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Intoxicación física + emocional = enfermedades crónicas
Por: Habacuc Cardona, CECP, CBCP
Lectura de 7 min.
Es de vital importancia comprender y enfocarnos en el reconocimiento de la intoxicación, ya que uno de los problemas principales en todo el mundo (el cual considero que es epidémico) es la gran cantidad de tóxicos y patógenos desbalanceados que existen en nuestros cuerpos. Esto toma mucha relevancia, debido a que son precisamente los tóxicos y los patógenos que han estado desencadenando y apretando nuestros botones emocionales. Pero, ¿cómo sucede esto? Bueno, resulta ser que nosotros somos un reflejo de nuestro entorno, lamentablemente por falta de comprensión, conciencia y, más aún, de masa crítica. A mediados de los 1.800, cuando comenzó la era de la industrialización, comenzamos a crear productos que necesitaban químicos para elaborarse. Con esto, sea de forma ingenua o con desconocimiento, se crearon ingredientes tóxicos que están presentes en nuestra vida actual, incluso luego de más de 150 años. Se crearon compuestos tóxicos (o sea, químicos) para la ropa que usamos, la comida que ingerimos, el agua que bebemos, los productos de belleza, los jabones, la pasta de diente... en fin, el 90% de los productos, en su mayoría, tiene algún químico artificial que utilizamos, el cual se convierte en un elemento de toxicidad para nuestro cuerpo.
Así que, sin darnos cuenta cada año las industrias crean miles de químicos y tóxicos nuevos para elaborar productos y mantener una evolución. A mi entender, dicha evolución es un acto fallido, empujado e inspirado por el ego y la avaricia. En su mayoría, las personas y las industrias han creado producto buscando fama o para amasar una mayor capacidad adquisitiva. Lamentablemente, todavía no nos hemos dado cuenta de que, en realidad, cuando vamos a la raíz, lo que verdaderamente impulsa este andamiaje es la programación que hemos tenido desde niños. Ella nos dicta que debemos amasar riqueza para establecernos y satisfacer nuestra necesidad de aportar o de alcanzar una meta. Otro elemento que ha sido nefasto es que nos hemos enfocado en metas físicas y no en una visión revolucionaria evolutiva interna, relacionada con nuestro aspecto espiritual y,al final del día, esta podría ser la razón principal por la que estamos aquí.
Vamos a regresar nuevamente al tema de la intoxicación, el cual es ignorado por muchas personas, y ciertamente no le preocupa a la masa colectiva. La razón principal de esto es la “FALTA DE CONCIENCIA”. Y es que, si tuviéramos conocimiento y buscáramos y profundizáramos más en estos aspectos (que son parte de nosotros), no existirían tantas enfermedades y síntomas. Permíteme expresarlo de otra forma: los tóxicos son energía y, como sabemos, la energía siempre es acompañada de una vibración. De esta manera, cuando ingerimos energía y vibración densa (o sea, baja), lo que sucede es que nos vamos convirtiendo en ella.
Eres lo que comes, porque estás permitiendo que lo que comes se convierta en ti, ya que esa energía de la comida te da vida. Si no comes, mueres. Así que, lo que comes y utilizas en tu entorno se convierte en tus células, tejidos, sangre, etc.; o sea, es parte de ti. Lo que comes entra a cada molécula a tu sistema, a tu cerebro y es metabolizado y/o absorbido por tu piel. Tu inteligencia interna y sub-conciente (que vive dentro de ti) dice “Ahhh ok, esto es lo que tu ser desea”. Es así como, sin saberlo, comemos cosas que crean ira, deseo sexual y que nos desconectan de la realidad. ¿Acaso no es cierto que muchos beben una botella de vino para tener más energía y correr en las mañanas? ¿Acaso no es cierto que el vino se utiliza para relajarte y tener más posibilidades de conectarte con una pareja físicamente, una pareja con la que nunca te hubieras conectado si no hubiera sido por el vino? Así que, es importante saber que en cada momento mostramos nuestras decisiones alimenticias, emocionales, financieras y espirituales, solo de estar presente o parados en cualquier lugar. Eres un reflejo de tu corazón y si tienes una adición al azúcar, chocolate, alcohol, cigarrillo, droga, fármaco, pornografía o cualquiera otra cosa, la estás mostrando de la misma forma. Porque tu energía está presente y emana de ti una vibración que todo aquel con conciencia puede sentir claramente.
Todos podemos alcanzar este nivel sin mucho esfuerzo. Esto es fantástico porque, al estar desnudo y darte cuenta de tu desnudes a nivel interno, entiendes que no existe una razón para pretender ser algo que no eres. No irías a una clase de cómo dominar el peso corporal con un instructor obeso. Eso es exactamente lo que pasa constantemente con nosotros, que tratamos de enseñar cosas que no sabemos o, peor aún, que sabemos pero no podemos dominar. Es ahí donde entra la intoxicación emocional. Y es que cuando estas intoxicado con metales pesados, como altos niveles de hogo en la sangre (por mencionar solo varios factores de miles), estos disparan tus emociones. Porque estos tóxicos están paseándose por nuestras glándulas, órganos, sangre, que producen químicos que a su vez utilizan las células para activar comandos emocionales. Así que, si estas intoxicado, puedes ser víctima de la depresión, la tristeza, el mal juicio o del pensar siempre mal de otra persona; incluso puedes estar desconcentrado o sentir odio sin causa. Esto sucede porque sin darte cuenta creas una repetición o habito de pensamiento negativo al que el cuerpo se hace adicto, ya que los químicos emocionales son tan adictivos como la heroína, lo que está comprobado científicamente. ¿Pero por qué los patógenos tienen tanta fuerza dentro de nuestros cuerpos?
Bueno, son seres vivientes y ellos desean vivir y reproducirse, como nosotros. Así que, ellos evolucionan, analizan y saben dónde alojarse y qué hacer para sobrevivir. Y, como les encanta el azúcar, cuando tienen hambre comienzan a vibrar y a comunicarse, y de repente tú tienes unas ganas increíbles de comerte un chocolate, hasta el punto de ponerte nervioso(a) si no logras comerte el chocolate. Bueno, eso no tiene nada que ver con tu deseo de voluntad, porque los patógenos son quienes te dominan, expresándose y evolucionando dentro de ti. Nuestra vida depende de muchas vidas que viven dentro de nuestros cuerpos, vidas llamadas bacterias, conocidas como probióticos y ahora microbiones (que son microbios que duplican la cantidad de células que existen en nuestro cuerpo).
Estos microbios pueden ser entes positivos o negativos, todo depende de si se reproducen de forma exagerada o de si se mantienen balanceados. Lo que activa su sobrepoblación es nuestra conducta alimentaria y emocional, porque así como se alimentan de azúcar, también lo hacen de moléculas de odio, ira o tristeza. Por ejemplo, las pastas de dientes comerciales contienen grandes cantidades de fluoruro, una molécula química que no puede ser procesada por nuestro cuerpo de forma correcta. Esta molécula se almacena en diferentes áreas de nuestro cuerpo (a veces en la garganta, a veces en el estómago, en los riñones e incluso en los pulmones), creando inflamación. A esto se le agrega las cantidades extremas de azúcar que ingerimos cada día, que contribuyen a crear y apoyar la inflamación en tu cuerpo. Ahora, tienes inflamación severa y sin saberlo alimentas microbiones patógenos que existen de forma normal en tu sistema digestivo, fortaleciéndolos y creando poco a poco un desbalance en tu sistema digestivo. De esta forma, sin comprenderlo estás creando, a través de los años, un desbalance que puede terminar en una enfermedad crónica.
Otro factor (porque, como dice el refrán, “éramos pocos y parió la abuela”) es la exposición a campos electromagnéticos. Esta onda energética es súper peligrosa, y está comprobado que les crea estrés a nuestras células. ¿Qué pasa? Que cada día hay más antenas, y son más potentes. ¿Por qué? Porque nosotros pedimos más señal, creamos más mercado y exigimos mejor señal, y cuando no hay señal somos infelices. Pedíamos eso por desconocimiento. Ahora estamos metidos en un problema grave de radiación electromagnética, lo que contribuye más a la intoxicación de nuestro cuerpo. Todos los productos tecnológicos quieren tener WiFi o bluetooth, como los audífonos, las impresoras, las neveras, las lavadoras, el televisor inteligente, etc. Con esto, dentro del hogar tenemos un enjambre de ondas y señales que perturban el cerebro, creando más ansiedad. Sin contar que ahora existe el WiFi 5G.
Todos estos productos son parte de una tecnología que aumenta la radiación más de quinientas mil a un millón de veces, en comparación a la radiación a la que se expusieron nuestros padres y las permitidas por organizaciones mundiales de la salud. Así que, nuestros cuerpos tienen que enfrentarse día a día a muchos desafíos, y lamentable estamos perdiendo la batalla. Actualmente, la salud es un estado envidiable, y ya no es raro oír un “me siento mal”, incluso en los niños. Es una crisis colectiva, pero parece que no reaccionamos. Por tal razón debemos leer, buscar e inquirir sobre soluciones que nos lleven a un bienestar. El mejor doctor que podrás conocer será tu propio conocimiento; el mejor educador será tu propia búsqueda y sed por la verdad; tu mejor pastor será tu gemido y petición en privado, porque él te contestará en publico y la gente verá tu resplandor. El que resplandece es por que lleva luz, y allí la oscuridad no prevalece. La falta de conciencia es la cuna de la oscuridad, y los miedos la alimentan. Vamos a levantarnos con más fuerza, utilizando la sabiduría ancestral, el sentir de la divinidad y la percepción afinada con el buen deseo de ayudar. Podemos sanar, podemos desintoxicarnos y sentir una salud plena. Solo debemos tomar acción y darnos amor.
Busca nuestra próxima revista de febrero, donde hablaremos sobre cómo desintoxicarnos de infecciones de la boca.