El término Renacimiento es demasiado amplio -y no poco confuso- a la hora de precisar los límites del fenómeno pictórico. Para unos el Renacimiento es una continuación del arte gótico; para otros es, sin embargo, una reacción contra él; unas veces se habla de Renacimiento con un sentido temporal (siglos XIV a XVI), otras prefiere entenderse como norma «espacial» (Italia y Flandes). Estas distintas interpretaciones, que conviven y alientan en el complejo vocablo, nos anuncian la única cualidad clara y distinta del Renacimiento: su falta de claridad.
Texto de Ernesto Ballesteros