Contexto Mundial
MOMENTO HISTÓRICO Y CRUCIAL
UNA MIRADA AL FUTURO
Ser o no ser
El desafío
Estados Unidos ante una decisión histórica: arrinconar el proyecto de supremacía mundial y, por consiguiente, compartir con los demás actores globales las opciones existentes en la política y en la economía internacional, o bien insistir en el proyecto hegemónico y arriesgar su propia supervivencia como nación. PÁGs. 6 y 7
¿Qué implica para América Latina pensar su ethos? Se trata de cuestionar a la sociedad funcionalista, que es la base del pensamiento capitalista y socialista. Es preciso un revisionismo histórico y filosófico que componga nuestros 500 años de historia, para recuperar el legado cultural que nos identifica. PÁG. 8
DOSSIER DE LECTURA | DOMINGO 26 DE FEBRERO DE 2012
LA REGIÓN SE ABROQUELA TRAS EL RECLAMO ARGENTINO DE SOBERANÍA
MALVINAS, UNA CAUSA GLOBAL Los nuevos actores regionales equilibran la balanza con objetivos coincidentes: defender áreas geoestratégicas, modelos geopolíticos y actuar como un bloque. En los últimos años, Argentina pasó de la “enérgica protesta” diplomática a la acción. La alternativa, una ofensiva políticodiplomática. Pág. 3, 4 Y 5
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DOMINGO 26 DE FEBRERO DE 2012 | PRIMERA EDICIÓN
SUMARIO La causa Malvinas subyace al conflicto bilateral P.3
A la luz de los hechos, no es una tozudez inglesa la de no negociar, es una proyección a futuro para estar presente en el reparto de áreas de influencia que en este momento se está conformando en un mundo multipolar y con potencias emergentes. De allí que la visión de los países de nuestro continente vean con preocupación las acciones en el Atlántico Sur. Por Carlos Pereyra Mele
La vía diplomática y la persuasión P.4-5
Ante el tibio surgimiento de una identidad europea de seguridad y defensa en torno a Malvinas, es primordial adueñarse del Atlántico Sur, para poder tener continuidad en el continente blanco. Por Miguel Ángel Barrios
Ser o no ser, el momento crítico de Estados Unidos P.6-7
La consolidación del actual contexto multipolar y la constante ampliación de las esferas de influencia económica y geopolítica de algunos países eurasiáticos y suramericanos, imponen opciones decisivas para la actual administración norteamericana. Por Tiberio Graziani
Oportunidad histórica P.8
La necesidad de un revisionismo profundo y filosófico que componga nuestros 500 años de historia, para recuperar el legado cultural que nos identifica. Los países latinoamericanos viven un momento de efervescencia único que invita a pensarse de manera supra-nacional. Por Marcos Methol Ferre
CONSEJO ACADÉMICO • Miguel Ángel Barrios (Argentina) • Luiz Alberto Moniz Bandeira (Brasil-Alemania) • Andrés Solíz Rada (Bolivia) • Tiberio Graziani (Italia) • Carlos Pereyra Mele (Argentina) • Patricio Carvajal Aravena (Chile) • Daniele Scalea (Italia)
STAFF
Por Guillermo Baez COORDINADOR GENERAL, EDITOR
Un año para recordar ejos de los microclimas regionales, de las economías domésticas y las cotidianeidades noticiosas, 2011 deja un dato revelador sobre esta parte de la historia: fue el año con más conflictos bélicos desde la Segunda Guerra Mundial. El dato, eje de la investigación del Instituto de Investigación de Conflictos de Heidelberg (Heidelberger Institut für Internationale Konfliktforschung, HIIK) deja al descubierto un mismo fracaso en dos niveles: • El de los ministerios de Relaciones Exteriores y sus prácticas diplomáticas, en demasiadas ocasiones incapaces de alternar recursos que eviten la violencia física. • El de una Organización de las Naciones Unidas (ONU) cada vez más concentrada en uno de sus órganos más ejecutivos: el Consejo de Seguridad. Con todo, hablar de fracaso en el segundo caso implica elevar una disculpa a la Asamblea de la ONU (que reúne a cada Estado representado) teniendo en cuenta que lo que votan todos termina por definirse en una mesa de pocos (China, Francia, la Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y los Estados Unidos de América, es decir los miembros permanentes). En definitiva, 2011 demostró que cuando se trata de pacificar, el Consejo de Seguridad tiene como primera alternativa a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la mayor organización internacional... nada más lejano a la paz. De acuerdo al “Barómetro de conflictos 2011” que elabora el HIIK, el año pasado registró un total de 20 guerras frente a las seis de 2010 y las 16 de 1993, el anterior máximo histórico. Cabe destacar que el HIIK califica de guerra también a los enfrentamientos entre el Estado y los cárteles de la droga en el noreste de México. Y en esta edición incluyó las crisis en Oriente Medio y África a raíz de lo que las potencias occidenta-
L
les se empeñan en denominar “Primavera Árabe”. En lo estrictamente estadístico vale destacar que durante el año que dejamos atrás se registraron 115 disputas (frente a las 95 de 2010), 87 crisis no violentas (frente a las 108 del año anterior), 148 crisis violentas (frente a las 139 de 2010) y 18 guerras limitadas (frente a las 22 del año anterior). Gran parte de los conflictos tiene origen en causas ideológicas, de poder nacional, recursos o predominio subnacional. Oriente Medio y África encabezan este ranking por regiones, con el añadido de que esta zona tiene un “alto potencial para proseguir su escalada” violenta, enfatizó el portavoz del HIIK, Christoph Trinn al presentar el informe. Las tres guerras nuevas en esta región son las de Yemen, Siria y Libia, enmarcadas en la “Primavera Árabe”, apunta el informe, que advierte asimismo sobre el prolongado enfrentamiento que se vive en Nigeria y la intensificación del conflicto en Sudán. Capítulo aparte, para la próxima edición de Contexto Mundial preparamos un abordaje integral a las crisis abiertas en África. En América Latina los conflictos se concentran en México, con los enfrentamientos entre carteles y de carteles con el Estado; en algunos puntos de América Central; y en Colombia, por culpa de la droga, la guerrilla y los paramilitares, donde el informe habla de “crisis severa”. El “Barómetro de conflictos” destaca que el conflicto en el País Vasco descendió hasta “no violento” tras el anuncio de la banda terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna, traducido al español como País Vasco y Libertad) de un alto el fuego permanente en octubre. Está claro que cada conflicto se desarrolla en su microclima y según sus conceptos, pero lo inédito es la supremacía de la fuerza por sobre la diplomacia en un mundo que parece no hacer una buena lectura de las dolorosas y brutales lecciones de la historia.
Guillermo Baez: coordinación general y edición. Horacio Grondona: diseño y armado. Diego Saldivia: diseño y administración en Internet. Web: www.contextomundial.com.ar Contexto Mundial mantiene un grupo de columnistas permanentes y consultores circunstanciales de acuerdo a la temática que se aborde. Se trata de un dossier mensual (último fin de semana del mes).
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PRIMERA EDICIÓN | DOMINGO 26 DE FEBRERO DE 2012
LA DISCUSIÓN POR LA SOBERANÍA DE LAS ISLAS MALVINAS
Objetivo común Carlos Pereyra Mele (*)
¿Es Malvinas una causa global? ¿Es posible que haya relación entre la crisis financiera de los centros de poder y, como se expresa por parte de ellos, en un incremento de su poderío militar en las islas Malvinas en el caso de Gran Bretaña? Hoy más que nunca Malvinas es un tema que supera el conflicto bilateral entre Gran Bretaña y Argentina y se inscribe en un conflicto con elementos regionales e internacionales que no son menores por diferentes motivos. • La discusión de la explotación de los recursos naturales: petróleo y gas con temas a resolver, el rol de las multinacionales y los conflictos ecológicos más teniendo el ejemplo reciente del daño que causo la BP en el Golfo de México. • El arista geoestratégico: al ser el archipiélago una base militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el Atlántico Sur (más cuando la OTAN asumió un nuevo rol a nivel global) • El geopolítico: por la fuerte disputa territorial del mar argentino y su plataforma continental, lo que hace que sea la mayor discusión territorial actual del mundo (3.000.000 de kilómetros cuadrados) en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por el Convenio del Mar, el control sobre el estrecho de Magallanes y el pasaje de Drake y la proyección sobre la Antártida, ya que es la posición inglesa más cercana juntamente con Argentina y Chila para acceder a una futura explotación económica del ultimo continente virgen. Por todo ello no es
una tozudez inglesa la de no negociar, es una proyección a futuro para estar presente en el reparto de áreas de influencia que en este momento se está conformando en un mundo multipolar y con potencias emergentes. De allí que la visión de los países de nuestro continente vean con preocupación las acciones británicas en el Atlántico Sur.
Ya no se trata de un
¿Cual es la política que ha tenido el Gobierno argentino con respecto a gobiernos pasados en el reclamo por la soberanía de Malvinas?
áreas geoestratégicas,
El mayor aporte de los dos últimos gobiernos (Néstor Kirchner y Cristina Fernández), fue lograr que el tema se incluya en la agenda de todas las conferencias internacionales (Cumbre de las Américas, Cumbres Iberoamericanas, Mercosur, Unasur, Celac y Alba). Ello derivó en medidas profundas más allá de la solidaridad y algún pedido de negociaciones bilaterales por parte de esos foros. Ahora estamos ante la posibilidad de que la región profundice su presión sobre Inglaterra, inclusive ya se habla abiertamente de sanciones a la potencia usurpadora como fue el planteo del presidente ecuatoriano Rafael Correa en la reunión del 4 de febrero en Caracas, donde mocionó ese pedido y recibió un fuerte apoyo de sus colegas del ALBA.
Algunos analistas políticos consideran que la defensa ejercida por este gobierno con respecto a las Islas Malvinas sirve como una cortina de humo para ocultar los déficits que están atravesando algunas provincias y el mismo Gobierno Nacional. ¿Qué opina al respecto? Creo, en primer lugar, que no debemos tener en este tema un fren-
conflicto bilateral. Los nuevos actores regional equilibran la balanza con objetivos colectivos: defender modelos geopolíticos y actuar como un bloque. te dividido por mezquindades políticas. Todos sabemos que los análisis políticos están teñidos de eso según los intereses de quien los realiza o según quien los financia. El tema Malvinas no es un tema para ser tratado con liviandad pues lo que esta en juego es mucho. En general, cuando se trata de cuestiones de estado se debe tener un frente sólido y no debe ser afectado por intereses políticos pequeños.
¿Cree que es válido el argumento del Gobierno británico acerca de la defensa de la soberanía de Malvinas aludiendo al principio de la “autodeterminación de los pueblos”? Es un argumento que no debe ser considerado, pues estamos en presencia de población implantada (lo que invalida el argumento). Además, la ONU consideró el tema Malvinas como un caso de colonialismo desde la década del 60 y jamás acepto el argumento inglés de esa actual falsa preocupación por los intereses de los pobladores de las islas que no había surgido
hasta el enfrentamiento de 1982. Hasta entonces ni siquiera eran ciudadanos plenos del Gobierno inglés.
¿Qué implica el hecho de que uno de los herederos a la corona Inglesa realice “entrenamientos de rutina a las islas” bajo la investidura militar? Esto vuelve el tema al primer punto de la entrevista, porque demuestra que para la “corona” es importante seguir manteniendo estos enclaves en el Atlántico Sur. Por otro lado, todos sabemos de la importancia del simbolismo la política y el poder, y para los ingleses la presencia de un heredero de la corona en la zona ratifica la decisiones del gobierno del reino y confirma la importancia que tiene el tema a futuro.
Gran Bretaña está perdiendo legitimidad política en el contexto internacional, un ejemplo concreto es la intención de Escocia de lograr su independencia. A la inversa a nivel regional se producen abroquelamientos como la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe (Celac). Comparando esas dos realidades, ¿qué perspectivas caben esperar en la lucha por la soberanía de Malvinas que realiza el Estado Argentino ante los organismos internacionales? Estamos inmersos en una dinámica integracionista que realmente nos impide a la mayoría de los argentinos y ciudadanos de Latinoamérica apreciar los profundos lazos que estamos forjando. Estamos en la cresta de la ola y ello no nos permite tomar real dimensión de los cambios profundo que ocurren. Brasil es la sexta potencia económica del mundo y arrastra al conti-
nente en un proceso de relación regional impensable hace pocos años atrás. Nuestros principales socios comerciales ya no son Estados Unidos y Europa, sino China, Rusia e India. Tenemos organismos regionales sin injerencia de potencias continentales, como la Unasur. Tenemos y planificamos una nueva política de integración física y por último el lanzamiento de la Celac que incorpora a los países del Caribe. Todo ello nos ubica en un contexto como región que debe ser considerada como un nuevo jugador global y que no puede ser obviado en el nuevo orden mundial en creación. Es a ese modelo al que se oponen las potencias que hasta ahora se favorecieron de su relación basada en la dependencia como modelo de relación internacional. Eso está cambiando rápidamente en Latinoamérica y por ello es importante todo lo que está en juego en Malvinas. Así lo vemos los argentinos y latinoamericanos por una lado, y los ingleses y sus socios, por el otro. (*) Licenciado en Ciencia Política, conferencista y docente argentino. Analista Político, especialista en Geopolítica Suramericana. Profesor invitado Cátedra Libre del Pensamiento Nacional Univ. de la Patagonia; CEES, y CIVIS. Profesor invitado de la Maestría de Relaciones Internacionales “Fundación Democracia”, Círculo de Legisladores de la Nación. Profesor invitado “Diplomatura Superior de Geopolítica Regional y Nacional” (Misiones, Argentina). Miembro del Consejo Académico del “Congreso Internacional de Educación Carbo”. Miembro de “GEOSUR”, Asociación Sudamericana de Geopolítica e Internacionales (Uruguay). Miembro del Comité Científico de la Revista Italiana de Geopolítica “Eurasia”. Articulista del “Fondo de la Cultura Estratégica de Rusia”. Entrevista realizada por la revista Revista Integración Nacional a nuestro columnista.
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LOS ÚLTIMOS ACONTECIMIENTOS NOS OBLIGAN A UNA MIRADA HISTÓRICA
Malvinas hoy, aproximándonos a una estrategia La historia nunca es actualidad por sí misma, es Miguel Ángel Barrios (*)
historia contemporánea, porque responde a una lógica de un itinerario de retroalimentación y puente pasado futuro y futuro pasado.
un año de la entrada en vigencia del Tratado de Lisboa y las posteriores (y muy bien fundadas protestas formales hechas por nuestro país), mucho no ha cambiado en la situación respecto a la soberanía de las Islas Malvinas. De hecho, Gran Bretaña ha mantenido la misma cantidad de efectivos y equipamiento que años anteriores, lo mismo que respecto al adiestramiento de las tro-
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pas (Informando en este caso la ejecución de disparos de misiles sobre el Océano Atlántico, hecho premeditado y de carácter táctico-estratégico). En verdad, este último año se han incrementado los estudios en el Parlamento Europeo acerca del tratamiento a mantener sobre estos territorios de ultramar. de los cuales
podrían beneficiarse la Unión Europea. Esta idea cimentada por Gran Bretaña, tuvo lamentablemente cómplices en el interior del bloque (a diferencia de la mención de las Falkland -como llaman los británicos a las Malvinas-, el Tratado de Lisboa no reconoce como británico a Gibraltar. “Los tratados se aplicarán a Gibraltar como te-
rritorio europeo cuyas relaciones exteriores asume un Estado miembro”, se expresa. De acuerdo con un estudio que se encuentra bajo consideración del Parlamento Europeo, las bases británicas emplazadas alrededor del mundo deberían ser puestas al servicio de la Unión Europea, para la protección de las líneas de transporte marítimo. El informe sostiene que las bases navales instaladas en Gibraltar, Chipre y Malvinas tienen que ser parte de la “presencia adelantada” de la Unión Europea (UE), para asegurar las rutas vitales de comercio. El documento -que fue redactado por encargo del subcomité de se-
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La aparición del crimen organizado transnacional como sujeto geopolítico cobra sentido dentro del estudio de las organizaciones -tanto las criminales transnacionales tanto como las mafias- y del flujo de productos criminales, drogas, armas, prostitución, etc.
guridad y defensa del mencionado parlamento, y discutido a principios de esta semana- aduce que las bases, tanto británicas como francesas, deben ser “europeizadas”, a fin de que la UE pueda equiparar el poder militar de las armadas de Asia. Las instalaciones militares de los “Estados Miembros de la Unión Europea” -fundamentalmente francesas y británicas- proveerían un activo formidable para la expansión geográfica y funcional de la “Grand Estrategia” de la Unión Europea, dice el informe, escrito por James Rogers y Luis Simon dos académicos con sede en el Reino Unido. Los autores argumentan que las líneas de comercio sólo pueden asegurarse si las lejanas bases pertenecientes a las dos principales potencias navales europeas son dedicadas a un uso común. “En circunstancias en que el mundo se mueve hacia un dinámico sistema multipolar, y el poder marítimo relativo de los Estados Unidos declina mientras los de potencias como China y la India aumentan, existe una creciente y apremiante necesidad para los europeos, de hacerse responsables por las Líneas Marítimas de Comunicación que los vinculan con los más alejados rincones del mundo, particularmente aquellos que son más vitales para el comercio y la seguridad europeos”. El reporte continúa diciendo que: “el creciente costo que demanda el sustento de una infraestructura marítima extensa, reclama de mayor cooperación en la UE, para europeizar la presencia adelanta-
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da anglofrancesa, y sostener más efectivamente la seguridad marítima de la Unión, protegiendo al mismo tiempo sus Líneas de Comunicación y manteniendo una presencia adelantada de ultramar de la UE”. Se sostiene que las bases existentes deberían ser transferidas a la Unión Europea. “A medida que la UE asuma un rol más amplio en la seguridad y defensa del bloque entero, se requerirán reformas institucionales que permitan el manejo de nuevas y más demandantes tareas. Una de estas podría significar para Gran Bretaña y Francia transferir el mantenimiento y conservación de sus instalaciones militares a una institución central, financiada por todos los Estados Miembros”.
¿Una política de seguridad y defensa europea? No es sencillo encontrar consensos en estos temas de la alta política en el gigante europeo, el cual siempre ha tenido en su interior profundas diferencias respecto a ese segundo pilar (el de la política europea de seguridad y defensa). Sin embargo, un atisbo de experiencia han logrado en estos últimos tiempos principalmente en la misión anti-piratería frente a las costas de Somalia (la primera misión naval combinada de la UE), la que con resultados ciertamente exitosos les permitió acercar las partes. En este contexto, si bien no es nuevo que el bloque europeo reconozca a las Malvinas como un territorio británico ya que lo viene haciendo desde el año 1972 (un año antes de la entrada de Gran Bretaña al bloque), si lo es la forma y la importancia en que se expresan dichas cuestiones hoy. Y algunas acciones llevadas a cabo. Se criticaba internamente en la Unión Europea lo poco que había avanzado el 2do pilar desde su creación. La solución a esa profundización podría encontrarse en la Constitución Europea, la que con algunos retoques hoy se traduce en el Tratado de Lisboa. Creemos en ese sentido, que no existe una identidad europea de seguridad y defensa bien definida, producto esta principalmente de la historia y de una arquitectura teórica y práctica entre los miembros que dista mucho de ser homogénea. Lo que nos empieza a preocupar es que la misma se vaya construyendo de acuerdo a intereses. Y a intereses que en este caso son nuestros.
Mientras tanto en la región Las Islas Malvinas y su ocupación ilegal no es una “idea” argentina. Todos los años, las Naciones Unidas, llaman a los países en disputa a dialogar sobre el tema. Aspecto que siempre es evitado y negado por Gran Bretaña. La experiencia demuestra que descolonización, soberanía y paz son indivisibles. Nuestra propuesta es una ofensiva político-diplomática para mantener el tema en el debate público, presentarlo en todos los foros internacionales y especialmente en las reuniones de Unasur
No existe ninguna hipótesis de conflicto que justifique semejante despliegue, sólo una concepción imperial en las relaciones entre gobiernos y países. Estados Unidos en su diseño sobre políticas a aplicar se encuentra hoy fren-
y otras expresiones de unidad e integración latinoamericana y caribeña que avanzan en la condena y el aislamiento del ilegitimo ocupante. Los primeros pasos ya han sido dados. En los últimos años, nuestro país pasó de la “enérgica protesta” diplomática a la acción: la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decretó que “todo buque o artefacto naval que se proponga transitar” entre los puertos continentales y las islas Malvinas “deberá solicitar una autorización previa” al Gobierno argentino, limitando de ese modo el tráfico marítimo -tanto comercial como turístico- en la región. Ha sido una de las primeras acciones desde el año 1991 y no ha sido menor.
te a una situación que se puede expresar con el apoyo del siguiente gráfico donde se puede observar los actores que intervienen y las alianzas existentes. Lo cierto es que Estados Unidos por un lado
Oscar Laborde, miembro de la Cancillería argentina, en una nota titulada “Malvinas, una colonia en el siglo XXI” señala que: “Malvinas forma parte de un sistema integrado de defensa de la Organización del tratado del Atlántico Norte (OTAN) y del desarrollo militar estadounidense en el Atlántico Sur, que reconoce a Latinoamérica y África como continentes y a nuestras islas y el atolón Diego García en el Océano Indico como enclaves estratégicos y tácticos, respectivamente, para sus operaciones”.
Nuestras opciones La Unasur es la herramienta adecuada para impulsar nuestros derechos, para generar sentimientos
Tratado de Lisboa Países y territorios de ultramar a los que se aplicaran las disposiciones de la cuarta parte del tratado.Los territorios de ultramar: Los Estados miembros convienen en asociar a la Unión los países y territorios no europeos que mantienen relaciones especiales con Dinamarca, Francia, Países Bajos y Reino Unido. Dichos países y territorios, se enumeran en la lista a continuación: • Groenlandia • Nueva Caledonia y sus dependencias • Polinesia francesa • Tierras australes y antárticas francesas • islas Wallis y Futuna • Mayotte • San Pedro y Miquelón
• Aruba • Antillas neerlandesas • Bonaire • Curaçao • Saba • San Eustaquio • San Martín • Anguila • islas Caimán • islas Malvinas, • Georgia del Sur e islas Sandwich del Sur • Montserrat • Pitcairn • Santa Elena y sus dependencias • territorio antártico británico • territorios británicos del Océano Índico • islas Turcas y Caicos • islas Vírgenes británicas • Bermudas
pregona su naturaleza americana, pero por otro lado y como ya lo ha hecho en 1982, no renegará de sus orígenes y se volcara a apoyar a Gran Bretaña de la forma que fuera. Estamos hablando obviamente de la vía diplomática.
de identidad y reconocimiento mutuos entre los miembros. A través de ella y si es necesario con el Consejo de Defensa Sudamericano activar mecanismos de asistencia, apoyo y control efectivo sobre las Islas. Siempre en el plano político y diplomático, pero con convicciones profundas y acciones practicas que posibiliten desalentar los costos que implican el mantener un gran componente militar en las Islas. Desde el plano militar nuestra política ya ha sido direccionada. Y en ella no está previsto el uso de la fuerza para recuperar lo que es legítimamente nuestro. Pero lo que sí se podría hacer es incrementar y promover las ejercitaciones en el sur de nuestro territorio. Aspecto que implicaría en algunos casos el alerta, movimientos y mantenimiento de los sistemas defensivos militares británicos en las islas. Estas acciones conllevan costos ya no solo económicos. Un aspecto clave es Chile. Ya que desde el país vecino se permite el apoyo, evacuaciones sanitarias y otros aspectos logísticos de sostenimiento a las Islas. En este sentido, no podemos, ni debemos interferir en las relaciones del vecino país con Gran Bretaña, pero lo que lo sí podemos es persuadir e influenciar al mismo a través de relaciones profundas en esquemas de integración regionales, en los que el accionar mancomunado de la Unasur, y principalmente de los mandatarios actuales cobra roles fundamentales. La Antártida merece un párrafo
aparte y quizás un estudio mayor, no obstante podemos expresar que esta se rige por el Tratado Antártico desde el año 1959, en donde ningún país puede actualmente, ejercer la soberanía de ninguna porción del continente. Pero existen intenciones de varios Estados a poder ejercer en el día de mañana, soberanía plena sobre las regiones del continente blanco. Son áreas ya delimitadas y en muchos casos ya reconocidas tacita o expresamente por algunos países firmantes. Argentina siendo uno de los países pioneros (Fue el primero en contar con una Base en Territorio Antártico en el año 1904) no posee ventajas que Gran Bretaña intenta desconocer. Es por eso que para estos, es primordial adueñarse del Atlántico Sur, para poder tener continuidad en el continente blanco. De nosotros depende. Si existe una idea, pensamiento o política de estado común y de consenso en todos los argentinos esa es que las Islas Malvinas son argentinas.
(*) Doctor en Educación y doctor en Ciencia Política argentino. Autor de “El Latinoamericanismo en el Pensamiento Político de Manuel Ugarte” (2007); “Perón y el Peronismo en el Sistema Mundo del Siglo XXI -2008-; “Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica (2009); “El Latinoamericanismo Educativo en la Perspectiva de la Integración Regional (2011); “El Significado Geopolítico de Venezuela en el Mercosur (2011). Premio Doctor Arturo Jauretche a la Cultura en la temática investigación, 2009, Argentina
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ESTADOS UNIDOS, TURQUÍA Y LA CRISIS DEL SISTEMA OCCIDENTAL
La encrucijada La consolidación de un contexto multipolar jaquea definitivamente el Tiberio Graziani (*)
modelo de supremacía mundial de la administración norteamericana. Es tiempo de decisiones.
na vez archivada por la historia la coyuntura unipolar, el sistema occidental liderado por los Estados Unidos de América (EUA) parece haber entrado en una crisis irreversible. El crac económico-financiero y la pérdida de un seguro pilar del edificio geopolítico occidental, el ofrecido por Turquía, corroboran el fin del impulso propulsor estadounidense. Los Estados Unidos de América se hallan actualmente ante una decisión histórica: arrinconar el proyecto de supremacía mundial y, por consiguiente, compartir con los demás actores globales las opciones existentes en la política y en la economía internacional, o bien insistir en el proyecto hegemónico y arriesgar su propia supervivencia como nación. La elección entre una y otra opción vendrá impuesta por las relaciones que se instauren, en el corto y medio plazo, entre los grupos de presión que condicionan la política exterior americana y la evolución del proceso multipolar.
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La grieta turca La consolidación del actual contexto multipolar y la constante ampliación de las esferas de influencia económica y geopolítica de algunos países eurasiáticos y suramericanos, imponen opciones decisivas para la actual administración norteamericana. Esto ocurre en un momento en el cual Washington parece no estar en condiciones de orientar la crisis económica y financiera que ha embestido al sistema occidental, del que constituye el centro geopolítico, ni las relaciones con los mayores países eurasiáticos (Rusia, India, y China). Estos últimos -con un creciente sentido de la responsabilidad- dictan la agenda de los principales asuntos internacionales. Además, a este cuadro hay que añadir las dificultades que el Pentágono encuentra diariamente para coordinar con eficacia el mastodóntico y costoso despliegue militar puesto sobre el terreno a partir de la primera guerra del Golfo. La debilidad norteamericana se refleja, en particular, en el torpe intento de Obama y de la Clinton
en paliar algunas situaciones críticas, como las del Cercano y Medio Oriente. En este ámbito de importancia fundamental para la estrategia expansionista de los Estados Unidos de América en la masa eurasiática, el precioso aliado turco, baluarte al mismo tiempo tanto de los intereses occidentales como de aquellos específicos de Tel Aviv, ha adoptado ahora posiciones heterodoxas con respecto a las indicaciones provenientes de Washington.
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La elección entre una y otra opción vendrá impuesta por las relaciones que se instauren, en el corto y medio plazo, entre los grupos de presión que condicionan la política exterior americana y la evolución del proceso multipolar. Esto ha introducido un elemento de desestabilización dentro de la arquitectura geopolítica proyectada por los Estados Unidos de América. La grieta turca recuerda a los estrategas estadounidenses otro duro golpe, el sufrido a finales de los años 70 con la pérdida de Irán como peón en el “gran juego” que en esos momentos sus predecesores dirigían contra la Unión Soviética. Ahora, en un contexto global distinto, marcadamente multipolar, la grieta turca podría revelarse desastrosa para el sistema americano-céntrico por lo menos en cinco
ámbitos. El primer ámbito es el relativo al dispositivo militar occidental por excelencia, es decir, la estructura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). ¿Por cuánto tiempo aún el actual aparato dirigido por Rasmussen podrá tolerar la excentricidad de uno de sus miembros, abiertamente alineado en posiciones anti-israelíes y, por consiguiente, antiamericanas? ¿Se halla la OTAN en condiciones de equilibrar las expectativas turcas de desempeñar un papel regional de primer orden, sin irritar al aliado israelí? Estas son sólo dos de las preguntas que podrá responder una nueva y adecuada reformulación de la finalidad de la ya tambaleante institución transatlántica, más allá del «punto de inflexión histórico» de la reciente cumbre de Lisboa (Noviembre de 2010). El segundo ámbito se refiere a las relaciones entre Ankara y Bruselas. La nueva Turquía de Erdogan está lista para entrar en la Unión Europea, pero Downing Street (el aliado estratégico de los Estados Unidos de América) y el Elíseo obstaculizan el proceso de inclusión con el insignificante pretexto de los derechos humanos, arsenal ideológico puesto a punto por los think tank americanos y adoptado por el Viejo Continente, en particular por Sarkozy. Si Turquía es rechazada nuevamente, ésta fortalecerá ulteriormente las relaciones con los otros mercados (Rusia, Irán, China), consolidando directamente el área económico-productiva de la masa eurasiática. El tercer ámbito, que en parte guarda relación con el segundo, tiene que ver con el Mediterráneo. Turquía, considerada como la cuarta península europea, parece atraer cada vez más los intereses económicos de los países ribereños, sean los de Europa meridional, sean los norteafricanos. A favor del reforzamiento de los intereses económicos existentes entre Turquía y los países del Mediterráneo está jugando un papel particular el proyecto South Stream, ideado por Moscú.
El cuarto ámbito concierne a las relaciones que existen entre Turquía y las repúblicas de Asia central. Turquía constituye una vía de circulación hacia Asia central, es decir, hacia ese espacio cuya hegemonía ambiciona Washington desde el desmoronamiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Mientras que Turquía seguía con diligencia las indicaciones de los Estados Unidos de América, Was-
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La grieta turca recuerda a los estrategas estadounidenses otro duro golpe, el sufrido a finales de los años 70 con la pérdida de Irán como peón en el “gran juego” que en esos momentos sus predecesores dirigían contra la Unión Soviética. hington facilitaba sus presiones pan-turcas (por otra parte oportunamente activadas en el contexto de la desestructuración de la confederación yugoslava) hacia las repúblicas de Asia central (los “Balcanes eurasiáticos”, según la definición programática del polítólogo Zbigniew Brzezinski), con el fin de aumentar las tensiones endógenas, principalmente en función antirusa y, en perspectiva, con una manifiesta función antieurasiática. Ahora que Ankara parece dispuesta a aumentar sus propios niveles de autonomía, las relaciones que ha establecido con las repú-
blicas de Asia central, por otro lado convenientemente equilibradas con las establecidas con Moscú, no son bien vistas por Washington. De ahí la reciente demonización de Turquía realizada por los medios de comunicación occidentales. Por último, por lo que respecta al quinto ámbito, vale la pena señalar que las buenas relaciones que Ankara mantiene con Moscú, Pequín, Teherán y los mayores países de Suramérica preludian un cambio de ruta geopolítica por parte de Turquía. Este cambio va inequívocamente en la dirección de un fortalecimiento del nuevo escenario policéntrico. Érase una vez Occidente En el cuadro de lo anteriormente esbozado, el sistema occidental conducido por los Estados Unidos corre el riesgo de implosionar. Su expansión hacia Oriente está prácticamente deteniéndose, en virtud del recobrado protagonismo de Moscú en la escena internacional y, sobre todo, debido a las desastrosas campañas afganas e iraquíes que el Pentágono y Washington no logran controlar. En África, la competencia con China plantea problemas cruciales para todo el Occidente. Puesto que ni Washington, ni Wall Street, ni el Pentágono/OTAN -a pesar de la puesta en escena del Africacom- logran asegurar una contraposición eficaz a la marcha de los chinos por el continente negro, es razonablemente previsible (y deseable para toda Europa) que algunos países europeos, conscientes de sus propios intereses, intenten buscar en el futuro próximo una adaptación al transformado escenario internacional, activando nuevas relaciones con China y con los países africanos, caracterizadas por la cooperación bilateral. En Japón, a pesar del fracaso del gobierno Hatoyama, veladamente antiestadounidense, la reflexión crítica relativa a las ventajas que Tokyo obtendría aún en el contexto de las relaciones nipo-americanas instauradas después de 1945, continúa alimentando el clima de recelo hacia Washington, desgastando día a día la hegemonía americana en lo que respecta a las elecciones de fondo de los japoneses. La América indiolatina ya no representa el “territorio de caza” de los Estados Unidos útil para sus incursiones imperialistas, como en el siglo pasado. Brasilia, Caracas, La Paz y, en parte, Buenos Aires, au-
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mentan sensiblemente sus niveles de autonomía política. Los acuerdos establecidos entre estos países, en sinergia con los que empiezan a poner en marcha con Irán y Turquía, prefiguran un nuevo e inédito frente «antiimperialista» que, todavía en fase de articulación, podría catalizar las exigencias antiliberales presentes en muchos países del globo. La atención al Estado social de los gobiernos de Caracas, Brasilia y Buenos Aires, el recuperado control por parte del Estado ruso del sector de las empresas estratégicas, la aplicación de políticas sociales atentas a las libertades colectivas que llevan a cabo Teherán y Ankara, respetando la peculiar concepción islámica de la sociedad y de las relaciones económicas, además de indicar el fracaso del modelo liberal, introducen límites objetivos al proceso de globalización, geopolíticamente entendido como expansionismo de la potencia norteamericana a nivel planetario. Las naciones europeas, habiendo sufrido en estos últimos años el desmantelamiento de sus respectivos Estados sociales, debido al
deseo manifestado por las oligarquías relacionadas con los intereses americanos y por los diktat del Fondo Monetario Internacional (FMI), han perdido irreversible-
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Ahora que Ankara parece dispuesta a aumentar sus propios niveles de autonomía, las relaciones que ha establecido con las repúblicas de Asia central no son bien vistas por Washington. mente aquel tipo de estabilidad que les había permitido crecer económicamente. Los efectos de esta pérdida de peso específico en la economía global debilitan, en la actual fase coyuntural, la periferia del sistema occidental favoreciendo el centro, radicado en los Estados Unidos de América. De ahí la disgre-
gación de la construcción geopolítica americana surgida después de 1945. En un futuro próximo, si no hay medidas correctoras dirigidas a «mantener» a Europa en el sistema occidental, algunas naciones europeas podrían optar por la elección multipolar.
El tiempo de las decisiones El impulso de los Estados Unidos parece, por consiguiente, haber terminado. Desde una perspectiva geopolítica, Washington se halla ante una encrucijada: arrinconar, al menos por un cierto período, el bicentenario proyecto de dominación global, o bien insistir sobre el mismo, adoptando nuevos criterios y metodologías. En el primer caso, los Estados Unidos de America se verían obligados a reexaminar su propio sistema social y militar y, sobre todo, a negociar su propia posición a nivel mundial con los ex aliados y con los nuevos actores globales. La aceptación del sistema policéntrico pondría, sin embargo, en crisis todo el complejo industrial y militar que constituye la base del poder político y económico de los Estados Uni-
dos. El equilibrio dinámico entre los grupos de presión que determinan las opciones estratégicas del aparato político y militar estadounidense sufriría, en efecto, una per-
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Su expansión hacia Oriente está prácticamente deteniéndose sobre todo debido a las desastrosas campañas afganas e iraquíes que el Pentágono y Washington no logran controlar. turbación fatal. La consecuencia directa de un desequilibrio en los vértices del establishment causaría, inmediatamente, la disgregación de la gigantesca esfera de influencia que los EUA han conquistado con mucho esfuerzo en los últimos sesenta y cinco años. La reorganización de los EUA inauguraría un
nuevo ciclo geopolítico, cuya estabilidad no se basará en el modelo del libre mercado, sino sobre las exigencias geopolíticas reales de los nuevos polos de agregación. En el segundo caso, los EUA, optando por perseguir su supremacía mundial, se verán obligados a tener que sustentar una enorme economía de “guerra permanente”. En el marco de aquella funesta invocación que Edward N. Luttwack lanzó en 1999, en el curso de la desmembración de la Federación yugoslava : “Give a chance”, deberán aplicar las lógicas del constructive caos de los neocons, con el riesgo de desatar reacciones geopolíticas asimétricas en Asia, África y en la América indiolatina. Cualquiera que sea la opción elegida, la relación entre la “nación necesaria” y el resto del mundo no será ya nunca la misma.
*Presidente del Instituto de Altos Estudios Geopolíticos y de Ciencias Auxiliarias (Instituto di Alti Studi in Geopolitica e Scienze Ausiliarie, ISaG). Director de la revista Geopolítica (Italia). Traducción: V. Paglione
8 > contexto mundial
DOMINGO 26 DE FEBRERO DE 2012 | PRIMERA EDICIÓN
AMÉRICA LATINA Y SUS POSIBILIDADES DE CARA AL FUTURO
Desafío de superación El camino hacia un proyecto civilizatorio superador interno y para el Marcos Methol Sastre (*)
a expansión mundial de las comunicaciones y del comercio internacional podrían inducirnos en el equívoco de interpretar la globalización como un fenómeno creciente de homogeneización. Por el contrario, el avance técnico, económico, social y político de potencias emergentes que ha caracterizado la primera década del siglo XXI son la condición material básica para el desarrollo cultural y espiritual propias de cada identidad civilizatoria. Esto es, en la medida que logren constituir Estados-continentales-industriales, libres, justos y soberanos. De este modo el BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) está compuesto por las “cabezas” de diferentes culturas en ascenso. Cada uno de estos actores tiene una tarea fundamental en su interior. Algunos la tienen más sencilla como China, una cultura milenaria que además ya conforma un Estado-continente. Otros tienen una tarea harto difícil, como Sudáfrica, que deberá asumir el protagonismo de una integración africana sumamente compleja. Y un caso intermedio es el de Brasil, que como parte importante que es de América Latina, una “cultura joven”, pero esencialmente muy sólida, deberá tener la inteligencia de consolidar el macizo geopolítico e histórico, a partir de los bloques sub-regionales y continentales. Detengámonos en América Latina. El sociólogo argentino Andrés Kozel sostuvo en una entrevista realizada al diario Página 12 que pensar a América Latina en la modernidad implicaba un triple abordaje de la cuestión: el ethos latinoamericano, la problemática del desarrollo y el anti-imperialismo latinoamericano. Resulta interesante partir desde estas dimensiones que recuerdan el método analítico del fenómeno de la civilización que describió el notable intelectual Paul Ricoeur. En efecto, Ricoeur señalaba tres categorías analíticas: 1) los valores, 2) los utensilios, 3) las instituciones. Dejaremos el primer punto para el final, por ser especialmente inquietante. Ricoeur define a los utensilios en lo que “concierne el conjunto de los medios y mediaciones que permiten a una colectividad humana crear nuevos bienes. De este modo, el saber y la ciencia, en la medida en que los consideremos no sólo como
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mundo. La política y la cultura como herramientas fundamentales (sino únicas) para la discusión sobre el qué y el cómo. inventos actuales, sino como una adquisición colectiva, pueden ser considerados como un utensilio cristalizado en bienes disponibles”. Se trata de un proceso de acumulación donde el conocimiento tiene un papel central, porque será lo que verdaderamente siente las bases de una economía de alto valor agregado. Las exigencias no son solamente comerciales, son también ecológicas, dado que el mundo no tolera un sistema de explotación indiscriminado de recursos naturales. Pero alerta; hoy puede resultar muy fácil caer en la telaraña de una gama diversa de movimientos anti-desarrollistas, que amparados en la buena intención terminan por socavar las bases materiales para el crecimiento y la integración regional, sirviendo a intereses extranjeros que resultan verdaderamente dañinos para la sociedad. Ahora bien, si exigimos no caer en
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Decía el genial Gilbert K. Chesterton: “Hay un solo pecado: pensar que el Sol no existe; una sola blasfemia: que la Verdad es triste; un peligro temible realmente: tener mancas las manos de la mente”.
actitudes que fomenten a estos movimientos, muchas veces alentados por dirigentes políticos locales ávidos de votos, es preciso encarar el proyecto nacional con un signo federal. La apuesta a las “multilatinas” parece ser una estrategia interesante, en tanto exista una política macroeconómica que contemple a las innumerables Pequeñas y Medianas Empresas para que puedan generar espacios de interacción e interdependencia, atravesando las fronteras políticas de lo países latinoamericanos. Es, por otra parte, el camino más corto a una futura legislación supra-nacional. Otra categoría que utiliza Ricoeur en su método analítico de la civilización son las instituciones. Entiende por tales dos cosas: a) las formas
de existencia social en las cuales las relaciones entre los hombres son reguladas de manera normativa (el Derecho, una estática de las sociedades); b) un campo de experiencia más vasto, lo político, es decir, el ejercicio de la decisión y de la fuerza al nivel de la comunidad (desde el ángulo de la dinámica social). El Derecho tiene sus principios fundamentales, así como la política tiene los suyos. Éstos se hallan en la tradición más rica y profunda que encontramos en nuestra propia historia como cultura común, y tienen sentido en tanto estén al servicio de la cohesión y la paz social e individual. No es saludable instrumentalizar políticamente el Derecho, provocando en muchos casos el debilitamiento de su fuerza residente en ser un núcleo duro de vinculación social y hasta avasallando sus principios orientadores. Pero ese mismo Derecho queda expuesto y hasta puede convertirse en mecanismo para preservar privilegios en tanto no exista un Estado libre, justo y soberano. El anti-imperialismo latinoamericano no debe confundirse con “anti-norteamericanismo”, ni “antiglobalización”, ni “anti-sistema”, etc. El genuino anti-imperialismo tiene su expresión más acabada en la doctrina de la Tercera Posición, y uno de sus principales exponentes fue Juan Domingo Perón. Equivocadamente se la ha interpretado como una simple posición “neutral” o una postura “liberacionista-tercermundista”. En realidad, es un concepto más hondo. Cuba y Malvinas son dos causas latinoamericanas. La primera, en la condena al inconcebible bloqueo económico que mantiene Estados Unidos y en la permanencia de la base militar en Guantánamo. La segunda, por la justa reivindicación del pueblo argentino a la soberanía de las Islas Malvinas, Georgias, Sandwich y Antártida, en su reclamo legítimo de más de 3.000.000 de kilómetros cuadrados de plataforma continental. Finalmente, los valores. Según Ricoeur “lo que llamamos valores son pues la sustancia misma de la vida de un pueblo. Ésta se expresa, antes que todo, en sus costumbres prácticas, que representan de alguna manera la inercia, la estática de los valores. Por debajo de esta capa de las costumbres prácticas, encontramos las tradiciones, que son como la me-
moria viviente de la civilización. Y, por último, en lo más profundo, encontramos lo que es tal vez el núcleo mismo del fenómeno de la civilización, es decir, un conjunto de imágenes y símbolos por los cuales un grupo humano expresa su adaptación a la realidad, a los otros grupos y a la historia. Por imágenes y símbolos entiendo las representaciones totalmente concretas por las cuales un grupo se representa su existencia y su propio valor. Podría hablarse en este sentido del núcleo éticomítico, del núcleo, tanto moral como imaginativo, que encarne el último poder creador de un grupo. A este nivel de profundidad la diversidad de civilizaciones es la más radical. Podría decirse que cada comunidad histórica tiene una especie de idea concreta de su propia realidad, la cual representa la forma finita de su elección de existencia. Cada grupo
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La posición firme y unida del bloque regional sudamericano y latinoamericano es fundamental a la hora de afrontar el diálogo y las acciones correspondientes en organismos internacionales. histórico tiene, en este sentido, un ethos, una singularidad ética, que es un poder de creación ligado a una tradición, a una memoria, a un enraizamiento arcaico”. Creí oportuno citar en extenso a Ricoeur porque sus palabras son muy claras y concisas. ¿Qué implica para América Latina pensar su ethos? Se trata de cuestionar a la sociedad funcionalista, que es la base del pensamiento capitalista y socialista. Es preciso un revisionismo histórico y filosófico que componga nuestros 500 años de historia, para recuperar el legado cultural que nos identifica. Sendos aportes al Derecho Internacional y los Derechos Humanos, por citar dos ejemplos de peso, podrían ser parte de esa contribución “universal” que América Latina está en condiciones de hacer en un momento particularmente ne-
cesario de re-ordenamiento como el actual. El sociólogo chileno Pedro Morandé sostiene que el criterio de la “sustituibilidad funcional” debe ser superado por la “identidad personal”. El hombre de siglo XXI ha perdido su “morada”. No vaya a pensarse que es una cuestión abstracta o ideal. Es un sentimiento muy concreto que tiene que ver también con la inseguridad física y emocional, que son realidades de hecho. Para Morandé, la verdadera morada es la cultura y no la sociedad: “Mientras la sociedad apunta a la eficiencia de su operación, la cultura se orienta a la verdad del destino humano, la cual no se define por la eficiencia funcional, sino, por la aceptación de la contingencia de la vida, según ella se manifieste en la misma existencia personal que describe su destino desde la contemplación del misterio y desde la solidaridad de valores y experiencias compartidas”. Para reconstruir nuestra “morada” es preciso echar mano de herramientas útiles como la “seguridad ciudadana” y las “políticas de vivienda”, pero serán insuficientes en la medida que no se pongan en tela de juicio algunos valores y preconceptos que obstan a que la identidad se vuelva “participación y pertenencia”. Un revisionismo histórico verdaderamente comprometido y verdaderamente latinoamericano debería internarse en fenómenos tachados de “leyenda negra” por los imperialismos de turno, pero que encierran al acervo más importante de nuestra tradición. Se trata, en definitiva, de ser ciudadanos de una comunidad histórica. El desafío latinoamericano debe ser encarado con espíritu rodoniano, con la esperanza depositada en su juventud. Naturalmente, no será a través de discursos del estilo del “Ariel” de 1900, hoy existen otras alternativas de comunicación que deben ser aprovechadas. Cuando la juventud nace a la vida pública, tiene ansias de universalidad y heroísmo. Contemplemos pues proyectos políticos nacional-continentales y populares que estén a la altura de las expectativas. La respuesta no está en las armas, la droga o el dinero, sino en la política y la cultura. (*) Secretario de la Asociación Alberto Methol Ferré. Editor del sitio metholferre.com Bibliografía: P. Morandé, “Una modernidad abierta a la amistad y el misterio”, La Cuestión Social 3(1995) P. Ricoeur, “Ética y política” P. Ricoeur, “Las tareas del educador político” Entrevista de L. Moledo a A. Kozel, Diario Página 12 (28-dic, 2011)