U.P.B. ESCUELA DE TEOLOGÍA, FILOSOFÍA Y HUMANIDADES Doctorado en Filosofía Trabajo Final: Antropología Filosófica. Unamuno y Nicodemo Profesor: Dr. Luis Fernando Fernández Presentado por: Gustavo Mejía Fonnegra Junio 16 de 2010 Medellín, Colombia.
* "... No te maravilles que te diga: Tenéis que nacer otra vez. EI viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, mas ni sabes de donde viene ni a dónde lleva. Así es todo aquel nacido del espíritu".
*Evangelio según San Juan: Juan 3, § 7, 8.
Miguel de Unamuno en el ensayo Nicodemo el fariseo, fruto de una conferencia dada en Madrid en 1899, narra "...la historia de Nicodemo, el discípulo vergonzante, que va de noche y a hurto a ver a Jesús y cuando éste muere le entierra, como quieren enterrarle tantos intelectuales enamorados de su soberana belleza, enterrarle en análisis y estudios y convertirle en tema artístico y literario". (pag.19) Paradójicamente, en el ensayo Unamuno, basándose en el Evangelio de Juan, se apropia de las palabras de Jesús y amplía hasta el extremo los reproches a Nicodemo, haciendo gala de una erudición que siempre lo caracterizó. No es difícil ver acá la ambivalencia misma del espíritu de Unamuno, que en su médula siempre exhibió el conflicto entre fe y razón, y en su vida misma tomó las figuras del profesor y el poeta, el filósofo y el místico, el intelectual y el hombre sencillo. El enigma del destino humano es un motivo presente en toda la reflexión de Unamuno, marcado por el signo de la muerte, pues rebasa los límites mismos de nuestra existencia: "No hay en realidad más que un gran problema, y es éste: cuál es el fin del universo entero? Tal es el enigma de la esfinge; el que de un modo o de otro no le resuelve, es devorado". (pag.16) Este abismo fue la gran pasión de Unamuno, qué hay más allá de la puerta sin puerta, de las murallas de nuestra vida? ¿Y qué es la vida misma? El problema está de éste lado y al mismo tiempo del otro. De éste lado porque el trabajo del hombre en esta tierra es afirmación de la inmanencia, estética del panteísmo: "... siembro mi grano mirando siempre al porvenir, que es el único reino de libertad, y dejo a la tierra que lo fecunde, y al aire, al agua y al sol que lo fomenten". (pág.17) Espiritu de Ia Poiesis, expandiendo hasta las fronteras de la vida el trabajo de la creación literaria. "Porque no consiste tanto la fe, señores, en creer lo que no vimos cuanto en crear lo que no vemos. Solo la fe crea". (pag.16) Pero también es un problema que esta mas allá de nuestra existencia, del otro lado porque "el que siente en serio y tiene hambre de eternidad, éste va a la luz para que sus obras no aparezcan suyas, sino hechas en Dios, en quien vive y es". Pero, ¿Del otro? En ese sutil entramado de paradojas, Unamuno pareciera plantear una trascendencia al interior de la inmanencia: "...has de buscar la eternidad viva sustentando el movimiento actual en las entrañas mismas del presente, cual sustancia de éste, como raíz de la permanencia de Io fugitivo, en Dios, para quien ayer y mañana son siempre hoy". (Pag.22—23) En el poema La unión con Dios, el Yo hace el papel de velo de ésta realidad:
Querría Dios, querer lo que no quiero; fundirme en ti, perdiendo mi persona, este terrible yo por el que muero y que mi mundo en derredor encona. Como decía Kierkegaard, citado por Michel Henry: "cuando el yo se hunde, a través de su propia
transparencia, en el poder que lo ha puesto". Sobre esta unidad en Dios de éste y del otro lado de la muralla nos dice Henry en su Fenomenología de la Vida: "Así, pues, la Archí-inteligibilidad joánica está implicada en todas partes donde hay vida, se extiende a estos seres de carne que somos nosotros y acoge en su incandescente Parusía nuestros irrisorios sufrimientos y nuestras heridas ocultas, como lo hizo con las llagas de Cristo en la cruz. Cuanto más Puro, cuanto mas reducido a sí mismo, a su cuerpo fenomenológico de carne, adviene en nosotros cada uno de nuestros dolores, tanto más fuertemente se experimenta en nosotros el poder sin límites que lo da a sí mismo. Y cuando este sufrimiento alcanza su punto culminante en la desesperación, la embriaguez de la vida nos inunda. Dichosos los que sufren. En el Fondo de su noche, nuestra carne es Dios. La Archí-gnosis es la gnosis de los sencillos" (Henry, pag.33). En ese juego de oposiciones donde el dolor engendra placer, el tormento beatitud, movimiento tan recurrente en la mística cristiana, "-Alcanzaron su ciencia de amor por estudio del dolor-" (pag.31), igualmente vislumbra Unamuno la posibilidad del renacer social del espíritu cristiano, en una España que en ese fin de siglo comienza a manifestar los conflictos políticos y religiosos que la destrozarán pocos años después: "... resucité mi niñez, sumergiéndome en la niñez del espíritu de nuestra cultura. ¿Cómo? Buscando en mí corazón de niño, y yendo con él a mamar la leche que nos hizo hombres, a oír la voz de nuestra niñez social, la voz del Evangelio". (pág.19) "Porque no en vano fuimos niños, siendo el niño que llevamos todos adentro el justo que nos justifica”. (pág.21) Y esta inocencia que siempre acompaño al Rector de Salamanca es la que lo lleva a perdonar a Nicodemo, y a sí mismo, después de la casi desmesurada critica a la que lo somete a través de todo el texto: "Había muerto Jesús, y fue Nicodemo, el discípulo secreto, llevando mirra y áloes a enterrarlo. Envuelto a la vez en los perfumados bálsamos de su afecto, enterrólo en su corazón. Sus entusiasmos, sus anhelos, su amor, su ciencia, todo lo convirtió en mirra y áloes con que ungir en su alma el cadáver del Maestro, y lo enterró en su corazón, sepulcro nuevo, donde no había sido puesto antes nadie". (Pag.42—43) En Como se hace una novela, Unamuno nos presenta nuevamente las paradojas del olvido de sí mismo, del tiempo y de la muerte, hablando a propósito de Proust, plantea como la verdadera tragedia es la de evanescencia del tiempo, más terrible que la muerte misma: "En estos días he leído a Proust, prototipo de escritores y de solitarios, y iQue tragedia la de su soledad! Lo que le acongoja, lo que le permite sondar los abismos de la tragedia humana es su sentimiento de la muerte, pero de la muerte de cada instante, en que se siente morir momento a momento, que diseca el cadáver de su alma, y iCon que minuciosidad! iA la rebusca del tiempo perdido! Siempre se pierde el tiempo. Lo que se llama ganar tiempo es perderlo. EI tiempo: he aquí la tragedia" (Pág.594-595) La salida la encuentra Unamuno en el vaciarse de sí, en la kenosis Paulina: "Héteme aquí ante estas páginas blancas, mi porvenir, tratando de derramar mi vida a fin de continuar viviendo, de darme la vida, de arrancarme a la muerte de cada instante. Trato a la vez, de consolarme de mí
destierro, del destierro de mi eternidad, de este destierro al que quiero llamar des-cielo". (pág. 273) Como lo dice al final del texto, en la Continuación, Jueves 30-VI: "Contar la vida ¿No es acaso un modo, y tal vez el más profundo de vivirla?...¿Cuándo se acabará esa contraposición entre acción y contemplación? ¿Cuando se acabará de comprender que la acción es contemplativa y la contemplación es activa? (pág. 618) Pero la tragedia personal, el enigma existencial no está separado de la praxis social, del devenir histórico: "La esencia de un individuo y la de un pueblo es su historia y la historia es lo que se llama la filosofía de la historia, es la reflexión que cada individuo o cada pueblo hacen de lo que les sucede, de lo que sucede en ellos". (pág. 576) En el caso de Unamuno, esta tragedia era doble, pues era Vasco y Español en un momento histórico donde nacionalidades, lenguas y estados se desgarraron en una guerra, que como la guerra civil española fue la antesala de las guerras étnicas contemporáneas. "Y allí, en la vieja pequeña ciudad navarra. En un tiempo española y hoy francesa, sentado en un banco de piedra de Eyalaberri, embozado en la paz ambiente, oiría el rumor eterno del Nive. E iría a verlo, cuando pasa bajo el puente que lleva a la iglesia. Y el campo circundante le hablaría en vascuence, en infantil eusquera, le hablaría infantilmente, en balbuceo de paz y de confianza". (pág. 589) Sobre el problema y las relaciones del narrador de una novela con el escritor de la misma parecería que entramos en esa paradoja que plantea el célebre cuento del sueño de Chuang Tzu: Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había sonado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu. "Un poco calmado abrio el libro y reanudó su lectura. Se olvido de sí mismo, por completo, y entonces sí que pudo decir que se había muerto. Soñaba al otro, o más bien el otro era un sueño que se soñaba en él, una criatura de su soledad infinita". (pág. 583) "EI autor de esta novela se está burlando de mí... ¿o soy yo quien se está burlando de mí mismo?" (pág. 596) "Todos los personajes poéticos de Flaubert son Flaubert y más que ningún otro Emma Bovary. Hasta Monsieur Homais, que es Flaubert, y si Flaubert se burla de Monsieur Homais es para burlarse de sí mismo, por compasión, es decir, por amor de sí mismo". (pag.575) Considero que este problema es muy bien resuelto por Barthés cuando dice: "Balzac, en su novela Sarrasine, hablando de un castrado disfrazado de mujer, escribe lo siguiente: "Era la mujer, con sus miedos repentinos, sus caprichos irracionales, sus instintivas turbaciones, sus audacias sin causa, sus bravatas y su exquisita delicadeza de sentimientos. " ¿Quién está hablando así? ¿El héroe de la novela, interesado en ignorar al castrado que se esconde bajo la mujer? ¿El individuo Balzac, al que la experiencia personal ha provisto de una filosofía sobre la mujer? ¿El autor Balzac, haciendo profesión de ciertas ideas »literarias» sobre la feminidad? ¿La sabiduría universal?¿La psicología romántica? Nunca jamás será posible averiguarlo, por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que van a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe". (Barthes, La muerte del autor, pag.1)
BIBLIOGRAFIA:
Unamuno, Miguel de. Nicodemo el fariseo. Documento de trabajo. U.P.B. ESCUELA DE TEOLOGlA, FILOSOFlA Y HUMANIDADES ________________. Cómo se hace una novela. Documento de trabajo. U.P.B. ESCUELA DE TEOLOGlA, FILOSOFlA Y HUMANIDADES
Barthés, R- La muerte del autor http://www.elultimolibro.net/2009/08/rolandbarthes. html) Henry, Michel. Fenomenología de la vida, En Pensar la vida, Miguel Garcia-Baró y Ricardo Pinilla B. Ed. Universidad Pontificia de Comillas, 2003, España.