Robert Walser, La passeggiata. ed. Adelphi, 1976. _____________, El paseo, ed. Siruela, 1997. Disponible en la décima reimpresión (marzo 2012) de la primera edición o en reimpresiones posteriores. El libro, que hoy consideraríamos un relato corto, fue escrito en 1917, en plena era vanguardista, con las artes figurativas y plásticas como acicate de las conciencias y rampa de lanzamiento hacia mundos menos sórdidos y más humanos. Su autor, un hombre atormentado e incomprendido que nunca supo encontrar el verdadero sentido de su existencia, compone esta obra sobre la base argumental de un poeta que decide dar un paseo al comenzar el día hasta última hora de la tarde. Lo que inicialmente parece ser una estrategia narrativa para dar unidad estructural a las acciones relatadas se convierte en un pretexto con el que llevar la literatura al terreno de la vida, según Manuel Longares “amparándose en un recurso de la narrativa clásica que obliga al lector a desempeñar en la novela el mismo papel que en la vida para hacer del texto un espejo donde reconocerse.” 1
En su recorrido se encontrará con diversas personas que le servirán para mostrar el vacío interior y la soledad que domina su existencia. Se diría que el sentido último del libro adquiere un cariz metafórico que trasporta al lector a una realidad universal aplicable a la totalidad del género humano. Lo que le pasa al protagonista del libro es extrapolable a cualquier ser humano que se haya parado a reflexionar alguna vez sobre qué fuerzas nos dominan, qué obsesiones son comunes a todos los hombres y hasta qué punto somos capaces de defender nuestra condición de sujetos individuales ante un mundo que sólo tiene una cara, que es idéntica para todos. Entiéndase en este sentido el final del relato, cuando el protagonista termina su paseo rendido ante la evidencia de que nada será como deseemos que sea sino como verdaderamente es.
Esta concepción del mundo fue asumida por otros escritores posteriores como Kafka o Camus, para quienes la existencia precedía a la esencia. Walser diría exactamente lo mismo, pero ante todo nos enseñaría a convencernos de que la verdadera esencia del mundo nos es dado a nosotros contemplarla mediante la literatura o el arte, nunca a través de la especulación científica ni por supuesto mediante la aportación fáctica de los sentidos.
Para finalizar no nos gustaría ignorar el tratamiento que se la ha dado a Robert Walser en la historia de la literatura europea y española. Para nosotros resultó un perfecto desconocido hasta que Enrique Vila-Matas lo rescató del olvido y defendió su figura como un miembro más de esos artistas malditos que tanto nos enseñan sobre la vida y sobre el mundo, pero que enseguida los relegamos al olvido del tiempo y de la historia.
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LONGARES, Manuel. “Rober Walser. El paseo”, en Revista de libros, número 3, año 1997