el artista
SANTIAGO VALLADARES LA SENSUALIDAD & EL ENIGMA Por Juan B. Juárez
Lo que sucede en cada cuadro de Santiago Valladares (El Salvador, 1976) no se limita únicamente a la historia ejemplar que allí se cuenta con un lenguaje imaginativo, sino más bien y sobre todo de lo que se trata es del montaje de una escena (de la creación de un escenario, de los personajes que encarnan la representación de cada historia y de la iluminación fantástica que las sitúa como parte de un sueño), tarea compleja que implica, además de los secretos y los cuidados propios del oficio de pintor, el ingenio, la imagina-
Con esas raíces tan complejas no resulta extraño que cada obra tenga el carácter de solución, casi siempre inesperada, de un problema no sólo técnico o formal sino también moral; solución en la que tiene mucho que ver el sentido del humor con tintes irónicos y la actitud lúdica —imaginación y desenfado—con la que el artista enfrenta su trabajo. De allí que al contar una historia fantástica, lo haga la minuciosidad propia del realismo fotográfico y que, al mismo tiempo que muestra las voluptuosidades y refinamientos de la sensualidad, esconda con sutileza las claves simbólicas de la alegoría. Así, sus cuadros, fascinantes a nivel de los sentidos, plantean, por otro lado, un enigma que, como el de la Esfinge, desafía al intelecto y al inconsciente del espectador.
ción, la fantasía, la familiaridad con la historia del arte y de la literatura universales y cierta actitud crítica e irreverente con respecto a su entorno cotidiano con su mezcla, a veces grotesca, de tradición y novelería, de refinamiento y vulgaridad.
Las escenas circenses llenas de magia y humor, los personajes exagerados y absurdos, los animales fantásticos, las máquinas demenciales, objetos aparentemente inocentes y todo lo que aparece en sus cuadros, tienen, atrás de su convincente naturalidad, sin embargo, algo de utilería, de ilusión efectista, de juego de proyecciones inconscientes del que adquieren su levedad y su encanto, y también su significado oculto e inquietante.
Y es que, a la par de sus raíces puramente plásticas que la emparentan con el surrealismo, los ilustradores y grabadores franceses del siglo XVIII y XIX, la pintura flamenca, holandesa e italiana del Renacimiento y los iluminadores medievales, la inagotable pintura de Santiago Valladares desarrolla siempre temas de naturaleza literaria, que a su vez lo relacionan con Lewis Carroll, Franz Kafka, los fabulistas antiguos de Oriente y Occidente, la crítica de las costumbres y el teatro del absurdo.
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