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Una nueva visión de lo negativo puede crear una vida más positiva

Por: Habacuc Cardona, CECP, CBCP

Desde que nacemos, hemos sido educados con el concepto de que solo existe lo positivo y lo negativo o lo bueno y lo malo, y definitivamente es así. Debemos siempre esperar lo bueno, siempre debemos buscar lo positivo. Lo negativo es feo, malo, doloroso, no deseable y perjudicial. Estas creencias de antaño han sido parte y siguen siendo parte de nuestra forma de pensar y de visualizar la vida y nuestras acciones. La realidad es que nunca oímos la palabra “balance”, y, aunque la hayamos oído, tener la conciencia de entender que la energía negativa existe, porque forma parte de nosotros y nos ayuda a mejorar, toma tiempo, esfuerzo y requiere de una mente abierta para que podamos madurar al respecto, colectivamente como seres humanos. El balance siempre llama a la “ecuanimidad”, a participar de nuestro desarrollo intelectual, y a una visión de vida en la que el pensamiento crítico es protagónico. La hecho es que, aun cuando usemos un pensamiento crítico constante, el pensamiento solo se extenderá hasta donde le hayamos permitido o le permitamos llegar, a base de nuestras creencias. Una creencia puede ser tan fuerte que nos limite a expandir la conciencia. Como, por ejemplo, creer que nuestro color de piel puede ser mejor o superior que otros colores. Sabemos que, en décadas anteriores, las personas de tez oscura no podían entrar a un restaurante o a una tienda a la que solo se les permitía la entrada a personas de tez blanca. Hoy es inconcebible pensar que eso suceda, pero se nos ha olvidado la distorsión y el prejuicio que hemos ido venciendo. Como también, por ejemplo, creer que nuestros

estudios, llámense maestría o doctorado, nos hacen más capaces que una persona con un cuarto año de educación. Todas estas creencias solo son manifestaciones de falta de conciencia. En otras palabras, todavía tenemos el velo de la ignorancia puesto; así que, el universo, o como desees llamarle, ha creado las experiencias negativas para hacernos crecer. Porque, cuando hemos vivido lo suficiente, la vida, con las experiencias negativas, siempre logra darnos el antídoto perfecto para hacernos despertar. Esa es la diferencia entre un niño de 6 años y los adultos. Pues el niño, ante la falta de conciencia, cree todo lo que un adulto le pueda decir; lo que hace que ciertos adultos se aprovechen o tomen ventaja de esa ignorancia, nobleza o inocencia que, por lo general, tienen los niños. Pero esa falta de conciencia es momentánea, porque llegará el día en que el adulto será anciano y el niño se convertirá en adulto; por lo que cada cual recibirá de vuelta una respuesta clara o contundente de sus acciones (positivas o negativas), como una dádiva para lograr el crecimiento espiritual. ¡Recuerda, hay que vivirlo para sentirlo! Nunca he estado de acuerdo con que se utilice un personaje ficticio, en la estación del mes de diciembre, para decirles a nuestros hijos que ese personaje está viendo sus acciones y que, si se portan bien, les traerá regalos. Nunca he entendido... ¿por qué o para qué mentirles a nuestros hijos? ¿Para crearles una fantasía que, al final del día, está diseñada para promover el consumismo? Esto solo motiva a la gente a gastar dinero, que, la mayoría de las veces, las personas no tienen para gastar. Así que, inconscientemente, les enseñamos a nuestros hijos que mentir y crear y sostener una mentira

es espectacularmente gratificante. Recuerdo que, en mi plano personal, me impresionó mucho, y no comprendí la situación cuando me enteré de la verdad sobre ese personaje. Sé que muchas personas no estarán de acuerdo conmigo, pero estoy completamente seguro que podemos crear una Navidad con recuerdos más hermosos, si utilizáramos la verdad con nuestros hijos. No se tienen que desaparecer los personajes, solo debemos decir la verdad. Inclusive, decirles a ellos que esos regalos son entregados, con mucho amor, por nosotros los padres. No solamente por una ocasión especial, porque lo que se nos ha escapado es que esa época es para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios. Esto significa que la celebración representa la verdad y la pureza de una nueva era. ¿Por qué entonces mentirles y crear un engaño para los más vulnerables (nuestros niños) que están desarrollando su conciencia? Así que es una especie de acción negativa con creencia positiva. No hemos logrado entender, no nos hemos enterado o aprendido de que el subconsciente de los niños sabe perfectamente que eso es un engaño. Esto ha venido manifestándose desde hace miles de años. Hemos tratado de evadir lo negativo disfrazándolo como positivo en muchas áreas de nuestras vidas. Luchamos contra la oscuridad, porque persistimos en visualizarla como un enemigo feroz; pero, en realidad, podemos considerarla como una energía útil para transformarnos. ¿Acaso no es la oscuridad de la noche que trae a la flor el reposo del calor del día y el sereno que la humedece? Por eso la contraparte es tan importante, porque crea un balance: día y noche; blanco y negro; mujer y hombre; arriba y abajo; adentro y afuera. Así, la divinidad lo ha entendido prudente y lo ha creado, pues todo lo que existe no podría existir sin la aprobación del Creador. Por eso, una de las historias bíblicas que nos hace reflexionar sobre la resiliencia, el perdón y la humildad, ciertamente, es la historia de Job. En la que podemos ver cómo algo negativo se convierte en positivo. La oscuridad llegó a él; lo despojó de todos sus bienes y aun de su familia y de su salud. Como sabemos, todo

ese proceso le sirvió de abono. Vemos que al final Dios le otorgó doble bendición. Pero es necesario ver y reconocer que Job salió de esa prueba entendiendo muchas otras cosas, o sea con una conciencia mayor, que jamás hubiera podido entender si no la hubiera sentido en carne propia. Por eso es que existe una gran diferencia entre vivir una experiencia y oír la experiencia, porque la experiencia te marca, te hace desarrollar emociones que se convierten en parte de tu personalidad. Esto lo llevamos toda la vida. Es la experiencia la que traba el alma, y cuando el alma aprende una lección esa información está grabada en lo más íntimo de nuestro ser. Por eso Job dijo: “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”. Job: 42:5 En otras palabras, ahora que he pasado por esta experiencia es que te comprendo. Pero ninguno de nosotros desea la oscuridad. Nadie quiere sufrir, aunque nos demos cuenta de que, en efecto, sufrir es como un aliado. Porque es el sufrimiento el mejor y más preciado elemento para hallar la felicidad. Desde hace unos años, hemos estado experimentando momentos difíciles. Algunos les han llamado “los años oscuros de la década”. Todo comenzó a apretarse en el año 2007 con la recesión económica, una de las más severa de nuestra época. Luego, en el 2012, las tormentas electromagnéticas y las llamaradas del Sol, hasta que llegó el huracán María en el 2017. Sin lugar a dudas, la experiencia de un huracán categoría 5 es única, y muchos seres humanos nunca han pasado por ella. Luego, un jamaqueo político, en el que tuvo que renunciar un gobernador. Recientemente, los temblores continuos y seguidos de una pandemia a nivel mundial. Creo que está claro. Hay una fuerza superior que nos está gritando: “es momento de hacer crecer tu conciencia”. No mates, no ensucies nuestra casa, no ofendas o maltrates a otros... No nos hemos dado cuenta de que recibimos lo que sembramos. Por eso, la energía negativa es necesaria, porque nos lleva a enderezar lo torcido. Pero no podemos seguir ‘peleando’ con

ella. No podemos tratar de erradicar la violencia gritándole con violencia; no podemos alejar la oscuridad con oscuridad. Te propongo que seas cordial con la oscuridad, a no forcejear con ella. Te propongo a comenzar a brindarle amor a la oscuridad, pues ¿acaso Cristo no dejó establecido que amáramos aun a nuestros enemigos y oráramos por ellos? Porque, simple es amar a nuestros familiares y a todo aquel que es bueno con nosotros; pero ahora se nos está requiriendo algo más elevado, una mayor valentía, una coherencia mayor. Porque odiar es fácil... es de la carne, sale espontáneamente y se siente sin esfuerzo. Pero amar es sacrificado, porque viene del alma… es espiritual. Hoy por hoy, hay que ser valiente para amar. Así que, si hay que ser valiente para amar a los que nos aman y tratan de amarnos, ¿cuán valientes debemos ser para amar a los que nos odian? La oscuridad es necesaria; es nuestro balance, porque vive dentro de nosotros y, entre otras c o s a s , se llama “ignorancia”. Por eso, Dios, que todo lo sabe, que es la luz, el amor mismo y la sabiduría, también es nuestro guía. Por tal razón, la oscuridad se combina majestuosamente con la luz, para hacer esta experiencia, llamada vida, una mágica en la que, aun cuando hemos sufrido tanto, deseamos seguir viviendo. Aun cuando hemos llorado, viendo tantas cosas negativas, no deseamos morir; de hecho, nos aterra vernos envejecer y ver cómo nuestro reloj comienza a retroceder, como si fuera un juego de baloncesto. La razón es porque nos encanta vivir. En nosotros vive la esperanza de evolucionar como seres. Somos una hermosa especie, sin duda. Somos conocidos como la raza humana o los terrícolas, porque existimos en el universo y vivimos en una hermosa casa o en un único planeta llamado Tierra.

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