ANDAR ENTRE LIBROS La lectura literaria en la escuela
Teresa Colomer
ARTICULACIÓN ESCOLAR DE LA LECTURA LITERARIA Para poner en marcha la lectura en la escuela hay que fomentar su presencia y planificar los distintos tipos de ámbitos en que parece conveniente activar el encuentro entre los niños y los libros. EL FOMENTO DE LA LECTURA “Fomento”, “intervención”, “mediación”, “familiarización” o “animación” son términos asociados constantemente con la lectura en ámbitos escolares o bibliotecarios. Todos estos términos se refieren a la intervención de los adultos de hacer las presentaciones entre los niños y los libros. Si el tema preocupa es porque se tiene la conciencia generalizada de que el objetivo lector no obtiene el éxito esperado. Muchas son las causas de este desajuste, pero cabe señalar como uno de los aspectos mas espectaculares del fracaso del fomento de la lectura sea la rapidez con que los niños comiencen a decir “es que a mí no me gusta leer” hacia los ocho o nueve años. El aprendizaje escolar tiene mucho que ver con ello. En general los niños no están acostumbrados a fracasar cuando llegan a la escuela. Aprender a leer y a escribir es para muchos la primera experiencia de que no pueden alcanzar las expectativas que se esperan de ellos y rápidamente generan defensas para proteger su autoestima. El análisis de los comentarios de los jóvenes lectores, arrojan pistas sobre las dificultades con los libros: “no se entiende nada”, “tardan mucho tiempo en pasar las cosas”. Hubo un tiempo en que todo parecía sencillo. Los niños de las minorías ilustradas crecían con los libros, el entero círculo social en que vivían, no se hubiera entendido sin las referencias a los libros. En la escuela mejoraban, leían a los autores canónigos y atendían la explicación de los profesores sobre el sentido de los textos. Cuando surgió la preocupación por la lectura con los demás niños y niñas, la institución escolar tuvo que asumir además de su función tradicional, la de llevar los libros a los lectores. Lo que se necesitaba era abrir bibliotecas y encargarse de llenarlas con criterios de selección moral y /o de calidad literaria. Durante décadas nadie pensó en que habría que buscar nuevas fórmulas para mediar entre los “nuevos” niños y los libros. En la actualidad este tema es cada vez más complejo y no se limita sólo a los “nuevos niños” LA NECESIDAD DE MEDIACIÓN ENTRE LITERATURA Y LECTORES La mediación debe existir porque la literatura es importante para los humanos y los adultos son responsables de incorporar a ella a las nuevas generaciones. La afirmación renovada de esta idea es porque se asiste a un problema inmediato: el del cambio de las funciones sociales de la literatura durante la segunda mitad del siglo XX. Reducción de su espacio escolar a favor de una lectura “funcional” de la enseñanza de la lengua y otras materias curriculares. Se lee más que nunca, pero lo que se lee y para qué se lee dista mucho de responder a la literatura y a sus posibles beneficios.
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A favor de la literatura, una notable cantidad de estudios han demostrado que la lectura de cuentos a los niños incide en aspectos tales como el desarrollo del vocabulario, la comprensión de conceptos, el conocimiento de cómo funciona el lenguaje escrito y la motivación para querer leer. Los cuentos poseen la ventaja de enseñar a los niños a “pensar sólo con palabras”, lo que permite elaborar un modelo mental mucho más rico y un vocabulario con el cual hablar sobre ello. También la forma en que los adultos ayudan al niño a explorar su mundo a la luz de lo que ocurre en los libros y a recurrir a su experiencia para interpretar los sucesos narrados fomenta la tendencia a imaginar historias y a buscar significados que es propia del modo humano de razonar. Y sabemos que un niño tiene el doble de posibilidades de ser lector si ha vivido esta experiencia. La importancia de la literatura resulta una idea aceptada en estos momentos por parte de todos los agentes sociales. Las campañas de difusión de libros han multiplicado las instancias implicadas en el esfuerzo y algunos gobiernos llevan a cabo planes oficiales que incluyen la presencia de libros cerca de los lectores infantiles. Todo el mundo está de acuerdo en que sin libros no hay lectura, pero incrementar la oferta no basta en las sociedades actuales. Las campañas de las administraciones no se detienen en el suministro de libros sino que ahora incluyen programas diversificados de dinamización lectora. Las líneas de actuación más prometedoras en este campo se sintetizan en: •
Destinar recursos a aumentar la presencia cuantitativa y cualitativa de la oferta infantil.
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Atender a la formación lectora de los maestros y otros mediadores.
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Incrementar la presencia de la lectura literaria en la escuela UN APRENDIZAJE SOCIAL Y AFECTIVO La lectura compartida es la base de la formación de lectores. Los problemas que este hecho plantea
son por una parte la falta de implicación sociofamiliar, por otra el de una enseñanza escolar basada en la lectura de un corpus reducido de obras legitimadas y cuya interpretación es monopolizada por el docente. La investigación ha demostrado respecto al primer aprendizaje lector resultados sobre la mejor forma de compartir prácticas de lectura en el hogar o en los primeros cursos escolares, el beneficio obtenido de la repetición de historias contadas y de la interacción entre el adulto y los niños, cómo hay que leer y hablar con los niños sobre libros. Una línea de investigación más reciente sobre prácticas de lectura compartida con niños y niñas de niveles medios y adolescentes para registrar cómo progresa su interpretación de libros, establece tres tipos de participación: •
Compartir el entusiasmo
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Compartir la construcción de significado
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Compartir las conexiones que los libros establecen sobre ellos.
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Es un camino de enorme interés que se enfoca a observar cómo se coloca a los niños y niñas en posición de buscar el significado conjuntamente en lugar de preguntarles simplemente por su comprensión o su reacción individual, así se adquiere un metalenguaje que permita reflexionar sobre lo leído. Esta línea de estudios debería estimular que la escuela dedique más atención a la lectura de obras íntegras (reduciendo el tiempo a trabajar habilidades lectoras desintegradas), aumente la conexión entre lectura y escritura y deje de considerar el material de lectura como una sustancia neutra denominada “textos” para aceptar que la clase de libros leídos determina el tipo de lector que se forma. El éxito de un género como de “alta fantasía” entre determinados sectores adolescentes o de fenómenos de lectura como Harry Potter, revelan la creación de referencias compartidas vividas como un círculo de pertenencia y tienen una importancia decisiva en la motivación de la lectura. Las líneas de actuación en este campo pueden sintetizarse en: •
Fomentar los hábitos de lectura compartida en la familia
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Mejorar la formación profesional de los docentes en este tipo de prácticas
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Extender las rutinas de construcción compartida y de relación entre lectura y escritura en las actividades escolares y de fomento lector. EL ESFUERZO DE LEER Leer cuesta esfuerzo, primero para dominar el código, más tarde para analizar o constatar el significado.
En las últimas décadas se ha apostado por acentuar el efecto placentero de la lectura como motivación, lo que ha desplazado el aprendizaje y la ejercitación lectora a un lugar secundario. De la “lectura como deber” se ha pasado al “deber del placer”, tras una desbordante tarea de animación lectora que más tarde se ha revelado como iniciativas que desviaban la propia lectura si no acompañan al lector a lo largo de su difícil itinerario. La consecuencia es disminuir la preocupación por animar para preveer cómo ayudar ante las dificultades indudables de la lectura, actividad que necesita de condiciones tales como tiempo, concentración, adquisición de habilidades específicas o ejercitación. Es necesario practicar en el aula la lectura autónoma y rutinas cotidianas para que se les ocurra que tomar un libro es una opción atractiva, alguien atento a equilibrar su interés impaciente por la historia y su lenta lectura, que les facilite el significado de las palabras nuevas sin remitirles al diccionario en ese momento, actividades organizadas en proyectos de trabajo que den sentido a las lecturas escolares a la vez que creen expectativas sobre el modo de leer o el grado de profundidad requerido y que la lectura de fragmentos intenten lo mismo que las primeras líneas de cualquier narración: seducir al lector para que acepte el esfuerzo. No resulta fácil diseñar un itinerario de lectura que aúne esfuerzos escolares y familiares, que equilibre la motivación y el aprendizaje, pero poseemos piezas del rompecabezas con las cuales mejorar la enseñanza actual en las líneas:
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Incorporar tiempo escolar para la lectura silenciosa autónoma.
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Crear espacios y rutinas en los procedimientos para la lectura escolar y familiar.
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Introducir mejoras en los programas de aprendizaje escolar de la lectura.
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LA CONFUSIÓN SOCIAL Cuando ha parecido que la lectoescritura se hallaba amenazada como sistema de comunicación social, se ha desencadenado una preocupación obsesiva y tópica sobre las causas y efectos de su desafección. Esta preocupación es producto de una mezcla de criterios y concepciones, resulta útil distinguir algunas líneas de discurso: •
La investigación sobre la historia de la lectura, ha llevado una clarificadora distinción de los significados y funciones de la lectura que coexisten en las prácticas lectoras de cada época.
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La distinción entre el uso social del escrito y la situación específica de la lectura literaria, lo que ordenaría la confusión entre deseo social de éxito escolar y de alfabetismo funcional y la formación de lectores literarios críticos que utilicen la lectura como forma de interpretar el mundo y de lograr mayor independencia personal respecto de los discursos sociales.
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La crítica de la autoafirmación elitista de sectores ilustrados que contraponen la lectura culta y su propio recuerdo de la infancia a la lectura infantil y juvenil actual.
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La incoherencia que existe entre la “preocupación” como lugar común del discurso social y los hábitos reales de lectura en unas sociedades en la que las nuevas generaciones perciben la presión ambiental a favor de la lectura, sin que la vean incorporada a la práctica de sus mayores.
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La falsa contraposición establecida entre las formas audiovisuales de ficción estandarizada y una literatura culta que requiere de un elevado aprendizaje para su disfrute. La investigación muestra que ante productos de calidad semejante, los jóvenes no interpretan con mayor profundidad la ficción audiovisual, sino que simplemente son más capaces de consumirla.
El progreso en este campo pasaría por: •
Deslindar y precisar los discursos y objetivos sociales,
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Relacionar las capacidades interpretativas entre el escrito y los media LA IMPORTANCIA DEL CORPUS El desarrollo acelerado de la literatura infantil no ha conllevado en paralelo la creación de instancias de
formación para los docentes, ni de la crítica y ayudas a la selección de libros. Se continúa hablando de “literatura infantil” o de “libros para niños” como un conjunto global cuando la producción se ha diversificado hasta
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establecer un sistema artístico complejo en el que se distinguen obras con vocación literaria, obras de consumo, libros didácticos, libros de narraciones “documentales” sobre temas de actualidad. El estudio de este producto cultural no ha trascendido socialmente todavía dada su diversificación y la rapidez de su crecimiento. La investigación sobre lo que los maestros piensan de los libros infantiles como instrumento escolar muestra que su formación al respecto es muy deficiente, también puede constatarse que la desorientación social de los compradores adultos lleva a una adquisición acrítica de libros que no contribuye a proporcionar a los niños y niñas un corpus de lectura que les haga sentir que leer vale la pena. La importancia de un corpus pasa por su flexibilidad y adecuación a distintas funciones, momentos y lectores. Puede afirmarse que un buen corpus no es sinónimo de “las mejores obras”, pero tampoco es un conjunto de libros para entretener y olvidar. La tendencia editorial de producir libros más cortos y fáciles de leer y siempre nuevos, sin que puedan compartirse las referencias colectivas, no se ajusta a lo que sabemos sobre la formación de hábitos lectores. Los avances en este aspecto pueden situarse en las líneas: •
Fomentar los estudios sobre libros y recepción
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Orientar socialmente la recepción a través de instancias críticas
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Formar a los docentes sobre criterios de selección
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Producir buenos libros LAS DEFENSAS CREADAS Dejar el lamento para empezar el estudio del enemigo: las defensas que se crean. También se ha
progresado en determinar el tipo de defensas que crean niños y jóvenes ante la intervención lectora, que se manifiestan en un rechazo generalizado durante la etapa adolescente. Se han precisado las percepciones negativas de la lectura: se ha señalado su visión como una actividad ajena por elitista o propia de la generación adulta, por su asociación con la etapa infantil al llegar a la adolescencia o considerarla una actividad femenina por parte de los chicos. También la percepción de la literatura como una asignatura escolar, o como una actividad optativa incompatible con la imposición de textos u obligaciones lectoras. Es en este campo en el que ha surgido con mayor fuerza la percepción de una necesidad creciente de escuchar. Más que descubrir por qué no leen, se trata de escuchar a los que sí lo hacen a pesar del contexto, para saber qué les motiva a ello. El tema de la intervención ha tenido un itinerario centrado inicialmente en los libros (qué libros seleccionar) para después centrarse en los resultados cuantitativos de los libros y en qué deben hacer los maestros (se constata que los niños no leen, cómo animarles a ello) y ahora resulta necesario enfocarse en los lectores (cómo leen) para poder extraer conclusiones sobre la manera en que se interrelacionan los tres polos del proceso: libros, niños y mediación, en el funcionamiento social de la lectura. De este modo parece necesario progresar a través de estas líneas:
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Aceptar los libros generacionales y ser sensibles a los distintos itinerarios de cada lector.
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Precisar las posibilidades de progreso a partir del análisis de las manifestaciones de los lectores infantiles.
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Dotar de medios a los niños para que se sientan dueños de su lectura y capaces de hablar sobre ella La situación sobre el fomento de la lectura se complica si pensamos que vivimos en una época de cambo
que no sabemos medir ni abordar. Con el avance tecnológico han surgido formas de comunicación social que llevan a nuevos tipos de relaciones entre los lectores y los textos y todavía desconocemos cómo modifican las habilidades requeridas para la lectura, ni que efecto tendrán en el desarrollo de la capacidad interpretativa de la realidad. Tampoco si su incidencia será cognitiva, pero no afectiva y emociona, de modo que se reestructurarán las funciones y formas de relación entre los distintos instrumentos culturales. Llegados a este punto podemos pensar que es más lo que se ignora que lo que se sabe sobre cómo intervenir y esto ocurre en el momento en que cambian las condiciones de la realidad sobre la que se debe actuar. Pero en el panorama educativo cada nueva apuesta por un camino - seleccionar, animar, atender a la respuesta compartir- ha sido cuestionada posteriormente gracias a que ha abierto nuevos horizontes. Por lo pronto puede citarse todo lo que no funciona. •
No basta con el esfuerzo combativo que impulsó a llevar los libros a todos los rincones y escuelas.
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No podemos confiar en el despliegue entusiasta de actividades de mediación que prometieron diversión y placer para todos.
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No es cierto que disminuir la calidad de los libros o escribirlos con criterios de lecturabilidad o de proyección vital pegada al lector fomente la lectura.
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No se progresa arrinconando la lectura literaria en una de las de mil formas de lectura.
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No podemos medir la experiencia lectora con criterios cuantitativos en un mundo más complejo y poblado de solicitudes de ocio y de necesidades de aprendizajes. Todo lo expuesto puede llevar a la conclusión de que, frente al intervencionismo espectacular y al
adelgazamiento literario del periodo inmediato anterior; escuchar, compartir y ayudar en el esfuerzo de leer textos que merezcan la pena son las nuevas coordenadas que presiden este siglo. Si en algo coincide la situación actual es en algo bien sabido: que leer no requiere ruido.
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