El siglo XIX es uno de los más complejos y variados desde el punto de vista pictórico. Numerosas tendencias estilísticas penetran en nuestro país procedentes en su mayoría de Francia. Sus influencias son simultáneas y es muy difícil deslindar dónde terminan los brotes neoclásicos, por ejemplo, y empiezan los románticos. Porque no sólo conviven y se hacen sincrónicos en el tiempo, sino que, a veces, son practicados por un mismo pintor. A mediados de siglo vamos a encontrarnos algunos pintores que se dejan llevar indistintamente por el romanticismo y por el realismo, e incluso por el impresionismo.
Texto de Ernesto Ballesteros