30. La época de los grandes descubrimientos

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Historia universal del arte y la cultura Ernesto Ballesteros Arranz

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La ĂŠpoca de los grandes descubrimientos


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La época de los grandes descubrimientos

S

i las Cruzadas tienen un efecto trascendente, tanto en el campo cultural como en el social y económico, los descubrimientos geográficos del siglo XVI representan un cambio mucho más decisorio para Europa Occidental. Vamos a contemplar en qué consistió ese cambio, cuáles fueron sus precedentes y cuáles sus consecuencias más importantes.

CIRCUNSTANCIAS QUE RODEAN LOS DESCUBRIMIENTOS Es difícil explicarse todos los motivos de los descubrimientos del siglo XVI. Entre ellos debemos destacar el celo religioso y el afán de lucro. Hasta el siglo XII, tanto en España como en Portugal, había sido posible aumentar los medios de fortuna venciendo moros y apoderándose de sus tierras. Pero a partir del siglo

XIII, la mayor parte de las tierras estaban ocupadas y no había medio de seguir conquistando terreno. La conquista y colonización de las Madeiras y de las Canarias son una consecuencia de esta circunstancia. En estas islas los españoles y los portugueses encontraron las tierras que ya no encontraban en la Península.

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1. Grabado de la Historia Animalium de Gesner.

El comercio de especias, sedas, marfil, etc. era una ocupación rentable que había dado origen a muchas fortunas. La única vía de comercio de estos artículos era el Mediterráneo, y éste se encontraba en manos de los italianos, que impedían cualquier tráfico a los demás europeos. El único producto explotable que podía conseguirse en el Atlántico era el pescado, ocupación que, si no rentaba grandes beneficios, producía hábiles y arriesgados marinos. Los portugueses y los vascos se internaban profundamente en el Atlántico buscando

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pesca abundante y variada. El atractivo del Atlántico era tanto mayor cuanto que las leyendas medievales ocupaban la imaginación de los marineros portugueses y españoles con tesoros escondidos, riquezas ignotas y depósitos de perlas y piedras preciosas. Pero ese atractivo se veía refrenado por las leyendas sobre los monstruos terroríficos que poblaban el Océa(Pág. 4) no (1). A la condición bélica y proselitista de los pueblos peninsulares, que llevaban varios siglos de lucha contra

el infiel, y a la necesidad de comerciar con Oriente (bloqueado prácticamente por los italianos) se suma en el siglo XV un nuevo acicate. Los mismos italianos ven obstaculizado su comercio con Oriente cuando los turcos se apoderan de Constantinopla. Los artículos llegan en muy escasa cantidad y no bastan para satisfacer el pequeño mercado del lujo europeo. Los príncipes y nobles, que eran los que compraban esos artículos, sienten cada vez más necesidad de las sedas, especias, alfombras, perlas, piedras preciosas, etc…, y aumentan su cotización a precios astronómicos. Esta subida del precio de los artículos hace más apetecible la aventura del mar. Los italianos luchan diplomáticamente y por las armas para tener caminos abiertos hacia Asia, pero estos caminos no resultan practicables más que en períodos cortos e intermitentes. El comercio oriental se puso difícil incluso para los italianos. La invasión turca no sólo había yugulado las relaciones comerciales con Oriente, sino también las culturales. Europa había


sido fecundada por el Islam, en su papel de difusor de la cultura helenística y alejandrina. Europa sentía, por ello, añoranza por mantener un paso abierto hacia Oriente. No podía prescindir de los contactos culturales que había mantenido durante varios siglos con los árabes. Por otra parte, los habitantes peninsulares, que durante varios siglos habían sostenido una tensión bélica y religiosa contra los musulmanes, no podían renunciar sin mayor motivo a una vida peligrosa y aventurera. Solían dedicarse a la ganadería trashumante y seminómada, porque era la dedicación que mejor cuadraba

2. Ilustración del libro de viajes de Brye.

con sus condiciones de vida. Estos ganaderos, habituados a la guerra, eran unos hombres perfectamente adaptados a cualquier tipo de conquista, gentes que preferían la vida difícil y siempre incierta de la lucha, a la vida sedentaria y sin ambiciones del labriego. Estos pastores formaron el mayor contingente de conquistadores en América, como veremos. En este sentido, la Reconquista fue una especie de entrenamiento para la enorme empresa de la conquista del Nuevo Mundo. Otro motivo fue la falta de numerario en un momento crucial de la política castellana. Después de la conquista de Granada, los Reyes Católicos obligaron a los musulmanes y judíos a

convertirse o abandonar el territorio peninsular. Muchos judíos fueron expulsados de Castilla y Aragón por este motivo. Aunque de momento se llenaron las arcas del Tesoro, pronto se sintió la falta de cotización en los impuestos y una paralización general de la vida económica peninsular. Los prometedores resultados de los primeros viajes forzaron a los monarcas a proseguir la política de conquista en el Nuevo Mundo. El Renacimiento coincide, o se anticipa muy poco, a los grandes descubrimientos. La ideología renacentista, con su revalorización del individuo y del valor personal, es un nuevo estímulo de los descubrimientos. La influencia de la cultura clásica sobre los

3. Don Enrique El Navegante. Nuno Gonçalves.

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Londres París

4. Rutas comerciales con Oriente en la Edad Media.

EUROPA ASIA

Venecia

Pekín

Bukhara

ÁFRICA

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españoles fue notable. Algunas figuras, como la de Hernán Cortes, están directamente marcadas por la literatura clásica. Para Cortés, no sólo contaban los dos estímulos que hemos comentado antes (afán de lucro y celo religioso), sino más su anhelo de fama personal e imperecedera, que es una virtud claramente individualista y, por tanto, clásica y renacentista. En sus escritos habla una y otra vez de cuáles son sus motivos y sus deseos más importantes y los sitúa en las tres ideas que hemos expuesto anteriormente. La política de Cortés recuerda ciertamente la de Cesar, y, sin duda, el extremeño conocía la «Guerra de las Galias» del insigne romano. Este deseo de fama y honra no era exclusivo de los que, como Cortés, habían tenido acceso a los estudios superiores, sino que estaba extendido

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Delhi INDIA

OCÉANO ÍNDICO

por igual entre la tropa. La posibilidad de conseguir un título o un situación de hidalguía era para los pastores castellanos y extremeños un estimulo más eficaz, si cabe, que el de la tierra y el dinero o el proselitismo religioso. Otro motivo, aunque más minoritario, que se registra entre los conquistadores, es la curiosidad, el afán por conocer cosas nuevas. Sobre todo, los fenómenos relacionados con la Historia Natural. Esta curiosidad simple y desinteresada se acusa netamente entre los conquistadores. Tierno Galván, en su obra «Acotaciones de la Historia Occidental en la Edad Moderna», dice que el primer hecho notorio en el que se acusa el Renacimiento es la subida deportiva o curiosa de Petrarca al Mont Ventoux. Pues bien, esta misma hazaña la realiza un lugarteniente de

Cortés, Alvarado, subiendo al Popocatepelt. Por otro lado son innumerables las obras escritas sobre Historia Natural de las Indias. Las más conocidas son la «Historia General de Indias», de Gonzalo Fernández de Oviedo, y las «Décadas de Orbe Novo», de Pedro Mártir de Anglería. No podemos olvidar el papel que juegan los adelantos técnicos que alumbró el siglo en materia naval. La imprenta también colaboró a la difusión de obras cartográficas y náuticas o simplemente a libros de viajes y exploración. Entre otros, debemos recordar los «Grandes voyages», de De Bry (2); los «Paesi novamente retrovati», de Montalboddo; la (Página 5) «Cosmografia universalis», de Sebastián Munster, etc. Son cientos de títulos los que corren por Europa sobre esta materia. Uno de los personajes claves para entender este capítulo heroico de los descubrimientos europeos es el príncipe portugués D. Enrique el Navegante (3). Sabemos que su anhelo principal no era económico ni (Pág. 5) religioso, sino simplemente la


curiosidad por saber qué había más allá de «Canarias y Cabo Bojador». Bien es cierto que no era curiosidad científica y totalmente desinteresada de los beneficios materiales, tal como entendemos hoy la

ciencia, sino que estaba firmemente ligada a algunos fines económicos, pero predominan más los estímulos aventureros que los económicos. Si no, no se explica que mantuviera costosas expediciones a países

prácticamente improductivos. La leyenda del Preste Juan, imaginario emperador de Abisinia, fue un estímulo decisivo para los portugueses que llegaron a enviar legados a África en busca del legendario personaje.

CUESTIONES ECONÓMICAS Hemos dicho que el Mediterráneo era el centro de la vida económica europea y que estaba en poder de los italianos. También los musulmanes fletaban sus naves por este mar, pero tenían poco acceso a los mercados europeos, si no era por intermedio de aquéllos. Los lugares donde este comercio tenía más actividad eran, sobre todo, las ciudades de Génova, Milán, Florencia y Venecia. ¿Cuáles eran los artículos que más se transportaban por el Mediterráneo? Fundamentalmente, el grano. Después, la sal y los pescados en conserva o salazones. También tenían importancia los fletes de aceite, vino y queso. Si de los artículos alimenticios pasamos a los tejidos, debemos destacar a Florencia, que era la ciudad textil por

antonomasia de la zona mediterránea. Se fabricaban, sobre todo, tejidos de lana que, a su vez, era importada de España principalmente. También se fabricaban lienzos, sedas, etc… El mercado de estos productos era muy activo en todos los países europeos. Milán era un gran centro metalúrgico, sobre todo para la fabricación de armas de hierro, pero también trabajaban el cobre, estaño y plomo. Estos últimos metales los traían de Inglaterra los genoveses.

Pero, además de estos artículos de intercambio entre las distintas zonas mediterráneas, existía un comercio mucho más fructífero, que era el comercio de artículos orientales que, por su variedad y escasez, eran considerados como de lujo y casi siempre se pagaban por ellos sumas importantes que hacían rentable cualquier inversión. Los artículos orientales más importantes, como hemos dicho con anterioridad, eran sedas de China y Persia -que eran mucho mejores que las

5. El puerto de Sevilla en el Siglo XVI (detalle). Sánchez Coello.

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6. Galeras de remo (Miniatura turca).

7. Nave de dos palos. P. Brueghel (detalle de la Caída del Icaro).

italianas-, tejidos de algodón y esmeraldas de la India, ruibarbo y otras plantas medicinales de China, rubíes de Burma, zafiros de Ceilán, y especias. Estas eran el artículo más importante en proporción. Se entendían por tales toda la suerte de condimentos que se utilizaban en Europa para conservar y aderezar los manjares y provenían casi exclusivamente de Oriente. Se conocían casi trescientas «especias» diferentes entre condimentos, tintes, drogas, cosméticos, perfumes. etc. Entre los condimentos destacan la pimienta de la India y

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Sumatra, la canela de Ceilán; el clavo de las Molucas, que era la más solicitada de todas, la nuez moscada, etc… Los caminos que venían de Oriente eran numerosos y variados. Los principales concuerdan con el itinerario del viaje de Marco Polo. Fundamentalmente había dos (4): un camino continental, por tierra, que atravesaba (Página 6) los grandes centros caravaneros de Turquestán y Persia para llegar a Siria y embarcar allí los productos en los navíos italianos que venían a recogerlos. Otra vía era la Londres París

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Pekín

marítima, que venía por el Golfo Pérsico y allí seguía por tierra hasta Siria, o continuaba por el Mar Rojo y, cruzando el pequeño istmo de Suez, embarcaba los productos en Alejandría. Constantinopla, Alejandría, Trípoli, Beirut, Antioquía, Aleppo y Damasco, eran los puntos fundamentales de llegada, mientras que Calicut, Cochin, Cananor, Goa, etc, eran los puntos fundamentales de salida. Los comerciantes europeos se instalaban en barrios especiales en los puertos de Oriente, llamados «fondacos»


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