Proa a la mar Extra 2023

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REVISTA DE LA REAL LIGA NAVAL ESPAÑOLA

a la mar

VI ÉPOCA DIGITAL · 2023 · N. EXTRA

de la

numero Especial Mujer

LA MUJER Y EL MAR

El mar, ese medio hostil que nos atrae, atrapa y embelesa, parece haber constituido, a lo largo de la historia, un mundo masculino. Sin embargo, una mirada más detenida nos llevará a comprobar que este aserto no pasa de ser una afirmación gratuita. La presencia de la mujer en el mundo de la mar ha venido siendo una constante que, por poco conocida, no debe pasar desapercibida.

Conscientes de ello, hace unos meses el consejo de redacción de Proa a la mar propuso editar un número especial que viniese a resaltar el papel de la mujer en el mar. Tras un esmerado trabajo de edición y maquetación, el presente número de nuestra revista hace un viaje por la historia, el presente y el futuro del protagonismo que la mujer ha ejercido en la mar. Un papel que va desde la sufrida pasividad de la mujer del pescador que nunca sabe si su marido regresará a tierra, a la proactividad de la mujer que manda un barco mercante o un buque de la Armada.

Este número de nuestra revista supone un modesto homenaje de la Real Liga Naval Española a todas esas mujeres que hicieron y hacen posible que el mar haya sido y siga siendo azul. Gracias a todas ellas.

EDITORIAL Proa a la mar 3

ANA MARÍA SOTO

(1775-1833).

Fotografía de la portada: “Imponente ancla procedente de la fragata “Numancia”, que la Real Liga Naval Española regaló al pueblo de Madrid el 26 de mayo de 1979, y se encuentra en el Lago de la Casa de Campo”.

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Depósito legal: M-20.372-1979 · ISSN es el 2341-1538

MENCÍA CALDERÓN Mencía Calderón de Sanabria, por delante del Adelantado, Carmen García 98 MUJERES Y PIRATERÍA Mujeres piratas empoderadas, audaces, temidas y respetadas, Juan Ignacio Pinedo 116 LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE Las primeras mujeres oficiales de nuestra marina mercante, Raúl Villa Caro 136 MUJERES EN NUESTRA ARMADA Las mujeres pioneras en nuestra armada, Raúl Villa Caro 152 LA MUJER Y LA MARINA DEPORTIVA La mujer y la marina de recreo y deportiva, Emilia del Carmen Marina Seira 168 LA SEÑORA DE CASTILLA María de Molina, reina y señora de Castilla y de su marina. Parte I, Juan Ignacio Pinedo 174 LA SEÑORA DE CASTILLA María de Molina, reina y señora de Castilla y de su marina. Parte II, Juan Ignacio Pinedo 184
Ana
estanquera, Dra. Alicia Vallina Vallina 06
MUJERES DEL MAR Las mujeres del mar. Ángeles Albariño y Emma Bardám, Andrés Arbiza Jiménez 10 ISABEL BARRETO Isabel Barreto, gobernadora y adelantada de las Salomón, José M. Blanco 22 ISABEL ZENDAL Isabel Zendal, madre y enfermera en la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”,
José Luis Asúnsolo 34 CATALINA DE ERAUSO, Catalina de Erauso, la monja alférez, Marcelino González Fernández 54 LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA La mujer en el arma submarina, José María Treviño Ruiz 74 LA MUJER Y LA PESCA La mujer y la pesca, la mar y la pesca, femenino singular, Javier Garat 86
María de Soto y Alhama
La soldado
LAS
(1803-1806),
SUMARIO 4

¿QUÉ ENCONTRARÁS EN LA REVISTA?

Estimado lector, esta vez te presentamos un número extraordinario de nuestra Revista. Es un monográfico. Lo dedicamos de manera exclusiva a la mujer y su presencia y papel en el mar. Es una asignatura pendiente, y lo que deseamos es poner al día estas cuestiones. Y es que la mujer ha estado en la mar desde el principio de los tiempos. Descubrirás que la mar no es un mundo de hombres; debemos corregir este paradigma tan erróneo. Entre otros objetivos, para esto tienes delante tuyo este Número Extraordinario.

Así conocerás a Ana María de Soto, la soldado estanquera, primera mujer que sirvió en la Infantería de Marina; a Ángeles Alvariño y Emma Bardán, pioneras y eminentes oceanógrafas, precursoras de la investigación oceanográfica mundial; a Isabel Barreto, Gobernadora y Adelantada en las Salomón, gran navegante y la primera mujer considerada que alcanzó el grado de Almirante en el mundo; a Isabel Zendal, la primera enfermera en misión internacional de la historia en declaración institucional de la OMS y participante muy activa y protagonista principal de la expedición para la vacuna de la viruela junto a los doctores Francisco Javier Balmis y José Salvany; a Catalina de Erauso, la monja alférez, uno de los personajes más legendarios y rico en matices del Siglo de Oro; verás el papel y el desarrollo de la mujer en el arma submarina donde alguna de ellas ha entregado ya su vida y reposa su cuerpo en el fondo del océano; el papel de la mujer en el mundo de la pesca, mucho más allá de lo imaginado; a Mencía Calderón,

la Adelantada, notable emprendedora y exploradora; la mujer y la piratería, donde brillaron con su capacidad y su liderazgo, y donde la realidad sí que es verdad que supera a la ficción (novelas, teatro, Hollywood); la mujer en la Marina Mercante, con un desarrollo y saber hacer verdaderamente encomiables; la mujer en la Armada, a todos los niveles, todos los grados, todas las disciplinas, donde brillan por liderazgo, determinación, experiencia, conocimientos y dedicación; la mujer en el mundo de la marina de recreo y deportiva, donde brillan como lo hacen en todas las disciplinas deportivas y olímpicas; y terminamos con la Señora de Castilla, quien salvó de su muerte, consolidó y desarrolló a la Marina de Castilla, y logró que el recién creado Reino de Castilla se salvará y sobreviviera a la confabulación y suma de todos sus enemigos externos, árabes y cristianos todos juntos, e internos, gran parte de la nobleza y una parte traidora de la casa real, María de Molina, y a ella se debe que Castilla sobreviviera y se impusiera.

Un apasionante muestrario de interesantes temas, desarrollados por expertos de primer nivel. Un afectuoso saludo, y deseamos que disfrutes de las lecturas que te presentamos y proponemos.

¡¡¡Bienvenido
a bordo!!!
ENTREVISTA 5 Proa a la mar

ANA MARÍA DE SOTO Y ALHAMA (1775-1833).

LA SOLDADO ESTANQUERA

La madera crepitaba consumida por el fuego. Los restos de las velas caían mezclados en una lluvia de ceniza. Los segundos pasaban lentos y mi cuerpo tiritaba. Estaba herida y seguía perdiendo sangre. El sol había dejado de brillar y los muertos se habían transformado en polvo.

Así comienza Hija del mar, (Plaza & Janés, 2021) la novela que dio vida a la historia de una mujer abierta al mundo, a la diferencia y a la magia que ofrece la locura, en un tiempo en que las féminas tenían vetadas estos bellos modos de enfrentarse al mundo. Y de este modo fue descubierta la figura de la cordobesa Ana María de Soto, conocida en la época como la soldado estanquera

Hija de D. Tomás de Soto Salas, natural de Montilla, y de Dña. Mencía Gertrudis de Alhama García, de la villa de Aguilar de la Frontera, sus padres habían contraído matrimonio el 30 de mayo de 1771 en la iglesia parroquial de la localidad cordo-

besa de Santa María del Soterraño. Fruto de esta unión, parece, nacieron al menos dos hijos, Antonio, el mayor, y nuestra protagonista.

Tal y como consta en su partida de bautismo, Ana María Antonia nació en Aguilar de la Frontera (Córdoba) el día 16 de agosto de 1775 y fue bautizada por D. Manuel de Vera Salcedo, párroco de la iglesia de Santa María de Soterraño donde cuatro años antes sus padres habían contraído matrimonio.

En su partida de bautismo consta que tuvo como madrina a una tía materna, pues es poco probable que fuera una hermana de su abuelo ya que tendría una edad demasiado avanzada para la época y probablemente no hubiera sobrevivido.

ANA MARÍA DE SOTO Y ALHAMA 6

Por los datos que se recogen en Memorial y Revista de la Infantería de Marina (año II, noviembre de 1909, número 22) y que son los únicos que acompañan a su expediente personal, se alistó como soldado en 1793 en la sexta compañía del 11º Batallón de Infantería de Marina bajo el nombre de Antonio María de Soto. Estos datos, enuncia la citada publicación, fueron “tomados de un libro titulado Por mar y por tierra. Historias marinas y cuentos”. En él encontramos la primera y única referencia física que poseemos de Ana María de Soto, de “pelo castaño claro y ojos pardos”.

En el cuaderno número 4 de la guarnición de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes del año de 1793 y que se custodia en el Archivo General de Marina Don Álvaro de Bazán (Viso del Marqués, Ciudad Real) encontramos por vez primera el nombre de Ana María de Soto como soldado de Infantería del modo que sigue: “Antonio María de Soto: hijo ídem de Tomás, natural de Aguilar en Cordova”.

Embarcó en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes el 4 de enero de 1794. A continuación, lo hizo en la fragata Balbina, de la que desembarcó el 18 de septiembre del año siguiente para volver a embarcar en la Mercedes el 22 de septiembre de 1795 y en la permanecerá más de un año. El 18 de diciembre de 1796 se embarcó en la Santa Dorotea bajo el mando del capitán D. Manuel Guerrero y Serón hasta que, el 26 de enero del año siguiente, vuelve a embarcar en la fragata Nuestra Señora de las Mercedes

Ana María participó en los ataques de Bañuls, en la defensa de Rosas y en la batalla del cabo de San Vicente que supuso la derrota española contra los ingleses el 14 de febrero de 1797.

A bordo de la fragata Matilde participó en la defensa de Cádiz contra la escuadra inglesa y en las lanchas cañoneras organizadas por el general de marina D. José Mazarredo. Finalmente, el 7 de julio de 1798, desembarcó de la fragata Matilde, ya descubierta su verdadera naturaleza, tal y como se recoge en la solicitud del pago de pensión que consta en el Archivo General de la Marina.

Al año siguiente, en 1799, se le concedió licencia de estanco en la localidad cordobesa de Montilla. La localización del estanco aún hoy es

una incógnita, aunque, por la documentación consultada, podría haber estado ubicado en la Plaza del Peso -actualmente Plazuela de la Inmaculada- o en la Plaza del Sotollón. Ana María de Soto residió primero, y tal y como consta en el padrón municipal de la localidad de Montilla, en la calle Puerta de Aguilar. Hasta el año de 1819 apareció ejerciendo la profesión de estanquera. En 1820 consta como “retirada” -quizá porque durante el trienio liberal y debido a las dificultades económicas que atravesaba el país, se le suprimió la licencia de estanco- para volver a aparecer en los datos del padrón en 1824 de nuevo como “estanquera”. En 1829 ya consta como empadronada en la calle Corredera, donde poseía en propiedad una vivienda que vendió en junio de 1833 a D. Antonio Rubio, uno de

Fig. 1. Libro de matrimonios nº 13, folio nº 167. Archivo General del Obispado de Córdoba. Fig. 2. Libro de bautismos nº 33, folio nº 237. Archivo General del Obispado de Córdoba.
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sus albaceas testamentarios.

Un hecho especialmente significativo en la vida de Ana María de Soto y que también permanecía inédito para la investigación fue el acaecido tras la muerte de su madre Gertrudis de Alhama. Ocurrida en Montilla el 24 de agosto de 1807 y oficiado el entierro por el párroco D. Rafael Sánchez de Feria y Castillo, tras este suceso se produjo un importante enfrentamiento entre Ana María y su padre.

Gertrudis de Alhama había muerto sin testar y su esposo reclamaba a su hija la obligatoriedad de otorgarle una pensión de alimentos de “lo menos tres vellones diarios”, así como la de devolver las ropas de su madre que había sustraído ilícitamente del domicilio familiar (pleito ES.28079.ahn/1.1.14.25.26//Consejos,11988, Exp.30).

Ana María de Soto falleció a la edad de 58 años, el día 4 de diciembre de 1833. Tal y como consta en el Archivo Parroquial de Santiago de Montilla lo hará sin testar, recibiendo los sagrados sacramentos y bajo un entierro de limosna. Sin embargo, curiosamente, el Archivo Histórico de Protocolos Notariales conserva el testamento original de Ana María de Soto, firmado por ella el 20 de noviembre de 1833, solo 14 días antes de su muerte y que a continuación transcribimos parcialmente:

“… mando que mi cadáver sea amortajado con el hábito de Nuestra Señora de los Dolores, sepultado en casa propia, forrada en negro y en una hornilla de la que en el cementerio tienen señaladas una las hermanas de la cofradía de Nuestra Señora de la Aurora pagando la limosna de costumbre. Y si no lo permitiese desde luego dispondrán mis albaceas se construya una poniéndole la rotulata correspondiente…

… que al tiempo se redoble con las campanas del Convento de San Francisco, las de la ermita de Nuestra Señora de la Rosa y dos medianas de la parroquia, pagando por ello la limosna de costumbre…mando que digan por mi alma 25 misas y.… así mismo mando para alumbrar al Santísimo Sacramento que se sirve y venera en la parroquia… un cuarterón de cera blanca labrada…

… declaro estoy debiendo a Antonio Rubio 400 por el resto de la venta de la casa de la calle corredera vendida en San Juan último, quiero se lo paguen por mi muerte si yo no lo hubiera hecho antes…”.

Del mismo modo, nombró como sus albaceas a los vecinos de Montilla D. Antonio Rubio, a quien había vendido su casa, y a D. Manuel Moreno y como su heredera universal a Dña. Antonia Pérez de Luque de la que no habíamos tenido ninguna noticia hasta ahora:

Fig. 4. Documento de pleitos entre Tomás de Soto y Ana María de Soto Alhama. PLEITO ES.28079. AHN/1.1.14.25.26//CONSEJOS,11988, Exp.30.
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Fig. 3. Plaza del Peso. Actual Plazuela de la Inmaculada. Archivo Municipal de Montilla, Córdoba.

“… de estado soltera, que he criado y tengo en mi compañía desde el año de 1804, cuidándome y asistiéndome con el más extraordinario esmero y vigilancia y, por lo tanto, la instituyo, nombro y señalo en recompensa por mi única y universal heredera y le encargo me encomiende a Dios”.

Para honrar la valerosidad y singularidad de esta mujer única en su tiempo, en el gaditano Museo Naval de San Fernando se abrió, bajo mi dirección técnica y en su sala de Infantería de Marina, un pequeño espacio dedicado su figura. En ella se exhibe actualmente un acrílico que la muestra, de modo idealizado, vestida con el uniforme de granadero y realizada en el 2018. Del mismo modo, se muestran también sendos facsímiles de su partida de nacimiento y de su testamento para recordar que la Historia está hecha de retazos de vidas, de apasionados hombres y mujeres que, como Ana María, ayudaron a construir nuestro glorioso pasado y la memoria de nuestro presente.

Fig. 6. Retrato imaginario de Ana María de Soto y Alhama. Amparo Alepuz, 2018. Acuarela y acrílico. 100 x 70 cm. Museo Naval de San Fernando, Cádiz.
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Fig. 5. Firma de Ana María Antonia de Soto. Archivo General de Marina D. Álvaro de Bazán. Viso del Marqués, Ciudad Real.

LAS MUJERES DEL MAR.

ÁNGELES ALBARIÑO Y EMMA BARDÁM

INTRODUCCIÓN

¡El desayuno se enfría!, oía gritar desde el fondo de la casa, desde la cocina, emitiendo el inequívoco aroma a pan tostado y leche hervida que presagiaba que el día había comenzado, que por mucho que el colegio hubiese terminado y los eternos días de verano comenzado no había tregua para las actividades cotidianas. Le gustaba determinar por el sonido y los olores quien hacía el que, y en donde mientras remoloneaba entre las sábanas organizando mentalmente el día, agarrar un morral con un cuaderno, unos lápices, montar la bicicleta e ir a buscar a alguna amiga para dirigirse a la costa a ver como las olas rompían y se alejaban una y otra vez, sin detenimiento, constantes, eternas. Se acercaban a las rocas cuando la marea se retiraba y veían con ojos curiosos como bullía la vida en el agua que quedaba atrapada formando charcos de diferentes tamaños, entre las piedras y la arena empapada. Le gustaba atrapar cangrejos, gusanos de diferentes colores, jugar con los percebes, observar cómo se contraían al tocarlos, pescar gobios y a los camarones que los acompañan. Tomaba notas dibujos de todo lo que se le presentaba, con un detalle minucioso, pues bien sabía que en los pequeños detalles se

encontraba la diferencia entre una especie u otra como bien lo había aprendido de la colección de libros de zoología que tenía a su alcance.

Mientras volvía a casa tenía que enfrentarse a las miradas inquisitivas de la gente que la tenía por una joven extraña que se interesaba por un medio exclusivo de los hombres y por unos aspectos que no se podía comprender como podían despertar se interés y además se alejaba del comportamiento femenino que se le presumía debía adoptar a su edad, dedicarse a cuidar su aspecto y dejar los estudios, pues era bien sabido que las mujeres gustaban que fuesen interesantes pero no demasiado inteligentes.

Se les permitía ser profesoras de piano, como lo era la madre de Ángeles Alvariño, pues era una formación que estaba bien vista ya que una de las virtudes que se valoraba en las mujeres era la de entretener a su marido, y la música daba esa cualidad y a su vez demostraba que la mujer era delicada y sensible.

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A pesar de haber nacido en una familia acomodada e instruida, el padre de Ángeles era médico, profesión que ella quería ejercer, pero no contaba con la oposición de su padre, que la quitó la idea por creer que dicha profesión no estaba indicada para una mujer, pues la sensibilidad de estás, no se acostumbraría jamás a ver el padecimiento de las personas el cual en muchas ocasiones no podría mitigar.

Esta recreación dramática bien podía haberles ocurrido tanto a Ángeles Alvariño como a Emma Bardán y Jimena Quirós, nuestras pioneras y eminentes oceanógrafas, en sus momentos de estudiantes, pero su férrea determinación hizo que las tres continuasen formándose y avanzando en el conocimiento y en la ciencia, aportando trabajo a la sociedad, haciéndola avanzar.

Estas tres mujeres lo tuvieron muy difícil, en una sociedad como era la española de principios del siglo XX, que no valoraba la ciencia ni a la mujer como era debido e incluso sufrieron una guerra civil. Nos centraremos en las vidas de Ángeles Alvariño y Emma Bardán, ya que estas dos mujeres han dado nombre a sendos buques oceanográficos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) transcendiendo a los medios de comunicación. De hecho, el buque “Ángeles Alvariño” se hizo tristemente famoso al ser el protagonista de la búsqueda de los cuerpos de las niñas Anna y Olivia, en julio de 2021 tras su desaparición en abril del mismo año. Hasta ese momento la mayoría no conocíamos la vida y obra de esta científica gallega, la cual fue descubierta por muchos al ser noticia durante las semanas que duró la prospección del fondo marino donde se tenía constancia, tras el seguimiento de la geolocalización del móvil del padre de las niñas, que estarían los cuerpos. Fue una labor de gran complejidad, dada la profundidad del océano a escasos metros de la costa y la irre-

gularidad de los fondos marinos en Canarias: el “Ángeles Alvariño” cartografió un área de 250 kilómetros cuadrados entre aproximadamente 100 y 2.000 metros de profundidad y con la ayuda del robot submarino Liropus 2000 del IEO se pudo recuperar el cuerpo de una de la niñas.

El buque oceanográfico “Ángeles Alvariño” (Foto 1), fue botado el 24 de febrero de 2012, en el Astillero de Armon Vigo, y amadrinado por Ángeles Leira Alvariño, hija de la científica, eminente arquitecta y urbanista afincada en EE.UU . El buque entró en servicio en julio del mismo año y pertenece al IEO y está dotado de una avanzada tecnología para la investigación de geología marina, oceanografía física y química, biología marina, pesquerías y control medioambiental. Con una tripulación científica de 15 investigadores que siguen descubriendo los secretos del océano al que dedicó su carrera Ángeles Alvariño. Muchos descubrimos la intensa vida de esta oceanógrafa gallega, a través de la labor de investigación de este buque oceanográfico que lleva su nombre, pese haber sido reconocida a nivel internacional, distinguida con la Medalla de Plata de la Xunta de Galicia en 1993 y siendo la única científica española que aparece en “Encyclopedia of World Scientists” (Foto 2), una publicación en la que se enumeran a los 1.000 científicos más importantes de todos los tiempos y en la que solo figuran, hasta ahora ellas y los dos Nobel españoles, Severo Ochoa y Ramón y Cajal.

Fig. 2b. Índice de la “Enciclopedia de los científicos del mundo”. Elizabeth H. Oakes- 2007 de 869 páginas, que contiene breves biografías de casi 1.000 científicos de todo el mundo que hicieron grandes contribuciones a la ciencia a lo largo de la historia. Fig. 2a. Portada de la “Enciclopedia de los científicos del mundo”. Elizabeth H. Oakes- 2007 de 869 páginas, que contiene breves biografías de casi 1.000 científicos de todo el mundo que hicieron grandes contribuciones a la ciencia a lo largo de la historia.
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Fig. 1. Buque Oceanográfico Ángeles Alvariño, de 47 m de eslora, del IEO, botado en Vigo el 24 de febrero de 2012. Fuente IEO.

ÁNGELES ALVARIÑO

María de los Ángeles Alvariño González (Foto 3), nació en Serantes (Ferrol) un 3 de octubre de 1916. Desde muy temprana edad años ya leía y aprendía solfeo y piano. Su curiosidad por la lectura le llevaba a explorar con asiduidad la biblioteca de su padre, el doctor Antonio Alvariño Grimaldos, donde disfrutaba especialmente de sus libros de zoología. Estudió en el Liceo de El Ferrol. Posteriormente comenzó el Bachillerato Universitario en Ciencias y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela el cual concluyó con las disertaciones: “Insectos Sociales” y “Las mujeres en el Quijote” obteniendo las mejores calificaciones.

Su avidez por el conocimiento la llevó a seguir queriendo comenzar los estudios de medicina, idea que abandonó definitivamente por los consejos de su padre.

Se traslada a la capital de España en 1934 para iniciar sus estudios de Ciencias Naturales en la Universidad Complutense de Madrid (Foto 4), pero estos se vieron interrumpidos por la Guerra Civil. Para Ángeles Alvariño el periodo de cierre de las aulas, fue la oportunidad para mejorar su nivel de francés y empezar el aprendizaje del inglés, que le resultaría fundamental para su futura carrera investigadora, así mismo este tiempo que la mantuvo alejada de las aulas la acercó al estudio de las costas gallegas. Una vez reabierta la universidad en 1939, volvió a Madrid. Allí, en 1940 contrajo matrimonio con Eugenio Leira Manso, capitán de la Marina de Guerra Española y Caballero de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Ambos tuvieron una hija, María de los Ángeles Leira Alvariño.

Ángeles prosiguió sus estudios, licenciándose, en Ciencias Naturales, en 1941, año en el cual volvió a El Ferrol, donde impartió clases en diversos colegios e institutos, durante los siete años siguientes. En 1948, su marido fue destinado al Instituto Español de Oceanografía (IEO) de Madrid (Foto 5) y donde Ángeles consiguió una beca de investigación. En la Armada (el IEO en aquellos años pertenecía a dicha institución militar), como en el resto de las marinas, estaba rigurosamente prohibido llevar mujeres a bordo, volviéndose a aplicar las antiguas Ordenanzas de Patiño de 16 de junio de 1717, por lo que su labor investigadora quedaba limitada a los encargos de toma de muestras que hacía a las dotaciones de los buques del IEO, no siempre bien satisfechas. (Foto 6).

Fig. 5. Sede del IEO en 1948. Calle de Alcalá 27, 4. Fuente: IEO. Fig. 6. Tarjeta de identidad de Ángeles Alvariño del IEO. Fuente: Archivo Municipal del Ayuntamiento de A Coruña. Fig. 3. María de los Ángeles Alvariño González en su periodo universitario.
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Fig. 4. Vista general de la Universidad Complutense de Madrid (1936). Construida por deseo del Rey Alfonso XIII y campo de batalla durante la Guerra Civil. Fuente EFE.

Ángeles Alvariño pertenecerá a la segunda generación de oceanógrafas españolas del IEO. En la posguerra (1941-1950), se produce el acceso de varias investigadoras titulares al IEO adscritas a los nuevos departamentos de Química Aplicada (María Jesús del Val Cordón y María Dolores García Pineda), Fisicoquímica (María Martín Retortillo) y Oceanografía Física (María Luisa González Sabariegos)— y otras tantas investigadoras asociadas (María de los Ángeles Alvariño, Teresa Valls, María del Carmen Méndez Isla y Dominica Montequí). Durante ese decenio varias de esas jóvenes oceanógrafas desarrollaron novedosas líneas de investigación, tales como la biotecnología de alimentos, desarrollo de nuevas aplicaciones y tratamientos de los subproductos de la pesca y de las algas susceptibles de explotación industrial.

Ángeles Alvariño consiguió en 1952, por oposición, una plaza de bióloga oceanógrafa en el IEO de Vigo. (Foto 7).

A partir de ese momento aparecieron sus primeros trabajos en el Boletín del IEO que versaron sobre temas y áreas geográficas muy diversas: las incrustaciones marinas en los cascos de los buques, el zooplancton (de Terranova, del Mediterráneo occidental y del Atlántico) y las pesquerías.

Su última publicación con el IEO fue el monográfico que le sirvió de tesis doctoral: “Los quetognatos del Atlántico, distribución y notas esenciales de sistemática” (1969) (Foto 8). Dicha obra abarca el estudio del material biológico obtenido entre los años 1952 y 1965, que había cedido ese organismo y otras instituciones extranjeras. En sus páginas, se puede apreciar la maestría con la que realizaba Ángeles Alvariño, las detalladas ilustraciones (Foto 9) describien-

do una treintena de especies con una revisión de los caracteres morfológicos esenciales de las mismas, y notas complementarias sobre los diferentes estados de madurez sexual.

Durante los años 1953 y 1954, viajó a Gran Bretaña pues se le concedió una beca por parte del British Council para realizar investigaciones sobre zooplancton en el Marine Biological Laboratory, Plymouth, bajo la dirección de Frederick S Russell y Peter. C. Corbim, especializándose en el estudio de quetognatos, sifonóforos y medusas.

Ángeles Alvariño se convirtió en la primera mujer a bordo de un barco británico de investigación en calidad de científica y se inició en el estudio de varios grupos de predadores zooplanctónicos y en el ictioplancton (huevos y larvas de peces), con muestras de agua del golfo de Vizcaya y del canal de la Mancha. Descubrió en el plancton a un quetognato (Sagitta friderici), bioindicador de aguas costeras templado-cálidas del Atlántico occidental y abundantes huevos y larvas de sardina en áreas tradicionalmente de pesca del arenque, acuñando el término “agua de anchoa”, en su línea de trabajo sobre el estudio comparado entre las distribuciones de los predadores planctónicos con las larvas de anchoa (Engraulis mordax).

Fig. 9. Detalle de uno de los dibujos de “Los quetognatos del Atlántico, distribución y notas esenciales de sistemática” (1969). Fuente: OIE. Fig. 7. Sede del Laboratorio Oceanográfico de Vigo en 1952. Fuente: IEO. Fig. 8. Portada de la monografía.
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…la concentración de depredadores y larvas de anchoa aparecía en relación inversa. Se observó con frecuencia que en las zonas de surgencia no aparecían larvas de anchoa. Esta ausencia coincidía con la presencia de procordados, larvas de decápodos, pterópodos, heterópodos, y poliquetos; y la abundancia de larvas de anchoa concurría con gran cantidad de copépodos y eufausiáceos. Este hábitat podría denominarse “agua de anchoa”” (Alvariño, 1980).

“…Las larvas de anchoa abundan en aguas caracterizadas por elevada densidad de poblaciones de Sagita euneritica, S. bierii, Muggiaea atlántica y copépodos” (Alvariño, 1985).

Tres años más tarde (19561957), recibió una subvención de la Comisión Fullbright para continuar sus investigaciones sobre zooplancton en el Woods Hole Oceanographic Institution, Massachusetts, bajo la tutela de Mary Sears, zooplanctóloga experta en sifonóforos y presidenta del primer congreso oceanográfico de los Estados Unidos, quedando impresionada de su calidad científica recomendándola seguidamente, para ocupar un puesto en el prestigioso Instituto Scripps de Oceanografía (SIO), perteneciente a la U.C. San Diego en La Jolla, California, donde permaneció hasta 1970 analizando miles de muestras de plancton obtenidas en los océanos Atlántico, Pacífico e Índico. Muchas de las muestras procedían del área de California, ya que en aquella zona se llevaban a cabo muestreos mensuales de plancton tras la desaparición de la sardina de California en 1948 y de la industria conservera regional. Ángeles recordaba que al llegar al SIO: “Me encontré con un océano de muestras de plancton para estudiar, e inicié con ansia y entusiasmo esos estudios con las colecciones obtenidas en ese año” (Pérez-Rubín, 2015).

Como homenaje a la institución y a los años consagrados a ella, Ángeles Alvariño le dedicó una nueva especie descubierta por ella (Pseudosagitta scrippsae) (Foto 10) que es una indicadora muy útil de las aguas frías procedentes del norte (corriente de California) que se extendían extensamente en verano hacia el sur. Pero aparte del estudio de la repercusión en las corrientes y la dinámica oceánica, encontró tiempo para doctorarse en Ciencias por la Universidad de Madrid con la tesis: “Los Quetognatos del Atlántico. Distribución y Notas Esenciales de Sistemática” descrita más arriba.

Su carrera profesional estaba en constante evolución y en enero de 1970 obtuvo el cargo de Bióloga Investigadora en el reconocido Southwest Fisheries Science Center (NOAA) (Foto 11), para efectuar estudios sobre la albacora y otros pescados, las pesqueras y el efecto de los depredadores del plancton en la supervivencia de las larvas de pescados. Ingresa en esta institución con un nivel intermedio a pesar de corresponderle un nivel superior debido a su experiencia; ella acepta igualmente bajo la condición de promocionar en el momento que exista alguna vacante en un puesto superior.

En palabras de su hija, Ángeles Alvariño trabajaba y se concentraba mucho, y consideraba muy importante lo que hacía y el trabajo no era un sufrimiento, la única carga era que a veces se le impedía publicar su obra como a ella le gustaba, quizás por envidia, por ser mujer y por ser española, en un mundo de hombres y anglosajón.

Fig. 10. Pseudosagitta scrippsae. Distribución: Aguas de la Zona de Transición del Pacífico Norte. Hábitat:Superficial a mesopelágico. Tamaño: 60mm. Dieta: Pequeños crustáceos como los copépodos.Datos o caracteres útiles:Dos pares de aletas; la cola es el 15 % de la longitud total; collarete ausente. Son hermafroditas, cada uno con ovarios y testículos emparejados. Fuente: Sripps Institution of Oceanography (SIO PIC). Fig. 11. Edificio del Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste en la Institución Scripps de Oceanografía (SIO). Construido originalmente en la década de 1960 y donde Ángeles Alvariño trabajó de 1970 a 1987.
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En el Southwest Fisheries Science Center se estanca durante años en el mismo nivel profesional que una científica y quería progresar económicamente. Creía que se lo merecía, y por supuesto que lo hacía, le sorprende y le desilusiona ver como sus colegas hombres, con menos experiencia y con currículos inferiores al suyo, son promocionados y ella continúa en el mismo puesto a pesar de la promesa que le hicieron al contratarla y a su larga experiencia. Los tropiezos con los que contaba eran argumentados de la manera más absurda como: “es porque es mujer, los hombres tienen más necesidad de puestos altos y salarios más altos; es porque es española y no habla el idioma…”. Todas estas tesis eran rebatidas sobradamente por esta gallega, con una enorme capacidad científica demostrada con más de 100 publicaciones y hablando cinco idiomas con fluidez y con dominio del inglés. Pidió un ascenso y se lo negaron.

Cada vez que publicaban una vacante, se presentaba, aunque siempre era denegada la promoción por sus superiores. En el sistema de promociones existente en aquel momento en esta institución, una persona no era valorada por sus méritos y reconocimiento, sino por el trabajo que desenvolvía y este trabajo era definido inicialmente por el supervisor.

Su superior, Smith y su subdirector, Barrett argumentaban que sus funciones y sus responsabilidades en el laboratorio, no eran evaluables para una promoción. Su relación con su superior Smith no era buena, no existía una comunicación fluida.

Ángeles Alvariño siempre consideró que Smith retrasaba su trabajo y Smith juzgaba la arrogancia de Alvariño y la consideraba una mera clasificadora de plancton. En una ocasión, Alvariño informa al director de la SWFC de que se siente maltratada como profesional por Smith.

En la SWFC existía la comisión EEO (Equal Employment Opportunity) destinada a eliminar cualquier tipo de discriminación. Cada cierto tiempo los miembros de la comisión EEO comprobaban el status de las minorías y de las mujeres en el SWFC. Ángeles Alvariño tuvo varias entrevistas con ellos, pero nunca fueron fructíferas. Durante un año, fue representante de las mujeres empleadas en el SWFC y realizó estudios estadísticos de la situación de la mujer. Observó con respecto a las mujeres, que no existían mujeres ni en puestos de supervisión, ni en las comisiones de toma de decisiones o funciones similares, ni en las comisiones de recomendación de ascensos y reclamó un cambio de esta situación para que existiese realmente una igualdad de oportunidades en el empleo (Domínguez 2020). Esta situación, creó en Ángeles Alvariño un sentimiento de frustración.

Ante esta situación a Ángeles Alvariño solo le quedaron dos opciones: o aceptaba quedarse como estaba o abandonar el laboratorio. Pero optó por denunciar la discriminación de género que se estaba dando en el centro del SWFC. Corría el año 1977 y comenzaba el mandato presidencial de Jimmy Carter, que había prometido políticas a favor de la igualdad.

Le escribió a Juanita Morris Kreps, Secretaria del Departamento de Comercio y al presidente de los EEUU (después de escucharla hablar sobre discriminación de género en una entrevista en la cadena de televisión NBC). Se ve reflejada en sus palabras. Al cabo de poco tiempo consigue su contestación, siendo esta el envío de una pequeña comisión de tres científicos desde la Administración Federal para evaluar el caso (Domínguez 2020).

Ángeles Alvariño siguió luchando por una promoción que nunca llegaba pues acabó jubilándose en el mismo nivel en el que comenzó 17 años antes. El logro de esa lucha fue un aumento de su salario a costa de recurrir las negativas. En le SWFC se habla de Ángeles Alvariño (Foto 12) como una mujer de carácter fuerte y arrogante, defensora de sus ideas. Unas características que formaban parte de su personalidad. Y gracias a ellas fue reconocida mundialmente como una gran científica. Debemos pensar, que parte de ese carácter fue forjado por las vivencias que experimentó a lo largo de su vida como mujer, luchando por reivindicar su profesionalidad y feminidad. Si este reconocimiento que se le da ahora lo hubiese obtenido en su momento, no se hubiese visto obligada a gastar tanto esfuerzo a reafirmar tan a menudo sus méritos y hubiera agrandado su contribución científica.

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Fig. 12. María Ángeles Alvariño González en la época en la que trabajó en Southwest Fisheries Science Center (NOAA). Fuente IEO.

Ángeles Alvariño dedicó sus años de actividad investigadora a la naciente oceanografía biológica, y se convirtió en experta mundial de diferentes grupos del zooplancton marino, tanto en sus aspectos taxonómicos, como biogeográficos y de aplicación a las pesquerías. Particularmente interesada en los grupos depredadores (quetognatos, sifonóforos, hydromedusas y ctenóforos), demostró la importancia de bastantes especies como indicadoras de masas de agua concretas. Describió un total de 22 nuevas especies a partir de muestras biológicas procedentes de lugares muy distantes, tanto a nivel oceánico (Atlántico, Antártico, Pacífico e Índico), como recogidas en determinadas áreas más restringidas, tales como los mares de Cortés (Méjico) y del Sur de China, los golfos de Siam y de Tailandia, etc. Publicó cerca de un centenar de artículos en reputadas revistas españolas, norteamericanas y sudamericanas; así como monografías y capítulos de libros (Pérez-Rubín 2015).

Así mismo Ángeles Alvariño fue autora, junto con su colega Olegario Rodríguez (1916-2009), de dos libros de divulgación de cerca de un centenar de páginas cada uno: Angulas y anguilas y La merluza, el bacalao y especies afines (Foto 13). En la primera obra (Rodríguez y Alvariño, 1951) se mencionan a un total de 50 especies de peces que incluyen a 22 de anguilas de todo el mundo y como última publicación a la que dedicó sus últimos años de vida: “España y la primera expedición científica oceánica” dedicada a la Expedición Malaspina (Foto 14).

Desde 1976 realizó estancias, como profesora asociada o visitante, en las universidades Autónoma de México y de San Diego, así como en el Instituto Politécnico mejicano. Tras jubilarse pasó a la categoría de científico emérito en 1987, y pudo continuar con sus investigaciones. Se demostró el importante impacto y marcada continuidad de Ángeles Alvariño en la bibliografía internacional con 387 citas contabilizadas (excluyendo las autocitas) repartidas en diferentes publicaciones relacionadas con las especies predadoras del plancton y su incidencia sobre los huevos y larvas de peces (Pérez-Rubín 2015).

Paralelamente se ha inmortalizado su apellido incluyéndolo en la nomenclatura de especies planctónicas recién descubiertas, como el quetognato Aidanosagitta alvarinoae (Pathansali, 1974) y la hydromedusa Lizzia alvarinoae (Segura, 1980). Esta última dedicada por su discípula mejicana María-Lourdes Segura (1943–2008) (Pérez-Rubín 2015).

Ángeles Alvariño fallecía el 29 de mayo de 2005 en San Diego, California dejando un legado de más de 100 artículos científicos y 22 nuevas especies de zooplancton. Fue profesora en diferentes centros como: la Universidad de San Diego, el Instituto Politécnico Nacional de México, la Universidad Federal de Panamá o la Universidad Nacional Autónoma de México y dio formación en Venezuela, la India, Puerto Rico.

EMMA BARDÁN

A diferencia de Ángeles Alvariño, Amparo Emma Bardán Mateu nació en Madrid en 1899. Sus primeros años estuvieron fuertemente influidos por el resultado de la Guerra de Cuba, donde España había perdido Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Nuestro país se encontraba en una profunda crisis económico-social y de identidad, finalizando en 1902 con el ascenso al trono de Alfonso XIII. La renovación ge-

neral dio lugar al comienzo de la denominada Edad de Plata de la Cultura y la Ciencia españolas (1898-1936). Movimiento de cambio, que se venía gestando años atrás gracias a varios organismos como la Institución Libre de Enseñanza (creada en 1876) y, desde 1907, con la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Ese contexto favorable permitió la creación del Instituto Español de Ocea-

(IEO) en 1914, uno de los organismos pioneros a nivel mundial dedicado íntegramente al estudio del mar y sus recursos.

nografía Fig. 13. Portada de Rodríguez, O. y Alvariño, A. 1951. Anguilas y Angulas. Boletín del OIE.
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Fig. 14. Portada de su última publicación, dedicada al viaje científico y político alrededor del mundo, más conocido como Expedición Malaspina o Malaspina-Bustamante, en honor a Alejandro Malaspina y José de Bustamante y Guerra, expedición financiada por la Corona española en la época ilustrada de Carlos IV.

Precisamente durante la etapa fundacional del Instituto estaba consolidándose en España la denominada “Generación del 14”, liderada por José Ortega y Gasset, de la que formaron parte notables científicos, pensadores, historiadores y escritores nacidos en torno al año 1880 y que alcanzaron su madurez hacia 1914. Su propósito fue modernizar al país a través de la educación, la razón, la ciencia y la experimentación. A esa generación se le debe un golpe de timón que puso definitivamente la nave de la ciencia española en la proa del mundo científico y del pensamiento.

Emma Bardán formó parte de la primera generación de oceanógrafas del IEO. Esta generación estuvo representada por cuatro licenciadas en ciencias naturales que asistieron al curso de biología marina impartido en la primavera de 1925 por el Dr. Adrien Robert (de la Universidad de París) en los laboratorios centrales del IEO en Madrid: Emma Bardán (Foto 15), María de las Mercedes García López, Jimena Quirós (Foto 16) y María Jesús del Val Cordón (Foto 17). En 1932 las investigadoras del IEO representaban el 17 % de la plantilla del personal investigador del IEO (18 personas). La mayor parte eran biólogos, salvo un militar dedicado a la estadística pesquera y tres químicos.

La Guerra Civil abortaría dramáticamente todo un largo proceso renovador. Durante la larga y dura posguerra, agravada hasta 1945 por el difícil escenario europeo sometido a la conflagración bélica mundial, el IEO comenzó su reconstitución interna y se diseñaron las tareas para la recuperación de las investigaciones marinas y la reanudación de las relaciones internacionales. España se iba incorporando a las nuevas organizaciones científico-técnicas que se fueron creando en el contexto de la ordenación pesquera y de la oceanografía, comenzando en 1952 con la Convención Internacional de las Pesquerías del Atlántico Noroeste y el Consejo General de Pesca del Mediterráneo. Paralelamente, desarrollaría el Instituto sus primeras experiencias de acuicultura intensiva en Galicia y organizaba campañas de prospección pesquera en los alejados caladeros africanos (desde 1941 en aguas saharianas) y de Terranova (a partir de 1953), mientras se sentaban las bases para que la flota congeladora de altura gallega se convirtiera en la primera de Europa en explotar las tan distantes pesquerías americanas y africanas del Atlántico Sur desde 1961-1963 (Pérez-Rubín, 2014).

Fig. 17. María Jesús del Val Cordón en la época en que trabajaron en los laboratorios centrales del IEO en Madrid. Fuente: IEO. Fig. 15. Emma Bardán.
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Fig. 16. Jimena Quirós.

Sin embargo, en esa última década era muy negativa la situación de nuestros investigadores y del sistema de enseñanza universitaria. Aunque éste se estaba reformando, con la participación de sobresalientes científicos como el fisiólogo Francisco Grande Covián (Foto 18), que residió desde 1953 en EE.UU. En la prensa periódica nacional se denunciaba la frecuente marcha al extranjero de los mejores investigadores españoles. Se llegó por parte de estos científicos (un grupo de 45 investigadores) el ofrecimiento de volver a centros de investigación españoles tras largos años de estudio y prácticas de investigación en los mejores centros y más avanzados de varios países europeos (Inglaterra, Alemania, Francia), no hallando una propuesta económica y digna (Gómez Gil, 1971).

Emma Bardán fue hija de familia numerosa, con otras hermanas también licenciadas en Ciencias Naturales (Carmen y Antonia, ésta estuvo de prácticas en el Laboratorio Oceanográfico de Santander) y en Medicina (María); y hermanos ingenieros (Francisco y José María). Una familia bien posicionada económicamente e instruida, atípica para la realidad del momento, pues recordemos que en España hasta 1910 la mujer no pudo acceder a la universidad en igualdad de condiciones que el hombre, sin necesidad de una autorización de alguna figura masculina, bien del padre o del marido, bien administrativa. Desde entonces el incremento continuo de mujeres universitarias ha sido determinante para impulsar el desarrollo socioeconómico nacional, al incorporar a la sociedad al 50 por ciento de la población.

La responsable de este ambiente de exaltación de la cultura y de los valores igualitarios, fue su madre María Mateu, mujer progresista que formó parte de la Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), cuna del Lyceum Club y de la Asociación Universitaria Femenina (AUF). Organización esta última en cuya junta directiva estuvieron en su inicio la primera oceanógrafa española (Jimena Quirós, nombrada “alumna interna” del IEO en 1920

y “ayudante” en 1921) y años más tarde María Bardán (hermana de Emma), cuando la Asociación se volvió más activista y reivindicativa (Foto 19).

Emma Bardán terminó el bachiller en 1917 y comenzó la carrera de Ciencias Naturales en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. Tempranamente demostró un gran interés por las ciencias marinas, estableciendo su primer contacto con el IEO durante los años 1919-1920, al compaginar sus estudios universitarios con la asistencia al curso práctico de estudio del plancton marino. También participó Emma Bardán, en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, en otro curso práctico de biología animal (1920-1921). Terminada su licenciatura ese último año, superó con éxito todas las asignaturas del ciclo de doctorado en ciencias (sección ciencias naturales) de la Universidad de Madrid en 1922. Este año fue determinante para su carrera profesional, pues fue nombrada “alumna interna” del IEO y adscrita a los laboratorios centrales de Madrid.

Fig. 19. Recorte de prensa del día 31 de Octubre de 1923 en el que María Mateu y otras 3 mujeres de la ANME se entrevistan con el general Primo de Rivera para solicitar el voto femenino. Fuente: Hemeroteca digital BNE.
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Fig. 18. Francisco Grande Covián (Colunga, Asturias, 28 de junio de 1909Madrid, 28 de junio de 1995).

Durante los dos años siguientes (1923-1924) Emma participó en el IEO en nuevos cursos, junto con las también oceanógrafas pioneras, Encarnación Sánchez, Mercedes García y Jimena Quirós, para la especialización en Química del Mar, bajo la coordinación del especialista José Giral y contando con otros expertos como Rafael de Buen. En estos cursos Emma Bardán entró en contacto con las metodologías más punteras para la determinación de parámetros fisicoquímicos en agua de mar (temperatura, salinidad, densidad, oxígeno disuelto, etc.) y con las publicaciones técnicas más novedosas como Oceanographie de Thoulet (1912), Observaciones Oceanográficas en la Costa de San Sebastián de Fernando de Buen (1916-1917) o el Tratado de Oceanografía de Rafael de Buen (1924).

Emma Bardán realizó su primera prospección oceanográfica a bordo del velero del laboratorio de Málaga Príncipe Alberto de Mónaco (1924), que al no estar adscrito al IEO y al ser un buque de recreo pudo embarcase y ser designada para formar parte del personal de esa campaña y participar en los estudios oceanográficos y biológicos en la bahía malagueña. Pasando a ser, junto con Jimena Quirós, una de las primeras científicas españolas en embarcarse. Dicha expedición fue dirigida por Rafael de Buen, y uno de sus frutos fue la publicación del primer artículo de Emma Bardán dos años más tarde: “Estudio comparativo de la densidad de agua de mar, determinada por varios métodos” (Bardán 1926) (Foto 20). Versando en la metodología fisicoquímica, más exacta, rápida y fiable para la determinación de la densidad en agua de mar.

Emma Bardán terminada esa campaña, y finalizadas las actividades complementarias regresó a Madrid y continuó trabajando como alumna interna hasta julio de 1926, cuando aprobó la oposición y fue nombrada ayudante de laboratorio del IEO siendo destinada al laboratorio oceanográfico de Málaga. Junto a ella también fue destinado el investigador Luis Bellón, con quién contraería matrimonio posteriormente. Con la llegada de la pareja Bardán-Bellón a ese laboratorio se aumentó la plantilla, que hasta entonces estaba formada por cuatro personas: el director (Álvaro de Miranda), un investigador-ayudante, un patrón de embarcación y un mozo. En su primer año de estancia Emma Bardán participó junto con su colega Mercedes García en su primera campaña oceanográfica como funcionaria en el Príncipe Alberto de Mónaco (1926) (Foto 21). Dos años después participó en la amplia prospección en el Golfo de Vizcaya del cañonero Eduardo Dato (1928).

En ese último año ella, recién casada, y su marido y colega, Luis Bellón (experto en algología y pesquerías) fueron trasladados al recién creado laboratorio oceanográfico de Las Palmas (Gran Canaria). Las primeras investigaciones locales consistieron en el estudio fisicoquímico de las aguas y fondos marinos, así como el estudio biológico de las especies existentes de interés científico y pesquero.

Fig. 21. El velero ‘Principe de Monaco’ del Laboratorio Oceanográfico de Málaga del IEO, durante la campaña de 1926 en la que embarcaron por primera vez mujeres oceanógrafas: Emma Bardán y Mercedes García. Fuente: Archivo del IEO-Málaga.
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Fig. 20. Portada de la primera publicación de Emma Bardán. Fuente: Museo de Ciencias Naturales de Madrid.

Durante esa etapa en Canarias (1928-1935) la pareja trabajó duramente: pusieron en marcha el Plan de Trabajos aprobado por orden ministerial de finales del 1927 para la toma periódica de datos oceanográficos en Gran Canaria, y establecieron las necesarias relaciones con el sector pesquero. Sus investigaciones se plasmaron en la publicación de cinco nuevos artículos científicos: tres de caracterización oceanográfica de la bahía de Las Palmas Bellón y Bardán, (1931a, 1932, 1933), uno sobre los peces elasmobranquios del archipiélago, Bellón y Bardán (1931b), y en el último aportaron nuevos datos sobre los túnidos de Canarias Bellón y Bardán, (1949).

En 1935, la crisis económica obligó al cierre del laboratorio de Las Palmas y el matrimonio investigador tuvo que regresar con el material al laboratorio de Málaga.

Al año siguiente la Guerra Civil supuso la interrupción del trabajo científico del IEO y de la gran mayoría de las instituciones españolas. Así, las plenas relaciones oceanográficas internacionales no pudieron retomarse hasta el fin de la II Guerra Mundial en 1945.

Con la muerte en 1940 del hasta entonces director del laboratorio malagueño (Álvaro de Miranda), Luis Bellón le sustituyó en el cargo. Durante esa década de la posguerra hubo nuevas incorporaciones al IEO, incluyendo mujeres de gran trascendencia en la investigación marina como: María Jesús del Val, María Dolores García Pineda, María Martín Retortillo y Ángeles Alvariño. A pesar de ello el personal del IEO en Málaga hasta el año 1954 siguió reducido al director Luis Bellón, Emma Bardán, el patrón de embarcaciones y un mozo.

Durante este periodo la carrera científica de Emma Bardán dió un giro y con su tesón se convirtió en experta nacional en pesquerías, siendo la primera mujer que estudió las especies comerciales de peces en el Mar de Alborán. Centrándose en la biología pesquera de la sardina (Sardina pilchardus), por ser durante esos años la especie pelágica más abundante del área y porque en esa época Málaga (1946) era la quinta ciudad española en descarga de pescado (contaba con 13 fábricas conserveras y de salazón). Durante esta etapa escribió cuatro nuevas publicaciones Bardán y Navarro (1948, 1950 y 1952), Bardán et al. (1949).

Emma Bardán fue pionera a nivel internacional al ser nombrada representante de nuestro país para el Grupo Técnico de estudio de la sardina del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar), junto a la también investigadora María Teresa Valls, del Laboratorio de Baleares [experta en sardina y alacha (Sardinella aurita)]. Con otras colegas del IEO todas ellas se convirtieron en las primeras investigadoras peninsulares en participar en dicho Consejo del Atlántico durante esos años.

Se convertiría en protagonista de los trabajos oceanográficos del IEO durante un largo periodo: desde 1929 hasta los años 70. Fuente: Francisco Miguel Merino Laguna.

En 1954 muere Luis Bellón y Emma Bardán se traslada a la sede central del IEO en Madrid (Foto 23), donde desarrollará la última etapa de su vida laboral, centrada en la edición de las publicaciones institucionales y en la recopilación y organización de bases de datos que incluiría en monográficos sobre las campañas del buque oceanográfico Xauen (Foto 22). Se jubiló en 1969 y fallecería en su ciudad natal en 1992.

Fig. 22. El buque oceanográfico Xauen. Construido en Inglaterra a finales de la Primera Guerra Mundial.
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Fig. 23. Emma Bardán durante su etapa laboral en la sede central del IEO en Madrid.

Afortunadamente la historia de Emma Bardán continúa en el mar y no se olvidó su gran mérito de ser la pionera de la oceanografía española más prolífica de la primera generación. Por ello, como homenaje y recuerdo, la Secretaría General de Pesca Marítima bautizó como “Emma Bardán” (Foto 24) en el año 2006 a su nuevo buque de investigación oceanográfica-pesquera (de 29 metros de eslora y 7,5 de manga), que junto con los buques oceanográficos Vizconde de Eza y el Miguel Oliver conforman la flota de investigación pesquera de la Secretaría General de Pesca. El Emma Bardán está preparado y equipado para el desarrollo de campañas multidisciplinares.

Bibliografía:

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4. BELLÓN, L. y BARDÁN, E. (1932). Oceanografía de la bahía de Las Palmas (Canarias) en 1931. Notas y Resúmenes del IEO, 2 (61): 1-68.

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10. BARDÁN, E. y NAVARRO, F.P. (1952). Estudios sobre la sardina de Málaga en 1951 y consideraciones sobre la variabilidad de su fórmula vertebral. Boletín del IEO, 57: 1-23.

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12. DOMÍNGUEZ, S. (2020). La sustentabilidad oceánica. 234-260255 Raudem, Revista de Estudios de las Mujeres. Vol. 8, 2020. ISSN: 2340-9630

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14. LÓPEZ DE LA CRUZ, L. (2002). La presencia de la mujer en la universidad española. Historia de la Educación Latinoamericana, 4: 291-299.

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22. WULFF, E. y PÉREZ-RUBÍN, J. (2013). The First International Oceanography Congress held in Spain (Seville, 1929). En: Christiane Groeben (ed.). Places, People, Tools: Oceanography in the Mediterranean and Beyond. Proceedings of the VIIIth International Congress of the History of Oceanography, IV, Gianni Editore: 421-441. Publicazioni della Stazione Zoologica Anton Dohrn.

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Andrés Arbiza Jiménez Biólogo. Miembro de la OTM. Consultor del Comité Técnico de la RLNE. Miembro del Grupo de Investigación GITUROMA de la UCJC. Fig. 24. Buque oceanográfico Emma Bardán. Fuente: Secretaría General de Pesca Marítima. Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
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ISABEL BARRETO, GOBERNADORA Y ADELANTADA DE LAS SALOMÓN

INTRODUCCIÓN

En el año 1995, la Casa de Galicia en Madrid, solicitó del Estado Mayor de la Armada un conferenciante para conmemorar el centenario de D. Álvaro de Mendaña (nacido c. de 1542, del cual se sabía que era gallego, pero no que lo era de la Galicia “irredenta”, del Bierzo, concretamente de Congosto que, desde 1833, pertenece a la provincia de León; el mando consideró adecuado ordenarme dar dicha conferencia y yo escogí este título: “ÁLVARO DE MENDAÑA Y LOS DESCUBRIMIENTOS DEL PACÍFICO”. La conferencia debió gustar porque, al poco tiempo me invitaron para participar en una mesa redonda sobre “D. ÁLVARO DE MENDAÑA” organizada por la Consejería de Cultura de la Xunta de Galicia en Ferrol y, por fin, fuimos invitados a otra mesa parecida que se celebró en Santiago de Compostela, de ahí nació mi admiración por el descubridor y sobre su señora esposa, de la cual vamos a tratar aquí.

LOS VIAJES DE DESCUBRIMIENTO DE MENDAÑA

Comenzaremos, por aconsejarlo así el orden cronológico, por el marido de Dña. Isabel, D. Álvaro de Mendaña y Neira el cual, cuando contaba con veinte

años de edad, pasó al Perú acompañando a su tío el gobernador Lope García de Castro. Este último, también berciano de Villanueva de Valdueza1, licenciado en leyes por Salamanca, oidor de la Real Chancillería de Valladolid, fue del Consejo de Ordenes Militares y del de Indias y, cuando Felipe II tuvo noticia de la mala administración en el Perú del conde de Nieva, nombró para sucederle a D. Lope, el cual llegó a Lima el 24.10.1564, haciéndose cargo de la presidencia de la Real Audiencia y, cómo el cargo de virrey estaba vacante, fue también nombrado virrey interino. En su sequito, con el nepotismo propio de la época, figuraba, como dijimos, D. Álvaro de Mendaña.

D. Lope, cuando tomó conocimiento de la vida limeña, supo de la arraigada idea, posiblemente tomada de boca de los incas, que se tenía por entonces de la existencia de unas islas muy ricas, situadas Mar del Sur adentro, y entre las que se contaban las de Hahuachumbi y Ninachumbi, idea que le condujo a que, en 1565, preparase una expedición para encontrarlas. La expedición tenía doble propósito, el mismo virrey lo escribió, en 1567, en una carta a S.M. el rey D. Felipe II que decía: “Por tener gran noticia, como se tiene, de las islas que acá llaman de Salomón, y por echar parte de la gente haragana que anda en este reino, envío a Alvaro de Mendaña, mi sobrino, con cien hombres, al descubrimiento de ellas”2

El origen del nombre de las islas de Salomón no se basaba según fray3 Ignacio Muñoz, erudito fraile que navegó mucho por la Mar del Sur y cuyo relato es próximo a la época de Mendaña, no tiene su origen:

1. El marquesado de Villanueva de Valdueza fue creado por Felipe IV el 17 de enero de 1624 a favor de Fadrique de Toledo Osorio o Fadrique Álvarez de Toledo Osorio y Mendoza, hijo del V marqués de Villafranca del Bierzo, el cual reconquistó Bahía de Todos los Santos, que había sido usurpada por los holandeses, en el siguiente año de 1625.

2. LANDIN CARRASCO. Amancio: España en la Mar. Padrón de descubridores. Madrid, 1992. Pág.259.

3. REICHERT Rafal: “La transcripción del manuscrito de fray Ignacio Muñoz sobre el proyecto de manutención y extensión de la fe católica en las Islas Marianas, y del descubrimiento y la conquista de las Islas Salomón, siglo XVII”. rafreich@yahoo.com. Págs. 136/137. Consultada 29.09.2022.

ISABEL BARRETO 22

“(…) en las flotas del rey Salomón, que venían de Oriente a las tierras de Ophir y Tharsis por oro, ébano y marfil, como lo relataba el libro dos del Paralipómenos. Su argumentación se fundaba en hechos reales y en la ciencia de la época, para subrayar que estas tierras habían sido descubiertas por los españoles, quienes no habían hallado en ellas las riquezas que se habían narrado en el Paralipómenos. Su segundo argumento se basó en la medida de la distancia entre estas islas y el Seno Arábigo y el Mar Rojo, por donde salían los bajeles de Salomón, que es tanta y tan marcada por otras tierras, islas, estrechos y canales que no fuera factible realizar un viaje así en tres años por aquellas flotas, como lo dice la sagrada escritura. Además, acentuaba que durante la navegación de entonces no se había practicado el empleo de la aguja náutica, por lo que prácticamente no se había podido navegar seguro en alta mar, como lo era necesario durante una travesía desde el Mar Arábigo a buscar estas islas remotísimas del Mar Austral.”

La armada se compuso reglamentariamente con una capitana, la nao Los Reyes, de 300 Tons y una almiranta, la Todos los Santos, de 200, en vez de los cien anunciados por D. Lope, llegaron a embarcar 160 tripulantes a las órdenes del capitán general Mendaña, el cual contaba, entre sus subordinados con el maestre de campo y comandante de la almiranta, Pedro Ortega Valencia, natural de Guadalcanal (Sevilla) “…lleuando el dicho Ortega en su compañía treynta soldados, entre los quales yba este testigo, y ansimismo lleueua en su compañía otros veinte o veinte e dos moços y esclauos y un fraile de la orden de San Francisco”. Mozos y esclavos que, aun no estando entre los oficios normales de la época, eran los que valían para todo, pues son los que más ocupaciones diferentes tuvieron a lo largo de la expedición4.

Para capitán de Los Reyes se embarcó el que llegaría a ser famoso cosmógrafo, Pedro Sarmiento de Gamboa (el primero que pasará del Perú a España por el estrecho de Magallanes), pontevedrés, el cual, en carta dirigida a Felipe II en 1572, reconoció que:

“Puesto que a mí se me ofreció la empresa y total gobierno de la armada, yo insistí se encomendase a Álvaro de Mendaña, sobrino del licenciado Castro, por obligalle a que favoreciese con mayor calor el negocio”. Y también escribió:“En el año de 1567, pedro sarmiento, natural de Pontebedra, en el rreyno de Galizia, con la inteligencia que Dios le dio con los discursos de noticia que con summa diligençia hizo en las Yndias oçidentales, y particularmente en los rey-

nos del Perú, y confiado en Dios y en el arte de la cosmographía y esperiençia de las nauegaçiones en que es exerçitado, por servir al muy alto, muy poderoso y catholico don Fhelippe mi señor y rey natural”5.

El factor real, Gómez Fernández de Catoira, actuaría de escribano de la expedición y Pedro Xuárez Coronel ejerció de capitán de la artillería. Hernando Lamero Gallegos de Andrade y Francisco Muñoz Rico fueron los capitanes de la tropa embarcada. De piloto mayor se enroló Hernán Gallego, coruñés, y además embarcaron otros dos por navío: Gregorio González, Juan Manríquez, Pedro Rodríguez y Juan Enríquez. El escribano, importante cargo pues sería el que tendría que levantar el acta del descubrimiento y de la toma de posesión de las islas, fue Antonio de Cieza. Cómo era normal en todas las expediciones de aquellos tiempos, embarcaron también dos capellanes en cada buque, que pertenecían a la orden franciscana.

La expedición zarpó de El Callao de Lima, el 20.11.1567. El 28 del mismo mes, en latitud 14º S, Sarmiento6 se quejará de que los planes que él había trazado no se siguen, pues deseaba bajar hasta los 25º mientras que el piloto mayor quería poner un rumbo más al N pues, en caso de no encontrar nada, arribaría a las Filipinas.

4. KELLY, Celsus O.F.M.: Documentos, Archivo Iberoamericano (Madrid) y Franciscan Historical Studies (Australia), 1965. En Relación de Sarmiento de quando fue con Álvaro de Mendaña por el Mar del Sur, Austrialia Franciscana, IV, p. 356. 5. KELLY, Celsus O.F.M.: Ops. Cit. IV, p. 261. 6. La crónica de Pedro Sarmiento, con las de Mendaña, Gallego, Hernández Catoira y Orozco se encuentran recogidas en tomo XXX de la colección Fernández de Navarrete y en ms. 921 del Museo Naval de Madrid. LANDIN CARRASCO, Amancio: Ops. Cit. Pág 261.
ISABEL BARRETO 23 Proa a la mar

El 15.01.1568, arribaron la isla de Nombre de Jesús (según algunos autores se trata del atolón de Nui, del archipiélago Tavalu) y el 7 de febrero, sin haberse detenido en lugar alguno, fondearon en la primera de las islas Salomón, Santa Isabel, donde los naturales se acercaron en canoas comenzando los pequeños rescates, allí desembarcaron y construyeron un bergantín, bautizado Santiago, y, con los no implicados en dicha construcción, exploraron el interior de Santa Isabel. Establecido el trato con los naturales, los españoles se sorprendieron muchísimo de que les ofreciesen pedazos de carne humana, e incluso propusieses tomasen a sus mujeres para “holgar con ellas”, no entendiendo los aborígenes el rechazo d los hispanos a tal propuesta. Las crónicas aludidas, hablan de los enormes murciélagos encontrados y de especias como clavo, pimienta, nuez moscada… papagayos de todos los colores, pavos, faisanes y aves de rapiña.

Con el Santiago (al fin y al cabo, hicieron como Vasco Núñez de Balboa el cual, una vez descubierta la Mar del Sur, se lanzó con sus galeoncillos a navegarla) al mando de Pedro Ortega y con Hernán Gallego de piloto, zarparon de Santa Isabel el 07.04.1568 y fueron explorando las islas cercanas: Ramos, La Galera, Buenavista, Flores, San Dunas, San Germán, Guadalupe, Guadalcanal, San Jorge, San Nicolás, Arrecifes y San Marcos, regresando el 04.05 del mismo año.

Veamos la descripción de Pedro Ortega Valencia, que relata las dificultades y penurias de la expedi-

ción y describe la de Guadalcanal7, nombre que le dio pues él era natural de esa ciudad sevillana, el cual informó al rey de sus servicios; por tanto, le cuenta el descubrimiento y su participación en él y pide al rey, que le retribuya esos servicios, rogando a S.M.:

(…) me haga merced de diez mil pesos en renta en yndios o situados por dos bidas, en parte do estén seguros y bien parados (…)”. Alegaba que él había embarcado en la almiranta “(…) matalotaje (vituallas para el rancho) en gran cantidad para sí y para sus criados y esclavos, y otros adereços y peltrechos neçesarios (…)”, de lo que no trajo de vuelta nada y, además, lo repartió con todos, con suma medida, razón por la cual en la almiranta no murió nadie, mientras que, en la capitana, fallecieron 40. Que en la isla de Sta. Isabel y en muchas otras islas “(…) andubo a pie, porque ¡no lleuaron caballos¡ ni los auía en la tierra. Y andubo por mui malos pasos y ríos, y el agua a la çinta y a los pechos, y los yndios sobre él flechando y tirando, a los quales xamás consintió se les hiziese mal ni daño (…)”. Cuando construyeron el bergantín, él fue a descubrir las islas. Y en la de Guadalcanal, “(…) que es la mejor y más fértil y de más gente de todas, porque en esta sola ay más de un millón de personas, y más de trescientos mil hombres de guerra y en ella tomó posesión (…)”8

Por su parte el piloto mayor Hernán Gallego, nos habla de casos de antropofagia en las islas descubiertas y no lo cuenta con espanto, sino como descripción de costumbre, algo parecido hizo Pigafetta en su diario de la navegación de Magallanes y Elcano:

“Son estas gentes amulatadas y crespos los cavellos; andan desnudos, tapadas sus vergüenças con siertas ojas de palma curadas. Tienen por comida vnos maíçes o raíces que llaman benauz y cocos y cantidad de pescado. Entiendo que son gente limpia y tengo por sierto que comen carne humana. (…). Y embió el cacique principal de ellos, Taurique, a visitar al general con vn presente, el qual fue un quarto de braço, con su mano, de vn muchacho y vnas raíces de binauz, el qual lo mandó tomar. Para que entendiesen que no era nuestra comida carne humana, lo mandó enterrar delante de ellos, de lo qual fueron muy corridos y baxas las cabeças y se tornaron a una ysleta que estaba a la entrada del puerto”9

Bojearon pues Guadalcanal, donde instalaron su base de operaciones y reconocieron las nuevas islas de Treguda (Ulawa), Tres Marías, San Juan (que es la costa accidental de la luego bautizada San Cristobal y hoy llamada Makira) y San Urbán.

7. Guadalcanal, cuyo nombre nativo es Isatabu, la isla mayor de las Salomón. 5.336 km². Su ciudad más importante es Honiara. 8. KELLY, Celsus O.F.M.: Ops. Cit. Págs. 346/349. 9. KELLY, Celsus O.F.M.: Ops. Cit. III, p. 114 y III, p. 68, 69.
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En una playa de Guadalcanal, el piloto mayor Hernán Gallego10 se fijó que, tanto en las orejas de las mujeres nativas como en la de algunos hombres, había pendientes con pepitas. de oro. Entonces, inter rogó por signos, a uno de ellos, que dijo llamarse Meta, el cual, trazando surcos sobre la arena que rellenaba la mar, hizo comprender que en la isla debía existir un río con arenas auríferas, si no algún yacimi1ento del “salomónico” metal. Meta les indicó cómo llegar y, enseguida, pusieron proa hacía tal río. Hernando Gallego comprendió que acababa de “alcanzar el objetivo”. Cuando llegaron con el bergantín a Santa Isabel, se dio parte a Mendaña de las islas descubiertas, así como del yacimiento aurífero del “río Gallego”, y ·se decidió fondear toda la armada cerca de él y tomar posesión del archipiélago, en nombre del rey de España. Las naves zarparon el 8 de mayo y, tras pasar por las islas descubiertas por Gallego fondearon en la desembocadura del río aurífero en la isla de Guadalcanal; establecieron un campamento a sus orillas, cuya riqueza pareció considerable, pues en pocos días se recogieron cantidades. de oro capaces de excitar muchas codicias. Mendaña no dudó de que sus naves se habían acercado a las mismas playas bíblicas abordadas por las flotas de Hiram y de Salomón, aquellas islas no podían llevar otro nombre que el del gran rey de Israel. De ahí que confirmase el nombre de las Salomón.

Pero…, siempre hay un pero, los nativos de Guadalcanal se sublevaron contra los españoles y llegaron a “descuartizar” a nueve de ellos:

“Dixo el maestre de campo cómo abía allado nuebe onbres nuestros muertos y hechos pedaços y los abía hecho meter en el batel para que los traxesen a enterrar. Traxéronlos al río Gallego y, quando los sacaron en tierra, fue cosa de tanta lástima el verlos que nos quebraba el coraçón. (…). Los muertos benían hechos pedaços, algunos sin pier-

nas y sin braços, otros sin cabezas y cortados los picos de las lenguas de todos y quitados los colmillos. Y a los que dexaron las cabezas, se las dexaron hechas granadas abiertas y comidos los sesos: crueldad pésima y abominable”11

Por el triste suceso anterior, se montó una operación de castigo y, tras ella, las naves exploradoras se trasladaron a San Cristóbal, desde donde se descubrieron las pequeñas islas de Santa Catalina y Santa Ana.

Decidido el regreso, obligados por las enfermedades, por la citada revuelta, la escasez de mantenimientos para los barcos y la imposibilidad, con esos escasos medios, de fundar una población y con la firme esperanza de regresar pronto a colonizar el archipiélago. En contra de la opinión de Sarmiento de Gamboa, que quería ir “(…) en demanda de la otra tierra que al principio él quiso descubrir, que está sobre Chile”12, hicieron la vuelta por la derrota del galeón de Manila-Acapulco (el tornaviaje lo había conseguido Fray Andrés de Urdaneta en 1565, y el primer galeón que viajó de Acapulco a Manila, lo capitaneó Pedro Sánchez Pericón en 1566), es decir subiendo al hemisferio N. Zarparon de San Cristóbal el 11.08.1568 y tras reconocer la isla que bautizaron San Francisco (Wake), pues estaban en la víspera del Santo del “cordonazo”, y donde no encontraron aguada, sufrieron un gran temporal que separó a las naves, pero se reencontraron en la costa californiana cuando a la capitana le quedaba una sola botija de agua, estaba desarbolada del mayor y hasta había perdido su batel. Descansaron cuarenta días, fallecieron bastantes tripulantes de pura extenuación, y los supervivientes fondeaban en El Callao de Lima el día 11.09.1569, un tercio de las dotaciones se había quedado por el camino. Si algo tuvo de pionero Mendaña, además de descubrir el difícil de encontrar (hasta 1768 que pasó por allí Bouganville y 1769 que lo hizo Surville, pasaron dos siglos en el anonimato) archipiélago de Las Salomón, fue el convertirse en el primer navegante en realizar un viaje redondo en la Mar del Sur.

10. BOSCH BARRETT, M: Doña Isabel Barreto, adelantada de las Islas Salomón. Barcelona, 1943. Págs. 12 y 13. 11. KELLY, Celsus O.F.M.: Ops Cit. II, p. 113. 12. LANDÍN CARRASCO, Amancio: Ops. Cit. Pág. 263.
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Los descubrimientos de esta expedición los reflejó Pedro Sarmiento de Gamboa en una carta náutica:

“Dio noticia al liçenciado Lope Garçia de Castro, gouernador, que a la sazón hera de los rreynos del Perú y presidente de la rreal audiencia de la ciudad de los Reyes, de muchas tierras e yslas que ay en el Mar del Sur oçidental, hasta entonces no sauidas en la comunidad ni pobladas de españoles ni de algún otro príncipe christiano, de cuyo sitio y nauegaçión hizo carta de marear y descripción que se embió a su Magestad y a su real Consejo de Indias”13

SEGUNDA EXPEDICIÓN DE MENDAÑA (LAS MARQUESAS Y SANTA CRUZ)

Es ahora cuando aparece en escena Dña. Isabel Barreto, de cuya genealogía portuguesa informaremos, que se casó, en la iglesia catedral de Lima y en 1586, con D. Álvaro de Mendaña y, parece ser, cuando su estado era el de viuda, aunque solamente contaba con 19 años de edad. El esposo tenía, gracias a los asientos firmados en Madrid el 27.04.157414, y el 20.08.1574, el derecho a poblar Las Salomón, pero siendo a su coste la expedición, la cual pudo empezar a preparar

en 1595; previamente había comprado, con la dote que dieron los Barreto a su hija, la nave Santa Isabel , así como armamento y víveres para esta segunda expedición, en la cual Dña. Isabel jugará importante papel. También se embarcaron tres de sus once hermanos conocidos (seis varones y cinco hembras) como veremos.

Para esta empresa la armada quedó formada por las naos San Jerónimo , capitana y la parecida Santa Isabel (ambas con desplazamientos de entre, 200 y 300 Tons.) que sería la almiranta, que arbolaría la insignia del capitán Lope de Vega, cuñado de Mendaña pues estaba casado con Dña. Martiana de Castro hermana entera de Dña. Isabel Barreto, la pequeña galeota San Felipe y la fragata Santa Catalina (ambas de alrededor de 45 Tons.). De acuerdo con el asiento de 20.08.1574, podría llevar hasta 500 hombres de armas, 40 de ellos casados con sus hijos, en realidad embarcaron 378 personas, 280 de ellas disponibles para combatir, los 98 restantes formaban parte de las familias que se quedarían a poblar, acompañados algunos de sus criados o esclavos.

Otro gran personaje de la expedición fue el piloto mayor Pedro Fernández de Quirós, portugués de nacimiento, el cual, como consecuencia de este viaje explorador con Mendaña, volverá a la carga en 1605, ya como capitán general de la nueva expedición, y navegará desde Lima hasta Acapulco, descubriendo dos docenas de islas de los archipiélagos de Tuamotu, Ellice, Santa Cruz, Nuevas Hébridas, Gilbert y Marshall. Quirós será el que logrará llevar a la Nueva España desde Manila, en 1596, lo que quedaba de la expedición Mendaña.

Además del citado almirante, capitán Lope de Vega, el resto de personajes importantes embarcados fueron: el maestre de campo D. Pedro Merino Manrique, que terminará en el patíbulo levantado en la Isla de Santa Cruz debido a los desmanes cometidos contra los indígenas y las desavenencias con Mendaña y otros miembros de la tripulación, el capitán propietario de la San Felipe, Felipe Corzo, el igualmente capitán propietario de la Santa Catalina, Alonso de Leiva y dos capellanes, Juan Rodríguez de Leiva y Antonio de Serpa, que no sobreviran a la dura campaña.

13. KELLY, Celsus O.F.M.: Documentos Relación de Sarmiento, Austrialia Franciscana, IV, p. 262. 14. BOSCH BARRETT, M: Ops. Cit. Este autor reproduce el asiento completo.
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Y Merino terminará en el patíbulo, como decíamos, porque su actitud fue la contraria de la deseada por Mendaña que, muy en consonancia con las Leyes de Indias, Había ordenado a Pedro Fernández de Quirós:

“Aviso sea principalísimo de que los yndios an de ser amados como hijos y guardarse de ellos como enemigos mortales. Y, en suma, aviso que la yntencçión sea sana y buena y desnudo el zelo, para que Dios los ayude como ayuda todo lo justo. Después de surtos en algún puerto, sea auiso que se mire recatadamente, así de día como de noche, porque los yndios son muy grandes nadadores y buzos y procuran acuñar los timones, cortas las amarradas y se puede temer dellos darán barrenos y prenderán fuego a las naos. (…) Aviso que jamás los nuestros les quiten a los yndios las cosas que en su casa tienen, ni entiendan que a sus poquedades se atiçoonan (atizonan) nuestros ojos o que se las sabemos quitar por fuerza”. “Aviso que en los puertos donde hubieren de asistir jamás le prendan yndio ni le maltraten ni quiebren palabra de paz que les ayan dado, ni les corten árbol frutal, ni les quemen sus casas, piraguas o sementeras, por ser cosas todas estas que les duelen grandemente”15.

Otra muestra evidente de las falsedades propagadas por la Leyenda Negra; quien violentaba a los indios era ejecutado…por los mismísimos españoles.

LOS BARRETO LIMEÑOS DE ASCENDENCIA LUSITANA16

Demos ahora atrás, para ver la ascendencia de Isabel Barreto, su enraizamiento en Lima y el origen de la fortuna de los Barreto, la cual posibilitó la segunda expedición de Mendaña.

D. Juan de Villegas Barreto de Aragón, presbítero en Lima, en I666, redactó un informe con una genealogía muy completa que se remonta a los tiempos de la conquista del Perú, donde participó su abuelo paterno Nuno Rodrigues Barreto de Aragón, y sobre los servicios prestados por este. Dedica un capítulo resaltando su bravura, determinación, lealtad y reconocimiento público pues:

“Sirvió a Su Majestad el dicho {general Nuño Rodriguez Barreto de Aragón en este Reyno y en el de Portugal tiempo de cincuenta y cuatro años, principalmente en .las ocasiones de alteraciones,

motines y alzamientos que hubo en la conquista de estas provincias y especialmente en la batalla, vencimiento y castigo de los traidores Gonzalo Pizarro y Francisco Gutierrez (SIC) Girón en Chuquinga y Pucara y en las pacificaciones, composiciones (pactos) que hizo en compañía del Presidente Gasca, gobernador que fue de este Reyno ( ...) acertado, licencia honorifica que él le dio (y que no pudo disfrutar pues llegó primero la muerte) para que volviese a los reinos de España por el año de mil y quinientos y noventa y cinco años ...”17

Nuno Barreto debió llegar al Perú en plena rebelión de los encomenderos, liderados por Gonzalo Pizarro (1544-1548) y por Francisco Hernández Girón (1553), contra las Leyes Nuevas que limitaban drásticamente sus intereses por los derechos que estas concedían a los indios (¡Y siguen insistiendo en la leyenda negra!). Nuno Barreto, que en las batallas decisivas militó siempre en el bando de los “buenos”, se ganó un trato privilegiado con el poder virreinal y un status social alto en el nuevo reino hispano; seguramente habría llegado a Lima con el primer virrey, Blasco Núñez de Vela (1544-1546), o con Pedro de la Gasca18 (o Lagasca), presidente de la Audiencia de Lima (nombrado en I546 para que terminase con el levantamiento pizarrista), y falleció durante el gobierno del virrey D. Luis de Velasco, en 1596. Por tanto, 54 años al servicio de Carlos V y Felipe II.

15. KELLY, Celsus O.F.M.: Documentos. Relación de fray Munilla, Austrialia Franciscana, I, p. 27. Relación de fray Munilla, Austrialia Franciscana, I, p. 29. 16. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus, “Os Barreto, uma família nobre em Lima”, en Por este mar adentro; Êxitos e fracassos de mareantes e emigrantes algarvios na América hispânica, Lisboa, Tinta da China, pp. 151-177. 17. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 151. 18. Pedro de la Gasca o Lagasca fue sacerdote, funcionario, diplomático y militar, caballero de la Orden de Santiago y consejero del Tribunal del Santo Oficio. Culminó su carrera como obispo de Palencia y de Sigüenza.
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Hay que recordar que, por aquellos tiempos, estaba prohibido pasar a los portugueses a los dominios de la Corona en América, en 1515, los Reyes Católicos ordenan a los oficiales de Sevilla, en Valladolid, a 28 de enero “(…) que no se recyba ningún portugués por piloto (…)”, en 1566, otra cédula real prohíbe a los navíos portugueses pasar de las Canarias, si su intención era la de ir a las Indias19, otra, de 1569, manda a la audiencia de Santo Domingo “(…) que si hallaren que passan a aquella Ysla, navíos o gente de Portugal, con los frutos que se cogen y crian en las Yslas de Canarias, procedan contra ellos (…)”, como puede comprobarse había rechazo a dejar a los portugueses inmiscuirse en América, pero se prohíbe lo que existe, lo que acontece, y no se aplacó durante la unión de las coronas, pues todavía en 1614, cuando un virrey incluía en su séquito de “criados” (salvo su esposa, hijos y capellán, el resto eran denominados criados y en algún cado el número sobrepasó el par de centenares) extranjeres, entre los cuales seguían incluyéndose los portugueses, tenían que responder y regresar con ellos, si faltasen tendría que pagar a la Cámara real 200.000 maravedíes por cada uno.

En este ambiente de cierta reluctancia a los portugueses, aparece Nuno Barreto en Lima, y lo que estaba más prohibido: “un piloto”, Pedro Fernández de Queiroz (castellanizado en Quirós).

Veamos el triunfo social de D. Nuno y el porqué de amasar la fortuna que invertirá en la aventura de su yerno Mendaña. Quizás su primer gran éxito es que no llegó al Perú con las manos vacías, pues consta que trajo a Lima once caballos, si recordamos a los dieciséis de Cortes en México, veremos que la cifra es respetable. Pero fue una boda ventajosa lo que le catapultó a la elite dirigente del virreinato. En efecto, se casó en Lima con Dña. Mariana de Castro, mujer de basta cultura y parienta de Dña. María Manrique, la marquesa de Cañete, que era la esposa del tercer virrey del Perú, D. Andrés Hurtado de Mendoza, II m. de Cañete. Hurtado tomó posesión en 1556 y go-

bernó durante cuatro años. Dña. Mariana, que llegó en el séquito de Dña. María Manrique, se casó en primeras nupcias con Alonso Martín de Don Benito, mucho mayor que ella y muy adinerado, había sido uno de los compañeros de Pizarro, cofundador de Lima y de sus primeros alcaldes ordinarios, en 1541; dejó una encomiable herencia, sobre todo en encomiendas de indios. Una vez viuda, el virrey la volvió a casar con el general D. Nuno Barreto de Aragón.

En el testamento y codicilo, dictados en la ciudad de Los Reyes del Perú (Lima), cuando se encontraba ya muy enfermo, los días 19 y 20 de abril de 1596, consta su filiación y el reparto de sus bienes:

“(…) natural que soy de la Ysla de la dicha Madera, hijo legítimo de Manuel Mendez Pereyra y de Isabel Gutierrez, difuntos (…) doy otorgo mi poder (…) a los dichos Dña. Mariana de Castro y Pedro Méndez de Sotomayor (…) (a estos albaceas les incumbía proceder al inventario y almoneda de sus bienes y de repartir la herencia entre sus diez hijos, había tenido quince) instituyo por herederos de todo el remanente de mis bienes e hacienda a don Gerónimo Barreto y a D. Diego Barreto y D. Luis Barreto y D. Gregorio Barreto y D. Antonio Barreto y Dña. Isabel Barreto, mujer del adelantado Albaro de Mendaña, y Dña. Mariana de Castro (casada con Lope de Vega) y Dña. Leonor de Castro todos mis hijos legítimos y de la dicha Dña. Mariana de Castro, mi mujer, para que los hayan e rematen entre si mis bienes y hacienda por iguales partes (…)”20

En este párrafo aparecen ocho de sus once hijos legítimos, faltan Dña. Petronila, doncella, muy querida de su padre, a la que deja mejorada con dote para que pudiese casarse y tomar estado, y en el codicilo ordenó incluir a su otra hija, Dña. Beatriz de Castro, monja profesa en las clarisas de Lima, a la que ordene se le entreguen 200 pesos anualmente, para sus gastos y necesidades, sin que el convento o sus monjas puedan utilizar tal tenta.

19. ENCINAS, Diego de: Cedulario Indiano, Facsímil de la edición única de 1596, por Alfonso García Gallo. V tomos. Madrid, 1945. Tomo I. Págs. 441-43. 446-52. 457-61 y Tomo IV Pág. 114. 20. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 152/154.
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Tuvo otra hija ilegítima, Dña. Blanca Barreto, a la que no dejó herencia alguna, pero a la que había casado con Pedro Méndez de Sotomayor, hombre de su entera confianza y, como hemos visto, uno de sus albaceas.

Queda pues claro que Dña. Isabel Barreto nació en Lima en 1567 (no era pontevedresa como afirman algunos de sus biógrafos), no sabemos si tuvo “alma de tradición” pero sí que fue una valiente y arrojada mujer, que sabrá imponerse en un mundo totalmente masculino.

Y ahora, sin salir del testamento, viene algo muy importante para nuestra biografiada, pues, cuando D. Nuno expresó sus últimas voluntades, aclaró su relación con su hija Isabel y el prestigio alcanzado por la familia debido a su matrimonio con Mendaña, ignorante de que ya estaba fallecido en esa fecha en que las dictaba:

“(…) y por cuanto al tiempo que yo case a la dicha mi hija doña Isabel Barreto con el dicho adelantado Albaro de Abendaño (SIC) le di en dote cuarenta mil ducados, es mi voluntad que no se le pidan ni demanden cosa alguna a la dicha mi hija ni al dicho su marido en caso que la dicha sea sido en ofreciosa y demasiada por cuanto todos recibimos muncha calidad y honra en haberse casado el dicho adelantado con ella por lo cual merecía muncha cantidad de dote y riesgo y encargo, y mando a la dicha mi mujer e hijo que no le pidan cosa alguna porque el dicho adelantado llev6 en su compañía cuatro hijos míos para las honras y provechos en su gobernaci6n, y si la dicha dote excede en más cantidad de la legítima y herencia que pertenece a la dicha doña Isabel Barreto como una de mis hijas y herederas de la demasía en cualquier cantidad que sea hago de ello gracia e donaci6n irrevocable como echo entre libros ala dicha doña Isabel Barreto y al dicho adelantado su marido quan bastante a su derecho convenga porque así es mi voluntad (…)”21

La dote de Isabel Barreto, para su mencionada boda en 1586, fue generosísima, 40.000 ducados, como reconoció su padre, la suma la invirtió Mendaña en montar su segunda expedición, la cual demoró cinco años en ejecutarse debido a los obstáculos que puso el virrey Francisco de Toledo, a la guerra con Chile, a las violaciones del “Lago Español” de Cavendish y Hawkins22 y la falta de financiación. Cuando el I conde de Villardompardo (D. Fernando de Torres y Portugal) tomó las riendas del virreinato, favoreció las pretensiones de Mendaña, quizás influido por el suegro de este último, pero no fue hasta el gobierno del IV marqués de Cañete (D. García Hurtado de Mendoza (1588-1595)) que

pudo completarse el armamento con los medios, materiales y humanos, que ya hemos reseñado. Quizás influyó en esto el apresamiento de Hawkins en 1594, cuya vida fue perdonada y que frenó, hasta la de Ansón en 1740, las incursiones inglesas, pero no las holandesas.

Repetimos, pues es significativo, que esta expedición no era de descubrimiento, se daba por sentado que lograrían regresar a Las Salomón, sino de poblamiento, de ahí la fundamental presencia femenina, y esa especie de arca de Noé, prevista también en la capitulación del 20.08.1574, para la reproducción: 20 vacas, diez yeguas “de vientre”, 10 caballos, 10 cabras parideras y los machos necesarios, 20 ovejas con carneros, 10 cerdas y 2 cerdos. Además, debería fundar tres ciudades y se le concedía el adelantamiento, gobernación, la capitanía general, alguacilazgo, pesquerías de peces y de perlas, exención de algunos impuestos…para sí, su hijo, o heredero, que será Dña. Isabel Barreto su esposa.

Esta última, embarcó con su marido, acompañada de sus hermanos, D. Diego Barreto y los capitanes Luis Barreto de Castro y Aragón y Lorenzo Barreto de Castro y también de su cuñado, el capitán Lope de Vega casado con Dña. Mariana de Castro23. Todos ellos lo hicieron en la capitana, San Jerónimo, que había sido comprada a la Corona por 9.000 pesos. Lope de Vega lo hizo en su almiranta, Santa Isabel, perdiéndose con toda su dotación. Nuno Barreto, habría gasto más de 50 mil pesos “(…) en aviar, disponer dicha jornada de todo lo necesario de soldados, armas, navíos, bastimentos de que resultó quedar en suma pobreza, él y sus hijos (…)”, así como se invirtió toda la dote de Dña. Isabel.

21. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 155. 22. BLANCO NÚÑEZ, José María: “Las violaciones anglo-holandesas de la Mar del Sur”. Cuaderno Monográfico nº 67. Instituto de Historia y Cultura Naval. Madrid, 2013. Págs. 87/100. 23. Vean las dificultades de no tener estipulado los nombres y el orden de los apellidos, lo cual complica en gran medida el seguimiento de los linajes.
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A LA BÚSQUEDA, DE NUEVO, DE LAS SALOMÓN24

Volvamos al relato de la navegación. La armada zarpó del callao de Lima el 9.04.1595 y una vez completada carga y embarcado personal en otros puertos del N de la costa peruana y rellenada la aguada en Paita, recalaron en una isla llamada Magdalena que está en los 10º de latitud S, que pertenece al archipiélago bautizado por Mendaña con el nombre de Marquesas de Mendoza, en homenaje a la virreina del Perú (esposa del virrey D. García Hurtado de Mendoza, II m. de Cañete), hoy en día, simplemente, Marquesas. Los nativos mostraron parecida rapacidad a la encontrada por Magallanes en la Isla de los Ladrones (Guam). Identificaron y bautizaron cuatro islas más (10º S – 139º O) y el día 05.08. salieron en demanda de Las Salomón, que no fueron capaces de encontrar. El día 20 identificaron cuatro islas que pertenecen, hoy en día, al grupo de las Danger (10º 53’ S – 165º 49’ O). Tras reconocer el 29 del mismo agosto, una isla que nombraron Solitaria (Nurakita, hoy en día) y cundo más grande eran las ganas de avistar Las Salomón, se va a producir la gran tragedia que ya anunciábamos, la perdida por naufragio de la almiranta hacia la medianoche del día 07.09.1595, con pérdida de 182 vidas. Esa misma noche avistaron una tierra “(…) con un volcán del que sale con mucho estruendo gran cantidad de centellas (…)”, bautizada por Mendaña Santa Cruz (actual Nendo; 10º 43’ S – 165º 50’ E).

LA MUERTE DE MENDAÑA EN LA BAHÍA GRACIOSA DE LA ISLA DE SANTA CRUZ

Según el relato de Quirós, durante la víspera del día en que murió Mendaña, se produjo un eclipse total da luna, que suponemos aprovecharía para intentar calcular la longitud del lugar. Se le había trasladado a tierra a una casa construida por los que iban a ser los colonos, pues hasta entonces se alojaba en su buque insignia. D. Álvaro estaba tan grave que dictó su testamento, que malamente pudo firmar Al día siguiente, se le cantó el salmo “misere mei”, una hora después del mediodía:

“(…) paso nuestro adelantado de esta vida con que se le acabó su jornada de tantos y tan largos tempos deseada». Por la tarde, con la mayor pampa que el lugar y el tiempo permitieron, se practicó el entierro. Le fuimos a sepultar, en un ataúd cubierto con un paño negro, en hombros de ocho oficiales los más señalados; los soldados, los arcabuces el revés (a la funerala) a la usanza de los entierros de los generales. Ibanse arrastrando dos banderas, y en dos atambores cubiertos de luto dando unos golpes tardos y roncos, el pífano hacia el mismo sentimiento, y llegados a la iglesia, el vicario lo encomend6; y sepultado, nos volvimos a dar el pésame a la gobernadora por su desgracia (…)”25

Como había dispuesto en el testamento, se le sepultó en la iglesia de la Santa Cruz, en la bahía Graciosa. Cuando zarparon para Manila, lo desenterraron y se llevaron sus restos mortales para buscarle tierra santa más apropiada. En ese citado testamento, dispuso también que D. Isabel Barreto fuese la gobernadora de las Salomón y su heredera universal de bienes, títulos (como el de marquesa) y mercedes que, como dijimos, Filipe II le había otorgado por asiento, lo cual demuestra el gran afecto que sentía por su esposa, pero la generosidad de Mendaña llegó a más pues, previendo que sería viuda por poco tiempo, estipuló que su futuro marido gozase de idénticos privilegios que ella, lo cual le facilitaría un buen casamiento en el inmediato futuro, como así aconteció. A su cuñado Lorenzo lo nombró capitán general de la Armada, pero falleció enseguida a causa de las heridas de una flecha envenenada que le dispararon los levantiscos nativos de la isla de Santa Cruz, actual Nendo. En ese momento había tal cantidad de enfermos que tendrían enseguida que tomar decisiones definitivas.

Entonces Isabel Barreto reclamó para sí, porque le correspondía como heredera, el título de adelantada de las Salomón, que le sería reconocido y que la convirtió en la única mujer de la historia con mando en la mar. En ese momento había tal cantidad de enfermos que tendría enseguida que tomar decisiones definitivas.

24. LANDÍN CARRASCO, Amancio: Ops. Cit. Pág. 269/273. Resumimos lo dicho por Landín. 25. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 156.
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Para afirmar su mando, Dña. Isabel reunió al consejo, al que asistieron el piloto mayor, don Diego Barreto, a quien su hermana había nombrado general, y el capitán don Felipe Corzo, que mandaba la galeota, y su primera manifestación fue que entendía conservar su soberanía sobre las tierras descubiertas y que tenía el propósito de regresar a ellas para colonizarlas, quedarse era imposible desde todos los puntos de vista.

La adelantada ordenó salir la mar el día 18.11.1595, pero, a pesar de la cercanía, su piloto no encontró las cercanas Salomón y, como en “donde no hay harina, todo es mohína”, comenzaron los motines entre las dotaciones; el recio carácter de Dña. Isabel la hizo todavía más intransigente con los revoltosos. Su relación con Quirós seguía deteriorándose y él, en su relación, carga la mano (a veces creemos que exageradamente) contra ella, entre esas exageraciones quizás se encuentre la de que “(…) era muy larga la gobernadora en gastarla (la preciada y siempre escasa agua dulce) y en lavar la ropa con ella (…)”.26

Ella intuía que su cargo de adelantado no sería bien recibido por sus subordinados, pero mostró firmeza y decisión; Pedro Quirós, escribió:

“No quiero decir que hice en esta jornada otra cosa buena más que solo sufrir una gobernadora mujer y a sus dos hermanos y todo esto y más puede el deseo de no ofender el nombre del servicio del Rey que de presente estaba en manos de doña Isabel Barreto”.27

La Santa Catalina, donde habían embarcado los restos de Mendaña porque, parece ser que alguno de los oficiales de la Capitana se opuso a admitir el cadáver a bordo, fue perdida de vista por la capitana el día 19 de diciembre, cuando estaban en el paralelo de 3º-30’ N, finalmente supieron que esta fragata había sido encontrada con todas sus velas izadas y la gente convertida en cadáveres putrefactos. El día 10 de diciembre, la capitana perdió también de vista a la galeota San Felipe, hecho sospechado por la gobernadora, pues la San Felipe había intentado más de una vez abandonar la conserva y seguir otra derrota, por lo cual se la había amenazado con la posibilidad de denunciar su deserción. Acaso el capitán de la San Felipe juzgo imposible que la Capitana sería arribase a puerto, dado su mal estado. Sea como fuere, la galeota logró arribar a Mindanao y sus supervivientes pudieron trasladarse a Manila.

Volvamos a la capitana donde, tras no encontrar la isla de San Cristóbal de las Salomón y transcurridos solamente dos días de navegación, la gobernadora decidió trazar la derrota conveniente en demanda de Manila. A los 47 muertos que llevaban contabilizados, habrá que añadir 50 más antes de lograr fondear en Cavite. La situación era desesperada. Únicamente quedaban a bordo algunos sacos de harina. El agua estaba racionada y la que se servía era hedionda. La gente desfallecía en sus trabajos. Cada día se arrojaban dos o tres cadáveres al mar. Lo más insoportable era la sed.

Según Quirós, algunos acusaron a doña Isabel de disponer de vino y aceite, lo cual él mismo afirmó que era cierto, la animosidad de la gente les condujo a cometer desmanes. Se presentaron ante Dña. Isabel y plantearon la situación con argumentos convincentes; le dijeron también que se morían de sed “cuando ella lavaba sus vestidos con agua abundante” (puede ser otra de las exageraciones de Quirós), y otras muchas cosas que podían remediar bastante su penosa situación en caso de ser escuchados, más Dña. Isabel objetó que ella era la dueña a bordo y que podía disponer de su hacienda a su antojo.

El piloto expuso su temor de que la gente asaltase las bodegas, pues si el agua faltaba era porque alguien se aprovechaba de ella desordenadamente y en forma disimulada; el carácter altanero de Dña. Isabel ni admitía protestas, ni aceptaba consejos y, por temor a que el despensero cediese ante los sufrimientos de la gente, le quitó las llaves y se las dio a un marinero que sabía le sería fiel, pues había servido a su marido con singular lealtad.

A mediados de diciembre, las velas y la jarcia de labor de la capitana estaban semipodridas, y las costuras estaban tan abiertas que tenían que picar la bomba constantemente. El día 23, pasaron junto a la actual Ponape (Grupo de las Senyavin, Carolinas orientales), que confundieron con la isla de los Barbudos. El día de Navidad, recalaron en las islas de Rota y Guam (la de los Ladrones de Magallanes) de las Marianas, allí, al igual que había hecho Magallanes, pudieron reponerse del hambre y la sed con cocos y otras frutas tropicales que los naturales les ofrecían desde sus piraguas. Restauradas las fuerzas, y habiendo bajado el sol en 13° N, arrumbaron al oeste del mundo el día 12 de enero de 1596. El día 14 próximo siguiente, recalaron en Samar, nadie a bordo dudó de que habían llegado a las Filipinas. Varios indios se acercaron y dijeron que se encontraban en el cabo del Espíritu Santo y, el puerto que había tras el, la bahía de Cobos. El júbilo a bordo fue grande.

26. LANDÍN CARRASCO, Amancio: Ops. Cit. Pág. 272/273. 27. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 157. Esta autora pone este texto en boca de la Barreto, que se la tendría dicho al sargento mayor, pero indudablemente es frase de Quirós.
ISABEL BARRETO 29 Proa a la mar

Aunque el agua de los cocos embarcados en las islas de los Ladrones había mitigado en parte la sed, la gente pidió a Quirós para que la gobernadora permitiese distribuir las provisiones que quedaban y que, caso de que la gobernadora no accediese a ello, las tomarían por su mano. Doña Isabel contestó que nada se distribuiría antes de llegar al punto de destino y que mandaría al sargento mayor a Manila en busca de fuerzas y soldados para castigar a los amotinados. Además, la gobernadora ordenó publicar un bando prohibiendo saltar a tierra sin su permiso; más, acosado por el hambre, un soldado casado embarcó en una de las piraguas y fue al poblado con objeto de traer comida para su mujer y un hijo de poca edad que tenían; a su regreso fue detenido y Dña. Isabel ordenó se le ahorcase desde una verga. Quirós le imploró el perdón, arguyendo que bastantes hombres habían fallecido ya por haberlo dispuesto así la Providencia. Ante su insistencia, unida a las lágrimas de la esposa del condenado, accedió a compadecerse, a lo que era poco dada, y perdonó al soldado28

Desde la bahía de Cobos de Samar, el día 29 de enero, zarpó la capitana con práctico a bordo, arrumbando a Cavite, donde fondearán el día 11 de febrero de 1596.

LOGROS GEOGRÁFICOS DEL VIAJE

Si bien el objetivo de poblar las Salomón no pudo cumplirse, el conocimiento geográfico del “lago español” se acrecentó con el descubrimiento de las siguientes islas y archipiélagos, en la que fue la última gran campaña del reinado de Felipe II, que Quirós reflejó en sus cuadernos escritos a bordo del Sam Jerónimo: Islas de Fatu Hiva (Magdalena)29, Mohotani (San Pedro), Hiva Oa (Dominica) y Tahatua (Santa Cristina), en las Marquesas. Islas de Pukapuka, Motu Koa y Motu Kavata, con el cayo de Toka, en el grupo de las Danger (San Bernardo); islas de Nendo (Sta. Cruz), Tinakula (Volcán), Tomuto Neo, Tomuto Noi (Huerta) y el grupo de Swallow (Recifes, Nupani, Nifioli, Fenuale y Lomlom), en el archipiélago de Santa Cruz; Ponape, Pakin, Pagenema y varias más menores, en las Senyavin de las Carolinas.

MANILA

A los desfallecidos supervivientes de la expedición de Mendaña, Manila, a su llegada, les debió parecer el paraíso terrenal; habían navegado 900’, en singladuras cuajadas de descontento, intrigas,

hambre y sed desesperantes y, sobre todo, muerte. Doña Isabel, gracias a la habilidad de Quirós, a pesar de sus supuestas crueldades, arribó a la isla de Corregidor, donde en primer lugar recibió auxilio de agua y comida, pues sus dos hermanos se habían adelantado con la lancha de la capitana y habían dado aviso del estado de precariedad en que llegaban; otro bote de remos dio el aviso, tanto a Cavite como a Manila, de que entraba un buque en Bahía; recibida la libre plática, fueron conducidos por la noche a la ciudad, que iluminó las calles con hachones para recibirlos y agasajarlos.

“A la gobernadora la sacaron luego a las casas reales del puerto (Cavite), y de nuevo se le hizo salva al desembarcar; y en habiendo comido, la embarcaron y llevaron a la ciudad (Manila). Entró de noche y fue recibida con aparato de hachas y bien hospedada (…) Las viudas fueron a casas de hombres principales y después se casaron todas a su gusto. Los convalecientes y demás soldados fueron alojados de vecinos ricos. Los casados pusieron casa…A pocos días murieron diez y cuatro se entraron religiosos (…)”30 .

Para los vecinos de Manila y Cavite, esa llegada de Isabel Barreto fue como la de la legendaria Reina de Saba pues, el hecho de que procediese de las Salomón, excitó la imaginación de muchos de ellos. Para los pobres cadáveres ambulantes que llegaron, pisar Manila fue un sueño, aunque, como dijimos, a diez de ellos se fueron enseguida al Eterno.

28. BOSCH BARRETT, M: Ops. Cit. Págs. 105/106. 29. LANDÍN CARRASCO, Amancio: Ops. Cit. Pág. 273. En cursiva los nombres dados por los expedicionarios. 30. ORTIZ ARMENGOL, Pedro: Intramuros de Manila. Madrid, 1958 (Pág42/43). La nota que trascribe procede de ZARAGOZA, Justo: Historia del descubrimiento de los mares australes, hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Madrid, 1876. Pág. 181.
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Quirós, por su parte, dirigió a don Antonio de Morga un memorial en el que daba cuenta de la expedición y expresaba su seguridad de que el archipiélago Salomón no había sido hallado, añadiendo tres razones que, a su juicio, podían haber contribuido a ello:

1. La primera podía ser por la imperfección de los instrumentos y el desconocimiento que del tamaño de la circunferencia de la tierra se tenía (desconocimiento que llevó a Colón al Descubrimiento y a Magallanes a sobrevivir “de milagro” en la Mar del Sur (Pacífico)), lo cual habría provocado que, en el primer viaje de Mendaña, las hubiesen situado en longitudes erróneas.

2. La segunda la atribuía a que Mendaña, conociendo su verdadera situación, no hubiese querido revelarla antes de salir por temor de asustar a la gente (perecido al falso contar de las leguas que se practicaba para evitar esos “sustos”), creyendo sería fácil hallarlas, pero, por su impericia, no las encontró.

3. La tercera, que daba como más probable, era la de que el piloto mayor Hernán Gallego, el mejor cosmógrafo de la expedición, le hubiese engañado a él, ya fuera con ánimo de que otras naciones no hallasen el archipiélago, o bien con la intención de volver por su cuenta a buscar el oro de Guadalcanal.31

En Manila, “perla de Oriente” y capital del archipiélago, Dña. Isabel Barreto se casará nuevamente, como vimos había previsto su primer marido, en mayo del mismo 1596, y lo hizo con Fernando de Castro y Ribadeneira32, sobrino del gobernador de Filipinas Gómez Pérez Dasmariñas, caballero cruzado en la orden de Santiago.

Dice Pedro Fernández de Quirós:

“Acabadas las fiestas, se casó nuestra gobernadora con un caballero mozo llamado don Fernando de Castro, primo del gobernador (de Filipinas) Mariñas. El cual, como era justo, tomó las cosas de su mujer por propias suyas, y podía en la ciudad mucho; y así, con su ayuda, la nao se avitualló y aprestó de todo lo necesario, y se dio vela día de San Lorenzo para hacer viaje a la Nueva España, en que, por haber salida tan tarde, se pasaron increíbles trabajos y tormentas. Y, en efecto, llegamos al puerto de Acapulco a once de diciembre del año de mil quinientos y noventa

y siete, donde la nao se visitó, y dio franca licencia para que todos pudiesen saltar en tierra; y allí yo, el capitán Pedro Fernandez de Quirós, me despedí de la gobernadora, y demás compañeros, y me embarque en una nave pasajera para el Perú”33 .

Este nuevo personaje en la vida de doña Isabel, D. Fernando de Castro, estaba aureolado con hazañas que de él contaban y que no pudieron dejar de impresionar, dado su carácter y temperamento, a Dña. Isabel. Era oriundo de Galicia, caballero de la orden de Santiago y dado a las cosas de mar y de la guerra.

Los privilegios y fortuna que doña Isabel había heredado, unidos a su altivez y a su espíritu aventurero, provocaron la admiración de un hombre, como D. Fernando, famoso por las gestas a las que había contribuido, cuyo temperamento era opuesto al timorato de don Álvaro de Mendaña, lo cual causó grata impresión en la joven viuda, hasta tal punto que, transcurrido el año del luto, contrajeron matrimonio, en noviembre de 1596, con el ánimo y propósito de continuar la obra emprendida por Mendaña.

Se efectuaron las reparaciones necesarias a la nao San Jerónimo para poder regresar a Nueva España, finalizadas las cuales, embarcó de nuevo Dña. Isabel con su nuevo marido; Quirós siguió ejerciendo como piloto mayor y los acompañaron algunos de los que hasta allí habían llegado, quedando otros en Filipinas por temor a nuevas calamidades marítimas. Listos de todo, zarparon de la bahía de Manila el día 10 de agosto de 1597. Llegaron a Acapulco el 11 de diciembre de 1597, tras una navegación de cuatro meses que significó otra prueba de resistencia. Una vez allí, Quirós se despidió, mostrando, como era lógico, poco agradecimiento a su “gobernadora”.

Por su parte, Isabel Barreto ocupó el cargo de “encomendera” de Guanaco34 y su marido fue propuesto para gobernador de Filipinas, pero no obtuvo el cargo; quizás por ello, en 1607, solicitaron regresar a España, donde pleitearon ante la Corte española contra las cédulas reales dadas al general Pedro de Quirós para una nueva expedición a las Salomón, pues el piloto mayor se había marchado al Perú con intención de solicitar a su vez del virrey D. Luis de Velasco licencia y ayuda para emprender nuevos descubrimientos.

31. BOSCH BARRETT, M: Ops. Cit. Págs. 111/112

32. CORA, José: Se le añadió su segundo apellido para distinguirlo de sus homónimos gallegos, de modo que este Fernando de Castro y Ribadeneira (As Nogais, Lugo, 1572) es hijo de Álvaro González Ribadeneira, señor de Torés, y de Beatriz de Castro, hija de Juan López Pardo de Haro, apellidos por los que también se le reconoce en algunos historiadores. Bitácora de Cora “Blog Archive” . Ver también: PARES | Archivos Españoles (mcu.es). Consultado 10.08.2022.

33. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus: Ops. Cit. Pág. 158.

34. La localidad de Guanaco, hoy en día, está situada en el Municipio de Xicoténcatl (en el Estado de Tamaulipas) es una pequeñísima aldea.

ISABEL BARRETO 31 Proa a la mar

Llegado Quirós a la corte virreinal, fue escuchado por D. Luis de Velasco que se mostró muy interesado en su proyecto y le aseguró su apoyo en la medida de sus posibilidades, pues la empresa requería licencia real y, por consiguiente, Quirós debería trasladase a la corte de Felipe III, donde podría obtener la oportuna real cédula. Tras nuevas y bien duras penalidades, Quirós consiguió llegar a Sanlúcar de Barrameda el 25.02.1600. Allí supuso que le sería más fácil conseguir el favor del Rey si previamente obtenía el apoyo del papa Clemente VIII. Ni corto ni perezosa, se encaminó a Roma, como un auténtico “romero” y cómo la Fe mueve montañas, consiguió llegar a la Ciudad Eterna en el mes de noviembre de 1600.

El Papa le acogió benévolamente y le prometió su apoyo, tras lo cual, le dio su bendición emocionada con los cristianos desvelos del incansable piloto.

Y de Roma al Escorial donde, el 31.03.1603, Felipe III le concede una cédula que satisface plenamente sus pretensiones; en ella se ordenaba a D. Luis de Velasco, virrey del Perú, o, a quien le hubiese sucedido en el virreinato, se dispusiese a aprestar y poner a disposición de don Pedro Fernández Quirós, sin demora ni excusa alguna, dos navíos en buen estado, tripulados por personas cristianas y de confianza, y que dichos navíos fuesen avituallados por un año, amunicionados y artillados.

Entretanto, don Fernando y doña Isabel seguían en su encomienda de Guanaco. El atestado que habían remitido al Rey desde la Nueva España no tuvo respuesta, y, enterados de las gestiones que Quirós llevaba a cabo en la Corte, solicitaron trasladarse a ella; solicitud que tampoco tuvo respuesta, como no la tuvo la protesta que en 1603 dirigió al Rey, cuando tuvieron conocimiento de la concesión de las reales Cédulas a Quirós, que anulaban prácticamente el título que Dña. Isabel había heredado de su primer marido.

El texto conminatorio de las reales Cédulas no dejaba lugar a duda; se dieron las órdenes de organizar la expedición y, al enterarse don Fernando y doña Isabel de que todo estaba dispuesto, se trasladaron a Lima.

La adelantada se quejó amargamente ante el Virrey. Las Salomón le pertenecían por herencia de su marido; por lo tanto, sólo ella tenía derecho a colonizarlas. Por tanto, muestran a Velasco el atestado de 1597 y la protesta de 1603, los que habían quedado sin respuesta, pero el Virrey los desengaña, la orden del Rey es formal y tenía que cumplirse.

Don Fernando y doña Isabel se entrevistaron con Quirós, y, tras ocho años desde su separación en Acapulco, el antiguo piloto mayor se halló de nuevo frente a la gobernadora. No debió ser muy amigable el encuentro, Quirós recibía, en su fuero interno, un premio por las humillaciones pasadas, por supuesto no cedió a las pretensiones de los Castro, amparado cómo estaba por las reales Cédulas, y siguió preparando la nueva expedición.

¡Pleitos tengas y los ganes! El matrimonio Castro-Barreto perdió y D. Fernando tuvo que contentarse con el nombramiento de gobernador de Castrovirreyna (Huancavelica, donde sería gobernador D. Antonio de Ulloa entre 1758 y 1764, para tratar de mejorar el rendimiento de sus minas), nombre que proviene de los términos Castro (de Teresa de Castro y Andrade, hija del V conde de Lemos y esposa del virrey García Hurtado de Mendoza) y Virreina (designación que le dieron a esta señora cuando visitó al antiguo pueblo de Coyca Palca)35 y este cargo lo ejerció entre 1612 y 1620.

Pero D. Fernando de Castro, volvió a la carga, en nombre propio y en el de su esposa, escribiendo a S.M. desde Lima con fecha 29.12.1608, protestando contra las Cédulas concedidas en 1603 y otras nuevas que sabían se estaban gestionando. Don Fernando señalaba que muchas de las tierras descubiertas ahora por Quirós, lo habían sido en su día por D. Álvaro de Mendaña y que, por tanto, doña Isabel tenía el derecho de gobernarlas pues, aunque no las habían encontrado, el viaje de Quirós pretendía la llegada a las Salomón, archipiélago cuyos derechos pertenecían a la adelantada. La carta finalizaba con una súplica a S.M. para que rechazase la petición de Quirós y se concediese licencia, a él y a Dña. Isabel, para pasar a España y así poder exponer a S. M. toda clase de detalles, solicitando, al mismo tiempo para él y su esposa, la concesión de la Cédula de colonización.

35. Wikipedia, consultada el 10.08.2022.
ISABEL BARRETO 32

Tras las deliberaciones del Consejo, a la vista de tal instancia y de las demandas de Quirós, el Rey promulgó nueva cédula el 01.11.1610, que no satisfizo a ninguna de las dos partes en litigio. Cedulario.

Dos años más tarde, Dña. Isabel falleció en Castrovirreyna el 03.09.1612, cuando tenía cumplidos 45 años de edad, la acompañaban su marido y su hermano Diego. Fue enterrada en la iglesia mayor de esa ciudad. En su testamento, fechado en 15.07.1612, ordenaba que fueran trasladados sus restos al convento de Santa Clara en Lima (fundado en 1606), donde había profesado de monja su

hermana Petronila Barreto de Castro. Actualmente se desconoce si se llevó a efecto ese mandato, por tanto, sus restos puede que sigan descansando en la iglesia de Castrovirreyna.

La gobernadora y adelantada de las Salomón, muy querida de sus padres y de sus dos maridos, verdaderamente fue un personaje singular cuya biografía está quizás enturbiada por los comentarios, seguramente exagerados, del que fue su subordinado y “no amigo”, Pedro Fernández de Quirós.

José M. Blanco Capitán de Navío (r) de la Armada. Secretario de la Real Academia de la Mar. Socio de la RLNE.

Bibliografía:

1. Archivo General de Indias (Sevilla), Contratación, 253, N, 1, R, 13.

2. BOSCH BARRETT, M: Doña Isabel Barreto, adelantada de las Islas Salomón. Barcelona, 1943.

3. ELÍAS DE ZEVALLOS, H.: El entorno de Isabel Barreto Castro de Mendaña y su viaje hacia las Salomón, 1595-1596, Lima, 1995;

4. FERNÁNDEZ, B.: “Isabel Barreto, una mujer en el Pacífico”, en Cuaderno n.º 26 del Instituto de Historia Naval, Madrid, XIII Jornadas de Historia Marítima, 1995, págs. 15-32.

5. KELLY, Celsus O.F.M.: Documentos, Archivo Iberoamericano (Madrid) y Franciscan Historical Studies (Australia), 1965

6. LANDIN CARRASCO, Amancio: España en el mar. Padrón de descubridores. Editorial Naval. Madrid, 1992. Artículos sobre Ávaro de Mendaña (Págs259267).

7. MELLÉN BLANCO, Francisco: 1.- “Genealogía de Isabel Barreto, una mujer que atravesó el Pacífico en el siglo XVI”, en M. Luque y M. M. Manchado (coords.), Un océano de intercambios. Hispanoasia (1521-1898), Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional, 2008. 2.- Voz Isabel Barreto en Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia. Isabel Barreto | Real Academia de la Historia (rah.es)

8. ORTIZ ARMENGOL, Pedro: Intramuros de Manila. Madrid, 1958 (Pág42-43)

9. REICHERT Rafal: “La transcripción del manuscrito de fray Ignacio Muñoz sobre el proyecto de manutención y extensión de la fe católica en las Islas Marianas, y del descubrimiento y la conquista de las Islas Salomón, siglo XVII”. rafreich@yahoo.com.

10. VENTURA, Maria da Graça A. Mateus, “Os Barreto, uma família nobre em Lima”, en Por este mar adentro; Êxitos e fracassos de mareantes e emigrantes algarvios na América hispânica, Lisboa, Tinta da China, pp. 151-177.

11. ZARAGOZA, Justo: Historia del descubrimiento de las regiones Australes, hecho por el general Pedro Fernández de Quirós, Madrid, 1876.

Barreto, Isabel, Gobernadora de las islas de la Mar del Sur. Lima (Perú), m. s. XVI – Castrovirreyna (Perú), 3.IX.1612. Gobernadora de las islas Salomón. La vida de Isabel Barreto ha generado mucha leyenda sin fundamento alguno. Isabel Barreto nació en Lima, y era hija de los portugueses de la isla de Madeira, Nuño Rodríguez de Barreto y Mariana de Castro

Agradecimientos: A mi queridos amigos y compañeros, el CN D. Eduardo Bernal Ristori y CF de la marina de Portugal, D. Jorge Semedo de Matos, que me aportaron valiosa documentación sobre la biografiada.

ISABEL BARRETO 33 Proa a la mar

ISABEL ZENDAL,

MADRE Y ENFERMERA EN LA “REAL EXPEDICIÓN FILANTRÓPICA DE LA VACUNA”.

(1803-1806)

En la vida de Isabel Zendal, antes de su integración en la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, no hay nada que la relacione con el mar. Ni antecedentes familiares ni actividades laborales o de otra índole, nos permiten asociar su persona con el mundo marino; sin embargo, de su abnegación como mujer responsable del cuidado de los niños empleados como reservorios de la vacuna en la expedición de Balmis, y de su competencia profesional, fueron testigos dos océanos: el Atlántico y el Pacífico. Las condiciones en las que se llevaron a cabo estas travesías fueron muy duras teniendo en cuenta que, aunque no tardarían en llegar innovaciones tecnológicas como la aplicación del vapor, el navegar a principios del siglo XIX era toda una aventura. Atender a niños de corta edad durante muchos días de navegación, en condiciones muy precarias de hacinamiento y con problemas de higiene, además de procurarles darles amparo en los momentos difíciles de miedo y mareo, era todo un reto que Isabel Zendal supo cómo hacerle frente con éxito. Por esta razón incluimos a nuestra protagonista como “una mujer del mar” con toda justicia.

Conocemos detalles de la vida de Isabel Zendal como partícipe de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, gracias a varios historiadores, entre los que destacan J.A. Tuells y Susana María Ramirez.

Antonio López Mariño. Autor del libro “Isabel Zendal Gómez en los Archivos de Galicia”, después de un minucioso trabajo en parroquias y archivos fue descubriendo poco a poco los primeros vestigios de la vida de nuestra protagonista. Otra investigadora, Patricia Ruiz de Cisneros, autora de una tesis de grado en enfermería, se encontró con la dificultad de determinar su verdadero apellido. En varios documentos que hacen referencia a su persona, aparece con apellidos distintos, cómo: Zendalla, Zendaya, Gandalla, Gendaya, Sendalla, o Sendal. En la actualidad, en Méjico existe un premio nacional de enfermería que se llama Cendala Gómez. Sea como fuere, el nombre generalmente adoptado fue el de Isabel Zendal Gómez. Se especuló en que su familia fuera de origen inglés o irlandés al no encontrar rastros de un apellido parecido en Galicia, pero sin una base documental que lo apoye.

ISABEL ZENDAL 34

Parece que nació en 1773 en la aldea de A Agrela, en Parada, a medio camino entre Santiago y la Coruña. La primera referencia documental de su existencia, según Antonio López Mariño, se debe a la iniciativa del obispo Juan Varela Fondevila quien acudió a esa parroquia para administrar el sacramento de la confirmación y de paso inspeccionar los registros parroquiales, encontrando deficiencias en las anotaciones. Faltaban nombres de vecinos y sobre todo las relaciones familiares existentes entre ellos. Se confirmaron 259 feligreses pertenecientes a 58 familias y se pusieron al día los registros; ello dio como resultado que apareciera por primera vez el 19 de agosto de 1781 el nombre de Isabel con sus padres Jacobo Zendal e Ignacia Gómez y el de sus hermanos Juan, María y Francisca.

La familia era considerada en la vecindad como “pobres de solemnidad”, en un entorno general en el que muchos de sus integrantes vivían en la miseria. El catedrático Hortensio Sobrado Correa, que ha dedicado muchos años al estudio de la historia social y política de Galicia, ha publicado, “Las condiciones materiales de vida en el mundo rural gallego del Siglo XVIII”, época en la que se desarrolló la vida familiar de Isabel Zendal. En su trabajo describe las circunstancias de vida, casi pavorosas por falta de los medios más elementales de manutención, en el que se desenvolvía la mayor parte de la población gallega; el 90% vivía del campo y en el campo. Había grandes diferencias sociales distinguiéndose los “caporales” campesinos ricos, de los “bodegueiros”, clase a la que sin duda pertenecía la familia Zendal, integrada por jornaleros o propietarios de pequeñas extensiones de tierra.

En 1726, Guillermo Manier, describía las viviendas “sin chimeneas, en las que el humo lo invadía todo y en donde sus habitantes se veían obligados a convivir promiscuamente con sus animales”. Sea como fuere, la familia Zendal vivía en condiciones muy precarias. Siendo Isabel muy niña fallecieron sus padres. En el registro parroquial de los entierros figuran las cantidades cobradas por los funerales de éstos: 4 reales por la madre y 6 reales por el padre, con la anotación al margen: “pobres de solemnidad”.

Poco se sabe de la vida de Isabel Zendal en esos primeros años. Ya adolescente, aparece registrada en La Coruña como criada de la casa de Jerónimo Hijosa en la calle Real 36. La experiencia que adquirió en esa casa y, probablemente en otras, le ayudó a aprender a desenvolverse en las tareas domésticas y en la administración. Debía ser mujer de inteligencia natural y sin duda de genio y voluntad viva. El párroco de su pueblo le había a leer enseñado y a escribir. No sabemos tampoco si hizo otros estudios, lo que si es cierto es que destacó por su laboriosidad y su capacidad. Debía tener buenas referencias de sus servicios prestados esos años, pues el 24 de marzo de 1800, fue admitida como rectora de la inclusa de la “Casa de la Caridad” de la Coruña, en sustitución de la anterior rectora Lucía Pérez.

El salario fijado fue de 50 reales mensuales y el pago de una libra diaria de pan hecho con “harina fina de primera criba”. Las monjas encargadas de la inclusa debieron quedar muy satisfechas de su labor, pues al año siguiente, incrementaron media libra de pan y media libra de carne al día, como complemento alimentario para su hijo Benito Vélez. Sobre la existencia y condición de este niño, existen discrepancias entre los investigadores. Unos se inclinan en que no era hijo natural, sino adoptivo, otros en cambio sostienen que era hijo ilegítimo de padre desconocido .Lo cierto es que el 31 de julio de 1796 aparece un acta de bautismo del niño en la que textualmente se lee: “Yo Lorenzo Antonio Folgueira, rector parroquial de la iglesia San Nicolás de La Coruña, bauticé solemnemente y puse los santos óleos a un niño que nació a las tres de la madrugada, hijo natural de Isabel Cendal Gómez, natural de santa María de Parada, vecina de esta parroquia de San Nicolás. Púsele el nombre de Benito”. No aparece en el escrito el nombre del padre.

En aquella época para una madre tener un hijo natural significaba un baldón y un rechazo social, con todo lo que ello suponía. En cambio, si se justificaba que el hijo era adoptado, se abrían las puertas para conseguir trabajo con más facilidad y ser aceptada en la comunidad. Hasta la fecha los investigadores no se han puesto de acuerdo sobre la legitimidad, o no, del niño, lo cierto es que las monjas que regían la inclusa la aceptaron e incluso le dieron un puesto de responsabilidad.

Isabel Zendal recibió en 1803 un extra mensual de 16 reales “por la composición de ropas de uso; hacer camisas y pañales de sábanas viejas; remendar pantalones y chaquetas; poner presentables a los expósitos que iban a sacar las bolas de la lotería de Navidad”. También recibiría un aguinaldo extraordinario de frutas y dulces.

Fig. 1. Los Doctores Jenner (derecha) y Balmis (izquierda). El primero inventó el concepto de vacuna y quien la puso en práctica por vez primera; el segundo dirigió la primera campaña de vacunación masiva global de la historia.
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En los archivos de la “Hospital de la Caridad” en la que ejercía como rectora Isabel Zendal, según Antonio López Mariño, figuran los salarios que en aquellos días recibían los trabajadores de la inclusa que nos permiten establecer comparaciones entre ellos, por ejemplo: la ”tornera”, cuya labor era recoger a los niños en el torno y amamantarlos si era necesario, 40 reales. La “maestra de hilado y calceta”, 60 reales, y el “maestro de las primeras letras”, 60 reales.

Isabel se ocupaba, seguramente por iniciativa propia, de actividades complementarias como retejar la techumbre del edificio que, ya tenía sus años, y también del alumbrado interior de las salas. Siempre atenta al cuidado de los niños y a su seguridad, instaló unas celosías en las cuatro ventanas exteriores preocupada por la costumbre de los pequeños de intenta asomarse a ellas para ver la calle. También se ocupaba del encalado y el enlucido de los interiores, cambiar la paja de los jergones, lavar la ropa de las camas para eliminar la sarna, afeitar la cabeza de los pequeños, y ocuparse también de sacar los expósitos de paseo, e incluso, de poner trampas para los ratones. Todas estas actividades, algunas de las cuales, sin duda por propia decisión, nos indican el carácter y energía de esta mujer que además se ocupaba del bienestar y aseo de los niños a su cargo. Daba el perfil necesario de una persona que iba a asumir el extraordinario reto de cruzar dos océanos a cargo de docenas de estos pequeños.

Teresa Herrera nació en 1712 en La Coruña, y quedó huérfana de padre a los cuatro años. Su madre tuvo que hacerse cargo de sus diez hijos que fueron muriendo a lo largo de poco tiempo. La mortalidad infantil era una lacra en la época, motivada por la falta de higiene y multitud de enfermedades infecciosas de difícil cura con los medios de la época. Su madre al morir legó todos sus bienes a Teresa con la condición de que se ocupara de dos de sus hermanas supervivientes. No sólo se ocupó del mandato materno de la tutela de sus hermanas, sino que convirtió su casa en un centro de acogida. Permaneció soltera y dejó el resto de sus bienes a la “Cofradía de los Dolores” de la que dependía “La Casa de la Caridad”. Como era analfabeta no pudo firmar con su nombre el acta de donación. Fue una precursora de la filantropía, tal como se entendía en el espíritu ilustrado de la época, si bien sus motivos se debían a su profunda fe cristiana. Tuvo muchos disgustos en los últimos años de su vida a causa de problemas con la administración de sus bienes y también por la maledicencia y envidia de algunas personas que, llegaron a calificarla de ”bruja”, por su costumbre de recorrer de rodillas el camino desde su casa a la iglesia de san Nicolás.

La situación en esos años, en relación a los niños abandonados, era espantosa; aparecían vagando y desnutridos y muchos morían de inanición. No era infrecuente ver sus cadáveres abandonados en las calles e incluso sus cuerpos arrojados por el mar en las playas cercanas a la ciudad.

El “Hospital de la Caridad” de la Coruña en el siglo XVIII, tenía un cuarto de “partos secretos” para que dieran a luz mujeres que querían permanecer en el anonimato y dejar a los recién nacidos a cargo de la inclusa. Esta institución benéfica fue fundada por Teresa Herrera y se inauguró en 1794. En esa época, La Coruña tenía una población aproximada de 12.000 habitantes y carecía en la práctica de centros hospitalarios o de caridad para acoger a niños abandonados o personas necesitadas. Sólo existía un establecimiento, el “Hospital del Buen Suceso”, pero era a todas luces insuficiente para atender a la gran cantidad de indigentes y niños abandonados.

Gema Desireé Cristóbal Querol, de la Universidad Complutense de Madrid, en su trabajo: “Abandono y desamparo. Vida en la inclusa del Siglo XVIII”, describe la situación en esa época de los niños, pero también los esfuerzos de los responsables políticos de la Ilustración para tratar de mejorar su estado. Surgió un concepto más pragmático de la beneficencia pública que emanaba de la idea del “utilitarismo”, propio del pensamiento racional del Siglo de las Luces. La Iglesia era la única institución que se ocupaba de una manera más o menos eficaz de este problema. Pero detrás, según su doctrina, se encontraba el pecado de unas relaciones ilícitas; planteamiento que desde el punto de vista moral era abominable. La consecuencia era el abandono de los recién nacidos por algunas madres solteras, para evitar la vergüenza de ser “marcadas por el vicio y el deshonor”.

Campomanes elaboró en los años sesenta de ese siglo, una “clasificación de pobres” en la sociedad española. Propuso la elaboración de encuestas y censos para conocer esa realidad y una investigación sobre la gestión de los establecimientos

Fig. 2. El Dr. Edward Jenner llevando a cabo la primera vacunación de la historia, a James Phillips, el 14 de mayo de 1876.
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existentes. Apareció el sentido “filantrópico” de aprovechamiento del potencial de esos niños; había que darles formación durante su permanencia en los centros asistenciales y de esa manera incorporarlos como personas de provecho a la sociedad. Desde un punto de vista práctico se evitaría la picaresca y delincuencia de unos seres desarraigados, y lo que también se consideraba algo importante: se incorporarían al Estado ciudadanos valiosos para las actividades artesanales o la milicia.

Según la autora mencionada, el 21 de julio de 1780 se aprobaron 4 leyes sobre Expósitos. En ellas se especificaban que los centros de acogida deberían tener talleres de trabajo para la formación de aprendices en artesanía y artes; de esa manera podrían contribuir con sus aportaciones al mantenimiento de los centros. Debían contar con huertas, una capilla y escuela de primeras letras; también habría unas “juntas de seguimiento” para corregir las deficiencias que pudiera haber y encontrar las soluciones necesarias. Las niñas deberían aprender labores y, tanto ellas como los niños, debería ser prohijados durante el periodo de su permanencia por personas responsables de la comunidad.

En 1794 Carlos IV dictaminó: “Los expósitos sin padres conocidos se tengan por legítimos”. Ello significaba que a partir de entonces podrían acceder a cargos civiles que antes no les estaban permitidos. Era un avance muy importante y, según Gema Desireé, asentó el concepto del Rey como “Padre” de sus súbditos. En 1.796 su publicó un Reglamento de 30 artículos, en los que, además de mejoras sobre los preceptos anteriores, despenalizaba el abandono de niños. A partir de entonces los centros de asilo y acogida de expósitos, dependerían de los prelados de la Diócesis correspondientes.

Cuando Isabel Zendal asumió sus responsabilidades en la “Casa de la Caridad” de La Coruña, todas las normas descritas ya estaban vigentes.

En el siglo XVIII, estaban sin resolver o atajar muchas enfermedades, especialmente la viruela. Esta terrible dolencia a atacaba sin piedad a todas las personas sin distinción de rango o edad. No era sólo una enfermedad de pobres, pues agredía a todas las clases sociales, incluso a las Casas Reales. Se manifestaba al principio con fiebres altas y vómitos; días después aparecían úlceras en la boca y erupciones cutáneas que luego se convertían en abultamientos cargados de un líquido viscoso. Un poco más tarde, esos abultamientos se transformaban en costras que cuando se secaban y caían, dejaban desfigurada la piel. Se propagaba a través de personas contagiadas o por la manipulación de objetos contaminados; se expandió rápidamente por

el planeta y fue especialmente virulenta en Hispanoamérica. El periodo de incubación solía ser de 10 a 12 días. Las personas que sobrevivían presentaban, sobre todo en el rostro, marcas profundas que quedaban de por vida. En algunos casos los individuos que la habían padecido parecían auténticos monstruos. Según el profesor Enrique Portela Filgueras, que ha descrito esta enfermedad, fue la causa del 90% de los fallecimientos en los territorios ultramarinos españoles. Antes de la expedición de Balmis, la vacuna ya había llegado a América, pero para el traslado de los fluidos se habían utilizado cristales lo que había reducido mucho su efectividad.

La viruela constituía pues, una terrible preocupación sanitaria que urgía una solución eficaz. Según el profesor José A. Tuells, afectó incluso a la Historia al haber contaminado a las familias reales y a sus compromisos matrimoniales. Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, dio a luz el 10 de octubre de 1629 al infante Baltasar Carlos que falleció víctima de la viruela a los 16 años. Es significativo el texto de una carta dirigida por Felipe IV a su confidente Sor María Agreda cuando el infante empezó a experimentar los primeros síntomas: “Desde ayer tengo a mi hijo muy apretado de una gran calentura. Empezole con grandes dolores del cuerpo, que duraron todo ayer y hoy estuvo delirando todo el día y llegamos a estar en tal estado que deseamos no sea viruela”.

Se supo después que el contagio de la viruela fue debido al contacto que el infante tuvo con una meretriz que le había buscado su ayo, Don Pedro de Aragón, y que costó a éste el destierro. En 1724 Luis I también falleció de viruela después de un corto reinado, que hizo que volviera a ocupar el trono su padre Felipe V. La esposa de éste, Isabel de Farnesio, sufrió la enfermedad que le dejó su rostro marcado. En 1765 falleció el Duque de Parma, Felipe de Borbón, de la misma enfermedad.

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Fig. 3. Plan de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, dirigida por el Dr. Francisco Javier Balmis.

La consecuencia más temida por las mujeres era la desfiguración que causaba. Bárbara de Braganza envió su retrato a Fernando VI, su futuro esposo, pero como su rostro estaba marcado por la viruela el pintor hizo todo lo posible para disimularlo.

El 21 de junio de 1796, el médico inglés Edward Jenner realizó el experimento de inocular fluido obtenido de las vacas enfermas de una granja, al niño de ocho años, James Philips. Había observado como las mujeres que ordeñaban las vacas infectadas, contaminaban sus manos llagadas, con la enfermedad que éstas padecían en sus ubres. Observó que las granjeras resultaban inmunes a la viruela. Estableció una relación, causa a efecto, y tras el experimento positivo con el niño, publicó su teoría describiendo su método y afirmando que la vacunación con el fluido de las vacas enfermas era eficaz. El descubrimiento fue rápidamente divulgado por toda Europa e incluso Napoleón ordenó que todo su ejército se vacunase.

En España la publicación de Jenner llegó cinco meses después. Un difusor importante del nuevo sistema fue el doctor Ignacio María Ruiz de Luzuriaga que encontró inmediatamente el apoyo de la Corte. La viruela estaba prácticamente masacrando la América española y especialmente en el virreinato de Nueva Granada. Carlos IV preocupado por ello, quiso atender con rapidez a las súplicas de las autoridades ultramarinas. El Consejo de Indias declaró que había que disponer con rapidez todos los medios necesarios para frenar la epidemia. El proyecto de organizar una expedición a América y Filipinas fue apoyado por los médicos de la Corte Ignacio Lacaba, Leonardo Galli y Antonio de Gibernat. Los ministros Antonio Caballero, Miguel cayetano Soler y Rabaesa, fueron los miembros del ejecutivo encargados de organizar la expedición.

En 1803 los preparativos comenzaron con urgencia. Sólo transcurrieron 8 meses desde el inicio de la idea el 28 de marzo, hasta la salida de la llamada la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna” el 30 de noviembre del mismo año. Todo un récord, si pensamos en la pesada burocracia que caracterizaba la época de nuestra Ilustración. La idea era

utilizar niños de 8 a 10 años como rerservorios e ir vacunándolos de dos en dos con la “técnica brazo a brazo”. Deberían embarcar niños en número suficiente para que el fluido vacunal llegase vivo en todas las etapas del viaje. La financiación del viaje estaría a cargo de la Real Hacienda, aunque parte de los gastos debían sufragarse con los impuestos americanos del “Ramo de Tributos de Indios”, “Censo de Indios”, “Diezmos eclesiásticos” y “Ramos de Propios”.

Faltaba encontrar al equipo sanitario que se encargase de la administración de las vacunas. El viaje proyectado era largo y peligroso y aunque estuviese remunerado, no era fácil encontrar personas que quisiesen afrontar sus riesgos y fatigas, además de la responsabilidad que implicaba la expedición.

Finalmente, la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, quedó compuesta por el director Francisco Javier Balmis; José Salvany LLeopart como subdirector; Antonio Rodríguez Robredo y Manuel Julián Grajales como ayudantes cirujanos; Francisco Pastor Balmis (sobrino del director) y Rafael Lozano Pérez como practicantes; Basilio Bolaños, Antonio Pastor y Pedro Ortega como enfermeros.

Francisco Javier Balmis fue ayudante de cirugía en el Hospital militar de Alicante. Formó parte de la expedición en 1755 para combatir a los moriscos de Argel donde fue confirmado como cirujano militar. Después de varias campañas viajó a Nueva España donde dirigió durante tres meses el Hospital de Jalapa. Volvió a España y luego regresó al continente americano en donde se dedicó al estudio de la botánica aplicada a la medicina. Fue nombrado cirujano de Cámara del rey. Era un ardiente defensor de la teoría de Jenner y tradujo el libro del francés Louis Moreau de la Sarthe sobre la vacuna, añadiéndole un preámbulo que explica en síntesis su procedimiento:

“Cómo el humor o fluido vacuno no puede trasladarse a grandes distancias, sino por los medios de empaparlos en hilas, de impregnarlos en las puntas de las lancetas o en agujas que han de servir para la operación, y colocarlas entre dos láminas de vidrio, es muy frecuente que secándose degenere y ocasione una falsa vacuna. Para obviar ese error tan considerable y conseguir la verdadera vacuna, es necesario extraer el fluido en su debida sazón del brazo de un vacunado, que es los que se llama vacuna de brazo a brazo”.

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Fig. 4. El barco de la Real Expedición, la corbeta María Pita, de 200 toneladas.

Balmis asumió la responsabilidad de la dirección y la organización ejecutiva de la expedición, con poderes de representación de la Corona frente a las autoridades y funcionarios locales. Dependería directamente del ministro José Antonio Caballero, con el que mantuvo una copiosa correspondencia el tiempo que duró toda la campaña, dándole cuenta detallada de las incidencias y, sobre todo, de las quejas sobre la falta de colaboración de algunas autoridades. Exigió un apoyo legal sobre la gestión que iba a realizar y para ello se expidió una Real Orden de 5 de julio de 1803. También se fijaron los derroteros que debía seguir en el continente americano y que no se pudieron hacer estrictamente, porque hubo que improvisar sobre el terreno nuevas rutas según fueron aconsejando las circunstancias.

El subdirector de la Expedición, José Salvany y Lleopart, había ingresado en 1791 en el Real Colegio de Cirujanos de San Carlos en Barcelona. Después de licenciarse en cirugía, sirvió en el Tercer Batallón del Regimiento de Irlanda y en el 5º de Infantería de Navarra. Tenía una salud frágil pero una voluntad de hierro; padecía crisis palúdicas y tenía que tomarse periodos de descanso y curas en balnearios. Después de obtener una plaza de cirujano en el Colegio de Cirugía de Barcelona, aceptó incorporarse a la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna” reclamado por Balmis que conocía su valía profesional y su valor personal. Fue un acierto que demostraron más tarde los acontecimientos.

Que lejos estaba de imaginar Isabel Zendal, que todo el revuelo sobre la vacuna iniciado por el inglés Jenner, iba a afectar tan decisivamente en su vida. Totalmente ajena a los preparativos que se estaban realizando, seguía con su paciente trabajo en el “Hospital de la Caridad” de La Coruña, cuidando, y vigilando a todos los expósitos del establecimiento.

Balmis viajó desde Madrid a La Coruña con un grupo de seis niños sacados de la “Casa de los Desamparados”, y se dio cuenta durante el trayecto de las dificultades que entrañaba el cuidado de unos niños de corta edad. Los que formarían el grupo principal en Galicia eran expósitos, algunos abandonados por sus madres al nacer en el cuarto de los “partos secretos” del orfanato de La Coruña. Balmis era consciente de la dimensión humana que estaba detrás del proyecto y de su responsabilidad para que los pequeños tuvieran, además del cuidado material, lo tuvieran afectivo durante las duras jornadas que les esperaban. Quería una mujer que formara parte de la expedición y que tuviese las cualidades de fortaleza, energía y calidad humana para atender a los pequeños y que estos se sintieran seguros.

Balmis conoció a Isabel Zendal en la “Casa de la Caridad” y enseguida se dio cuenta de que era la mujer que necesitaba. Las referencias que dieron de ella las monjas que regían el establecimiento, eran inmejorables. Su experiencia profesional como médico en tratar a toda clase de personas, le hizo ver la valía de Isabel. Le propuso formar parte del personal sanitario de la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”. Le explicó con claridad los riesgos que iban a correr, las fatigas y la responsabilidad que debía asumir si aceptaba. Isabel no lo pensó demasiado; para ella abandonar Galicia significaba empezar una nueva vida y olvidar el desprecio de algunas personas por ser madre soltera. Puso como condición que su hijo Benito debía acompañarla durante todo el viaje, y que su manutención y gastos corrieran por cuenta de los fondos de la expedición, Balmis aceptó esa condición, ajustaron el salario y enseguida empezó a participar en los preparativos.

Isabel Zendal recibiría 3.000 reales al comienzo de la empresa, 500 pesos al año mientras durase la expedición, y 250 pesos al año cuando terminara su compromiso. La Real Orden de 14 de octubre de 1803 nombraba a Isabel Zendal, en la “clase de enfermera” como miembro de la REFV. El 27 de noviembre cesó su actividad en el “Hospital de la Caridad “, al que tantos desvelos había dedicado, y se entregó de lleno a su nueva tarea.

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Fig. 5. Para salvar el límite insuperable de transportar la vacuna por mar, a los españoles se les ocurrió una más que ingeniosa solución: pasar la vacuna de niño a niño, empleando dos cada vez.

En La Coruña Balmis hizo gestiones para conseguir el mayor número de niños como reservorios. En el “Hospital de la Caridad” no había los suficientes, así que tuvo que sacar del orfanato de Santiago 5 niños más. Así completó el número de 21 que consideraba necesario para ir transmitiendo la vacuna entre ellos en la travesía del Atlántico, incluyendo a Benito el hijo de Isabel. Se ha conservado documentalmente la relación de niños que iban a embarcar: Benito Vélez de 9 años; Andrés Naya de 8 años; Antonio Vereida de 7 años; Cándido de 7 años; Clemente de 6 años; Domingo Naya de 6 años; Francisco Antonio de 9 años; Francisco Florencio de 5 años; Gerónimo María de 7 años; Jacinto de 6 años; José de tres años; Juan Antonio de 5 años; Juan Francisco de 9 años; José Jorge Nicolás de 3 años; José Manuel María de 6 años; Manuel María de 3 años; años: Martín de 3 años; Pascual Aniceto de 3 años; Tomás Melitón de 3 años: Vicente Ferrer de 7 años y Vicente María Sale de 3 años.

Los fondos necesarios para el viaje fueron transferidos por la Real Hacienda el 21 de octubre de 1803. Balmis tenía la responsabilidad de gestionar ese dinero, del que debía dar cuenta detallada

Según las normas de la expedición, los niños… ..”serán bien tratados, mantenidos y educados, hasta que tengan ocupación y destino con que vivir, conforme a su clase….” La idea de Balmis era dejar a los niños originarios de la expedición, bien colocados en centros aceptables en la ciudad de Méjico de Nueva España. Se cuidó mucho de que ofrecieran buen aspecto en las etapas que la expedición fuera cubriendo. Cada niño recibió….”un hatillo que contenía dos pares de zapatos, seis camisas, un sobrero, tres pantalones con sus respectivas chaquetas de lienzo y otro pantalón más de paño para los días fríos. Para el aseo personal tres pañuelos para el cuello, otros tres para la nariz y un peine. Para comer: un vaso, un plato y un juego completo de cubiertos”…

Había que buscar un barco con habitabilidad para albergar a todos los componentes de la expedición. Se pidió la colaboración del Comandante militar de Marina y Juez de Arribadas de Indias, Ignacio María Acíbar. Éste, en cooperación con Balmis, se puso en contacto con varios armadores de La Coruña, entre ellos José Becerra y Manuel Tabanera. Se hicieron hasta cinco ofertas, pero no fue fácil disponer enseguida del barco que necesitaban. Finalmente se llegó a un acuerdo con Manuel Tabanera, aunque hubo que regatear, ya que el “precio pedido por éste pareció excesivo”. El coste se fijó en 1.400 pesos fuertes al mes con una duración prevista de cuatro meses. El contrato se firmó el 8 de octubre y Tabanera se comprometió a que el barco estaría dispuesto el 1 de noviembre.

El armador se obligó a facilitar asistencia sanitaria con ingreso hospitalario en caso de accidente, siempre que los gastos ocasionados no hubieran sido “por vicios”. Si algún miembro de la tripulación falleciese, también se comprometía a “traer el documento de la causa de su muerte”. Asimismo, se comprometía a que la manutención que se facilitara a los pasajeros, sería siempre de buena calidad. Se conservan documentalmente los detalles del tipo de alimentación a que se obligaba el armador. Establecía tres categorías: la primera para seis personas, consistía en un potaje, dos o tres primeros platos, tres postres diferentes y pan fresco con coste de 100 pesos fuertes al mes. La alimentación de la segunda categoría, para 7 personas, estaba compuesta por un primero, dos postres y pan fresco con un coste de 90 pesos fuertes al mes. La tercera para el resto, incluidos los niños, consistía en “un buen cocido” y “extras a los enfermos por un importe de 50 pesos fuertes al mes.

El barco que el armador Manuel Tabanera puso a disposición de la expedición fue la corbeta “María Pita” de 200 toneladas. El buque ya llevaba mucha mar corrida bajo la quilla, pero un buen barco que había alternado la actividad mercante con la corsaria. Hubo que acondicionarlo lo mejor posible para hacerlo habitable, sobre todo pensando en los niños. El aparejo de corbeta se consideraba muy práctico para barcos de ese tonelaje. Tenía los mástiles trinquete y mayor cruzados y el mesana sólo con velas cangreja y escandalosa, sin mastelerillo. Poco tiempo antes, para la expedición científica de Alejandro Malaspina, se optó por la construcción de dos barcos nuevos también aparejados en corbeta: la “Atrevida” y la “Descubierta”, que dieron un magnífico resultado en su larguísimo periplo.

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Fig. 6. Una vez en tierra, en los sucesivos territorios españoles de ultramar procedían entonces a vacunar a toda la población, sin distinción alguna por estratos sociales o económicos, o de religión, de sexo, de raza, etc.

Había también que buscar una tripulación idónea para esa misión. El 20 de noviembre se contrató al capitán Pedro del Barco y España, a instancias del Comandante Militar de Marina que conocía su excelente historial como marino. Pedro del Barco había comenzado como marinero en los “Correos Marítimos de La Coruña” y había servido en varios barcos de ese servicio que cubría las comunicaciones con las colonias americanas. Este “correo” había sido fundado en 1764 por el ministro de Carlos III Jerónimo Grimaldi.

En 1774 ascendió a oficial de derrota y cuatro años más tarde fue nombrado por méritos capitán primero (asimilable al grado de capitán de las Milicias Provinciales del Ejército), adquiriendo el fuero militar. Realizó 33 viajes atravesando el Atlántico.

En la guerra con Gran Bretaña en 1.773, mandando la fragata correo “El Cortés” que, precisamente fue el primer barco que inauguró el servicio de correo reglamentado por Grimaldi, entabló combate con una fragata de guerra y un cúter de bandera inglesa cuando iba rumbo a Cuba. Sostuvo el fuego con los dos barcos enemigos y a pesar de la inferioridad de su armamento consiguió evitar ser apresado. En 1780 se le dio el mando de la fragata corsaria “La Soledad” armada por el Consulado del Comercio de Cádiz con la que operó en el Caribe. Cayó enfermo, y en julio de 1802 obtuvo el retiro de la actividad operativa a la edad de 56 años. Fue destinado para tareas administrativas en la Comandancia de La Coruña.

Cuando se buscó un capitán para mandar la “María Pita”, Ignacio María Acíbar, pensó que la persona ideal era Pedro del Barco. Éste aceptó la oferta, seguramente satisfecho de dejar la burocracia y volver a mandar un barco. Abandonará definitivamente el servicio al regreso de la expedición en 1805 y sería recompensado por Carlos IV. Tuvo siete hijos, cuatro de ellos varones, que no escogieron la carrera de marinos; sirvieron en el Cuerpo de Artillería del Ejército y tres de ellos morirían heroicamente en la Guerra de la Independencia.

El resto de la tripulación se enroló el 29 de noviembre. El contrato del primer oficial, Pedro Martín de Llana y del contramaestre José Pozo, junto al del capitán, se firmaron en un documento aparte. La tripulación subalterna estaba compuesta por el carpintero Vicente Aldao, el guardián Vicente Alburu; los cocineros Gregorio García y Francisco del Barco y el mayordomo José Mosquera. La marinería también estaba dividida por

categorías; 7 marineros tenían un salario de 10 pesos y los 12 restantes cobrarían una paga inferior.

Pese a lo estipulado en el contrato con el armador, la salida se estaba retrasando más de lo previsto y Balmis se impacientaba. Había reunido 500 ejemplares traducidos del libro de Jacques Louis Moreau que quería distribuir en las etapas del viaje entre el personal sanitario. Pensaba también en dar charlas formativas. Entre el material que iba embarcar, había termómetros, máquinas neumáticas, 2.000 recipientes de vidrio para guardar fluidos de la vacuna y parafina para sellarlos; además de una gran cantidad de ungüentos, hilas, vendas y varas de lienzo. También un botiquín con los fármacos usualmente utilizados, y varios cuadernos para las anotaciones de los resultados.

Lamentablemente Balmis no escribió ningún detalle de las incidencias de la navegación. Los datos que se conocen proceden de numerosos archivos dispersos de diferentes localidades de ultramar, sobre todo de la copiosa correspondencia que sostuvo con el ministro José Antonio Caballero.

Isabel ya tenía a los niños del orfanato preparados y les había explicado la importancia de lo que iban a hacer. Serían las personas más importantes de la expedición porque sin ellos no podrían conseguir la misión que había ordenado el Rey. Algunos la escuchaban convencidos, pero los más mayores ya resabiados por su vida callejera, la miraban un poco escépticos. El mayor problema con que se enfrentaba, eran los 8 niños de tres años que debían de llevar consigo. Iban a necesitar una atención constante durante todo el viaje y sospechaba que no tendría mucho tiempo para descansar.

Finalmente, con un mes de retraso sobre lo previsto, el 30 de noviembre de 1803, el “María Pita” estaba preparado para largar amarras. Isabel había vestido a los niños con sus uniformes sacados del diseño del Jardín Botánico de Madrid y los había conducido desde la “Casa de la Caridad” al muelle. Hubo una gran expectación por el camino y la gente les aplaudía. La población de La Coruña había vivido desde hacía meses el ambiente expedicionario; quería despedir a los viajeros y ser testigos de la salida de la corbeta. Acudieron autoridades y hubo gritos de viva el Rey y bendición del Arzobispo. También hubo llantos y reclamaciones de presuntas madres que pedían dinero por dejar partir a sus hijos, petición inútil por haber perdido la patria potestad al dejarlos en el “torno” del orfanato, o en la sala de los “partos secretos”.

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Fig. 7. El Dr. Josep Salvany i Lleopart. Uno de los médicos que más vidas ha salvado en la historia de la humanidad, co-director de la primera expedición científico-médica de la historia.

Empezaba la aventura y el buque comenzó su navegación. Existen dibujos de la época en que se ven personas en los acantilados para ver pasar el navío.

No tenemos noticia documentada sobre la vida a bordo, así que nos permitiremos la licencia de imaginarla. La llegada de los niños al barco tuvo que ser vigilada, porque los mayores seguramente estarían fascinados por el ajetreo de la maniobra. El mundo de los barcos no era ajeno a ellos y tendrían la tentación de trepar por la jarcia como hacían los marineros. La Coruña, puerto marino por excelencia, tenía siempre en sus muelles atracados o fondeados en la bahía, barcos de todo tipo. Las guerras contra Gran Bretaña y del Rosellón habían hecho que la actividad mercante se combinara con la corsaria, ya que muchos armadores habían conseguido patentes de corso. Cuando salieron los expedicionarios el mar estaba en paz, aunque sería por poco tiempo.

Isabel ya había inspeccionado la parte del sollado del barco que había sido destinada al alojamiento de los niños. No estaría satisfecha por el mal olor de la sentina. A pesar de que el capitán había ordenado su limpieza a fondo empleando jabón y vinagre y enebro, el hedor de las sentinas no desparecía totalmente. Tomándolo por la parte positiva los marinos decían que el mal olor era señal de que había ninguna vía de agua.

Seguramente también le preocuparía la mala ventilación. El sollado, debajo de la cubierta principal, tenía pocas aberturas; recibía el aire y la luz de los enjaretados de la cubierta, pero éstos no siempre estaban descubiertos. Cuando había mala mar se cubrían con lonas para que no entrara el agua cuando el buque encapillaba el oleaje. Entonces faltaba ventilación y luz en el interior. El uso de fanales, velas o antorchas estaba sometido a una estricta disciplina. Muchos barcos con sus maderas alquitranadas podían arder como teas por un descuido o negligencia. Isabel tendría que acostumbrarse a que el sollado de la “María Pita” no era como la sala común del orfanato. Allí ella había, por iniciativa propia, organizado todo lo necesario para la comodidad de los expósitos; en cambio en el buque, tendría que adaptarse a inconvenientes a los que no estaba habituada.

Tenía que organizar también, como se iban a distribuir los coys. Recelaba de ese procedimiento que no había utilizado nunca, sobre todo pensaba como acomodaría a los más pequeños para que no se cayeran.

La tranquilizaron asegurándole que era unos de los sistemas para dormir más seguros y cómodos. Sabía que iba a pasar muchas noches en vela, así que agruparía a los niños por edades. Balmis le había dado instrucciones precisas para que fuera separando durante el viaje a los niños infectados de los demás, para que no se interrumpiera la cadena de transmisión.

Balmis, preocupado también por la salud y el buen estado de los pequeños, dispuso que todos los sanitarios de su equipo hiciesen guardias de manera que siempre hubiera uno despierto. Lo malo para Isabel que no tenía nadie que la relevara, aunque esperaba que fuese ayudada por el sanitario de guardia.

Era la única mujer a bordo y eso también era un inconveniente. Desde mucho tiempo atrás los marinos creían que tener una mujer en un barco traía mala suerte; seguramente ella oyó algún comentario sobre su presencia, o noto alguna mirada reprobatoria. El mundo de la mar con sus peligros, hacía que los marineros creyeran en muchas supersticiones; no se podían pronunciar determinadas palabras a bordo, como: cura, lobo etc. Por el contrario, daba buena suerte colocar algunas monedas de plata en el interior de un buque en construcción o colocar ristras de ajo atadas con cintas rojas. Era un mundo muy peculiar, pero Isabel había demostrado su capacidad de adaptación a cualquier circunstancia, y con toda seguridad se hizo pronto a las costumbres de a bordo.

Acomodó a los niños, ordenó sus pertenecías y volvió a repetir las instrucciones que debían seguir. A los más pequeños los tranquilizó como ella sabía hacerlo. Los días de navegación que transcurrieron hasta su llegada a Santa Cruz de Tenerife, fueron una prueba de lo que les esperaba en la travesía atlántica. Isabel se enfrentó a muchos problemas que resolvió a base de ingenio y voluntad. El mareo, la higiene, la evacuación de los orines y vómitos producidos por el mareo de los primeros días -¡siempre a sotavento!- la limpieza escrupulosa que exigía Balmis, el consuelo a los niños que lloraban de morriña, etc., fueron una prueba constante que el director de la expedición valoró y admiró sin duda. No sabemos en los grupos establecidos para las comidas, en que rango la situó Balmis, pero lo más probable es que comiera con los niños. Tenía también que preservar su intimidad como mujer y tuvo que organizarse, aislando en lo posible el reducido espacio en el sollado que le estaba signado.

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Fig. 8. Isabel Zendal fue quien se puso a cargo del cuidado de los niños durante toda la expedición.

Cuando el tiempo y el capitán lo permitían, sacaba a los pequeños a tomar el aire y el sol en la cubierta. Debía vigilar especialmente a los mayores, siempre inquietos y amigos de hacer travesuras, para que no intentasen subir por los flechastes o se rompieran la cabeza en una caída. El director de la expedición seguramente no cesaba de pedirle el máximo celo en ello, consciente de la importancia de que no hubiese bajas para poder mantener la cadena de transmisión para las vacunaciones. Ordenó que se hicieran dos reconocimientos médicos al día.

El 9 de diciembre, a las ocho de la tarde después de diez días de navegación, el “María Pita” atracó en el muelle de Santa Cruz de Tenerife. La ciudad tendría todavía algunas cicatrices de la batalla contra el almirante Nelson seis años antes, en la que el valor de los tinerfeños infligió la única derrota que sufrió el almirante en su brillante carrera profesional.

El recibimiento fue extraordinario. El marqués de Casa Cagigal, Fernando de Cagigal de la Vega y Martínez Niño, Capitán General de Canarias, advertido de la llegada de la expedición tenía todo preparado para que comenzase inmediatamente la campaña de vacunación. El marqués era un militar de prestigio que había participado en varias campañas, entre ellas la del Rosellón, a las órdenes del general Ricardos. Había tomado posesión de la Capitanía General en 1798 y era también hombre de letras, dramaturgo y poeta. Puso todo su empeño en que “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna” tuviera éxito entre la población. También el Arzobispo Manuel Verdugo y Albaturría, de la orden de los dominicos, contribuyó a ello. El Cabildo puso a disposición del director de la expedición locales, que enseguida se llenaron de hombres mujeres y niños que deseaban ser vacunados.

Isabel había preparado a los niños con sus uniformes para ser presentados al Capitán general recibiendo muestras de afecto de la población por donde pasaban. Su primera preocupación cuando desembarcaron, era buscar alojamiento para los expósitos. Tenía que sacarlos del barco y aposentarlos

en un lugar más espacioso y ventilado. Con la intervención de Balmis pudo alojarlos en un convento donde permanecieron durante su estancia en la isla.

Balmis distribuyó varios de los libros que había traído de Jacques Louis de la Sarthe entre el cuerpo médico del archipiélago. Su sistema “brazo a brazo” fue aceptado sin ninguna reticencia. Los niños madrileños, una vez cumplida su función, se quedaron en Tenerife en un convento de los frailes agustinos. El número de vacunados fue muy numeroso; de cada isla venían sanitarios que acompañaban a grupos de personas que a su vez servían de reservorios en sus lugares de origen. Se estableció la primera “Junta de la Vacuna” para centralizar la vacunación en todo el archipiélago.

Los expedicionarios abandonaron Las Canarias el 6 de enero de 1804 después de haber estado casi un mes en Tenerife; comenzaba la navegación atlántica que iba a ser dura en esa época del año. Balmis estaba satisfecho del éxito obtenido en su primera etapa. La REFV empezaba con buen pie. Otra vez había que acostumbrarse a la rutina de a bordo con muchos días de mar hasta llegar a Puerto Rico que era la siguiente escala. Los días fueron pasando sin grandes incidencias, salvo algún que otro temporal. El calor empezaba a ser sofocante cuando entraron en la zona tropical, tanto de día como de noche. Isabel pidió permiso para que los niños pudieran dormir en la cubierta, lo que también hacia buena parte de la tripulación. Después de treinta y cuatro días de navegación el “María Pita” pudo atracar en San Juan de Puerto Rico. Todos estaban preparados para el desembarco, pero no había nadie para recibirlos. Balmis estaba extrañado. La expedición estaba organizada por La Corona y esperaba al menos que alguna autoridad estuviese presente. Por la noche recibió una invitación para ir a saludar al Gobernador, Brigadier General Ramón Castro, veterano de la campaña de Gálvez en la Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. En la recepción el Gobernador estaba acompañado de los doctores Francisco Oller Ferrer, Cirujano Jefe del Hospital Militar de la isla, y del doctor Tomás Prieto. La entrevista fue algo incómoda; el Gobernador dijo a Balmis que tenía noticia de su llegada y de la importancia de su misión, pero afortunadamente la vacuna, según el sistema de Jenner, ya había sido implantada en la isla. Así lo aseguró el doctor Oller, confirmando que él mismo había organizado la campaña de la vacunación en todo el territorio cubano, La vacuna le había sido facilitada por el doctor Mondeher de la vecina isla de Saint Thomás. Aseguró que era perfectamente segura ya que había enviado el fluido entre cristales lacrados en sus bordes y cubierta por un tafetán negro para que no le afectase la luz ni la humedad. Le comunicó que ya había vacunado a 2.000 personas.

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Fig. 9. La vocación de Isabel Zendal por el cuidado de los pacientes.

Balmis estaba indignado y herido en su amor propio. Conocía al doctor Oller desde hacía tiempo porque habían sido condiscípulos en real Colegio de Cirugía de Barcelona. Le reprochó que había pasado por alto las normas del protomedicato establecidas en España. Además, al parecer no había establecido un censo fiable y no sabía que isleños estaban sin vacunar. Sólo se había preocupado primero de vacunar al Gobernador, su familia y a las élites isleñas. Se había enterado también de la muerte de un nativo después de haber sido vacunado por Oller

Isabel se percató enseguida de la tensión entre Balmis y Oller y no pudo menos de pensar en la diferencia con las facilidades recibidas en Canarias. Balmis dispuso su campaña con ayuda del Obispo de Puerto Rico Juan Alejo de Arizmendi, quien le facilitó locales para proceder a las vacunaciones. Tuvo poco éxito y además fue interrumpido en plena tarea por Oller quien muy enfadado le acusó de querer humillarle. Balmis, que también debía tener un genio vivo, le llamó incompetente y le señaló a un joven que había cogido la viruela y que había sido vacunado antes por Oller.

Decepcionado por la falta de colaboración decidió abandonar la isla, pero necesitaba cuatro niños para mantener la cadena de transmisión. Los solicitó al Gobernador, pero éste no quiso, o no pudo hacerlo. Encargó a Isabel y a los enfermeros que los buscara. Las monjas donde había alojado a los niños al desembarcar, encontraron a los niños, pero debían pagar a los padres y además a comprometerse a devolverlos a la isla. Ofreció 50 pesos por los cuatro niños y pidió al Gobernador que se hiciese cargo de esos gastos. A pesar de que estaba obligado según las instrucciones recibidas por la Corona, se negó hacerlo. Se alojó a los cuatro niños a bordo, uno de ellos enfermo, y Balmis ordenó la partida que tuvo que retrasarse diez días por culpa del mal tiempo. Finalmente, el 13 de marzo de 1804, el “María Pita” se hizo a la mar con rumbo a Venezuela.

Durante la travesía que fue muy accidentada por navegar con mar gruesa, Balmis redactó varias cartas dirigidas al ministro José Antonio Caballero, quejándose del trato recibido por el Gobernador y el cuerpo médico de Puerto Rico. Lo que más le dolía era haber fracasado al no poder establecer la “Junta de la Vacuna” como había hecho en Tenerife. No pudieron llegar a la Guaira como estaba planeado. Un error en el punto de recalo hizo que el barco fondease en Puerto Cabello a unos doscientos ciento cincuenta kilómetros de La Guaira. Balmis estaba muy inquieto pues solo le quedaba un niño portorriqueño como reservorio y era urgente empezar las vacunas en el continente. Nada más

desembarcar le pidió al comandante de la plaza, Pedro Suárez de Urbina, que hiciese gestiones para facilitarle 25 niños. No tuvo que hacerse de rogar porque en poco tiempo ya había 28 disponibles. El recibimiento fue muy distinto al de Puerto Rico. Acudieron las familias notables de la ciudad y acogieron a los expedicionarios con toda clase de atenciones. Comenzaron enseguida las vacunaciones a las que asistieron un gran número de personas.

Isabel sabía que la estancia iba a ser corta porque la intención del director de la expedición era llegar a Caracas cuanto antes. No obstante, procuró alojamiento en un convento para los niños y ayudó al equipo sanitario en las tareas de vacunación. No sabemos si Isabel llegó a vacunar, actividad que estaba reservada para los ayudantes y enfermeros. La operación era sencilla: bastaba hacer un corte en un brazo de la persona que iba a ser vacunada y después trasplantar el fluido del reservorio e inocularlo en el corte, adoptando todas las medidas profilácticas necesarias. La operación había que hacerla con rapidez porque se acumulaban muchas personas pidiendo ser vacunadas.

Balmis se trasladó enseguida a Caracas. El viaje lo hizo por tierra acompañado de su equipo. El traslado fue rápido, apenas unos días, que aprovechó para seguir vacunando a los habitantes de los pueblos por los que iba pasando.

El gobernador de Venezuela, Manuel de Guevara Vasconcelos, enterado unos días antes de la llegada de Balmis, ordenó que se hiciesen preparativos para recibirlo con toda dignidad como correspondía al director de una misión de la Corona. La acogida fue extraordinaria, hubo hasta salvas de artillería. Balmis pensaría sin duda en el contraste con Puerto Rico. Enseguida pidió al Gobernador la formación de una “Junta Central de la Vacuna” con jurisdicción en toda Venezuela y propuso como secretario de la misma al doctor José Domingo Díaz del que tenía magníficas referencias. El Gobernador accedió a ello e informó a Balmis de su preocupación por el desarrollo de la epidemia de la

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Fig. 10. Fue Isabel Zendal quien cuidó en todo momento de los niños a bordo de la María Pita

viruela que había causado, sólo en Caracas, más de 8.000 víctimas. En España, Carlos IV conocía, cuando se estaba organizando la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, la terrible mortandad que la enfermedad estaba causando en el Virreinato de Nueva Granada a la que pertenecía Venezuela.

El Viernes Santo, 30 de marzo, se celebró una ceremonia solemne en la catedral de Caracas a la que asistió Isabel con todos los niños de la expedición. La expectación era enorme en el templo y, después de unas palabras del Gobernador, empezaron las vacunaciones a las que acudieron un gran número de personas. El propio Balmis vacunó personalmente a 64 caraqueños. Se conserva documentalmente el nombre del primer niño vacunado: Luis Blanco.

En Venezuela las autoridades se tomaron verdaderamente en serio las campañas de vacunación. El Gobernador de Maracaibo, Fernando Millares, promulgó un decreto en que obligaba a vacunarse a todos los habitantes de su jurisdicción.

Balmis decidió que la expedición se dividiera en dos: Salvany debía partir para la América meridional y central junto con los cirujanos Manuel Julián Grajales, Rafael Lozano y Basilio Bolaños, mientras él, con el resto del equipo se dirigiría con el “María Pita” a La Habana. Podemos imaginar, desde el punto de vista emocional, como sería la despedida de sus compañeros con los que habían compartido tantas fatigas, pero también buenos momentos.

José Salvany y Lleopart, hasta entonces subdirector de la expedición, iba a comenzar una verdadera aventura personal. Su fragilidad física, aún continuaba con los ataques de paludismo, no le impidió hacer una tarea que podríamos calificar de titánica. Vacunó con su equipo a decenas de miles de personas en recorrido penoso por el interior del continente. Sufrió un naufragio en rio Magdalena cuando se dirigía a Cartagena de Indias y perdió un ojo en un accidente. La odisea de su expedición merecería un libro aparte que, excedería el objetivo de este trabajo. El 21 de julio de1810 murió en Cochabamba a la edad de 34 años agotado por las penurias y las enfermedades.

El ”María Pita” zarpó de la Guaira rumbo a Puerto Rico para dejar allí a los niños que había llevado consigo. Los devolvía a sus padres sanos y salvos como habían prometido. Después el barco se dirigió a La Habana donde llegaron unos días más tarde por culpa de un fuerte temporal. El 20 de mayo de 1.804 entró en la bahía dejando por babor los Castillos del Morro y de la Cabaña. Fueron recibidos por miembros del Cabildo que les proporcionaron un buen alojamiento. Isabel como siempre preocupada por los niños, les buscó un sitio en un convento para que estuvieran alojados allí los días que permanecieran en Cuba; prefería evitar que fuesen acogidos en un orfelinato, establecimientos que por lo general dejaban mucho que desear en higiene y promiscuidad.

El Capitán general de Cuba, Salvador José Muro y Salazar, marqués de Someruelos, recibió a Balmis con cordialidad. Había tomado posesión de la Capitanía el 2 de marzo de 1799 y tenía fama de buen gobernante; el año de la llegada de Balmis a la isla aconteció la revuelta de esclavos cimarrones en Santo Domingo y como consecuencia de ello la independencia de Haití. El conflicto tuvo como resultado la llegada de multitud de refugiados a Cuba, en su mayoría de origen francés, que fueron bien acogidos y auxiliados por orden del Capitán General.

En la isla había numerosos científicos de buena reputación, como el botánico Juan Antonio de la Ossa o el médico Tomás Romay. Éste informó a Balmis que la vacuna había llegado ya a Cuba traída por una mujer llamada María Bustamante que había sido vacunada por Balmis en Puerto Rico. Esa noticia agradó a Balmis y también saber que ya se habían organizado grupos de sanitarios que estaban vacunando por toda la isla. Lo que no se había hecho era la formación de una “Junta de Vacuna” que Balmis estimaba indispensable para que se centralizase su difusión. No tardó mucho tiempo en formarse siguiendo las indicaciones del director de la expedición.

El obispo de La Habana, Juan José Díaz de la Espada, también tomó mucho interés en esos planes de vacunación y aportó la idea hacerlo inmediatamente con los negros esclavos que llegaban a la isla. La industria del azúcar que se estaba desarrollando en Cuba, necesitaba mano de obra fuerte y sufrida, capaz de soportar el trabajo de “macheteo” y el calor de los hornos de los ingenios. La esclavitud todavía no había sido abolida en España y el negocio de la trata estaba en pleno auge.

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Fig. 11. Y fue Isabel Zendal quien cuidó en todo momento de los niños durante el viaje.

Balmis al darse cuenta que su presencia en Cuba no era imprescindible, gracias a la buena labor de Tomás Romay y otros médicos, pensó en dejar la isla para dirigirse a Nueva España. Solicitó que se le facilitasen cuatro niños como reservorios, pero por unas razones, u otras, no fue atendido. Notó un cambio de actitud en el marqués de Someruelos que ya no se mostró tan colaborador. Impaciente comenzó a buscar, con la ayuda de Isabel, por toda la población habanera sin resultado. Al final decidió comprar cuatro niñas esclavas. Lo hizo a través de un agente llamado Lorenzo Vidat. La mayor no tendría más de diez años, pero necesitaba otro niño más más, que resultó ser un tamborcillo del regimiento de guarnición en La Habana.

El 18 de junio el “María Pita” con todos los expedicionarios a bordo, zarpó de Cuba con rumbo a puerto Sisal. Balmis vacunó inmediatamente a dos de las niñas esclavas a bordo, calculando que el tiempo de navegación hasta la llegada a la península del Yucatán le daría margen suficiente para asegurar la cadena de trasmisión. Los niños recién embarcados se alojaron con sus compañeros gallegos que todavía permanecían con los expedicionarios desde su salida de La Coruña. Isabel tuvo que tranquilizar y explicar a las recién llegadas y al tamborcillo, lo importante de su misión. A las recién vacunadas las aisló de los demás expósitos, como había ordenado Balmis, y pronto comenzó la vida con sus costumbres de a bordo.

Los días de la travesía hasta el Yucatán fueron muy movidos; la mar casi arbolada barría la cubierta y hasta los niños más veteranos se marearon. Después de luchar contra el temporal cinco días, avistaron la península y el “María Pita” pudo atracar en el muelle de puerto Sisal el 25 de junio. Sisal tenía un puerto difícil de visualizar desde el mar. La ciudad se extendía a lo largo de la costa y para llegar al puerto era preciso entrar por una estrecha boca para llegar a la dársena interior. Esa ciudad mantuvo durante años un litigio con su vecina Campeche sobre el monopolio de exportación del “palo del tinte”.

El Gobernador de Mérida, Capitán General Benito Pérez Valdelomar, ya estaba informado de la llegada de la expedición y se tomó la molestia de acudir personalmente a recibirlos. Dio toda clase de facilidades para que empezasen las vacunaciones inmediatamente. Había tomado posesión del Gobierno General y de la Intendencia del Yucatán poco tiempo antes y en el viaje que hizo desde Cuba para ello, según contó a Balmis, fue apresado por un corsario inglés que respetó a su familia y a las propiedades que llevaba en el barco, dejando a todos en libertad sin pedir ningún rescate. Caso insólito al que no acostumbraban esos “depredadores” del mar.

Balmis después de unos días en Sisal salió inmediatamente para Mérida. Llegaron a esa ciudad fundada el 6 de enero de 1542 por Francisco de Montejo sobre las ruinas de una antigua ciudad maya. Felipe III le había concedido un blasón que exhibía con orgullo con un “león rampante en campo verde y un castillo torreado en campo azul”. Recorrieron varias poblaciones de la región donde fueron bien recibidos y se vacunaron a decenas de personas. El viaje por el Yucatán no fue muy agradable por el intenso calor tropical y la picadura de toda clase de mosquitos.

Volvieron a Sisal donde había permanecido Isabel Zendal con los niños de La Coruña. No quiso acompañar a Balmis al interior del Yucatán porque era exponerlos a peligros y enfermedades innecesarias. El paludismo estaba muy extendido en la región y se propagaba por los mosquitos infectados por el parásito “Plasmodium”; producía en los contagiados, fiebre, vómitos y fuertes dolores de cabeza, e incluso, la muerte. Isabel sabía que los expedicionarios debían volver a Sisal para embarcar en el “María Pita”con destino a Veracruz, así que se alojó con los niños en un convento de la ciudad esperando su llegada.

No pudieron encontrar niños para reemplazar a las cubanitas y al tamborcillo, cumplida su misión como reservorios. Balmis tuvo que pedir al Gobernador algunos soldados de la guarnición para llevárselos en el buque. Imaginamos que los soldados se ofrecieron voluntarios.

La corbeta desatracó del muelle de puerto Sisal con todos a bordo y el capitán ordenó poner rumbo a Veracruz, en su última etapa con la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”. El barco

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Fig. 12. Hospital Isabel Zendal, Madrid.

volvería desde allí a La Coruña y tocaba despedirse después de tantos meses de convivencia; la corbeta no resultó ser el lugar más cómodo del mundo, allí habían sufrido todos miedos y mareos, pero fue su hogar durante meses y como es lógico se habrían establecido buenos lazos entre los expedicionarios y la tripulación. Durante los días de navegación a Veracruz, los expedicionarios seguramente pasarían el tiempo escribiendo cartas a amigos, familiares y allegados para que las llevara el barco a España.

Pedro del Barco había navegado muchas veces por las aguas de Golfo de Méjico y sabía los peligrosas que eran, sobre todo cuando soplaba viento del norte. El 8 de agosto ya estaban a la vista de Veracruz, pero el capitán prefirió dejar pasar la noche antes de entrar en el puerto. El mar con una fuerte marejada que llevaban sufriendo desde hacía varios días, no aconsejaba intentarlo hasta que fuese de día. A poca distancia del puerto había unos islotes y arrecifes peligrosos poco visibles y mal balizados como las” Isla Verde”, “Los sacrificios” o “La anegada de dentro”, que se sumergían y emergían por efecto del oleaje y que eran extremadamente peligrosos. La zona era un verdadero cementerio de barcos y en la ciudad había un barrio que llamaban la “ciudad de las tablas”, con casas construidas con la madera de los barcos naufragados.

Atracaron en Veracruz cerca del fuerte de San Juan de Ulua, pero no había nadie en el muelle para recibirlos a pesar de que Balmis, como siempre hacía, había enviado cartas al Virrey de Nueva España. Poco tiempo después llegó el Intendente de Veracruz con una carta del Virrey dándoles la bienvenida, pero sin que le notificara que disposiciones había tomado para facilitarle su tarea. El intendente se excusó ante la ausencia de autoridades y funcionarios para recibirles, alegando que no había recibido instrucciones para ello. Les comunicó que su misión llegaba tarde porque ya estaban en marcha campañas de vacunación ordenadas por el Virrey. Le dijo además que la vacunación estaba ya tan extendida que,” hasta los barberos vacunaban”. Era difícil para el director de la expedición explicar que el sistema “hombro a hombro” era mucho más eficaz que

la aplicación de fluidos llevados en cristales.

En los primeros días de estancia en Veracruz no se vacunó nadie. Los habitantes no habían sido informados y sobre todo en la población nativa se notaba un rechazo a dejarse vacunar. Balmis escribió al ministro José Antonio Caballero quejándose de su frustración y del poco respeto que las autoridades tenían a su misión ordenada por la Corona. Publicó un artículo en la “Gaceta de Méjico” anunciando su llegada a Nueva España y el comienzo de las campañas de vacunación, con la esperanza de que sirviera como reclamo para que la población acudiese a vacunarse.

Balmis cayó enfermo unos días, a causa seguramente, de los disgustos por la falta de interés y el poco espíritu de colaboración que encontró en las autoridades. Se despidieron del “María Pita” cuando el barco salió para La Habana, después de una sentida despedida a su tripulación,

Nos preguntamos al hacer este trabajo, las causas de la falta de colaboración, e incluso en algunas ocasiones franca hostilidad, que le demostraron algunos responsables del gobierno y la administración americanas de Puerto Rico, Cuba y Nueva España. Los Virreyes eran altos cargos militares con un historial de servicios brillantes en las últimas guerras contra España e Inglaterra. Balmis, aunque médico y cirujano, era militar, y es posible que la diferencia de rango y la actitud, muchas veces exigente de éste al ser director de una misión Real, no sentara bien a los Virreyes. Por otro lado, éstos hacían gala de ser los promotores de campañas de vacunación antes de la llegada de “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”. Es verdad que la epidemia de la viruela causaba miles de víctimas y que era urgente ponerle remedio con los medios con que se contaba entonces. Las Autoridades americanas vieron el cielo abierto cuando se introdujo en sus territorios, de manos de algunos médicos, antes de la llegada de la “Expedición Filantrópica”, la vacuna transportada en cristales. Habría quizás también un interés político y de prestigio para quedar como benefactores entre los habitantes de sus territorios.

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Fig. 13. Hospital Isabel Zendal, Madrid.

Sea como fuere, el principal escollo que encontró Balmis en su misión, fue el Virrey de Nueva España, José Joaquín Vicente de Iturrigaray y Aróstegui. En 1803 había recibido oficialmente su nombramiento, el mismo año en que expedición salió de La Coruña. En 1793 había participado en la guerra del Rosellón a las órdenes del general Ricardos con el grado de Mariscal de Campo. Era caballero de la Orden de Santiago y se comentaba que había sido designado Virrey de Nueva España por su amistad y parentesco con Manuel Godoy. El gobierno de Nueva España no era fácil en esa época. Había una oligarquía criolla de familias que se unían entre sí después de generaciones, que constituían una auténtica red de poder económico y político. Sería el germen pocos años más tarde del levantamiento y liberal contra la soberanía española, pero Iturrigaray era un hombre hábil que nada más llegar a su virreinato se dio cuenta de la situación y tomó medidas que hoy podríamos calificar de populistas. Levantó la prohibición de celebrar corridas de toros que había hecho su predecesor, y fomentó también toda clase de festejos para ganar el favor de las clases populares.

Al tomar posesión del Virreinato enseguida comenzó a practicar actividades turbias de corrupción. En el mismo muelle de Veracruz, a su llegada, descargó un voluminoso equipaje de telas de lujo de contrabando que vendió por medio de un testaferro en los mercados mejicanos. Varió la forma en que repartía el azogue, vital para el tratamiento de la plata, entre los mineros. Los entregaba de forma aleatoria y exigía una onza de oro por quintal. Con ello ganó más de 4.000 pesos de plata. Firmó contratos ilegales, aceptó sobornos y estuvo involucrado en una operación financiera a favor de su esposa, con una ganancia de 54.000 pesos. Todo ello salió a la luz años más tarde cuando sometido a un juicio de residencia en Madrid.

Había viajado desde España en el navío “San Julián”. La travesía fue accidentada porque sufrió con su

familia fiebres intestinales. El capitán del buque, Francisco Mondragón, ordenó al primer médico Alejandro García Arboleya, que hiciera todo lo posible para aliviar y curar a Iturrigaray a sus familiares; lo hizo con eficacia, y así se inició así una relación entre el Virrey y el médico que iba a durar varios años. Al llegar a Veracruz del 4 de enero de 1.803, el Virrey pidió a Arboleya que pidiese el retiro en la Armada y fuera con él. Las ventajas para el médico eran evidentes desde el punto de vista profesional y monetario, así que aceptó. En esas fechas llegó al puerto de Veracruz una fragata procedente de La Habana con fluidos de la vacuna entre cristales que había enviado el médico Bernardo Cózar. Enterado Iturrigaray ordenó inmediatamente a Arboleya que iniciase campañas de vacunación, orden que se cumplió con celo y rapidez.

Vicente de Iturrigaray fue un gobernante corrupto y amigo del lujo, pero no cabe duda que era una persona eficaz y voluntariosa en los objetivos que se proponía. Quería también apuntarse el mérito ante la Corte de su eficacia, y por ello dio a Arboleya todo el apoyo económico y medios, para que extendiera las campañas de vacunación por el territorio del Virreinato.

Cuando Balmis llegó a Veracruz se encontró con Arboleya como rival si bien es cierto que reconoció su valía y colaboraron juntos en ocasiones. La idea de Balmis era establecer una “Junta Central de Vacuna” y comenzar la campaña lo antes posible. Para ello era vital ser recibido por el Virrey para explicarle personalmente sus intenciones. Había que ponerse en camino inmediatamente así que organizó el viaje a la capital. Para ello contó como siempre con la ayuda inestimable de Isabel. Se alquilaron caballos y mulas con sus guías para transportar a los niños. Se dispusieron artolas para que éstos viajaran con comodidad y se cargaron otros animales para llevar al personal sanitario, equipajes, y el material para la vacunación.

Balmis conocía el camino pues ya lo había recorrido en sus viajes anteriores. Pensaba tomar la vía que pasaba por Jalapa y cuando todo estuvo preparado dio la orden de marcha. La fila de los numerosos animales era muy larga así que Isabel había agrupado a los niños para que viajaran lo más juntos posibles y fuera posible vigilarlos. Como siempre se desvivía por ellos, especialmente con los más pequeños. Sabía también que debía despedirse para siempre de ellos cuando llegaran a la capital y eso le angustiaba. No solamente por haberlos acompañado y velado durante los duros meses que pasaron en el viaje, sino porque sus “galleguitos” la consideraban la madre que no habían tenido y la conocían desde los tiempos de la “Casa de la Caridad” en La

Coruña.
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Fig. 14. Isabel Zendal, la primera enfermera en misión humanitaria en la historia.

El viaje hasta Jalapa, aunque incómodo, se hizo sin incidentes dignos de mención. Los caminos eran malos y mal mantenidos y en honor a la verdad, Itrurrigaray se había ocupado de iniciar obras de mejora en el camino de Veracruz a Méjico. Los viajeros pudieron ver a grupos de indios trabajando en la calzada de piedra; se los reclutaba entre los habitantes de pueblos ribereños, pues aún no existía el cuerpo de Camineros. Había en el recorrido algunas ventas que permitían el alojamiento durante las etapas del viaje; se las conocía como las” ventas de Cortés”, porque el conquistador en el siglo XVI se había preocupado de que los españoles que quisieran trasladarse a Méjico pudieran tener alojamiento.

Después de varios días llegaron a Jalapa, ciudad que Balmis conocía muy bien, pues había sido durante tres meses director del Hospital Militar. Tuvieron que remontar el desnivel de 1.460 metros desde el nivel del mar, huyendo de los mosquitos y del peligro de la fiebre amarilla y sobre todo: de los grandes calores tropicales que agobiaban a los pequeños. Jalapa está a una distancia de 280 kilómetros de Méjico capital y era una etapa de descanso obligada en el camino Real. Su entorno es espectacular, rodeada de montañas y volcanes como el Orizaba, donde Hernán Cortes, después de fundar Veracruz, mandaba a sus soldados a buscar azufre para fabricar pólvora. Otro insigne viajero pasó por la ciudad en el mismo año que lo hizo la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, a la que bautizó como la” ciudad de las flores”; se trataba de Alexander Von Humboldt quien hizo una descripción muy positiva de la población.

Como siempre Isabel se ocupó de sus pequeños y por mediación de Balmis, que tenía buenas relaciones en la ciudad, los alojaron en el convento de San Francisco. El edificio llamado de la Natividad de Nuestra Señora, fue construido en 1536 y era el segundo convento más grande de Nueva España, Dada su inmensidad, fue edificado en varias etapas y afortunadamente para Isabel, los franciscanos los aposentaron a todos sin inconvenientes. Balmis conocía a alguno de los frailes y cuando les habló de la vacuna le dijeron que la desconocían. Al parecer las campañas de vacunación de Arboleya no habían llegado todavía a Jalapa, una de las ciudades más populosas del Virreinato.

Balmis comenzó enseguida a vacunar, pero se encontró con una población india, llena de supersticiones, y muy reacia. Continuaron el viaje a Guadalupe a donde llegaron once días después de haber dejado Veracruz. Escribió desde allí al Virrey con el que había coincidido en el sitio de Gibral-

tar años atrás. La rogó que tuviere preparado un alojamiento, sobre todo para los niños, a los que pensaba dejar definitivamente en Méjico. También que les recibiera una delegación de miembros el Cabildo para dar solemnidad a la llegada de la expedición. Explicó que consideraba necesaria esa medida para prestigiar la misión enviada por orden del Rey, y así conseguir la aceptación de la vacuna, sobre todo de la población indígena.

En Guadalupe Balmis coincidió con el Obispo Auxiliar de Michoacán que se encontraba allí de paso. Le informó que Iturrigaray era contrario a la misión y que trató de evitar su llegada por todos los medios. Alegaba que la vacuna no era necesaria en Nueva España donde su difusión estaba muy extendida antes de la llegada de la expedición. Contó con el apoyo del Fiscal de la Real Audiencia para que lo comunicase a la Corte en Madrid. La realidad era que la recepción y el apoyo a la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna” suponía asumir sus gastos y el Virrey, avaricioso y corrupto, no estaba dispuesto a ello. La conversación con el Obispo confirmó a Balmis que no podía contar con el apoyo de Iturrigaray y eso le desanimó. En sus planes de difusión de la vacuna, Nueva España por su demografía, extensión territorial y recursos, era esencial para el éxito de su misión; además necesitaba el apoyo del Virrey para la preparación del viaje a Filipinas.

Se pusieron en camino a Méjico donde llegaron el 9 de agosto a las diez de la noche. Es de suponer que Isabel estaría preocupada por el alojamiento que iban a tener sus pequeños. Lo tardío de la llegada, la incertidumbre del alojamiento y el cansancio de los pequeños después de tantos días de viaje, hacían que aumentase su inquietud. Entraron en la capital por el “Camino de los Misterios” llamado de ese modo por los 15 monumentos que lo bordeaban y que representaban cada uno de los misterios del rosario. Se empezaron a construir en 1675 y los peregrinos que venían de Guadalupe se detenían para rezar un misterio en cada uno de ellos. Era una de las antiguas calzadas pre-hispanas que unían tierra firme con el centro de la ciudad.

Atravesaron unos suburbios muy pobres y extensos antes de llegar a la Plaza del Zócalo donde se encontraba el palacio virreinal. Los peores temores se confirmaron: dado lo avanzado de la hora no había nadie del Cabildo para recibirlos como había pedido Balmis. Tampoco quiso recibirlos el Virrey pese a la insistencia de Balmis. Finalmente, un funcionario de la Audiencia los condujo a un alojamiento provisional en un barrio de curtidores, en donde todos tuvieron que dormir en esterillas

ISABEL ZENDAL 49 Proa a la mar

rodeados de suciedad. Al día siguiente Balmis fue a ver al Regidor para que se les atendiera como correspondía. Éste le comunicó que se habían reservado plazas para los niños españoles que venían desde La Coruña, en el ”Real Hospicio de los Pobres”, y un alojamiento digno para los adultos de la expedición. El traslado se haría inmediatamente en carruajes que estaban siendo preparados. Se disculpaba de que no hubiera habido ninguna autoridad para recibirlos dado la hora de llegada. Isabel quería ver las condiciones en que iban a vivir sus pequeños e inmediatamente se trasladó al Hospicio. Era un enorme caserón que albergaba niños de todas las edades.

La institución había sido fundada por el Virrey Branciforte en 1797 quien decretó que se daría asilo a todos los menores, según el criterio de una comisión de admisión. El problema de la mendicidad era enorme en la ciudad de Méjico. Acudían a la ciudad decenas de miles de personas de todos los territorios de Nueva España. La capital no tenía recursos para hacer frente a esa avalancha humana y ofrecer puestos de trabajo. El resultado de ese aumento demográfico fue la gran cantidad de mendigos y niños abandonados en sus calles. El cabildo pidió al Virrey que pusiese fin, al menos paliase, el conflicto. Se recurrió a la financiación del establecimiento dedicando impuestos específicos a ese fin, incentivando donaciones y por un porcentaje de la Lotería Nacional. Entre los internos se estableció una fuerte segregación racial. El mejor acomodo era para los expósitos de origen español y criollo. Al poco tiempo el ”Hospital de Pobres” empezó a tener dificultades económicas. Hubo meses en los que no se pudo pagar a los empleados ni atender a las necesidades de mantenimiento, limpieza e higiene que hubieran sido indispensables.

Cuando Isabel vio el establecimiento pensó que no era mucho mejor que la “Casa de la Caridad” de la Coruña y quedó decepcionada. Iba a dejar allí a sus “galleguitos” a los que quizá no volvería a ver y se sentía responsable de que fueran bien atendidos. Era una norma del Virrey Branciforte que el “Hospital de los Pobres” diese refugio y adoctrinamiento religioso, así como que hubiese talleres de modo que los hospicianos estuvieran siempre ocupados y aprendieran un oficio. A los niños se les enseñaría a leer y escribir y a las niñas a coser y bordar. La realidad es que poco tiempo después el establecimiento se convirtió también en un correccional para los jóvenes delincuentes. Cuando expedición de Balmis llegó a Méjico, la institución estaba muy masificada, aunque se estableció “una escuela patriótica” que acogía a los más aplicados.

Balmis también estaba preocupado. Quería garantías del Virrey que a los niños que iba a dejar en Méjico se les dieran un buen trato y las posibilidades de ganarse dignamente la vida en el futuro. Así lo ordenaba S. M. Carlos IV, Rey de España. Los pequeños se lo merecían después de haber pasado tantas penalidades y de haber contribuido físicamente a salvar tantas vidas. Habló también con el director del Orfanato, Juan José Garro, quien le aseguró que haría todo lo posible y que alojaría a los niños en las mejores plazas, pero era al Virrey a quien correspondía sufragar los gastos necesarios.

Los pequeños fueron alojados lo mejor que se pudo mientras Balmis, que, sentía el peso de la responsabilidad que había contraído con los pequeños, estaba decidido a exigir al Virrey que cumpliera las obligaciones que estipulaba la Cedula Real. Tranquilizó a Isabel a pesar de que en su fuero interno había observado desidia y negligencia entre los funcionarios del Virreinato. A los miembros de la expedición se los aposentó al fin en un alojamiento limpio y digno en la calle Echevarría, cerca de la Plaza de Armas.

Isabel tuvo que despedirse de sus “niños” con todo el pesar y emoción que podamos imaginar. Los había cuidado, mimado y consolado durante las difíciles y penosas etapas del viaje. Habían pasado juntos temporales en el mar, fatigas y peligros en tierra. Los conocía desde que había ocupado el puesto de rectora en la “Casa de la Caridad” en La Coruña y la separación fue muy dura para ella y para los niños. No sabemos que les diría, pero les daría el ánimo y la esperanza de que empezarían una vida en con un buen futuro en Nueva España. Más penosa sería todavía el adiós a los niños que comenzaron la aventura con tres años. Isabel era para ellos una verdadera madre y la separación supondría una ruptura afectiva que tardarían en superar. Los cuidarían personas desconocidas en un ambiente extraño al que deberían en acostumbrarse. Isabel supo más tarde, para su consuelo, que la mayoría de ellos fueron adoptados por buenas familias de Méjico. Isabel fue a su nuevo alojamiento con su hijo Benito, del que solo se separaría cuando acompañó a Balmis a Filipinas.

Los enfrentamientos de Balmis con el Virrey fueron, a pesar de la cortesía que exigía el protocolo, tirantes y frustrantes. Iturrigaray no cedía en nada, aunque accedió a última hora acoger a los niños que destacasen en la sección especial de la “escuela patriótica”. No quiso ayudar monetariamente a la expedición y puso todas las trabas que pudo a las campañas de vacunación. El objetivo primordial de Balmis era establecer las “Juntas de la Vacuna” y en

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ello tampoco tuvo mucha colaboración. Finalmente, Iturrigaray accedió a la colocación de algunos carteles anunciando las vacunaciones, pero éstas debían practicarse en las salas del “Hospital de los Pobres”, lugar que el director de la misión juzgó inapropiado. No obstante, consiguió vacunar a algunos indios antes de decidir abandonar la capital.

El 18 de septiembre de 1804, la misión se trasladó a Puebla de los Ángeles, donde en contraste con Méjico, fueron recibidos con entusiasmo. La ciudad al igual que Jalapa, era una de las más importantes de Nueva España. Al entrar en la población vieron el escudo otorgado por Carlos V con una ciudad con cinco torres flanqueada por dos ángeles. La ciudad fue fundada por el obispo de Tlaxascala Julián Garcés de la orden franciscana en 1.531 quién, según la leyenda relatada por Bermúdez de Castro, había soñado que “en vísperas de San Miguel, se le aparecieron dos ángeles que le llevaron a un hermoso lugar que poseía todas las ventajas del mundo”.

Balmis no tuvo ningún problema en establecer, en colaboración con las autoridades, una Junta de Vacunación. Primero fueron a la catedral, una de las más suntuosas de Nueva España, y en presencia de su obispo, Manuel Ignacio del Campillo, presentaron al niño reservorio vestido a la antigua usanza española. Comenzaron enseguida las vacunaciones y en un mes lo hicieron a 10.000 personas y en los tres meses siguientes, a casi toda la población de Puebla.

El obispo quiso conocer a Isabel, la mujer de la que tanto había oído hablar por su abnegación y bondad con los niños, y se comprometió a buscar una beca para su hijo Benito en el Colegio Carolino de la ciudad. Esta Institución había sido fundada por los jesuitas en 1575. Isabel solucionó de esa manera el alojamiento, estudios y manutención de su hijo y comenzó seriamente a pensar en establecerse en Puebla. Pero seguía ligada con su compromiso con la “Real Expedición Filnatrópica de la Vacuna”, a la que debía además su subsistencia.

Balmis seguía con sus vacunaciones y tuvo noticia de que se habían encontrado cuatro vacas enfermas de “cowvox” en el valle de Atlixco. No perdió tiempo en buscarlas para preparar los fluidos que necesitaba. Recibió al poco tiempo una carta del Virrey llamándole con urgencia a Méjico notificándole que cuatro niños vacunados por él en el “Hospital de los Pobres”, habían fallecido. Pidió a Isabel que le acompañara con tres ayudantes y así podría ver como se encontraban sus “galleguitos”. Dejó en Puebla a su ayudante Antonio Gutiérrez con dos niños como reservorios.

En Méjico se formó una Junta de Médicos presidida por el doctor García Jove, director del Protomedicato de Nueva España y cuatro médicos más, que elaboraron cada uno por separado un informe para el Virrey. De los cinco médicos, cuatro exculparon a Balmis atribuyendo las muertes a infecciones cutáneas anteriores a la vacunación. Isabel aprovechó el viaje para ver a los niños y no quedó satisfecha del estado en que los encontró y se lo contó al director de la expedición. Balmis que volvió escribir otra carta al ministro José Antonio Caballero, quejándose una vez más de la negligencia de las autoridades de la ciudad de Méjico. El Virrey ante las razones de Balmis ordenó una investigación al funcionario del Virreinato, José Antonio de Araujo, quién dio la razón a Balmis.

Balmis con sus ayudantes e Isabel, fueron visitando las poblaciones de Querétaro, Celaya y Guanajato. En algunas se negaron a establecer una Junta de la Vacuna sin órdenes del Virrey; pero el problema era encontrar los 26 niños que se necesitaban como reservorios para atravesar el Pacífico. Los consiguieron después de indagar en los poblados, pero los padres querían el dinero inmediatamente y con la condición de traerlos de regreso desde Filipinas. Balmis se vio obligado a pedir un préstamo al Obispo de Guadalajara.

Isabel se hizo cargo de unos niños que no conocía y que estaban atemorizados; se organizó el viaje alquilando mulas y cuando regresaron a Méjico los depositaron en el “Hospital de Pobres” en espera de embarcarlos para Filipinas. Isabel volvió a ver a sus pequeños que no habían mejorado gran cosa desde la última vez. Insistió a Balmis que volviera a pedir mejoras para ellos al Virrey.

Balmis se entrevistó con Iturriagaray pidiendo dinero para sufragar los gastos del viaje y al mismo tiempo volvió a insistir en que se mejoraran las condiciones de los niños, consiguiendo esta vez alguna mejora. El Virrey era reticente a sufragar el viaje a Filipinas y dijo a Balmis que estaba esperando un informe sobre ello; quería saber si en el archipiélago había llegado la vacuna, en el caso de que así fuera el viaje sería inútil. Recibió el informe al poco tiempo proporcionado por el capitán de la “Concepción” de la carrera de Manila que había llegado hacía poco a Acapulco. Confirmó que en Filipinas desconocían la vacuna y que la esperaban con urgencia. Las autoridades de las islas aún estaban impresionadas por la epidemia de viruela que en 1789 asoló las islas. El Virrey ya no tuvo excusa y ordenó a la Real Hacienda de Méjico que entregase el dinero necesario a Balmis para costear el viaje a Acapulco, confeccionar ropa a los niños, sí como el pago de tres meses por adelantado a todos los miembros de la expedición.

ISABEL ZENDAL 51 Proa a la mar

Las cosas sin embargo no fueron tan fáciles, era necesario lograr plazas en el barco que salía de Acapulco y debían conseguirse con rapidez porque el barco emprendía su travesía al archipiélago en pocos días. Se trataba de la fragata “Fernando de Magallanes”, al mando del capitán Ángel Crespo que casualmente tenía el mismo nombre del ayudante de Balmis encargado de la crónica del viaje, documentación que desgraciadamente se ha perdido.

Ángel Crespo se opuso al principio a admitir a los miembros de la expedición, decía que no había sitio disponible porque el buque estaba abarrotado de pasajeros y mercancías. Al final, cedió ante la insistencia de Balmis, que le hizo ver si no conseguían embarcar tendrían que esperar muchos meses hasta el próximo barco. Pidió a Balmis 300 pesos por niño y 500 por adulto, cantidad abusiva y muy superior a la que pagaban otros pasajeros. Pagó en total 11.300 pesos al final del viaje. Cuando el director de la expedición regresó a España entabló un pleito contra el capitán e hizo que éste, mediante sentencia, reembolsara a la Real Hacienda el coste de los pasajes.

Isabel organizó como siempre el acomodo de los niños en artolas llevadas por caballos y mulas, y después de varios días de viaje llegaron a Acapulco. La ciudad se convertía en un gran mercado siempre que salía o entraba la nave de Filipinas Había consentido en acompañar a Balmis a Filipinas después de muchas dudas. Su hijo Benito permanecía en Puebla protegido por el Obispo, pero atravesar el Pacífico suponía una separación que podía durar años. Finalmente se consideró moralmente obligada ya que estaba ligada por su contrato a la expedición. En Acapulco recibió Balmis una carta del Virrey diciendo que después de la campaña de Filipinas no volviese a Nueva España y que continuase su viaje a Europa. Sin duda no quería seguir sufragando más gastos de la expedición.

Salieron rumbo a Filipinas el 8 de febrero de 1805 y pronto echaron de menos a la corbeta con la que habían atravesado el Atlántico. Isabel y Balmis estaban indignados por las condiciones en que viajaban los niños. Balmis escribió a Jose Antonio Caballero nada más llegar a Filipinas:

“Estuvieron mal colocados en un paraje de la Santa Bárbara, lleno de inmundicias y de grandes ratas que atemorizaban a los niños, tirados en el suelo rodando y golpeándose unos a otros con los vaivenes…”

Nada de coys individuales, sino jergones colocados en la parte más insana del barco, cerca de las sentinas, sin ventilación alguna. Lo peor fue que por falta de espacio, se contagiaron siete niños a la vez, y estuvo a punto de romperse la cadena de vacuna-

ción y hacer nulo el viaje. Imaginamos los desvelos de Isabel para consolar a los pequeños durante una navegación que duró 66 días. Había que estar constantemente con ellos, cuidar su higiene y sacarlos a la cubierta cuando el tiempo lo permitía. Eran niños procedentes de las capas más bajas de la sociedad mejicana, en su mayoría de raza india, y estarían lógicamente asustados. La alimentación que recibían era escasa y de malísima calidad. Muchos pasajeros compadecidos, daban parte de sus alimentos a los pequeños. Isabel muy inquieta y sintiéndose responsable del bienestar de los niños, insistió durante todo el viaje sobre ello al capitán, al parecer sin resultado. Ángel Crespo acusó de arrogante a Balmis cuando éste le echó en cara el incumplimiento de lo pactado cuando embarcaron.

El barco hizo escala en una de las islas de las Marianas para hacer aguada y unos días después avistaron el Estrecho de San Bernardino. Navegaron por las aguas del archipiélago de las Visayas y el 15 de abril el “Fernando de Magallanes” atracaba en uno de los muelles de Manila. La llegada del barco era siempre un acontecimiento en la ciudad, pero no hubo una acogida especial para los expedicionarios como había esperado Balmis. El Gobernador, Rafael María Aguilar y Ponce de León, recibió a Balmis después en su palacio de Intramuros. Al principio estuvo reticente con los planes de Balmis sobre la vacunación en las islas. Estaba subordinado a Iturriagary y había recibido de éste informes no muy positivos sobre el director de la expedición; finalmente accedió a dejarse vacunar junto con su familia. Balmis presentó el 16 de mayo al Gobernador el “Reglamento de la Junta Central para la Vacuna”, que fue aceptado.

Sobre el alojamiento a los niños, el Deán de la Catedral, Francisco Díaz Durana, gestionó que fueran alojados un convento a las afuera de Manila. Comenzó la campaña de la vacuna y cuatro meses después fueron vacunadas casi diez mil personas. Balmis quiso que el sistema fuese radial como el establecido en Canarias. Acudían a Manila sanitarios de las islas con grupos de nativos que, después de ser vacunados, volvían a sus lugares de origen y que a su vez empezaban a vacunar a sus habitantes. También se desplazaron por las islas los enfermeros Francisco Pastor y Pedro Ortega que estuvieron en Cebú, Zamboanga y en otras poblaciones de Mindanao.

El clima tropical y húmedo del archipiélago no sentó bien a Isabel que estuvo gravemente enferma de disentería. Ante la gravedad de la dolencia le administraron la extremaunción creyendo que iba a fallecer. La enfermedad afectó también a Balmis y a otros miembros de la expedición.

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Balmis, que no gustaba de elogios ni de adulaciones, agradecido a la que había sido una pieza fundamental en la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, escribió a José Antonio Caballero. “La rectora que con el exceso de trabajo y el rigor de los diferentes climas que hemos recorrido, `perdió totalmente su salud, infatigable de noche y de día, ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre, enteramente sobre los 26 angelitos que tiene a su cuidado del mismo modo que lo hizo desde La Coruña y en todos los viajes y los ha asistido enteramente en sus continuadas enfermedades.”

El 3 de septiembre 1805, Balmis se despidió de su equipo y se embarcó en la nave portuguesa “Diligencia” con varios niños filipinos rumbo a Macao, donde llegó después de un accidentado viaje el 16 de septiembre. Vacunó en esa ciudad a numerosas personas, luego se trasladó a Cantón donde prosiguió su campaña, aunque con algunas dificultades por causa de discrepancias con una misión inglesa. Viajó a la península con una escala en Santa Helena, y fue recibido por Carlos IV el 7 de septiembre de 1806. No quiso prestar juramento de lealtad al Rey José Bonaparte y unió a la Junta Central durante la Guerra de la Independencia. Falleció en Madrid el 12 de febrero de 1819.

Isabel, cumplida su misión, quiso volver a Nueva España cuanto antes para reunirse con su hijo. No pudo hacerlo hasta abril de 1807, casualmente en el mismo barco en el que habían llegado a Filipinas. Lo hizo con los niños mejicanos que debía devolver a sus familias; desgraciadamente durante la estancia en las islas habían fallecido dos. Volvieron a repetirse las terribles condiciones del viaje de ida y después de una movida navegación llegaron a Acapulco el 14 de agosto. No pudo desplazarse a Puebla inmediatamente como hubiera querido. Su sentido de la responsabilidad hacia los pequeños hizo que fuera con ellos a Méjico para que se reunieran con sus familias. No pudo evitar la muerte por enfermedad de uno de ellos mientras esperaba a sus padres. Después de tratar de consolar a éstos como pudo y de soportar sus recriminaciones, al fin liberada de la obligación contraída en la “Real Expedición Filantrópica de la Vacuna”, pudo desplazarse a Puebla donde se reunió con su hijo Benito. En esa ciudad pasó el resto de su

vida donde hizo una meritoria labor en los centros asistenciales de la población y sus alrededores, enseñando y practicando los conocimientos aprendidos en la aventura de La vacunación. No sabemos la fecha de su fallecimiento. Se sabe que en 1811 continuaba reclamando a la Real hacienda una pensión de tres reales mensuales para su hijo, por ser uno de los niños de número de la Expedición Filantrópica.

Isabel Zendal ejerció su labor con una abnegación y eficacia admirables. No tenía estudios; aprendió leer y escribir, sin haber asistido a ninguna escuela, gracias al párroco de su pueblo en Galicia. Su inteligencia y fuerza de voluntad hizo que Balmis la admirara y reconociera la importancia de su papel en la expedición. Estuvo siempre en su sitio con humildad, y lo más importante: su sensibilidad de mujer y bondad de corazón hizo que los pequeños que cuidó, la aceptaran como madre. No hay constancia documental de su nacimiento ni de su muerte; puede ser que los momentos convulsos de la independencia de Méjico, desaparecieron papeles y documentos que nos habrían dado alguna pista sobre su vida en Puebla y las circunstancias de su fallecimiento. Lo que sí sabemos es que fue un ejemplo de eficacia y bondad que ha quedado como modelo para las mujeres que se dedican profesionalmente al mundo sanitario.

Su labor ha sido reconocida por el gobierno de Méjico que ha dado su nombre al premio Nacional de Enfermería. También se bautizó con su nombre la escuela de Enfermería de San Martín de Texmelucan de Puebla.

En 1950 la Organización Mundial de la Salud, reconoció a isabel Zendal Gómez como la primera enfermera de la historia en Misión internacional.

Su nombre también figura en muchas Instituciones en el ámbito sanitario de todo el mundo. La Comunidad de Madrid inauguró un gran centro asistencial, durante la pandemia de la Covid-19, con el nombre de Isabel Zendal.

Bibliografía:

1. TUELLS, J. A. y RAMÍREZ MARTÍN, S.M. Balmis et variola

2. LÓPEZ MARIÑO, A. Isabel Zendal Gómez en los Archivos de Galicia

3. SOBRADO CORREA, H. Las condiciones materiales de vida en el mundo rural gallego del siglo XVIII

4. RAMÍREZ MARTÍN, S.M. Una aventura sanitaria

5. CRISTÓBAL QUEROL, G. D. Abandono y desamparo. Vida en la inclusa del Siglo XVIII

6. BALLESTER AÑON, R. Los niños como reservorios humanos del pus vacuno

7. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, M. Los correos marítimos a las Indias Occidentales

8. RUIZ CISNEROS, P. Tésis de grado en enfermería

9. MORO, J. A flor de piel. Novela.

Ex

del Área de Cultura de la RLNE. Académico de la Real Academia de la Mar.

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CATALINA DE ERAUSO, LA MONJA ALFÉREZ

CATALINA DE ERAUSO

La figura de Catalina de Erauso parece salida de una novela de picaresca, acción y aventuras, al tratarse de una mujer que, echando por tierra los convencionalismos sociales de su tiempo, gozó, sufrió y padeció las circunstancias de un recalcitrante aventurero del siglo XVII, muy alejadas y diametralmente opuestas a las de una mujer de su época. Cuando uno lee cosas sobre su vida, se percata de cuanta verdad tiene el dicho: “Con frecuencia, la realidad supera la ficción”, claro que, en dicha lectura, a veces hay que pararse a meditar, para tratar de saber dónde termina la realidad y dónde comienza la ficción, si es que la hay.

De cualquier manera, hay que reconocer que Catalina de Erauso era una mujer de tomo y lomo, de capa y espada o como se la quiera llamar, de esas que podían aparecer por derecho propio en la literatura del Barroco o del Siglo de Oro español. Pero, aunque tuvo una vida que parece salida de la ficción, fue una mujer real en todo o en la mayor parte. Fue novicia, aventurera, pendenciera, jugadora, ladrona, asesina, prófuga, mentirosa, militar, náufraga, espadachín, conquistadora, viajera, comerciante, lesbiana, navegante y trabajadora en muchos oficios, que, disfrazada de hombre la mayor parte de su vida, actuó y se comportó como tal.

Muchas cosas de su existencia, se saben por una especie de autobiografía o memorias que dejó escritas, bien de su mano, o porque se las dictó a alguien, en las que, hablando en primera persona y normalmente como hombre, relató muchos hechos verídicos, junto con otros que parecen muy forzados y, a veces, increíbles.

Una vez dicho esto, vamos a meternos dentro de la trepidante vida de Catalina de Erauso, alias “La Monja Alférez”.

Fig. 1. Retrato de Catalina de Erauso, a partir del cuadro atribuido a Juan van der Hamen. (Apunte a lápiz por Marcelino González).
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SU ORIGEN Y NACIMIENTO

Catalina comienza sus memorias diciendo que había nacido en San Sebastián en el año 1585: “Nací yo, doña Catalina de Erauso, en la villa de San Sebastián, de Guipúzcoa, en el año de 1585 hija del capitán don Miguel de Erauso y doña María Pérez de Galarraga y Arce…”

Aunque la siguiente partida de bautismo, firmada el 10 de octubre de 1826, dice que Catalina fue bautizada por el vicario Alvisua el 10 de febrero de 1592, en la parroquia donostiarra de San Vicente.

“Yo, el doctor don Francisco Javier de Marín, vicario perpetuo y cura propio de la iglesia parroquial de San Vicente (…), de esta ciudad de San Sebastián.

Certifico que en el libro primero de bautizados de dicha parroquia, al folio veinticinco, partida cuarta, que es la trigesimaséptima de las del año de mil quinientos noventa y dos, se halla la del tenor siguiente:

“Bautizose Catalina de Erauso en diez de febrero de dicho año, hija legítima de Miguel de Erauso y de María Pérez de Galarraga. Padrinos, Pedro de Galarraga y María Vélez de Aranalde. Ministro, el vicario Alvisua.”

Conformada esta copia con el original, que obra en mi poder, a la que me refiero.

San Sebastián, 10 de octubre de 1826. - Doctor don Francisco Javier de Marín.”

Si esta partida de bautismo es cierta, es de suponer que Catalina nació en el mismo año 1592 en que fue bautizada, siete años después de lo escrito por ella misma en sus memorias. Pero al estudiar su vida y cotejar fechas, parece que no ofrece duda que nació en 1585, cuando ella dijo, y que la citada partida de bautismo, o es falsa, o está equivocada, o bien, Catalina fue bautizada con siete años de edad, cosa bastante improbable. De hecho, muchos autores consideran que el año de su nacimiento fue el 1585 que ella dejó escrito en su autobiografía.

Catalina nació en el seno de una familia vasca, acomodada y religiosa. Sus padres eran naturales y vecinos de San Sebastián. Su padre fue el capitán Miguel de Erauso, que, en 1575, fue paje de palacio, siendo rey de España Felipe II. Fue militar en Flandes, donde ascendió de alférez a capitán. Herido gravemente en la batalla de Charleroi, Flandes, fue llevado a Madrid y, de acuerdo con sus creencias, salvó la vida después de hacer un voto a la Virgen de Atocha. El voto consistía en que a los hijos varones los entregaría al Ejército para que defendieran la patria, y a las hijas las destinaría a un

convento. En 1587, embarcó en la nao María San Juan, perteneciente a la escuadra mandada por Miguel de Oquendo, integrada en la “Gran Armada” contra Inglaterra, coloquialmente llamada “Armada Invencible” por la leyenda negra. Se dice que fue escribano de junio de 1588 a julio de 1589. Y en este año fue alcalde ordinario de San Sebastián.

Su madre fue María Pérez de Galarraga y Arce, de la nobleza vizcaína y dueña de una importante fortuna. Según algunos autores, el matrimonio tuvo ocho hijos, que, en la gran mayoría, siguieron los destinos marcados por su padre cuando hizo el voto por su curación. Tres fueron varones y se marcharon a América encuadrados en fuerzas del Ejército: Miguel, Domingo y Martín, y cinco fueron hembras: María Juana, Jacinta e Isabel, que fueron monjas dominicas en el convento de San Sebastián el Antiguo hasta su muerte; Mariana, que se casó con un Arellano; y nuestra heroína Catalina. Otros autores apuntan que Catalina fue la menor de seis hermanos.

Por documentos relacionados con su abuelo Miguel de Erauso, debidos, sobre todo, a pleitos, se sabe de las muchas propiedades que tenía su familia en casas, caseríos, manzanales y viñedos, además de barcos que iban a Terranova a la pesca del bacalao y la ballena, a Nantes con lanas de Castilla, a Lisboa y Sevilla con hierro, y vendían dichos barcos a altos precios en Sevilla.

SUS PRIMEROS AÑOS

Catalina de Erauso ingresó en 1589, con cuatro años de edad, en el convento de las dominicas de San Sebastián el Antiguo, de su ciudad natal, en el que la priora, Úrsula de Unzá y Sarasti, era prima hermana de su madre, y en el que estaban sus tres hermanas María Juana, Jacinta e Isabel. En dicho convento recibió su educación como interna y fue novicia. Pero no profesó como monja, ya que, según algunas versiones, el padre no había abonado su dote al convento, solo lo había hecho por su manutención; aunque otras versiones dicen que no profesó, porque se escapó del convento con 15 años de edad, justo antes de tomar los votos, lo cual es rigurosamente cierto. Por ello, no pasó de novicia, y no dudó en manifestar dicha condición de novicia cuando se vio en apuros, e incluso cuando estuvo en peligro de muerte encontrándose en América, y salvó la vida gracias al obispo de Guamanga, quien, como veremos, remitió su caso al Papa.

CATALINA DE ERAUSO 55 Proa a la mar

Desde su juventud demostró tener un carácter pendenciero, rebelde y aventurero. Prueba de ello es que, según sus manifestaciones, en la noche del 18 de marzo de 1600, víspera de San José, cuando el convento se levantó para maitines, decidió escapar. Al sentirse oprimida entre las paredes del convento, y tras haber tenido una reyerta “con una monja profesa llamada doña Catalina de Aliri, que siendo viuda, entró y profesó. Era ella robusta y yo muchacha; me maltrató de mano y yo lo sentí”, decidió marcharse justo antes de tomar los votos perpetuos para ser monja, y empezó a llevar una vida muy distinta a la enclaustrada. Al escaparse, lo hizo llevándose algo de dinero de su familiar la priora del convento, además de unas tijeras, aguja e hilo, con los que se cortó el cabello y durante tres días recompuso su ropa para tomar la apariencia de un muchacho, mientras permanecía escondida en un castañar que estaba a espaldas del convento. Pero dejemos que sea ella misma quien nos lo cuente:

“… tomé unos reales de a ocho que allí estaban, y tomé las llaves del convento y me sa-

lí. Fui abriendo puertas y emparejándolas, y en la última dejé mi escapulario y me salí a la calle., que nunca había visto, sin saber por dónde echar ni adónde ir. Tiré no sé por dónde, y fui a dar en un castañar que está fuera y cerca de la espalda del convento. Allí acogime y estuve tres días trazando, acomodando y cortando de vestir. Híceme, de una basquina de paño azul con que me hallaba, unos calzones, y de un faldellín verde de perpetúan que traía debajo, una ropilla y polainas; el hábito me lo dejé por allí, por no saber qué hacer con él. Corteme el pelo, que tiré y a la tercera noche, deseando alejarme, partí no sé por dónde…”

Haciendo un inciso, a la vista de sus posteriores actividades, hay que reconocer que los 11 años que pasó enclaustrada en el convento le sirvieron de algo a Catalina, ya que aprendió latín y recibió una formación más o menos sólida en diferentes materias, entre ellas matemáticas y contabilidad, que le iban a ser muy útiles en su nueva vida. Así lo demostró a lo largo de la narrativa de sus aventuras, en una época en la que se consideraba que eran unos conocimientos para los que las mujeres no estaban preparadas, como lo expresó Álvaro Huerga en su obra “Historia de los Alumbrados (1570-1630)”, al decir:

“Las hembras, por razón de frialdad y humedad de su sexo, no pueden alcanzar ingenio profundo. Solo vemos que hablan con alguna apariencia de habilidad en materias livianas y fáciles, con términos comunes y muy estudiados. Pero metidas a letras, no pueden aprender más que un poco de latín, y esto por ser obra de la memoria”.

LA RECIÉN GANADA LIBERTAD

Tras cambiar su imagen y esconder su identidad, calzó una daga y decidió cambiar su nombre por Francisco de Loyola. Aquellos cambios no fueron un simple disfraz o un maquillaje; fueron cambios muy profundos que le dieron una nueva identidad, un giro total de personalidad, una enorme libertad, y le permitieron llevar a cabo cosas, y desarrollar tareas y labores que eran prohibitivas para las mujeres de la época, tanto en Europa como en América. Desde su escapada del convento hasta su marcha al Nuevo Mundo, su vida en España fue la típica de un pícaro de su tiempo.

Después de los tres días que estuvo escondida en el castañar, caminó por el monte sin saber muy bien hacia donde, comiendo manzanas y lo que caía en sus manos, mientras cruzaba pueblos y aldeas hasta que llegó a Victoria, y empezó a trabajar con el doctor Francisco de Cerralta, pariente lejano al estar casado con una prima de su madre, que no la reconoció al ir vestida de hombre. Cerralta la vistió y quiso darle estudios cuando la vio leer latín, pero ella reusó. Y como él insistió una y otra vez, a los tres meses, Catalina escapó de la casa del doctor tras haberle robado dinero, y se fue con un arriero a Valladolid que, en aquellos tiempos, era la sede de la corte española.

Al poco tiempo de llegar, entró a trabajar como paje de Juan de Idiáquez, secretario del rey, con el que estuvo siete meses. Según sus memorias, en Valladolid se encontró con su padre que estaba de visita en casa de Idiáquez, y no la reconoció. Oyó como su padre le hablaba a Idiáquez de la desaparición de su hija del convento, y que la estaba buscando. Y Catalina, para no ser descubierta decidió huir. Cogió su ropa y ocho doblones, y se fue a dormir a un mesón.

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Fig. 2. Cartel de la película “La Monja Alférez”, en la versión española estrenada en 1986. (Tomado de un catálogo, colección Marcelino González).

A la mañana siguiente contrató los servicios de un arriero y se fue a Bilbao, donde apedreó a unos mozalbetes que se estaban burlando de ella, hirió de gravedad a uno, y por aquel hecho fue encarcelada un mes. A la salida de la cárcel se fue a Estella, en Navarra, y allí estuvo dos años trabajando como paje de Carlos de Arellano, un hidalgo de la orden de Santiago. Vivió bien trabajando para aquel caballero, hasta que se cansó, y sin más motivo que cambiar de aires, se fue a su San Sebastián natal, donde, según algunas fuentes, sirvió durante tres meses en la casa de una tía suya llamada Úrsula, que tampoco la reconoció.

Como se puede ver, debía de tener un acusado desparpajo para encontrar trabajo con cierta facilidad, y para llevar a cabo con buen rendimiento, tareas de lo más dispar.

Estando en San Sebastián, según dijo en sus memorias, “entrado ya el año de 1603”, un domingo fue a oír misa al convento del que había huido, y allí vio a su madre que no la reconoció.

Llegó un momento en que deseó marcharse de España y probar suerte en el Nuevo Mundo. Lo que no tenía nada de extraño. Se hablaba mucho de las grandes riquezas que había al otro lado del Atlántico, de las gentes que habían ido allá y regresaban ricas, de las que se metían en las selvas, o subían montañas, o recorrían praderas, acompañadas de sus arcabuces y ballestas, en busca de dinero y gloria que a veces encontraban. Y Catalina se apuntó a la aventura americana.

Se fue al puerto de Pasajes, y acordó con el capitán Miguel de Berroiz, el pasaje en su barco a Sanlúcar de Barrameda por cuarenta reales. Cuando llegó a Sanlúcar, se fue a Sevilla, y a los dos días regresó a Sanlúcar, donde se estaba preparando una flota para zar-

par hacia las Indias Occidentales. Catalina sentó plaza de grumete en un galeón mandado por Esteban Eguiño, primo hermano de su madre, que tampoco la reconoció, y se preparó para cruzar el charco.

El lunes santo de 1603, partió de Sanlúcar de Barrameda y cruzó el Atlántico enrolada en el galeón de Eguiño, encuadrado en un convoy mandado por el vasco Miguel de Echazarreta. Durante la travesía desarrolló tareas de grumete, que venían a ser las de un muchacho de 16 a 20 años de edad, embarcado y aprendiz de marinero, responsable de realizar a bordo las labores de cualquier marinero hecho y derecho, amoldadas a su corta edad, reducida fuerza física y falta de adiestramiento.

En el viaje pasó algunos apuros por no conocer el oficio. Afortunadamente, le fue bastante bien gracias al apoyo que recibió del familiar lejano y capitán del galeón, al conocer su origen vasco.

ocho días continuó en el barco hasta Nombre de Dios, Panamá, donde permaneció nueve días.

Fue entonces cuando Catalina cometió una de sus primeras fechorías en el Nuevo Mundo. Robó 500 pesos del camarote del capitán de su barco, y a las diez de la noche, cuando él estaba durmiendo, bajó a tierra con el pretexto de hacer un recado, y no regresó. Permaneció escondida en tierra, hasta que, una hora después, zarparon los barcos y Catalina empezó a buscarse una nueva vida. Aquellos 500 pesos eran una cantidad importante para la época, sobre todo, si los comparamos con los 600 pesos que Catalina ganó al año en uno de los trabajos que tuvo en América.

EN AMÉRICA

Llegó con el barco a Punta de Araya, en la actual Venezuela, y continuó a Cartagena de Indias, Colombia. Dejó el puesto de grumete, pasó a servir directamente al capitán Eguiño, y a los

En las nuevas tierras, entró en contacto con una red de vascos, que era como una organización de ayuda mutua para los españoles nacidos en las provincias vascongadas y emigrados a aquellas tierras, que a Catalina le vino muy bien y le ayudó en diferentes momentos de su vida. Por aquella época, era una mujer de estatura grande y fuerte, y no tenía pecho, porque según confesó ella misma, había usado un emplasto que había conseguido a través de un italiano. En su vida diaria, usó siempre nombres falsos de hombre, como: Francisco de Loyola, Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán, Pedro de Orive o Antonio de Erauso. Y comenzó a hacer gala de un comportamiento puramente masculino, fanfarrón y pendenciero, propio de los marineros, infantes y conquistadores españoles de la época, actuando de forma agresiva en casos de insultos, peleas por el juego, enfrentamientos con ladrones, cuestiones de faldas y por otros motivos. Le cogió gusto a tirar de daga y espada en cuanto aprendió. Y demostró una gran afición a los juegos de cartas, las tabernas y los duelos, en los que, en más de una ocasión, se vio obligada a atacar, a defenderse, a herir, a matar y a ser herida.

Fig. 3. Retrato de Catalina de Erauso, realizado por el ilustrador francés Jean Claude Auguste Fauchery, para la primera edición del libro de Joaquín María Ferrer sobre la Monja Alférez. (Fuente Internet, Wikipedia).
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Catalina pasó por muchos lugares de América: Cartagena de Indias, Chuquisaca, Cochabamba, Concepción, Cuzco, Guamanga, La Paz, La Plata, Lima, Nombre de Dios, Portobello, Potosí, Saña, Trujillo, Tucumán y otros, en los que realizó los más variados trabajos relacionados con el comercio, la ganadería y la milicia. No permitía el menor insulto ni que le pusieran la mano encima. Por su carácter pendenciero, su condición de lesbiana - en alguna ocasión, la propia Catalina dijo que le gustaban las mujeres guapas de cara -, y su afición enfermiza al juego, se vio metida en muchas peleas, duelos y lances de daga y espada. Sus escarceos amorosos y juegos de cartas, le costaron muchos disgustos y castigos, entre ellos la cárcel, además de acumular grandes deudas.

En Nombre de Dios conoció a Juan de Ibarra, que vivía en Panamá, a donde se fue a los pocos días. Trabajó con él unos tres meses, pero cobraba muy poco, se gastó casi todo su dinero y lo dejó.

Al poco tiempo se encontró con el comerciante de origen español Juan de Urquiza, que era mercader de Trujillo, con el que trabajó en Panamá durante otros tres meses. Continuó usando el nombre de Francisco de Loyola, y a bordo de una fragata, se em-

barcó con Urquiza para trasladarse a Paita, en Perú. Pero a la altura del puerto de Manta, saltó un fuerte temporal y el barco naufragó. Catalina, Urquiza y otros se salvaron al nadar hacia la costa, pero la mayor parte de la gente murió. Finalmente, en Manta, embarcaron en un galeón y llegaron a Paita.

Catalina se puso a trabajar de ayudante del citado comerciante Juan de Urquiza, al que sirvió bien. Tenía muchos conocimientos adquiridos en los estudios que había realizado en el convento de su tierra, se manejaba bien con las cuentas, y llegó a realizar una gran labor como administradora y tendera. Gracias a sus habilidades, al poco tiempo, el comerciante la puso al frente de unos almacenes en la ciudad de Saña.

Las cosas le fueron bien, pero debido a su afición a los juegos de cartas y a apostar dinero, continuó adquiriendo deudas. Y para complicar más su situación, debido a su carácter peleón y chulesco, se vio metida en una pelea en la que un hombre resultó herido con un corte en la cara, el otro recibió una estocada, y ella terminó en la cárcel. Lo ocurrido, lo contó la propia Catalina en sus memorias, de esta manera:

“Estando un día de fiesta en la comedia, en un asiento que había tomado, y sin más atenciones, un fulano Reyes, vino y me puso otro tan delante y tan arrimado que me impedía la vista. Pedile que lo apartara un poco, respondió desabridamente, y yo a él, y díjome que me fuera de allí o me cortaría la cara. Yo me hallé sin armas, sólo una daga, y me salí de allí con sentimiento, atendido por unos amigos, que me siguieron y sosegaron. A la mañana siguiente, lunes, estando yo en mi tienda vendiendo, pasó por la puerta el Reyes y volvió a pasar. Yo, que reparé en ello, cerré la tienda, tomé un cuchillo y fuime a buscar a un barbero e hícelo amolar y picar el filo como una sierra, y poniéndome luego mi espada, que fue la primera que ceñí, vide a Reyes delante de la iglesia paseando con otro, y me fui a él, diciéndole por detrás: “¡Ah, señor Reyes!” Volviose él, y dijo: “¿Qué quiere?” Dije yo: “Ésta es la cara que se corta”, y dile con el cuchillo un refilón que le valió diez puntos. Él acudió con las manos a la herida; su amigo sacó la espada y vino a mí y yo a él con la mía. Tiramos los dos, y yo le entré una punta por el lado izquierdo, que lo pasó y cayó.”

Afortunadamente, Catalina estuvo poco tiempo en prisión, porque Urquiza, que estaba en Trujillo, se fue a Saña, se encargó de todos los trámites, la sacó de la cárcel e intentó casarla con una amante suya, Beatriz de Cárdenas, con cuya sobrina estaba casado el tal Reyes, al que había rajado la cara. De esa forma se solucionaría todo. Pero Catalina se negó, y el empresario, después de intentar convencerla de las ventajas de aquel matrimonio, al ver que no había nada que hacer, la mandó a otro negocio suyo en Trujillo, donde la aguerrida mujer, disfrazada de hombre, continuó su trabajo con toda diligencia.

Fig. 4. Mapa con algunos puntos del recorrido de Catalina de Erauso por Sudamérica. (Fuente Internet, Wikipedia).
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Fig. 5. Monumento a Catalina de Erauso en el Parque de Miramar de San Sebastián. (Fuente Internet, Wikipedia).

Las cosas iban viento en popa para Catalina y el negocio que regentaba, hasta que, pasados dos meses, una mañana se presentaron en la tienda de Trujillo tres hombres: uno era Reyes, al que le había cortado la cara, el otro era el que Catalina había herido con su espada, y el tercero era un desconocido. Y se organizó una nueva pelea, que finalizó con uno de los amigos de Reyes muerto por una estocada de la incansable mujer, y ella refugiada en una iglesia. Según dejó escrito Catalina, lo ocurrido fue que, en plena pelea, llegó el corregidor Orduño de Aguirre con dos ministros para poner fin a la reyerta. Y mientras los ministros se hacían cargo de los hombres, el corregidor prendió a Catalina y le preguntó de dónde era. Ella contestó que era vasca, entonces él le habló en vascuence, y de forma disimulada la ayudó a entrar en la iglesia para que quedara refugiada en sagrado.

Avisado su patrono Urquiza, que estaba en Saña, apareció en Trujillo, y de nuevo se hizo cargo de Catalina. Le dio 2.200 pesos y la envió a Lima con una carta de recomendación dirigida al cónsul mayor, Diego de Solarte, para alejarla de los problemas que había tenido, y para librarla, sobre todo, del cargo de homicidio.

Catalina salió de Trujillo, y tras una caminata de más de 80 leguas, entró en la ciudad de Lima, capital de Perú, que describió de forma muy gráfica y resumida:

… entré en la ciudad de Lima, cabeza del opulento reino del Perú, que comprende ciento dos ciudades de españoles, sin contar muchas villas, veintiocho obispados y arzobispados, ciento treinta y seis corregidores y las Audiencias reales de Valladolid, Granada, Charcas, Quito, Chile y La Paz. Tiene Lima arzobispo, iglesia catedral parecida a la de Sevilla, aunque no tan grande, con cinco dignidades, diez canónigos, seis raciones enteras y seis medias, cuatro curas, siete parroquias, doce conventos de frailes y de monjas, ocho hospitales, una ermita (…), Universidad... Tiene virrey y Audiencia real, que gobierna el resto del Perú, y otras grandiosidades.”

Y se puso a trabajar con buen rendimiento y con un sueldo de 600 pesos al año, en uno de los comercios del cónsul, que era un mercader muy rico. Todo iba muy bien hasta que, a los nueve meses, fue sorprendida con sus manos bajo la falda de la cuñada de su nuevo jefe, y fue despedida de su trabajo de forma fulminante.

Hay que tener presente que las relaciones de Catalina con la sobrina de su jefe, al igual que otras relaciones que tuvo a lo largo de su vida con mujeres, a los ojos de la gente eran heterosexuales y por lo tanto normales, si dejamos de lado consideraciones éticas y morales. Y es que todo el mundo estaba convencido de que Catalina era un hombre, por tal razón, una de sus mayores preocupaciones en aquella época, era ocultar su condición de mujer, y que todo el mundo siguiera creyendo que era hombre. Lo que hace pensar como se las arreglaría en sus lances amorosos, aunque, posiblemente, sus actuaciones como “lesbiana”, no tenían otra finalidad más que afirmar su condición de supuesto hombre, sin pasar a mayores.

Por culpa de aquel desliz con la cuñada del cónsul, Catalina, o Francisco de Loyola, se vio en la calle, sin trabajo, sin dinero y sin techo bajo el que cobijarse. Pero después de tantos avatares, por fin encontró un trabajo acorde con su impetuoso carácter, que le permitió encauzar sus energías hacia algo positivo.

PASO POR LA MILICIA

Enterada de que se estaban organizando seis compañías de soldados para ir a Chile a luchar contra los indios mapuches en la zona sur del país, sentó plaza de soldado en una de ellas, y cobró su primer sueldo en el Ejército, que fue de 280 pesos. Cuando su anterior patrono supo de la marcha de la muchacha a Chile, se arrepintió de haberla puesto de patitas en la calle, y trató de convencerla para que devolviese el dinero recibido del Ejercito y se quedara. Pero ella no accedió, diciendo que quería marcharse a conocer mundo

Fig. 7. Viñeta de un comic sobre Catalina de Erauso. (Colección Marcelino González).
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Fig. 6. Catedral de Lima. (Fotografía por Marcelino González).

Cambió su nombre por el de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán y se fue a Lima. En El Callao embarcó con unos 1.600 soldados, asentada en la compañía del capitán Gonzalo Rodríguez, y navegó por el Pacífico hasta el puerto chileno de Concepción. A la llegada a dicho puerto tras 20 días de viaje, relató uno de esos episodios que pueden resultar difíciles de creer, que dan que pensar, y que provocan la sospecha de que el libro escrito por la guipuzcoana, pudo haber sufrido algunas manipulaciones o intervenciones ajenas a su pluma, añadiendo cosas un tanto rocambolescas. Sea como fuere, vamos a resumir dicho episodio.

Resulta que el soldado Alonso, o Catalina, se encontró con su hermano Miguel de Erauso, secretario del gobernador de Concepción, Alonso de Ribera, que había ido al puerto con la orden de desembarcar a todos los soldados, y no la reconoció. Ella tampoco lo conocía a él, porque cuando Miguel se fue de su casa, ella tenía solo dos años, pero tenía algunas referencias, y estaba su nombre y apellido, que no ofrecían dudas. Miguel fue preguntando el nombre y origen de cada soldado, y al llegar a Catalina, ella le contestó como un hombre y le dijo que era vasco. Al enterarse de su origen, Miguel pidió al gobernador que su paisano quedara a su servicio. Cosa que aceptó el gobernador tras ciertas vacilaciones. Ambos hermanos se hicieron amigos, sin que Catalina le dijera a Miguel quien era en realidad, y pasó a formar parte de la gente que trabajaba con él, como ella dejó escrito, “comiendo a su mesa casi tres años”, sin que en todo aquel tiempo fuera reconocida. Pero volvió a ocurrir algo que rompió la armonía y enturbió totalmente aquella relación de amistad, cuando Miguel tuvo conocimiento de que su “amigo” cortejaba a su amante. Montó en cólera, lo despachó a correazo limpio, y la soldado terminó desterrada en Paicabí, en el frente araucano, en el que estuvo tres años. Y pasado aquel tiempo, que era alrededor del año 1613, Catalina se volvió a reencontrar con su hermano Miguel.

De su paso por el Ejército, se sabe que Catalina tomó parte en varios combates durante la Guerra del Arauco; un prolongado conflicto (1550-1656), que enfrentó a fuerzas militares españolas y aliados indígenas, contra gentes mapuches y algunos aliados de los pueblos cercanos en la región meridional de Chile.

En aquel tiempo, en los feroces encuentros con los mapuches, Catalina demostró su valentía en varias acciones, llegando a la temeridad. Una de ellas fue cuando los soldados estaban acampados en los llanos de Valdivia soportando muchas incomodidades, y fueron asaltados por los indios, que mataron a mucha gente y robaron la bandera. Al ver aquello, la guipuzcoana y otros dos soldados salieron a caballo para

perseguir a los indios y recuperar la bandera. Atropellaron y mataron a varios indígenas, pero los dos soldados cayeron uno tras otro, Catalina recibió muchas heridas - un golpe en una pierna, tres flechas y un lanzazo -, rescató la bandera y regresó con su gente, que la atendió inmediatamente. Entre los que acudieron a auxiliarla estaba su hermano Miguel, al que ella no había visto antes por aquellos parajes, y que siguió sin reconocerla. Permaneció en recuperación unos nueve meses. Por su acto heroico, su propio hermano pidió para ella el ascenso a capitán. Pero se tuvo que conformar con el ascenso a alférez de su compañía que, al poco tiempo, pasó a ser mandada por el capitán Gonzalo Rodríguez, lo que gustó mucho a Catalina, porque era el primer capitán que había conocido. Fue alférez durante cinco años, en una época, en la que, como ella decía. “… comía, bebía y dormía siempre con las armas en la mano”. Y siguió demostrando su valentía. En la batalla de Purén, en la zona sur de Chile y en plena región de la Araucanía, falleció el capitán Gonzalo Rodríguez y, durante casi seis meses, Catalina se quedó al mando de la compañía, sostuvo varios encuentros con el enemigo y sufrió diversas heridas.

De sus actividades en esta época, el gobernador y capitán general de Paraguay, Luis de Céspedes, firmó años después - el 2 de febrero de 1625 -, un certificado que, entre otras cosas, decía lo siguiente de Catalina:

“Certifico y hago fe a Su Majestad que conozco a Catalina de Erauso de más de diez y ocho años a esta parte que entró por soldado en hábito de hombre, sin que nadie entendiese que era mujer, en la compañía del maestre de campo don Diego Bravo de Sarabia, y sirvió a Su Majestad en el dicho ejército y compañía, y de ella pasó a la del capitán Gonzalo Rodríguez, que lo fue en dicho reino de Chile, y por sus honrados y aventajados servicios fue nombrado por alférez de dicha compañía, con nombre de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán, y se halló con ella en todas las ocasiones que se ofrecieron en aquel tiempo…”

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Fig. 8. Ilustración de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, luchando contra un mapuche en Chile, publicada en la revista chilena Pacifico Magazine. (Fuente Internet, Wikipedia).

Al final, el mando de su compañía pasó al capitán Casadevante, en lugar de dárselo a ella por el valor demostrado. Pero, como nos cuenta la propia Catalina, se quedó en alférez de la compañía, porque en lugar de entregar vivo a un líder mapuche llamado Quispiguacha, para que fuera interrogado, lo había ahorcado colgándolo de un árbol, lo que enfadó a sus superiores. Del lance con el mapuche, dejó escrito lo siguiente:

“… me topé con un capitán de indios, ya cristiano, llamado don Francisco Quispiguacha, hombre rico, que nos traía bien inquietos con varias alarmas que nos tocó, y batallando con él, lo derribé del caballo y se me rindió. Yo lo hice al punto colgar de un árbol, cosa que después sintió el gobernador, que deseaba tenerlo vivo”.

Después de muchas andanzas más, el gobernador Alonso de Ribera le dio licencia para regresar a Concepción, donde pasó a la compañía mandada por Francisco Pérez de Navarrete que, andando el tiempo, el 17 de diciembre de 1624 firmó una certificación sobre las actividades de Catalina, diciendo que en 1608 la halló sirviendo en Arauco, y que en 1623 la había visto en Lima:

“Certifico y hago fe que conocí a Catalina de Erauso, que así es su nombre ahora, en el reino de Chile, en hábito de soldado, servir a Su Majestad, y sirvió de alférez del capitán Gonzalo Rodríguez, con nombre de Alonso Díaz Ramírez de Guzmán; y cuando llegué al reino de Chile, que fue el año de seiscientos y ocho, le hallé sirviendo en el estado de Arauco, en la compañía del capitán Guillén de Casanova, con nombre de alférez reformado, por haberlo sido del capitán Gonzalo Rodríguez, y se quedó conmigo en el castillo de Paicabí, que estuvo a cargo del maestre de campo don Álvaro Núñez de Pineda, siendo yo uno de los cuatro capitanes que quedaron aquella invernada para la defensa del dicho castillo, que era en el riñón de la guerra, y siempre le vide servir con gran puntualidad, y fue tenido por hombre por mostrar siempre valor, y se halló en muchas ocasiones y reencuentros que se tuvieron con el enemigo, y salió herido en la batalla que tuvimos en Purén; y siendo yo capitán de infantería del presidio del Callao, el año pasado de seiscientos veintitrés, la vi en Lima, ciudad de los reyes, que es dos leguas del dicho presidio, en hábito de mujer, que se había descubierto, y esto fue cosa muy notoria, que llamaban la monja de Chile, y vino a estos reinos y me pidió le diese fe de lo referido; y de su pedimento di esta certificación, que es fecha en esta villa de Madrid, corte de Su Majestad, a los diez y siete días del mes de diciembre de mil seiscientos veinticuatro años, por los cuales servicios es digna y merecedora a que Su Majestad le haga merced; y por verdad lo firmé de mi nombre y sellé con el sello de mis armas, y me consta se le perdieron los papeles.”

Y la mujer disfrazada de hombre, siguió demostrando su talante violento, como fue el caso ocurrido una tarde del año 1609, en la que se encontraba en Concepción, acantonada a la espera de ser transportada a Lima. A causa de su afición a las cartas, en una partida se vio metida en una buena trifulca cuando fue acusada de “mentir como cornudo”. Echó mano de su espada, hirió a un alférez que falleció, también mató al auditor que iba a detenerla, y siguiendo la estrategia que ya le había dado resultado otras veces, se acogió a sagrado, refugiándose en el convento de San Francisco, en el que permaneció más de seis meses, ya que el convento quedó permanentemente vigilado por fuerzas del gobernador Alonso García Remón.

Cuando pasado el tiempo, la vigilancia empezó a relajarse, aprovechó para salir una noche del convento y actuar de padrino en un duelo de un compañero suyo. Resultó que el alférez Juan de Silva había tenido unas palabras con Francisco de Rojas “del hábito de Santiago”, y habían quedado en batirse a las once de la noche, cada uno acompañado por un amigo a modo de padrino, y Juan le pidió a su “colega” que lo apadrinase. En un principio, Catalina creyó que podía ser una treta para apresarla fuera de la iglesia, pero más adelante, convencida de que lo que le pedía su amigo iba en serio, aceptó. La noche estaba muy oscura y, además de los que se habían retado, también se batieron los padrinos. Y aquí vuelve a surgir otra nota sorprendente y difícil de creer en el relato de Catalina. Resultó que el padrino de la parte contraria, fue herido de muerte por Catalina, que no se dio cuenta que era su propio hermano Miguel, hasta que fue demasiado tarde. La misma Catalina narró el lance de esta manera:

“Llegaron los dos, y dijo el uno, conocido en la voz por don Francisco de Rojas: “¿Don Juan de Silva?” Don Juan respondió: “¡Aquí estoy!” Metieron ambos mano a las espadas y se embistieron, mientras estábamos parados el otro y yo. Fueron bregando, y a poco rato sentí que se sintió mi amigo la punta que le había entrado. Púseme luego a su lado, y el otro al lado de don Francisco. Tiramos dos a dos, y a breve rato cayeron don Francisco y don Juan; yo y mi contrario proseguimos batallando, y entrele yo una punta, según después pareció, por bajo de la tetilla izquierda, pasándole, según sentí, coleto de dos antes, y cayó. “¡Ah, traidor -dijo-, que me has muerto!” Yo quise reconocer el habla de quien yo no conocía; preguntele quién era, y dijo: “El capitán Miguel de Erauso.” Yo quedé atónito. Pedía a voces confesión, y pedíanla los otros. Fui corriendo a San Francisco, y envié dos religiosos, que los confesaron. Dos expiraron luego; a mi hermano lo llevaron a casa del goberna-

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dor, de quien era secretario de guerra. Acudieron con médico y cirujano a la curación, e hicieron cuanto alcanzaron; luego hízole lo judicial, preguntándole el nombre del homicida; y como él clamaba por un poco de vino y el doctor Robledo se lo negaba, diciendo que no convenía, él porfió, el doctor negó y él dijo: “Más cruel anda usted conmigo que el alférez Díaz”; y de ahí a un rato expiró.”

Para más inri, Miguel fue enterrado en el convento de San Francisco, en el que estaba refugiada Catalina, que vio el entierro desde el coro y lo relató con estas palabras: “Muerto el dicho capitán Miguel de Erauso, lo enterraron en el dicho convento de San Francisco, viéndolo yo desde el coro, ¡sabe dios con que dolor!”

Catalina tuvo que permanecer recluida otros ocho meses más en aquel convento, hasta que pudo conseguir un caballo y armas, y huyó atravesando los Andes hasta Tucumán, Argentina, con otros dos compañeros que encontró por el camino. Fue un viaje muy duro y lleno de privaciones, en el que, para combatir el hambre, tuvieron que comer hierbas y raíces, algún que otro animalejo, y sus tres caballos, uno detrás de otro, cuando no eran más que unos sacos de huesos y pellejos. Siguieron camino por lo alto de las montañas pasando mucho frío. Encontraron a dos personas en el camino, lo que les produjo gran alegría, hasta que se acercaron a ellas y vieron que permanecían con las bocas abiertas como riendo, pero estaban muertas por congelación, lo que mudó su alegría en espanto. Continuaron camino hacia Tucumán, pero sus dos compañeros fallecieron de agotamiento por el camino, y solo llegó Catalina, tras rezar y llorar por primera vez en mucho tiempo, como ella misma relató:

“Pasamos adelante, y la noche tercera, arrimándonos a una peña, el uno de nosotros no pudo más, y expiró. Seguimos los dos, y el día siguiente, como a las cuatro de la tarde, mi compañero, llorando, se dejó caer sin poder más andar, y expiró. Hallele en la faltriquera ocho pesos; sin ver adónde, proseguí mi camino, cargado del arcabuz y del pedazo de tasajo que me quedaba, esperando lo mismo que vi en mis compañeros. Ya se comprenderá mi aflicción, cansado, descalzo y lastimados los pies. Me arrimé a un árbol y lloré, y pienso que fue la primera vez que lo hice; recé el rosario, encomendándome a la Santísima Virgen y al glorioso San José, su esposo. Descansé un poco, volvime a levantar y a caminar, y parece que salí del reino de Chile y entré en el de Tucumán, según el temple que reconocí.”

Fue entonces cuando, desorientada y hambrienta, recibió el auxilio de dos hombres que la llevaron a la casa de una viuda mestiza, donde fue muy bien tratada.

CONTINÚA CON SUS AVENTURAS

En Tucumán volvió a hacer de las suyas, aunque en esta ocasión no fue ella la culpable. Solo fue un instrumento de otros. La viuda mestiza que le había dado cobijo, le propuso que se casara con su

hija, que era una negra muy fea, y cuando estaba en los trámites para el casamiento, un canónigo también le propuso que se casara con una sobrina suya. En un principio, dio a entender que aceptaba ambas bodas, hasta que decidió huir de ellas y poner tierra por medio sin dar ninguna explicación.

Viajó durante más de tres meses de Tucumán a Potosí, Bolivia, a veces en compañía de un soldado. Pasaron varias penalidades, tuvieron que defenderse de salteadores de caminos, y al llegar a Potosí, cada uno se fue por su lado. Catalina no tardó en encontrar trabajo. Llevó ganado de un tal Juan López de Arguijo, de Potosí a las Charcas. Pero, al llegar, vio que Juan estaba metido en muchos problemas, y decidió quitarse de en medio regresando a Potosí.

Al poco de regresar, se produjo el alzamiento de José Alonso de Ibáñez. El corregidor de Potosí, Rafael Ruiz, comendador de San Juan y caballero de la Orden de Santiago, organizó un grupo de gente para ir contra los alzados, en el que se integró Catalina. El levantamiento fue abortado en poco tiempo. Como resultado, Ibáñez, que hoy está considerado como un héroe de la resistencia en Potosí, en uno de los primeros movimientos independentistas en Sudamérica, fue apresado y ejecutado el 15 de mayo de 1617.

Posiblemente, a raíz de su actividad en esta aventura, Catalina fue nombrada sargento mayor, aunque no tenía muy clara la razón de dicho nombramiento, como ella misma explicó: “De aquí, por algo que acaso hube de hacer o acaso por algo antes hecho, se me dio el oficio de sargento mayor que estuve sirviendo por dos años”.

Fig. 9. Retrato de la Monja Alférez tomado de una cuadro de época. (Apunte a lápiz por Marcelino González).
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Pasados los dos años, decidió volver al Ejército y se alistó en una campaña militar que iba a tener lugar por la región de los Chuncos y el río Dorado, rica en oro y pedrería, para luchar contra los indios de la zona, que eran muy batalladores y difíciles de dominar. Y, de nuevo, Catalina volvió a destacar por su valentía y coraje. De las peleas con aquellos indios, dejó escrito que “… volvimos a ellos con tal coraje e hicimos tal estrago, que corría por la plaza abajo un arroyo de sangre como un río, y fuimos siguiéndolos y matándolos hasta pasar el río Dorado”.

En las casas de la zona y en el río Dorado, los soldados vieron que había mucho oro, por lo que pidieron al gobernador licencia para conquistar aquella tierra, pero el gobernador no la dio. Entonces, muchos se separaron por la noche, entre ellos Catalina, y seguramente después de recoger el oro que pudieron, cada uno se fue a donde le pareció mejor. Catalina marchó a la provincia de las Charcas, y de allí se fue a la ciudad de La Plata.

En La Plata (hoy Sucre, en Bolivia). empezó a trabajar con un vizcaíno, minero y muy rico, llamado Francisco de Aganumen, pero por algún roce que tuvo con otro vizcaíno amigo de Francisco, lo dejó y se estableció en casa de una adinerada viuda llamada Catalina de Chaves. Y de nuevo se metió en un buen jaleo, al ser acusada de haber rajado la cara de una mujer con una navaja de afeitar. Lo hizo disfrazada con traje y cabellera de indio, y con una navaja que le había dado un barbero vizcaíno, para vengar a su patrona, que había sido golpeada en la cara por la citada mujer, tras haber discutido con ella. Fue hecha prisionera, acusada, recibió tormento para que confesara, y se mantuvo en silencio. Hubo sentencias, apelaciones, y al final quedó libre.

CONDENAS A MUERTE

Como vemos, por su agitada y pendenciera vida, más de una vez cayó en manos de la justicia. Con frecuencia tuvo que escapar de un sitio a otro, debido a sus acciones camorristas o para que no fuera descubierta su verdadera identidad. Como ella misma dejó escrito, hizo muy largos recorridos a caballo, a pie, en carreta o en barco, buscando siempre alguna ocupación o algún trabajo para sobrevivir

En esta ocasión huyó de La Plata y se buscó la vida como pudo. Pasó por las Charcas y se volvió a encontrar con Arguijo, y con él, entre otras cosas se dedicó al comercio de trigo por Potosí y Cochabamba. Y siguió con sus peleas y juegos de cartas. Un domingo que no tenía que hacer en Charcas, entró en una partida que terminó a cuchilladas, sin más consecuencias por la intervención de los presentes, como narró Catalina con su peculiar lenguaje:

… senteme a jugar con el mercader, fue corriendo el juego, y a una mano dijo el mercader, que estaba ya picado: “Envido.” Dije yo:

“¿Qué envida? Volvió a decir: “Envido”. Volvile a decir: “¿Qué envida?” Dio un golpe con un doblón, diciendo: “¡Envido un cuerno!” Digo yo: “¡Quiero, y reviro el otro que le queda!” Arrojó los naipes y sacó la daga; yo, la mía, y asiéronnos los presentes, apartándonos…”

Pero el otro la esperó por la noche y volvieron a relucir las espadas. Catalina hirió a su rival, resultó herida y se acogió a sagrado, hasta que, aconsejada por su patrón, una noche salió para Piscobamba. Estuvo en casa de un amigo, y otra noche se volvió a meter en una nueva partida, que terminó como de costumbre, con las espadas al aire, aunque sin más consecuencias porque los demás los separaron. Pero a las tres noches, el otro intentó sorprender en la calle a Catalina, que esta vez lo atravesó con su espada y cayó muerto. Catalina narró esta aventura de la siguiente manera:

“Llegado a Piscobamba, me acogí en casa de un amigo, Juan Torrico de Zaragoza, donde estuve unos pocos días. Una noche, en cenando, se armó juego con unos amigos que entraron. Senteme con un portugués, Fernando de Acosta, que paraba largo; paró una mano a catorce pesos cada pinta; eché diez y seis pintas contra él, y, viéndolas, se dio una bofetada en la cara, diciendo: “¡Válgame la encarnación del diablo!” Yo dije: “¿Hasta ahora, qué ha perdido usted para desatinarse?” Alargó las manos hasta cerca de mi cara, y dijo: “¡He perdido los cuernos de mi padre!” Tirele la baraja a la suya y saqué la espada; él, la suya. Acudieron los presentes y detuviéronnos y nos compusieron, celebrando y riendo los piques del juego. Él pagó y fuese, al parecer bien tranquilo. De allí a tres noches, viniéndome para casa, como a las once, en una esquina divisé a un hombre parado; tercié la capa, saqué la espada y proseguí mi camino hacia él. Llegando cerca, se me arrojó, tirándome y diciendo: “¡Pícaro cornudo!” Conocido en la voz, fuímonos tirando, y éntrele una punta y cayó muerto.”

CATALINA DE ERAUSO 63 Proa a la mar
Fig. 10. Catalina de Erauso. Grabado realizado por L. F. Rojas. (Fuente Internet, Wikipedia).

Catalina fue encarcelada como sospechosa de aquella muerte, pero ella la negó en interrogatorios, confesión, y tormentos que aguantó si decir nada. De todas formas, fue condenada a morir ahorcada. En la sentencia pesaron las declaraciones de dos testigos. Y cuando ya tenía la soga al cuello, se suspendió la ejecución, gracias a que los dos testigos que habían declarado contra ella, dijeron que habían levantado falsos testimonios porque alguien les había pagado por hacerlo. Fue llevada a La Plata para finalizar las diligencias, y fue puesta en libertad.

De La Plata pasó a Cochabamba para arreglar unas cuentas pendientes entre Arguijo y un tal Pedro de Chavarría, natural de Navarra, que resultaron muy beneficiosas para Arguijo, quien, en agradecimiento, pagó a Catalina con generosidad y la trató muy bien.

A continuación, la guipuzcoana inició su regreso a La Plata a caballo. En el viaje, tuvo que llevar en la grupa a la esposa del citado Chavarría, que la había sorprendido con otro y la quería matar. Tras un accidentado viaje, llego a La Plata con su protegida, y allí se encontró con Chavarría que la iba persiguiendo. Los dos echaron mano de sus espadas, Catalina para defenderse y Chavarría para defender su honor luchando contra el que había raptado a su esposa, que creía que era un hombre. Entraron luchando en una iglesia, ambos se infringieron heridas, y la gente y la justicia puso fin al duelo. Los dos fueron curados, Arguijo acudió a testificar a favor de Catalina, al final quedó claro que aquello no había sido un secuestro, y ella quedó libre.

Se desplazó a Piscobamba y Mizque para llevar a cabo diversos cometidos, y después se fue a La Paz, donde, a los pocos días, en una discusión mató con su daga a un hombre. Fue herida, encarcelada, y mientras era curada, fue juzgada y sentenciada a muerte. Se salvó en el último momento, ya que, al confesarse y comulgar, se acogió a sagrado en una iglesia, en la que estuvo cercada durante un mes, hasta que la guardia se relajó. Por orden del obispo recibió dinero y una mula, y huyó hacia Cuzco.

En Cuzco fue acusada de haber dado muerte al corregidor, Luis de Godoy. Estuvo presa unos cinco meses, hasta que, sin saber ella como, se descubrió la verdad sobre el caso, quedó claro que era inocente, fue puesta en libertad y se marchó a Lima.

Cuando llegó a la capital peruana, la zona estaba siendo atacada por ocho barcos holandeses, contra los que se organizó una fuerza naval o armadilla de cinco buques que salieron del Callao al mando de Rodrigo de Mendoza, sobrino del virrey,

Marqués de Montesclaros. Catalina se enroló en la nave almiranta de dicha armadilla. En el fragor del combate, se hundió su barco y solo se salvaron tres personas: un fraile, un sodado y ella, que fueron recogidos y maltratados por la gente de un barco enemigo. Estuvieron en manos de los holandeses casi un mes, hasta que fueron dejados en las costas de Paita y regresaron a Lima.

Es posible que la fuerza naval holandesa antes citada, hubiera estado mandada por el corsario Joris van Spilbergen, que había entrado en el Pacífico tras haber pasado el Estrecho de Magallanes, y había atacado las costas peruanas en 1615. Aunque este dato entra en conflicto con el dado anteriormente sobre la revuelta y muerte de Alfonso de Ibáñez en Potosí, en el año 1617. Parece ser una de las contradicciones o anacronismos en el relato de Catalina.

Tras pasar siete meses en dicha capital, compró un caballo y se disponía regresar a Cuzco, cuando fue detenida y acusada de haber robado el caballo. Tras un rifirrafe, se demostró que los acusadores no tenían razón y se fue a Cuzco, donde volvió a las andadas con la baraja, y en una nueva discusión de juego salieron a relucir otra vez las espadas. Catalina se enfrentó a un corpulento soldado al que apodaban el “Nuevo Cid”, que intentaba robarle. Se organizó una trifulca entre el Nuevo Cid y sus compañeros, contra Catalina, a la que ayudaron dos vizcaínos que pasaban por allí – la red vizcaína hacía su trabajo con efectividad -. Esta vez, Catalina fue herida de gravedad, pero consiguió acabar con la vida de Nuevo Cid. Fue trasladada a la iglesia de San Francisco, y cuando el cirujano vio la gravedad de sus heridas, no quiso intervenir si el paciente no recibía antes los santos sacramentos. Así se hizo, y después de una larga convalecencia se recuperó.

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Fig. 11. Balcones en la Plaza de Armas de Cuzco. (Fotografía por Marcelino González).

Fue entonces cuando decidió cambiar de aires. Al tiempo que se reponía de sus heridas se veía convertida en una buscada homicida muy peligrosa por todos los territorios del Perú. Recibió dinero, montura y ayuda de amigos, y se fue a Guamanga (el actual Ayacucho). Pero la perseguía la fatalidad. A la altura del puente de Apurimac, se encontró con amigos de Nuevo Cid, que la estaban esperando y quisieron detenerla. Se defendió, mató de un pistoletazo a uno, los otros huyeron y siguió camino. Llegó a Guancavélica donde, de nuevo, trataron de detenerla, pero mató al alguacil y a otro hombre, y escapó hacia Guamanga. Cuando hizo un alto para descansar pasado el río Balsas, vio a tres hombres parados en medio del río, que también trataban de detenerla. Parlamentó con ellos, les dejó unos doblones en una piedra, montó y siguió camino sin ser perseguida.

EN GUAMANGA

Por fin llegó a Guamanga, se alojó en una posada y vendió su caballo a un soldado. En la ciudad, por dos veces trataron de detenerla y ella se defendió, mató a alguno, hirió a algún otro, fue herida, e intercedió el obispo Agustín de Carvajal que la pudo meter en su casa.

Cansada de su vida de fugitiva, para tratar de salvarse y poner orden en su existencia, y ante las sabias palabras del obispo, le reveló en confesión su condición de mujer, le contó toda su vida, el engaño de su ropaje, y añadió que era virgen y que había estado en un convento. En su libro, Catalina dejó escrito que, entre otras cosas, le dijo lo siguiente:

“Señor, todo esto que he referido a Vuestra Señoría Ilustrísima no es así. La verdad es ésta: que soy mujer, que nací en tal parte, hija de Fulano y Zutana; que me entraron de tal edad en tal convento, con Fulana mi tía; que allí me crie; que tomé el hábito y tuve noviciado; que estando para profesar, por tal ocasión me salí; que me fui a tal parte, me desnudé, me vestí, me corté el cabello, partí allí y acullá; me embarqué, aporté, trajiné, maté, herí, maleé, correteé, hasta venir a parar en lo presente, y a los pies de Su Señoría Ilustrísima.”

El obispo, conmovido por aquella sorprendente confesión, pidió a dos matronas que reconocieran a la prisionera, y ellas certificaron que era virgen, según relató la propia Catalina:

“… a la tarde, como a las cuatro, entraron dos matronas y me miraron y se satisficieron, y declararon después ante el obispo con juramento, haberme visto y reconocido cuanto fue menester para certificarse y haberme hallado virgen intac-

ta, como el día en que nací”. Y también escribió lo que le dijo el obispo: “Hija, ahora creo sin duda lo que me dijisteis, y creeré en adelante cuanto me dijereis; y os venero como a una de las personas notables de este mundo, y os prometo asistiros en cuanto pueda y cuidar de vuestra conveniencia y del servicio de Dios”.

Por su parte, el escritor y viajero italiano Pedro del Valle, en 1626 se entrevistó en Italia con Catalina de Erauso, cuando ella fue recibida en audiencia por el Papa. De la entrevista surgió una extensa carta a su amigo Mario Schipano, que decía de aquel acontecimiento:

“Finalmente, comenzándose a sospechar que fuese mujer, se vino ello a declarar en una grande prudencia, en que después de haber ella hecho muchas demostraciones de valor, quedó mortalmente herida, y por salvarse de la justicia, que la perseguía, se vio obligada a entregarse al obispo, al cual confesó lo que le pasaba en su vida y cómo era doncella, y que todo lo que había hecho no era por mal fin, sino sólo por natural inclinación con que se hallaba a la milicia. Y para que le constase ser así cierto, le suplicó la mandase reconocer, lo cual fue hecho así, y fue reconocida por matronas y comadres, y fue hallada doncella.”

De esta forma, Catalina se salvó de las penas de cárcel y muerte que la perseguían, y alcanzó una gran celebridad. El obispo pactó con ella su ingreso en el convento de monjas de Santa Clara de Guamanga, para cumplir su pena. A partir de entonces, se hizo pública la vida y la historia de Catalina. Las noticias de sus lances y sus aventuras corrieron por todo el virreinato, su fama llegó a muy escondidos rincones y todo el mundo la quería conocer.

Llegados a este punto, conviene hacer unas cuantas aclaraciones sobre las costumbres y la forma de pensar de la época en relación con adoptar indumentarias del sexo opuesto, es decir, con el mundo del travestismo. En el siglo XVII, en la sociedad iberoamericana la práctica del travestismo era muy peligrosa. Los hombres que se vestían de mujeres podían ser acusados de sodomía y terminar en la hoguera. Y las mujeres que se vestían de hombres, se suponía que llevaban una vida lasciva y desordenada en contra de su honestidad y honor, por lo que, junto con fornicadores y sodomitas, tenían que dar cuenta de sus actos ante el tribunal del Santo Oficio. Pero a Catalina la salvó el hecho de que era virgen. De no haberlo sido, se habría incluido en el grupo de las vagabundas, aventureras y prostitutas que habían perdido el honor sexual, en cuyo caso, nunca hubiera conseguido el apoyo de la Iglesia ni del Estado.

CATALINA DE ERAUSO 65 Proa a la mar

Al morir en 1620 el obispo de Guamanga, el arzobispo de Lima, Bartolomé Lobo Guerrero, llamó a Catalina para conocerla. Y ella se trasladó a dicha capital, donde, además de ser presentada al arzobispo, también fue presentada al virrey Francisco de Borja, conde de Mayalde y príncipe de Esquilache. Fue invitada a elegir un convento, y se decidió por el de la Santísima Trinidad, de las comendadoras de San Bernardo, en el que permaneció dos años y cinco meses, hasta que quedó claro que no era monja, ya que no había procesado ni había pasado de novicia. Y, una vez perdonada y exclaustrada, decidió regresar a España.

REGRESO A ESPAÑA

El regreso de Catalina a España tenía dos propósitos. Uno de ellos era que el rey reconociera los servicios que, como militar, había prestado a la Corona, y que le concediera una pensión. El otro era viajar a Roma, para tener audiencia con el Papa y pedirle licencia para seguir vistiendo de hombre. Adelantando acontecimientos, podemos decir que sus peticiones fueron escuchadas y satisfechas.

En su camino para embarcar hacia España, pasó por diferentes ciudades americanas, estuvo muy enferma, y curó de sus males. De esta etapa de su vida escribió:

“Proseguí mi viaje a Santa Fe de Bogotá, en el reino de Nueva Granada; vi al arzobispo, don Julián de Cortázar, el cual me instó mucho a que me quedase allí en convento de mi Orden. Yo le dije que no tenía yo Orden ni religión, y que trataba de volverme a mi patria, donde haría lo que pareciese más conveniente a mi salvación. Y con esto y con un buen regalo que me hizo, me despedí. Pasé a Zaragoza por el río de la Magdalena arriba. Caí allí enferma, y me pareció mala tierra para españoles, y llegué a punto de muerte. Después de unos días convaleciendo algo, antes de poderme tener, me hizo un médico partir, y salí por río y fuime a Tenerife, donde en breve me recobré.”

Corría el año de 1624, cuando embarcó en la capitada de la armada del general Tomás de Larraspuru, que se estaba preparando para iniciar el viaje hacia España. Inició el viaje sin más problemas, pero al pasar por el canal de Bahama ocurrió un pequeño incidente. Se organizó una timba, hubo una disputa, Catalina volvió a las andadas, y alguien salió perjudicado, ya que, como ella dijo: “… en que hube de dar a uno un arrechucho en la cara con un cuchillejo que tenía allí, y resultó mucha inquietud”. Genio y figura…

Aquello causó mal sabor de boca, y el general decidió cambiarla de barco. Ella le pidió ir al patache San Telmo, capitaneado por Andrés Otón, y así se hizo. Y aunque en el patache tuvieron problemas por filtraciones de agua, llegaron a Cádiz el uno de noviembre de 1624 sin más problemas.

En su viaje a España, durante la travesía del Atlántico, entre bandazos y cabezadas, vientos y encalmadas, y las privaciones propias de los barcos de la época, tuvo el humor de escribir o dictar varios documentos que hoy consideramos que son sus memorias, y que seguramente presentó a Felipe IV, cuando tuvo su audiencia con el rey. Uno de ellos titulado Vida i sucesos de la Monja Alférez, o Alférez Catarina, narra su vida y permite seguir sus aventuras, en las que tuvo varias fases: novicia, pícaro, escudero, tendero, mercader, soldado… Es un relato directo y atrevido, más propio de un hombre de acción que de una mujer. De una versión moderna de dicho documento, están extraídas las citas que a lo largo de esta crónica pongo en boca de nuestra protagonista, y del que volveré a hablar más adelante.

De Cádiz pasó a Sevilla, lo hizo como hombre, con el nombre de Antonio de Erauso. Su condición de mujer ya era conocida, y en dicha ciudad se editaron los primeros relatos que hablaban de ella y de su curiosa vida, posiblemente alguno de ellos escrito por la propia Catalina. En aquella época era tan famosa, que muchas veces tenía que esconderse de la gente para que la dejaran tranquila. A los quince días se fue a Madrid, veinte días después se trasladó a Pamplona, y continuó viaje por tierra a Italia para su encuentro con el Papa, hasta que, en enero de 1625, fue hecha prisionera por soldados franceses cuando estaba llegando a la frontera con Saboya, fue acusada de ser una espía española y recibió muy mal trato.

Regresó a Pamplona, y el 28 de julio de 1625, presentó el correspondiente parte ante las autoridades, en el que decía:

Ilustre Señor: El alférez Antonio de Erauso, natural de la villa de San Sebastián y residente al presente en esta ciudad de Pamplona, dice que el suplicante partió de esta ciudad para la de Roma a negocios

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Fig. 12. Escalinata interior del palacio arzobispal de Lima. (Fotografía por Marcelino González).

precisos que tenía, al fin de enero de este presente año, por tierra, y por haber tomado esta derrota le fue forzoso ir por la Francia, por ser el camino ordinario para los que van por tierra, y habiendo pasado cerca de León de Francia, en el Piamonte, un agente de guarnición que había le prendió, diciendo que era espía, y le tuvieron poco más de catorce días, y le cogieron los dineros y vestidos y papeles que llevaba, dejándole en camisa; y así forzado de la necesidad, se hubo de volver a España. Y le conviene que conste de lo susodicho a tiempos a venir, y porque tiene algunos testigos en esta ciudad.”

Uno de los testigos de aquel atropello, Pedro del Rio, prestó declaración, y entre otras cosas dijo:

… este testigo se halló presente por el mes de enero último pasado de este presente año en Piamonte de Francia, (…) en compañía del presentante, que iba con él en su compañía y servicio hasta Roma, por ser negocios que le interesaban a el dicho Antonio de Erauso, presentante, y cerca del dicho Piamonte encontraron una caballería de guarnición francesa que iba marchando, y en el mismo Piamonte, a una legua, poco más o menos, pasada ya la raya del reino de Francia, un capitán de la dicha caballería lo cogió preso al dicho alférez, y le dio de palos y trató muy mal de palabra, diciéndole que era un judío, perro, marrano y luterano, y que iba por espía del Rey de España Nuestro Señor; y en orden de esto le quitaron en presencia de este testigo doscientos doblones de a veintiséis a el dicho alférez, y todos los papeles y cartas que llevaba se las abrieron y se las hicieron pedazos, y no obstante esto, lo echaron preso en el mismo Piamonte, en un lugar que no se acuerda de su nombre, donde le tuvieron catorce días con grillos y cadenas…”

A continuación, Catalina se trasladó a Madrid y se entrevistó con el rey Felipe IV, al que suplicó que le premiase los servicios prestados como soldado, y lo consiguió, con una renta vitalicia de 800 escudos, “… que fueron poco menos que lo que yo pedí.”. Corría entonces el mes de agosto de 1625.

De Madrid se fue a Barcelona con tres amigos, pasaron por Lérida, y en la tarde de Jueves Santo de 1626 fueron asaltados y robados. Entraron en Barcelona el Sábado Santo, sus amigos se fueron, y Catalina, tras implorar limosna consiguió llegar al rey, que se encontraba en dicha capital, quien le prestó ayuda.

EN ITALIA

En Barcelona embarcó en la galera San Martín, con la que navegó a Génova. A la llegada, tuvo una nueva trifulca con un soldado italiano que la insultó, y que fue alcanzado por una estocada de la aguerrida Catalina.

Y de Génova pasó a Roma, donde conoció al antes citado Pedro del Valle, que, en su carta de 1626, dejó escrito lo siguiente del viaje de la novicia por el Mediterráneo.

“Su desembarco en Cádiz causó gran novedad; pasó a Sevilla y, según dice una relación antigua, visitó al rey e hizo viaje a Roma para hablar al Papa; pero en ese viaje, y en la travesía por mar, riñó con un francés y le arrojó al agua, en donde se ahogó; los compañeros del francés atacaron inmediatamente a doña Catalina, que cayó, a su vez, al mar; pero logró salvarse asiéndose de una boya que le tiraron los marineros.” La verdad es que, la buena mujer, además de un genio endiablado tenía más vidas que un gato.

Tuvo audiencia con el Papa Urbano VIII, que quedó impresionado con su visita, y le dio permiso para seguir vistiendo como hombre. De su audiencia con el Papa, Catalina dejó escrito:

Besé el pie a la Santidad de Urbano VIII, y referile en breve y lo mejor que supe mi vida y correrías, mi sexo y virginidad. Mostró Su Santidad extrañar tal cosa, y con afabilidad me concedió licencia para proseguir mi vida en hábito de hombre, encargándome la prosecución honesta en adelante y la abstinencia de ofender al prójimo”.

Fue muy bien tratada por todos. Que “…me asentaron en un libro por ciudadano romano. El día de San Pedro, 29 de junio de 1626, me entraron en la capilla de San Pedro, donde vi los cardenales y las ceremonias que se acostumbran aquel día. Todos, o los más, me mostraron notable agrado y caricia y me hablaron muchos.”

Tras una estancia de mes y medio en Roma, el 5 de julio de 1526 salió para Nápoles y embarcó en Ripa. De vuelta a España, firmó algunos documentos como Catalina de Erauso. Y pasó por Sevilla para regresar a América. Así quedó registrado en un manuscrito de cosas diarias de Sevilla, fechado el 4 de julio de 1630, que hace un breve, pero muy acertado resumen de su vida al decir:

“Jueves, 4 de julio, estuvo en la iglesia mayor la Monja Alférez. Ésta fue monja en San Sebastián, huyose y pasó a Indias en hábito de hombre, el año de 1603. Sirvió de soldado veinte años, tenida por capón. Volvió a España, y fue a Roma, y el Papa Urbano VIII la dispensó y dio licencia para andar en hábito varonil. El Rey le dio título de alférez, llamándola el alférez doña Catalina de Erauso, y el mismo nombre traía en los despachos de Roma. El capitán Miguel de Echazarreta la llevó por mozo en años pasados a Indias, y ahora va por general de flota y la lleva de alférez.”

CATALINA DE ERAUSO 67 Proa a la mar

REGRESO AL NUEVO MUNDO

El 21 de julio de 1630 embarcó en Sevilla, regresó a América y se fue a vivir a Nueva España (México). El viaje lo hizo en un barco de la flota mandada por el general Miguel de Echazarreta, paisano suyo con el que ya había viajado cuando se desplazó al Nuevo Mundo por primera vez. Así consta en una certificación de la Audiencia de Contratación de Indias, de Sevilla, que dice:

“Que en el libro de despacho de los pasajeros, al folio 160, aparece que en la flota que se despachó a la provincia de Nueva España, año de 1630, a cargo del general Miguel de Echazarreta, en 21 de julio, se despachó el alférez doña Catalina de Erauso a la provincia de Nueva España, y vino de las provincias del Perú por cédula de Su Majestad.”

Pedro del Valle, recogió en su carta la llegada de Catalina a Veracruz y su viaje a la capital de Nueva España, y citó la que fue una de las últimas aventuras escabrosas conocidas de la Monja Alférez, al decir:

“ Llegó a Méjico la Monja Alférez cuando gobernaba la Nueva España el marqués de Cerralbo, y enamorose en el viaje de Veracruz a Méjico de una dama a quien sus padres le encargaron que llevase a Méjico, sabedores de que doña Catalina era mujer, aunque vestía de hombre; aquella pasión le causó grandes disgustos, y a punto estuvo de batirse con el hombre con quien casó la dama. Doña Catalina le desafió en una carta; pero algunas personas de importancia lograron impedir el lance. ”

A partir de aquí creció su leyenda y puso fin a sus aventuras. Trabajó en una arriería entre Veracruz y México, regentando un negocio de transporte con mulas, haciéndose pasar por hombre con el nombre de Antonio de Erauso. Con sus recuas, durante varios años se dedicó́ a trasladar pasajeros y equipajes de una a otra ciudad, contando con la ayuda de muleros.

En 1645, continuaba trabajando con su recua de mulas, como lo demuestra una relación verbal del 10 de octubre de 1693, hecha en el convento de capuchinos de Sevilla, por el padre de dicha orden, fray Nicomedes de Rentería, que la dictó al padre de la misma orden, fray Diego de Sevilla. Dice lo siguiente:

“Que en el año de 1645, siendo seglar, fue en los galeones del general don Pedro de Ursúa, y que en Veracruz vio y halló diferentes veces a la Monja Alférez, doña Catalina de Erauso - que entonces allí se llamaba don Antonio de Erauso -, y que tenía una

recua de mulos, en que conducía, con unos negros, ropa a diferentes partes. Que en ella y con ellos le transportó a Méjico la ropa que llevaba, y que era sujeto allí tenido por de mucho corazón y destreza. Que andaba en hábito de hombre, y que traía espada y daga con guarniciones de plata, y le parece que sería entonces como de cincuenta años, y que era de buen cuerpo, no pocas carnes, color trigueño, con algunos pocos pelillos por bigote.”

MUERTE DE CATALINA DE ERAUSO

Catalina, al parecer falleció en uno de los viajes con sus mulas, hacia el 30 de junio de 1650, en Cuitlaxtla, cerca de Orizaba, México. Se cuenta que la flor y nata de Orizaba y comarca asistió a su entierro, ya que era muy querida y apreciada por los muleteros de la región. Palafox, famoso obispo de Puebla, mandó que en su sepulcro se pusiera un bello epitafio, y hasta intentó que fuera enterrada en dicha localidad. A raíz de su muerte, en México se editó una Relación hablando de Catalina, que, entre otras cosas, decía que rezaba lo que solía ser normal entre monjas profesas, se disciplinaba tres veces por semana, ayunaba por Cuaresma y Adviento, y oía misa todos los días.

EL RESUMEN DE SU VIDA

Una vez narrada la agitada vida de Catalina de Erauso, podemos hacer un corto resumen de las cuatro diferentes etapas de su vida, que nos permitan tener en unas cuantas líneas una idea de lo que fue su existencia.

La primera etapa abarca del 1585 al 1600. Arranca con su nacimiento y termina con su huida del convento cuando tenía 15 años. Comprende los 4 años de su niñez, de 1585 a 1589, y los 11 años interna en el convento.

La segunda etapa va del 1600 al 1620, en que actuó como un hombre. Comprende una parte en España, de 1600 a 1603 en que usó, sobre todo, el nombre de Francisco de Loyola, y otra parte en América, de 1603 a 1620, en que su nombre, la mayor parte de las veces, fue Alonso Díaz y Ramírez de Guzmán, sobre todo cuando sirvió en el ejército.

La tercera parte fue de 1620 a 1624, en que recuperó su nombre de Catalina de Erauso y volvió a la vida conventual.

Y la cuarta fue de 1624 hasta su muerte en 1650, en que regresó a España, viajó a Italia y regresó a América, actuando la mayor parte del tiempo como hombre, con el nombre de Antonio de Erauso, que es el nombre que aparece en el testamento de su madre.

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LA MONJA ALFÉREZ EN LA LITERATURA Y EL TEATRO

Además de la Relación escrita y editada en México tras su muerte, durante la vida de Catalina, en Madrid y Sevilla aparecieron varias Relaciones que hablaban de su vida, de las que algunas se decía que procedían “de su mesma boca”. En 1625 entregó una copia de su manuscrito autobiográfico de 1624, al editor madrileño Bernardino de Guzmán, que lo publicó al poco tiempo y convirtió a Catalina en un personaje famoso. Posteriormente, amplió el texto hasta el año 1626. De este documento, cuyo original ha desaparecido, se han hecho y continúan haciéndose muchas copias con el título “Historia de la Monja Alférez”. Se trata de un libro pequeño y fácil de leer, dividido en 26 capítulos cortos, varios de ellos de menos de una página, en los que, con un lenguaje directo, desenfadado, sin florituras, y con detalles anecdóticos y curiosos, Catalina cuenta su vida en primera persona y normalmente hablando como un hombre, desde su nacimiento, según ella en al año 1585, hasta su estancia en Nápoles en julio de 1626, tras haberse entrevistado con el Papa. Es una narración en la que no habla de intimidades, no hace referencia a su vida interior, que era una constante en las mujeres de la época cuando escribían sus autobiografías; se limita a contar su vida a través de sus aventuras y sus diferentes viajes. Como ya he dicho en su momento, muchas de las citas que incluyo en este capítulo, proceden de dicho libro.

Hoy en día, muchos estudiosos del tema siguen discutiendo sobre la veracidad y la autenticidad de la autobiografía de Catalina. Entre otros detalles, contribuye a esta duda el baile de fechas que aparece en algunos documentos, empezando por el año de su nacimiento: 1585 o 1592; el año en que escapó del convento (Algunos dicen que fue en 1607); y otras fechas y acontecimientos que producen anacronismos en su relato. Por ejemplo, al hablar de sus aventuras en el año de su partida hacia España, el 1624, antes de emprender viaje escribió: “Proseguí mi viaje a Santa Fe de Bogotá, en el reino de Nueva Granada; vi al arzobispo, don Julián de Cortázar, el cual me instó mucho a que me quedase allí en convento de mi Orden…”. Pero en 1624, el arzobispo de Santa Fe no era Cortázar, era Hernando Arias de Ugarte, que estuvo al frente del obispado de enero de 1618 al 30 de julio de 1625. Julián de Cortázar fue nombrado arzobispo de Santa Fe el 7 de abril de 1625, y llegó a dicha ciudad el 4 de julio de 1627. Y también está el posible conflicto antes señalado, entre el año de la revuelta en Potosí (1617) y el del ataque de holandeses a las costas de Perú (1615).

Hay que tener en cuenta que el original de su biografía ha desaparecido, y solo quedan copias que han podido ser modificadas por errores de los copistas, o por no entender bien la caligrafía del original, o han sido manipuladas por razones de márquetin, sensacionalismo o lo que sea. Y también se discute la veracidad de algunos de sus relatos que resultan difíciles de creer. Pero el libro ha sido muy bien aceptado, porque recordaba las obras de ficción tan de moda en la época. Contaba aventuras de mucha acción y picaresca, con identidades ambiguas y situaciones equívocas, que encajaban en el gusto literario del barroco.

El ya citado viajero Pietro della Valle, o Pedro del Valle, alias “El Peregrino”, gran coleccionista de libros, prestigioso lingüista y activo corresponsal italiano, uno de los viajeros más importantes de Oriente

Medio del siglo XVII, en la decimoséptima carta que le escribió el 11 de julio de 1626 a su amigo Mario Schipano, a raíz de sus encuentros con Catalina en Roma, dejó escrito en italiano lo siguiente, que demuestra la curiosidad que despertaba la monja alférez:

Fig. 13. Catalina de Erauso, en la portada del libro Catalina de Erauso. Historia de la monja alférez. Una autobiografía. (Colección Marcelino González). Fig. 14. Firma de Catalina de Erauso como monja alférez. (Fuente Internet, Wikipedia).
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Fig. 15. Cartel de la película “La Monja Alférez”, en la versión mexicana estrenada en 1944. (Colección Marcelino González).

A los 5 de julio de 1626 vino por primera vez a mi casa el alférez Catalina Erauso, viscaína, arribada de España la víspera. Es una doncella de unos treinta y cinco a cuarenta años. Su fama había llegado hasta mí en la India Oriental. Fue mi amigo el Padre Rodrigo de San Miguel, su compatriota, quien me la condujo. Yo la he puesto después en relación con muchas damas y caballeros, cuya conversación es lo que más le agrada. Francisco Crescentio, buen pintor, la ha retratado. Alta y recia de talle, de apariencia más bien masculina, no tiene más pecho que una niña. Me dijo que había empleado no sé qué remedio para hacerlo desaparecer. Fue, creo, un emplasto que le suministró un italiano; el efecto fue doloroso, pero muy a deseo. De cara no es muy fea, pero bastante ajada por los años. Su aspecto es más bien el de un eunuco que el de una mujer. Viste de hombre, a la española; lleva la espada tan bravamente como la vida, y la cabeza un poco baja y metida en los hombros, que son demasiado altos. En suma, más tiene el aspecto bizarro de un soldado que el de un cortesano galante. Únicamente su mano podría hacer dudar de su sexo, porque es llena y carnosa, aunque robusta y fuerte, y el ademán, que, todavía, algunas veces tiene un no sé qué de femenino.”

En 1626, el dramaturgo Juan Pérez de Montalbán, uno de los discípulos predilectos de Lope de Vega, escribió una obra teatral en plan comedia, titulada “Comedia famosa de la monja alférez”, que versaba sobre la vida de Catalina, en la que mezclaba historia y ficción. Hablaba de asuntos de honor, y trataba el tema del travestismo como un vínculo para la igualdad entre los dos sexos. Fue representada en la corte, y dejó marcado al personaje para la historia.

Otros escritores del siglo XVII, como Gil González Dávila o Salazar de Mendoza, certificaron que la habían conocido y tratado per-

sonalmente. Y en el Archivo de Indias de Sevilla, se conservan informes de gobernadores, capitanes generales, generales y oficiales del Ejército, que la conocieron durante la guerra del Arauco y en otros servicios de armas, y dejaron constancia escrita de sus méritos militares, junto con otros informes de testigos de sus andanzas.

Tras un largo silencio sobre su persona durante el siglo XVIII, Catalina de Erauso salió de nuevo a la luz editorial y volvió a renacer en la historia a lo largo del siglo XIX, gracias al liberal exiliado en París, Joaquín María Ferrer, que, en 1829, publicó en la capital del Sena, “Historia de la Monja Alférez Doña Catalina de Erauso, escrita por ella misma e ilustrada con notas y documentos”. Fue realizada a partir de documentos que habían pertenecido al poeta sevillano Cándido María Trigueros. Aunque dichos documentos presentaban lo que parecían ser errores de bulto, que hicieron desconfiar a Ferrer de su autenticidad.

La publicación del libro de Ferrer en París y en castellano, en plena época del romanticismo, tuvo un gran eco en toda Europa, y a partir de entonces, se ocuparon de la Monja Alférez muchas publicaciones periódicas, como: Revue enciclopedique (1829), Magasin Pittoresque de París (1836), “Semanario Pintoresco” (1838), “Revue des deux Mondes” (1847), “Revue britannique” (1869). Por otra parte, la obra de Ferrer fue reimpresa en Barcelona en 1838. Y Catalina también apareció en la obra de muchos literatos españoles y americanos, como: José María de Heredia en 1838; Virgilio Ortega en 1984; o Jesús Munárriz en 1986. Y fue citada por muchos escritores más, como: José Berruezo, Luis de Castresana, Pío Baroja, Ricardo de Palma, Sánchez Moguel, Valle Arizpe, etc.

En 1874, Thomas de Quincey escribió una novela titulada “The Spanish Military Nun” (“La monja militar española”, o “La monja alférez”). Se trata de una obra, en principio inspirada en la existencia de Catalina de Erauso, pero totalmente irreal y muy alejada de la vida de la española, ya que Quincey la escribió sin estudiar ningún documento; solo utilizó su calenturienta y a veces atormentada imaginación

También cabe nombrar la novela del siglo XIX “Del claustro al campamento o la Monja Alférez”, de Eduardo Blasco.

Carlos Coello escribió en 1874 “La Monja Alférez: Zarzuela Histórica en Tres Actos Original y en Verso”. Con música del maestro Marqués, fue estrenada el 24 de noviembre de 1875 en el Teatro Jovellanos, hoy conocido como Teatro de la Zarzuela, que se encuentra en la calle madrileña de Jovellanos.

Del 24 de abril al 2 de junio de 2013, tuvo lugar en el teatro María Guerrero de Madrid, la representación de la obra “La Monja Alférez”, de Domingo Miras. Estuvo dirigida por Juan Carlos Rubio, protagonizada por Carmen Conesa y producida por el Centro Dramático Nacional.

Y el Macha Theatre, en Hollywood Occidental, California, ha puesto en cartel la comedia, “The adventures of the lieutenant nun”, (“Las aventuras de la monja teniente”), protagonizada por Odalys Nanin.

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Fig. 16. Portada del comic “Catalina de Erauso” de Alicia Vallina y Joan Molina, publicado en 2022. (Colección Marcelino González).

La Monja Alférez también ha sido protagonista de comics o historias gráficas, como es el caso de Catalina de Erauso, obra de Alicia Vallina y Joan Molina, publicada en 2022 por Cascaborra ediciones.

Y hay muchas versiones más de la vida de la Monja Alférez, tratada en plan monográfico, junto con muchos libros que hablan de varios personajes que han destacado en la historia por cualquier motivo, entre los que aparece Catalina de Erauso. Tal es el caso de “Damas ilustres en la historia de España” (2018) o “Mujeres que vistieron de hombre” (2021), de Vicenta Márquez de la Plata, y “Pioneras. Mujeres en la conquista de América” (2021), de Carmen García.

LA MONJA ALFÉREZ EN LA PINTURA Y EN LA ESCULTURA

Catalina fue retratada en la ciudad de Sevilla en el año 1630, de acuerdo con la fecha que aparece en un cuadro al óleo con su imagen. Durante mucho tiempo, el retrato fue atribuido a Francisco Pacheco, suegro y maestro de Velázquez. Pero al efectuarle una restauración hace poco tiempo, ha sido atribuido al pintor barroco español de ascendencia holandesa, Juan van der Hamen y León (1596-1631), que fue muy reconocido en su época, sobre todo, por sus bodegones y floreros, aunque también practicó la pintura religiosa, además del paisaje y el retrato. Después de mucho tiempo, el retrato pasó a ser propiedad de Joaquín María Ferrer, procedente de un militar alemán anciano, que había estado en España combatiendo a las órdenes de Napoleón, y lo había comprado en Sevilla. Finalmente, fue adquirido por la Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián hacia 1970. En 1971 se salvó de un incendio en el último momento, al retirarlo un bombero cuando el marco de madera empezaba a arder. A partir de este cuadro se hicieron otras representaciones de Catalina de Erauso en grabados, esculturas, ilustraciones, etc. En el retrato aparece Catalina con aspecto varonil y vestimenta de soldado, con golilla, alzacuello de hierro y coletillo de ante. Su rostro aparece imberbe, pero con gesto adusto y mirada dura, que deja ver una expresión agresiva.

Y hubo muchos más retratos de la Monja Alférez, de los que podemos citar algunos ejemplos. Pedro del Valle dejó escrito que Catalina fue retratada por el pintor Francisco Crescentio. Otras fuentes dicen que también fue retratada por el pintor italiano Giovanni. El ilustrador francés Jean Claude Auguste Fauchery, grabó una estampa con el retrato de Catalina, por encargo de Ferrer para la edición de su libro sobre la monja. El grabado fue realizado a partir del cuadro atribuido a Van der Hamen, posiblemente entre 1825 y 1829, y fue muy utilizado en posteriores obras. L. F. Rojas, realizó otro grabado de Catalina en 1906, en la Imprenta Elzeviriana. Y la pintora Ria Brodell, realizó una serie de obras al gouache con el título “Butch Heroes”, dedicadas a personajes de la historia poco conocidos, entre ellos Catalina de Erauso.

En cuanto a esculturas de Catalina, también podemos citar algunos ejemplos. En los jardines del antiguo Palacio Miramar de San Sebastián, donde estuvo el Convento de las Dominicas, en el que permaneció internada Catalina de Erauso, el 7 de julio de 1993 se inauguró un monumento con un busto de la Monja Alférez, con una inscripción en la base que dice: “Catalina de Erauso / “La Monja Alférez” / Donostia / San Sebastián 1592 / Quitlaxtla (México) 1650”.

En Orizaba, México, también hay otro monumento dedicado a Catalina de Erauso, con una placa que dice: “A la Monja Peregrina el alférez Catalina de Erauso. + 1650 Orizaba (Ver) México. En recuerdo del homenaje ordenado en su funeral en Orizaba por el virrey obispo de Puebla don Juan de Palafox y Mendoza”.

Fig. 17. Retrato al óleo de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, atribuido a Juan van der Hamen. (Fuente Internet, Wikipedia).
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Fig. 18. Monumento a Catalina de Erauso en Orizaba, México. (Fuente Internet, Wikipedia).

LA MONJA ALFÉREZ EN EL CINE

La historia de Catalina de Erauso, la Monja Alférez, también ha sido contada en el cine. En 1944, se estrenó la película mexicana “La monja alférez”, dirigida por Emilio Gómez Muriel y protagonizada por María Félix, Ángel Garasa y José Cibrián.

Y en 1986, se estrenó oficialmente la película española, también titulada “La monja alférez”, que empezó a ser proyectada en salas comerciales a partir del año siguiente 1987. Fue producida por Actual Films, Goya Films P.C. El guionista y director fue Javier Aguirre, y tuvo como protagonista en el papel principal a Esperanza Roy. Es una película basada en la anteriormente citada novela de Thomas De Quincey titulada “The Spanish Military Nun”. Por su trabajo en la dirección artística de la película, Eduardo Torre de la Fuente, fue nominado al Goya en 1988.

FINAL

La verdad es que el caso de Catalina de Erauso fue un fenómeno extraño y curioso, que gustó mucho al público de su época. Fue la excepcional vida de una mujer que se saltó a la torera todas las normas del comportamiento social femenino de su época, y sobrevivió a numerosos duelos, incontables trifulcas, enormes caminatas, penalidades sin cuento, naufragios, penas de muerte y graves heridas. Fuera del campo de batalla, mató al menos a 10 hombres, incluido su hermano Miguel. Era una mujer astuta, con un carácter endiablado y una valentía a prueba de bomba. Tenía la rara habilidad de meterse en problemas, a veces muy graves, y no dudaba en echar mano de la espada, de la daga o de las dos armas al mismo tiempo, si lo consideraba necesario. Entre sus mayores preocupaciones, estaba la de esconder su condición de mujer.

Sus actividades hicieron las delicias del público de su tiempo, y aunque cometió muchos actos reprobables y condenables, hubo algo en ella que, en la mentalidad y moral barroca, hizo que fuera perdonada y admirada. Todos consideraron que su vida era excepcional, lo que atenuaba los pecados, faltas y delitos cometidos.

Y, seguramente, por su libertad fue el ídolo del sexo femenino, en unos tiempos en que las mujeres carecían de dicha libertad y tenían cortadas las alas para no poder volar, para no meterse en el mundo de los hombres, para no tener acceso a la cultura, para no poder viajar, para estar recluidas en sus casas y para muchas cosas más.

Hay muchos detalles de la vida de Catalina de Erauso que se desconocen, entre ellos, como era la ropa masculina que solía poner para pasar desapercibida como mujer. Porque la verdad es que siempre fue tratada como un hombre, sin que nadie sospechase que era mujer, hasta que ella misma decidió salir del armario. En dibujos y cuadros aparece con vestimenta de soldado, pero es de suponer que en la vida diaria utilizaría ropajes normales de un hombre de la calle, que le permitieran disimular sus formas de mujer. Se sabe que no tenía pechos o que eran muy pequeños, pero estaba la anchura de las caderas y otras proporciones propias de la mujer. También resulta chocante el pensar que, a pesar de las muchas heridas sufridas, no se supo que era mujer hasta que lo dijo ella misma. Y no menos extraño es el hecho de que tampoco se descubriese su falsa identidad de hombre, cuando tuvo relaciones con otras mujeres que la creían varón.

En sus declaraciones y narraciones, normalmente lo hacía en masculino, como si realmente fuera un hombre. Solo en contadas ocasiones lo hacía en femenino, como la mujer que era en realidad, y solía ser en casos difíciles y desesperados, como cuando estaba agotada, sentía mucho miedo o se encontraba ante la muerte.

Como dicen varios autores, entre ellos Amadeo-Martín Rey y Cabieses, en su ponencia Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, novicia, militar y escritora, en muchos aspectos, Catalina ha llegado hasta nosotros empujada por diversas circunstancias:

“1) La existencia de una autobiografía de la que no conocemos el manuscrito principal, por lo que no se sabe a ciencia cierta si fue ella quien la escribió personalmente, si la dictó a otra persona o fue un escritor anónimo quien redactó la obra.

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Fig. 19. Otro cartel de la película “La Monja Alférez”, en la versión mexicana de 1944. (Colección Marcelino González).

2) El conocimiento de varios manuscritos que han ido apareciendo a lo largo del tiempo y que añaden elementos polémicos a su ya acusada personalidad.

3) Las continuas exageraciones que se describen en los manuscritos, casi todas relacionadas con lances de honor, aventuras o episodios bélicos.

4) La mezcla de ficción y realidad en los relatos, con datos a todas luces falsos o erróneos, si los contrastamos con documentos históricos de la misma época.

5) El hecho de que toda esta leyenda gire en torno a la vida de una mujer, ya que el protagonismo de las mujeres en la sociedad de aquella época era casi nulo.

6) La ambigüedad creada en relación con el género, pues rara vez nos descubre sus verdaderos sentimientos o inclinaciones sexuales, manteniéndose además virgen durante toda la vida y en atuendo de varón.”

Llama la atención el hecho de que, a pesar de haber abandonado sus hábitos de novicia, de haber huido del convento, y de haber llevado una vida muy desordenada y licenciosa, sus convicciones religiosas continuaron grabadas en su mente, y en algunos momentos de su relato afloraban a la superficie: rezos, confesión, ayuno, eucaristía, etc. Bien es verdad que eran momentos muy difíciles, en los que casi miraba a la muerte de frente, pero no dejaban de ser reminiscencias de su propia personalidad.

Catalina de Erauso vivió en una época de un gran sentido religioso, con persecución del pecado, vigilancia de la moralidad, quema de brujas… y con la Inquisición haciendo de las suyas. Y a pesar de todas estas circunstancias, y de que dejó claramente escrito que había robado, mentido y matado, en lugar de recibir lo que realmente se merecía de acuerdo con las leyes y los códigos de buenas costumbres de entonces, lo que consiguió fue fama, notoriedad y admiración, y no solo de la gente de la calle, también la consiguió de los gobernadores, virreyes, obispos, reyes y hasta del Papa.

González Fernández Vicepresidente Real Liga Naval Española.

Bibliografía:

1. ARRIETA, Julio. “Catalina de Erauso, la monja alférez”. El Correo. Tiempo de Historias. 22 enero 2022. https://www.elcorreo.com/tiempo-de-historias/ catalina-erauso-monja-20220122174136-nt.html

2. ERAUSO, Catalina de. Historia de la Monja Alférez. Una autobiografía. Graphico Clásicos. Sin fecha.

3. FERRER, Joaquín María de, editor. Historia de la Monja Alférez Doña Catalina de Erauso, escrita por ella misma. Imprenta de Julio Didot. París,1829.

4. FLAÑO, Teresa. “La nueva cara de la Monja Alférez. Restaurado el retrato de Catalina de Erauso, atribuido recientemente a Juan van der Hamen”. El Diario Vasco. 10 de junio de 2015. https://www.diariovasco.com/culturas/201506/10/nueva-cara-monja-alferez-201506100806.html

5. GARCÍA, Carmen. Pioneras. Mujeres en la conquista de América. Almuzara. 2021.

6. GARRIDO, Eduardo. “Catalina de Erauso, una trans en el Ejército”. La Vanguardia. 20 de diciembre de 2019. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/ edad-moderna/20191220/472298078027/catalina-erauso-monja-alferez-siglo-de-oro.html

7. GONZÁLEZ OCHOA, José María. “La increíble historia de Catalina de Erauso, la monja alférez”. National Geographic. 17 de noviembre de 2020. https:// historia.nationalgeographic.com.es/a/increible-historia-catalina-erauso-monja-alferez_13152

8. MÁRQUEZ DE LA PLATA, Vicenta. Damas ilustres en la historia de España. Casiopea. 2018.

9. MÁRQUEZ DE LA PLATA, Vicenta. Mujeres que vistieron de hombre. Casiopea. 2021.

10. MARTÍNEZ, Mado. “La monja alférez. Una mujer de armas tomar”. Historia de Iberia Vieja. 26 de julio de 2013.

11. NAVIA ANTEZANA, Mónica. “Retratos de la monja alférez doña Catalina de Erauso”. Revista Ciencia y Cultura. Vol. 20, N.º 37. Diciembre, 2016. http:// www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-33232016000200008

12. PÉREZ VILLANUEVA, Sonia. “Historia de la Monja Alférez: ¿escrita por ella misma?” AISO. Actas VI. 2002. Págs: 1443-1452.

13. REDACCIÓN. Catalina de Erauso. Red Cultural del Banco de la República en Colombia (Banrepcultural). Sin fecha. https://enciclopedia.banrepcultural.org/index.php/Catalina_de_Erauso

14. REY Y CABIESES, Amadeo-Martín. “Catalina de Erauso y Pérez de Galarraga, novicia, militar y escritora”. Actas de las Jornadas de Historia Sanitaria aplicada a la mejora de las consecuencias de los campos de batalla. Noviembre de 2019. Fundación V Centenario de la Primera Batalla de San Marcial. 2020

15. SERRANO Y SANZ, Manuel, Apuntes para una Biblioteca de Escritoras Españolas. Tomo I, Segunda Parte. Atlas. Madrid, 1975. Págs 388-392.

16. TELLECHEA IDÍGORAS, José Ignacio. “Catalina de Erauso”. Real Academia de la Historia. DB-e.

17. TORRES, Celia. “Catalina de Erauso: la monja travesti, lesbiana y militar que rompió con los estigmas del siglo XVII”. El Español. 26 octubre, 2021. https://www.elespanol.com/mujer/mujeres-historia/20211026/catalina-erauso-travesti-lesbiana-militar-estigmas-xvii/622438114_0.html

18. VALLBONA, Rima de, Vida i sucesos de la Monja Alférez: Autobiografía atribuida a Doña Catalina de Erauso, Arizona State University. Arizona, 1992.

19. VARIOS AUTORES. Expediente relativo a los méritos y servicios de doña Catalina de Erauso, que se halla en el Archivo de Indias de Sevilla. Documentos de fechas: 17 de diciembre de 1624; 25 de enero de 1625; 2 de febrero de 1625; 28 de junio de 1625; 19 de febrero de 1626; y 17 de noviembre de 1827.

20. VALLINA, Alicia; MOLINA, Joan. Catalina de Erauso. Cascaborra ediciones. 2022.

21. VENTURA, Dalia. “Catalina de Erauso, la novicia vasca que huyó del convento, mató a su her mano y combatió como soldado en América”. BBC News Mundo. 18 de septiembre de 2021. https://www.bbc.com/mundo/noticias-58510995

22. VILLATORO, Manuel P. “Catalina de Erauso, la monja española que se disfrazó de hombre y combatió como soldado en América”. ABC Historia. 19 de mayo de 2014. https://www.abc.es/historia/20140519/abci-monja-alferez-catalina-erauso-201405161602.html#ancla_comentarios

Marcelino
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LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA

INTRODUCCIÓN

Desde que existe el ser humano siempre ha querido conseguir dos anhelos milenarios, volar como las aves y sumergirse en el fondo de los mares como los peces. No sería hasta finales del siglo XIX en que se conseguiría realizar de una forma elemental estos dos sueños, para posteriormente perfeccionar esas conquistas anheladas a lo largo del siglo XX. En España, la primera persona que lograría la hazaña de navegar por las profundidades y poder contarlo a su regreso, en un submarino de la Armada, fue el teniente de navío Isaac Peral y Caballero que, con otros 10 osados marinos de ellos 5 tenientes de navío, haría navegaciones en inmersión a partir del 6 de marzo de 1889. Pero en aquella ocasión no habría ninguna tripulante por la sencilla razón de que la mujer no podía formar parte de la Marina de Guerra en el siglo XIX y transcurriría justo un siglo desde la botadura del Peral, hasta que en 1988 la mujer española pudiese legalmente sentar plaza en la Armada.

La Constitución Española de 1978 establecía claramente en su artículo 14, que los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo… además las Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas de 1978, disponían que ninguno de sus miembros sería objeto de discriminación por razón de sexo, por lo que la Ley Orgánica de Criterios Básicos de la Defensa Nacional de 1980, regularía la participación de la mujer en la Defensa Nacional. Pero no sería hasta 1988 en que saldrían publicadas las primeras normas en el Decreto Ley 1/1988 de 22 de febrero que permitiría las primeras incorporaciones a partir de ese año.

Hasta esa fecha, la mujer había desempeñado funciones auxiliares sin ocupar puesto en las plantillas, como era el caso de las Damas Auxiliares de Sanidad Militar. Gracias a ese Decreto Ley 1/1988, se abrió el acceso de la mujer a 24 Cuerpos y Escalas de los tres Ejércitos en todos los empleos, con la salvedad a diferencia de otros países, de que ninguno de esos Cuerpos era exclusivamente femenino. Bien es cierto que en la Ley 17/1989 Reguladora del Régimen de Personal Militar Profesional, se establecía que la única diferencia en los procesos de selección, serían las pruebas físicas, diferentes para hombres y mujeres, así como la altura.

LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA 74

El Real Decreto 984/1992 que establecía el Reglamento de Tropa y Marinería, señalaba que el personal femenino de tropa y marinería no podía optar a los destinos de tipo táctico u operativo en unidades de la Legión, Paracaidistas y Operaciones Especiales. Tampoco la mujer podía formar parte de Unidades de Desembarco Anfibio, de dotaciones de Submarinos, ni de buques de pequeño desplazamiento que, como los patrulleros costeros, no permitían el alojamiento en condiciones adecuadas a una mujer.

Estas restricciones se levantarían definitivamente en 1999, cuando se consiguió la igualdad definitiva de la mujer en las Fuerzas Armadas, permitiendo el acceso del personal femenino al Arma Submarina Española, incorporándose las primeras voluntarias del personal de marinería en el Curso de la Escuela de Submarinos en el año 2000.

LA INCORPORACIÓN DE LA MUJER EN LA ARMADA

Por las razones ya descritas, la incorporación de la mujer a las dependencias en tierra y a los buques de superficie fue anterior a su embarque en Submarinos. Y aquí cabe destacar que la primera mujer que ingresó en la Escuela Naval Militar de Marín, Pontevedra, como aspirante de 1º, fue una joven de 18 años, Esther Yáñez González-Irún, hija del coronel de Infantería de Marina y fundador de la Unidad de Operaciones Especiales (UOE), Julio Yáñez Golf.

Esther nació el 8 de octubre de 1971 en San Fernando, Cádiz. creciendo en el ambiente naval de la Población de San Carlos, teniendo además de su padre, a dos hermanos de su madre marinos, uno de ellos almirante. Esther que inicialmente había pensado en seguir la carrera de Medicina, al abrirse a la mujer la posibilidad de ingresar en la Armada, preparó en 1989 la oposición de ingreso en la Escuela Naval Militar en el Colegio de Huérfanos de la Armada en Madrid, ingresando el 1 de septiembre de 1990 con la plaza número 5.

Otra joven como ella ingresaría también en el Ejército de Tierra, siendo las dos únicas mujeres en hacerlo ese año en las Academias Militares. Posteriormente Esther embarcaría como guardiamarina de 1º en el Juan Sebastián de Elcano durante el LXIV Crucero de Instrucción para dar la 8ª vuelta al mundo, crucero que duraría desde el 24 de octubre de 1992 hasta el 7 de julio de 1993, para realizar 249 días de mar.

En los dos años anteriores Esther había subido en el escalafón de la Escuela Naval hasta ser el número uno de su promoción, ello le suponía el derecho a portar la bandera de España del buque, en todos los desfiles realizados en los diferentes puertos visitados en el extranjero durante el crucero de instruc-

ción del Elcano. Como anécdota al alojar todos los guardiamarinas juntos en una camareta, a Esther se la alojó en la enfermería del buque, por ser la única mujer de la promoción y no existir un camarote individual para guardiamarinas femeninas.

Sin embargo, en la maniobra general del aparejo, le fue asignado el puesto que le correspondía por su altura física, yendo al juanete, es decir la maniobra más alta y también más peligrosa por encontrarse en el extremo superior o mastelero, del palo trinquete. Finalmente, Esther recibiría el despacho de alférez de navío del Cuerpo General de la Armada, el 16 de julio de 1995 con el número 2 de la Promoción 395. Como todos sus compañeros del sexo masculino fue destinada a un buque de superficie, en su caso la fragata Reina Sofía (F 84), estacionada en la Base Naval de Rota.

El 1 de septiembre de 1999 ascendería por antigüedad al empleo de teniente de navío, yendo destinada al buque de asalto anfibio Aragón, basado en el Arsenal de la Carraca. Durante sus cuatro años como alférez de navío, Esther ganaría una Cruz al Mérito Naval, además de aprobar el posee del idioma inglés y el curso de Seguridad Interior. Seis años más tarde y en este empleo saltaría de nuevo a la primera página de los diarios españoles al ser la primera mujer que mandaba un buque de guerra, en este caso el patrullero Laya (P 12) con base en Cádiz, perteneciente a la serie Barceló, de 134 toneladas de desplazamiento y 20 personas de dotación, con un cañón de 40 mm como armamento principal y dos ametralladores de 20mm como armamento secundario.

Como capitán de corbeta, desde junio de 2008, le correspondería mandar en 2010 el buque auxiliar basado en la Estación Naval de Puntales, Mar Caribe (A 101) un remolcador de altura de 1.860 toneladas construido por los astilleros de Duro Felguera en Gijón y que contaba con 44 personas de dotación. Antes de ascender al empleo de capitán de fragata, Esther había realizado el preceptivo curso de especialidad, en Tecnología de las Comunicaciones e Información en Ferrol, así como el curso de Estado Mayor en la ESFAS, en Madrid, teniendo ya en su haber tres Cruces al Mérito Naval.

En julio de 2015 ascendió a capitán de fragata siendo destinada a la Dirección de Personal de Madrid. En 2020 le sería asignado el mando de la fragata Santa María, pero por razones personales no llegó a tomar posesión del mando del buque. Ya en 2021 fue promovida al empleo de capitán de navío en septiembre, pasando destinada a la Dirección de Personal de la Armada. Posiblemente su promoción de la Escuela Naval entre en clasificación para el ascenso a oficial general en 2024, de ser seleccionada Esther, sería la primera almirante de la Armada.

LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA 75 Proa a la mar

Es de destacar de esta oficial, que fue pionera en tres ocasiones al ser la primera mujer que ingresó en la Escuela Naval Militar para salir como oficial de la Armada. También fue la primera guardiamarina en dar la vuelta al mundo, en el LXIV Crucero de Instrucción del buque escuela Juan Sebastián de Elcano y, por último, la primera oficial de la Armada Española que mandó un buque de guerra, el patrullero Laya. Lo realmente difícil en este caso, para una mujer que sigue una carrera como la de sus compañeros a bordo de buques de guerra, es compaginar su trayectoria naval con la familiar algo que, en el caso de Esther, hay que sumarle la circunstancia de estar casada con un oficial del Cuerpo General, con el doble mérito de haber podido sacar a sus hijos a flote.

Aunque el Decreto Ley 1 databa de 1988, e ingresaban ese mismo año las 26 primeras mujeres en las FAS, lo cierto es que en 1995 la incorporación de la mujer en la Armada era mínima y apenas llegaba al 0,7% en 1996, subiendo al 6,6% cinco años después para sobrepasar el 10% en 2002. Actualmente, hay un total de 15.241 mujeres en las FAS españolas, lo que supone el 12,7% del total de efectivos.

Curiosamente la presencia femenina en las unidades de la Armada es algo mayor y está en torno al 13,17%, con 2.747 mujeres de un total de 20.850 efectivos navales, entre oficiales, suboficiales, marinería y tropa, si bien ese porcentaje es inferior en la escala de oficiales con una capitán de navío, 5 capitanes de fragata, 45 tenientes de navío y 15 alféreces de navío, lo que hace que sólo el 2,4% de las mujeres en la Armada sean oficiales.

La primera mujer que ingresó en la Armada en la escala de Marinería, fue la hoy cabo primero Beatriz García, que en los 34 años que lleva en la Armada ha pasado por múltiples destinos, destacando los de las fragatas Navarra y Reina Sofía, la Flotilla de Aeronaves en la Base Naval de Rota y ya en tierra, la Subdirección de Gestión de Personal en el Cuartel General de la Armada en Madrid.

Otra pionera en la Armada, sería Ana Isabel Candamil Álvarez, primera mujer en obtener el empleo de Cabo Mayor tras 22 años de servicio, empleo al que sin duda contribuyeron sus cinco Cruces al Mérito Naval, obtenidas en sus destinos a bordo de la fragata Extremadura, con base en Ferrol, y los buques anfibios Pizarro y Galicia basados en Rota, participando en cuatro ocasiones en las operaciones internacionales de mantenimiento de la paz, Sharp Guard en el Adriático y Atalanta en el Índico, sin olvidar sus destacamentos en Bosnia y Kósovo. Isabel, gaditana de nacimiento ingresó en 1994 en la Armada en la Escuela de Especialidades de la Estación Naval de la Graña, ESENGRA, con tan sólo 20 años, siendo actualmente una veterana con 28 años de eficaz desempeño de sus funciones como especialista en Aprovisionamiento.

El 12 de julio de 2019, otra mujer Vanessa Antuña Fernández, entraba en el club de pioneras de la Armada, al alcanzar el empleo de sargento con el número uno de su promoción de 145 alumnos, en la Escuela de Suboficiales de San Fernando, Cádiz. Natural de Castellón, Vanessa ingresó en la Armada como marinero en 2009, sin saber que algún día formaría parte de la historia de la Escuela de Suboficiales y de la Armada. Al ser la número 1 de su promoción tuvo el privilegio y honor de que el propio Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, Teodoro López Calderón, le entregase personalmente el nombramiento de sargento.

No se puede finalizar este rápido recorrido de las mujeres pioneras en la Armada, hasta el momento sin un sentido y emocionado recuerdo de la malagueña de nacimiento y cabo profesional de maniobra, Francisca Aguilera Gómez de 27 años, fallecida en acto de servicio el 16 de septiembre de 2002, al caer desde el aparejo del palo mayor del buque escuela Juan Sebastián de Elcano a la cubierta ubicada 30 metros más abajo, mientras envergaba una vela con otros dos gavieros un día gris cerrado en chubascos con fuertes rachas de viento. Descanse en paz.

LA MUJER EN SUBMARINOS DE OTRAS NACIONES

Antes de entrar en los detalles de la integración de la mujer en el Arma Submarina Española, convendría saber cómo está la integración en otras Armadas de nuestro entorno. Así, la Marina noruega fue la pionera en admitir mujeres en sus submarinos en 1985, por ello a nadie sorprendió que, en septiembre de 1995, la entonces capitán de corbeta Solveig Krey, fuese nombrada comandante del submarino KNM Kobben, de 485 ton y 24 hombres de dotación, convirtiéndose así en la primera comandante de submarino de la Historia.

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Fig. 1. Solveig Krey.

No sería éste su único mando pues posteriormente pasaría como capitán de fragata, a mandar uno de los seis nuevos submarinos clase Ula, también de construcción alemana, el KNM Udredd de 1.150 ton de desplazamiento en superficie y que rememoraba el nombre del patrullero P-41 que combatió en la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente Krey, nacida en 1963 continuaría su carrera submarinista hasta mandar la Flotilla noruega de 6 submarinos en 2012 en el empleo de capitán de navío, consiguiendo así otra primicia mundial.

masculinos y que su única privacidad es la cortinilla que tiene la litera, ya que las dimensiones de este submarino de 1.500 ton y 56 m de eslora no permite camarotes individuales, existiendo además sólo 21 literas para una dotación de 30 personas, por lo que la mitad tiene que dormir a cama caliente, es decir al salir de guardia ocupan la cama de aquellos que acaban de entrar de guardia.

Otra compañera de Paula Wallenburg, desempeñaría como capitán de corbeta, el destino de jefe de máquinas del submarino U-32, destino para el que se requieren conocimientos específicos de ingeniería al ir dotado este submarino de propulsión independiente del aire gracias a sus tanques de hidracidas que almacenan el hidrógeno necesario para que las células de combustible generen amperios para alimentar las baterías en inmersión.

Los países escandinavos siempre han sido pioneros en temas de igualdad de género, por ello sus vecinos Dinamarca y Suecia incorporaron mujeres en las dotaciones de sus submarinos a partir de 1988 y 1989 respectivamente. Un ejemplo en la Marina sueca es la capitán de corbeta Paula Wallenburg, que como miembro de la dotación del submarino HMSwS Gotland y oficial de armas, fue destacada, durante la comisión de su submarino en la Base Naval de San Diego en California en 2005, como oficial de enlace a bordo del submarino nuclear norteamericano USS Jefferson City (SSN 759), donde pudo comprobar que la marina sueca ya estaba perfectamente adaptada a la presencia de mujeres submarinistas en la mar, mientras que la norteamericana, aún no había llegado a un cambio de mentalidad para esa integración total, de facto fue alojada ella sola en un camarote para tres oficiales, pese a que declarase que esa segregación positiva no era necesaria. Posteriormente Paula Wallenburg sería nombrada en 2010 comandante del submarino HMSwS Södermanland de 1.700 ton en inmersión, culminando así su carrera de submarinista iniciada en 1995 como operador sonar de un submarino.

En la Marina alemana, embarcaron las primeras mujeres en sus 6 submarinos tipo U 212A, en 2004, como refleja en su artículo la teniente de navío Janine Asseln, publicado el 11 de agosto de 2015 en la revista SubMatt, Esta oficial, embarcada en el submarino U-31 de la clase U212A entre 2012 y 2014, en una entrevista televisada dejó bien claro que a bordo no disfrutaba de ningún privilegio y que duerme en una litera en el mismo camarote que otros oficiales

Holanda con una Flotilla de Submarinos compuesta por cuatro unidades clase Walrus, antes de admitir a la mujer en sus dotaciones, hizo un test de afinidad que resultó todo un fracaso después de que embarcaran durante un período de un año para ver tanto la idoneidad de la persona como la del buque. En este caso la Flotilla de Submarinos aplicó la regla de ninguna distinción entre hombres y mujeres en lo referente al alojamiento, las mismas reglas aplicadas a bordo de los buques de superficie. Al acabar este largo período de pruebas, el Ministerio de Defensa emitió un comunicado en el que se expresaba que la mujer podría acceder a los submarinos cuando éstos cuenten con alojamientos adecuados para una dotación mixta.

Curiosamente los estudios realizados en Marinas con experiencia de embarque de mujeres, muestran que la separación tanto en los camarotes como en los espacios de habitabilidad, tienen un impacto negativo en la integración del personal femenino en la dotación del buque. No obstante, la Marina holandesa está inmersa en el reemplazo de los submarinos clase Walrus por cuatro nuevos submarinos, posiblemente de construcción alemana y similares a los U212A, por lo que la admisión de la mujer en las dotaciones submarinistas será pronto un hecho.

El Reino Unido no fue pionero en levantar la veda a la mujer en sus 10 submarinos nucleares, tanto de ataque como balísticos ya que hasta el 2013 no pudieron obtener sus Dolphins o distintivo de submarinos las tenientes de navío Maxine Stiles, Alexandra Olsson y Penny Thackray, primeras mujeres en los hasta entonces 113 años de la Flota Submarina británica, y que ganaron sus distintivos como oficiales de logística a bordo del submarino nuclear balístico HMS Vigilant, de 15.900 ton, preparado para recibir a las tres primeras submarinistas gracias a contar con un camarote triple ad hoc, con ducha incluida.

Fig. 2. Solveig Krey en el periscopio.
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No sería hasta diciembre de 2011 en que el Secretario de Defensa Philip Hammond haría público su deseo de levantar todas las restricciones en la Royal Navy, para que la mujer pudiese acceder al servicio en los submarinos de Su Majestad, algo que ya era posible en los buques de superficie desde 1990. Hammond asimismo anunció que en el curso de 2012 de la Escuela de Submarinos ya habría mujeres alumnos, para que pudiesen embarcar efectivamente en 2013.rompiendo así el viejo tabú de que el aire viciado con elevadas tasas de Co2 de la atmósfera de un submarino pudiese dañar la salud de las mujeres embarazadas y comprometer así una futura maternidad.

Naturalmente las largas patrullas de los submarinos nucleares a veces provocan situaciones non permitidas en las Ordenanzas, por ello dos oficiales submarinistas fueron cesados en sus destinos y desembarcados tras la sentencia de un tribunal militar, que consideraba que la teniente de navío Sophie Brook de 30 años y el capitán de corbeta Nicholas Stone de 37, mantenían una relación amorosa, estando destinada ella como jefe de una guardia en el submarino nuclear balístico HMS Victorious portador de misiles Trident y garante de la disuasión nuclear del Reino Unido, y Stone en el submarino nuclear de ataque HMS como oficial de seguridad en inmersión, estando ambos submarinos basados en HMS Clyde, Faslane, Escocia.

El tribunal militar de Bulford en Wiltshire consideró que esta relación podía haber afectado a la seguridad nuclear, ya que el envío de correos vía Yahoo por parte de Brook, con las informaciones de hora de salida del HMS Victorious, y posteriores movimientos clasificados como rumbo cota y velocidad, podían haber sido interceptados por un posible enemigo poniendo en riesgo la misión de la patrulla del enemigo. Brook causó baja en la Armada y fue condenada a 5 meses de prisión, con la pena en suspenso. Los correos fueron interceptados por el oficial de comunicaciones del HMS Victorious, que puso este fallo de seguridad en conocimiento de su comandante. Stone, casado y con un hijo, se declaró igualmente culpable y causó también baja en la Armada, si bien el Tribunal Militar consideró que su grado de culpabilidad era menor, siendo condenado a 60 horas de trabajo comunitario. Actualmente en la Marina británica sirven un total de 3.420 mujeres lo que hace un 9% del total del personal.

En la Marina francesa, cuatro mujeres Harmonie, Pauline, Camille y Karen, embarcaron en la Base de Submarinos de Île Longue, en uno de los 4 SLNE junto a 110 miembros varones, el submarino nuclear balístico Vigilant, para realizar una patrulla de 70 días en el año 2014. Las tres primeras con el empleo de alférez de navío y Karen como capitán de corbeta ingeniero nuclear. A diferencia de los oficiales varones, en la Marine Nationale, las mujeres tienen derecho a su propio camarote individual con ducha incluida. La capitán de corbeta Karen, desfilaría más tarde el 14 de julio, día de la Fiesta Nacional francesa, por los Campos Elíseos con la dotación del Vigilant, para conmemorar la patrulla de disuasión nuclear número 500 desde 1972. Sin embargo, de momento las mujeres no embarcan actualmente en los 6 submarinos nucleares de ataque clase Rubis o Barracuda, en los primeros porque ya están causando baja por edad, aunque es posible que en el futuro formen parte de la dotación en los nuevos Barracuda, con mejores condiciones de habitabilidad.

Fig. 4. Primeras mujeres de la Flota de Submarinos Británica. Fig. 5. Maxine Stiles.
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Fig. 3. Las tenientes de navío Maxine Stiles, Alexandra Olsson y Penny Thackray.

En Italia, en septiembre de 2016, el almirante Valter Girardelli, daba la noticia del levantamiento de restricciones para que la mujer pudiese formar parte de las dotaciones de los ocho submarinos italianos, después del informe presentado ante la Comisión de Defensa del Congreso y el Senado, al mismo tiempo que esas restricciones eran levantadas igualmente para formar parte de las Unidades de Operaciones Especiales.

Inicialmente cinco mujeres fueron destinadas a los cuatro submarinos del tipo U212A, similares a los alemanes, pero construidos en los astilleros de Fincantieri en su factoría de La Spezia. Es de destacar que las mujeres actualmente embarcadas en estos cuatro submarinos abarcan todos los empleos como oficiales, suboficiales y marinería. La Marina cuenta con 39.000 efectivos de los que tan sólo el 4% son mujeres, porcentaje bastante superior al de mujeres submarinistas. La cabo electricista Valeria Fedele de 33 años, que ostenta orgullosa el título de única mamá submarinista y destinada en el submarino Salvatore Todaro (S 526) basado en Tarento, relataba al Corriere della Sera, sus dificultades para ser submarinista y madre, labores que puede compaginar gracias al apoyo de toda su familia que se hace cargo de su hija de 10 años cada vez que el submarino sale a la mar, a veces en períodos de hasta 60 días.

La alférez de navío Erika Benemérito en 2012, era alumna del tercer curso en la Academia Naval de Livorno, cuando un almirante les dio una conferencia sobre el servicio en submarinos, su pregunta al almirante fue muy sencilla ¿Cuándo se iba a permitir a las mujeres embarcar en submarinos? El almirante no supo que responderle, pero Erika hija de un oficial de submarinos cuatro años más tarde pudo cumplir con su sueño, siendo la primera alumna de la Escuela de Submarinos de Tarento, tras superar las pruebas físicas, junto con otras dos compañeras Elena Varagnolo y Valeria Fedele.

En el vecino Portugal, la primera mujer submarinista, la cabo de maniobra Noemie Freire, hizo el curso de submarinos en octubre de 2017, 105 años después de la creación de la Escuadrilla de Submarinos, yendo posteriormente destinada al submarino Tridente del tipo U 209P de construcción alemana en junio de 2018, donde la marinería cuenta con 13 literas en régimen de cama caliente, aunque ella reconoce que se acuesta vestida.

Noemie, nacida en París, en 1988 regresó a Pombal, Portugal en 1997 para ingresar en la Marinha Portuguesa en 2007 después de acabar el bachillerato. Tras su embarque en las fragatas Corte Real y Bartolomeu Días, buques ya preparados con alojamientos femeninos pasó a la Escuela de Submarinos con cinco alumnos varones, en la Base Naval de Alfeite, para posteriormente embarcar en el submarino convencional con AIP, Tridente uno de los dos

submarinos con que cuenta Portugal, como única mujer a bordo, pero donde según ella es tratada con todo respeto y consideración. Noemí está casada con un compañero marinero y es madre de un niño, Diego, de 4 años que le suele preguntar cuando vuelve de navegar si ha visto tiburones. Actualmente la tasa de mujeres en las FAS portuguesas es del 11%.

Fig. 8. Sin datos Fig. 9. Noemi Freire. Fig. 6. Chiara Cristicello. Fig. 7. Chiara Cristicello.
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Argentina tenía la primicia de contar con la primera oficial de submarinos de toda América, Eliana María Krawdzyk, natural de Oberá, Misiones, que había ingresado con 22 años de edad en la Escuela Naval Militar de Ensenada, en 2004, dos años después de que se permitiera a las mujeres entrar en la Armada. En 2012 entró en la Escuela de Submarinos pasando destinada durante 4 años al submarino ARA Salta (S 31) del tipo U 209 alemán. En el 2017 ascendió a teniente de navío, yendo destinada al submarino ARA San Juan (S 42) como oficial torpedista, donde era la única mujer, muy apreciada a bordo por su profesionalidad y carácter abierto. Tristemente en el curso de una navegación por el Atlántico Sur, el submarino San Juan desapareció el 15 de noviembre de ese mismo año con toda la dotación, siendo localizado su pecio un año después el 15 de noviembre de 2018, en 918 metros de sonda, habiendo sido dados por muertos los 44 miembros de la dotación. Las causas del hundimiento del submarino se desconocen, aunque se cree que pudo ser la acumulación de hidrógeno en uno de los cajones de batería, al haberse incomunicado su ventilación tras una entrada de agua del mar por la válvula de cabeza del esnórquel. El Presidente de la Republica Mauricio Macri, ascendió a Elena María a capitán de corbeta a título póstumo.

En 2013, ingresaron en la Escuela de Submarinos otras dos mujeres, la cabo primero Rosana Arias Heckel y la cabo segundo Alejandra García, si bien la Armada tras la pérdida del San Juan se quedó sin unidades operativas, pues los dos submarinos con los que todavía cuenta, los Salta (S 31) y Santa Cruz (S 41), están inoperativos pendientes de una gran carena en los astilleros de Tandanor.

En la Marina norteamericana, el Secretario de Defensa Robert M. Gates, levantó en el año 2010, la prohibición de que las mujeres embarcasen en los submarinos nucleares, y así un año más tarde la primera oficial submarinista embarcaba en un submarino nuclear balístico o SSBN, el USS Ohio, reconvertido en SSGN como lanzador de misiles de crucero Tomahawk, como miembro de su dotación siendo escogido este tipo de buque por su gran desplazamiento de 18.750 ton en inmersión, dado que su gran eslora de 171 m permite disponer de mejores alojamientos para su dotación de 15 oficiales que un submarino nuclear de ataque o SSN Clase Virginia, de 8.700 ton en inmersión y una eslora de 115, con igual número de oficiales a bordo, 15.

Una de las primeras oficiales, la capitán de corbeta Jeanne Van Gilder que embarcó en 2011 en submarinos como alférez de navío, hoy ya es capitán de corbeta a bordo del submarino nuclear de ataque USS Minnesota, con base en New London, Conneticut.

Actualmente el submarino nuclear balístico USS Wyoming (SSBN 742) basado en Kings Bay, Georgia, tiene el récord de mujeres embarcadas con 14 de ellas pertenecientes a la marinería y la sargento Especialista en Logística Samantha Mincey, de la Dotación Blue compuesta por 191 submarinistas, es decir un 8% del total de la marinería embarcada. Hay que recordar que los submarinos balísticos hacen patrullas de 77 días en la mar, seguidos por 35 días en puerto para mantenimiento.

Con esta integración, la teniente de navío Sabrina Reyes-Dods coordinadora de las mujeres en la Fuerza de Submarinos del Atlántico, declaraba que el nivel de talento en el Arma Submarina se había incrementado considerablemente ya que el 57% de las submarinistas en todos los empleos eran graduadas universitarias en ciencias e ingeniería. Recordando que el 20% de las guardiamarinas de la Academia Naval de Annapolís son mujeres y el 28% de todos los oficiales que proceden de las universidades. Actualmente existen 14 submarinos, de un total de 70, con mujeres formando parte de su dotación, de ellos 4 lanzadores de misiles tácticos o SSGN y uno balístico o SSBN y se pretende llegar en 2030 a 33 unidades con personal femenino, lo que significa que se habrán modificado los alojamientos en otros tantos submarinos para permitir una habitabilidad adecuada a las submarinistas sea cual sea su empleo.

Fig. 10. Noemi Freire.
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Fig. 11. Eliana María Krawdzyk a bordo del desaparecido SS San Juan.

Por cierto, el término inglés submariner, engloba igualmente a hombres y mujeres. La Flota Submarina norteamericana comprende actualmente a 335 mujeres de las que 97 son oficiales y 238 suboficiales, cabos y marineros, lo que supone un 5% del total de submarinistas de la US Navy. Bien es cierto que la presencia de este ya elevado número de mujeres embarcadas no ha estado libre de incidencias, así en 2015 una docena de submarinistas varones fueron juzgados por grabar en vídeo a sus compañeras en los baños del USS Wyoming y en mayo de 2020 fue cesado de forma fulminante el capitán de navío Gregory R. Kercher, comandante de la dotación Gold del submarino nuclear lanzador de misiles USS Florida (SSGN 728) por no investigar adecuadamente una serie de incidentes sexuales ocurridos a bordo durante una patrulla. No obstante, esos incidentes no han tenido repercusión en la tasa de reenganches después de 5 años de alistamiento, estimada en el 26% no muy lejos de la masculina del 27%.

En el año 2003 Collen Battie hizo historia en la Marina de Canadá al convertirse en la primera mujer submarinista de su historia. Al acabar el curso de especialidad embarcó en el submarino HMCS Corner Brook para posteriormente y una vez cumplido el tiempo reglamentario pasar al HMCS Windsor, ambos pertenecientes a la clase Victoria, ex Upholder, construidos todos ellos en astilleros británicos. En el 2004 Ann Stewart se convertiría en la segunda mujer en obtener el distintivo de la especialidad de submarinos.

En la Marina australiana, las mujeres pudieron embarcar en sus seis submarinos clase Collins , a partir de 1998, siendo Rachel Irving operadora de radio, la primera especialista que recibiría su distintivo de submarinos o Dolphins , el 30 de junio de 1999, siendo Australia la primera nación no escandinava que admitía a la mujer en sus submarinos. Inicialmente el embarque a bordo dependía de la disponibilidad de un camarote de 6 literas exclusivamente para personal femenino, pero en 2011 esa restricción se levantó de forma que el personal femenino no estaba limitado por el número de literas a bordo. La oficial de mayor rango en el Arma Submarina Australiana, la capitán de corbeta Harris, ha desempeñado el cargo de 2º Comandante de un submarino oceánico. Actualmente sirven 87 mujeres en los 6 submarinos clase Collins australianos, de las que 13 son oficiales, 10 suboficiales y 64 marineros.

Fig. 13. Luke Leveque. Fig. 14. Angle Krooger. Fig. 15. Colleen Beattie Canada.
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SUBMARINA 81 Proa a la mar
Fig. 12. Promoción 2021, USN.
EL
ARMA

Japón poseedor de una potente fuerza de submarinos con 23 unidades de las clases Oyashio y Soryu, ubicadas en las Bases Navales de Yokosuka y Kure, admitió por primera vez en enero de 2020 a una alumna en el curso de submarinos, la alférez de navío Saki Takenouchi de 26 años de edad, junto con 20 compañeros más todos ellos varones. El antiguo Primer Ministro Shinzo Abe siempre abogó por la inclusión de la mujer en todas las ramas del espectro militar.

La última Marina en autorizar el embarque de la mujer en unidades submarinas ha sido la de Corea del Sur, de cara a sus nuevos submarinos de 3.000 ton de la clase Dosan Ang Changho, Jangbogo III o KSS III, con una habitabilidad tal que podrá disponer de un camarote para tres submarinistas. Para ello en 2023 la Escuela de Submarinos admitirá a las primeras alumnas que posteriormente y una vez superado el curso embarcarán en los nuevos KSS III. Actualmente la Marina surcoreana dispone de 16 submarinos convencionales de diseño alemán, aunque la mayoría han sido construidos en astilleros nacionales. De los tres primeros KSSIII, el primero Dosan Ang Changho ya ha sido entregado y los dos siguientes se encuentran en diferentes etapas de construcción, habiéndose cortado la chapa para el primero de los KSSIII segunda serie que desplazará 3.600 ton.

Una excepción a la integración de la mujer en las dotaciones de los submarinos, lo constituye la poderosa Voyenno Morskoi Flot, o Marina de Guerra Rusa, donde las mujeres sólo pueden embarcar en determinados buques de superficie, pero tienen vetados los 64 submarinos convencionales y nucleares de las cuatro Flotas que componen la Marina rusa. Actualmente en las FAS rusas hay 41.000 mujeres, de ellas 4.000 oficiales con 44 coroneles o capitanes de navío, la mayoría en el Ejército de Tierra, donde además existe todavía la conscripción para todos los jóvenes de 18 a 27 años, con la excepción de las mujeres, exención que no ocurre en Noruega o Israel.

El porcentaje de mujeres uniformadas es de tan sólo el 4,26%, menos de la mitad del existente en el año 2000, un 10% y muy lejos del actual 16% norteamericano o el 9% chino. Pese a que la presencia de la mujer en el Ejército soviético data de la Revolución de 1917, si bien su presencia se hizo oficial en la Federación Rusa desde 1992, además del veto en submarinos tampoco pueden servir en unidades combatientes de primera línea como carros de combate, aviones, paracaidistas y operaciones especiales. No obstante, desde el Ministerio de Defensa se espera incrementar el número de mujeres en filas hasta 80.000 con la posibilidad además de levantar las restricciones actualmente en vigor.

Hay una serie de Armadas, además de la rusa que de momento no tienen previsto incorporar la mujer a las dotaciones de sus submarinos, pudiendo destacar las de la India, Indonesia, Turquía, Israel, Sudáfrica, Pakistán, Corea del Norte, Chile, Brasil y Argelia, entre otras.

LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA ESPAÑOLA

Corría un ya lejano mes de enero de 2000, cuando 5 mujeres se presentaban el día 8 en la Escuela de Submarinos ubicada dentro del Arsenal Militar de la ciudad de Cartagena. Todas ellas pertenecían a la escala de marinería de la Armada Española, y en sus caras se podía notar la ilusión que tenían en ser las pioneras en la Aptitud de Submarinos, hasta hacía poco vetada a las mujeres. Además, a esa ilusión, se le sumaba el pertenecer geográficamente al Sureste español, lo que significaba estar cerca de sus familias y contar con el apoyo de ellas cuando saliesen a navegar.

El curso para la marinería duraba tres meses de clases teóricas y prácticas, pero sin tener prevista ninguna salida a la mar en el programa, por lo que el entonces Director del Escuela de Submarinos y redactor de estas líneas, llamó al Jefe de Estudios para que organizase una salida de 24 horas en un submarino de la clase Delfín (S 61), para que las alumnas conociesen de primera mano la sensación

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Fig. 17. Saki Takenouchi. Fig. 16. Submarinistas australianas.

de estar embarcado y hacer inmersión. Al día siguiente cuando el submarino regresó a puerto, las cinco alumnas fueron llevadas al despacho del Director de la Escuela, para conocer sus impresiones de primera mano.

Infelizmente, a las cinco submarinistas no les había gustado nada la experiencia, algo comprensible para el que embarca por primera vez en un submarino de 860 ton, de diseño francés, carente de todo tipo de comodidades donde toda la marinería dormía a cama caliente en el compartimento de torpedos proa, y algún colchón se ubicaba incluso sobre tablas dispuestas entre los atacadores de los tubos lanzatorpedos. Estos submarinos para una dotación de 60 personas sólo contaban con un par de aseos y ninguna ducha. No quiero ni imaginar la noche que pasarían estas chicas cuya intimidad quedaba relegada a la discreción de su saco de dormir. La reacción a ese rechazo a embarcar en un submarino, sería dar la orden para que causasen baja en el curso de submarinos, y así se lo hice saber, pero al ver más de una lágrima, en el rostro de estas chicas al comunicarles es posibilidad, decidí darles más tiempo para que tomaran una decisión definitiva, por lo que ordené al Jefe de Estudios que se incorporasen de nuevo al curso, que ya les comunicaría su destino al acabar las clases.

Al acabar el curso y después de Semana Santa dos de ellas cubrieron sendas vacantes en el submarino que se encontraba en gran carena y que pertenecía a la clase Galerna, con mejor habitabilidad que los Delfín, y las otras tres fueron destinadas a la Base de Submarinos, Estado Mayor y Escuela de Submarinos, dadas sus especialidades de escribientes. Pero eso fue hace 22 años, desde entonces la Flotilla de Submarinos ha evolucionado mucho, los cuatro submarinos de la clase Delfín tristemente causaron baja sin relevo y tan sólo quedan actualmente dos unidades de la clase Galerna en la Flotilla de Submarinos, si bien hay en marcha un programa de construcción de cuatro modernos submarinos pertenecientes a la Serie 80, de los que el primero de ellos, Isaac Peral (S-81), se encuentra en estas fechas realizando las pruebas de mar previas a su entrega en 2023.

Esta nueva serie de submarinos ya cuenta con alojamientos específicos para mujeres con ducha incluida, por lo que las condiciones de vida a bordo serán mucho mejores que las conocieron las primeras cinco mujeres que obtuvieron el distintivo de submarinos al comienzo del siglo XXI. Actualmente el Arma Submarina Española cuenta con 32 mujeres, el 10,5% del total de submarinistas, siendo una de ellas oficial, la alférez de navío de 25 años Laura Vitalia González Martínez, madrileña de nacimiento que realizó el curso de la especialidad de submarinos en 2020 con otros cinco compañeros, yendo en septiembre de ese año destinada al submarino Tramontana como oficial de propulsión. Laura re-

conoce que, por vivir lejos de la costa, su vocación nació durante sus visitas al Museo Naval de Madrid con sus padres y sus paseos entre cuadros de batallas navales, maquetas de buques de guerra, sextantes, astrolabios y cartas náuticas, por lo que a los 18 años al acabar el bachillerato y realizar la selectividad, ante la sorpresa de sus padres por la vocación naval de su única hija,

Laura superaba las pruebas requeridas por el Ministerio de Defensa e ingresaba en 2013 en la Escuela Naval Militar como aspirante de 1º. Al recibir su despacho de alférez de navío en 2018, le vino a la cabeza la idea de hacer la Especialidad de Submarinos, por las conferencias que había recibido en la Escuela Naval, impactándole el lema submarinista Ad utrumque paratus (Dispuesto para todo), que hizo suyo y los libros que leyó sobre submarinos, pudiendo además embarcar en el submarino Mistral (S 73), 24 horas durante las prácticas de 5º curso, ya de alférez de fragata, recordando los nervios de su primera inmersión.

Dado el reducido número de plazas para la especialidad de submarinos, seis en total, no sabía si iba a conseguir alguna de ellas. Los hados le fueron propicios, y pudo ingresar en la Escuela de Submarinos en Cartagena, y tras superar el curso y con 25 años de edad, un 5 de agosto de 2020, se incorporaba al submarino Tramontana (S 74), como oficial de propulsión. No hay que olvidar que, en la Escuela Naval, Laura además del despacho de alférez de navío obtuvo el grado en ingeniería mecánica de la Universidad de Vigo. Después de su destino en el Tramontana, Laura tendrá que ir a la Escuela de Especialidades Escaño, para realizar una segunda especialidad, posiblemente Control de Plataforma, antiguamente máquinas, que le permita regresar a un submarino, pero esta vez al frente de un departamento.

La primera oficial española especialista en submarinos, se siente muy orgullosa de pertenecer al Arma Submarina, tiene muy claro que cuando uno decide ingresar en la Armada y hacerse submarinista, sabe a lo que se expone y por ello nada pilla de sorpresa, refiriéndose a los posibles riesgos e incomodidades, pero valorando las ventajas que ofrece el servicio singular en un submarino, tanto por la profesionalidad como por el trato a bordo de toda la dotación, algo a lo que contribuyó positivamente fue la presencia de otras mujeres suboficiales y de marinería en la dotación del Tramontana

La aventura de la brigada Mª Ángeles Roda Manzorro, empezó en el año 2000, antes de pertenecer al Arma Submarina, cuando recién acabado el curso de cabo 1º, habiendo coincidido con compañeros submarinistas, que le transmitieron su testimonio y experiencias a bordo de los submarinos, quiso hacer el curso de aptitud en submarinos, pero en esa fecha las mujeres aún

LA MUJER EN EL ARMA SUBMARINA 83 Proa a la mar

no podían embarcar en ese tipo de buques. La situación cambió en el año 2003, por lo que solicitó ser admitida a ese curso, incorporándose ese mismo año a la Escuela de Submarinos para embarcar, al finalizar el curso escolar en el submarino Tramontana (S 74), tras haber realizado varias comisiones en los Galerna (S 71) y Siroco (S 72) e incluso una navegación en el último submarino de la clase Delfín, el Marsopa (S 63), dado de baja en 2006, y que el autor de estas líneas tuvo el honor de mandar entre 1995 y 1997.

En el año 2005, Mª Ángeles pasó a la Escuela de Suboficiales para realizar el curso de ascenso a sargento, regresando en 2008 a la Flotilla de Submarinos para embarcar de nuevo al submarino Tramontana, pero esta vez como suboficial mecánico, con muchas más responsabilidades en su destino de exteriores, Seguridad Interior, auxiliares y propulsión, hasta el año 2014 en que desembarcó por ascenso, creyendo que nunca volvería a embarcar en submarinos. Pero en el año 2020 con ocasión de una vacante de brigada vistió de nuevo el uniforme de submarinista al ir destina al submarino Galerna, donde se encuentra actualmente realizando las pruebas de mar correspondientes a la finalización de la 5ª Gran Carena del buque. Mª Ángeles considera que, tras su experiencia de 12 años en la Flotilla de Submarinos, a lo largo de diferentes empleos y destinos, la igualdad e integración de la mujer a bordo está conseguida, como lo demuestra la normalidad de su trabajo día a día en la mar.

La valoración que hace de los jefes que ha tenido es muy positiva, por la suerte que ha tenido, según palabras suyas, por la mucha experiencia profesional, liderazgo y trato recibido de aquellos, dando fe de que en un submarino que hace 200 días de mar al año, la dotación es una gran familia y el submarino un segundo hogar, pese a las incomodidades de vivir largos períodos de tiempo en un cilindro de acero de 70 metros de longitud.

La sargento 1º Sandra Cuevas Díaz, obtuvo su nombramiento de sargento especialista en Administración y Finanzas en 2014, pasando inicialmente destinada a la Jefatura de Personal en el Cuartel General de la Armada en Madrid. En 2018 solicitó la única plaza que salió para su especialidad en Submarinos, sin tener la seguridad de obtenerla, ya que el año anterior también la había solicitado y se quedó en puertas, pero esta vez hubo suerte y pudo realizar el curso de Submarinos, embarcando al finalizar en el submarino Galerna (S 71), si bien las navegaciones las hizo en el Tramontana por encontrarse su submarino realizando la 5ª gran carena en las gradas de Navantia, los astilleros que construyen y reparan los submarinos de la Flotilla.

A Sandra le gusta la vida a bordo, pues considera que navegando todo es bastante familiar y cercano. Re-

cuerda que los domingos en la mar para romper la monotonía se hacían bingos, la comida era muy buena e incluso en cierta ocasión se hizo una carrera de coches, con material improvisado. Sandra ve positivo que cada vez haya más mujeres en submarinos y su intención es permanecer en el Arma Submarina e ir destinada a uno de los nuevos submarinos S-80 que se están construyendo.

La sargento especialista en Maniobra y Navegación Katherine González Villarreal, es la contramaestre del submarino Galerna, desde que finalizó el curso de ascenso a suboficial y aprobase el curso de submarinos en el año 2021. Con anterioridad a este destino ya conocía el Arma Submarina, pues siendo marinero de empleo, estuvo destinada en el pañol del contramaestre de la Base de Submarinos.

En la Escuela de Suboficiales le explicaron detenidamente las obligaciones y responsabilidades de un suboficial de submarinos, y aquello le hizo mella, por lo que con los nuevos galones de sargento solicitó el curso de submarinos en 2020, incorporándose a la Escuela de Submarinos en Cartagena en septiembre de ese mismo año, para 6 meses más tarde realizar una comisión en el submarino Tramontana, y pasar posteriormente destinada al Galerna, donde todavía continúa.

Katherine admite que el servicio a bordo de un submarino, implica muchas privaciones, pero tiene la compensación de formar un gran equipo donde todo se comparte, con una dependencia de todos con todos los compañeros, creándose así un vínculo que sólo existe en la gran familia submarinista. Su objetivo actual es trabajar para conseguir que el Galerna, regrese a la plena operatividad y poder realizar todo tipo de cometidos y misiones.

Lidia Llor Guirao, actualmente cabo 1º y cartagenera de origen, es una de las 5 sirenas de acero, según el periódico La Verdad de Cartagena, que en el año 2000 cambió la tradición de que sólo los hombres podían embarcar en submarinos. Lidia al acabar el curso de Aptitud de Submarinos, inicialmente embarcó en el submarino Siroco (S 72) y posteriormente pasó al Tramontana (S 74), guardando un gran recuerdo de sus primeros compañeros que la ayudaron en sus inicios como submarinista, recordando sus experiencias con la ducha, una cada tres días y que además estaba separada de los aseos por tan sólo una cortina, con lo que los varones, tenían que hacer cola en el exterior.

Su alojamiento en torpedos proa, fue otra experiencia a la que tuvo que acostumbrarse, teniendo como mamparo, una cortinilla que la separase del exterior. Pero todo esto eran anécdotas del pasado, y Lidia tiene un gran recuerdo de esos primeros años, que con la llegada de los nuevos submarinos serán una historia del pasado.

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Quizás la benjamina de este grupo de mujeres submarinistas sea la marinero Miriam Martínez Casales, con tan sólo 24 años. A Miriam siempre le fascinó la vida en las Fuerzas Armadas y ver a una mujer luciendo un uniforme militar. En el año 2019 se presentó voluntariamente para realizar el examen de ingreso en la Armada, aprobando sin problemas, pero no lo comunicó a nadie hasta la semana anterior a incorporarse a la Escuela de formación en Ferrol. Al acabar su período de formación y ya con la especialidad de Operaciones y Sistemas, tras el curso de aptitud de submarinos, fue destinada al submarino Galerna, después de un período de prácticas en el Mistral (S 73), como sonarista para realizar posteriormente tres navegaciones de larga duración en el Tramontana

Miriam reconoce que la vida a bordo es buena, aunque a veces hay situaciones durillas. El que existan más mujeres a bordo lo considera positivo, así como el hecho de poder contar con una ducha de vez en cuando. El balance de su experiencia a bordo, es que ha aprendido mucho tanto profesionalmente como personalmente, considerando que los otros marineros de la dotación no sólo son compañeros sino también buenos amigos fuera del trabajo. Miriam señala que las emociones a bordo se viven de una forma inexplicable, hay días de bajón, otros son divertidos y todas esas emociones hace que al final el trato sea como el de una gran familia.

CONCLUSIONES

La integración de la mujer en la Fuerzas Armadas españolas, que tuvo lugar con la entrada en vigor de la Ley 17/99 del Régimen de Personal de las FAS, permitió el embarque del personal femenino en los submarinos de la Armada, eliminándose así las limitaciones existentes para que la mujer se incorporase al Arma Submarina sin ningún tipo de restricciones.

Tras realizarse una serie de modificaciones fundamentales para acoger al personal femenino, las primeras mujeres realizaron el curso de Aptitud de Submarinos en el año 2000, incorporándose las primera cinco voluntarias en enero de ese año. Ello supuso un hito no sólo a nivel local sino incluso con una repercusión nacional en internacional, pues había y sigue habiendo Marinas de nuestro entorno que no habían dado ese paso, ya que a finales del siglo XX, tan sólo Noruega, pionera en este campo, junto con Suecia y Dinamarca (que carece ahora de submarinos), junto con Australia, tenían personal femenino en sus dotaciones, Canadá lo tendría en 2003 y una año más tarde Alemania, mientras que el Reino Unido, Francia, Italia, Portugal, EEUU, Japón y Corea del Sur, lo tendrían a partir de la segunda década de este siglo, con las excepciones de Holanda y Rusia, además de China, que de momento siguen cerradas a la presencia de la mujer en sus submarinos.

España en general y la Armada en particular, confirmaban así la igual total de la mujer uniformada con respecto a sus compañeros varones. Desde el año 2000, han sido muchas las mujeres tanto suboficiales como de la marinería, que se han incorporado a las dotaciones de los submarinos, así como a la Base, Escuela y Estado Mayor de la Flotilla Submarinos desempeñado los mismos destinos y responsabilidades de sus compañeros siendo la proporción del 13% en las plantillas submarinistas, muy acorde con la del resto de la Armada.

Podemos decir sin temor a equivocarnos, que la integración de la mujer en el Arma Submarina, ha sido total desde estos más de 20 años transcurridos, gracias al espíritu de servicio y dedicación de todas las mujeres submarinistas que lucen con orgullo el distintivo de oro de la especialidad y aptitud en su uniforme, con la firme creencia de que en un horizonte no muy lejano, una mujer pueda mandar algún día alguno de los nuevos submarinos de la Serie 80 actualmente en pruebas de mar o construcción.

Fig. 18. Laura Vitalia González Martínez.
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José María Treviño Ruiz Almirante (R) de la Armada Española. Especialista en Submarinos y en Comunicaciones. Fue Jefe de la Flotilla de Submarinos. Director del Área de Cultura de la RLNE

LA MUJER Y LA PESCA

LA MAR Y LA PESCA, FEMENINO SINGULAR

INTRODUCCIÓN

En un país como España, con cerca de 5.000 kilómetros de costa, la conexión intrínseca entre la vida y el mar resulta muy obvia. Somos un país eminentemente marítimo y rico en recursos de pesca, una de las figuras más importantes del sector pesquero de la Unión Europea. Se lo debemos a nuestra flota, al esfuerzo de armadores y gentes de mar, y al volumen en toneladas de peso vivo que pescan. No en vano, el sector pesquero español genera el 20 por ciento de la producción total de la Unión.

Aun así, pocas personas se dan cuenta de cuántos elementos de la vida cotidiana están vinculados al mar: el océano produce la mayoría de nuestro oxígeno y contiene el 97% del agua de nuestro planeta, el 40 por ciento de la población humana vive cerca de la costa y un porcentaje importante y creciente de la alimentación global proviene del mar. Si estas referencias pasan inadvertidas, no es de extrañar que todavía se perciba menos el papel de la mujer en nuestro sector.

El mar, la mar, como dicen quienes viven de ella, no entiende de géneros. La categoría de lo femenino está presente en la mar, pero ¿están presentes las mujeres? ¿Lo están en una posición de igualdad real y efectiva?

La mar y la pesca, femenino singular, han guardado las distancias con las mujeres desde tiempo inmemorial. Y aunque las circunstancias han ido cambiando con el paso de los años y su papel se ha hecho relevante a bordo de algunas embarcaciones, el mundo de la pesca, de bajura y de altura, sigue siendo muy masculino, bravío, duro y poco asequible para las mujeres.

LA MUJER Y LA PESCA 86

HISTORIA GENERAL

Una visión histórica sitúa a las mujeres en el desempeño de importantes y múltiples actividades en el sector pesquero. Los procesos de transformación y las industrias conserveras siempre han contado con mano de obra femenina. También la preparación de aparejos, la reparación de redes, la clasificación del pescado, las subastas en las lonjas, la venta y la contabilidad de la empresa familiar, han sido, son aún, labores desempeñadas en buena parte por mujeres. Actividades invisibilizadas, consideradas secundarias, con una menor cualificación y remuneración, y en muchos casos sujetas a la temporalidad (industria conservera, reparación de redes…) o al autoempleo (mariscadoras), cuando no a la economía sumergida, con las consiguientes implicaciones de falta de cobertura y prestaciones.

A esto se suma el hecho constatado de que los puestos de dirección y mayor responsabilidad de las empresas e industrias del sector –por supuesto en los barcos pesqueros– siguen en manos del género masculino. Las mujeres tienen una presencia estadísticamente irrelevante.

Puede decirse que la historia de la pesca con mayúsculas se ha escrito con nombres masculinos. El papel de la mujer en el sector pesquero ha estado relegado a actividades consideradas complementarias y adyacentes a la ocupación principal, la pesca, labor destinada a los hombres por ser el elemento de producción. “Jamás he conocido a una mujer que viajara a bordo de un barco sobre el que no se cerniera la desgracia”. Semejante afirmación figura en el Diario de a bordo del capitán de la Armada Británica Collingwood, que, en 1808, al saber que una mujer se encontraba a bordo de una de las naves de su escuadra, ordenó su inmediato desembarco.

A lo largo de la historia, la participación de la mujer en el entorno pesquero ha carecido del valor que le corresponde y, hasta hace relativamente poco, ha permanecido invisible a la sociedad. Salvo en lo que respecta a su intervención en el subsector de la transformación y la comercialización, su labor ha sido considerada como un añadido al trabajo de carácter extractivo en el que su presencia es todavía muy escasa.

La división tradicional de tareas por sexos clasificaba el mar para los hombres y la tierra para las mujeres, ya sea para actividades en la playa, el marisqueo, la comercialización, la transformación o para las actividades domésticas y de gestión del trabajo de los maridos en el mar.

En la mayoría de los países y regiones, las mujeres no suelen participar en la pesca de captura en mar abierto y de larga distancia. Hay excepciones. Por ejemplo, en Estados Unidos, en las pesquerías de Alas-

ka, las mujeres son las que se dedican principalmente a la pesca del salmón cerca del litoral (Szymkowiak, 2020). En la pesca costera artesanal, las mujeres son generalmente responsables de las tareas en tierra, que requieren mucha habilidad y tiempo, o se encargan de las embarcaciones y canoas más pequeñas que salen a pescar. Se está promoviendo la acuicultura como un sector de crecimiento importante y como una actividad que puede empoderar a las mujeres y los jóvenes, en particular, facilitando la adopción de decisiones por parte de las mujeres sobre el consumo y el suministro de alimentos nutritivos (FAO, 2017).

EN MANOS DE LAS ESTADÍSTICAS. UNA APROXIMACIÓN CUANTITATIVA

Resulta difícil estimar el empleo de las mujeres en la pesca y las actividades relacionadas. Los datos varían de una fuente a otra. No obstante, recurriendo a algunas de las más reconocidas, podemos vislumbrar que destacan en determinados trabajos en tierra, pero son excepciones en labores de alta mar. Con datos del Informe SOFIA 2022 de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), en el sector pesquero y acuícola trabajan 58,5 millones de personas en todo el mundo. De estas, alrededor del 21% son mujeres. Estas cifras tienden a la baja. Según la propia FAO, en 2018 trabajaban en el sector pesquero 59,51 millones de personas, 38,98 millones en la pesca y cerca de 20,53 millones en la acuicultura.

Si nos vamos a las cifras, más globales, del Banco Mundial, el 47% de los 120 millones de personas que en el mundo trabajan en toda la cadena de valor del pescado, son mujeres. Es decir, unos 56 millones de puestos de trabajo femeninos. Sin embargo, la presencia de mujeres en buques pesqueros es casi anecdótica, ya sea por cuestiones sociales o por la inadecuación de los barcos para la convivencia de ambos sexos.

LA MUJER Y LA PESCA 87 Proa a la mar

En Europa, son muchas las mujeres que trabajan en el sector pesquero. Alrededor de 100.000, y lo hacen, además, a lo largo de todos los eslabones de su cadena de valor. Efectivamente, la gran mayoría de las mujeres que desarrollan su actividad en este sector en Europa se enmarca en la industria transformadora con un 60%, pero más allá de esta valiosa aportación, su contribución se vincula a otras muchas actividades. Junto a la acuicultura y el marisqueo, con un 30% de mujeres, la contribución de las mujeres también está presente en el sector extractivo, con una participación a nivel europeo del 4%, asociada fundamentalmente con actividades auxiliares como las que desarrollan las rederas o las empacadoras, pero también desempeñando multitud de labores comerciales y de gestión, sin olvidar a las mujeres armadoras.

¿Y qué pasa en España? Las mujeres constituyen un 20% de los trabajadores de la pesca y de la acuicultura en nuestro país; en la industria, un 65%, y en el comercio minorista de pescado el 50%. Así lo asevera el informe “La mujer innovadora en el sector de la pesca y la acuicultura”, elaborado por la PTEPA (Plataforma Tecnológica de la Pesca y de la Acuicultura). Con datos del MAPA, y según las diferentes fuentes estadísticas disponibles, las mujeres representan en torno al 34% del empleo en el conjunto del sector pesquero y acuícola español, lo que supone algo menos de 43.000 trabajadoras en las diferentes actividades de la pesca extractiva y el marisqueo, la industria auxiliar a la pesca, la acuicultura (tanto marina como continental), así como la industria de la transformación y la comercialización.

A las estadísticas contribuyen también organizaciones privadas como Eucrante, una asociación nacida en la Universidad Politécnica de Valencia que se dedica al estudio, la conservación, protección y recuperación del medio marino. Según sus estimaciones, en España, de las cerca de 38.000 personas empleadas en pesca marítima un 3,3% son mujeres. Este porcentaje sube ostensiblemente en la acuicultura (27%), el marisqueo (95%) y la industria de la transformación (80%). Estas cifras, además de ser sólo orientativas, ocultan muchas otras actividades realizadas por mujeres y que contribuyen –cuando no sustentan– al sector pesquero. La reparación de redes, la administración y gestión de las empresas pesqueras, la limpieza de los barcos y el avituallamiento de los marineros, la preparación del pescado para la lonja, son tareas rara vez reconocidas, o ni siquiera conocidas, pero que juegan un papel esencial en la sostenibilidad pesquera.

El mayor número de mujeres cuya actividad profesional está relacionada con el sector pesquero se encuentra en comunidades autónomas con tradición y peso en este sector económico. Galicia se sitúa a la cabeza con 5.187 mujeres, es decir, el 25,2% del total; seguida de la Comunidad Valenciana, con 892 mujeres; Canarias, con 817; Cataluña, 633; Madrid, con 635; País Vasco, 384 y Andalucía, 371.

Los datos dan una muestra clara de la falta de equilibrio en el reparto del trabajo por sexo en la pesca marítima. Asimismo, la dicotomía hombres/ mar y mujeres/tierra que caracteriza al sector se hace muy evidente si se comparan los datos que muestra la Encuesta Económica de Pesca Marítima del MAPA relativos a empleo en tierra frente al registrado a bordo en función del sexo. Tomando como referencia el año 2020 (último ejercicio disponible), en el caso del empleo pesquero a bordo, el desequilibrio entre sexos es radical, con una casi total ausencia de mujeres, que solo representan el 0,9% del total, siendo su presencia a bordo casi exclusiva en las aguas del Atlántico Norte. Sin embargo, del total de personas que trabajan en la actividad pesquera en tierra el 33,6% eran mujeres. Por tanto, aunque la presencia masculina es mayor, en el ámbito terrestre si se da un cierto equilibrio entre sexos, llegando a ser la presencia femenina mayor en el Mediterráneo, donde el 57% de trabajadores en tierra son mujeres.

La conclusión de todos estos datos es que, pese a los avances producidos en los últimos años, la presencia de la mujer en el sector pesquero, especialmente en la pesca extractiva, es todavía bastante escasa. A la dureza de la propia actividad, sobre todo en la flota de altura y gran altura, se le suman las limitaciones de tamaño y espacio que existen en los buques, por normativa europea, para poder adaptarlos a la presencia de la mujer.

LA MUJER Y LA PESCA 88

LAS CAUSAS

La división de roles asociados al género, según el cual los hombres eran los que debían embarcarse mientras las mujeres permanecían en tierra, haciéndose cargo de la familia y del hogar, y realizando otras actividades que sirvieran de complemento a la economía familiar, normalmente poco retribuidas y, con frecuencia, nada reconocidas, hacía que fuera casi inconcebible hasta hace bien poco que una mujer pudiera trabajar en un barco de pesca.

La tardía incorporación de la mujer a las escuelas de Formación Náutico Pesqueras, así como la subsistencia de un modelo formativo que mantiene una escasa tendencia hacia la promoción de la diversificación profesional, son claves que influyen en la escasa presencia de las mujeres en el ámbito de la pesca. Actualmente se viene observando un incremento en el número de alumnas con las que cuentan las Escuelas Superiores de Marina Civil y las Escuelas de Formación Náutico Pesqueras. Sin embargo, esta tendencia no se ve correspondida con un incremento en la presencia de mujeres en el sector pesquero. Y tampoco se puede ahondar mucho en el tema. Resulta prácticamente imposible cuantificar el número real de mujeres graduadas, matriculadas y dedicadas a la pesca extractiva. Sencillamente no constan.

Otro factor que puede estar detrás de la escasa presencia femenina en la pesca marítima son las difíciles condiciones laborales que entraña la propia actividad, especialmente en la pesca de altura y gran altura, donde según las estadísticas casi no existen mujeres embarcadas.

En resumidas cuentas, y de acuerdo con el “Diagnóstico sobre la situación de la mujer en la pesca extractiva” realizado en 2017 por la Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero, para la escasa presencia de mujeres a bordo hay varias razones que incluyen la permanencia de prejuicios asociados a roles de género, pero también otros elementos como las dificultades de conciliación o

la adaptación de los barcos, factores que impulsan a las mujeres con vocación y cualificación marítimo pesquera a conducir su carrera profesional a otros ámbitos como salvamento marítimo, marina mercante o buques de pasaje y recreo.

En 2013, con la reforma de la Política Pesquera Común (PPC), la Unión Europea puso énfasis en la importancia del trabajo de la mujer en el sector pesquero, en un sentido amplio. Entonces se abordaron, sobre el papel, una serie de medidas. Hoy, el trabajo pesquero sigue moviendo a generaciones, pero forma parte, junto al papel que en él juega la mujer, de uno de los puntos flacos en cuestión de derechos laborales.

POLÍTICAS DE IGUALDAD

La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 establece que “cada individuo es titular de todos los derechos y libertades sin distinción de ningún tipo, ya sea de raza, color o sexo”. Casi 20 años después, en 1967 se firmó la Declaración para eliminar la discriminación de las mujeres y, por si aún quedaban flecos, en 1979 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra las mujeres. Los 141 países firmantes quedaron obligados desde entonces al compromiso por la igualdad de derechos en la esfera política, económica, social, civil y cultural.

En España, el principio de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, esencial para construir una sociedad justa, social y económicamente desarrollada, queda consagrado en la Constitución de 1978. Así, el artículo 14 de la Constitución proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón de sexo y, además, consagra la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones para que la igualdad del individuo y los grupos en los que se integra sea efectiva. A estos principios se sumó años después la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Ley que reconoce la subsistencia de situaciones de violencia de género, discriminación salarial, mayores tasas de desempleo femenino, escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica y dificultades de conciliación laboral y familiar. Se trata de una norma integral que regula el principio de igualdad entre sexos y que tiene por objeto “(...) hacer efectivo el derecho de igualdad de trato, en particular mediante la eliminación de la discriminación de la mujer, sea cual fuere su circunstancia o condición, en cualesquiera de los ámbitos de la vida y, singularmente, en las esferas política, civil, laboral, económica, social y cultural”.

LA MUJER Y LA PESCA 89 Proa a la mar

La búsqueda y la lucha por la igualdad en la pesca, así como en todos y cada una de las actividades que configuran la cadena de valor del sector pesquero, son un imperativo al que contribuyó la entrada en vigor de la Ley 33/2014, que modificó la Ley 3/2001 de Pesca Marítima del Estado y supone un impulso al introducir un artículo específico sobre igualdad de trato y oportunidades en el sector, además de ser la base para el desarrollo del Plan para la Igualdad de Género en el Sector Pesquero y Acuícola 2015-2020. Puede decirse así que la perspectiva de género y el principio de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres están incluidos en la legislación nacional sobre pesca.

También en Europa se trabaja por la igualdad de la mujer en la cadena de valor del sector pesquero. El Diario Oficial de la Unión Europea (DOUE) publicaba una Resolución del Parlamento Europeo (PE), del 27 de febrero de 2014, sobre medidas específicas en el ámbito de la Política Pesquera Común (PPC) encaminadas a desarrollar el papel de la mujer en este sector. Se trata de un nuevo paso en políticas de igualdad al que hay que dar la bienvenida ya que significa un impulso a la mejora del conocimiento de la realidad de la mujer y su reconocimiento profesional en el sector pesquero.

INICIATIVAS DESDE EL SECTOR

En este contexto y conscientes de la fuerza de la Unión, desde Cepesca contribuimos a la creación en 2016 de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (ANMUPESCA), integrada actualmente por 18 asociaciones de Galicia, Asturias, Cantabria, Andalucía y Valencia. Su objetivo es avanzar en la igualdad y eliminar para ello las desigualdades, una meta hacia la que ya se han dado pasos importantes, pero en el que todavía queda mucho trecho. Se trata de una entidad que, hoy en día, ya aglutina a más de 10.000 mujeres vinculadas al mundo del mar con el fin de defender sus intereses económicos y profesionales. La Confederación seguirá promoviendo estas iniciativas, pero insiste en la

necesidad de que las instituciones públicas trabajen activamente en la inserción profesional de las mujeres en labores de pesca.

Creemos que la oportunidad de España en este camino es especialmente importante ya que, como potencia pesquera a nivel europeo, la presencia de la mujer en este sector es muy notable. Según datos facilitados por el Instituto Social de la Marina (ISM), se estima que algo más del 16% de los afiliados al Régimen Especial de la Seguridad Social del Mar (REM) son mujeres.

Si miramos con más detalle los datos del ISM, se constata que la presencia de la mujer es mayor en actividades de gestión y en la industria auxiliar relacionadas con la labor extractiva que, como bien saben los que conocen este sector, son actividades tan fundamentales como imprescindibles para garantizar la buena operativa de la flota. Sin embargo, la presencia femenina a bordo de buques y embarcaciones pesqueras es limitada, con la excepción de las embarcaciones pequeñas.

Es labor de las administraciones, del ámbito formativo y, por supuesto, de las empresas del sector y las propias mujeres trabajar por su participación a todos los niveles y en Cepesca estamos convencidos de que, en línea con su desarrollo profesional, la mujer está llamada a ganar en el apasionante mundo de la pesca, especialmente en ámbitos de gestión, decisión y gobierno.

HISTORIAS DE EXCEPCIÓN:

ARMADORAS, PATRONAS Y MARINERAS

Lidia González Martínez, patrona de pesca y Marina Mercante con el módulo de capitán. Esa es su tarjeta de presentación. Hace pocos años, Lidia pasó de pescar en un barco de bajura de Cangas, en Pontevedra, a estar enrolada en un buque de pesca de altura en aguas de las Islas Malvinas, frente a Argentina, con puerto base en Montevideo. Una historia de éxito, sí. Pero su travesía no fue fácil. La vocación la tenía clara: quería dedicarse a la pesca, trabajar en la mar. Empezó por estudiar acuicultura, después se hizo guardacostas, como su padre, y acabó formándose como patrona de pesca. Primer escollo insalvable: resultó imposible hacer las prácticas en un pesquero. Lidia no se rindió. Tras una época de búsqueda sin fruto, optó por seguir estudiando. Se fue a La Coruña a cursar la carrera de Marina Mercante y, justo cuando estaba terminando, conoció REDMAR, un proyecto de la Fundación para la pesca y el marisqueo (FUNDAMAR) que ayuda a mujeres del sector a embarcarse en buques de pesca. Así logró su primer puesto como segundo oficial de puente en un barco de arrastre de Malvinas. El sueño de embarcar en un pesquero estaba cumplido.

LA MUJER Y LA PESCA 90

Encontrar embarque, que te den esa primera oportunidad para demostrar que vales, es la principal dificultad que se encuentra cualquier persona cuando quiere empezar en el mundo de la pesca. Si además eres mujer, es más difícil todavía. La historia de Lidia muestra que hoy es posible dedicarse y vivir de la pesca de altura aun siendo mujer. Eso sí, con formación y aprendizaje continuo, con autoexigencia, sin rendirse ni dejarse vencer por la frustración.

Hay otras historias, otros ejemplos actuales con nombres y apellidos. Véase María José de Pazo, armadora y gerente de Veraguas; María Ángeles Cayuela, armadora de la flota de Almería, que preside la Asociación de Armadores de Almería (Asopesca) y la Asociación Andaluza de Mujeres del Sector Pesquero (AndMuPes) o Arantxa Toriza, otra enamorada de la pesca de altura. Tuvo que hacer las prácticas de la Escuela Náutico Pesquera en un remolcador y en 2018 consiguió un puesto a bordo de un pinchero de Gran Sol y ha estado bastante tiempo faenando en aguas inglesas e irlandesas con palangre de fondo. Hoy, con el título de capitán de pesca que le dio el Instituto Marítimo Pesquero del Atlántico en Vigo, es otra española experimentada en el sector.

Las historias de estas y otras españolas en el mundo de la pesca se pueden encontrar en internet. Se han contado, figuran en las webs y en los diarios, por su singularidad, porque son protagonistas de historias de excepción en un mundo de hombres. Es noticia Enriqueta Joya (1899-1974) que fue la primera mujer pescadora y redera de Almería. Lo es también Gloria Lijó (Castiñeiras, A Coruña, 1944), la primera mujer en enrolarse en la pesca de altura. Lo hizo en un palangrero rumbo a Marruecos. Tenía 47 años y no sabía nadar. “En esa época ya había mariscadoras, rederas, pero marineras, en altura, yo era la única”, ha dicho Lijó, que se convirtió en un “reclamo” de la época, ya que en los muelles “la gente iba a ver a la mujer marinera”.

Más para acá, en el Diario de Cádiz, encontramos otra historia excepcional. La de la alicantina Vanesa Durán, que en septiembre de 2020 fue elegida directora de la Escuela de Ingenierías Marina, Náuticas y Radioelectrónicas de la Universidad de Cádiz. Si saltó a los medios fue por ser la primera mujer en regir los destinos de esta facultad no solo en la UCA, sino también en el resto de España. Náuticas es una carrera eminentemente masculina, incluso estuvo prohibida para las mujeres durante años. Vanesa Durán, gaditana desde los cuatro años, la estudió por la atracción que siempre ha sentido por el mundo marítimo. Solo se graduaron tres mujeres en su promoción. Y, como ella misma admite, en porcentaje de alumnas matriculadas estamos igual que en los años 90.

INVISIBLES EN TIERRA

Aparte de las mujeres que ejercen una actividad profesional en el sector pesquero, hay mujeres que realizan numerosas actividades en empresas familiares como la administración, la venta de pescado o marisco, la preparación de redes y sedales, la limpieza de barcos, etc. A menudo, esta contribución permanece invisible porque las mujeres tienen muy pocas veces un estatuto social, pese a las políticas europeas a favor de la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en este sentido.

Las estadísticas europeas sobre empleo, único indicador social que tiene en cuenta la Política Pesquera Común, son escasas, en particular cuando se trata de obtener series de datos desglosados por sexo. La Decisión 2010/93/UE que obliga a los Estados miembros a proporcionar datos de empleo desglosados por sexo para los subsectores de acuicultura y transformación, no es aplicable al subsector de la captura. Así, poco sabemos cuantitativamente sobre las mujeres en empleos vinculados con la pesca. Y resulta difícil concretar las labores o perfiles profesionales que desarrollan específicamente las escasas mujeres a bordo de las embarcaciones pesqueras, de cara a compararlos con los de los hombres, pues los datos al respecto se engloban en categorías muy amplias y con poco grado de detalle.

La inestabilidad del sector pesquero, donde en muchos casos se cobra “a la parte” según las capturas obtenidas y el precio de venta en la lonja, donde el mal tiempo impide salir a faenar y los meses de invierno son difíciles para la familia por el descenso de los ingresos, ha determinado que el trabajo de la mujer se perfilase como una ayuda familiar que compense las épocas malas del sector pesquero y estabilice la economía doméstica. Así, las rederas y operarias de las fábricas de conservas son en su mayoría mujeres, mientras que sus propietarios son hombres, y también en la captura de percebe y angula son ellos quienes controlan el sector.

LA MUJER Y LA PESCA 91 Proa a la mar

Las rederas: El arte de confeccionar y montar las artes y los aparejos de pesca, así como de realizar su mantenimiento y reparación, es una actividad laboral altamente cualificada, que requiere de formación y experiencia. Pese a estas características nos encontramos ante una labor invisibilizada por su complementariedad con la actividad principal que es la pesca. Son un empleo subalterno ya que dependen de uno principal, el barco o compañía pesquera. Esta actividad es realizada fundamentalmente por mujeres, si bien conviene precisar que no siempre ha sido así, ya que en sus orígenes eran los propios marineros quienes se encargaban de reparar las redes dañadas tras la faena.

Resulta curioso que, tal vez debido a la situación precaria del sector, actualmente se observa la incorporación de hombres a esta actividad, tanto marineros jubilados como hombres migrantes. La ausencia de rederas profesionales en algunos casos y la oferta a precios más competitivos, están siendo los motivos de esta incorporación masculina a la actividad.

Las dificultades para cuantificar la actividad en el ámbito de las rederas tienen su origen en la concurrencia de tres situaciones: rederas oficiales que ejercen como tales y están dadas de alta en el REM como autónomas o trabajadoras por cuenta propia, rederas que se encuentran dadas de alta en este régimen y no ejercen como tales y mujeres que reparan las redes en un contexto de economía informal.

Tradicionalmente, la forma de aprendizaje de este oficio se adquiría básicamente a través de marineros jubilados. Si bien, una parte importante de las rederas que actualmente se encuentran en activo se han formado en cursos especializados convocados a través de las cofradías de pescadores. Dichos cursos, que tenían el veto a todas aquellas personas que no fuesen socios de la cofradía convocante, fueron los primeros vestigios de profesionalización del colectivo y la articulación de proyectos por parte de las administraciones locales.

El reconocimiento legal de la profesión comenzó a materializarse a partir de la entrada en vigor del Re-

al Decreto 1.376/2009, de 28 de agosto, por el que se establece el Certificado de Profesional MAPN0108 para la Confección y Montaje de Artes y Aparejos, perteneciente a la familia profesional Marítimo Pesquera y Área profesional de Pesca y Navegación. La competencia general para desarrollar esta actividad consiste, a tenor de este RD, en la capacidad para confeccionar y montar las artes y los aparejos de pesca, así como efectuar su reparación y mantenimiento, siguiendo las indicaciones de los planos y/o los procedimientos tradicionales. Este certificado, de Nivel II, cuenta con 290 horas teóricas y 40 horas destinadas a la realización de prácticas profesionales no laborales, y actualmente se imparte en las Escuelas Náutico Pesqueras y los Centros de Formación Profesional del Mar.

El desarrollo de la actividad profesional de las rederas se caracteriza por su inestabilidad. Uno de los aspectos que, a juicio de muchas rederas, impide la consolidación y desarrollo de su profesión es su alta dependencia del éxito o fracaso de las embarcaciones que faenan en el mar. Es decir, la inestabilidad inherente al sector pesquero se transmite a estas trabajadoras de tierra.

Cuando las pesquerías atraviesan una mala racha, el armador pospone el pago de sus servicios, no porque esté pensando en agrupar beneficios, sino porque directamente no puede hacer frente al gasto. Las rederas pueden tardar varios meses en cobrar por su trabajo, lo cual supone un grave inconveniente, máxime si se tiene en cuenta que tienen que hacer frente a gastos como el pago de la cuota de autónomos, y su capacidad de ahorro está limitada por los escasos ingresos que obtienen de su actividad.

Por el contrario, cuando acontece una buena racha, en la que los barcos salen diariamente a faenar y regresan a puerto con abundantes capturas, se acumulan los aparejos de malla y redes de cerco que deben repararse, y las rederas se ven obligadas a subcontratar a personal de apoyo.

Las reparaciones cuentan con precios prefijados, estableciendo la categoría precio/hora para las redes de cerco y precio/pieza para las demás artes. Los tiempos de dedicación varían bastante en función de la malla a coser, del tamaño y del daño que tenga.

Los ingresos netos que le pueden quedar a una redera por su trabajo, una vez descontada la cuota de autónomos, el pago de impuestos y el alquiler del local, son escasos. De nuevo nos encontramos con la concepción complementaria de esta actividad, ahora asociada al factor económico. Los beneficios obtenidos no permiten una autonomía económica y deben combinarse con otro trabajo propio o con el aportado por un cónyuge.

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La diversificación profesional orientada hacia otros sectores o vinculada a su actividad parece ser alguna de las estrategias que están utilizando las rederas para mantener su oficio. En general no aspiran a trabajar en los grandes barcos pesqueros y de arrastre, que en su tripulación cuentan con la figura de rederos. Estos hombres son contratados directamente por el armador para la realización de esta tarea en exclusiva y cobran un sueldo fijo.

Desde las distintas asociaciones de rederas, surgidas en los últimos años del siglo XX, trabajan para visibilizar y dignificar la profesión, es decir, romper con su concepción tradicional de complemento o apoyo a la dedicación del “cabeza de familia” y convertirlo en una actividad con autonomía propia, que pueda desempeñarse al margen de la dedicación familiar y que no se contemple como un ingreso extra de la misma.

Las rederas de Galicia, las asturianas, las del País Vasco, siguieron el ejemplo de las mariscadoras y se organizaron en asociaciones para convertir una actividad informal en una profesión. Estas iniciativas surgieron gracias al apoyo de las autoridades territoriales que financian la formación de las mujeres. Numerosas organizaciones de mujeres en la pesca y la acuicultura decidieron agruparse a escala europea creando la red AKTEA en 2006. Los principales objetivos de dicha red son defender los derechos de las mujeres en la pesca a escala europea y facilitar los intercambios entre organizaciones de mujeres de diferentes países. La obtención de salarios adecuados es, a juicio de muchas rederas, la única vía para dignificar la profesión y comenzar a disolver el concepto de empleo subalterno. Esta visión implica cambiar la posición culturalmente asignada a la mujer en las comunidades marineras.

Por lo que respecta al futuro de la profesión, todas las rederas coinciden en afirmar que su subsistencia en términos de calidad debe enfrentarse a varios frentes. La fundamental es la crisis del sector pesquero, evidenciada en el constante descenso del número de embarcaciones, es decir de los clientes de las rederas. El fuerte intrusismo profesional, también es otro elemento que perjudica la profesionalización del sector y su pervivencia.

Mariscadoras y perceberas. El marisqueo ha sido una actividad tradicionalmente femenina, conceptuada como un ingreso complementario y subalterno al aportado por el cónyuge marinero, que ayudaba a paliar la inestabilidad del sector pesquero, los parones debidos al mal tiempo y la ocasional escasez de capturas. Sin embargo, en las últimas décadas, los altos precios alcanzados por los erizos de mar, bivalvos, etc., han animado a muchos hom-

bres a dedicarse al marisqueo, llegando en la actualidad a superar en número a las mujeres en algunas comunidades, como es el caso de Asturias.

En Galicia el marisqueo sigue dominado por las mujeres que, a mediados de la década de 1990, se organizaron para convertir una actividad informal en una profesión. Gracias a la formación que recibieron, obtuvieron un estatuto profesional y crearon sus propios grupos que se incorporaron a las organizaciones de pescadores. Las organizaciones de mujeres establecieron un sistema de gestión de recursos para evitar la sobreexplotación de las poblaciones de marisco.

Están en mejor posición que las rederas a la hora de defender sus intereses y participar en los órganos de poder de las cofradías. De igual modo, al tratarse de una actividad regulada por los textos legales en materia de pesca, permite una visibilidad de la que carecen las rederas, cuya profesión se mueve en el ámbito privado, sujeta al contrato verbal con el cliente.

En cuanto a las perceberas, antes de su sobreexplotación, la recolección del percebe podía realizarse con la licencia de marisqueo a pie, si bien ahora se precisa una licencia específica. Se han establecido además zonas de pesca restringidas y varios planes de explotación. Respecto a los ingresos que genera esta actividad, varían en función de cómo esté la mar, el precio de venta en el mercado, el riesgo que se asuma y lo grandes que sean los percebes.

En ambos casos, se trata de empleos semi-autónomos, que se perciben como un suplemento a la economía y dieta familiar. Quizá ello explique que el 62,9% del total de personas dedicadas al marisqueo sean mujeres.

Anguleras. Hasta finales del siglo XIX, momento en que comienza a valorarse como un manjar y a alcanzar altas cotizaciones en el mercado, la angula, alevín de la anguila, era una especie que únicamente capturaban las mujeres desde tierra y únicamente se incluía en la dieta de las personas más desfavorecidas.

LA MUJER Y LA PESCA 93 Proa a la mar

Solo en el País Vasco la angula era un plato considerado exquisito, típico de Navidad, altamente valorado y demandado desde el siglo XVIII. Era la única comunidad autónoma en que la angula tenía prestigio. Desde allí se extendió esta valoración al resto de la costa cantábrica. En concreto, en Asturias, las primeras noticias sobre su pesca datan de la década de 1850 y corresponden a las lavanderas de Ribadesella, que las destinaban a alimento para los cerdos. Esta especie ha sufrido un importante declive en los últimos años en la UE, es muy apreciada por la alta gastronomía y su pesca está muy regulada.

Las anguleras muestran un marcado pesimismo respecto al futuro, motivado principalmente por la escasez del recurso, cada año más mermado por su sobrexplotación. La inestabilidad en las capturas y el tiempo de dedicación hace que la pesca de angula no sea una actividad a la que animasen a sus hijas a dedicarse.

Armadoras, patronas y marineras. El artículo 145 de la Ley 14/2014, de 24 de julio, de Navegación Marítima, define armador o armadora como “quien, siendo o no su propietario, tiene la posesión de un buque o embarcación, directamente o a través de sus dependientes, y lo dedica a la navegación en su propio nombre y bajo su responsabilidad”. El armador o armadora es responsable de equipar, avituallar, aprovisionar, dotar de tripulación y mantener en estado de navegabilidad una embarcación de su propiedad o bajo su posesión, con objeto de asumir su gestión náutica y operación.

El Real Decreto 36/2014, de 24 de enero, regula los títulos profesionales del sector pesquero: Capitán de pesca, Patrón de altura, Patrón costero polivalente, Patrón local de pesca, Mecánico mayor naval, Mecánico naval y Marinero pescador, y establece las atribuciones y las características de dichos títulos. Las diferencias entre los distintos tipos de títulos de capitán/patrón se basan en las distancias a la costa y la eslora máxima permitida. Según el tamaño del barco se establece la tripulación mínima y máxima.

Como hemos expuesto anteriormente, en el análisis de la dicotomía tierra/mar femenino/masculino, los barcos son territorio masculino. El peso de la costumbre y las supersticiones (las mujeres a bordo traen mala suerte), provoca que aún se mantengan toda una serie de condicionamientos simbólicos, que condicionan la casi nula presencia de mujeres, aun actualmente, trabajando a bordo de los barcos de pesca.

REDUCCIÓN DE LOS COEFICIENTES REDUCTORES

Recientemente, se ha producido una buena noticia para estos colectivos de mujeres. La Ley de Pesca Sostenible e Investigación Pesquera aprobada en el Congreso de los Diputados, modifica la Ley 47/2015, de 21 de octubre, reguladora de la protección social de las personas trabajadoras del sector marítimopesquero, en cuanto a la aplicación de coeficientes reductores en la edad de jubilación como consecuencia de las exigencias físicas y del medio en el que se desarrolla esa actividad laboral, factores que causan un deterioro importante en la salud, constituyendo un riesgo en su integridad física o psíquica así como un deterioro físico que en muchas ocasiones va a determinar su futura salud.

Lo cierto es que, hasta la fecha, el reconocimiento de coeficientes reductores de la edad de jubilación en el régimen especial del mar había dejado de lado a ciertas profesiones en las que el porcentaje de mujeres es significativamente mayor que el de hombres, como es el caso de las rederas (88 por ciento) y mariscadoras (61 por ciento). E incluso ocurre que, en el caso de las neskatillas y empacadoras de la costa vizcaína, el sector está constituido exclusivamente por mujeres.

Esta exclusión, unida a la circunstancia de que el reconocimiento social y prestacional de estas ocupaciones ha sido históricamente menor por el hecho de tratarse de sectores casi totalmente femeninos, exige una respuesta legislativa.

En el caso de las rederas, neskatillas y empacadoras se trata de trabajos especialmente penosos, duros y con un mayor desgaste por su exigencia física o psíquica, como lo demuestra el nivel elevado de bajas por accidentes o enfermedades, estando también sometidas a horarios ajustados al ritmo de producción o posibilidad de pesca, dándose por tanto los requisitos necesarios para la aplicación de un coeficiente reductor que les permita adelantar su edad de jubilación.

LA MUJER Y LA PESCA 94

En el caso de las mariscadoras a pie, se hace necesario equiparar su coeficiente al de los mariscadores a flote ya que se produce una discriminación entre ambas al darse en este colectivo las mismas condiciones de penosidad, peligrosidad e intensidad del trabajo desarrollado, lo que justifica el aumento del coeficiente aplicable. Igualmente, en este colectivo el nivel de siniestralidad y la incidencia de enfermedades profesionales es muy elevado, teniendo en cuenta que el trabajo se desarrolla a la intemperie, con el cuerpo introducido en el agua del mar y condicionado por las mareas y por la meteorología, coincidiendo, en el caso de mariscadoras a pie y percebeiras, los momentos de mayor exigencia con las épocas del año más frías y con más inclemencias meteorológicas.

Por otra parte, realizan tareas que exigen gran destreza manual con la utilización de utensilios de forma completamente artesanal y en muchas ocasiones de pie, como en el caso de las rederas.

Por último, en relación con los buceadores profesionales, sólo teniendo en cuenta el medio y la presión a la que están sometidos constantemente en la realización de su trabajo, la dureza y peligrosidad del trabajo que realizan, en un medio hostil al organismo humano, en el que se ven expuesto a la presión, al frío, a la humedad, que origina un mayor nivel de incidencia de enfermedades profesionales o accidentes laborales que en otras actividades justifica la aplicación de coeficientes reductores de la edad de jubilación que permitan el adelanto de la edad de jubilación. La inclusión de este colectivo en el Régimen Especial de Trabajadores del Mar no se produjo hasta la citada Ley 47/2015, una norma posterior al Real Decreto 1311/2007, de 5 de octubre, por el que se establecen nuevos criterios para determinar la pensión de jubilación del Régimen Especial de la Seguridad Social de los Trabajadores del Mar; ello explica que el reconocimiento a este colectivo del coeficiente reductor no se haya producido antes.

CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

Podemos decir que nuestro sector, el sector pesquero español, ha sobrevivido a décadas de incertidumbres, conflictos y problemas, y lo ha logrado por lo arraigado de la pesca en las regiones litorales y por la importancia social y económica del pescado. Nuestra flota ha experimentado una enorme transformación y hoy está en la vanguardia de las tecnologías en sistemas de navegación, adelantos náuticos, etc. Tenemos buques que son auténticas factorías, que conviven, no obstante, con una flota tradicional de bajura, cuya actividad resulta cada vez más difícil en términos de competitividad.

Hoy contamos con menos de 8.800 buques que generan unos 31.000 empleos directos. Y, sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de nuestros tripulantes, qué no decir de los patrones de pesca, son mujeres.

Voluntad política hay. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha puesto en marcha políticas de integración e igualdad en el sector pesquero, una competencia expresa y un objetivo prioritario de la Secretaría General de Pesca (SGP), encabezada hoy por una mujer. Desde este estamento se ha creado la Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero (REMSP) con la finalidad de visibilizar y poner en valor el trabajo femenino en la actividad pesquera y acuícola, favoreciendo la comunicación y el intercambio de iniciativas y mejores prácticas entre las profesionales que trabajan en este ámbito, en cualquiera de sus diferentes áreas, promoviendo su emprendimiento y asociacionismo, así como su empoderamiento y liderazgo.

La REMSP también permite desarrollar a nivel nacional el principio de promoción de la igualdad entre hombres y mujeres y no discriminación por el que se rigen los fondos estructurales y de inversión europeos, tal y como se recoge en el artículo 7 del Reglamento Nº 1303/2013 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 17 de diciembre de 2013, por el que se establecen disposiciones comunes relativas a los fondos comunitarios, entre ellos el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP), a través del cual se contempla el apoyo a actuaciones en materia de género y promoción de la igualdad en el sector.

LA MUJER Y LA PESCA 95 Proa a la mar

En este sentido, el Programa Operativo (PO) para España del FEMP 2014-2020 y del FEMPA 20212027 contribuye a la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres a través de la identificación de necesidades nacionales o regionales relacionadas con la existencia de brechas de género, especialmente en materia de empleo, y contempla actuaciones para potenciar el papel de las mujeres en la actividad, como el fomento del emprendimiento femenino o el impulso a la inclusión de las mujeres en las zonas dependientes de la pesca a través de su mayor implicación y participación en las Estrategias de Desarrollo Local Participativo (EDLP).

Por todo ello, este Programa Operativo cuenta con el Dictamen favorable de Igualdad del Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades, de cuyo seguimiento es responsable la Red Española de Mujeres en el Sector Pesquero, que además forma parte del Comité de Seguimiento del FEMP.

También hay proyectos como REDMAR, iniciado en 2013, que ha generado una red de intercambio de experiencias que ha favorecido la interrelación diferentes entidades vinculadas al sector pesquero con el objetivo de promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad (dentro del Programa Pleamar del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca) y la OPPC-3, y fomenta el embarco de mujeres tituladas en formación marítimo-pesquera en buques de pesca, y las buenas prácticas en materia de seguridad a bordo, medio ambiente e igualdad de género.

Estos programas trabajan por la inclusión femenina en la pesca de altura, y suya es la propuesta de un plan de acción que se basa en la implicación y búsqueda de compromiso por parte de las empresas armadoras, en la sensibilización de la sociedad y en la formación adecuada a través de la introducción de la perspectiva de género. Existe un plan para revertir esta situación basado en la promoción de este tipo de enseñanzas en los centros educativos, la introducción de la perspectiva de género en los ciclos formativos y la formación de los docentes en igualdad de género.

La situación agrava los problemas actuales de relevo generacional de tripulaciones en pesqueros que, además, pone de manifiesto la necesidad de mano de obra cualificada. Este es el momento ideal para poner sobre la mesa el papel que pueden jugar las profesionales pesqueras como parte de la solución al mismo.

Las escuelas náutico-pesqueras creen necesaria la promoción de la formación pesquera en centros educativos de secundaria y bachillerato, con el objetivo de que resulte atractivo el sector para las nuevas generaciones. Así mismo consideran necesario introducir la perspectiva de género de forma transversal en el currículo de dichas enseñanzas y que esta formación alcance igualmente al cuadro docente.

Escuelas y sector consideran fundamental la colaboración para que los titulados que terminan sus estudios puedan realizar los periodos de prácticas correspondientes y posteriores periodos de embarque para obtener los días de mar que den acceso al título completo. Aquí también se ha dejado claro por parte del sector que debe cambiar la rigidez del sistema de prácticas actual, en cuanto al periodo del año en el cual se debe embarcar al alumnado y también por cuánto tiempo, lo que ocasiona actualmente problemas a las empresas dispuestas a llevarlos a bordo.

El sector ha manifestado su interés en incluir mujeres en sus tripulaciones, pero también ha querido dejar claros los impedimentos actuales para la mejora de la habilitación consecuencia de la legislación actual. Se ha intentado cambiar esta norma para mejora de la vida a bordo y de la seguridad de las tripulaciones, pero no ha sido posible, por lo que la necesidad de incorporación de mujeres a bordo sería una razón más para solicitar que esta norma se modifique.

Por último, se estima necesaria una mayor sensibilización y concienciación de la sociedad, por considerarse la inclusión de la mujer en los trabajos a bordo necesaria y positiva, de forma que poco a poco se vaya acabando con los prejuicios infundados sobre la valía de la mujer para los trabajos a realizar y que se normalice la visión de una mujer como parte de la tripulación de un barco de pesca.

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El 8 de marzo de cada año, con motivo de la celebración del Día de la Mujer Trabajadora, Cepesca reivindica más políticas públicas de apoyo a la empleabilidad de la mujer en la actividad pesquera, recuerda que su presencia, especialmente en la pesca extractiva y en los puestos directivos, es deficitaria, y pide al Gobierno de turno que invierta en impulsar su integración con el objetivo de reducir la brecha de género existente en este sector y contribuya así a una sociedad más igualitaria.

Buena parte de la pesca de altura está preparada para la incorporación de mujeres a los buques. Los barcos son modernos, están adaptados y tecnificados, con lo cual se requiere menos fuerza física. Es una opción de trabajo que todavía no es visible en Europa. Pero hay bastantes mujeres en los buques pesqueros argentinos. Y en Nueva Zelanda, las tripulaciones son mixtas al 50 por ciento.

En cualquier caso, son muchas las dificultades y retos a los que se enfrentan las mujeres que trabajan en el sector pesquero y acuícola. Es necesario regularizar sus condiciones laborales e igualar su situación profesional con la de los hombres, asegurar que las generaciones futuras se sientan atraídas por los oficios y actividades del sector y reconocer la aportación femenina al desarrollo sostenible de la pesca y la acuicultura con el fin de eliminar todas las barreras estructurales, económicas, administrativas y sociales que hacen más difícil su participación en condiciones de igualdad.

Está entre nuestros objetivos como sociedad aunar todo el talento que, tanto mujeres como hombres, puedan aportar para salir de la situación crítica que se atraviesa y poder avanzar hacia una economía más fuerte, basada en un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, conforme a los objetivos de la Estrategia Europa 2030.

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MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA, POR DELANTE DEL ADELANTADO

El hecho comprobado de que las mujeres españolas estuvieron junto a los hombres desde el primer momento en la Conquista de América ya es, en sí mismo, una proeza. Si las hazañas del hombre español nos parecían insuperables por las dificultades de la empresa que tuvieron que afrontar, la mujer le acompañó por todos los caminos, por lo que se puede afirmar que, si grande fue la calidad del conquistador, igualmente grande fue el temple de las heroínas que no faltaron ni en una sola de sus jornadas.

Además, hay que tener en cuenta que para muchas mujeres la responsabilidad sobrevenida por la muerte de sus cónyuges, al asumir los cargos como consortes, supuso la verdadera conquista. Gozaron de una independencia y de una libertad de maniobra que no hubieran logrado en el rígido sistema establecido en el Viejo Mundo.

Mencía Calderón de Sanabria es un caso extraordinario de mujer audaz, que a mediados del siglo XVI, decide tomar las riendas de un destino que se había desbocado y que no sólo fue protagonista de una historia de liderazgo en condiciones extremas, además contribuyó con su hacienda personal a la conquista del Nuevo Mundo y su descendencia forma parte del mestizaje que continúa hasta nuestros días.

En un viaje por tierra y mar, desde su ciudad natal de Medellín, Extremadura, hasta su llegada a la localidad de Asunción en el Paraguay, transcurrieron seis años en los que lideró una expedición inverosímil hacía una tierra que la leyenda situaba a medio camino entre el Paraíso y el infierno caníbal y cuya compleja trama hay que descomponer para captar la grandeza de su dimensión y comprender su significado.

En un momento en que aún había mucho de descubrimiento y de conquista en el Nuevo Mundo, Mencía Calderón, ya viuda del Adelantado y gobernador, se embarcó con los objetivos de socorrer a los desesperados españoles que se encontraban en el Río de la Plata, poblar un territorio apenas explorado y replicar el modelo de la metrópoli a través de la familia, el gran núcleo social.

En la gran mayoría de los casos, la emigración femenina hacia América en el siglo XVI empezaba con una carta escrita por el marido que previamente había emigrado en solitario a América, bien como soldado en las conquistas de territorios americanos o bien como comerciante. No era el caso de las mujeres que acompañaron a nuestra Adelantada, la mayoría solteras o viudas que viajaron no solo sin acompañante, sino sin nadie que las esperara en su incierto destino, que ya había adquirido fama de tierra infame por las dificultades que entrañaba.

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Mencía Calderón es la protagonista de una aventura de ultramar irrepetible, cuya única recompensa fue el paso a la historia como una de las más grandes mujeres en la mar, aunque sea poco conocida. Para poder comprender mejor la dimensión de su epopeya, hay que desgranar antes el complejo entramado que se vertebra sobre el momento histórico, el lugar geográfico y lo singular de los personajes protagonistas, muchos de los cuales son hombres que sí obtuvieron el reconocimiento de haber sido inscritos en las páginas de la historia.

Según el historiador Enrique Otte, el conquistador vivía en tres mundos: el mundo político (la corte), el mundo económico (Sevilla) y el mundo militar (la selva). Siendo esto cierto, sorprende que Mencía Calderón pudiera sortear con éxito los tres.

En las empresas tardías como las rioplatenses, las expediciones conquistadoras eran a su vez pobladoras. España desde el primer momento confió en que conquistar era poblar, a ello contribuirá nuestra conquistadora protagonista, cuya sangre sigue corriendo por las venas de todos sus descendientes.

EL DESCUBRIMIENTO

La región denominada como el Río de la Plata forma parte de lo que se ha llamado la segunda conquista que, lejos de ser menos compleja que la primera, tuvo elementos inesperados que complicaron su desarrollo. En primer lugar su lejanía de la metrópoli era mayor, lo cual repercutió en los medios y auxilios de las campañas. También jugó un papel muy importante que, así como en México y Perú bastó con sustituir las estructuras de poder de los indios por los nuevos jefes españoles quedando dominados los pueblos, en el Río de la Plata no había estructuras jerárquicas o gobiernos, ni grandes jefes y los pueblos hechos a esa vida nómada y primitiva resistieron tenaz y largamente al invasor, que se vio obligado a conquistar y perder mil veces el terreno a fuerza de grandes sacrificios, en una supervivencia extrema de guerra de guerrillas.

El lenguaje es insuficiente para describir y explicar lo nuevo, por lo que la representación del espacio americano fluctúa entre el mito y la utopía. En el Río de la Plata hubo varias etapas según las causas que la convirtieron en objeto de deseo. La primera fue el paso interoceánico hacia la ruta de la especiería que lanza a los exploradores a tantear su costa. Después comenzaron las leyendas sobre

las riquezas de su sierra y ciudades en el interior, siguiendo el cauce de los ríos que se adentraban en la tierra. Solamente una vez superadas las expectativas de enriquecimiento rápido y las quimeras, la aventura se concreta en asentar el territorio y poblarlo, esa es la empresa que decide acometer Mencía Calderón.

Es necesario comenzar por el principio. En los primeros días de febrero de 1516, Juan Díaz de Solís alcanzó la desembocadura de un río, el más ancho del mundo debido a su amplitud máxima de 221 km, que por su salinidad y extensión pensaban que era un brazo de mar, al que se puso el nombre de río de Solís, allí se decidió descender a tierra con algunos de sus hombres para reconocer la costa. Al llegar a la orilla, fueron atacados, asesinados y descuartizados por los indios charrúas, caníbales que habitaban aquellas tierras 1. El resto de la aterrorizada tripulación, observó la escena desde los barcos, así que resolvieron dar por terminada la expedición y levaron anclas para volver a España, donde relataron la horrible escena que presenciaron.

A partir de ese momento, el miedo a morir ahogado en la mar antes de alcanzar tierra firme era remplazado por el riesgo a ser devorado por los nativos, así eran los dos mayores temores de todos cuantos asumían el peligro de viajar a aquella región. Al mismo tiempo y dado que no se había podido ni confirmar ni desmentir las supuestas riquezas de la zona, el río de Solís, pronto cambiaría su nombre de bautismo del explorador español, por otro mucho más sugerente, prometedor y brillante; el Plata sería el nuevo el Dorado. Las dos fuerzas contrapuestas, miedo y osadía, jugaban en todas y en cada una de las fichas del juego de la Conquista.

1. Jorge Luis Borges escribió en su obra Fundación mítica de Buenos Aires: “Pensando bien la cosa, supondremos que el río era azulejo entonces como oriundo del cielo con su estrellita roja para marcar el sitio en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron”.
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Fig. 1. Buenos Aires.

De los exploradores que habían desembarcado con Solís, solamente se salvó el grumete Francisco del Puerto, quien quedaría cautivo de los indios y, diez años más tarde, sería encontrado por la armada de Sebastián Gaboto2. En abril de 1526, la flota de Gaboto parte con la misión de realizar una expedición hacia las islas de las Molucas. Sin embargo, seducido por las leyendas sobre los tesoros que se encontraban en la región rioplatense, Gaboto abandonó los objetivos expresos en la capitulación e ignorando el compromiso contraído con la Corona y los financiadores privados, se dirigió hacia el Río de la Plata y remontó el río Paraná, donde fundó el fuerte Sancti Spíritus3.

No es una invención que la antropofagia habría sido una práctica ritual común en la región. Para ello se tienen en cuenta tanto los testimonios documentados en este período como algunos hallazgos arqueológicos actuales, por ejemplo el descubrimiento en el basural de una aldea guaraní del río Uruguay, donde se encontraron huesos humanos fracturados, mezclados con otros restos de alimentación4

LAS CAPITULACIONES

La conquista fue una empresa del Estado pero por medio de particulares, dado que en ese momento era imposible que la Corona financiara las nuevas adquisiciones territoriales5. El sistema jurídico más utilizado para organizar las empresas de descubrimiento, conquista y población del hispánico Nuevo Mundo fueron las capitulaciones.

Estas licencias otorgadas por el rey a un particular para llevar a cabo una expedición eran contratos bilaterales, pero ante la desigualdad de las partes, su particularidad era que si bien para el vasallo era un contrato incondicional, para el monarca estaba supeditado a condiciones por el cumplimiento de las obligaciones. Aunque fuese un contrato bilateral de derecho público nunca abandonaron el sello de gracia que las distinguía como una merced Real.

Pero no sólo se concedía el permiso para una empresa determinada. Sin el apoyo y compromiso de la Corona era muy difícil que la expedición pudiese realizarse convenientemente, esta ventaja a la hora de preparar el viaje era provechoso para el mejor desarrollo de la empresa. En el caso de la expedición de Juan de Sanabria, el 16 de junio de 1548 se pidió expresamente a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla que aceleraran los trámites con una Real Cédula6 manifestando la conveniencia

de que se despachara con brevedad la armada del gobernador del Río de la Plata a esa provincia, ayudándole en lo que necesitara. Los nombramientos necesarios de la dotación, el apresto de la armada, los permisos para embarcar a los tripulantes, los animales, las armas o la tramitación de las exenciones de impuestos como el almojarifazgo eran, siendo aún en la península, los primeros escollos de la navegación.

Esta segunda conquista representa un nuevo reto para la Corona en el que se palpa una creciente preocupación por las amplias prerrogativas de los primeros conquistadores, a los que hubo que otorgar extensas dispensas sobre vastos territorios y que se habían convertido ya en una elite de encomenderos terratenientes en México y Perú, con privilegios de la tributación y recaudación difíciles de recortar y con dificultades en el reconocimiento de la autoridad del rey que llegaba a la formación de tumultos y revueltas. El núcleo colonizador se estaba convirtiendo en una poderosa estructura de poder que no tardaría en alzarse descontrolada contra la Corona.

Existía un creciente recelo hacia la autonomía de las elites indianas que intentó ser canalizado mediante la creación de ordenamientos políticoterritoriales y jurídicos, con el fin de incrementar el control regio sobre el Nuevo Mundo. Así por ejemplo, las capitulaciones vitalicias y las de por dos vidas fueron recortándose con el fin de limitar la autonomía en Ultramar, sin embargo, dadas las dificultades que presentó la conquista de esta gobernación, el Río de la Plata fue la provincia que tuvo mayor número de capitulaciones sucesivas7

El proceso de territorialización encontraba su instrumento más eficaz en la fundación de ciudades que expresaban el dominio territorial y el programa de expansión y reproducción de la metrópoli. Las ciudades representaban la civilización y su poblamiento con familias pasó a ser una prioridad. Los hombres ya estaban allí, faltaban ellas para establecer el ansiado progreso.

La falta de resultados de estas campañas se achaca a la falta de medios y deficiente preparación de las expediciones. También se ha apuntado que los elegidos para las capitulaciones no fueron los hombres más indicados para ello. Un buen jefe expedicionario debía reunir al menos tres condiciones indispensables: ser

y sabio.

2. Rossi Elgue, C. (2019). Salvajes caníbales en el paraíso. Representaciones iniciales sobre la conquista del Río de la Plata. Pléyade (Santiago), (23), pp.125148.

3. La historia de la relación de este asentamiento y Lucía Miranda, la cautiva también está recogida en Pioneras. Mujeres en la Conquista de América

4. Bonomo, M. (2012) Historia prehispánica de Entre Ríos. Buenos Aires: Fundación de Historia Natural Félix de Azara.

5. Zorraquín Becú, R. (1985) p. 87.

6. Despacho de la armada de Juan de Sanabria y otros asuntos. En el Archivo General de Indias, a partir de ahora AGI/26//Indiferente,1964,L.10,F.396-397V

7. Zorraquín Becú, R. (1985) p. 89.

fuerte, atrevido
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Pedro de Mendoza no estaba fuerte, ya estaba enfermo de sífilis cuando se le asignó la misión, y fue de lo que falleció en la nave que le traía, completamente arruinado, de regreso a España.

El segundo Adelantado fue Cabeza de Vaca, un personaje tan complejo que aún la historia no ha conseguido dirimir un veredicto. Fue devuelto a España engrilletado tras su destitución tras una rebelión que no sabe que tanto tuvo de conjura, pero que en cualquier caso da una idea del enrarecido ambiente de la provincia y que será determinante en los impedimentos creados para que no llegasen autoridades españolas a la provincia.

El tercer Adelantado también estaba enfermo, murió de fiebres en Sevilla sin ni siquiera haber terminado los preparativos de la expedición y es lo que fuerza a su cónyuge, Mencía Calderón, a salir del paso como buenamente pudo, dado que no la dejó en buena posición ni social ni económicamente.

PRIMER Y SEGUNDO ADELANTADO: PEDRO DE MENDOZA Y CABEZA DE VACA

Pedro de Mendoza firmó la primera capitulación del Rio de la Plata y hacía allí partió el 24 de agosto de 1535, con la mayor expedición que había cruzado el Atlántico hasta ese momento, con entre once y catorce naves y entre 800 a dos mil tripulantes, según las diferentes fuentes8. Meses antes había llegado a España una pequeña muestra de los tesoros del Perú, materializados en los metales preciosos y joyas del rescate de Atahualpa, comienza así la segunda ola expansionista americana en el imperio de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico.

El 2 de febrero de 1536, Mendoza fundó por primera vez la ciudad de Buenos Aires como Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, situada en la banda derecha del Río de la Plata y planteada como el modelo de ciudad-fuerte ideal, pero estuvo lejos de ser un enclave doméstico autosuficiente y seguro para su permanencia.

Al año siguiente, el 15 de agosto de 1537, uno de los miembros de la expedición, Juan de Salazar estableció un segundo asentamiento, fundó un fuerte llamado Asunción, en la provincia gigante de las Indias. Más adelante esta ciudad se converti-

rá en el centro de poder desde el que avanzar hacia tesoros y paraísos del interior y su fundador uno de los personajes que hará posible la llegada de Mencía Calderón.

Tras un comienzo en el que los querandíes se mostraron hospitalarios y facilitaron alimento a los forasteros, pronto descubrirán que la paz con los indios rara vez era definitiva y enseguida demostraron los nativos que no estaban interesados en seguir dando a los exploradores ningún tipo de apoyo. El dominio de los conquistadores no era efectivo, se mostró más simbólico que real.

Los indios sitiaron la fortaleza de los españoles en Buenos Aires e impidieron que salieran en busca de alimentos, la ciudad-fuerte desveló su debilidad y los naturales demostraron lo diestros que eran con las armas y lo adiestrados que estaban en la guerrilla. Luis de Miranda participó y narró este episodio donde el hambre hizo estragos y colocó a muchos soldados en una situación tan extrema de supervivencia que llegó a provocar casos de antropofagia9. La barbarie de la que se había acusado a los salvajes, se había instalado en las tropas españolas, que traspasaban lo socialmente permitido debido a las penalidades y padecimientos de la carestía. La línea de la civilización europea comenzó a desdibujarse y la identidad del Viejo Mundo, así como sus valores se tambalearon en los hombres que habían llegado a aquellas tierras.

El escenario alternativo para los conquistadores era asentarse junto a los carios, un grupo guaraní a los que se los consideraba gente trabajadora y que disfrutaba de una dieta de mayor variedad ya que tenían maíz, mandioca, carnes y frutas.

las fuentes notariales del Archivo de Protocolos de Sevilla, nos proporciona datos más modestos: una nota marginal redactada por el escribano el 26 de julio de 1537, poco antes de la partida, aludiendo a la gente de Pedro de Mendoza que iba al Río de la Plata no habla de más de 800 hombres.

9. El Romance Elegíaco (C. 1537) de Luis de Miranda de Villafaña y la fundación de Buenos Aires fue copiado del Archivo de Indias por primera vez a finales del siglo XVIII por el historiador Juan Bautista Muñoz y se guardó en la Biblioteca y Archivo de la Real Academia de la Historia en Madrid. De esta copia se hicieron dos publicaciones, una en España a cargo del Capitán de Navío Cesáreo Fernández Duro, como parte de su obra Arca de Noé. Libro Sexto de las disquisiciones náuticas, publicada en Madrid en 1881 la otra publicación se hizo en Argentina.

8. Francesco D’Esposito (2012) que ha consultado
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Fig. 2. Azada compuesta por un mango de madera, con el extremo distal en ángulo recto. Museo América.

El asedio continuo de los indios y las repetidas hambrunas acosaron de tal forma a los españoles que en 1541 el gobernador del Río de la Plata, Domingo de Irala ordenó el traslado de toda la población blanca, unos 400 españoles, de Buenos Aires a Asunción, a unos 1500 kilómetros hacia el interior norteño, que desde ese momento se convirtió en el centro de la conquista, en parte por la mejor relación con los naturales de la zona, los guaraníes, que proveían de recursos a los cristianos.

La situación vivida en Buenos Aires también demostraba que los hombres eran muy hábiles levantando campamentos, capaces de construir fuertes inexpugnables y de fundar enclaves cómodos, pero eran las mujeres las garantes de la civilización, las que sostenían las ciudades y las dotaban del verdadero espíritu de lo que se considera el elemento fundamental del arraigo: el hogar y la familia. En un escrito que dejó Irala antes de abandonar Buenos Aires, era lo que prometía en la nueva tierra de paz, no hablaba de riquezas sino de una vida tranquila y holgada para hombres, un verdadero refugio y reposo del guerrero y eso incluía cuantas mujeres desearan.

y no encontraban un acomodo seguro y pacífico donde no fueran asediados por los indígenas.

Alvar Núñez Cabeza de Vaca firma el 18 de marzo de 1540 la Real Cédula de las capitulaciones para la conquista y población que le convertirán en el segundo Adelantado11. Ya habían llegado noticias a la vieja Europa de que aquel viaje no era un camino de rosas, por lo que empezaron los problemas para encontrar gente que se embarcara hacia ese destino y no a otros más apetecibles como el Perú. Ante la falta de voluntarios, Cabeza de Vaca fue autorizado por el Consejo de Indias a llevar con él a varias parejas portuguesas. Es una ironía de la historia que para poblar sus provincias y protegerlas de las incursiones portuguesas, la Corona de Castilla recurriera a parejas lusitanas.

También Cabeza de Vaca será consciente de que su supervivencia depende de las alianzas, en especial con los guaraníes que proveen de alimento además de colaborar como guías, y a los que a cambio hay que ofrecer protección armada entrando en guerra con sus enemigos. Su relato como náufrago, expedicionario y caminante es de sobra conocido pese a protagonizar dos sonados fracasos, sin embargo la épica de Mencía Calderón ha pasado desapercibida.

La gran ventaja competitiva con la que jugó Cabeza de Vaca frente a Mencía Calderón para no ser olvidado por la historia fue que escribió su propia crónica de lo acontecido12. Con ello transformó sus largos años de naufragio y cautiverio entre Florida y México, así como su fallida gobernación en el Río de la Plata en servicios al rey, facilitando información de la zona y sus habitantes a la Corona española, lo cual supusieron poderosas herramientas de promoción personal y política.

A partir de la primera capitulación las expediciones que se suceden después son de socorro a los supervivientes que malviven en el Río de la Plata. El hambre era tan extrema que el primer cronista del Río de la Plata, Ulrico Schmidl, relata casos de antropofagia entre los mismos cristianos que llegaron a comerse a sus propios hermanos de armas muertos. Se precisaba el auxilio desde España porque no había sido posible establecerse con éxito y lograr el autoabastecimiento con lo que los conquistadores se morían literalmente de inanición10

Será en Asunción donde el vizcaíno Domingo de Martínez de Irala recreará un paraíso que no era tal, sino una reconstrucción del mito que será el escándalo moral que buscará contrarrestar la Corona española. Cabeza de Vaca llegó a la Asunción el 13 de marzo de 1542 con el objeto de reimplantar la rígida escala de valores del Viejo Mundo, lo cual le valió el enfrentamiento con los allí asentados, que liderados por el antiguo gobernador y gran estratega Irala, que ya se había ganado un lugar entre los suyos tanto nativos como españoles, decidieron engrilletar y devolver a España al segundo Adelantado, asumiendo el gobierno del Rio de la Plata.

10. La escasez de comida será una constante para todas las gentes en la zona, incluidos los resistentes indígenas, en 1611 Marín de Negrón, el gobernador del Rio de la Plata, decía sobre los Charrúas que era gente que no comía, sólo se sustentaba. “…esta gente no come, pues se sustenta de raíces, humo de tabaco y de cuantas sabandijas hallan en el campo”.

11. AGI. Capitulaciones con Alvar Nuñez Cabeza de Vaca. Buenos Aires,1,L.1,F.124V-129V.

12. En La Relación que dio Álvar Núñez Cabeça de Vaca de lo acaescido en las Indias en la armada donde iba por governador Pámphilo de Narbáez desde el año de veinta y siete hasta el año de treinta y seis que volvió a Sevilla con tres de su compagnía, reseña sus desventuras desde la península de Florida hasta California y México. La obra sobre su experiencia en el Río de la Plata se titula Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, adelantado y gouernador de la prouincia

del Río de la Plata. Tras su muerte se publicaron de forma conjunta la Relación de los naufragios y comentarios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca Fig. 3. Hambre en Buenos Aires, según Schmidel.
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Si en Buenos Aires el canibalismo había desdibujado los límites entre la barbarie y la civilización en los recién llegados, en Asunción será la poligamia, equiparado al adulterio en España. La cuestión de las mujeres indígenas formó el ojo del huracán de la disputa entre el segundo Adelantado y el gobernador. La visión de mundo de ambos era antagónica, Irala representaba la mentalidad de los conquistadores del siglo XVI que llegaron a adaptarse sin dificultad en un mundo completamente ajeno al español, les llamaron “los tumultuarios o comuneros”. En el lado opuesto, Cabeza de Vaca era el rigor de la ortodoxia, aunque visto allí como un inadaptado, a sus partidarios les llamaron “los leales” puesto que incomprendido o inflexible, no dejaba de ser el jefe legítimo y representante de la Corona. Aquella tierra dividida en mil tribus salvajes era capaz también de enfrentar a los súbditos del rey.

Se podría inferir en Irala cierto rechazo hacia la autoridad establecida a la que prefería suplantar con su carisma y adaptación al medio. Tras haberse deshecho del segundo Adelantado, no facilitó la llegada del tercero consciente de que a su llegada ejercería como autoridad para hacerle el juicio de residencia a él, a los demás gobernadores y a sus tenientes y oficiales13. Reflejo de esta actitud fue la falta de auxilio a la expedición de Mencía Calderón, que sin duda se verá perjudicada por la trama que se verá más adelante.

Se puede sospechar que la decisión de trasladar el centro de la conquista a la ciudad de Asunción pudo estar impulsada por el deseo del gobernador Domingo de Irala, que encontraba en la distancia y dificultad de acceso al interior, una ventaja para poder justificar con la lejanía de la metrópoli un mayor margen de iniciativa propia y libertad de actuación14. De hecho Irala tuvo que justificar ante el Consejo de Indias, el abandono del enclave de Buenos Aires, un puerto accesible por el Atlántico.

En el Río de la Plata no sólo faltaban el oro y el argento, hasta marzo de1556 ni siquiera había encomienda15. La región empezó a ser formalmente incorporada al sistema de administración español a partir de 1556, precisamente cuando Irala estableció el régimen de encomiendas debido a la presión de los compañeros conquistadores para obtener compensaciones a su lealtad16

LOS RETOS DE LA CONQUISTA DEL RÍO DE LA PLATA

Demarcación de límites entre las coronas de España y Portugal

En 1493, por las bulas alejandrinas, y al año siguiente por el Tratado de Tordesillas, las coronas de España y Portugal se repartieron el mundo conocido. Durante las primeras décadas del siglo XVI se disputaron su hegemonía en la navegación transoceánica e intentaron asegurar sus posesiones territoriales en el sur de América, más allá de Brasil. El 7 de junio de 1494 en la localidad vallisoletana se traza una línea de polo a polo a 370 leguas de Cabo Verde, que dejará la parte oriental del Brasil al reino lusitano.

El papel todo lo aguanta, pero esos territorios delimitados en la cartografía por una línea imaginaria permanecían sobre el terreno como entes abstractos de difuminados contornos. Defender las posesiones españolas del hostigamiento y avance de los portugueses marcó toda la historia del Río de la Plata.

Los intereses de Portugal en esta costa tenían un enorme valor estratégico por constituir la “espalda” de la vuelta de África, la que aseguraba el camino a la India, objetivo principal de las inversiones portuguesas, razón por la que no podía ser abandonada a otras potencias. En la opinión de la época, el Río de la Plata estaba tan integrado a la Costa del Brasil que normalmente figuraba como una referencia geográfica dentro de ésta17 .

Si bien la corona de Castilla había protegido desde el primer momento a los indios de ser comerciados como esclavos, Portugal tenía intereses esclavistas por sus cultivos extensivos como por ejemplo en los ingenios y se surtía de cautivos apresados por las tribus rivales, de forma que capturar esclavos se convirtió en una de las mayores causas de conflicto entre tribus indígenas vecinas, que hacían incursiones para poder negociar con los portugueses con la mercancía más preciada para ellos, aparte del palo de Brasil.

13. AGI Comisión de tomar residencia a Diego de Sanabria. Buenos Aires,1,L.1,F.292R-293V

14. Es sabido que muchas veces las leyes que emitía la Corona llegaban a las Indias como teoría pero no en la práctica, los gobernantes indianos se excusaban con la frase “ Se acata pero no se cumple” para no ejecutarlas pero sin incurrir en desobediencia.

15. Ordenanzas sobre encomiendas y repartimientos de indios AGI Diversos-Colecciones,24,N.5

16. Otro daño colateral del gobierno de Irala, pese a que la Corona las había prohibido expresamente, fueron las rancheadas, incursiones en las rancherías de indios en busca de un botín tanto de hombres como de mujeres, a quienes se los extraía violentamente de sus comunidades y se los obligaba a trabajar. Las mujeres eran más codiciadas puesto que trabajaban en el campo, la casa y ser vían para procrear. Perusset, M. (2008), p. 253.

17. Lezama, A. (2014). La navegación en el río de la Plata hasta el final de la época colonial. In Arqueología subacuática española: Actas del I Congreso de Arqueología Náutica y Subacuática Española, Cartagena, 14, 15 y 16 de marzo de 2013 Editorial UCA, pp. 283-292.

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También la corona lusa siguió una política dirigida a emancipar las arcas reales de los costes del movimiento colonizador con una ocupación privada del suelo, que se convirtió en pieza clave del engranaje con la que el rey Juan III consiguió extender su autoridad sobre un espacio cuya importancia económica tendía a potenciarse, gracias a la creciente demanda del azúcar en el mercado europeo18

La importancia geoestratégica del Río de la Plata era doble por su cualidad de estuario, por tanto se constituyó como una importante vía de entrada y salida del centro de América del Sur. Recibir las aguas de dos importantes cursos sudamericanos como eran el río Paraná y el Uruguay, lo convertía en una vía fluvial estratégica con una cuenca hidrográfica de 3.200.000 km² que conectaba la cordillera de los Andes con el océano Atlántico19

Los amos de la selva

Los españoles que llegaban a aquella tierra no habían sido precisamente seleccionados para aquella misión, sino más bien empujados por las circunstancias. Como toda la gente era de poca experiencia, no se daba maña para proveerse de lo necesario por aquel dominio, siendo tan abundante de caza y pesquería. Por esta razón los naturales fueron al mismo tiempo enemigos feroces pero también los garantes de la supervivencia, sobre todo las mujeres indígenas, pues de ellas dependía el poder llevarse un bocado a la boca sin intoxicarse ya que eran las principales recolectoras, conocían qué era comestible y cómo prepararlo, además de que ser las principales encargadas de atender a los huéspedes.

El suministro de comida por parte de los indios no era un tema baladí, tanto es así que en ocasiones determinó la estancia de los españoles en los lugares en los que podían ser alimentados por los indios aliados, como los querandíes que fueron los primeros en suministrar a los españoles las imprescindibles proteínas de la carne y el pescado.

Los naturales a cambio de los alimentos convertían a los españoles en aliados contra las tribus enemigas, este trueque bélico era una negociación que las españolas no podían permitirse. Esta nueva significación de la comida da idea del riesgo que

tuvo que la expedición de Mencía Calderón itinerara por unas tierras en las que las que era muy complicado aprovisionarse de alimento y al mismo tiempo, lo acertada de su decisión de adentrarse hacia el norte.

En cuanto a la población local, hay mucha variedad de tribus diferentes dispersas y móviles que conviven pero también se enfrentan. A ambas márgenes del Río de la Plata vivían querandíes y charrúas, mientras que en el curso inferior del Uruguay e islas del Paraná inferior y medio vivían grupos ribereños que genéricamente se denominan chaná-timbú. Hacia el norte, diferentes grupos de guaraníes ocupaban la amplia zona que conforman los actuales territorios de Paraguay, noreste de Argentina y sur de Brasil. Todos estos nativos se encontraban envueltos permanentemente en ofensivas intertribales.

Que los conquistadores llegaran a entenderse con los guaraníes no significa que no fueran una tribu muy belicosa. Estos indígenas habían hecho del ataque ofensivo el modo de adquirir a nuevos sujetos e incorporarlos al bien común, bien por vía de la esclavitud o del sacrificio antropofágico. Los guaraníes hacían de la guerra uno de los circuitos de reciprocidad que enmarcaban su existencia y su ley de vida: el triunfo de hoy engendraba la necesaria venganza de mañana que restablecería el equilibrio de la selva, evitando explosiones demográficas poco recomendables para el mantenimiento sostenible de los recursos20 .

Queda entonces una división en dos grupos, uno muy bien adaptado al ambiente fluvial, con el manejo y fabricación de canoas, la abundancia de pescado y la construcción de habitaciones con esteras transportables que habitaría en las riberas de los ríos y otro grupo de cazadores-recolectores nómadas de las llanuras del Uruguay, como por ejemplo los charrúas, veloces con los venados y que usaban las peculiares boleadoras21 para abatir enemigos y presas, además del arco con flechas y las mazas. Todos basaban su dieta en la caza y la pesca por lo que era básicamente proteica, con la recolección de algunas raíces silvestres pero sin la seguridad o el arraigo de la cosecha agrícola de la tierra.

18. Mir, L., & Nocetti, Ó. (2009). Geopolítica y relaciones económicas Hispano-Lusitanas. Cuenca rioplatense (1494-1777). Universidad Internacional de Andalucía.

19. Lezama, A. (2014). La navegación en el río de la Plata hasta el final de la época colonial. In Arqueología subacuática española: Actas del I Congreso de Arqueología Naútica y Subacuática Española, Cartagena, 14, 15 y 16 de marzo de 2013 (pp. 283-292). Editorial UCA.

20. Perusset, M. (2008). Guaraníes y españoles. Primeros momentos del encuentro en las tierras del antiguo Paraguay. Anuario del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos SA Segreti”, 8(8), p.249.

21. Los españoles quedaron sorprendidos con los hombres que usaban esta arma a los que comparaban con los fundibularios, soldados que peleaban con honda. Su uso no estaba generalizado en el grupo, solo algunos individuos poseían la experiencia, práctica y habilidad necesarias para su lanzamiento.

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Pese a la ausencia de siembras extensivas que pudieran asegurar grandes cosechas, los naturales hacían pescado seco pero también harina y grasa, esto permitía su conservación, almacenamiento y trueque. El aprovisionamiento de estos alimentos semiperecederos era una baza importante de intercambio social.

Como todos los guaraníes, los carios producían excedentes agrícolas que permitían sostener núcleos poblacionales. Practicaban la agricultura de roza, un tipo de agricultura itinerante, propia de zonas de selva consistente en poner en cultivo zonas boscosas, cortando los árboles, los arbustos y quemando la maleza. Fue la posibilidad de reciprocidad con los carios, una rama guaraní que dominaba la región, la que decidió fundamentalmente el desplazamiento hacia el norte y la instalación de los españoles en la Asunción y el abandono de Buenos Aires.

En lo que también coincidían todos los grupos indígenas era en el importante papel que jugaba la mujer en el establecimiento de alianzas con grupos ajenos, con un protagonismo involuntario y bastante esclavo, ya que de ellas dependía en gran parte el trabajo productivo y además eran objeto de intercambio y pacificación mediante la construcción de relaciones de parentesco o bien como esclavas, esto dará lugar a una poligamia no sólo entre los naturales sino también en los súbditos de la corona de Castilla.

El fenómeno de la aculturación inversa

Si bien la Corona había buscado replicar su reino en sus territorios de Ultramar con bastante éxito en la primera expansión, en esta segunda fue evidente que no bastaba un grupo de españoles habitando un territorio para formar España.

El fenómeno social que caracterizó al Río de la Plata y su zona de influencia hasta Asunción vino marcado por el rápido y extenso crisol de razas que se materializó en una frontera muy difusa entre españoles, criollos, mestizos y naturales.

La escasez de mujeres europeas se vio compensada por las numerosas mujeres indígenas con las que los conquistadores mantenían relaciones de servidumbre y concubinato, por lo que la mayoría de los nacidos en esta región a lo largo del siglo XVI fueron mestizos y no criollos, términos que fueron unificándose bajo la denominación “mancebos de la tierra”, que designaba a todos los descendientes de los conquistadores y colonos europeos, ya fueran de madres españolas, criollas, mestizas o indígenas22

En la Asunción se vivía en un continuo sobresalto a causa de los disturbios políticos y de los levantamientos y ataques indígenas. La ausencia de metales preciosos tampoco ayudó como aliciente así que sólo los cautivos, principalmente las cautivas, conformaban el rédito económico y social de la ciudad que se había ganado el apodo del Paraíso de Mahoma. Tanto es así que la expresión que más se acerca a la realidad histórica de Asunción es que se fundó más en base al cuñadazgo23 que a la vía de la conquista violenta como tal. Sin la necesaria cooperación de los naturales, la Conquista no hubiera sido tal y como se produjo.

Por esta razón en el Río de la Plata se habla de conquista endógena, en tanto que son los guaraníes los que ofrecen una alianza estratégica a través del matrimonio o concubinato de las mujeres de la tribu, que cumplieron funciones de mediadoras con los españoles, en ellas que recaían la responsabilidad de todas las tareas necesarias para la manutención de los huéspedes, es así como nacen los mancebos de la tierra.

Los hombres solían tener cuantas mujeres podían mantener por lo que el líder solía tener varias mujeres, era un elemento inherente al poder político de estos pueblos. Al ofrecerlas a los potenciales aliados, los caciques demostraban su generosidad y se garantizaban la reciprocidad de otros grupos al mismo tiempo que se afianzaba un sincretismo muy particular.

22. Domingo, P. (2015) Testamentarias en el Paraguay del siglo XVI. VII Congreso Iberoamericano de Estudios de Género/XII Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres, Universidad de Comahue, Neuquén, Neuquén, Argentina. 23. El cuñadazgo era el sistema social de los guaraníes que los conquistadores, con Irala a la cabeza, enseguida asimilaron. Se trataba de emparentar a través de las mujeres con los aliados varones de la familia, ya que existía la obligación de los parientes varones de las mismas de prestar su fuerza de trabajo o para la guerra a los maridos de sus hermanas e hijas.
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Fig. 4. Itinerario de la expedición Sanabria.

Estos pactos de amistad o alianzas tan promovidos por los propios habitantes de la zona, españoles y naturales, no eran del agrado de la Corona española cuya misión evangelizadora no le permitía ver con buenos ojos estas relaciones extra matrimoniales. Desde el comienzo del Descubrimiento, la reina Isabel de Trastámara, ya había fomentado los matrimonios interraciales que sólo precisaban que ambos cónyuges profesasen el catolicismo, o al menos estuviesen bautizados.

Aun así, los españoles también preferían para el sacramento del matrimonio, casarse con una española con la que identificarse, poder mantener una conversación y ejecutar un proyecto de vida basado en los mismos valores occidentales. Esta era la demanda que Mencía Calderón y su caravana de mujeres iban a paliar.

La construcción discursiva de la realidad

El infortunio se cebó con esta llamada segunda conquista. Del discurso mítico de los primeros descubrimientos, cuyo heroísmo triunfal se repica no sólo como gloria a la corona de Castilla sino para azuzar el deseo de la aventura conquistadora en las gentes, que encuentran un gran aliciente en las riquezas obtenidas del botín americano, se pasa a un relato de sufrimiento, de sacrificio, de fracaso, donde los mitos de las ricas amazonas, la Sierra de la Plata, El Dorado y El Paraíso terrenal no se sostiene y sólo queda el martirio como valor de entrega a la misión encomendada.

El relato de la conquista del Rio de la Plata es un discurso del padecimiento, en el que la figura del conquistador se construye a partir del valor del infortunio y el mérito del sufrimiento. Las crónicas de la época así lo atestiguan, también lo hizo en primera persona Isabel de Guevara, una mujer que viajó en la expedición del primer Adelantado y que escribió una carta desde Asunción, en demanda de reconocimiento de méritos, a la princesa gobernadora Juana el 2 de julio de 1556. Relata que a causa del hambre las mujeres tuvieron que ayudar en todas las tareas, no solo curar a los hombres o hacer de comer lo poco que tenían, sino hasta poner fuego en los versos, esto es, cargar la artillería. La debilidad era común a todos, pero como las mujeres se sustentaban con poca comida, no habían caído en tanta flaqueza como los hombres. «Si no fuera por ellas, todos fueran acabados»24.

24. García Pérez, C. (2022) P. 178.

Curiosamente el relato fracasado de la relación de Cabeza de Vaca fue impreso con Privilegio Real25 porque su contenido avalaba el aviso a navegantes que la monarquía deseaba establecer en América. La fábula escrita por el segundo Adelantado dejaba clara una moraleja: desviarse de los legítimos objetivos de servicio a la corona atraía a la desgracia. La ambición de los que se cegaban en su propio provecho sin convertir a los naturales a la verdadera religión y ganar territorio para el rey, respetando la ley y el orden, no llevaba sino al infortunio y hacía fracasar las expediciones.

La conquista del Río de la Plata es por tanto un relato de la decepción, que debería haber resultado desalentador para este grupo de mujeres, que aun así se embarca hacia esta segunda conquista. Cabe pensar que el mínimo atisbo de esperanza de una vida mejor era preferible a las certezas vividas por ellas en la rígida sociedad española. También la historia de Mencía Calderón forma parte de la “retórica del infortunio” que tras la búsqueda de la utopía, marca la región del Río de la Plata que deriva de sueño a pesadilla.

EL TERCER ADELANTADO SERÁ ELLA

El caso es que a Cabeza de Vaca lo devuelven a España preso en el carabelón San Marcos26, conocido como de los Comuneros, y en él viajaban también el procurador Martín de Orúe y Lope de Ugarte con cartas de Irala para sus familiares y amigos en Vergara solicitando ayuda para consolidarse en el poder.

Cuando Juan de Sanabria tiene conocimiento de la destitución del Adelantado, solicita al rey Carlos V su nombramiento ofreciéndole organizar una expedición. El 22 de julio de 1547 se firma en Monzón, Huesca, la Real Cédula de Capitulación tomada con Juan de Sanabria, vecino de Medellín, para la población y socorro del Rio de la Plata27 que lo convierte en el tercer adelantado de aquella provincia con dos compromisos principales: fundar dos ciudades, una en la ribera del Plata y otra en la costa de Santa Catarina, fronterizo con los portugueses.

25. El Privilegio Real implicaba un reconocimiento público del valor de la obra y de la autoridad de su autor por la propia monarquía.

26. Pese al matiz aumentativo del sufijo -on, un carabelón era una carabela pequeña. El San Marcos era propiedad de Cabeza de Vaca y los oficiales reales de aquella provincia no sólo le enviaron preso en él sino que al llegar a España lo vendieron sin retribuírselo. Entrega de carabela a Alvar Núñez Cabeza de Vaca. AGI Indiferente,1964,L.10,F.410R-410V. Pese a que no hay duda del propietario, en mayo de 1547 Lope de Ugarte solicita a la casa de Contratación que se le devuelva el navío San Marcos y se le paguen los gastos del viaje que hizo trayendo desde el Río de la Plata a Alvar Núñez Cabeza de Vaca. AGI Reclamación de Lope de Ugarte Indiferente,1964,L.10,F.220V-221V.

27. AGI Indiferente 415, L1, F 167v-172v. Creación 22-07-1547 y también: Solicitud Juan de Sanabria gobernación de Río de la Plata AGI.Patronato,29,R.6

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Se le concedía la merced de que pudiera, en nombre de la corona, descubrir y poblar 200 leguas de costa de la boca de la desembocadura del río de la Plata y del Brasil que comienzan a contar desde el grado 31 de altura del sur, así como llevar en la expedición a 100 casados con sus mujeres para poblar la provincia más 250 hombres para el descubrimiento y población. Se le obligaba a llenar los navíos de lo necesario en cuanto gente y bastimentos y que debían ser al menos cuatro o cinco navíos, que uno sería nuevo, dos serían bergantines y una carabela.

Como expedición de socorro que era debía llevar armas para proveer a la gente que estaba en la provincia. Con el fin de poder aprovisionarse de herramientas, como las de labranza con las que cultivar y hacer habitable la tierra, se exige llevar mil quintales de hierro y una fragua. También debía llevar dos mil varas de paño, mil camisas, dos mil pares de zapatos y 500 bonetes colorados28 para repartirlos entre conquistadores y pobladores.

También se firma que debía llevar hasta ocho religiosos de la Orden de San Francisco señalados por el Consejo de Indias, para que atendieran a la conversión de los naturales de la tierra, aunque también se tendrían que emplear a fondo con las descarriadas almas de los conquistadores.

La capitulación también ofrecía ventajas de cara al reclutamiento, no tenía que pagar por el pasaje y el matalotaje sino ocho ducados por persona por el flete y por los niños menores de 14 años, seis ducados.

Con la intención de preparar el viaje y cumplir con los trámites de la Casa de la Contratación, Juan de Sanabria y Mencía Calderón partieron desde Medellín hasta Sevilla, la única ciudad interior de España con puerto, situado a unos 90 km del océano Atlántico, pues el río Guadalquivir era navegable desde la ciudad hasta su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, desde donde partió la expedición.

Desde el principio, con el segundo viaje de Cristóbal Colón, el método de poblar con familias fue promovido por la Corona, pero en el caso del Río de la Plata se había producido una desproporción en la población femenina, seguramente debido a

que las condiciones del largo viaje hasta la región eran mucho más duras y por tanto disuasorias para las españolas casaderas y la poligamia tribal no había sido corregida, sino más bien fomentada en otro caso más de aculturación inversa de españoles indianizados.

Al parecer la presencia femenina en una expedición de conquista no era del agrado del Adelantado, significaba un contratiempo y advertía sobre las posibles dificultades. Sostenía que no convenía llevar damas a una buena expedición de descubrimiento y pacificación para no tener la necesidad de repartir gente y dejarla en guarda en los lugares donde hubieren de quedar las mujeres y niños. Era habitual considerar que las mujeres eran siempre una fuente de problemas, que atraían el infortunio y hasta culparlas de responsabilidades imposibles.

Finalmente, el que no fue a donde convenía llegar fue el propio Sanabria, que a principios de 1549 falleció inesperadamente en Sevilla mientras preparaba lo necesario para emprender viaje al Nuevo Mundo. Afortunadamente se había firmado que el título de Gobernador y Capitán General fuera por todos los días de vida, así como la facultad de nombrar un heredero investido de los mismos privilegios y derechos, lo que se llama una capitulación por dos vidas. Además se le otorgaba el derecho a crear un mayorazgo para que vinculara de forma perpetua lo conquistado para sus herederos y sucesores29 .

El 12 de marzo de 1549 se expide en Valladolid una Cédula Real confirmando a su hijo Diego de Sanabria como heredero y sucesor de todos los títulos de su padre30. Mencía Calderón no podía ser nombrada como tal por las leyes de la época por tener prioridad el primer descendiente varón. El imberbe e inexperimentado mozo debía tener aproximadamente unos 16 años o una recién adquirida mayoría de edad, en el mejor de los casos. En previsión de la demora de la llegada se firma el 25 de octubre de 1549 una Real Provisión al licenciado Francisco Alanís de Paz, concediéndole el gobierno del Río de la Plata hasta la llegada del adelantado Diego de Sanabria .

28. En el Diario de Colón, cuando relata su llegada el primer día también menciona como regalo los bonetes colorados, que se causaban gran satisfacción entre los nativos: “ “Yo, porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla”.

29. Para ello se firmó en Monzón el 2 de agosto de 1547 una Real Provisión a Juan de Sanabria dándole licencia para vincular y hacer mayorazgo de todo lo que, por la capitulación, le perteneciera perpetuamente. Licencias de fundación de mayorazgo a Juan de Sanabria. AGI. Buenos Aires,1,L.1,F.203V-205R.

30. Sucesión de Juan de Sanabria por su hijo Diego. AGI Buenos Aires,1,L.1,F.262V-263V.

MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA 107 Proa a la mar

A la aventura no le faltaban pretendientes ya que en febrero de 1549, Martín de Orúe y Miguel de Aramburo, partidarios del gobernador Irala, habían ofrecido al Consejo de Indias el envío de dos navíos con socorros para el Río de la Plata al mismo tiempo que lo hacía Hernando de Trejo, vecino de Plasencia, que ofreció llevar consigo, 100 hombres, armas y pólvora, quedando a las órdenes de la persona que gobernare dicha provincia31.

El Consejo respondió por Carta Real el 13 de septiembre de 1549 que no había inconveniente en que viajaran mercaderes a esas provincias, pero que se debía tener presente que Diego de Sanabria estaba proveído por gobernador de aquella provincia. Justo por esas fechas vencía el plazo de cuatro meses otorgado por el Consejo de Indias para la salida de la armada de Sanabria o se le privaría de la gobernación y de todo lo demás contenido en las capitulaciones32.

La situación era cada vez más confusa, por un lado Diego de Sanabria designado Adelantado y gobernador se encontraba aun armando parte de la flota que faltaba para ir al Río de la Plata, y mientras tanto se enviaba a Alanís de Paz para que se desempeñara interinamente gobierno hasta su llegada. Se sumaba que Miguel de Aramburo y Lope de Ugarte, preparaban el envío de un socorro por cuenta y orden de Domingo de Irala con el propósito de consolidarlo en el poder de la gobernación del Río de la Plata, pues hasta ese momento sólo había llegado a ser lugarteniente del gobernador.

La trama secreta de la deposición del gobernador Alvar Núñez Cabeza de Vaca que nos desvela Gustavo Miguel Sorg nos adentra en la compleja situación que se vivía en la Asunción, el destino final de Mencía Calderón33. A Diego Sanabria le hubiera gustado hacerse con ellas pero finalmente partieron las carabelas Magdalena y Guadalupe, las dos naves de Aramburo34, mercader vizcaíno vecino de Sevilla, en las que se embarca Francisco Alanís de Paz, con el propósito de apaciguar los ánimos y representar la autoridad de la Corona.

El 11 de febrero de 1550, parten de Sanlúcar de Barrameda, la Magdalena y la Guadalupe. Además de dejar desprovisto de poder al capitán de la Armada que era Alanís de la Paz, durante el viaje comenzaron los problemas porque las carabelas iban muy pobladas de soldados pero con pocos marineros y desprovista de las cosas necesarias para semejante travesía, por lo que con la primera tormenta fueron a dar al puerto de Cádiz, donde muchos de los que fueron introducidos irregularmente y sin licencia para pasar a las Indias, comenzaron a abandonar rápidamente las carabelas. Alarmado Alanís de Paz por estos acontecimientos y confirmada la intención de rebelión de aquella dotación, mandó hacer un informe manifestando estos inconvenientes e irregularidades. Avisado el Consejo de ello, ordenó la prohibición del envío de las dos carabelas con el socorro y para asegurarlas se procedió a quitarles las velas y se hizo bajar de ellas a los pilotos, maestres y marineros35.

No se puede saber cuál hubiera sido el papel de Mencía de no fallecer el adelantado, pero los hechos son que, aparte de su aportación económica, su participación fue tan activa que, sin desalentarse, ella retomó lo emprendido por su difunto marido, cuya hacienda en el momento de su muerte se encontraba completamente disipada en los gastos del apresto de la expedición. Mencía Calderón, ejerciendo la curatela y fungiendo de hecho como Adelantada del Río de la Plata, tomaba en su nombre el mando de la flota y se hacía a la mar con sus tres hijas y un importante número de mujeres rumbo a América.

Mientras tanto su hijo adoptivo, Diego de Sanabria, permanecía en la península buscando financiación dado que el sostenimiento económico de la empresa recaía en los propios navegantes. Al mismo tiempo debía armar las naves de la flota que faltaban con aparejos, armas, municiones y todo tipo de pertrechos así como enrolando la tripulación36.

31. Ida de Hernando de Trejo al Río de la Plata. AGI.Indiferente,1964,L.11,F.284V-285.

32. Apremio para la salida a Diego de Sanabria. AGI. Buenos Aires,1,L.1,F.273R.

33. Miguel Sorg, M. (2014).

34. Pleito fiscal: Miguel de Aramburo. AGI. Justicia,1178,N.6.

35. Miguel Sorg, M. (2014).

36.

El bastimento de la flota no era tema baladí, desde la dieta viva hasta el agua debía calcularse por persona en unos 850 kilos, así lo detalla Sanz Alonso, B. (2022).
MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA 108
Fig. 5. Jubón. Colección Museo del Traje. Madrid.

Se debía cumplir con los requisitos que formaban parte del acuerdo como llevar centeno y otras semillas necesarias para el cultivo de la tierra, aunque los requisitos en la segunda vida de la capitulación se fueron aflojando37. Como era habitual cuando había urgencia en realizar la expedición, se limitaban las exigencias para que pudiera salir la flota. Así por ejemplo en 1549 se rebajó a Diego Sanabria el requerimiento a sólo 500 quintales de hierro y 50 de acero, es decir la mitad de la cantidad que tenía capitulada su padre38.

Hacía falta reclutar agricultores, gentes con oficios, soldados y sobre todo marinos experimentados. Ante los problemas para completar la dotación de los barcos con súbditos castellanos y al igual que ocurrió con la expedición de Cabeza de Vaca, una Real Cédula del 12 de mayo de 1549 comunicó a los oficiales de la Casa de la Contratación que proveyeran de pilotos y marineros a las seis naves que tenía que tener preparadas Diego de Sanabria para el Río de la Plata, y, en caso de que no hubiera suficientes entre los naturales del reino, permitieran al dicho Diego de Sanabria llevar portugueses39.

Tampoco hay ningún documento que acredite por qué la capitulación firmada expresaba familias ni por qué Mencía Calderón embarca un número tan destacado de mujeres solteras, desde luego no existió un encargo tan específico sobre el sexo de los viajeros. Cabe pensar que dadas las dificultades para encontrar hombres con oficios diversos que decidieran embarcarse, Mencía aprovechara que las mujeres invirtieran su dote, al igual que hizo ella, en un futuro en la tierra de promisión, además de saberse con el beneplácito de las autoridades para que convirtiera la expedición de Sanabria en una caravana de mujeres.

Mencía Calderón, la adelantada, partió de Sanlúcar de Barrameda el 10 de abril de 155040, con la habitual primera escala en las islas Canarias para hacer la aguada, trayecto que se tardaba unos seis días en recorrer. Las tres naves de la expedición transportaban a América 300 personas; de ellas, unas cincuenta eran mujeres. En esta época no era frecuente que la gente supiera nadar, ni siquiera los marineros ya que preferían hundirse rápido a penar flotando hasta morir de cansancio. En cuanto a las mujeres, casi puede afirmarse con rotundidad que ninguna de ellas sabría nadar, dadas las reducidas actividades que practicaban al aire libre y el pudor con el que se mostraban en público.

En el patache San Miguel viajaban doña Mencía y su familia, capitaneado por el tesorero, Juan de Salazar y Espinosa, que ya había viajado con el primer Adelantado del Río de la Plata, Pedro de Mendoza y había fundado la ciudad de Asunción en 1537; la carabela Asunción, propiedad de Francisco Becerra que llevaba a bordo mujer e hijos, y pilotada por el sevillano Cristóbal de Saavedra, y la nao San Juan, comandada por Juan Ovando.

Tras tener que esperar a que los vientos fueran favorables, por fin izan velas el 21 de junio hacia la costa guineana. Los peligros en alta mar solían ser los temporales y los piratas en la navegación cerca de la costa, ya que acechaban los puertos y el litoral. Era habitual sufrir ambos y la expedición de Mencía Calderón no fue una excepción. Las tormentas no sólo suponían el terror en sí mismo con la violencia de la mar en la oscuridad, los truenos, los relámpagos y el riesgo del naufragio. Cuando las nubes ocultaban las estrellas, los marineros se encontraban totalmente perdidos en su navegación con lo que era fácil salirse de la derrota en medio de una tempestad.

La flota sufrió un temporal que deshizo el convoy, quedando aislado el patache San Miguel que tras recalar en una bahía para esperar en vano a las otras naves, se aprovisionó de agua y volvió a emprender el viaje en solitario, perdiendo la ligera garantía de seguridad que suponía la navegación en conserva.

En los primeros días navegando cerca de la costa de África, fueron abordados por un buque corsario francés, capitaneado por el normando Escorce, que atacaba a barcos portugueses y castellanos que viajaban a América aunque parece que «solo» los saqueó, pudiendo al menos seguir adelante sin lamentar ataques personales, víctimas mortales o ultrajes a la condición femenina del pasaje.

La explicación a este singular hecho de no sufrir mas pérdidas que las materiales ante un ataque filibustero sin la ferocidad que los caracterizaba, nos lo explicó Enrique de Gandía para el que si bien es difícil, aún para los historiadores, revivir el estado de ánimo y las emociones de los hombres que actuaron en épocas tan alejadas de la nuestra, en este caso no se precisa mucha sutileza para imaginar cómo debieron sorprenderse los corsarios franceses al darse cuenta de que habían apresado un cargamento de damas que se dirigían al Paraguay41. Sin salir de su asombro algo de respeto debieron sentir por semejantes valientes.

37. Hay una recopilación de manuscritos del AGI realizada su directora para José Sanabria Vega (1977) en la que entre otras cosas puede hacerse un seguimiento de los preparativos con el que se constata como fueron menguando los requisitos y exigencias para esta expedición.

38. Hierro y acero para la expedición de Sanabria. AGI. Buenos Aires,1,L.1,F.264V-265R.

39. Pilotos y marineros para las naves de la expedición. AGI. Buenos Aires. 1,L.1,F.264R-264V.

40. Curiosamente la Real Cédula a los oficiales de la Casa de la Contratación para que permitan salir a los navíos que tiene preparados Diego de Sanabria para el Río de la Plata, sin esperar flota tiene fecha del 27 de noviembre de 1550 por lo que parece que efectivamente Mencía Calderón parte de forma apresurada, antes de un permiso efectivo. AGI Buenos Aires,1,L.1,F.298R.

41 de Gandía, E. (1936). Una expedición de mujeres españolas al Río de la Plata en el siglo XVI. Junta de Historia y Numismática Americana.

MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA 109 Proa a la mar

La flota partió hasta la isla Santa Catarina, actual Brasil, lugar señalado como punto de encuentro en caso de dispersión de las naves. Un viaje de unos cinco meses de duración y 12.000 kilómetros. A diferencia de los viajes desde España al Caribe o a México, los viajes al Río de la Plata eran mucho más largos e iban por la costa africana hasta Cabo Verde y de ahí cruzaban hacia América.

El 16 de diciembre de 1550 llegó a Santa Catarina el patache San Miguel. Las naves Asunción y San Juan que habían evitado el ataque pirata, sucumbieron ante una nueva tormenta que hizo desaparecer por completo al San Juan con toda su tripulación, mientras que diezmó considerablemente la gente que viajaba en el Asunción que a duras penas pudo llegar a la isla donde finalmente se hundió. Solo 120 personas, ochenta hombres y cuarenta mujeres y niños, celebraron la Navidad en Santa Catarina. Desde ese momento fueron oficialmente náufragos.

Hay quien afirma que en agosto de 1551, se tuvieron noticias desde la isla de Santa Catalina de la llegada de un nuevo gobernador, Diego de Sanabria, acompañado de Mencía Calderón y de sus hermanas. Al parecer Domingo de Irala mandó en septiembre de 1551 a Ñuflo de Chaves ir al encuentro de las autoridades naufragadas pero Chaves volvió al poco tiempo sin resultados. En febrero de 1552, envió un segundo socorro al Río de la Plata pero tampoco llegaron los enviados a encontrar los navíos de Sanabria42.

La expedición quedó recluida en Santa Catarina durante dos años y medio, hasta junio de 1553. Habían llegado a Brasil con una sola nave, que duró poco fondeada puesto que también se hundió.

En Sevilla conocían la situación de los expedicionarios puesto que la Casa de Contratación expidió el 9 de junio de 1553 una Real Cédula a los oficiales de la Casa por la que mandaba que los navíos que fueran al Río de la Plata, lo hicieran por la costa del Brasil, para recoger a doña Mencía Calderón y demás náufragos de la expedición de Sanabria43 .

Mencía esperó en vano el ansiado socorro pero parecía que no iba a llegar nunca, así que decidió que tendrían que emprender el viaje con destino al centro del continente por sus propios medios.

Se intentó construir una nave pero apenas se alejó de la costa hizo aguas. Por fin lograron terminar otro barco que se mantenía a flote pero que no consiguen pilotar y los lleva, involuntariamente,

hacia el norte para dirigirse al territorio portugués de Santos a unos 600 kms44. Allí sufren un nuevo naufragio, esta vez fueron socorridos por portugueses que vivían cerca y les ayudaron a llegar al fuerte de Santos.

Tomé de Souza, gobernador portugués, retuvo al contingente en el fuerte, pues no quería fundaciones de los rivales españoles cercanas a sus dominios. No fue hasta finales de 1554 o principios de 1555, cuando el nuevo gobernador portugués, Duarte da Costa, les permitió abandonar el asentamiento.

Tras los naufragios y pese a la hostilidad del terreno, no quedaba otra que proseguir por tierra por territorios inexplorados hasta la Asunción e hicieron dos grupos. La distancia desde la isla Santa Catarina hasta el continente es de apenas medio kilómetro así que decidieron enviar contingentes por tierra, uno dirigido por Hernando de Trejo y otro por Juan de Salazar. Hay quien afirma que el grupo no se dividió para doblar sus oportunidades sino que los dos gallos del corral no conseguían entenderse para colaborar de forma conjunta en la misma empresa.

En abril de 1555 partieron Juan de Salazar, con su esposa Isabel Contreras e hijas, y algunos expedicionarios arribaron a la Asunción en octubre del mismo año, llevando una cantidad importante de bovinos, los primeros por aquellas tierras.

Mencía y sus hijas, María y Mencía, así como el resto de los expedicionarios, navegaron al sur para fundar San Francisco, actual São Francisco do Sul, conscientes de que la capitulación exigía la fundación de dos pueblos, pero debieron abandonar el fuerte por los continuos ataques de los naturales.

En la conquista del Río de la Plata dos fuerzas opuestas tiraban de los expedicionarios, por una parte el deseo de encontrar la riqueza y el Edén, por otro el miedo a la violencia de los nativos y a las dificultades para transitar por la selva virgen debido a la densa vegetación y la existencia de frecuentes ciénagas, los insectos, los animales salvajes y la falta de aprovisionamiento. Sin embargo, de alguna manera existía la convicción de que los indios caníbales sólo significaban una dificultad que debía ser superada para avanzar tierra adentro, donde se encontrarían los tesoros y las tierras paradisíacas. Mencía Calderón sabía que debía continuar por lo inhóspito y adentrarse hasta Asunción, en una larga caminata no exenta de peligros.

42. Candela, G. (2007). Domingo Martínez de Irala, el protagonista de la historia de la conquista del Paraguay entre 1537 y 1556, p. 63. 43. Real Cédula a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla. Archivo General de Indias. Buenos Aires,1,L.2,F.6V
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44. Algunas fuentes apuntan a que a tal nave la bautizaron como La Intrépida

En el otoño de 1555, tras sacar fuerzas de flaquezas para llegar a la meta prevista, emprendieron la marcha por tierra desde San Francisco hacia Paraguay. El grupo más numeroso de mujeres que componían una expedición en el cono sur emprendieron un viaje en el que no tenían garantizado el sustento, ni siquiera el agua que reponer por la deshidratación de ir caminando, sin ropa ni calzado adecuados, ni siquiera armas con las que defenderse en una experiencia de supervivencia extrema.

A pie, con hambre, sed y naturaleza hostil, como auténticos exploradores, atravesaron más de 1.600 kilómetros de selvas, montañas, ciénagas y ríos, y el 4 de mayo de 1556 entraron en la Asunción: eran cincuenta personas, veinticinco mujeres, y habían pasado seis años desde que salieron de España.

Actualmente la herramienta de Google Maps calcula una distancia de 1.100 kms andando en línea recta. No es difícil imaginar que en la época habría equivocaciones reiteradas en el recorrido y que habría que dar mayores rodeos para salvar ríos, desniveles o zonas intransitables por el encuentro de cascadas o saltos de agua, nuevos para los ojos de los españoles y que Ruiz Díaz45 describió expresando que el agua posee “furia”, se convierte en “humo” al tocar el aire, y sus remolinos se levantan “como nevados cerros”.

A BUENAS HORAS, MANGAS VERDES

El primogénito de Sanabria, heredero de la segunda vida de la capitulación, se había quedado en tierra con el encargo de completar la expedición. Debía encontrarse con el resto de la flota en Santa Catalina y servir de refuerzo, pero era demasiado joven e inexperto. Como no ofrecía ninguna garantía de éxito le resultó difícil conseguir gente que quisiera acompañarlo en su aventura del Río de la Plata y los preparativos se dilataron en el tiempo.

En 1552 Diego conseguía solventar los problemas e inconvenientes y salía de España con otros tres navíos y un par de centenares de soldados, pero al llegar a la isla de Margarita, en la costa de Venezuela, perdió uno de los barcos. Con los dos restantes partió hacia su destino y otra de las naves lo perdía frente a las costas de Brasil, antes de llegar al Río de la Plata.

Según Gustavo Miguel Sorg46, ante la necesidad tan imperiosa de llevar socorro al río de la Plata, los señores del Consejo de Indias, por expresa solicitud del adelantado Diego de Sanabria, levantaron el embargo de los navíos y mercaderías de Miguel de Aramburo afectadas por el motín de Irala descubierto por Alanís de Paz. Sanabria había acordado con Aramburo llevar en su expedición a estos barcos, ya pertrechados y listos para zarpar, lo cual explicaría la poca pericia marinera de las naves que habían de llevar al joven Adelantado y que acabaron dando al traste.

Diego de Sanabria no pudo cumplir lo pactado por su padre y había tardado más de la cuenta en tomar posesión de su gobernación, el Rey ya había nombrado en 1552 una nueva autoridad para los territorios rioplatenses, aunque Domingo Martínez de Irala47 realmente solo fue nombrado gobernador titular. Tras llegar Diego de Sanabria al Río de la Plata, volvió a uña de caballo a la península para intentar hacer valer sus derechos, pero en la metrópoli ya habían pasado página.

Se cuentan dos versiones diferentes de su final, una que pasó al Perú y murió en Potosí. La otra que volvió a embarcarse hacia el Nuevo Mundo pero que volvió a naufragar, y como indica el refrán: náufrago que vuelve a embarcar, y viudo que reincide, castigo piden, así que llegó a la costa e intentó adentrarse por la selva hasta Asunción, pero a diferencia de su madrastra, él no lo consiguió.

EL IMPRESCINDIBLE GASTO DE LA DOTE DE LAS MUJERES EN LA CONQUISTA DEL RÍO DE LA PLATA

Mencía Calderón dirige al rey, tras llegar a su destino, una «Información de méritos y servicios » solicitando las mercedes correspondientes por sus merecimientos en el Río de la Plata. De su puño y letra asume que la decisión de embarcarse hacia América la toma cuando su propia madre, Ana de Ocampo, se presenta en Sevilla para disuadirla de la empresa ultramarina y para exigirle que retirara la dote de su matrimonio con Sanabria de la expedición y se volviera

a Medellín. Si renunciaba, quedaría sin efecto la capitulación firmada por su marido y el compromiso adquirido con las personas que ya habían gastado sus haciendas para formar parte de la expedición.

con ella 45. Ruy Díaz de Guzmán escribe La Argentina en 1612, se considera la primera historia orgánica de la conquista rioplatense escrita por un mestizo. 46. Miguel Sorg, M. (2014), p. 61.
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47. Irala no solo convivió con varias concubinas en Asunción, además permitió y hasta fomentó que los demás españoles también lo hicieran. Esta permisividad fue la estrategia de Irala para concertar la paz con diferentes tribus indígenas, como se sabe, polígamas. Sin embargo, las autoridades religiosas, escandalizadas de la cantidad de católicos que condenaban su alma, llamaban a la Asunción «el paraíso de Mahoma».

Sintiendo esta responsabilidad sobre sus espaldas, decide desobedecer el designio materno y hacerse a la mar valientemente con sus tres herederas y muchos oficiales de todos oficios. Mencía se había embarcado con sus tres hijas, pero llegó a la Asunción solo con dos; la tercera, que al parecer se llamaba Francisca, debió morir en la travesía marítima.

La Adelantada del Río de la Plata tuvo que vender su dote para cumplir con lo capitulado con el Rey, por lo que fue imprescindible su aportación para asumir la expedición. De hecho Juan de Sanabria se había endeudado para financiar la aventura. En cuanto se supo de su fallecimiento, sus acreedores se apresuraron a solicitar la ejecución de sus bienes, en cumplimiento de la fianza que hicieron de la capitulación48. Recuperar la dote, como le pedía su madre, hubiera significado el fracaso de la empresa a cargo, ahora, del hijo adoptivo y la pérdida de los sueños de una vida mejor de todos los que los acompañaron, sobre todo los de aquella caravana de mujeres destinadas a poblar un mundo nuevo.

También formó parte de la financiación de la empresa conquistadora, la dote de la prometida de Diego de Sanabria. Francisco Becerra le prestó a Juan de Sanabria 15.000 ducados que le había entregado Francisco de la Becerra, dueño de la Asunción y natural de Medellín, a título de dote de su hija, Elvira de Contreras, para el futuro casamiento con Diego de Sanabria, hijo del adelantado. Para garantizar la unión, Becerra había pretendido que Sanabria designara a su hijo Diego en la misma es-

critura dotal como sucesor en su adelantamiento y en la gobernación y la capitanía general de la provincia rioplatense, fijando al mismo tiempo la obligación de que Diego casara con su hija Elvira. Al fallecer el Adelantado, recibidos los cargos de su padre, Diego de Sanabria, anuló los acuerdos del casamiento con Elvira de Contreras y se comprometió, ante el escribano sevillano Cristóbal del Puerto, a devolver a Becerra los 15.000 ducados49.

La dote era un impuesto que debían pagar las mujeres para poder ser candidatas al casamiento con hombres de cierta posición. Quizá el pago de este rescate a cambio de la soltería fue lo que animó a un gran número de mujeres mozas a viajar a América invirtiendo en el viaje hacia el Nuevo Mundo lo que en el Viejo sólo era un pasaje al matrimonio.

MENCÍA CALDERÓN OCAMPO, UNA EXISTENCIA POCO DOCUMENTADA

Como ocurre con la mayoría de las mujeres que participaron activamente en la Conquista de América50 ha sido muy complicado para los historiadores rastrear las pruebas documentales de ellas porque, al igual que las mercancías, muchas viajaron de forma ilegal y no constan sus nombres en la relación de viajeros o bien lo hacen como séquito de los hombres, de los que sí constan datos identificativos.

Las mujeres no viajaban contratadas, por lo que tampoco constan en los pagos de nóminas de los viajes. Tampoco podían ostentar cargos públicos, por lo que, si los ejercieron, ocultaron las funciones tras maridos o hermanos. Faltan registros documentales porque el marido como cabeza de familia es el único visible de la misma, mientras que la mujer se desdibuja en el núcleo familiar.

No es mucho lo que se sabe a ciencia cierta de nuestra protagonista aunque su vida ha sido novelada varias veces, llenando con inventiva las incógnitas de su vida. Sin duda nació hacia 1514 en Medellín, Badajoz, la misma cuna que Hernán Cortés y que su marido Juan de Sanabria.

Contrajo matrimonio con el viudo Juan de Sanabria en 1535 que ya tenía un hijo de su anterior matrimonio llamado Diego.

De su muerte poco sabe salvo que fue en Asunción, la ciudad en la que puso todo su empeño en llegar. Aunque no se ha encontrado su testamento, parece que murió anciana.

48. AGI. Pleito fiscal: Luis Zapata de Avalos y otros. Justicia,1178,N.2. 49. Francesco D’Esposito (2012) Encontró en la sección de la escribanía de Cristóbal de Puerto del Archivo de Protocolos de Sevilla dicho asiento, siendo la documentación sobre el contrato de matrimonio y la dote matrimonial, la única que existe en dicho archivo sobre la expedición de Sanabria.
50. En el libro Pioneras. Mujeres en la Conquista de América, publicado por Sekotia, nombro al menos 40 mujeres españolas con un papel muy relevante en los primeros tiempos de la América española. MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA 112
Fig. 6. Mapa.

Se dice que Martínez de Irala, gobernador de Asunción, repartió encomiendas y privilegios a doña Mencía y a su familia. Si bien no sería extraño que le otorgara alguna recompensa el propio gobernador, otras mujeres como Isabel de Guevara tuvieron que exigirlo al rey.

LA DESCENDENCIA

La viuda de Sanabria no viajo sola sino con sus tres hijas doncellas, de las que sólo se conocen a Dña. María y Dña. Mencía, casadas allí respectivamente con los capitanes Hernando de Trejo y Cristóbal de Saavedra, la tercera debió morir en la travesía.

La importancia de los descendientes de Mencía Calderón es tal para los argentinos, que así como la mítica fundación de Roma reconoce la paternidad de los hermanos Rómulo y Remo, también se reconoce a estos dos hermanos como fundadores de Argentina. Fray Hernando de Trejo y Sanabria y de Hernando Arias de Saavedra, ambos hijos de María de Sanabria, nietos de Mencía Calderón.

En 1551, el capitán Hernando de Trejo contrajo nupcias con María de Sanabria. Una cláusula de las capitulaciones de Sanabria estipulaba que quien se casase con la primera hija del adelantado ocuparía el cargo de alguacil mayor de la provincia del Paraguay, con esta unión Trejo se hizo acreedor de dicho empleo. Dos años más tarde nacía, en San Francisco, Hernando de Trejo y Sanabria, hijo primogénito del mencionado matrimonio.

Recién llegada la expedición de Mencía, Irala solicitó a Trejo explicaciones del abandono de San Francisco. La imperdonable falta de desamparar aquel puerto hizo perder a España un vasto y rico territorio pero, sobre todo, un bastión con el cual se detendría el expansionismo portugués. Como sanción por el lamentable hecho, Trejo permaneció detenido por un tiempo y no pudo ejercer el cargo de alguacil mayor, concedido en la capitulación de su suegro.

El primogénito, Hernando de Trejo y Sanabria, fue enviado a estudiar a Lima, sacerdote franciscano ordenado en 1576, fue el primer obispo criollo del Tucumán. Autorizó en 1614 el Convento de las Catalinas a instancias de Leonor de Tejeda —primer convento femenino de Argentina y primera escuela de mujeres de Córdoba.

En 1613 Trejo fundó en Córdoba de su bolsillo el Colegio Menor y Mayor de San Francisco Javier y llamó a los jesuitas para dirigirlo. El Papa Gregorio XV le confió en 1621 el nombre, derechos y privilegios de universidad Real51 .

En segundas nupcias María de Sanabria casó con Martín Suárez de Toledo, teniente de gobernador general de Asunción y gobernador interino del Río de la Plata y del Paraguay, ambos tuvieron hacia 1561 en Asunción a Hernando Arias de Saavedra, Hernandarias, quien fue el último conquistador y el primer gobernador criollo y que ejerció el poder alternativamente en seis ocasiones en el Río de la Plata.

Dicen de él que es un buen ejemplo de mestizaje al aunar su cuna paraguaya y su raigambre hispánica52. Buen caminador y excelente jinete, arrió ganados hacia Buenos Aires y el litoral e introdujo los vacunos en la Banda Oriental. En 1604 penetró por tierra en la Patagonia, cruzó los ríos Colorado y el Negro, buscando la mítica Ciudad de los Césares. Tanto él como su medio hermano obispo fueron grandes caminadores, herencia recibida de su madre y de su abuela.

FINAL

Si bien nunca se la ha considerado almirante, porque era una empresa privada en la que se jugaba su propio dinero, habiendo estado al mando de la flotilla de tres naves e incluso apremiando su salida sin tener todo bien preparado para no retrasar la misión, es innegable que fue la capitán que cumplió el encargo Real de llevar sangre nueva del viejo continente allí donde se precisaba.

Durante las primeras décadas de la conquista hubo una gran dificultad para sostener poblados permanentes, por eso cuando se firmó la autorización al tercer Adelantado las pretensiones eran fundar pueblos en lugares estratégicos, para contrastar las pretensiones portuguesas sobre el Río de la Plata y reestablecer el orden en Asunción, tras la lucha entre Álvar Núñez Cabeza de Vaca y Domingo de Irala. Estos eran los propósitos que buscó sacar adelante Mencía Calderón al proseguir con la misión.

Lejos de amilanarse ante tamaño desafío, invirtió los roles tradicionales e hizo gala de una bizarría fuera de serie en la que la mayor riqueza a la que pudieron optar fue mantenerse con vida.

51. La Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua de Argentina, es conocida coloquialmente como la casa de Trejo.
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52. Su interesante vida, personalidad y leyenda pueden seguirse en Azarola Gil, L. E. (1933). Hernandarias de Saavedra y la primera exploración del Uruguay. Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo 102 pp. 158-182.

Su hazaña no se entiende sin desgranar antes la rivalidad con los portugueses, la guerra interna entre gobernadores, la mala elección de los responsables de las expediciones o su mala organización, ya que la que capitaneada la propia Mencía Calderón consiguió salir sin los requerimientos mínimos.

Tras el fracaso del tercer Adelantado Diego de Sanabria, hijastro de Mencía Calderón de Sanabria, la Corona nombró jefe de una nueva expedición al Río de la Plata a Jaime Rasquín. Durante la travesía del Atlántico escasearon el agua, que se perdía escapaba de los toneles y las provisiones, que además eran de mala calidad. Un mar en calma los detuvo en la zona ecuatorial y sufrieron las altas temperaturas de la zona, además de los malos modos de Rasquín. La tripulación se amotinó y el convoy se deshizo, por lo que cuando las dos naves que continuaron llegaron a La Española, Rasquín abandonó definitivamente el proyecto de ser Adelantado del Río de la Plata, sin haber pisado el territorio.

Este nuevo fracaso en la empresa de poblamiento vuelve a engrandecer lo conseguido con Mencía, ya que Jaime Rasquín ni siquiera llegó al destino dada la dureza de la empresa, pero dejó para la posteridad una de las frases más citadas por su claridad en cuanto a la política pobladora española: «Los casados en Indias son los que perpetúan las Indias».

Después vendría el Adelantado Juan Ortiz de Zárate, cuya única descendencia era femenina: Juana Ortiz de Zárate, por eso la segunda vida de Adelantado recaería…en quien se casase con ella. Otra forma de esquivar que una mujer ejerciera un cargo político que complicó aún más la ya compleja gobernación del Río de la Plata.

Los desmanes con las nativas siguieron igual, el 13 de febrero de 1558 una Real Cédula firmada en Valladolid mandaba a los vecinos de la ciudad de Asunción, que con consentimiento del dicho gobernador Irala habían llevado de la provincia de Piquiri y río de Iguazú por fuerza, por rescate o por guerra injusta, gran cantidad de indias, las devolvieran a su naturaleza53

Las investigaciones de Richard Konetzke, José Torre Revello y Marilyn Godoy han demostrado que el número de mujeres que llegó a la Asunción entre 1537 – fecha de su fundación como un simple fuerte – y 1583 – año en que llega el último contingente de españoles al Río de la Plata para el siglo XVI –, no pudo superar ciento cincuenta y se sitúa más probablemente alrededor del centenar de féminas, sobre un total de más de 3.200 personas que emprendieron el viaje según Richard Konetzke y Ricardo de Lafuente-Machaín54. De ser ciertos estos datos, la expedición de Mencía Calderón aportó el 25% de ellas.

En este sentido la historia aún no ha conseguido destacar suficientemente cuán relevante y decisiva fue la aportación de la mujer, incluso la más sencilla, para el fenómeno de la transculturación de la vida española a la sabia nueva de la vida en el continente americano.

53. Real Cédula a Domingo de Irala, gobernador de la ciudad de Asunción de las provincias del Río de la Plata, y otras justicias. AGI. Buenos Aires,1,L.3,F.14V15R. 54. DOMINGO, P. (2015) Testamentarias en el Paraguay del siglo XVI. VII Congreso Iberoamericano de Estudios de Género/XII Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres, Universidad de Comahue, Neuquén, Neuquén, Argentina.
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Fig. 7. Escenario de operaciones.

Carmen García Doctora en Historia. Licenciada en Ciencias de la Información. Instituto de Historia y Cultura Naval.

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MENCÍA CALDERÓN DE SANABRIA 115 Proa a la mar

MUJERES PIRATAS EMPODERADAS, AUDACES, TEMIDAS Y RESPETADAS

INTRODUCCIÓN

Una de las primeras novelas que leí de niño, junto a las de Sir Walter Scott (“Rob Roy, “Ivanhoe”, “Quentin Durward”), fue “Los Bucaneros”, novela basada en el guión de una muy interesante película de piratas, de 1958, interpretada por Yul Brynner, Charles Boyer y Charlton Heston, con una Claire Bloom a la altura de su personaje, Bonnie Brown, única película dirigida por el gran Anthony Quinn, y ambientada en la convulsa Nueva Orleans de 1812, en el contexto de la Guerra Angloamericana que les enfrentó por la propiedad del territorio de Louisiana. La película y la novela están basadas en la vida del pirata Jean Laffitte, francés de origen vasco, el último de los grandes.

En el desarrollo de la historia aparece una mujer pirata. Para mí, siendo niño todavía, aquello rompía mi idea de que pirata tan sólo podría ser un hombre. Y la cosa me sorprendió. Allí aparecía una mujer en un mundo de piratas, en medio de la Cofradía de los Hermanos de la Costa, pero no una mujer cualquiera, sino una mujer que, a lo largo del relato, va ascendiendo desde ser la hija de uno de los capitanes piratas, sin reconocimiento ni prestigio alguno excepto el ser “la niña de…”, hasta ocupar posiciones de liderazgo en aquel mundo que parecía tan de hombres, haciéndose con cotas de poder y respeto cada vez mayores. Sin embargo, he de admitir que lo que me dejó una enorme huella, que todavía está presente en los recuerdos, fue la escena de la aparición del personaje de Bonnie en la novela, la extraordinaria descripción literaria de dicho momento. Y de como fue haciéndose un espacio como capitana pirata, cosa que, he de admitir, ya entonces no me sorprendió en absoluto, viendo el desarrollo de la trama y el desarrollo en paralelo del personaje de Bonnie.

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Fig. 1. Película “Los Bucaneros”. Protagonismo de Bonnie, primer personaje femenino pirata en el Cine.

Leída dicha secuencia y la descripción del personaje de Bonnie en el libro que se sacó con ocasión tras la película, superó con creces a ésta, y el personaje femenino fue increíblemente bien descrito y desarrollado, superando con mucho a la película, a pesar de los magistrales oficios de una Claire Bloom que se empapó de un personaje inolvidable, magistral, digno del olimpo de mujeres irrepetibles. Al final de la historia, Bonnie se hizo realmente con el protagonismo de la historia, a pesar de su rol inicial tan segundón. Y es que el personaje era muy rico en matices y con enormes posibilidades de desarrollo. Fue todo un acierto presentar el personaje de Bonnie en el mundo tan aparentemente de hombres como era el mundo pirata.

Años después, en 1995, apareció el film “La isla de las cabezas cortadas”, donde una extraordinaria Geena Davis encarnó un personaje que no dejaba de ser interesante, a pesar de tratarse de una historia muy light sobre la piratería, más bien dirigida a la televisión de un domingo por la tarde, para ver entre cabezadas de una tranquila siesta. De hecho, está considerada una de las 25 películas menos rentables de la historia, y uno de los mayores fracasos en taquilla de todos los tiempos. Sin embargo, el personaje de Geena, Morgan Adams, nos logra cautivar.

Desde el inicio de la historia se nos presenta como capitana pirata, dirigiendo a un gran número de piratas bajo su mando, y comandando su propio barco, y donde nadie ponía en entredicho su responsabilidad como líder de aquellos “hermanos de la costa”. Sus peleas con otros capitanes piratas, sobre todo con su tío, personaje interpretado por un enorme Frank Langella, son verdaderamente impactantes, donde destaca el carácter y el talante de un gran personaje femenino.

Y en tiempos más recientes, surgió un personaje secundario en una de las películas de la saga de “Piratas del Caribe, en el fin del mundo”; y es que en medio de todos los capitanes piratas aparece el personaje de una jefa pirata china, de gran respeto y prestigio entre sus compañeros, llamado Mistress Ching, interpretado por Takayo Fischer. Este personaje parece ser que se basa en la vida de una gran pirata china, considerada uno de los piratas más importantes y poderosos de la historia, Cheng I Sao.

Pasemos a revisar la vida y actos de varias mujeres piratas que a lo largo de la historia han tenido un verdadero papel protagonista en lo que, aparentemente parece un mundo de hombres, y vamos sin embargo descubriendo que no es tan así, y que, desde luego, veamos ya con naturalidad la aparición, el rol, y la importancia de mujeres, muchas de ellas con posiciones de poder verdaderamente significativas.

PRIMERA ÉPOCA. DESDE LA APARICIÓN DE LA PIRATERÍA HASTA LA EDAD MEDIA

La piratería existe desde que se empezó a emplear profusamente el tráfico de personas y de mercancías. Ello nos lleva a los siglos VI-V antes de Cristo. Y fue, cómo no, en el Golfo Pérsico, cuna de civilizaciones en la antigüedad, donde se dan los primeros casos. De allí se expandió, muy rápidamente, dada la rentabilidad extraordinaria de esta tarea, a las otras dos zonas donde el comercio y el desarrollo y florecimiento de civilizaciones fue más abundante: el mar Mediterráneo y el mar de la China.

Podemos decir que, desde el principio, la aparición de la mujer en este mundo, falsamente presumible de hombres, fue un hecho. Y hacerlo en uno de estos escenarios, fue lo natural. La realidad de la presencia de mujeres era incontestable.

Fig. 3. Película “Piratas del Caribe”. Primera aparición de una mujer mandando una flota de barcos. Fig. 2. Película “La isla de las cabezas cortadas”. Primera aparición en el cine de una capitana pirata.
MUJERES PIRATAS 117 Proa a la mar

Artemisia I de Caria

El siglo V, en el marco tan vibrante y activo como era el mar Mediterráneo, vio aparecer a la que se considera la primera mujer pirata de la historia. Y lo hizo prácticamente al mismo tiempo que empezaban a destacar, en ese mundo, algunos hombres. No hubo, por tanto, mucha tardanza, todo lo contrario, en que apareciera una mujer en lo que, falsa creencia, se ha considerado siempre un mundo masculino.

Se cree que Artemisia nació hacia el 480 antes de Cristo. Siempre destacó con una personalidad arrolladora, y una fuerza tremenda que partía de su interior para hacerse con el control de las situaciones y del ánimo de las personas.

Caria era una región del sudoeste de la Turquía actual, y su capital era Halicarnaso. Con muchos kilómetros de costa, Caria siempre vivió de cara al mar. Ya por aquella época, desde que se sabe de ellos, los carios eran mercenarios muy famosos y requeridos, incluso de varios siglos antes; fueron contratados por asirios e hititas, incluso formaron parte de una guardia de élite del rey David, en Jerusalén, y del rey Minos, en las islas Cícladas, donde además ya destacaban y mucho, como grandes armadores de barcos. Y en la guerra de Troya, también pelearon, con enorme éxito, como aliados de los troyanos, haciendo sufrir, y mucho, a los griegos, Aquiles incluido.

El Imperio Persa nunca pudo realmente con ellos. Ni siquiera Darío. De hecho, apelando a su enorme pragmatismo, que los llevó a conquistar buena parte del mundo conocido, los persas les tenían en la consideración de región autónoma, y gran aliada. De hecho, cuando Jerjes I invadió Grecia hacia el 480 a.c., en lo que fue conocida como Segunda Guerra Púnica, encontró en Caria un fiel y temible aliado. En esos momentos, el trono de Caria lo ocupaba una extraordinaria mujer, Artemisia I.

Antecesora de los grandes piratas fenicios, cilicios y turcos, Artemisia ya era conocida por su dedicación a la piratería. La reina se encontraba con una población que alimentar, y una tierra tremendamente pobre, que no daba más que miserias. Dado que el comercio no les era productivo, por la sencilla razón de que poco, o más bien nada, tenían para comerciar, sólo quedaba el recurso de apropiarse de lo ajeno, aprovechando la inmensa suerte de que su costa estaba en rutas comerciales principales y muy concurridas. Además, su pericia como constructores de barcos y como navegantes hizo el resto. Tan sólo quedaba hacerse a la mar y esperar el paso de barcos cargados de mercancías. Y en este oficio, la reina

demostró una gran pericia y gran capacidad de liderazgo, tanto en tierra como en la mar, tanto en navegación como en los ataques.

Cuando Jerjes I atacó Grecia, Artemisia sintió la llamada de la lealtad hacia el Imperio Persa. Acudió sin dudarlo con sus setenta mejores barcos a sumarse a la flota persa. Y así, mientras los 300 de Esparta y sus aliados arcadios, tespios, focenses, etc., peleaban en el paso de las Termópilas, tuvo lugar la batalla naval de Artemisio. Estamos a finales del verano del 480 a.c., frente a las costas de la isla de Eubea. Era tal el prestigio, saber hacer y liderazgo de Artemisia, que Jerjes no lo dudó y la puso al mando de la flota persa junto a su propio hermano menor, Aquemenes. Y es que el persa se fiaba mucho más de ella y de su propia familia que del resto de los mandos de su inmensa flota de más de 800 barcos. Tras sufrir grandes pérdidas, más de la tercera parte de su flota, los aliados griegos tuvieron que retirarse. La actuación de Artemisia fue extraordinaria, y su capacidad de liderazgo, magnífica. Jerjes sabía que había hecho muy bien con su nombramiento y con la confianza que había depositado en ella. Ello permitió a Jerjes hacerse con el Ática (Atenas, el Pireo y alrededores) y Beocia, y buena parte del golfo de Corintio.

Pocas semanas después, en septiembre del 480 a.c., tuvo lugar la batalla de Salamina. Esta vez, los 1.200 barcos persas fueron puestos bajo el mando coordinado de Ariamenes, el hermano mayor de Jerjes, y nuevamente de Artemisia. A pesar de la derrota persa, en la considerada una de las más grandes y decisivas batallas de la antigüedad, que hubiera cambiado por completo el mundo conocido, con una Grecia desaparecida y un Imperio Persa asentado firmemente en el Mediterráneo Oriental, el comportamiento y desempeño en la batalla de Artemisia fue sobresaliente, siendo elogiado su liderazgo, iniciativa y valentía, nuevamente, por Jerjes.

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Fig. 4. Artemisia I de Caria.

No obstante, el emperador persa tuvo mucho que arrepentirse por no haber aprobado el plan de ataque de Artemisia, que, ahora en la derrota lo veía claro, hubiera llevado al éxito a sus naves, y hacerse con toda Grecia y con la mitad oriental del Mediterráneo.

Artemisia volvió, pero, ya cansada de tanto ajetreo en su vida, aceptó el encargo de Jerjes I de ser la instructora de sus dos hijos, Darío y Artajerjes, futuro emperador persa, sucesor de Jerjes I. Y es que el emperador había decidido, con buen criterio, en fiar la educación de sus hijos, entre ellos su sucesor, en aquella mujer que tanto le había impresionado. Para ello, Artemisia se instaló en Éfeso, próspera ciudad a orillas del mar Egeo, donde tuvo una vida tranquila, dedicada a su nuevo cometido.

La leyenda se cruza en este punto, y nos dice que, presa del mal de amores, Artemisia se lanzó al mar para ahogarse, desde las rocas de la isla de Léucade, isla griega del mar Jónico, al norte de Itaca, ciudad de nacimiento de Aristóteles Onassis, y el marco en el los males de amores llevaban al suicidio. Tal vez el nombre más conocido entre quienes practicaron esta costumbre fue Safo, la gran poetisa griega. Se dice que la costumbre venía de la propia Venus, tras la muerte de Adonis, no pudiendo superar la inmensa pena que la corría por dentro y el llanto continuo por la añoranza de su amado.

Teuta de Iliria

El siglo III a.c. nos trajo a otra gran mujer, la reina Teuta, quien reinó sobre Iliria entre el 231 y el 228 antes de Cristo. Fue la segunda esposa del rey Agrón, fallecido en el 231 a.c., tras casi veinte años de reinado, en una territorio o región histórica que hoy abarca grandes extensiones de Croacia, Bosnia, Montenegro, Albania y Serbia, y situado en su parte más occidental, donde se incluye la gran parte de la costa oriental del mar Adriático, una de las regiones con mayor raigambre pirata de la historia.

Su ubicación, territorio de paso de numerosas culturas, condicionó y caracterizó su propia cultura y el carácter de su gente. Su aparición en la historia fue a principios del siglo IV a.c., y ya desde el principio mantuvo constantes guerras con los griegos, sobre todo los macedonios, para ser finalmente derrotados por éstos, bajo el mando de Filipo II, padre de Alejandro Magno, tras lo cual juraron obediencia al rey macedonio, y a Alejandro, cuando éste sustituyó en el trono a su padre. Fue tal la lealtad hacia la casa real macedonia, que tropas ilirias acompañaron a Alejandro en su expedición a Persia y su aventura hacia el oriente, hasta tierras de la India.

La muerte de Alejandro devolvió la independencia a Iliria, dado su compromiso de lealtad a la casa real macedonia, pero no al reino en sí. De hecho, los ilirios se enfrentaron en Epidamno, Durrës hoy día, o Dirraquio, segunda ciudad de Albania, tras Tirana, y escenario de una gran batalla en la guerra civil romana entre Julio César y Pompeyo, muchos años después. Fue esta batalla de Epidamno, en el 312 a.c., que los ilirios dejaron claro a los griegos cuál era su frontera sur.

El rey Agrón ciñó la corona iliria entre el 250 a.c. y el 231, y ya entonces Iliria era una potencia naval de primer orden, dedicada con gran profusión y rentabilidad a la piratería. Fue bajo el propio Agrón que los ilirios controlaban gran número de rutas marítimas comerciales, se adueñaron del Adriático, y asolaron las costas de sus vecinos, entre ellos, las de un Imperio Romano que empezaba a destacar y hacerse su hueco en la historia. Pero la muerte le llegó bien pronto a Agrón, y su sucesor, su hijo Pineus, fruto de su primer matrimonio, era todavía menor de edad. Por ello, en su lecho de muerte, nombró como reina regente, hasta el acceso de Pineus al trono, a su segunda mujer, Teuta.

En un pésimo cálculo de probabilidades, los romanos creyeron ver un punto de debilidad en los vecinos ilirios, por lo que enviaron una embajada exigiendo a la nueva reina gran número de compensaciones, exigiendo fuertes reparaciones por los daños causados, y el firme compromiso de no obstaculizar nunca más la navegación para Roma.

Teuta, además de una gran líder como reina, y una extraordinaria comandante de las flotas iliarias, que le hicieron engrandecer aún más los logros, victorias y dominación de su esposo, fue una extraordinaria estratega geopolítica. Por ello, supo desde un principio que la forma de vencer al carácter duro de sus vecinos romanos era la determinación y la demostración fehaciente de fuerza y voluntad. Sin dudarlo, mandó matar a la delegación romana, dejando clara la posición de su reino.

El carácter de la reina ya había quedado claro cuando al muy poco de acceder al trono, expulsó a los griegos de las costas del Adriático, reforzó las defensas de Dirraquium, su frontera sur, siempre en conflicto con los griegos, y aumentó los ataques piratas contra las flotas romanas y sus vías marítimas comerciales. Además, se permitió extender el poder y la influencia iliria hacia el mar Jónico, alcanzando las costas romanas del sur de la península italiana y Sicilia.

MUJERES PIRATAS 119 Proa a la mar

El Senado Romano entendió perfectamente el mensaje, pero cometió el tremendo error de enviar la embajada en los términos de dureza de estilo en que lo hizo. Los cuerpos de la delegación romana fueron devueltos a Roma en lo que ésta consideró otro nuevo y clarificador mensaje de con quien estaban tratando. Se iniciaba así la conocida como Primera Guerra Iliria, que tuvo lugar en el 229-228 a.c., en la que un ejército romano, bajo el mando de los cónsules Lucio Postumio Albino y Cneo Fulvio Centumalo, atacó por tierra a Teuta, y una extraordinariamente bien pertrechada armada romana, de unos doscientos barcos, entraba por primera vez en el mar Adriático. Todo ello con el firme respeto que el Senado Romano sentía hacia Teuta.

En 228-227 a.c., ante el avance de las operaciones romanas y sus sucesivos triunfos, Teuta se vio obligada a renunciar al trono, aceptar un tratado de paz dictado por Roma, pagar un tributo anual, convertirse la mayor parte del territorio en protectorado romano, y abandonar la piratería, permitiéndola seguir siendo reina de un pequeño territorio alrededor de la ciudad de Shkodra, al noroeste de Albania, cerca de la frontera con Montenegro, y capital de Albania hasta 1920. Eso sí, tratándola con todo el respeto y consideración que Roma había considerado que merecía.

Awilda

Este personaje se mueve entre la verdad y la leyenda, tal vez por lo verdaderamente extraordinaria que fue su historia. Vivió en el siglo V, y parece que fue hija de un rey escandinavo, quien la prometió en matrimonio con el príncipe heredero del reino de Dinamarca, el príncipe Alf, hijo del gran rey Sygarus. Pero dando muestra de un gran carácter, Awilda desobedeció a su padre; tengamos en cuenta la fecha en la que nos encontramos, y la importancia de las bodas por encargo entre las casas reales.

El padre de Awilda fue un gran rey vikingo, Siward, del reino de Götaland, región de Suecia, una de tres grandes regiones históricas de Suecia. Siward poseía una gran flota de drakkars, el barco más profusamente empleado por los vikingos para sus incursiones, tanto costeras como fluviales. Era el barco ideal para la práctica de la piratería costera que tanto gustaba practicar, con gran acierto y éxito por aquellos navegantes vikingos, condenados a largas campañas de rapiña lejos de sus costas.

Estos barcos no sólo contaban con las clásicas tripulaciones de hombres de la época, sino también con gran número de mujeres, en la extendida tradición de mujeres guerreras vikingas. Eran conocidas como skjaldmö, y están muy presentes en la mitología nórdica. Aparecen con gran profusión en la literatura escandinava. No sólo fueron el patrón a seguir por las valquirias, sino que un gran erudito de la cultura nórdica, como J.R.R. Tolkien, se inspiró en ellas, con gran acierto, para describir al personaje de Éowyn, heredera del reino de Rohan a la muerte de su tío, el rey Théoden.

Ewilda, magnífica heredera de las costumbres de su gente, era una consumada navegante, y una excelente guerrera. Tras su negativa a seguir la orden de su padre y casarse con el heredero del trono de Dinamarca, Alf, Awilda tuvo que embarcarse para huir de un más que probable castigo. Sintiéndose ya marcada y proscrita, se lanzó a vivir en el mar, consciente de tener que navegar casi continuamente, siguiendo la costumbre arraigada firmemente entre muchos vikingos. Para ello, con la gente más próxima a ella, donde se encontraban gran número de sus amigas, verdaderas skjaldmö, se hicieron cargo de un barco, siendo elegida, por personalidad, carácter y cuna, la capitana del mismo.

Fig. 5. Teuta y los embajadores romanos.
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Fig. 6. Awilda y su tripulación de mujeres.

Y estado como estaban viviendo en el mar, acabaron practicando la piratería, con gran fortuna, por cierto. Su zona de influencia era el mar Báltico, donde sus costas pronto sintieron los zarpazos de sus ataques, así como abundantes rutas marítimas, con mucho tráfico comercial y gran número de mercancías y abundante riqueza. No les quedó otra, siendo ya gente indeseable para el mundo, que dedicarse a vivir de los bienes de los demás, continuando con la práctica de la piratería, por casi todo el mar Báltico, que, por cierto, no se les daba nada mal.

Como buena parte de sus presas pertenecían al reino de Dinamarca, que por cierto era el reino más próspero de toda la zona, el mismo príncipe Alf fue encargado por su padre de acabar con la piratería en sus mares. El enfrentamiento no se demoró mucho, y pronto localizaron y atacaron el barco de Awilda.

En la batalla, la propia capitana se fijó con gran interés en aquel capitán del barco enemigo que tan bien y apasionadamente luchaba. Tan impresionada estaba por la actitud y comportamiento del príncipe Alf, a quien no conocía en persona, que quiso conocerle y revelarle de inmediato que ella era su prometida, Awilda. Tan impresionados estaban ambos, que cumplieron con las promesas de sus respectivos padres, casándose en una sencilla ceremonia oficiada a bordo, tras la batalla. Con el tiempo, llegaría a ser reina de Dinamarca, junto a su esposo. Y así terminó su historia en el mundo pirata.

Jane de Belleville

Es más conocida como “la tigresa bretona” o “la dama de Clisson”. Vivió en el siglo XIV, entre 1300 y 1359. De noble ascendencia y casada con Olivier IV de Clisson, noble bretón, que luchó junto a Felipe VI de Francia en la Guerra de los Cien Años. Pero lo que podría haber sido una vida anodina y desconocida, cambió radicalmente con el fallecimiento del Duque de Bretaña, que desencadenó la conocida como “Guerra de Sucesión Bretona”, entre 1341 y 1364, que enfrentó a dos muy poderosas familias, la de Monfort y la de Blois, que terminó con la victoria de la primera.

La casa de Monfort contó con la ayuda de gran parte de la población de Bretaña y con Inglaterra. La casa de Blois con la ayuda de otra parte de la población de Bretaña, con Francia y con Castilla. Los Clisson se alinearon inicialmente con la casa de Blois, sirviendo a su rey, pero la batalla de Vannes, diciembre de 1342, cambió todo. En ella, Olivier fue apresado por los ingleses y pasó varios meses preso. En todo momento se pensó que había alcanzado algún acuerdo con el rey inglés, Eduardo III, para combatir junto a los ingleses en apoyo de la casa de Monfort.

Olivier fue convocado por su rey, Felipe VI, en París con el pretexto de un torneo, al año siguiente, en 1343. El bretón no sospechó nada y acudió a la llamada de su rey, quien había convocado a otros 15 nobles franceses. Pero al poco de llegar a la capital de Francia, Olivier fue apresado e inmediatamente decapitado por el rey Felipe, acusado de felonía. No contento con ello, el rey francés ordenó dejar colgado su cuerpo en Montfaucon, las instalaciones principales para horcas de los reyes franceses, ampliamente utilizadas hasta el reinado de Luis XIII. En ellas se ejecutaban delincuentes y traidores, dejando sus cuerpos colgados como aviso a la gente de París. Mientras, la cabeza de Olivier fue enviada a Nantes y, tras ser colocada en una pica, fue expuesta en una de las puertas de la ciudad amurallada. La elección de Nantes no fue casual, dado que el rey sospechaba que Olivier había facilitado la entrega de esta plaza a los

ingleses. La advertencia, por tanto, era muy seria. Pero, todo ello atentaba gravemente contra la costumbre, arraigada y respetada, de que el cuerpo de todo noble no sufriera de ultrajes tras su muerte.

Además, para complicar más las cosas, nunca se había demostrado la culpabilidad de Olivier. Por ello, fue mucha la gente, de la nobleza, y del pueblo, que consideraron un gran abuso del rey el comportamiento con Olivier, tanto ordenando su ejecución como en el trato posterior a la muerte que se dio a su cuerpo. No fueron pocos los que consideraron todo aquello como un cruel asesinato y un abuso del rey.

Por ello, cuando la esposa de Olivier, Jean de Belleville, quien no perdonó al rey Felipe VI su comportamiento, y juró vengar la muerte de su marido, encontró entre la población bretona gran número de apoyos, entre ellos, muchos nobles que se levantaron contra su rey.

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Fig. 7. Jeanne de Belleville, la tigresa bretona.

Jean armó pronto unos navíos y abrazó la vida de piratería entre 1345 y 1359, aprovechando que gran cantidad de rutas marítimas pasaban delante de sus costas, barcos muy bien provistos de valiosas mercancías, y costas que eran muy bien conocidas por ella, pero las cuales eran difíciles de controlar por extraños. Al poco, dado sus grandes triunfos sobre barcos franceses, Eduardo III la convenció de que trabajara para el bando inglés en calidad de corsaria.

También logró que el rey inglés le facilitara que su hijo Olivier, quien sería conocido posteriormente como Olivier V de Clisson, fuera educado en Inglaterra como un noble inglés y un verdadero príncipe. Con el tiempo, Olivier V participó en la principal batalla de la Guerra de Sucesión Bretona, la más importante y más decisiva, la batalla de Auray, en 1364, dando fin al conflicto y la victoria a la facción de los Monfort, pero fue también la batalla más sangrienta, en la que Olivier comandó el ala derecha inglesa y él mismo en persona dio la tajante orden de no hacer prisioneros entre los franceses y los partidarios de la facción de los Blois.

De hecho, el pretendiente de la casa de Blois, Carlos, murió a manos de los soldados de Olivier, quienes cumplieron la orden de éste. Por fin se había completado la venganza de los Clisson, iniciada por Jane de Bellevile, y terminada por su hijo, quien sería conocido como “El carnicero” desde entonces.

Con el paso del tiempo, los Clisson fueron rehabilitados por el rey Juan II de Francia, hijo de Felipe VI y sucesor de éste, reponiendo la memoria de Olivier IV. Olivier V recuperó un año más tarde las posesiones y privilegios de la familia, así como los derechos perdidos, y llegó a ser Condestable de Francia, tras la muerte de Bertrand du Guesclin, en el periodo de 1382 a 1390. La venganza de Jean de Belleville se había completado.

SEGUNDA ÉPOCA. LA EDAD MODERNA

La piratería se había convertido no sólo en un negocio francamente muy brillante, sino también en una forma de vida, sostenible, rentable y hasta gratificante para muchos, siendo dueños de sus vidas y, desde luego, sintiéndose amos de su propio destino.

Fueron, por tanto, muchos los que la abrazaron. Y, lógicamente, las mujeres estaban siempre ahí, con naturalidad, aunque se haya tratado de ocultar su presencia y el papel que representaron, mucho más importante, influyente y extenso de lo que siempre se nos ha hecho creer.

En este contexto, aparecieron un grupo de mujeres que, desde luego, deslumbraron en sus respectivas épocas, e impactaron extraordinariamente sobre todo aquél que las llegó a conocer.

Sida al Hurra

Su nombre significa “La Dama Libre”, y llegó a gobernar Tetuán entre 1512 y 1542. Fue una de las mujeres que ejercieron influencia política en el Islam de forma libre e independiente. Parece que Sida nació en 1485, hija de un jerife o sharif mulay, Ali ibn Rashid y de Zura Fernández, mudéjar de Vélez de la Frontera. La familia gobernaba un pequeño territorio cuya capital era Chauen, con cierta dependencia, pero con un grado de autonomía del sultanato de Fez.

Con 15 años, en 1500, se casó con Ali al-Mandri, o Sidi Mandri, general del antiguo Reino Nazarí de Granada, leal a Boabdil, y su jefe militar, exiliado tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos, acogido por Ali ibn Rashid, y Gobernador en la actualidad de la ciudad de Tetuán, donde procedió a la reconstrucción y modernización de la ciudad, así como a su repoblación con refugiados procedentes de Granada, tras la destrucción que ataques sucesivos de los castellanos de Enrique III y los portugueses de Pedro de Meneses habían provocado años antes, en 1399 y 1437, respetivamente.

Sida adquirió gran influencia en el gobierno de Tetuán, debido a que su esposo, que era unos 35 años mayor que ella, padecía una larga enfermedad y las consecuencias de varias heridas de guerra. Y es que en el plan de relanzamiento de Tetuán figuraban los planes de reiniciar y consolidar una actividad corsaria fructífera. La base de operaciones se situó en el puerto de Martil, o Río Martín, en la desembocadura del mismo, 10 km al noroeste de Tetuán, llegando a ser el principal puerto de Marruecos en el Mediterráneo hasta el siglo XVIII, y base de una consolidada actividad corsaria y comercial, tanto de importación como de exportación.

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Fig. 8. Sida al hurra.

Dicha actividad corsaria venía ya de muy lejos. Y fue la causa de que portugueses, primero, y castellanos, después, asolasen el puerto y Tetuán en el siglo XV. Los planes de al-Mandri, y dirigidos y ejecutados tanto por él como por su esposa Sida, contemplaban el resurgimiento de Tetuán, del puerto de Río Martín y de la actividad comercial y corsaria.

Poco después, en 1539, moría el hermano de Sida, Ibrahim, quien había sucedido al padre de ambos como Gobernador de Chauen y valido del Sultán, y un año después, en 1540, lo hacía alMandri, lo que supuso que Sida se hiciera cargo del gobierno de Tetuán, aunque la verdad es que hacía ya unos cuantos años que venía ejerciéndolo en la práctica, aunque ahora lo haría de forma oficial, pero sin la protección de dos personajes tan poderosos y de una enorme influencia política como su hermano y su esposo.

La posición de Sida se debilitó, sobre todo por el afán expansionista de su medio hermano Muhammad, quien sustituyó a Ibrahim como Gobernador de Chauen, y que ambicionaba hacerse con Tetuán, y por el rencor de Hasan Hashim, miembro de la aristocracia de Granada, y ya enemigo acérrimo desde entonces de al-Mandri.

Como contramedida a todo ello, y ganar seguridad, Sida se casó en 1541, con 56 años, con el sultán de Fez, Ahmad ibn Muhammad. Era tal el talante de Sida que, no sólo no abandonó Tetúan para instalarse en Fez, sino que obligó al sultán a abandonar Fez, la primera vez que un sultán abandonaba la capital, el mismo año de su matrimonio.

Pero como Sida continuó ejerciendo el poder, ahora sobre el sultanato, de forma harto autocrática, el 22 de octubre de 1542, un año después, Hasan Háshim, to-

mó Tetuán, despojando a Sida del poder y de sus bienes. Habían transcurrido 27 años con Sida en el gobierno de Tetuán y de la actividad corsaria en Río Martin. Tras ello, Sida retornó a Chauen, a la casa familiar, donde falleció poco después, y donde está su tumba, lugar de visita muy frecuente, de una mujer que es considerada ejemplo de autoafirmación y liderazgo en una sociedad tan masculina como la que le había tocado vivir. Es uno de los pocos referentes femeninos en el Islam.

La actividad corsaria de Tetuán y de Río Martín la continuó su propio yerno, Ahmad, hijo de Hasan Hásim, casado con una hija de Sida, consolidando la labor corsaria que al-Mandri y sobre todo Sida, habían reiniciado y potenciado de manera tan exitosa. Esa parte del Mediterráneo volvería a sentir la actividad corsaria durante mucho tiempo.

Mary Wolverston o Lady Mary Killigrew

Se supone que Mary nació en 1525, hija de Philip Wolverston, conocido como pirata, y residente en Wolverston Hall, en Suffolk. Contrajo matrimonio con Henry Knyvett, y a la muerte de éste, contrajo matrimonio con John II Killigrew, de Arwenack, en Cornualles, Gobernador del castillo de Pendennis y miembro del Parlamento, cerca de la ciudad de Falmouth, y perteneciente a una próspera familia y con importantes conexiones con la Casa Real. De hecho, el castillo de Pendennis fue construido por Enrique VIII, formando parte del plan del rey inglés de defensa contra la amenaza francesa de desembarco y conquista de Inglaterra. John Killigrew, miembro destacado de la nobleza local de Cornualles, y padre del esposo de Mary, fue quien supervisó la construcción del castillo por encargo del propio rey, y nombrado por éste como su primer Gobernador del castillo.

Su hijo y heredero fue John II Killigrew, esposo de Mary, y segundo Gobernador del castillo. Se opuso a María I y al esposo de ésta, Felipe II de España, para lo que empleó su flota de barcos, para ayudar a mantener el avance del protestantismo en Francia y atacar las naves españolas en el Canal, aunque fue detenido y enviado a prisión por la reina. Sin embargo, la llegada al trono inglés de Isabel I, cambió mucho el panorama.

Killigrew logró permiso para poder dedicarse con impunidad a la piratería en su zona de Arwenack, así como para investigar actos de piratería ocurridos en su región, lo que le dejó las manos libres no sólo para actuar con total impunidad, sino también para acabar con la competencia. Sin perder la oportunidad, John y su esposa, actuaron muy activamente, haciéndose con gran número de barcos mercantes, aprovechando la cercanía de Carrick Roads, un gran estuario en la costa sur de Cornualles, el tercer puerto natural más grande del mundo.

En 1567, el matrimonio fortificó la casa familiar, Arwenack House, convirtiéndola en un seguro baluarte para guardar el fruto de tantos botines de sus incursiones en los barcos apresados. Parece que Mary alcanzó el liderazgo de la actividad pirata de la familia, y quien tomó el protagonismo en no pocas acciones de toda índole, como el necesario soborno de funcionarios, tanto para que se les permitiera continuar con su actividad, como para obtener la información necesaria para llevarla a cabo con éxito y rentabilidad. Además, una parte de los saqueos y botines iba en dirección a Londres, para terminar dentro de las arcas reales. No sólo lo hacía la familia Killigrew, sino también otros muchos piratas y corsarios de la corte de los Tudor. Aunque eso sí, la zona muy productiva de Cornualles era propiedad de los Killigrew.

MUJERES PIRATAS 123 Proa a la mar

Mary es descrita como una mujer de negocios dura, malvada y sin principios, que administraba Arwenack House y supervisaba el almacenamiento del patrimonio familiar y los frutos de los saqueos y botines. Tenía fama de mujer con una avaricia insaciable y deseo enfermizo de poder, en palabras de su propio nieto, en la novela histórica “The Grove of Eagles”, de Winston Graham. Era realmente la jefa del clan familiar, arrebatando a su esposo el liderazgo del mismo. Como muestra de su poder tenemos que en una ocasión en que todo salió mal, con ocasión del ataque al barco español María de San Sebastián, fue detenida, juzgada y condenada a muerte, junto a dos de sus ayudantes, Kendal y Hawkins; y aunque éstos fueron ejecutados, Mary recibió el indulto de la reina Isabel, después de haber pagado grandes sumas en sobornos, volviendo a ejercer su rol de jefa del clan familiar y su lucrativa actividad pirata.

Se sabe que su esposo John II Killigrew falleció en 1584, y que ella en 1587 estaba todavía con vida y, aunque se desconoce la fecha exacta de su muerte, sí parece que falleció en Arwenack, en la parroquia de St. Budock, años después.

Grace O´Malley

Estamos ante otra mujer interesante, irrepetible y extraordinaria. Grace O´Malley fue la líder del clan irlandés O´Malley, reina de Umaill, y capitana pirata en el siglo XVI. Su zona de actuación fue el mar de Connaught, principalmente, y su influencia fue tal que su memoria ha perdurado desde entonces. Incluso el folclore irlandés tiene algunas tonadas dedicadas a su vida y su memoria.

Nació en el seno del clan O´Malley, siendo el único descendiente de su líder Eoghan Dubhdara “Owen” O´Malley. Pero esto no le aseguraba nada, dado que la ley Brehon, vigente entonces, confirmaba que los títulos no se transmitían al primogénito, sino que los jefes debían ser elegidos. De hecho, en la Irlanda de entonces, las mujeres podían heredar, tener posesiones, tierras, ganado, gente a su servicio, e incluso tener la iniciativa de divorciarse de sus esposos; había una excepción, no podían ser jefes de clan.

El clan era prácticamente el dueño del territorio de Umaill, condado de Mayo, uno de los más tradicionales de la isla. Situado en la costa oeste, es el tercer condado más grande de Irlanda. De fuerte tradición católica, es considerado el Lourdes irlandés, con el famoso santuario de Knock, con la afirmación de varias apariciones de la Virgen, y uno de los lugares más sagrados de la religión católica.

Grace nació, según la creencia más popular, en 1530, en el condado de Mayo. Nacida Gráinne Ni Mháille, su nombre gaélico. El clan O´Malley era eminentemente marinero, que navegaba por casi todos los mares conocidos, con gran dedicación al comercio, pero con otras “líneas de trabajo”, según las épocas, como saquear costas vecinas y también más alejadas, así como cobrar impuestos tanto de pesca en lo que consideraban aguas de su propiedad, como de derecho de paso por las mismas. También cobraba impuestos de protección, de vida y de propiedades. Además de piratas, eran verdaderamente mafiosos.

Pero no nos equivoquemos. Eran muy cultos y de una extraordinaria educación. Y así, Grace pronto hablaba latín como verdadera bilingüe. Asímismo, pronto destacó en navegación. Creció en la mar, entre gente muy curtida y con muchos conocimientos marineros y de navegación, que ella se encargó bien pronto de adquirir pues estaba decidida a dedicarse a continuar la tradición familiar.

Con 15 años se casó con Donald O´Flaherty, heredero de un clan vecino, de costumbres y oficio muy similar al suyo. Sin embargo, a los 15 años de matrimonio, un clan rival asesinó a su esposo, se cree que los Joyce. Estamos en 1560, y Grace contaba 30 años, y era madre de tres hijos. Fue entonces cuando se encontró con la llamada del destino, al hacerse cargo de las posesiones de su marido, tierras y barcos.

Tras defender con éxito sus posesiones del ataque del clan Joyce, acudió con su gente del clan de su marido a tierras de su padre, reclamando y haciéndose con el control del clan O´Malley. Estableció su fortaleza en Clare Island y armó tres galeras para desarrollar una fructífera carrera de pirata.

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Fig. 9. Arwenack House, bastión de Lady Killigrew.

A sus innegables dotes de liderazgo, en tierra y en mar, unió una extraordinaria habilidad y conocimiento marineros, y una magnífica adaptación a la vida en alta mar, y el conocimiento de las aguas tan peligrosas del Atlántico en aquellas latitudes. Son muchos los que creen que su capacidad de liderazgo en la mar, es lo que verdaderamente la hace distinguir y sobresalir de cualquier otra mujer dedicada a mandar barcos y tripulaciones.

Su comportamiento fue siempre feroz, intrépido, vengativo y sobresaliente. Al cabo de unos años tomó como pareja a Hugh de Lacy; pero éste pronto fue asesinado por un clan vecino, los MacMahon. Grace esperó su momento, que llegó cuando los principales del clan se reunieron en una isla cercana. Tras matar a todos los allí presentes, sin excepción, atacó y tomó para sí el castillo principal propiedad de los MacMahon. Estamos en 1565.

En 1566 se volvió a casar, con Richard Bourke, del poderoso clan de los MacWilliam. Este clan tenía un gran atractivo, ya que, además de ser influyentes y fuertes, poseían el castillo Rockfleet, estratégicamente ubicado de manera magnífica, y que le venía extraordinariamente bien su posesión a Grace.

Muestra del carácter de esta enorme mujer fue que, al año de matrimonio, echó a su marido fuera del castillo, con las palabras “te despido”, según la tradición irlandesa. Se estaba aprovechando del llamado “matrimonio de prueba”, comunes en la Irlanda de entonces, y que permitían separarse después de un año de matrimonio.

No obstante, la pareja se reconcilió y permaneció unida durante 20 años. Pero a Richard le había quedado muy claro quién mandaba allí, así como que su castillo era ya realmente propiedad de su esposa.

Otra anécdota que nos muestra claramente el carácter y talante de esta extraordinaria mujer se produjo en 1567 a bordo de uno de sus barcos, cuando, justo tras dar a luz a su cuarto hijo, el barco fue atacado por los piratas de Berbería. En esos momentos, y tras requerimiento de su propia gente, que estaban viendo que perdían la batalla, subió a cubierta, bien armada, envalentonó a sus hombres, rugió órdenes precisas, aguantó los dolores, dirigió el contraataque, mató al jefe enemigo, y se hizo con su barco, añadiéndolo a su escuadra. A continuación, inmediatamente, acudió a hacerse cargo personalmente de su hijo recién nacido. Como tantas veces ocurre, la realidad supera la ficción; a nadie se le hubiera ocurrido inventar algo así para una novela o una película.

La aparición en escena del rey Enrique VIII fue particularmente convulsa. Su firme deseo de adueñarse definitivamente de Irlanda, significó un antes y un después para la isla. Aunque su sueño no logró verlo convertido en vida, su hija, Isabel I, continuó su labor. Y así, encargó a Sir Henry Sidney, Lord Diputado de Irlanda, terminar la labor de conquista de la isla. En lo que concernió al condado de Mayo, fue dividido en baronías, con la exigencia de que los jefes de clanes aceptaran la llegada de alguaciles ingleses a sus tierras, y todos ellos aceptaran la ley inglesa.

El clan de los MacMillan aceptó las condiciones. Pero Grace bien sabía que ello significaba que el heredero de este clan sería el varón mayor de los descendientes del padre de Richard, pero no éste. Y ello echaba por tierra los grandes esfuerzos y cuidadosos planes que había estado llevando a cabo durante muchos años para que su esposo fuera el jefe del clan. La llegada de Sir Henry había trastocado todos sus planes.

No obstante, ejemplo del carácter de Grace, de su carisma y talante, fue el cambio de planes que esta extraordinaria mujer llevó a cabo, a la vista de cómo iban pintando las cosas. Por ello, decidió ganarse el favor de Sir Henry, por lo que le ofreció los servicios de su reputada y famosa flota. El inglés quedó prendado de aquella mujer, de su carácter sin igual, y de su enorme y decisiva capacidad de liderazgo. Ello significó un trato de mayor favor y más vista gorda a las actividades de Grace y sus posesiones.

Volviendo a su vida de pirata, Grace obtuvo nuevos triunfos y mayores riquezas. Sin embargo, en una ocasión pinchó en hueso. Fue cuando fracasó en su intento de saquear las tierras y posesiones del Conde de Desmond, que supuso su captura y encarcelamiento. El conde, conocedor de que no era del agrado de los ingleses, y que éstos consideraban muy seriamente su participación en un complot contra la reina Isabel, y con el fin de ganarse su favor, les entregó a Grace, quien fue encarcelada en las mazmorras inglesas del castillo de Dublín.

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Fig. 10. Castillo de Rockfleet, bastión de Grace O´Malley.

Tras un tiempo presa, fue liberada en 1579. Y sin perder el tiempo, todo lo contrario, con el firme deseo de recuperar el tiempo perdido, dispuso ataques sucesivos, continuos, y devastadores, contra barcos ingleses. Y estos triunfos en el mar se repitieron en tierra, cuando derrotó a un gran ejército inglés que había sido enviado para tomar su bastión de Rockfleet.

Al morir el jefe del clan MacWilliam, en 1580, un año después, Grace y su esposo reclamaron para éste la jefatura del clan, saltándose la ley inglesa. Lograron reunir un formidable ejército, apoyado incluso por tropas de élite escocesas, los Gallowglass, forzando un trato que, entre otras cosas, confirmaba la jefatura del clan en Richard, lo que convirtió a la pirata en Lady Bourke.

Sin embargo, Richard falleció poco después, en 1583. Tras ello, Grace tomó lo que consideró conveniente de las propiedades de su esposo, y se estableció con un ya gran ejército, numeroso y leal, y sus barcos, en el bastión de Rockfleet, siendo aceptada y respetada por los clanes vecinos, y temida por los ingleses.

Apareció Sir Richard Bingham como Gobernador de Connaught en 1584, quien estaba convencido de que detrás de las rebeliones y problemas causados por los irlandeses de la región en los últimos 40 años, estaba la mano y la cabeza de Grace. Las cosas se complicaron aún más cuando el hijo mayor de Grace fue asesinado por el hermano de Bingham, en 1586. A los pocos meses, Grace lideró un gran ejército contra Bingham pero fue traicionada y tomada presa. Tenía 56 años, y fue condenada a muerte.

Fuerzas irlandesas, leales a los ingleses, pero seducidos por el carácter y valía de esta gran mujer, convencieron a los ingleses de que mantendrían a Grace bajo custodia, y su perdón significaría ganarse adeptos entre los irlandeses todavía contrarios a Inglaterra; mientras que su ajusticiamiento sólo podría significar convertirla en mártir y enconar los ánimos, provocando que muchos irlandeses se enfrentasen a Inglaterra, echando por tierra largos años de trabajo para lograr atraerles a la causa de los Tudor.

Grace volvió a brillar en su nuevo cometido de mujer política. Ahora, a la salida de prisión, y tras conocer que Bingham tenía poderosos enemigos dentro de los propios ingleses, como Sir John Perrot, el nuevo Lord Diputado de Dublín, no dudó en acercarse éste, quien en prueba de buena fe, y conocedor de lo mucho que esta irrepetible mujer podría aportarle en sus ambiciones, le otorgó un perdón general a ella y a su familia, con el condicionante de que Grace se retiraría a una vida tranquila, y dejara de ejercer como pirata y como jefa de clanes, de hombres y de barcos enemigos de Inglaterra. Estamos en 1587.

Pero la llegada un año más tarde, en 1588, de Bingham, trastocó de nuevo las cosas, coincidiendo con el rumor de que España estaba preparando y lista para zarpar, una gran armada contra Inglaterra. Bingham, era un enemigo temible, que logró destruir parte de la flota de Grace, lo que hizo que ésta se dirigiera directamente a la propia reina Isabel, haciéndola saber que Bingham había roto los acuerdos alcanzados con Perrot.

Un cada vez más odioso Bingham apresó al hijo de Grace, Theobold, con firmes deseos de venganza, al haberse visto ninguneado por Grace al haber acudido directamente a la reina. La acusación de traición que formuló Bingham sólo se pagaba con una horrenda muerte. Consciente de ello, Grace logró obtener una audiencia personal con la propia Isabel I, en Greenwich, con la ayuda de influyentes personajes de la corte, asímismo seducidos por la forma de ser de esta extraordinaria mujer. Estamos en julio de 1593.

Dado que ninguna hablaba la lengua de la otra, acudieron a aquélla que ambas conocían, muestra del carácter, educación y cultura de ambas extraordinarias mujeres, el latín, aunque Grace parece que conocía algo de inglés, pero no lo suficiente, y la reina desconocía por completo el gaélico. El tono del trato fue de igual a igual, de reina a reina.

Parece que la huella dejada en Isabel fue profunda. La orden de la reina fue tajante: liberación inmediata de Theobold, fin de la persecución a Grace y su familia, y el real permiso para que Grace pudiera regresar “al mantenimiento por tierra y mar”, lo que significaba el permiso real para dedicarse nuevamente a la piratería, respetando los barcos ingleses, y abandonado los apoyos a las rebeliones irlandesas contra Inglaterra. Y poco después, cuando Inglaterra procedió a nuevos nombramientos en Irlanda, Isabel ordenó que Grace fuera nombraba jefa del condado de Mayo, y destituyó a Bingham.

Fig. 11. Encuentro de dos Reinas: Grace O`Malley y la Reina Isabel I.
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Buena prueba de las jugadas del destino fue que ambas mujeres fallecieron el mismo año, poco después, en 1603. Grace contaba entonces ya con 73 años, y hasta el final de sus días siguió liderando a sus hombres. Murió en su querido bastión de Rockfleet.

Otra gran mujer y temible pirata. Nacida el 28 de agosto de 1661, en Gourin, en la Bretaña, cerca de Brest. Estuvo casada varias veces: con Pierre Lelong, con Joseph Chéret, y, por último, con Laurent de Graff. Su matrimonio con Lelong fue en 1684; se trataba de un filibustero residente en Cabo Haitiano, que fue quien la introdujo en este mundo, que la atrajo de inmediato, y que pronto supo que era un tipo de vida para ella. Cabo Haitiano, o Cap Francois para los franceses que allí habitaban, era un verdadero nido de filibusteros, principalmente franceses, y que posteriormente sirvió para dar refugio a calvinistas franceses huidos. Y en esa localidad, el esposo de Anne era uno de los capitanes más reconocidos.

Sin embargo, Lelong murió pronto, el 15 de julio de 1690, en una pelea, y un año después, su viuda contrajo nuevo matrimonio, con Chéret, quien también falleció pronto, en 1693. Pero ese mismo año conoció a Laurent de Graaf, casándose con él. Las circunstancias del comienzo de esta relación fueron casi novelescas. Anne se sintió insultada por Laurent, y le provocó a un duelo. Cuando éste la conoció en persona, se enamoró de ella, abandonó a su actual esposa, Petruline Gusman (o Petronila de Guzmán, una española de Canarias), obteniendo muy rápidamente la anulación de su matrimonio, y casándose en Ciudad del Cabo con Anne el 28 de julio de ese mismo año, 1693, un mes después de la muerte del segundo esposo de Anne. El nuevo matrimonio se instaló en la Isla de la Tortuga, verdadero refugio y nido de piratas y filibusteros, que asolaban el Caribe.

Laurens de Graaf era natural de Dordrecht, en los Países Bajos, Nacido en 1653, era de alta estatura, rubio, con bigote, siendo conocido como “Lorencillo”, y debido a su fiereza en combate, como “Gesel van de West” o “Azote del Occidente”, y bien que lo fue, sobre todo para las aguas y tierras de Yucatán, Tabasco, Veracruz y Campeche.

Graaf fue un pirata que no sólo atacaba barcos en alta mar, sino que se especializó en atacar ciudades. Un asalto muy célebre lo llevó a cabo contra Veracruz, el 17 de mayo de 1683, dejando más de 400 muertos y una ciudad arrasada, en medio de miseria y desolación, tras haber estado allí durante dos semanas, habiendo levado anclas el 30 de mayo.

Otro de sus ataques a tierra lo llevó a cabo contra Campeche. Fue el 6 de julio de 1685. Tras dos meses de estancia, y dado lo infructuoso que aquello estaba siendo, ya que los pobladores habían tenido tiempo para sacar todos sus bienes de la ciudad y ponerlos a salvo, se empezó a quemar la ciudad y ejecutar prisioneros, parece ser que por orden de los socios de Graaf, quien pronto intervino para acabar con aquello. Era propio de su educación como marino, por lo que se le tuvo este comportamiento en consideración en el futuro. Por fin, en septiembre, tomó la decisión de abandonar la ciudad, con muy poco botín y varios prisioneros con el fin de pedir rescate por los mismos. Además, una flota de combate española se dirigía hacia aquellas aguas, por lo que no quedó otro remedio a Graaf que arrojar por la borda todo el botín, y los cañones que portaba, aligerando el barco y permitiéndole escapar.

De mejor comportamiento con los prisioneros que sus dos socios, y menos cruel que ellos, Nicolás van Horn y Michel de Grandmont, no tuvo muchos problemas a la hora de abandonar la práctica de la piratería, colaborar con el ejército francés en la ocupación de la Louisiana, en 1699, e instalarse posteriormente en una granja en Mobile, donde murió en 1704, aunque otros autores sitúan su muerte el 24 de Mayo de 1704 en Cabo Haitiano, donde habría vuelto con Anne.

Cuando conoció a Anne no lo dudó, y se casó inmediatamente con ella, enrolándola en su barco. Su tripulación, lejos de ser supersticiosa con la presencia de mujeres a bordo, todo lo contrario, lo consideró como un amuleto de buena suerte, y siempre tuvo su parte del botín, como uno más, por su comportamiento ejemplar durante los ataques y asaltos, sin necesidad que de Graaf lo impusiera, sino siendo reconocido motu proprio por los hombres de éste. Y es que Anne se lo había ganado personalmente. No necesitó la ayuda de nadie.

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Fig. 12. Anne Dieu le Veut, liderando el asalto pirata.

En 1695, durante la invasión de la isla angloespañola, fue capturada y llevada a Santo Domingo. Fue liberada en 1698. Parece que un año después, la marcha de Graaf a Louisiana, supuso la separación de ambos, pero teniendo un hijo de éste en 1700, su segundo hijo con Graaf, y que falleció poco después. Aunque otras versiones afirman que ambos estuvieron siempre juntos hasta la muerte de Graaf, y que volvieron a Cabo Haitiano, donde Graaf falleció en 1704. El 11 de enero de 1710, con 48 años, y seis años después de la muerte de su esposo, Anne fallecía en Cabo Haitiano.

Estamos ante otra gran mujer pirata, Mary Lyndsay o Mary Cobham, también conocida como la Reina Pirata de Canadá. Mary nació en Plymouth y se casó con Eric Cobham, natural de la zona de Poole, concretamente de Dorset, un pirata muy conocido de la primera mitad del siglo XVIII, y cuya área de acción era principalmente el Golfo de San Lorenzo, teniendo su base de operaciones en Sandy Point, en la costa suroeste de Terranova. Eric fue uno de los llamados “niños de Terranova”, pequeños grumetes que se les enrolaba en barcos de pesca que iban a faenar a las aguas de Terranova, como auxiliares. Pronto Eric comprendió que su futuro no estaba en la dura vida de la pesca, y a muy temprana edad abandonó esta actividad para unirse a unos contrabandistas, donde empezó a conocer el oficio, haciéndose bien pronto un hueco y ganando respeto por su crueldad, determinación y fiereza. El paso de contrabandista a pirata lo dio enseguida al comprender que estaba ante una actividad mucho más lucrativa.

Mary y Eric se conocieron en Portsmouth, cuando ambos rondaban los veinte años, siendo Eric ya alguien conocido en el oficio, y Mary sirviendo bebidas y ejerciendo el oficio de prostituta. Sin embargo, se atrajeron y enamoraron de inmediato, y contrajeron matrimonio, formando ambos una sociedad de piratas, algo innovador para la época. Y bien pronto, Mary se hizo con el liderazgo de la asociación.

Sus objetivos los fijaron en barcos que transportasen mercancías verdaderamente valiosas, principalmente pieles. Para ello, la zona principal de caza era en los alrededores del Cabo Bretón, en la costa este del Canadá, en Nueva Escocia Eran tremendamente crueles, y eran conocidos y temidos por “no dar cuartel”, lo que significaba que todas las tripulaciones y personas a bordo de sus presas, eran asesinados y los barcos hundidos, con el fin de que nunca hubiera testigos. Se dice incluso que separaban algunos supervivientes para hacer con ellos prácticas de tiro, o bien, atarles a la vela mayor de su barco apresado, y arrojarlos al mar para su hundimiento, o bien meterles en sacos cerrados y tirarlos por la borda.

Quien se mostraba más cruel y sedienta de sangre en los ataques era Mary, siempre armada con dos pistolas y un machete de hoja corta. Fue ella quien gustaba de practicar el tiro y afinarlo haciendo huir delante de ella a los supervivientes que no habían sido arrojados atados al mar. Aunque dicen que nunca escapó ninguno a sus acertados disparos. Su vestimenta para los ataques, y por los que era reconocida, era un abrigo de oficial de la Royal Navy, que se lo había arrebatado a un joven oficial, tras atravesarle con su espada, estando indefenso y desnudo en cubierta.

El periodo sangriento de su actividad comprendió entre 1720 y 1740, retirándose con un atractivo y abundante patrimonio a Le Havre, donde intentaron integrarse en la comunidad y compraron una magnífica finca, al mismo duque de Chartres, así como un yate. Intentaron llevar a cabo una vida respetable, tranquila y estable, formando una familia, con dos hijos y una hija. Aunque de vez en cuando, sin poder olvidar las viejas costumbres, atacaban alguna embarcación, sobre todo por la zona de Burdeos, para hacerse con los cargamentos y matar a sus ocupantes, para volver de inmediato a su rol de pacíficos e integrados miembros de la comunidad de Le Havre. Incluso Eric llegó a ser magistrado de la localidad e incluso juez en los tribunales del condado.

Pero la conciencia pasó factura y Mary se suicidó ingiriendo veneno, probablemente láudano en altas dosis, y saltando a continuación por un acantilado, y Eric confesando los crímenes, poco después, y escribiendo una memoria con el objetivo de que fuera publicada a su muerte, lo que así se hizo. Sus hijos intentaron impedir infructuosamente la publicación, pero cuando ésta ocurrió, intentaron comprar y quemar cuanto ejemplar encontraron, aunque no impidieron que algunos se hicieran públicos.

Fig. 13. Mary Linsay Cobham.
MUJERES PIRATAS 128

Anne vino al mundo en el condado de Cork. Es por tanto otra mujer pirata irlandesa. Además, su nacimiento ocurrió precisamente en un carismático día, anticipo de lo que vendría después, ya que fue un 8 de marzo, el de 1698. Tuvo un arranque en la vida ya un tanto difícil, al ser hija ilegítima de un conocido abogado, William Cormac, y una de las criadas de su esposa, Mary Brennan. Sin embargo, William no sólo aceptó a la hija, sino que abandonó a su esposa, y se fue con la madre de Anne a arrancar una nueva vida en las colonias americanas, en Carolina del Sur, estableciéndose en la ciudad de Charleston, tras un fallido intento en el propio Londres, donde William bien pronto comprendió que tendrían que iniciar una nueva vida alejada de Gran Bretaña, donde nadie los conociese.

La madre de Anne falleció tempranamente, cuando ésta tenía 13 años, por lo quedó al cuidado de su padre, quien supo darle un hogar estable, así como una buena educación y una situación desahogada. A ello contribuyó el buen ojo de William, principalmente en la compraventa de inmuebles, lo que le permitió hacerse con una casa propia y una plantación. La pequeña pronto fue aprendiendo el negocio, de la mano de su padre.

Pero los derroteros de Anne iban por otros rumbos. Y así, en 1718, con 20 años de edad, Anne contrajo matrimonio con un marinero, James Bonny, a quien había conocido 4 años antes, en 1714, contando Anne tan sólo 16 años de edad. En ese tiempo, habían intentado quedarse con la fortuna del padre de Anne, pero éste la rechazó y repudió, echándola de casa, lo que significó el comienzo de la nueva vida de Anne, dado que el matrimonio se marchó a instalarse en Nueva Providencia, la actual Nassau, capital de las Bahamas.

En aquellos tiempos, las Bahamas eran un verdadero nido de piratas. De hecho, era conocida como la República Pirata de Nassau, y era la base de los piratas caribeños entre 1706 y 1718. Tenía un gobierno propio y un verdadero Código de Conducta o Código Pirata. Se estimaba que vivían allí un millar de piratas, y Edward Teach, conocido como Barbanegra, era el Magistrado de Nassau, responsable del orden público y máxima autoridad en tierra.

El caos que estos piratas causaban en la navegación forzó a Jorge I a nombrar a Woodes Rogers como Gobernador de las Bahamas, con el encargo concreto de terminar con la piratería en la zona. En 1718, Rogers, al mando de una flota de 7 barcos, se presentó frente a las costas de Nassau. Enseguida tomó Nassau y restableció el orden y la legisla-

ción británica. Ofreció el perdón a todos aquellos que se entregasen, y encargó a un capitán pirata, Benjamín Hornigold, uno de los más respetados y temidos, y tal vez el más poderoso, y que aceptó la oferta de perdón, que persiguiese y ajusticiase a todo pirata que no se entregase.

Dado que Hornigold conocía perfectamente el paño, no quedó otra a muchos piratas a huir y buscar un nuevo nido. El lugarteniente de Hornigold era el mismísimo Barbanegra, quien, conociendo el saber hacer de su jefe, no dudó en marcharse también y buscar un nuevo asentamiento. Tal fue el empeño de Hornigold en la caza de sus antiguos camaradas, y sus exitosos resultados, que el Gobernador Rogers envió una carta a la Junta de Comercio de Londres alabando y reconociendo la impresionante y exitosa labor del antiguo pirata. Sin embargo, Hornigold, un año después, en 1719, moría ahogado en el naufragio de su barco, mientras llevaba a cabo un viaje mercante. Fue una gran ironía, un pirata muriendo en el rol de un comerciante.

Los piratas que lograron escapar de Nassau y de la eficaz caza de Hornigold, se instalaron en otros lugares del Caribe. Dio comienzo entonces lo que se conoce como una nueva Edad de Oro de la Piratería, en la que Anne Bonny tuvo una significativa importancia.

El esposo de Anne se acogió al perdón del Gobernador. Pero hizo más que eso; se convirtió en informante y soplón de sus camaradas. Gracias a sus informaciones, no fueron pocos los antiguos compañeros de Bonny que fueron apresados y ajusticiados. Sin embargo, Anne no compartía las actividades de su esposo, todo lo contrario.

El matrimonio se fue separando más y más, y Anne empezó a frecuentar tabernas locales, muchas de ellas clandestinas, donde se reunían piratas que continuaban con su actividad, y no se acogieron al perdón. Pero tuvo que soportar muchas dudas y ganar muchas confianzas, hasta que convenció a todos que entre ella y su esposo ya no había historia que vivir unidos.

Conoció a Jack “Calico” Rackham, estableciéndose una relación formal entre ambos. Calico no era un cualquiera; es uno de los piratas más famosos de la historia. Nacido en 1682, en Bristol, llegó a ser contramaestre y segundo del gran Charles Varne, a quien, llegado el momento, traicionó y se hizo con su puesto y el liderazgo, asumiendo la posición de capitán. Su primera orden fue abandonar a Varne y a aquéllos que le eran leales en una miserable chalupa.

MUJERES PIRATAS 129 Proa a la mar

Calico estableció su espacio de caza en Jamaica, Cuba, las Antillas, Barbados, Granada, Martinica, Guadalupe, Dominica, Trinidad y Tobago, y la Española. Su actividad pronto llamó la atención de españoles, franceses y británicos. Llegado el momento propicio, regreso a las Bahamas para solicitar el perdón del Gobernador Rogers, aduciendo que fue Varne quien les había obligado, a él y a su tripulación, a no entregarse.

Tras conseguir el perdón, Calico se dedicó a vagar con su gente por la isla. En una de sus largas noches de juerga conoció a esa extraordinaria joven, casada con el odioso informante Bonny. Se enamoró inmediatamente de Anne y la empezó a colmar de joyas y riquezas de sus pillajes y robos.

Esto llamó la atención de todo el mundo; incluso del mismo Gobernador, quien, reclamado por su informante James Bonny, esposo de Anne, decretó la detención de ambos, y someter a la propia Anne al escarnio de ser azotada públicamente por adulterio. Calico intentó evitar el proceso ofreciendo dinero a James Bonny para lograr el divorcio, pero el esposo de Anne se negó, lo que hizo que Anne y Calico robaran, junto a su tripulación, un balandro, el William, propiedad de John Ham, un conocido armador de las Bahamas.

Dado que parte de la tripulación se mostró remisa a navegar con una mujer, fruto de muchos años y mucha tradición supersticiosa de mala suerte, Anne vistió ropas de hombre, y se hizo llamar Adam Bonny. Estamos en Agosto de 1720, y daba comienzo la carrera, corta pero muy intensa, de Anna como pirata. Comenzaron a asaltar buques mercantes por las costas de Jamaica, y Anna participaba muy activamente en las acciones de pillaje, logrando el respeto y reconocimiento de la tripulación.

Pero en octubre de 1720, fueron rodeados por naves de la Armada Real británica, así como de cazapiratas. Y es que las recompensas que los británicos ofrecían por los piratas eran tan generosas que ello indujo a muchos a dejar la piratería y dedicarse a esta productiva caza. Un navío al mando de Jonathan Barnet, famoso cazador de piratas, antiguo corsario, y gran conocedor del mundo pirata, cumpliendo las órdenes del Gobernador de Jamaica de caza de Calico y su gente, atacó al barco de éste, con la fortuna de encontrar al capitán pirata y a casi toda su tripulación completamente borrachos, incapaces de hacer una mínima defensa. De hecho, se dice que Anne, junto a otra mujer, Mary Read, de la que hablaremos a continuación, y un miembro de la tripulación, fueron los únicos que lucharon hasta que fueron capturados.

Calico y sus hombres fueron llevados a Jamaica, a la ciudad de Spanish Town, donde el Gobernador Lawes condenó a todos a la horca. Dicen que antes de su ejecución, a Calico se le permitió recibir la visita de Anne, quien aprovechó la ocasión para decirle a Calico unas palabras que han pasado a la historia, y que más o menos fueron éstas: “Siento mucho lo que te pasa Jack, pero si hubiera luchado como un hombre, ahora no morirías como un perro”. Todo un epitafio. Anne contaba en esos momentos con 22 años de edad.

De hecho, en la relación de los piratas más peligrosos y más buscados, que el Gobernador Rogers envió al The Boston News, figuraba en un lugar prominente Anne Bonny. Se la reconocía como una pirata caribeña, aunque realmente nunca mandó barco alguno, pero tal era su fama.

Anne quedó embarazada de Calico y éste la llevó a Cuba, donde Anne tuvo un hijo, que abandonó al poco para volver a su vida de piratería, y se casó con Calico.

Fig. 14. Anne Bonny, derecha, y Mary Read, izquierda.
MUJERES PIRATAS 130

Y mientras los hombres fueron condenados a la horca, Anne y Mary fueron juzgadas aparte de ellos, el 15 de noviembre de 1720, y declaradas culpables. Era la primera vez que oficialmente se reconocía por escrito la existencia cierta de mujeres piratas. Todo un hito. En el juicio fue relevante la declaración de una testigo directa de uno de los pillajes de ambas piratas a un barco: “ las dos mujeres estaban a bordo de la balandra, llevaban chaquetas de hombre, pantalones largos y pañuelos en la cabeza, cada una de ellas tenía un machete y una pistola en sus manos, maldecían a los hombres y los instaban a matar a los testigos ”.

a Carolina del Sur, donde nuevamente se casó, esta vez con Joseph Burleigh, y formó, por fin, una familia estable con ocho hijos. Pero hay otras versiones. Una de ellas dice que también murió en prisión, y otra dice que logró escaparse y volver a su oficio de piratas. Sin embargo, la versión más extendida dice que, efectivamente, se estableció en Carolina del Sur, y falleció muchos años más tarde, en abril de 1782, a la edad de 84 años, después de una apacible y respetable vida.

Mary Read

La vida y el destino unieron a Anne Bonny con Mary Read, otra gran mujer pirata de la época dorada de la piratería en el Caribe o Edad de Oro. Mary nació en Londres en 1690, aunque otras fuentes afirman que fue en Plymouth, y que fue en 1685, y era por tanto ocho años mayor que Anne, o bien trece, según la segunda versión de su fecha de nacimiento. La madre de Mary estaba casada con un marinero, con quien tuvo un hijo, pero el esposo falleció en alta mar, por lo que al poco se emparejó con otro hombre. Mary era su segunda hija, pero su nacimiento coincidió con el fallecimiento del pequeño. Dado que la abuela paterna, quien parece que sí disponía de medios económicos pasaba una pensión por el pequeño, una corona a la semana, la madre de Mary temió dejar de recibirla si la abuela se enteraba de que el pequeño falleció y ahora una niña, que no era su nieta, ocupaba su lugar. Por ello, Mary creció siempre vestida como un chico, cubriendo el papel de su hermano fallecido, y el trato recibido a lo largo de su infancia fue acorde a ello.

Mary sintió muy pronto la llamada de la mar, y enseguida se alistó en un barco como marinero, y siempre vestido y tratado como un muchacho. Al poco abandonó la marina para enrolarse en el ejército inglés, donde participó en alguna batalla contra los franceses. Cumplido este deseo, Mary abandonó el ejército y junto a su pareja reciente, un soldado con quien contrajo matrimonio, montó un pub, el “Three horses shoes”, en las proximidades de Breda. Pero el fallecimiento de su esposo y la ruina del pub con el fin de la guerra, propiciaron que Mary volviera a su tierra natal y se enrolase en la marina mercante, en un barco en calidad de marinero, actividad que le gustaba y en la que ciertamente sobresalía.

Pero como la ley británica impedía aplicar la pena de muerte a mujeres embarazadas, y ambas lo estaban, se libraron de la ejecución. Mary murió por el parto, reportando que contrajo unas malas fiebres, y Anne permaneció presa hasta dar a luz, siendo liberada tras el parto.

Se cree que el padre de Anne apareció de nuevo, ejerciendo su antigua profesión de abogado, con tanta brillantez y eficacia, así como de sus ya enormes influencias, que logró que fuera liberada. Regresó

En una de las travesías, su barco fue atacado y apresado por el pirata Jack “Calico” Rackham y su tripulación, donde se encontraba Anne Bonny. Parte de la tripulación del mercante fue asesinada, sobre todo por órdenes impartidas por la propia Anne, que siempre se mostró más sanguinaria que Calico, quien ya de por sí lo era bastante. Pero Anne no mostraba jamás piedad alguna. Sin embargo, se quedó admirada por aquel joven que no mostraba miedo, y sí una llamativa actitud para alistarse con ellos e integrarse plenamente en la actividad pirata que llevaban a cabo.

Fue al poco tiempo que Anne descubrió que el joven era en realidad una mujer. Ambas mujeres se hicieron grandes amigas y camaradas, pero ocultaron la verdadera identidad a la tripulación de Calico, pero no a éste, que ya empezaba a mostrar signos de dudas y ciertamente celoso ante la creciente amistad entre Anne y dicho joven, y el cada vez mayor tiempo que pasaban juntos y las mayores confidencias que se tenían. Pero la naturaleza es inapelable, y Mary pronto se enamoró de un miembro de la tripulación pirata, descubriéndole su verdadera identidad, y formando pareja.

Fig. 15. Anuncio del juicio contra Calico Jack y Anne Bonny.
MUJERES PIRATAS 131 Proa a la mar

Ambas lograron con su actitud y comportamiento en combate, ganarse la confianza y el respeto de los piratas, y hacerse un hueco entre ellos. En los momentos de ataque y pillaje a barcos mercantes, e incluso de pesca, se vestían de hombres. Y ciertamente, su actuación en las refriegas era sobresaliente, provocando la admiración de sus propios compañeros, y el terror entre sus víctimas, no mostrando piedad alguna, mostrándose más crueles que nadie.

La actividad pirata que desarrolló Calico en el Caribe fue profusa y rentable, saqueando gran cantidad de barcos mercantes en aguas de las Bahamas, y en el área comprendida entre las Bermudas y la española, pero rápidamente llamó la atención de las autoridades británicas, muy preocupadas por la evolución al alza de la piratería en su zona de responsabilidad. Por ello, el 15 de noviembre de 1720, en las cercanías de Jamaica, la tripulación de Calico fue tomada presa por el Tyger, un verdadero cazador de piratas, bajo el mando de Jonathan Barnet, antiguo corsario, actuando bajo las órdenes directas del Gobernador Lawes, mostrando tan sólo resistencia Anna y Mary, junto a un solo miembro de los piratas, estando el resto prácticamente fuera de combate al encontrarse completamente borrachos.

Los piratas, con Calico al frente, fueron ahorcados sin miramiento alguno en Spanish Town, en Jamaica. Mientras, Anne y Mary, asímismo juzgadas y condenada a muerte, salvaron sus vidas a estar ambas embarazadas y apelar a las leyes británicas, que impedían aplicar penas de muerte a mujeres embarazadas, con el fin de preservar las nuevas vidas nonatas. Por ello, su ejecución se retrasó.

No obstante, Mary falleció al poco en prisión, a principios de 1721, se cree que el 28 de abril, debido a unas malas fiebres que contrajo durante su cautiverio. Su fallecimiento está registrado en la iglesia de Santa Catalina, en Jamaica. Al no figurar registro de su bebé, se ha supuesto que la muerte le sobrevino al estar todavía embarazada.

TERCERA ÉPOCA. EDAD CONTEMPORÁNEA

La piratería ha sido siempre un negocio rentable y ha llegado hasta fechas recientes. El deseo de apropiarse de lo ajeno, como atajo para incrementar la riqueza individual de las personas, siempre ha tenido un enorme atractivo. Poner en una balanza la obtención fácil de riqueza frente a las vidas ajenas, es un ejercicio peligroso, como se ha venido demostrando durante siglos. La vida de los demás vale mucho menos que las riquezas a obtener de los mismos. Por ello, siempre que se pueda, la gente recurrirá esta vía, con lo que la piratería será una actividad que siempre estará ahí.

Y como actividad propia que es de los humanos, la dedicación de mujeres a la misma debe verse con total naturalidad. Lo vimos en épocas antiguas, lo vimos en la edad media, y lo vimos en la edad moderna. No nos quepa duda de su existencia en la época contemporánea. Veamos algunos ejemplos.

Cheng

I Sao o Zheng Shi

Fue una enorme e inolvidable mujer, famosa pirata china que tuvo el inmenso poder de mandar una de las flotas más grandes que haya habido en la historia en el siglo XIX. Cheng nació en 1775, en Cantón, o Guangzhou, y tuvo que hacerse prostituta, ante las dificultades que la vida le presentaba. No obstante, tuvo la enorme suerte de conocer y enamorar a un capitán, Zheng Yi, quien mandaba una poderosa flota pirata, casándose en 1801. Cheng contaba 26 años de edad. Su esposo era 10 años mayor. Se repartieron el control y el mando, así como los botines y otros frutos de los saqueos, al 50%. Formaron una verdadera sociedad comercial, como dos buenos socios, mitad por mitad.

Pronto Cheng tuvo que participar en batallas, al lado de su esposo, con ocasión de la rebelión vietnamita, colaborando con uno de los bandos, el de Tay Son. Su zona principal de caza era el Mar de China Meridional, siendo particularmente activos desde 1801 hasta 1810. Aprovecharon para adoptar un niño, Zhang Bao o Cheung Po Tsai, nacido en 1783, quien bien pronto demostró cualidades excepcionales y un don natural para la piratería.

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Fig. 16. Mary Read, izquierda, y Anne Bonny, derecha.

Cheng rápidamente supo, no sólo hacerse con el liderazgo de la pareja, sino también del mundo pirata de aquellas latitudes. Pronto puso en marcha y consolidó una coalición de flotas piratas. En 1804, esta coalición era ya una fuerza extraordinaria, y una de las flotas piratas más importantes del mundo. Se llamaba la Flota de la Bandera Roja. Ejemplos de su actividad fue nada menos que el asedió a que sometió a Macao, en 1804, durante varias semanas; el ataque que sufrió y detuvo de la flota imperial china en septiembre de 1805; el logro de que prácticamente todos los barcos mercantes que navegasen por su zona de influencia les pagasen un impuesto en materia de seguridad y protección.

Pero Zheng Yi falleció al poco, de manera repentina, en 1807, a los 42 años; fue el 16 de noviembre de 1807, en el curso de un tremendo tifón. Hay versiones diferente sobre lo que ocurrió. Unas versiones dicen que se cayó por la borda de manera accidental, pero otras versiones dicen que fue arrojado por su propia esposa, o bien por su hijo adoptivo. Cheng contaba entonces sólo 32 años, y como vemos, no había perdido el tiempo hasta entonces. Para esas fechas, había formado una verdadera coalición pirata, de nada menos que 400 barcos, y 70.000 hombres. Era el comienzo. Al final de su carrera como pirata, Cheng logró reunir una flota de 2.000 barcos en una confederación de piratas, la de Guang-Dong. Ha sido considerada la pirata de mayor éxito de toda la historia. Enfrente tuvo enemigos verdaderamente temibles, como la Compañía de Indias Orientales, el Imperio Portugués, y la flota imperial china de los Qing.

Cheng pasó entonces a llamarse Zheng Shi, que significaba “viuda de Zheng”. Y se casó in-

mediatamente con su hijo adoptivo, Zhang Bao, que ya tenía 24 años, que ya hacía un tiempo que estaba ejerciendo las funciones de lugarteniente, gracias a unas excepcionales dotes como organizador y planificador, y con quien parecía que mantenía una relación de tiempo atrás. Esto hablaba a favor de las versiones de que uno de ellos, o bien ambos, arrojaron por la borda a Zheng durante el tifón.

Aprovechó el momento para elaborar un verdadero código legislativo para sus hombres. Uno de los principales puntos era la exigencia de la obediencia plena a los superiores. La desobediencia se pagaba directamente con la muerte.

El código también establecía que toda población que hubiera ayudado a los piratas, contaba con la confianza de que nunca sería atacada por éstos, pagando con la vida quien atacase dicha población o a cualquiera de sus habitantes. Asímismo, se pagaba con la vida robar de los fondos comunes de los piratas, violar a las prisioneras, y si hubiera habido relaciones sexuales consentidas con prisioneras, el pirata era decapitado y la mujer era arrojada por la cubierta al mar.

Las flotas de Cheng atacaban cualquier barco mercante que pasase por sus aguas de caza, así como poblaciones, tanto en las costas como en las riberas de los ríos. El gobierno chino, viéndose impotente para frenar los ataques piratas, montó una gran flota en 1808, incluso confiscando gran cantidad de barcos privados. Pero el ataque gubernamental fue un rotundo fracaso, perdiendo gran cantidad de barcos, que fueron muchos de ellos a engrosar las flotas de Cheng.

Otros piratas ansiaban hacerse con las riquezas de Cheng. Eran sus verdaderos enemigos con potencial suficiente, sobre todo uno de sus líderes, O-po-tae, quien derrotó a la flota de Cheng, pero ante el miedo de la venganza de ésta, se alió al gobierno chino, tras lograr el perdón, dado que estaba preparando una nueva y poderosa flota, y la ayuda de O-po-tae podría serle muy beneficiosa.

No obstante, Cheng hizo una jugada maestra. Acudió también al gobierno chino solicitando el perdón. Estamos en 1810. Y el gobierno se lo concedió, y su hijo adoptivo y ahora esposo, Zhang Bao o Cheung Po Tsai, pasó a ser alto funcionario del gobierno chino, siendo nombrado coronel en la flota china, al mando de una flota de 30 barcos, logrando así una muy cómoda y respetable posición para el resto de su vida, que la pasó atacando y deshaciendo flotas piratas, y logrando el respeto de chinos y portugueses. Pero murió muy joven, en 1822, con 39 años de edad.

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Fig. 17. Cheng i Sao, la pirata más poderosa de todos los tiempos.

Cheng se retiró a vivir una vida alejada de la piratería, pero no de la actividad. Se estableció en Macao, donde abrió una casa de juego y apuestas, y se metió en el negocio del comercio de la sal. Murió en 1844, con 69 años, siendo propietaria de un burdel y una casa de apuestas, en su nativo Cantón.

Como legado ha quedado el Código Legislativo de Cheng, entre cuyos puntos podemos citar los siguiente:

Cualquier persona sorprendida dando órdenes por su cuenta, sin tener el poder o la delegación para hacerlo, o desobedeciendo una orden de un superior, deberá ser inmediatamente decapitada.

Robar del tesoro o del fondo común y robar a los aldeanos que abastecen a los piratas, son delitos capitales, que se pagan con la muerte inmediata.

Ningún pirata puede retener ningún bien antes de la inspección, recogida y reparto de los botines.

Las mercancías de los barcos atrapados, tienen que ser registradas y posteriormente distribuidas por el líder de la flota.

La quinta parte del botín se devolverá al captor original, y el resto se colocará en una tesorería o almacén conjunto.

Las monedas se entregarán al líder de la flota, una parte se entregará a la flota y otra parte al captor.

El propio hijo adoptivo de Cheng y ahora esposo, añadió algunos puntos propios. Entre los mismos destacan los siguientes:

Si algún pirata desembarca por su cuenta en tierra, será capturado y se le cortarán las orejas, se le hará desfilar ante toda la flota, y se le ejecutará.

De los bienes sustraídos y saqueados no se tomará privadamente la menor cosa, y todo será registrado. Los piratas reciben para sí, de diez partes, sólo dos; y ocho partes pertenecen al depósito común, llamado fondo general. Los que robaren algo de este fondo general, serán ejecutados.

Las mujeres capturadas de las aldeas o de los barcos, no serán dañadas ni acosadas. Todas las cautivas serán empadronadas, se hará constar su lugar de origen y se les dará alojamiento separado. Los que violen o cometan adulterio con las cautivas, serán ejecutados.

Lai Choi San

El siglo XX nos trajo otro memorable ejemplo de mujer pirata, poderosa e irrepetible, y también procedente de China. Se llamaba Lai Choi San, “La Montaña de la Riqueza”, quien llegó a alcanzar el mando de una flota de 12 barcos en el área de Macao y del Mar de China Meridional, con batidas también en el Mar de China Oriental y en el Mar de Sulu, llegando incluso a las costas de Filipinas en las décadas de 1920 y 1930, verdaderamente heredera de Cheng I Sao.

Lai se especializó también en el cobro de impuestos de protección y seguridad a comerciantes de la zona y a pescadores. Parece que la cosa le venía de la familia, heredando barcos, hombres y mando de su padre.

Fig. 18. Cheng i Sao encabezando los ataques.
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Fig. 19. Lai Choi San con algunos de sus hombres.

CONSIDERACIONES FINALES

Éstas son algunas de las mujeres piratas que ha dado la historia. Ha habido muchas, y en todas las épocas. Siempre han estado ahí. Una idea mal surgida se extendió haciendo creer que el mundo pirata era exclusivamente masculino. Ya vemos que no. Es más, la presencia de la mujer ha sido siempre una constante, desde tiempos antiguos.

Y también vemos que podían ganarse el puesto por su valía, talante, personalidad, carácter y fuerza interior. Puede decirse que alguna llegó por herencia familiar o por matrimonio. Pero no podemos olvidar que se hicieron con el liderazgo de sus organizaciones no por su carácter de esposa, sino por su carácter propio como persona. Y también supieron mantenerse ahí, estuviera presente o no su esposo. No fue por tanto el matrimonio; éste dio la oportunidad, pero dicha oportunidad la aprovecharon y sacaron provecho ellas mismas por sí mismas.

Por ello, fue su valía como personas la que las encumbró y la permitió dirigir organizaciones que parecían hechas para hombres, vemos que en épocas muy diferentes pero todas ellas muy de hombres. Como tantas veces hemos visto, al final no depende todo más que de uno mismo o, en este caso, de una misma. Éste fue el factor común en todas ellas, desde la antigüedad hasta épocas actuales.

Y otro punto importante. Consiguieron otro logro significativo: dieron a sus organizaciones ventaja sobre los demás, posición de liderazgo en sus respectivos territorios y épocas, respeto entre sus contrarios y enemigos, una mejor posición de prosperidad de la que partían. Y una forma de vida que, tanto a ellas como a la gente que dependía de ellas, les sedujo y les hizo vivir la vida, tal vez, más a tope, desde su punto de vista, creencias, deseos, y tal vez sueños.

Lograron su puesto en la historia. Y eso se las debe reconocer.

Vocal de la Junta de Gobierno de la RLNE Capitán de Yate. Fig. 20. Mujer pirata. Toda una mujer….
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LAS PRIMERAS MUJERES OFICIALES DE NUESTRA MARINA MERCANTE

INTRODUCCIÓN

En el pasado siglo todavía sobrevivía una antigua creencia acerca de “mal fario” que las mujeres provocaban en los buques. Se creía que la mujer a bordo era símbolo de mal agüero. Obviamente aquella superstición fue erradicada poco tiempo después, pero, aun así, en aquella época en España, la reglamentación impedía a las mujeres ingresar en las Fuerzas Armadas, impedimento que se extendía también a las Escuelas Superiores de Marina Civil. Esa legislación se derogó hace casi cuarenta y cuatro años, tras la llegada de la Constitución del 78, que establecía la igualdad ante la ley de hombres y mujeres, sin discriminación de sexo. Gracias a ello, en el curso escolar 1979-80 las mujeres por primera vez se pudieron matricular en las carreras náuticas de las Escuelas Superiores de Marina Civil en España. Cinco años después, en 1984, surgía la primera Oficial (Piloto de Segunda) de la Marina Mercante. Aquella asturiana respondía al nombre de María Ángeles Rodríguez Bernabéu. Tras ella llegarían la primera capitán de la Marina Mercante, la canaria Mercedes Marrero Valero en 1992; la primera capitán con mando en 1994, Idoia Ibáñez Ozores; la primera Oficial de Máquinas, María Cardona; la primera jefe de Máquinas, Belén Crespo Pérez, ya en el año 2001; y hace ocho años, la primera Práctico civil (en Algeciras), Macarena Gil Navarro, en el año 2015.

Los buques representan una institución compuesta por diferentes personas encuadradas en una estructura jerárquica, las cuales conviven aisladas, desarrollando diferentes funciones profesionales a bordo. Para llevar a cabo su trabajo comparten horas de comida y de descanso durante meses, y además lo hacen separadas de sus hogares y sus familias.

LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 136

Esta necesaria jerarquización de la vida a bordo sirve para facilitar la organización del trabajo. Tradicionalmente la marinería pertenecía a los estratos sociales más bajos, mientras que, en la oficialidad, existía cierto estatus social; pero hoy en día, con el alto nivel cultural y profesional de la marinería, esta realidad ha cambiado drásticamente.

En la actualidad en España los estudios de Marina Civil se imparten en las escuelas y facultades de La Coruña (Universidad de La Coruña), de Gijón (Universidad de Oviedo), de Bilbao (bueno, en realidad en Portugalete, Universidad del País Vasco), de Cádiz (Universidad de Cádiz), de Barcelona (Universidad Politécnica de Cataluña), de Santa Cruz de Tenerife (Universidad de La Laguna), y de Santander (Universidad de Cantabria). Ahora existen dos especialidades: puente (náutica) y máquinas. En extinción quedó la rama de radio, que se impartía en Cádiz y Tenerife. Pero a pesar de que los oficiales radiotelegrafistas desaparecieron de la mayoría de los buques hace muchos años, los estudios se siguieron cursando, y curiosamente hace pocos años se ha creado una nueva titulación denominada “Oficial Electrotécnico de la Marina Mercante”. Esta especialidad se exige en buques en los que la potencia propulsora de su máquina sea superior a 750 kW. Esta nueva titulación se puede cursar en A Coruña y Tenerife, pero nada tiene que ver con la de los extinguidos radios.

Los capitanes en los barcos, incluso cuando descansan, son los máximos responsables de todo lo que ocurre a bordo. El resto de los oficiales, por norma general, comparten esa responsabilidad solo cuando están de guardia. Al capitán, comúnmente conocido como “el viejo”, en la mar todo el mundo le obedece, por lo que a veces le cuesta aceptar su rol en tierra, cuando se retira y ya no tiene ese poder. Además, representa al armador frente a terceros y ante su propia tripulación, e incluso, en ciertas circunstancias, actúa como fedatario público. Posee la última responsabilidad sobre todo el barco, y su responsabilidad alcanza dos vertientes que a veces se contraponen. Por destacar, en el caso histórico del Titanic, parece ser que el capitán era consciente de que navegaba en zona de hielos, circunstancia que le habría hecho parar máquinas, o reducir la velocidad, tal como hicieron otros barcos por la zona; pero no lo hizo debido a las presiones del armador, quien navegaba a bordo y tenía la obsesión de conseguir un récord y ganar en aquél viaje la “cinta azul”, galardón que se concedía al barco que cruzaba el Atlántico en el menor tiempo.

Tras el capitán, el primer oficial (de puente) destaca sobre el resto de los oficiales de puente porque

tiene encomendada la carga del barco y la jefatura del departamento de cubierta, y además suele actuar como jefe de personal a bordo. El resto de los oficiales en general tienen responsabilidad en el desempeño de sus actividades profesionales (guardias, mantenimiento, seguridad, etcétera).

Aunque muchas personas piensan que en la marina mercante a los denominados oficiales de puente solo se les asignan tareas relacionadas con el control de la navegación, la realidad es otra, ya que también ostentan responsabilidades relacionadas con las maniobras de atraque y salida de puerto, el control de la carga y descarga, la estiba de la carga, e incluso en periodos de varadas, reparaciones o mantenimiento, también son responsables de la revisión de todos los tanques, o de sistemas o elementos de seguridad.

Hoy en día parece que todo está fundamentado correctamente basándose en la electrónica, la informática, los necesarios GPS, las cartas electrónicas (ECDIS) y en otros modernos inventos. No obstante, toda esta alta tecnología en algunos puntos lejanos de la costa no funciona, o lo que es peor, está monopolizada por unos determinados países, que en momentos de crisis o conflicto armado podrían llegar a desactivarlos. De suceder este extremo, y en caso de que el barco se encontrara en medio del océano sin ningún punto costero de referencia, podría llegar a estar en serio peligro. Por esta razón es fundamental el saber utilizar un instrumento náutico tradicional de posicionamiento, como es el sextante. Con este aparato se puede observar el sol y las estrellas, y complementado con un cronómetro, sirve para determinar la posición geográfica en la que se encuentra el barco, después de un complejo cálculo matemático. Es muy importante practicar este cálculo, ya que, en caso de no hacerse con cierta periodicidad, pudiera llegar a olvidarse.

Para ir finalizando esta introducción me gustaría indicar que en la vida a bordo no todo es trabajo, riesgo y penalidades, también existen momentos de melancolía, alegría y relax, especialmente cuando se llega a puerto. En este punto es importante destacar que en los tiempos actuales se permanece relativamente poco tiempo en puerto debido a la tecnología. En tiempos pasados la descarga de coches, por ejemplo, de un barco, se llevaba a cabo de uno en uno, lo que implicaba varios días de estadías. Actualmente se realiza en horas, de igual manera que sucede con los contenedores, que son descargados y cargados de forma casi automática. Pero mucho más duro es la carga y descarga de petroleros, que a veces ni tocan puerto, pues lo realizan desde una manguera a cierta distancia de tierra, tal como nos comentarán algunas protagonistas de este capítulo.

LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 137 Proa a la mar

Ante estos periodos tan largos de navegación, una vez superado el ecuador del embarque, puede aparecer el temido mal, la “mamparitis” que nos vuelve seres irascibles ante situaciones en las cuales, en otro momento de la vida, o con anterioridad en ese mismo embarque, se hubiera actuado de manera diferente. A veces estos comportamientos incluso se acentúan según se va acercando la ansiada fecha del desembarque, y la única forma de anteponerse ante ellos, es disfrutando de los momentos de ocio.

Explicadas todas estas funciones a bordo, se debe destacar que hoy en día son muchas las mujeres que desempeñan estos cargos de responsabilidad a bordo, y a continuación se destacarán algunas de ellas.

Gracias a un amigo alumno de Náutica que conoció en Trasmediterránea, acudió a ver al director de la Escuela de Náutica de Barcelona de la época, para darle a conocer su interés en matricularse en aquel centro. Y tras hacerle llegar sus palabras, parece ser que el director, entre “asombrado e incrédulo”, le indicó que eso era imposible ya que “a veces en los barcos había que decir palabras malsonantes, y ese no era ambiente para una mujer”. Pero por suerte otro profesor hizo una consulta a Madrid, que fue contestada tiempo después (y comunicada por una circular a todas las Escuelas de Marina Civil de España) mediante un escrito en el que se indicaba que no existía ningún impedimento legal, por el que una mujer no pudiera tener acceso a la carrera de Náutica, y ejercerla.

LOS ORÍGENES MUNDIALES

Los años treinta supusieron un hito en el mundo marítimo internacional ya que la soviética Anna Ivanovna a los veintisiete años se convirtió en la primera mujer Capitán de un buque transoceánico. Cuando la preguntaron acerca de las razones que le habían llevado a ser marino mercante, su repuesta fue clara y concisa, “es muy simple, yo amo el mar”. Más tarde, la británica Victoria Drummond, en el año 1959, fue la primera jefa de Máquinas.

Pero en España, como ya se ha citado, en 1984 María Ángeles Rodríguez Bernabéu fue la primera Oficial mujer de la Marina Mercante. Años antes, en 1977, Ángeles trabajaba de camarera en un buque de la naviera Trasmediterránea, tras haber abandonado sus estudios de Filosofía en la Universidad. En ese momento decidió que quería estudiar Náutica (Marina Civil), pero llevarlo a cabo no iba a ser una tarea fácil.

Probablemente esa consulta coincidiera en el tiempo con el resultado de las reivindicaciones que desde 1975 estaba llevando a cabo el sindicato libre de la marina mercante, publicadas en el número 1 de la revista Avante de agosto de aquel mismo año, donde se solicitaba, entre otras peticiones, que se otorgara a la mujer el derecho de acceso al trabajo de la mar y a los estudios de Náutica, en igualdad de condiciones respecto al hombre. También desde Canarias hizo fuerza en esa línea el histórico dirigente socialista, exalcalde de San Cristóbal de La Laguna, exdiputado y exsenador, José Segura Clavell, quien también fuera presidente del Cabildo de Tenerife y delegado del Gobierno en la Comunidad Autónoma. Además, José Segura también ejerció como profesor de Termodinámica de la Escuela de Náutica de Tenerife, asignatura que cursaban los alumnos de la especialidad de Máquinas, y también estuvo muy relacionado con muchas vicisitudes parlamentarias acaecidas relativas a la constitución del Registro Canario para la Marina Mercante española, al proceso de privatización afecto al sector marítimo español que se produjo a comienzos de los años noventa, y a la llegada de la mujer a la marina mercante. Respecto a este último punto me gustaría destacar el ruego publicado en el Boletín Oficial de las Cortes del 24 de julio de 1978, formulado por doña María Dolores Pelayo Duque, senadora por Tenerife de Unión de Centro Democrático, relativo a la solicitud de revisión por parte del Gobierno de los trabajos prohibidos a la mujer. La senadora solicitaba al presidente del Senado que se regulara el Estatuto de trabajadores conforme a la nueva situación, y que desde ya, se revisaran los trabajos y profesiones prohibidos a la mujer, según Decreto de julio de 1957, y en especial las prohibiciones contempladas en los apartados b) y d) del número 2 del artículo 30 de la Ley de 22 de julio de 1961, sobre Derechos políticos, profesionales y de Trabajo de la mujer, de cara a que en el siguiente curso escolar pudieran tener acceso a dichas profesiones las estudiantes que lo desearan.

Fig. 1. Mercedes Marrero Valero. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero).
LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 138

Probablemente el cúmulo de todas estas peticiones y reivindicaciones de sindicatos y políticos fue la causa que produjo que finalmente las mujeres pudieran acceder a los estudios de marina civil.

Al año siguiente, y en el curso escolar 1979-80, Ángeles, junto a otras dos mujeres que finalmente abandonaron los estudios, se matriculaba en la Escuela de Gijón, convirtiéndose tres años después en la primera alumna de Náutica española, y posteriormente en 1984, como ya se ha indicado, en la primera piloto oficial de la Marina Mercante, con 29 años. Ángeles empezó su carrera navegando en buques graneleros de España a EE. UU., y comentaba hace unos años en una entrevista de radio, que no tardó mucho tiempo en ganarse el respeto de toda la tripulación en el momento que la vieron meterse por los estrechos y largos túneles de los buques, arrastrándose entre grasas y aceites.

Más tarde Ángeles continuó navegando en buques petroleros, de Campsa y Repsol, viajando a Nigeria y al mar del Norte. Era la única mujer a bordo, salvo cuando embarcaba alguna esposa de algún oficial o tripulante. Entre sus anécdotas se podría destacar que siempre le costó soportar el ruido constante existente en los buques, y respecto a la posible discriminación que pudo haber soportado, incide en que no la hubo, aunque sí paternalismo. Tuvo que pelearse para poder cumplir con sus obligaciones, ya que cuando surgía una tarea dura, se tendía a encargársela a un hombre. En la actualidad, con más de sesenta años, vive en Gijón, está retirada, y es viuda. Cuenta que mientras navegó, su marido sobrellevó como pudo sus largas ausencias, lo contrario a lo que era habitual en aquella época.

LA PRIMERA CAPITÁN, MERCEDES MARRERO VALERO

El plan de estudios que cursó Ángeles, el de 1977 (por cierto, el mismo que cursó un servidor), suponía estudiar los tres primeros cursos, y navegar un año de prácticas para poder examinarse para Piloto. Posteriormente, si se quería aspirar a ser Capitán, habría que cursar otros dos cursos (cuarto y quinto), y navegar otros cuatro años como Piloto, para poder examinarse posteriormente para Capitán (título profesional), previa obtención del título de Licenciado en Marina Civil (título universitario). Y seguramente como Ángeles ya

era más mayor que el resto de los alumnos y alumnas de su época, en la carrera a Capitán fue adelantada por otras mujeres.

El mismo curso que Ángeles empezaba sus estudios en Gijón, otra chica canaria llamada Mercedes Marrero Valero, nacida en 1961, la mediana de cinco hermanos y procedente de un colegio femenino, los iniciaba en Tenerife. Una chica “de altura”, exjugadora de baloncesto (1,80 metros), que tuvo el privilegio de participar en una Universiada en Rumanía. Formó parte del famoso Tenerife Krystal de los años ochenta, compartiendo vestuario con su hermana, y debutando en Primera División a los quince años (siendo juvenil de primer año, probablemente el hito deportivo del que más orgullosa se siente), llegando a alcanzar la internacionalidad. Jugó once años en división de honor, con grandes registros anotadores casi siempre bajo su querido dorsal “13”, pero como su pasión era el deporte en general, también entre 1985 y 1986 fue integrante de una tripulación femenina que dio la vuelta a España a vela, entre cuyos participantes se hallaba la a posteriori campeona olímpica, Theresa Zabel.

Fig. 2. Ángeles Rodríguez Bernabéu. (Fuente: Foronaval.com). Fig. 3. Mercedes Marrero con su equipo de baloncesto. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero).
LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 139 Proa a la mar

Mercedes comenzaba sus estudios de marina civil junto a otras dos compañeras, pero al final también se quedó sola. En 1986 obtuvo el título de Piloto, y en 1992 el de Capitán. Fue, por tanto, la primera mujer en España en obtener el título de Capitán de la Marina Mercante.

Comenzó a navegar como alumna en la compañía Trasmediterránea, en el buque “Santa Cruz de la Palma”, después pasó a otros barcos de la compañía, el “Siroco” y el “Villa de Agaete”, y finalizó sus prácticas de alumna navegando en Transatlántica por el Caribe, Pacífico y Europa.

El primer embarque de Mercedes como piloto fue en un petrolero, de la empresa Petrogas, en la ruta entre Canarias, Algeciras, Ceuta, Melilla y Nuakchot (Mauritania), convirtiéndose en la primera mujer de la compañía, tanto de las embarcadas como de las destinadas en tierra. Finalmente recaló en Trasmediterránea para navegar en los “Jet-foils” en 1992, y en el “Hidro-foil” en 1993.

En la época del Jet-foil también se convirtió en la primera mujer en pilotar aquella embarcación (hacía el trayecto entre Tenerife y Las Palmas). De hecho, en aquellos años sólo existían 28 Jetfoil en el mundo, por lo que la prensa japonesa, que se hizo eco de la noticia, la entrevistó.

En el año 1994 fue fichada por Fred Olsen para traer de Inglaterra el “SES”, un barco rápido híbrido entre catamarán y overcraft, para hacer la línea entre Lanzarote y Fuerteventura. Finalmente, tras varios años en los ferrys de Fred Olsen, se cansó de que nunca le dieran el mando de un buque y de ver que hombres más jóvenes que competían con ella, ascendían más rápido, por lo que en 2002 se presentó a las oposiciones de Salvamento Marítimo, que aprobó. Desde aquel año se convirtió en controladora y coordinadora de emergencias marítimas, hasta que recientemente, en el año 2022, se retiró.

Mercedes Marrero, que ha sido la mujer a la que más he podido conocer de todas las entrevistadas para elaborar este y otros artículos, me ha contado muchas odiseas de aquella época, aunque prefiere que algunas de ellas continúen en el anonimato. Considera que en los barcos algunos le trataban como a un profesional más, otros con más dureza, y el resto con paternalismo, es decir, había de todo. Pero en la balanza final considera que existieron más aspectos positivos que negativos, y que cree que lo pasó muy bien. Aun así, tiene muchos momentos no muy buenos que recordar, algunos del inicio de su carrera. Ya en la Escuela los alumnos más veteranos le vacilaban, tanto por los estudios como porque era deportista (en aquella época las

mujeres deportistas no estaban tan bien vistas como ahora); los profesores la trataban de forma diferente (alguno iba incluso a buscarla al bar de la escuela para que pudiera empezar la clase, o le corregía los exámenes rápidamente para saber qué tal los había realizado); y no existía ni cuarto de baño para ella en el recinto. Ya en la vida profesional, en los puertos a veces tuvo que lidiar con estibadores que jugaban a ver quién era el “gallito del corral”, y en los buques, en sus inicios, llegó a tener algún mando que le dijo que no la mandaba a las maniobras de atraque no fuera a ser que se liara con los cabos y se cayera; o que no le dejaba el timón para evitar que pudiera dar la vuelta al buque. De forma más graciosa recuerda cómo, ante la incredulidad de la gente a poder pensar que se encontraban ante una Oficial marino mujer, llegaron a confundirla con un policía o incluso una profesora de inglés. Mercedes conoce también tristes anécdotas de otras compañeras tales como la que sufrió una, que, tras solicitar embarque de oficial, le propusieron hacerlo de camarera; o la de otra compañera a la que le negaron el embarque tras percatarse que su nombre no era José María, sino María José.

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Fig. 4. Mercedes Marrero en el Jet-foil. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero).

Quiero mencionar que curiosamente tuve oportunidad de conocer a Mercedes en aquellos años, en los noventa, cuando ambos coincidimos embarcados por Canarias en diferentes buques de Trasmediterránea, y ella subió a mi barco a saludar a algún oficial o alguna azafata. Y tengo que decir hoy en día, que, si en algo me ha insistido, es en que no quería convertirse en la protagonista principal de este artículo, sino que prefería que ese honor quedara repartido entre todas las mujeres que vivieron la vida en la mar entonces, ya que ella ya ha tenido mucho protagonismo estos años, y cree que casi todas las mujeres fueron pioneras, pues estaban solas en su barco o en su compañía, por lo que todas se merecen este reconocimiento.

Mercedes es una mujer femenina y vergonzosa, que empieza mi entrevista diciendo que todas las fotos de que dispone de aquella época son horribles para ser publicadas y que por favor no la pregunte sobre baloncesto (aunque tengo que decir que finalmente me dejó seleccionar las fotografías que yo considerara más adecuadas para su publicación). Recuerda una foto con cariño de sus tiempos del Jet-foil, pero comenta que se la extraviaron. En parte dice que le hubiera gustado haber vivido los tiempos de ahora, para haber podido tener un teléfono móvil lleno de fotos. Según le comentaba y recordaba cosas de su época, se sorprendía, ya que decía no estar acostumbrada a que la gente supiera cosas de su mundo “marino”. Una de las fotos a las que más cariño tiene, pertenece a su embarque en el Benchijigua, en 1999. El valor especial de esa foto se debe a que fue la primera y única vez que navegó con otra compañera Oficial, Ana María Mateos. Ana hasta el año pasado era compañera suya en Salvamento Marítimo. Curiosamente en esa foto aparece una tercera mujer, Nuria Ferraiz, que era alumna de Náutica entonces, y en la actualidad, y desde hace varios años, es Capitán en un buque de suministro en el puerto de Las Palmas. Recuerda Mercedes que en aquel año les hizo mucha ilusión poder coincidir tres mujeres oficiales en el mismo buque.

Mercedes también recuerda que por su altura (al igual que un servidor) tuvo problemas en el puente de algún buque, como el butanero Guanarteme, donde debía encorvarse para manejar la rueda del timón. Referente a su altura tiene otro recuerdo anecdótico de otro buque en el que estuvo, donde todos los tripulantes sin excepción eran muy bajitos, lo que le hizo sentirse como “Blancanieves y los siete enanitos”. Y también quiere recalcar que no siempre estuvo en buques mercantes de pasaje y de uniforme, como por ejemplo cuando estuvo embarcada de primer oficial en el Junonia.

LA PRIMERA MUJER OFICIAL RADIOTELEGRAFISTA, CONCEPCIÓN CANO

Posiblemente la tecnología haya dejado un poco fuera de juego a esta importante especialidad. Hoy en día contamos con telefonía móvil, internet y distintos medios de utilización directa, tanto cerca de costa, como vía satélite cuando nos alejamos y nos internamos en medio de los océanos. Pero no siempre fue así, en los inicios de la telegrafía era necesario conocer el código morse, y ser capaces de encriptar mensajes secretos o confidenciales a una velocidad considerable. Por esta razón se necesitaron auténticos especialistas, a quienes se les daba la formación correspondiente en escuelas especificas antes de integrarlos en las tripulaciones de los buques.

Fig. 5. Mercedes Marrero en el Benchijigua, en el centro de la foto, junto con dos compañeras. Ana en la izquierda de la foto y Nuria a la derecha. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero). Fig. 6. Mercedes Marrero en el Guanarteme. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero).
LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 141 Proa a la mar

Los oficiales radio estaban a cargo de la radiotelegrafía del barco y eran los responsables de la estación radio del buque. De ellos se esperaba discreción, tanto en la emisión como en la recepción de mensajes, y tanto de carácter oficial, como particular. Obviamente eran los primeros en enterarse de las noticias a bordo.

Esta especialidad, que sólo se estudiaba en Cádiz y Tenerife, siempre pasó muy desapercibida. Sobre todo, porque un día los oficiales radio empezaron a desaparecer de los barcos, y sus funciones fueron tomadas por los oficiales de Puente. Ha sido tan desconocida la especialidad, que alguna de las primeras oficiales mujeres de Puente me llegó a decir que nunca existieron mujeres oficiales radiotelegrafistas, cuando en realidad lo que ocurrió, es que no las llegaron a conocer.

Concepción Cano Sevilla, inició sus estudios el mismo año que Mercedes Marrero, y en la misma escuela. Realizaron juntas el primer curso (que era común, al igual que el de la sección de máquinas) y después ella continuó por la rama de radio. En aquellos años, como los radios no estudiaban “Teoría de buque”, asignatura dura de la época, Concepción obtuvo el título de alumna de radio antes que Mercedes el de alumna de puente. Posteriormente embarcó de alumna en la compañía Trasmediterránea, en los buques “Ciudad de la Laguna”, “Manuel Soto” y “J. J. Sister”, y una vez que obtuvo el título de oficial radiotelegrafista, en buques de la naviera Pinillos. Curiosamente obtuvo su título de oficial radio el mismo día que Mercedes el de piloto de segunda.

do que, entre la inmensidad de mensajes particulares existentes, había uno de aviso de un barco cercano, que nunca llegó al capitán. Por no recordar la célebre frase escuchada cuando otro barco intentó informar al Titanic de la compleja situación y el telegrafista le contestó “cállese, cállese, tengo tráfico”.

También es interesante reconocer que la telegrafía inalámbrica en los barcos en aquellos tiempos no era obligatoria y los capitanes cedían estas operaciones a una empresa privada, concretamente en este caso al personal de la compañía “Marconi International Marine Communication Co”. El Titanic incorporó a su equipamiento el equipo más sensible y potente de aquellos tiempos.

LA PRIMERA CAPITÁN CON MANDO, IDOIA IBÁÑEZ

Concepción, Conchi, considera aquella época como una etapa muy bonita de su vida, de la que guarda muy buenos recuerdos, y en la que le hicieron muchas entrevistas. No se arrepiente de haber cursado aquellos estudios, que finalmente le sirvieron para obtener su título de licenciada y poder dedicarse a la docencia en la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias. En la actualidad ya se encuentra jubilada.

Posiblemente esta especialidad se hiciera desgraciadamente famosa durante el hundimiento del conocido “Titanic”. Se ha especulado mucho sobre que posiblemente se hubieran reducido los efectos del accidente, si los radiotelegrafistas hubieran atendido más al siniestro que a los telegramas particulares, sobre los que obtenían, por qué no decirlo, una gratificación extra y totalmente legal. Está demostra-

La bilbaína Idoia Ibáñez Ozores fue en 1994 la primera mujer que logró ser capitán de un buque, estando en posesión del título de Capitán de la Marina Mercante desde el año anterior (especifico este punto porque, tal como marca la legislación, buques por debajo de un determinado tonelaje y potencia podrían haber sido capitaneados con anterioridad por mujeres con el título de piloto de primera en buques de la naviera Iscomar). En concreto, Idoia navegó como oficial y mandó en buques de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH, exCampsa) entre 1985 y el año 2000. Su primer gran mando, en el comentado 1994, fue en el petrolero Camponalón. Se trataba de un buque de 123 metros de eslora y un peso muerto de 6.500 toneladas, construido en los astilleros Juliana de Gijón, en 1969.

Fig. 7. Mercedes Marrero y Concepción Cano con los compañeros de promoción. (Fuente: Cortesía Mercedes Marrero).
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Idoia comenzó sus estudios en Bilbao el segundo año que se permitió a las mujeres hacerlo, y cuenta que le encantaba navegar por los Dardanelos. Estuvo embarcada diecisiete años, y como anécdota de sus inicios destaca que hacia ella existían dos tipos de actitudes. Por un lado, estaban los que miraban con lupa sus movimientos, y por otro los que la trataban de una forma delicada y fraternal, de manera similar a como se trataba a la esposa o la hija de algún oficial que embarcaba como familiar acompañante. Idoia fue la primera mujer que tuvo el mando de un barco mercante español, y dice que nunca tuvo problemas, ya que subalternos y oficiales aceptaban su autoridad. De hecho, indica “que donde manda capitán, no manda marinero; y que para todos estaba primero el cargo y después el género”. Ya destinada en tierra, entre los años 2000 y 2006 fue jefa de coordinación e inspector “vetting”.

En la actualidad Idoia recuerda que, aunque su mando en 1994, en el petrolero Camponalón, fue su primer gran mando, en realidad no fue el primero. Destaca que en 1992 tuvo el mando del Campero, una gabarra de 2.500 toneladas de peso muerto que suministraba “bunker” en Barcelona, con dos hélices timón tipo “schottel”. Aquel embarque le permitió adquirir las habilidades de maniobra tan útiles y necesarias para pasar a maniobrar buques de mayor tamaño, como el citado Camponalón.

Entre las razones que le llevaron a Idoia por decantarse a cursar los estudios de marina civil estuvieron el que fuera de Bilbao y viera su ría a menudo, y el que viviera durante cinco años en Candas, un barrio asturiano de pescadores donde todos los marinos le hablaban de los puertos que habían visitado. Todo esto le ayudó a formarse una visión romántica de la mar, que le empujó a matricularse en los estudios de náutica.

Una visión, que después se cumplió solo en parte. Estaba la parte del mar, el cielo, las estrellas, que era real; pero la parte de las visitas a los puertos era irreal, solo se conocían desde fuera. Exceptuando sus primeros años, de menos responsabilidad, después en escasas veinticuatro horas en puerto, apenas pisaba los muelles.

Idoia embarcó la primera vez en el año 1983, de alumna, y en sus inicios le costó encontrar embarque. En aquellos años muchas compañías no querían mujeres, ni de alumnas. Y reconoce que se lo decían a la cara. En una ocasión fue con otro alumno a hablar con un capitán de un barco de bobinas, que tenía dos plazas libres de alumnos. Se interesaron por las plazas y el capitán les dijo que podrían embarcar al día siguiente. Pero llegado el momento, cuando se disponía a embarcar, portando su macuto, le dijeron que no, que el armador había dicho que no, que no quería mujeres a bordo. Y la buena de Idoia, de vuelta con la maleta para casa, sin recibir más explicaciones.

Como se ha indicado, entre los años 2000 y 2006 fue jefa de coordinación e inspector “vetting” (evaluación de buques para transportar hidrocarburos), y hasta 2021, y desde 2006, fue la Gerente de Seguridad y Medio Ambiente, y Vetting, en el sector marítimo de Repsol. Media carrera embarcada y otra media de inspectora Vetting. Como ocurrió mientras navegaba, en su segunda mitad de carrera, se pasó también muchos años viendo de cerca el cielo y las estrellas, pero ahora desde los aviones, ya que tuvo que volar mucho para ir a visitar barcos por todo el mundo, para su evaluación. En la actualidad, al igual que Mercedes Marrero, ya se encuentra en situación de retiro. Ahora le gusta mucho costear, hacer rutas de faros, y ver los toros desde el otro lado de la barrera, es decir, la mar desde los faros (lo inverso a lo que fue habitual durante toda su carrera).

No pudo ser madre, ya que tuvo que elegir. Navegaba la gran parte del año, y le dio preferencia a la vocación profesional. El barco le daba mucho poder. El mar, el cielo, la libertad, la paz, así se sentía feliz. Navegaba en barcos tipo “tramp”, a destinos diferentes, cuyas rutas estudiaba a conciencia.

Fig. 8. Idoia Ibáñez en el telégrafo. (Fuente: Repsol.com).
LA MUJER Y LA MARINA MERCANTE 143 Proa a la mar

En el ámbito familiar, para sus padres fue inicialmente muy duro que se hiciera marino. Ellos hubieran preferido que fuera maestra, pero con los años se convirtieron en sus mejores seguidores. Idoia solía llevar a su madre a los buques en reparaciones, cuando se encontraban en dique en seco, y como ella veía los barcos sin tapones, aún se ponía más nerviosa y preocupada en los inicios de su hija. Pero con el tiempo empezó a confiar tanto en Idoia y sus embarques, que hasta llevó mal que más tarde su hija se fuera a tierra. Los aviones y vuelos de sus viajes le gustaban ahora menos que los buques en sus comienzos.

A modo anecdótico se puede destacar que cuando Idoia firmó su primer contrato, el jefe de personal le dijo que tuviera cuidado, y que no aparecieran líos amorosos, ya que las mujeres podrían traer problemas sentimentales. Incluso cuenta Idoia que, en

sus primeras guardias de alumna, le ponían a montar guardia con el único oficial casado, el primer oficial, pensando que sería el mejor ejemplo para ella, y con quien se evitarían los temidos líos amorosos que pudieran surgir con los oficiales solteros. Este oficial era un hombre culto, erudito de las estrellas, y quién le enseñó muchas cosas a Idoia a posteriori.

Por cierto, en la finalización de los estudios completos de marina civil en Portugalete, Idoia fue adelantada por Dominga Jorge Santísima Trinidad, de Bermeo, quien fue la primera mujer española que concluyó los estudios superiores de Náutica en la Escuela de la Marina Civil de Bilbao. Otra anécdota de esta mujer, Domin, fue que la primera vez que un radiotelegrafista dio sus datos a la compañía, para indicar que había embarcado, a este le preguntaron que si estaba de “cachondeo” (por la longitud del nombre).

Idoia reconoce que nunca problemas para que la aceptaran como mujer al mando. Cree que le ayudó mucho el que la mayoría de los trabajadores la vieran crecer en la empresa, por haber estado casi siempre en la misma compañía, y eso le ayudó a ganarse el respeto de todos.

LAS VIVENCIAS DE OTRA OFICIAL DE PUENTE

La gallega Patricia Viqueira Liste ha realizado embarques de segunda oficial y de primer oficial. Hace poco finalizó los días de mar para poder obtener su título de Capitán, algo que ansiaba y le hacía mucha ilusión, a pesar del gran esfuerzo que ha llevado a cabo estos últimos años. Hace poco Patricia saludaba embarcada e indicaba que le gustaría motivar a la gente que está empezando en este sector, ya que cree que es muy importante no abandonar en los inicios, porque al final todos deben recordar que parte de su trabajo ya lo han realizado estudiando la carrera en tierra. Con sus aventuras, su carácter y su forma de salir adelante, espera servir de ayuda para otras personas que estén pensando en tirar la toalla, ya que insiste en que hasta de las experiencias malas se aprende.

Con 28 años y después de estar casi un año seguido embarcada decía que estaba llevando a cabo algo que le hacía ser feliz. En su meta estaba obtener el título de Capitán, sin limitación, y ya lo ha conseguido. Ahora además es compensadora de agujas náuticas, instructora de cursos de guardias de mar, e incluso perito judicial y comisaria de averías. Por lo tanto, posee gran conocimiento sobre seguridad en buques petroleros y gaseros, y en gran parte gracias a sus embarques. Además, en sus ratos libres colabora con la Cruz Roja.

Fig. 9. Idoia Ibáñez embarcada. (Fuente: Repsol.com). Fig. 10. Patricia Viqueira disfrutando del mar junto al ancla de respeto. (Fuente: Patricia Viqueira).
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Esta gallega, en referencia a sus vivencias marítimas, en sus inicios consideraba que no había tenido mucha suerte en sus embarques, a pesar de haber podido embarcar casi siempre en donde había querido. De los petroleros rememora que, en una ocasión, navegando cerca de Djibouti (en el cuerno de África, zona de Somalia), por aguas peligrosas, su buque casi fue asaltado por los piratas. Recuerda que se les acercaron varias embarcaciones por proa, popa y ambos costados, pero que gracias a que llevaban embarcados a dos guardias de seguridad armados, cuando los piratas se percataron de ese hecho, se asustaron y huyeron.

Pero sin duda alguna, su experiencia más triste y recientemente vivida, ocurrió a bordo del buque Celanova, construido en 2002, de bandera española, 119 metros de eslora y 20 de manga, y dedicado a transportar LPG (gas licuado petróleo). Patricia, embarcada como primer oficial con un contrato de tres meses, permaneció durante nueve en ese buque, y en unas condiciones infrahumanas, sin lo necesario y esencial para llevar una vida digna a bordo.

Este buque gasero se refugió en el puerto de la capital de Filipinas el 17 de diciembre de 2019, después de perder el gobierno en un temporal cuando navegaba procedente de China, quedando fondeado a 13 millas del puerto de Manila. El buque perdió una pala del timón a 160 millas de Filipinas y tuvo que ser remolcado hasta Manila, donde quedó fondeado y abandonado. Durante cuatro meses no se permitió su entrada en el puerto, por encontrarse el armador en concurso de acreedores, mientras la tripulación veía como escaseaba el agua y la comida, y como se acumulaban las basuras generadas a bordo. Además, tenían que ahorrar mucho combustible para evitar quedarse sin energía eléctrica. Finalmente, en mayo de 2020, cuando se esperaba un tifón, y se agotaba el agua potable y el combustible, por razones humanitarias y de peligro, pudieron entrar en puerto y recibir suministros (combustible, agua dulce, medicinas y provisiones), lo que mejoró el ánimo de la tripulación, que se encontraba muy fatigada después de tantos meses en tensión. Pero tampoco se les dejó atracar, quedaron fondeados a una milla del muelle con un servicio de lancha. Finalmente, diez meses después parece que el proveedor de la garantía financiera pudo satisfacer el pago de hasta cuatro nóminas de cada tripulante, como reza el precepto legal, y asumió los gastos de repatriación de toda la tripulación.

Patricia y el resto de tripulación ahora esperan que la venta del buque pueda servir para que

puedan recuperar sus salarios de los meses restantes pendientes de cobro. Venta que se debe hacer rápidamente, antes de que el buque pierda más valor. Se debe destacar que un buque parado, al contrario de lo que ocurre con los bienes inmuebles en tierra firme, cada día que pasa pierde mucho valor.

LAS OFICIALES Y JEFES DE MÁQUINAS

Me gustaría recordar que hoy en día los estudios de Marina Civil se imparten en las escuelas y facultades de La Coruña (Universidad de La Coruña), de Gijón (Universidad de Oviedo), de Bilbao (bueno, en realidad en Portugalete, Universidad del País Vasco), de Cádiz (Universidad de Cádiz), de Barcelona (Universidad Politécnica de Cataluña), de Santa Cruz de Tenerife (Universidad de La Laguna), y de Santander (Universidad de Cantabria). En la actualidad existen dos especialidades: Puente (Náutica) y Máquinas. En extinción quedó la rama de Radio, que se impartía en Cádiz y Tenerife. Aunque es una extinción, con asterisco, porque como ya se ha indicado con anterioridad, se acaba de crear un nuevo título denominado “Oficial Electrotécnico de la Marina Mercante” que va a ser exigible en buques en los que la potencia propulsora de su máquina sea superior a 750 kW.

Además de las oficiales de puente anteriormente comentadas, a bordo de un buque son fundamentales las oficiales de máquinas, existiendo diferentes categorías. La primera oficial de máquinas tiene ciertos paralelismos con la primer oficial de puente, con la diferencia de que tal como ocurre con la jefe de máquinas, sus atribuciones se limitan a las de su propio departamento.

Un barco es como una ciudad flotante, que necesita propulsión para trasladarse de un puerto a otro. En él también es fundamental la generación de electricidad para poder iluminar todo el barco, y mantener sus cámaras frigoríficas operativas, lo que permitirá llevar alimentos en perfectas condiciones de conservación, y mantener el correcto funcionamiento de la ventilación y el aire acondicionado que dará el confort necesario a la tripulación y al pasaje en caso de que lo lleve. Además, la electricidad también es necesaria para producir agua potable en las cantidades necesarias, mantener las calderas que permitirán dar agua caliente para los aseos y vapor para las cocinas, y reparar en la mar todos los imprevistos producidos. Pues bien, la responsabilidad de toda esta gestión recae en el personal de máquinas.

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Actualmente, debido a varias razones, han mejorado mucho las condiciones de trabajo del personal destinado en máquinas, aunque probablemente la causa principal se deba al automatismo de la maquinaria conocido como “cámara desatendida”. En los buques modernos solo se entra en la sala de máquinas para inspecciones, revisiones periódicas o de control y reparaciones incidentales. Normalmente se vigila la situación desde una cámara de control, desde donde se lleva a cabo una vigilancia muy minuciosa de la propulsión, electricidad y demás servicios de a bordo. Este lugar está insonorizado y climatizado, aunque la propulsión del barco también puede ser operada desde el puente de mando. En ocasiones y en condiciones muy especiales de navegación, como durante el paso por un estrecho o por zonas de alto riesgo, el oficial de máquinas puede trasladarse al puente.

Se debe destacar que, el personal de máquinas suele tener más oportunidades para encontrar trabajo en tierra debido a que la experiencia que adquieren a bordo es muy valorada para el mantenimiento en diversos tipos de industrias.

El jefe de máquinas en un buque es la máxima autoridad de su especialidad a bordo, líder del departamento de máquinas, y de categoría equiparable a la del capitán, pero solo con responsabilidades de su departamento, a diferencia de las del capitán, que son sobre todo el barco.

ros, en buques de Salvamento, y finalmente en barcos de pasaje de la empresa Balearia. Durante sus años embarcada se dedicó a mantener la operatividad de motores, bombas o unidades de aire acondicionado, llevando un control continuo de todos los parámetros relacionados con estos equipos. En la actualidad, y tal como ella se define, es una “terrícola que añora la mar”. Desde hace una década se dedica a la supervisión de trabajos mecánicos y a la coordinación de plantillas de personal mecánico gracias a la experiencia adquirida durante sus años de navegación como oficial de máquinas de la marina mercante. En la actualidad es coordinadora del departamento mecánico en la central nuclear de Almaraz. Hace poco comentaba “En su día fui la maquinista más joven de España navegando y ahora habito en el mundo nuclear. ¡Las vueltas que da la vida!”.

María Cardona, en los años noventa fue la primera mujer oficial de máquinas. En una jornada llevada a cabo hace unos años en el Foro naval indicó que en aquella época existieron diferentes tipos de actitudes hacia ella. Por un lado, existían personas que la aceptaban como profesional, sin más dudas que las naturales en torno a alguien nuevo en un trabajo, pero por otra parte otros marinos tendían a sobreprotegerla por el hecho de ser mujer, debido a que la comparaban con sus mujeres o hijas y no la veían realmente como a una compañera de trabajo. Finalmente estaban las personas que la rechazaban simplemente por considerar que la vida en los buques era muy dura para ella.

La coruñesa Paula Vázquez Carrera en el año 2007, con 24 años se convertía en su momento en la oficial de máquinas más joven navegando en España. Paula, influenciada por la tradición maquinista de su abuelo y por sus historias, decidió cursar los estudios de la rama de máquinas de marina civil. Paula navegó en cargue -

Yolanda Ballesteros es oficial de máquinas, y en el año 2001 efectuaba su primer embarque como Oficial. Yolanda había realizado sus prácticas de alumna en buques tipo graneleros y en buques tanque, pero nunca había navegado en buques de pasaje. Cuando llegó a bordo, con ganas de aprender, se encontró con que su relevo ya había desembarcado, que no era lo habitual. Por ello ella se presentó ante el jefe de Máquinas y le indicó: “¡Oiga, que además de ser mi primer embarque de Oficial, yo nunca he estado en Ferries...!”, a lo que el jefe le contestó con cierta sorna “Chiquilla, si has estado en petroleros, aquí no vas a tener ningún problema...”, típicas frases usadas entre la gente de mar, con el objetivo de dar confianza.

Fig. 11. Oficial de máquinas realizando tareas desde el puente. (Fuente: Cortesía Paula Vázquez).
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Obviamente Yolanda nunca podrá olvidar su primer embarque de Oficial en el buque “Villa de Agaete”, un buque coqueto y muy marinero, construido en Finlandia treinta años antes de su embarque. Yolanda en la actualidad, después de años trabajando en una consultoría independiente, acaba de incorporarse a la plantilla de Wärtsilä, en concreto a la fábrica de ejes, sellos y cojinetes de Porriño (Pontevedra). Como curiosidad, destaca que la vida es cíclica, ya que cuando con 24 años embarcó en el “Villa de Agaete”, se enfrentó a una planta propulsora dotada de ocho motores marca Wartsila acoplados a dos ejes, pertenecientes a un buque construido también por dicha empresa.

Lucía ha viajado por muchos lugares y de cada uno de ellos podría contar muchísimas experiencias. Destaca que su trabajo es bastante desconocido para cualquier persona, tal como incluso lo fue para ella cuando empezó, y que es una actividad que da mucho, pero que también quita demasiado (tiempo con tu familia, pareja, amigos, etcétera). Pero personalmente para ella es uno de los mejores trabajos que podría haber conseguido en su vida. Actualmente en su barco hay dos personas en máquinas, y su trabajo a bordo consiste en realizar el mantenimiento y reparación de todos los equipos de la sala de máquinas y algunos de cubierta.

En 2007, la coruñesa Sonia Cabado Sánchez, fue la primer jefe de máquinas gallega y la novena española según informó la Dirección General de la Marina Mercante. Estuvo embarcada en buques petroleros y quimiqueros. Como anécdota destaca que le hizo gran ilusión atracar en el puerto de A Coruña en un petrolero. Ese día se escapó de la Cámara de máquinas para ver atracar el buque.

Continuando con este importante gremio de los profesionales de máquinas, paso a citar el caso de Lucía Rebolloso Fernández, una primera oficial de máquinas. Lucía es natural de Villanueva de la Fuente (Ciudad Real), tiene 30 años, y actualmente es primer oficial de máquinas en un buque de carga general. Estudió en Almería, realizando el grado medio y grado superior en “Supervisión, control, mantenimiento e instalaciones en buques y/o embarcaciones”, y su tarjeta profesional es de mecánica mayor naval. Comenzó a navegar en 2014 haciendo sus primeras prácticas en un buque de Salvamento Marítimo. Después embarcó en veleros de época, como la carabela “Boa Esperança”, recorriendo toda la costa sur de España incluida la costa sur de Portugal, e incluso embarcó en el galeón “Andalucía” en el que navegó por la Costa Este de los EEUU, en una experiencia inolvidable, haciendo recaladas en muchísimos puertos como Nueva York. Destaca que la peculiaridad de esos barcos es que todo se hace a mano, de manera similar a como se hacía en la antigüedad.

Finalmente terminó su primer año de marinera de máquinas en buques RO-PAX efectuando rutas por España. Tras la época de los veleros, empezó a realizar sus días de mar como oficial en los buques que se le permitía por su titulación, y estuvo en dragas y en buques auxiliares de pesca de piscifactoría en Cartagena, como jefa de máquinas. Y de ahí pasó a su puesto actual de primer oficial de máquinas en un buque de carga general, navegando por toda Europa y norte de África. Realiza campañas de cuatro meses a bordo y dos de vacaciones en casa.

Aunque son muchas las mujeres que nos han contado sus experiencias a bordo en el cumplimiento de su trabajo profesional, es especialmente interesante, por la forma en que describe sus experiencias, el relato de María Peña, quién empezó recientemente en la aventura de los barcos, en octubre de 2019, como oficial alumna en prácticas de máquinas, después de estudiar cinco años en la Universidad de Cádiz. Reconoce que embarcó con muchas ganas e ilusión, pero a la vez con cierto temor, sobre lo que podría descubrir o ante lo que se tendría que enfrentar. En lo referente a sus jefes, indica que ha tenido algunos que opinaban que era todo un orgullo tener mujeres en las máquinas de los barcos, y que se debía dejar atrás la mentalidad antigua y aceptar que una mujer trabajaba igual que un hombre, fuera el ámbito que fuese; pero todavía tuvo que lidiar con alguno que se atrevió a hacer algún comentario poco oportuno, pero sin mala fe. Aun así, considera que todavía se mantiene la mentalidad ya manifestada por las primeras mujeres oficiales de la marina mercante en los ochenta, la actitud paternalista, a pesar de que indica que trabajaba igual que sus compañeros alumnos hombres.

Fig. 12. Yolanda Ballesteros en el Villa de Agaete, controlando un motor WÄRTSILÄ. (Fuente: Yolanda Ballesteros).
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Respecto a sus subalternos, María reconoce que inicialmente los integrantes de maestranza (caldereta, engrasador, electricista y fontanero) eran un poco reacios a comunicarse con ella, pero eso le sirvió para demostrarles que ella estaba allí para aprender y absorber todos los conocimientos posibles. Con el paso del tiempo consiguió que le dejaran ayudar mucho en los trabajos, e incluso llevarlos a cabo por ella misma, con supervisión (como la limpieza de cremalleras u otras partes de los motores). Como anécdota de trabajo recuerda una experiencia que se produjo tras la rotura de una junta de una de las bombas de inyección del motor principal. Recuerda que todo ocurrió de manera muy rápida y la situación exigía actuar de inmediato. Por ello se puso manos a la obra junto al caldereta y todo quedó en una anécdota que les dejó perdidos de fuel, pero riéndose. Finalmente destaca que también ha pasado muchos ratos ayudando al fontanero a desatascar tuberías, o al electricista a revisar motores eléctricos que no funcionaban.

María resume su año de embarque en prácticas como una experiencia de la que se lleva muy buenos ratos, mucho aprendizaje y muchas lecciones que le servirán tanto en el trabajo como en su vida en general. Después de nueve meses se atrevía a afirmar con total seguridad que ha elegido una profesión sacrificada, pero que le llena de orgullo y satisfacción. Hoy en día, ya como oficial, ayuda a la formación de las nuevas generaciones, tal como hicieron con ella en su día.

María Cardona, en los años noventa fue la primera mujer oficial de máquinas. En una jornada llevada a cabo hace unos años en el Foro naval, indicó que en aquella época existían tres tipos de actitudes hacia ella:

La de las personas que la aceptaban como profesional, sin más dudas que las naturales en torno a alguien nuevo en un trabajo.

La de las personas que tendían a sobreprotegerla por el hecho de ser mujer.

La de las personas que la rechazaban por considerar que la vida en los buques era muy dura para ella.

La primera jefa de Máquinas está un poco más oculta. Obtuvo el título de jefe el 29 de mayo del año 2001 (y la segunda en 2002), en la escuela de Santander, y se llama Belén Crespo Pérez. En la actualidad navega en Trasmediterránea alternando relevos de jefe y Primer Oficial de máquinas.

Belén estudió en la escuela superior de la marina civil de Santander, procede de ciencias puras, y no tenía antecedentes familiares marinos. En las charlas de antiguos alumnos de instituto cuando estaba estudiando C.O.U., oyó hablar de los estudios de marina civil y terminó cursándolos. Después llegaron las prácticas en Naviera Pinillos, única compañía de aquella época a la que no le importó el hecho de que ella fuera mujer, y embarcó en el Guadalquivir. Posteriormente embarcaría en CLH y terminaría las prácticas en Trasmediterránea.

Finalmente, el 19 de enero de 1998 la compañía Fletamento de Baleares “FLEBASA LINES”, le dio la oportunidad de empezar su carrera profesional como oficial de máquinas en el buque Manuel Azaña. Después llegaría la llamada de Trasmediterránea, donde ha desempeñado la mayor parte de su carrera profesional, sufriendo todos los cambios de nombre de la compañía (Primero Acciona-trasmediterránea, después Armas-Trasmediterránea y actualmente Trasmed-gle).

Su estreno como jefe de máquinas llegó el 26 de julio de 2005 en el buque Santa Cruz de Tenerife de Trasmediterránea, gracias a la confianza que depositaron en ella sus dos compañeros que realizaban las funciones de jefe usualmente en aquel barco. Además, recuerda con mucho cariño un embarque de Jefe, en el que coincidió de capitán con otra mujer, Fermina Suárez Ruiz, la célebre canaria “Romi”, primera mujer capitán del buque melillero Ciudad Autónoma Melilla. Nunca olvidará la cara de asombro de un visitante ante el que se presentó como la Jefe de Máquinas del barco, y quien después conoció a la Capitán.

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Fig. 13. Belén Crespo embarcada. (Fuente: Belén Crespo).

Belén acaba de finalizar un periodo vacacional, y justo antes de finalizar el año 2022, embarcaba como jefe de máquinas en el buque Ciudad de Granada de Trasmed gle, para partir hacia astilleros de Turquía donde iban a montar unos scrubbers y una planta de tratamiento de lastre en el barco, para cumplir con las nuevas exigencias medioambientales de la OMI.

EL CAPITÁN O “LA CAPITANA”

La profesora doctora y marino de la Escuela Técnica Superior de Náutica y Máquinas de la Universidad de A Coruña, Rosa Mary De la Campa Portela, combina su experiencia con la teoría y ha participado en múltiples proyectos de investigación en materias relacionadas con su especialización relativa a las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres a bordo de buques mercantes. A pesar de todo ello hace unos meses me comentaba que personalmente está abandonando la lucha por encontrar a las “pioneras” por diversos motivos. Uno de ellos me atrevo a vaticinar que estará relacionado con el hecho de que en el registro de títulos profesionales existe el derecho a la protección de datos, y es muy difícil recabar información al respecto.

Aproveché para hacerla una consulta acerca de la expresión que a veces se escucha de “la capitana”. Y ya adelanto, que piensa igual que yo. Me respondió esto:

“En cuanto a las expresiones, yo particularmente prefiero la capitán, la jefe de Máquinas y la oficial, ya que son las nomenclaturas de los títulos oficiales (aún no he visto un título profesional de capitana o de jefa de Máquinas)”. Particularmente pienso que, si en los títulos y tarjetas profesionales aparecen esas denominaciones masculinas, deben mantenerse. ¡Y desde luego la expresión “oficiala” es la que me parece menos natural!”

Sin embargo, la piloto y profesora de la escuela de Náutica de Portugalete, Itsaso Ibáñez, también ha realizado varios estudios muy completos al respecto de la presencia de la mujer en la Marina Mercante, y en algunos de sus documentos sí que se refiere a las mujeres oficiales utilizando las expresiones femeninas de pilota y oficiala.

Y volviendo a la primera capitán, Mercedes Marrero, a quién también pregunté al respecto, me dijo que siempre se refería en masculino a que tenía el título de “Capitán de la Marina Mercante”, pero que a ella particularmente, la expresión de “capitana” le sonaba bien, seguramente en parte porque era una expresión que se utilizaba en el baloncesto, y con la que ella estaba muy familiarizada. Sin embargo, reconocía que expresiones como “pilota”, “oficiala” o “marina”, le sonaban “horribles”.

OTRAS PERSONALIDADES EN LA MARINA MERCANTE

La sevillana (bartolina de adopción desde los catorce años) Macarena del Rocío Gil Navarro, conocida en el argot náutico como “Lady Pilot”, se convirtió en el año 2015 en la primera mujer práctico civil en España. Para hacerse con el dorsal número 18 en la plantilla de prácticos del puerto de Algeciras obtuvo la mejor puntuación en las pruebas de selección.

Macarena Gil aún no se cree que haya logrado ser práctico, y menos aún que lo haya conseguido en el puerto de Algeciras, el primero de España en tráfico de mercancías. Cuando era alumna de náutica, un día visitó el buque escuela Juan Sebastián Elcano, y los prácticos le invitaron a participar en las maniobras de otros buques. Se pasó el día entero subiendo y bajando por las escalas, observando cómo los prácticos realizaban las maniobras, y en aquel momento lo tuvo claro, ella quería ser práctico.

Hasta el momento de aprobar su oposición, Macarena estaba al mando del catamarán “Avemar Dos”, habiendo sido también la primera mujer capitán en la flota de Balearia, tras haber ejercido anteriormente cargo de primer oficial. Posee diez años de experiencia en buques de pasaje, pero en la actualidad lleva a cabo maniobras más complicadas, y a veces con mal tiempo, con grandes buques de hasta cuatrocientos metros de eslora. En referencia a sus compañeros, está encantada con el trato y se siente un práctico más, aunque reconoce que las mujeres siempre tienen que trabajar más, para demostrar lo mismo que los hombres.

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Fig. 14. Macarena Gil ejerciendo sus funciones a bordo en 2020. (Fuente: Harbourpilot.es).

Destacar que en la actualidad Macarena Gil ya no es la única práctica civil en activo. En el verano de 2022 otras tres prácticos se sumaron a la lista, y recientemente otra más ha empezado a engrosar la lista de los prácticos de Algeciras.

En otro tercio, en 2012 María del Carmen Santano Losada se convirtió en la primera mujer al frente de una Capitanía Marítima. María es Licenciada en máquinas navales e Ingeniera técnica naval en propulsión y servicios del buque. El Ministerio de Fomento la nombró Capitán Marítima de Palamós (Girona), capitanía marítima a la que pertenecen también los Distritos Marítimos de Rosas y Blanes. Con anterioridad fue coordinadora de Seguridad Marítima e Inspección, también en esa capitanía.

En 2015 llegó la segunda, también en Cataluña. Esta vez en Tarragona, donde se situó a la capitán de la marina mercante Nuria Obiols como autoridad marítima de la provincia. Y en 2018 llegó la tercera mujer al frente de una capitanía, esta vez la de Sevilla. La tinerfeña Elena Delgado Gutiérrez ha sido la primera mujer canaria, obviamente, en obtener este cargo. Elena Delgado está al frente del Puerto de Sevilla y del Distrito Marítimo de Sanlúcar de Barrameda, tras abandonar su puesto de Coordinadora de Seguridad e Inspección Marítima que desempeñaba en el Puerto de Barcelona, donde fue destinada en el año 2009, como inspectora de buques. Elena Delgado cuenta con nueve años de experiencia en la navegación de buques petroleros, tiene seis meses de experiencia como controladora de Salvamento Marítimo (SASEMAR), y es inspectora nacional miembro de equipos de inspección de la Comisión Europea en materia de protección de buques e instalaciones portuarias (PBIP).

CONCLUSIONES

En los buques no existen sábados, domingos y festivos, o al menos, tal como a menudo los disfrutamos en tierra. Obviamente el trabajo principal de los marinos a bordo es la realización de guardias y trabajos, y esas tareas hay que realizarlas obligatoriamente a diario, aunque siempre, dependiendo del tipo de buque, se tiende a intentar realizar algo especial los domingos, para que al menos lo parezcan. Uno de esos intentos es el de procurar relajar ese día el número de trabajos, independientes de las guardias, para que el personal pueda estar un poco más descansado, y poder hacer así algún juego especial o simplemente poder disfrutar de un momento de ocio diferente. Y otro buen intento se suele realizar en el momento de la comida. Ese en -

cuentro tan especial del día se puede convertir en el referente del domingo. Comentaba incluso Mercedes Marrero, la primera capitán: “navegando nos acordábamos de que era domingo, cuando a la hora de la comida veíamos la paella”.

Cuatro décadas después, las mujeres siguen siendo una minoría en el sector marítimo. De acuerdo con un estudio actual publicado por la Organización Internacional del Trabajo, sólo son mujeres el 2% del total de los profesionales de la Marina Mercante existentes hoy en día. Además, la mayoría de ellas ocupan puestos de marinería en buques de pasaje, y apenas la décima parte de ese 2%, son oficiales, y principalmente en buques de pasaje.

En cualquier caso, en España, en términos cuantitativos, se estima que algo más del 16% de los afiliados al Régimen Especial de la Seguridad Social del Mar (REM) son mujeres, según estadísticas del Instituto Social de la Marina (ISM), con datos a cierre del año 2020. Se trata de unas 10.000 mujeres, frente a 50.000 hombres, incluidas en el régimen donde se encuadra al personal empleado en distintas profesiones relacionados con el sector pesquero, y no todas de embarque. Estos últimos años, la cifra se ha elevado un poco. Y, por cierto, algo más del 50% de esas mujeres españolas, son gallegas.

Por lo tanto, solo una pequeña minoría ocupa puestos de alto rango jerárquico, a pesar de que, en los últimos años, las mujeres se han ido matriculando cada vez más en los estudios del sector marítimo. Hay que destacar que en España las mujeres oficiales se encuentran ubicadas en un porcentaje alto en las navieras que navegan por las islas, donde se encuentra el núcleo grueso de los buques de pasaje (Trasmed gle, Fred Olsen y Balearia).

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También tengo que indicar que de las mujeres oficiales “pioneras”, la mayoría ya están cansadas de que se las recuerde siempre como las primeras mujeres de la Marina Mercante, y prefieren que se las pregunte por sus objetivos actuales, ya que gran parte de ellas aún están en activo en otros trabajos, aunque relacionados en muchos casos con el sector naval.

Me gustaría remarcar que no debemos olvidar que toda esta historia de mujeres empezó con mujeres como María Ángeles Rodríguez Bernabéu y Mercedes Marrero Valero, que ahora desde los muelles y en paz, la primera retirada en su Asturias natal y la segunda en sus queridas islas Canarias, contemplan toda esta evolución de las mujeres oficiales.

A este respecto, y para finalizar, se debe indicar que la IMO ha establecido el 18 de mayo como el “Día internacional de la mujer en el sector marítimo”. Una oportunidad más de seguir creciendo en igualdad y de tomar conciencia del relevante papel que la mujer ya ocupa en los diversos sectores náuticos, habida cuenta de su creciente presencia.

Raúl Villa Caro Doctor Ingeniero Naval y Oceánico. Capitán de la Marina Mercante. Capitán de Corbeta del Cuerpo de Ingenieros de la Armada. Fig. 15. María Ángeles Rodríguez Bernabéu en la actualidad. (Fuente: El Periódico).
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LAS MUJERES PIONERAS EN NUESTRA ARMADA

PRIMERA OFICIAL CON MANDO EN LA ARMADA

En el año 2005, la entonces teniente de navío (TN) Esther Yáñez González-Irún, se convertía en la primera mujer comandante de un buque de la Armada, el patrullero Laya, siendo recibida por el exministro de Defensa José Bono en su día. En la actualidad, que ya es capitán de Navío (CN), recuerda que fue la primera mujer en ingresar en la Escuela Naval Militar de Marín y la primera en estar al frente de un barco de la Armada, y por partida doble. Como teniente de Navío (TN), Esther Yáñez tuvo el mando del patrullero Laya, encargado de misiones de vigilancia marítima en las costas andaluzas, y en 2010, como capitán de Corbeta (CC), fue comandante del buque de apoyo logístico Mar Caribe (por cierto, el primer destino de un servidor en la Armada).

Es especialista en comunicaciones, tiene las aptitudes de controlador de helicópteros en la mar, seguridad de vuelo y oficial de táctica; y además tiene sangre de la Armada en las venas. Es hija del coronel de Infantería de Marina Julio Yáñez, y sobrina del almirante Juan José González-Irún. En 1988 dejó de lado su idea inicial de cursar la carrera de Medicina cuando aquel año las Fuerzas Armadas abrieron sus puertas a las mujeres. En la primera convocatoria sólo dos mujeres superaron las pruebas de ingreso (la otra fue Patricia Ortega, en el Ejército de Tierra, quien además desde mayo de 2022 ostenta el empleo de general de división, siendo la primera mujer en conseguirlo, y única de momento). Con sólo 18 años se convirtió en la primera mujer alumna en la Escuela Naval Militar de Marín (Pontevedra), y dos años después en la primera mujer en dar la vuelta al mundo a bordo del buque escuela Juan Sebastián Elcano

MUJERES EN NUESTRA ARMADA 152

La CN Yáñez, no muy amiga de dar entrevistas convive con una sucesión de marcas históricas. Aun así, cuenta que nunca pensó que pudiera llegar a ser oficial de la Armada, y relata que sus padres se asustaron cuando les dijo que quería seguir la carrera militar, ya que aquella decisión suponía emprender un duro camino hasta entonces desconocido para las mujeres. Pero gracias a su trabajo y esfuerzo, la CN Esther Yáñez supo ganarse el respeto de superiores y subordinados, y consiguió que el trabajo de una mujer oficial fuera aceptado con normalidad. Esther indica que ahora simplemente intenta ayudar a otras mujeres que quieran ingresar en la Armada y defiende que las militares deben poder conciliar su vida laboral y familiar, porque ésta es una profesión que exige mucha disponibilidad.

lio de 1993. En su momento Yáñez dijo, con nostalgia, que llegó nerviosa e ilusionada, quedando muy sorprendida por la repercusión mediática derivada de su embarque. Rememora que Cádiz se volcó con ella. En ese crucero, el Elcano navegó 249 días y recaló otros 48 en diversos puertos, alojándose ella sola en la antigua enfermería, ocupando puesto de maniobra en el “juanete”.

Esther Yáñez calificó de momento único de su viaje como guardiamarina, la llegada a Tidore (las Molucas, sur de Filipinas), al que consideró el mejor puerto de toda la navegación. Allí se realizó un emotivo homenaje al marino Juan Sebastián de Elcano y a las tripulaciones de los navíos Trinidad y Victoria. Respecto a ese viaje de la vuelta al mundo, también reconoce que hubo momentos difíciles derivados de ser la primera y única mujer a bordo. Yáñez calificó esta etapa como una “vuelta titánica” donde tuvo la oportunidad de conocerse a sí misma.

La CN Yáñez indica que en la actualidad existen mujeres en las Escalas de Oficiales, Suboficiales, y Tropa y Marinería, tanto en el Elcano como en el resto de las unidades de la Armada, por lo que lo que ella vivió, ha dejado de ser un acontecimiento, para convertirse en algo normal. Igualmente afirma que ha sido testigo de los importantes avances que se han logrado, en un esfuerzo compartido por la Armada.

Algo que siempre ha destacado Esther es que la mayor dificultad de su carrera ha estado en la carencia de la existencia de un modelo a seguir. Al emprender un camino desconocido por las mujeres, Esther Yáñez no ha tenido nunca un modelo femenino de referencia. Es el inconveniente de ser la primera mujer. Y por eso ella siempre ha intentado ayudar a las que le siguen.

Hace pocos años, siendo capitán de Fragata (CF), Yáñez iniciaba una conferencia indicando que iba a ser la primera vez que comentara sus vivencias en el embarque en el crucero de instrucción en el Juan Sebastián Elcano. En ese viaje, durante la octava vuelta al mundo, se partía de Cádiz un 24 de octubre de 1992, para finalizar el viaje un 7 de Ju-

Esta gaditana pionera demostró entonces su espíritu de superación como alumna aventajada, manteniéndose siempre entre los primeros de su clase. Y siempre mostró su orgullo por haber tenido la oportunidad de portar la Bandera de España durante el año que cursaba cuarto, por ser el número uno de su promoción (brigadier general). Esther Yáñez también destaca que todavía existen diferencias entre las tropas de marinería, donde ya está bastante generalizado que ingresen mujeres, y el cuerpo de oficiales, en el que todavía son pocas, aunque destaca que nunca han sentido ningún tipo de actitud discriminatoria. Yáñez incide en que se tiene que seguir trabajando en la conciliación de la vida laboral y familiar, porque esta es una profesión que exige mucha disponibilidad.

Fig. 1. La entonces TN Esther Yáñez, tomando el mando del Laya (Fuente: www.juntadeandalucia.es) Fig. 2. Esther Yáñez en su etapa de capitán de Fragata. (Fuente: Armada).
MUJERES EN NUESTRA ARMADA 153 Proa a la mar

Para la preparación de este artículo, y otras entrevistas, he tenido la suerte de poder conocer de primera persona cuál es la visión actual de la CN Yánez, con el paso de los años, de la que ha sido su carrera. Se pueden destacar las siguientes palabras.

Considera que ha sido una afortunada por haber tenido la oportunidad de poder desarrollar una vocación, que, seguro que tuvieron otras mujeres antes que ella, y no pudieron hacerlo. Indica que la Armada le ha dado la oportunidad de poder desarrollar su carrera como oficial sin limitaciones. Se ha preparado como sus compañeros, ha ejercido el Mando como ellos, y en ese sentido, no puede más que tener palabras buenas para nuestra institución, que ha sabido adaptarse a que las mujeres estén en ellas. Aunque también reconoce que no todo es perfecto, y que todavía quedan cosas que mejorar, pero aún insiste en que los avances han sido muy grandes. Esther a lo largo de su carrera ha trabajado duro y se ha formado para que no le trataran de manera diferente a sus compañeros. Por ello está muy satisfecha de los logros que ha conseguido profesionalmente.

Yáñez destaca que como en tantas otras profesiones demandantes, la conciliación de la vida familiar y profesional es un auténtico reto, y para las mujeres y hombres del Cuerpo General, en todas sus categorías, sigue siendo un aspecto que se debería mejorar. Y habla de una auténtica conciliación, en las dos vertientes, que permita a una persona desarrollarse en la faceta familiar, pero también en la profesional. Esther destaca que se trata de una situación que exige sacrificio por parte de la persona, pero también medidas innovadoras que permitan a la Institución seguir hacia adelante.

La CN Yáñez indica que durante todos sus Mandos y destinos siempre ha sentido la lealtad de sus subordinados, y ha trabajado muy bien en equipo. Por eso está convencida de que no se trata tanto de ser hombre o mujer, sino de prepararse adecuadamente, trabajar con rigor, tener empatía y lograr que todos remen en el mismo sentido.

PRIMERA PRÁCTICO EN LA ARMADA

Llevando a cabo un cambio de rumbo en esta historia, se debe indicar que después de la CN Yáñez, han existido otras tres comandantes de buque: la CC Anita Sanchez, la CC Marina Goicoechea y la CC Paloma Sevillano, esta última recientemente ascendida a CC.

Cambiando de personaje, la CC Anita Sánchez Pandal es la primera y única práctico militar hasta el momento existente en nuestra Armada, destinada actualmente como práctico en el Arsenal Militar de Ferrol. Esta asturiana fue además la segunda mujer comandante de un buque (al año siguiente que Esther Yáñez, en 2006), y precisamente de uno con base en Galicia, en Tui (Pontevedra), en sus tiempos de alférez de Navío. Me estoy refiriendo al patrullero de vigilancia interior Cabo Fradera (por cierto, segundo destino de un servidor en la Armada). Respecto a su etapa como práctico, cuenta de manera anecdótica que cuando tuvo que atracar su primer petrolero en el muelle del Vispón (la Graña, Ferrol), el personal de cubierta que salió a recibirla se quedó mirando para la “pilotina” (la embarcación del práctico) y le preguntaron que dónde estaba el práctico. También cuenta con una sonrisa la cara que les quedó cuando les dijo que era ella. Añade, además, con cierta sorna, que se le olvidó decirles que además era la primera vez que atracaba un buque petrolero.

Fig. 3. Esther Yáñez en sus inicios profesionales. (Fuente: Armada).
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Fig. 4. La TN Anita Sánchez en una maniobra de entrada en dique. (Fuente: Cortesía Anita Sánchez).

Los prácticos son capitanes de la marina mercante o excomandantes de buques de guerra, de alta cualificación, que tienen como objetivo “asesorar” en las maniobras náuticas a los capitanes y comandantes de buques en el momento de su entrada y salida de puerto, con la finalidad de garantizar la seguridad del buque, del puerto, de las instalaciones portuarias, del medio ambiente y de la vida humana. Se debe destacar que durante el servicio de practicaje corresponde al capitán o comandante del buque el mando y la dirección de las maniobras que se efectúen, y que el práctico lleva a cabo un asesoramiento al capitán o comandante, y a los oficiales.

ses de practicaje y a la obligatoriedad del servicio para todos los buques con un desplazamiento superior a 500 toneladas o 500 GT. Este reglamento establece también que los límites geográficos de la prestación del practicaje deben ser fijados por la autoridad naval del puerto militar en coordinación con la autoridad portuaria civil.

Hoy en día en nuestra Armada las plazas militares vacantes se cubren por concurso-oposición, si bien, a dichas vacantes solo pueden optar los militares pertenecientes al Cuerpo General de la Armada o a la Reserva Naval Activa (ya a extinguir), quienes deben reunir una serie de requisitos profesionales, tal como el haber ejercido el mando de buques de la Armada o de buques mayores de 1000 GT durante dos años dentro de los diez últimos anteriores a la convocatoria, de manera similar a como se exige en el practicaje civil. Los aspirantes también aquí deberán demostrar sus conocimientos ante un tribunal y una vez superadas las pruebas, efectuarán un periodo de prácticas de seis meses, como máximo, bajo la supervisión y responsabilidad de la Autoridad Naval del puerto, quién al finalizar, y si procede, propondrá al candidato idóneo para su nombramiento definitivo.

Como ya se ha indicado, la llanisca Anita Sánchez Pandal es la primera y única mujer práctico militar en España. En junio del año 2017 obtuvo la tercera plaza de práctico del Arsenal de Ferrol, y en el fin de semana posterior a su estreno, recién finalizado su periodo de prácticas, se tuvo que enfrentar a la maniobra de atraque de seis buques el mismo día. Estaba un poco nerviosa, pero cuenta que al final todo salió bien y pudo confirmar aquel día que le encantaba ser práctico.

De aquella primera jornada en solitario recuerda que acababa de terminar las prácticas y que aquel día se efectuaban unas maniobras y llegaban seis barcos. Otro de los prácticos le ofreció su ayuda, pero ella le contestó: “Mira, esto hay que hacerlo y ya está”. Aunque no suele ponerse nerviosa, aquel domingo todo el mundo sabía que era el estreno de la primera mujer práctico militar de la historia de nuestro país, por lo que se sintió un poco observada. La primera maniobra la hizo con un gusanillo en el estómago, pero a partir de ese momento fue todo más fácil. Cuando finalizó las maniobras estaba muy cansada, pero a la vez muy contenta. Acababa de confirmar que le gustaba ser práctico. Recuerda con mucho cariño como uno de sus compañeros, el práctico mayor, se acercó a ella al finalizar las maniobras y le dio un emocionante abrazo porque ya formaba parte de ese reducido grupo que conforman los prácticos.

En la actualidad el practicaje en la Armada está regido por el Reglamento de Practicaje Militar, que continúa vigente según la Orden 8/98. Este reglamento introdujo numerosos cambios con respecto a las normas vigentes en aquel momento, a la vez que “reprodujo” varios artículos del Reglamento General de Practicaje (el civil), como los referentes a las definiciones que se dan de las cla-

Si se le pregunta a cualquier práctico sobre alguna anécdota vivida en su trabajo, casi todos recuerdan su primera vez. Probablemente el respeto por esa primera maniobra, respeto que por otro lado todos indican que nunca se pierde, deja una señal grabada sobre todos ellos y ellas, que perdura durante todos los años que ejercen. No obstante, he conseguido que Anita me cuente alguna anécdota más de su etapa de comandante de buque.

Durante el mando del patrullero recuerda que los pescadores de aquella zona estaban convencidos de que el comandante del buque era el contramaestre, ya que se trataba de un señor alto, fuerte y con barba. Los pescadores no se podían ni imaginar que fuera ella quien estaba al mando. De hecho, la propia Anita Sánchez a veces salía con la embarcación semirrígida de patrulla de vigilancia de pesca, y cuando imponía alguna sanción, a veces los pescadores le decían: “ya hablaré yo con el comandante del barco”, a lo que ella les preguntaba, “¿pero qué comandante?” No salían de su absurdo error, y seguían convencidos de que el contramaestre alto y con barba era el comandante.

Fig. 5. La TN Anita Sánchez atracando el BAM Furor en las pruebas de mar de septiembre 2018. (Fuente: Propia).
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La CC Anita Sánchez Pandal (que por cierto Anita es su verdadero nombre, no es un diminutivo), con el paso de los años en la actualidad reflexiona y afirma que tiene en la actualidad el mejor trabajo del mundo. Asidua a las redes sociales, siempre lo indica en sus publicaciones, y lo hace porque así lo cree. Aun así, quiere dejar claro que la frase no es suya, la ha copiado del CC Fernando Mendizábal, el actual práctico Mayor del Arsenal de Ferrol, quien piensa lo mismo. Pero indica Anita que aun hoy en día, cuando llaman al teléfono de prácticos, y se pone ella, muchas veces le preguntan, “por favor, que se ponga el Práctico”.

Por cierto, durante su formación en la Escuela Naval Militar de Marín, coincidió con Esther Yáñez. El año que Anita ingresaba (junto a otras dos mujeres más del Cuerpo General), Yáñez se encontraba en tercer curso (ya era guardiamarina). Yáñez me reconocía hace poco que para ella fue una alegría poder coincidir con otras mujeres, y también indica que las del grupo de Anita tuvieron mucha suerte al haber ingresado cuatro mujeres a la vez (había otra más en otro Cuerpo). En la Escuela Naval, todas compartían la misma ala del conocido entonces como “cuartel nuevo”, por lo que la camareta de las novatas estaba frente a la de Yáñez. En aquella época entablaron una buena relación, y han tenido ocasión de reencontrarse y charlar con el paso de los años. Les ha quedado dentro un cariño especial por aquel periodo en el que coincidieron juntas, en un contexto que no dejaba de ser difícil y complejo, al ser todos los demás hombres en aquella época.

OTRAS OFICIALES CON MANDO EN LA ARMADA

Alterando de nuevo el rumbo, la entones teniente de Navío Marina Goicoechea Margalef se convertía en 2018 en la tercera mujer comandante de un buque de la Armada, en este caso del buque hidrográfico Antares. Es tudense, pero gaditana de adopción, por lo que cuenta que tiene el corazón partido, porque siempre se ha sentido muy orgullosa de ser gallega y, especialmente, de ser de Tui. Es hija de Luis Carlos Goicoechea, ya retirado, que fue durante un tiempo el comandante de la Comandancia Naval del Miño, en Tui. Tomó el mando del buque Antares con 37 años, el 25 de julio de 2018, en Cádiz. Su misión en ese buque consistió en actualizar toda la cartografía náutica para la seguridad de todos los buques. Para ello tuvo bajo su mando a un total de 35 hombres y mujeres. Como hecho curioso se podría destacar que los dos años anteriores al mando fue jefa de Hidrografía en el buque Malaspina, y en ese cargo colaboró con la

Jefatura Superior de Policía de Andalucía Occidental en la búsqueda de Marta del Castillo, mediante exploraciones con medios hidrográficos y oceanográficos realizadas en el río Guadalquivir.

Continúa Marina Goicoechea diciendo que, aunque inicialmente cursó un año de Medicina en Sevilla (algo similar a la CN Esther Yáñez), a ella siempre le había encantado el mar y el trabajo de su padre, por lo que decidió alterar el rumbo de su vida, con la bendición paterna, e inició su singladura en la Armada. Además, cuenta que, para ella, ser mujer no ha supuesto ningún hándicap, pese a ser de las primeras en la Marina. Respecto a su formación en la Escuela Naval Militar de Marín, la recuerda como cinco años magníficos, en los que siempre se sintió una más de la promoción, donde todos eran iguales. Considera que ni entonces, ni durante todos estos años, ha sentido nunca que le marcaran diferencias en la Armada por ser mujer.

Su primer destino fue la fragata Victoria y en el 2009 participó en la operación ATALANTA contra la piratería en el océano Índico. En julio de ese mismo año pasó destinada al buque de desembarco anfibio Pizarro y participó en operaciones de mantenimiento de la paz, con la recogida de tropas en Bosnia y Herzegovina. Después se especializó en Hidrografía y hasta agosto del 2014, antes de tomar el mando, estuvo destinada en el buque hidrográfico Tofiño. Concluye Marina diciendo que le ha estado dando vueltas a su vida profesional, y que esta debe haber sido muy aburrida, ya que no se le ocurre ninguna anécdota que sea digna de compartir con los lectores.

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Fig. 6. La entonces TN Marina Goicoechea junto a la alidada tomando una demora. (Fuente: CC Marina Goicoechea).

Hace tres años fue nombrada la que fue la cuarta (y última hasta el momento) comandante de un buque de la Armada. La entonces teniente de navío Paloma Sevillano Sánchez, tal como hizo en su día la CC Marina Goicoechea, tomó el mando del buque hidrográfico Antares en julio de aquel año, dejando atrás su destino en Madrid como responsable de comunicación digital dentro de la Oficina de Comunicación Social (OCS), en la que se encontraba al frente de las redes sociales de la Armada.

La CC Sevillano, madrileña y sin tradición militar en la familia, perteneciente a la 410ª promoción del Cuerpo General, ingresó en la ENM en el año 2004. Recibió su despacho de AN en julio de 2010, y su primer destino fue la fragata Santa María. Allí se incorporó al servicio de máquinas, como oficial de electricidad y propulsión, siendo la encargada de todos los destinos que implicaban la necesidad de corriente eléctrica o motores, que son prácticamente todos los del buque. En cualquier caso, al salir a la mar, tal como ocurre con todos los oficiales de Cuerpo General, su puesto también era de Oficial de Puente y, en las ocasiones en las que se requería para ciertos ejercicios, también tomaba partido en el centro de combate como oficial de guerra de superficie, antiaérea o submarina (dependiendo del ejercicio). Entre abril y septiembre de 2011, a bordo de esa fragata, participó en la “Operación Atalanta” de lucha contra la piratería en el Índico.

Sevillano en verano de 2012 solicitó realizar la especialidad fundamental de Hidrografía, la cual finalizó en verano de 2013, incorporándose a su primer destino de especialidad en Lanchas Hidrográficas Transportables. Estas embarcaciones tienen como misión realizar levantamientos allí donde las aguas son muy someras, en puertos, ríos o estuarios, por ejemplo, para la actualización de la cartografía náutica nacional. En este destino firmó como jefa de campaña sus primeros parcelarios (el “negativo” de lo que a posteriori es una carta náutica). También comenzó a colaborar con otros organismos nacionales (IEO, IGME y CSIC) en distintas campañas a bordo de buques de IEO y del BIO Hespérides, en este último para el estudio de la morfología y composición de la Zona Económica Exclusiva y Plataforma Continental de las Islas Canarias y su posible ampliación. Estos trabajos aún están defendiéndose en Naciones Unidas, estudiándose su extensión más allá de las 200 millas.

En 2015 pasó destinada al buque hidrográfico Antares, ejerciendo funciones de Segundo Comandante durante tres años. En este período, además de realizar las campañas correspondientes al plan cartográfico nacional que involucraban a su Unidad,

también continuó colaborando con los organismos ya citados y colaboró en 2018 en el programa “Galileo-IHM (fase III)”, también a bordo del Hespérides, en aguas Antárticas. Este proyecto, liderado por la DGAM (Dirección General de Armamento y Material), a través del INTA, tiene por objeto el estudio de la señal recibida por los satélites que compondrán el sistema de posicionamiento Galileo.

La CC Paloma Sevillano en agosto del 2018 dio un giro a su carrera, pasando destinada a la Oficina de Comunicación Social del Gabinete del AJEMA, donde ejerció funciones de jefa de audiovisuales y redes sociales (lo que se conoce coloquialmente como “Community Manager”) de la Armada. Sin formación previa en comunicación, decidió adentrarme en este mundo por cercanía con su familia que vive en Madrid, y aunque solo tenía algún conocimiento a nivel usuario de ese mundo, pronto empezó a apasionarse por la comunicación. Realizó el “Curso de Comunicación Social del Ministerio de Defensa”, el curso de “Oficial de Asuntos Públicos (PAO)”, el “Seminario de Liderazgo y Comunicación en Emergencias” en la Unidad Militar de Emergencias, y otros cursos a nivel particular. En el fondo, pasaba mucho de su tiempo libre leyendo por su cuenta, y aprendiendo “online” cómo manejarse en esa nueva singladura.

Dos años después, en julio de 2020 regresó a primera línea operativa, tomando el mando del Buque Hidrográfico Antares, volviendo a la Unidad que había sido su casa y reencontrándose con su dotación, a la que llegó a considerar su familia. Del mando destaca la experiencia de poder planificar todo lo que conllevaba una campaña hidrográfica, administrar los recursos de los que disponía de la mejor manera posible, pero sobre todo el poder liderar a un grupo de profesionales que le mostraron siempre mucho cariño y respeto. Para ella fue un año muy gratificante en lo profesional, pero también que le hizo crecer en lo personal.

Fig. 7. La entonces TN Paloma Sevillano en su camarote del buque Antares. (Fuente: CC Paloma Sevillano).
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Paloma Sevillano, de todos los años de carrera, tiene muchas anécdotas, muchos momentos bonitos y divertidos, pero también algunos tristes o de peligro. Indica que la mar te da para tener vivencias de todo tipo. Por destacar algunas de ellas, me habló tanto de momento tristes, como graciosos. Respecto a los tristes, destaca la que fue la terrible pérdida en la mar de uno de sus compañeros, en concreto en aguas antárticas. El CF Montojo era el jefe de la campaña Galileo-IHM cuando en 2018 se encontraban trabajando en aguas cercanas a la Isla de Livingston. Al llegar la hora de la cena, el CF Montojo no aparecía, y debía embarcar con el Comandante del BIO Hespérides en la semirrígida que les llevaría a la Base Juan Carlos I. Pasaron casi una hora rastreando cada compartimento del buque, sin resultado, con la única referencia de que una Suboficial Hidrógrafa le había visto en torno a las 18:30h de la tarde coger su chaquetón para salir a cubierta. Las condiciones meteorológicas no eran las más favorables, así que las piezas del puzle comenzaron a encajar, y la dotación se puso en lo peor. Dieron la voz de “Hombre al agua” y comenzaron a navegar en rumbo opuesto siguiendo la derrota que llevaban en sentido contrario. Fue una búsqueda muy larga, donde contaron con medios aéreos de la Fuerza Aérea chilena y argentina, pero finalmente, a las cuatro de la mañana del día siguiente avistaron su abrigo flotando en alta mar, muy cerca de la posición donde se encontraban la última vez que se le vio en cubierta. Los nadadores de rescate se lanzaron al agua a recogerle, pero el médico de a bordo solo pudo certificar que había fallecido congelado. Este fue uno de los momentos más tristes que ha vivido Sevillano a lo largo de su carrera militar, sobre todo porque el CC “Monti”, como familiarmente se le conocía, era una persona cercana, divertida y sobre todo muy buen compañero. Destaca Paloma que el equipo Galileo-IHM se quedó huérfano.

Pasando ya a otros momentos, en este caso divertidos, la CC Paloma Sevillano recuerda uno que se produjo en una de sus últimas campañas hidrográficas

como Segundo en el Antares. Este buque es muy versátil, y gracias a sus dos botes hidrográficos, se pueden realizar tomas de datos de aguas someras y ríos también. Rememora que se encontraba en aguas del Cabo de Palos y tenían que destacar un bote para sondar el canal que desemboca allí. Para esta operación embarcaron un Cabo (timonel), un Sargento (para procesar los datos) y ella como jefa de la embarcación. Sabían que había muy poca profundidad en ese canal, pero no esperaban que, nada más entrar en él, se quedaran varados. El canal no era navegable, ya que la hélice se quedó hundida en la arena al instante. Por ello Sevillano dijo a su dotación que no quedaba otra que tirarse al agua y empujar el bote, así que se dispuso a quitarse los zapatos y los calcetines, y remangarse los bajos del pantalón de faena. A continuación, levantó la mirada y se encontró con que sus dos hombres, Cabo y Sargento, se encontraban en calzoncillos. Reconoce la CC Sevillano que no sabía en dónde meterse, al tiempo que no podía parar de reírse. Recuerda que les preguntó “¡Pero, ¿cómo se os ocurre?!”, a lo que le respondieron “Mi Segundo, usted para nosotros es un Teniente de Navío, así que hemos hecho lo mismo que hubiéramos hecho con cualquier otro”. Indica Sevillano que aceptó la explicación, pero añadió “No esperéis que haga yo lo mismo y me quede en ropa interior”. Y a continuación rompieron los tres a carcajadas.

Casi llegando a la actualidad, en agosto de 2021, y al finalizar su año de mando, se incorporó a la Dirección de Comunicación Institucional de la Defensa, destino que ocupa actualmente y en el que se encarga de tratar con medios de comunicación, realizar notas de prensa, y apoyar a la Directora de Comunicación en las visitas y actos que realiza la Ministra en las Unidades de Defensa, así como en las de Casa Real. Hoy en día ha decidido estabilizarse en la capital, para estabilizarse en la vida, y quizás porque la maternidad llame a sus puertas. Recientemente, en 2023, ascendió a capitán de Corbeta.

Fig. 8. La CC Paloma Sevillano junto a la alidada. (Fuente: CC Paloma Sevillano).
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Fig. 9. La entonces TN Paloma Sevillano vigilando el horizonte. (Fuente: CC Paloma Sevillano).

Para poder asumir este nuevo reto, cursó de forma personal el Máster en Comunicación Política y Empresarial por la Universidad Camilo José Cela, recibiendo su título en octubre de 2021 con un trabajo fin de máster (TFM) que versaba sobre las Redes Sociales de la Armada, con comparativas con otras Marinas, en concreto con la US Navy y la Royal Navy, de las cuales pudo extraer datos muy interesantes y lecciones aprendidas con margen de mejora para nuestra Armada. De su TFM se podría destacar que, según distintas investigaciones y estudios sociológicos en España, la mayoría de las instituciones más valoradas por los ciudadanos son aquellas que trabajan por la seguridad nacional y el orden constitucional. En concreto, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y las Fuerzas Armadas (FAS) son las que tienen en mejor consideración los españoles, incluso son las únicas que han conseguido aumentar su valoración durante la crisis generada por la aparición del COVID-19. Todas ellas se valen de su trabajo diario para ser percibidas por la sociedad como instituciones útiles, pero existe un gran trabajo de comunicación corporativa detrás de estos datos. Por un lado, la Policía Nacional y Guardia Civil tienen una marcada identidad, muy reconocida y respetada no sólo a nivel nacional, sino también más allá de nuestras fronteras. Por otro, dentro de las Fuerzas Armadas, existen ciertas diferencias en cuanto a la percepción por parte del ciudadano de a pie: mientras la Unidad Militar de Emergencia (UME) ha creado una identidad basada en el servicio directo en catástrofes y ayuda palpable al ciudadano en poco más de diez años de existencia, el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire trabajan cada día para generar esa sensación de necesidad por parte de la sociedad, cuidando a la vez sus símbolos, respetando sus tradiciones y fomentando su apertura comunicativa.

PRIMERA OFICIAL DE SUBMARINOS

Es muy interesante poder conocer el origen vocacional de muchas de nuestras mujeres en la Armada, y entre ellas podríamos destacar a la primera mujer española que ha tenido el honor de poder usar el distintivo de submarinos sobre su pecho, con la categoría de oficial. Se trata de Laura Vitalia González Martínez. Esta oficial nació en Madrid y nos cuenta con mucha ilusión que su acercamiento al mundo de la mar no fue precisamente por su cercanía, sino por sus frecuentes visitas al Museo Naval de Madrid, auténtica joya de la corona, siempre acompañada por su padre.

Esto debió impresionar tanto a Laura que a los dieciséis años tomó la determinación de intentar ingresar en la Armada. Esta decisión cogió un po-

co de improviso a sus padres, pero lógicamente le apoyaron. Finalmente, el 20 de agosto del año 2012 ingresó en la Escuela Naval Militar (ENM), formando parte de la 417 promoción del Cuerpo General y recibiendo los reales despachos y el grado en ingeniería mecánica por la Universidad de Vigo el 16 de julio de 2017. Por lo tanto lleva siete años escasos de oficial, todo un auténtico record a su edad, siendo una de las primeras promociones que ha acompañado su empleo militar con el grado en ingeniería que ahora obtienen los oficiales que se forman en la ENM de Marín.

El primer contacto de Laura con los submarinos fue en una de las charlas que recibió como alumna en su etapa en la ENM, y recuerda con cierta nostalgia que al finalizar la exposición preguntaron, “¿A quién le gustaría ir destinado a un submarino?”, a lo que ella respondió de manera casi instintiva levantando la mano. Esta mujer continuó su formación, pero siempre con el pensamiento fijo de intentar ser submarinista. Por ello comenta que durante su tercer año de carrera un compañero le prestó un libro titulado “Inmersión”, escrito por un submarinista retirado, y recuerda haberlo leído con muchísimo entusiasmo ya que todo le parecía muy interesante. En aquel libro se explicaban diferentes aspectos de la plataforma, los procedimientos de seguridad, las guardias, las inmersiones y muchos otros aspectos de los submarinos. Era la primera vez que leía de primera mano sobre la experiencia de cómo era la vida a bordo de un submarino español, y después de ello, la idea de ser submarinista continuó firme en su cabeza.

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Fig. 10. La entonces AN Laura González en un submarino. (Fuente: Laura González).

Durante las prácticas de quinto año, tuvo la oportunidad de tener un contacto cercano con los submarinos. Durante una semana estuvo con algunos compañeros en la Flotilla aprendiendo un poco más sobre su organización y disposición, y cuenta con mucha ilusión que la guinda del pastel consistió en que durante aquella semana pudo navegar a bordo de un submarino, por primera vez en su vida. De hecho, pasó más de 24 horas a bordo, por lo que tuvo la oportunidad de permanecer una noche embarcada. Relataba toda su experiencia de ese primer día a bordo de un submarino de la siguiente forma:

“Ese día fue muy emocionante para mí, recuerdo que navegamos en el Mistral, que ha sido dado de baja recientemente. Entrar en un submarino por primera vez y sin tener conocimiento sobre la plataforma, fue toda una experiencia. Está lleno de botones, tuberías, termómetros y un sinfín de equipos, da la impresión de estar diseñado totalmente para aprovechar al máximo el espacio. Una vez dentro, nos asignaron unas camas en la proa del submarino, que es donde se alojan los torpedos. Al ir a pasar un día a bordo no llevábamos más que una pequeña mochila que dejamos estibada en el poco hueco que encontramos en la oscura proa. Ese día nos explicaron in situ cada una de las cámaras del submarino y el funcionamiento de las guardias. Durante esas 24 horas, hicimos una posada en el fondo y un ejercicio con buceadores, a los que recogíamos después de hacer salto en paracaídas sobre el agua para que posteriormente desplegarlos cerca de tierra. De esa experiencia recuerdo que tras las pruebas y preparación pertinente para la salida a la mar y una vez fuera de puerto, era el momento de hacer inmersión y yo estaba expectante por saber cómo sería la sensación.”

La gran oportunidad para esta entusiasta oficial apareció en el año 2019, pues fue una fecha determinante en su vida, debido a que publicaron las plazas para la especialidad de submarinos para su promoción. La asignación de estas plazas se hace por orden de escalafón, tras la superación de unas pruebas médicas y psicológicas. Para su promoción se convocaron seis plazas. Era un momento de incertidumbre, de nerviosismo, pues ella era conocedora que había compañeros que también querían ser submarinistas y temía que no pudiera llegar a conseguir su sueño. Pero esto no sucedió y ella felizmente obtuvo una plaza. Recuerda con ilusión que aquel hito ocurrió un 8 de marzo de 2019, curiosamente el día de la mujer. Ella por fin lo había conseguido, iba a ser submarinista.

Laura contó que, aunque su experiencia es corta, tiene muchas ganas de vivir y aprovechar al máximo lo que le viene por la proa. Aunque indica que no ha encontrado ningún obstáculo que no pudiera superar simplemente por el mero hecho de ser mujer, sí reconoce que existieron algunos detalles de “tipo logístico” que solamente pudo resolver con ayuda de otra mujer, aunque fuera de distinta categoría militar.

PRIMERA SUBOFICIAL DE LA ARMADA

Si dejamos de lado a las primeras enfermeras con titulación universitaria que llegaron a la Armada, quienes inicialmente obtuvieron grados de suboficial, y que posteriormente se integraron en los cuerpos comunes de la Defensa y ascendieron a alféreces, habría que buscar a la primera mujer que obtuvo el título de suboficial por el método tradicional, formándose en la escuela de Suboficiales. Pues este es el caso de Julia del Río Mosquera, quien en el año 2000 se convertía en la primera mujer Suboficial, y con la especialidad de artillería y misiles.

Julia del Río Mosquera, nacida en el año 1973, no sabe si fueron películas como “Botón de ancla”, o la retransmisión televisiva de algunos desfiles militares, los culpables de su fascinación por las Fuerzas Armadas. Julia, natal del pueblo gallego de Porto do Son, hija de pescador, desde pequeña siempre tuvo afición por la mar. Cuidaba el bote de su padre en verano, echándole agua para que las tablas no se abriesen y, en invierno, la expulsaba para que el bote no se hundiera. A pesar de sus mareos cuando a salía a pescar calamares, nunca se desanimaba.

Finalmente, a sus veinte años encontró en la Armada en 1993 respuesta a su doble inclinación por el mar y el Ejército, a lo que contribuía también su espíritu aventurero y su interés por los deportes. Ingresó en la Armada el primer año que se abrieron las puertas a la marinería profesional, cuando la presencia femenina todavía era casi inexistente. De hecho, hasta que le llamaron para hacer las pruebas, no le dijo nada a su padre, ya que este pensaba que la idea de Julia era una locura. De hecho, cuando le dijo a su padre que se quería alistar, este le dijo que no, que las mujeres no podían ir al ejército. Por ello hasta el día anterior a su incorporación no supo que se iba. Y menos aún lo hubiera querido si Julia le hubiera contado una anécdota que le ocurrió en Coruña, mientras cursaba su solicitud de ingreso en las FAS, cuando le preguntaron lo siguiente: “Tú como todas, administración u hostelería, ¿verdad?” Ya se pueden imaginar la respuesta ofendida de Julia: “Yo artillería y misiles, que lo acabo de leer y me suena a más militar”. Y así fue como Julia seleccionó la que sería su especialidad final, y de la que se siente tan orgullosa, y la que no cambiaría por nada del mundo.

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Sus inicios fueron duros. Al principio se sintió sola y en algún momento pensó en renunciar. Pero le gustaba demasiado su trabajo, y por ello nunca se rindió. Laura se convirtió en un claro ejemplo del proceso de integración, convirtiéndose a posteriori en la primera sargento de la Armada, en la especialidad de artillería y misiles, un hito al que no concede excesiva importancia. Lo que le atrajo de la artillería fue que era la nota distintiva que diferenciaba a la marina mercante de la de guerra. Indica Julio que todos los barcos tienen puente de gobierno y máquinas, pero el armamento es lo que hacía distintas a las fragatas y a las corbetas, de los buques mercantes. Reconoce que los cañones le sorprendieron mucho, ya que no se esperaba un funcionamiento tan complicado, ni su alta dependencia del mundo electrónico y digital. Recuerda que su primer examen de cañón fue una auténtica tortura, por su complejidad, pero al final aquella temática se convirtió en algo apasionante.

Su llegada a la Armada significó una ruptura con su vida habitual. Salía de su pueblo de Galicia casi por primera vez, con destino a Andalucía, y entraba en un ámbito que desconocía totalmente. Le sorprendió tanto la disciplina y la programación diaria de las actividades, como la uniformidad. En realidad, todo le llamaba la atención, hasta el saludo militar que tantas veces tuvo que practicar delante del espejo. Dos factores con los que no contaba fueron el calor de Cádiz, al que no estaba acostumbrada, y su acento gallego, ininteligible a veces en el sur. La instrucción militar también fue dura, sobre todo los ejercicios de flexiones en barra.

Un par de veces tuvo tentaciones de renunciar, porque se encontraba sola. En su promoción había cinco mujeres, y dos de ellas regresaron después a la vida civil. En cualquier caso, desde el principio Julia había tenido los objetivos muy claros y había optado por un contrato de compromiso largo

de cuatro años. Era difícil desanimarla, y solo tardó cuatro años en obtener el empleo de cabo primero, en un tiempo record. Aun así, procuraba no destacar para no dar motivos para la crítica, y se ajustaba estrictamente a las normas sobre el pelo o el maquillaje. Y por supuesto tampoco aprobaba el trato de favor hacia las mujeres. Recuerda que en sus inicios tenía un cabo primero que se comportaba como un padre con ella, y que no quería que cargara con los proyectiles más pesados. Al final Julia le dijo que aquello le sentaba muy mal, y le pidió que nunca más le tratara de esa manera.

Un destino que recuerda con gran cariño fue la fragata Canarias, en sus tiempos de cabo, ya que la ausencia de suboficial durante cuatro meses le permitió realizar parte de sus funciones. Adquirió mucha experiencia ejerciendo de enlace entre el oficial y el marinero, apoyándose siempre que lo necesitaba, en un suboficial de dirección de tiro que le asesoraba. También fue una gran experiencia su primera navegación, que coincidió con una misión en Bosnia durante 1995. Descubrió que le fascinaba navegar y aunque los turnos a dos guardias se hacían duros, el buen ambiente los compensaba.

De sus cualidades de suboficial destaca la aptitud ante el servicio, la disciplina y la decisión. Destaca que la cercanía con el marinero también es un rasgo fundamental. Indica Julia, “tu vida está en sus manos, y la suya en las tuyas”. Reconoce que mandar es muy difícil, ya que no se puede hacer ni a gritos, ni con tono jocoso, y, por supuesto, siempre dando ejemplo. Realmente amaba su vida en los barcos.

Fig. 11. Una joven Julia del Río en su puesto del cañón. (Fuente: Julia del Río).
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Recién ascendida a Sargento, indicaba que le gustaría ir destinada a las fragatas F-100, sin ninguna duda las más modernas del momento, y en cierto modo un desafío profesional para ella, ya que estaban dotadas con armamento nuevo del tipo de un lanzador horizontal que se diferenciaba bastante de los verticales que montaban las fragatas más veteranas. Aunque finalmente no llegó a conocer las fragatas F-100, estuvo siete años destinada en la fragata Asturias, y cuando por fin se iba a ir comisionada a una F-100, se quedó embarazada de su segunda hija, y ya no tuvo oportunidad de embarcar.

En cualquier caso, hoy en día todavía mantiene su acento gallego, y no descarta embarcar en ellas, o todavía tener algún tipo de contacto con las nuevas fragatas F-110 (ahora en construcción), en el futuro. Hace dos años se encontraba destinada en MOPS (mando de operaciones) en Pozuelo de Alarcón, donde trabajaba de “Auxiliar de Watchkeeper” desde el año 2016. Nada que ver con la vida de los barcos que tanto le fascinaba, pero un destino muy interesante donde ha aprendido mucho sobre los demás ejércitos, en su día desconocidos para ella.

Julia, a lo largo de su carrera ha navegado en las fragatas Extremadura (F-75), Asturias(F-74) y Canarias (F-86) , y después de todos estos años en la Armada no se arrepiente de la decisión que tomó en su día, y aunque si volviera a nacer seguro que algunas cosas las realizaría de otra manera, tiene claro que de nuevo sería militar, marino y condestable. Sus funciones como suboficial condestable embarcada en un arma, bien en monta-

je de 5 o 3 pulgadas o en el lanzador de misiles, consistían en el mantenimiento y funcionamiento de las armas y en tenerlas siempre listas para la rápida reacción de las mismas en caso de que fuesen necesarias.

Tanto ella como el personal a su cargo se encargaban de realizar los mantenimientos programados para el sistema (PMS). Los había diarios, semanales, quincenales, mensuales, trimestrales y anuales; y también estaban los específicos que se realizaban antes de un ejercicio de tiro con cañón o montaje. Todos estos PMS se hacían en todos los destinos de artillería de a bordo, desde el arma más pequeña hasta la más grande, incluidas las direcciones de tiro. También tenía que hacer las revisiones de la munición en los pañoles de pólvoras, así como llevarlas al laboratorio en los tiempos programados para su análisis. Además los propios pañoles también tenían sus pruebas de los sistemas de contraincendios que había a bordo.

El trabajo una vez en la mar consistía en navegar en vigilancias, y en su caso siempre fue a dos vigilancias, aunque en algunas ocasiones les ponían a tres. Navegar a dos vigilancias suponía estar seis horas en los puestos de vigilancia, que en su caso eran la cámara de maniobra del cañón OTO MELARA, en el 5” 54 MK42, o en los lanzadores de misiles MK 22 o MK 13; y otras seis horas se dedicaban a descansar, comer, e incluso hacer deporte. Y así día tras día, por lo que reconoce Julia que no existía mucho tiempo para el descanso y el ocio, aunque ella lo llevaba bien. Navegando, cuando se realizaban maniobras, dependiendo de si eran con otros barcos españoles o de marinas extranjeras, se hacían ejercicios en los que se ponían en funcionamiento las armas para el adiestramiento. Estos ejercicios en ocasiones se llevaban a cabo con fuego real, y otras veces en modo simulado, haciendo todo el procedimiento pero sin abrir fuego.

Pero para Julia no todo fue el destino específico de armas. Embarcada también participaba en las maniobras de aprovisionamiento de combustible en la mar, ocupando el puesto de fusilero en la estación, o en las operaciones de traslados de pesos. Incluso tenía puesto asignado en los ejercicios de hombre al agua, y en las entradas y salidas de puerto, lo que se conoce coloquialmente como “babor y estribor de guardia”.

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Fig. 12. Julia del Río recién ascendida a Sargento. (Fuente: Julia del Río).

Una vez que inició su etapa de docente en la ya citada Escuela de especialidades Antonio de Escaño, su vida fue muy diferente. En ella impartía clases tanto a los marineros de reciente incorporación, como a los cabos, cabos primeros y sargentos alumnos. Incluso también se dedicaba a la formación de los oficiales de la especialidad de armas. Su función docente consistía en preparar las clases para cada grupo, según cada plan de estudios, ajustándose al horario, tanto de mañana como de tarde, e intentando enseñar de la mejor manera a todos sus alumnos. Aunque de inicios lo de la docencia se le hizo un poco duro, terminó gustándole. Incluso realizó un curso de técnicas pedagógicas para mejorar profesionalmente sus destrezas.

Después de su etapa en la escuela, y por decisión propia, se fue destinada a Madrid al Mando de Operaciones de la EMAD. Allí conoció otro mundo totalmente distinto al que estaba acostumbrada. Mejoró en calidad de vida para poder estar con su familia, pero añoraba la Armada. En este destino aprendió muchas cosas de los otros ejércitos que le sirvieron para dar el salto a donde se encuentra ahora, que es en una plaza en el extranjero.

Resumiendo, la vida de Julia, después de su etapa inicial en la Armada por el sur de España, estuvo 16 años destinada en Ferrol, desde el 2000 al 2016. Tras el embarque en la fragata Asturias, fue destinada a la Escuela de Especialidades Antonio de Escaño, en el departamento de Armas, donde estuvo dedicada a la docencia durante casi seis años. Posteriormente fue destinada dos años a la Base Naval de la Graña, como condestable de cargo del pañol de Armas. Y actualmente Julia ya ha alcanzado el grado militar de Subteniente, desempeñando hasta hace poco tiempo funciones dentro del Mando de Operaciones Conjuntas. Posee gran conocimiento de idiomas y todavía añora sus tiempos embarcados, algo que no descarta que se pueda volver a producir.

Para desgracia de Julia, nunca tuvo referentes femeninos en el mundo militar. Nunca tuvo mujeres en las que fijarse, ya que nunca llegó a conocer a ninguna mujer superior. Aunque sí tuvo referentes masculinos, sobre todo de su etapa inicial como marinero, a los que deseaba parecerse en el futuro.

En la actualidad la Subteniente Julia del Río se encuentra destinada en el “JFCBS Brunssum”, en los Países Bajos, en un puesto que no tiene nada que ver con lo que había hecho hasta ahora, pero que no le disgusta. Sabe que dentro de dos años y medio volverá a España. Su puesto está encuadrado en la “International Militar Policy (IMP)”. Se trata de un destino de seguridad de la base, en el que habita junto con otros militares de otros países, entre los que se encuentran alemanes, holandeses, y americanos.

En la IMP lleva a cabo escoltas, patrullas, y todo lo relacionado con el tema de seguridad.

Julia resume su vida como muy enriquecedora, aunque reconoce que no ha llevado a cabo todo lo que le hubiera gustado profesionalmente, porque tenía una familia, y eso le ha limitado un poco. Tal vez pudiera haber abordado otras metas, pero no se arrepiente. Al final ha conseguido, en mayor o menor medida, todo lo que se ha propuesto. Además, ha conocido a grandes compañeros, e incluso perdido a amigos, que le han servido para convertirse en mejor persona.

Julia, al cierre de este artículo, y a sus cincuenta años, comenzaba un curso de actualización para el ascenso de Suboficial Mayor, el último peldaño de su ya longeva carrera profesional.

UNA CABO PRIMERO DE LA ARMADA

La cabo Primero Pilar Pedrayes García es otro perfil desconocido para el gran público. Se trata de otro ejemplo de mujer desconocida, de la que no encontraremos nada por las redes sociales. Su aventura en la Armada comenzó en septiembre del año 2006 en la Escuela de Especialidades Antonio de Escaño (Ferrol), a la vez que comenzaba su último curso de la carrera de Filología inglesa en la Universidad de La Coruña.

En la actualidad se dedica a la operación en consola del radar SPY, es decir, a su configuración, para tener control del espacio aéreo alrededor del buque. Al mismo tiempo realiza reparaciones y mantenimientos para que su equipo pueda estar siempre en perfecto estado de funcionamiento. Sus lugares habituales de trabajo son mayoritariamente “Zonas de acceso restringido”, por lo que poco puede contar de su trabajo.

Fig. 13. La Subteniente Julia del Río Mosquera en la actualidad. (Fuente: Julia del Río).
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Su primer destino de Marinera lo obtuvo en diciembre de 2006, cuando fue destinada al buque de aprovisionamiento para el combate (BAC) Patiño (A14). Pilar reconoce que fue allí donde y cuando realmente comenzó todo. La realidad es que ese no era el destino que ella había solicitado cuando se presentó a la convocatoria (había pedido plaza en patrulleros), pero por las razones que fueran, acabó allí. Pilar indica que hay quienes creen en el destino, y lo dice porque cree que aquella plaza estaba hecha a medida para ella. En ese momento cambió su vida.

Pedrayes, nada más iniciar su primer embarque, juntó varias navegaciones, y acabó estando fuera de su casa cerca de seis meses. Aquel embarque fue por casi todo el Mediterráneo y también por el Norte de Europa, llegando a cruzar el Círculo Polar Ártico. Aquella navegación le encantó, ya que pudo descubrir cómo era realmente la vida a bordo, y pudo visitar y conocer diferentes ciudades en varios países.

A partir de ese momento, y en los años siguientes, navegó mucho por el Mediterráneo, e incluso cruzó el Atlántico para llegar a Brasil, donde realizó maniobras junto con otros buques españoles y de marinas extranjeras. Finalmente estuve destinada cinco años en el Patiño hasta el 2011, momento en el que desembarcó para realizar el curso de ascenso a Cabo, y de nuevo en la escuela Antonio Escaño de Ferrol.

Estando destinada en el Patiño formó parte del Trozo de Visita y Registro, hecho que considera como una experiencia más para recordar. El Trozo no es un destino como tal, sino que es una especie de puesto complementario mediante el cual se llevan a cabo registros en embarcaciones ajenas. Normalmente, si es necesaria una inspección a bordo de un buque mercante sospechoso, se activa el trozo de visita y registro, que, amparado por ser buque de guerra, se acercará al mercante mediante una embarcación semirrígida para subir a bordo e inspeccionar papeles y carga. Dicho trozo de visita y registro estará constituido por personal del Cuerpo General e infantes de marina que proporcionarán seguridad al equipo.

Posteriormente su primer destino como Cabo fue en la fragata Álvaro de Bazán (F-101), la primera de esa serie, y su primera navegación en ese buque fue en el año 2012. Fue allí donde se dio cuenta de que la fragata F-100 era su tipo de barco preferido. Después de haber pasado por un buque de aprovisionamiento, vio claramente que el ritmo de trabajo de una fragata era lo que más se ajustaba a su forma de ser y de trabajar. También es cierto que en 2007 ya había llevado a cabo un pequeño tránsito de tres días en la fragata F-102 Almirante Juan de Borbón que, en su momento, no le había gustado tanto, pero reconoce que en aquel momento llevaba muy poco tiempo en la Armada y notó mucha diferencia de un barco a otro, y le pareció que allí no encajaba, pero con el paso de los años se dio cuenta de que estaba totalmente equivocada.

Desde el año 2011 hasta el 2015 navegó tanto en la F-101 como en comisiones en la F-102, ya que su marido estaba allí destinado y era una manera de que pudieran verse un poco más. En ambos buques su destino fue en el Sistema de Combate AEGIS, dedicándose al mantenimiento de los equipos.

Con la F-101 llevó a cabo su navegación más larga. Fueron seis meses de integración, primero dos meses en el Mediterráneo y luego otros cuatro en la operación Ocean Shield contra la piratería en aguas del Golfo de Adén y del océano Índico occidental. Reconoce que aquel embarque no fue una tarea fácil, pero en él disfrutó mucho. Visitó lugares que jamás hubiera pensado que vería, y conoció culturas muy diferentes a la nuestra. En definitiva, pudo conocer otra visión de la vida, muy diferente a la nuestras.

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Fig. 14. Pilar Pedrayes en su puesto de trabajo. (Fuente: Pilar Pedrayes).

A finales del año 2015, su marido y ella decidieron pedir cambio de destino y así poder estar destinados juntos. En esa ocasión se fueron a la Fragata Méndez Núñez (F104). Su estancia allí fue bastante corta, solo un año, pero muy interesante. Pasaron una CALOP, que es una Certificación Operativa para el Combate, y a continuación se integraron en la SNMG-2 bajo el mando de la OTAN. Llevando a cabo esa misión realizó el examen de acceso al curso de ascenso a Cabo 1º, y en octubre de ese año, a la vuelta de la navegación, desembarcó una vez más, para incorporarse de nuevo a su querida escuela Antonio Escaño.

En junio de 2017, una vez finalizado el curso de Cabo 1º, embarcó de nuevo en la fragata Almirante Juan de Borbón. Ahí lleva ya casi seis años, en la que fue la primera fragata en la que navegó, aunque sólo fueron unos días aquella primera vez. Su destino actual es el radar AN/SPY-1D, del que es operadora (RSC) y mantenedora, junto a un suboficial y a otros dos Cabos 1º.

En la actualidad la Cabo Primero Pedrayes continua embarcada en la F-102. Este año alcanzará su tiempo máximo en ese destino, por lo que de nuevo tendrá que cambiar a otro, lo habitual en nuestra Armada. De momento, y a pesar de haber solicitado ya algunas vacantes, no le han asignado ninguna plaza nueva, por lo que sigue a la espera de conocer cuál será su futuro cercano.

En cuanto a su vida personal, no le gusta hablar mucho de ella, pero reconoce que le gusta estar siempre estudiando algo, por lo que ahora está aprendiendo programación, y por el momento no se le da nada mal. Respecto a su carrera de Filología, la finalizó el mismo año que ingresó en la Armada. Entré en la escuela Antonio Escaño en septiembre de 2006, y aquel mismo curso 2006-2007 finalizó sus estudios universitarios.

LAS INGENIERAS DE LA ARMADA

Hace cincuenta años las palabras “mujer e ingeniero”, eran casi contradictorias. Afortunadamente, eso ha cambiado. En la Armada, la capitán de Fragata Dª María Concepción Rodrigo Bayo es la ingeniera más antigua desde que ingresó junto a dos compañeras en la ENM (Escuela Naval Militar) durante el año 1997. Ingeniero aeronáutico de formación está en posesión de la especialidad de Ingeniero de Armas Navales.

María Concepción inició su carrera, como alférez de Navío, en El Arsenal de la Carraca (Cádiz). Más tarde, fue destinada al Ramo de Armas de la Jefatura de Apoyo Logístico (JAL) en Madrid y comisionada al Centro de Metrología y Calibración Acústica y Magnética (CEMCAM) en El Arsenal de Cartagena. Finalmente ascendió a capitán de Fragata, su actual empleo, y pasó a formar parte de la dotación de la Sección de Sistemas Tácticos y de Combate de la Subdirección de Mantenimiento en la Dirección de Sostenimiento, en la que desarrolla su función en estos momentos.

María Concepción Rodrigo resume su trayectoria indicando que se siente orgullosa de haber podido colaborar en la apertura del camino de las mujeres ingenieros, en la Armada. Para ella, formar parte del Cuerpo de Ingenieros de la Armada española es un motivo de orgullo y satisfacción personal. Indica que los distintos destinos en los que ha ejercido su carrera profesional le han permitido participar activamente en el complejo entramado tecnológico que supone el diseño, definición, y construcción de un buque militar y sistemas asociados, así como en su sostenimiento y apoyo al ciclo de vida.

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Fig. 15. La Cabo Primero Pedrayes embarcada en la actualidad. (Fuente: Pilar Pedrayes).

Por todo ello se considera una más de ese equipo multidisciplinar que es el Cuerpo de Ingenieros, en el que cada uno de sus integrantes deben aportar su saber para llegar a buen puerto y poder disponer, en colaboración con el sector industrial español con el que trabajan en sinergia, de sistemas y plataformas navales de última tecnología.

Cambiando de personaje, la teniente de navío María Del Carmen Díaz de Baldasano es la ingeniera naval más antigua, y una de las pocas mujeres que poseen esa titulación universitaria en la Armada. Narra que su primer destino militar como Ingeniero fue en la Sección Técnica en Rota (Cádiz), desempeñando un trabajo realmente bonito y agradecido. No obstante, recuerda que ella quería “ensuciarse las manos” y pisar más cubierta, por lo que así se lo transmitió a su jefe en varias ocasiones. Finalmente, su jefe le propuso el que a la postre se convertiría en el trabajo más bonito que ha podido desarrollar hasta el momento, la remodelación de la cuarta sección del buque escuela Juan Sebastián de Elcano (la parte de popa). Aunque todo el mundo le decía que su informe caería en saco roto, en base a los recortes presupuestarios existentes en aquel momento, seis meses después de que su informe viera la luz, se llevó a cabo la modificación entre agosto de 2017 y febrero del 2018. Aquella obra le sirvió para inspeccionar la obra y aprender mucho del buque escuela de la Armada, el de construcción más antigua que existe en activo.

La CC Alicia Martínez Escudero es una de las ingenieras técnicas navales más antiguas de la Armada. Recuerda que cuando desembarcó del portaaviones Príncipe de Asturias fue destinada a la Oficina Técnica de los Ramos de casco y máquinas del Arsenal de Cartagena, y su entonces jefe, que no tenía mucha confianza en las mujeres ingenieras, para ponerla a prueba le llevó a inspeccionar una obra que se estaba realizando en las cámaras frigoríficas de una de las corbetas. Se accedía a las frigoríficas a través de una pequeña escotilla que daba a la gambuza y de allí a las dos cámaras. Pues bien, habían levantado el suelo y los aislantes, y las cucarachas corrían libremente en una cantidad que prefiere no recordar. Por supuesto aguantó estoicamente la inspección, aunque reconoce que estaba deseando salir de allí. Unos meses después su jefe le confesó que le había puesto a prueba, y que la había pasado, y con nota. Otra de las anécdotas que recuerda Alicia es que en el pasado fue seleccionada para las modernizaciones de cámaras y camarotes de buques, pensando en que por ser mujer tendría mejor gusto para elegir muebles o combinar colores.

La ingeniería de construcciones del arsenal de Ferrol (ICOFER), destino actual de un servidor, hoy en día posee tres oficiales ingenieras, con especialidades civiles de ingeniería naval, química e informática, y otras tantas ingenieras civiles. La más antigua de ellas es la CC Adela Suárez Porta. Nacida en Mugardos, un pueblo costero en la comarca de Ferrolterra, con sus fiestas patronales dedicadas a San Telmo y a la Virgen del Carmen, siempre había estado muy vinculada al mar. Sin embargo, no fue hasta que se incorporó al Cuerpo de Ingenieros de la Armada cuando tuvo un contacto más estrecho con la navegación, los buques y su construcción. Hasta ese momento sus experiencias a bordo se limitaban a prácticas de remo en visitas al Club del Mar durante su etapa escolar, o a algún paseo en bote o jornada de pesca por la ría. Aunque también recuerda sus trayectos en lancha cruzando la ría hasta Ferrol, una alternativa más rápida e interesante que el autobús, aunque algo incómoda en caso de mal tiempo. Puede decir con orgullo que incluso tuvo la oportunidad de gobernar aquella lancha una vez y llevar el timón; aunque eso sí, con ayuda del piloto.

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Fig. 16. CF María Concepción Rodrigo en su destino de la JAL. (Fuente: Rodrigo Bayo).

Uno de los momentos que más le gustan de la construcción de un buque es, evidentemente, la botadura, tanto por la celebración que rodea al acto como por lo delicado y complejo del proceso. Destaca que se trata de un hito muy emocionante y que genera mucha expectación. Adela recuerda que durante su formación militar tuvo oportunidad de realizar breves navegaciones en buques como el Tabarca o el Galicia, pero, dado que los ingenieros realizan gran parte de su labor a bordo con el buque en tierra, las principales ocasio-

nes que ha tenido de navegar han sido durante la realización de las pruebas de mar de los buques en construcción, para evaluar navegando la plataforma y los sistemas instalados a bordo. Las pruebas de mar con navegaciones más largas en las que ha participado fueron a bordo del Juan Carlos I, un buque que fue todo un reto para ella por su tamaño, acostumbrada a buques de menor porte como por ejemplo las fragatas F-100. El reto de ese portaaviones no solo radicaba en el trabajo que suponía la inspección de tantos locales y de sistemas, sino también desde el punto de vista físico, en lo que suponía estar constantemente subiendo y bajando hasta siete cubiertas, lo que le provocó en varias ocasiones unas agujetas nada despreciables. Destaca que a día de hoy todavía no ha tenido la oportunidad de subir en el ascensor VIP de ese buque, algo que le haría bastante ilusión.

Raúl Villa Caro Doctor Ingeniero Naval y Oceánico. Capitán de la Marina Mercante. Capitán de Corbeta del Cuerpo de Ingenieros de la Armada. Fig. 17. Ingenieras de JICOFER en 2020. (Fuente: autor).
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LA MUJER Y LA MARINA DE RECREO Y DEPORTIVA

La marina de recreo es una industria importante en muchos países debido a su impacto económico y turístico. En España el interés por esta industria ha crecido considerablemente durante los últimos años y cada vez son más los viajeros de otros países y los propios españoles que buscan disfrutar de las múltiples alternativas de la náutica.

España es un lugar ideal para la navegación de recreo y la práctica de deportes náuticos y habitual escenario de actividades de turismo y ocio y de competiciones deportivas locales, regionales, nacionales e internacionales desarrolladas en este medio.

El Turismo Náutico se está consolidando como la oferta de ocio segura y sostenible que impulsa la náutica de recreo en España. Actualmente existen iniciativas que se están desarrollando para fomentar el turismo náutico con el objetivo de impulsar el liderazgo de España en el sector. Desde el IX Congreso Náutico de ANEN del pasado mes de marzo del año 2022, apuntaban que “El turismo náutico es una fuente de riqueza y empleo y su impulso es una apuesta rentable a nivel nacional y también para las comunidades autónomas”. Próximamente, en marzo de 2023 se celebrará el X Congreso Náutico con el eslógan “Una década de impulso náutico” que refleja la dura trayectoria de este sector y la evolución positiva que ha tenido en los últimos años.

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Y dentro de todo el marco comentado anteriormente, fue cuando en 2017 decidimos emprender y constituir Sailwiz, una plataforma que pone en contacto patrones y propietarios de barco con gente que quiere navegar en una modalidad del alquiler plaza a plaza o cabin charter, como suele conocerse en Europa. Sailwiz nació como un proyecto fin de Máster y fue en nuestra última presentación académica en la que tuvimos una figura muy especial que nos amadrió el proyecto: Theresa Zabell, dos veces ganadora del oro en vela en los juegos olímpicos, tres veces campeona mundial y tres veces campeona de Europa, todo en la clase 470, un palmarés excepcional, vicepresidenta del Comité Olímpico Español y presidenta de la fundación Ecomar.

Patricia Guerra y Natalia Vía-Dufresne, ambas compañeras de Theresa Zabell en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 y Sydney 2000, respectivamente, junto con Theresa Zabell representan el tesón, la constancia y la lucha para llegar a conseguir dichos títulos en un deporte usualmente masculino. La propia Theresa Zabell en numerosas entrevistas ha destacado la dificultad que ha tenido ella y otras mujeres en el deporte de competición, especialmente en las regatas. La evolución desde el comienzo de su carrera deportiva hasta hoy ha sido positiva, aún existe mucho camino por recorrer.

Si bien es cierto que en los últimos años se ha notado un claro avance en pro de la igualdad en los deportes en general, y en el de vela en particular, lo cierto es que, al igual que sucedía en el sector marítimo, son aún muy pocas las mujeres que han obtenido un reconocimiento mundial por sus logros. Y no sólo eso, sino que principalmente los aficionados al deporte y a la náutica son los únicos que saben reconocer sus nombres y sus hazañas. Es tan fácil como hacer una búsqueda de los Regatistas Españoles para ver que la presencia de las mujeres es aproximadamente un 20% del total.

Iniciativas como la Ladies Cup, del Monte Real Club de Yates de Baiona, competición cien por cien femenina en Galicia, busca acabar con las desigualdades que las mujeres han sufrido en el mundo de la vela durante mucho tiempo y aumentar su presencia en este deporte.

Desde su lanzamiento, la Ladies Cup se disputa de forma ininterrumpida y es la única competición de vela cien por cien de mujeres que se realiza en la actualidad en Galicia. Su influencia se ha visto reflejada en otras competiciones como la Copa del Rey, que en 2019 decidió incluir un apartado exclusivamente femenino en su programa de pruebas.

Otra de las iniciativas por la que se inclinan algunas organizaciones y clubes de regatas, es la competición mixta, que propone una configuración de hombres y mujeres acorde al peso que marca cada competición.

Este tipo de iniciativas muestran la capacidad de las mujeres en un deporte típicamente masculino, en el que se puede ver la capacidad de dirección, liderazgo y decisión que ostentan las mujeres. Ejemplo de ello es la competición de la clase J80 España del año 2022, en la que la Categoría Mixta fue novedad y que se consideró en el sector como una evolución positiva para la consolidación de equipos y un paso importante de igualdad en un barco.

Y si alguno se pregunta cómo podemos aportar en la lucha por la igualdad de género en el mar, la respuesta es fácil; si eres empresa, puedes apuntarte a la 4ª Regata Interempresas por la igualdad que promueve Corporate Yachting & Partners en la Marina de Valencia, en la que cada empresa contará con una tripulación mixta o femenina de 8 empleados.

Fig. 1. Theresa Zabell como madrina del proyecto Sailwiz. Fig. 2. Theresa Zabell.
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Fig. 3. Ladies Cup en una competición exclusivamente femenina dentro del Trofeo Príncipe de Asturias.

La popularidad de la náutica no sólo se desarrolla en el ámbito deportivo, ya que son numerosos y muy diversos los sectores, actividades y negocios relacionados con la náutica deportiva y de recreo: diseño, construcción, reparación y mantenimiento de embarcaciones, motores, componentes y accesorios; venta y alquiler de embarcaciones; puertos deportivos; actividades deportivas, recreativas y de formación. Y todos ellos con algo en común, la poca visibilidad de la figura de la mujer en roles decisivos e innovadores.

En concreto, la navegación de recreo ha sido tradicionalmente una actividad en la que el rol del hombre y la mujer han sido muy diferentes. Las propias empresas dedicadas a la venta de embarcaciones de recreo e incluso las que promocionan dicha actividad y la venta de las embarcaciones, han relegado a la mujer en este ámbito hasta tener un rol pasivo tal y como muestran las portadas de algunas revistas. Normalmente es el hombre quién está al timón, liderando la navegación y la mujer la que está tumbada disfrutando tranquilamente del sol y de la navegación de otros.

La navegación de recreo a título personal o profesional, sigue estando liderada por hombres, aunque el porcentaje de mujeres ha crecido moderadamente en los últimos años, en muchos casos gracias a las medidas que se están llevando a cabo para minimizar la brecha actual y a la existencia de referentes femeninos, como veremos más adelante.

En este camino de igualdad, varias autoras han escrito libros para empoderar a las mujeres en cualquier ámbito; en particular, en náutica me gustaría destacar la novela “Aparejar las velas”. En su portada puedes ver la cara más tradicional de la navegación de las mujeres, pero en su relato encuentras como una mujer que inicialmente seguía a su marido en la navegación de recreo, crece en autoestima y confianza y se da cuenta de que las mujeres también están hechas para la navegación a vela.

Y las cifras acompañan lo comentado anteriormente, ya que desde Sailwiz hemos observado que las reservas realizadas de viajes de más de 4 días principalmente son realizadas por hombres. Si bien es cierto que hay reservas de mujeres, principalmente van acompañadas de sus parejas, familiares o amigos. Adicionalmente, el porcentaje de mujeres que viaja sola en este tipo de viajes plaza a plaza es muy inferior al de hombres.

La realidad es que los estereotipos de género tradicionales han alimentado la creencia de que las mujeres son menos capaces o están menos interesadas en la navegación y los deportes acuáticos que los hombres. Esta falsa afirmación está amparada por la aparición de referentes femeninos en redes sociales y medios de comunicación que difunden el estilo de vida a bordo de embarcaciones de recreo.

Fig. 4. Como vemos, son muchas las iniciativas que existen en la náutica deportiva, solo falta que se consolide y veamos pronto los efectos en pro de la igualdad en este deporte.
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Fig. 5. La realidad es que la publicidad está dirigida a los hombres, ya que la mayoría de los aficionados a la navegación de recreo que optan por comprar o alquilar una embarcación siguen siendo mayoritariamente hombres.

Desde Sailwiz hemos colaborado con Paula Gonzalvo, que lo dejó todo para empezar a viajar en velero y ha creado una comunidad de amantes de la vida a bordo, Allende los Mares, convirtiéndose en una de las influencer y creadora de contenido con más seguidores de España.

Paula Gonzalvo destaca en su blog las preguntas recurrentes que le han hecho: ¿Dónde está el capitán? ¿No hay ningún hombre a bordo? Incluso cuenta que se dirigían al hombre que estaba a su lado y no a ella, aún cuando estaba bajo su cargo.

Hay muchas historias de mujeres que cuando se han lanzado a navegar solas han tenido que escuchar: “¿cómo vas a viajar sola?”, “cuidado con los hombres”, “no eres lo suficientemente fuerte”, “tu sola en el velero, ten cuidado es demasiado peligroso” o afirmaciones tan contundentes como: “nunca lo conseguirás”.

Gracias a la fortaleza, confianza y autoestima de mujeres navegantes, ahora existen referentes mujeres que afianzan los atributos necesarios para abordar una navegación arriesgada. Paula Gonzalvo describe algunas como: Nike Steiger, que compró un

velero y lo reparó para cumplir su sueño: viajar y vivir en su velero; Lisa Blair, primera mujer en circunnavegar la Antártida en solitario; Laura Dekker, que solo con 16 años circunnavegó en solitario el mundo en su velero en 210 días, convirtiéndose en la persona más joven en dar la vuelta al mundo. Y muchas otras mujeres como: Liz Clark, Emily Penn, Suzanne Van der Veeken, Amy Sinclair, Christine Couch o Jessica Watson, entre otras.

Pero no son sólo mujeres jóvenes, tenemos el ejemplo de Joanne Socrates, mujer de origen canadiense que con 77 años se convirtió en la persona mayor de edad en dar la vuelta al mundo, sola, sin escalas y sin ayuda de nadie.

Y no puedo dejar de mencionar a Hilary Lister, que nació sana pero una condición degenerativa la dejó en silla de ruedas a la edad de 15 años y desde los 27 años vivió paralizada de cuello hacia abajo. Pudo navegar gracias a la tecnología “sip-puff”, que le permitió cambiar la dirección de la embarcación y controlar las velas con tres pajitas conectadas a un innovador sistema Power Assist. En 2009 se convirtió en la primera persona tetrapléjica en dar la vuelta a Gran Bretaña en solitario.

Fig. 7. Paula Gonzalvo, allende los mares. Fig. 6. Novela “Aparejar las velas”, en su portada se puede ver la cara más tradicional de la navegación de las mujeres.
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Fig. 8. Joanne Socrates, en 2019 con 77 años dio la vuelta al mundo en su velero de 11 metros.

Entonces, ¿existen limitaciones físicas para poder liderar una embarcación?. Claramente no, nunca han existido aunque la historia haya hecho pensar que sí, por lo que animamos a todas aquellas mujeres que quieran navegar y disfrutar de las maravillas de la náutica de manera lúdica, a que no esperen y se lancen a una aventura que no les dejará indiferentes.

Si nos centramos en el sector náutico profesional, la brecha de género es un fenómeno que afecta con mayor intensidad. Según la Organización Marítima Internacional (OMI), de los 1,2 millones de marinos del mundo, solamente el 2% son mujeres y de estas el 94% trabajan en cruceros.

La aparición de mujeres en el ámbito de la náutica profesional, es una novedad muy reciente. Gracias al cambio de normativa en España en 2009, que introdujo el certificado de Patrón Profesional de Embarcaciones de Recreo, ahora es posible ver algunas mujeres al frente de escuelas náuticas, empresas de chárter y ejerciendo como patronas e instructoras. Es aún un porcentaje testimonial, ya que según datos de escuelas de reconocido prestigio en España, menos de un 20% de los títulos náuticos de recreo que se expiden, son a mujeres, pero que haya cursos y escuelas dirigidas por mujeres está favoreciendo que otras mujeres se sientan más cómodas a la hora de iniciarse en la náutica o unirse a regatas o travesías lideradas y organizadas por una mujer.

En concreto, en Sailwiz colaboramos con Susana Escalona, más conocida en las redes sociales como “Susanita Alamar”, apasionada del mar que finalmente consiguió su sueño y lo dejó todo para convertirse en 2019 en patrona profesional y fundadora de Alamar Sailing con el lema “en mi barco mandan las mujeres”.

Según declaraciones de Susana Escalona, en ocasiones en su propio barco sentía que no estaba al mando cuando tenía la presencia de un patrón a bordo y, en cambio, cuando navegaba con sus amigas disfrutaba ella y el resto de tripulación, ya que se mostraban más predispuestas a ayudar sin la presencia de patrones. Esto la condujo a apostar por una tripulación solo de mujeres en salidas de día de aproximadamente dos horas, las cuales suelen ser instructivas ya que a Susana Escalona le gusta que sean las mujeres quienes lleven el barco, que toquen, que se equivoquen y que aprendan. Cabe destacar que esta situación es general en el sector. María José Martínez Maroto, CEO de la empresa náutica BeExperience y Delegada en Valencia de Real Liga Naval Española, que emprendió en el mundo náutico en 2019 y colabora con Sailwiz desde 2020, nos cuenta que ha habido mucho avance desde ese año hasta hoy.

Las Marinas se sorprendían cuando se encontraban con una patrona, situación que ha evolucionado positivamente y a día de hoy prácticamente no tiene esa sensación ni en España ni en el Caribe, dónde destaca que hay muchas patronas dirigiendo embarcaciones y, por suerte, es una tendencia alcista a nivel mundial.

Las dificultades que se ha encontrado María José Martínez Maroto han sido específicamente del sector náutico, ya que es un sector en el que se necesita mucha especialización y cualificación; no solo tienes que saber navegar y defenderte en cualquier contexto de meteorología, sino que se requieren otros conocimientos, de mecánica y electricidad por ejemplo, para sortear con los imprevistos que surgen en la navegación.

Fig. 9. Hilary Lister durante su viaje por la Isla de Wight.
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Fig. 10. Susana Escalona navegando.

Precisamente, también en esos sectores asociados a la náutica predomina la presencia masculina, por lo que es un reto adicional para las mujeres navegantes encontrar a alguien de confianza en el sector que no te evalúe por el hecho de ser mujer, sino por los conocimientos y experiencia que tienes.

Por hacer un breve resumen, las mujeres han enfrentado desafíos y barreras para integrarse plenamente en la marina de recreo. El avance en términos de igualdad resulta evidente pero el trabajo no está, ni mucho menos, completo en el mundo de la vela. Prueba de ello son las múltiples iniciativas que hemos comentado a lo largo del artículo. La aparición de referentes y líderes femeninas ha reducido la brecha, aunque aún queda mucho camino por recorrer.

Si bien es cierto que reducir la brecha de género es uno de los objetivos de las Naciones Unidas (Agenda para el Desarrollo Sostenible 2030); en concreto, “llegar a una igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas”, en la náutica, un sector históricamente masculino, es más imprescindible hacer esfuerzos para llegar a un punto más equilibrado.

Fig. 11. María José Martínez Maroto navegando. Emilia del Carmen Marina Seira CFO y Cofundador Sailwiz.
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MARÍA DE MOLINA, REINA Y SEÑORA DE CASTILLA Y DE SU MARINA.

PARTE I

Todo comenzó cuando Alfonso X empezó a dejar de atender las cuestiones del reino de Castilla, recién creado por su padre, Fernando III, dadas sus pretensiones de ceñirse la corona del Sacro Imperio Romano Germánico, como hijo que era de Beatriz de Suabia, lo que le convertía en biznieto de Federico I Barbarroja. No se sabe si calificarlo de vanidad o de una ambición demasiado alegre, y sobre todo alejada de la realidad, pero el hecho es que Alfonso X fue abandonando sus responsabilidades con la corona de Castilla, y a la cuestión del imperio dedicó muchos esfuerzos y desvió muchos recursos tan necesarios para el nuevo reino, empresa iniciada por Fernando III uniendo los dos reinos de León y de Castilla, así como para la Reconquista, que había recibido un fuerte impulso precisamente de su padre.

Y esto se entendía menos en el hombre que había sometido a Murcia a vasallaje en nombre del rey santo, e incorporado este reino a la corona de Castilla, había tenido tan gran protagonismo en la toma de Sevilla, sobre todo por la enfermedad que ya estaba imposibilitando al rey Fernando, dirigiendo además la evacuación de los musulmanes de la misma y el reparto de territorios a los nobles castellanos y encargándose de determinadas labores de gobierno, y había tomado las plazas de Jerez y Cádiz, y el reino de Niebla, ante cuya capital se había empleado por vez primera la pólvora en una confrontación bélica en Europa, demostrando con ello el carácter innovador y emprendedor que tenía Alfonso X en aquella época.

Además, también en nombre de su padre Fernando, Alfonso había establecido convenios y treguas, logrado el vasallaje del reino de Granada, y alcanzado acuerdos con el reino de Aragón. La reconquista estaba llegando a su fin, después de tantos siglos de lucha, tantos esfuerzos y sacrificios, tantos periodos de inactividad, tantas amarguras y tantos muertos, empresa que había tomado un extraordinario impulso, saliendo de su aletargamiento, gracias a Fernando III y al propio Alfonso X en Castilla, y a Jaime I en Aragón. Si no hubiera sido por ellos, son muchos los que creemos que todo hubiera finalizado con la convivencia en la península de, por lo menos, dos reinos musulmanes, el nazarí de Granada y el benimerín del Estrecho, y así quizás por los siglos.

Menos mal que en esos momentos, en los más críticos y difíciles del reino de Castilla, aparecería en el momento más necesario, una verdadera señora

del reino, toda una mujer, que, gracias tan sólo a su enorme valía, supo defender Castilla de poderosas y repetidas confabulaciones, que sumaban poderosos enemigos externos e internos, incluso muchos y poderosos traidores muy cercanos. Fue una mujer irrepetible, única, que hizo que el reino de Castilla, prácticamente recién nacido, se salvase, y ganase todas las guerras, ataques y traiciones a sus múltiples y muy poderosos enemigos, y se consolidase en el gran reino que fue, y diera en su momento origen al reino de España. Esta mujer única fue María de Molina. Y ésta es sólo una parte de su historia.

Fig. 1. Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando III el Santo, y padre de Sancho IV el Fuerte. Fueron los tres primeros reyes del Reino de Castilla.
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Volviendo al rey Alfonso diremos que éste empezó siguiendo la hoja de ruta marcada por su padre, hostigando la costa oriental de la desembocadura del Guadalquivir, con el fin de tomarla y de preparar el desembarco en el norte de África. Con ambas empresas, y siguiendo su línea de conquistas, estaba materializando las ambiciones de Fernando III. Pero con su candidatura al Sacro Imperio todo cambió, secuestrando la atención del rey y sus deberes para reconquistar los territorios que le había encomendado el rey santo y él así se había comprometido.

Fue en tales circunstancias cuando el rey nazarí de Granada, Muhammad I, se percató de esta falta de atención e interés. No lo dudó, y vio la gran oportunidad

que se le presentaba. Por ello alentó en 1264, una revuelta de musulmanes súbditos de Castilla, quienes sentían un gran descontento por su nueva situación, la que fue conocida como revuelta mudéjar. Y es que no olvidaban que habían podido quedarse con sus casas y sus tierras gracias a que habían capitulado frente a las fuerzas castellanas, cuya corona desde entonces les dejaba vivir en sus posesiones a cambio de fuertes impuestos y mucha demostración de vasallaje. Pero además se estaban produciendo muchos incumplimientos de los acuerdos adoptados en dichas capitulaciones por parte del rey Alfonso, un rey tremendamente sobrevalorado, muy por encima del personaje real que iremos conociendo. “Por sus hechos los conoceréis”, y éstos fueron muchos, y muy negativos, que este rey dejó para la historia. Los iremos viendo.

Además, el sistema de despoblación musulmana y de repoblación castellana que había llevado a cabo inicialmente Fernando III, y posteriormente Alfonso X, y ambos en grado muy extremo, estaba asegurando el control de las ciudades reconquistadas, pero produjo un gran movimiento demográfico en aquellos musulmanes que no se rindieron y no aceptaron las capitulaciones, teniendo lugar una gran expulsión de éstos de las tierras andaluzas hacia el reino de Granada y hacia el norte de África, pero guardando dentro de sí fuertes deseos de regresar a sus hogares, donde habían nacido sus antepasados por varias generaciones.

Por otro lado, las tierras de Castilla y León, sobre todo, y las de la costa del Cantábrico, estaban sufriendo la despoblación de aquellos que, atendiendo la llamada de sus reyes, acudían a establecerse a tierras andaluzas. Por ello, la densidad de población era muy baja tanto en los territorios de procedencia, con grandes campos abandonados en las tierras de Castilla, León y todo el norte, como en las tierras andaluzas, por no haber suficiente población para cubrirlo todo. Castilla empezó a tener grandes extensiones de tierra abandonadas, en el norte, en el centro y en el sur, sin producir nada más que hambre, frío y soledad. Además, los castellanos que llegaban no deseaban quedarse en los campos andaluces, dado que las fronteras no eran seguras, y los musulmanes estaban cerca, no siendo nada infrecuentes las incursiones, saqueos y matanzas, por lo que se apiñaron en las grandes urbes del valle del Guadalquivir.

De ahí que confluyeran las tres circunstancias, el descontento de los musulmanes que habían aceptado el vasallaje a regañadientes la mayoría de las veces, las ganas de regreso de los expulsados y la despoblación de grandes extensiones andaluzas, para que aprovechando la distracción que de las tareas de gobierno estaba mostrando Alfonso X, decidieran en 1264 iniciar una revuelta que fue decididamente apoyada por el reino nazarí de Granada, y que afectó sobre todo a los campos de Jerez y de Murcia.

Fig. 4. El Sacro Imperio Romano Germánico era una fruta del pecado para Alfonso X. Por querer adueñarse del mismo, este rey tan “sabio” se olvidó de la reconquista, a punto estuvo de que desapareciera el reino de Castilla, provocó la primera guerra civil en el reino de Castilla y logró que aparecieran las “dos Españas”. Todo un logro…. Fig. 3. Avance del Reino de Castilla y arrinconamiento del Reino de Granada. Fig. 2. Toma de posesión de las aguas de Cádiz por Alfonso X el Sabio.
LA SEÑORA DE CASTILLA 175 Proa a la mar

Las tropas castellanas acaban finalmente con la misma derramando mucha sangre, aplastando a los revoltosos en pocos meses. Muchos de los musulmanes que hasta entonces habían vivido en tierras castellanas, aunque no hubieran participado en las revueltas, abandonaron sus hogares, con lo que la despoblación de los campos andaluces fue aún mayor, yéndose hacia Granada, que incrementó su población de manera espectacular, y hacia el norte de África, donde los benimerines los acogieron y escucharon con atención lo que les contaban de aquellas tierras que les iban a permitir el control del Estrecho, lo cual ya justificaba una acción, pero que también les atraían por sus suelos tan ricos, sus abundantes aguas fluviales, su clima tan benigno, su rica agricultura, su abundancia de recursos y sus espectaculares paisajes. Desde luego nada que ver con el Magreb.

Por ello, cuando años después el rey de Granada Muhammad II les llamó buscando su apoyo para hacer frente a Alfonso X, quien nuevamente, una vez más, no había respetado los acuerdos que ambos habían firmado en 1274, justo al año de la muerte de Muhammad I, no lo dudaron y atravesaron el Estrecho. Además, quedarse con las plazas de Tarifa, Algeciras y Gibraltar, prometidas por Muhammad, era una oportunidad que no estaban dispuestos a pasar por alto.

Y así, el 30 de marzo de 1275, el sultán benimerín formó un ejército de cinco mil soldados, que al mando de su hijo Abu Zayyan Mandil, desembarcó en Tarifa el 13 de mayo de 1275. De manera inmediata procedieron a atacar simultáneamente las plazas y los campos de Sevilla, Jaén y Córdoba, matando, saqueando, destruyendo aldeas y fortalezas, quemando las cosechas, talando árboles frutales, arrasándolo todo. Llegan también a Jerez, peligrando así todo lo conquistado por Alfonso X y parte de lo logrado por Fernando III. A la vez, van enviando a Algeciras el botín del que se van adueñando y los cautivos encadenados.

Córdoba se salvó in extremis gracias a la decidida intervención de Nuño González de Lara, aunque ello significó su muerte en combate. Mientras, desde Burgos viene Fernando de la Cerda, primogénito del rey y heredero al trono, para ponerse al frente del ejército, dado que Alfonso X se encontraba ausente, en una entrevista con el Papa en Bercayre, defendiendo su derecho al trono imperial sacrogermánico. Pero, al llegar a Ciudad Real, el heredero fallece.

Esto fue un hecho de trascendental repercusión en la historia de Castilla. El segundo hijo de Alfonso, Sancho, se cree con derecho al trono, amparándose en las costumbres castellanas, y así lo hace constar en la misma Ciudad Real, ante el cadáver caliente de su hermano. Sin embargo, el tratado que sobre derecho romano privado se elaboró por encargo del propio rey, recogido en Las Siete Partidas, establecía que los herederos debían ser los hijos del fallecido.

Sancho IV le hace saber a su padre que se hará cargo del ejército y hará frente a la invasión benimerín sólo si le nombra su heredero. El rey se encontraba muy lejos, y además sabe que a Sancho se le han sumado los requerimientos de buena parte de la nobleza, la misma que se le sublevó unos años antes exigiendo más reparto de riquezas y menos autoridad real, poniendo en serio peligro la corona de Alfonso y la integridad de Castilla, por lo que se tragó el amargo chantaje y accedió a la demanda de su hijo, nombrándole su sucesor.

Desde Sevilla, Sancho con sus tropas, y atacando en los campos de Jaén las tropas de Don Lope Díaz de Haro, señor de Vizcaya, ayudado por un jovencísimo Alonso Pérez de Guzmán, quien años más tarde protagonizaría el hecho de Tarifa, van cogiendo en una pinza a los musulmanes, que no tienen otra salida que replegarse hacia sus plazas fuertes, estableciéndose una nueva tregua, además acuciados por los avances de los aragoneses en tierras murcianas. Pero los benimerines ya no regresarán a África, sino

Fig. 5. Revuelta mudéjar, 1264-1266. Muhammad I, con túnica roja y escudo, dirige a sus tropas durante la rebelión.
LA SEÑORA DE CASTILLA 176
Fig. 6. En “Las Siete Partidas”, obra inmensa coordinada por Alfonso X, establecía que el nuevo heredero al trono era el hijo del heredero fallecido, y no el hermano segundo de éste, tal como establecía la costumbre castellana. Es decir, prevalecía la línea descendiente en vertical sobre la horizontal, la válida hasta entonces.

que se establecerán en Tarifa, Algeciras y Gibraltar, a las que fortificarán y dotarán de un gran número de tropas, y donde se harán extraordinariamente fuertes. Ello marcó dramáticamente la dinámica de la reconquista y el comercio en el Estrecho.

Y es que el mismo sultán Abu Yusuf Yaqub había llegado a Tarifa el 16 de agosto de 1275 para ver en directo el teatro de operaciones. Fue de inmediato a Algeciras, donde firmó varios acuerdos con el rey de Granada, y empezó a pensar seriamente en lo que representaba esa franja de tierra que le permitía estar a ambos lados del Estrecho, y por tanto controlar el paso del mismo, por donde antaño habían pasado fenicios, egipcios, griegos, cartagineses, romanos, godos, musulmanes, gentes del norte de Europa, todos conscientes del valor de este trozo de tierra y estas aguas. Por ello, desde entonces, los benimerines poseyeron Tarifa y Algeciras, a las que convirtieron en sus principales puertos militares en la península.

Y es que las campañas de 1275 y 1276 frente a los castellanos, que incluso le llevaron a una gran victoria en Écija, y lo que vio en persona durante su visita, convencieron al jefe benimerín, Abu Yusuf, no sólo de no abandonar estas tierras, sino de volver con un poderoso ejército en 1277, tras solventar unos problemas domésticos en Fez.

Estamos en 1278, y en ese año Alfonso X, ante el cariz que tomaban las cosas, cree llegado el momento de atacar y tomar ya por fin Algeciras, iniciándose así una nueva fase, muy importante, de la reconquista. El rey sabio no duda que, si esta plaza está bajo el gobierno de los benimerines, la amenaza de nuevas oleadas de tropas norteafricanas se materializará a buen seguro, poniendo en grave riesgo el valle del Guadalquivir, tal como había estado a punto de pasar en el anterior ataque, y abriendo un nuevo frente para Castilla, que podría ir perdiendo territorios al quedar atrapados como una pinza por los benimerines por un lado, y los nazaríes de Granada por otro. Por ello, Alfonso piensa que si logra tomar Algeciras y afianza un nuevo acuerdo con los nazaríes, habría dado un enorme paso adelante, y podría abordar su gran proyecto, heredado de su padre, el desembarco y conquista del norte de África, su otro proyecto, junto al del Sacro Imperio, que le obsesiona.

Para ello dispone sin pérdida de tiempo dos ataques a la ciudad, por mar y por tierra, sabedor que la ciudad gozaba de una excelente fortificación, levantada por los almohades en sus tiempos de máximo esplendor. Por un lado envía la flota al mando del Almirante Pedro Martínez de Fez, al que acompañaban importantes hombres de la corona, y estableciendo su base en la isla Verde, al lado de la urbe enemiga.

Por otro lado, designa a su hijo Pedro para dirigir las tropas terrestres, y a la vanguardia de la misma, los hombres de Alfonso Fernández, uno de sus hijos ilegítimos. Parece que ya no está contando tanto con su hijo Sancho.

El 5 de Agosto alcanzan la plaza, y al día siguiente se establece un formidable asedio compuesto de 30.000 hombres, y una flota de 24 naos, 80 galeras y un gran número de embarcaciones menores. La suerte parecía que estaba echada, ya que se impedía del todo el abastecimiento de Algeciras, ni siquiera desde la cercana Gibraltar. Y los refuerzos y avituallamientos que debían provenir del norte de África tenían imposible llegar hasta la plaza.

En febrero de 1279 el propio Alfonso X llega al campamento castellano, una vez olvidado ya su aventura imperial y de regreso a la realidad de su reino, ya que el asedio, sobre todo por tierra, no acababa de ir como era debido, ni mucho menos. Las armas de asedio se mostraban incapaces de abrir ninguna brecha en las fortificaciones algecireñas, y ello a pesar de haberse empleado artillería de asedio o máquinas de batir, tal como hizo Alfonso X en la toma de Niebla. Y además había una continua sangría entre los castellanos debido a las constantes escaramuzas de los defensores.

Fig. 7. La erudición de Alfonso X era inmensa. Otra obra coordinada por él fue El Libro de los Juegos, uno de los documentos más importantes sobre los juegos de mesa.
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Fig. 8. Sultanato Benimerin, con capital en Fez, hacia la conquista del Mediterráneo. El control de Tarifa, Gibraltar y Algeciras, la clave para ello.

Al poco, el rey debe volver a Sevilla. Fue entonces cuando dos factores agravaron sustancialmente la situación para las tropas castellanas. Al estado tan precario en que se encontraban el ejército y la flota, sin suministros, y con hambre y la salud muy deteriorada, se sumó que esa primavera el calor azotó extraordinariamente la zona, lo que hizo que se deteriorasen los depósitos de agua y los escasos suministros que se disponía. A ello se sumó una epidemia de peste. Y el escorbuto, disparado por tanta falta de alimentos frescos entre los hombres de la Marina de Castilla.

Con todo ello, a principios de julio se tenía en los campamentos castellanos una situación insostenible y verdaderamente dramática. Mucha marinería debe abandonar sus barcos para ser atendidos en tierra, junto a los enfermos del ejército. Así, muchos de los navíos y galeras de la flota castellana están anclados junto a la isla Verde pero sin dotaciones suficientes, incluso algunos prácticamente abandonados.

Algeciras no pierde el tiempo, y hace saber este estado de cosas a Gibraltar a través de un ingenioso sistema de palomas mensajeras. Además, en las últimas incursiones ya habían percibido un gran deterioro en la capacidad de combate de los castellanos. La gente del peñón

no tarda en hacer saber estas noticias al rey benimerín, y desde el Magreb se piensa sobre cómo actuar mejor, dadas estas penosas condiciones de los castellanos.

Abu Yusuf no duda y envía la flota benimerín de galeras, poderosamente armadas, que parte de Tánger el 19 de Julio de 1279 con rumbo a Algeciras, bajo el mando de su propio hijo, Abu Jacob Yusuf. Al poco llegan a la bahía de Algeciras, donde encuentran la flota castellana en la Isla Verde, en un estado tal de deterioro que, sin dudarlo un instante, atacan los barcos de Castilla, no encontrando apenas resistencia. De hecho, en varias de las naos y galeras no encontraron ni siquiera tripulación para defenderlas.

Las órdenes de Abu Jacob se cumplen a rajatabla. Degollar a todas las tripulaciones, capturar o incendiar todo barco castellano, y tomar presa a la alta oficialidad, para negociar rescates. En pocas horas la flota de Castilla había dejado de existir.

Y así, los soldados en tierra, muchos de ellos enfermos, y casi todos con un gran estado de debilidad y casi nada de ánimo, son sorprendidos por un despiadado ataque desde el mar por las fuerzas norteafricanas que habían desembarcado y entrado en la plaza de Algeciras aprovechando sus atarazanas, y que ahora salían por sus puertas, atacando con una gran fiereza los campamentos cristianos.

El infante Pedro da órdenes de abandonar inmediatamente las posiciones castellanas, dando de inmediato por perdida la batalla, dejando a su destino a la flota y los campamentos castellanos, y a toda la oficialidad de la marina capturada y en manos benimerines, sin pensar en rescate alguno. La escapada fue con tal rapidez que allí se dejaron todo, abandonando a su suerte a los soldados heridos, los enfermos, bien de hambre, peste, o ambas cosas, y hasta máquinas de asedio y todo tipo de pertrechos.

Ante el cariz que tomaron los acontecimientos de la batalla por Algeciras, y a la vista de tan estrepitoso fracaso, Alfonso X no duda y al poco firma un acuerdo con la gente de Fez, mediante el que se establece una tregua entre ambos reinos. Alfonso toma una serie de decisiones dramáticas, quizás en parte motivadas por su reciente decepción al verse frustrado su deseo de poseer el trono imperial, entre ellas, el abandono de su política naval para el resto de su vida, en lo que constituyó un golpe terrible para la Marina de Castilla, que la puso al borde mismo de la muerte.

La pérdida sufrida en Algeciras había hecho abandonar a Alfonso su interés por la marina y en general por todo lo que tuviera que ver con la mar, sobre todo ahora que también había tenido que renunciar a su proyecto de invasión del norte de África, y no volvió a dedicarle ni tiempo, ni ganas, ni esfuerzo alguno. Es más, se temió seriamente por su desaparición.

Fig. 9. La alianza de los benimerines y los nazaríes de Granada podría ser temible para controlar el Estrecho y el Mediterráneo occidental. Verdadero peligro que sólo podría conjurarse con enormes figuras frente a ellos. Y las tuvieron: Sancho IV, Alonso Pérez de Guzmán, la Marina de Castilla, Fernando IV y Alfonso XI. Y común a todos ellos, la verdadera protagonista, una mujer única, irrepetible, inmensa; María de Molina (esposa de Sancho IV, madre y regente de Fernando IV, abuela y regente de Alfonso XI, jefa de Alonso Pérez de Guzmán, y salvadora y líder de la Marina de Castilla); no ha habido en la historia una mujer igual.
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Fig. 10. Alfonso X, en su primera etapa, fue un digno sucesor de Fernando III, siguiendo el impulso dado por éste a la Reconquista. Estaba destinado a culminar ésta. Pero todo se torció en su segunda y final etapa. Se cruzó por medio su interés enfermizo por el Sacro Imperio, y perdió completamente su interés por la Corona de Castilla.

Y mientras pasaba el tiempo, la situación sucesoria de Castilla se fue pudriendo. Una enorme cagada, otra más, de un rey que, en su segunda mitad de reinado, se convirtió en un verdadero peligro para la supervivencia del reino de Castilla. Y es que, tras el compromiso del rey, y su palabra dada, para que su hijo Sancho fuera su heredero, había varios nobles, liderados por la familia Lara, que recelaban del carácter de Sancho, e incluso su propia madre, la reina Violante, presionaron al rey Alfonso para que actuase según el nuevo derecho establecía, esto es, que se nombrase sucesor al hijo mayor de Fernando de la Cerda. El monarca francés, Felipe III, tío de los infantes de la Cerda, presionaba también al castellano. Todo ello hace que el rey Alfonso reconsidere su situación, y dé marcha atrás, condenando nuevamente a Sancho al ostracismo.

El conflicto estalla cuando Alfonso desea crear un reino en Jaén y entregárselo a Alfonso de la Cerda, hijo mayor del infante fallecido Fernando, el heredero al trono, y muerto en Ciudad Real unos años antes. Era una especie de adelanto. Y también de alerta para Sancho y muchos nobles. Seguimos con las reales cagadas de Alfonso.

En esos momentos, Sancho, apoyado por otro grupo de nobles, liderados por los Haro, enfrentados a los Lara, se rebeló contra su padre, provocando la destitución del monarca en las Cortes celebradas en Abril de 1282, en Valladolid, aunque se le permitió seguir conservando el título de rey, como algo simbólico y vacío de poder. Y es que, este rey, al que le sobró la segunda mitad nefasta de su reinado, consiguió dos logros más: la primera guerra civil en el jovencísimo reino de Castilla, y dar origen al concepto de las dos Españas, que tanto daño ha hecho a este país.

Sancho cuenta con una aliada vital para el éxito de su empresa. Éxito que representó fundamentalmente dos cosas, como más adelante veremos: evitar el desmembramiento del reino de Castilla, y refundar la Marina de Castilla, convirtiéndola en una de las mejores de la historia. Esta aliada tan magnifica no era otra que su esposa, María de Molina, una mujer irrepetible, como muy pocas ha habido en la historia, una mujer con un sentido de estado y una visión clarividente, lo que unido a que demostró tener más redaños, determinación, y desde luego cojones, que toda la enorme cantidad de hombres poderosos que la rodeaban, en una de las épocas de la historia y en uno de los mundos más de hombres que nunca jamás hayan existido, la han convertido en un verdadero ejemplo. No fue ser la esposa de un rey lo que contribuyó a su poder e influencia, y a sus logros, sino su verdadero carácter, su determinación, su personalidad y su forma de ser. Si Castilla se salvó y se convirtió en un gran reino, y si la Marina de Castilla logró salir adelante y ser una de las más importantes de la historia, ha sido por ella.

Alfonso X maldijo a su hijo, le desheredó y le desposeyó de su herencia al trono de manera definitiva. Solicitó el apoyo de las ciudades castellanas, pero sólo le mostraron lealtad las plazas de Sevilla, Badajoz y Murcia. Entonces, ante tal situación, pidió ayuda a sus antiguos enemigos, los benimerines, considerado por muchos como una verdadera traición, y desde luego un paso bien histérico. Otra real cagada más, y ya van un montón. Y con estos mimbres, Alfonso empezó a recuperar ciudades, territorios y posiciones, en una lucha fratricida contra su ambicioso hijo. Sin embargo, cuando ya una gran parte de nobles y ciudades que habían apoyado a Sancho se habían pasado a su bando, ya que había mucho más oro, riquezas y posesiones a repartir, abandonado la facción del hijo, murió Alfonso en Sevilla,

el 4 de abril de 1284. Fig. 11. El interés perdido de Alfonso X por la Corona de Castilla propició una guerra civil con su hijo Sancho, futuro Sancho IV, la primera guerra civil de Castilla.
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Fig. 12. La guerra civil en Castilla puso a ésta en gravísimo peligro de desaparición. Además se conjuraron en contra de ésta enemigos externos, los reinos de Aragón, Portugal, Granada y Benimerín, y enemigos internos, como gran parte de la nobleza, los primeros, las principales casas nobiliarias, y gran parte de la casa real.

Y sinceramente este hecho fue una de las mejores noticias para el reino de Castilla.

Sancho no perdió tiempo, animado y apoyado por María de Molina, y desplazándose de Ávila a Toledo, se hicieron coronar reyes en su catedral, el 30 de ese mismo mes, no respetando la voluntad de su padre, siendo reconocidos por una parte de la nobleza castellana, y los primeros de todos la familia Haro, pero teniendo enfrente a otra gran parte de la nobleza, sobre todo los Lara, del pueblo y de las ciudades y pueblos de Castilla, que deseaban se aplicase la voluntad de Alfonso X y se acatase lo dictado por el derecho recién aprobado, rompiendo la palabra dada a Sancho. Por ello, durante todo su reinado, Sancho tuvo que hacer frente a muchas luchas internas y un gran desmembramiento del reino, que dejó huellas para el futuro, y marcó mucho el carácter de Castilla y las relaciones entre los reyes y la nobleza para los próximos doscientos años. Otra penosa herencia de Alfonso X. pero Sancho contaba con su esposa, María.

Cuando la cosa interna parecía más controlada, Sancho pudo dedicarse más de pleno a las labores de reconquista. Con respecto a los asuntos de la mar, hizo dos cosas capitales, bien asesorado por María de Molina; por un lado, nombrar unos almirantes, muy allegados, durante unos años, pero con la idea de hacer labores de mantenimiento en la flota, con el fin de preservarla de un grave deterioro y un abandono que la condicionase a su completa ruina y pérdida total, esperando el momento en que pudiese dedicarle el tiempo necesario para su refundación; y por otro lado, contratar una flota, eso sí, profesional, que asegurase de verdad para Castilla la desembocadura del Guadalquivir y las aguas del Estrecho, todo ello mientras terminaba de arreglar los temas internos, que no eran pocos y nada sencillos, y retomaba las labores de reconquista, para lo que deseaba cuanto antes dedicarse a la empresa del Estrecho.

Para el primer cometido, Sancho nombró Almirantes a personas muy allegadas a él, y en quienes tenía plena confianza. Para el segundo, hizo llamar al Almirante Benedetto Zaccaria, uno de los mejores jefes de flota, tal vez el mejor del mundo en aquel entonces. Este cometido fue algo que el genovés no quiso perderse, ya que le suponía acercarse y gozar de una posición privilegiada en el mismo Estrecho, aquél que bien sabía Benedetto, era la llave que permitiría el control del comercio entre el Mediterráneo y el norte de Europa, por lo que no lo dudó y acudió a la llamada del rey Sancho, quien contrató sus servicios en 1284, alquilando sus 12 galeras, soberbiamente dotadas y pertrechadas, y perfectamente armadas y tripuladas, con el fin de estar disponibles para entrar en acción en cualquier momento a demanda del rey castellano, dominando la zona del Estrecho.

Como ya los reyes, previendo pasos futuros, habían dispuesto, sobre todo por la enorme visión estratégica de la que hacía gala la reina de Castilla, la construcción de nuevos barcos en las reales atarazanas de Sevilla, que pusieron a pleno rendimiento, y la contratación de grandes naves del cantábrico y de Galicia, con el fin de completar y disponer de una soberbia y potente flota de 100 naves para el momento oportuno, lo pusieron todo a disposición de Benedetto. Y este momento llegó pronto, tal como había supuesto el genovés, ya que habría que destruir las comunicaciones entre este ejército benimerín y sus bases norteafricanas, para así abortar del todo el ataque enemigo.

La idea de Benedetto era buscar por todo el mar hasta encontrar a la flota benimerín, y destruirla. Los castellanos estaban sedientos de sangre, de venganza, de vidas a arrebatar, y mucho daño a causar. Y además sabían que bajo el mando de este genovés la victoria

la tenían segura, por lo que tan sólo pensaban en la matanza que iban a causar, en la alegría que tanto grito de dolor, de miedo, de muerte, iban a causar dentro

Fig. 13. Escudo de Alfonso X. Fig. 14. Alfonso X construyó las Atarazanas Reales de Sevilla. Fueron los astilleros más importantes del mundo. Fue en la primera época de su reinado, cuando este rey fue grande y sabio. La pérdida de cabeza vino más tarde, inaugurando su segunda época de reinado. Fig. 15. Moneda de vellón, acuñada en La Coruña, y dice “Moneda de Castilla y León”. Estamos en la mejor época del reinado de Alfonso X.
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Los castellanos estaban presurosos por hacer todo aquello que el almirante les estaba exigiendo. Estaban esperando y deseando teñir de rojo las cubiertas de los navíos y el mar.

Los castellanos se mostraron superiores, y la infantería embarcada, y sus acertados disparos de ballesteros, muy al estilo genovés, iban diezmando las naves enemigas, asolando sus cubiertas, bien nutridas de tropas enemigas, por lo que no se desperdiciaban los ataques ni los tiros. La victoria castellana fue completa y el Estrecho empezó ya a ser de dominio castellano.

Como consecuencia de la batalla, los benimerines del ejército de tierra, al ver que habían perdido sus comunicaciones con el norte de África y con sus plazas de la costa, no les quedó otra que levantar el asedio a Jerez, teniendo un miedo atroz a quedar aislados, por lo que en el bando del rey Sancho se celebraron dos victorias al precio de una. Benedetto empezaba a ser considerado en tierras castellanas un muy capaz marino y excelente jefe de flota.

Viendo el papel tan determinante que Benedetto había desempeñado no sólo en la misma batalla en sí sino en la preparación de las tripulaciones castellanas para afrontar la misma, el rey Sancho dio la responsabilidad al genovés para que reorganizase la marina castellana, y renovase las reales atarazanas sevillanas, dando unos terrenos adyacentes a las tripulaciones, que al final terminaron configurando un barrio de Sevilla, y a los habitantes que allí vivían se les conocía como “los zacarías”.

Pronto se alcanzó una tregua con los benimerines. Sin embargo, la tregua fue rota por los norteafricanos en 1291, ya que deseaban volver a tener más presencia y poder en aguas del Estrecho, añorando tiempos pasados y echando de menos el poderío que llegaron a disfrutar. La oportunidad se la presentaba además el hecho de que la situación interna de Castilla era francamente muy problemática para el rey, y su posición parecía bastante debilitada; de hecho, nunca había sido verdaderamente estable, y nunca había sido reconocido del todo como sucesor de Alfonso X, quien además le había desheredado; además, había sido excomulgado por el Papa por haberse casado con María de Molina, su tía segunda, aunque seis años más joven que él, había mucho aspirante a la corona castellana, sobre todo sus sobrinos, los hijos de su hermano mayor, los infantes de la Cerda, y además estaba en su contra gran parte de la Casa Real, liderados por sus propios hermanos, Juan sobre todo.

Y es que ambas circunstancias, la lucha interna continua para frenar las pretensiones de los infantes de la Cerda y sus seguidores, por un lado, y la lucha contra los musulmanes por el control del Estrecho, por otro, junto a los tremendos problemas de vecindad con Aragón y Portugal, que no desperdiciaban ninguna oportunidad para hacerse con trozos de Castilla, condicionaron completamente el reinado de este rey. Todo esto no hubiera podido afrontarlo Sancho y salir victorioso si no hubiera contado con su esposa al lado, el apoyo más firme y sólido en quien basar la consolidación y futuro del reino. María de Molina era toda una verdadera señora de Castilla y de su Marina.

Uno de los momentos más dramáticos de su reinado no se dio precisamente en ninguna batalla, sino en el enfrentamiento que tuvo el rey Sancho contra su propio hermano, el infante Don Juan, a quien mandó encarcelar, y contra el muy poderoso noble Don Lope Díaz de Haro, Señor de Vizcaya, el mismo que tanto le había ayudado hace años en sus luchas contra su padre, el rey Alfonso X, el primero de los nobles que le reconoció y le juró lealtad como rey, y a quien mandó ejecutar.

Fig. 16. Sello real de Alfonso X. Fig. 17. Fuero real de Alfonso X.
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Fig. 18. Portada de las Siete Partidas, de Alfonso X. Edición de 1555, de Gregorio López. de poco.

Y es que parece que, en un momento dado, el propio Don Lope, el mayor dueño de castillos, tropas, haciendas, dinero y voluntades, se creyó el verdadero rey de Castilla, y así se lo dijo a Sancho, recordándole además lo mucho que éste le debía, y reduciendo su poder a mera comparsa del propio Don Lope.

Otro momento dramático habían sido las Cortes de Toro, celebradas en Febrero de 1288, y que habían supuesto la separación clara y manifiesta de Castilla en dos bandos de difícil reconciliación, facciones que estaban suponiendo el desmembramiento del reino. Y así poco se podía avanzar ni en la reconquista, ni en la constitución de una formidable marina. ¡Ya estábamos con la historia de las dos Españas!

Por tanto, nos encontramos con que en 1291 los benimerines volvían a atacar tierras castellanas ante el estado de desunión del reino castellano. El sultán Abu Yaqub había ordenado a sus tropas estacionadas en Tarifa y Algeciras que atacasen Jerez, a la vez que él reunía un gran ejército en el norte de África, y disponía la formación de una poderosa flota en Tánger, para pasarlo a la península. Sancho no lo dudó y supo de inmediato lo que tenía que hacer, sobre todo a la vista de lo que tenía en casa, llamar nuevamente al genovés que tantos servicios, todos coronados por el éxito, le había hecho en el pasado, dándole lo que le pidiera, por lo que Benedetto Zaccaria, quien no perdió ni el tiempo ni la oportunidad, se presentó otra vez para ofrecer sus servicios al rey castellano.

A los pocos meses se presentó la oportunidad para el almirante. Y así, se puso de manifiesto y dio sus frutos, en una de las singladuras de control y vigía del Estrecho que hacía con frecuencia, la flota castellana se topa con la potente escuadra de galeras benimerines, que intentaba sorprenderles forzando a tope el trabajo de remo, muy cerca de Gibraltar. La rápida reacción de la flota de Benedetto, señal de la magnífica preparación que éste les había llevado a hacer en las agotadores sesiones de entrenamiento que tanto le gustaban, hizo que las cosas pronto fuesen favorables para Castilla, que también se aprovechó del extraordinario espíritu de combate y ganas de triunfo que el genovés había inculcado a las tripulaciones castellanas, una confianza ciega en el éxito en cuantas misiones acometían. Volvían a sentirse invencibles.

Pero el genovés no era hombre para quedarse corto. Así que, para completar la tarea, atravesó el Estrecho y apareció en las propias bases norteafricanas, dando la orden a sus hombres de destruir el resto de la flota benimerín, orden que cumplieron de inmediato, de una manera fiera y determinante. El estilo genovés, contagiado a una renovada y exitosa marina de Castilla, había llegado y se había hecho con el control del Estrecho.

Pero esto tuvo otra consecuencia extraordinaria, de una repercusión enorme y significada para la marcha de la guerra, ya que esta batalla naval no hizo sino despertar de nuevo el afán de reconquista, y sobre todo de seguridad en su triunfo, de unas tropas castellanas que lo estaban necesitando. Sabía también el rey Sancho que las guarniciones benimerines de Tarifa y Algeciras estaban aisladas, privadas ahora ya, gracias al triunfo de la marina, de la llegada de tropas de auxilio, de alimentos, y de otras vituallas. Por ello, Sancho creyó llegado el momento de dar un paso decisivo para el control del Estrecho, seleccionando con mayor cuidado el objetivo a atacar, que no sería el de su padre, Algeciras,

Fig. 20. Urna sepulcral de Alfonso X, Catedral de Murcia. Fig. 21. En los momentos más difíciles para el reino de Castilla, donde estuvo a punto de morir, apareció la mejor mujer, el mejor revulsivo, la mejor esperanza y mejor realidad, la mejor reina, la mejor señora de Castilla, María de Molina. Fig. 19. Alfonso X apareciendo en el Códice Rico de las Cantigas de Santa María, en su Prólogo.
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Fig. 22. Escudo de María de Molina, como Reina Consorte del Reino de Castilla.

sino que sería uno suyo propio de verdad, Tarifa. Por ello, en abril de 1292 dio la orden de ir por esta plaza, seguro ya del control férreo que del paso del Estrecho haría la marina bajo el mando de Benedetto, impidiendo la llegada de tropas y avituallamiento. ¡El momento no podía ser más propicio!

Tarifa, además de ser la puerta de entrada de las tropas que provenían del norte de África y de poseer un inmenso valor estratégico militar, y de un extraordinario significado para asegurar el control del paso del Estrecho, poseía un valor sin igual ya que era símbolo de la supremacía de uno sobre otro, de cristianos sobre musulmanes, o de éstos sobre aquéllos, que es lo que había ocurrido desde que, hace ya varios siglos, y precisamente por aquí, las tropas musulmanas habían desembarcado por primera vez en la península. Por ello, su posesión no dejaba de tener un enorme significado como símbolo, que se sumaba al enorme valor de su situación, valor que hacía mucho tiempo lo habían conocido y sentido así fenicios, griegos y romanos. De ahí que Sancho no dudase, seguro además de la opinión de su esposa; y es que, María de Molina lo tenía bien claro: esta vez el objetivo era claro, Tarifa.

principal de las guerras entre Castilla, por un lado, y los nazaríes de Granada y los benimerines del norte de África, por otro. Era el elemento clave de las sucesivas guerras, como lo fue para el futuro de la Reconquista y el futuro de Castilla y de España. Dando muestras de un sentido de estado y de clarividencia política como nadie, María de Molina siempre lo tuvo

el

24. Tarifa siempre fue el elemento vital. Su control significaba el control del territorio, el control del Estrecho, el control militar, comercial y económico, el control de la Reconquista, el control de la presencia y fuerza árabe en España, el control de las sucesivas guerra, tanto contra árabes, como contra otros reinos cristianos, como contra otros castellanos en sucesivas guerras civiles, y ser el dueño del paso del Estrecho, tanto entre África y Europa, como entre el Mediterráneo y el Atlántico. María de Molina siempre lo

en Vocal de la Junta de Gobierno de la RLNE Capitán de Yate. Fig. 23. Tarifa, Gibraltar y Algeciras configuraron punto claro. Fig. supo.
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Fig. 25. El Estrecho, clave para todo. Su dominio, era el dominio de esta parte del mundo. Y para dominarlo, Tarifa. Tener Tarifa era dominar el Estrecho.

MARÍA DE MOLINA, REINA Y SEÑORA DE CASTILLA Y DE SU MARINA.

PARTE II

El bloqueo de Tarifa por las tropas castellanas de Sancho IV empezó a finales de junio de 1292, dirigiendo el propio rey las operaciones en tierra, mientras Zaccaria se encargaba de las navales y del bloqueo por mar, evitando la llegada de alimentos, tropas y cualquier cosa que pudieran enviar los benimerines desde el norte de África. Por su eficaz bloqueo no pasaban ni los camarones despistados.

El 13 de octubre de 1292, Tarifa caía rendida tras severos ataques por tierra y por mar que se veía incapacitada de defender. Así, tras cinco meses de asedio, cerca de 9.000 musulmanes se rindieron. Los reyes encargaron de inmediato el gobierno y alcaldía al Maestre de Calatrava, Don Rodrigo, con la condición de que al año fuese relevado, por lo que en la primavera de 1293 es sustituido por un muy capaz Alonso Pérez Guzmán, que tantas muestras había dado de lealtad a los reyes y de ferocidad en el combate.

Los reyes pretendían poblar estos nuevos territorios añadidos a la corona de Castilla, para lo que se volvió a los planes de repoblación que tanto Fernando III como Alfonso X habían desarrollado en años anteriores, con desigual resultado. Pero además se añadía otro elemento fundamental, el control de esta costa y de sus puertos principales para dominar así el paso del Estrecho, imprescindible

para la navegación y el comercio, y a la vez para impedir nuevos desembarcos en la península de tropas norteafricanas, continuando así con la hoja de ruta que habían elaborado cuidadosamente Fernando III y Alfonso X, en un camino lento pero seguro de ir cercando al reino nazarí de Granada, y sus plazas principales de Granada, Málaga y Almería. Aunque antes le quedaba Algeciras.

Fig. 1. El rey Sancho IV de Castilla. Un gran rey castellano. Logró reparar grandes errores muy críticos de su padre Alfonso X, quien puso en grave peligro la supervivencia del joven Reino de Castilla. Sancho y su esposa, María de Molina, lograron conjurar todos los peligros que fueron acechando al joven reino, externos (reinos de Aragón, de Portugal, de Granada y Benimerín del Norte de África) en internos (gran parte de la nobleza, sobre todo las casas grandes, y gran parte de la propia casa real).
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Mientras, María de Molina veía claramente que era imprescindible mantener a Tarifa bajo la corona y así ejercer el control del Estrecho, lo que no podía significar otra cosa que provocar un gran auge del comercio marítimo atlántico y favorecer un gran desarrollo comercial. Ello condujo a un incremento hasta entonces desconocido de las transacciones comerciales, dado el gran número de productos que entraban en Castilla provenientes del Mediterráneo y de las relaciones con Génova, y procedentes de Inglaterra y del norte de Europa, sobre todo de la zona flamenca. Sevilla empezaba a convertirse en una de las capitales del mundo, la costa cantábrica en un verdadero hervidero y el Estrecho en un lugar de paso muy densamente transitado. La amplitud de miras de María de Molina era verdaderamente extraordinaria.

Así, dio nuevo impulso a la exportación, a su vez, de productos castellanos. Las vías marítimas de comunicación eran ya más fluidas, menos costosas y más seguras, el espíritu comercial de genoveses y de mercaderes del norte de

Europa se había contagiado a los productores castellanos, y las facilidades que se dieron, todo ello impulsado por esta reina magnífica, así como la plena libertad de exportación sin el pago de diezmos, siempre que se importasen mercancías de igual valor por las que sí se pagase, logró que el volumen de intercambios comerciales tuviese un crecimiento vertiginoso y constante. Estaba empezando la magnífica y extraordinaria expansión comercial por la costa atlántica, y sus conexiones con el Mediterráneo y con los mares del norte. Desde luego, el sentido de estado de la reina María de Molina era magnífico.

Y en este escenario, Tarifa se convirtió en el punto central del conflicto que durante más de diez años enfrentó a los reinos de Castilla y Granada en una guerra en la que destacó como personaje de gran relieve e importancia Alonso Pérez de Guzmán. Conflicto que involucró además a los reinos de Aragón, Granada y Portugal, y al sultanato de Fez, así como a una parte importante de la nobleza castellana

y una parte no menos importante de la misma casa real. Todos ellos en un frente común contra la corona castellana. Una alianza tremenda frente a la cual era imposible hacerla frente. Una guerra, en definitiva, cuyo eje central, verdadero nudo gordiano, sería Tarifa, llave para el control de la Marina y del Estrecho, y, por tanto, llave para dominar la contienda, plaza que María de Molina y Alonso Pérez de Guzmán, totalmente leal a este irrepetible mujer, defendieron contra unos y otros a lo largo de los años que duró la misma. Y ello les llevó al triunfo.

Un conflicto que caracterizó esta guerra fue uno de los episodios más escabrosos de la historia de España, mancillando el honor de todo un país, dada la relevancia de los actores del mismo. Y es que el infante Juan de Castilla, el asesino del hijo de Alonso Pérez de Guzmán, era hermano de Sancho IV, hijo de Alfonso X y nieto de Fernando III. No fueron los árabes los asesinos, sino un miembro relevante de la casa real castellana, el mismísimo hermano del rey castellano.

Fig. 2. Sancho IV, junto a su esposa, María de Molina, dio el impulso definitivo a la Marina de Castilla, que pronto se convertiría en la mejor del mundo. A su prematura muerte, con tan sólo 36 años, le sucedió su esposa, quien continuó la gran obra iniciada por el matrimonio. Fig. 3. La esposa de Sancho IV, María de Molina. Fig. 4. Sello de Sancho IV.
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Fig. 5. Escudo de Sancho IV.

Esta historia arranca cuando Sancho se hizo con el poder en 1282, desposeyendo a su padre Alfonso X de la corona, y el infante Juan no dudó en desear hacerse él mismo con la misma. Y para ello, jugando al gato y al ratón, en la contienda que enfrentó a su padre con su hermano, en unos momentos fingía apoyar a uno, y en otros al otro, hasta que logró que un engañado Alfonso X, cuando desheredó definitivamente a Sancho en 1284, nombrando como heredero a su nieto, el infante Alfonso de la Cerda, decidió que el infante Juan sería nombrado rey de Sevilla y Badajoz, pero con dos condiciones. La primera, prestar obediencia tanto él como sus descendientes al rey de Castilla. La segunda, que debía respetar el testamento y última voluntad de su padre, el rey Alfonso.

Sin embargo, al poco murió éste, haciéndose Sancho con el poder. Ante este hecho, Juan no vuelve a dudarlo y falsamente le reconoce como su rey, no respetando la última voluntad de su padre. Pero Juan nunca fue leal a su hermano, y siempre le quiso arrebatar el trono. Por ello, con el paso de los acontecimientos, no pierde el tiempo, y así intenta liderar una conjura contra su hermano, que abortan los reyes. Se dice que María de Molina impide a su esposo acabar con su propia mano con la vida de su hermano Juan.

El infante Juan es encarcelado en el castillo de Burgos, y después en el de Curiel de Duero. Estuvo preso hasta el año 1291, cuando por intercesión de la propia reina, ¡otra vez más!, fue liberado y llevado a Valladolid para prestar de nuevo juramento de fidelidad al rey. Y el año siguiente, en 1292, Juan, que no perdía el tiempo, tuvo una participación destacada en la reconquista de Tarifa. Y es que, aunque parezca mentira, el infante también sabía pelear de frente.

Pero la cabra tira al monte. Y al poco, ya se encontraba de nuevo Juan conjurando con Juan Núñez de Lara y otros nobles contrarios a Sancho, para enfrentarse a su hermano, quien nuevamente aborta la traición. Vistas cómo se ponían las cosas ante la reacción del rey, Juan huye a Portugal, donde nuevamente diseña una nueva traición, que le lleva hasta Tánger, con deseos de presentar al sultán benimerín un proyecto que, pensaba, iba a beneficiar mucho a ambos. Y es que bien sabía el infante que el reino de Granada estaba nuevamente enfrentado con su hermano Sancho.

El nuevo plan contemplaba que un ejército combinado benimerín y nazarí atacase Tarifa, y tras su toma, los benimerines podrían seguir con su plan de asentarse en el lado peninsular del Estrecho para el control de éste, que era su verdadero objetivo, y que no interfería con los nazaríes, y ambos reinos musulmanes le ayudarían, junto a una revuelta interna de muchos nobles castellanos, a hacerse con la corona de Castilla. Una vez esto, la paz entre los tres reinos estaría asegurada por este pacto que en tierras norteafricanas firmarían los tres actores de este capítulo de la historia.

Para sellar el acuerdo, el propio Muhammad II, rey de Granada, se desplazó a Túnez, para entrevistarse personalmente con el sultán benimerín, Abu Yaqub, y con el infante Juan de Castilla, acordando los tres que, tras la conquista de Tarifa, ésta quedaría en poder benimerín, a cambio de Algeciras y Ronda, que pasarían a manos nazaríes, para a partir de ese momento, proceder Juan al levantamiento de una parte de la nobleza castellana, momento que marcaría el inicio de un ataque combinado contra Castilla de los dos ejércitos musulmanes y del ejército rebelde castellano.

Fig. 6. Corona de Sancho IV. Fig. 7. Espada de Sancho IV.
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Fig. 8. Fachada principal de la catedral de Toledo, donde se coronaron Reyes de Castilla Sancho IV y María de Molina, en 1284. Allí también reposan los restos de Sancho.

La clave del plan era Tarifa, por lo que se procedió a dar inicio al asedio de la plaza. El sultán benimerín dispuso que un ejército de 5.000 soldados cruzase de manera inmediata el Estrecho y se uniesen a la guarnición y tropas benimerines acantonadas en Algeciras, para esperar la llegada del ejército nazarí, que ya había salido de Granada. Juan procedió a hacer llegar mensajes a una parte de la nobleza castellana anunciando que se había comenzado con los primeros pasos para hacerse con la corona.

Sancho y María de Molina conocían muy bien a Juan, y los pasos que estaba dando, y dispusieron rápidamente que Fernán Pérez Maimón, nuevo Almirante de Castilla, acudiese al reino de Aragón a entrevistarse con Jaime II con el fin de contratar la escuadra aragonesa, y habían ordenado que se aprovisionase y armase la flota castellana, con base en Sevilla, bajo el mando del Almirante Juan Mathé de Luna, sucesor en el mando de la flota castellana del Almirante Benedetto Zaccaria. Asimismo, se dio la alerta general de toda la costa del Estrecho, y sus tierras y poblaciones adyacentes, y concedieron plena libertad de acción a Alonso Pérez de Guzmán, con poderes similares a los de un virrey, y a quien enviaron tropas de apoyo bajo su mando. En este plan defensivo, María de Molina demostró una vez más la enorme mujer de estado que era.

Las atarazanas sevillanas se pusieran a trabajar a conciencia y sin pérdida de tiempo para armar cuatro navíos que se unirán y reforzarán a la flota de once galeras que vendría desde Aragón en ayuda de Castilla, gracias a los excelentes oficios y gran saber diplomático de Pérez Maimón.

Por tanto, al poco, en la primavera de 1294, los ejércitos benimerín y nazarí estaban sometiendo a asedio a Tarifa, con un protagonismo decisivo del infante Juan. Sin embargo, la plaza resiste bajo la determinada y valerosa actuación de un Alonso Pérez de Guzmán que

No en vano significaba el control de Estrecho, y con ello dos logros más: el control del paso de tropas benimerines desde el norte de África en apoyo de los nazaríes de Granada, y con ello la eternización e incluso regresión de la Reconquista; y el nudo gordiano de dos grandes rutas comerciales, la unión del Mediterráneo con el Atlántico y con ello con el resto de Europa, la del norte, y la de África hacia Europa. Tarifa era la clave.

vuelve a encontrarse con viejos enemigos que le odiaban, como el infante Juan, y con otros que alguna vez habían sido amigos y aliados, y que sentían por él un gran respeto, como los benimerines.

Pero la cosa no avanzaba. La plaza se resistía, y el alma de la defensa era Alonso. Por ello, el infante Juan se preguntaba si debía empezar a olvidar sus sueños de alcanzar la corona castellana. Así que tuvo que dar el paso que tanto tiempo llevaba reflexionando acometer.

Aquel soleado y caluroso día, se acercó con el niño al pie de las murallas de Tarifa. Pedro Alfonso, el mayor hijo varón de Alonso, apenas contaba diez años de edad, y había sido enviado por su padre Alonso a la corte, donde acabó sirviendo como paje del propio infante Juan, a quien acompañó durante sus viajes dentro de su séquito. Por ello, el acto que iba a cometer en breve el infante Juan era de una vileza y una infamia extraordinarias. Y es que toda la familia de Alonso le había acompañado a Tarifa, con la excepción de su hijo Pedro Alfonso que se quedó en la corte, donde entró al servicio del Infante Juan y se puso bajo su tutela.

Fig. 9. La época de Sancho IV y María de Molina fue casi tan productiva y rica desde el punto de vista cultural como la de Alfonso X, y el 20 de Mayo de 1293 se promulgaron los Estudios Generales de Alcalá de Henares, el antecesor de la Universidad de Alcalá, que se convertiría con el tiempo en el gran centro de excelencia académica del país. Fig. 10. Tarifa fue el primer gran objetivo del reinado de Sancho y María de Molina.
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Fig. 11. Para la toma y control de Tarifa, y su posesión para el Reino de Castilla, se conjuraron tres poderes que juntos fueron invencibles: Alonso Pérez de Guzmán y su Ejército del Sur, la Marina de Castilla, y por encima de ambos, la reina, María de Molina. Nadie les pudo, ni externos ni internos, ni todos juntos a la vez. Castilla estaba salvada.

Con una potente y decidida voz, Juan mandó llamar a Alonso a lo alto de la muralla. Deseaba parlamentar con él. Cuando éste apareció, Juan no se anduvo con rodeos. Le conminó a abandonar la defensa de la plaza, o bien su hijo, que había sido maniatado, sería muerto al instante. Fue entonces cuando arrojó su daga a los pies del infante Juan, quien, con la tranquilidad propia de un verdadero criminal, apretó el filo del cuchillo contra el cuello del niño, y lentamente, sin dejar de mirar altivo y arrogante a Alonso, sin apartar la mirada del padre a quien estaba dejando sin su hijo, fue llevando la afilada hoja hasta el otro lado del cuello, apretándola con fuerza y rabia contra el pequeño. A medio camino, sintió como las fuerzas del niño empezaban a flojear, y tuvo que sostener su pequeño cuerpo con su otra mano. Al terminar la faena, dejó caer al polvo del suelo el cuerpo inerte del pequeño.

Los benimerines le miraron horrorizados. Desde luego, pensaban, no podemos ir con semejante criminal a ningún lado. Además, muchos de los duros soldados benimerines sentían aprecio, respeto, admiración y hasta cierto cariño por Alonso Pérez de Guzmán, a

quien muchos de ellos conocían muy bien. Y fue en esos momentos cuando decidieron no gastar mayores energías en la toma de una plaza que ya consideraban maldita para ellos, por la sangre que se acababa de derramar. Ya empezaron a pensar en el viaje de vuelta a su tierra querida, sin malgastar alientos ni tropas en aquel lado del Estrecho al lado de semejante gentuza.

Juan, al ver que Alonso seguía de una pieza, ordenó cortar la cabeza al cadáver del pequeño, colocarla en una catapulta, y enviarla dentro del patio de la plaza castellana. Fue su segundo error fatal. Pensaba que así, ante esta evidencia, la moral de los castellanos se derrumbaría finalmente. ¡Qué poco conocía Juan a aquellos hombres que le impedían la toma de Tarifa, a pesar de ser miembro de la casa real dueña de la Corona de Castilla, y por tanto de aquella plaza!

Rápidamente, varios soldados de Alonso corrieron hacia la cabeza posada en el suelo del patio para cubrirla con lo primero que encontraron, tapándola con todo cuidado, cariño y reverencia, y abrazándola como si fuera un recién nacido, mientras se arrodillaban con todo respeto. Encallecidos corazones y almas más duras que el diamante, se prometieron a sí mismos que Tarifa nunca caería ante los enemigos de Castilla, aunque fuesen castellanos. Bien supo pronto el destino que esto iba a ser siempre así desde aquel impresionante momento. Esa cabeza fue la llave que cerró para siempre las puertas de Tarifa ante cualquiera que quisiera tomarla, y la mejor defensa para preservar y consolidar el reino de Castilla. Fue el principio del fin del proyecto del infante Juan, y de la impenetrable defensa de la plaza gaditana para siempre.

En paralelo, una vez unidas las naves castellanas y aragonesas, la flota combinada se puso bajo el mando conjunto del Almirante Mathé de Luna, quien dispuso inmediatamente el férreo control del Estrecho, con el fin de interrumpir la llegada de refuerzos benimerines desde el norte de África, así como la llegada de avituallamientos al ejército desembarcado y que estaba asediando Tarifa.

Fig. 14. La conquista y posesión de Tarifa por parte del Reino de Castilla significaba arrinconar más y estrechar el cerco sobre Gibraltar y Algeciras, los dos últimos reductos de los benimerines en suelo peninsular, y único apoyo para el Reino de Granada. ¿Único apoyo? No; el reino de Granada recibió un gran apoyo de parte de la nobleza castellana y de parte de la casa real en su guerra civil contra Sancho IV. Un inmenso Alonso Pérez de Guzmán, con su base de operaciones en Tarifa, conjuró eficazmente estos peligros para Castilla. Fig. 12. Los esfuerzos cristianos, así como la firme tenacidad y determinación de Sancho IV y María de Molina, dieron su fruto, y Tarifa se rindió a las tropas castellanas; la entrada triunfal de Sancho IV fue el 14 de octubre de 1292.
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Fig. 13. Arco del Triunfo en Tarifa, con una placa que honra a quienes lucharon con Sancho IV para la toma de esta plaza.

Al mismo tiempo, un ejército castellano, a las órdenes de Pérez de Villafranca, Escribano Mayor del cabildo de Sevilla y Secretario del rey Sancho, se puso en marcha desde Sevilla con el fin de alcanzar Tarifa a marchas forzadas. Y así, la plaza se encontró afortunadamente defendida por unos hombres como ha dado pocos la corona castellana, Alonso Pérez de Guzmán en Tarifa, los Almirantes Mathé de Luna y Pérez Maimón en el mar, y Pérez de Villafranca por tierra. Y al frente de todos ellos, una mujer como nunca han dado las tierras de Castilla, María de Molina.

Al cabo, en Septiembre de 1294, viendo que la conquista de Tarifa era imposible, los nazaríes tomaron el camino hacia Granada, siendo acompañados por el infante Juan, quien se beneficiaba del asilo que le brindaba el sultán Muhammad II, consciente éste que la familia real castellana estaba dividida en la defensa de Tarifa y, por tanto, en la Marina de Castilla y el control del Estrecho.

Y así, a principios de 1295, un agradecido y casi moribundo Sancho recompensó ampliamente a tres hombres; a Alonso Pérez de Guzmán, verdadero baluarte de Tarifa, por la decidida y eficaz defensa de la plaza, dándole más tierras y títulos, y nombrando Almirantes Mayores de la Marina de Castilla a Juan Mathé de Luna, como Almirante de la Flota de Galeras, y a Fernán Pérez Maimón, como Almirante de la Flota del Océano. Todo ello bajo los magníficos oficios de una María de Molina que desde hace muchos meses estaba realmente dirigiendo el reino en nombre de su esposo moribundo. Desde entonces ambos Almirantes pelearon siempre juntos, y en cuanta empresa acometieron de manera conjunta no conocieron nunca la derrota. La Marina de Castilla estaba forjando sólidamente su leyenda.

Sin perder el tiempo, dado que el rey se moría, ambos Almirantes habían presentado a finales de 1294 al monarca castellano un ambicioso y excelente plan para el asedio y toma de Algeciras, plan que bien sabían era una cuestión que le quedaba pendiente de acometer a Sancho. El plan fue analizado y aprobado por la reina, María de Molina, dado el estado agónico del monarca, y cuyo coste casi alcanzaba la cifra de un millón novecientos mil maravedíes. Y siendo presentado al rey es firmado por éste gracias a los buenos oficios de María de Molina, falleciendo al poco el monarca.

Sin embargo, un nuevo y mayor peligro se cernió sobre Tarifa, la Marina de Castilla y el control del Estrecho, y no vino precisamente de ningún ataque musulmán, sino que vino, como ya nos tenía acostumbrados la corona de Castilla, de dentro, de la misma casa real. Y es que la muerte temprana de Sancho IV, dejando como sucesor a su hijo, Fernando IV, que en esos momentos tenía nueve años de

edad, significó la puesta en marcha de una serie de circunstancias y acontecimientos que llevaría a Tarifa a su situación crítica. Empezaba, por tanto, el que sería el peor momento que viviría la plaza gaditana, teniendo a sus peores enemigos dentro de su misma casa, y cuando afrontaría los tiempos más oscuros para su supervivencia dentro de la corona castellana.

Fig. 15. Sin embargo, la defensa de Tarifa le costó a Alonso la vida de su hijo mayor. No le mataron los árabes, como siempre se ha dicho, sino el Infante Juan, el propio hermano del rey Sancho IV, en una de las varias guerras internas promovidas por parte de la nobleza y de la casa real castellana contra su rey, y en este caso, contra su propio hermano. El infante Juan asesinó con su propia mano a un chaval de 10 años de edad, Pedro Alfonso, quien además era su paje. Fig. 16. Murallas del castillo de Tarifa, un verdadero baluarte, prácticamente inexpugnable. Fig. 17. Desde esas mismas murallas, la leyenda dice que Alonso arrojó su propio cuchillo al infame infante Juan, como claro mensaje de que nunca iba a entregar la plaza. Sus tropas, testigos de este miserable episodio, se conjuraron para no permitir jamás la entrada de nadie en Tarifa, fueran enemigos externos o propios castellanos, incluso tras la muerte de Alonso, años después. Cumplieron fielmente y con creces su palabra a lo largo de la Historia.
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Pero Tarifa contaba con su mejor baza para poder afrontar todo ello. Tarifa contaba con un Alonso Pérez de Guzmán que ya había pagado un alto precio por el mantenimiento de la plaza en manos castellanas. Y para un hombre como él, honrar la memoria de su hijo asesinado era el mayor valor que le quedaba para el resto de su vida. Nada había, ni siquiera su siempre demostrada y total lealtad a la corona castellana, que tuviera mayor valor. Además, contaba con unos hombres que se habían juramentado a no dejar traspasar jamás a nadie las puertas de Tarifa. Se iba a asistir a un combate muy desigual entre una plaza y un hombre sin igual, con su puñado de soldados, por un lado, contra cuatro reinos, los de Aragón, Portugal, Granada y benimerín, y una guerra civil interna añadida que tenían el objetivo común de la entrega de Tarifa, por otro lado y el reparto de trozos de Castilla para todos y cada uno. La lucha estaba a punto de comenzar.

Pero Tarifa, la Marina de Castilla, el control del Estrecho, Alonso Pérez de Guzmán y sus hombres contaban con el mejor apoyo que hubieran nunca soñado. La fortaleza, determinación, magníficos oficios, excelente saber estar y saber ser, de una mujer sin igual, irrepetible, que todo se lo debía a sí misma, María de Molina, viuda de Sancho IV, y madre de un niño, Alfonso, que todo el mundo creía que nunca sería rey. Y es que enfrente estaban los reinos de Portugal, Aragón, Granada y los benimerines del Norte de África, además de una parte muy numerosa de la nobleza castellana y una parte muy importante de la mismísima casa real.

Además, el 25 de Abril moría en Toledo el rey castellano, Sancho IV, el Fuerte, justo cuando había aprobado los planes de ataque a Algeciras que le habían presentado sus Almirantes Juan Mathé de Luna y Fernán Pérez Maimón, como primer paso para estrangular todavía más al reino de Granada, y preparar su ansiado objetivo final, la toma de la capital nazarí. Pero la enfermedad se lo llevó por delante, mucho antes de lo que por propia naturaleza tenía que haber sido. Contaba con tan sólo 37 años de edad, y mucho había sido lo que para su edad había logrado para Castilla, y ello a pesar de tantos enemigos que tenía dentro de su misma casa.

Pero dejaba el reino hecho unos verdaderos zorros. Seguía abierta la brecha causada por su forma de hacerse con la corona, arrebatándola a los hijos de su hermano mayor, y herederos al trono según el Derecho vigente en esos momentos en Castilla, los infantes de la Cerda, quienes lejos de renunciar a su derecho, provocaban rebeliones continuamente y continuas luchas intestinas que desangraban la corona. Y así el primogénito de la familia, Alfonso de la Cerda, reclamó en aquellos momentos nuevamente el trono. Pero también es cierto que tanto la costumbre castellana como la palabra empeñada por el propio rey Alfonso, le habían concedido a Sancho la corona.

Además, la muy poderosa familia López de Haro continuaba con su enfrentamiento frontal con la corona, por el asesinato en presencia del propio Sancho de uno de sus miembros, Señor de Vizcaya en aquellos momentos y uno de los nobles más poderosos del reino. Incluso se habló de la implicación activa del propio rey en el crimen. Pasaron de ser paladines y defensores de la corona a contarse entre sus más acérrimos y frontales enemigos.

El infante Juan no perdió el tiempo y abandonó inmediatamente el reino de Granada, donde se encontraba acogido después de su traición para la toma de Tarifa, y se dirigió a Badajoz con la intención de ocuparla, y hacer realidad el testamento de su padre, Alfonso X, exigiendo los reinos de Sevilla y Badajoz.

Pero la ambición de Juan fue más allá, y denunció que su propio sobrino Fernando IV era hijo de una unión incestuosa, nunca reconocida por el Papa, y por tanto de un matrimonio nulo de pleno derecho. Y si Fernando no podría ser rey, por no ser heredero reconocido de Sancho, tendría que ser rey de Castilla el siguiente en la lista de los hijos de Alfonso X, que precisamente era él. Y por ello exigió en esos momentos la totalidad del reino de Castilla y León. A su vez, y deseando provocar un nuevo frente bélico al rey castellano, cruzó la frontera y llegó al reino de Portugal, donde pactó con su rey Dionis I para que declarase la guerra a Castilla, y a la vez que le apoyase en sus pretensiones para hacerse con la corona, prometiéndole un gran número de tierras, reclamadas

por los portugueses unas, y otras de regalo por la contribución lusa a su traición. Fig. 18. Los hombres de Alonso Pérez de Guzmán lograron que las murallas de Tarifa fueran para siempre inexpugnables, incluso tras la muerte de éste.
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Fig. 19. Tarifa se convirtió en un objetivo fracasado para todos los enemigos del Reino de Castilla, por muy poderosos que fueran.

Además, otros muchos nobles castellanos mantenían viejas disputas con la corona castellana, y veían un momento de debilidad muy aprovechable en esa minoría de edad del heredero de la corona. Tanto es así que, en su lecho de muerte, Sancho mandó llamar a su presencia a la muy poderosa familia Lara, enemigos en otros tiempos de su corona, a quienes hizo jurar solemnemente, ante su muerte inminente, que iban a defender la corona y a su familia, para que así su pequeño hijo Fernando pudiese ser coronado al alcanzar la mayoría de edad. ¡Hasta esto tuvo que llegar el rey ante cómo se presentaba la cosa!

El reino de Granada era otro frente abierto, que en aquellos momentos en que también eran conscientes del momento de debilidad castellana, no desearon perder la oportunidad y dejar de tomar su porción de la tarta. Por ello desencadenaron un ataque general por toda Andalucía, precisamente en las tierras pertenecientes a Alonso Pérez de Guzmán.

Para complicar aún más las cosas, faltaba el último actor de este drama, la corona de Aragón. Y así, en virtud de un pacto con Alfonso de la Cerda, en Abril de 1296, mediante el cual los aragoneses apoyarían sus derechos al trono castellano, se alcanzó un acuerdo, y se determinaron sus términos entre éste y el infante Juan mediante el cual Castilla y León se repartiría entre ambos, siendo el reino de Castilla para el de la Cerda, quien además se quedaba con los reinos de Córdoba, Toledo, Murcia y Jaén, y el reino de León para el infante Juan, quien además se quedaría con el reino de Sevilla, a la que no renunciaba por nada en el mundo, más el reino de Galicia y Asturias. Castilla se estaba desmembrando, como tantas y tantas veces le ha pasado a lo largo de su historia.

El infante Juan fue proclamado en León, en presencia del infante de la Cerda, y éste fue proclamado en Sahagún, en presencia de aquél. En ambas proclamaciones estuvieron acompañados en todo momento por el infante Pedro de Aragón y Sicilia, hijo de Pedro III de Aragón, demostrando el apoyo decidido de la corona aragonesa a este acuerdo. El plan estaba servido, y los primeros pasos ya se habían dado.

Pero Sancho había dispuesto dos cosas, tres verdaderos ases en la manga, que iban a tener un significado decisivo para el futuro de lo que se avecinaba, y provocar un resultado que sería sorprendente, dado todo lo que había enfrente. Por un lado, había nombrado a su mujer, María de Molina, regente del reino, junto a su tío Enrique, hermano de su padre Alfonso X; tenía depositadas muy grandes esperanzas en su esposa, una mujer de fuerte carácter, una gran personalidad, muy decidida y valiente, inteligente y lista como ella sola. Por otro lado, había mantenido a Alonso Pérez de Guzmán al mando de todas las tropas del sur, su gran capitán, el que

nunca les había fallado ni a él ni a su padre, leal y con un gran sentido de estado, y que sentía un inmenso amor y devoción por las tierras castellanas. Y por último, tenía un confianza ciega en la Marina de Castilla, a la que por ello había dotado magníficamente, con la esperanza de que jugase un papel protagonista, crucial, decisivo, en lo que habría de venir, y sabedor también de la absoluta lealtad que la Marina tenía depositada en él, en su esposa María de Molina, y en su hijo Fernando IV.

Y el drama dio comienzo. Seguimos en 1296 y el infante Enrique, ya como Regente del Reino, llegó a Granada para tratar con los nazaríes un acuerdo que pusiera fin a su ataque a Andalucía, con el propósito de alcanzar la paz entre ambos reinos y estabilizar así la frontera sur de Castilla. Y para lograrlo llegó al reino enemigo con una oferta que no se podía rechazar. Acordó la devolución de Tarifa al reino de Granada, que sabía era un objetivo largamente deseado por los nazaríes, en un intercambio en el que Castilla recibía la cantidad de ocho millones de maravedíes, harían entrega de 23 castillos y plazas fuertes, y el rey de Granada se convertiría en vasallo del rey castellano, dejando en paz la frontera sur castellana.

Pero el acuerdo era todavía más infame aún si cabe. El rey de Granada se comprometía a convencer al de Fez para que juntos acompañasen a las tropas de la familia real en su lucha interna contra nobles castellanos, y aportaría otros cuatrocientos mil maravedíes para apoyar la guerra de Castilla contra Aragón. Es decir, lejos de intentar reconquistar toda la península, lo que se estaba tratando era renunciar definitivamente a la reconquista total del reino de Granada, hacer participar a los musulmanes en una guerra civil castellana, luchar juntos contra otro reino cristiano, y facilitar nuevamente el establecimiento en suelo peninsular de los benimerines, ofrecerles un acuerdo para su presencia definitiva en tierras de ambos lados del Estrecho, y cederles el control definitivo de éste, entregándoles tierras castellanas reconquistadas con mucho esfuerzo y sangre. Tarifa era la llave del acuerdo definitivo.

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Fig. 20. Espada del infante Juan, asesino del hijo de Alonso Pérez de Guzmán.

Fue en esta situación cuando realmente Alonso Pérez de Guzmán se hizo de verdad Grande, además de Bueno. Ya había demostrado de qué material estaba forjado cuando tuvo que sacrificar a su propio hijo. No estaba ahora dispuesto, después de haber pagado tal precio, entregar la plaza a una casa real que empezaba a considerar indigna y vil, de la misma calaña que el trato que había hecho con los nazaríes granadinos. Y lo más importante, contaba con el apoyo y confianza de la reina regente, María de Molina.

No perdió el tiempo, y rápidamente, aprovechándose de su posición en tierras andaluzas, forjó una verdadera hermandad de concejos y territorios, que condujo en persona. Además, puso en pie de guerra al ejército del sur, que estaba bajo su liderazgo, y no dudaron ni un ápice en seguirle donde fuera. Esos soldados, que le conocían tan bien a su señor, y habían sido testigos o habían escuchado tantas veces el episodio del sacrificio de su hijo, se juramentaron para no ceder y defender Tarifa hasta el final, renovando así la promesa que hicieron años antes. Y es que la casa real no había calculado bien, fruto de la soberbia y prepotencia, la reacción de sus vasallos, subestimando a todo aquél que vivía en aquellas tierras.

Tampoco los otros perdían el tiempo. Y así, el infante Juan logró captar para su causa a una parte de la familia Lara, la misma que había jurado en el lecho de muerte del rey Sancho que iba a defender la corona. Y así, se unieron a las tropas portuguesas que estaban avanzando a lo largo del río Duero y que el rey Dionis I había enviado en virtud de los acuerdos acordados con el infante Juan y con el infante de la Cerda. El objetivo era Valladolid, donde pensaban hacerse con la reina María de Molina y con Fernando IV. Mientras, el ejército aragonés atacaba en dos frentes, Murcia y Soria, y la familia López de Haro, emparentada con el infante Juan, levantarían a gran parte de la nobleza. El escenario era francamente desolador para la corona castellana.

Pero a perro flaco todo son pulgas. Y así, aprovechando esta coyuntura de absoluto caos que se daba en Castilla, sus luchas internas y su conflicto con la corona de Aragón, el rey de Portugal entra también

en Andalucía, con la clara intención de tomarse una buena porción de la tarta castellana. Todas las miradas en Sevilla, y en Andalucía en general, se volvieron hacia su señor Alonso, quien sin dudarlo, y tras haber dejado Tarifa en buena situación defensiva, y con las órdenes dadas y muy claras para evitar su entrega y su rapiña, se puso al mando de sus tropas para hacer frente a los portugueses, neutralizando rápidamente su avance, dado que éstos, al ver lo que se venía encima, y constatar que Castilla no estaba tan mal como habían erróneamente creído, por lo menos en el sur peninsular, dieron media vuelta y decidieron quedarse en casa como espectadores para así ver desde esta grada sur cómo iría la cosa en el futuro.

Y en esto, como ha sucedido casi siempre en España, fue una mujer de la casa real, la reina madre, la que supo estar a la altura de su rango, de su dignidad, de su honor y de su orgullo, dando ejemplo de todo ello a los varones de la familia. María de Molina convocó las Cortes donde hizo escuchar su voz, alta y clara, para convencer a los representantes de los concejos y territorios de la inoportunidad de devolver Tarifa, que sólo conduciría para perder el control del Estrecho y permitir la llegada de nuevos contingentes musulmanes a la península, poniendo en peligro todo el flanco sur del reino. Además, dijo que conocía muy bien a Alonso Pérez de Guzmán, y sabía del talante de éste y su actitud ante el conflicto que se avecinaba, pronosticando una guerra civil en toda regla, en la cual peligraba la secesión de toda Andalucía. Ante tal alegato, las Cortes no lo dudan y votan a su favor, dando la espalda al acuerdo alcanzado por el infante Enrique.

Además, la reina madre amenazó al rey portugués con romper con carácter definitivo todos los acuerdos alcanzados. A la vez varios de los nobles rebeldes, entre los que se encontraban esa parte de la familia Lara que había sido desleal a la palabra dada al rey en su lecho de muerte, reconsideraron su posición. Fueron imitados por otros nobles, que fueron abandonando el lado faccioso y su propósito de asediar Valladolid y tratar de hacerse con la reina madre y con el rey niño.

Por todo ello, Dionis se lo pensó mejor y decidió volver a sus tierras también en el centro peninsular, y olvidarse de esos castellanos que no hacían más que pelearse entre ellos. Al año siguiente, el 12 de septiembre 1297, firmó con la reina madre María de Molina el tratado de Alcañices, que supuso la retirada definitiva portuguesa del apoyo a los infantes Juan y Alfonso de la Cerda, dejar tranquila a Castilla para que ventilase por sí sola sus cuestiones domésticas, y convertirse en un valioso instrumento para asegurar una mejor capacidad de maniobra a la reina madre, y facilitar de manera definitiva la llegada de Fernando a la corona castellana. Además, permitió fijar la frontera entre ambos reinos, manteniéndose así, con muy pequeñas variaciones, a lo

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Fig. 21. La propia María de Molina protegió al infame infanta Juan cuando un justiciero rey Sancho IV quiso acabar con la vida de semejante rata. Es una prueba de la magnanimidad de esta gran mujer.

largo de los siglos futuros; las controversias futuras que se han dado respecto a tal frontera, no tienen sentido dado el carácter del acuerdo alcanzado, con dicha frontera perfecta y claramente delimitada.

A la vez, en esos días de finales de verano y principios de otoño de 1296, y vistas cómo se estaban poniendo las cosas, el infante Juan decidió volver a León, hacerse fuerte allí y esperar acontecimientos, que en no pocas ocasiones había sido su mejor opción, y el infante Alfonso de la Cerda se dispuso a acompañar al ejército aragonés a su vuelta a casa y aceptar su acogimiento, dispuesto para pasarse una temporada entre ellos.

Mientras, el pragmatismo nazarí no perdió el tiempo, y así se olvidó de la vía regia castellana para tomar Tarifa, y se concentraron en la negociación directa con Alonso, a quien ofrecieron una cantidad superior a los tres millones de maravedíes por Tarifa. Tampoco los de Granada parecía que conociesen al noble castellano. Por tanto, ante tal fracaso, los nazaríes, de acuerdo con los benimerines, decidieron emplear el uso de la fuerza, sabedores que la corona de Castilla tendría muy difícil ayudar a Tarifa en su defensa.

Y así asistimos nuevamente a un incremento de la presencia musulmana en aguas del Estrecho, con la misión de producir un férreo bloqueo sobre Tarifa, y provocar su caída por la fuerza del hambre y la sed, y por la certeza de que nadie acudiría en su ayuda. Pero en estos momentos tan duros, a Alonso se le ocurrió una línea de acción bien distinta, maldiciéndose por no haberla hecho antes. Volvió su mirada nuevamente al mar, dándose cuenta que ahí precisamente estuvo siempre su principal aliada. Recordaba que Tarifa había sido reconquistada gracias a un extraordinario almirante genovés que enseñó a todos cómo se ganan las batallas, el prestigio y el honor, y lo hizo desde donde les enseñó a ganar las guerras y las batallas, desde el mar.

Por ello, sin ningún minuto que perder, Alonso diseñó la que sería la estrategia ganadora. Dispuso que los barcos a sus órdenes se pertrecharan y aprestasen para la navegación y el combate, y pidió ayuda a los corsarios sevillanos, diestros y temibles, pero sobre todo agradecidos a un señor que les había ayudado, el único de la nobleza, cuando los tiempos fueron oscuros y terribles. Por ello no lo dudaron, y se sumaron a la flota de Alonso.

Éste dio la orden a su flota combinada de ejecutar acciones corsarias en todas las aguas del Estrecho y contra la costa norteafricana, sobre todo la próxima a Orán, con un doble cometido: distraer barcos musulmanes del bloqueo a Tarifa, y hacer saqueos para obtener alimentos, riquezas y cautivos para vender como esclavos, sobre todo en Mallorca, o bien para pedir un fuerte rescate si se trataba de musulmanes de alto rango o de familias ricas.

Mientras, María de Molina sigue haciendo frente a las poderosas presiones de los varones de la casa real. Ya en su momento impartió directrices claras a Alonso Pérez de Guzmán. En primer lugar, le convenció de que tuviera fe en ella y que ambos se demostrasen la misma lealtad recíproca de siempre; la segunda, que confíe en ella ciegamente, como siempre lo ha hecho; la tercera, que hay que ganar tiempo, y con ello ha logrado frenar mucho del ímpetu recién despertado nuevamente; la cuarta, que él siempre será uno de los principales baluartes para la corona de Castilla; y la quinta, que nunca entregue Tarifa, aunque se lo pida la casa real, aunque se lo pida ella misma. Bien sabía María de Molina que las circunstancias podrían ser tan complicadas que se viera forzada a pedir la rendición y entrega de Tarifa, al dictado de unas fuerzas internas muy poderosas, por la fuerza, el chantaje, la violencia o lo que fuera.

La jugada estaba extraordinariamente bien servida por parte de la reina, y el órdago encima de la mesa.

Al poco, el escenario cambió sustancialmente, y es que se produjo un episodio que a la postre fue definitivo. Era el porqué del tiempo que había estado ganando María de Molina. La casa real, por mediación de la reina madre, hizo llegar al Papa Bonifacio VIII una gran cantidad de dinero, parece que, en torno a 10.000 marcos de plata, la cantidad necesaria para que éste firmara la bula que legitimase el matrimonio de Sancho IV con María de Molina, por lo que de inmediato quedarían reconocidos como legítimos los hijos de ambos, y con ello la pretensión de Fernando IV a la corona de Castilla, como legítimo heredero, ahora ya con todas las de la ley, de su padre Sancho. Ello significó que se diluyeran las pretensiones de los infantes Juan y de la Cerda a las coronas de León y de Castilla, respectivamente, ya que ambos se quedarían sin su argumento favorito para requerir el trono, la ilegitimidad del matrimonio y por tanto la ilegitimidad de Fernando a la corona.

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Fig. 22. A la muerte de Sancho IV, el Reino de Castilla estaba listo para ser repartido. Los reinos de Aragón, Portugal, Granada y Benimerín, así como el infante De la Cerda y el infante Juan, habían acordado repartirse el Reino, apoyados además por gran parte de la nobleza castellana. Se aprovechaban en lo que creían un vacío de poder, y un trono vacío. En ese contexto, María de Molina se presentó ante las Cortes de Valladolid, con su hijo Fernando, de tan sólo 9 años de edad, dirigiéndose a todos diciendo “Estáis ante vuestro Rey”, presentándose a sí misma como la Reina Regente de Castilla. Alea jacta est.

A finales del año siguiente, en Noviembre de 1301, se hizo pública la bula del Papa de legitimación del matrimonio del rey Sancho y la reina María de Molina, declarándose a la vez, ya que se aprovechó esta circunstancia, la mayoría de edad de Fernando IV, quien contaba en esos momentos quince años, a punto de cumplir los dieciséis. Fue entonces cuando la nueva conjura alcanzó su punto más álgido y peligroso, solventado por los buenos oficios del buen saber y mejor hacer de Don Nuño, abad de Santander y Canciller de la reina madre, que aclaró el tema, y logró que la posición de María de Molina se reforzase aún más para su hijo Fernando IV.

A todo ello, mientras tanto, se sumaron dos circunstancias que fueron favorables para Tarifa y para la posición de Alonso Pérez de Guzmán. La primera fue que en 1302 murió Muhammad II, el rey de Granada, a quien le sucedió su hijo Muhammad alMakhlû, que se coronó nuevo rey nazarí con el nombre de Muhammad III. Mucho más pragmático que su padre, fue consciente en seguida que Tarifa seguiría en manos de Alonso, sin posibilidad

alguna de ser tomada, ni tampoco formar parte de un acuerdo con Castilla. Y es que la gente de esta plaza ya había demostrado con suficiencia que estaba dispuesta a enfrentarse en guerra civil contra su propia casa reinante.

La segunda fue que el 8 de agosto de 1303 murió el infante Enrique, uno de los principales baluartes del acuerdo con los nazaríes para la entrega de Tarifa, y uno de los principales desestabilizadores de la corona castellana, ahora que el infante Juan estaba más templado. Sus posesiones y títulos pasaron a la familia Lara, que ahora se encontraba muy próxima al rey Fernando, gozando del privilegio de su cercanía y amistad.

Y es que la muerte del infante Enrique no pudo ser ciertamente más oportuna y favorable no sólo para Tarifa sino para toda Castilla en sí. A lo largo de ese año, el infante Enrique no había perdido el tiempo, y había puesto en marcha una maniobra política y militar que a punto estuvo de segregar Castilla y León en dos reinos independientes, y en manos de dos familias enfrentadas, con lo que muy probablemente el mapa de la península hubiera sido bien distinto en el futuro.

El plan consistía en lo siguiente. El infante Enrique, junto a una gran parte de la alta nobleza castellana, entre los que destacaban los López de Haro y don Juan Manuel, junto al rey de Aragón, Jaime II, diseñó un plan que consistía básicamente en forzar la renuncia al trono de Fernando IV, convertir a Alfonso de la Cerda en rey de León, que se casaría con una hija de María de Molina, y nombrar rey de Castilla al infante Pedro, que a su vez se casaría con una hija de Jaime II de Aragón.

Para ello, el infante Enrique presentó el plan a María de Molina para hacerla ver la realidad, extensión y poderío de la confabulación. La reunión tuvo lugar en Valladolid, pero la reina madre resistió y, manteniéndose muy firme, no apoyó el plan. Su carácter de reina, baluarte principal del joven reino de Castilla, nuevamente había sido claramente expuesto. Ante ello, los confabulados idearon un segundo plan, más pernicioso aún que el primero. Declarar los nobles castellanos y el reino de Aragón la guerra al rey Fernando IV, arrebatarle por la fuerza el reino de Murcia para dárselo al rey aragonés, y arrancar de Castilla el reino de Jaén para dárselo a Alfonso de la Cerda.

En ambos planes de conjura había un elemento común, la entrega de Tarifa al reino de Granada, para así lograr la paz con el reino nazarí y conseguir dos cosas que parecía complicado conseguir a la vez, la estabilidad en la frontera sur entre el reino de Castilla y el de Granada, y además desarrollar ataques nazaríes muy en el interior de tierras andaluzas, para así poder neutralizar a Alonso Pérez de Guzmán, ocupándole a él y a su ejército en la defensa de Andalucía. Con ello se conseguiría distraer a Alonso del centro de Castilla, teatro de operaciones principal para la guerra que se avecinaba.

Así, en este verano de 1303, ante la muerte del infante Enrique, la poca viabilidad de los planes de confabulación de los conjurados castellanos y aragoneses, la determinación y firmeza de María de Molina, y la resolución y capacidad de liderazgo de Alonso Pérez de Guzmán, sumado todo ello al pragmatismo del nuevo rey granadino, Muhammad III, los nazaríes firmaron un acuerdo de paz con la corona de Castilla, acordándose que ésta se quedase definitivamente con Tarifa, lo que aseguraba por fin el control del Estrecho e impedir el paso de nuevas tropas norteafricanas, y quedando como vasallo del rey de Castilla.

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Fig. 23. El niño Fernando se coronó como Fernando IV y, a pesar de su corta vida, falleciendo a los 26 años, ha sido uno de los mejores reyes que haya tenido nunca Castilla y España; también de los más injustamente desconocido.

Y es que Muhammad prefería este arreglo y salvar así su reino, que continuar la guerra contra Castilla por un lado y Aragón por otro, y correr el riesgo de desaparecer tras un ataque castellano y aragonés en toda regla por el norte, el oeste, el este y el sur. Y es que el reino nazarí estaba condenado definitivamente al aislacionismo, y en el sur, la única vía de salida hacia el mar y el único punto por el que podían llegarle refuerzos, se encontraba un enemigo temible que les condenaba una y otra vez al fracaso, Alonso Pérez de Guzmán.

En estas negociaciones para alcanzar tal acuerdo tuvo Alonso un papel trascendente, cuya posición fue fundamental para fijar los términos del acuerdo definitivo. Para ello no tuvo reparo alguno en trasladarse y vivir en Granada durante varios meses. Y ahora sí, ahora Alonso ya podría dormir mejor y más tranquilo, y tener mejor concepto de sí mismo, por la memoria de su hijo, porque su muerte no hubiera sido estéril. Nunca entendieron que él no cedería jamás la plaza. Sí lo entendieron en cambio sus tropas y esa gente de Andalucía que luchó a su lado en todo momento, y que nunca pensaron en ceder a ese juego político que se llevaban y traían las casas reales de Castilla, Aragón, Granada y Portugal. Y quien mejor lo entendió fue la gran María de Molina, que siempre supo entender todo lo que pasaba a su alrededor, y a aquellos hombres a los que ganaba en todo, incluso en hombría.

Una vez la paz y la estabilidad se asentaron en el Estrecho, Alonso siguió incrementando su poder económico con la propiedad y explotación de muchas más posesiones, y con el control del Estrecho, tanto militar como económicamente, siendo su ejército y su flota baluartes inexpugnables y poderosos para la defensa de la tierra y del mar. Ahora ya sí, ahora ya podría considerarse que la batalla por el control de Estrecho había terminado, y lo había hecho de manera favorable para Castilla. La muerte de un niño había condicionado de manera definitiva llegar a ello. Su sacrificio no había sido en vano, y su valor había sido, con el tiempo, mucho mayor que la simple defensa de Tarifa; había significado controlar las aguas del Estrecho y aislar, ya de manera definitiva, al reino de Granada, rompiendo sus comunicaciones con el norte de África. Supuso también el final de las verdaderas posibilidades que los benimerines hubieran podido tener para su vuelta a la península.

Y fue entonces cuando el rey castellano, Fernando IV, ya en su mayoría de edad, y con las riendas de la corona mejor asentadas en sus manos, con las rebeliones nobiliarias aminoradas, y con una casa real recuperando la dignidad y el sentido de estado, decidió continuar con la tarea de su bisabuelo, su abuelo y su padre, Fernando III, Alfonso X y Sancho IV, la reconquista.

Y fue aquí, llegados a este punto, con su discreción habitual, cuando María de Molina desapareció de la escena. Tuvo que volver unos años después, saliendo de su retiro, cuando su hijo, Fernando IV, uno de los mejores reyes que ha tenido Castilla y España, falleció muy tempranamente, a la edad de 26 años, y su nieto Alfonso, futuro Alfonso XI, otro

de los mejores reyes de la historia, todavía tenía un año de vida. Nuevamente, esta irrepetible mujer, defendió la corona de Castilla y la sucesión de su nieto, como lo hizo con su hijo. En este nuevo cometido volvió a contar con uno de sus mejores baluartes, la Marina de Castilla, que ya en esos momentos estaba considerada la mejor marina del mundo. Pero

esta historia la contaremos en otro momento. Fig. 24. El Papa Bonifacio VIII legitimó el matrimonio de Sancho IV con María de Molina, en noviembre de 1301, y con ello, la legitimación de su hijo Fernando. Fue otro de los logros extraordinarios de esta extraordinaria mujer, quien persiguió con una constancia diamantina la concesión de la bula correspondiente, sabedora de que era la forma de lograr eliminar definitivamente tal vez el argumento más significativo en contra de su hijo. Fig. 25. Escudo de Fernando IV de Castilla. Con él se salvó definitivamente el Reino de Castilla y empezó a desarrollarse y lograr alcanzar la posición de liderazgo que le esperaba durante un futuro muy largo.
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Juan en Vocal de la Junta de Gobierno de la RLNE Capitán de Yate.

de la

numero Especial Mujer

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