerzo se había logrado hasta entonces: que la persona es un valor en sí mismo, que es digna, que es fin y no medio. La modernidad es criticada en sí misma como un pensamiento alienante que enajena y justifica. Es precisamente el conocimiento teórico que inspirado en la realidad social la transforma: se reclama para el hombre que el pensamiento haga justicia de una verdadera antropología. La vida de la personas debe discurrir en la realidad de cada grupo, de cada ser humano y por ende responder a
sus verdaderas necesidades, cualquier
mediación para la convivencia que surja de una realidad concreta y significativa debe ser real, no de una imposición o realidad ajena. Cada realidad tiene un contexto que justifica y da razón. La persona se ve amenazada cuando desde la necesidad de una administración o la justificación de un estado-nación se aplican las normas o criterios de manera unidireccional, provocando con ello verdaderas injusticias y provocando con ello una verdadera vulnerabilidad humana. La modernidad trae consigo la necesidad de recuperar el verdadero sentido de la esencia del hombre y ubicarlo en el centro de toda actividad humana; un ejemplo dramático actual es cuando la persona no es más que un medio para hacer funcionar la encomia en abstracto y dejando al operario en la miseria total, ya que no participa de los beneficios; el hombre se convierte en parte de una “máquina”, se convierte en medio no en fin. La tragedia el hombre moderno es entender como única realidad la verdad lógica que da explicación de
todo cuanto sucede, entender la lógica del desarrollo
como suficiente el mejoramiento y superación material y lo justifica como criterio
de orden moderno, da por hecho que siempre existirĂĄn consecuencias negativas naturales y necesarias para llegar al desarrollo.
Entre estas consecuencias
ejemplares se encuentran los marginados. Se quedan pendientes algunos problemas no suficientemente explicados por el modernismo y el posmodernismo, problemas antropolĂłgicos bĂĄsicos, entre ellos la apertura al infinito, como aquella capacidad en el hombre para conocer lo inmaterial y que le posibilita a conocer el alma.
En la deontologĂa el
perfeccionamiento del hombre mediante el alma como el fin de la vida de todo hombre. . En el terreno moral, el verdadero sentido del bien.