EL INSTANTE PERDIDO
H.C. ELÍAS
EL INSTANTE PERDIDO H.C. ELÍAS
El Instante Perdido Autor: H.C. Elías Reg. INDAUTOR 03-2021-032412500400-01
En 1921 Ricardo Mariño bisabuelo de la hoy Doctora en arqueología mesoamericana Arwen Mariño viajó con un grupo de inversionistas a la Ciudad de México. El motivo principal del viaje era su interés en la extracción de minerales diversos, para llevar a cabo tal empresa se encontraría con expertos geólogos quienes los conducirían por parte del territorio mexicano en busca de sitios apropiados para cristalizar sus propósitos de inversión. En aquel tiempo la imponente ciudad prehispánica de Teotihuacán tenía apenas 11 año de haber sido abierta al público por lo que representaba una extraordinaria maravilla que no podía ser pasada por alto para visitantes extranjeros, así que los amigos de este grupo proveniente de España organizaron una visita a la zona arqueológica. El clima era frío ya que corrían los primeros días de diciembre, el grupo dejó el Distrito Federal a temprana hora de la mañana con el fin de llegar al amanecer a la Ciudad de los Dioses donde pasarían el día en compañía de pobladores de la zona que conocían mucho acerca de la historia y leyendas en torno a la cultura tolteca. Entre ellos había una joven mujer cuyo nombre nativo era Ameyali, que significa “fuente de sabiduría”. Ameyali en aquellos días tendría 16 años, pero a pesar de ello era una persona muy reverenciada por su pueblo, su genealogía podía ser rastreada hasta los tiempos de la edad de oro de Teotihuacán. El abuelo paterno de Ameyali, quien aún vivía tenía el aspecto de un hombre de 50 años aproximadamente, sin embargo, su edad era 83 años. Don Daniel había sido el Chaman de su pueblo y Ameyali había heredado los dones de su abuelo. Cuando Ricardo y sus amigos llegaron a Teotihuacán fueron recibidos por dos hombres y la chica Ameyali, de inmediato ella se dirigió a él ignorando a todos los demás, y le dijo “sabíamos que vendrías, pero no es a ti a quien buscamos”. Ricardo se quedó sin habla, pero al parecer sus acompañantes no se habían percatado de lo ocurrido.
Con Ameyali iban Don Daniel, su abuelo, y un joven. Ricardo había quedado tan atónito por el comentario de la chica que de momento no puso demasiada atención en sus dos acompañantes, pero una vez repuesto observo a un hombre maduro de piel morena como de unos 50 años y un joven cuya edad no pudo definir bien ya que lo mismo parecía un jovencito de 15 años, como un muchacho de unos 22 o 24 años. Además, el muchacho era algo extraño, mantenía la cabeza agachada, como mirando al piso y su figura no estaba bien definida, era como si la vista de Ricardo no fuera muy clara y viera algo borroso. De momento Ricardo supuso que era debido a la impresión que había recibido, pero lo extraño era que tanto Ameyali como el hombre maduro tenían una silueta muy bien definida, además, ambos eran de piel morena, pero el muchacho a veces parecía que su piel era blanca y a veces morena. En eso estaba Ricardo cuando Don Daniel lo saludo, “Hola, soy Daniel abuelo de Ameyali”. La voz de Daniel resonó en Ricardo y como si de pronto fuera despertado de un sueño reaccionó y todo pareció normal, devolviendo el saludo “Hola Don Daniel, gusto en conocerlos, he venido con unos amigos a visitar los vestigios de la bella Teotihuacán”. De pronto el resto del grupo se acercó y todos intercambiaron saludos con Don Daniel y su nieta, ya que el muchacho permanecía unos metros detrás de ellos y no parecía estar interesado en interactuar con el grupo en forma alguna. Comenzaron la visita guiados por Don Daniel quien iba explicando el significado y los rituales vinculados a cada una de las pirámides, pero cuando llegaron a la pirámide de Quetzalcóatl, Ricardo se separó del grupo, decidió permanecer un poco más ya que sintió el impulso de escudriñar más a fondo aquella construcción. En verdad no sabía qué lo había atraído a permanecer en aquel lugar, no sabía que buscaba, o que podría encontrar, solo sentía que debería estar ahí. Unos minutos después de permanecer de pie frente a tan impresionante monumento, sufrió un gran sobresalto al sentir una mano en su hombro, así que literalmente brinco, y volteó a ver de quién se trataba. Para su sorpresa era el muchacho taciturno que había llegado con Ameyali y su abuelo. A diferencia de lo ocurrido en su primer encuentro, el muchacho mostró su rostro viéndolo fijamente a
los ojos, para sorpresa de Ricardo su mirada era muy profunda pero sus ojos eran de un color difícil de definir, sin decir palabra alguna tomó su mano y le coloco en la palma lo que parecía una laja de piedra con algo inscrito en ella, acto seguido, el muchacho puso la palma de su propia mano sobre la piedra sujetándola a la palma de la mano de Ricardo. En ese momento Ricardo sintió algo así como una corriente eléctrica que recorrió todo su cuerpo y en su mente aparecieron una serie de imágenes que por la rapidez con la que se sucedían no le fue posible identificar, sin embargo, tal evento le proporcionó mucha ansiedad, tanto que se desvaneció. Minutos después uno de sus amigos en el grupo se percató de su ausencia y decidió regresar a buscarlo, cuando llegó a la pirámide de Quetzalcoatl vio a Ricardo en el suelo, de inmediato se hinco a su lado, pero Ricardo seguía inconsciente, así que corrió e informó de lo que estaba ocurriendo a los demás miembros del grupo, a Ameyali y a Don Daniel, quienes se dirigieron con premura a auxiliar a Ricardo. Los primeros en llegar fueron Ameyali y Don Daniel, lo que notó ella de inmediato fue el trozo de piedra que aún estaba en su mano, al instante comprendió lo que estaba ocurriendo y por ello hizo una reverencia hacia la pirámide, luego pronunció unas palabras en voz baja en su nativa lengua, el náhuatl y Ricardo recobro poco a poco la conciencia, en ese momento llegaron sus amigos. Cuando Ricardo recobró por completo el conocimiento lo primero que vio fue a Ameyali, pero también se percató de aquello que tenía en la mano, así que dirigió una mirada inquisitiva a la chica, como diciendo “y esto ¿qué es?, ¿qué significa?, ¿por qué a mí? y ella esbozo una dulce sonrisa y le dijo, “no está en el hombre comprender los designios de los dioses”. Esto lejos de aclarar el extraño episodio que acababa de vivir, solo lo había dejado mucho más confundido. En eso se acercaron dos de sus amigos y lo levantaron, sentándolo en un pequeño montículo de piedra. Ricardo no comentó con ellos nada de lo sucedido. Por fin llego la tarde, después de una deliciosa comida tradicional de la zona, el grupo se despidió de Ameyali y de Don Daniel, el misterioso muchacho ya no estaba con ellos. Él único que preguntó por aquel chico fue Ricardo, en este caso quien tomó la palabra fue Don Daniel, diciéndole, “no olvides en dónde te encuentras,
estas es la Gran Teotihuacán, la Ciudad dónde los hombres se hacen dioses”. Los integrantes del grupo se sintieron desconcertados, pues como habría de saber más tarde Ricardo, ninguno de ellos vio jamás al susodicho muchacho. Ya de regreso en España, Ricardo jamás comentó lo ocurrido en aquellos años, solo en su lecho de muerte le entregó a su hija una laja de piedra envuelta con gran delicadeza en un fino lienzo de lino, al tiempo que le revelaba la forma en la que aquella piedra con esos extraños símbolos había llegado a su poder. Poco tiempo después Don Ricardo murió. Doña Mercedes Mariño le comentó lo sucedido a su hermano Don Fernando Mariño, el de inmediato quedó fascinado por el misterioso relato y le suplicó a su hermana que le cediera aquella laja de piedra con las extrañas inscripciones grabadas en ella. Doña Mercedes que para nada compartía el entusiasmo de Don Fernando, accedió de inmediato, sintiendo que se había liberado de un gran peso de encima, pues en verdad, jamás había creído tan irracional y loca historia, ella estaba segura que solo se trataba de los delirios de un viejo en sus últimos momentos, y que la piedra solo era una de tantas con marcas hechas al azar por el paso del tiempo. A Don Fernando siempre le inquieto algo, ¿por qué su padre había vivido algo tan especial y luego no hubo nada más que pudiera haber estado vinculado a tal evento en el resto de su vida?, nada extraordinario volvió a tocarlo, y esta se volvió tan ordinaria, y tediosa como la de cualquiera. ¿Cuál fue entonces el sentido de todo aquello? Para don Fernando la piedra angular detrás del misterio que tocó la vida de su padre era la extraña frase que había pronunciado la chica Ameyali, “sabíamos qué vendrías, pero no es a ti a quien estamos buscando”. ¿Acaso ese era el designio de los dioses, acercar lo divino al hombre, para luego simplemente darle la espalda? Don Fernando se sentía lleno de resentimiento por lo que aquellas personas le habían hecho a su padre en Teotihuacán. Protagonizar una experiencia única y luego la falta de una conclusión, un propósito, una razón que pudiera darle sentido
a su extraño encuentro, tal vez fue demasiado para él, y en lugar de darle un propósito a su vida, literalmente se lo quitó, siempre esperó algo, y nunca aprecio nada. Desde aquel momento su vida comenzó a apagarse con el fuego que el misterioso muchacho había prendido en él. Así que tomó la extraña decisión de ir a Teotihuacán para buscar a la entonces jovencita Ameyali. La segunda guerra mundial acababa de terminar, era 1946 y pensaba que Ameyali, si aún vivía en aquel lugar, debería tener unos 40 años. Con absoluta convicción inicia su camino a México, decidió ir solo, además no comentó con nadie el motivo de su viaje, sin embargo, por motivos difíciles de comprender no llevó consigo la laja de piedra con los extraños símbolos, la dejó en su caja fuerte adjuntando una nota. Don Fernando, una vez en el Distrito Federal, decide trasladarse a San Martín de las Pirámides para desde ahí comenzar su búsqueda de Ameyali. Don Fernando decidió llevar un diario a manera de bitácora para plasmar todo cuanto aconteciera en aquel viaje. El 17 de octubre de 1946 don Fernando llegó a San Martín de las pirámides alrededor de las 2 de la tarde, de inmediato buscó una casa de huéspedes o algún hotel dónde poder hospedarse. No tuvo que batallar demasiado, pues en aquel entonces solo había uno que medianamente cumplía con sus expectativas de hospedaje. Una vez instalado salió a comer y comenzó a preguntar a los lugareños sobre un viejo Chamán de la zona cuyo nombre era Don Daniel y sobre su nieta Ameyali, pero parecía que nadie había escuchado de ellos. Ya que habían pasado 25 años del encuentro de estos personajes con su padre, pensó que quizá se habían ido a otro pueblo, o habían muerto. Pero no estaba dispuesto a darse por vencido, así que decidió ponerse en contacto con los ancianos de la zona. Pasaron varios días sin que nadie recordara a ninguno de aquellos personajes. En vista de que sus esfuerzos eran infructuosos decidió
regresar al Distrito Federal, ahí evaluaría si retornaba a la zona de las pirámides para continuar su búsqueda o simplemente regresaría a España. Pensó que estando en el Distrito Federal podría buscar literatura sobre los hallazgos arqueológicos realizados en Teotihuacán, en particular algo acerca de la pirámide de Quetzalcóatl y la tradición chamánica de los pueblos oriundos de la región. Como primera opción pensó en visitar la Biblioteca Nacional con el fin de adentrarse un poco en la cultura tolteca y en la ciudad de Teotihuacán. Si algo capto la atención y fascino su imaginación fue la cosmogonía tolteca, dado que, según el relato, el mundo actual había tenido su inicio en Teotihuacán. Tanto interés despertó en él aquellos relatos que los copió en su bitácora, llevándola a su hotel con el fin de estudiarla más a fondo. Aquella tarde pidió comida a su habitación y se dispuso a estudiar las notas que más temprano había tomado en la biblioteca. “Huehuetéotl, conocido como el dios viejo, al que se designaba como madre nuestra, padre nuestro, representaba la dualidad y unidad masculino-femenina. Esta deidad radicaba en Ilhuicatl-Omeyocan, o segundo cielo. Él-ella es padre-madre del universo y de cuanto hay en él. Esta deidad es quien suministra energía cósmica universal de la que todas las cosas derivan, así como la continuidad de su existencia y sustento. Provee y mantiene el ritmo oscilante del universo y confiere a cada cosa su naturaleza particular. Huehuetéotl es conocido como el Uno mediante el cual todos vivimos. Él es el verdadero ser de todas las cosas, preservándolas y nutriéndolas (Tloque Nahuaque). Desde una perspectiva metafísica representa él/la que está cerca de todas las cosas y de quien todas las cosas están cerca. Epistemológicamente, Huehuetéotl es aquel que es invisible e intangible, impalpable como el viento (Yohaulli- Ehecátl). Aunque también fue conocido como el inventor de sí mismo (Moyo Coyatzin), o el dador de vida (Ipalnemohuani).
Huehuetéotl en Teotihuacán fue considerado dios del fuego, su culto ya estaba muy difundido en Mesoamérica aún antes de que apareciera como objeto de culto en la Ciudad donde los hombres de hacen dioses.” A Fernando le pareció una narrativa interesante, pero solo eso, no fue capaz de discernir su importancia, pues en aquella época estos relatos eran mitología e incluso folklore de la época precolombina del nuevo continente. Sin embargo, decidió plasmar esa información en su diario. Al día siguiente regresó a la Biblioteca en su afán de descubrir más acerca de Teotihuacán. En esta ocasión leyó algo sobre los primeros pobladores de la ciudad, información que también dejo plasmada en su diario. “Cuando un grupo de personas conocidos como los Olmecas desaparecieron del Golfo de México se generó una especie de vacío en cuanto a la civilización. Fue entonces que pequeños grupos fueron poblando diversas zonas de Mesoamérica. Uno de estos grupos se asentó en las cercanías del volcán Xitle, al sur del lago de Texcoco, nombrando a su ciudad Cuicuilco. En su etapa de gran florecimiento la grandeza de esta cuidad competía con Teotihuacán en sus primeras etapas.” En sus escritos Fernando subrayó la palabra “desaparecieron”, y luego agrego una nota en la cual mencionaba que no se sabía a ciencia cierta quiénes habían sido los primeros pobladores de Teotihuacán, de dónde habían llegado, ni cuál era la antigüedad real de la Ciudad. Esto sin duda le puso un toque de misterio a su investigación, por lo que decidió regresar una vez más a la Biblioteca para saciar su incipiente curiosidad. En esta ocasión anotó en su bitácora los nombres de los principales dioses Teotihuacanos, “Quetzalcóatl, la serpiente emplumada; Tláloc, el dios de la lluvia; Chalchiuhtlique, la otra cara del Tláloc como diosa de los lagos y corrientes de agua, también asociada a la fertilidad; Huehuetéotl” dios que ya había estudiado, sin embargo, se encontró con algo nuevo en su descripción anotándolo y subrayándolo “una de sus manos estaba empuñada y la otra con la palma hacia el cielo” aunque a ciencia cierta no tenía idea de por qué tan inusual posición de las manos le había
llamado la atención, simplemente sintió el impulso de destacar tal característica. Hecho esto, siguió con sus anotaciones, “la siguiente diosa fue conocida como Mujer Araña, a quien se le veneró como diosa de la oscuridad y el inframundo; Xipe Tótec, era el dios de las cosechas, la enfermedad y la orfebrería, se le consideraba símbolo de la renovación y del desprendimiento, sus acciones estaban enfocadas en regenerar el espíritu del ser humano”. Fernando estaba tan ensimismado en su lectura y realizando sus anotaciones que no fue capaz de notar la presencia de una bella mujer que ya llevaba un rato observándolo, pero al ser tan fija la mirada de pronto sintió el impulso de levantar la vista y ahí de pie frente a él estaba aquella bella mujer como de unos 25 años. Desde luego el no supo que decir, así que ella inició la conversación. “Hola, he notado que tiene un gran interés por la cultura prehispánica, ya son tres días que pasa muchas horas en esta mesa”, “Si tengo motivos personales que justifican mi interés por la cultura que se desarrolló en Teotihuacán”. “Disculpe mi falta de tacto al no haberme presentado antes de iniciar nuestra conversación, soy Brenda del Prado y ¿usted es?” “Gusto en conocerla, soy Fernando Mariño, ¿me aceptaría un café?” “comprenderá que no acostumbro aceptar invitaciones de extraños” “correcto, sin embargo, si hemos de ser honestos no fui yo quien se acercó a usted, en primer lugar” “en eso tiene razón, y sí, si acepto su invitación siempre y cuando tomemos el café aquí en la cafetería de la Biblioteca” “en ese caso, adelante, la sigo”. Este fue el primer encuentro de Fernando con Brenda, en aquel momento sin duda Fernando se sintió entusiasmado de que tan hermosa mujer le hubiera dado la oportunidad de conocerla. Una vez en el café, ella, quien era además de bella muy inteligente y sagaz, logro hacer que la conversación girara en torno a Fernando, quedando mucho de quien era, a qué se dedicaba, y sobre todo, el porqué de su aparente interés en la investigación de Fernando en un absoluto misterio. Sin embargo, Fernando estaba tan embobado con la belleza de Brenda que no se percató de esta situación y
entusiasmado le pidió que se vieran al siguiente día para continuar con la plática, a lo que Brenda accedió. Durante la noche Fernando no pudo descansar, ya que se encontraba verdaderamente feliz por aquel encuentro. Así pasaron las largas horas de la noche y con el primer rayo de luz Fernando saltó de la cama, tomo un baño, bajo y desayunó en el hotel, luego salió a caminar, y así por fin llegó la hora de comer. Fernando llego primero al restaurante, y decidió esperar a Brenda antes de pasar a la mesa, pero habían pasado 15 minutos y Fernando comenzó a sentir una pesada ansiedad ante el retraso de Brenda, por fin, 5 minutos después llego ella, y el rostro de Fernando se iluminó como pocas veces en su vida. “Fernando mil disculpas, he tenido que resolver cosas de último momento, pero ya estoy aquí, que te parece si pasamos a la mesa” “excelente, adelante, te sigo” Brenda haciendo gala de su gran inteligencia e intuición, había llegado tarde intencionalmente para provocar un estado de ansiedad en Fernando, cosa que sabía bajaría su guardia cuando conversaran durante la comida. Después de un breve intercambio de historias insulsas sobre lo que habían hecho durante el día, Fernando decide abrirse ante aquella enigmática mujer para revelarle el verdadero propósito de su viaje, y le cuenta lo ocurrido a su padre Don Ricardo Mariño 25 años antes en Teotihuacán. Brenda queda sorprendida, o al menos, eso hizo creer a Fernando, de inmediato reacciono y le dijo “no cabe duda que la vida está hecha de coincidencias” “¿por qué lo dices?” le pregunta Fernando, “cuando era pequeña viví durante algunos años en San Juan Teotihuacán y recuerdo que mi abuelo mencionaba mucho a Don Daniel, el chamán de la región. Mi abuelo murió hace algunos años, pero tal vez mi padre sepa que pasó con Don Daniel y su nieta, de hecho, el aún vive en Teotihuacán” “esa es una noticia fantástica, quien me diría que encontré la pista que estaba buscando cuando de hecho ya había perdido la esperanza de encontrarla” “mi abuelo decía: No está en el hombre comprender los designios de los dioses”. Con la emoción que invadía a Fernando no solo por la presencia de Brenda, sino por su inesperada conexión con las personas que había
estado buscando sin éxito, no reparó demasiado en la aquella frase pronunciada por Brenda. Fernando con cierto nerviosismo le pregunta a Brenda si cree que sea posible viajar a Teotihuacán a conocer a su padre, y ella le responde que sí, aunque su padre viaja mucho por la región, por lo que no puede garantizarle que esté cuando lleguen a verlo. Pero Fernando no le importó la posibilidad de fracaso, le pidió a Brenda que salieran lo antes posible, y así acordaron salir el siguiente sábado por la mañana. Pasaron los días y Fernando en compañía de Brenda iniciaron el viaje a Teotihuacán. Llegaron temprano así que fueron a desayunar a una pequeña fonda en San Juan Teotihuacán. Al terminar el desayuno se encaminaron a casa del padre de Brenda. Caminaron por un sendero de terracería durante 40 minutos aproximadamente, ya que se encontraba a las afueras del pueblo, la vista era hermosa, desde ahí se veía la ancestral ciudad. Brenda se adelantó para tocar a la puerta de la pequeña casa, entonces la puerta se abrió y apareció un hombre delgado moreno de baja estatura, pero con una sonrisa muy llena de paz, era el padre de Brenda, o al menos eso era lo que ella le había dicho. Brenda lo presenta con Fernando y le pide a este que le explique la razón de su interés por hablar con él. Después de haberlo escuchado, le dijo “en efecto yo conocí a Don Daniel un gran hombre y chamán del pueblo antiguo” entonces Fernando pensó para sí, “al menos ahora puedo estar seguro aquello que mi padre le relató a mi hermana realmente ocurrió y no fueron desvaríos de un hombre moribundo” “al menos en cuanto a la veracidad de la historia de mi padre estoy tranquilo”. Acto seguido Fernando le comentó que Brenda le había dicho que Don Daniel había muerto, así que decidió ir más lejos y pregunto al padre de Brenda por Ameyali, su nieta adolescente que aquel día lo acompañaba. “Qué pasó con Ameyalí su nieta, ¿sigue viviendo aquí en la zona? Desde la muerte de su abuelo nadie la ha vuelto a ver, pero se dice que cada año en el solsticio de invierno regresa a Teotihuacán. Me temo que si quieres verla tendrás que esperar hasta esa fecha”
Pero si decido volver, ¿cómo podré reconocerla?, si ella quiere hablar contigo, ella se acercará a ti. Entonces Brenda interrumpe la conversación y le pide a su padre que los acompañe a Teotihuacán, ya que sin duda Fernando querrá ver por sí mismo el lugar dónde todo lo que aconteció a su padre tuvo lugar. Dicho eso partieron a pie a Teotihuacán dado que se encontraba a tan solo 2 kilómetros de donde estaban. Durante el camino el padre de Brenda fue hablando del esplendor de la antigua ciudad, de lo que representaba cada pirámide, de lo poco que se sabía de sus pobladores originales, en fin, todo aquello con lo que lograba cautivar y capturar la atención de Fernando. Después de media hora de camino estaban entrando a la calzada de los muertos. Pronto se dirigieron a la pirámide de Quetzalcóatl, eran pasadas las dos de la tarde. Los tres se pararon frente a la pirámide en absoluto silencio, de pronto el cielo comenzó a nublarse densamente anticipando una muy fuerte tormenta. Las nubes eran tan densas que el lugar se había oscurecido bastante. Instantes después cayó un rayo muy cerca de ellos y con el resplandor de la luz Fernando, por un evanescente instante vio a Brenda y a su padre ataviados como en los tiempos en que Teotihuacán había sido habitada, el impacto fue tal que Fernando se desmayó. Cuando finalmente recupero el conocimiento estaba completamente solo, sin embargo, se percató que en los bolsillos de su pantalón había una piedra con ciertos símbolos y una nota que decía: “Te estábamos esperando, pero no eres tú a quien buscamos”. Al leer la nota y ver la piedra Fernando sintió que era su padre Ricardo, todo era igual, la piedra y el mensaje muy similar, estaba irritado al extremo, se levantó, y arrojó la piedra contra la pirámide de Quetzalcóatl, rompió en varios pedazos la hoja, grito, corrió, pateo contra el piso y finalmente se tiró sobre el lodo y así se quedó por algún tiempo, llorando y maldiciendo su suerte. Pasaron al menos tres horas, ya entrada la tarde inicio el camino de regreso hacia la casa del padre de Brenda, estaba tan enojado que estuvo murmurando todo el camino lo que les diría a ambos cuando los viera.
Finalmente llego al sitio donde debía estar aquella pequeña chocita, pero no había nada, pensó que por la lluvia y su enojo se había desorientado, así que camino cubriendo un vasto terreno, pero nada, ni siquiera el menor indicio de que alguna construcción hubiera estado ahí. Como oscurecía decidió regresar al centro del pueblo y buscar un lugar para pasar la noche. Una vez hospedado tomó un baño, entre el enojo, la incertidumbre, la decepción, la desesperación, lo que menos tenía era hambre, así que se recostó sobre la cama tratando de poner en orden sus pensamientos. Hecho esto, y a pesar de su confusión emocional decidió registrar lo ocurrido en su bitácora. Por la mañana, ya más tranquilo, decidió regresar a buscar la chocita, tal vez como era tarde y estaba oscuro por la tormenta se había confundido y luego en su afán por encontrarla bajo un estado totalmente iracundo había perdido la orientación. Al día siguiente y siguiendo el camino exacto que había recorrido la tarde anterior en compañía de Brenda regresó al lugar donde estaría seguro que encontraría la pequeña choza, pero el resultado fue el mismo, nada, incluso había una gran cantidad de magueyes qué por su tamaño, debían tener algún tiempo en ese lugar. Justamente cuando estaba mirando los magueyes, en la tierra, a un costado, le llamó la atención algo que brillaba con el sol, se trataba de una laja de pirita, conocida también como el oro de los tontos, y si, de momento Fernando creyó que eso era, una piedra con pequeñas incrustaciones de oro, de inmediato se acerco a la piedra para levantarla, pero al tocarla de pronto se encontró en Teotihuacán nuevamente, pero no en la ciudad actual, sino en la primigenia, pues la pirámide de Quetzalcóatl ni siquiera existía como tal, solo había un monumento megalítico de piedras. Desde luego Fernando desconocía dónde se encontraba, pero en esa nueva visita que solo duró un instante un extraño ser con cierta apariencia de mujer solo que muy alta se acercó a él y le dijo algo en un lenguaje que Fernando no pudo comprender. De inmediato Fernando regresó al lugar en dónde estaba y sin tener un recuerdo consciente de lo ocurrido, simplemente se limitó a terminar de levantar la piedra, cuando la miró por atrás encontró inscripciones que no podía descifrar
idénticas a las que había en la piedra que el día anterior había lanzado cerca de la pirámide de Quetzalcóatl. Se sentó en la tierra y por un instante no supo que hacer, de pronto se levantó súbitamente y comenzó a gritar “¿Qué broma es esta?, ¿por qué a mí?, ¿por qué a mi padre? ¿qué esperan de nosotros?, pero solo hubo un profundo silencio por respuesta. Después de un tiempo regresó a su hotel, dirigiéndose al Distrito Federal, para regresar a España y jamás mirar atrás. Al menos eso creyó en aquel entonces. Pasaron 12 años y cierto día cuando asistía en compañía de su esposa a un recital de música medieval por un evanescente instante pensó haber visto a Brenda, igual de joven e igual de bella, esto lo inquietó demasiado, pero como iba con su esposa no pudo separarse de ella para tratar de seguirla. Ya de regreso a casa mientras conducía su esposa lo notaba como distante, y era cierto, él iba pensando en lo ocurrido, se decía a sí mismo que quizá no se trataba de Brenda sino de una chica que se le parecía mucho ya que solo fue la impresión de un instante. Lo importante de aquel instante fue que había logrado revivir lo ocurrido 12 años atrás en México. Cuando llegó a casa esperó a que su esposa se durmiera y recordó las frases que Ameyali le había dicho a su padre “sabíamos que vendrías, pero no eres tú a quien buscamos”, y luego recordó la frase que apareció escrita en la hoja de Teotihuacán, “te estábamos esperando, pero no eres tú a quien buscamos”. Luego fue por las piedras, la suya y la de su padre y las colocó sobre la mesa, nunca antes las había querido ver con detalle, pero ahora sentía la necesidad de hacerlo. Lo primero que notó fue que ambas piedras a pesar de haber sido obtenidas con 25 años de diferencia, embonaban perfectamente, sin embargo, parecía como si faltara una tercera. La escritura o grabados que había en ambas piedras insinuaban la realización de un mismo artífice, pero si aquello que estaba grabado en ellas correspondía o no a un lenguaje, al menos en aquel momento no podía saberlo, ya
que esas muescas en la piedra no se parecían a nada que Fernando hubiera conocido. Al menos, a diferencia de su padre, su vida no había sido vacía, estaba casado, amaba a su esposa y tenía un hermoso hijo de 7 años y una bella niña de 4 años; un buen empleo, una casa de clase media alta, un bonito automóvil y un perro muy fiel, ¿qué más podría pedir a la vida? Por un rato se quedó despierto en la sala recordando los detalles de aquel viaje que por tanto tiempo quiso olvidar, pero ahora las imágenes de ese evento regresaban insistentemente a su mente. Al fin le venció el sueño. Como ya no podía apartar de su mente lo ocurrido 12 años atrás, decidió seguir investigando sobre las costumbres, forma de pensar, cosmogonía y lenguaje de los antiguos pobladores de Teotihuacán. Reinició su investigación, solo que en esta ocasión decidió buscar a un viejo amigo, Sir Richard Huntington III, él se había especializado realizando un doctorado en la Universidad de Oxford en arqueología mesoamericana, y así fue como en 1958 retomó la investigación con la que intentaba aclarar algo de lo que había ocurrido en su viaja a la Ciudad donde los hombres se hacen dioses. Fernando le platicó lo ocurrido a Sir Richard, además le comentó que había investigado sobre el dios viejo Huehuetéotl. El relato que escucho de labios de Fernando llamó la atención de Sir Richard, por lo que, al consultar sus notas, le envió a Fernando información interesante sobre el origen del cosmos según los pobladores de Teotihuacán. “El creador de todas los cosas fue conocido como Ometecuhtli cuya morada es el Omeyócan lugar que se encuentra más allá de los 9 cielos, cuya representación incluye un tocado de plumas, el signo de la luz en la frente, la luna y la estrella venus. De él surgieron dos deidades fundamentales Ometéotl (Ome- 2, teotl – dios), o señor de la dualidad y Omecihuatl (Ome-2, cihuatl- señora diosa) o señora de la dualidad. En este punto es importante destacar que a Huehuetéotl se le identificaba con Ometéotl. La pareja moraba en la región de los 9 cielos. Ellos tuvieron 4 hijos
Tezcatlipoca rojo (Xipe totec), Tezcatlipoca blanco (Quetzalcóatl), Tezcatlipoca negro (Tezcatlipoca), Tezcatlipoca azul (Huitzilopochtli). Quetzalcóatl representaba la vida, la luz, la bondad y el orden. Tezcatlipoca representa la muerte, la oscuridad, la maldad, la destrucción. Esta teología proviene de los mexicas, aunque es muy probable que estuviera muy influenciada por la cultura Teotihuacana. A estos 4 dioses les siguió Tlaltecuhtli diosa de la tierra y Cipactli, el gran caimán de donde deriva todo el cosmos conocido. Cipactli era representado como el gran caimán cuyo hogar era el océano primigenio, su cuerpo era mitad cocodrilo y mitad pez, además tenía 18 cuerpos unidos, en cada unión tenía una boca. La leyenda cuenta que Tezcatlipoca se cortó el pie izquierdo y lo arrojo al océano para que la sangre atrajera a Cipactli y entre él y Quetzalcóatl pudieran atacarlo. Tlaltecuhtli es la tierra primigenia, el origen, la materia pura, el estado inerte de las cosas. Quetzalcóatl y Tezcatlipoca parten por la mitad a Cipactli creando así la Tierra y los cielos, pero para poder incluir al hombre tenían que separar ambas mitades, por lo que utilizaron dos enormes árboles para dividir ambas regiones y crear el espacio necesario para que el hombre pudiera tomar su lugar en el cosmos. A los nueve cuerpos de arriba le llamaron Chicnauhtopa que significa, los nueve que están sobre nosotros. A los nueve cuerpos de abajo le asignaron la palabra Chicnauhmictlán que significa, los nueve mundos de los muertos. Por Cipactli también se referían a la luz de la primera creación como atributo del creador. Cipactli es un rayo de luz desplegándose y vibrando en el infinito. Recordemos que Quetzalcóatl, la estrella de la tarde y Tezcatlipoca, la luna, habían surgido de la unión de Ometeótl y Omecihuatl. La misión de estos 2 guerreros era continuar el legado de sus padres y poner orden sobre el caos que reinaba en la
Tierra para que surgiera la vida y fuera el lugar donde surgiría el nuevo hombre, después de varios intentos fallidos de los demás dioses para crearlo. Después de 600 años, el mundo se encontraba en tinieblas así que Quetzalcóatl y Tezcatlipoca decidieron crear un medio sol y formaron a un hombre Cipactli a quien le dieron el mandato de labrar la tierra y a una mujer Oxomoco quien tenía por ocupación hilar. Luego formaron los cielos y los dioses de los muertos, Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl. Nuevamente se observa la dualidad masculinofemenina en sus dioses. Después de esta primera pareja de humanos, Cipactli y Oxomoco, formaron a los hombres macehuales. Estos hombres habían nacido para adorar y servir a las deidades que se ocultaban en las estrellas. En este punto Fernando sintió la necesidad de recapitular un poco, pues ya estaba algo confundido, dado que un mismo nombre representaba cosas diferentes y diferentes nombres se les asignaban a cosas semejantes. Así fu que decidió comenzar con la palabra Cipactli, vocablo que lo mismo representaba al temible dios mitad lagarto y mitad pez, a la luz primordial como atributo del dios único, y al primer hombre. “Te entiendo perfectamente Fernando, veamos un poco más a fondo la raíz náhuatl de esta palabra, tal vez pueda aclarar tus dudas” “C- uno; i- es la raíz de la luz; pac- encima o arriba; cipac- la primera luz de arriba, la primera luz creada; tli- ser viviente. Se trata de una luz primigenia viviente. Por esto es que la luz referida la representan mediante el “viviente” Cipactli. Debido a su significado, Cipactli también era identificado con el sol. Del nombre de este dios se deriva la palabra Cipactonal (tonal-día) la cual representaba el día en que alumbró la primera luz.
Por la misma razón, la de representar a la primera luz viviente, no es raro que identificaran al primer hombre con este mismo nombre. “Como Oxomoco es la dualidad de Cipactli, veo conveniente profundizar en su significado”. Comentó Sir Richard Xom-itl signficia pie en nahautl; o-tli camino; Co- es una proposición de lugar, que hace referencia al lugar de donde viene. Así Oxomoco bien podría representar el camino que se ve en el lugar de los pies, es decir, la tierra. Esto es muy interesante pues en cierta manera la unión de Cipactli y Oxomoco simulan la unión de Cipactli y Tlaltecuhtli. Los primeros humanos, que llevan por nombre el sol y la tierra, haciendo mediante su unión remembranza de la unión trascendental del dios caimán y la Madre Tierra, como pulso generador del cosmos. Cipactli como el primer hombre lleva implícito en su nombre al sol y al día, en tanto Oxomoco, quien siendo la primera mujer lleva en su nombre la tierra y la noche. Así como anteriormente de la unión de la Luz primigenia y la Madre Tierra había surgido el cosmos, de la unión del día -Cipactli, y la noche -Oxomoco, surgía ahora el tiempo por mediación del consejo que recibieron de Quetzalcóatl. Es por esto que la unión de ambos se representa con una flecha de tiempo que emerge de entre ellos. El calendario se componía de 18 meses en remembranza de los 18 cuerpos del dios mitad lagarto, mitad pez, asignándole 20 días a cada mes. Dando así un total de 360 días. El primer día de cada mes del calendario iniciaba con Cipactli y el último lleva por nombre Xóchitl. Más que una simple fragmentación de tiempo con el fin de llevar un orden, representaba el camino que el ser debía recorrer para pasar de lo denso y materia (Cipactli)l, a lo sublime y espiritual (Xóchitl).” “Fernando, espero que esto te haya sido de utilidad para aclarar tus dudas pues hay una bella, y muy profunda frase en náhuatl que dice – Tlalticpac toquichtinties- que significa – la tierra será como sean los hombres; ¿te das cuenta de la gran
compenetración que aquella antigua cultura tenía con la tierra, y como esto servía de base para regir su vida y su comportamiento respecto a la naturaleza?” En su aspecto humano a Cipactli se le dio el mandato de sembrar, cuidar la tierra y cosechar, y a Oxomoco se le encomendó que moliera y cocinara la cosecha para que ambos comieran.” “Ya casi termino tu primera lección sobre historia mesoamericana prehispánica, ¿qué te parece Fernando?, ¿interesante, no? Pero si mal no recuerdo quedó pendiente mencionar más a fondo lo que representaban los hombres macehuales”. Para entonces Fernando estaba embobado con todo lo que Sir Richard le platicaba, por lo que trataba de no interrumpirlo, aunque procuraba ir tomando algunas notas sobre aquello que no comprendía muy a fondo. Con una expresión de gran expectación, Fernando le pide a Sir Richard que continúe con su interesante plática. Sir Richard retoma su relato “aquellos hombres macehuales creían que cada acción impactaba de alguna manera en el rumbo del Universo. Vivían cada día como si toda acción realizada fuera parte de una ceremonia espiritual. El macehual elevaba una oración para solicitar permiso al bosque antes de cortar, comer, construir o invadir cualquier espacio. Esta manera de vivir los mantenía en un estado de amor consciente al que denominaban –Tamen-“. “Cuando dirigían sus oraciones a la divinidad la nombraban –Tloque Nahuauc- el omnipresente dador de vida, creían que esta deidad derramaba sobre su ombligo el alimento que nutre el espíritu y el alma.” Fernando interrumpe a Sir Richard, “en verdad jamás imaginé que la espiritualidad de aquellos hombres fuera tan rica y con tanto amor al cosmos y a la tierra, estoy en verdad sorprendido, pues no es como la Santa Iglesia nos quiso pintar al viejo mundo, uno poblado por “salvajes”, alejados del verdadero Dios.” Sir Richard con una sonrisa en el rostro lleno de satisfacción y orgullo ve su reloj y le dice “me ha encantado reunirme contigo, pero ya es hora de que me retire, pues debo tomar mi vuelo a Londres, si en verdad quieres penetrar en misterios más profundos relacionados con aquella ancestral cultura, te espero en Inglaterra, y no
olvides las piedras de las que me has hablado, piénsalo, no te vas a arrepentir”. “Tienes mi palabra de que lo pensaré” Fernando se despide de Sir Richard y de regreso a su casa mientras conducía cree ver dando la vuelta en una esquina a Brenda, así que detiene de súbito el auto y corre para intentar alcanzar a la chica, pero a pesar de no iniciar su persecución demasiado lejos de ella, no logra verla. De regreso al auto no dejaba de pensar en los eventos de los últimos dos meses. A diferencia de su padre que había optado por enterrar el evento de Teotihuacán en lo más profundo de sus memorias, Fernando comenzaba a desarrollar una incontrolable obsesión por entender el propósito de todo aquello, sobre todo, quería entender el papel que estaba jugando. Con el paso de los días Fernando parecía cada vez más ausente, no dejaba de pensar una y otra vez en todo aquello que su amigo Sir Richard le había relatado, tratando de entender la manera en la que podrían encajar sus vivencias en Teotihuacán. Una mañana Fernando salió a caminar como acostumbraba hacerlo solo que en esa ocasión escucho un fuerte sonido muy agudo, era tan intenso que tuvo que detenerse e hincarse, cerrando los ojos por breves instantes, de pronto el sonido cesó súbitamente y percibió un aroma tan agradable que poco a poco abrió los ojos, el lugar que percibía era distinto a aquel en el que se encontraba un instante antes, estaba en penumbra y había grandes dolmen de piedra, de pronto sintió una mano en el hombro, y una voz que le decía: “Disculpe señor, ¿se encuentra bien?” e inmediatamente volvió a percibir su mundo cotidiano, sin embargo, su vista quedó borrosa por unos segundos, y sin poder asegurarlo, creía que la persona que había tocado su hombro era la chica con gran parecido a Brenda, pero cuando por fin pudo recuperar por completo su visión, la chica ya no estaba. Aquella noche estuvo muy inquieto, tanto que decidió levantarse para dibujar una figura geométrica, de manera compulsiva obsesiva, dibujaba y rompía el dibujo, así estuvo durante varios minutos hasta que por fin obtuvo la figura que quería. Figura de la que no tenía la menor idea de lo que podría representar.
Su obsesión comenzaba a dañar la relación entre él, su esposa y su hijo, por lo que decidió ir a Inglaterra antes de que su estado mental terminara con lo que más amaba en el mundo. Así fue como partió con rumbo a Londres, donde se hospedaría en la casa de Sir Richard, la cual se ubicaba muy cerca de Glastonbury. Entrada la tarde llegó en auto, el cual había rentado en Londres, a la casa de Sir Richard, él ya lo esperaba con una deliciosa cena. Sir Richard contaba con un gran equipo de sirvientes, había jardineros, choferes, ama de llaves, cocineros, recamareras, sin embargo, era una casa tan grande como fría, años atrás se había separado de su esposa Lady Eleonore Huntington, y su hija no vivía con él ya que se encontraba realizando estudios en la Universidad de Oxford. Para Sir Richard la visita de Fernando era como un día de fiesta. Ya instalado Fernando se retiró a su habitación, tal vez debido al cansancio o a la cercanía de Richard con quien sabía que podía platicar prácticamente de cualquier cosa en torno a los extraños acontecimientos que estaba experimentando en su vida diaria, por fin logro dormir profundamente hasta que el primer rayo de luz alumbró su ventana. A la mañana siguiente después de desayunar Sir Richard, le preguntó “¿quieres saber acerca de lo que podríamos llamar –anomalías- arqueológicas encontradas en restos de vasijas, monolitos y representaciones antropomórficas en piedra en diferentes excavaciones realizadas en Mesoamérica?” Fernando asintió con la cabeza, añadiendo un gesto de impaciencia. “¿Recuerdas lo que estudiaste sobre Huehuetéotl el dios viejo?, la posición en la que se representa este dios siempre es la misma, sentado con las piernas en posición de loto, las manos sobre sus piernas, algo encorvado, con un rostro marcado por arrugas y con un bracero sobre la cabeza, ¿esto en principio tiene algo de extraño?, desde luego que no, sin embargo, en algunas de sus representaciones en piedra se puede notar que el anciano tiene una barba cerrada que enmarca su cara. Esto no sería algo importante sino fuera porque las razas mesoamericanas son lampiñas, es decir, no tienen barba. ¿te das cuenta porque te digo que es una anomalía?, sin
embargo, no es la única, en el museo real de Ontario, en Toronto Canadá se encuentra una vasija de piedra de procedencia desconocida pero que se ha datado entre el 600 y el 800 d.c., lo especial de esta vasija es que tiene 3 trazos geométricos que recuerdan la imagen del triskel, símbolo netamente celta. También se puede encontrar una representación en piedra de un hombre que tiene un claro símbolo de la triqueta sobre su cabeza, esta pieza arqueológica se encontró en Oaxaca, México y es de origen zapoteca. Hay varias estelas de piedra que muestran hombres barbados con rasgos más europeos que indígenas encontradas en la ciudad de Monte Albán, Oaxaca y en la Venta Tabasco, México. Por último, en el códice Sahagún se lee que en la antigüedad entre los pobladores de Teotihuacán había gigantes.” “Te digo esto Fernando, porque de todo cuanto me has narrado de tu experiencia y la de tu padre me inquieta lo que has dicho acerca de los megalitos debajo de la pirámide de Quetzalcóatl.” Sir Richard le comentó a Fernando que Stonehenge fue utilizado como lugar de culto por los antiguos celtas, cuyos sacerdotes eran conocidos como druidas. Ellos utilizaban tanto el símbolo del triskel, como el de la triqueta. Lo que Fernando no podía saber era que Sir Richard tenía un árbol genealógico en el que podía rastrear los orígenes de su familia hasta los antiguos celtas. “Fernando, descansa, por que mañana nos vamos a Stonehenge” ¿qué motivo a Sir Richard a tomar tal decisión?, Fernando pronto lo sabría. Cuando Fernando estuvo listo para salir, se percató que no irían solos había tres personas más, dos mujeres y un hombre, los cuales, según calculó, debían tener alrededor de treinta años. Sir Richard presentó a las mujeres como Alanna y Eileen, y al joven como Belenus. En cuanto se dio la oportunidad Fernando le preguntó a Sir Richard la razón por la cual aquellos jóvenes habrían de acompañarlos. Sir Richard le contestó, que Stonehenge es un lugar sagrado y portal hacia muchos mundos, por lo que no es prudente acercarse sin guías protectores.
De camino Sir Richard le preguntó a Fernando si recordaba algo más del par de instantes perdidos en su vida, aquel que experimentó en Teotihuacán y vio a sus guías como pobladores de aquella ciudad, y el que sufrió en España cuando se hincó en la calle y una mujer tocó su hombro. Fernando le dice que ahora que lo pregunta, recuerda que en la segunda ocasión el sonido persistente que escuchaba por momentos se asemejaba a una clase de lenguaje que él no conocía. Dicho esto, Alanna, Eileen y Belenus comprendieron de inmediato cuál había sido la razón que había motivado a Sir Richard. Fernando era capaz de recordar aquello que trasciende el tiempo cuando, por un instante, la forma humana se diluye. Alanna y Eileen eran sacerdotisas celtas, en tanto Belenus era un poderoso mago druida. Los tres sabían que Stonehenge y Teotihuacán estaban unidos por las cavernas del tiempo desde tiempos anteriores a la civilización actual. Ya entrada la tarde llegaron a Stonehenge. En 1959 cualquier persona podía entrar al círculo megalítico sin restricción, tocar sus piedras e incluso realizar ceremonias sagradas. Alanna y Eileen comenzaron a preparar un altar, utilizaron piedras grabadas con el triskel, velas, coronas de flores, pan, fruta, la estrella de cinco puntas, esto llamó la atención de Fernando, pero por respeto a sus creencias, no quiso interrumpir. Mientras las sacerdotisas daban forma al altar, Belenus el mago pronunciaba palabras en un lenguaje desconocido para Fernando. “Unvaniezh mamm Planedenn C´hlas gans an isprid eus an hendad kas hag diwall da hent da bed eus an mervel” Viendo la expresión de Fernando, cuyo rostro reflejaba cierto temor, algo de ansiedad, pero al mismo tiempo una gran curiosidad, Sir Richard se le acercó y le dijo, en la vieja religión los hombres éramos uno con la naturaleza y con la madre tierra, sabíamos que como son los hombres, así será la tierra. Las palabras en la antigua lengua no eran como hoy, huecas y sin fuerza alguna, pero las que ahora escuchas de labios de Belenus, son palabras de poder, palabras vivientes que
emanan un caudal de energía, con la que ciertas fuerzas se activan y otras se anulan. En aquellos días las palabras tenían el poder de transformar, traer seres a la realidad, y desde luego controlar los elementos de la naturaleza. Lo que estas a punto de presenciar, y en lo que vas a participar es una auténtica ceremonia celta. “Te preguntarás ¿por qué te hemos traído aquí?, porque hace tiempo tu lanzaste unas palabras desde lo más profundo de tu ser, palabras con fuerza y poder, en ellas repetías ¿cuál es mi propósito en todo esto?, bien el que hoy estés aquí, es la razón por la cual estuviste en Teotihuacán hace algunos años, nosotros siempre hemos sabido que es el futuro el que define el pasado y no al contrario. Estoy seguro que recuerdas la frase - ¿Quién conoce los designios de los dioses?- al hombre no le es dado conocerlos, pero no a todos los hombres, hay algunos que pueden escucharlos y penetrar a sus moradas más allá del tiempo, y eso mi querido Fernando es lo que vas a vivir esta noche, abriremos para ti un portal que hará simultáneas tu experiencias en Teotihuacán y aquí, serás una misma persona en dos lugares y tiempos diferentes y luego tu conciencia penetrará el no tiempo y ahí entenderás tu propósito en todo esto.” El primer impulso que sintió Fernando fue el de salir corriendo de aquel lugar, pues a pesar de que le había contado a Sir Richard sobre su experiencia había detalles que no le había dicho, y hasta donde podía recordar nunca le mencionó nada acerca de la frase sobre los dioses y los hombres, ni tampoco las palabras que había gritado durante su ataque de ansiedad y enojo que sufrió cuando Brenda y su padre lo abandonaron en Teotihuacán. Que Sir Richard le mencionara eso le había puesto los cabellos de punta, sin mencionar el ya extraño y en cierto sentido tenebroso ambiente que se estaba generando debido a los rezos de Belenus y a los cantos y danzas de Alanna y Eileen en torno a una hoguera frente al altar que habían creado. Antes de que Fernando pudiera moverse pues se había quedado petrificado del miedo, Belenus se acercó a él y pintó en las palmas de ambas manos un triskel, luego en un estado alterado de conciencia inducido por las palabras de Belenus,y los cantos de las sacerdotisas que danzaban desnudas en torno a la hoguera, Fernando tenía poco control de su cuerpo y sus percepciones. Ambas mujeres lo
empezaron a rodear danzando en torno a él, cuando Fernando estaba por desmayarse, súbitamente ambas mujeres detuvieron su danza e hicieron silencio, Belanus lo tomó de ambas manos y colocó cada una de sus palmas sobre uno de los dólmenes. Ambas mujeres se le acercaron y comenzaron a acariciarlo, sus caricias combinaban erotismo y ternura, y en esa frenética escena, Belenus pronuncia una serie de palabras en voz alta, en tono imperativo y luego queda en silencio. En lo más profundo de su mente, Fernando había logrado percibirse simultáneamente en Stonehenge y en Teotihuacan. Un instante después Fernando pronuncia en voz alta varias palabras en una lengua desconocida aún para Belenus. De pronto todo queda en silencio, la fogata se apaga, las velas se apagan y Stonehenge queda envuelto en penumbras, solo alumbrado por la luz de la luna llena. Fernando siente una mano en el hombre que le dice “Señor, ¿se encuentra bien?”, él le responde a la chica, “si gracias solo fue un pequeño mareo, ya me siento mejor”, la chica al ver que en efecto se estaba recuperando, simplemente se alejó de él sin decir más nada. Fernando terminó su caminata y de regreso a casa, paso el día con su familia, como era su costumbre los fines de semana. Ya por la tarde se dirigió al pequeño estudio que tenía en casa y le llamó la atención ver fuera de la caja ambas piedras, la suya y la que le habían dado a su padre, pensando que por un descuido las había sacado cuando buscaba otra cosa en la caja, simplemente las envolvió en lino y las volvió a colocar en su lugar. Cerro la caja fuerte y esa fue la última vez que tuvo contacto con tales objetos. Fernando tuvo una buena vida, educó a un gran muchacho y a una inteligente y sagaz niña, murió a los 86 años, solo un año después de que su esposa muriera. A diferencia de lo que hiciera su padre con su hermana, Fernando jamás le contó a su hijo los extraños eventos de los que él y su abuelo habían sido protagonistas, sin embargo, su bitácora y ambas piedras quedaron olvidadas en el tiempo dentro de su caja fuerte.
Su hijo, Don Rafael Mariño se dedicó a los negocios y logró crear una importante cadena de hoteles en varios países del mundo. En 1989 se casó con Doña Leonor, y en 1990 tuvieron a su primer hijo, Edmundo, luego en 1992 nació su primera hija Arwen. Arwen creció en medio de lujos, lo que hizo de ella una muchacha desenfrenada e indomable durante su juventud. Cierto día, cuando ella tenía 16 años, su padre le encargó que buscara unos viejos papeles sobre antiguas propiedades de la familia que estaban guardados en la caja de su abuelo. Arwen abrió la caja fuerte, pero dado su temperamento decidió averiguar qué más había en aquella vieja caja, pensaba que quizá encontraría un tesoro olvidado de la familia, y aunque no encontró lo que esperaba, había encontrado lo que debía, la bitácora del abuelo. Sacó los papeles que le pidió su padre y se los llevo, más no le comentó nada acerca de la libreta de notas de su abuelo. Creyendo que podría enterarse de alguna indiscreción cometida por su abuelo, o de las instrucciones para hallar el viejo tesoro familiar, comenzó su lectura ese mismo día antes de ir a dormir. Para su sorpresa, lo que estaba escrito en aquella vieja bitácora, distaba mucho de asemejarse a lo que ella esperaba. Después de unos días terminó la lectura y lo primero que hizo fue regresar a la caja fuerte para buscar las piedras que mencionaba. Quizá quería validar la veracidad del relato y qué mejor forma que constatando la existencia de dichas piedras. Al igual que su abuelo, cuando retiro cuidadosamente el lino en que cada una estaba envuelta, procedió a unirlas pues los bordes parecían que te invitaban a hacerlo, y al igual que su abuelo, quedó impactado por el hecho de que ambas encajaran tan bien a pesar de haber sido adquiridas con 25 años de diferencia, eso no podía ser una coincidencia, pero en aquel entonces Arwen era demasiado joven como para cuestionarse las razones detrás de tal increíble coincidencia. Este evento cambió su vida, dejo de ser la muchacha alocada que con nada se satisfacía, dejó de ir en busca de problemas, se alejó de los amigos que la animaban a hacer todo tipo de tonterías y se dedicó de lleno a sus estudios. Fue en aquel
entonces que tomó la decisión de ser arqueóloga, para poder realizar más adelante un doctorado en antiguas culturas de Mesoamérica. Su hermano Edmundo siempre había sido un niño bien portado, muy tranquilo, nunca daba problemas a sus padres, con el tiempo él decidió acudir a la escuela de alta administración de empresas para apoyar a su padre en la dirección de los negocios de la familia, en particular la cadena hotelera. Como la familia tenía hoteles en prácticamente cada ciudad importante del mundo, cuando llegó el momento de decidir sobre cuál universidad debía elegir para llevar a cabo sus estudios en arqueología, Arwen pensó en la UNAM cuyo campus se encuentra en el Distrito Federal. Los eventos más importantes durante el primer año de la licenciatura, fueron su encuentro con la cosmogonía del quinto sol y el haber conocido a otro estudiante, Arthur Ward. Ambos tenían mucho en común, eran extranjeros, sentían gran pasión por los temas que estudiaban, y eran muy curiosos, su inquisitiva mente los llevaba más allá que a sus demás compañeros, cuando querían averiguar más sobre algún tema agotaban cualquier fuente confiable que pudiera conducirlos a la raíz del misterio que buscaban resolver. Arthur Ward era de padres irlandeses, nació en Irlanda y había llegado a México para estudiar física teórica en la UNAM. A Arthur siempre le había apasionado la física moderna, al igual que las creencias espirituales de las antiguas culturas del mundo. Cierto día en la cafetería un amigo en común los presento, ninguno pudo haber anticipado que aquel encuentro marcaría la vida de Arwen y Arthur por siempre. La leyenda del quinto sol apareció en la vida de Arwen cuando uno de sus profesores tocó el tema en una de sus materias sobre las cosmogonías en Mesoamérica, justamente una semana después de haber conocido a Arthur. Arwen hizo un resumen de aquello que le pareció más interesante sobre el tema con el propósito de mostrárselo a su amigo Arthur, y juntos analizar más a fondo tan reveladora cosmogonía.
Arwen noto dentro de aquel relato que algunos de los nombres y proezas ahí narradas coincidían con lo que su abuelo había escrito en su bitácora. Así inician sus notas: Los padres de Quetzalcóatl (serpiente emplumada) y Tezcatlipoca (espejo humeante) fueron Ometéotl y Omecihuatl. Cuando ambos engañaron al Gran Caimán con cuerpo mitad lagarto, mitad pez y le dieron muerte, se crearon los cielos y la tierra. Al padre de ambos también se le conocía como Tonacatecutli, este dios felicitó a Quetzalcóatl por la proeza de la muerte de Cipactli, el Gran Lagarto, suceso que despertó mucha envida en Tezcatlipoca. Una vez formados los cielos y la tierra, Tonacatecutli hizo caer un enorme cuchillo de pedernal del espacio hasta la tierra envuelto entre nubes y truenos, de él nacieron 1600 dioses para poblar el mundo, estos serían los dioses primigenios. Estos dioses primigenios decidieron crear creaturas que los adoraran, pero antes de crear a los hombres, Quetzalcóatl debía crear un sol para dividir el día de la noche. Entonces los dioses primigenios se reunieron en la oscuridad de la noche eterna en Teotihuacán. Así fue que Quetzalcóatl creo el sol con la hoguera de los dioses, pero era débil. Toco el turno a Tezcatlipoca, el espejo humeante se convirtió en un potente sol. En este periodo se crearon hombres de barro, pero eran gigantes y torpes. Además, el sol era tan fuerte, que toda vida y plantas se marchitaban. Al ver esto Quetzalcóatl derribó a Tezcatlipoca de un bastonazo, dejando así de ser el Sol y cayendo hasta el fondo de un profundo lago. Tezcatlipoca emergió enfurecido como jaguar negro, seguido por otros jaguares devoraron a la mayoría de los gigantes, aquellos que sobrevivieron se convirtieron en montañas y cerros del mundo. A este se le dio el nombre de Sol de la Tierra o Tlaltipactonantiutl. Quetazalcóatl se convirtió en un sol menos intenso y más agradable, en esta ocasión los hombres fueron creados de maíz, eran perfectos pero arrogantes, por lo mismo no deseaban dar culto a los dioses. Tezcatlipoca derribó el sol
Quetzalcóatl de un zarpazo, a consecuencia de esto la fuerza del viento aumento y los hombres se encorvaron para caminar convirtiéndose en monos. A este se le conoció como Sol de Viento o Ehecatonatiuh. Tocó el turno a Tláloc, dios de la lluvia para convertirse en sol, este resultó ser cálido y hermoso, nuevamente los hombres fueron hechos de maíz, pero ahora se les creó con un gran corazón, esto los hizo extremadamente buenos, situación que los llevo a ser improductivos y débiles. Por esto Quetzalcóatl le pidió a Xuctecutli dios del fuego que destruyera a la humanidad. Del cielo llovió fuego y los seres humanos se convirtieron en aves y en guajolotes. A este se le conoció como el Sol de Fuego o Xiuhtonatiuh. Xalchiutlique diosa de las aguas tranquilas se convirtió en el cuarto sol Atonatiuh. En esta ocasión los hombres resultaron ser muy pequeños y Tezcatlipoca obligo a la diosa para que los destruyera con lluvia que duró mucho tiempo, estos hombres se convirtieron en peces, y el cielo perdió el equilibrio por un instante. Después de cuatro intentos fallidos los dioses pensaron que habían fracasado en su misión y guardaron los huesos humanos en el inframundo entregándolos al señor del Mictlán, Mictlanticutli. Quetzalcóatl no estuvo de acuerdo, por lo que decidió crear solo al hombre, el único inconveniente era que tenía que ir al Mictlán para pedir a Mictlanticutli, el señor de inframundo los huesos sagrados. Para llegar al noveno nivel del inframundo donde Mictlanticutli habitaba debía pasar por ocho niveles, todos llenos de peligros. Al primer mundo se le conocía como el Itzcuintlán o lugar donde habita el perro. En este mundo había un ancho río cuyo nombre es Apanohuacalhuia, que debía cruzar el difunto, pero en este ancho río moraba Xochitonal una increíble iguana gigante. Para poder cruzar el río y no ser atacado por Xochitonal era necesaria la guía de un perro Xolozcuncle, este juzgaba a los que entraban y si en su vida habían maltratado a los perros, no eran considerados dignos de cruzar el río, por que quedarían atrapados en su mundo por siempre.
Quetzalcóatl logro cruzarlo para llegar al segundo mundo el Tepeme Monamietlán o lugar donde se juntan las montañas. En este mundo enormes cerros se abrían y cerraban entre sí, por lo que si Quetzalcóatl quería cruzar ese mundo tendría que calcular muy bien el tiempo que tenía para pasar justo en el momento en que ambos se abrían para volver a cerrarse. Quetzalcóatl logró atravesar y así llegó al siguiente mundo el Iztepetl o montaña de obsidiana. En este mundo había una montaña con un sendero de pedernales de obsidiana que desgarraban a los muertos que intentaban cruzar aquel mundo. Quetzalcóatl logro cruzar, sin embargo, quedó desgarrado y desangrado, a pesar de ser dios sus heridas sangraron y sintió dolor. Con gran esfuerzo logró llegar al cuarto mundo, el Cehuelóyan, lugar donde hay mucha nieve. En este mundo había un cerro congelado con ocho collados de piedras abruptas de aristas cortantes, donde siempre caía nieve y el viento era muy fuerte, a este mundo le seguía el Pancuetlacaloyan que también formaba parte del Cehuelóyan. Era un lugar donde las personas ondeaban como banderas, totalmente desértica sin un solo árbol que hacía muy difícil el movimiento, también había ocho páramos donde no existía la gravedad por lo que el muerto quedaba a merced de los vientos. Si los vientos eran los suficientemente fuertes podían mandar al difunto al primer mundo, teniendo que reiniciar su travesía, perdiendo así dos años, ya que se decía que la travesía hasta el noveno mundo duraba cuatro años. Resistiendo el fuerte embate del viento, Quetzalcóatl logro atravesar este mundo llegando así al sexto o Tmiminaloyan, lugar donde volaban flechas y saetas lanzadas desde los lados de un sendero por manos invisibles con el fin de acribillar a todo aquel que intentase cruzar. Quetzalcóatl logro evadir la lluvia de flechas, llegando al séptimo mundo o Teyollocualóyan, lugar dónde te comen el corazón. Ahí habitaban jaguares salvajes que abrían el pecho de los muertos para comerles el corazón. Quetzalcóatl combatió con muchos de ellos hasta que logró cruzar para llegar al octavo mundo o Apanohualóyan que es lugar donde se tiene que cruzar agua. Las aguas del río Apanohualóyan eran negras y tenía nueve brazos hondos. A los que se les conocía como los nueve estados de la conciencia. Nuevamente Quetzalcóatl logra cruzar y llega al Mictlán, el lugar donde las almas se hacen uno con la existencia y la oscuridad lo cubre todo, hogar de Mictlanticutli. Una vez que Quetzalcóatl estuvo
frente a Mictlanticutli, este le cuestionó sobre la razón por la cual había ido al Mictlán, entonces Quetzalcóatl le dijo que había ido por los huesos sagrados que le habían sido entregados para ser guardados allí. Mictlanticutli hizo creer de buena manera a Quetzalcóatl que estaba de acuerdo en devolvérselos, pero en realidad era una trampa. Quetzalcóatl feliz por tener los huesos decidió amarrar los huesos de hombre y los huesos de mujer. Hecho esto inició el camino de regreso. Lo que no imaginaba es que Mictlanticutli enviaría a sus súbditos para cazar al dios, pero como estos no eran tan poderosos Quetzalcóatl casi logró salir del Mictlán, cuando estaba a punto de lograrlo un grupo de codornices lo distrajo cayendo en un hoyo demasiado profundo que Mictlanticuti había preparado como trampa para evitar que Quetzalcóatl pudiera abandonar el Mictlán. Debido a lo profundo del agujero, Quetzalcóatl perdió la vida al golpearse contra el fondo, Mictlanticutli se regocijo de saber que el cadáver de Quetzalcóatl ahora era parte del Mictlán. De alguna manera y gracias a su divinidad Quetzalcóatl renació de entre los muertos, fue cuando se percató que había caído en una trampa, además se dio cuenta que los huesos sagrados se habían roto. Utilizando su forma de nagual como serpiente emplumada logró salir del inmenso foso al que había caído, consiguiendo así abandonar el Mictlán. Contra todo presagio, Quetzalcóatl había logrado completar su misión, ir con Mictlanticutli por los huesos sagrados del hombre y la mujer. Cuando Quetzalcóatl llegó con los demás dioses todos, sin excepción se sorprendieron en gran medida por tal hazaña. Entonces Quetzalcóatl delante de todos ellos hizo un auto-sacrificio, molió los huesos sagrados y se hizo una herida en su miembro viril para mojar los huesos con su sangre y así formar una masa con la que dio forma a los nuevos humanos que somos la generación actual y por tratarse de huesos revueltos todos tenemos diferentes alturas y formas. Ya creados los hombres aún debía crearse el quinto sol. Tecuzitecatl era un dios arrogante y fue elegido para ser el nuevo sol, pero tuvo miedo a la hoguera a la que
debía arrojarse para ser transformado en el quinto sol, porque el fuego le quemaba, lo intentó varias veces, pero sin lograr juntar el valor suficiente para caer en la hoguera. Otro dios que también fue preparado para tal fin, pero que era humilde y por tanto de bajo rango llamado Nanahuatzin, al ver que Tecuzitecatl no tenía el valor para ser el nuevo sol, valientemente se arrojó sin el más mínimo titubeo en su lugar y se convirtió en el quinto sol. El sol que habría de dar vida al mundo de los nuevos hombres y que había dado lugar al día y la noche se había formado, y Quetzalcóatl se sentía en deuda con el hombre porque habían sido su creación. Después de que Arwen terminó de leer el relato del quinto sol que acaba de aprender en clases a su amigo Arthur, ambos se quedaron viendo y sin duda comprendieron que había mucho más de lo que parecía a simple vista en aquel relato, pero aún carecían de los conocimientos necesarios para poder hacer un análisis más profundo de esto, tanto desde la perspectiva de la semejanza con otras culturas como desde el mundo cuántico. La riqueza oculta en aquel relato tendría que esperar algunos años más para revelarse a sí misma a través de los ojos de aquellos inquisitivos muchachos. Durante mucho tiempo ambos muchachos acostumbraban mirar por largos intervalos de tiempo el par de piedras en poder de Arwen, pero jamás lograban extraer los secretos ocultos en ellas, más allá del hecho que, a pesar de haber sido recibidas con 25 años de diferencia, encajaban a la perfección, dando la idea de que aún faltaba una tercera piedra. Además, las marcas en las piedras también parecían tener algún tipo de secuencia que ambas en alguna extraña manera parecían estructurar. En el último año de su licenciatura Arthur pensó en analizar las piedras para saber si tenían o no mineral de cuarzo en ellas. Después de varios intentos logró convencer a Arwen para que las llevaran al laboratorio y comenzar un pequeño estudio respecto a los minerales que las formaban.
En efecto, ambas piedras tenían un importante contenido de cuarzo, por lo que debido a la compresión natural generaban una corriente eléctrica. En aquellos días a todo aquello que era capaz de generar piezoelectricidad se le conocía como materiales inteligentes. El experimento consistió en someter ambas piedras a un esfuerzo mecánico, cuando hicieron esto provocaron una deformación elástica en la roca generando así piezoelectricidad, es decir, corriente eléctrica en las piedras, además de un cierto flujo magnético. Arthur sabía que el fenómeno piezoeléctrico descubierto por los hermanos Curie en el cuarzo era de dos vías, es decir, si se aplica una corriente eléctrica al cuarzo, este se deforma, pero al retirar el estímulo regresa a su forma original. Esta deformación en el material ocurre si se aplica una corriente con polaridad positiva o negativa, de forma análoga, si se ejerce presión o tensión se produce electricidad con diferente polaridad. No solo el cuarzo, sino que la turmalina y el topacio comparten características piezoeléctricas. Arwen, aunque está fascinada por todo lo que Arthur le ha mostrado y la manera en la que se han comportado las piedras como materiales inteligentes o piezoeléctricos, aún no alcanza a comprender la gran importancia que esto tiene, así que Arthur, intuyendo el desconcierto en los ojos de Arwen opta por explicárselo más detalladamente. “Estas piedras son dispositivos que transforman el efecto de una causa física como presión o tensión en otro tipo de señal, normalmente eléctrica. Pensando en el efecto inverso, los materiales piezoeléctricos pueden transformar ondas eléctricas en vibraciones y posteriormente en sonido y viceversa.” “¿Entiendes la importancia de esto, Arwen?, ¿la entiendes? Pero Arwen seguía sin comprender lo grandioso que Arthur estaba percibiendo en ambas piedras. “¡Arwen, despierta! En cierto sentido estas piedras –cantan-. Las muescas en las piedras no son el lenguaje, de hecho, por si mismas estoy seguro que no significan
nada, pero son una especie de afinación para que la piedra vibre y genere un sonido en particular. Y para probar que tengo razón, que te parece si buscamos piedras con cuarzo y las sometemos a una señal eléctrica de corriente alterna para provocar tensión y compresión en la piedra para provocar vibración mecánica, luego repetimos el experimento, pero ahora haciendo ciertas muescas sobre su superficie.” Y así lo hicieron, en los días siguientes se dieron a la tarea de conseguir piedras con cuarzo y realizaron el experimento que propuso Arthur, lo que ocurrió fue justo lo que él había anticipado, las vibraciones en las piedras cambiaban cada vez que creaban una nueva muesca en la piedra. Arthur sabía también por sus conocimientos de física teórica que una onda sónica estacionaria podría producir un cierto patrón geométrico. De esto infirió que las piedras, al ser excitadas con la corriente eléctrica alterna adecuada servirían de transductor para obtener un “lenguaje” geométrico codificado en cada una de ellas, mediante las vibraciones o –canto- que fueran capaces de producir. Además, la geometría no estaría completa en tanto no obtuvieran la tercera piedra, pero, como Arwen dijo, lo que acababan de descubrir era el mayor avance que había hecho respecto al legado que su abuelo había dejado.” Pero, ¿cómo pudo ocurrírsele tal idea a Arthur? ¿cómo llego a la conclusión que las piedras cantan produciendo geometrías? Y que los grabados en ellas tienen poco significado visual, su verdadero significado es vibracional. Durante el tercer año de la licenciatura, Arthur fue seis meses de intercambio a la Universidad de Albuquerque Nuevo México, ahí tuvo la oportunidad de visitar la reserva Zuñi de los antiguos pobladores de Norteamérica, ya que había un campus de la Universidad en aquella reserva. Una de las cosas que más impactó su vida fue cuando el chamán del pueblo lo llevó a ver algunos petroglifos y después de dejarlo verlos por un rato, le preguntó “¿qué vez?, ¿qué te permite entender tu ciencia respecto a estos grabados?,” y recuerda que le respondió “una serie de figuras geométricas como espirales, y algunas figuras humanas, quizá la imagen de algunas estrellas, y solo eso, no sé qué más hay que ver”. Entonces el anciano le
dijo, “eso mismo creí que responderías, ahora dame tus manos con las palmas hacia arriba, estira los dedos lo más que puedas y colócalas sobre los petroglifos, no pienses en nada, solo siente la vibración de la roca, ¿qué te dicen?” Arthur respondió, “escucho como un breve susurro y siento una gran paz, siento el fuego de una fogata y fijo mi atención en el fuego, me estoy fundiendo con él en una frenética danza”, estaba en eso cuando el anciano le retiró las manos de la piedra, le dijo “muchacho es hora de irnos has estado parado frente a esta piedra por casi 20 horas.” El anciano guío a Arthur de regreso a la reservación y le dijo: “algún día comprenderás la razón de lo que has venido a aprender aquí, y cuando eso sea, el fuego será tu guía”. Después de recordar aquella experiencia, Arthur se quedó pensativo, sabía que la idea de que las piedras hablaran ya la había experimentado un año atrás, pero en aquel entonces aún no sabía cómo se conectaba con la física teórica, y lo mejor como reproducir ese efecto en laboratorio. Tampoco en aquel entonces se había percatado de que los grabados no solo tenían una representación obvia, sino que servían de –afinación- a las rocas para generar por vibraciones mecánicas ciertas geometrías, las cuales sin duda constituían una especie de lenguaje no verbal. Pero al mismo tiempo estaba seguro que a pesar de haber logrado tan gran avance aún no había conseguido descifrar que era aquello que había ido a aprender en aquellas rocas de la reserva, ni tampoco entendía en cuál sentido el fuego sería su guía. Cuando ambos se graduaron de sus estudios universitarios, decidieron, a petición de Arthur regresar a la antigua reserva Zuñi en Albuquerque, ya que el sentía en su corazón que solo ahí podría encontrar las respuestas que estaba buscando. Arwen estaba más que dispuesta a acompañarlo, y entonces propuso algo inesperado, decidió llevar ambas piedras consigo. Ambos tenían el deseo de realizar estudios de doctorado, Arwen en culturas Mesoamericanas y Arthur en física cuántica. Pero había una diferencia de dos meses entre el fin de la licenciatura y el inicio del doctorado, por eso decidieron llevar a cabo el viaje y pasar esos dos meses en Nuevo México.
La Universidad de Nuevo México tenía un campus en la reserva de los indios Zuñi, donde Arthur había estado un año antes, en esa ocasión conoció a un anciano Hopi, tribu hermana de los Zuñi, quien lo llevo a los acantilados pintados, o Bandelier National Monument. Cuando llegaron a la reserva Zuñi, lo primero que hizo Arthur fue buscar a su amigo y maestro Hopi, el anciano Koda. Aunque le dio gusto a Koda volver a ver a Arthur, no actuó como si estuviera sorprendido por su visita, de hecho, parecía que lo estaba esperando. Arthur presento a Koda con Arwen, y de inmediato aquel anciano de tez morena y con profundas arrugas que marcaban su rostro, esbozo una ligera sonrisa, entonces puso su mano en el hombre de Arwen diciéndole “me agrada que seas una mujer que honra a sus ancestros”, Arwen volteo a ver a Arthur con una expresión que evidenciaba un cierto desconcierto. Acto seguido Koda los invitó a su tienda para compartirles algo de comida y agua. Durante dos días nada sobresaliente ocurrió Arwen y Arthur pasearon por la reserva en total paz, platicaron de muchas cosas, pero nada que tuviera que ver con el motivo de su visita, o de las respuestas que estaban buscando, simplemente se dedicaron a gozar la belleza y armonía que encontraron en aquel lugar. Al tercer día Koda los llamó, “Ambos acompáñenme, vamos a dar un pequeño paseo hasta la cueva en los acantilados pintados”. Arthur sabía que cualquier cosa que Koda tuviera en mente, realmente los iba a impactar. Antes de iniciar el camino Koda le dijo a Arwen “tú muchacha, no olvides las piedras que trajiste desde muy lejos en el tiempo”. Arwen se quedó como embobada, entonces Koda volvió a dirigirse a ella con voz autoritaria, “vamos muchacha apresúrate, el tiempo es cosa seria, y la verdad nos espera”. Entonces Arwen corrió por las piedras e introduciéndolas a su mochila se alisto para iniciar la jornada. Durante el camino Koda les señaló el desierto, el sol, los cactus, la vegetación y les dijo, “todo esto que ven, así como lo que no ven es Katchina. Katchina es todo y cada ser. De igual modo cada hombre es y tiene Katchina, por lo que, si te puedes comunicar con otros hombres, es porque en ti está Katchina, y por lo mismo cada hombre puede comunicarse con la naturaleza, los animales, los elementos, el sol,
la luna, las estrellas, en fin, con todo aquello que tus sentidos perciben, pero también con aquello que tus sentidos físicos no pueden percibir”. Cuando llegaron a los acantilados les pidió que se sentaran en la orilla uno a cada lado para que le escucharan. “¿Ven la belleza de todo este mundo?, no siempre ha sido así, hubo mundos anteriores que fueron destruidos, y hubieron hombres que creyeron que construyendo refugios estarían a salvo, tal como hoy en día hay hombres que suponen que sus enormes edificaciones bajo tierra los van a salvar, pero la verdad es que solo la gente materialista es la que busca construir refugios. Aquellos que tienen paz en su corazón ya están en el gran refugio de la vida. La situación es que no existe refugio para la maldad, ni cabida en el mundo que viene.” Arthur interrumpe murmurando “ahora entiendo que no es el hacer, sino el ser lo que puede llevarte a mundos diferentes”, Koba lo miró y asintiendo dijo, “así es Arthur”, y tocando la tierra tomó un puñado pronunciando un par de palabras en su natal lengua y luego mientras dejaba caer la tierra del puño de su mano, les dijo “la tierra será como sean los hombres”. Comenzaba a anochecer y Koba señalo al cielo dirigiendo la mirada hacia la estrella Sirio, “saquasohuh” dijo, y luego permaneció unos segundos en un silencio reverente. “Cuando la estrella azul aparezca, esto es, cuando Sirio entre en Isis, se iniciará el retorno a la femineidad, este evento marcará el advenimiento del quinto mundo, el de la purificación.” “Este inicio del nuevo mundo puede ser leído en la tierra, pero no es necesario ser biólogo, puede ser leído en el cielo, pero no se requiere ser astrónomo o astrofísico, puede ser leído en el corazón, pero no se requiere tener religión.” “Las plantas formadas en los mundos anteriores están comenzando a desparramar sus semillas, la misma clase de semillas están siendo plantadas en el cielo como estrellas y también estas semillas están siendo plantadas en nuestros corazones, todas ellas son iguales, dependiendo de cómo las observemos”.
Francamente este último comentario de Koba resultaba muy misterioso, seguramente implicaba algún significado oculto, pero ni Arwen, ni Arthur estaban listos para entenderlo. Ya entrada la noche, Koba con la luz de la luna alumbrando el camino los guio hasta una caverna, cuando entraron en ella, Koba prendió una pequeña hoguera para calentarse, pues en las noches la temperatura desciende significativamente en el desierto. Una vez que hubo prendido el fuego, les pidió que se sentaran en torno a él, quedando Koba en medio de ambos, acto seguido pronunció varias frases en su lengua nativa y el fuego parecía avivarse. “Miren fijamente el fuego”, luego comenzó a entonar sonidos repetitivos tocando un tambor que tenía en aquella cueva. Súbitamente Koba paro todo sonido y el fuego regreso a su intensidad original, entonces en la parte posterior de la cueva se fue formando la figura de una mujer ataviada al estilo de los antiguos indios Anazasi, ella se hincó frente a Arwen, sin que su forma estuviera totalmente definida, también se podía entre ver de una manera casi holográfica algunas características de su mundo, entonces en su antigua lengua le dijo palabras que ella no podía comprender, luego colocó uno de sus dedos sobre la frente de Arwen y con su otra mano le toco él corazón. Acto seguido repitió el mismo ritual con Arthur, solo que a él lo miro tan profundamente que penetró su alma. En ese momento Arthur sintió pasar eones por su mente, sintió la más profunda tristeza y el más sublime amor. Koba comenzó nuevamente sus cantos y el fuego creció nuevamente ella se levantó y tomó de la mano a Arthur, él se levantó y juntos entraron al fuego, en tanto Arwen entró en un profundo trance. Para cuando Arthur salió del fuego habían pasado tres días. Koba solo pronunció una palabra al ver a Arthur salir de aquella hoguera, PAHANA. En ese momento todo terminó, Arwen despertó del trance y Arthur se desplomó sobre el suelo de la cueva. Cuando Koba lo ayudo a recobrar la conciencia notó que en el bolsillo de su pantalón había un objeto que le estaba lastimando, cuando lo sacó de su pantalón, se percató de que era la piedra que les faltaba.
En aquellos momentos que resultaron muy intensos para Arthur, él no tenía idea de lo que significaba la palabra que Koba había pronunciado justo cuando vio un resplandor segador para luego perder el conocimiento. La extraña experiencia terminó con el primer rayo de luz, en ese momento Koba decidió que era momento de emprender el camino de regreso al pueblo, aquello que habían ido a buscar, los había encontrado. Ya repuesto de su experiencia Arthur comenta los detalles con Arwen y aunque básicamente recuerdan lo mismo, Arwen no recuerda que Arthur haya entrado en la hoguera, solo lo vio desvanecido en el piso de la cueva, quejándose de un dolor en la pierna, justo antes de meter la mano en su bolsillo y encontrar la piedra que ambos estaban seguros que era la pieza faltante y que embonaría a la perfección con las otras dos. A Arthur hay varias cosas que lo inquietan, como no poder recordar lo que le ocurrió cuando entró a la hoguera, y el por qué Koba se dirigió a él como Pahana cuando salió del fuego. Esta vez no estaba dispuesto a abandonar la reserva sin haber resuelto todas sus dudas e inquietudes, así que le pidió a Koba que le ayudara a entender ambas cosas. Koba lo invito a su tienda y comenzó a narrarle la leyenda de Pahana, quien es el Hermano Blanco Perdido de los Hopi. La mayoría de las versiones dicen que el Pahana o Hermano Mayor partió hacia el este en el momento en que los Hopi ingresaron al Cuarto Mundo y comenzaron sus migraciones. Sin embargo, los Hopi dicen que regresará de nuevo y que, en su venida, los malvados serán destruidos y una nueva era de paz será introducida en el mundo. También se dice que traerá consigo una sección faltante de una piedra sagrada Hopi en posesión del Clan del Fuego, y que vendrá vestido de rojo. Ahora la piedra está en tu poder, llévatela y cuando unas las partes ellas cantarán y cantando te mostrarán lo que te ocurrió cuando te fundiste con el fuego.
Solo recuerda que para encontrar lo que buscas, solo tienes que esperar a que, ese aquello, sea lo que sea, te encuentre. Koba, le pregunta Arthur, “¿acaso yo soy su Hermano Blanco?”, esa es una pregunta que solo el eco que resuena en tu corazón puede contestar. Por ahora, sigue tu camino y deja que el futuro te guie. Además, nunca olvides que solo en el reposo se halla movimiento, que solo en el silencio se escucha la melodía de la vida, y que solo en el caos el hombre encuentra la auténtica paz. Hermanos, que el sol ilumine su sendero, que en la oscuridad encuentren su camino y que sus huellas dejen testimonio de todo cuanto son. Con estas palabras Koba se despidió de ambos. Arwen y Arthur estaban muy entusiasmados y ansioso por regresar al Instituto de Física para experimentar con las tres piedras ya unidas. Fue después de la experiencia en la cueva con Koba, que Arwen se percató que, a pesar de que ella y sus antepasados son importantes en algo, que aún no alcanza a comprender, está seguro que es Arthur y no ella, a quien los seres de Teotihuacán estaban buscando, sin embargo, lejos de despertar en el algún tipo de celos o resentimiento, le provocó un gran descanso, aquel viaje la había liberado de una carga que creía no estaba preparada para llevar a cuestas. Ya de regreso en México y una vez que iniciaron sus cursos de doctorado, fueron al laboratorio de materiales para efectuar las mismas pruebas que habían hecho en las dos primeras piedras, en la tercera. Los resultados fueron asombrosos, también poseía gran contenido de cuarzo, por lo que presentaba piezoelectricidad, por lo que generaba pequeñas vibraciones mecánicas que podían convertirse en estructuras geométricas. Notaron que al igual que ambas piedras, la tercera tenía una serie de inscripciones grabadas, signos y símbolos que no comprendían. Decidieron colocar las tres piedras juntas, las cuales embonaban a la perfección, al hacerlo Arwen notó que formaba el perfil de lo que en el pueblo celta se conoce como triskel. Arthur, aunque también había reconocido la geometría como el triskel, no tenía mucha idea de lo que significaba para los antiguos Celtas y en particular
para los Druidas, quienes eran los sacerdotes de aquel pueblo. Por lo que Arwen procedió a compartirle una breve descripción del significado de dicho símbolo. “Arthur, el triskel, como bien sabes, es el símbolo supremo de los druidas, según la cultura celta, ellos eran los únicos que podían portar este símbolo sagrado y mágico que representaba el aprendizaje, el pasado, el presente y el futuro. También representaba el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, el principio y el fin, la evolución y el crecimiento, el aprendizaje perpetuo y la eterna evolución. Como ambos podrían anticipar el canto de las tres piedras juntas debía, seguramente
generar
una
geometría
diferente
a
la
que
generaban
independientemente, así que procedieron a pasar una corriente a través de las tres piedras, pero contra todo pronóstico, no ocurrió nada, la vibración era tan pequeña que era imposible traducirla en geometría, desilusionados, repitieron varias veces el experimento, cambiando variables como los puntos de entrada y salida de la corriente, la presión atmosférica, la temperatura, la luz, incluso lo hicieron al alto vacío, pero nada. Cualquiera que fuera el gran secreto que ocultaban esas piedras no estaban dispuestas a revelarlo, al menos no aún. Arwen siguió profundizando en sus estudios doctorales, lo mismo hizo Arthur. Pasó el tiempo, pero consideraron que era conveniente revisar tanta información como pudieran, tal vez en un pequeño detalle que antes nadie hubiera notado, encontrarían la respuesta de cómo activar las tres piedras. Después de todo, no era fácil que la teoría cuántica y la arqueología se reunieran a menudo para realizar estudios conjuntos. Conforme avanzaban en sus investigaciones, Arthur seguía impactado en gran medida por ciertas frases, afirmaciones, e incluso palabras del mismo Koda. En las antiguas cosmogonías mesoamericanas Toltecas-Mexicas, se decía que cuando Quetzalcóatl junto con Tezcatlipoca vencieron a Cipactli, el gran caimán del océano primigenio, lo unieron con Tlaltecuhtli, señora de la Tierra, y así inició el cosmos. También le llamó la atención que Cipactli representara un rayo de luz desplegándose y vibrando en el infinito.
Cuando Arthur vio esto desde la perspectiva de la teoría cuántica, pensó que la tierra podía ser una representación metafórica de la partícula, en tanto Cipactli, bien podía asociarse a campos de energía y posteriormente de fotones. Dentro de la narración se dice que Quetzalcoált y Tecaztlipoca extendieron a Cipactli sobre Tlaltecuhtli para formar los cielos y la tierra, pero que tuvieron que separarlos para hacer espacio donde pudiera morar el hombre. Arthur pensaba que esto bien podía describir el surgimiento de campos de energía que luego darían origen a las partículas materiales o fermiones y a las partículas portadoras de energía o bosones. Pero aún no comprendía a fondo que implicaba que se tuvieran que “separar” para hacer el espacio necesario para que el hombre pudiera ocupar su lugar en el cosmos. Luego notó que el tiempo surgió después, en particular de la unión de Cipactli en su connotación como día y de su contraparte femenina, Oxomoco, la noche. Además, estos dos nombres también corresponden al primer hombre y primera mujer. ARthur se percató que de la unión de los dioses surgió el espacio, y de la unión de los hombres surgió el tiempo. De esto pudo inferir que los dioses moran en el no tiempo, en tanto los humanos requieren del tiempo para sentirse vivos. Ante estas observaciones hechas por Arthur, Arwen recordó algo que había leído apenas unos meses atrás en torno a las enseñanzas de los antiguos brujos de los pueblos descendientes de los toltecas. Ellos decían que la conciencia del hombre se mantiene siempre entre dos planos, “el estar consciente de ser” y “el ser consciente de estar”. Para Arthur esto representaba algo muy interesante, la divinidad humana en el no tiempo –estar consciente de ser- y la consciencia de sentirse vivo en un marco espacio temporal –ser consciente de estar-
Arwen interrumpió a Arthur, “ahora lo veo claro, el espacio es la casa de los dioses, el espacio-tiempo es la morada de los hombres”. Por todo lo que habían estudiado e investigado, ambos habían llegado a una interesante conclusión somos vida, pero necesitamos del tiempo para saber que estamos vivos. Arthur se dio cuenta que la manera en la que el ser interpreta su mundo en función de su nivel de conciencia depende del tipo y cantidad de sentidos físicos necesarios para percibir las dimensiones de espacio y tiempo que acompañan a cada nivel de conciencia. Arwen, interrumpe nuevamente a Arthur, “entonces, ¿la apariencia física de cada ser depende de su nivel de conciencia, y no solo eso, sus sentidos físicos, tanto en cantidad como en forma, necesarios para percibir la realidad? “Así es Arwen, si tu nivel de conciencia es tal que tu marco dimensional es de tres dimensiones de espacio y una de tiempo extendidas y, según la teoría de cuerdas, otras 7 dimensiones de espacio ocultas o enrolladas, requerirás una apariencia física que te permita albergar 5 sentidos físicos y uno cuántico o también llamado sexto sentido.” “Si tu estado de conciencia es diferente el marco dimensional para la percepción, así como tu apariencia física será diferente, pero sin importar cuantas dimensiones de espacio necesites, siempre requerirás al menos una de tiempo, de otra manera, a pesar de que eres vida, no te percibirás viviendo.” Otra de las cosas que llamó fuertemente la atención de Arthur fue la frase que encontraron en la bitácora de Fernando, “Tlalticpac Toquichtinties” o “la tierra será como sean los hombres”. Recordando se percataron que esa misma frase la había dicho Koda. Esto le trajo a la mente el entrelazamiento cuántico, y por otra parte a Arwen la idea de que cada ser es uno con su realidad, pues recordó una antigua frase Celta, que dice, “el Rey y la tierra son lo mismo”. Esto ponía en claro para ambos, Arwen y arthur, que la realidad solo es un espejo del ser, en otras palabras, el ser y su realidad son lo mismo. Esto tenía una clara
implicación, si el estado del ser se modificaba, todo en su realidad se ajustaría de acuerdo a ese cambio de estado. “Los pueblos antiguos se dieron cuenta de esto, aunque lo expresaron de una manera más empírica. Para ellos la conciencia del ser como parte o –fractal- del Gran Espíritu se dividía aparentemente, ya que tal división como tal no existe, en tres partes, el espíritu interior al que llamaron pasión o voluntad, luego el ser exterior o cuerpo físico y finalmente el espíritu exterior. El desarrollo espiritual y la evolución de la conciencia deben llevarse a cabo del interior hacia el exterior, si se intenta al contrario, es decir, en vez de buscar un cambio de ser, nos dedicamos a hacer, es decir, a desperdiciar la vida aprendiendo, estudiando, tomando cursos como lo mayoría de los falsos maestros hacen en aras de llevar dinero a sus arcas, inevitablemente el discípulo sufrirá tarde o temprano un grave efecto de implosión sintiendo un enorme vacío en su vida.” Comentó Arwen. Arthur recordó las palabras de Koba cuando se despidió de ambos.” Hermanos, que el sol ilumine su sendero, que en la oscuridad encuentren su camino y que sus huellas dejen testimonio de todo cuanto son”. “Ahora me queda claro la última frase, pero aún no comprendo que puede significar -que en la oscuridad se encuentre el camino-“, comentó Arthur, y continuo diciendo, “a pesar de todo lo que repasamos a la luz de la nueva física, aún no hemos dado con el indicio que puede llevarnos a conocer la manera de activar las tres piedras juntas”. Aprovechando unos días de vacaciones decidieron visitar juntos Teotihuacán, pero ahora, como Arwen tenía muy buenas relaciones en el INAH –Instituto Nacional de Arqueología e Historia- logró conseguir un permiso especial para visitar la pirámide de Quetzalcóatl y entrar en áreas no permitidas al público en general. También logró convencer a sus amigos que los dejaran entrar solos, sin la presencia de ningún empleado del INAH. Como Arwen tenía un muy buen prestigio académico, no dudaron en aceptar su petición.
Cuando llegaron a Teotihuacán asumieron que estaría demás intentar buscar a los descendientes de Don Daniel y Ameyali, ya que consideraban que muy probablemente los descendientes sabrían poco o nada de lo ocurrido con el bisabuelo de Arwen, por eso prefirieron ir directo a la pirámide. Entrando a la parte trasera, la que no queda expuesta al público notaron algo muy interesante, una serie de piedras megalíticas, esto era de suma importancia para ellos, pues de inmediato se dieron cuenta que la pirámide actual no fue la primera construcción que se realizó en aquel lugar, el sitio debía tener mucho más años de los que normalmente se había pensado. También pudieron concluir que el lugar había sido un sitio sagrado o de poder como lo fue en Inglaterra Stonehenge para el pueblo Celta, aunque también ya estaba antes de su llegada, tal vez el que las piedras formaran el triskel no era coincidencia, sino que revelaba una profunda relación entre ambas culturas. Arthur se dio cuenta que en la tierra debe haber lugares donde el campo magnético forma vórtices, alterando el espacio tiempo, por eso es que, a pesar de parecernos extraño el que aquellos antiguos pobladores de la tierra trasladaran rocas de varias toneladas desde muy lejos, y no cualquier roca, ya que debían tener alto contenido en cuarzo, no era un mero capricho, era parte de una avanzada tecnología, que utilizaba materiales naturales, y no como ahora, que lo hacemos a base de elementos procesados. Arthur comprendió cuando estaba dentro de la pirámide en una de las nuevas cámaras recién descubiertas rodeado de rocas megalíticas que el campo magnético necesario para generar la corriente requerida y con ello activar las piedras estaba en los sitios sagrados, por eso en el laboratorio no pudieron lograrlo, solo la distorsión provocada por el campo de la tierra en aquellos lugares marcados con “alfileres (sitios megalíticos)” podrían proveer lo necesario para lograrlo. “Analicemos la situación”, comentó Arwen, “dos piedras provienen de este lugar, la tercera piedra de la nación Hopi, pero juntas formal el triskel, como yo lo veo requerimos activar las piedras en los tres sitios, Teotihuacán, Stonehenge y en un sitio sagrado en la reserva de los indios Hopi.” “Concuerdo contigo, así que, ¿por dónde iniciamos, Teotihuacán, la reserva Hopi o Stonehenge?” “Sugiero
Teotihuacán, luego Stonehenge para terminar en la reserva Hopi, ¿concuerdas conmigo Arthur?” “Me parece bien, hagámoslo así.” Pero aún no dieron por terminada su visita a la pirámide, recorrieron el nuevo túnel y pudieron observar una recámara con bolas de arcilla cubiertas con pirita, así como acumulaciones puntuales de pirita en las paredes, dando la impresión, cuando son alumbradas con luz, de brillar como las estrellas en el cosmos. También había gran cantidad de mercurio líquido. A pesar de que sabían que estaban solos en aquel lugar, ambos comentaron más tarde que siempre tuvieron la sensación de que alguien más estaba con ellos, pero no vieron a nadie. Ya de regreso en Ciudad de México, el recuerdo de la oscuridad en aquel sitio le trajo a la mente a Arthur las palabras con que Koba se había despedido de ellos. Esto ya había estado resonando en su mente por un largo tiempo, estaba seguro que había demasiado encerrado acerca de la manera en la que la realidad se conformaba en aquella frase. Cuando más desesperado estaba por no poder resolver el dilema, recordó otras palabras de Koba, “si buscas algo, no hagas nada simplemente espera a que te encuentre”. A partir de ese momento dejó de pensar en aquello. Ya que ambos tenían poco tiempo para continuar con lo que les apasionaba en virtud de que debían comenzar a preparar sus trabajos de titulación del doctorado, tuvieron que posponer los viajes que estaban seguros requerían realizar para poder activar las tres piedras. Cuando Arthur estaba considerando su tema de tesis, como si cayera un rayo sobre su mente súbitamente tuvo una idea. Si el formalismo de Schrödinger describía la función de una onda material desde el mundo de la partícula y utilizaba la metáfora de un gato dentro de una caja para explicar las implicaciones de su ecuación referentes a la existencia de la futura partícula en una infinidad de estados posibles, ¿por qué no establecer todo un formalismo matemático para comprender como percibía el gato la misma situación?
En otras palabras, Schrödinger desde una perspectiva espacio temporal describe la naturaleza de lo que será una partícula como una superposición de estados posibles antes de ser parte de la región material de la realidad mediante la intervención de la conciencia. Lo que Arthur pretendía era colocar su perspectiva de análisis desde el mundo de las energías, en otras palabras, en el mundo de las posibilidades y determinar cómo se comporta la energía percibida desde el mundo de las energías en la región no material de la realidad. Cuando Arthur termino aquella primera parte de su investigación obtuvo un interesante modelo matemático con un formalismo similar al de Schrödinger, describiendo el espacio tiempo dividido en franjas, por tanto, desde su perspectiva, es decir, en el mundo de las energías el espacio tiempo no es continuo. Pero ¿cuál era el gran tesoro encerrado en ese nuevo grupo de ecuaciones? Para entenderlo imaginen un pulso de luz intermitente, como el de los antiguos tubos de neón, el gas emitía luz en pulsos con intervalos tan pequeños que la luz que emanaba parecía continua, pero no lo era. En aras de proseguir con la analogía el formalismo de Schrödinger describiría la realidad vinculada a la luz la cual si consideramos que se trata de un efecto continuo sería la única, pero si como lo anticipan las ecuaciones de Arthur no es así, entonces se tienen no solo pulsos de luz, sino también pulsos de oscuridad, que desde el formalismo de Arthur darían la impresión de formar una continuidad. Arthur descubrió la matemática que describe la manera en la que perciben la región no material de la realidad los chamanes, los brujos, los grandes iniciados y los maestros iluminados. Descubrió como se percibe la energía desde el mundo de las energías, así como en su momento Schrödinger descubrió como se describe la partícula desde el mundo de las partículas. Este descubrimiento lo llevo a Arthur a darse cuenta que la oscuridad es el hogar de las posibilidades o realidades alternas. Así mientras nuestros sentidos físicos perciben el mundo materializado de la partícula, nuestro sentido cuántico percibe el mundo no materializado de las energías.
Arthur también se percató que es durante las horas de sueño que el ser establece una conexión con su yo´s de sus realidades alternas. En tanto el mundo de la luz es el mundo del orden y la secuencia causal, el mundo de la oscuridad es un mundo de caos sin conexión causal. Arthur estaba tan emocionado y conmocionado por sus hallazgos que en cuanto le fue posible se reunió con Arwen para comentarle todo cuanto había obtenido mediante su nuevo formulismo de la teoría cuántica. “Arwen, descubrí que hay dos mundos los cuales tienen el mismo “peso” en la conformación de la realidad, solo que hemos aprendido a percibir la realidad desde la luz o mundo de la partícula, pero de igual forma, podríamos hacerlo desde el mundo de la energía, o mundo de la oscuridad, ya que estamos facultados y “diseñados” para ello”. “Además Arwen, ahora entiendo la frase de Koba “que la oscuridad te muestre el camino”. “Koba nos estaba diciendo que es justamente en las regiones de discontinuidad del espacio tiempo, al que ambos hemos denominado oscuridad, donde el ser tiene contacto con sus realidades alternas y es capaz de percibir y percibirse en cualquiera de ellas”. Al escuchar esto Arwen lo interrumpió, “yo también quería comentarte algunas cosas sobre mi trabajo doctoral, pero sin así planearlo me doy cuenta que se relaciona mucho con lo que me acabas de exponer. Estudiando a los antiguos toltecas aprendí que a cierto grupo dentro de ellos se les conocía como los perceptores, ellos decían que el hombre tiene la capacidad de percibir desde el Tonal y desde el Nagual. El tonal involucra la percepción sensorial del mundo material mediante el cuerpo físico, y la denominan la primera atención, en tanto el nagual involucra percibir el mundo de la energía, desde el cuerpo energético y no desde el cuerpo físico, esto es percibir energía desde el mundo de las energías. A esto le llamaron segunda atención. Y es a través de este tipo de percepción que el ser podía penetrar a otros mundos y a otras realidades. Es interesante Arthur que sin saber a fondo el trabajo del otro, ambos hayamos coincidido en este tan importante punto. Tanto la teoría cuántica, como las antiguas prácticas perceptoras
llegaron a la misma conclusión, el ser es capaz de modificar su realidad, modificando su estado de ser, esto significa que el cambio solo se logra mediante el ser y no mediante el hacer.” “Aunque esto es muy importante sobre todo porque explica las palabras de Koba, aún no sé cómo encaje esto con el asunto de la activación de las piedras, comento Arwen”. “Sin embargo, estoy seguro que tal conexión existe y que el momento en que conoceremos la manera en que esto se relaciona con el asunto de las piedras llegará, agrego Arthur”. Durante los siguientes meses ambos continuaron con sus trabajos doctorales, Arthur obtuvo una serie de ecuaciones que predecían la existencia de una región, dentro del mundo físico, de presente absoluto, a diferencia de Einstein que, a pesar de haber encontrado en sus ecuaciones la misma región, para él esta no era parte del mundo material. Esto resulto ser muy importante pues completaba los resultados obtenidos en la primera parte de su trabajo. Aquella oscuridad que servía de puente entre realidades se correspondía con la región de espacio absoluto, o no tiempo, en donde no existe conexión causal. También en otras de sus ecuaciones se pronosticaba la existencia de una flecha de tiempo de futuro a pasado, vinculada a eventos cuyas causas no provenían del pasado, como todo lo inesperado y aleatorio. Nuevamente se reunió con Arwen para comentar este nuevo hallazgo. Arwen escucho emocionado lo que Arthur le compartía sobre todo porque nuevamente coincidía con lo que ella había investigado. Arwen tomó la palabra “cuando los antiguos brujos entraban en esa región de no tiempo, decían que a pesar de que todo parecía estar detenido, todo era muy dinámico, pero sin un orden, como ocurre en el mundo que percibimos diariamente.” En ese momento a Arthur se le iluminó el rostro, pues se dio cuenta que esa región que él había llamado de no tiempo, no estaba conformada por un tiempo estático detenido, como originalmente había supuesto, sino de un tiempo estacionario, uno
que por ir de futuro a pasado y de pasado a futuro siguiendo siempre los mismos “senderos” parecía estático, pero era perfectamente dinámico.” Nuevamente los trabajos de ambos llevaban a la conjunción de sus hallazgos, pero aún no eran capaces de vislumbrar cual era la relación de tan importantes descubrimientos con su pasión por resolver el misterio que había iniciado con Ricardo, el bisabuelo de Arwen. Lo único que podían comprender era que en algún momento esto cobraría la importancia que tiene en su intención por revelar el misterio de las piedras, ya que no era casualidad que sus trabajos se entrecruzaran tanto sin haberse puesto de acuerdo previo a cada hallazgo, esto, conforme a lo que Arthur había descubierto respecto a la flecha de tiempo, indicaba que las causas por las cuales eso estaba sucediendo sin duda provenían del futuro. Por fin llegó el día en el que visitarían Teotihuacán nuevamente, pero ahora llevarían el equipo necesario para realizar el experimento de activación para las piedras. Durante el trayecto Arwen recordó algo que tiempo atrás la había estado inquietando, era la referencia que se hacía en el Códice Sahagún a la existencia de gigantes en Teotihuacán en una época muy antigua. Esto sin duda se vinculaba con la llegada de 1600 dioses ocurrida cuando Tonacatecutli hizo caer un cuchillo de pedernal del espacio hasta la tierra envuelto en nubes y truenos, esto claramente aludía, al menos desde la perspectiva de Arthur y Arwen al aterrizaje de una nave, la cual había transportado a esos 1600 dioses primigenios quienes fueron los primeros pobladores y por tanto edificadores de la primer Teotihuacán. Arthur hizo una observación interesante, esto desde luego también es consistente con el relato de los cinco soles, en la cual se narra que en las épocas del primer sol los hombres eran gigantes y torpes, pero esto, pone en manifiesto algo muy interesante, si aquellos dioses crearon al hombre debieron ellos mismos haber sido muy altos, pues sería absurdo crear una creatura lo suficientemente grande como para poner en peligro la integridad física de aquellos dioses. “¡Es cierto!” exclamó Arwen, “en muchos grabados sumerios, egipcios, hindús, se representa a los dioses
de mucho mayor estatura que a los hombres de épocas posteriores a las de los gigantes.” Con esto en mente ambos sabían que se dirigían a un sitio sagrado donde el vivir de aquellos dioses aún resonaba en las piedras primigenias de Teotihuacán. Por fin llegaron y al igual que lo hicieran la primera vez, solicitaron se les permitiera ir solos. Lo primero que hicieron fue bajar el equipo que llevaban para comenzar a instalarlo en la cámara que según el lector de campo fuera más propicia para llevar a cabo el experimento. Después de recorrer y verificar los campos en cada cámara, por fin decidieron en cual ubicarse. Arwen se quedó dentro en tanto Arthur salía a meter el resto del equipo. Aquel era un día muy soleado, no había una sola nube y el calor era intenso, por lo que Arthur procuraba tomar pequeños descansos fuera de la pirámide cada vez que salía para acarrear parte del equipo. En una de tantas salidas estaba sentado tomando un ligero respiro cuando una chica como de unos 15 o 16 años de edad con un vestido de una sola pieza de manta, se acercó a él, de momento se sobresaltó, pues no esperaba a nadie, pero una vez repuesto del sobresalto, se dio cuenta que se asemejaba un poco a Arwen ya que su complexión, tipo y color de cabello, y rasgos faciales eran similares. Ella solo se acercó y le entregó una hoja con algo escrito, luego señalo hacia un costado de la pirámide donde estaba un hombre como de unos cincuenta años con un pantalón y camisa de manta blancos, un paliacate como cinturón, sandalias y otro paliacate enrollado que amarraba su cabeza a la altura de la frente, y dijo “mi abuelo me pidió que le entregara esta nota y le diera este ayate con fruta y maíz”, en ese momento el sol aumento su brillo, por lo que Arthur deslumbrado tuvo que bajar la vista por un instante, cuando volvió a levantarla ya no estaban ni la chica ni su abuelo, así que corrió para buscarlos, pero fue inútil, parecía como si nunca hubiesen estado, sin embargo, la nota si era bastante real, pero como estaba escrita
en una lengua diferente al español, decidió. llevarla con Arwen, ya que ella conocía varios dialectos de diversas etneas. De regreso al interior y algo perturbado por lo ocurrido Arthur le entregó ambas cosas a Arwen, y después de explicarle como llegaron a su poder, lo que inquieto visiblemente a Arwen, procedió a colocar el ayate con la fruta y el maíz sobre la tierra, explicando a Arthur que se trataba de una ofrenda, lo que le sugiere que esta parte de la cueva es un conducto al inframundo y eso le crea cierta ansiedad. Con mayor razón considera importante leer lo que Arthur lleva escrito en el papel que le entregó la chica. “Kalakilistli Mictlán tlayouatl ostok”. “La entrada al inframundo está en la oscuridad, en la cueva”. “Kisalistli namiki tlayouatl itik”. “La salida la encontrarás en tu oscuridad interior”. “Arthur tu eres físico, tú debes saber qué significa esto”, “pero no lo sé con exactitud, solo puedo intuir que tiene que ver con lo que platicamos sobre la oscuridad y las realidades alternas y el hecho de que es el estado del ser, lo único que puede mover la percepción a otras realidades, pero ¿cómo encaja esto con nuestra situación actual?, presiento que pronto lo sabremos.” A pesar de los extraños acontecimientos que habían precedido el inicio del experimento, decidieron seguir adelante, ya que Arwen no sabía si podría conseguir un nuevo permiso ahora que la administración del INAH estaba por cambiar. Con extremo cuidado colocaron el equipo necesario en torno a las tres piedras y dieron inicio el experimento. A pesar de que afuera el clima era muy caluroso y no había una sola nube, minutos después de iniciar escucharon algo como un fuerte relámpago, y la tierra y las paredes de la cámara retumbaron ligeramente, en el silencio que siguió al estruendo escucharon unas palabras que no era posible definir de dónde provenían: “Unvaniezh mamm Planedenn C´hlas gans an isprid eus an hendad kas nag diwall da hent da be deus an marvel”.
A Arwen y Arthur, al menos en este punto de la narrativa, no les era posible saber que esas palabras estaban siendo pronunciadas hacía algunos años en Stonehenge durante la experiencia a la que Sir Richard sometió a Fernando. Y mucho menos saber lo que significaban “Que la unión de la Madre Tierra con el Espíritu del Ancestro cuiden y guíen su camino al mundo de los muertos”. Después de escuchar esas palabras que Arwen no pudo entender, por lo que pensó que no correspondían a ninguna etnia de la región, escucharon otras palabras, esta vez en nahuátl “Eleuia Mictlantecuhtli”, “¿Qué significa?”, preguntó Arthur, “¿Qué quieren del Señor de los Muertos?” contestó Arwen, “dile –venimos por el canto del inframundo” entonces Arwen hablo en voz alta “Uala kuikatl Mictlán”, luego volvieron a escuchar la misma voz diciendo, “Neyolomaxilistli oseloyotl mayumochiua”, y Arwen lo tradujo: “en reconocimiento a su valor, así sea” En ese momento la corriente eléctrica que fluía a través de las piedras vinculada al vórtice magnético del lugar llegó a su máximo, las tres piedras se fusionaron y comenzaron a emitir un extraño zumbido, desde luego todo lo estaban registrando en video. Ambos estaban totalmente hipnotizados por la experiencia que estaban viviendo y no notaron que la temperatura en el lugar donde se hallaban estaba bajando, de pronto Arthur recordó el engaño que Mictlántecutli había hecho a Quetzalcóatl y reaccionando le dijo a Arwen “Pronto, deja el equipo, solo desmonta la cámara en lo que recojo las piedras y salgamos de aquí lo antes posible”, en eso estaban cuando antes de lograr salir del túnel sintieron un fuerte movimiento de tierra y la salida quedo sellada por varias rocas. Estaban atrapados en el interior, sin otra salida conocida y sin que nadie más pudiera ayudarlos, ya que expresamente habían pedido ir sin acompañantes. Afortunadamente contaban con lámparas, sin embargo, su luz no duraría los suficiente como para que los cuidadores de la ciudad se dieran cuenta del derrumbe, informaran al INAH, y comenzaran a tratar de rescatarlos, para entonces, al igual que Quetzalcoátl, sus cadáveres estarían formando parte del Mictlán. Al principio como es de suponer, estaban muy asustados, pero después de un rato comenzaron a tranquilizarse y Arwen recordó las palabras escritas en la hoja que
Arthur recibió de la chica fuera de la pirámide. “Arthur, piensa, ¿Qué significa lo escrito en la hoja, estoy segura que la clave para salir de aquí está contenida en la segunda frase: “La salida la encontrarás en tu interior” Entonces Arthur le dijo, “solo relajémonos, ignoremos por completo el lugar donde estamos y el miedo que conlleva el estar aquí sin poder salir, ahora mira la Ciudad desde arriba de la pirámide, siente el sol en tu cara, siente el extenuante calor, siente las piedras bajo tus pies, siente el viento correr por tu cuerpo, siente el sudor escurrir por tu cara y recrea esa visión una y otra vez, y lo más importante siente la tranquilidad que sentiríamos de estar fuera de este lugar, yo haré lo mismo; ahora lo más importante, apaga las linternas y cierra los ojos” ¿Cuánto tiempo pasó para ellos?, era difícil medirlo, pero pasado un indefinido lapso de tiempo, ambos se encontraban en la cima de la pirámide de Quetzalcóatl, cuando se recuperaron de tan mágica experiencia notaron que habían estado tres días encerrados. Habían entrado al inframundo a través de la oscuridad percibida y habían salido de él utilizando el poder de su oscuridad interior. Tal como lo supuso Arthur, el momento de relacionar sus hallazgos en física teórica con el misterio de las tres piedras llegaría de manera inesperada, y así fue, lo que no podía anticipar es que llegaría en una situación de vida o muerte. De regreso a Cuidad de México decidieron revisar el video, sobre todo tenían la duda si se habría modificado al modificar ellos su realidad, entonces comenzaron a verlo, y cuál sería su sorpresa cuando llegaron al punto en que las piedras comenzaron a cantar, que en la cámara alcanzaron a ver la silueta indefinida de una persona que recreaba una y otra vez con sonidos guturales que en ocasiones asemejaban palabras en un lenguaje muy similar a los sonidos de la naturaleza los sonidos que emitían las piedras. Un instante antes de apagar la cámara y salir a toda prisa aquella silueta se había diluido. Lo que le inquietaba a Arthur era algo que no podía saber, y ese algo era si la silueta estuvo con ellos en la realidad de la que salieron, o a consecuencia del cambio de realidad, es decir, de haber “aparecido” fuera de la pirámide entro en ella, ¿cómo saberlo?
Sin duda aquella enigmática silueta era Fernando años atrás en Stonehenge, pero, si había cosas que Arthur y Arwen no estaban en posición de conocer, sin duda está era una de ellas. Sin embargo, lo que si podían averiguar era el significado de la frase que escucharon previo a su encuentro con Mictlantecutli. Arwen tenía muchos amigos que eran doctores en diferentes especialidades, y en particular, su amiga Sarah, era lingüista así que optó por extraer del video la pista de sonido y la editó con el fin de mostrársela. Cuando Sarah escucho la pista de sonido, inmediatamente se dio cuenta que se trataba de Bretón, antigua lengua Celta que se hablaba en la región de Bretaña, y que aún hoy en día sobrevive en ciertos grupos étnicos. “Y, ¿qué es lo que dice Sarah?” “Permíteme escucharla nuevamente” Unavaniezh mamm Planedenn C´hlas gans an isprid eus an hendad kas hag diwall da hent da be deus an mervel” “Esto es lo que creo que significa,” “Que la unión de la Madre Tierra con el Espíritu Ancestral guie y cuide su camino al mundo de los muertos” “Entonces de eso se trata, ¿es una oración de protección?” “Así es Arwen”, “pero dime, ¿cómo la obtuviste, pues este tipo de lenguaje está reservado para los sacerdotes druidas y por lo general nadie que no sea iniciado en su religión tiene acceso a escuchar estas oraciones o invocaciones de protección.” “Me llegó de forma anónima”, le respondió Arwen sin titubear. “Pues que raro, quien te la envió debe pensar que estás en un eminente peligro que involucra fuerzas más allá de lo humano. Te diría que te cuidaras, pero si se trata de lo que supongo, este asunto no se resuelve cuidándote, se resuelve nulificando la intención que busca dañarte”. “Gracias por tu información Sarah, creme que la tendré muy en cuenta.” De regreso al laboratorio comenzaron por separar la pista del sonido de lo que Arthur había denominado, “el canto del inframundo”, después de separarlo del video
y limpiar los ruidos de fondo se seguía escuchando una especie de zumbido en el que esporádicamente se podían identificar sonidos similares a los que producen algunos animales, pero tal vez solo era una truco de la mente tratando de dar sentido por comparación con algo conocido a un sonido que no lo tenía, pues jamás habían escuchado nada parecido. Aunque Arthur tenía conocimientos sobre acústica, no era lo que podríamos llamar un ingeniero de sonido, así que optó por pedir la ayuda de alguien que conociera mejor esa disciplina. Sin embargo, no para mostrarle la cinta, sino para aprender más a fondo como manipular pistas de sonido. Para poder analizar correctamente la cinta tuvieron que rentar un estudio de grabación, ya que el equipo con el que contaban en el laboratorio no era lo suficientemente especializado para hacer un análisis profundo de la cinta. A Arwen se le ocurrió grabar los sonidos de los animales que aparentemente participaban en la cinta, así como el sonido del viento entre las hojas de los árboles, el sonido del mar al golpear los acantilados, el sonido del fuego en la hoguera. Sin embargo, fue Arthur quien completo la idea de Arwen modificando la frecuencia y tipo de onda originales de aquellos sonidos. Cuando por fin lograron limpiar la cinta de sonidos conocidos, pero en frecuencias diferentes a los sonidos originales, aún permanecía un sonido, aunque ya no se escuchaba como zumbido, era más como un extraño canto. Había llegado el momento de transformar el canto del inframundo en geometría. Para esto utilizaron un software que generaba patrones de difracción de ondas sonoras. Unos minutos después ante sus ojos se iba revelando la geometría que habían buscado por años, lo que estaba codificado en aquellas piedras era un lenguaje geométrico, tal y como Arthur lo había teorizado tiempo atrás. Aún en un estado casi de conmoción por la emoción de haber obtenido la geometría del Inframundo, Arwen propuso obtener la geometría de los otros sonidos, así es que procedieron a identificarlos, al hacerlo se percataron que los sonidos que podían identificarse claramente, aunque en diferentes frecuencias a los que
producen sus contrapartes conocidas en este mundo eran, el sonido del agua, el del fuego, el del viento, el de la tierra, el del jaguar y un sexto y escalofriante sonido que en definitiva no tenía contraparte en nuestro mundo. En total 7 sonidos estaban sobrepuestos en la cinta original. De pronto y ante la mirada atónita de ambos, Arwen reacciono y recordó lo que Sarah le había dicho, y como si le hubiera caído un rayo le propuso a Arthur que generar un sonido “antídoto” así que Arthur creo una segunda onda idéntica a la primera, la del sonido escalofriante y la defasó 180°, luego la superpuso a la primera y el sonido se transformó en silencio. Sin saber porque, Arwen le pidió a Arthur que guardara una grabación del “antídoto” en el reproductor del celular, a Arthur le pareció extraña la petición, pero sin dudar lo hizo. Tampoco sin meditarlo mucho Arthur sintió el impulso de digitalizar el sonido correspondiente al canto del Inframundo, esto convertiría el canto en pulsos de información. Arthur sabía que las cosas en última instancia, no estaban hechas de más cosas, sino que de información. Por su parte Arwen recordó que todas las antiguas culturas de la Tierra en sus mitologías mencionan que cuando los dioses hablaban o cantaban causaban a ser, es decir, traían seres y objetos a su realidad. Solo habían pasado un par de meses desde su regreso de Teotihuacán cuando tomaron la decisión de viajar a Stonehenge. Así a la brevedad y llevando las piedras, equipo y grabaciones se pusieron en marcha hacia Inglaterra. Una vez en Londres, optaron por alquilar un auto y viajar al poblado de Salisbury, ya que Stonehenge está a 13 kms de ahí. Dos horas después estaban llegando a un bello hotelito en Salisbury. Debido al prestigio profesional de ambos, el ministerio de arqueología del Reino Unido les había concedido un permiso especial para visitar Stonehenge sin la presencia de público, pero tendría que ser durante la noche y en la semana que habían designado para dar mantenimiento al lugar, ya que eso garantizaba la ausencia de público en general.
Como habían llegado un viernes y el día programado para la visita a Stonehenge era el martes, ya que habría luna llena, decidieron recorrer los alrededores. Uno de los lugares que más despertó su curiosidad fue Avebury, sitio megalítico que se sabe fue creado antes que Stonehenge, y como se encontraba muy cerca, decidieron visitar el lugar. Al igual que en Stonehenge había arreglos de menhires o piedras de varias toneladas enterradas en la tierra formando una serie de círculos. Arthur se dio cuenta que ese tipo de piedras tienen un gran contenido de cuarzo. Como se trataba de una visita guiada, no iban solos, sino que un guía iba contando la historia del lugar a un grupo de personas. Como parte integrante del grupo iban tres jóvenes como de treinta años, un hombre y dos mujeres. Durante la visita, “accidentalmente” una de las chicas derramó su bebida sobre Arthur al tropezar con una piedra, muy apenados los tres jóvenes invitaron a comer a Arthur y a Arwen para compensar el incidente. No sin antes presentarse, “Hola, ella es Alanna, ella Eileen y yo soy Belenus”. Arwen comentó “que extraños nombres, pero muy bellos”, “los tres son de origen celta”, comentó Eileen. “¿Acaso ustedes conocen algo sobre la cultura celta?” preguntó Arthur. Belenus respondió “más que eso, nosotros practicamos la religión antigua” “¿cómo es eso?, preguntó Arwen “como toda religión, con sus ritos, dioses y creencias”, respondió Belenus. “verás Arwen, nuestros antepasados provienen del pueblo celta, en particular fueron Druidas, ellos eran los sacerdotes y magos; pero ya hablamos mucho de nosotros, a ustedes ¿Qué los trae a Inglaterra? Arwen y Arthur se vieron buscando la aprobación del otro para decir a aquellos tres jóvenes, prácticamente desconocidos, la verdad de su presencia en aquella región. Por alguna razón que no podían expresar sintieron ambos, la necesidad de hacerlo. Arthur tomó la palabra “hemos venido a activar tres piedras muy especiales, y lo son porque….” Después de relatar el extraño origen de las piedras continuó diciendo “así que esto fue lo que nos trajo aquí, recoger mediante la vibración de las tres piedras el canto de los cielos, pues ya tenemos el canto del inframundo”. Los tres jóvenes aparentaron estar sorprendidos con lo que acaban de escuchar, pero la verdad es que no lo estaban, de hecho desde tiempos ancestrales, sabían que
Arthur y Arwen algún día llegarían con ellos. Belenus pregunta “¿Y dónde consideran que deben activar las piedras, aquí en Avebury o en Stonehenge, considerando que Avebury es aún más antiguo y menos visitado que Stonehenge?” “Nuestra idea original fue hacerlo en Stonehenge, ya que sabíamos que había algún tipo de conexión entre Teotihuacán y Stonehenge por la presencia de símbolos como el triskel y la triqueta grabados en ropa de figuras humanas en piedra y vasijas, tanto mexicas, como toltecas y zapotecas.” “Por eso pensamos en Stonehenge, pero cualquier lugar megalítico prehistórico que hubiera sido un sitio sagrado celta cumple, pienso yo –Arthur- con nuestro propósito.” “Para lo que pretenden hacer necesitan la protección que solo los rituales de la vieja religión les pueden brindar, les proponemos acompañarlos durante la realización de su experimento, además sugerimos hacerlo en Avebury.” “Pero ya teníamos un permiso especial para realizarlo en Stonehenge, interrumpe Arwen, “no se preocupen esta es nuestra comunidad y sin problema podemos hacer los arreglos necesarios para llevar a cabo el rito el martes que es cuando hay luna llena.” Comentaron Alanna y Eileen. Por fin llegó el tan ansiado martes, los cinco se dieron cita a en el área de Avebury, Belenus ayudó a Arthur a bajar el equipo y empezar a armarlo en tanto Alanna y Eileen llevaron a Arwen al centro de un de los círculos de piedra. Apenas comenzaba a caer la tarde. Alanna y Eileen pidieron ayuda a Arwen para comenzar a instalar el altar para la ceremonia de protección. Antes de iniciar a construir el altar, le solicitaron a Arwen que utilizara ropas que iban más de acuerdo a la usanza celta. Una vez puesto el altar prendieron una fogata, y comenzaron a realizar cantos y danzas en torno al fuego, de pronto tomaron la mano de Arwen, “es momento que recuerdes” y diciendo esto, Arwen al principio con cierta reticencia, pero luego soltando el cuerpo para seguir con mágicos movimientos el ritmo de los cantos se
fue integrando a la danza hasta que se acopló de tal manera que parecían un solo cuerpo contorsionándose de tal forma que asemejan los ritmos de la naturaleza. Arthur no sabía que esto estaba ocurriendo, ya que se encontraba acarreando todo el equipo con la ayuda de Belenus. Cuando dejaron de danzar, el trance en el que las tres se encontraban cesó. Arwen en vez de sentarse permaneció de pie, su semblante era diferente, cosa de la que se percataron de inmediato Alanna y Eileen, así que Alanna, le dijo “bienvenida era a ti a quien estábamos buscando divina Olwen, diosa de las artes, la creatividad, la excelencia y el sol”. Acto seguido Alanna y Eileen se hincaron y agacharon su cabeza ante Olwen-Arwen. Como tus sacerdotisas y servidoras, gran diosa, hemos de seguir tus instrucciones, porque no está en los hombres entender los designios de los dioses, así que volverás a olvidar quien eres, pero cada vez que lo necesites aflorarán tus poderes, y para cumplir con esto Alanna y Eileen entonaron un extraño canto alrededor de Arwen, ella se desvaneció, pero pronto despertó no recordando nada, lo último que permanecía en su memoria era el haber colaborado para la realización del altar. “¿Qué me ocurrió?, ¿por qué estoy en el suelo?”, entonces Alanna y Eileen se rieron, “¿qué no lo recuerdas?, nosotras comenzamos a bailar en torno a la hoguera y tu intentaste hacer lo mismo, pero tropezaste y caíste. Perdón por la risa, pero fue en realidad muy gracioso, y continuaban reino.” “No puedo culparlas por reírse, creo que si a alguna de ustedes le hubiera ocurrido lo mismo, yo también me habría reído, después de saber que estaban bien”. “Ay, creo que me duele todo, jaja”. Cada una la toma de la mano y entre las dos la levantan, “bueno vayamos a ver a los hombres quizá ya hayan terminado de bajar el equipo y requieran algo de ayuda para montarlo acá”, exclamó Alanna. Entre todos montaron los equipos y Belenus se atavió como mago celta, luego le indicó a Arthur que cambiara su ropa y se vistiera a la usanza de los hombres de la antigua religión.
Arthur colocó las tres piedras en la zona de mayor campo magnético, Alanna y Eileen iniciaron los cantos y danza en torno al fuego; y Belenus comenzó a pronunciar una serie de palabras en Bretón. Las piedras comenzaron a vibrar, pero aun no emitían ningún sonido audible. En tanto esto sucedía Alanna parecía desvanecerse y desparecer para luego volver a aparecer continuando la danza. Cuando las piedras comenzaron a emitir un leve zumbido, Eileen entró al fuego y se desvaneció en él. Belenus con la vista hacia la luna pronuncio una frase para pedir al dios Dagda que le permitiera a Arthur recibir el canto de los cielos “Dagda tierm gouiziek an hudouriezh lezel kan eus an oablbeaj vak gant an amzer ha neizhe al triskell eus maen eget c´hwl kinnig.” Fue entonces que las piedras comenzaron a emitir un sonido melodioso casi hipnotizante, Belenus pronunció otras palabras: “Unvniezh mamm Planedenn C´hlas gansa n isprid eus an hendad kas nag diwall da hent da bed” , estas eran muy similares a las que había pronunciado para protección de Arthur y Arwen en su viaja al inframundo en Teotihuacán. Lo que nadie pudo anticipar fue que aquella frase generó un puente entre el túnel de Teotihuacán y Avebury, de pronto aquel melodioso sonido se transformó en un espeluznante zumbido y Arwen recordó la advertencia que Sarah le hiciera, Arwen corrió por la grabación que había hecho Arthur para anular el espantoso zumbido, pero Arthur estaba inmóvil como hechizado por aquel sonido y cuando se comenzaba a formar un torbellino de oscuridad en torno a él, Eileen reacción y corrió hacía Arthur tomándolo de la mano, Arthur reaccionó y solo alcanzó a agarrar la tercera piedra, Eileen lo jaló fuertemente para que juntos saltaran dentro del fuego de la hoguera, en lo que esto sucedía Arwen, que por ser quien era, aquella oscuridad no tenía poder sobre ella, por fin había encendido la grabadora con el antídoto que Arthur había preparado. En el instante en que todo esto ocurría, Eileen y Arthur salían del fuego en la caverna cerca de la reserva Hopi, al salir Arthur se percibió a sí mismo vestido de rojo, pero también como acostumbraba, era como si en ese instante se hubiera desdoblado en dos yo´s y el primer impulso de uno de ellos fue guardar la piedra en el pantalón, cuando Koba pronunció un rezo, Arthur salió de la hoguera y se desmayó sobre su
costado en el piso de la cueva, pero simultáneamente, Eileen lo jaló de regreso al fuego y cuando volvieron a salir de la hoguera Belenus, Arwen (Olwen) y Alanna estabán realizando un extraño rito. Arthur no recordaba lo que había ocurrido del otro lado del fuego. Cuando se repuso de la experiencia se dio cuenta que faltaba la tercera piedra, y a pesar de que todo estaba grabado y en cierto sentido su experimento había sido un éxito ya que tenían el canto de los cielos, se sentía triste, pues habían perdido la tercera piedra y sin ella, no podrían descifrar el misterio, pues aún les faltaba regresar con los Hopi. Al ver la decepción en la expresión de Arthur y sabiendo que no recordaba lo que había ocurrido durante el instante que estuvo en el fuego de la hoguera, Belenus le dijo: “Arthur, no te preocupes no está en el hombre entender los designios de los dioses, pero que te parece si en vez de que regresen a México para procesar el video que grabaron, se quedan en Inglaterra, vamos con ustedes a Londres y les ayudamos a rentar un estudio de grabación para que obtengan la información que vinieron a buscar. Por cierto, de aquí en adelante ya no serán solo Arwen y tú los involucrados en el misterio de las piedras, los tres iremos con ustedes, después de lo ocurrido en Avebury es claro que no pueden andar por ahí sin protección. Además, tal vez no entiendas lo que te voy a decir Arthur, pero al igual que ustedes nosotros también somos parte del misterio de las piedras.” En Londres todos se hospedaron en uno de los hoteles de los Mariño, Edmundo, el hermano mayor de Arwen en persona había girado instrucciones para que se les dieran dos suits y se pusiera a su disposición uno de los vehículos del hotel. Al llegar al hotel se instalaron es sus respectivas suits, las mujeres en una, los hombres en la otra, después de tomar un baño, se dieron tiempo para descansar y admirar Londres desde los balcones de sus habitaciones. Arthur se dirigió a Belenus “¿puedo hacerte un par de preguntas?”, “desde luego puedes hacerlas, el punto es si podré o querré contestarlas, pero adelante, te escucho”. “¿Me puedes traducir la invocación que realizaste justo antes de dar inicio al experimento?”, “bien tienes suerte, al menos esta pregunta si puedo y quiero contestar”. “Dagda Señor de la sabiduría y la magia, permite que el canto de los
cielos viaje libre por el tiempo y se anide en la triketa de piedra que hemos traído ante ti”. “Bien y ¿cuál es tu siguiente pregunta?” “¿Quiénes son ustedes tres en realidad?, y ¿por qué están involucrados en el asunto de las piedras?” “Arthur, esas son dos preguntas y no una, eso rompe el trato, y aunque no fuera así, el asunto es que la primera pregunta no la puedo contestar y la segunda, bueno, digamos que aún no quiero.” Entonces Arthur, dijo “si hemos de compartir lo que aún falta de nuestra aventura, al menos es un alivio el que los tres me caigan tan bien” y comenzó a reír. Pasaron dos días antes de conseguir el estudio de grabación. “Arthur buenas noticias”, comentó Belenus,”conseguí un excelente estudio de grabación con unos amigos, pero no te ilusiones, no es Abbey Road, después de todo, tampoco somos los Beatles”, dicho esto todos rieron. De muy buen humor los cinco subieron el equipo al auto y se dirigieron al estudio, ahí Arthur comenzó a separar el video de la pista de sonido, luego la limpió de los ruidos ambientales, y una vez hecho eso, buscó, como lo hiciera en la ocasión anterior si había ruidos de algo más sobrepuestos al sonido que estaban buscando. Siguiendo un proceso similar compararon los perfiles de onda con perfiles de onda de sonidos del agua, del viento, del fuego y de la Tierra. En efecto los cuatro estaban ocultos en la onda principal, solo que a diferencia de lo que encontraron en el canto del inframundo, estas ondas eran de alta frecuencia, ya que las anteriores habían sido de baja frecuencia. Sin embargo, no había otros sonidos, solo el canto de los cielos. Utilizando la aplicación pudo convertir ese sonido en geometría. Cuando hicieron esto, Arwen y Arthur pudieron ver en la cara de los tres jóvenes un fuerte impacto, era claro que ellos conocían ese patrón geométrico, pero no hicieron comentario alguno, esto desconcertó a ambos. Arwen pensó que no debían confiar en ellos, pero Arthur pudo comprender más su actitud, ya que encajaba muy bien con las respuestas que días atrás Belenus había dado a sus preguntas. Por último, Arthur digitalizó la onda sonora del canto de los cielos. De regreso al hotel, Arwen decidió comentar acerca de la expresión que se había dibujado en sus caras al ver la geometría del canto de los cielos. Y dejando el tacto
de lado fue directo al grano. “Cuando Arthur generó la geometría vi la misma expresión en los rostros de los tres, ¿por qué?, ¿qué saben al respecto de esa geometría? Los tres jóvenes se vieron entre sí, y aprobándose mutuamente, permitieron que Alanna comenzara a hablar. “Estoy segura que ustedes no percibieron una pequeña parte en el centro de la geometría, de haberse fijado bien hubieran visto la figura de un triskel, este es el símbolo del dios Dagda. Esto es un acto divino, él nos otorgó algo único, ese sonido es portador de luz y vida.” Sin embargo, hubo algo que guardaron para sí, y eso por indicaciones precisas de Olwen-Arwen, el hecho de que ambos, tanto Arthur como Arwen son Tautha Dé Danann,” esto significa que son parte del grupo de dioses primigenios a quienes el pueblo celta adoraba. Ya de regreso nuevamente en las suits del hotel, Belenus saca algo de una pequeña bolsita de tela, eran dos dijes con la figura del triskel, entonces Belenus tomó de las manos a Eileen y a Alanna, colocaron ambos dijes sobre una basecita de piedra que también traía Belenus, formaron los tres un círculo en torno a ambos dijes y los tres al unísono pronunciaron unas palabras celtas, “Eget al hudouriezh eus Dagda stroñsañ gant e kanaouenn triskel aubenn eus an gallout eus Tauta Dé Danann.” Al hacer esto los dijes emitieron un haz de luz cada uno. Al terminar se soltaron de las manos, Eileen tomó el dije de Arthur, y Belenus el de Arwen, desde luego ellos no habían estado presentes durante el ritual, se encontraban en una de las terrazas tomando café, Alanna fue a buscarlos para que llevarlos a la suit de las mujeres donde se contraban Eileen y Belenus con los dijes. Cuando llegaron Alanna les dijo, les tenemos un regalo a ambos, Arwen a quien le encantaban los regalos sorpresa se emocionó mucho, y aunque Arthur no era tan expresivo, la verdad es que también estaba muy entusiasmado por recibir un regalo, sobre todo si provenía de un poderoso mago celta. Belenus se acercó a Arwen y lo mismo hizo Eileen con Arthur, ambos les pidieron que se levantaran el cabello, ya que Arthur también tenía el cabello largo, luego pusieron el triskel de cada quien alrededor de su cuello y fundieron el broche con sus dedos.
Entonces sucedió algo mágico cuando ambos triskel, cada uno emitiendo un leve halo de luz, tocaron la piel del pecho de Arthur y Arwen, se fusionaron con esta y quedaron grabados a manera de tatuaje, pero con la diferencia que esos triskel daban la apariencia de estarse moviendo ligeramente, además no había tinta alguna en ellos. Para ese entonces Arthur y Arwen aún no recordaban su naturaleza divina, pero al menos ya habían recuperado su poder. Y no recordaban, pues así lo había dispuesto Olwen, el recuerdo vendría cuando el viejo tiempo los reencontrara. Como su trabajo en Inglaterra ya había terminado, iniciaron su viaja hacia Albuquerque Nuevo México, ahí verían nuevamente a Koda en la reserva Zuñi. Después de varias horas de vuelo, y otras de traslado por carretera, llegaron a la reserva, donde hallaron a Koda. Antes de que Arthur y Arwen pudieron presentar a los tres jóvenes, Koda se adelantó y se acercó a los muchachos, ellos hicieron una pequeña reverencia inclinando ligeramente la cabeza, entonces Koda se dirigió a cada uno de ellos “bienvenida Eileen, bienvenida Alanna, bienvenido Belenus”. “¿Acaso habían venido antes?” pregunto Arthur a Koda. Koda solo sonrío. “Ahora que ya estamos todos, debemos viajar a las ruinas Casa Blanca en el Cañon de Chelly, ahí vivieron los antiguos, a quienes nosotros conocemos como Hisatsinom, pero en los libros les dan el nombre de Anasazi. Tanto nostros los Hopi, como nuestros hermanos los Zuñi, descendemos de ellos”. Comentó Koda. Después de pasar la noche en la reservación, muy temprano se alistaron para viajar hacia el Cañon de Chelly. A su llegada un pequeño grupo de nativos pertenecientes a los indios pueblo ya los estaban esperando. Los instalaron en una pequeña casa cercana a las ruinas Casa Blanca y les compartieron alimentos y agua. Al caer la tarde se encaminaron hacia las ruinas, Koda junto con Belenus, Alanna, Eileen, Arthur y Arwen se acercaron a las kibas, en tanto el grupo de nativos se colocaron en diferentes puntos para custodiar el lugar e impedir el acceso a cualquier persona ajena al grupo.
Ya en la kiba, Koda, Alanna y Eileen prendieron una pequeña fogata. Luego los cinco se sentaron en torna a ella. Koda preguntó “¿trajeron consigo las dos piedras restantes? Arthur contestó, “desde luego”, sin embargo, le inquietaba la pregunta, pues ¿cómo sabía que habían perdido la tercera piedra? Koda se apresuró a iniciar su relato “lo que ahora he de decir, ustedes ya lo saben –dirigiéndose a los tres jóvenes- y en su caso, dirigiéndose a Arthur y a Arwen, el tiempo que Olwen dispuso para su recuerdo ha llegado. En cada realidad coexisten muchos mundos, en algunos el tiempo se aleja de nosotros, en otros viene hacia nosotros y en otros pareciera estático. Este mundo en el que hoy estamos es el del tiempo que se aleja, el de los recuerdos del pasado. Antes de que entráramos a este mundo, habitamos el mundo del instante perdido. En los primeros dos mundos el del tiempo que se aleja y el del tiempo que se acerca existen el día y la noche, generando ciclos de tiempo abiertos o en forma de espiral. El otro mundo, el del tiempo que fluye, pero no transcurre, solo existe en el instante justo cuando la noche se transforma en día durante el amanecer, y cuando el día se transforma en noche durante el crepúsculo. No hay día ni noche, sin embargo, el instante en que ambos se funden es lo que ilumina ese mundo. La rápida oscilación entre el vajra- rayo de luz- del amanecer y el vajra del crepúsculo da la falsa noción de continuidad, y con ella la de estaticidad, y fue esta aparente estaticidad la que le proveyó de equilibrio a aquel lugar, hogar de quienes en este mundo llamaron dioses. Los mundos no son independientes, todos están unidos entre sí, así es que a veces el equilibrio de uno puede ser roto por otro, aún sin la intención de hacerlo. Y eso fue lo que ocurrió en aquel mundo. Los instantes del amanecer y el crepúsculo se separaron generando una profunda grieta, algunos de los pobladores cayeron a mundos de continua oscuridad, otros a mundos de continua luz, hubo otros que llegaron a este mundo en diferentes épocas, a pesar de haber caído en el mismo instante, a estos sus pobladores los llamaron dioses. Algunos, los menos, perdieron su cuerpo y renacieron en este mundo y en otros mundos, pero sin recordar su verdadera naturaleza, ya que el tiempo del recuerdo conlleva el renacimiento por gestación y olvido.”
Empezaba a oscurecer cuando vislumbraron la silueta de una chica que se acercaba a la kiba proveniente de la zona de las moradas en las rocas, al acercarse vieron que se trataba de una bella adolescente cuya edad estaría entre los 15 y 16 años, cuando por fin se detuvo cerca del fuego, Koda le indicó que se sentara en el círculo que habían formado. Koda tomo nuevamente la palabra “Ella es Ameyali mi nieta, hija de ustedes, Arthur y Arwen, pronto la concebirán en un pasado remoto”. Koda le hace un gesto a Belenus y él toma la palabra, “Gran Señora, ha llegado el momento que designaste para que nosotros tus fieles guardianes, protectores y sacerdotes de tu culto te hagamos recordar tu verdadera naturaleza, tu lugar entre los Tatutha Dé Danann”. Sucedió entonces que los tres, Alanna, Eileen y Belenus pronunciaron unas palabras “Divine Olwen koun an amzen da zont kent ankouaat an ankouaat. (Divina Olwen recuerda el futuro perfecto, olvida el olvido)”. En ese instante el triskel en el pecho de Olwen emitió un intenso destello de luz, y Olwen retomo su real apariencia. Koda se levantó hacia donde se encontraba Arthur, le pidió que se levantara y le dijo “Tu eres mi hijo, en este mundo te han dado los más variados nombres, Pahana, Quetzalcóatl, Kukulcán, y muchos más”, entonces Koda tocó el pecho de Arthur y su triskel comenzó a moverse y al igual que ocurriera con Olwen emitió un intenso haz de luz y Arthur retomó su apariencia de dios. “Hijo”, dijo Koda, “entrega las dos piedras que aún tienen a Ameyali” y así lo hizo. En las viejas eras cuando los dioses cantábamos causábamos a ser, haz tu magia y fusiona de la manera correcta el canto del inframundo con el canto de los cielos para que produzcas el sonido del instante perdido, fusiona el día y la noche, restaura el mundo del amanecer y del crepúsculo, nuestro mundo”. Dicho eso Koda tomó a Ameyeli de la mano y llevando las dos piedras que sus padres le habían dado dijo “es tiempo, debemos ir a la Ciudad donde los hombres se hacen dioses”. ¡Espera Koda! ¿Los volveremos a ver? Pregunta Olwen, Koda le contesta “¡siempre!, en el olvido o en el instante perdido”. Antes de entrar en el fuego Koda le dirigió unas palabras a su hijo, “recuerda la promesa que le hiciste a tus pueblos, cumple tu palabra y llévalos contigo al mundo del crepúsculo-amanecer, para que gocen de
paz, de amor, de armonía, de sabiduría”. Al terminar Amellali abrazó a sus padres y de la mano de su abuelo Koda, entraron al fuego de la hoguera. Pahana comenzó a reproducir la estructura de onda de los sonidos del inframundo y de los cielos utilizando el software adecuado, los estuvo sobrepondiendo hasta que logró anularlos de tal forma que solo se formaron dos picos de sonido uno hacia arriba y otro hacia abajo, era obvio que uno correspondía al amanecer y el otro al crepúsculo, luego obtuvo la geometría asociada y digitalizó el sonido. La geometría era hermosa y conservaba un triskel en el centro. Pahana, Olwen, Belenus, Alanna y Eileen escucharon los sonidos y cuando estuvieron listos Belenus y Alanna cantaron el sonido del amanecer, Pahana y Eileen el sonido del atardecer y Olwen cantaba ambos sonidos intercalando el uno con el otro. Con las geometrías que cada sonido producía dieron forma a su mundo, restaurando la fauna, la flora, la topografía, los mares, etc. Una vez restaurado su mundo, los dioses perdidos escucharon el sonido y regresaron a su hogar. Pahana, Quetzalcóatl, Kukulcán, cumplió su promesa y llevó a sus pueblos al mundo del crepúsculo-amanecer. Desde entonces los hombres y mujeres que permanecieron en este mundo han sentido una extraña fascinación por el vajra del amanecer y el vajra del crepúsculo. Ese instante perdido en el que ambos mundos se tocan, donde el corazón de los dioses susurra en el alma de los hombres.