EL APARECER EN LA FILOSOFIA DE HANNAH ARENDT Gustavo Mejía Fonnegra
“El ser es oscuro si no llega a la apariencia (ante los hombres: dokein), y la apariencia (ante los hombres) es débil si no llega al ser” (Diels y Kranz, citado por Arendt) “El problema de la investigación no es que es algo sino como “aparece”. (Portmann, citado por Arendt)
Hannah Arendt en el primer párrafo de la vida del espíritu afirma que: “En este mundo al que llegamos, procedentes de ningún lugar, y del que partimos con idéntico destino, Ser y Apariencia coinciden”. (Arendt. pág. 43) Esta es la afirmación de la inmanencia pura de nuestra existencia, el mundo de la vida en el que compartimos nuestro devenir con una pluralidad de vida que aparece ante nuestros sentidos. Pero decir que ser y apariencia coinciden, implica además dejar en suspenso una concepción de la verdad que excluye toda apariencia, considerándola como mera apariencia, esto es, como a algo que le faltase el fundamento, una esencia trascendente causa de nuestro ser. En toda la historia de la metafísica se constata “... la inmemorial supremacía teórica del Ser y la Verdad sobre la mera apariencia, es decir, la superioridad del fundamento que, al contrario de la superficie, no se muestra (.)...nuestra tradición filosófica ha transformado la base sobre la que algo crece en la causa que lo produce, y entonces ha atribuido a éste agente productor un grado de realidad más elevado que el que confiere a lo que se aprecia a simple vista(.)... lo cierto es que las apariencias no sólo no revelan jamás que subyace tras ellas, sino que incluso ocultan: “Ninguna cosa, ningún lado de la cosa se muestra más que escondiendo activamente los demás, denunciándolos en el acto de ocultarlos” (Merleau-Ponty, Signos, pág. 29, citado por Arendt). Exponen abiertamente, pero al mismo tiempo protegen de dicha exhibición y, considerando lo que subyace tras ellas, tal protección puede ser su cometido más importante. En cualquier caso, esto es válido para las cosas vivas, cuya cubierta exterior esconde y protege los órganos internos que son su fuente de vida”. (Arendt, pág. 49) En este sentido no podemos hablar de un movimiento causal originado en la esencia, en el fundamento, simplemente no podemos remontarnos a las causas primeras.
Husserl, que a través de Heidegger deja su huella en Arendt, plantea la necesidad de ir a las cosas mismas, pero éstas se dan en tanto son un aparecer, un mostrarse, una manifestación en la que lo que aparece le atribuimos "ser". Los fenómenos no son representación de "algo" distinto a su propio "aparecer". Desde acá se imposibilita pues la búsqueda de un fundamento trascendente al aparecer. Arendt hace del aparecer el lugar originario del pensar, el desvelamiento en tanto apariencia: “El mundo de las apariencias es anterior a cualquier ámbito que el filósofo pueda escoger como su “auténtico” hogar, en el que, sin embargo, no nació. La condición de apariencia del mundo siempre ha sido lo que le ha sugerido al filósofo,
es decir, a la mente humana, la idea de que pueda existir algo que no sea apariencia…, cuando el filósofo abandona el mundo dado a los sentidos y se vuelve (el periagoge platónico) hacia la vida del espíritu, obtiene sus pistas del primero, buscando algo que se le revele, que le explique su verdad esencial. Dicha verdad —a-letheia, lo que se desvela (Heidegger) —sólo puede concebirse como otra “apariencia”, otro fenómeno originalmente oculto y que se supone de orden superior, lo que significa la persistente preponderancia de la apariencia”. (Arendt. págs. 47-48) Michel Henry en “Fenomenología de la vida” resalta la innovación Heideggeriana en la concepción del aparecer: “Es en Heidegger donde el aparecer del mundo fue llevado al grado más alto de elaboración. Desde el s7 de Ser y tiempo, el fenómeno se comprende al modo griego –phainomenon- , partiendo de la raíz pha, phos, que significa luz, de modo que aparecer significa venir a la luz, a la claridad, o sea: “aquello en cuyo interior puede algo volverse visible, manifiesto en sí mismo" (d.h. das, worin etwas offenbar, an ilun selbst sichtbar werden khann)”. (Henry, pág. 19 ) Retomando el “tanto aparecer, tanto ser” de Husserl, Henry plantea que: “es la fenomenicidad quien hace manifiesto el ser. Lo que es, es susceptible de ser por mor del aparecer y solo porque el aparecer aparece. En ello consiste la prelación de la fenomenología sobre la ontología”. (Henry, Encarnación, Pág 58) Todo aparecer es copresente y coexistente con la totalidad del mundo de la vida, inmanencia fenomenológica afirmada en el puro devenir existencial: “Nos encontramos con una fenomenalidad originaria en el sentido de una revelación inmanente que es la condición ontológica de posibilidad de la manifestación de todos los fenómenos trascendentes. Este aparecer de la vida que se experiencia a sí misma es una autoafección o afectividad. No hace aparecer algo extraño ni se aparta de ella misma, es decir, no se relaciona sino consigo misma. Por eso tiene una significación material en el sentido de que se da a sí misma su propio contenido” (Roberto J. Walton, págs. 1-2) En su comentario a la “Introducción a la Metafísica” de Heidegger , un miembro de (http://www.opuslibros.org/index.html) nos dice a propósito de la distinción ser y apariencia: “Esta distinción es necesario concebirla originariamente, es decir, de modo griego, lo cual no es fácil, puesto que es preciso retornar al momento inicial en que se manifiesta la oculta unidad del ser y la apariencia. Después de considerar los modos en que puede encontrarse el aparecer, afirma Heidegger que sólo se captará la conexión existente entre ser y apariencia "cuando entendamos al ser correspondiente de un modo originario, es decir griego. Sabemos que el ser se les manifestó como fisis. La fuerza imperante que brota y permanece es, al mismo tiempo y en sí misma, la apariencia que aparece" (Heidegger. Introducción, p. 138). Esa conexión existía porque "el ser esencializa como fisis. La fuerza imperante que brota es aparecer: ella lleva al presentar. En esta circunstancia está implícito el hecho de que el ser, el aparecer, hace salir del estado de ocultamiento. En cuanto el ente es como tal, se pone y está en estado de desocultamiento, aletheia" (Heidegger, pp. 139-140); por eso, la verdad pertenece a la esencialización del ser. Ser ente implica: presentarse, aparecer manifestándose, ofrecerse, exponer algo. Por el contrario, no ser significa apartarse de la aparición, de la presencia” (A.L.G.1981).http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/heidegge_int.htm). Merleau-Ponty plantea siempre que este espíritu habita en un cuerpo, y de que la experiencia del propio cuerpo nos enseña a sopesar y recorrer la existencia que nos toca en suerte. “Desde el instante en que aparece”, el hombre es un ser de relaciones, relaciones con el mundo y con las cosas articuladas desde la experiencia del cuerpo en su propia inmanencia, sin ningún sistema apriorístico, sin ninguna ley. Hay una relación orgánica entre el sujeto y el mundo, donde la corporalidad es el horizonte del aparecer. Como nos dice en “Lo visible y lo invisible”,
esta relación orgánica entre el sujeto y el mundo sólo puede ser presidida por el espíritu: “La existencia bruta y previa del mundo que creía hallar al abrir los ojos no es más que el símbolo de un ser que, desde el instante en que aparece, es todo para sí, porque todo su ser consiste en aparecer y, por lo tanto, en aparecerse, y se llama espíritu”. (Merleau-Ponty, pág50)
Por otro lado, Arendt plantea una crítica a una postura que fue muy común en el inicio de la segunda mitad del siglo XX, y fue la del científico o la del que siguen los métodos positivos de la ciencia o de la política y que se otorga el derecho de vivir en la verdad, y ser los modelos a seguir por los demás: “... ni la supresión de errores ni la disipación de ilusiones pueden alcanzar el territorio que subyace tras la apariencia. “Porque cuando se disipa una ilusión, cuando estalla de repente una apariencia, es siempre en beneficio de otra, que asume por su cuenta la función ontológica de la primera. (...) no hay Shein sin Erscheinung, todo Shein es la contrapartida de un Erscheinung.” (Merleau-Ponty, Lo visible y lo invisible, págs. 61-62, citado por Arendt.) (...) el científico también pertenece al mundo de las apariencias, por más que su perspectiva sobre el mismo difiera de la del sentido común ... si bien se espera progresar cada vez más, parece que nadie ha creído nunca que sea posible alcanzar una meta absoluta de verdad”. (Arendt, pág. 50-51) Arendt recurre a la biología para plantear algo que podría nombrarse como la hermandad de los seres vivos, caracterizada por su característica de aparecer ante los otros: “Esta diversidad se corresponde con la variedad igualmente asombrosa de órganos sensoriales de las especies animales, de tal forma que lo que lo que realmente aparece ante las criaturas vivientes adopta una gama casi infinita de formas y aspectos: cada especie animal habita en un mundo propio. Sin embargo, todas las criaturas dotadas de sentido tienen en común la apariencia considerada como tal; primero, un mundo que se les aparece y luego, quizá lo más importante, el hecho de que ellas mismas son seres que aparecen y desaparecen, que siempre hubo un mundo antes de su llegada y que siempre habrá un mundo después de su partida” (Arendt, págs. 44-45) Esto nos posibilita un fundamento de la reproducción orgánica como tal, que es lo que lleva a que las especies vivas se reproduzcan? La continuidad de la vida, que no es más que la necesidad de asegurar la copresencia del aparecer como tal, inmanencia que interconecta a todos los seres vivos en ese juego de acercamientos y huidas tejidos sobre la marcha. “Portmann llama “necesidad de autoexhibición” (Selbstdarstellung) a un instinto que no tiene que ver tanto con la supervivencia y la sexualidad, sino con la apariencia (.) “... el predominio de la experiencia externa implica, sumado a la mera receptividad de nuestros sentidos, una actividad espontánea: todo aquello que puede ver desea ser visto, todo aquello que puede oír emite sonido para que le oigan, todo aquello que puede tocar se ofrece para ser tocado. Parece que todo lo que está vivo—añadido a que su exterior está hecho para la apariencia, equipado para ser visto y destinado a mostrarse ante los demás —siente una necesidad de aparecer, de introducirse en el mundo de las apariencias desplegándose y exhibiéndose como individuo, en vez de mostrar su “ser interno”...(Arendt, pág.53) Se trata pues de revalorar la superficie contra la profundidad, que considero una de la mayores contribuciones de Arendt a la filosofía moderna: “De los hallazgos de Portmann se sigue que es erróneo nuestro estándar de juicio habitual, tan profundamente enraizado en los postulados y prejuicios metafísicos —según los cuales lo esencial se esconde tras la superficie, y la superficie es “superficial” —, que, en
relación con lo que realmente se “es”, es una ilusión el común convencimiento de que tiene más importancia lo que se halla en el propio interior, la “vida interior”, que lo que aparece en el exterior”. (Arendt, pág. 54)
Bibliografía:
Hannah Arendt, La vida del espíritu. Ed. Paidós, Barcelona, 2002. 474 Págs.
Michel Henry, Encarnación, Ed. Sígueme, Salamanca, 2001. 350 Págs.
__________, Fenomenología de la vida, en Pensar la vida, Miguel García-Baró y Ricardo Pinilla B. Ed. Universidad Pontificia de Comillas, 2003, España.
Martín Heidegger, Introducción a la Metafísica, Ed. Nova, Argentina, 1969 240P
_________, El Ser y el Tiempo, México, Fondo de Cultura Económica, 1995 478p
Maurice Merleau-Ponty. Lo visible y lo invisible, Ed. Seix Barral, España, 1970. 358 .Págs.
Roberto J. Walton, Reducción fenomenológica y figuras de la excedencia, en Revista Web Tópicos (Santa Fe) Nº 16, Enero-dic. 2008, 6 págs. revistatopicos@hotmail.com
A.L.G. (1981), Introducción a la Metafísica, de Martin Heidegger. http://www.opuslibros.org/Index_libros/Recensiones_1/0_INDICE.htm