TRANSPARENCIA

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Transparencia y Rendición de Cuentas

El alcanzar en nuestro país la máxima transparencia y el arraigo de la cultura de la rendición de cuentas en todos los niveles y esferas de la gestión pública, es un asunto de conciencia y de compromiso con los valores éticos y morales que han sido parte fundamental de nuestra historia. En su campaña presidencial en 1994, ese gran mexicano, amigo personal, producto de la cultura del esfuerzo, Luis Donaldo Colosio, afirmaba: es hora de cerrar el espacio al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad. Durante la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción celebrada en diciembre de 2003 en Mérida, Yucatán, México, se hicieron las siguientes afirmaciones: Vicente Fox, Presidente de México: “Eliminar la corrupción no es un imposible; es, sin duda, una tarea difícil, la cual requiere lo que hoy aquí es evidente: una decidida voluntad política, un deseo compartido por nuestras naciones de no dejar que la delincuencia, la corrupción, en particular la que infiltra a las instituciones del Estado, se apropie de los recursos necesarios para el desarrollo de los pueblos”. Calificó a la corrupción como un demonio que plaga los países. Kofi Annan, Secretario General de la ONU: “La corrupción lastima de forma desproporcionada a las personas pobres de los países en desarrollo, afecta sus vidas diarias en muchas formas y tiende a empobrecerlos aún más, al negarles el derecho a compartir los recursos económicos o la asistencia vital”. “Las cúpulas corruptas han saqueado miles de millones de dólares que son tan necesarios para los nuevos gobiernos, a fin de resolver los problemas económicos y sociales inflingidos a sus sociedades”. John Ashcroft, Procurador de Justicia de los Estados Unidos de América: “La corrupción es un impuesto a los pobres. Se roba a los necesitados para enriquecer a los millonarios. La corrupción debe desaparecer. La corrupción pone en riesgo a los mercados libres y el desarrollo sostenido”. Todos estos señalamientos debieran ser el sustento y la guía de acción de todos los gobiernos del mundo. La realidad de los países que sufren esta calamidad confirma todas las aseveraciones anteriores, las que se han convertido una y otra vez en aspiraciones frustradas por la traición de muchos de sus gobernantes. Sin transparencia, sin acceso a la información y sin rendición de cuentas, no hay democracia. La transparencia es requisito fundamental del ejercicio del poder. La sociedad tiene el derecho de elegir a sus gobernantes, de conocer su

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desempeño, a través de la rendición de cuentas y de la exposición permanente al escrutinio público. El ejercicio del poder debe ser transparente, público y a la vista de la sociedad. La transparencia en el ejercicio del poder depende, sobre todo, de la difusión de los actos de gobierno. La información no es una concesión graciosa de los gobiernos, sino un derecho legítimo de la sociedad. El acceso a la información permite el escrutinio público, posibilita la rendición de cuentas y legitima las acciones de gobierno. El que los ciudadanos cuenten con la información oportuna y correcta sobre la gestión gubernamental, es condición necesaria para que la relación entre el gobierno y los ciudadanos no se vuelva un diálogo de sordos. Sin información ni transparencia, la democracia es pura demagogia. Uno de los rasgos distintivos de los regímenes autoritarios es el carácter secreto de las acciones de gobierno. La rendición de cuentas debe ser pública, porque públicos son los recursos que se manejan. El facilitar el acceso a la información pública es una obligación ineludible del poder político. La transparencia es una regla de oro de la democracia. El grito de ya basta de corrupción e impunidad, se escucha en todos los sectores de la sociedad que forman esta gran nación. Los escándalos que hemos estado viviendo en los últimos tiempos, son una muestra de la corrupción pública existente, los que lejos de dignificar y enaltecer a la política, la desprestigian, la traicionan y la pervierten. Ante las situaciones irregulares, corruptas e inmorales que toda la sociedad ha observado, pareciera que vuelve a tener vigencia el “Teatro del Absurdo” del dramaturgo francés de origen rumano Eugène Ionesco (1912-1994). Pareciera tarde, pero mientras más nos demoremos en instrumentar acciones para acabar de raíz con las causas que generan la corrupción, será más difícil combatir este flagelo que cala hasta lo más hondo en todas las estructuras sociales de nuestro país. Dentro de la legalidad, en conciencia y con la certeza de que se ha actuado con ética y profesionalismo en la búsqueda de la verdad y la justicia, todos debemos seguir adelante con la convicción y la firmeza renovadas para honrar el compromiso adquirido ante el interés superior de la nación.

Enero de 2004

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