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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz
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El cristianismo y el imperio cristiano
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HIARES 4ª Edición ISBN: 978-84-16014-94-1 Paseo de Guadalajara, 74 28700 San Sebastián de los Reyes (Madrid)
El cristianismo y el imperio cristiano
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emos llegado a un tema que desborda cualquier esquema unitario. La única unidad que podemos darle consiste en una dualidad: A) El Cristianismo primitivo, su origen, génesis y desarrollo al «margen de la ley». B) El Cristianismo como idea motriz del Imperio a partir de Constantino. Normalmente, en los manuales no se sigue esta división
de una manera resuelta y decidida. Prefieren unir el Imperio Cristiano al Imperio Romano y tratarlo como una simple prolongación de éste. Tal hacen los autores que dan más importancia a la cronología, a los títulos y a las apariencias que a la verdadera vida. Porque si es cierto que los dos son Imperios (el pagano y el cristiano), sin embargo, están separados por un abismo ideológico y sensible tan hondo, que «todo parecido
es pura coincidencia». Por otra parte, esos manuales, al hablar del Cristianismo, se limitan a narrarnos el período escondido de esta religión y, por tanto, sus manifestaciones furtivas, como la organización de las primeras «Ecclesias» o reuniones de fieles, el arte paleocristiano, las catacumbas, etc. Todo esto queda incompleto porque tan cristiana es la humilde catacumba como Santa Sofía de Constantinopla, ya que el Imperio Bizantino
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Paganos 50% de cristianos
1. Mapa de la poblacion cristiana del imperio.
Numerosos cristianos Pocos cristianos
no es más que la prolongación del Imperio Cristiano, pero éste no es una simple prolongación del anterior. ¿Dónde está la diferencia? El Imperio pagano no tenía creencias, es un tiempo de duda y radical escepticismo. El Cristiano y el Bizantino están presididos por la creencia en un Dios personal y providente y un orden cósmico consecuente. Pongamos un ejemplo muy conocido que nos hará comprender mejor esta influencia decisiva de las creencias sobre la vida. Las catacumbas son la única manifestación arquitectónica de los cristianos en los pri-
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meros años. En el exterior no son nada. Sólo en el interior presentan cierta ordenación del espacio que facilita la comunidad de los fieles y una ornamentación rica de carácter simbólico, alternando con tumbas de los fieles difuntos. Este hecho podría interpretarse fácilmente recurriendo a las dificultades materiales y técnicas con que contaban los cristianos de esta época, y su carácter subterráneo y recogido como el único medio de practicar el culto sin sufrir persecuciones. Pero se exigen otras explicaciones, porque los cristianos de los primeros siglos pudieron
realizar sus ceremonias en el campo, lejos de la urbe, donde no llegaba la vigilancia imperial, o simplemente en casas particulares edificadas en el exterior. ¿Por qué se generalizó el culto en un lugar tan íntimo y recogido como un subterráneo? Existen aún más razones. Las primeras obras arquitectónicas cristianas, después de su libertad oficial, son las Basílicas. ¿Cuál es su rasgo fundamental, lo que las diferencia, como templo, de los templos paganos? El templo cristiano está hecho hacia adentro. Se nota una manifiesta desigualdad entre el cuidado con que el artista
2. Catacumbas de San Calixto; corredores (Roma).
cristiano traza y decora el interior y el exterior de los templos. El templo pagano lo conocemos, admiramos y distinguimos por su exterior. En este sentido, el templo pagano más representativo es el Ara Pacis, de Roma. El templo cristiano sólo puede admirarse por dentro, como las catacumbas. Es curioso que esta idea, que ya han apuntado muchos autores, no se haya relacionado debidamente con la vida cristiana. Dice A. Hauser: «La Iglesia cristiana se diferenció desde
el principio del templo pagano por ser ante todo casa de la comunidad, no casa de divinidad. Con ello, el centro de gravedad de la disposición arquitectónica se desplazó desde el exterior al interior del edificio». La decoración de las Basílicas es rica y simbólica, igual que la de las catacumbas. Y las tumbas aparecen en los templos cristianos mezcladas con los demás elementos arquitectónicos. (La presencia de sepulcros en las Basílicas medievales y en las Catedrales góticas se
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entiende si nos remitimos a la época de las catacumbas, que fue cuando se inició esta costumbre). Después del Edicto de Milán (313 d. de J. C.) los cristianos tuvieron libertad para hacer sus templos exteriores y magníficos. Pero los hicieron con las mismas características de recogimiento, intimidad, «arquitectura hacia dentro», decoración simbólica y presencias mortuorias, que cuando estaban en las catacumbas. No sería
difícil encontrar el origen de estas formas artísticas en las creencias cristianas, pero sí demasiado largo para los fines de esta obra. Sólo queríamos apuntar las razones que nos conducen a hablar del cristianismo junto al Imperio Cristiano como un todo histórico imposible de mutilar, si no queremos perder de vista la realidad histórica fundamental: la vida del hombre cristiano, cuyos
precedentes son el helenístico oriental y el imperial romano, y cuyo sucesor va a ser el humanista europeo de la Baja Edad Media y el Renacimiento. Pese a esta unidad, hemos de dividir el tema en dos partes, que se exponen una a continuación de otra: la vida del hombre cristiano furtivo y perseguido, y la vida del hombre cristiano triunfador y seguro de sí mismo.
CRISTO Y SU DOCTRINA La figura de Jesucristo -desde el punto de vista históricoestá encuadrada dentro del judaísmo y el pueblo hebreo. La religión de Israel ha estado en contacto con otras religiones. En fecha remota (Moisés), con
los egipcios, más tarde con los cananeos, después con babilonios y persas (destierro de Babilonia) y posteriormente (siglos II y I a.d. de J. C.) con los helenísticos de Alejandría y Antioquía. En esta época se
3. Cementerio ostriano, Tumba en Arcosolio (Roma).
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forman dos partidos en Israel: el nacionalista y el conservador frente al helenístico. Las guerras civiles de los Macabeos están relacionadas con esta tensión religiosa. Es una época de sincretismo religioso. Son los sacerdotes conservadores (levitas) los que llaman el año 64 a. de J. C. a Pompeyo para que acabe con los helenizantes. Después, Marco Antonio devuelve la autoridad real a Herodes, y a partir del año 35 a. de Jesucristo se inicia una época de esplendor de Israel, con el gran puerto de Cesárea.
4. Catacumbas de San Sebastián; Cripta (Roma).
La corte de Herodes fue un núcleo de intelectualismo y refinamiento helenístico. A la muerte de Herodes, el año 4 a. de J. S. se desmembró el reino y quedó convertido en provincia romana. En el momento en que va a nacer Jesucristo existen en Israel tres tendencias religiosas: a) Los fariseos, con gran influencia helenística, nacionalistas y opuestos a Roma. b) Los saduceos, conservadores y arcaizantes, que no creían en la resurrección ni en otras innovaciones de las Escrituras. c) Los esenios, ascetas que luchaban contra el formalismo de la Ley y que convencían al pueblo más que fariseos y saduceos. Estos esenios
practicaban la comunidad de bienes, comían en común y aspiraban a la igualdad de todos los hombres, comportándose con dulzura y caridad supremas. Se imponían el celibato, anuncian la venida del Mesías, aspiran a la salvación del alma y tienen una sensibilidad muy marcada entre el principio del Bien y del Mal (demonio). Los esenios prepararon al pueblo para la llegada de una religión universalista, pura y espiritual. En este ambiente nace Jesucristo y comienza la Era Cristiana (actualmente se reconoce un error de ocho años entre el nacimiento de Jesucristo y el año uno de nuestra Era,
pero es indiferente a nuestro efecto). Pasó su juventud en Egipto como Moisés, y en fecha no conocida volvió a Israel, donde vivió en el anonimato histórico hasta tres años antes de su muerte. Sus predicaciones, milagros y hechos de todas clases fueron recogidos en los Evangelios de San Mateo, San Lucas, San Marcos y San Juan. Los tres primeros se escribieron hacia el 70 d. de J. C., en lengua griega. El último no se publicó hasta el año 100 d. de J. C. Prescindimos de detallar aquí la doctrina de Jesucristo, basada en la humildad y el amor, por ser bastante conocida. El Sanedrín le juzgó sacrílego y le
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5. El pez y los panes (Roma, catacumbas de San Calixto).
condenó a muerte, iniciando una persecución de cristianos, como en otra época se había perseguido a saduceos y esenios. La doctrina de Jesucristo estaba llamada a ocupar el gran hueco moral que el mundo mediterráneo sentía desde el siglo IV-III a. de J. C., y que contagió a Roma en el II a. de J. C. A
diferencia de la religión judía -nacionalista y exclusivista-, el cristianismo toma dimensiones de universalidad y se adapta a las exigencias del momento. Pero, al mismo tiempo que se abre a los paganos y trata de asimilarlos en sus filas -sobre todo a partir de San Pablo-, se aleja de la antigua religión hebrea que descansaba en la
idea de pueblo escogido. Esta idea es no sólo nacionalista, sino racista, y ha sido mantenida por los hebreos durante toda su historia. En verdad, los dos pueblos que más acusadamente han sostenido esta idea en la historia han sido los alemanes a partir de 1850 y los judíos a partir de Abraham.
EXPANSIÓN DEL CRISTIANISMO El Cristianismo se extendió con rapidez por Oriente. El gran propagador del Cristianismo por el mundo helénico en esta primera época es un fariseo convertido: Pablo de Tarso. Universaliza aún más el Cristianismo, dando en él entrada a todos los hombres de los más lejanos confines. Con razón ha sido llamado
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el Apóstol de los Gentiles; aunque fariseo de religión, no era judío de nacimiento porque había nacido en Tarso, Asia Menor. No puede ignorarse la labor propagadora de los otros apóstoles, pero nadie discute la superioridad de San Pablo en este orden, ni tampoco la sutil interpretación que hace de las Antiguas Es-
crituras y de los Evangelios, levantando los supuestos de una organización eclesiástica. Fundó «Ecclesias» -primitivas comunidades cristianas- en Efeso, Antioquía, Salónica, Corinto, Roma y muchos puntos del Mediterráneo. Incluso se supone que llegó a España alrededor del 60 d. de J. C. El Cristianismo arraigó más